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NOTA DEL AUTOR

Intentar describir con palabras las muy diversas facetas de nuestras gentes de la
provincia, en especial de aquellas quienes aún no han sido alteradas en cuanto a
los rasgos auténticos de su personalidad, quienes viven sus días en medio de la
plácida cotidianidad de las pequeñas poblaciones de nuestros países
latinoamericanos, sería casi una utopía por la complejidad del carácter de nuestros
nobles coterráneos; quienes hemos tenido el privilegio de vivenciarla, somos
conscientes de ello, por eso, con éstas líneas sólo se pretende evocar de manera
sencilla en aquellos lectores quienes de una u otra manera, en algún momento de
su vida se han visto inmersos en éstos maravillosos universos, pletóricos de luz y
de vida, en medio de exuberantes paisajes, algunos curiosos acontecimientos, muy
típicos de nuestros pueblos, los cuales, en el contexto de una gran urbe, quizás
pasarían desapercibidos por el incesante ajetreo del diario vivir de la ciudad, pero
que en el entorno de una pequeña población, cobran un inusitado protagonismo
dentro del desenfadado transcurrir del tiempo en aquellos pintorescos lugares, así
como también se busca ilustrar a los nuevos ciudadanos del mundo, muchos de los
cuales seguramente no han tenido la oportunidad de experimentar el delicioso
ambiente de nuestros pequeños, pero a su vez, tan grandes poblados.
Algunos personajes de ésta historia son producto de la ficción, creados para
complementar la acción durante el desarrollo de la misma, mientras que otros, la
gran mayoría de ellos, corresponden a seres reales, vivos o ya fallecidos, con sus
principales rasgos y entornos; en algunos casos fueron cambiados sus nombres
como señal de respeto hacia ellos y sus familiares.
Con ésta modesta obra, quiere rendirse un homenaje afectuoso a aquellos “viejos
amigos” quienes por tantos años acompañaron en el camino al autor de éstas líneas
durante esa hermosa etapa de la vida y por quienes aquí se manifiesta sentimientos
de respeto y aprecio perennes.
Por la paciencia y solidaridad que mantuvieron conmigo, expreso mis más sinceros
agradecimientos a aquellos compañeros de prisión, quienes me alentaron y
apoyaron durante los aciagos días que compartimos y en los cuales, como una
manera de preservar la cordura y el ánimo por vivir, pude escribir ésta obra.
Dedico especialmente esta obra a mi amada madre, por quien profesé durante su
vida y aún ahora, después de su partida, el más grande amor y gratitud por haber
sido la mejor compañera.
A Laura Marcela y David Andrés,
por ser el mejor regalo que me dio
la vida…
Los amo.

-No sean tan flojos que este motor tiene que estar reparado y trabajando mañana a
primera hora porque si no el ingeniero nos las corta y nos las pone de corbata,
espetó Allí mientras se limpiaba con el primer trapo que encontró a mano sobre un
montón de tuercas oxidadas y tornillos de toda clase que yacían desparramados
sobre una vetusta mesa metálica del color de la grasa industrial, la cual hace mucho
tiempo había dejado de ser limpiada por nadie, el sudor de la frente surcada de
arrugas; sus compañeros de labor, algunos de los cuales no eran muy adictos al
trabajo arduo, torcieron el gesto en señal de desagrado y aceptaron de mala gana
retomar sus labores en el taller de tornería donde desarrollaban diariamente sus
actividades bajo el mando del viejo “Verraquera”, tal como se conocía a su jefe
inmediato.
Aquel año fue especialmente difícil para mantener las actividades normales en la
fábrica como consecuencia de la agitación promovida permanentemente por los
líderes del sindicato de trabajadores, quienes no se cansaban de exigir nuevas
concesiones por parte de la empresa concretera, algunas de las cuales rayaban en
lo absurdo, como el exigir a la empresa la concesión de auxilios económicos para
familiares de los trabajadores, miembros de la agremiación sindical sin que existiera
justificación real alguna para ello o la financiación por parte de la empresa de
actividades sociales que los agremiados pudieran llegar a programar con cualquier
motivo de carácter privado tales como compromisos, matrimonios y toda clase de
conmemoraciones que nada tenían que ver con su relación para con la empresa, a
pesar de gozar, luego de numerosos procesos de negociación de muchas
prerrogativas tales como subsidios económicos especiales con el nacimiento de
cada nuevo hijo en el hogar del trabajador, o el suministro mensual de auxilios
alimentarios tales como leche, carne y hasta implementos de aseo para el hogar.
Ante algunas descocadas exigencias por parte del sindicato, los ejecutivos de la
empresa asumían férreas posiciones, las cuales, con el paso de los días usualmente
terminaban en una mesa de negociaciones, ante las grandes pérdidas económicas
que para la empresa generaban los ceses de actividades que los trabajadores
adelantaban como medida de presión y entonces, luego de agotadoras jornadas de
discusión y controversia, finalmente agotados por las mismas, se llegaba a algún
nuevo acuerdo entre las partes para que se retomaran las labores mediante la
concesión de alguna pequeña parte de lo que pidiera el sindicato.
Una tarde de diciembre, poco después del mediodía, la tierra parecía intentar
refrescarse liberando oleadas de aire caliente de sus entrañas a través de su rocosa
piel, pero los últimos aguaceros de la extinta temporada lluviosa habían producido
una multitonal explosión de la vegetación inundando de vida el entorno. Con una
temperatura superior a los treinta grados Celsius a la sombra, apenas se habían
reanudado las labores luego de la última reunión con las directivas de la fábrica y
como parte del acuerdo entre las partes, se aceptó reponer el tiempo perdido
durante los días de paro incrementando la jornada laboral en una hora al final de la
misma durante un mes, lo cual no tenía muy contento al personal trabajador con la
gestión adelantada en su nombre por los miembros del Sindicato de trabajadores
de la industria del concreto “Sin concreto”, seccional San Rafael.
-Dígame una cosa, Verraquera- dijo el Chuco Pinzón con una actitud que podría
parecer hostil de no tratarse de un hombre tan ecuánime como lo era Eliseo, cuyo
remoquete se debía a la ausencia de dos dedos de su mano izquierda, los cuales
perdiera accidentalmente varios años atrás mientras manipulaba un gran torno
industrial pero que superaba muy bien la limitación que ello implicaba con un
encomiable esmero acompañado por la habilidad que dan los años de experiencia
en su oficio. ¿No le parece que esa cuestión de alargar la jornada de trabajo no es
más que otra marrullería de los de la junta sindical para continuar acomodándose
mejor con las directivas de la empresa? qué necesidad había de regalar así nuestro
tiempo si en esas últimas horas de jornada ya nadie trabaja realmente y todos se
dedican a guardar la herramienta y a prepararse para ir a sus casas; a mí
personalmente me parece una pendejada y no me gusta para nada que anden
disponiendo a su antojo de nuestro tiempo.
Desprendiéndose del trapo que cargaba a modo de poncho, tirándolo sobre el
bloque del motor en el cual había trabajado durante las últimas tres horas, Alí,
adoptando un aire circunspecto replicó –usted sabe Chuquito como es esa gente
del sindicato, esos van siempre por lo de ellos primero, como dice el dicho ”coma
yo y coma mi macho aunque se muera el muchacho” y la culpa la tenemos los
pendejos que votamos por esos vergajos en las asambleas generales por la pereza
de comprometernos a defender nosotros mismos nuestros derechos legítimos y por
eso siempre salen electos los mismos para hacer lo mismo, en fin, a mí ya me da
igual, ya es poco lo que me falta para jubilarme y olvidar toda esta carajada de la
lucha obrero-patronal que tanto alaraquean los de la junta, pero sí me preocupa lo
que pueda ocurrir un día de estos si continúan con la saboteadera a la fábrica cada
ocho días por cualquier razón, mire que en cualquier momento la empresa se cansa
de tanto problema con los trabajadores y nos mandan a todos para la casita,
recuerde que ya comenzaron los trabajos de construcción de la nueva planta allá
en Palo alto, dicen algunos que trabajan allá que es tan moderna que con solo la
mitad de los operarios de los que trabajamos aquí, se va a producir más del doble
del concreto y a menor costo, sea como sea, ésta vieja mañosa donde nos molemos
el lomo nos ha dado de comer y también un techo para nuestra familia desde hace
tres generaciones y con la comidita no se juega compa, eso es muy delicado, más
cuando en éste pueblo no hay otra fuente de trabajo para tanta gente; yo no alcanzo
a imaginar cómo será la vida de todos los muchachos que vienen detrás de
nosotros, de que van a vivir si se llegara a cerrar la fábrica tal como han amenazado
las directivas, échele seso a eso compita y verá que tengo razón .
Tiene mucha razón compadre, la gente no piensa lo que se está poniendo en juego
con tanta fregadera sin reconocer que mal que bien, aquí nos pagan puntualmente
nuestro salario y tenemos muchos beneficios para nosotros y nuestras familias y
eso no lo tienen la mayoría de los trabajadores de país, yo le he hablado sobre esto
al farfullas del toro López y a su grupo de agitadores, les he dicho que dejen tanta
cansadera y se dediquen a lo que en verdad es importante como el asunto de las
pensiones o los ajustes salariales pero con moderación, que se mantengan los
beneficios que ya tenemos sin ponerse a pedir pendejadas que ni quitan ni ponen a
largo plazo, pero esos tipos no escuchan ni comprenden que no se trata de hartarse
hoy para pasar hambre mañana, terminó diciendo -ojalá no ocurra lo que usted dice
compita, por nuestro propio bien y el de nuestros muchachos-
Rascándose grotescamente la cabeza en señal de inquietud, como si tratara de
atrapar con sus dedos los pensamientos que bullían al interior de la misma, bajo la
vieja gorra de tela empapada en sudor, Alí comentó- bueno viejo, no perdamos más
tiempo quebrándonos el coco y ayúdeme a ajustar este eje del rotor para que
mañana a primera hora podamos hacer el montaje en la unidad dos como le
prometimos al supervisor y después lo invito a tomarnos unas polas bien frías donde
la Rola, que tengo el gaznate como un amero al sol; ¿ le jala o no le jala compadrito?
-claro que le jalo compita- respondió animadamente Eliseo -hágale pues a ver como
es la mano con ese bendito eje que donde hay hombres machos no mueren mujeres
castas, démosle a eso pues…
Luego de un agotador día de negociaciones, discusiones interminables,
condicionamientos de todo tipo y cansadas concesiones , bajo una atmósfera
viciada por el humo de cigarrillo que, sumado al sofocante calor húmedo que
imperaba en el recinto, hacía difícil respirar en las oficinas de recursos humanos de
la empresa Concretera de Occidente S.A , se percibía en el ambiente una atmósfera
de fatiga general al llegar por fin a un acuerdo con los representantes del sindicato
de trabajadores cuando los representantes de la empresa pudieron dar por
terminada su labor asumiendo compromisos muy inferiores a lo solicitado por los
trabajadores. La tarea estaba realizada.
No era cosa fácil por aquellos días cumplir con las metas de producción debido a
los reiterados ceses de labores promovidos por el sindicato y por lo cual el personal
administrativo debía permanecer casi que permanentemente en las instalaciones
de la fábrica atendiendo cada nueva contingencia, lo cual les mantenía al borde del
colapso físico y mental aunque debieran disimularlo en todo momento para evitar
demostrar su afectación delante de los trabajadores de la empresa.
Sheila sentía que su relación se había venido enfriando durante los últimos meses,
quizás por las extenuantes jornadas de trabajo que debía afrontar José María en la
dirección de ingeniería de minas de la fábrica de San Rafael, desde que se
trasladara de la capital, abandonando su trabajo, luego de su viaje de bodas para
instalarse con su esposo en las propias instalaciones de la fábrica, en la cómoda
unidad residencial destinada a los altos funcionarios de la misma, lo cual permitía a
aquel estar en casa en tan solo unos minutos bien fuera para almorzar con su
mujer o para descansar en las noches de las extenuantes jornadas de trabajo.
José María Uribe era un hombre joven, de unos treinta años de edad, con un
temperamento afable y hablar sosegado, lo cual no era óbice para inspirar un
profundo respeto por parte de sus compañeros y sus subordinados quienes le veían
como un líder nato y un apoyo seguro en momentos difíciles; le querían y admiraban
y sus decisiones eran acatadas tanto con entusiasmo como con confianza en su
buen criterio
Pero no todo el personal compartía esos sentimientos hacia el ingeniero Uribe, en
especial algunos recalcitrantes activistas del sindicato de trabajadores quienes
veían en él un contendor recio a la hora de discutir durante las agitadas reuniones
de negociación de temas laborales.
Por aquellos días, cuando apenas se había posesionado de su cargo, se le
encomendó la nada fácil tarea de diseñar algunas estrategias para incrementar la
producción de concreto estándar en un veinte o treinta por ciento al mes, ante el
inminente riesgo de no cumplir con las metas de producción a las cuales se
encontraba comprometida la fábrica de San Rafael dentro del gremio de empresas
del sector de la construcción y de lo cual dependía la continuidad de labores a
mediano y largo plazo.
Uribe amaba entrañablemente a su esposa y le molestaba no poder dedicarle más
tiempo del que disponía en virtud de su agobiante horario laboral; sentía que de
alguna manera, a pesar de que los dos aceptaron su actual condición con los ojos
puestos en un mejor futuro, se estaba perdiendo de un período precioso de su
relación, el cual quizás no volvería jamás, esa época del amor apasionado, la de la
sensualidad a flor de piel y esa necesidad mutua de los recién casados de compartir
su tiempo con su pareja.
Doña Eulalia no daba abasto a despachar tantas bebidas como le pedían al unísono
los asistentes a su establecimiento comercial, a pesar de contar con la ayuda de
toda su familia, sus hijas y yernos quienes en sus ratos libres le colaboraban con la
atención y mantenimiento del negocio familiar, especialmente en las últimas horas
de la tarde y las de la noche cuando, uno tras otro hacían su ingreso los clientes del
establecimiento comercial por todos los habitantes del pueblo conocido como el
negocio de “la rola” haciendo referencia a la condición de foránea de su propietaria
aunque hace más de cinco décadas que se estableciera en la población para ya
jamás abandonarla, era ésta mujer uno de los baluartes del pueblo por su arrojo y
laboriosidad gracias a lo cual logró salir adelante, luego de que su esposo le
abandonara dejándole a cargo de sus cinco vástagos, tres hembras y dos varones
todos ellos apenas en sus primeros años de vida.
Como si de un ritual se tratara, hacia las seis de la tarde, luego de que terminara la
jornada laboral en la fábrica, grupos de trabajadores acudían a la cita inveterada
donde la Rola para departir algunas horas con sus compañeros y conocidos con
unas buenas cervezas frías o alguna otra bebida más fuerte como el aguardiente,
muy apetecido entre los bebedores de la región y así se formaban de manera
recurrente verdaderas jaranas en el negocio, especialmente los fines de semana,
prolongándose hasta altas horas de la noche, muchas veces rematadas con una
que otra bronca, rápidamente controlada por la propietaria quien no permitía
ninguna clase de desmán mayor en su establecimiento.
En una de las mesas, atiborrada por envases ya vacíos de cerveza, parloteaban
desordenadamente Pedro “agallas”, el “tamal” Rodríguez , el viejo Alí, acompañado
de su inseparable compadre “el Chuco” Pinzón y con ellos su aprendiz de mecánica,
un mozalbete recién vinculado con la empresa a quien por su rostro imberbe y su
gran nobleza apodaban “ternurita” quien a pesar de sus escasos veinte años de
edad, compaginaba a la perfección con sus experimentados compañeros de
labores, dos o más décadas mayores que él y por quien profesaban un gran aprecio
en virtud de su despabilamiento y su deseo de aprender las artes de sus tutores,
tenía éste muchacho una habilidad innata en el manejo de maquinaria industrial y
era causa de admiración su gran capacidad para asimilar nuevos conocimientos
gracias a lo cual era de gran ayuda en momentos críticos cuando me requería obrar
con precisión y rapidez para reparar alguna máquina arruinada por el pesado uso al
cual era sometida veinticuatro horas diarias los siete días de la semana, tal como
se requería en el trabajo de la empresa.
EL SABOTAJE
-La cosa es muy sencilla- afirmó Emilio, - lo que debemos hacer es colocar un poco
de agua en el tanque de combustible de la bomba de vacío antes de que el viejo
Joaquín reciba turno, con eso, cuando vaya a encender la máquina, eso va a sonar
como vísperas de fiestas y ya veremos cómo se las arregla el viejo arrogante para
ponerla a andar cuando el supervisor le ordene encenderla y ahí sí le ve a tocar
bajar la cabeza y mandar llamar a alguno de nosotros, los de mecánica, a ver si
aprende a colaborar cuando le pedimos su ayuda o la de alguno de su sección; no
se puede negar que el viejo conoce de su oficio, en la parte eléctrica de las
máquinas, como pocos en su sección pero de mecánica general más bien pocón,
pero es muy egoísta y por eso no se cuenta con él cuando se necesita y muy
seguramente lo va a mandar a llamar a usted, “Verraquera” para que le dé una mano
con la bomba y entonces lo tendremos cogido del cogote, a ver si afina con nosotros
de un vez por todas.
Aunque no estaba totalmente de acuerdo con lo planteado por su compañero, Ali
aceptó que había que darle una lección al viejo “Pelo´eburra” por los reiterados
eventos en los cuales dejara en la estacada a más de un trabajador al negar
sistemáticamente su colaboración en cualquier asunto que no fuera de su estricta
competencia laboral, sabiendo todos que por el tipo de actividades desarrolladas
en la fábrica, en cualquier momento se podía presentar y así ocurría frecuentemente
algún imprevisto que requería de la mayor colaboración posible entre los operarios,
se requería trabajar en equipo y a eso se negaba el referido personaje, motivante
de las maquinaciones de esa noche.
Una vez aprobada la propuesta hecha por Emilio, Ali quedó encargado de verter
unas pocas onzas de agua en el tanque de combustible de la máquina reguladora
de presión del área de bombas, lo cual todos consideraron que no haría mayor
daño al aparato pero permitiría aleccionar al viejo Joaquín sobre la conveniencia de
cooperar con sus compañeros de labores cuando se le requiera. Se acordó que el
plan se llevaría a cabo al día siguiente, muy temprano, antes del cambio de turno
en la mañana y para ello, Alí debería llegar al taller de bombas de vacío antes que
los operarios del turno del día y realizaría lo encomendado anticipándose a la
llegada del viejo Joaquín, de tal forma que no pudiera sospechar nada sobre el
planeado sabotaje en una de sus máquinas y luego, al notar el seguro
malfuncionamiento de aquella, se vería obligado a pedir la ayuda de la sección de
técnicos mecánicos, la cual estaba bajo el mando del propio Alí quien como de
costumbre, acudiría en ayuda de quien la pidiera y entonces, ésta sería
efectivamente prestada pero bajo algunos condicionamientos y compromisos por
parte de la víctima del complot; el plan no podía fallar, era perfecto…
A pesar de algunas objeciones hechas por parte del joven José Miguel “ternurita”
quien no compartía la opinión general sobre la conveniencia del plan elaborado,
pues no le parecía correcto adelantar esa clase de actos ilegítimos aunque
estuviera, en teoría, justificado por el comportamiento inaceptable de aquel quien
era objeto del complot, los demás ignoraron sus observaciones y aprobaron con
entusiasmo la ejecución del plan, encomendado a Pedro ”Agallas” la misión de
entretener, en caso de requerirse, al viejo Joaquín a la hora de marcar su tarjeta de
ingreso a la fábrica, dando tiempo a Alí para consumar su cometido; una vez
aclarados los últimos detalles, prosiguieron entusiastamente brindando por el éxito
del plan, recordando algunas de las innumerables anécdotas similares que en el
transcurso de su larga estancia en la empresa habían protagonizado o al menos
presenciado, a la vez que lanzaban satíricos piropos a las jóvenes meseras del lugar
quienes sufrían lo indecible para evadir, con rápidos movimientos o incluso
mediante sonoras bofetadas los manoseos furtivos les que lanzaban los acalorados
clientes cuando aquellas se aproximaban a las mesas para atender algún pedido.
La vieja locomotora lanzaba estridentes pitidos para alertar a los trabajadores sobre
la inminencia de su partida de las inmediaciones de la fábrica, con destino al pueblo,
donde habitaba la gran mayoría de los mismos, por ello, cuando el primer chorro de
vapor hacía su paso a través de la corneta, una febril actividad se desataba por
todos los rincones de la empresa con motivo del alistamiento al final del turno del
día, tanto del personal administrativo como de los más de seiscientos operarios,
para entregar sus puestos de trabajo y dirigirse a la estación para abordar el aparato
que les llevaría hasta sus lugares de habitación.
A solo unos metros de la estación final de la línea férrea se encontraba el vetusto
edificio de la Alcaldía Municipal, mismo que en otros tiempos fuera la flamante sede
de uno de los mejores hoteles del centro del país, a comienzos de siglo, donde
solían pasar sus temporadas de veraneo las más encopetadas familias de la capital,
lo mismo que muchos extranjeros, quienes disfrutaban de las amplias y bien
dotadas instalaciones del Hotel San Rafael, entre ellas, la hermosa piscina oval,
rodeada por verdes palmeras, la cual era juiciosamente atendida por cuadrillas de
servidores impecablemente ataviados a la usanza europea, con sus camisas de
algodón, engalanadas por un vistoso corbatín de lino, pantalón o falda oscura,
según el género y zapatos negros de resplandeciente charol, manejando bellos
servicios de mesa y bar importados del viejo continente, acompañados de costosa
cristalería de origen Checo. Los alimentos destinados a los huéspedes eran
elaborados por chefs extranjeros, lo cual era garantía de la alta calidad y
refinamiento de los mismos.
Pero como todo lo bueno fenece, con el advenimiento de las carreteras nacionales
en los años cincuenta y las grandes autopistas hacia la costa atlántica, San Rafael,
tal como ocurrió a muchos otros pequeños poblados del centro del país, fue
quedando al margen de la preferencia de los ilustres visitantes quienes, desde
entonces, prefirieron dirigir su rumbo hacia el litoral norte del país abandonando los
ancestrales lugares de veraneo del interior, quedando al margen del progreso del
resto del país, relegados al olvido y avocados a asumir su subsistencia con el propio
esfuerzo de sus habitantes, por lo anterior, el otrora suntuoso y reconocido Gran
Hotel San Rafael inició su inexorable camino hacia el olvido.
Haciendo esquina con la sede administrativa municipal se encontraba la iglesia y a
su lado, la casa parroquial, con amplios ventanales al frente que permitían vigilar
desde el interior lo que acontecía en el parque principal pero a su vez también daban
la oportunidad a los transeúntes de echar una ojeada para fisgonear la diaria
actividad de las personas que colaboraban con el cura párroco.
Todas las mañanas, muy temprano, antes del amanecer se encendían las luces de
la estancia parroquial y comenzaba el trajín cotidiano para preparar la primera misa
de la mañana, a eso de las seis, entonces unos corrían de un lado a otro llevando
consigo los elementos de ornato del altar, debidamente alistados desde la noche
anterior mientras que otros se dedicaban con idéntica presteza a la limpieza y
preparación de la iglesia para la celebración religiosa. Tomasito trepaba hábilmente
por los vetustos escalones de madera de la escalerilla que le conducían hasta lo
más alto de la torre de la iglesia, donde se hallaban las dos antiguas campanas, con
las cuales debía realizar los sucesivos toques de invitación a los feligreses para
asistir a la celebración religiosa. Esa fecha revestía una especial importancia por
tratarse del comienzo de las celebraciones en honor del santo patrono del
Municipio, San Rafael, de quien tomaba su nombre el poblado; las fiestas de San
Rafael se extendían durante toda una semana y en ellas se llevaban a cabo eventos
de diversa índole, entre otras, solemnes procesiones precedidas por la santa misa,
las cuales, partiendo de la iglesia, recorrían la avenida principal y algunas calles
secundarias del pueblo para regresar finalmente al recinto sagrado, encabezadas
por el cura párroco del pueblo acompañado por los feligreses portando algunas
imágenes tomadas de los nichos en las capillas de la iglesia, cargadas en andas
por piadosos ciudadanos quienes consideraban un gran honor desempeñar el
papel de cargadores en el acto religioso.
La cosa cambiaba de talante al concluir los actos de fe para para los habitantes del
poblado ya que en muchos lugares del mismo, con varios días de antelación se
levantaban improvisados cambuches de madera frente a las residencias del centro
del pueblo o en las propias calles del mismo, para comercializar cualquier
mercadería, desde sombreros de paja hasta electrodomésticos traídos por
comerciantes de las poblaciones vecinas, también se expendían bebidas
alcohólicas de todo tipo y toda una variedad de alimentos preparados in situ en
grandes fondos metálicos ennegrecidos por la acción del fuego alimentado por
enormes leños desde muy tempranas horas; todos ellos, debidamente autorizados
por la alcaldía municipal previo pago del llamado impuesto de fiestas que
correspondía al alquiler del espacio público para su uso comercial durante las
festividades.
En un extremo de la venida principal, en una gran tarima montada sobre una
armazón de madera se instalaban los equipos de amplificación de sonido que serían
utilizados por los grupos musicales contratados por la Alcaldía para amenizar las
noches de bale popular, “las Verbenas populares” como se les denominaba, que
iniciaban al caer la noche y se extendían hasta la madrugada del día siguiente,
dejando como evidencia de su ocurrencia un monumental reguero de basuras,
desechos de alimentos en descomposición, charcos de maloliente líquido de no muy
dudosa procedencia considerando la escasez de servicios sanitarios en las
cercanías del lugar del foforro y uno que otro par de borrachines para quienes no
fuera suficiente la jornada de la noche anterior para extinguir su insaciable sed, por
lo cual deambulaban sin rumbo con un característico zigzagueo entre los escombros
de la extinta fiesta, buscando algún lugar donde pudieran adquirir una última
provisión de bebida para amenizar su lamentable regreso a casa.
Previendo lo anteriormente descrito, durante la homilía de ése primer día de fiestas,
el cura párroco se esforzó en aleccionar a sus feligreses sobre el buen
comportamiento que debían observar durante las festividades, advirtiéndoles sobre
las muchas tentaciones que el maligno podría presentar en su camino en los días
venideros y es que el pueblo en verdad se transformaba de tal forma durante sus
fiestas que era difícil reconocerlo, aún por quienes en virtud de haber vivido allí por
muchos años, tenían formada una clara imagen de su tranquilo terruño. Apenas
declaradas abiertas las festividades, alegres muchedumbres arribaban al pueblo
procedentes de los más lejanos lugares; por todas partes se escuchaban modestas
agrupaciones musicales animando algún grupo de vivaces libadores; las
muchachas, luciendo sus mejores galas paseaban por las calles del pueblo y hasta
los más añosos pobladores de la región parecían recobrar fuerzas para hacerse
partícipes de los eventos realizados; era un verdadero florecimiento del lugar, la
época más esperada del año por propios y foráneos.
Una vez concluido el acto litúrgico, se dio paso a la consabida procesión de los
santos tal como estaba programada y como colofón de la misma, un verdadero
apocalipsis se desató gracias al desaforado estallido de docenas y docenas de
artefactos pirotécnicos artesanales, “voladores” como se les conocía popularmente;
de cada esquina del parque principal partían hacia el firmamento las raudas saetas
para terminar su breve vuelo con sonoras explosiones simultáneas que en conjunto
armaban tal estruendo que apenas sí se podía escuchar a un interlocutor a un metro
de distancia y una espesa humareda dejada en el lugar de lanzamiento de los
artefactos hacía difícil respirar en las inmediaciones del parque principal; habían
comenzado las fiestas patronales del Municipio de San Rafael de los Reyes.
Pero a pesar del ambiente festivo y del relativo relax que por esos días imperaba en
el casco urbano del poblado, en las inmediaciones de la principal empresa del
municipio, la actividad laboral continuaba de forma habitual, tal como ocurría desde
aproximadamente treinta y cinco años atrás, desde que iniciara labores en las
afueras del Municipio la Empresa Concretera de Occidente, por lo cual,
diariamente, antes de las seis de la mañana, con precisión de relojero se adelantaba
el cambio de turno entre los grupos de trabajadores de la noche y los que laborarían
durante la jornada diurna hasta las seis de la tarde, momento en el cual un nuevo
grupo de trabajadores les relevaría para continuar las labores durante la noche.
Atento, frente al reloj tarjetero de ingreso, el viejo Pedro escudriñaba entre los
trabajadores que se apretujaban en la fila de registro para marcar a tiempo su hora
de llegada a la fábrica, buscando el malencarado y conocido rostro de su compañero
de labores; ¿Dónde andará ese condenado pelodeburra? Se preguntaba, inquieto
ante la escasa, pero no descartable posibilidad de que aquel se le hubiera escurrido
al ingreso y le estropeara la importante misión a la cual se había comprometido
realizar la noche anterior. Transcurrida una media hora y viendo que ya la mayoría
de los trabajadores había hecho su ingreso a la empresa sin que apareciera por
ninguna parte aquel quien era su objetivo, el hombre decidió no esperar más y tomar
un plan B en su cometido, no fuera que algún otro operario se le adelantara en poner
en marcha la máquina de su interés en caso de haberse ausentado el viejo Joaquín.
-Viejo vergajo ese, preciso no se deja pillar cuando necesito tenerlo ubicado- no
puedo fallarle a mis socios, bueno, pues “a Santa Rosa o al charco” pensó mientras
que se dirigía a la sala de bombas para poner sobre aviso a Alí respecto de la
evasión del objetivo…
En la sala de máquinas de la segunda unidad, ya Alí se disponía a ejecutar su
cometido, vertiendo una pequeña cantidad de agua en el tanque de combustible de
la bomba de vacío cundo apareció en el lugar, casi al trote, un sudoroso Pedro
“agallas” el cual, sin saludar siquiera le puso al corriente de lo observado minutos
antes en la fila de entrada a la fábrica y la ausencia del viejo Joaquín.
-Carajo Pedro- espetó Alí con inocultable inquietud; entonces párese en la puerta
de afuera y vigile que no venga nadie y si alguien se acerca, me lo entretiene con
cualquier excusa mientras le aplico el remedio a éste aparato, no nos vayan a pillar
y ahí sí que estaríamos en un lío compañero, vaya pues-
Transcurridos algunos instantes ya la obra estaba consumada y acto seguido, la
pareja de perpetradores se retiró sigilosamente del lugar de los hechos.
Evocando y dando razón al gran Marroquín, en su famosa Perrilla: “…pues en más
de una ocasión sale lo que no se espera…” las cosas no ocurren siempre, o mejor,
casi nunca suceden de la forma como se planean y fue así como la razón por la cual
el viejo Joaquín no llegó al trabajo a la hora acostumbrada fue su participación en
la misa de ésa mañana. Por una invitación especial del párroco, quien le tenía una
gran estimación en virtud de su permanente colaboración para con las actividades
de la parroquia para que leyese el mensaje bíblico de la fecha, el referido había
tramitado previamente un permiso en la empresa para llegar unas horas luego de lo
acostumbrado, lo cual no estaba en las cuentas de nuestros conocidos
conspiradores y fue así como en efecto, cuando a la hora habitual, el supervisor del
área de bombas envió la orden de encender la tan mencionada bomba de vació, la
misma, por obvias razones, no pudo ser recibida por un caso de absoluto de
absentia corporis por parte del operario habitual, ante lo cual, luego de recibir la
novedad de la ausencia, por parte del mensajero enviado para tal fin , el funcionario
encargado derivó tal labor sobre el jefe de operaciones del área, quien no era otro
que el mismísimo Alí, quien, al ser notificado de la orden impartida por su superior,
casi cae de espaldas al ver cómo le rebotaba en la cara su propia acción, -¿Carajo,
y ahora qué hago?- si esa bomba va a armar un alboroto de todos los diablos cuando
comience a aspirar el agua, si es que no pega una buena explosión- pensó y
entonces decidió hacer uso de su jerarquía dentro del grupo de operarios del área
de máquinas para salvarse de una segura situación embarazosa, delegando en
alguno de ellos la labor encomendada- bueno, ya entrados en gastos, hasta donde
la cuenta dé- pensó y repensó para sus adentros sobre a quien echarle el saco de
ejecutar la orden, la cual, lejos de implicar ser realmente peligrosa, no dejaba de ser
poco menos que indeseable, según lo que se esperaba que ocurriera, situación que
él mismo había urdido y claro, como siempre, buscó al más vulnerable, el cual no
era otro que el pobre “ternurita”, pero con tan mala suerte que momentos antes ya
habían enviado al pueblo al muchacho para recoger algunos materiales requeridos
con urgencia, por lo cual, al enterarse Alí de ésta nueva ausencia y aunque con gran
remordimiento de conciencia, no dudó en reasignar dicha actividad en quien estaba
a la mano, nada menos que su compadre, Eliseo –“así paga el diablo a quien le
sirve”- pensó con ironía, pero decidido a no ser víctima de su propio invento procedió
a impartir la orden correspondiente.
Pocos instantes después, se presentó su gran amigo, atendiendo al llamado de su
compañero y jefe de labores quien rápidamente le puso al tanto de la situación,
tratando entonces de minimizar las posibles situaciones que se podrían llegar a
presentar, en el más extremo de los casos, no presentándolas más que como una
pequeña explosioncita y nada más, pero de las cuales estaba totalmente al corriente
el citado. Eliseo le reclamó con firmeza su decisión diciendo ¿cómo me va a echar
ese muerto encima compadre?, ¿no ve que yo ya me volé dos dedos de la mano
con una máquina hace unos años y ahora usted pretende que me vuele los que me
quedan? Ni de fundas le meto mano a esa bomba compadre, mire a ver a que otro
le deja ese chicharrón, pero lo que soy yo ni muerto le jalo a nada con esa máquina.
Viendo lo decidida de la posición de su interlocutor, Alí le propuso que entre los dos,
viejos conocedores del funcionamiento de las máquinas podrían deshacer lo
realizado, retirando primero el combustible saboteado y cambiándolo por nuevo
antes de encender la bomba y así no habría problema alguno, ante lo cual, con el
compromiso de una maniobra mancomunada, finalmente el bueno de Eliseo
consintió en ayudar a su compañero.
Seguidamente se dirigieron hasta el sitio donde se encontraba la bomba y
procedieron a vaciar el tanque de combustible, reemplazándolo por nuevo ACPM,
dando así por terminado el incidente, congratulándose mutuamente por lo oportuno
del previo aviso recibido por Alí, por sus conocimientos y habilidades en la
manipulación de las máquinas.
A pesar de tanta experiencia y sabiduría allí reunida, los dos operarios no tuvieron
en cuenta que alguna pequeña parte del agua vertida en la máquina podría haber
pasado al interior de las recámaras de combustión del motor, de tal forma que
apenas encendieron la máquina, una sonora explosión por el escape de la misma
se dejó escuchar en muchos metros a la redonda, acompañada de tal humareda
que apenas si podían verse el uno al otro cuando se recuperaron del aturdimiento
que les produjo el estallido, el cual les lanzó de espaldas varios metros atrás,
cayendo, por fortuna, uno encima del otro
Sobre sobre un arrume de empaque de cartón de desecho que amortiguó el
aterrizaje, sin salvarse de todas maneras de chamuscarse los bigotes y de una
buena y bien merecida aporreada.
Además de las naturales dolencias a consecuencia del golpe recibido, lo que más
les dolía a los compadres era su amor propio, al saberse víctimas de su propio
invento, lo cual fue evidenciado de manera absoluta cuando, en el área de
enfermería a donde fueron inmediatamente conducidos, luego del incidente, para
brindárseles los cuidados médicos respectivos, recibieron la visita del resto de
frustrados conspiradores quienes no dudaron en gastarles pesadas bromas acerca
del fallido plan y peor aún se sintieron al recibir luego la visita del viejo Joaquín,
fresco como una lechuga, quien no dejó de lanzar suspicaces comentarios sobre
los hechos acaecidos, pues, como buen viejo zorro que era, no se comió entero el
cuento de la mala calidad del combustible que argumentaron los accidentados y
dejó ver sus sospechas sobre alguna clase de posible saboteo como generador de
todo aquel asunto.
Como era de esperarse, el suceso de la explosión en la sala de máquinas de la
unidad dos provocó gran revuelo entre el personal de operarios, lo mismo que entre
los funcionarios administrativos de la empresa quienes de inmediato dieron
comienzo a las respectivas investigaciones para esclarecer las causas de lo
ocurrido, por fortuna, según aquellos sin pérdidas humanas que lamentar, pero que
ameritaba ser concienzudamente analizado con miras a establecer a futuro las
medidas preventivas y correctivas pertinentes dentro de los protocolos de
procedimientos y actividades industriales de la empresa.
Una vez instalado el comité de seguridad industrial, con el Ingeniero Uribe a la
cabeza, en sus funciones de ingeniero jefe de seguridad industrial, se analizó
concienzudamente la situación y se decidió tomar una serie de disposiciones
tendientes a prevenir a futuro nuevas situaciones como la que había motivado la
reunión extraordinaria apenas desarrollada. No estaba pues el ingeniero de muy
buen humor al salir de la cansada reunión cuando a avanzadas horas de la noche
se dirigió a su casa donde como de costumbre le esperaba su joven esposa con
una gran sonrisa y una deliciosa cena lista en el comedor, la cual ni siquiera probó
el exhausto José María, cargado de responsabilidades y motivos de preocupación
en virtud a los reiterados conflictos laborales tanto con los funcionarios de las áreas
administrativas como con los miembros del sindicato de trabajadores de la empresa,
los cuales le mantenían la cabeza de cuadritos según se lo manifestó a Sheila
cuando aquella le increpó sobre la causa de su estado de ánimo. –Las cosas se
están complicando en la fábrica, amor- respondió lacónicamente mientras
impulsaba con los pies la mecedora en la cual se acomodó bajo el porche delantero
de su vivienda- no sé cómo se podrá cumplir con las metas si cada día ocurre algún
problema que retrasa la producción- y ahora, con los trabajadores en ferias y fiestas,
menos rendirán en su trabajo, ésta gente no piensa en otra cosa que no sea
emborracharse hasta perder el sentido, hacerle hijos a su mujeres y darse mañas
de trabajar lo menos posible ¿qué piensas tú que puedo hacer para motivarlos a
rendir más en su trabajo? Tú eres sicóloga y tienes experiencia en el área de
recursos humanos, por favor, dame algunas ideas para salir del embrollo en que me
encuentro, ayúdame, por favor-.
Sheila era en efecto sicóloga con experiencia en manejo de personal en empresas,
gracias a ello había conocido a su actual esposo cuando aquel se desempeñaba
como ingeniero en la empresa donde ella trabajaba en la sección de recursos
humanos, ya un par de años atrás y a raíz de su matrimonio con José María, había
aceptado dejar su trabajo para seguir a su marido hasta el pueblo donde tenía sede
su nuevo y mejor remunerado empleo, en San Rafael de los Reyes y se había
entregado de tiempo completo a su hogar, donde era feliz en su nuevo papel de
esposa y ama de casa, aunque en el fondo no dejaba de extrañar su antigua vida
profesional, lo cual no era óbice para que de cuando en cuando emitiera algunos
valiosos conceptos concernientes a su profesión cuando la situación lo permitía y
ésta sí que lo requería, por lo cual, recomendó a su atribulado marido que procurara
una mayor cercanía con los trabajadores, especialmente con los que mantenían
alguna posición de liderazgo entre la masa de aquellos. -Aprovecha que los
trabajadores te profesan un gran respeto y aún podría decirse que, en algunos
casos hasta aprecio- afirmó; en lo poco que llevo aquí, he escuchado muy buenos
comentarios sobre ti por parte delos muchachos que la empresa designa para el
mantenimiento de las instalaciones de ésta unidad residencial para funcionarios
administrativos y la gran mayoría de ellos son familiares o amigos de muchos
trabajadores de la fábrica. -No te fíes de adulaciones querida- interrumpió dubitativo
su esposo, -la gente adula a aquellos a quienes necesitan pero, cuando ya no les
son de utilidad, les dan la espalda- pero tienes razón, creo que por lo menos habrá
un reducido grupo de trabajadores quienes realmente aprecien mi trabajo y tal vez
por intermediación suya podría intentar alguna clase de acercamiento con el grueso
de trabajadores para tratar de entender su ideología, sus aspiraciones y así lograr
comprender su idiosincrasia, lo cual facilitaría en gran manera el trabajo coordinado
con ellos, a ver si dejan la molestadera y saboteo al trabajo de la manera como
actualmente se viene presentando, perjudicándonos a todos.
Hacia el mediodía, toda la calle principal, amén de tratarse realmente de la única
que ameritaba tal calificativo puesto que las demás vías del pueblo no pasaban de
ser rudimentarias calzadas forjadas por el paso sostenido durante años de miles
de bestias cargadas con panela, miel o cualquier otro producto proveniente de
los sectores rurales vecinos al casco urbano tales como el mango, el plátano o el
café; los cuales, valga decir, eran de una excelente calidad, por lo cual eran muy
apetecidos por comerciantes que se desplazaban desde la capital hasta San Rafael
para comprarlos a bajo precio y transportarlos de regreso a los mercados de la
ciudad donde obtenían generosas ganancias.
Debido a la deplorable condición de la mayoría de las vías del pequeño municipio,
los camiones de los compradores eran parqueados para realizar su carga en las
inmediaciones de la avenida central, rimbombante denominación para para una vía
de un poco más de doscientos metros de longitud y unos pocos metros de ancho,
pero volviendo al relato; bajo un calor sofocante, los vecinos y visitantes al poblado
esperaban estoicamente el inicio de la programada presentación de los grupos
musicales contratados por la empresa concretera a manera de contribución con las
festividades lo cual, a criterio de loa mayoría, era garantía de la calidad del
espectáculo ofrecido, gracias al elevado presupuesto que la compañía destinaba
cada año para las actividades lúdicas, artísticas y culturales que patrocinaba dentro
de las festividades; un logro más del sindicato de trabajadores de la empresa.
A lado y las de la vía, ahora atestada de vehículos de todo tipo, de animales de
varga jadeantes por el sofocante bochorno, de improvisadas ventas ambulantes de
mil clases distintas, armados a última hora por los apurados comerciantes, os cuales
eran realmente bizarros cambuches de madera y techo de cualquier material que
sirviera para proteger de alguna inesperada lluvia y del inclemente sol tanto a las
mercancías como a los mercaderes y para rematar el caos armado, en cada acera,
frente a las casas aledañas al parque principal, se colocaban algunas mesas y sillas
para el expendio de bebidas y comidas; era pues un auténtico pandemónium el que
se apreciaba y el cual era penosamente vigilado por los escasos agentes de policía
destinados por el comando regional para tal fin, los cuales, en su mayoría tenían
más ganas de hacerse parte del jolgorio con sus conocidos del pueblo que de andar
para arriba y para abajo por el poblado asándose lentamente bajo sus gruesos
uniformes, por lo cual, en muchas ocasiones preferían hacerse los de la vista gorda
cuando se presentaba algún incidente menor en las calles por ellas custodiadas, las
cuales por demás, generalmente no pasaban de escaramuzas menores por algún
desacuerdo entre los ajetreados comerciantes que terminaban resolviéndose
pacíficamente entre ellos mismos sin requerir de la intervención de las autoridades;
San Rafael era en general un pueblo de gentes pacíficas y así transcurría
corrientemente sus diario vivir.
La Rola Eulalia, como de costumbre, pero ahora con mayor razón en virtud de las
festividades, corría de aquí para allá en su negocio para atender los pedidos de su
clientela y eso la tornaba algo enojona; gritaba frecuentemente a sus colaboradores,
a los cuales prodigaba generosas retahílas por cualquier motivo exigiéndoles
rapidez en su accionar; se podría decir que el exceso de actividad la ponía de malas
pulgas. Por el elevado nivel de volumen que algunos clientes colocaban
insistentemente en la vieja rocola del negocio, no escuchó las reiteradas llamadas
que don Pedro Moya le hacía solicitando altisonantemente, según era su costumbre,
atención inmediata para sí mismo y sus numerosos acompañantes en la mesa de
la cual acababa de desplazar a sus anteriores ocupantes, lo cual enardeció el ánimo
del viejo gamonal, acostumbrado al servilismo de los pobladores de San Rafael,
muchos de los cuales trabajaban, o al menos lo había hecho en alguna ocasión
para él en alguna de sus numerosas propiedades y fue así como de un momento a
otro lanzó por los aires de un manotazo las botellas vacías que permanecían en su
recién invadida mesa, causando gran inquietud entre el resto de la clientela del
establecimiento, los cuales, a usanza de una manada de animales asustados por
algún hecho delator de un peligro latente, súbitamente se paralizaron al mismo
tiempo, atentos a lo que pudiera acontecer como consecuencia del exabrupto
cometido por el viejo hacendado. En una mesa cercana a aquella donde ocurrieron
los hechos, en la cual desde hacía ya varias horas departía un grupo de individuos
corpulentos, venidos de otros lares con motivo de las fiestas, aquel quien
aparentaba ser el líder del grupo, un hombrón de mediana edad, grueso bigote al
estilo del que usan los charros mejicanos, ya plateado por canas, el cual hacía
perfecto juego con el enorme sombrero de ala ancha, el cual, descortésmente no
se había quitado al ingresar al establecimiento, se levantó de su silla como
propulsado por un resorte invisible profiriendo improperios dirigidos a aquellos
quienes, a su modo de ver, le habían faltado al respeto, en una evidente actitud
desafiante hacia Moya y sus compañeros de mesa. La situación se tornó muy tensa
, se diría que era tan peado el ambiente que allí reinaba que casi se podría cortar
con la hoja de alguno de los afilados machetes que la mayoria de los asistentes
portaban al cinto; inmediatamente, los ocupantes del resto de las mesas se
levantaron de sus sillas, temiendo que estallara la inminente reyerta entre los dos
grupos hostiles, lo cual, seguramente hubiera ocurrido con funestas consecuencias
para unos y otros si la voz de trueno de La Rola no hubiera retumbado en todo el
lugar, quebrando de forma instantánea la tirante situación, al emitir un mandato
fulminante para toda la concurrencia: “en mi negocio no se arman broncas y el que
se sienta tan machito como para vérselas conmigo, pues lo espero afuera y
arreglamos el asunto”; como el desafío lanzado por la enardecida matrona fue
respaldado por la misma agitando furiosamente en el aire una enorme cacerola de
hierro macizo, tan firmemente empuñada en lo alto por su voluminoso miembro
superior derecho que no dejaba lugar a dudas sobre su destreza en el uso de aquel
instrumento; y en solo una fracción de segundos, el pesado ambiente se relajó
totalmente, al escucharse, provenientes de todos los rincones, profusas carcajadas,
iniciadas por el propio viejo Moya, el cual casi cae de su silla a consecuencia del
desaforado acceso de risa, el cual requirió de la asistencia de algunos de sus
acompañantes quienes al verlo tornarse morado, le brindaron aire agitando algunas
hojas de cartón que consiguieron en cualquier parte. –Tranquila Rolita, no se
ofusque así que le puede hacer daño- expresó el hacendado luego de recuperarse
del ataque de risa - yo solo pido que me atienda a mi gente, no voy a dañarle la
venta, vieja y para que no haya rencores con nadie, sírvase una ronda de pola bien
fría para todos los que estamos en su negocio a cuenta mía, que aquí vinimos fue
a pasar un buen rato, no a buscar bronca con nadie- concluyó, a lo cual los
asistentes respondieron con un sonoro aplauso acompañado por vítores para Don
Vicente; esta vez la cosa no pasó a mayores pero no siempre se corría con tanta
suerte en las fiestas de San Rafael…
Por tratarse de un día de mercado, fecha intencionalmente elegida por las
autoridades locales para dar inicio a las festividades, aprovechando la afluencia
obligada de los habitantes del sector rural para comercializar sus productos, era
especialmente notoria la gran cantidad de personas en todos los rincones del centro
poblado, razón por la cual, se encontraban totalmente atestados de personas todos
los establecimientos comerciales, tanto formales como improvisados, según se ha
dicho, podría pensarse que toda la provincia se había volcado sobre el pueblo en
esas fechas, para no perderse de las distintas actividades meticulosamente
preparadas por la junta de ferias y fiestas, asegurando el éxito de las proyectadas
celebraciones, y de la cual hacían parte las principales personalidades del
Municipio, en cabeza del Alcalde municipal, Don Alfonso Torres, el señor cura
párroco, el señor comandante d policía de la localidad y algunos ilustres habitantes,
quienes de forma voluntaria colaboraban en la organización de los distintos eventos
programados, dispuestos en un estudiado cronograma que se extendía durante seis
días con sus noches.
En un terreno plano, aledaño al parque principal, previamente adecuado mediante
la construcción de improvisados corrales construidos con postes de madera
firmemente anclados al piso y unidos por travesaños del mismo material,
asegurados uno a otro con gruesos puntillones de acero y reforzados mediante
resistentes rejos de cuero para garantizar su estabilidad, se exhibían y colocaban
en venta, algunos mucho y otros no tanto, briosos equinos, también se encontraban
en abundante cantidad ejemplares bovinos, ovinos, caprinos; opulentas porcinas
con su numerosa y ávida prole yacían adormiladas en malolientes rincones, vistosos
pavos reales marchaban airosos al lado de sus menos arrogantes parientes, los
piscos o pavos comunes y hasta uno que otro pato sobreviviente del último fin de
año correteaba aleteando desesperado de un lado a otro tratando de resguardarse
de los persistentes intentos de los niños de capturarles; se realizaba la denominada
“Gran feria ganadera y de especies menores”. Para amenizar el evento,
deambulaba de aquí para allá interpretando diversos aires musicales de la región,
cual grupo de almas en pena, la flamante banda municipal; “los Chupacobres”, como
peyorativamente se les denominaba por parte de algunos envidiosos que no
lograron formar parte de la agrupación musical, la cual solo se detenía en su
incansable faena para tomar algún refrigerio cada treinta o cuarenta minutos,
asegurando de esta manera una continua algarabía al mezclarse sus tonadas con
el resonar de bocinas de camiones exigiendo paso para descargar el ganado que
transportaran desde las veredas, además, al baturrillo descrito se sumaba el estridor
inclemente de los altavoces ambulantes de los cuales se valían para promocionar
sus mercancías algunos pintorescos personajes, cargados con docenas de
sombreros sobre su cabeza, pañuelos, pañoletas, ponchos de mil colores pendían
de sus antebrazos así como docenas de bordones para arrear el ganado o espantar
los perros atrevidos del camino, incontables bártulos de cocina asegurados por
grandes aros de metal, colgaban magistralmente mediante un ancho cincho de
fieltro a sus espaldas eran verdaderos centros comerciales unipersonales
ambulantes.
Para crecentar el nivel de algarabía reinante, un destartalado vehículo equipado en
su parte superior con enormes altavoces, transmitía a todo volumen la invitación
para asistir a la primera gran corrida de toros, a realizarse en las horas de la tarde
en la monumental plaza de toros, también erigida a toda prisa los días
inmediatamente anteriores, hacia las afueras del pueblo por una cuadrilla de
trabajadores contratados por el Municipio. El altisonante estribillo repetía una y otra
ves el flamante cartel de matadores, novilleros y grupos musicales que participaría
en la faena.
El padre Ciro increpaba al Alcalde sobre un asunto financiero relacionado con el
cobro que, según su criterio podría adelantar la Parroquia por el uso del atrio y
alunas zonas aledañas a la iglesia, en vista de la ocupación que se evidenciaba por
aquellas fechas por parte de comerciantes para adelantar sus actividades
mercantiles y que el Alcalde cobraba como impuesto de fiestas con destino a la
financiación de todas las actividades programadas.
-Vea Alcalde, afirmó resueltamente el sacerdote; yo no me opongo a que se utilicen
los andenes y aún las zonas de acceso a la iglesia para instalar puestos de comercio
durante las fiestas pero considero que, siendo estos sitios de propiedad de la
parroquia, y siendo los mismos responsabilidad de la casa cural en su aseo y
mantenimiento, pues es ella la que debe recibir el valor del impuesto que pagan los
comerciantes por el usufructo de los sitios ocupados y no la Alcaldía, que además
bastante dinero percibe en estos días por el resto del espacio público. Don Alfonso,
con su habitual aire campechano, el cual no desmedraba su actitud autoritaria, le
miró de arriba abajo, espetando con ironía: -vea cura, acuérdese de lo que su
señoría nos repite cada rato en sus sermones de la misa dominical, lo que dijo
nuestro señor a esos que montaban feria en las afueras del templo, cuando le
pusieron la trampa sobre los impuestos: Den a Dios lo que es de Dios y en este
caso, al Alcalde lo que es del Alcalde..
-No sea tan irrespetuoso Alcalde, respondió airado el clérigo,-en primer lugar no se
trató de ninguna feria sino del comercio de productos que se realizaba en las calles,
como en cualquier otra ciudad y se trataba del templo de Jerusalén, cuando nuestro
señor montó en sagrada cólera al ver como habían profanado el sagrado lugar para
convertirlo en un sitio de pillaje y no meta en el asunto a ningún alcalde que en ese
tiempo aún no se sufría de esa clase de calamidades; lo que el señor Jesucristo dijo
fue: ”Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar” , como una
manera de evitar entrar en confrontaciones innecesarias con las autoridades
romanas. Bueno cura, yo no sé quién era ese tal Cesar, pero alguien importante
debió ser para que nuestro señor ordenara pagarle los impuestos, mire cura,
hagamos una cosa; vaya usted y cobre del portón de la iglesia para adentro y yo
cobro del portón para afuera y santas pascuas y si no hay alguna otra cosa que se
le ofrezca, con su permiso señor cura, me voy como volador sin palo a ver cómo
van las cosas en la feria ganadera que ya debe estar comenzando y tengo que
inaugurarla como primera autoridad del Municipio, afirmó mientras se colocaba su
enorme sombrero alón y se dirigía hacia la puerta de su despacho con una sonrisa
burlona dibujada bajo el bigote.
Podrá imaginar el lector el grado de indignación en el cual quedó sumido el
sacerdote ante la desfachatada actitud del burgomaestre, quien además de
escamotearle cualquier posible ingreso para la parroquia, no desaprovechaba
cualquier oportunidad para desafiarle y demostrarle que era el Alcalde quien tenía
el mayor poder en el pueblo.-Esta no me la vas a ganar viejo condenado, ya
veremos como por el camino igualamos las cargas -dijo para sus adentros el curita,
aprestándose a salir de la sede de la Alcaldía para dirigirse a la casa cural para
seguir atendiendo las actividades programadas por la parroquia con ocasión de las
festividades en curso.

