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TENDENCIAS DEL CONSUMO EN MESOAMERICA

Siendo las 11 pm, y luego de un arduo día de trabajo, ¿a quién no le dan ganas de comer un
bocadillo? El hambre es una de las necesidades fisiológicas del hombre, sin embargo pocas veces nos
ponemos a pensar todos los procesos por los cuales pasan los alimentos que ingerimos.

“El vestido, la comida y el alimento constituyen los tres elementos básicos de la cultura material” 1 y
en este mundo cada vez más conectado y pequeño, parece que lo más importante es la percepción
que invita al consumo de una “cultura envasada”.

No obstante la cultura material sirve como elemento de estudio para la cultura2, y es inclusive
puesta a un nivel similar de los medio de comunicación.

El análisis del consumo va más allá de contar cuantas tazas de café se bebieron o cuántos vestidos de
usaron, debemos pensar ¿cómo y porqué se usaban? “El café en Costa Rica, ha sido objeto de
estudio, su proceso de producción, la preparación y la venta al exterior”3 y ello ha permitido que
investigaciones se realicen en torno a la historia económica, social, agraria y ambiental.

¿Son comparables entonces los anuncios publicitarios en periódicos, revistas a los catecismos del
cristianismo y los actos de formación cívica?, ello contribuye a la formación de hábitos y costumbres
tal cual lo hicieron los horarios en los colegios o establecer ¿qué es un premio y que una
recompensa?

“Los bienes tienen también un significado social”4, las personas lo usan como medio de expresión
individual o para decir que pertenecen a un grupo. A ello, el libro menciona una diferencia, la
vestimenta sufre cambios más frecuentes pues se ve influenciada por la moda mientras que la
vivienda y comida, tienen un paso más pausado.

En la “Arqueología del Corn Chip”5 se argumentan dos posiciones interesantes, la primera es que a
pesar que en Estados Unidos su idioma natal es el inglés, utilizan una palabra en español para un
producto consumido por millones: Fritos. La segunda, es que este bocadillo, no tenga sino su origen
en la cocina azteca. Siendo la receta, comprada, producida, industrializada y globalizada por Elmer
Doolin, quien le puso el precio de USD 100 a la receta comprada a un mexicano.

Y como todo producto que produce millones en ingresos, se disputan su creación, así lo hizo el Sr.
José Bartolomé quien narra un origen más asociado a México y su cultura, de ahí que el nombre del
producto eran Tostadas con un nombre comercial bastante peculiar: Tamalina. Nombre que surgió
por el simple hecho que la masa para hacer estas tostadas provenían de los residuos que se usaban
para la preparación de tamales y tortillas.

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Algo similar ocurre con el mundo de los Tacos, pues según los resultados de encuestas mencionadas,
“los norteamericanos prefieren tres cocinas étnicas: la china, la italiana y la mexicana, y es bien
sabido que compañías multinacionales ganan fortunas vendiendo pizzas tacos y chop suey” 6.

Según Scholte, la desterritorialización, acentuada en el XX, viene con una tendencia del estado a
definir su territorio y con ello, los ciudadanos que buscan recobrar la comida local, esto puede ser
explicado de alguna manera por el intercambio cultural producto de las migraciones, entendiéndose
así que la población mexicana está creciendo en territorio americano.

No obstante, según la antropóloga Ivonne Vizcarra, las clases medias mexicanas en la ciudad de
México, están buscando tortillas artesanales, hechas a mano, las cuales antes se consideraban una
comida inferior7. Es durante el siglo XX, con la industrialización de la comida mexicana que no sólo
sirvió para la liberación de la mujer campesina, sino que al parecer ello invirtió los papeles, los ricos
buscan comer lo tradicional con ingredientes frescos, mientras que lo industrializado, “hecho en
masa”, está al alcance de las clases populares.

Es curioso como los cambios que trae el consumo no sólo afectan a los países productores, sino que
con la globalización, los cambios pueden tener influencia cruzando fronteras, por ejemplo el
consumo del café ya no sólo era conocido como un estimulante y dador de energía, sino como
promotor de espacios para intercambios de pensamiento y formas de sociabilizar; por ende la falta
de él fue un indicador de crisis, tal como sucedió en Alemania durante la época de guerra y post
guerra.

Haciendo una reflexión final, el caso de Fritos nos ofrece evidencia de cómo un producto con
orígenes profundos dentro de la cultura, se desetnitiza para abrir paso a nuevos hábitos de consumo
que han llegado para quedarse. Y el análisis de la industrialización del Taco, nos hace reflexionar
sobre si la industrialización de las comidas oriundas es un mal necesario para la sobrevivencia de las
mismas, poniéndola al alcance de las masas populares en “una cajita feliz”.

Es posible entonces que encontrando el porqué de las tendencias del consumo presentadas en este
libro, ¿podamos hacer lo mismo para cualquier producto que se nos ocurra?

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