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Navidad
Navidad
A Rodolfo el reno nadie le quería por ser tan feo, o eso decía Renato
el reno viejo, que había acompañado durante muchos años a Santa
Claus por el mundo repartiendo regalos.
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Por ejemplo cuando nació Rodolfo el reno lo primero que dijo fue:
¡Qué reno tan feo!, jaja tiene la nariz roja, jajaja, así nunca Santa
Claus lo elegirá, porque lo más probable es que espante a los niños,
jajaja y si un reno no trabaja con Santa Claus, ¿para que ha nacido?
y de un brillo singular
Lalalalalalala lalalalá
Los padres de Rodolfo eran los renos favoritos de Santa Claus y cada
Navidad se iban felices a repartir regalos por el mundo. Rodolfo como
era pequeño no iba con ellos, además no lo dejaban salir como a los
otros renos pequeños, porque como tenía la nariz roja, sus padres se
avergonzaban de él y lo escondían.
– Rodolfo, tienes que tener paciencia, los demás nos tienen que
valorar por lo que somos por dentro y no por lo que se ve hacia fuera.
Yo estoy seguro que ahora que ya creciste, Santa Claus te verá y te
elegirá sin dudarlo. En tus ojos se ve bondad, tu amor a los niños y tus
ganas de trabajar. Ya verás que ese día llegará.
– Hola, soy Paco, el burrito sabanero, estoy camino a Belén ¿Es por
aquí verdad?
Al día siguiente era la elección de los renos para Santa Claus, todos
estaba bien bañados, peinados, comidos y hasta el hocico se habían
lavado con hojas de menta que encontraron en el bosque.
A ver, párense derechos que voy a pasar a revisar las patas, el cuello,
la cola, y los ojos, ya que un reno de navidad tiene que ser perfecto,
debe ser fuerte, estar bien alimentado ya que el viaje es largo y el
trabajo de entregar regalos es bastante duro, pero sobretodo tienen
que demostrar amor a los niños.
– Así nací Santa Claus, con la nariz roja como la grana, pregúntale a
mis papás, son ellos, tus renos favoritos.
Todos se quedaron el silencio sin saber que decir hasta que sus
padres dijeron:
– Me parece que eres un reno perfecto para mis viajes, además con
esa nariz roja, estoy seguro que los niños te adorarán, además tienes
una mirada limpia, bienvenido al viaje de los regalos de navidad, jojojo.
Así Santa Claus junto a los renos llegaron a cada rincón del mundo
buscando a los niños que se habían portado bien, dejándoles un
hermoso regalo y en cada hogar encontraron, leche, galletas y
sobretodo mucho amor, ya que veían a las familias reunidas, rezando,
agradeciendo por la cena navideña, agradeciendo a Dios por la vida y
la familia, celebrando que Jesús estaba de cumpleaños y que valió la
pena vivir entre todos nosotros para dejar su mensaje a toda la
humanidad, amar y respetar a Dios y a nuestro prójimo.
-¿Qué estáis haciendo aquí?- les gritó con voz agria. Y los niños
salieron corriendo.
Era un gigante muy egoísta. Los pobres niños no tenían ahora donde
jugar. Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera estaba
llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.
Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor sobre
el tejado del castillo, hasta que rompió la mayoría de las pizarras, y
entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín corriendo lo más
veloz que pudo. Vestía de gris y su aliento era como el hielo.
Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del
Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve danzaban entre los árboles.
-¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo como
podía; pero el niño era demasiado pequeño. El corazón del gigante se
enterneció al contemplar ese espectáculo.
Sólo el niño pequeño no corrió, pues sus ojos estaban tan llenos de
lágrimas, que no vio acercarse al gigante. Y el gigante se deslizó por
su espalda, lo cogió cariñosamente en su mano y lo colocó sobre el
árbol. El árbol floreció inmediatamente, los pájaros fueron a cantar en
él, y el niño extendió sus bracitos, rodeó con ellos el cuello del gigante
y le besó.
Cuando los otros niños vieron que el gigante ya no era malo, volvieron
corriendo y la primavera volvió con ellos.
Pero los niños dijeron que no sabían donde vivía y nunca antes lo
habían visto. El gigante se quedó muy triste.
-Tengo muchas flores hermosas- decía, pero los niños son las flores
más bellas.