CAPITULO DOS
LA FUGA…
En la sección de Sanidad de la fábrica, con vendajes cubriéndoles la cabeza y parte
del rostro, lo mismo que las manos y antebrazos, todos magullados como un plátano
maduro sobrante del mercado, los frustrados conspiradores, Alí y Eliseo renegaban
por el funesto desenlace que tuvo su tentativa de saboteo; cada pocas horas
recibían una nueva dosis de castigo de manos del personal de enfermería, quienes
hundían las enormes agujas hipodérmicas en sus doloridas carnes o bien tragando
abnegadamente los medicamentos que aquellas les compelían a ingerir,
debidamente prescritas por los médicos de la empresa para combatir la inflamación
de sus aporreadas humanidades. Ya habían permanecido en aquel lugar dos largos
días con sus noches y no veían la hora en la que fueran liberados de aquel
espantoso confinamiento.- Cómo se siente compadre? preguntó en voz alta Eliseo
desde su cama, asegurándose de ser adecuadamente escuchado por su
compañero de cuarto, el pobre Alí, quien yacía en otra camilla a unos pocos metros
de la suya. -Ay Chunquito, me duele hasta la conciencia, que porrazo tan berraco el
que nos dimos y eso que estuvimos de buenas al ir a caer sobre ese montón de
empaques de cartón, porque si no, no contamos el cuento. -Oigame compita, yo
sinceramente estoy cansado de esta vaina, aquí tirado como un nazareno, ya me
tienen el trasero como un colador con tantos chuzones que me han dado esas
chupasangre de las enfermeras; -le propongo que nos auto-demos de alta esta
noche, luego del cambio de turno, mire compa, yo me conozco de memoria los
horarios de esta gente de tanto que he estado aquí y sé por dónde podemos
volarnos sin que nadie se entere, ya no recuerdo cuantas veces he venido a este
matadero de cristianos para hacer toda clase de reparaciones de una y otra clase,
así que usted solo hágame caso y verá que en menos que canta un gallo estaremos
librecitos de esta tortura y además piense que nos estamos perdiendo de las fiestas
que deben estar buenísimas; que dice Chuco, ¿le jala o no le jala?, póngale
berraquera y verá.
Usted si no aprende compadre, no acabamos de salir de una y usted ya quiere que
nos metamos en otra peor, que tal si nos pillan escapándonos de aquí, ahí si es fijo
que nos sancionan y quedamos completos, mejor trate de dormir que con eso
seguro se le pasan todos esos malos pensamientos.
Pero Alí no era de esa clase de individuos que desisten con facilidad ante el primer
obstáculo para sus planes y fue así como luego de tanto insistir y persistir en su
argumentación, el pobre Eliseo terminó, por físico cansancio, terminó por aceptar el
plan que Alí le planteara unas mil veces en los últimos minutos y el cual se desarrolló
como sigue…
A las siete de la noche, todo el personal de trabajadores del centro de sanidad de
la fábrica, conformado por médicos, enfermeras y camilleros, procedían a la rigurosa
entrega y recepción de cada uno de los pacientes allí internados, narrando
minuciosamente todas las novedades que aquellos quienes llegaban a relevarles
durante el turno de la noche debían conocer, luego de lo cual, el personal del turno
entrante se dedicaba a revisar las historias clínicas y a actualizar las tarjetas de
medicamentos formulados para cada paciente; todo ello se realizaba en una
pequeña habitación ubicada en un extremo del pabellón de internados, la cual, para
conveniencia de nuestros dos personajes, quedaba en el polo opuesto al lugar
donde reposaban los fulanos y no se tenía desde allá una buena visibilidad sobre la
totalidad del amplio salón debido a la presencia de un pequeño muro que daba
sostén unos amplios ventanales que separaban el recinto del pasillo de acceso y
que se encontraba a unos pocos metros de las camillas ocupadas por los dos
mencionados. Bueno Chuco, a Santa Rosa o al Charco, espetó Alí arrancándose
bruscamente las líneas venosas de su antebrazo -fuímonos de aquí que yo ya huelo
a formol- incorporándose de la camilla al tiempo que con sumo sigilo recogía
acurrucado de la mesita que estaba al lado de su cama sus objetos personales; lo
propio hizo Eliseo y así, los dos, solamente ataviados con unos camisones de tela
burda, anudados detrás del cuello por unos cordones que partían de los extremos
opuestos de la prenda hospitalaria, la cual hacía perfecto juego con los vendajes
que aún lucían en la cabeza, avanzaron en cuatro patas, mejor, a tres, puesto que
una mano la llevaban ocupada con sus implementos personales y así, con ese
cuasi-gateo furtivo lograron escurrirse sigilosamente, muy pegaditos al muro del
cuarto de enfermería hasta ganar la puerta de salida del pabellón, misma que por
una providencial coincidencia permanecía entreabierta al momento de la fuga, lo
cual les facilitó en gran manera su salida en un momento en el cual la enfermera
más cercana al sitio de los hechos se levantó de su escritorio para dirigirse a alguna
parte en sentido opuesto al lugar donde nuestros fugitivos pretendían consumar su
plan.
Una vez fuera del pabellón, las cosas no eran aún nada sencillas para nuestros
aventureros, con el trasero al aire, ya que ahora se encontraban en un gran espacio
abierto que daba acceso a los distintos pabellones, por lo cual rápidamente se
dirigieron hacia donde sabían se encontraba la sección de lavandería del pabellón,
la cual comunicaba a una puerta de salida al fondo del edificio, donde, confiando en
la providencia podrían alcanzarla salida de servicios del centro de salud, pero de
nuevo, un hado siniestro interpuso sus oficios y fue así como justo cuando los dos
prófugos se disponían a ingresar al área de lavandería, un operaria de dicha sección
salió intempestivamente de la misma, abriendo la puerta de un empellón dado con
el carro de ropas contra la puerta de vaivén de doble hoja, una de las cuales casi le
deja chata la nariz al pobre Alí quien al sentir ruido desde adentro de la puerta,
milagrosamente alcanzó a recular algunos centímetros evitando de ésa manera el
impacto pleno de la puerta sobre su rostro, la cual, de todas formas no dejó de darle
en un cachete, amén de ser propulsado hacia atrás por la violencia del golpe y como
el frenazo que dio Alí fue tan imprevisto, el pobre Eliseo, quien marchaba
cautelosamente detrás suyo, por poco termina con su órgano olfatorio entre los
escuálidos glúteos de su predecesor, quien ya dijimos apenas lucía como único
ropaje el blusón hospitalario que nada cubría su tren posterior; afortunadamente
para los viajeros, ni Alí sufrió mayor daño a causa del golpe ni Eliseo terminó
incrustado, gracias a un oportuno movimiento reflejo, en tan execrable lugar de la
anatomía de su compadre.
La mencionada trabajadora, seguramente distraída en sus quehaceres, no reparó
de lo que ocurría al otro lado de la puerta por la cual salió y siguió de largo su camino
empujando su carro de trabajo, alejándose impertérrita de nuestros amigos,
quienes, en ese momento, haciendo caso omiso de la desagradable situación,
apuraron la marcha, es decir, el gateo, atravesando lo más rápido que les fue
posible el recinto repleto de máquinas de lavandería y de enormes arrumes de
ropajes hospitalarios, los cuales les sirvieron de cobertura a los ojos de algunos
trabajadores de ésta sección, ocupados en lo suyo y de ésta forma, lograron coronar
su odisea evasiva, llegando a la parte externa del edificio. Una vez allí, sintieron el
rigor gélido del aire sobre sus desnudeces, pero era tal el grado de excitación que
mantenían a ésas alturas que apenas si acusaron el abrupto cambio de temperatura
y entonces sí que se dieron a la carrera, cobijados por la oscuridad de la noche,
como almas en pena fueran, buscando alejarse cuanto antes de la edificación
hospitalaria, en dirección a los terrenos baldíos circundantes, plenos de vegetación,
los cuales seguramente les brindaría el camuflaje necesario para culminar la huida:
Eliseo, quien sabiamente, ahora corría adelante, considerando los hechos antes
referidos, en cuasi pelotas, apenas sabía por dónde deambulaba, descalzo en
medio de la noche, seguido de cerca por su compañero de fuga quien a su vez no
dejaba mucho que desear en cuanto a su mísera condición respecto al primero;
avanzaron unos cien metros hasta internarse en algunos matorrales, buscando
avistar las luces de la estación de la locomotora, la cual, sabían, debería salir, según
sus cálculos, hacia el pueblo en pocos minutos y en cuyos últimos planchones (no
vagones), sobre alguna carga, esperaban lograr acomodarse sin ser vistos para
apearse en la primera parada de San Rafael.
Continuaron avanzando, ahora en medio de una total oscuridad cuando Eliseo sintió
que su pisada no encontraba asidero firme e instintivamente se aferró al abrazo de
su compadre cuando de repente, los dos se vieron rodando por la pendiente
resbalosa que transitaban a ciegas, la cual fue, para su desgracia a terminar en un
vallado de aguas negras de la fábrica, el cual las conducía, a la altura del inesperado
chapuzón a cielo abierto, hasta la planta de tratamiento de aguas residuales de la
empresa, portando a éstas alturas los desechos orgánicos del hospital y otras
dependencias de la fábrica. Sobra describir cómo como quedaron los prófugos,
inmersos en una piscina de excrementos y otras porquerías al momento de alcanzar
angustiosamente la orilla del vallado y así, una vez proferida la respectiva retahíla
de maldiciones y juramentos, precariamente se acomodaron las ahora pestilentes
vestimentas y entonces, como dos apariciones infernales, luego de unos cuantos
tropezones, llegaron por fin a la añorada estación férrea de la empresa y se colaron
en el último planchón de carga de la locomotora, esperando lacónicamente su
partida hacia el pueblo. ¿Se da cuenta, pinche compadre que siempre nos va como
fufurufa en día de guarda cuando me pongo a hacerle caso en sus locuras? Mire
como estamos, todos aporreados, medio empelotos y bañados en mierda, eso me
pasa por pendejo, ahora como vamos a llegar a la casa donde nuestras familias en
éstas fachas; ¿ah, dígame, qué les vamos a decir? Alí, quien ya no tenía muchos
arrestos físicos ni mucho menos morales para justificar la lamentable situación en
la cual se encontraban, se limitó a fruncir los hombros acurrucándose al pié de un
gran guacal de madera, tratando inútilmente con sus dedos de retirar de la mejor
forma posible de su rostro el barro fétido que le embadurnaba, solo se animó a
decir:-pues compadre, a lo hecho, pecho con berraquera y no dijo nada más…
En un sector del entarimado de la plaza de toros, el “Toro” Robles brindaba
alegremente tragos de aguardiente a su acompañantes, secando periódicamente
con su viejo poncho de algodón las gruesas gotas de sudor que escurrían por sus
canosas sienes bajo el sombrero alón que nunca se quitaba y que ya delataba el
efecto del paso del tiempo bajo el usual inclemente sol de aquellas latitudes,
además de muchos años expuesto a la polvareda que permanentemente se sufría
en las instalaciones de la fábrica. José Robles, como realmente se llamaba el sujeto,
era un hombre de baja estatura pero de gruesa complexión, con un enorme cuello
que le daba una apariencia casi bovina, lo cual le había valido su apodo, amén de
un beligerante carácter que le compelía a protagonizar frecuentes enfrentamientos
con aquellos que se oponían de alguna manera a sus intenciones de cualquier
naturaleza. Habitualmente pasaba sus días de labores yendo y viniendo de aquí
para allá en las instalaciones de la fábrica, hablando con unos y otros trabajadores
y animándoles a apoyar ésta o aquella iniciativa para mejorar sus condiciones
laborales o sosteniendo largas reuniones en la sede del Sindicato de trabajadores,
donde fungía como secretario general. Aunque no contaba con una mínima
formación académica, con el transcurso de los años, había adquirido ciertos
conocimientos y una gran habilidad para encarar temas laborales con cualquier
interlocutor que se le pusiera al frente, soportando extenuantes jornadas hasta llevar
al físico agotamiento de sus oponentes durante las discusiones con los funcionarios
delegados por la empresa para resolver conflictos de ésta índole. Por lo anterior,
durante los últimos doce años, cada cuatrienio, al reunirse la asamblea general de
trabajadores, resultaba reelecto como miembro de la junta directiva del Sindicato de
trabajadores de la empresa concretera de San Rafael de los Reyes.
A escasos metros del Toro, de pie, aunque de manera admirable en virtud de los
litros de aguardiente que a esas alturas había despachado desde hacía ya varias
horas, lanzando arengas de todo tipo en apoyo a las festividades, Emilio Ramírez,
más conocido como “Tamal” por una situación bastante peculiar, ocurrida décadas
atrás, casi por la época del inicio de actividades de la empresa en el Municipio,
cuando se desempeñaba como mensajero en el área administrativa. EN cierta
ocasión se le encomendó la misión de desplazarse hasta el pueblo vecino para
recoger, en un vehículo de la empresa, cerca de cien almuerzos, previamente
encargados por personal de la empresa a un establecimiento especialmente
escogido por localidad y la categoría de los platos que ofrecía, los cuales casi
igualaban en su factura a los que ofrecían los grandes hoteles que se ubicaban en
aquellas latitudes; el objeto de dicho encargo era el de proveer las viandas
encargadas para ser suministradas al personal asistente, proveniente de distintas
empresas del sector de la construcción quienes visitaban la fábrica de San Rafael
con el fin de establecer convenios comerciales con la misma, por lo cual, la
administración anfitriona se esmeró, sin reparar en gastos, en dar a los visitantes la
mejor impresión acerca de la situación financiera de la fábrica, procurando la mejor
logística posible, lo cual incluía lógicamente la óptima calidad de los alimentos a
ofrecer a tan importante concurrencia.
Una vez enterado de la misión a él encomendada, partió Emilio en un vehículo de
carga tipo furgón, guiado por uno de los conductores de la empresa, no llevando
consigo ningún otro operario, aparte de ellos dos con el fin de procurar más espacio
libre para acomodar mejor la voluminosa carga que les esperaba, incluyendo,
además de los almuerzos, todo el menaje de mesa que había sido alquilado para la
ocasión en el mismo lugar contratado, por lo cual, los dos ocupantes del vehículo
debían realizar solos las labores de recepción, carga y posterior traslado hasta la
fábrica de las esperadas viandas al personal encargado del servicio del casino de
la empresa para ser servidos a los visitantes a la hora programada.
Luego de una hora larga de camino, llegaron los comisionados al establecimiento
gastronómico referido y procedieron a tramitar la recepción del menaje y los
alimentos contratados. Luego de algunos minutos, viendo Emilio que los empleados
del restaurante insistían en acomodar ellos mismos la mercancía al interior del
camón, arguyendo ciertas técnicas de manipulación de los alimentos, en lo cual se
consideraban mejor capacitados, de manera que llegaran a su destino en las
mejores condiciones posibles, no puso mayor reparo en consentir a las peticiones
planteadas por los despachadores, permitiendo, de buena gana que fuese personal
del restaurante quien se encargara acomodar los alimentos dentro del furgón de la
manera que mejor les pareciera -Mejor para nosotros- le dijo en voz baja al
conductor del camión, -si quieren trabajar más, pues que trabajen-.Con una
temperatura que rayaba sobre los cuarenta grados centígrados y luego de cerca de
una hora de tragar el polvo del camino y calculando el tiempo que tomaría la tarea
en las condiciones que se planteaban, contando además con un generoso margen
de tiempo hasta la hora programada para su regreso a la fábrica, Emilio no vió
ningún problema en convidar al acalorado conductor del furgón, con quien ya había
hecho buenas migas durante el trayecto, gracias a su natural jovialidad y carisma a
que fueran a tomar algún refresco mientras se concluía la dispendiosa labor de
carga por parte del personal del restaurante. –Bueno pues, amigo Emilio, respondió
el conductor,-vamos y nos tomamos un refresquito y de paso le echamos algo al
buche para no pasar en blanco hasta el almuerzo, que sabe Dios a qué hora será,
hasta que descarguemos toda esta vaina en la empresa. Acto seguido los dos se
dirigieron hasta una pequeña casucha que expendía toda clase de bebidas, ubicada
a unos cuantos metros del restaurante y que habían avistado al momento de su
llegada.
Cada cierto tiempo, el despreocupado conductor se levantaba de la mesa donde se
les había servido no un refresquito, sino unas buenas tandas de cerveza helada,
para constatar el progreso del cargue de la mercancía en el camión, para regresar
a su mesa y constatar que durante su ausencia, ya había hecho su aparición sobre
la misma una nueva ronda de bebidas. -Si la plata se multiplicara como lo hace la
cerveza en una mesa, todos seríamos ricachones-apuntó alegremente mientras
retomaba su lugar al lado de Emilio, quien lo recibía con un nuevo apunte jocoso o
algún comentario interesante para retomar el hilo de la conversación.
Debió ser algo más de una hora y media el tiempo que tomó la dispendiosa labor
de acomodar los alimentos de la mejor manera posible y un poco más de dos el que
departieron los dos animados comisionados a la luz de las cervezas hasta que,
mínimamente conscientes de lo avanzado del día, finalmente decidieron emprender
el camino de regreso a la fábrica con el esperado cargamento. Ya casi con el tiempo
justo para lograr regresar y hacer la entrega de la encomienda al personal del
casino, pero con el efecto de las cervezas en la cabeza, decidieron de común
acuerdo tomar una vía alterna para el regreso, la cual, pese a estar en unas
condiciones poco adecuadas, era mucho más corta que aquella que tomaron
durante el camino de ida, siguiendo una vía secundaria, atravesando terrenos
montañosos hasta llegar a las inmediaciones de los amplios terrenos de la empresa,
ingresando a la misma por una entrada secundaria que usualmente solo era
utilizada por los grandes camiones que llevaban a la fabrica la caliza y otras
materias primas extraídas en la región y por algunos pequeños camperos que
transportaban a algunos trabajadores que habitaban en el sector rural.
Apresuradamente firmaron los documentos que acreditaban las condiciones y las
cantidades de la mercancía recibida y de inmediato emprendieron el camino de
vuelta a la fábrica con el esperado cargamento.-Ahora sí hermanito, dele como a
bestia ajena que se nos va a hacer tarde y el camino es largo y culebrero- gritó
Emilio a su compañero al tiempo que se encaramaba de un ágil brinco en el puesto
del copiloto con el vehículo ya en marcha, lo cual, el conductor de inmediato
respondió aumentando la velocidad y apartándose de la vía principal para
adentrarse en la carretera secundaria que habría de conducirlos prontamente a su
destino.
Habrían recorrido unos kilómetros de la vía, si es que podía llamársele de esa forma
a la trocha por la cual habrían de llegar más rápido a su destino, reponiendo el
tiempo perdido, pero que prsentaba cada pocos metros enormes agujeros producto
de la temporada invernal anterior, mas parecía un camino de herradura para las
recuas de mulas que una carretera para vehículos enllantados, por locual, cada
corto trama, el camión caía inevitblemente en ealguno de los carátere para rebotar
luego, sacudiéndose con tal violencia que los ocupantes de la cabina , en varias
ocasiones se golpearon fuertemente la cabeza contra la carrocería a causa de los
sacudones para inmediatamente caer como sacos de papas sobre los
desvencijados asientos del vehículo, los cuales, debido su vetusta condición, muy
poco ayudaban a amortiguar el impacto. En un momento dado, fue tan violento el
sacudón del carro al caer en uno de los enormes agujeros de la vía que le arrebató
el timón de las manos a conductor y como rodaban a considerable e imprudente
velocidad por el afán de llegar pronto a su destino, teniendo en cuenta las precarias
condiciones de la carretera, pues fueron a dar aparatosamente al fondo de una
cuneta al lado izquierdo dela vía, siendo de tal magnitud el impacto que la sólida
defensa de hierro macizo del vehículo quedó incrustada entre la maleza circundante
lo cual les costó grandes trabajos para lograr liberar el vehículo; afortunadamente
para los dos implicados, no hubo mayores daños en la máquina, cuyo motor, una
vez liberado el vehículo, encendió fácilmente para alivio de los asustados conductor
y ayudante quienes ya se veían ante el pelotón de fusilamiento en la empresa. No
ocurrió lo mismo con la preciosa carga que transportaban, la cual, una vez repuestos
del percance y cuando fueron a revisar en la parte trasera del camión el estado de
la misma, los transportadores abrieron las compuertas del furgón para verificar el
estado de la misma, se percataron del desastre ocurrido; los que llevaban bandejas
metálicas con la comida grandes contenedores yacían desparramados unas
completamente volcadas sobre la cubierta, otras totalmente embadurnadas de
alimentos, formando un espantoso revoltillo humeante de toda clase de alimentos,
salsas y contenedores sobre la cubierta del vehículo, dando el aspecto de una
enorme pizza sobre el piso del automotor; no había nada que se pudiera salvar del
esperado menú para el evento en la empresa…
Dándose un sonoro palmetazo con su propia mano en la sudorosa frente, Emilio
solo espetó con tono lúgubre: Huy hermanito, como que la cagamos, mire ese
reguero tan verraco y ni modos de recoger nada; ahora sí que nos llevó el que nos
trajo compañero.-Y que vamos a hacer, don Emilio? Acertó a implorar
lastimosamente el aterrado conductor al cual, a consecuencia del desastre, hasta el
efecto del alcohol ingerido se le pasó de súbito; -¿cómo nos aparecemos por la
empresa sin la comida para toda esa gente?...
Dice un conocido proverbio que la necesidad es la madre del ingenio y fue así como
durante aquellos aciagos instantes, el acalorado cerebro de Emilio dlucudaba
alguna forma de salir lo menos mal posible de aquel trance fue así como luego de
algunos instantes de cavilaciones, recomendó tranquilamente a su compañero de
infortunio-Mire socio, lo primero que tenemos que hacer es recoger todo este
reguero y poner otra vez al pelo este cacharro, menos mal que lo que fue la loza y
todas esas vainas de decoración estaban bien aseguradas y lo que se regó fue la
sopa y el resto de comidas filipichinas que venían en esos verracos fondos; agárrese
un balde y vamos por agua de la misma de la cuneta para limpiar bien esta cosa,
después le cuento lo que vamos a hacer, esté tranquilo que saldremos de ésta..
El angustiado hombrecito hizo lo que Emilio ordenaba, no sin dejar de proferir
lastimeros lamentos por su suerte y así, en un dos por tres, limpiaron perfectamente
el desastre, reacomodando las cajas que contenían los servicios de mesa, esta vez
asegurándolos adecuadamente y concluida la maniobra se apresuraron a sacar,
con grandes dificultades el vehículo de la cuneta, colocando algunos tablones de
madera que afortunadamente hallaron al fondo del camión, los cuales debió
acomodar el propio Emilio ante los reproches de su compañero de infortunio quien
le reclamaba por haberlo inducido a distraerse de sus deberes y por ello, a estar
ahora en tan lamentable situación…
Una vez restablecida la marcha, por indicación de Emilio, se desviaron a último
momento de la ruta original hacia la fábrica, dirigiéndose entonces a la casa de
habitación de un conocido suyo, cuya mujer se ganaba la vida preparando y
vendiendo un plato muy típico de la región; los deliciosos tamales de maíz, los
cuales elaboraba en grandes cantidades gracias a la buena acogida entre la
clientela, en su mayoría gentes humildes del sector, quienes ancestralmente
apreciaban esta particular delicia gastronómica…
Llegaron al lugar tratando de no llamar la atención de los vecinos, estacionando el
vehículo a unos metros de la puerta de la vivienda que representaba en ese
momento la única tabla de salvación para la delicada situación en que se hallaban,
según el plan urdido por Emilio, el cual se apeó rápidamente del camión e ingresó
sin avisar en la casa, gracias a la costumbre muy extendida por aquellos lares de
dejar las puerta de las viviendas de par en par durante el día para permitir la entrada
de aire fresco al interior de las casas, buscando aliviar un poco el habitual y
agobiante calor; conociendo bien la disposición de la humilde vivienda, gracias a las
incontables ocasiones en las cuales la había visitado, Emilio se dirigió directamente
hasta la amplia cocina, la cual realmente era una enramada erigida con postes de
madera cubiertos por unas destartaladas tejas de zinc, bajo las cuales, en medio de
una gran humareda, ardían al fuego de leña enormes fondos metálicos, totalmente
ennegrecidos por el hollín, encontrando allí a la propietaria, “Pachita” exclamó
emocionado el fulano,- mi Diosito tan bueno me la puso hoy a la mano para que me
saque de un lio ni el verraco en que estoy metido de inmediato procedió a ponerle
al tanto de lo acontecido con la carga, omitiendo convenientemente algunos detalles
que consideró innecesario describir de tal forma que pudiera atribuirse a la mala
fortuna la pérdida de la carga, procediendo luego a proferir mil ruegos y lisonjas
para obtener de la sorprendida interlocutora lo que vehementemente solicitaba -Mire
Pachita, hágame la caridad de venderme cien tamalitos de los más grandes que
tenga, porque si no llego a la fábrica con el almuerzo para toda esa gente, no solo
me echan del trabajo sino que hasta me pueden clavar una demanda y no sea el
diablo, por ahí derecho hasta termine en la cárcel, cóbremelos a como quiera que
yo le respondo a fin de mes con el pago; si quiere le firmo un vale o un pagaré, lo
que quiera con tal que me socorra en ésta angustia, por vida suyita comadrita,
sálveme de esta que usted es la única que me puede ayudar y yo le quedaré
eternamente agradecido.- ¿y usted piensa unos llevar unos sencillos tamalitos
caseros para que almuercen con eso todos esos doctores tan encopetados? reguntó
la sorprendida cocinera, consciente de lo inapropiado del plato para la mentada
ocasión -eso déjemelo a mí Pacha que para buena hambre no hay mal pan y a estas
horas esa gente ya debe andar muriéndose de hambre; ellos verán si comen o
siguen aguantando, eso ya no es problema mío, concluyó Emilio con un aire de
indiferencia que dejó atónita a la mujer. Bueno Emilio, le voy a ayudar solo porque
veo lo urgente del asunto y porque sé que en esto también van a cargar el muerto
esas pobres señoras de la fábrica que organizaron el almuerzo, pobrecitas, segurito
que hasta la doctora Sheila que es la encargada de esta clase de cosas con las
otras señoras de los directivos de la fábrica, debe estar muerta de la angustia por la
demora; por ella lo hago so sinvergüenza y ni crea que me trago ese cuento que me
acaba de echar, vea el tufo a cerveza que trae; segurito que fue por andar tomado
que le pasó todo; Uyy, pero si llegan a regañar a mi doctorcita, usted me las paga
Emilio…y ahora, hágase muévase y ayúdeme a contar los tamales para que los leve
rapidito; mire nomás la hora que es…Y de inmediato, los cien platos y unos cuantos
más, por si acaso, fueron cargados en las mismas ollas en las cuales debería
transportarse la Paella a la Valenciana y los callos a la madrileña originalmente
constituirían el plato principal del almuerzo tipo bufet que se ofrecería hacia la una
de la tarde en el salón comedor del casino de funcionarios de la empresa,
meticulosamente engalanado para tan importante evento por decenas de laboriosos
trabajadores de servicios generales de la fábrica desde varios días atrás; se
tendieron delicados manteles con hermosos bordados, centros de mesa de fino
cristal europeo adornaban cada una de las mesas de los invitados; espectaculares
arreglos florales se ubicaron por todos los rincones del salón, atestadas barras de
licores nacionales e importados eran atendidas de forma casi ceremonial por
meseros impecablemente ataviados a la usanza de los mejores clubes de la capital
del país, donde fueron contratados, lucían sus uniformes con corbatín de satín y
guante blanco del mismo material, mientras que suave música de cuerda
interpretada por varios grupos musicales estratégicamente ubicados para garantizar
que la calidad del sonido escuchado por los invitados fuera de su completo agrado
se turnaban periódicamente en sus intervenciones para amenizar la reunión, todo
pues, estaba perfectamente arreglado para constituir un ambiente refinado y
relajado, el adecuado para un evento de tan elevada categoría..
Tal como estaba planeado, al finalizar la jornada de la mañana en las salas de
reunión, hacia la una de la tarde, se condujo al personal invitado hasta el gran salón
comedor donde se fueron ubicando con estricto rigor en las mesas reservadas para
cada grupo de ellos, según listados minuciosamente organizados por el personal de
la empresa anfitriona, bajo la supervisión de algunas esposas de altos ejecutivos de
la misma, quienes de manera voluntaria asumieron dicha responsabilidad, amen
que no tenían habitualmente mucho más por hacer y encontraban en ésta labor una
forma de distraerse y ocuparse…
A medida que transcurrían las horas sin tenerse noticia alguna de las viandas,
Sheila y algunas de las antes mencionadas voluntarias en la organización del evento
se deshacían de los nervios con el paso del tiempo, observando los rostros de los
ilustres visitantes, quienes ya mostraban con sus gestos la presencia de un
sentimiento que quizás hace mucho tiempo, o tal vez jamás habían experimentado:
la crujidera de tripas por efecto del hambre; algunos de ellos intentaban paliar los
agudos reclamos de su vientre consumiendo pasabocas que angustiosamente les
eran ofrecidos cada cierto tiempo por los intranquilos meseros; otros salían del salón
comedor a fumar un cigarrillo o a beber un trago de licor para hacer más llevadera
la espera…
Cerca ya de las tres de la tarde, en medio de la angustia del personal encargado de
recibir los alimentos, hizo por fin su entrada el añorado camión al área de recepción
de víveres y provisiones de la fábrica, el cual, no bien hubiera estacionado en la
zona demarcada para tal fin, fue inmediatamente invadido por los impacientes
trabajadores del casino, quienes rápidamente vaciaron el camión de la preciosa
carga, conduciéndola hasta el área de cocinas donde ya se tenía organizada la
disposición de los elegantes contenedores de plata fina, los cuales serían colocados
en las mesas del buffet para su disposición por parte de los impacientes
participantes del formal evento…
No puede describirse con palabras los gestos de sorpresa de los encargados de la
distribución de las exquisitas obras gastronómicas esperadas al percatarse del
folclórico contenido de las enormes ollas metálicas en las cuales deberían encontrar
los platillos contratados y en cuyo lugar, humeantes y rebosantes de una sustancia
oleosa, apretujados unos sobre otros, docenas y docenas de grasientos tamales,
eso sí, debidamente sellados en su parte superior con muy resistentes tiras de
cuerda de fique, mejor dicho, con cabuyas, tan resbalosas gracias a la grasa de
cerdo que por ellas escurría tan profusamente que debían ser aseguradas con
pinzas para evitar que resbalaran de las manos de los manipuladores y es que, por
tratarse de un plato típico, destinado a consumidores del sector popular, no se
reparaba mucho en minucias de carácter estético sino que se buscaba asegurar la
contundencia del reconocido sabor, adicionando a cada uno generosas porciones
de tocino; tal como se afirmaba popularmente, lo importante no son las hojas sino
lo que llevan dentro, refiriéndose a la tradicional envoltura de hojas de platanillo,
una planta endémica de la región la cual se prestaba muy bien para conformar el
contenedor de la masa de harina de maíz repleta de diversas carnes de su interior.
Sobra describir la magnitud del impacto que sufrieron las encopetadas
organizadoras del evento al constatar lo que algunos empleados del casino
comentaban en voz baja para no alertar a los comensales, aquellas no daban crédito
a lo que veían sus ojos al contemplar el oleoso espectáculo que se presentaba ante
sí; unas pidieron agua, otras se sentaron donde pudieron para abanicarse el rostro
intentando no perder la cordura ante la bochornosa realidad, hasta que, una vez
superado el inicial impacto, una de ellas, una señora regordeta de avanzada edad,
cargada de joyas, esposa del Gerente comercial de la empresa, con rostro
rubicundo, hizo de tripas corazón para tratar de evitar el desastre total, mandó llamar
de inmediato a los encargados de recoger los alimentos en el restaurante contratado
para pedirles una explicación sobre aquella segura y e imperdonable equivocación;
instantes después, temblando como un flan en manos de un enfermo de mal de
Parkinson, hizo su ingreso al recinto el responsable; Emilio, quien luego de ser
acuciosamente interrogado por las histéricas damas, haciendo de tripas corazón, se
dirigió a aquellas, con la mayor naturalidad del mundo se limitó a afirmar que eses
alimentos eran los que le habían sido entregados en el restaurante y que nadie
había tenido la osadía de destapar los contenedores por considerarlo un acto de
indelicadeza, el cual podría poner en riesgo, según su criterio, la conservación de
tan refinados alimentos, razón por la cual, su gran prudencia le impidió verificar el
contenido de los enormes contenedores metálicos que le fueran entregados y como
si esto fuera poco, con total desparpajo, haciéndose cabeza de la situación, se
ofreció muy generosamente a colaborar con su vasta experiencia en la distribución
de tan peculiares viandas, asegurando que todos los invitados quedarían
encantados ante la contundencia gastronómica del plato típico de la región.
Ya en aquellas alturas, con lo apremiante de la situación y lo avanzada de la hora,
sin ninguna otra opción, las pobres organizadoras no pudieron hacer otra cosa que
secundar la moción lanzada por Emilio, aceptando la inmediata distribución del
folclórico plato y fue así como los elegantes meseros de guante blanco y corbatín,
fueron llevando al gran salón comedor las singulares viandas en sendas bandejas
de plata, acomodadas en elegantes carritos de transporte, esmeradamente
adornados con regios arreglos florales para ser distribuidas directamente al plato de
cada uno de los seguramente hambrientos comensales, como para no darles la
menor oportunidad de chistar nada…
Al cabo de unos minutos, y debilitado por los estragos que el hambre había hecho
en sus humanidades, cada invitado recibió en silencio, en su lugar, de manos del
mesero respectivo, previa reverencia de rigor, el llamativo y amarradizo plato,
requiriendo todos del auxilio del personal de servicio del casino para cortar la
cabuya, firmemente asegurada, según se comentó anteriormente, accediendo
entonces al macilento contenido, el cual, la vedad sea dicha, no estuvo para nada
mal y es que un buen tamal no demerita nada, según el humilde concepto de quien
escribe estas líneas, pero volviendo al cuento, doña Pachita era una artista en su
elaboración y como ni en la mente del más orate se contemplaba la posibilidad de
la presencia de un plato principal de aquella índole, no se contaba con
acompañamientos adecuados para aquel, por lo cual, los comensales hubieron de
acompañarlo con finos vinos y bebidas colas de la más elevada estirpe enológica,
pasando de ésta manera como si todo hubiera sido un genial golpe de creatividad
del chef…
Tal como suele ocurrir en los eventos de elevado protocolo, todo aquello que se
salga del mismo ha de ser considerado como un gesto de genialidad y así fue como,
no queriendo incurrir en rasgos de ignorancia gastronómica, ninguno de los
comensales emitió comentario negativo alguno sobre el campechano plato sino que,
al contrario, haciendo gala de sus supuestos amplios conocimientos el campo
gastronómico, procedieron a alabar la audacia y creatividad del Chef al combinar de
madera genial el refinamiento de la presentación con lo autóctono del platillo,
rindiendo de aquella manera un merecido homenaje a la gastronomía local. Así pasó
la cosa en el comedor y la mayoría de los invitados devoró ávidamente su respectivo
tamal, raspando hasta las hojas para no perderse nada del contenido, quizás más
por el hambre que por propio gusto…
Pero para Sheila y las demás organizadoras del solemne evento, quienes
contrataron los alimentos, no quedaba absolutamente nada en claro y estaban
dispuestas a investigar lo ocurrido hasta las últimas consecuencias, por lo cual, a la
mañana siguiente muy temprano, luego de despachar a su esposo para el trabajo,
La indignada Psicóloga tomó uno de los vehículos que la empresa mantenía a
disposición de las señoras habitantes del centro habitacional destinado a las familias
de los altos funcionarios, indicándole al conductor las señas de la ubicación del
establecimiento comercial con el cual se había contratado el servicio para el evento.
Una vez allí, fue puesta al corriente por parte de los inquietos propietarios del
establecimiento sobre la completa normalidad que revistió el proceso de entrega y
recepción por parte de los señores enviados por la empresa para recoger lo
acordado y entonces sique su furor no tuvo límites. Conociendo perfectamente la
identidad de los trabajadores designados para la recepción de los alimentos, no bien
llegó a las instalaciones de la fábrica, mandó llamar inmediatamente a su presencia
a los implicados en los hechos, es decir, el conductor del furgón y el encargado de
adelantar los procedimientos de recepción y cuidado de la carga hasta la fábrica..
Emilio, quien ya se daba por bien librado de un merecido castigo, según él, gracias
a su genialidad y su poder de convicción, fue traído en presencia de nuestra
indignada Psicóloga en uso de buen retiro, la cual, con sus hermosos ojos de
azabache, bellamente enmarcados por pobladas y cuidadosamente delineadas
cejas, le fulminó con la mirada con gesto fruncido y actitud adusta, y acto seguido
procedió a interrogarle sobre los detalles de tan prodigioso misterio de la conversión
de la Paella y los Callos a la Madrileña en un montón de tamales criollos, ante lo
cual, viéndose descubierto, no tuvo el investigado otra opción que reconocer su
responsabilidad en el despropósito ocurrido, suplicándole a nombre de sus pobres
hijitos (los de Emilio, claro) y de su abnegada esposa, que intercediera por él para
mitigar las represalias que seguramente se tomarían en su contra y fue de nuevo
tan emotivo su discurso y tan lastimero en sus lamentaciones, aduciendo mil
justificaciones que le iban brotando de la cabeza, todas ellas absolutamente lejanas
a los alcohólicos móviles del asunto que tocó el bondadoso corazón de la buena
mujer quien finalmente se compadeció del desdichado y accedió a interceder en su
favor para tratar de mitigar su grado de responsabilidad, según la argumentación
escuchada la cual incluía factores meteorológicos, geográfico y esotéricos entre
otros, ante los funcionaros de la empresa, de tal forma que apareciera ante sus ojos
como un caso fortuito de accidente de tránsito la pérdida de los alimentos
originalmente encargados, hábilmente superado gracias a la ingeniosa iniciativa de
los implicados, movidos por su espíritu de colaboración y compromiso con la
empresa, mejor dicho, por poco lo postula para una condecoración por sus actos..
En efecto, unos días después, del suceso, el funcionario superior jerárquico de los
protagonistas del lío les informó aquellos que serían sancionados con suspensión
no remunerada de tres días y una anotación en sus hojas de vida por el cargo de
actuación no autorizada a nombre de la empresa, al contratar por propia iniciativa
bienes y servicios de consumo de carácter perecedero (léase un montón de tamales
de dudosa procedencia) sin cumplir con los procedimientos de control sanitario
establecidos en los manuales pertinentes de la compañía.
Como las empleadas del área de cocina del casino cuales eran los platos que
correspondían al menú programado para el evento, no fue muy difícil para sus
compañeros y colegas relacionar lo ocurrido con aquel personaje a quien conocían
perfectamente, infiriendo acertadamente la presencia de su mano funesta en los
acontecimientos, de tal suerte que en lo sucesivo no dejaban unos y otros de
solicitar en tono burlón a Emilio, les suministrara unos tamales por cualquier razón,
llegándose con el tiempo a referirse al fulano como “El del lío de los tamales”,
apelativo que con el paso del tiempo vino a simplificarse en el seco apodo de “el
tamal Uribe”, haciendo remembranza del singular episodio en la vida de la empresa.

LA CORRIDA DE TOROS II
Habiendo aclarado el singular origen del apodo, decíamos atrás que Emilio “Tamal”,
departía animadamente en los previos a la programada novillada durante las ferias
y fiestas, en compañía del “Toro” Robles y de algunos otros alegres contertulios y a
pocos metros, en otro grupillo se encontraba, también ya medio copetón por el
efecto del licor rigurosamente ingerido a un ritmo constante, el llanero Joaco Tavera
(Pelo de burra para sus conocidos), quien se encontraba en compañía de su esposa
y algunos de sus hijos, ya mayores de edad y muy conocidos en el, pueblo por
escandalosos y buscapleitos. Unos metros más allá, muy cerca a la precaria barrera
de tablas rústicas que delimitaba el redondel de las faenas taurinas. En un palco
construido especialmente para albergar durante las corridas a las principales
personalidades de la región, se encontraban algunos altos funcionarios de la fábrica
concretera, departiendo con algunos funcionarios de la administración municipal
quienes esa tarde eran los flamantes padrinos de la jornada torera, tan ampliamente
publicitada en los últimos días por todos los rincones de la comarca.
A pesar del paso de los años, ya cerca de los sesenta y de mil y una tribulaciones
sufridas, por lo general gracias a su singular temperamento y manera de pensar,
muy particular, Emilio se mantenía cotidianamente inmerso en toda clase de líos de
mayor y menor calibre y ésta no iba a ser la excepción y fue así como luego de
sonar la fanfarria ejecutada por los chupacobres del pueblo, se dio inicio a la
monumental corrida de toros a cargo de diestros traídos para la ocasión desde la
capital; se escucharon fervientes vítores hacia os galanes matadores, desde las
improvisadas tribunas y a falta de botas y sangría ibérica, corrieron verdaderos
torrentes de aguardiente y cerveza fría, recién sacada de grandes canecas de metal
en las cuales se sumergían las botellas en medio de enormes cubos de hielo
revueltos con aserrín de carpintería, lo cual cumplía bastante bien con la misión de
mantener a baja temperatura las bebidas…puro ingenio criollo…fue tal el consumo
de bebidas alcohólicas que antes de caer la noche, ya la honorable concurrencia
contaba entre sus filas a un considerable número de alicorados, ente los cuales, no
podía faltar nuestros estimados trabajadores de la empresa concretera, algunos de
los cuales bajo los efectos del alcohol, sacaron a relucir sus admirables dotes en el
arte del capote, brincando la barrera e ingresando al ruedo, portando valerosamente
su elemento de lidia, así se tratara solo de un pequeño poncho de algodón, prenda
parecida a una bufanda, la cual usualmente se lleva terciada en el hombro para
secar el sudor de la frente en los días de mayor calor, pues bien, armados con éste
particular elemento, el cual la verdad sea dicha, podría en efecto fulminar al noble
bruto con solo colocársela en el hocico en pocos segundos, gracias a la cantidad y
variedad de licores que a éstas alturas había absorbido con las secadas de boca
luego de centenares de tragos por parte de su portador. Desafiando temerariamente
la embestida del cuadrúpedo, más bien algo flacucho y atolondrado, pero no por ello
menos cornudo, el cual no sabía a cuál de los borrachitos que le invitaban de forma
desaforada a que los aporreara debidamente, lanzar primero por los aires y así, uno
tras otro desafiaban, luego corrían lo más de prisa que su condición les permitía y
finalmente, en a mayoría de los casos, volaban por los aires impelidos por la
desganada pero poderosa embestida del animal para ir a aterrizar de la manera más
indecorosa en el piso de tierra, a falta de arena del ruedo; es que el licor hace de
las suyas y fue así como luego de lanzar y recibir indirectas y desafíos, el viejo
Joaco Tavera aceptó el reto que le hicieran llegar Emilio y algunos compañeros de
farra como el Toro Robles, quienes le retaron a lanzarse al ruedo y ejecutar unos
cuantos pases de aquellos que acostumbraba prodigar en similares ocasiones en
sus ya lejanos años de juventud, habilidad, la cual, según el propio Tavera,
conservaba intacta y podría demostrarlo en cualquier ocasión, y ésta era la
adecuada.-bueno, voy a demostrarles cómo es que se torea- se limitó a pronunciar
ante el último requerimiento de sus desafiantes, procediendo a enviar como
emisario a uno de su hijos ; -dígales que yo también los reto a torear unos cuantos
lances a ver a quien le salen mejor y el que pierda, deberá pagarnos la bebida a
todos el resto de la noche- el muchacho cumplió casi instantáneamente lo
encomendado, enterando a Robles y compañía de la alevosa respuesta de su
padre, por lo cual, aquellos de inmediato aceptaron la prueba de valor, a pesar de
los prudentes consejos que en sentido contrario les formulaban algunos asistentes
quienes se encontraban en su cercanía y eren conscientes de la precaria condición
de los fulanos y lo quijotesca y destinada indefectiblemente al acabose de tan
descabellada empresa..
Abriéndose paso entre los vecinos de tarima, uno a uno de los desafiantes taurófilos
se dio mañas de librarse de las manos que afanosamente le aferraban tratando de
evitar su avance hacia el acabose, y en un santiamén, recordando la escena del
Quijote ante los molinos de viento, pero blandiendo en lugar de adarga, yelmo y
armadura, unos tristes girones de tela que hace algunas horas podrían haberse
llamado Ponchos, en pleno centro del redondel se encontraban el Viejo Joaquín, el
toro Robles, quien apenas si podía ponerse en pie debido a la borrachera que ya se
había asegurado; el hijo mayo de Joaco, un mocetón imberbe pero muy corpulento,
quien no se quedaba atrás en cuanto a su estado de embriaguez a su progenitor y
para completar la fiesta, el infaltable Emilio, quien a más de su complexión delgada
y su natural aire desgarbado, en esos momentos presentaba un lamentable
despeluque y desarreglo total de sus vestimentas, muy acorde a su estado de
alicoramiento quien al no disponer de algún otro elemento toreril, se quitó la delgada
camisa de algodón quedando así expuesta su sobresaliente osamenta torácica,
dándole un triste aspecto de náufrago recién rescatado luego de semanas sin probar
bocado; esta pues, era la improvisada cuadrilla de novilleros que contempló la
concurrencia al caer la noche, al momento de la salida del último ejemplar del
encierro, el cual ingresó disparado al abrirse la puerta de los sustos, buscando
cualquier objetivo que se interpusiera en su camino; unos cuantos pases
diestramente realizados por los auténticos novilleros, y ahí sí, saliendo del último de
la serie, la bestia quedó directamente enfrentada al cuarteto de insensatos, los
cuales, haciendo gala de una irracionalidad absoluta, batieron sus improvisados
engaños llamando la embestida de la bestia, la cual, sin dudarlo, arrancó su carrera
contra los objetivos que le desafiaban; la escena podría describirse como cuando la
bola de boliche avanza velozmente contra los pines de la pista, los cuales
esperaran de manera absurda lograr evitar el embate de la pesada esfera y así fue,
quien primero recibió la embestida fue el viejo Joaquín, el cual por fortuna, unos
instantes antes del fatal impacto, giró hacia un lado de manera instintiva con los ojos
fuertemente cerrados evitando así la colisión frontal con el animal y solo fue
golpeado de refilón por los cuartos traseros del vacuno al pasar de largo en pos del
que seguramente fuera su objetivo primero que no era otro que el saco de huesos
de Emilio, quien batía enérgicamente su camisa, arrollando de paso a los otros dos
insensatos que se encontraban a su lado; un par de segundos después, el astado
trotaba triunfalmente apegado a la barrera, buscando entre la multitud la fuente de
los gritos que le irritaban, y en el lugar del impacto, cuatro despojos humanos
trataban dificultosamente de incorporarse luego de volar por los aires tal como
describiéramos anteriormente, cual pines de juego de bolos arrollados por la esfera.
El Toro Robles con una palidez cadavérica en su rostro, totalmente cubierto de
polvo, recogía su estropeado sombrero bajo los pies de las primeras filas de
espectadores, todos ellos desternillados de risa, quienes no cesaban de ovacionar
su valerosa actuación.
El Viejo Pelo‘e burra quien, en el suelo, como muerto, boca arriba, los brazos
estirados formando una equis con sus piernas, recibió un buen par de cachetadas
por parte de su igualmente aporreado hijo, el cual rápidamente le ayudó a
incorporarse para retirarse juntos renqueando en busca de la protección de la
empalizada, pero, como el que es testarudo lo es hasta el fin de sus días, no
contento con el porrazo que recibió de carambola, al ser sus compañeros arrojados
encima suyo, luego de la embestida, la cual valga la verdad, no fue tan violenta ya
que el animal estaba tan desorientado por la lluvia de objetos que le arrojaba el
público, que más bien se diría que transitó impertérrito sobre la desparramada
humanidad de los arrollados, lanzando algunas cortas coses al aire para terminar
de librarse de aquellos fastidiosos obstáculos para sus cuartos posteriores, los
cuales totalmente desarmados yacían en el suelo obstruyéndole el paso para
proseguir en pos de nuevos retadores.
Ocurrió entonces, apenas se hubo recuperado un poco, lo inesperado, bueno,
inesperado de otro personaje distinto a Emilio Uribe, pues apenas logró ponerse en
pie y cerciorándose de que sus compañeros no estuvieran malheridos, el insensato
borrachín se dispuso a limpiar el mancillado honor de su cuadrilla, recogió lo que
fuera el poncho del Toro Robles, el cual aún estaba tendido en el suelo, y profiriendo
un grito desafiante, batió con sus manos el miserable trapo, buscando nuevamente
lo que no se le ha perdido.
El bovino, el cual ya había girado la cabeza, intrigado por la nueva fuente de
desafíos, ahora ya calentito por los numerosos blancos que contaba en su haber,
arrancó esta vez con mayores arrestos en dirección del desquiciado quien
nuevamente le desafiaba; cuando Emilio vio esta vez lo decidido de la embestida
en dirección suya, sintiendo la humedad que empapaba sus pantalones y dando
razón para sus adentros al conocido adagio que reza “mejor que digan aquí corrió
que aquí quedó”, dio la vuelta emprendiendo con todas sus escasas fuerzas la
graciosa huida hacia la barrera, pero, en sus precarias condiciones, recién
aporreado y bajo el efecto del alcohol, no podría esperarse otro desenlace distinto
a que fuese prontamente alcanzado por el astado unos pocos metros antes de lograr
la seguridad de las tablas, y fue así como empitonado en su región glútea izquierda,
su desecho pantalón quedó engarzado en la cornamenta, de tal suerte que el
público presenció el singular espectáculo de un triste muñeco de año viejo sacudido
por una gran batidora de cuatro patas, zarandeándose arriba del animal, sentado
literalmente sobre la testa del cuadrúpedo y lanzando desesperados llamados de
auxilio, los cuales, con la algarabía de los espectadores, eran absolutamente
inaudibles y en cambio fueron interpretados por el respetable como valerosas
arengas que el improvisado jinete profería como homenaje a la concurrencia
Luego de unos pocos segundos que al fulano parecieron una eternidad, el astado,
harto ya de su fastidiosa carga, mediante un vigoroso movimiento ascendente del
poderoso cuello, finalmente se deshizo de la misma lanzándole por los aires en
medio de mil volteretas hasta aterrizar unos pocos metros adelante suyo, lo cual al
parecer poco importó al animal el cual, observó por un instante al inmóvil bulto de
huesos que yacía ante sí, inmóvil, inerte y con actitud de desprecio absoluto por su
ex-contendor, reemprendió tranquilamente su camino en dirección de otro sector de
la plaza.
Temiendo lo peor, de inmediato algunos ayudantes de la cuadrilla de banderilleros
se apresuraron a prestar ayuda al accidentado espontáneo, sacándolo a rastras
hasta la sección que había sido dispuesta para la atención de las previsibles
emergencias médicas, muy frecuentes en ésta clase de eventos populares.
Una vez trasladado por los paramédicos al centro de salud del pueblo, el médico,
luego de practicar un completo reconocimiento, diagnosticó un politraumatismo de
tejidos blandos, laceraciones en distintas regiones corporales y una herida
superficial causada por objeto corto contundente en la región glútea izquierda, la
cual requirió de una buena cantidad de puntos de sutura, por fortuna sin compromiso
de estructuras vasculo- nerviosas.
Como puede observarse en lo hasta aquí relatado, el área de sanidad de la empresa
concretera, lugar al cual fue remitido nuestro improvisado torero luego de algunas
horas de observación en el centro médico del pueblo, mantenía permanentemente
un alto nivel de ocupación gracias a las habituales andanzas de sus trabajadores.

EL ANIMA DE SAN RAFAEL.


Solo hay una corta noche entre un día y otro y así se va yendo el tiempo; afirman
los mayores y así, las verdes hojas de los árboles de mango, por esas fechas de
comienzos de año, reflejaban en múltiples tonos la luz del astro rey la cual inundaba
todos los rincones del pequeño poblado, el cual parecía despertar de la gran resaca
producto del ajetreo del día inmediatamente anterior, ya los barrenderos del
Municipio se ocupaban afanosamente en su labor de recoger los montones de
desechos dejados por la última parranda, tratando de borrar cualquier vestigio del
desorden colectivo de las extintas celebraciones en el habitualmente apacible
poblado..
El padre Ciro ardía de indignación observando el deplorable estado en el cual había
amanecido el atrio y los alrededores de la iglesia de la iglesia, los cuales
presentaban un lamentable aspecto de tiradero de basuras, pero, suponiendo de
antemano la posición que asumirían las autoridades municipales ante un posible y
justificado reclamo de su parte, prefirió abstenerse de adelantar acción alguna ante
las mencionadas, lo cual no descartaba la futura toma de alguna clase de represalia
de su parte…
Consciente del gran poder que su investidura sacerdotal ejercía sobre la comunidad
del Municipio, urdió un plan para desquitarse de las, a su modo de ver, reiteradas
faltas de respeto del Alcalde y sus secuaces y sin más demora lo puso en práctica
durante la misa que celebró a primera hora del día en curso, el cual, por ser
domingo, aseguraba una nutrida concurrencia de feligreses para la celebración
litúrgica, tal como efectivamente ocurrió…
Adoptando en el púlpito una actitud particularmente solemne, trajo el cura a
colación, durante el sermón, como era habitual, sendos pasajes bíblicos para ilustrar
las funestas consecuencias que las actuaciones pecaminosas del pueblo acarrean,
llegando hasta un clímax de enardecida oratoria al momento de lanzar sobre la
sobrecogida audiencia severas advertencias sobre apocalípticos hechos que
podrían llegar a presentarse, de no corregir la comunidad su impío proceder de los
últimos días, durante las recién concluidas festividades, en las cuales hasta los sitios
de oración como la iglesia y sus alrededores fueron profanados al convertirlos en
escenario de toda clase de conductas inmorales por individuos alejados de los
caminos del Señor, por lo cual, no sería raro padecer el justo castigo divino, por
haberse perdido de los caminos de la piedad y la fe cristiana.
Sin entender del todo lo que el sacerdote les decía ,muchos concurrentes al acto
religioso esperaron al señor cura al terminar la misa paa pedir su bendición y
protección ante las posibles calamidades que el comportamiento de “otros” malos
elementos podría desencadenar sobre la comunidad, ante lo cual y disimulando muy
bien su satisfacción, el buen curita procedió a tranquilizar a los inquietos
parroquianos, sin cerrar del todo la posibilidad de la presentación de algún tipo de
castigo divino, en caso de continuarse presentando desaguisados como los
referidos durante la misa.
Para calmar los ánimos del sacerdote y su cargo de consciencia, muchos asistentes
a la misa dejaron generosas contribuciones para la parroquia, lo cual fue
animadamente reportado al clérigo por Tomasito el acólito, una vez adelantado el
conteo de los dineros recolectados –padrecito- dijo el mozalbete -me parece que va
a tocar que su reverencia les meta con más frecuencia una jalada de orejas como
la de hoy a los feligreses, mire nomás lo que dejaron de limosna, son más de veinte
pesos, además de tres gallinas gordas y dos guacales llenitos de fruta- El religioso
contempló con una mirada entre admiración y ternura al muchacho, entendiendo
que solo su profunda inocencia le impelía a proferir ésta clase de comentarios,-
bueno Tomasito, deje de decir tantas bobadas y lleve pronto esa platica al despacho
y déjela con llave en el cajón del escritorio; corra pues, so impertinente antes que le
ponga su buena penitencia por andar yéndose de la lengua de esa manera-
Sintiéndose satisfecho al comprobar la evidente influencia que sus palabras habían
ejercido sobre la comunidad, el cura permaneció un buen rato caminando
parsimoniosamente por el amplio patio de la casa parroquial hasta que,
deteniéndose súbitamente y con inusual brillo en sus ojos, pensando en voz alta,
soltó una triunfal afirmación al estilo de algún científico el cual por fin, luego de
devanarse los sesos acerca de la solución de algún asunto -lo tengo- dijo, y a paso
apurado se dirigió a su despacho donde esperaba se encontrara aún su ayudante,
cumpliendo con el sagrado deber de poner a buen recaudo el dinero recolectado en
la misa…
Luego de una prolongada disertación acerca del deber de todo buen cristiano de
defender la fe y las buenas costumbres, procedió el sacerdote a instruir
cuidadosamente a su acólito sobre la manera como debía llevar a cabo la singular
misión que ahora le encomendaba, haciendo énfasis en la importancia que asegurar
el éxito de la misma representaba…
EL plan consistía en que bien entrada la noche, cuando ya los pobladores se
encontraran recogidos en sus viviendas y considerando que como señal de respeto
al día domingo y a la resaca dejada por las fiestas, seguramente no habría mucha
actividad comercial en el pueblo durante las horas nocturnas, el muchacho, a quien
previamente se embadurnaría todo el cuerpo con betún negro y una que otra raya
de pintura roja, la cabeza cubierta con una larga y ensortijada peluca de las que se
utilizan para disfrazar a los matachines que animaban usualmente algunas
actividades en los sectores rurales, recogida dicha peluca en una larga trenza que
le llegaría hasta la cintura, donde se le anudaría una especie de faldón
confeccionado con flecos de tela oscura, dando el esperado aspecto de un
engendro maligno, con dicha pinta no le quedaría difícil, cobijado por la habitual
penumbra que cubría al poblado en las noche. Una vez adecuadamente ataviado,
el muchacho se escurriría de forma apresurada pero sigilosa, cobijado por la noche
por los rincones del pueblo lanzando esporádicos alaridos a la usanza de un alma
en pena y golpeando el suelo con una vejiga de cerdo previamente llenada con agua
y amarrada por el extremo a una cuerda que se anudaría del otro lado a la muñeca
del errante, por las callejuelas de los sectores donde sabían que habitaban algunos
vecinos seleccionados por su conducta indecorosa para darles su buen susto; ésta
manobra sería realizada tan vertiginosamente que no se daría tiempo a los
seguramente sorprendidos habitantes para reaccionar, de tal forma que no
pudiesen identificar la fuente de los macabros requiebros, huyendo rápidamente del
lugar para regresar de inmediato al sitio donde le esperaría el autor intelectual del
espectáculo.
El día transcurrió sin especiales hechos que contar y en la casa cural solo el párroco
y su asistente sabían lo que habría de acontecer esa noche y así, se aprestaron a
preparar con gran cuidado la logística requerida para materializar su plan, por lo
cual, sin levantar sospecha alguna entre el personal que habitualmente colaboraba
en la casa parroquial, asegurándose de que no quedara nadie en la misma al
momento de acometer los preparativos, y de ésta forma mantener en absoluto
secreto todo lo relacionado con el evento programado…
Sería un poco más de medianochecuando mlos perpetradores se pusieron en
marcha,llegando furtivamente hasta una casucha abandionada ubicada a las
afueras del pueblo, procediendo entonces a caracterizar en Tomasito el infernal
personaje con peluca, pintura, taparrabo y todo lo descrito anteriormente y la verdad
es que al concluir la labor, hasta el propio padre sintió cierto temor ante la visión
que se le puso al frente y así, luego de presenciar con gran asombro la premier que
de manera exclusiva le presentó el muchacho a manera de ensayo, dando brincos
como un simio y haciendo toda clase de volteretas al tiempo que lanzaba grotescos
gemidos, a un volumen moderado para no delatar antes de tiempo su presencia, el
sacerdote dio su aprobación felicitando al actor por sus notables aptitudes
histriónicas recordándole que todo aquello tenía como único fin el de devolver a la
gente el temor a la divinidad para que retomara el buen camino.-bueno hijo-dijo el
cura, todo está perfecto, vaya pes y deles un buen susto a esos descreídos, ya sabe
frente a cuales casas debe golpear en suelo con la vejiga de cerdo dando alaridos
y salga corriendo de allí inmediatamente para que no vayan a pillarlo; yo lo espero
aquí mismo en una media hora para que se cambie y nos regresamos con cuidado
para la casa cural. -Como ordene padrecito- respondió Tomasito quien ya se andaba
de las ganas de andar aporreando la vejiga y gritando por el pueblo.
Dicho y hecho, el infernal engendro se escabulló sigilosamente entre la penumbra
de las callejuelas del pueblo hasta ubicarse frente a las viviendas elegidas como
objetivo y entonces, lanzando los preparados alaridos, los cuales, la verdad parecía
más proceder de un paisano con dolor de muela que otra cosa, aporreó con toda
sus fuerzas en repetidas ocasiones la vejiga contra los andenes de piedra de las
casas seleccionadas, entre ellas la del señor Alcalde, por supuesto, partiendo raudo
con brincos simiescos hacia un nuevo objetivo sin dar tiempo siquiera de que
alguien se asomara a la puerta cuando ya se hallaba bastante lejos del lugar para
poder ser identificado y así, en unos pocos minutos ya había concluido su recorrido
y se hallaba de regreso en el lugar donde lo esperaba ansioso el párroco tal como
había sido planeado; la cosa había salido a pedir de boca…
Se imaginará el lector el revuelo que se levantó esa noche en los sectores en los
cuales se escuchó el alboroto, cuando, una vez repuestos de la inicial sorpresa, los
habitantes de las viviendas atacadas comenzaron a intercambiar sus versiones de
la infernal visión; unos aseguraban haber visto con su propios ojos al Judío errante,
arrastrando lastimeramente una pesada cadena, desprendiendo llamaradas de
fuego la boca y lo aterrador de las vacías cuencas de su horrible calavera, otros
afirmaban a pie juntillas que se trataba de Espiridión toca puertas, llamando a, la
cordura a tanto díscolo y descreído mientras que algunos vecinos de mayor edad y
cordura se limitaron a afirmar que s trataba de algún ánima en pena que había
venido a alertar sobre el apocalipsis a los lugareños ante su falta de respeto por los
recintos sagrados tal como lo había anunciado el señor cura párroco ante los
despropósitos por él denunciados durante la liturgia.
Entre una versión y otra, fue aumentando la inquietud de los atemorizados vecinos
de San Rafael, los cuales de inmediato organizaron la realización de cadenas de
oración y rosarios en las casas y se conformó una comisión de cidadanos para que
a la mañana siguiente, muy temprano, se dirigieran a la iglesia para exponer al señor
cura párroco los hechos ocurridos y pedir su orientación y consejo para enfrentar y
conjurar las acechanzas del maligno.
Entre tanto, el obediente acólito, rápidamente se despojaba de su disfraz,
guardándolo cuidadosamente en una caja de cartón, la cual aseguró con unas
cuerdas firmemente anudadas en la parte superior; desdibujado lugar de
confinamiento para tan rimbombante personaje, luego de lo cual, cubrió la
mencionada caja con algunas bolsas de hule que encontró tiradas y cubiertas de
polvo en un rincón del vetusto rancho. Una vez ocultada la evidencia, se dirigió a
toda prisa, evitando pasar cerca de los lugares donde se escuchaba el alboroto
hacia la casa parroquial para narrar con pelos y señales al sacerdote, quien minutos
antes, tan pronto hubo de verificar el retorno al rancho del muchacho, se escabulló
discretamente hacia la parroquia por si a alguien se le ocurría ir allí para pedir su
ayuda, instruyéndole primero sobre lo que debía hacer antes de regresar a la casa
cural donde le esperaría para recibir el parte de la misión realizada. Una vez allí,
encontró al religioso de pie, detrás de la puerta principal, asegurándose de no hallar
moros en la costa, el cual, al ver llegar al acólito, ya sin disfraz, lanzó un profundo
suspiro de alivio al saber que todo había salido adecuadamente…
Esa mañana de inicio de semana no podía presentar un nivel mayor de inquietud
entre la comunidad del Habitualmente apacible poblado de San Rafael de los reyes;
por todos los rincones se comentaba sobre los asombrosos acontecimientos
ocurridos la noche anterior, cuando, según testigos supuestamente presenciales,
habían contemplado aterrados una serie de apariciones infernales en distintos
lugares del pueblo, incluyéndose curiosamente algunos sitios muy alejados a
aquellos donde realmente se adelantó la representación y por los cuales no se había
no asomado el improvisado teatrero.
Cuando las cosas están por ocurrir, todo el universo conspira para que así ocurra y
así sucedió aquella noche, recordemos, lector que esa misma noche, aunque un
par de horas antes de la representación callejera, Ali y Eliseo, nuestros singulares
trabajadores de la empresa de concretos, luego de la descrita odisea vivida por ellos
para escapar del Hospital de la fábrica, también se dieron mañas para escabullirse
sin ser vistos por nadie, ya que se encontraban casi que en pelotas entre las callejas
del pueblo hasta llegar a sus viviendas, lo cual no dejó de inquietar a algún
desprevenido transeúnte quien juraría ahora haber visto de reojo algunas sombras
siniestras deslizándose furtivamente por los rincones del pueblo y la verdad, así
había ocurrido, aunque no de la manera sobrenatural como todos aseguraban que
había sido…
Muy de mañana, un nutrido grupo de vecinos, encabezado por las señoras más
prestantes de la sociedad Sanrafaeluna, se apostó ante el enorme portón de la
iglesia, esperando fuera abierto para la misa de seis y cuando la muchacha
encargada de hacer la limpieza de la mañana, antes de la primera celebración del
día descorrió el pesado cerrojo interno del portón, purrundún que se fueron todos a
empellones contra la puerta, ingresando como una avalancha humana al interior del
sagrado recinto. Una vez recuperada la cordura y conscientes de lo inapropiado de
su actuación, todos los invasores procedieron a hincarse de rodillas de frente al altar
para persignarse y pedir perdón por su injustificado irrespeto, y así, ya un poco más
calmados preguntaron a la sorprendida aseadora por el padrecito, el cual, al
escuchar el alboroto desde el despacho parroquial, anexo a la nave principal de la
iglesia, donde procedía a colocarse los ornamentos para liturgia, en ese preciso
instante hacía su ingreso al recinto sagrado para ver lo que ocurría...aunque en su
interior, sabía perfectamente de lo que se trataba y aún estaba contemplado entre
sus planes que así ocurriera.
Asumiendo el religioso una fingida actitud de asombro, se acercó al lugar donde le
esperaba el inquieto grupillo de feligreses, saludando uno a uno de la manera más
tranquila e invitándoles a guardar la compostura y a tomar asiento en la primera fila
de bancas, muy cerca al Altar Mayor para poder escuchar detenidamente los hechos
que de manera desordenada le refería uno y otro…
Cada uno de los asistentes intentaba afanosamente dar su versión de los hechos,
en tal caos que tuvo que el sacerdote nuevamente llamar al orden para lograr
hilvanar una versión coherente de lo ocurrido, asignando un turno a la vez para cada
uno de los ansiosos declarantes, y de ésta manera, uno a uno, finalmente lograron
rendir su versión personal de los asombrosos acontecimientos de la noche anterior
Entre los asistentes a tan peculiar reunión se encontraba el Alcalde, Don Alfonso
Gómez Rey, quien además había sido uno de los objetivos de la representación
referida y escuchó de propios oídos los alaridos provenientes de la calle, frente a su
puerta, pero solo hacía presencia como un convidado de piedra, escuchando
escépticamente las narraciones de unos y otros, reservándose el derecho de
inventario de todo lo que escuchaba, buscando hallar alguna explicación racional a
lo acaecido la noche anterior, este fulano era un hombre práctico, forjado al sol y al
agua y no muy adepto a las cuestiones esotéricas por considerarlas de poca
importancia y solo ser entretención para personas desocupadas o con problemas
sin resolver; no tragaba entero aquel suceso, considerando extrañamente oportuna
la presentación de los acontecimientos precisamente cuando en esos días se había
presentado el enfrentamiento con el religioso por el asunto del uso del espacio
público frente a la iglesia, lo cual, según su propio criterio había constituido una
derrota para el párroco y una victoria para la administración municipal sobre la
supuesta autoridad del cura a quien conocía bastante bien por lo cual estaba
convencido que aquel no se quedaría cruzado de brazos ante semejante desafío,
por lo cual recelaba para sus adentros si no tendría aquel algo que ver con todo lo
ocurrido, todo lo cual colocaba, al menos temporalmente al guía espiritual a la
cabeza de la consternada comunidad.
Una vez escuchadas las declaraciones, tomó el sacerdote la palabra y con tono
sosegado porcedió a calmar los ánimos de la concurrencia, dando total crédito a,los
relatos escuchados y planteando la necesidad de adelantar una serie de actividades
religiosas para poner fin a las manifestaciones del maligno por todos los allí reunidos
presenciadas; se planeó realizar algunas procesiones solemnes con las sagradas
imágenes de la capilla a la cabeza, por las calles del pueblo, así como la celebración
de misas y rosarios, en horarios concertadas con la comunidad , pero en lo que
mayor énfasis puso el clérigo fue en el comportamiento piadoso y reverente que en
lo sucesivo debería observar la comunidad, teniendo en cuenta que aún faltaba por
realizarse algunas postreras actividades dentro de las celebraciones del pueblo, so
pena de acarrear cualquier otra clase de manifestaciones demoníacas y quien sabe
que otra gran calamidad.
Bueno padrecito, intervino el Alcalde quien no iba a aceptar de muy buena gana el
pasar a un segundo plano ante la concurrencia, aun tratándose de temas de
evidente competencia del líder espiritual. -usted dice que hagamos las procesiones
y todo lo demás, eso está muy bien, pero realizando esas actividades podremos
dormir tranquilos? De todas maneras, la administración municipal, en cabeza de la
primera autoridad, o sea yo, va a establecer un riguroso esquema de vigilancia en
el casco urbano del Municipio para dar seguridad y tranquilidad a la comunidad.
Las cosas del espíritu no se pueden controlar con bolillos, Alcalde, espetó
tajantemente el sacerdote; si usted considera que con la vigilancia policial la
comunidad va a estar más tranquila, yo no tengo ninguna objeción en ello, por el
contrario, creo que ya era hora de que los señores agentes del orden se apersonen
de su función de autoridad en lugar de andar llevando y trayendo cotilleos de un
lado para otro; por eso, a nombre de la comunidad parroquial le doy las gracias por
su colaboración, señor Alcalde; concluyó con aire sarcástico.
Este último comentario del sacerdote cayó como una bomba a oídos del mandatario
quien escuchó el indirectazo a su administración como si no fuera dirigido a él en
persona y despidiéndose cortésmente del cura y de cada uno de los asistentes al
darse por terminada la reunión, se retiró del recinto sin chistar otra palabra,
quedando en la iglesia solo aquellas personas que asistirían a la misa matinal de
ese día, en la cual, con una gran sonrisa en los labios, el sacerdote reforzó entre los
feligreses la idea de la necesidad de su conversión y regreso al redil de la Iglesia,
según el dogma y los principios de buena moral cristiana, sin dejar de expresar su
gran preocupación por los hechos ocurridos durante la corrida de toros del día
anterior donde hasta personas heridas resultaron como fruto de aquel consumo de
bebidas alcohólicas.
-condenado cura, pensaba el Alcalde mientras se dirigía a paso apurado hacia su
despacho en la sede de la Alcaldía, - no iba a dejar pasar la oportunidad para
echarme el agua sucia… me parece muy raro verlo tan tranquilo ante semejante
alboroto que armó tos esa gente... sigo creyendo que en todo esto hay gato
encerrado y voy a llegar al fondo del asunto o me dejo de llamar Alfonso Gómez
Rey...