Una mañana invernal miró por la ventana, mientras se estaba
vistiendo. Ya no detestaba el invierno, pues sabía que no es sino la
primavera adormecida y el reposo de las flores.
-No- replicó el niño, pues estas son las heridas del amor.
El conejito burlón
Pero por allí no apareció nadie en días. Solo una noche se acercó un
hombre buscando sitio en la posada para él y su familia; tenía un
aspecto tan pobre que Orimón pensó que su presencia ahuyentaría a
gente importante, así que se las arregló para que lo echaran del
pueblo sobornando al posadero para que lo enviara a un establo
abandonado que estaba bastante lejos.
La noche siguiente oyó cantar y vio luces a las afueras. Seguro de que
sería alguien importante, preparó un carro con sus más ricos
productos y fue a su encuentro. Pero llenó tanto el carro que, para
cuando llegaron, ya solo quedaban unos pocos pastores; la fiesta
debió ser magnífica, porque hasta los pastores estaban borrachos, y
hablaban de ángeles, de coros celestiales y de seguir celebrándolo
cerca de allí… Aunque le insistieron para que fuese con ellos, él solo
pensaba en vender sus mercancías, y marchó rápidamente para
buscar al señor que había celebrado tan lujosa fiesta. Pero, tras pasar
toda la noche buscando, regresó sin encontrarlo.
Las arañitas estaban deseando ver ese precioso árbol más de cerca,
así que cuando en toda la casa reinó el silencio, bajaron por la pared y
treparon ágilmente por las ramas del abeto. Disfrutaron muchísimo
recorriendo el arbolito navideño, deslizándose por sus adornos y
sintiendo las cosquillas de las piñas en sus tripas. Iban de aquí para
allá soltando hilos de seda y al final, tanto se movieron, que el árbol
quedó cubierto por una enorme telaraña.
Fuente: pixabay
Navidad
Recursos
Juegos
Unidades didácticas
Música
El tamborilero
Ballet el Cascanueces
Mi burrito sabanero
Noche de Paz
¡Ay! del chiquirritín
Little Bells
Árboles de navidad
En fieltro
Esta manualidad es bastante simple, ya que solo hay que contar con
un molde navideño o si el niño de anima, hasta podrá dibujarlo él
mismo para luego marcar el contorno en la tela de fieltro. Finalmente
se corta la figura, se le realiza un agujero en la punta del árbol para
poder colgarlo y se lo decora pegándole botones, lentejuelas o
estrellitas brillantes.
Con palitos de helados
Esta idea es más sencilla que la anterior, puesto que solo necesitamos
pintar tres palitos de helado de color verde o de algún otro tono que
nos guste, luego pegarlos entre sí formando un triángulo y, por último,
decorarlo con lentejuelas o lo que deseemos. Además, añadiremos un
hilo o cinta en la punta para poder colgarlo.
En porcelana fría o masa de sal
Una excelente y divertida propuesta para los más pequeños.
Necesitaremos cortantes con forma de arbolitos o diseños navideños,
porcelana fría y témperas de colores. Se tiñe la porcelana, se amasa,
se estira y se colocan los cortantes. Para terminar se puede decorar
con pelotitas de porcelana, pintar con pincel o pegarle brillantina.
Esta propuesta es ideal para hacer con los niños en la escuela, jardín
o en el hogar. Solo tendremos que contar con un plato de papel, cola
vinílica, cintas para decorar y marcadores.
Para comenzar, lo primero que se debe hacer es pintar el plato de
color verde --con marcadores, témpera o con la técnica que más se
desee--, luego se corta el plato en tres partes (triangulares y de mayor
a menor) y se pegan formando el árbol. También se puede decorar
con cintas, bolitas de fieltro, goma eva, etc.
Renos de navidad
¡Guarda cada helado que comas! No solo te servirán para poder hacer
estrellas, arbolitos navideños o pesebres, también puedes hacer un
reno. Toma tres palitos, píntalos de color marrón y pega dos entre sí
formando una V. Luego finaliza colocando el último palito
horizontalmente sobre la mitad de la "V". Decora dibujando los ojos y
la nariz y listo, ¡manualidad terminada!
Con huellas
Objetivos
Posibles actividades
Rodolfo,el reno