LAS OLIMPIADAS DE SAN RAFAEL.


Ajenos a los acontecimientos ocurridos en el pueblo, el ingeniero Uribe se
encontraba reunido con funcionarios que conformaban el comité de Bienestar
Social, exponiendo de la mejor manera posible el plan por él concebido para elevar
el nivel de seguridad en la empresa , trayendo a colación lo hechos recientemente
en la sección de bombas, en los cuales habían resultado heridos, afortunadamente
sin revestir mayor gravedad algunos operarios y por ello leía el reporte presentado
por parte de los investigadores designados por la empresa para esclarecer los
móviles de los mismos; tal como solía suceder, no se establecía con certeza con el
mencionado informe las causas del siniestro y aquel se limitaba a describir los daños
encontrados y a dar algunas recomendaciones sobre los procedimientos que se
planteaban como convenientes para evitar futuros percance similares.
Entre los tópicos comprendidos en su propuesta, Uribe planteaba la elaboración de
un plan de actividades de capacitación para los trabajadores, en cada una de las
áreas operativas de la empresa y también de una programación paralela de
actividades lúdicas extra laborales que reforzaran el sentido de pertenecía con la
empresa, al tiempo que contribuirían a disminuir los niveles de estrés que pudieran
afectar el rendimiento de los trabajadores y con ello el cumplimiento de las metas
de producción que debían incrementarse con extrema urgencia.
La iniciativas delo ingeniero fue bien acogida por los otros integrantes del comité,
disihandoce tareas a las distintas dependencia para materializar en acciones
concretas y aprobadas acordando programar algunas actividades recreativas en
fechas establecidas de tal manera que no afectaran mayor mente las labores
cotidianas de la fábrica ; como la mayorías mencionadas del antiguo comité con
formación técnica o profesional en áreas relacionadas con el sector industrial y
minero, no tenían mucha experiencia en la organización de eventos sociales o
recreativos por lo cual, se acepto la asesoría de algunas personas vinculas
directamente con la empresa entre otras, las señoras habitantes de la unidad
residencia de los funcionarios de alto nivel de la empresa, las cuales, según
consenso general, eran especialmente habitantes en la organización de esta clase
de actividades…
Una vez notificadas, algunas de las damas aceptaron gustosas la labor
encomendada, mientras que otras declinaron la cordial invitación aducinedo
careancia de tiempo para dedicarlo a las actividades ´prgramadas, al final, se
conformo un selecto grupo de voluntarias entre las cuales se encontraba, además
de la siempre cheila, Nancy mogollon, la consorte del doctor amaya medico jefe del
área de bienestar social de la empresa, esta era una mujer de origen costeño por lo
tanto parlanchina , parrandera, jovial, siempre irradiando una contajiosa energía
pero no por ello menos estricta e imponete cuando la ocacion asi lo ameritaba . esta
mujer profesaba un amor enfermiso hacia su esposo, por lo cual había
protagonizado algunas esenas bochornosas al tomar por los cabellos a siertas
fulanas quien habían según ella osado coquetear a su marido.
La verdad se dicha es que no había actuado del todo equivocada puesto que alvaro
amaya, era un hombre de mediana edad con una estatura que le hacia sobresalir
entre el resto de funcionariode la empresa además de su contextuta acletica gracias
al ejercicio de sus años juveniles, realizaba todad las mañanas, de madrugada antes
de iniciar su jornada diaria; con unos rasgoa faciales armoniosos que hacían resaltar
sus ojos claros, era un hombre atrativo según el concepto del personal femenino de
la empresa y por ello, no pasaba inalbertido entre las desprevenidas nuevas
funcionarias, las cuales, sin sber lo peligroso de su actual flirteaban conh el medico
hasta que se enteraban de la existencia y ante todo de la compañera del galeno,
aunque en algunas ocaciones lo hicieron demasiado tarde…
Apersonándose de su papel, las damas pusieron manos a la obra para diseñar una
programación de actividades deportivas y recreativas dirigidas tanto al personal
operativo como administrativo y logístico de la empresa, incluyendo a sus familiares;
luego de largas discusiones, acuerdos, nuevas discusiones y posteriores acuerdos
, se aprobó una programación la cual fue presentada a los funcionarios pertinente
para su evaluación, la cual fue finalmente aprobada por estos, dándose luz verde al
proceso de organización logística y técnica requerida para la exitosa realización
delas jornadas proyectadas.
Entre las actividades a realizarse, se plañeron actividades recreativas culturales con
la participación de todas las áreas funcionales de la empresa y de aquellos
miembros del grupo familiar de los trabajares que ha bien tuviesen la voluntad de
participar en lo eventos de su prediereccion.
Nancita, como era conocida por sus amigos cercanos, se sentía como pez en el
agua adelantando toda clase de gestiones para sacra adelante el proyecto
acometido; corría de una oficina a otra buscando la aprobación de los funcionarios
responsables de algún asunto; recorría también el comercio de las poblaciones
vecinas en busca de los mejores precios para algunos insumos indispensables; se
reunía con sus compañeras de la unidad residencial de la fabrica para coordinar las
actividades a realizar, asignando responsabilidades y roles tanto individuales como
colectivos, con cronogramas estrictos para llevar el control del avance de los
preparativos. Esta mujer era una verdadera tromba cuando emprendía algún
proyecto y se convirtió en el motor principal de las denominas “olimpiadas de la
colfraternidad” de la Empresa Concretera de occidente S A…
SE designo una comisión para cordinar con la administración municipal la logística
necesaria para realizar una carrera ciclística por algunas vías secundarias del
municipio, con un recorrido bastante accidentado, la cual tenia su sitio de llegada
en una tarima montada para recibir a los participantes en las inmediaciones del
parque principal del pueblo, donde se llevaría a cabo la ceremonia de premiación a
los merecedores de ocupar un sitio en el podio nde honor de la competición.
Muy puntuales, según hora acordada con la secretaria del despacho del señor
alcalde el grupo de comisionados conformado con la infatigable Nancy Mogollón,
Sheila Holguín y otras señoras quienes decidieron el ocioso ritmo de sus vidas
cotidianas colaborando con la organización de las gustas deportivas, se
encontraban haciendo antesala al burgo maestre, el cual como todo personaje
importante que se precie de serlo, les hizo esperar un buen rato antes de recibirles
en si oficina, a pesar de no tener al momento asunto alguno que atender.
Le encontraron sentado tras su enorme escritorio de madera tallada, holgadamente
acomodado en un sillón giratorio tapizado en fino cuero que la verdad, no hacia
juego en absoluto con el estilo clásico de la mesa pero que ajuicio del mandatario,
era el mas apropiado para la imagen de objetivo que debía proyectar la primera
autoridad del municipio.
Una vez realizados los saludos protocolarios, invito don Alfonso a las señoras a
tomar asiento en las sillas dispuestas frente a su escritorio, dando curso a toda una
diatriba sobre la importancia que para su gestión como alcalde representaba la
actividad de a empresa en el municipio, haciendo una desordenada disertación
histórica sobre las numerosas obras que conjuntamente con la alcaldía, se habían
materializado en beneficio de la comunidad, tales como la dotación del hospital
local, de la biblioteca municipal y algunas otras obras benéficas por las cuales la
comunidad profesaba sentimientos de aprecio por la empresa, omitiendo la obvia
condición de ser la principal fuente de empleo y motor de la economía del municipio,
lo cual era perfectamente conocido por todos los habitantes de la región.
Viendo como se alargaba indefensamente en su disertación, de manera muy sutil,
cheila interpelo al alcalde para poner límites a la conferencia : - don Alfonso, mis
compañeras y yo fuimos comisionadas por la dirección de la empresa para proponer
a usted la realización de algunas actividades recreativas para los empleados de la
empresa y familiares las cuales se realizarían, si usted lo aprueba en unas dos o
tres semanas, tanto en las instalaciones de la fábrica como en algunos sitios del
municipio, los cuales serían acondicionados a cargo de la empresa para que todo
se realicen con total éxito. Para asegurar el interés del alcalde y agracias a su
experiencia profesional en el campo de la psicología lanzo al aire un detalle que sin
lugar a dudas le interesaría – vamos, dijo, a contratar algunos medios radiales y
escritos para que trasmitan a nivel regional os eventos programados, lo cual
asegura una buena publicidad para su acertada administración ¿ no le parece señor
alcalde…?
Las palabras de cheila motivaron de inmediato el interés del mandatario, quien ya
se veía siendo elogiosamente nombrado a través de los medios de comunicación
de toda la región, lo cual convendría en grado sumo a mejorar la no tan positiva
imagen de la cual gozaba en virtud a las retiradas metidas de pata que cometía a
consecuencia de su natural arrogancia y de su escaza educación.
Señoras mías, afirmo zalameramente; - tienen ustedes no solo mi aprobación sino
que además pongo a su disposición todo lo que este humilde servidor pueda
brindarles, todo sea por el bien de nuestro querido pueblo de San Rafael…
Las asistentes se miraron entre si con expresión de entusiasmo y Nancy, quien no
iba a dejar de intervenir, exclamó con su particular asentó caribeño; - bueno alcalde,
entonces en el trascurso de la semana le hacemos llegar los detalles de la
programación con los requerimientos del caso para los eventos…
¡Ah ! y por favor, señor alcalde cuadre usted con la policía, a ver si nos envían unos
de esos agentes de tránsito para que controlen el trafico el día de la carrera
ciclística, no sea que espichurre algún participante uno de esos camioneros que
andan como locos por las carreteras que van para la capital en los sectores de la
vía que vamos a utilizar para el recorrido.
No se preocupe seño, respondió el alcalde, tratando burdamente de imitar el dejo
costeño de su interlocutora; - vamos a coordinar muy bien con la policía de
carreteras el operativo para el día de la carrera, ya vera usted como nos sale a pedir
de boca.
Una vez agotados los temas a tratar y de hacer los compromisos necesarios, y de
puntualizar algunos detalles específicos, las entusiastas damas se despidieron
cortésmente del alcalde abordando enseguida el vehículo de la empresa en el cual
las esperaba pacientemente un conductor para llevarlas de regreso a la fabrica.
El sexagenario mandatario quedo cavilando en su despacho sobre lo provechoso
del proyecto que acababa de serle presentado, el cual había obrado maravillas en
su estado de ánimo, ahora muy jovial y habiéndose comprometido a dar trámite a
ciertas diligencias con la policía local y regional, decidió aprovechar la ocasión para
hacer “una ida y dos mandados” tal como se repetía así mismo mientras en su
mente maquinaba como podría aprovechar el recurso policivo que tendría a su
disposición para develar el misterio de las apariciones misteriosas que tanto
agitaban para esas fecha el ánimo de los habitantes del poblado y que muy a su
pesar, había colocado al cura párroco en posición de su primacía en la comunidad,
lo cual le corroía las entrañas.
EL ANIMA DE SAN RAFAEL II
“ Eso de que andan asustando por las calles, no me lo paso, pendo ; este pueblo es
tranquilo que hasta el diablo se aburriría andando por aquí y entonces , como si un
relámpago repentino iluminara sus entendederas recordó la descripción que uno de
sus vecinos le hiciera a penas se asomó en calzoncillos a la puerta de su casa al
escuchar la algarabía que había armado el mencionado vecino, quien le dijo con
voz entrecortada que al escuchar unos terribles lamentos, se asomó por una rendija
del portón de su casa y alcanzo a ver al anima en pena brincando por la calle,
azotando algo así como una maza contra el suelo y entonces sintió tal miedo que
solo pudo devolverse a su cuarto a contarle a su mujer sobre la aparición,
poniéndose los dos, de inmediato a rezar oraciones para pedir la protección divina.
¿un fantasma dando brincos por la calle? pensó en voz alta… luego los fantasmas
no vuelan? … ¿y aporreando el suelo en lugar de presentarse de sopetón para
asustar a la cristiandad? ...- esto está muy raro, muy raro Blanquita, comuníqueme
de inmediato con el comando de policía del comando de la provincia…
LA CABALGATA
Bajo un sol abrazador, como si estuvieran detenidas en un instante del tiempo las
hojas de los aboles permanecías absolutamente estáticas, denotando la ausencia
de la más mínima brisa que pudiera aliviar en alguna medidas el sofocante calor,
muy usual para esas épocas de comienzos de año; docenas de caballos enjaezados
con los mejores aparejos de monta, resoplando sórdidamente debajo de los escasos
lugares de sombrío que sus propietarios les buscaran, esperaban pacientemente
ser liberados de las amarras que los aseguraban sus respectivos lugares de
ubicación durante los actos previos a la partida de la gran cabalgata programada
para esa tarde.
Bueno señores, a lo que vinimos vamos, dijo don Alfonso con voz de mando
dirigiendo su mirada al nutrido cortejo de servidores y amigo que compartían su
mesa a estas alturas totalmente cubierta de botellas vacías de licor debidamente
despachadas por la comitiva a manera de calentamiento previo para lo que se veía
venir durante la seguramente muy animada actividad de cueste.
Entre los jinetes concurrentes al evento, poniendo la cuota de elegancia y belleza,
vivaces amazonas criollas, luciendo llamativas vestimentas, se enseñoreaban entre
la concurrencia y entre ellas como representante de la empresa concretera,
sintiendo los latidos de su corazón ante la inminente situación totalmente nueva
para ella, Sheila rogaba lastimosamente con su esposo que no se alegase ni un
instante de su lado, temiendo cualquier posible inconveniente en el manejo de su
cabalgadura.- tranquila preciosa , te conseguí un animal muy dócil y no voy a
separarme de ti i un momento- respondió José María en un tono de amorosa
comprensión ante los evidentes nervios de su bella esposa, quien en verdad lo era,
especialmente en tarde, con unas jeas ajustados botas vaqueras de media caña,
una pequeña blusa de seda que permitía ver su bien formada silueta, todo ello
rematado por un coqueto sombrero vaquero que hacia resaltar sus delicadas
facciones.
Estas realmente muy hermosa- le dijo el ingeniero mientras la tomaba de la mano ,
dirigiéndose en du compañía al lugar donde los palafreneros les esperaban con las
vestías preparadas para la ocasión. Al lado de la angustiada jinete con una
indumentaria muy parecida pero con una actitud totalmente opuesta, caminaba
dedicada a su labor de repartir trago de licor a diestra y sin diestra para ir animando
a la concurrencia, Nancy no cesaba de reír a carcajada batiente ante cualquier
apunte jocoso que uno u otro profiriera, muy en su papel de madrina de honor de la
tarde; se podría decir que se hallaba en su medio, habituada quizás a la algarabía
y el agite de las famosas festividades que varias veces al año se celebraban en su
natal tierra costeña y durante las cuales, según solía contar, no se perdía de la
corrida de un catre.
-Las fiestas son p’a gozárselas mija, tómese un traguito y verá como se le pasan los
nervios- afirmó animadamente la costeña al tiempo que arrimaba a los labios de su
compañera una generosa medida de aguardiente, la cual, ante tanta insistencia fue
bebida a regañadientes por la destinataria, quien, al hacerlo no pudo evitar hacer
un gesto debido al ardor que le produjo en la garganta la fuerte bebida, se trataba
del popular aguardiente nacional, más conocido como “rompepechos” y en ese
instante Sheila comprobó el porqué del remoquete…-no sé cómo puede gustarle
tanto a la gente el aguardiente-dijo con dificultad tratando de recobrar el aliento que
le hubiera casi cortado el fuerte destilado. -ja,ja,ja, eso pasa siempre con el primer
traguito amiga- sentenció alegremente Nancy; con el segundo ya no hay problema,
mire como se hace, salud y se pasó de un trago el contenido de la copa metálica
asegurada con un cordón alrededor de su cuello.
A ésa hora, los abrazadores rayos del radiante sol habían superado el cenit,
permitiendo mejores lugares de sombrío bajo los exuberantes árboles de Mango y
de Acacia que abundaban en la zona y que se habían mantenido a lo largo de las
aceras de las calles del pueblo, debidamente rodeadas en su base por materas de
concreto, material éste del cual se disponía con facilidad gracias a las
donacionesque esporádicamente hacía la fábrica al Municipio; transcurrido un rato
de total caos y ya acomodados todos los jinetes en su lugar dentro del cortejo, se
dirigieron lentamente hacia el parque principal, donde se daría inicio a la cabalgata,
la cual seguiría una ruta previamente establecida por la junta de ferias fiestas,
recorriendo las calles principales del pueblo para luego transitar por algunas
veredas cercanas, para regresar finalmente al mismo lugar donde se tomaba la
partida en el parque del poblado.
A la cabeza del animado grupo se encontraba el Alcalde municipal, montando u
hermoso ejemplar moro, de paso fino, lujosamente enjaezado paa la ocasión;
acompañando al mandatario se encontraban algunos funcionarios de la
administración quienes lograron conseguir sus respectivas cabalgaduras para no
perderse tan importante acontecimiento.
Sobre un soberbio animal, de un blanco reluciente, musculoso cuello y fuertes y bien
proporcionados cuartos, impaciente por partir, don Pedro Moya apuraba a su
séquito para que tomaran sus lugares en el sitio de partida.
Unos cuantos metros detrás del grupode Moya,los representantes de la fábrica y
algunas personalidades del Municipio acomodaban con gran dificultad sus animales
en cualquier espacio disponible para tomar la partida y más atrás, un heterogéneo
conglomerado de jinetes, en no tan vistosos ejemplares intentaban organizar una
fila de cuatro de frente a la espera de la orden de salida, tarea casi imposible de
realizar debido al desorden que reinaba en aquellos momentos …
Sudando a mares, quizás principalmente a consecuencia de los nervios, mas que
del calor sofocante que se sentía, Sheila se aferraba como podía con su mano
izquierda al galápago que montaba mientras que con la diestra apenas sostenía las
riendas de su mansa yegua, la cual, más parecía estar quedándose dormida que
atender a cualquier cosa relacionada con la inminente caminata.
Al costado izquierdo de la penitente, rozando intencionalmente con su pierna
derecha la rodilla izquierda de su esposa, aunque sin poseer mucha experiencia en
actividades de ésta clase, José María recurría a todo su poder de persuasión para
transmitirle tranquilidad –relájate cariño, esto va a ser cuestión de unos cuantos
minutos y de inmediato regresamos a casa- acertó a afirmar el inquieto ingeniero
ante los inminentes nervios de su joven mujer, la cual se estrenaba en cuestiones
ecuestres; la pobre solo acertó a asentir tímidamente a lo que decía su marido y con
actitud resignada se acomodó lo mejor que pudo sobre su montura, rogando a Dios
que no se le presentara ningún contratiempo durante el recorrido…
Unos cuantos vivas para el señor Alcalde, otros tantos para el gamonal Moya por
parte de sus propios empleados, debidamente entrenados previamente para que
así lo hicieran, un último brindis por parte de la alegre madrina del evento y ahí
si…fuímonos en medio de una atronadora andanada de artefactos pirotécnicos que
terminaron de destrozar los nervios de la pobre Psicóloga ante la natural reacción
de su yegua, la cual, aunque estaba medio dormida, reaccionó pesadamente
agitando un poco la cabeza ante los primeros estallidos de la pólvora.. tendría que
estar sorda para no hacerlo, pero para su jineta, fue una encabritada terrible la que
el pobre animal realizó…como dicen los mayores…a quien no sabe de ganado,
hasta la boñiga lo embiste…
Con la animación de alegres piezas musicales interpretadas por la banda municipal,
en una tremenda apretura de piernas contra rodillas, codo contra codo, grupa contra
hocico y un poco de todo contra todo, comenzó el dificultoso desplazamiento de la
cabalgata a lo largo de la Avenida central, a lado y lado de la cual se atiborraba una
animada muchedumbre que saludaba y animaba a los jinetes como si de soldados
que partiesen para la guerra se tratara…
Una vez superada la Avenida Central, el cortejo recorrió las otras calles importantes
del casco urbano, entre saludos corteses a la concurrencia por parte de las
personalidades participantes; serviles elogios a las duplas por uno que otro adulador
y eso sí, litros y litros de aguardiente y cuanta bebida alcohólica pueda imaginarse
pasando de mano en mano entre los jinetes, cada vez más animados y confiados
de su destreza en el manejo de su animal por lo cual les espoleaban reiteradamente
en los ijares para exigir su estacada, aunque fuera solo para detenerse unos pocos
metros adelante, demostrando con ello el brío y la clase de su ejemplar equino…
EN el grupo de jinetes de vanguardia, donde abundaba especialmente el licor, don
Pedro y su cuadrilla comenzaban a impacientarse ante el lento paso del resto de los
participantes al evento y fue así como poco a poco fu3eron tomando distancia del
grueso del desfile: -A este paso no vamos a regresar ni en la madrugada- se quejó
malhumorado el viejo gamonal dirigiéndose a su mayordomo y a su hijo, Junior,
como era conocido el heredero del hacendado;-vamos a apurar el paso para salir
rápidamente de esta vaina, el que se quedó, se quedó.. y asuzó su animal seguido
de cerca por los mencionados, acomodándose su gran sombrero alón y secándose
el sudor del ahora rubicundo rostro, producto de la ya no tan despreciable cantidad
de aguardiente hasta ese momento por él debidamente despachada;-vamos a ver
que tan buena es esta bestia- afirmó reconociendo con ello su apenas reciente
contacto con el brioso animal, el cual había sido traído de una hacienda dela región
hacía apenas un os días para ser montado por el patrón durant3e las ferias y fiestas.
Prosiguieron su camino para tomar una vía veredal que surcaba una zona conocida
como “el Ingenio”, en lrazón de los viejos molinos de caña de azúcar que desde
hacía décadas constituían su principal recurso económico y por lo cual daba trabajo
a una considerable cantidad de habitantes de aquel sector rural del Municipio…
Como en las poblaciones pequeñas, todo llega a saberse y no se puede hacer
concesión alguna en lo que al prestigio se refiere, el alcalde advirtió la partida del
grupo de avanzada y sintiéndose absurdamente irrespetado por aquella acción,
arengó a sus cercanos acompañantes para apurar el paso y dar de esta forma, no
solo alcance sino sobrepasarles, retomando la delantera de desfile, tal como
consideraba apropiado y diciendo y haciendo, espoleó su noble bruto, el cual, dando
un corto pero enérgico arranconazo, se puso al trote rápido, seguido de cerca por
los otros equinos del grupo del Alcalde…
En pocos minutos dejaron muy atrás al resto de distraídos jinetes, apurando cada
vez más el paso por la estrecha vereda en pos de los prófugos..
Don Pedro hacía lo propio a la cabeza de su tropilla sin dejar por ello de brindar una
y otra vez en honor de su propia persona y de cuanto asunto, acción o personaje le
viniera a bien en esos momentos.
En una de las cerradas curvas del camino, el joven primogénito del gamonal, Junior,
pudo ver al grupo de jinetes que venían en pos suya: -Oiga Pa, allá atrás viene el
Alcalde, lo reconozco por el caballo, con otros dos o tres detrás, como que quieren
alcanzarnos…-Ja, eso está por verse mijo, a Pedro Moya no le gana nadie
montando y mucho menos el alcalducho ese del Alfonso, hagámosle pues, que esto
se volvió una carrera por el honor… y azuzando su caballo apresuró al galope
tendido con la firme intención de no dejarse dar alcance por sus persecutores.
Como es usual en las poblaciones del trópico, el tiempo cambia de manera
intempestiva y fue así como de repente comenzó a caer en forma de finas gotas
una tenue pero pertinaz llovizna que pronto tornó l reseca trocha por la cual
transitaban en un verdadero lodazal, pero eso no fue óbice para que los dos grupos
consideraran aligerar un poco el paso; por el contrario, al percatarse don Alfonso de
la manifiesta intención del grupo de punta de no dejarse arrebatar la delantera,
instigó a los suyos a apurar aún más el paso, totalmente resuelto a cumplir con su
cometido de rebasar a los punteros para coronar la jornada con un merecido primer
lugar en el sitio de llegada, unos cuantos kilómetros adelante…
Entre tanto,en el grueso del pelotón, tal como se nombraría de tratarse de un evento
ciclístico, tan del gusto y afecto de nuestros personajes, los desenfadados
cabalgadores hicieron una prudente parada en el camino, buscando refugio de la
llovizna bajo una amplia enramada de teja de zinc, a orilla del sendero, la cual servía
cotidianamente para le entrega de los guacales de fruta que los campesinos de la
zona cargaban hasta aquel punto a lomo de mula para entregarlos a los
comerciantes de fruta quienes los cargaban en sus grandes camiones para llevarlos
hasta los centros de comercialización, generalmente en ciudades intermedias
cercanas o en algunos casos en la propia capital.
En aquel sitio, haciendo gala de la reconocida recursividad del campesino, sus
propietarios habían instalado algunas mesas rústicas hechas en madera, colocadas
frente a igualmente burdas bancas manufacturadas con gruesos troncos de Samán,
un árbol de fina madera que era nativo de la zona y habían además improvisado
una barra hecha con los mismos materiales, donde despachaban cerveza,
aguardiente y/o guarapo a los campesinos, antes, durante y después de cerrar
aquellos los negocios con los compradores de los camiones fruteros.
Amenizaba el ambiente de aquel pintoresco lugar una vieja rocola Wurlitzer,
accionada por la inserción en una pequeña ranura destinada para tal fin, de
monedas de algunos centavos, lo cual permitía la elección en el panel frontal de las
canciones elegidas pulsando una combinación de letra y número que la máquina
aceptaba colocando mediante un artilugio mecánico un pequeño disco de acetato
en el tornamesa de la parte superior para dar comienzo a la pieza musical
solicitada…
El caso es que no pido ser mejor recibida por parte de la cabalgata la oportuna
aparición en su camino del improvisado establecimiento comercial y en un dos por
tres se encontraron ocupadas todas las mesas, quedando gran parte de la
concurrencia de pie, pero totalmente agradecidos por el resguardo que les brindaba
el pintoresco lugar cuyos sorprendidos propietarios procedieron de inmediato a
despachar los pedidos que la ya bien chispona clientela les hacía reiteradamente.
Ya bien adelante en el camino se había declarado abiertamente la carrera por el
primer lugar, los jinetes de los dos grupos en pugna fustigaban enérgicamente sus
bestias; los que iban al frente de carrera de cuando en cuando volteaban la cabeza
hacia atrás para ver qué tanta ventaja llevaban sobre el grupo persecutor que ya
casi les daba alcance- vamos muchachos, la victoria es nuestra- gritó eufóricamente
Pedro Moya al darse cuenta que habían logrado mantener la delantera durante un
buen trecho del trayecto y que estaban próximos a arribar al sitio de llegada, pero
por andar mirando hacia atrás no se percató del pequeño arroyuelo recién formado
por la seguramente más contundente precipitación en las partes altas del sector, el
cual surcaba transversalmente la fangosa vía, justo en una cerrada curva que tenía
su mayor desviación delante de un trapiche abandonado y entonces, cuando el
apurado equino, tomando rápidamente la curva, pisó sobre un tramo cenagoso,
resbaló deslizándose de lado, patinando literalmente sobre la resbalosa superficie,
apenas sí logrando mantenerse en pie , pero no corrió con igual suerte su jinete,
quien ante el frenazo instintivo del cuadrúpedo, cumpliendo a su pesar con la
inexorable ley física de la inercia, salió volando sobre la cabeza del caballo para ir
a aterrizar sobre unos montones de putrefacto bagazo de caña, fermentado por el
sol y la humedad durante quien sabe cuánto tiempo, quedando semi-sepultado entre
dicho material maloliente.
No hace falta referir la retahíla de maldiciones y palabrotas que el furibundo
individuo lanzaba pidiendo la ayuda de su atónito hijo y su mayordomo, los cuales
se apearon de inmediato de sus monturas para ir en su ayuda, comprobando que
tal vez lo único lastimado que tenía el viejo era su enorme orgullo.
La cosa se complicó a unos pocos instantes del insuceso, pues cuando apenas se
le estaba brindando ayuda al caído para reincorporarse, el grupo del Alcalde les dio
alcance, deteniéndose fariseamente a prestar su no solicitada colaboración al
accidentado, lo cual terminó de humillar al arrogante personaje, el cual, tratando
inútilmente de limpiar sus apestosas vestiduras, chorreando agua barrosa de pies a
cabeza, se negó rotundamente a recibir ayuda alguna de aquellos y en cambio,
pretendió restárosle importancia al incidente refiriéndose solamente a la mala
condición del camino como causal del imprevisto y no a su imprudente proceder en
los últimos kilómetros del recorrido.
-Usted ya no está para esas carreras don pedro -, dijo en tono burlón el alcalde; -
eso de andar a lo que dan las vestías es para nosotros los jóvenes-comentó dejando
escapar una ligera sonrisa. - ¿y es que usted se cree muy chico, alcalde ? que yo
me acuerde casi la misma edad, apenas si le llevo a usted un par de años o es que
acaso se le olvida que fuimos juntos a la misma escuela y comparamos el cambuche
donde la señorita rosa? – bueno don pedro, sea como sea me alegra que no le haya
ocurrido mayor cosa y ahora con su permiso, me retiro porque parece que va a
arreciar el aguadero y no quiero que no coja por el camino, y diciendo esto partió
con los suyos hacia el lugar de terminación del aventó.
¿qué tal el viejo alcalducho alego pedro? alego dirigiéndose al lugar donde el
asustado junior le sostenía por las bridas su también aporrorreada cabalgadura -y
es que lo que más rabia me da es que el vergajo ese va a llegar antes que yo, quien
le va a tapar la boca contado a todo el mundo sobre este pequeño incidente, con la
legua que tiene, político, al fin y al cabo. – no le ponga atención a eso pa, deberás
no le duele nada pregunto inocentemente el muchacho quien en pago de su
intencionada pregunta obtuvo una fulminante mirada por parte de su progenitor,
quien le arrebato furibundo las riendas de la mano, se acomodó el sucio sombrero
y subió de nuevo al lomo del animal. – vámonos ya de aquí para la casa que mañana
hay que madrugar- espeto fustigando al noble bruto, tomando la delantera de sus
perplejos acompañantes.
Muy distinta fue la situación que se vivió por parte de los animados jinetes quienes
prudentemente se resguardó de la llovizna; a los pocos instantes de su llegada al
resguardo ya algunos los más chispones colocaron al mayor volumen posible tanda
tras tanda de alegre música programada en la vieja, pero bien mantenida rocola y
der un momento a otro ya varias parejas con la indumentaria vaquera bailaban
alegremente en la improvisada pista que surgió al retirar las mesas del centro del
lugar , conformándose una alegre barra de animadores alrededor de los bailarines
y la fiesta se prolongó hasta que algunos advirtieron la eminente caída de la noche,
en consideración a la oscuridad que pronto se cerniría a la vía de regreso al pueblo.
Cumpliendo de buena gana con su estrategia, José maría departió alegremente con
los asistentes, especialmente con algunos trabajadores de la fábrica y sus
acompañantes, lo mismo que Sheila, quien, una vez tranquilizada al comprobar la
docilidad y obediencia de la yegua se relajó y comenzó a disfrutar del evento, riendo
animadamente por las ocurrencias de su inseparable compañera de faena, la
costeña madrina del evento, quien fue la responsable de armar la parranda en el
referido paradero del camino.
Esa tarde la bella psicóloga en la flor de su juventud, con apenas veinte cuatro años
de edad, rebosaba simpatía, siempre presta a responder gentilmente con una
sonrisa a los requerimientos de todo aquel que se le acercara, ganándose poco a
poco el corazón de la concurrencia, la cual inicialmente le prejuzgaba de jactanciosa
y arrogante, lo cual no podía estar más alegado de la realidad y eso quedó muy
claro entre los asistentes quienes comenzaron desde entonces a tomar un gran
cariño a la hermosa esposa del ingeniero Uribe…
Ya casi la noche extendía su manto estrellado sobre el pueblo de san Rafael cuando
en el sitio de llegada de la cabalgata, hizo su entrada el primer grupo de jinetes, los
cuales fueron animadamente recibidos por un nutrido grupo de alicorados
espectadores; sonaron los voladores chispeando de doradas escarchas el
vespertino firmamento. La banda musical interpreto sus mejores melodías para
elevar a un más los ánimos y al apearse don Alfonso y su comitiva en este ambiente
de fiesta, brindo con aguardiente por su triunfal llegada a la cabeza al grupo de
caballistas, sin dejar de repetir una y otra vez la hilarante escena que presenciara
unos kilómetros atrás, protagonizad por el reconocida pedro moya, promoviendo
risas y comentarios burlones entres aquellos que escuchaban su relato, mimos que
muy seguramente jamás se atreverían a pronunciar una sola silaba en contra del
viejo manda más, pero, en ausencia del gato, los ratones…
Sobra decir que el indignado pedro no apareció jamás por el sitio de llegada,
dirigiéndose directamente a su casa de campo, una hermosa hacienda de más de
cien hectáreas ubicada en las afueras del pueblo, eludiendo de esta manera llegar
a su habitual residencia en el centro del poblado, donde seguramente serio objeto
de miradas indiscretas por parte de sus vecinos.
Aproximadamente una hora más tarde, en medio ya de la penumbra de la noche
concluyo su recorrido el grueso de participantes de la cabalgata siendo recibidos
con no menor algarabía que sus predecesores y prendiéndose nuevamente el
jolgorio una vez zapeados de sus cabalgaduras y debidamente ubicados en las
inmediaciones del parque principal donde se había dispuesto una gran carpa y
suficientes mesas y silletería para su recibimiento.
La parranda se prolongo hasta la madrugada, siendo el suceso de don pedro la
comidilla de todos los asistentes a un pasado trascurridos varios días del mismo,
haciendo gala del refrán que reza “pueblo chico infierno grande …” dandoce de esta
peculiar manera terminación a las tradicionares ferias y fiestas del pueblo de san
Rafael de los reyes.
Trascurridos algunos días, el pueblo superaba los acontecimientos ocurridos
durante las festividades y la cotidianidad cubrió con un velo invisible lo extraordinario
de los mismos, el campesino retorno abnegado a la ardua labor de la cementera,
las señoras piadosas volvieron con sus actividades de beneficencia con el señor
cura a la cabeza, el primer mandatario dejo por fin de recibir molestas criticas sobre
la calidad de las ferias y fiestas por parte de los infaltables opositores. En las
instalaciones de la fabrica nuevamente se adelantaban las usuales pugnas entre los
miembros de los sindicatos de trabajadores y directivas de la empresa, en otras
palabras, todo volvía a la normalidad…
EL ANIMA DE SAN RAFAEL III
-Si comandante, entones nos vemos en la tarde en su oficina muchas gracias
por su colaboración, asintió satisfecho el alcalde devanándose los sesos
sobre la manera como debería proceder para develar el misterio referente a
los acontecimientos supuestamente sobrenaturales ocurridos los días
anteriores. No encontraba una estrategia que le permitiera obtener pruebas
contundentes que sobre lo que intuía se trataba de un fraude urdido por el
cura y algunos de los colaboradores para devolverle su poder al sacerdote
sobre la crédula comunidad.
Don Alfonso estaba convencido de que necesariamente tendría que existir
alguna evidencia de lo terrenal de los acontecimientos y pensaba
demostrarlo a como diera lugar. Luego de atender algunos asuntos propios
de su cargo como el escuchar las solicitudes de urgidos ciudadanos quienes
se acercaban a su despacho para solicitar desde dinero para el pago de
algún servicio publico atrasado hasta una vivienda gratis con su lote
respectivo para poder organizar una huerta, todo ello como retribución
mínima por el voto que todos aseguraban haber depositado por el ahora
alcalde durante la contienda electoral; otros ciudadanos acudían al despacho
del burgo maestre para exigir su intervención en algún asusto legal con el
municipio o una simple disputa entre vecinos por el uso de algún sendero en
el sector rural o para exigir la concesión de un subsidio de trasporte para los
vecinos de los sectores del casco urbano.
Esta era la rutina diaria en la oficina del alcalde municipal.
Una vez despacho al último solicítate dirigiéndose hasta la puerta trasera de
su oficina quedaba contra un espacio detrás de la alcaldía dijo en voz baja
a su secretaria : - blanquita, me voy tengo una cita con el comandante de
policía de la provincia en el pueblo vecino; si me vienen a preguntar, dígales
que vuelvo hasta mañana- con paso apurado se dirigió hasta abordar el
vehículo de la alcaldía en el cual esperaba el conductor contratado por el
municipio para trasportar al mandatario – Alfonso, vámonos de aquí que
tengo que estar en una hora en el comando provincial de policía y no quiero
llegar tarde-
Señor alcalde, que gusto tenerlo por aquí- saludo cordialmente el capitán
rodríguez, ofreciendo su mano al recién llegado – tenga la
Bondad de sentarse ¿dígame en que le puedo servir? Acomodándose en
una de las sillas ubicadas frente al escritorio del uniformado, retirándose
cortésmente del sombrero y sosteniéndolo en su regazo, don Alfonzo
respondió – comandante, el asunto que me trae a su despacho es algo que
podría parecer un poco extraño, pero es algo que tiene muy inquieta a la
comunidad de san Rafael y pretendo llegar al fondo del mismo para acabar
de una vez por todas con tanta habladuría de la gente- diga nomás de que
se trata don Alfonso, estoy para servirle…
Procedió el mandatario a narrar los pormenores que conocía de primera
mano sobre los hechos acaecidos la noche de la supuesta aparición de los
espantos, refiriendo con especial interés algunos puntos que a su modo de
ver sembraban serias dudas sobre la veracidad de los mismos y por lo cual
sospechaba la existencia de alguna componenda urdida por unos cuantos
fulanos, opositores de su administración, quienes solo buscaban amedrentar
a la comunidad para socavar su legítima autoridad con primer mandatario,
por lo cual, según su criterio, el asunto se había tornado en una cuestión de
seguridad y de orden público que requería ser debidamente aclarada.
-Caramba, señor Alcalde, la verdad, sinceramente no veo como podría la
fuerza pública colaborar en ésta clase de asuntos del más allá, no tengo
mucha experiencia en cuestiones esotéricas, pero si usted considera
necesario adelantar una investigación para dar claridad a lo ocurrido, si ello
es posible, cuente con mi colaboración incondicional, para eso está la
institución, además, me parece muy curioso todo éste asunto, a lo mejor
encontramos pruebas tangibles que expliquen los hechos y vamos acabando
con tanta superchería como hay en todas estas poblaciones; usted dirá que
quiere que hagamos…
-Gracias Capitán,lo que deseo solicitarle es que asigne algunos
investigadores , eso si,deben trabajar de incógnitos para a aquellos quienes
pudieran aportar alguna información útil que nos ayude a llegar al fondo del
asunto, es decir, deben ir con traje civil y hacer sus averiguaciones con la
mayor discreción, como si se tratara de paisanos del común, inquietos como
todos por os hechos ocurridos…
-Cuente con eso Alcalde, mañana mismo envío un par de detectives de la
institución con las instrucciones pertinentes para que adelanten su trabajo
según sus recomendaciones, la verdad, tengo bastante curiosidad por todo
esto; esperemos a ver que resulta…
-Muchas gracias Capitán, respondió el mandatario levantándose de la silla
en la que se encontraba al tiempo que se acomodaba el sombrero -estaré
atento a la llegada de sus muchachos para orientarlos sobre la manera de
iniciar sus pesquisas, quien sabe, a lo mejor sacamos algo concreto de ésta
cacería de espantos.
Muy de mañana, al día siguiente, bajo estrictas medidas de seguridad,
previamente acordadas con el comandante de Policía, don Alfonso recibía
en su despacho, una media hora antes de que fuesen abiertas al público las
puertas de la Alcaldía para no llamar la atención tanto de indiscretos
transeúntes madrugadores como de los propios funcionarios de la sede
administrativa municipal, asegurándose de ésta forma de lograr el total
hermetismo requerido para el adecuado desarrollo de la operación de
inteligencia puesta desde ese momento en marcha.
En pocos minutos y a puerta cerrada, el Burgomaestre puso al corriente de
los acontecimientos a los dos funcionarios designados, recomendándoles
una u otra posible fuente de información que pudiera ser de utilidad, lo mismo
que refirió algunos lugares del pueblo en los cuales creía podrían obtener
algunos otros datos de interés para la investigación.
No sé cómo lo irán a hacer, señores, pero ustedes tienen que lograr meterse
en la casa cural a ver que encuentran de raro en ése lugar, recuerden que el
primer sospechoso de éste asunto es el cura y de pronto por ahí derecho
encontramos alguna pista o prueba concreta de lo que vengo
sospechando…por el hilo se llega al ovillo señores…
No se preocupe señor Alcalde, repostó con cierto aire de arrogancia el que
parecía ser el jefe de la dupla; somos profesionales en nuestro oficio, ya
veremos cómo nos las arreglamos para adelantar las averiguaciones
pertinentes sin levantar ninguna sospecha; usted quédese tranquilo que en
un par de días le traeremos los primeros informes de lo que vayamos
encontrando, concluyó antes de despedirse del mandatario el mencionado
jefe de tarea, mientras que su compañero, muy reservado, guardó prudente
silencio durante todo el tiempo que duró la conversación sin intervenir para
nada en la misma, limitándose apenas a aprobar con inclinaciones de la
cabeza en señal de asentimiento a las afirmaciones que su compañero hacía,
anotando en una pequeña libreta de apuntes , la cual, cuidó bien de guardar
celosamente en el bolsillo interior de su chaqueta antes de despedirse de su
interlocutor.
Una vez afuera de la Alcaldía, los dos investigadores se dirigieron al mejor y
único hotel de la localidad, el Hotel San Rafael, donde se registraron como
dos comerciantes de la capital quienes visitaban el pueblo por asuntos de su
actividad mercantil, cuidándose mucho de no suministrar ninguna
información que pudiera delatar su verdadera profesión entre las
comunicativas recepcionistas del centro de hospedaje.
Bueno, agente Gómez, vamos a organizar la información que nos dio el
Alcalde para diseñar nuestro plan de trabajo; por lo que conozco de éstos
pueblos, no será muy difícil picarle la lengua a algunos vecinos, en éstas
poblaciones los chismes vuelan y no faltará algún ciudadano comunicativo
que nos suministre más detalles de lo que ocurrió la noche del cinco de enero
entre las cero y las cero cuarenta y cinco horas en los sectores de Las
Quintas y Bella Vista del sector urbano del Municipio de San Rafael de los
Reyes, donde nos encontramos actualmente, sentenció mecánicamente el
jefe de comisión, el Inspector Cuervo, un corpulento mancebo de tez morena,
tostada por las largas jornadas a la intemperie que su trabajo le imponía,
cuya edad madura solo era intuíble por la incipiente tonalidad grisácea de
sus parietales, la cual le imprimía a su figura un dejo de autoridad, acorde
con sus modales y mesura al actuar; era a todas luces un hombre serio y
equilibrado a la hora de tomar decisiones, rasgos éstos que le habían sido
de utilidad para ascender en su carrera desde agente investigador al grado
de inspector.
Comenzaron sus labores inmediatamente después de haber descargado sus
vituallas en la espaciosa habitación doble, ubicada en la segunda planta del
hotel, con balcón hacia la calle que solicitó el Inspector con cierta insistencia
al momento de registrase en la recepción, la cual encontraron muy de su
agrado, a pesar de la ya notoria vetustez del mobiliario.
Se dirigieron entonces al área de la piscina para organizar mejor las ideas y
definir el cronograma de actividades de lo que restaba del día, ocupando una
mesa circular con un gran parasol soportado por un tubo metálico que,
partiendo de un grueso soporte anclado en el piso, atravesaba el vidrio que
constituía la mesa por un orificio central y rematando en la parte superior en
un colorido toldo a modo de sombrilla que brindaba una generosa sombra a
los huéspedes.
¿Por favor, tráigame una limonada natural, solicitó Gómez a la joven mesera
que acudió prontamente en respuesta de la señal que le hiciera aquel con su
mano en alto, mientras que su acucioso superior no dejó pasar la oportunidad
para comenzar a recalar información y fue así como desenfadadamente
elogió las bondades de aquel lugar para romper el hielo con la servidora y
seguidamente solicitó para sí una bebida fría –es usted natural de éste
poblado tan agradable?-terminó dirigiéndose la muchacha – sí señor, soy
nacida y criada en San Rafael, respondió la avispada muchacha, muy
acostumbrada a entablar conversación con los huéspedes como parte de la
buena atención al cliente que se le exigía brindar a todo el personal del
servicio de comedores del hotel. -Desean alguna otra cosa los señores?
preguntó la joven exhibiendo una hermosa sonrisa que dejaba ver una pareja
y blanca dentadura, la cual contrastaba bellamente con su tez trigueña –
tenemos pasa bocas, frutas, jugos de fruta, licores nacionales e
importados…terminó diciendo la trabajadora -Gracias, es usted tan amable
como bonita, anotó como flirteando sutilmente Cuervo –dígame una cosa
señorita, es verdad que por estos días andan asustando por aquí? -es que
desde que llegué he escuchado rumores sobre algo que dicen que ocurrió
los días pasados, durante las fiestas y me causó curiosidad, siempre me han
interesado esas cosas sobrenaturales. –pues la verdad señor, solo escuché
algunos comentarios sobre unos supuestos ruidos que se escucharon la
noche del martes pasado en varios lugares del pueblo, pero nada más, eso
deben ser cuentos de esos que no faltan, usted sabe cómo inventa cosas la
gente sin oficio. Tratando de disimular lo mejor que pudo especial su interés
por el tema, el investigador arremetió nuevamente – ¿y se enteró usted de
los lugares donde dice la gente se escucharon los ruidos? Me gustaría dar
una pasada por esos lugares, le repito, me fascinan esas historias de
misterio.
Manteniendo su amable actitud hacia sus clientes, la muchacha caviló unos
instantes y finalmente asintió con la cabeza -a ver…creo…sí, claro…me
parece recordar que se mencionó la cuadra donde vive el señor Alcalde, aquí
no más, al respaldo del hotel, por la cuadra de atrás y también escuché algo
sobre la estación del tren que viene de la fábrica, hasta hay quienes
aseguraron haber visto unos espantos entre los vagones de la máquina,
concluyó la amable mesera.- ya les traigo su pedido, con su permiso…-siga,
muy amable niña, respondió con una fingida venia el investigador,
observando de reojo el gracioso andar de la muchacha mientras aquella se
alejaba. ¿Lindas muchachas las de estos pueblos, no le parece Gómez? Así
es inspector, respondió desenfadadamente el subalterno quien, como de
costumbre se encontraba con la mirada clavada den su pequeña libreta de
anotaciones en la cual había registrado la información que la joven les
acababa de referir. ¿Qué hace hombre? Parece que está en otra parte,
increpó algo disgustado su interlocutor. -solo estoy organizando lo que dijo la
muchacha, jefe. Minutos más tarde, la dupla de investigadores se encontraba
de regreso en su habitación revisando el material que con algunos
transeúntes, a lo cuales abordaron en las cercanías del hotel, habían
obtenido sobre el tema de su interés.
Veamos pues, Gómez, lo que la muchacha de la piscina refirió concuerda
bastante bien con lo que dijo el Alcalde y las otras personas que abordamos
en la calle sobre los lugares implicados en los hechos, ya tenemos por donde
comenzar las labores investigativas específicas esta misma noche, por
ahora, vamos va ms a descansar un rato hasta que anochezca para hacer
un recorrido por el pueblo a ver qué otra cosa averiguamos por ahí…
Caía la noche cuando a paso tranquilo, recorriendo sin afán alguno las
angostas calles, pobremente iluminadas por los escasos reflectores del
alumbrado público, los dos hombres simulaban interesarse en tal o cual
detalle o personaje que encontraban en su camino, o bien se plantaban frente
a alguna vitrina de cualquier establecimiento de comercio que a esa hora aún
permanecía abierto al público, ofreciendo mediante pintorescos carteles
hechos a mano, las imperdibles rebajas en sus productos; por señas
recibidas de algún transeúnte que abordaron en su camino, terminaron los
fulanos acomodándose en una de las mesas del negocio de doña Eulalia,
lugar infaltable durante la estadía de cualquier visitante que se preciase de
conocer lo que era bueno…
Buenas noches patrona, se adelantó a saludar el inspector al momento en el
cual la propietaria en persona se aprestó a limpiar con un trapo húmedo la
mesa que recién ocupaban- buenas noches señores, ¿en qué les podemos
servir? Denos dos cervezas muy frías, mi señora, replicó de inmediato
Cuervo añadiendo –bonito el pueblo suyo señora -sí señor, es un pueblito
muy amañador, ¿los señores no son de por acá cierto? – no señora, venimos
de la capital a ver si concretamos algunos negocios que tenemos
proyectados-eso pensé respondió la mujer...- porque solo personas de por
allá usan chaquetas como las que tienen ustedes, aquí la gente solo anda en
mangas de camisa y ropa fresca para este calor…eso es cierto doña, lo que
pasa es que los tierrafría traemos el páramo por dentro y tardamos un
tiempito en sacar el frío de los huesos, replicó con tono jocoso el inspector.
Ya les envío su pedido señores, con su permiso…bien pueda doña, replicó
Cuervo.-Yo creo jefe que esta señora debe conocer todos los chismes que
circulan por el pueblo, de acuerdo a como nos recomendaron éste lugar..-así
lo creo también Gómez, creo que hicimos bien en venir a éste lugar, ya
veremos qué podemos averiguar cuando ésta gente que está bebiendo como
camello sediento comience a soltar la lengua por efectos del alcohol, mire
como están las mesas llenas de envases desocupados, por aquí como que
la gente bebe mucho y eso nos va a facilitar las cosas, espere y vera como
tengo razón…
No tardó mucho en dar el tiempo la razón al intuitivo investigador pues en
una mesa ubicada a unos pocos metros de la suya, animados contertulios
discutían sobre el tema que tanto interesaba a los detectives...-Yo creo que
eso de fue una maldición que le echaron al pueblo esos gitanos que andaban
aquí por la temporada de fiestas, engatusando a los pocos ingenuos que les
paraban bolas a sus cuentos, seguramente como no hicieron el dinero que
querían, se fueron disgustados con la gente antes de la última corrida por Commented [WU1]:
que no se les volvió a ver por ninguna parte, dicen que hasta tuvieron un
altercado allá en la plaza con unos campesinos del sector alto por unas
cuentas de comida que no querían cancelar después de habérsela
despachado hasta el tiesto, vociferó en voz suficientemente alta uno de
aquellos como para poder ser escuchada con claridad por los agudos oídos
de los recién llegados .-como va usted a andar creyendo en semejantes
cuentos, compadre -replicó otro de los que ocupaban la mesa de los
alicorados vociferantes, eso de los espantos no es más que un cuento del
cura para asustar a la gente del pueblo; como al padrecito no le gusta para
nada que la gente se divierta, dizque por que se olvidan de ir a misa y esas
cosas, por ahí me enteré de que los tales espantos como que andaban era
medio escondiéndose por los lados del ferrocarril y me lo dijo un cuñado mío
que trabaja en el turno de la noche en la estación y ese sí que no cree ni
Dios ni en el diablo y yo menos que él. A mí no me convence el cuentico ese
de los espíritus…
Prestando disimulada atención a aquella conversación, los detectives
pudieron enterarse de algunos otros pormenores que fueron vociferando los
acalorados vecinos de mesa. Esto estuvo mejor de lo que pensaba, Gómez,
exclamó satisfecho el inspector cuando se prestaba a incorporase de la mesa
dejando sobre la misma el valor de las dos cervezas que no bebieron en su
totalidad; vámonos de aquí, ya escuché los que necesitaba oír.
Ya de regreso en su lugar de hospedaje, con un montón de hojas de
anotaciones desperdigadas sobre la pequeña mesa de la cual se disponía,
el inspector procedió a organizar con su compañero de labor el material
recopilado hasta ese momento. Bueno Gómez, ¿qué tenemos hasta ahora?
Pues señor, está lo que nos dijo la belleza de la piscina -¡Gómez, carajo! ya
le he dicho que se mantenga concentrado en la investigación, no en las
muchachas de la calle…que cosa con usted..-perdón señor, bueno, están los
lugares que refirió la niña del hotel, eso quedan muy cerca de aquí y además
la estación del tren de la fábrica que fue mencionada por los tipos de la
cantina. –es verdad Gómez, asintió el inspector; ya son varias las personas
que mencionan la famosa estación, creo que es hora de que le echemos una
miradita a ése lugar y de paso preguntamos por el trabajador que hizo el
turno la noche de los hechos, vamos pues para allá…
Salieron de inmediato en busca de la estación terminal del ferrocarril donde
hacía su última parada la vetusta locomotora, la cual, partiendo de las
inmediaciones de la fábrica, transportaba materiales e insumos industriales
en una serie de planchones enganchados en una larga hilera sobre los viejos
rieles, así como también al personal de trabajadores que habitaban en las
cercanías del pueblo.
Quiso la fortuna que confidencialmente, prestando el turno de la noche, el
mismo funcionario de la empresa a quien horas antes oyeran vociferar en el
negocio de doña Eulalia, era quien se encontraba trabajando en el momento
del arribo de los dos sabuesos al lugar, tal como lo manifestó cuando le
abordaron como quien no quiere la cosa, mientras aquel acomodaba con
gran parsimonia algunas cajas sobre uno de los planchones de la locomotora
ahora detenida frente a la caseta de inspección, a la espera de ser
enganchada con su carga para partir a la madrugada, de regreso hacia la
fábrica. -Si señores, como no, yo escuché el cuento ese de los espantos de
la semana anterior, yo mismo pude ver a dos de esas ánimas o lo que fueran,
rondando entre los vagones, la noche del pasado martes, pero la verdad, no
vi ni candela ni nada por el estilo como dicen otros testigos, con decirles que
más me parecieron dos mendigos buscando donde dormir que almas
penando, por eso no le presté mucha atención a los cuentos que andan
rodando por ahí…Se extendió además en otros detalles que revistieron
importancia para el entendimiento de os investigadores en su papel de
simples forasteros curiosos, los cuales, para no delatar su especial interés
en el asunto, le interrogaron sobre temas relacionados con su trabajo en el
ferrocarril y si era conocedor del nombre de algún funcionario con el cual
pudieran concretar un supuesto acuerdo comercial para el transporte de
algunos materiales que deseaban movilizar sirviéndose de la línea férrea,
luego de lo cual se despidieron del fulano.
A estas alturas, ya el Inspector Cuervo tenía serias dudas sobre lo
sobrenatural de los hechos y comenzaba a dar mayor credibilidad a la teoría
expuesta por el Alcalde. -Aquí como que no vamos a encontrar ningún
fantasma, Gómez, vamos hasta la casa cural a dar un vistazo al sitio para ver
cómo es que nos podemos colar para echar una ojeada al despacho del
curita, eso va a ser muy provechoso para descartar o confirmar las
sospechas del Alcalde.
-Bueno señor, vamos por ésta calle que creo que nos llevará a la parte
posterior, al patio trasero de la casa cural, respondió el subalterno,
adelantándose unos metros en su marcha para guiar a su compañero y así,
en un par de minutos se encontraron al pie del cercado de alambre que
delimitaba la cuadra que servía de huerta casera a la casa parroquial, la cual
resaltaba sobre la oscuridad reinante gracias a las luces que se encontraban
encendidas en los portones traseros de la huerta.

- Por aquí podemos entrar sin ser vistos, si es el caso, Gómez; afirmo el
inspector – pero primero vamos a venir como cualquier parroquiano
durante el día y ya nos daremos ganas de colarnos al despacho sin que
nadie nos vea; mire Gómez, lo que vamos hacer es lo siguiente…
Otra mañana en la población de san Rafael de los reyes, una fresca brisa
traía consigo el eco del alegre canto de las aves retozando en el ramaje de
los árboles y mientras tanto los primeros lugareños ya se apresuraban para
llegar a la iglesia logando conseguir lugar en las p0rimeras filas de bancas y
así poder escuchar mejor el mensaje del día durante el sermón. Dos nuevos
feligreses, desconocidos para la comunidad esperaban tranquilamente
sentados en las bancas del sector medio de la nave principal del templo, sin
prestar mucha atención al resto de concurrentes; la celebración trascurrió
como de costumbre, con arengas del sacerdote algunos mensajes para la
comuni8dad hasta llegar a la esperada y redentora bendición final y tras ello,
la ordenada retirada de los fieles del sagrado recinto.
- Buenos días padre – buenos días hermanos, replico el padre Ciro a los
dos desconocidos quienes le abordador cuando se retira del templo
camino hacia la sacristía.
- Perdone su reverencia la indiscreción, afirmo el inspector sin identificarse
ante el párroco - nosotros queremos pedirle a su señoría una pequeña
audiencia privada para comentarle algunos asuntos en los cuale3s
creemos que su señoría nos podría orientar, por su puesto, si no es
mucha molestia.
- Claro que no hermanos, tenga la bondad de seguir al despacho parroquial
y me esperan allí un momento mientras organizo los ornamentos ¡Martica!
haga el favor de llevar a los señores al despacho y les ofrece un tintico
mientras los atiendo. Al instante la mencionada colaboradora guiaba a los
requirentes hasta el despacho parro9quial, adelantándose un corto trecho
para abrir la puerta que era mantenida bajo llave; unos pasos atrás, los
investigadores tomaban atenta nota mental sobre la disposición general
del lugar, la ubicación del mobiliario y otros detalles que a su juicio podían
serles de utilidad en los próximos días.
Una vez en el despacho, la servicial colaboradora de la parroquia invito a
los visitantes a tomar asiento en dos cómodas sillas de madera tallada
que revelaban cierta antigüedad, ubicadas frente al escritorio del párroco
– ya les trai8go el tintico, afirmo un poco zalameramente antes de retirarse
para preparar la bebida aromática anunciada por el sacerdote.
Apenas hubo de retirase la fulana, el inspector cuervo se abalanzó sobre
el esritor8io, tratando de abrir los cajones del mismo, encontrándose con
que se hallaban cerrados bajo llave, procediendo entonces a husmear
rápidamente en algunos estantes de la vetusta biblioteca ubicada detrás
del escritorio – Nada, dijo con voz lacónica, parece en la puerta y esté
atento a que no venga nadie, pero muévase Gómez que no tenemos
mucho tiempo, concluyo secamente y se dedicó a requisar algunas cajas
de cartón que se encontraban apiladas en un rincón del recinto sin
encontrar nada que considerara digno de interés
- Jefe, inquirió el agente Gómez – ya viene el cura pilas; inmediatamente,
ya los dos visitantes se hallaban respetuosamente acomodados en las
sillas que les fueron ofrecidas, de tal manera que al entrar el sacerdote
les hallo haciendo paciente ante sala en espera de arribo.
- Bueno señores ¿en qué les puedo servir ? – muchas gracias padre,
nosotros somos comerciantes de la capital y queremos adelantar
nuestros oficios por estos lares pero hemos escuchado algunos rumores
de la gente del pueblo sobre algunas cosas que vienen ocurriendo por
acá y como nosotros somos personas muy creyentes, nos da un poco de
angustia establecer nuestros negocios en lugares donde ande dando
miedo, por eso quisiéramos que usted nos aclare si hay algo de cierto en
lo que se rumora o si son simples cotilleos callejeros.
Algo perplejo por lo escuchado, el religioso, sin sospechar lo más mínimo
sobre loa intenciones de sus interlocutores y más conociendo
perfectamente el verdadero trasfondo de las murmuraciones, les
respondió tranquilamente – señores míos, se nota que ustedes son
personas con cierto nivel cultural; les aseguro que no hay nada de qué
preocuparse, eso son solos cuentos de individuos no muy ocupados que
nunca faltan en los pueblitos como este, pero no veo por qué podría
afectarlos en los proyectos comerciales unos simples rumores callejeros,
no comprendo muy bien, concluyo –Mire padre, lo que ocurre es que
nosotros somos promotores de espectáculos ambulantes, algo así como
los circos que van de un pueblo a otro, pero como sabemos que no falta
la gente a la que no le agradan los espectáculos, no queremos que las
malas lenguas se encarguen de desprestigiar nuestra labor o traten de
vincularnos con lo que andan murmurando por las calles; usted sabe
padre, a menudo los ociosos envidian lo que logra loa laboriosos.
Eso es cierto señores, respondió el religioso, pero estén tranquilos que
mientras lo que ustedes hagan no atente contra las buenas costumbres y
preceptos cristianos, nada les va a importunar en su trabajo en este lugar.
–Muchas gracias padre, ya oportunamente le haremos llegar la
información junto con la respectiva invitación para que su señoría en
persona pueda comprobar lo honorable de nuestros espectáculos,
concluyó el funcionario infiltrado.
¿Alguna otra cosa, señores? interrumpió el sacerdote. – No su señoría,
eso era todo, no le quitamos más tiempo; termino el inspector mientras
hacia una forzada reverencia al levantarse de la silla que ocupaba para
dirigirse a la salida del despacho seguido de cerca por su subalterno.
- Cada vez llega más gente rara a este pueblo- pensó en voz alta el
religioso al quedarse a solas en su despacho – Martica, ya no triga los
tintos que la visita ya se fue, más bien apúrele con el desayunito, hija que
tengo que salir temprano a hacer algunas diligencias. – Bueno padrecito,
ya me pongo en eso, respondió una voz lejana.
Tenía razón jefa, en la casa parroquial no hay más que un par de
colaboradores del cura y las cerraduras son de esas que se abren con un
gancho de pelo; no veo problema en colarnos en la noche y dar una buena
revisada al lugar, además, ya sabemos que la entrada al despacho del
padre queda al otro extremo de la casa y por es, con unas luces discretas,
podremos colarnos sin que nadie se percate…
- Bien dicho, Gómez también lo note, ¿y se dio usted cuenta de lo
convencido que estaba el curita sobre lo infundado del cuento ese de los
espantos? - ¿no le parece a usted que, en su condición de religioso,
debería por lo menos considerar la más mínima posibilidad de alguna
razón espiritual? - de estas cosas ¿siempre sacan provecho los curas y
a este padrecito como que no le cabe duda alguna de lo explicable de los
sucesos.
- ¿Entonces piensa usted que el curita tiene algo que ocultar en todo este
asunto? Pregunto inquisitivamente el agente Gómez – no lo s , todavía no
puedo afirmar nada pero creo que pronto vamos aclarar el misterio, ahora
acompáñeme a un lugar que aún no hemos visitado y donde el hombre
del ferrocarril menciono haber visto ciertas luces la misma noche de la
hechos, creo que se cómo llegar allá.
Se dirigieron sigilosamente por la calle principal hacia la salida del pueblo,
llegando pronto a la casucha abandonada donde días antes, Tomasito se
había despojado de su indumentaria y no tardar mucho los sabuesos en
hallar rastros de su presa; una destartalada caja de cartón cubierta con
lonas de desecho; grave error de los perpetradores, los cuales, ocupados
en preparar su representación, no ocultaron adecuadamente la evidencia
de sus actividades, las cuales fueron encontradas por los acuciosos
detectives, quienes, una vez abierto el contenedor, apreciaron intrigados
su singular contenido, el cual, aunque por sí solo no probaba nada, si
daba pie para ir atando cabos sobre la realdad de los hechos motivo de
investigación,
- Estas son como prendas e implementos de payaso, jefe; afirmo
inocentemente el agente Gómez – no sea tan bruto hombre, ¿no ve todas
esas manchas de pintura roja y pintura negra y todos esos tarros de
pintura revueltas? - ¿qué payaso se pone encima un disfraz chorreando
pintura? yo lo que pienso es el que lo uso lo hizo y se lo quito
rápidamente, con la pintura todavía fresca, tanto para embadurnar toda la
caja… ¿y por qué abrían de esconder en un lugar como este semejante
montón de implementos? – ¡aquí hay algo muy raro Gómez, muy raro
ahora tenemos que averiguar quién está detrás de todo esto!
Con aire de satisfacción, el inspector y su colaborador regresaron al hotel
donde tomaron un opíparo almuerzo seguido de una merecida siesta que
se prolongó hasta casi las cinco de la tarde, cuando, al consultar su reloj,
el sobresaltado jefe sacudió por los hombros a su aun inconsciente
compañero – Gómez, despiértese hombre que ya casi tenemos que irnos;
arriba que debemos alistarnos.
Todavía medio dormido, el obediente subalterno salió en busca de los
implementos que su jefe le encomendó conseguir y así, en un corto lapso
de tiempo ya se encontraba de regreso en la habitación que compartían.
-Acá está todo lo que me encargó, jefe, dijo sin saludar siquiera al ingresar
apresuradamente a la habitación, mientras cerraba forzadamente con el
borde del pie la puerta de ingreso para no tener que descargar los
paquetes que portaba. – veamos que consiguió …uhmm…talla grande,
muy bien, las gorras servirán mucho, creo que está todo Gómez, bien
hecho…ahora preparémonos para la acción.
Luego de la cena, la cual ingirieron con prisa, los dos investigadores se
aprestaron a vestirse con las ropas que el agente Gómez había
conseguido en el comercio local y con las cuales, finalmente quedaron
como para asistir a algún funeral; totalmente de negro, de pies a cabeza,
pantalones, camisa y unas gorras del mismo color al estilo de las que
utilizan los excursionistas de altura, un tipo de pasamontañas que apenas
dejaba descubiertos los ojos. Ya completamente vestidos con los
atuendos descritos, a excepción de las capuchas, disimularon su extraña
pinta con unas camisillas estampadas sobrepuestas para no llamar la
atención del personal del hotel, entonces contemplaron pacientemente el
paso de los minutos a la espera de que las calles del pueblo se vaciaran
de transeúntes y como a eso de las diez de la noche, salieron
discretamente del hotel, dirigiéndose hacia las afueras del poblado para
esperar el momento apropiado para acometer su misión.
Poco antes de las once de la noche, ya se encontraban debidamente
ubicados bajo el ramaje de algunos frondosos árboles, despojándose de
sus vistosas camisetas, buscando de ésta manera camuflarse en la
oscuridad de la noche y así se dirigieron hacia la cuadra posterior de la
casa parroquial, escurriéndose fácilmente bajo las destempladas cuerdas
del alambrado, recordando los simulacros de comando terrestre que los
dos tuvieron durante su entrenamiento en la fuerza policial.
Una vez franquearon el cercado, se deslizaron furtivamente hasta
alcanzar el muro posterior del despacho parroquial, según recordaban por
su visita previa al lugar, el cual, a escasa altura del suelo tenía u amplio
ventanal de doble hoja, con marco de madera y vidrio opaco, el cual
dejaba un espacio entre las dos hojas, por el cual el agente Gómez
deslizó hábilmente la acerada hoja de su navaja de bolsillo, logrando
desplazar en la parte interna de la puerta el pasador que aseguraba la
misma; un discreto clic y ya estuvo listo…una de las hojas de la puerta
ventana se entreabrió lentamente ante la mirada de satisfacción del jefe
del improvisado grupo comando…-listo Gómez voy a entrar…présteme la
linterna y quédese aquí vigilando…-Q.T.H. jefe, se limitó a responder
mecánicamente el subalterno, absolutamente inmerso en su papel de
fuerza especial de alta inteligencia.
Sosteniendo entre los dientes la pequeña linterna, el inspector procedió a
esculcar en los cajones del escritorio, mismos que abrió con facilidad
gracias a la ayuda de la navaja que le entregara su compañero antes de
colarse por la ventana al interior del despacho, no encontrando más que
documentos de la parroquia y algunas cartas de devotos feligreses
solicitando éste o aquel favor; también encontró una modesta suma de
dinero en una pequeña caja de madera con tapa deslizante que
seguramente hacía las veces de caja de seguridad, pero cuando casi
daba por terminada su pesquisa, en uno de los cajones inferiores de un
viejo armario de madera en el cual encontró algunos ornamentos para las
celebraciones litúrgicas, camuflado entre ropajes halló un trozo grande de
tela, muy manchado con pintura roja y negra, lo cual le pareció extraño
¿por qué se habría de guardar entre los hábitos del sacerdote un trapo
tan sucio como este? fue la pregunta que de inmediato surgió en la
acuciosa mente del investigador, quien de inmediato lo expropió y
procedió a doblarlo cuidadosamente para acomodarlo bajo su camisa sin
llamar la atención; una última mirada a otros cajones y dio por terminada
su labor de inteligencia en aquel lugar, procediendo a abandonar el sitio
utilizando la misma ruta del ingreso, logrando, no sin cierta dificultad
volver a correr desde fuera el pasador interno que aseguraba la ventana
de manera que nadie se percatara de la intromisión.
¿Cómo le fue, jefe? Requirió el agente con ansiedad… ¿encontró algo...?
-baje la voz Gómez que aún no estamos a salvo, ande adelante
alumbrando bajito con la linterna por el mismo camino por donde vinimos,
y así, los dos furtivos intrusos se alejaron del lugar cuidándose mucho de
ser vistos por nadie.
Cuando consideraron prudente hacerlo, procedieron a quitarse las
capuchas y volvieron a colocarse las vistosas camisetas sobre sus negros
ropajes, retomando su aspecto normal y así, tranquilamente se dirigieron
hacia el hotel donde se hospedaban, ingresando directamente a su
habitación sin cruzar palabra con nadie.
Una vez despojados de su traje camuflado, el inspector procedió a revisar
cuidadosamente el trozo de tela que sustrajera del despacho del
sacerdote, corroborando ahora, gracias a la adecuada iluminación, el tipo
de sustancia que manchaba su botín…definitivamente se trataba de
pintura…- oiga Gómez, ¿no le parece mucha casualidad que este trapo
tenga manchas de pintura similares a las que encontramos en los
disfraces de la casucha abandonada…? frunciendo sus pobladas cejas,
en un gesto de actitud dubitativa, el subalterno replicó -La verdad señor,
pienso que esas manchas podrían venir de cualquier parte, no creo que
constituyan evidencia alguna…- eso es cierto Gómez, pero al menos ya
contamos con algunos indicios sobre por donde pudieron correr los tiros
en este asunto…

LA HUELGA…
-Mire ingeniero, si no se llega pronto a un acuerdo con los honorables
representantes del sindicato sobre el reajuste de horas extras, festivos y
dominicales, vamos a iniciar un paro indefinido de actividades en las
próximas horas; afirmó resueltamente Pedro Alejo, también conocido en
el gremio de trabajadores como “Pedro Agallas”, en virtud a las
reconocidas muestras de arrojo y valentía que había exhibido en distintas
ocasiones y por lo cual se había ganado el respeto entre sus compañeros
a lo largo de los años. El ambiente era tan pesado que podría cortarse
con una navaja, en la sala de juntas de la dirección de operaciones de la
empresa concretera, sitio al cual habían convocado al mencionado
representante del sindicato algunos funcionarios de la fábrica,
preocupados y a la vez molestos ante las nuevas exigencias,
recientemente manifestadas por parte de la asociación de trabajadores,
contando con el buen juicio de aquel hombre, como una medida previa
tendiente a evitar nuevos contratiempos para la ya mermada
productividad de la empresa.
-Vea, señor Ríos, espetó en tono enérgico el ingeniero jefe de
operaciones industriales, un hombre de unos sesenta años de edad, con
cara regordeta y cabellos blancos que formaban llamativos bucles en las
partes laterales de su enorme cráneo; Adolfo Ibáñez, profesional en
Ingeniería Industrial con una amplia experiencia en su trabajo, habituado
a tratar con ésta clase de situaciones laborales y a la lidia de cuestiones
sindicales...-no vamos a permitir de ninguna manera que nuevos
saboteos a la producción como los de los días anteriores; dese usted
cuenta que casi se matan dos operarios del área de bombas y aún no se
tiene clara la causa del accidente laboral; las directivas no estamos muy
convencidas de lo fortuito de ese incidente, tenemos serias sospechas de
que en realidad se trató de un acto de saboteo para retrasarla producción
y tenga la seguridad que de encontrar evidencia alguna en tal sentido,
van a rodar cabezas en ésta empresa .
-Pues averigüen lo que tengan que averiguar, ingeniero, a los
compañeros del sindicato nos parece muy bien que se aclaren
adecuadamente esa clase de situaciones y si se llegara a comprobar
algún tipo de sabotaje, pues que se tomen los correctivos que ustedes
consideren pertinentes, en eso todos estamos de acuerdo, pero no veo
que tiene que ver ese asunto con lo que en justicia estamos solicitando
en nuestro pliego de peticiones…concluyó Pedro asumiendo una actitud
desafiante ante su interlocutor.
-La producción de los últimos meses ha sido muy baja y se corre el riesgo
de incumplir con las cuotas a las que estamos obligados en el gremio
empresarial, siendo nosotros la principal entidad productora de concretos
en ésta región del país, la cosa no es tan sencilla, de no mejorar el
tonelaje mensual, podríamos vernos afectados absolutamente todos los
trabajadores de ésta fábrica; señor Gómez, no es el momento para
promover ningún tipo de actividad que afecte la producción, podríamos
ser sancionados por el gremio si continuamos incumpliendo esas cuotas,
eso sería gravísimo y podría llevar incluso al cierre de ésta fábrica, que
de por sí ya es bastante obsoleta comparada con otras que producen más
y a menor costo.
Usted me está dando la razón, ingeniero Ibáñez, repuntó de inmediato el
representante sindical; si de mejorar la producción se trata, pues entonces
hay que estimular a los trabajadores para que rindan de mejor manera en
sus labores y una buena estrategia sería el reconocer justamente el
esfuerzo que se les exige, trabajando en horarios extralegales cuando la
empresa así o requiere; así nos beneficiamos todos, ¿no le parece...?
-La cosa no es tan sencilla, Pedro, respondió el funcionario, llamando
intencionalmente por su nombre al operario de máquinas, buscando
sutilmente relajar un poco el tono de la conversación; -usted conoce
perfectamente los acuerdos anteriores que hemos firmado con el
sindicato, sea consciente de todas las concesiones que les hemos hecho
durante los últimos años, por ejemplo, los subsidios económicos a los
trabajadores por cada nuevo hijo que nazca o la prima de mitad de año,
eso representa una dura carga financiera para la empresa y,
sinceramente, con la actual situación, no es posible acceder a nuevas
erogaciones, simplemente las cuentas no dan hombre; no es
humanamente posible hacerlo.
Rompiendo el atento silencio que hasta ese momento había guardado,
José María, el ingeniero director de producción minera, intervino trayendo
a colación las actividades recreativas y culturales que se venían
realizando en las últimas semanas como parte de una estrategia para
promover el bienestar del personal de operarios y sus grupos familiares,
lo cual fue apoyado mediante movimientos de aprobación con la gran
cabeza por parte del jefe de operaciones.-dese cuenta Pedro, la empresa
hace lo que puede para mejorar el ambiente laboral, pero pongan ustedes
de su parte, colaboren con la entidad y una vez que se mejoren las cifras
de productividad, ahí si nos sentamos a analizar las posibilidades de
atender sus solicitudes, pero por el momento, le repito, es imposible
cargar con más obligaciones las finanzas de la empresa.-pues doctor, eso
ya no es cosa que pueda yo decidir, anotó Pedro. La gente está dispuesta
a hacer lo que sea necesario para que se le reconozca sus derechos, yo
voy a comentar lo que hemos hablado aquí en la próxima reunión del
sindicato, allá decidiremos como se va a proceder; con su pe3rmiso
doctores, concluyó e inmediatamente se levantó de su silla de la mesa de
reuniones, donde permanecieron sentados los preocupados funcionarios
ante la situación presentada.
¿En qué quedaron, Pedrito, que dijeron los ingenieros…? Le interrogó
apresuradamente Luis Robles, aparejando su paso al de su compañero
quien salía con cara de tribulación de las oficinas administrativas. -Pues
Torito, esa gente no quiere ceder a nuestras peticiones, dicen que no hay
plata, que la producción está muy baja, mejor dicho, lo de siempre; yo
creo que va a tocar apretarlos un poco para que vean que la cosa ve en
serio.
-Entonces citemos de inmediato a los compañeros de la junta directiva a
una reunión extraordinaria para definir las acciones a tomar; no vamos a
permitir que se continúe pisoteando nuestros derechos gremiales.
Pienso o mismo Torito, va a tocar plantarle cara dura a esa gente.
A la hora del almuerzo, luego de escucharse el estridente silbato que
determinaba el inicio del receso del medio día, de todos los rincones de
la fábrica, cual colonia de hormigas tras un objetivo, acudieron decenas
de trabajadores para reunirse en las instalaciones del salón sindical de la
empresa, atestando el recinto, el cual era dominado por una larga mesa
cubierta con un mantel blanco, ubicada sobre una tarima en el fondo del
espacioso lugar, en la cual ya se encontraban acomodados en sus sillas,
a la espera del personal, los miembros de la junta directiva de la
asociación, los cuales, apresuradamente recorrieron en las horas
anteriores todas las secciones de la empresa, convocando a los
trabajadores para realizar el mitin en la hora del almuerzo, asegurando
así la presencia del mayor número posible de asistentes. Pasados unos
minutos, mientras se acomodaban de la mejor manera los asistentes y
luego de verificar el adecuado funcionamiento de los micrófonos, tomó la
palabra el Presidente del sindicato, el cual, llamando al orden a la
exaltada concurrencia logró captar la atención de los asistentes. -
Compañeros agremiados, comenzó diciendo el Toro Robles con
intencional acento veintejuliero; -los hemos citado a éste recinto gremial
para ponerles al corriente de la situación presentada con las directivas de
la fábrica y entonces procedió a leer el comunicado que la directiva había
preparado para ser presentado a consideración de la asamblea general,
en pos de su adecuada socialización y aprobación por ésta, para definir
los puntos que harían parte del pliego de peticiones que se presentaría
luego a las directivas de la empresa, los cuales, básicamente consistían
en lo que expusiera Pedro a los ingenieros, unas horas antes.

-En caso de no ser concedidas las justas peticiones que les acabo de
enunciar, solicito la aprobación por parte de ésta asamblea para proceder
al a declaratoria de huelga general de trabajadores en ésta fábrica; lo que
les informo ahora, fue lo mismo que el compañero Pedro Agallas debatió
con los representantes de la empresa en una reunión informal a primera
hora de la mañana de hoy obteniendo como respuesta la rotunda negativa
por parte de esos funcionarios…
Una intempestiva risotada colectiva resonó en el recinto al escuchar el
remoquete con el cual se había referido a Ríos el Presidente del sindicato.
–Quise decir, los puntos que debatió el compañero Pedro Ríos con el
personal de la empresa, disculpen el lapsus. Otra risotada, mayor que la
primera retumbó en el salón ante la ingenua disculpa del ruborizado
sindicalista…
Bueno, compañeros, ya pongámonos serios, la realidad es que las
directivas de la empresa se niegan a considerar siquiera nuestras
peticiones, creo que va a ser necesario declarar la huelga para que se
siente esa gente a negociar, tal como ha ocurrido en el pasado, con esa
gente toca por las malas…Esta vez fue una andana de chiflidos,
palabrotas y abucheos la que inundó el salón sindical, haciendo imposible
escuchar lo que el orador pretendía seguir diciendo. -Señores, por favor,
hagamos silencio; orden por favor… ¡SIILENCIIOO...! gritó
desaforadamente Robles como medida desesperada para retomar el
control de la reunión, tal como lo hacían antiguamente los maestros de
escuela ante la guachafita de sus educandos. Una vez obtenido un
ambiente aceptable, retomó Robles el uso de la palabra. -Continúo, pues,
como les decía, no hay al momento una actitud de negociación entre las
directivas de la fábrica y en cambio exigen una mayor productividad de
nuestra parte; compañeros, mejor dicho, nos quieren poner más carga
dándonos menos pastura. Otra vez un sonoro abucheo tronó por todo el
salón y luego de dar un prudente espacio de tiempo para que la multitud
expresara su indignación, el líder sindical continuó exponiendo sus
últimos planteamientos. –Los honorables miembros de la junta directiva
de éste sindicato, ponemos en consideración de la asamblea en pleno los
siguientes puntos para su aprobación; Primero, declarar el cese indefinido
de actividades en todas las áreas operativas de la
fábrica…inmediatamente otra soberbia algarabía resonó en el lugar.
- Segundo, continuó diciendo Robles; - Autorizar a los honorables
miembros de la junta directiva del sindicato para entablar una mesa
permanente de negociaciones a nombre del gremio de trabajadores con
las directivas de la empresa. Una ovación aprobatoria se escuchó como
respuesta al planteamiento. –Tercero, invitar a aquellos compañeros que
deseen formar parte de los distintos comités de huelga para adelantar la
coordinación de las actividades que se consideren necesarias durante el
tiempo que dure la huelga.
Una vez obtenida la aprobación por la asamblea de las proposiciones
presentadas, mediante el sistema de palmoteo, el directivo concluyó
lanzando arengas, vivas y abajos para una y otra de las partes en
conflicto...-vivan los trabajadores de la empresa concretera de San Rafael
de Los Reyes…… ¡VIVAAA…! Resonó el grito de la exaltada
concurrencia; la huelga era inminente.
Luego de fijar como la hora cero para el cese de actividades, las seis de
la tarde de ese mismo día, se conformaron los distintos comités de huelga
en medio de un total caos, los cuales fueron instados a permanecer en
las instalaciones del salón sindical, una vez concluida la reunión, siendo
de ésta manera, en la práctica desde ese momento iniciada la huelga
general de trabajadores de la empresa concretera.
En medio de na febril actividad, difícilmente se lograba coordinar la labor
de cada comité, en virtud de la desordenada manera como los voluntarios
pretendían imponer sus propios puntos de vista sobre ésta o aquella
propuesta.
Se estableció un comité de información, el cual se encargaría de
mantener al tanto de los acontecimientos que fueran ocurriendo al
personal en huelga de las distintas áreas operativas de la empresa, lo
mismo que de recoger las inquietudes o requerimientos que se fueran
presentando para ponerlas en conocimiento de la junta directiva del
sindicato, quien se auto proclamó como comité central de huelga.
También se conformó un comité de seguridad y vigilancia, el cual se
encargaría de mantener el orden entre los huelguistas, lo mismo que de
estar atento a cualquier acción de hecho que p durante el cese de labores.
Otros comités se encargarían de la logística y alimentación, otro , de
coordinar las comunicaciones tanto al interior como a l exterior de la
fábrica; en fin, se crearon tantos comités como necesidades fueron
detectadas por los acuciosos promotores de la actividad sindical.
En la sala de juntas de la Gerencia administrativa, los directores de áreas
operativas aportaban sus opiniones sobre la mera que debería ser
afrontado el eminente cese de labores, tratando de establecer una
posición que demostrara firmeza por parte de las directivas de la empresa
para desestimular la ya reiterada actitud desafiante y fuera de contesto
de los miembros del sindicato, los cuales, a su modo de ver venían
perjudicando sistemáticamente el rendimiento y la productividad de la
fábrica, por lo cual era necesario poner punto final a este tipo de acciones
de hecho de su parte.
- No vamos a tolerar nuevos chantajes ni amenazas, sentencio
enfáticamente en gerente administrativo, dando un puñetazo a la mesa
de conferencias; - ya se pasaron de raya con sus exigencias, como creen
que se va a tolerar dos huelgas en un mes, eso no ocurre en ninguna
empresa de ningún lugar del mundo; esto se acabó, hay que ponerle coto
a esta sinvergüencería…
- Los asistentes a la reunión se miraron unos a otros escudriñando en sus
propias mentes para tratar de encontrar alguna salida a la situación, hasta
que el subgerente operativo intervino para emitir la que en su criterio
debería ser la posición oficial de la empresa, la cual resumió en tres
puntos principales.
Como primera medida, espeto, se debe expedir un comunicado dirigido a
los inspectores de producción exigiéndoles la obligatoria presentación a
la oficina de personal de listados informando quienes participan en el cese
de actividades para que sean tenidos en cuenta en lo sucesivo.
En segundo lugar, continuó – se debe expedir un comunico oficial por
parte de la directivas de la empresa declarando la ilegalidad de cualquier
cese de actividades en la fábrica, por no considerante legítimamente
fundada las pretensiones planteadas por parte de los representantes del
sindicato de trabajadores, y en tercer lugar, continuo, - se debe coordinar
con los supervisores de cada área operativa la vigilancia permanente de
las actividades en las plantas de producción para prevenir posibles
acciones de sabotaje contra la maquinaria.
Luego de un pesado silencio, como tratando de digerir el duro trago que
ofreciera el funcionario, otros representantes de la empresa intervinieron
para aportar sus sugerencias, buscando encontrar alguna salida
negociada. Al terminar la reunión, se firmó un comunicado que reunía los
puntos antes relatados para ser enviado de inmediato con un mensajero
a la sede del sindicato de trabajadores.
Abriéndose paso entre los excitados asistentes al salón sindical el
designado estafeta cumplió con la misión a él confiada, haciendo la
entrega personal al secretario del sindicato, quien no era otro que el
propio pedro Gómez, ahora muy apersonado en el ejerció de sus
funciones, tras la mesa principal, el cual ceremonialmente procedió a
firmar el recibido del comunicado, devolviendo bruscamente el
comprobante al pobre mensajero de las directivas de la empresa.
Retirándose hacia una zona del salón, la cual no se encontraba tal
atiborrada, Presidente y Secretario de la asociación sindical procedieron
a enterarse del contenido del documento recién recibido. – Conque esas
tenemos, ¡ se da cuenta pedro, con esa gente no se puede, vamos a
Comentar a los compañeros de la directiva lo que dice este papel y de
una vez redactemos nuestra respuesta confirmando lo que decidió la
asamblea general.
Así trascurrieron, entre idas y venidas, comentarios, suposiciones y
reuniones sucesivas las restantes horas de aquel día, en todos los
rincones de la fábrica tanto del lado de los sindicalistas como del de las
directivas de la empresa; las dos partes se preparaban para lo que se
presumía seria otra contienda al interior de la entidad.
Grupos de huelguistas bloqueaban las áreas de ingreso a secciones Commented [WU2]:
vitales del proceso productivo , cartelones enarbolando insultado con Commented [WU3R2]:
carteles elusivos a la lucha sindical y al reconocimiento de los derechos,
reclamando. Otros encendieron fogones de leño en áreas a la intemperie
donde sin saber de donde salieron, montaron primitivas cambuchas con
lonas, plásticos y estructura de madera, destinados albergar a quienes
permanecerían por tiempo indefinido en las instalaciones de la fabrica a
manera de toma pacifica de la misma.
Fuerzas de policía fueron acudieron a las proximidades de la empresa,
ubicándose en las áreas de acceso a la misma, luego de ser solicitada su
presencia por parte de las directivas como una medida de prevención de
posibles disturbios tanto al interior como en los alrededores de la fábrica;
no obstante, los altos funcionarios de la empresa se cuidaron de no
autorizar por el momento el ingreso de la fuerza publica al interior de la
fabrica lo cual se reservaba para el caso eventual de presentarse
cualquier clase de despropósito.
En grandes fondos metálicos se prepararon alimentos para los
participantes en la huelga y se organizaron improvisadas áreas de
alimentación atendidas por los propios trabajadores dando al lugar el
aspecto de una bizarra área de desastre.
Las siguientes horas trascurrieron en medio de una tensa calma, sin que
parte de ningún bando se tomara la iniciativa para entablar cualquier clase
de dialogo.
Aun se escuchaba el trino matutino de las aves saludando el nuevo día,
período de tiempo en el cual, usualmente se daría inicio la jornada diaria
de empresa, pero en esta ocasión, decenas de vehículos hacían fila
esperando que fuera abierta la puerta de ingreso principal de la fábrica,
pero, justo detrás del gigantesco portón de pesado marco metálico que
soportaba unas enormes láminas de maya de acero que permitían la
visibilidad atreves suyo, un nutrido grupo de trabajadores arengaba sus
proclamas y amenazaba con apedrear cualquier vehículo que osara
ingresar a las instalaciones de la fábrica. El personal de seguridad y
vigilancia que regularmente prestaba sus servicios a la empresa, formo
un cordón de contención a prudente distancia entre la masa de
manifestantes y el portón de ingreso a la empresa, repeliendo con sus
garrotes a algunos enardecidos trabajadores, mientras que algunos de
sus compañeros se aprestaban a abrir el pesado portón para dar paso
restringido a la expectante caravana estacionada del otro lado de la
puerta. Rechinando grotescamente sobre los oxidados goznes en virtud
del peso de las hojas, el gran portón se abrió lastimeramente dando paso
a los primeros vehículos donde llegaban algunos funcionarios del área
administrativa, los cuales fueron conminados por parte de las directivas a
cumplir con su jornada laboral a pesar de la peligrosa situación de la
fábrica.
Entre los recién llegados se encontraba el doctor Amaya, profesional de
la Medicina recientemente vinculado a la empresa, quien además
formaba parte del selecto grupo de funcionarios a quienes se había
asignado una vivienda en la Unidad Residencial, construida para albergar
a unos pocos beneficiarios, por lo cual le apremiaba ingresar a los predios
de la empresa para constatar el bienestar de su esposa familia, luego de
pasar algunos días en la capital asistiendo a un congreso medico al cual
le había enviado la empresa. Este hombre no se andaba con rodeos
tratándose de su propia seguridad o la de su familia y por ello fue uno de
los que con mayor ímpetu exigió se permitiera su ingreso a la fábrica a
pesar del riesgo que ello pudiera implicar. Apenas había avanzado unos
pocos metros cuando sintió un golpe seco contra la puerta lateral, la del
copiloto en su vehículo; lo habían apedreado desde el lugar donde se
encontraban los manifestantes. Haciendo acopio de todo el poder de
autocontrol, apago el motor de su automóvil y de manera tranquila se
apeó del mismo, dirigiéndose a la parte que supuso había sido afectada,
tal como efectivamente verificó; una gran sumidura, parcialmente
desprovista de pintura, deformaba la parte central de la portezuela; el
galeno respiró profundamente, indignado ante tal agresión, consciente de
las muchas ocasiones en las cuales habría prestado sus buenos servicios
al ahora incógnito autor de tal bellaquería. Con fingida calma, caminó
parsimoniosamente hacia el sitio del cual presumió habría procedido el
infame proyectil – señores, tengan ustedes un buen día, saludo
cordialmente – solo quiero manifestar mi profunda desilusión para con
aquella persona que de forma tan rastrera corresponde a los servicios
que seguramente debo haber prestado en todos estos años a él mismo o
alguno de sus familiares.
-Vea doctorcito, le encaro un hombrón de unos cuarenta años armado
con un grueso madero el cual blandía amenazante en actitud de querer
emprenderla contra el medico; - la cosa no es con usted, pero de aquí no
pasa nadie y mire a ver que va hacer – pero Isidro, replico el galeno,
reconociendo de inmediato al mal encarado personaje; - yo lo único que
quiero es llegar a mi casa, acabo de llagar de la capital y hace días que
no veo a mi familia, hágame el favor de dejarme pasar. – Ya le dije que
no medicucho, y si no entiende por las buenas tocara hacerle entender a
las malas, reposto desafiante el airado mancebo, haciendo el amago de
prepararse para asestar un golpe a su interlocutor, el cual, ya viéndose
amenazado en su integridad física, de forma instintiva descargo con todo
el peso de su cuerpo un repentino derechazo que acertó en la mandíbula
del mentecato agresor, el cual, al momento de recibir el impacto, fue
lanzado varios metros atrás, cayendo cual largo era como fulminado ante
la atónita mirada de los de allí presentes, los cuales viendo la resuelta
actitud de aquel médico de estatura superior al metro ochenta y unos cien
kilos de peso, lo cual no fuera, para su propia desgracia, considerado por
su ahora inconsciente retador; en total silencio, algunos de los huelguistas
se limitaron a retirarlo a rastras tomándolo por los desgonzados brazos
para tratar de reanimarlo, dando paso al enardecido triunfador de la
trifulca, el cual, echando fuego por los ojos y espuma por la boca, subió a
su vehículo y prosiguió su camino hacia su lugar de residencia, seguido
por otros vehículos nerviosamente conducidos por sus atónitos
conductores, los cuales no daban crédito a lo que sus ojos acababan de
ver…¿ el doctor Amaya peleando? se preguntaban unos a otros sin dejar,
a pesar de su sorpresa, de aplaudir la valerosa actuación que habían
presenciado.
Apenas franqueo el portal de su casa, fue literalmente arrollado por su
esposa, Nancy, la cual ya había sido advertida por vía telefónica sobre el
altercado en el cual se había visto implicado su marido. – ¿qué te paso
cariño, estas bien, te hicieron daño? – no es nada querida, solo recordé
mis épocas en el equipo de boxeo de la Universidad, respondió
tranquilamente Amaya al tiempo que batía en el aire su puño derecho, el
cual ya presentaba algún grado de inflamación en los nudillos centrales a
consecuencia del impacto contra la humanidad de su derrotado
contendor. -Fue el sinvergüenza ese del Isidro Puerto, el que trabaja en
servicios generales quien trató de agredirme para impedirme el ingreso a
la fábrica a pesar de haberle explicado claramente que mi intención solo
era la de venir hasta aquí para verificar que estabas bien; por favor
querida, tráeme una bolsa con hielo, no quiero que se siga inflamando mi
mano. -Voy corriendo cariño, respondió nerviosamente la angustiada
mujer, la cual partió veloz hacia la cocina de la casa para preparar la
compresa fría que su esposo solicitaba.
La noticia de la nueva situación de huelga en la empresa concretera se
extendió rápidamente por el pueblo, causando gran inquietud entre sus
habitantes, los cuales, en una gran proporción, o bien dependían
directamente del salario que algún miembro de su grupo familiar
devengaba como trabajador de la fábrica o recibían su pensión de retiro
de la misma. Por todos los rincones del poblado se cotilleaba sobre las
últimas noticias que llegaban sobre el desarrollo de los acontecimientos
que por fuerza afectarían en mayor o menor grado el diario vivir de toda
la comunidad Sanrafaeluna.
Como se planteó anteriormente, no todos los trabajadores aprobaban las
acciones promovidas por el sindicato; una buena parte de ellos no
compartía las posiciones radicales adoptadas frecuentemente por los
miembros del ente gremial, considerándolas en algunas ocasiones como
inadecuadas y aun desproporcionadas en otras. Este era el caso de
algunos trabajadores con mayor antigüedad en la empresa, los cuales
reprobaban las prebendas de las cuales gozaban los líderes sindicales y
de otra parte, reconocían los distintos beneficios que con el paso del
tiempo se habían ido alcanzando para los trabajadores, por lo cual
preferían no poner en riesgo mediante acciones de hecho la estabilidad
de la empresa de la cual dependían para llevar el sustento a sus familias.
Entre estos trabajadores se encontraban algunos personajes
protagonistas de esta historia, entre ellos Eliseo pinzón y su compadre
Ali, los cuales, recordemos, apenas se andaban recuperando de los
estropicios que sufrieran en su estado de salud como consecuencia de su
imprudente accionar, lo cual, al parecer había sido aleccionador para ellos
y lo último que deseaban en estos momentos era participar en nuevas
aventuras que pudieran implicar cualquier clase de situación de riesgo
para su estabilidad laboral o familiar y así lo expresaron abiertamente al
hacerse presentes, mostrando todavía en sus personas algunas
evidencias de las lesiones que recientemente sufrieran, en el salón
sindical donde se debatía activamente distintos asuntos referentes a la
crítica situación por la que se pasaba en esos momentos.
Con actitud resulta se dirigieron al lugar de donde se encontraban algunos
líderes sindicales. –“Buenos días tengan los señores”, saludó
solemnemente Ali a los Allí a los allí reunidos: - Mi compadre y yo
queremos robarles unos minutos de su valioso tiempo para que escuchen
nuestra humilde opinión sobre lo que está ocurriendo en la empresa, si
no es mucha molestia; concluyo. –Por supuesto que no es ninguna
molestia, compañero Gamba, contestó con un forzado tono de
cordialidad, sospechando de ante mano el sentido de lo que aquel hombre
les quería comunicar. El viejo Joaquín Tavera intervino: - hola verraquera,
¿cómo siguió?, pregunto al tiempo que esparcía un montón de papeles
sobre la mesa de trabajo. - Ya un poco mejor compañero Joaco, lo que
pasa es que los años no vienen solos y ya uno no aguanta tanto como
antes, respondió Ali. – Eso es cierto compañero, nos estamos haciendo
viejos, anotó Tavera. – Y no aprendemos, interrumpió intempestivamente
Eliseo, quien ya se había acomodado en una silla al otro lado de la mesa,
justo al frente de los atareados sindicalistas. – No sé si ya enteraron de lo
que paso en la entrada principal; ¿cómo se les ocurre ir a impedir el
ingreso a los predios de la fábrica de los funcionarios administrativos; no
ven que esto es propiedad privada de la empresa y estaríamos
cometiendo una acción ilegal? – Mire Chuco, replico Tavera – yo tampoco
aprobaba al principio esto de los bloqueos, pero si no nos hacemos sentir
parando las actividades a todo nivel, pues no va a haber cuando nos
resuelvan las peticiones. - ¿Y les parece a ustedes bien lo que hizo el
papanatas ese del Isidro, de ir a agredir al doctor Amaya?... ¿cómo se
puede permitir eso?... ¿no ven que ahí se puede armar hasta un lio legal?
Recalcó enérgicamente Eliseo, paseando una inquisidora mirada por los
rostros de los allí presentes.
- La cosa tampoco fue tan grave compañero; intervino Luis Robles, quien
hacía unos instantes se había unido al grupo de conversación. – Eso no
fue más que una escaramuza sin importancia y además quien tendría que
colocar una demanda seria el propio Isidro, luego del trompadón que le
metió el médico.
- Eso creen ustedes compañeros, pero a mí me parece que esto fue una
cosa delicada, un muy mal precedente; ¿cómo va un trabajador a
amenazar con pegarle a un funcionario de la empresa?... ¿qué creen
ustedes que estarán pensado las directivas sobre la huelga si ya hasta la
policía llego? … - compañeros, esto se les puede salir de las manos si
nos le ponen límites y control adecuado a las actividades que se vayan a
programar, anotó Ali en actitud reflexiva.
- Puede que tenga usted razón Ali, intervino pedro Díaz, quien hasta el
momento se había limitado a escuchar las diferentes intervenciones. –
Eso no debió pasar, pero entienda que en esta clase de acciones
colectivas hay cosas que se salen de las manos, aun de las del comité de
vigilancia, el cual es el encargado de esos asuntos; por fortuna, la cosa
no paso a mayores y lo único que resulto de todo ese embrollo fue la cara
inflamada del Isidro, además, ya se habló con él para que no le eche más
leña al tercio; eso ya quedo de ese tamaño…
-Eso está por verse estimados compañeros, sentencio Ali, - de todas
maneras, quiero manifestar mi desacuerdo con los bloqueos que se están
haciendo; no me parece bien, estamos peleando unas cuestiones
económicas, eso es todo y no hay necesidad de echar a la gente contra
los funcionarios de la empresa; ésta cuestión se debe manejar en una de
negociaciones, no a piedra ni a palo.
bg-Pues eso mismo pensamos los dirigentes de la huelga compañero,
pero dese cuenta que ya casi completos veinticuatro horas de paro y
todavía no se ha recibido ninguna propuesta de las directivas para entrar
a negociar; anoto con tono severo el toro Robles.
- ¿Pero cómo pretenden ustedes esperar que se les convoque a una
posible mesa de negociaciones mientras se está amenazando en su
propia integridad a los representantes de la empresa? ¡ POR DIOS !
métanle sentido común al asunto, con acciones como la de hoy si que
menos se va a poder adelantar cualquier arreglo; acuérdese Luisito, de la
vez aquella, hace como tres años, cuando se tomaron las dependencias
administrativas por el asunto ese de las primas extralegales, ¿ y que
paso…? Pues fueron quince días pasando tranajos los compañeros que
permanecieron durmiendo en las oficinas, todos cochinos y aguantando
hambre por que la policía no permitió en los últimos días que ingresara
nadie a la fábrica, para finalmente terminar todo con la salida de esa pobre
gente solamente con el compromiso por parte de la empresa de entablar
una mesa de negociaciones luego de que se desalojaran las oficinas y
finalmente, lo único en concreto que se consiguió fue el incremento
normal que de todas maneras nos tenían que dar ese fin de año.
- Pero esa era otra situación Chuco, replico Robles; hoy en día hemos
ganado muchas conquistas sindicales y los de la empresa saben que
hablamos en serios cuando paramos labores, ya vera que en un par de
días de resuelve favorablemente todo esto, ya vera…
- Que Dios lo oiga, torito, respondió Eliseo en tono lacónico: ojalá no se
compliquen más las cosas yendo a por lana, salgamos trasquilados, pero
bueno, para no quitarles más tiempo, solo quiero recalcar que muchos
compañeros no aprobamos las acciones abusivas que han cometido
algunos trabajadores y que, si esta situación se prolonga más de un par
de días, estamos dispuestos a retomar nuestras labores, así no lo
apruebe el sindicato, pilas pues compañeros, a definir prontico las cosas
con las directivas, mejor, por la buenas, pues como dicen, se agarran mas
moscas con miel que con hiel, y ahora si,; les buen día señores, concluyo
Eliseo brindando la mano a cada uno de los sorprendidos dirigentes
sindicales sentados a la mesa.
- ¿ Y usted compañero Ali. Piensa lo mismo que el Chuco? , pregunto
pedro haciendo un inquisidor gesto frunciendo las cejas, pronunciando los
profundos surcos de su frente. ¡totalmente compañeros; estoy
absolutamente de acuerdo cin lo que ha dicho mi compadre; ya
cumplimos con informarles acerca de la posición de muchos trabajadores;
esta vaina no puede prolongarse por mucho tiempo, lo que piensen
lograr, concrétenlo prontico por que el palo no esta para hacer
cucharas…! Y con la forzada reverencia, se retiró del recinto en compañía
de su entrañable amigo… ¡vámonos compita, que lo que vinimos a hacer
aquí, ya lo hicimos ! y con paso presuroso, abandonaron el salón.

EL ANIMA DE SAN RAFAEL IV…


- ¡ Correcto señor alcalde¡ a primer hora de mañana nos vemos en su
oficina, afirmo antes de colgar el auricular del aparato telefónico de su
habitación el inspector cuervo y de inmediato procedió a organizar la
información consignada en un montón de papeles sueltos, los cueles
estaban desparramados sobre la cama del cuarto que compartía con su
subalterno.
bueno Gómez, vamos a organizar el informe que le presentaremos al
alcalde mañana. Antes de que llegue el resto de personal de la alcaldía,
pongámonos a trabajar en la mesita del balcón. – Como ordene, jefe,
replico ricamente el agente, quien también sostenía en sus manos
algunas hojas de papel llena de anotaciones y tachaduras, además de su
inseparable libreta de apuntes.
-Haga un listado de los sitios visitados, con la fecha y hora respectiva
mientras yo paso en limpio el informe de las evidencias hasta ahora
obtenidas; ordeno el Inspector, mientras se acomodaba en la pequeña
silla la playera que hacia juego con la mesa ubicada en el balcón de la
habitación. ¡Ah… y pídase algo de tomar a la recepción que esto va para
largo!
Habiendo trascurrido algo más de una hora, el jefe del binomio rompió el
silencio: - listo Gómez, ¿ya termino? Si jefe, acá el listado tal como usted
lo pidió. - Bueno, bueno ahora vamos a redactar nuestra teoría sobre los
hechos motivo de investigación.
- Siéntese señores, me agrada mucho su puntualidad, no esperaba menos
conociendo sus referencias, pero bueno, comencemos de una vez; ¿qué
me tienen? preguntó el mandatario a los recién llegados. – Gracias señor
alcalde, comenzó a decir en tono solemne el Inspector; lo primero que
tengo que aclarar es que toda la información que le vamos a entregar es
absolutamente confidencial por cuanto aun hace parte de un proceso
investigativo. – No hace falta que lo mencione inspector, replico el Burgo
maestre, - estoy acostumbrado a recibir esta clase de informes como
parte del ejercicio de mis funciones; tranquilo, lo que ustedes me cuenten
permanecerá en total reserva, a menos claro, que la información
represente algún peligro grave para la comunidad.
- No señor, no creo que sea para tanto, aclaro el investigador; -
- comencemos pues, apuntó mecánicamente. -Según los hechos por
usted referidos en nuestra primera entrevista, durante la noche del día
martes siete de enero del año en curso, se presentaron algunos hechos
que a su parecer perturbaron la tranquilidad y el orden público del casco
urbano del Municipio; ¿de acuerdo? ¡De acuerdo!, respondió de
inmediato el mandatario, y prosiguió diciendo el investigador: -
conociendo el motivo de su solicitud de intervención de esta unidad
especializada, procedimos a visitar algunos lugares del centro urbano y a
adelantar algunas entrevistas, debidamente camuflados para no revelar
nuestra identidad, abordando a algunos vecinos del Municipio,
obteniendo algunos datos interesantes, a los cuales hicimos el respectivo
seguimiento para elaborar así un diagnóstico inicial que constituiría
nuestra teoría del caso…
¡Al grano Inspector!, por favor dígame sin más rodeos que encontraron,
interrumpió impaciente el alcalde.
- Paciencia señor Alcalde, respondió el detective, sintiéndose algo
reprendido por el mandatario, y procedió a narrar los pormenores de los
hallazgos encontrados en una y otra actividad durante el proceso
investigativo, ante la mirada de asombro de su interlocutor quien, una vez
escuchado lo principal del cuento, pregunto inquisitivamente: ¿entonces,
creen ustedes que fue el cura quien monto todo ese teatro?
- No podríamos asegurarlo con total certeza, don Alfonso, pero como usted
puede apreciar hay muchos indicios que vincularían al sacerdote, si no en
calidad de autor, al menos como partícipe en la comisión de los hechos;
habría que establecer que otras personas intervinieron en el asunto.
- Pero señores, ¿en concreto, tenemos alguna prueba que vincule al padre
con los hechos?, requirió con evidente impaciencia el mandatario. -Señor
alcalde, replicó secamente Cuervo, - tal como le hemos informado,
contamos con evidencias circunstanciales que podrían dar lugar a inferir
la participación de alguna persona de la casa cural, por aquello del trozo
de tela encontrado en el despacho parroquial, impregnado con pintura
similar a la que encontramos en las evidencias halladas en la casucha de
las afueras del pueblo, pero realmente, aún no contamos con pruebas
contundentes que impliquen directamente al párroco o a algún otro
ciudadano en la comisión, o al menos en la promoción de los hechos
investigados…¡Ah, que vaina…! entonces aún no tenemos nada
concreto, señores, ese cura sinvergüenza es muy astuto; se cubrió muy
bien la espalda; ese no da puntada sin dedal…
- Pues esa es la situación, señor Alcalde, si usted lo desea, podemos
continuar con las pesquisas a ver si encontramos material probatorio
concluyente…-no, no, inspector, creo que es mejor dejar eso así, al
menos por el momento, cortó intempestivamente el mandatario, déjeme
el informe que me traen para revisarlo con cuidado a ver qué más puedo
averiguar por mi lado; señores, quedo altamente agradecido por sus
servicios; voy a telefonear de inmediato al comandante de policía de la
Provincia para manifestarle mi satisfacción con su labor en el Municipio.
–Estamos para servirle, señor Alcalde, no deje de mantenernos al tanto
sobre cualquier nuevo dato que logre averiguar; de nuestra parte, el caso
sigue abierto y estaremos atentos para adelantar cualquier otra actividad
que usted pudiera considerar de utilidad, concluyó el inspector.
Una vez se hubieron despedido y retirado los investigadores apenas
transcurridos algunos minutos de su despacho, don Alfonso se dedicó a
leer cuidadosamente el informe que le entregaran los comisionados y
entre más lo revisaba, más se convencía de la evidente responsabilidad
del sacerdote en el asunto, lo cual le llenaba de motivos para planear su
desquite.
Faltando a su promesa de guardar absoluta reserva sobre el asunto,
apenas transcurridos unos cuantos minutos luego de terminar de revisar
el informe policial, ya el mandatario se iba de la lengua con su secretario
de despacho, asegurándole que tenía pruebas sobre la responsabilidad
del cura párroco en la comisión de los hechos supuestamente
sobrenaturales ocurridos recientemente, a los cuales se refirió como
“patrañas de fantasmas armadas por el cura”. -Ese padrecito no tiene
remedio, señor Alcalde, anotó el referido secretario, - ¿y qué piensa hacer
usted? -Aún no lo sé, Jiménez, ya veremos cómo me doy mañas de
desenmascarar a ese condenado cura ante la comunidad, pero hablando
de otra cosa, cuénteme, ¿qué se ha sabido sobre el paro ese de la
fábrica? -Pues la verdad señor, se escuchan muchas habladurías, como
siempre todas distintas; unos dicen que se pararon las labores y que ya
militarizaron la fábrica por unos hechos de desorden que se presentaron
ayer en la mañana; afirman que hasta atacaron a la policía; otros en
cambio, aseguran que se está negociando pacíficamente con el sindicato
de trabajadores con unos doctores que vinieron de la casa principal de la
capital y que todo está funcionando, aunque a media marcha en la
fábrica; en realidad no hay claridad; usted ya conoce la lengua de la
gente…
-Lo que he podido constatar es la preocupación de los comerciantes del
pueblo, Jiménez, ayer en la tarde fuimos con mi mujer al mercado y varias
marchantas se quejaron de la baja en las ventas; ya se sabe que cualquier
problema que se presente en la fábrica repercute inmediatamente en la
actividad normal del pueblo; llámeme al Comandante Urquiza y dígale que
se presente en mi despacho, necesito que me ponga al corriente de lo
que la Policía conoce a ciencia cierta sobre la afectación de la vida civil
en el pueblo a consecuencia de los problemas en la fábrica.
-Ya mismo lo mando llamar, señor, respondió préstamente el secretario.
Unos instantes más tarde hacía presencia en las instalaciones de la
Alcaldía municipal el comandante de la Estación de Policía del pueblo, el
Intendente Ángel Urquiza, un hombrecito de baja estatura, complexión
mediana, tez morena con característicos rasgos indígenas, claramente
descendiente de esos bravos linajes precolombinos, nativos de la región,
los cuales tan valerosamente se opusieron durante la conquista española,
llegando casi a su exterminio, a la imposición del yugo extranjero y cuyo
grupo étnico había sobrevivido de manera asombrosa en pequeños
reductos en las regiones montañosas del centro del país, de cuyo
mestizaje ulterior provenían individuos integrados al variopinto
conglomerado humano de la zona; tal era el caso del emprendedor
comandante de Policía convocado a la presencia del mandatario local. –
- Buenos días, señor Alcalde, saludó adoptando la rígida posición de
respeto acostumbrada entre los miembros de la fuerza del orden hacia
sus superiores jerárquicos. – ¿En qué le puedo servir? -Gracias
comandante, por favor siéntese, respondió el Alcalde señalando con su
diestra la silla ubicada frente a su escritorio; le mandé llamar para
preguntarle qué información tiene usted como jefe de Policía del Municipio
acerca de la situación presentada en éstos días en la empresa concretera,
por ahí andan corriendo muchos comentarios entre los pobladores y
deseo entrarme de su propia voz sobre la real situación actual. - claro
señor, con mucho gusto le pongo al corriente de los acontecimientos,
ayer, muy temprano, como a eso de las cero cinco horas fuimos enterados
por parte de algunos habitantes del pueblo de sobre la ocurrencia de
algunos disturbios presentados en las inmediaciones de la fábrica de
concreto y de inmediato fueron enviadas cuatro unidades de policía en
una patrulla y una moto escolta hasta las instalaciones de la empresa,
encontrando los funcionarios que se había establecido un bloqueo a la
entrada de la misma por parte de un grupo de trabajadores, los cuales
vociferaban sobre una huelga por motivos laborales, quienes colocaron
algunos elementos como rocas y maderos obstruyendo la vía de ingreso
al lugar, los cuales fueron inmediatamente retirados por mis unidades.
Más o menos a eso de las cero cinco horas , el comando de policía recibió
una llamada telefónica por ´parte de algunos funcionarios de la empresa
quienes manifestaron encontrarse retenidos al interior de la fábrica, por lo
cual solicitaban el auxilio de la fuerza pública, por lo cual de inmediato
solicitamos el envío de unidades de refuerzo por parte del comando
distrital de policía, os cuales hicieron presencia en el lugar unos cuarenta
minutos más tarde, ubicándose prudentemente en las afueras de la
fábrica, a la espera de recibir instrucciones y allí se encuentran hasta éste
momento; hace unos minutos recibí un informe sobre algunas
escaramuzas entre los huelguistas, al interior de la empresa, pero sin
mayores consecuencias, pero, en resumen, la situación de orden público
se encuentra actualmente bajo control, señor Alcalde, puede usted estar
tranquilo; cualquier novedad que se presentara, le será puesta en
conocimiento de manera inmediata. –Le agradezco mucho la información,
comandante, y por favor, le ruego mantener una actitud prudente para
con los trabajadores en huelga, usted los conoce bien a todos, son
habitantes del pueblo como nosotros, no creo que sea necesario el uso
de la fuerza en éste asunto. -Lo tengo claro, señor Alcalde, yo mismo me
encuentro al frente coordinando las acciones de las unidades destacadas
en la fábrica; solo estamos haciendo presencia como maniobra disuasiva
para cualquier intento de desorden mayor.
-Siendo así, quedo pendiente de cualquier novedad, comandante,
respondió el mandatario; le agradezco su colaboración…
-Si no hay otro asunto pendiente, con su permiso, señor Alcalde. –Bien
pueda comandante, tenga usted buen día. Buen día señor, repostó el
uniformado adoptando de nuevo, automáticamente, la posición de saludo
marcial antes de dar media vuelta sobre sus talones para dirigirse a la
salida de la oficina.
-Como le parece, mija, comentó a su esposa mientras despachaba
vorazmente a un humeante plato de sancocho de gallina, delicia
gastronómica típica de la región; - que el Alcalde contrató unos detectives
para investigar el asunto ese de las apariciones de la semana pasada y
parece que como que fue por el lado del curita que se montó todo ese
show; el jefe mismo me lo comentó en el despacho hoy en la tarde…
- Hay Pablo, mejor mantenga esa boca cerrada, no sea que después
resulte usted metido en líos con el padrecito, mire que él ha sido muy
bueno con nosotros, además, todos sabemos lo mal que se llevan con el
Alcalde y de raro no tendría nada que se trate de otra marranada de don
Alfonso para desacreditar al padre Ciro; acuérdese del agarrón que
tuvieron esos dos por el asunto ese de los puestos de comida del atrio de
la iglesia durante las fiestas; esos andan siempre como peros y
gatos…concluyó la inquieta mujer.
-Pero mija, dicen que cuando el río suena, piedras es que lleva…o algo
así…yo no creo que el Alcalde fuera a inventarse un cuento así solo por
acochinar al párroco, repostó el leal secretario, quien profesaba una
absoluta veneración por su jefe, el cual, en varias ocasiones le había
tendido la mano cuando se encontraba en apuros económicos por la
escasez de trabajo, ubicándolo en uno u otro cargo como el que
actualmente desempeñaba en la Alcaldía…-Esperemos a ver en qué para
todo éste asunto…-bueno, mijo, esperar a ver…¿le provoca otra presita?
preguntó la mujer mientras extraía un enorme y humeante pernil de gallina
de la ennegrecida olla puesta al fogón de carbón…- bueno, pues
será…asintió su marido retomando su adéfaga faena…
Pablo Jiménez; Pablito, como era conocido popularmente en San Rafael
de los Reyes desde sus primeros años, al igual que muchos vecinos del
pueblo, tenía una innata inclinación a la comunicación y fue así como en
más de una ocasión, en el transcurso de los siguientes días, fue
comentando con distintas personas sobre el asunto de los espantos y la
posición del Alcalde, de manera que la bola de nieve echó a rodar entre
los vecinos del Municipio.
Como lo que ha de ocurrir, finalmente ocurre, no faltó el devoto feligrés
quien, al enterarse de semejante calumnia contra el señor párroco, corrió
a la casa cural para advertir al religioso sobre lo que se andaba
comentando en el pueblo, agregando esto y quitando aquello para
conformar su versión, la cual, bajo estricta confidencialidad, como todo
buen chisme, rindió con pelos y señales al indignado clérigo.
-Qué más puede esperarse de ese señor, replicó el sacerdote luego de
escuchar lo que le comentara el fulano; ¡vaya con Dios, hijo mío que yo
me encargo de aclarar las cosas…! - Ayy…padrecito, por vida suyita, que
nadie sepa que fui yo quien le contó a su merced lo que se anda
comentando por ahí; su merced sabe lo chismosa que es la gente en este
pueblo y no quiero andar de boca en boca, mire que si el señor Alcalde
se entera, me agarra entre ojos y quien sabe lo que me puede hacer…
- tranquilo Simón, vaya tranquilo que voy a manejar este asunto con
guante de seda…
Enterado de la delicada situación en la que se encontraba, sabiendo
perfectamente que el Alcalde no se quedaría de brazos cruzados ante los
hallazgos que posiblemente habrían encontrado los detectives, el
sacerdote mandó llamar a su sacristán para aclarar los hechos…- ¿Si,
padre, para qué me mandó llamar su señoría…? Preguntó el mocetón al
ingresar apresuradamente al despacho parroquial donde le esperaba
impaciente el hombre de fe. -Cierre bien la puerta y siéntese ahí que
tenemos que hablar, Tomasito, respondió el religioso señalando un
modesto taburete de madera ubicado detrás de la puerta; el muchacho se
ubicó de inmediato en el vetusto mueble, angustiado ante la evidente
preocupación que el rostro del párroco denotaba. - ¿Qué pasa, padre
Ciro…? - Dígame una cosa, Tomás, dijo el religioso en tono serio
utilizando el nombre de pila del muchacho, lo cual era señal inequívoca
del enojo del sacerdote, fulminando por demás con la mirada al asustado
joven - ¿dónde dejó usted las cosas que utilizamos para disfrazarlo la otra
noche…? sudando a mares por efecto de los nervios, el mozo respondió:
-padre, pues allá en el rancho donde me quité el disfraz, pero eso sí, me
aseguré de esconderlos muy bien debajo de un montón de costales y
escombros que encontré en un rincón. El rostro del sacerdote tomó una
coloración carmesí al escuchar la respuesta del muchacho: - ¿y no se le
ocurrió pasar a recogerlos en todos estos días…? - La verdad, padrecito
Ciro, es que como hemos estado tan ocupados, pues se me pasó ir a
recogerlos, pero si usted quiere ya mismo voy y los traigo sin que nadie
se dé cuenta...pero tranquilo padre que esa rancha está abandonado
hace mucho tiempo y allá no arriman ni los perros; si acaso algún
indigente de esos que a veces pasan por el pueblo…-Muchacho
insensato, espetó el sacerdote, cómo pudo dejar esas cosas tiradas, me
hace el favor y esta misma noche, con mucho cuidado va y las recoge y
después las tira a la basura..-como usted mande padrecito, respondió el
asustado muchacho; - esta misma noche las recojo y las llevo al botadero
de basura…-¡Eso espero!, sentenció el clérigo fulminando de nuevo con
la mirada al angustiado jovenzuelo.
Una vez concluidas las cotidianas actividades de la casa parroquial, el
sacristán, cuidándose muy bien de pasar inadvertido, se coló al interior
del ruinoso rancho en busca de la caja donde guardara los implementos
con los cuales se disfrazara la noche de los hechos y de inmediato e
percató de su ausencia; ni los elementos de vestuario, ni la misma caja
que los contenía se encontraban donde los había dejado.-¿Y aquí que
paso..? se dijo a sí m ismo rascándose la cabeza; una última infructuosa
búsqueda y una vez totalmente convencido del hallazgo, salió del lugar
de la misma manera como ingresó, dirigiéndose de inmediato a la casa
parroquial para dar la funesta noticia al titular del recinto.
¿Cómo le fue Tomasito…? interrogó impaciente el padre Ciro al agitado
monaguillo, el cual, sudando a chorros, más por el susto que traía que por
el trote con el cual regresó en pocos minutos hasta la casa cural, haciendo
de tripas corazón, logró articular palabra para informar sobre la terrible
noticia de la cual era portador … - un poco mal, padrecito, imagínese que
yo fui con mucho cuidado de no ser visto por nadie, tal como su señoría
me recomendó, me colé en la rancha y busqué la caja donde dejé las
cosas de esa noche y a que no sabe que paso… La faz del sacerdote se
transformó como si una sombra siniestra le cubriera el rostro, ante la
mirada aterrada del sacristán… ¡dígame ya que ocurrió...! pues que las
cosas no estaban donde las deje, alguien se las llevó padre… ¿Qué está
diciendo, Tomás Ricardo...? exclamó el sacerdote, indicando, al llamar
por su nombre completo de pila al muchacho, el grado de enojo con el
cual se dirigía a él –¿cómo es eso de que las cosas no están donde las
dejó…? –pues sí, padrecito, , ya no están, yo revisé por todas partes el
rancho abandonado y no hay ni rastro de la caja donde las escondí;
alguien se las llevó, seguramente fue algún indigente de esos que pasan
por el pueblo…terminó apenas balbuceando el asustado joven, tratando
inútilmente de suavizar la funesta noticia. En el límite del disgusto, el
religioso se limitó a darse vuelta dejando en el lugar al perplejo monaguillo
el cual no se atrevió a dar siquiera un paso hasta cuando vio desaparecer
al párroco por el amplio corredor que conducía a los aposentos de la vieja
casona.
- ¡Ay, señor de los cielos, tú conoces bien los motivos por los cuales me
vi obligado a actuar como lo hice, sin pretender hacer daño a nadie, sólo
buscaba aleccionar a las ovejas descarriadas de ésta comunidad para
que no olviden el debido respeto hacia las cosas sagradas; se lamentaba
para sus adentros el curita hincado en el reclinatorio de su modesta
habitación ante el antiguo crucifijo que dominaba el cuarto! -Tu sabes que
lo hice con buenas intenciones, para frenar un poco las fechorías impías
del descreído ese del Alcalde; ilumíname Padre Santo, envíame una
señal que me indiqué como actuar en ésta situación…y durante un largo
rato permaneció allí, sumido en sus meditaciones en la soledad de su
dormitorio, esperando una respuesta divina.
Don Alfonso no veía llegar la oportunidad de sacarle los trapitos al sol al
sacerdote, a pesar de ser consciente de la ausencia de pruebas sólidas
contra el párroco, a quien realmente no odiaba, sino que le veía como un
rival quien le disputaba la autoridad que, según su modo de ver, por
derecho, solo a él correspondía como legítima cabeza de la comunidad
del Municipio; pero, esa mañana, durante la primera misa del día, la de
las seis de la mañana, a la cual, asistía regularmente el Alcalde, quizás
más por el qué dirán que por auténtico fervor, aun siendo un hombre
creyente desde su niñez de los preceptos cristianos, escuchó el sermón
del sacerdote, quien, luego de pasar una larga noche de meditación,
decidió tomar el toro por los cuernos, conocedor de los comentarios que
en su contra circulaban por el pueblo referentes a los acontecimientos
que muy bien sabía, podrían afectar profundamente su imagen ante sus
feligreses. Decidió actuar primero para salvaguardar su buen nombre
ante el inminente ataque que esperaba por parte del Alcalde...
La celebración litúrgica de ésa mañana fue relativamente normal hasta el
momento del sermón, cuando intempestivamente cambió el tono de la
misma. -Hermanos míos, con gran preocupación tengo que dirigirme a
ustedes para referirme a un odioso asunto que ha llegado hasta mis oídos
y que me ha sumido en una profunda melancolía, al ver hasta dónde
pueden algunos individuos malintencionados y desprovistos de cualquier
clase de escrúpulo; comenzó diciendo con actitud compungida el
religioso; -atentar contra el buen nombre de la sagrada institución de la
Iglesia, tratando de enlodar el trabajo pastoral de los servidores de Cristo;
he sabido, prosiguió en tono serio,- que se anda comentando entre la
comunidad parroquial de nuestro querido pueblo de San Rafael de los
reyes, sobre una supuesta conspiración en los hechos la noche del
segundo martes del mes, involucrando malintencionadamente al personal
que presta sus desinteresados servicios a la comunidad en ésta casa
parroquial en la ocurrencia de los mismos; yo solicito desde éste púlpito
a aquellos quienes, supuestamente tengan las pruebas y los nombres de
las personas implicadas en la supuesta felonía que hagan públicas sus
identidades de manera inmediata aquí, en presencia de los aquí
asistentes, y entonces, guardó un prolongado e intencionado silencio ante
la sorprendida congregación; silencio absoluto…se podía escuchar el
zumbido de los insectos que revoloteaban alrededor de las bombillas que
iluminaban el recinto; unos agachaban la cabeza, otros buscaban
inútilmente un rostro que respondiera al desafío lanzado por el sacerdote,
otros posaron su mirada inquisidora sobre el sorprendido Alcalde y sus
acompañantes, esperando su reacción ante el reto planteado….pasaron
un par de eternos minutos pero aquel se limitó a asumir una actitud
indiferente, sin atreverse a enfrentar al sacerdote en una situación
obviamente ventajosa para el párroco….luego de un pesado silencio,
sintiendo el religioso que su estrategia ya había surtido el efecto deseado,
prosiguió su discurso…-Bueno, hermanos míos, como pueden ver, no hay
quien respalde tantas habladurías; con ello creo que queda
suficientemente claro lo absurdas e infundadas de las mismas, ahora,
prosiguió, - les invito a que pidamos al señor que perdone a aquellos que
se atrevieron a levantar semejantes injurias contra nuestra fe y los lleve
de regreso por la senda de la moral y la buena caridad cristiana; oremos
pues, hermanos por la armoniosa comunión entre los miembros de ésta
comunidad parroquial…y continuó como si nada hubiera ocurrido con el
desarrollo de la celebración religiosa.
Luego de terminar la eucaristía, ya fuera de la iglesia, el Alcalde esperó a
que su secretario, quien acostumbrar permanecer algún tiempo luego de
la misa colocando algunas veladoras a la Santa patrona, saliera de la
iglesia para abordarle y conducirlo a un sitio más reservado para hablar
con él sobre lo que había ocurrido durante la celebración. - Óigame Pablo,
¿cómo es que el cura se enteró del asunto, cuando se ha manejado con
tal grado de discreción; no será que usted se fue de la lengua…?
Asumiendo una actitud de sorpresa ante la acusación, el secretario replicó
enfáticamente: - ¡no, señor Alcalde, como se le ocurre a usted pensar una
cosa así!; de mi boca no ha salido una sola palabra sobre todo esto,
además, no he escuchado a nadie comentar sobre el tema; ¿y usted…?
Contratacó el astuto hombrecillo buscando de ésta manera disipar
cualquier sombra de duda sobre sí…-pues el hecho es que la cosa ya se
supo y el bendito cura se nos adelantó, ahora los malos son otros…espetó
indignado el mandatario.
En efecto, los costes nada comunidad, al terminar la liturgia rodeo al
sacerdote para manifestarle su total respaldo a los representantes de la
sagrada institución de la iglesia y rechazando cualquier tipo de afirmación
difamatoria en su contra.
-Se salió con la suya este bendito cura, exclama amarga, ante don
Alfonso dando la espalda a su secretario y más atrás al nutrido grupo de
parroquianos que rodeaba al cura párroco, apurando el paso rumbo a su
despacho en la alcaldía.

TIEMPOS DIFICILES.
Negros nubarrones oscurecieron el atardecer y en el aire se sentía el
familiar olor a humedad que presagiaba la ocurrencia de tormenta; los
animales de granja daban claras muestras de nerviosismo, señal
inequívoca para los acuciosos ojos de los experimentados campesinos
de la inminencia de tempestad.
A las primeras gotas, las cuales hirieron como minúsculos aguijones las
polvorientas calles, dejando sobre el suelo su individual impronta,
siguieron verdaderos chorros de lluvia, acompañados por estruendosos
truenos y enceguecedores relámpagos confirmando lo que los signos
antes descritos presagiaban.
Hacia las ocho de la noche, bajo el torrencial aguacero, un extraño tremor
comenzó a sentirse en todo el poblado y minutos más tarde, las sirenas
del cuerpo de bomberos y la patrulla de la policía resonaban por las calles
principales, las cuales se habían convertido súbitamente en auténticos
ríos; estruendosamente advertían a la comunidad sobre la inminente
llegada a las inmediaciones del centro urbano de una gran “bombada “,
como se denominaba popularmente a las crecientes súbitas del ríos San
Rafael, el cual procedente de las zonas altas de la comarca, atravesaba
de extremo a extremo el pueblo, siguiendo su habitualmente casi seco
cause, pero que en ocasiones como la de esa noche, en cuestión de
minutos incrementaba de forma aterradora su caudal, arrastrando
consigo gigantescos troncos de árboles arrancados de cuajo por base por
la furia incontenible de su torrente.
Efectivamente, minutos más tarde, las indómitas aguas superaban la cota
de desbordamiento señalada mediante un rustico varillon marcado en
toda su longitud y sembrado firmemente en un lecho de concreto en un
lugar estratégico a la orilla del río.
Rápidamente las aguas invadieron las calles del pueblo inundando
algunas viviendas de los sectores más bajos de la rivera, lugar de
habitación de los sectores mas necesitados de la población; de un
momento a otro el poblado se halló sumido en una total oscuridad ante la
interrupción del fluido eléctrico, a consecuencia de probables daños en
las líneas de conducción. La situación era aterradora; algunos
angustiados habitantes cargaban niños y ancianos en improvisada
carretas tiradas por equinos, en el mejor de los casos y en otros, la gran
mayoría, llevando sobre los propios hombros a los habitantes más
vulnerables, para ir a buscar refugio de la terrible tormenta en las
instalaciones de la iglesia donde se estableció un improvisado albergue.
De todos los lugares de pueblo llegaban familias enteras solicitando la
ayuda del sacerdote en esa angustiosa situación; los funcionarios de la
administración municipal bajo la dirección del primer mandatario y
algunos secretarios del despacho, coordinaban con las fuerzas de policía
las acciones de rescate y vigilancia en los sectores más afectados.
Unidades motorizadas de bomberos provenientes de poblaciones vecinas
acudieron prestamente para colaborar en las acciones de su competencia
mientras la furia de los elementos azotaba inmisericorde al pueblo.
Trascurrida algunas horas que parecieron eternidades, la mayor
intensidad de la tempestad, arrastrada por fuertes vientos, fue
abandonando el malherido territorio del Municipio y así, luego de pasar la
noche totalmente en vela, con las primeras luces del nuevo día, se pudo
apreciar la verdadera magnitud del desastre.
Todas las calles del poblado se hallaban convertidas en un intransitable
lodazal; enormes árboles, abatidos cual cadáveres abandonados en el
campo de batalla tras los intensos combates, yacían por todas partes;
abolladas techumbres de metal encontraron reposo en las copas de los
árboles, dando un gramático testimonio de la violencia con la hubo de
acometer la tormenta sobre las vetustas construcciones. Habitantes de
los sectores rivereños completamente cubiertos por el lodo en sus
semidesnudos cuerpos, lastimosamente trataban de rescatar del lodazal
lo que les dejo la avalancha.
Apenas hubo aclarado el día, paradójicamente hermoso tal como
acostumbra a ocurrir después de las tormentas, todo el personal
disponible para adelantar labores de auxilio, recorría las calles del pueblo
elaborando extensos listados de personas damnificadas y distribuyendo
las primeras ayudas humanitarias, consistentes el colchones , elementos
básicos de aseo y alimentos no perecederos entre la población afectada.
Con el paso de las horas, llegaban noticias de los daños ocurridos en los
sectores rurales del Municipio, los cuales no eran menos alarmantes.
Varios puentes que daban paso sobre algunas quebradas en diferentes
veredas, fueron arrasados por la corriente; varias vías verdales
principales, indispensables para el desplazamiento hacia el centro
poblado de sus habitantes, quedaron sami destruidas . La bocatoma del
acueducto municipal donde se captaba de las fuertes hídricas el agua
para el consumo humano en el casco urbano del Municipio había sido
completamente sepultada por toneladas de lodo, piedras y toda clase de
desechos arrastrados por la creciente.
La situación no podía ser más alarmante, pero los habitantes de San
Rafael de los Reyes eran un hueso duro de roer y durante las horas de la
mañana ya se observaban múltiples grupos de voluntarios, retirando con
lo que podían los escombros, limpiando las calles y trasportando
materiales de todo tipo para iniciar de inmediato las reparaciones
requeridas para recuperar prontamente la habitabilidad de las viviendas
más afectadas.
La oficina del Alcalde se vio atiborrada por centenares de personas
damnificadas solicitando la ayuda del ente administrativo, el cual vio
desbordada su capacidad de respuesta por lo cual fue declarada la
situación de Calamidad Publica en todo el territorio municipal .
La noticia de catástrofe trascendió por los medios de comunicación al
ámbito departamental y nacional. – Tranquilo alcalde, afirmo la voz
telefónica que finalmente, luego de innumerables llamados por parte del
despacho del alcalde a la oficina del Gobernador del departamento. – ya
estamos enterados de lo que ocurrió anoche en su municipio; no se
preocupe ya estamos analizando la situación para definir qué clase de
ayuda podemos brindarle. Haga el favor de hacerme llegar listados de
damnificados, lo mismo que el inventario de daños prioritarios; pero
recuerde que nuestros recursos limitados alcalde, así que por favor
limítese a lo que sea estrictamente necesario; aquí veremos como les
podemos colaborar pero tiene que tener paciencia; y tras alguna otra fútil
afirmación, colgó – paciencia, dice, esos burócratas de mierda; exclamo
don airado don Alfonso, comprendiendo el tácito mensaje de abandono a
su suerte que acababa de recibir por parte del mandatario departamental.
– A la hora de pedir nuestro apoyo durante la campaña, aquí llegan
sonrientes y echándole el brazo al cuello a todo el mundo, pero una vez
que salen elegidos se acomodan en sus lujosas oficinas y se olvidan de
los campesinos que les dimos el voto para que llegaran allá…
En la fábrica reinaba una relativa calma, a raíz de la situación de
emergencia pues casi todos los Huelguistas salieron en desbandada
para atender sus propias calamidades domésticas y solo algunos de los
más recalcitrantes activistas permanecieron en sus instalaciones.
- ¿ y ahora que hacemos compañero ? ; pregunto sin saber que actitud
asumir Pedro Gómez a su inamovible compañero de lucha. – Pues
hermano, nos tocó suspender las protestas mientras la gente atiende la
emergencia; respondió lacónicamente el Toro Robles, contemplando el
sepulcral silesio que desde hacía varias horas, reinaba en el salón
sindical. - yo creo que tendremos que dejar pasar un par de días para
retomar las actividades, concluyo diciendo mientras organizaba algunos
papeles sobre la mesa de trabajo.
- De acuerdo, compañero vamos a ver qué fue lo que paso en el pueblo; y
salieron del recinto apagando antes las luces, dejándolo sumido en
absoluta penumbra.
Los habitantes de la unidad de vivienda de funcionarios de la empresa no
corrieron con mejor suerte que los habitantes del pueblo puesto que,
estando ubicada la fábrica unos cuantos metros sobre la rivera del rio, la
mencionada construcción recibió el primer embate de la embravecidas
aguas. Todas las viviendas fueron invadidas por el torrente, subiendo
hasta un metro de altura el nivel de inundación de las mismas, anegando
con un pestilente lodo las casas. Esa mañana, las habitualmente
encopetadas y ociosas señoras de los altos funcionarios de la empresa
lucían como cualquier otro habitante del pueblo, con el barro hasta la
cintura, haciendo ingentes esfuerzos por salvar lo que pudieran de los
muebles y enceres de sus casas. De manera lastimera sacaban el lodo
del interior de sus casas valiéndose de toda clase de recipientes y sus
consortes, usualmente altivos y arrogantes, ahora luchaban como
cualquier vecino por preservar lo que pudieran de sus pertenecías.
Y es que a la hora de las trajerais o los desastres naturales no valen nada
las clases sociales ni los prejuicios de ningún tipo; en esas circunstancias,
todos nos vemos reducidos a nuestra primigenia ascia, la de seres
vulnerables y flageles, la de simples seres humanos en condición de
necesidad y entonces sí, todos somos iguales, y ocurrió que muchos
humildes trabajadores acudieron en compañía de familiares y conocidos,
de manera voluntaria a colaborar en las labores de recuperación y aseo
de la viviendas de los afranjado funcionarios que hermosa manera de
demostrar la grandeza de las personas más humildes…
Una de las primeras familias en recibir la ayuda fue la del ingeniero Uribe
y su esposa Cheila quien haciendo acopio de valentía insospechada, no
se limitó a atender su propio calamidad si no que, dejando de lado sus
propias necesidades, se puso al frente de una improvisada brigada de
ayuda para toda su comunidad, organizado las tareas según un orden de
prioridades, atendiendo primero la situación de niños y adultos mayores,
a los cueles se hubo de ubicar temporalmente en tiendas de campaña
suministradas por las empresa y solo entonces, una vez garantizada su
condición de relativo bienestar se procedió, hasta bien entrada la noche
bajo la luz de potentes reflectores instalados por personal técnico llegado
entre aquellos quienes acudieron en su ayuda, a las labores de limpieza
de la unidad residencial, seria mente afectada por la inundación,
demostrando la mencionada psicóloga ser una persona digna de
admiración y respeto no solo por sus vecinos si no por toda la comunidad.
Teniendo en cuenta la magnitud del desastre, triste mente solo se
perdieron dos vidas humanas en el sector rural del municipio al
desprenderse un barrancón sobre el techo de un humilde rancho,
sorprendiendo mortalmente a sus desprevenidos moradores .
No puede decirse lo mismo de las enormes pérdidas materiales
incluyendo cultivos, ganado, aves de corral, y las graves afectaciones en
la infraestructura vial y de muchas edificaciones del casco urbano del
Municipio. Se requeriría de un largo tiempo, mucho trabajo y cuantiosos
recursos económico para la reconstrucción y recuperación del municipio.
- Esto a sido un castigo cínico por las calumnias contra el padrecito y las
otras personas de la parroquia fue una voz circulante por todo el municipio
ante la evidente relación, según quienes así lo afirmaban entre en sentido
reclamo que hiciera el párroco durante la misa matutina en la misma fecha
de la noche de la avalancha; no había nada más que pensar, se trataba
de un castigo de Dios para los apostatas que osaron calumniar vil mente
a su represéntate en la tierra y más aún, después de la advertencia que
algunas animas mensajeras hicieran, según los hechos ocurridos la
noche de las apariciones en el pueblo y que la descreída comunidad no
supo apreciar en su momento.
Para recuperar el favor del todo poderoso, el padre y sus colaboradores
o daban abasto los días subsiguientes, atendiendo la andanada de
solicitudes de misas, rogativas, procesiones y cuanta actividad religiosa
fuera posible realizar, lo cual hizo olvidar prontamente las afaugias
vividas en los días anteriores.
Cosa muy distinta ocurrió por los lados de la alcaldía donde un irascible
mandatario se consumía de indignación ante el giro inesperado que
tomatón los acontecimientos a consecuencia del desastre natural;
conociendo la posición en favor del sacerdote asumido por gran parte de
la comunidad, no se atrevió a volver a mencionar siquiera sus
cuestionamientos sobre el proceder del párroco y esta vez tuvo que
resignarse a aceptar su derrota.
- Perdí esta batalla, pero no la guerra; se dijo así mismo dando por
terminado el misterioso asunto de las animas de San Rafael.
LA HUELGA II.
Los días siguientes trascurrieron en medio de una gran actividad por parte
de los habitantes del pueblo, muy atareados con las labores de
reconstrucción de las áreas afectadas; los habitantes del campo,
trabajando en la restauración de sus cultivos; los comerciantes del pueblo
en la reparación de sus negocios y la reposición de las mercancías
perdidas; los vecinos del pueblo, haciendo lo propio en sus comunidades,
pero en la fábrica, una vez retomado el ritmo de trabajo los testarudos
miembros del sindicato reanudaron sus acciones de protesta,
argumentando ahora la urgente necesidad de los reconocimientos
económicos solicitados para atender las necesidades generadas por las
pérdidas producidas por la inundación en los hogares de los trabajadores.
Nuevamente los mítines en el salón sindical los cartelones desafiantes
exigiendo las pretensiones reclamadas, fueron calando en la mente de la
masa de trabajadores, los cuales, cada vez el mayor número se fueron
uniendo a la causa impulsada por los miembros del sindicato.
Como ara ya usual, se convocó a la asamblea general de trabajadores,
pero en esta ocasión se invitó a presenciar la misma a algunos
funcionarios de la empresa encargados de las áreas relacionadas con el
bienestar social y con la parte financiera de la en entidad.
-bueno compañeros miembros del sindicato; hoy es el día; sentencio
pedro a sus camaradas presentes a la sede sindical, - ya citamos al
personal a las doce y en punto comenzamos la asamblea.
-¿y ya confirmaron su asistencia los representantes de la empresa? ,
pregunto Joaquín Tavera. – sí, Guaco, ayer confirmaron su presencia el
director de recursos humanos, el subgerente financiero y el director de
bienestar social; - hay que ver con que tinterillos llegan; repunto pedro.
- ¿están listos todos los documentos que serán incluidos dentro del pliego
de peticiones, ¿intervino desde la cabecera de la mesa de trabajo el Toro
Robles, quien como de costumbre parecía naufragar en medio de un
océano de papeles desparramados en la zona de la mesa que ocupaba.
- ¿ya hombre, tranquilo?, replico Pedro; esto está listo desde hace días,
solo tuvimos que cambiar las fechas para la de hoy, lo de más quedo
igual.

- Siendo así, solo tenemos que esperar unos minutos para ir calentando
los ánimos para la batalla compañeros; concluyo diciendo el viejo
Joaquín.
Como parte de la rutina diaria marcando las distintas actividades del que
hacer en la fábrica, la estridente bocina anuncio el comienzo del receso
para el almuerzo en todas las áreas de la empresa y tal como la última
vez los trabajadores fueron dirigiéndose al salón sindical y ubicándose
bien fuera en algunas sillas disponibles o en cualquier lugar que
encontrasen libre para soportar el seguramente muy prolongado lapso de
tiempo que sabían de ante mano tomaría la reunión.
Trascurridos unos veinte minutos, llamando hacia así la atención de la
concurrencia el presidente del sindicato local de trabajadores dio a
conocer algunas informaciones sobre los sentidos de mitin solicitando
encarecidamente la colaboración de los asistentes en el sentido de
respetar las normas y procedimientos establecidos para solicitar y llevar
a afecto las intervenciones que fuercen consideradas.
Saludando protocolariamente a todos aquellos trabajadores que se
hallaban en su camino hacia la mesa principal los funcionarios citados en
representación de la empresa se ubicaron finalmente en los lugares a
ellos asignados en l aparte central de la larga mesa preparada para el
evento, franqueados al lado y lado por los miembros de la junta directiva
del sindicato.
Una vez realizadas las actividades de rigor, el secretario del ente gremial
procedió a dar lectura al orden del día y otros procedimientos de ley que
una asamblea de esta clase requería.
En primer lugar se concedió el uso de la palabra al representante de los
trabajadores de la fábrica, Joaquín Tavera, quien agradeciendo la
oportunidad comenzó su intervención: - señores representantes de la
Empresa Concretera de Occidente S.A, señores miembros de la junta
directiva del sindicato de trabajadores, compañeros sindicalistas, señoras
y señores… y soltó una diatriba enredada sobre lo que a su juicio
constituía la razón de existir de una empresa, de su imperiosa necesidad
de mantener relaciones cordiales con sus trabajadores y mucho bla, bla,
bla; hasta que, tocando el punto central del conflicto presente, haciendo
gala de su peculiar léxico, soltó el desafortunado comentario: -“
compañeros trabajadores hablándolo así, el arriero necesita mantener
sus mulas de la mejor forma para que no le voten la carga “… y no había
terminado la frase cuando una incógnita voz, camuflada entre la
concurrencia grito a la asamblea, lo suficientemente fuerte para asegurar
ser escuchada por todos los asistentes; - ¿“ mulas o burras”? ,
refiriéndose, tal como todos lo atendieron al apodo con el cual era conoció
el viejo Joaquín ocasionado una resonante carcajada general
acompañada de comentarios jocosos relacionados con el mimo. El pobre
Joaquín, al sentirse blanco de la burla de todos, con el rostro
absolutamente rubicundo por una mezcla de indignación y coraje, solo
atino a dar por terminada su intervención diciendo: “si ven, compañeros,
con ustedes no se puede “ , lo cual desato una segunda carcajada
colectiva, esta vez acompañada por chiflidos y pullas surgidas entre la
concurrencia.
Los funcionarios representantes de la empresa la vieron dura para no
unirse al contagioso acceso de risa que puso fin a tan desafortunada
intervención.
- Por favor compañeros, orden, reclamo enérgicamente el secretario del
sindicato; - se le recuerda a la asamblea que esta es una reunión muy
importante por lo cual solicito a la respetada concurrencia evitar
cometarios fuera de lugar.
- Una vez reestablecido el orden, el presidente del sindicato tomo el uso de
la palabra, cuidándose mucho de no incurrir en algún gazapo que le
llevara a correr una suerte similar a la de su predecesor.
Pero tampoco falto, en virtud de la heterogénea audiencia uno que otro
alarido anónimo salido de tono que de igual manera desato la sorna
contra el orador, pero a pesar de todo y por tratarse de un líder sindical
de vieja data, habituado de los gajes del oficio, capoteo de la mejor
manera la situación, logrando enunciar sus reclamaciones ante los
atentos delegados de la empresa, los cuales se limitaban a tomar
esporádicas notas en sus respectivas libretas de registro, hasta el
momento en el cual se concedió la palabra al director de Bienestar Social
de la fábrica, dependencia esta que se ocupaba de establecer programas
y planes encaminados a mejorar las condiciones laborales en la entidad
lo mismo que de adelantar actividades extra laborales para mejorar la
calidad de vida tanto de los trabajadores como de sus familias. En su
intervención, el funcionario enumero los diversos programas que en favor
de los trabajadores venia impulsando su despacho y las numerosas
concesiones aprobadas por la empresa en los últimos meses en favor de
su personal, extendiéndose a tal punto que lo que inicialmente fuera un
apenas perceptible murmullo entre el auditorio. Termino convirtiéndose
en una estruendosa rechifla que hizo imposible a aquel, terminar
adecuadamente su preparada intervención.
Nuevamente se hizo necesario el llamado al orden or parte de los
miembros de la junta sindical para mantener el nivel de concentración
requerido para tratar temas de tal importancia; era lo usual en las
reuniones del sindicato.
Luego de varias interrupciones en el desarrollo del orden del dia
programado, gracias al campamiento poco disciplinado de la
concurrencia, hizo su intervención el Subgerente financiero de la
empresa, funcionario en el cual, a los ojos de la congregación, recaía la
decisión de conceder o no los pretendidos racionamientos económicos
motivantes de agitación entre los trabajadores.
Luego de emplear en su discurso muchas perífrasis y adornos para
abordar el punto álgido, el referido funcionario sentencio con tono adusto:
- “señores es materialmente imposible, en las actuales circunstancias
financieras de la empresa, acceder a las pretensiones económicas
consignadas en el pliego de peticiones que se nos ha hecho llegar. Llamo
a la cordura a esta asamblea para que hagamos causa común con las
directivas, mejorando la producción lograremos unos márgenes de
utilidad que permitan reconducida la posibilidad de acceder al menos en
parte a lo solicitado”.
Una nueva rechifla y abucheos de toda clase ahogador la voz del orador,
el cual, evidentemente molesto, guardo silencio durante varios minutos,
mientras que atravesó de otro micrófono el secretario del sindicato
llamaba a guardar la compostura para permitir al orador ter minar su
intervención.
Entre la inconforme gritería se escucharon voces altisonantes pidiendo
acciones inmediatas de echo como la toma de las instalaciones y
lanzando toda clase de improperios contra la empresa y sus directivas
hasta que finalmente, quizás ya agotados de tanto gritar, se apaciguo el
ambiente permitiendo al atribulado funcionario terminar su discurso.
Como punto final del orden del día terminado, el secretario ¿anuncio la
intervención de algunos individuos quienes solicitaron formalmente el uso
de la palabra para plantear sus opiniones a la comunidad de trabajadores.
Un respetuoso inusitado silencio se apodero del recinto cuando apoyado
en su reluciente bastón confeccionado hace muchos años en duro
guayacán, reconocido por su dureza similar a la del acero, luciendo su
inseparable boina de fino paño, lentes bifocales que hacían ver como
atravesó de dos lupas sus cansados ojos; don Pedrito Agustín, con sus
noventa y tantos años de edad a cuestas, uno de los primeros
trabajadores contratados por la entonces recién creada empresa, por allá
en los comienzos de los años treinta, participo en la construcción desde
sus cimientos de la ahora imponente infraestructura de la concretera.
Para la fecha de la reunión, hacía ya varios años que disfrutaba de su
pensión de jubilación, pero todavía, gracias a su prodigiosa lucidez
mental, constituía la memoria histórica viviente del pueblo por lo cual
gozaba del respeto y aprecio general. – amigos míos, comenzó diciendo
en su habitual tono reposado, - permitan teme expresar mi humilde
opinión sobre el asunto que hoy se debate; quizás para muchos, solo les
parezcan las apreciaciones de un viejo senil, pero de todas formas creo
que puedo aportar algunas consideraciones que podrían ser de alguna
utilidad en las que actuales circunstancias. Durante mi larga vida, en la
cual por más de cuarenta años trabaje en la mayoría, si no es que en
todas las secciones de esta empresa, a la cual llegue siendo apenas un
muchacho de dieciocho años sin estudio alguno y que solo tenía como
experiencia la labor diaria del campo cortando caña y atendiendo los
animales de mis taitas; pero eso si, y es algo que todavía el día de hoy
reconocen aquellas personas que trabajaron con migo como compañeros
de labor en la empresa o los numeroso jefes a los cuales serví con mi
mayor empeño; todos me recuerdan por mi honradez, tanto en mi trabajo
como en mis asuntos personales; nunca le quite nada a nadie ni participe
en ninguna acción que no me pareciera justa y así pasaron todos los años
que tuve el honor de ser trabajador de esta empresa, la cual me dio para
levantar mi rancho, para educar a mis doce hijos, sin lujos pero sin que
les faltará lo necesario, y ustedes saben, señores que seis de ellos aun
laboran o son pensionados por la empresa, y todos coinciden con este
viejo en lo mucho que le debemos a la empresa… silencio total en el
auditorio y prosiguió don Pedro Agustín: - he visto y he escuchado de
algunos de ustedes sus inquietudes sobre lo que esperan obtener con las
huelgas que se han adelantado en las últimas semanas y echándole
cabeza al asunto me quedan algunas dudas sobre la manera como están
haciendo las cosas; señores es cierto que es justo el reconocimiento
económico por las horas extras laboradas lo mismo que el recargo por los
días festivos y dominicales; estoy totalmente de acuerdo con eso pero
también les quiero poner en consideración de todos ustedes para que no
se repita lo ocurrido durante el cierre del año cincuenta y nueve; hace
apenas unos años atrás pero que parece ya nadie recuerda, pero yo si lo
hago; acuérdense de lo que paso con esos treinta y tres días de paro,
como se llevó casi al cierre la fábrica y como finalmente nos tocó echarnos
para atrás en las peticiones ante el riesgo que corríamos de quedarnos
no solo sin el reajuste salarial que en esa oportunidad se pedía si no sin
trabajo por el inminente cierre de la empresa en nuestro pueblo y ahora,
por lo que he podido enterarme hablando tanto con compañeros de
sindicato del cual fui miembro fundador como todos ustedes conocen y
en el cual libre muchas batallas en busca de mejores condiciones
laborales, y por otra parte con algunos señores funcionarios de la
empresa, quienes amablemente me recibieron en sus oficinas para darme
a conocer sus puntos de vista creo que es necesario que las dos partes
se dan en algunos puntos para llegar a un acuerdo inicial que permita
mantener la continuidad de las actividades en la fábrica y se evite así
mayores males para todos; no estoy diciendo, prosiguió don Pedro que
renunciemos a nuestras pretensiones, solo digo que acordemos con la
empresa alguna forma gradual de hacerlas posibles, flexibilizando un
poco las posiciones en la mesa de negociación que es lo que tenemos
que iniciar rápidamente con las directivas en lugar de prepararnos para
otro paro más que a nadie beneficia. Señores, gracias por su atención,
espero que algo de lo que les he dicho sirva para solucionar prontamente
las cosas en beneficio de todos; concluyó el anciano, recogiendo su
bastón del lugar donde le había colocado cuidadosamente al iniciar su
intervención; luego se acomodó parsimoniosamente su modesta
cachucha y con paso cansino abandono el estrado con la ayuda de
algunos voluntarios que se apresuraron a prestarle sus brazos como
apoyo para bajar las escalinatas que daban acceso a la tarima.
No hubo aplauso ni ovación alguna, solo un respetuoso silencio se
mantuvo pesadamente en el ambiente mientras el patriarca se hubo
acomodado en la silla que le facilitaron en la primera fila de asistentes
para que pudiera seguir haciendo presencia durante las deliberaciones.
Las palabras del veterano no cayeron muy engracia a los líderes del
sindicato, los cuales advirtieron el efecto apaciguador que efectivamente
surtieron en el ánimo de los asistentes, pero disimulando su incomodidad
retomaron el uso de la palabra agradeciendo la valiosa intervención de
don Pedro y proponiendo, por boca del compañero presidente del
sindicato, someter a la aprobación de la asamblea la decisión de declarar
el paro indefinido o, el conformar un comité de delegados para instaurar
una mesa de negociaciones tal como don Pedro recomendaba. Luego de
someter a la votación las dos alternativas, gano la segunda proposición,
es decir, la planteada por don Pedro Agustín, quien a todas luces seguía
manteniendo entre los trabajadores su gran respetabilidad a pesar de los
años.
Con el beneplácito de los representantes de la empresa, quienes aún se
encontraban participando de la asamblea, se elaboraron las actas
pertinentes sobre lo decidido en la reunión. Y se tomaron algunos
acuerdos sobre los contenidos de la propuesta lo mismo que los
delegados por parte de los trabajadores para formar parte de la mesa de
negociaciones, los cuales serían elegidos durante el trascurso del día, de
manera que estuviera todo listo por parte de los trabajadores para dar
inicio a los diálogos a primera hora del día siguiente.
Durante esa noche se adelantaron reuniones por parte de cada una de
las partes intervinientes en el conflicto, para tener apunto algunos
documentos con las proposiciones a presentar al otro día; litros y litros de
café fueron consumidos tanto en el salón sindical como en la oficina de
Bienestar Social y en el área financiera de las entidades hasta altas horas
de la madrugada.
Contra lo que esperaban los directivos de la empresa, los trabajadores no
retomaron sus labores si no que se limitaron a hacer presencia en sus
puestos de trabajo, según instrucciones emanadas de la directiva sindical,
no obstante, a primera hora, los delegados del sindicato se hicieron
presentes en la sala de juntas con la Gerencia Administrativa para dar
comienzo a las negociaciones.
Propuesta va, contra propuesta viene, acaloradas discusiones sobre éste
o aquel punto considerado indispensable para alcanzar cualquier
acuerdo; sindicalistas que súbitamente se levantaban de sus sillas para
abandonar el lugar de reunión, regresando más o menos pronto, luego de
consultar con sus asesores para retomar la discusión.
Así transcurrieron dos agotadores días de negociaciones; en tres
oportunidades llego a visualizarse el posible fracaso de los diálogos y en
igual número de veces se retomaron los diálogos en el punto donde
fueran suspendidas, quizás más como acciones intimidatorias que como
reales posiciones de las partes, pero, finalmente al termino del segundo
día de trabajos, se materializo un acuerdo con carácter temporal, el cual
establecía el compromiso por parte de la empresa de la implementación
progresiva de algunas concesiones a las peticiones de los trabajadores,
a lo largo de un tiempo de seis meses a partir del momento de la firma de
los documentos que daban fe a los acuerdos logrados; finalmente hacia
las nueve de la noche, entre apretones de manos y mutuas
congratulaciones, se dio por superada la crisis laboral en la empresa
concretera del Municipio de San Rafael de los Reyes…¡ Viva el sindicato
de trabajadores del Empresa Concretera de Occidente S. A. vociferó
eufóricamente el Toro Robles, mostrando de forma manifiesta su
satisfacción por lo logrado ; ¡Vivaa…¡ respondieron al unísono las voces
de sus compañeros de negociaciones y luego de ello fueron uno a uno
abandonando el recinto, formando luego pequeños corrillos en los cuales,
como si no hubieran sido suficientes las agotadoras jornadas recientes,
se continua comentando uno y otro aspecto de los puntos acordados por
la empresa.
Esta vez, al parecer, las cosas salieron bien, al menos por ahora, lo cual
no era habitual, tal como se acostumbraba en el singular poblado de San
Rafael de los Reyes.
LAS OLIMPIADAS DE SAN RAFAEL
Luego de superada la crisis laboral, los encargados de las labores en
cada área de producción de la fábrica retomaron sus labores de vigilancia sobre
el desempeño de sus grupos de trabajadores, y es que la estructura
organizacional de las áreas de producción se asemejaba a una gran colmena
donde cada celda, la unidad básica operativa se encargaba de una labor
especifica bajo la coordinación de un supervisor, al cual se daban instrucciones
de manera continua para garantizar el adecuado desempeño del grupo de
trabajo que le fuera asignado por su superior jerárquico, generalmente un
funcionario conformación técnica o profesional en el área pertinente. Durante los
días siguientes y como parte del plan de actividades que fuera diseñado pocos
días antes de la ocurrencia de la huelga, el ingeniero Uribe delego en algunos
funcionarios del área administrativa la coordinación de la logística necesaria
para la realización de algunas actividades lúdicas y deportivas proyectadas, las
cuales a su modo de ver, contribuían en gran manera a terminar de normalizar
el ambiente laboral entre los trabajadores, mientras se materializaban las
concesiones a las cuales se comprometió la empresa en l mesa de
negociaciones y como ya se dijo, se vinculó para colaborar en la organización
de las actividades a algunas de las señoras habitantes de la unidad de vivienda
de los directivos de la fábrica.
Con evidente entusiasmo, probablemente por constituir una oportunidad para
ocupar provechosamente su excesivo tiempo libre, Nancy no paraba de hablar
sobre los eventos que a su juicio podrían realizarse tanto en las instalaciones de la
fábrica como en el pueblo, aprovechando la infraestructura con la cual se contaba;
incluyendo caminatas, competencias atléticas, eventos artísticos y culturales,
carreras ciclísticas y toda una serie de propuestas, algunas de las cuales eran
evidentemente irrealizables, dadas las condiciones del entorno, perfectamente
conocidas por todos, desde hacía ya un par de horas en la sede de la dirección de
Bienestar Social, donde se había reunido con su amiga Sheila Ruiz , la diligente
esposa del Ingeniero José María Uribe, el cual, en virtud de la enorme carga laboral
que enfrentaba por esos días, pidió ayuda a su mujer para sacar adelante estas
actividades programadas por la empresa como parte de los compromisos adquiridos
recientemente para con los trabajadores.
- Me parecen buenas tus propuestas; intervino Sheila para cortas
sutilmente el largo vuelo de su amiga, de manera que no quedara en
evidencia su intención, considerando un poco fuera de a realdad algunos
de los planteamientos que aquella acababa de formular. – Miremos cuales
de ellas podemos realizar, considerando el limitado presupuesto que ha
sido asignado por la empresa para materializarlas. - ¿ósea que tenemos
que desechar alguna?, preguntó sorprendida la, ahora no tan efusiva
colaboradora. - creo que tendremos que priorizar solamente tres o cuatro
eventos para acomodarnos al presupuesto, no lo tomes a mal Nancy,
esas fueron las instrucciones que me dieron en la oficina de la
subgerencia Financiera, pues al parecer no se dispone de muchos
recursos en estos momentos, más aún con todos los compromisos con
todos que la empresa tuvo que adquirir para resolver la amenaza de
huelga de los días pasados; según se me informo, se están
implementando en la empresa duras políticas de austeridad financiera
para cubrir los gastos que se avecinan. - ¿y entonces que vamos hacer,
amiga?, replico al tiempo que golpeaba nerviosamente la superficie de su
escritorio con la punta del lápiz que sostenía en la mano. – tranquilízate
Nancy, solo tenemos que ajustarnos al presupuesto del cual disponemos,
nada más que eso.
- Vea señora Nancy, tomo la palabra la funcionaria delegada del área
financiera de la empresa, - se me ocurre que consultemos con la Alcaldía
Municipal sobre la disponibilidad de escenarios que pudieran ser
utilizados para realizar algunos eventos, y según lo que se nos ofrezca de
su parte, procederemos a la elaboración de los presupuestos y a la
organización logística que sea necesaria, ¿no Le parece? – ¡pues será!
Contesto con evidente desagrado la aludida. - ¿y cuáles actividades crees
que se pueden realizar, Sheila? pregunto la financiera dirigiéndose a la
psicóloga, quien, señalando con un asterisco en el listado que tenía en
su poder, escogió las que a su modo de ver podrían ser actividades
viables de realizaren, y entonces leyó en voz alta aquellas elegidas : -
jornada de integración áreas operativas, administrativas y directivas de la
empresa, apunto a manera de título a lo que proponía; - esta podría
realizarse en el campo de futbol acá en la empresa, creo que hay
suficiente espacio y no sería complicado instalar algunas carpas con
bebidas y alimentos, los mismo que instalar los equipos de sonido para
animar la reunión; por otra parte creo que podríamos proponer al alcalde
su colaboración par a realizar una clásica ciclística partiendo de las
instalaciones de la fábrica y recorriendo un trazado por las zonas
aledañas a la empresa, para que el Municipio de la respectiva
autorización y coordine los cierres viales que sean necesarios y se
garantice la seguridad por parte del comando de policía en todo el
recorrido.
- Como tercer punto, todos sabemos que uno de los deportes preferidos
por los habitantes de la región es el juego de tejo, por eso pienso que
debemos incluir esta actividad organizando un campeonato relámpago
que incluya a los familiares de los trabajadores de la empresa. - ¿y no va
haber baile, amiga? interrumpió bruscamente Nancy. – a eso voy, para el
cierre de las actividades programaremos un espectáculo artístico de
música popular en el parque principal del pueblo, como los que se hacen
durante las fiestas patronales; solo sería cuestión de conseguir la tarima
y el sonido con algunos patrocinadores entre los proveedores de la
empresa, de esta forma, solo le quedaría a cargo de la compañía asumir
el costo de un grupo musical que anime la bailada. – Ah, bueno mija, ya
me estaba asustando, es que sin baile no hay fiesta; déjame a mi
coordinar el bailoteo ya verás el rumbonón que organizo. Los asistentes
a la reunión asintieron riendo ante la ocurrente manera como planteo su
iniciativa la costeña colaboradora.
Antes de dar por terminada la reunión, se distribuyeron labores entre los
allí reunidos; unos deberían encargarse de elaborar cuidadosamente los
presupuestos para las cuatro actividades aprobadas; otros se hicieron
responsables de contactar a las autoridades del municipio para coordinar
con las mismas los permisos lo mismo que la logística requerida para la
realización de cada evento, así como del diseño de los planes y
cronogramas a seguir en cada una de ellas.
Correspondió a las dos amigas la labor de coordinar con el Municipio lo
relativo a la realización de la carrera ciclística, utilizando alunas vías
carretearles de la pudrición del Municipio. También quedo bajo su
responsabilidad la organización de la verbena popular que se realizaría
en el parque principal del pueblo como colofón de las jornadas
proyectadas. – si no tienes problema, podemos ir esta misma tarde a
hablar con el alcalde, propuso Nancy con entusiasmo. – Si, no hay
problema solo déjame organizar unas cosas en casa y te llamo por
teléfono para acordar a qué hora podemos ir hasta la alcaldía, respondió
la psicóloga.
- Tienes que controlar en entusiasmo desbordado de Nancy; comento a la
hora del almuerzo en su residencia en Ingeniero Uribe a su esposa, luego
de escuchar de aquella los por menores de la reunión que Sheila había
tenido unas horas antes, y de referirle lo acordado y a lo que ella se había
comprometido. – recuerda que no disponen de muchos recursos, anotó
Uribe. – lo se cariño, respondió ella con la ligera sonrisa; no te preocupes,
conozco bien a Nancy y sé que hay que frenarla un poco para que no se
desmande, pero es preferible contar con una persona como ella con tanta
disposición e iniciativa para organizar esta clase de eventos; ¿no te
parece que está como mandada hacer para ella esta misión, ¿no te
parece ?, inquirió el esposo. – sí, pienso como tú, asintió ella, en la tarde
voy con Nancy a hablar con la gente de la alcaldía para ver como sacamos
adelante el proyecto; ¿y tú que tienes que hacer? – reuniones y más
reuniones, respondió amargamente José María; - pero no hablemos más
del trabajo cariño y vamos a descansar un momento antes que pase a
recogerte el conductor que te llevara al pueblo. – bueno, vamos; consintió
alegremente la joven, tomando la mano de su esposo conduciéndolo
hacia el dormitorio…
Luego de un no tan corto rato en compañía de algunos funcionarios de la
alcaldía, el mandatario llego saludando cordialmente a las damas que le
hacían paciente antesala. – por favor sigan señoras, invitolas señalando
con la mano la puerta que se mantenía entre abierta con su diestra con
un ademan que invitaba a ingresar al despacho.
- Me entere de las nuevas buenas sobre el conflicto en la empresa, estoy
muy contento con el arreglo al que se llegó días anteriores; la gente del
pueblo andaba muy inquieta por ese asunto; todos sabemos
perfectamente que lo que ocurra en la fábrica automáticamente de
manera muy profunda la vida diaria de este poblado, pero díganme
señoras, ¿que las trae por aquí? – muchas gracias señor alcalde
agradecemos mucho su gentiliza al recibirnos acá en su despacho, somos
conscientes de sus múltiples ocupaciones, y continuo, - como usted
recordara en nuestra última entrevista se planteó la posibilidad de realizar
algunas actividades culturales y deportivas con la comunidad, no solo el
personal vinculado con la empresa si no incluyendo a todos los habitantes
de San Rafael. – sí, si, por supuesto que lo recuerdo ¿y que han decido
al respecto? – bueno alcalde, prosiguió la emisaria; queremos poner en
su consideración algunas propuestas que pensamos, podrían hacerse
realidad con la colaboración del Municipio. - ¿y cómo de que se trata ?,
intervino el mandatario con actitud interesada. – señor alcalde, queremos
proponerle realizar conjuntamente con la empresa dos actividades
principales, las cuales irían acompañadas por otras menores para dar
realce a estos eventos. – soy todo oídos, señoras, interpeló don Alfonso
asumiendo una postura fingidamente formal. – bueno, lo primero que
queremos proponerle la realización de una carrera ciclística, la cual,
partiría de la fábrica y seguiría un recorrido por algunas vías secundarias
que brinden las condiciones necesarias para el desarrollo de un evento
de esta clase; la empresa asumiría los costos de la logística requerida,
así como la premiación para los mejores corredores y la alcaldía municipal
se encargaría de la organización del recorrido, la seguridad durante el
mismo y la preparación de las vías por las cuales se decida que va a
transitar la carrera.
- Eso podría arreglarse sin, mayor problema; anoto el mandatario; - ¿y la
otra actividad en que consiste. Esa es la que me toca a mí, señor Alcalde:
intervino con entusiasmo Nancy quien hasta ese momento aguardaba con
impaciencia el momento de participar en la conversación. – mire alcalde,
si usted lo permite, pensamos realizar una jornada cultural en las horas
de la tarde y rematar con una verbena popular en la noche, en una tarima
que se montaría en el parque principal del pueblo para que asista todo el
que quiera; ya hemos contactado algunos patrocinadores que correrían
con los gastos y a la alcaldía solo le correspondería dar el permiso para
la realización del evento y coordinar las medidas de seguridad necesarias
como en cualquier acto masivo que se haga en el pueblo; - ¿ qué le
parece ? estas últimas palabras las pronunció reforzándolas con su vivaz
mirada color miel y abanicando coquetamente sus pestañas y regalando
al mandatario la mejor de sus sonrisas; lo cual, al efectivamente casi
derritió al sexagenario mandatario el cual no9 dudo siquiera en contrariar
para nada al par de bellas y refinadas interlocutoras, por el contrario
sintiéndose alagado por la manera interesada con la cual le trataban las
susodichas, adopto una postura galante, a pesar de sus evidentes
falencias en el campo del refinamiento y la etiqueta.
- ¿cómo podría negarme a cualquier solicitud que me hagan dos damas
tan distinguidas como ustedes?; cuenten con m i colaboración para lo que
consideren conveniente, no soy más que su más humilde servidor;
termino afirmando zalameramente el burgo maestre.
- Mil gracias señor Alcalde intervino ahora Sheila; entonces con su
aprobación ¿con quién nos entendemos para coordinar fechas, horas,
lugares y todo lo necesario? – blanquitaa… vocifero rudamente el
hombre, dando al traste con el ficticio aire de refinamiento que hasta ese
momento había mantenido, retomando su habitual campechanía.
- ¿sí, señor Alcalde?; respondió de inmediato ingresando veloz mente la
requerida secretaria del despacho. – llámeme inmediatamente al
secretario de Obras y al Director de Cultura; ¡pero ya ¡. – si señor Alcalde,
de inmediato reposto la funcionaria quien salió del despacho
apresuradamente del despacho para cumplir con la orden recibida.
- Señoras mías, voy a presentarles a los dos funcionarios encargados de
las secretarias de despacho que tienen que ver con la organización de
esta clase de eventos; pero antes díganme con toda confianza, ¿les
provoca tomar alguna cosita, un café, un refresquito? Algo sorprendidas
ante tal deferencia hacia sus personas, rechazaron cortes mente el
ofrecimiento agradeciendo el gesto. - ¡estas señoras no se dejan
consentir!; nuevamente el estilo campechano hizo espontanea presencia
en la reunión. Gracias, señor Alcalde, es usted muy amable pero la verdad
es que recién almorzamos antes de venir hacia acá.
- ¿si señor Alcalde? Pregunto al ingresar apresuradamente al reciento el
secretario de obras del Municipio, funcionario encargado de todos
aquellos relacionados con la infraestructura del ente territorial. Sin saludar
al recién llegado, el mandatario se limitó a interrogarle descortésmente. -
¿y dónde anda el sin tanticas ese del Carlos, el de Cultura y Deportes? –
ya le mandamos llamar, Alcalde creo que se encuentra en el polideportivo
municipal, atendiendo un evento programado con niños del sector rural
se explicó el nervioso funcionario. – bajándole un poco al tono el Alcalde
le respondió: - bueno, pues mientras llega siga Ingeniero vea, le presento
a las doctoras (en estos pueblos, como en todo el país se acostumbraba
brindar este título académico a aquellos individuos a quiñes se deseara
ensalzar, sin importar que lo fuesen o no; esto es parte de nuestra
idiosincrasia ) que vienen de parte de la empresa concretera para
proponernos la organización de unos eventos con la comunidad, a los
cuales, ya di mi aprobación, se adelantó a decir denotando con ello que
se trataba implícitamente de una orden directa para el subalterno, quien
se limitó a asentir con la cabeza y a extender tímidamente su diestra a las
ponderadas visitantes. - mucho gusto doctoras; Ricardo Sierra, para
servirles. – mucho gusto Ingeniero; respondió Nancy, adelantándose
intencionalmente a su compañera para estrechar la mano del apuesto
funcionario, el cual, al parecer, cayo de maravilla a la sociable dama; otro
tanto ocurrió, pero de manera más impersonal con la psicóloga. – mucho
gusto Ingeniero Sheila Ruiz, respondió cordialmente al saludo a ella
presentado.
- ¿qué pasa Alcalde? Entro diciendo en voz alta el otro funcionario
requerido; - ¿para que soy bueno? y esbozo una sonrisa que se notaba
autentica considerando el desparpajo con el cual se movía al ingresar al
despacho el singular personaje; un hombre joven de unos treinta años,
muy apreciado en el pueblo por su espontanea alegría, emprendimiento
innato para cualquier actividad que se propusiera llevar a cabo y un gran
sentido de solidaridad con sus allegados; era un buen tipo y por eso don
Alfonso lo apreciaba mucho, pues sabía que siempre podía contar con él,
lo cual había sido muchas veces comprobado, especialmente durante las
situaciones difíciles, como la última inundación que afecto gran parte del
territorio municipal, en la cual desempeño un papel fundamental,
coordinando múltiples acciones de la más diversa índole para la atención
del desastre natural. esa
- sintiese Charles y bájele a las revoluciones, que un día de estos le va a
dar un soponcio por andar tan acelerado. – no me diga eso Alcalde, usted
sabe que yo siempre estoy en la jugada (expresión coloquial que significa
estar atento). – Ay, perdón, mucho gusto señoritas, mi nombre es Carlos
Suarez, director del Departamento de Cultura y Deportes del Municipio de
San Rafael de los Reyes; afirmo adoptando una solemne actitud con la
cual provoco la risa de los asistentes. - ¡señoras, Charles, ojo! Reprendió
bonachonamente don Alfonso. – las doctoras aquí presentes piensan
realizar unos eventos por parte de la fábrica en unión con la alcaldía acá
en el pueblo, por eso lo mande llamar. – Ah, bueno Alcalde, ¿qué hay que
hacer? – eso es lo que tienen que coordinar con nuestras distinguidas
visitantes mijo, tome nota de lo que las damas quieren realizar y me pasa
un informe sobre lo que considere necesario para ver como organizamos
la logística junto con la empresa. Sin dejar de sorei8r ni un momento el
jovial funcionario, concluyo afinando: - pues las doctoras dirán, yo estoy
para servirles, si gustan vamos a mi oficina y me cuentan que piensan
hacer para mirar cómo podemos realizarlo.
- ¿y usted que piensa Sierra?; increpó el mandatario al Ingeniero que
guardaba un tímido silencio, permaneciendo de pie, al lado izquierdo del
escritorio sin participar en la conversación. – si las doctoras lo desean,
podemos reunirnos en la oficina de Charles, o en la sala de juntas de la
alcaldía, y así coordinamos entre todos los eventos que desean llevar a
cabo. – me parece muy bien, sentencio el Alcalde vallan a la sala de
juntas que allá van a estar más cómodos. – bueno Alcalde acepto el
secretario de obras, dando por descontada la aprobación de los restantes
asistentes, y así fue, en efecto.
- muchas gracias señor Alcalde, es usted un sol, terminando de fulminarlo
con una nueva sonrisa, estirando coquetamente su mano para colocarla
al alcance del referido como si quisiera que le besase el dorso de la
misma, al estilo medieval. – a sus órdenes mis bellas señoras; respondió
don Alfonso retomando la postiza actitud cortesana. - no las puedo
acompañar en este momento por unos asuntos surgentes que debo
atender, pero me tienen al tanto de las cosas por favor, claro que sí señor
Alcalde, apunto Nancy; - estamos en contacto; termino diciendo casi
cantando mientras se ponía en pie.
- le agradécenos mucho su amabilidad señor Alcalde se despidió
cordialmente Sheila, y se retiraron del despacho guiadas por los dos jefes
de la secretaria designados por el mandatario para atenderles.
Una vez en la sala de juntas, una y otra expusieron sus respectivos
planes, esbozando la manera como creían que podían realizarse, por su
parte los secretarios de despacho hicieron algunas observaciones y al
cabo de unos pocos minutos, ya se tenía elaborado un primer proyecto
de las actividades proyectadas, dando un tiempo prudencial para su
ajuste y puesta a punto, fijando como fecha tentativa para la realización
os días viernes, sábado, y domingo último del mes en curso.
Trascurridas cerca de dos horas y viendo que pronto comenzaría a
oscurecer, Sheila se apresuró a dar por terminada la reunión, debiendo
halar del brazo a la entretenida Nancy, quien no paraba de hablar,
evidentemente muy a justo en sus funciones de organizadora de eventos
reparativos o quizás, también muy a gusto, trabajando al lado del joven
Ingeniero Sierra.
- Nancy, nos vamos, mira la hora que es; afirmo inquita Sheila, viendo se
reloj que marcaba las cinco y cuarenta de la tarde. ¡Uyy, como pasa el
tiempo cuando uno se divierte ¡lanzo despreocupadamente al aire la
costeña, al tiempo que se levantaba de su silla y levantaba su colorido
bolso de mano. – entonces aquí vamos a comenzar a organizar todo lo
necesario para la realización de los eventos afirmo amablemente Sierra;
- que tengan buena tarde, doctoras yo les comunico cualquier novedad al
teléfono que me dejaron. – muchas gracias a los dos, se despidió Sheila
y salió adelante. – nos estamos hablado Ingeniero; apunto pícaramente
Nancy mientras aferraba la mano extendida del joven. – hasta luego
Carlos, agrego y siguió a su compañera.
- que muchachos tan encantadores ¿no te parce querida? cometo Nancy.
– ¿cómo que te cayo muy ben el Ingeniero Sierra verdad? - ¡qué dices
amiga !, pero no me vas a negar que es un churro. – Ay Nancy tú no tienes
remedio, mira a ver si te buscas un lio con el Doctor Amaya; acá los
chismes vuelan y de un agota forman un océano. – pues en ese mar me
ahojaría encantada, respondió riendo la aludida, - además alimentar el
ojo no es pecado; ¿o si amiga? y sin dar tiempo a una repuesta continuo:
- el hecho de estar a dieta, no impide ver el menú amiga; lo que pasa es
que tú todavía estas en luna de miel con José María. – y espero
mantenerme así para siempre, respondió Sheila. - ¡hay mija, lo bueno no
dura para siempre!; afirmo lacónicamente Nancy. – Álvaro y yo hace
tiempo que dejamos atrás esa época es la ley de la vida, creo. - ¡yo no
pienso igual!; repunto algo molesta su compañera. – yo creo que lo que
hay que hacer es cuidar día a día la relación con la pareja y no olvidar las
cosas que los unen. – pues te deseo suerte, ojalá puedas mantener tu
relación como está ahora ¡mira, ahí está el carro de la empresa! ¡vamos
pues, afirmo Sheila apurado el paso.
Ya los cantos de las cigarras se escuchaban solitarios dominando el
silencio de la estrellada noche cuando el campero se detuvo frente a las
casas colindantes donde vivían las dos amigas, las cuales se apearon
rápidamente para dirigirse cada una a su hogar. – nos vemos mañana
Nancita se despedido Sheila dando un beso en la mejilla a su compañera,
bueno amiga que pases buena noche, respondió la otra mientras buscaba
el manojo de llaves que cargaba en su bolso se dirigió a paso apurado
hacia la puerta de su vivienda.
¿cómo te fue querida; interrogo?; Álvaro a manera de saludo. – bien
cariño, tu sabes cómo es de complicado eso de organizar eventos. ¿Y a
ti como te fue, ya rendiste los descargos?
- Si, hoy en la tarde me llamaron a la oficina de recursos humanos para dar
mi versión de lo que ocurrió en día del problema con el atarban ese
respondió distraídamente el médico, sin dejar de hojear el texto de
farmacología que sostenía en sus manos restándole importancia al
asunto.
¿y qué piensa que puede pasar con eso?, insistió la mujer, tratando de
llamar la atención de su esposo deGGGGG quien odiaba que adoptara
esta clase de actitudes indiferentes cuando le hablaba. Sentía que no la
tomaba en serio y eso la enervaba en grado sumo.
¡no le pongas atención a ese asunto!, corto tajantemente el tema, dejando
ver cierta contrariedad ante la insistencia de su mujer. – porque más bien
no preparas algo se cenar estoy muerto de hambre; concluyo diciendo el
medico sin levantar la mirada del libro.
LAS INTRIGAS DE DON PEDRO
Luego de una larga y agotadora jornada bajo un clima inclemente que
cambiaba de un momento a otro del calor extremo al más chudo
chubasco; esa noche la peonadana se retiró a descansar luego de
despachar prontamente la cena que les fuera distribuida por las cocineras
de la casa grande, tal como se conocía la residencia principal de la
Hacienda la Trinidad; según conocedores, la mejor y más prospera de la
región y de la cual se jactaba de ser su afortunado propietario don Pedro
Moya ( quien como acostumbraba desde hace muchos años, luego de la
trágica muerte de su esposa tras una larga y penosa enfermedad que la
fue marchitando poco a poco hasta extinguir su existencia); luego de
cenar se sentada en su silla preferida, una robusta mecedora de madera
con tejido de fibra de esparto en el espaldar, para hundirse en sus
recuerdos de aquellos días felices cuando siendo un muchacho, comenzó
a abrirse espacio en la región con el esfuerzo diario del trabajo del campo
pero con el apoyo y el vivificante elixir del amor de su esposa. No había
obstáculo alguno que no superaran ni meta que no consiguieran; eran
invencibles o al menos, eso creían hasta que la parca demostró su
inefable primacía al arrebatarle a Pedro al ser al cual amaba más que a
nada en el mundo. Largas horas, en ocasiones, noches enteras,
transcurrían pesadamente, en las cuales solo el sordo chirrido del
maderamen de la vieja mecedora, como si de un grotesco tic-tac de reloj
se tratara, marcaba el intangible paso del tiempo con cada leve empujón
que con los pies daba desganadamente el hombre sobre el piso para
impulsar mecánicamente su silla, ubicada por su expresa orden como
único mobiliario del amplio balcón delimitado por un robusto barandal de
cedro, especie arbórea nativa de la región, ahora muy escasa por lo cual
era apreciada y costosa. Este se había convertido en el rincón del mundo
que Pedro había reservado para sus infaltables momentos de añorante
soledad, los cuales se habían constituido con el tiempo en un ritual
respetado por todos los habitantes de la gran casona. Era el momento del
patrón y nadie debía interrumpirle, afirmaban las leales sirvientas
quienes, por varias décadas, aun mucho tiempo antes de la muerte de la
señora María Antonia a quien veneraban y temían a la vez, servían
fervorosamente, llegando a formar parte, si puede decirse, del paisaje de
aquella hacienda.
- ¡ no vaya a interrumpir al patrón, Aquileo, mire que usted ya sabe que a
él no se le puede molestar cuando está en su mecedora, no se busque
un buen regaño y más bien, siéntese ahí y tómese un pocillo de
aguapanelita con queso !; - aconsejo la anciana, sirviendo lo anunciado
sobre la gran mesa de madera rustica que ocupaba gran parte de la
espaciosa cocina en la cual permanentemente ardía la estufa de carbón
donde se preparaba la enorme cantidad de que los trabajadores de la
hacienda consumían cada día .

Unos instantes después cuando la vieja cocinera calculo que ya había


terminado la habitual sección de tristes cavilaciones del patrón, se
aventuró a autorizar al saciado capataz: - ahora si valla, Aquileo a ver si
lo recibe el patrón. – gracias misia Magolita, estaba muy sabrosa la
merienda; comento el hombre y salió e dirección del balcón perimetral de
la casona donde esperaba encontrar a don Pedro, su patrón. - ¡con su
permiso, señor !; exclamo en tono bajo mientras se aproximaba hasta
situarse a una prudente distancia de aquel quien, aún mantenía la mirada
perdida en la lejanía, como si estuviera fija en algún objeto situado en el
infinito. Con una sacudida brusca de la cabeza, el aludido pareció
atravesar de emergencia en la tierra de la realidad.
- Ah, hola Aquileo ¡, no lo sentí llegar; anoto el sorprendido asedando. –
perdone usted señor por venir a interrumpirlo, es que necesito comentarle
alginas cosas para ver usted que decide ordenar. – de que se trata,
desembuche pues, hombre; espeto el anfitrión. – lo que ocurre patrón ;
es que ya casi se llega el momento de comenzar a recoger el mango y la
carretera quedo en tan malas condiciones por los últimos aguaceros que
yo creo que no van a poder bajar los camiones fruteros a recoger la
cosecha; pienso que tocaría que usted hablara con la gente de la alcaldía
para que nos den la mano mandando la maquinaria para arreglar al
menos los pasos más malos, pero eso habría que hacerlo pronto para
que no se pase de punto l primer mango que se empieza a recoger desde
mañana.
El viejo escucho con atención lo que manifestaba su empleado y en cuyo
criterio, sabía que podía confiar gracias a los años de experiencia con los
que aquel contaba en el manejo de las faenas de la hacienda. - ¿y ya
están contratados los camiones? – sí señor, se apresuró a responder el
trabajador; el dos o tres días hay que confirmarles para que bajen a
recoger los guacales en los sitios de entrega de siempre.
- Ya me temía yo que esto podría pasar con el mal tiempo que se nos vino
encima los últimos días; ya se sabe que siempre llueve durante las
cabañuelas, pero este año fue demasiado; todavía me duele el cuadril por
el porrazo que me di el día de la cabalgata cuando se resbalo mi animal.
- Entonces que ordena patrón; ¿confirmo los camiones o espero unos
días?
- No, no haga nada de eso que mañana mismo voy al pueblo a hablar con
el Alcalde para que me mande la maquinaria a arreglar la vía; aseguro
con arrogancia el terrateniente. – como usted mande patrón; respondió
sumisamente el capataz. - ¿y dígame una cosa Aquileo; que ocurrió con
el viejo ese del caño seco; ya lo sacaron? pregunto con evidente interés
el gamonal. Adoptando una actitud temerosa el empleado dio un paso
hacia atrás de manera refleja, previendo una mala reacción por parte de
su patrón por lo que debía informarle. – eso se está complicando don
Pedro; ese viejo no quiere desocupar, y eso que le metimos candela a su
sementera y le reventamos las cuerdas del corral lucho que tiene junto al
rancho. Tal como lo temía el trabajador el viejo lo fulminante con una
furibunda mirada. - ¿y es que le va a quedar grande sacar a un viejo
miserable de mis tierras, Aquileo? dígame si es que ya no puede cumplir
con sus deberes para ir tomando las medidas del caso. – no señor,
tranquilo patrón, le interpelo tímidamente e capataz; - es solo cuestión de
unos días para que el anciano desocupe; confié en mí que yo me encargo
de eso.
Dándole de manera intencional la espalda a su empleado; el desairado
terrateniente exclamo: - ¡más le vale Aquileo no me valla a salir con
pendejadas; y ahora vallase a dormir que mañana hay mucho que hacer;
concluyo despóticamente ! – sí señor, hasta mañana señor, atino
balbucear en tono casi inaudible el asustado trabajador, haciendo al
mismo tiempo haciendo una tímida reverencia evidentemente inútil antes
la despectiva actitud de su jefe y entonces, el hombre se retiro
sigilosamente por donde vino.
Como era su costumbre, apenas se vislumbraban los primeros albores
del nuevo día ya Pedro Moya se encontraba tomando el primer café del
día e impartiendo las instrucciones que consideraba necesarias para la
correcta realización de las actividades planeadas para la jornada, por
parte de los trabajadores.
- ¡simón!, exclamó en tono fuerte; - aliste el carro que no vamos para el
pueblo. - ¡como mande, patrón! respondió el espigado conductor y
mecánico Ad onoren de cuanta maquina requiriese mantenimiento en la
hacienda yendo desde una simple moledora de caña hasta las grandes
cosechadoras que poseía su patrón.
- Bueno días don Pedro, saludo atentamente al verle ingresar al sitio donde
se encontraba el cubículo en el cual cumplía con sus múltiples labores. –
buen día Blanca, respondió con desgano el recién llegado. - ¿ya llego
Alfonso? – no señor, todavía no ha llegado el señor Alcalde, pero no
demora; si quiere siga y lo espera en el despacho, propuso atentamente
la funcionaria. - ¡muchas gracias!, respondió secamente el visitante
siguiendo de largo hacia el interior de la oficina.
- Hola Pedro, gusto en verlo por acá; saludo al entrar a su oficina el titular
del despacho, previamente advertido de la presencia del visitante por su
secretaria. – buen día Alfonso; respondió el otro. – y cuénteme, ¿cómo
van los negocios? pregunto el Alcalde. – pues hombre, dentro de lo que
se puede esperar luego de los estragos que nos hizo la avalancha; se
perdieron muchos animales y ni hablar de los cultivos; casi se lleva todo
el vendito rio, pero que le vamos a hacer así es la naturaleza y contra ella
no hay nada que hacer. – si hombre, eso es verdad, hay que seguir en la
lucha diaria; observo el burgomaestre. - ¿y a que debo su visita?
Acomodándose trabajosamente en la estrecha silla, la cual apenas si
tenía las mínimas dimensiones para albergar la voluminosa humanidad
del visitante; con actitud arrogante le respondió: - necesito la maquinaria
del municipio para que arreglen la vía a la Trinidad que quedo en muy mal
estado con los últimos aguaceros y no puedo sacar la cosecha en estas
condiciones.
Sintiéndose un poco incómodo por la forma casi altanera como le fuera
solicitado el servicio requerido; el Alcalde, quien como ya sabemos, tenía
una inflada imagen de su propia persona, en virtud quizás de sentirse el
único llamado para mandar en el pueblo, luego de sus dos periodos de
gobiernos lo cual, la verdad sea dicha lo único que evidenciaba era sus
antiguas relaciones con algunos rancios caciques políticos de la región,
gracias a cuyo apoyo se mantenía vinculado al poder y no por sus propias
capacidades intelectuales o administrativas, las cuales aran en realidad
muy limitadas.
Podría afirmarse que en este momento que los dos viejos líderes, con real
influencia, al menos al nivel local, representaban el poder en el Municipio;
el uno en la política y el otro, con el complemento del anterior, el dinero,
que el hacendado poseía en gran cantidad.
Antiguo conocido del Alcalde, con el cual mantenía una relación por lo
menos falsa mente cordial, desde hacía ya muchos años, el gamonal
colaboro generosamente, si es que así puede llamarse al hecho de
aportar importantes sumas de dinero para asegurar el triunfo del
candidato de su conveniencia en la contienda electoral; en este caso el
actual mandatario a quien ahora exigía tácitamente la retribución a sus
aportes a su campaña.
- Sí, sí, hombre, no se imagina el trajín que hemos tenido estos días
atendiendo los daños de la maya vial en todas las veredas del Municipio;
anoto el Alcalde adoptando una pose ceremonial. – ahora mismo, las
maquinas se encuentran trabajando en la parte alta del sector de los
Naranjos, donde se vino el barranco sobre la vía y está completamente
obstruido el paso hacia el pueblo desde ese sector. Agitándose
bruscamente en su silla el hacendado dijo elevando el tono de voz: - ¿qué
me quiere decir con eso Alfonso, entonces no puedo contar con las
maquinas al menos mañana?; reclamo ahora casi gritando el visitante. –
efectivamente Pedro, al menos durante lo que queda de esta semana, la
maquinaria estará ocupada atendiendo ese derrumbe, pero tampoco
terminen los trabajos de allá, yo se la envió a su sector; cuente con eso.
- ¡la otra semana no me sirve!; yo la necesito mañana para poder sacar
el mango maduro; respondió ya en un tono acalorado el gamonal.
- Entienda Pedro, en este momento no es posible suspender los trabajos
que se adelantan en la parte alta; la propia comunidad está colaborando
con la mano de obra, dejando sus quehaceres para acelerar la remoción
de los derrumbes; ¿cómo voy a quitarles las maquinas en estos
momentos?; no, eso ni pensarlo; me cogen la Alcaldía a piedra como
mínimo. – pues a mí me importa un bledo lo que haga o deje de hacer la
chusma, Alcalde; yo lo puse a usted en esa silla y cuando vengo a pedirle
su colaboración, me sale con estas; acelero ya fuera de casillas el airado
terrateniente. El choque de trenes era inminente. - ¡un momento señor
Moya!; le atajo contrariado el mandatario; - no le permito esa falta de
respeto yo fui designado por el señor Gobernador por mis propias
capacidades y no por tráfico de influencias. - ¡Bah, n me salga con esas;
¡si yo no pago todas esa reuniones y agasajos a los políticos de la capital,
no le hubieran dado el visto bueno ante el gobernador y eso usted lo sabe!
Ante el elevado tono con el que se escuchaba discutir a los ocupantes del
despacho, la inquieta Secretaria, interrumpió en el mismo a ver que ya
algunos visitantes de la sede administrativa podían escuchar
perfectamente lo que los acalorados fulanos vociferaban al interior de la
oficina. - ¿se le ofrece, algo, señor Alcalde?, pregunto en vos alta al
ingresar a la oficina la subordinada.
Cayendo en cuenta de lo inadecuado de la situación, el Alcalde con la
intención de dar por terminada la acalorada discusión bajo el nivel de voz
para responder: - no Blanquita, solo estamos intercambiando opiniones
sobre un asunto con el señor Moya; yo la llamo cuando la necesite;
concluyo.
- Entonces, me retiro, Alcalde, muchas gracias por u colaboración; remato
irónicamente, tomando camino a la salida el airado gamonal, quien se
color tras la funcionaria mientras esta abandonaba el despacho.
- ¿quién se cree este tipo?, venir a irrespetarme en mi propio despacho; se
repetía así mismo el contrariado mandatario, resuelto a no dar su brazo a
torcer ante los irreverentes requerimientos del atrevido.
- ¡vámonos ya simón, que aquí nadie sirve para nada! Vocifero el iracundo
personaje, avanzando a paso rápido hacia el vehículo donde le esperaba
su empleado.
- ¿qué paso don Pedro?; pregunto en conductor al ver el estado de
ofuscación, bastante habitual en su jefe. – Es el alcalducho ese, que se
le subieron los humos; ahora no se acuerda cuando iba bien mansito a
pedirme plata para sus tales reuniones políticas; pero hasta hoy tuvo mi
apoyo el tipejo ese… ¡arranque pues!
Una vez acomodado en el puesto trasero de su amplia camioneta, coloco
a su lado el infaltable sombrero alón despacho del Alcalde, el cual, por
demás, no tuvo la cortesía de retirase de la cabeza al ingresar al
despacho del Alcalde.
- Ahora si vamos a ver quién es quién en este pueblo, pensó en voz alta…la
cosa no pintaba nada bien.
- Aloo; buen día senador, habla con Pedro Moya, de aquí de San Rafael…
si, como no, el mismo… Ah, sí señor, que bien la pasamos en la hacienda;
¿y cuando vuelve por acá?; inicio la larga conversación telefónica desde
la inmensa sala de recibo de la casona principal de la hacienda la
Trinidad, la cual, aun mostraba la decoración que su extinta dueña había
instaurado a lo largo de los años. Grandes poltronas tapizadas en fino
cuero, fabricadas por encargo suyo en reconocidas factorías de la capital,
hacían juego con las grandes lámparas de techo que combinaban la
madera tallada con delicadas forjas de hierro y que daban al lugar un aire
casi solemne. Grandes ventanales desde el piso hasta el techo proveían
una abundante iluminación y frescura al recinto. Era, sin lugar a dudas un
lugar soberbio.
- ¿qué le ocurre a la gente en este pueblo?, comenzó diciendo el primer
mandatario, paseándose de extremo a extremo de su despacho. – ahora
todos quieren mandar más que el Alcalde. - ¿por qué lo dice señor? Le
interrogo su atenta secretaria y confidente. - ¿no lo ve, Blanquita? Primero
las artimañas del cura para echarme la gente en mi contra y ahora para
rematar, viene este viejo Moya a decirme que hacer, como si yo fuera uno
de sus peones. - ¿le parece poco?
- Cálmese don Alfonso no le preste atención al señor ese todo el mundo en
el pueblo sabe lo arrogante y mala gente que es y cómo trata a las
personas; dicen que por eso se quedó solo luego de morir la esposa, que
esa sí que fue una santa al soportar por tantos años semejante marido;
en cambio, vea usted de los hijos, solo el mayor que es igualito al taita,
continua viviendo con él; los demás se fueron todos a la capital y solo
vienen a verlo muy de vez en cuando; y continuo diciendo la mujer: - y en
cuanto al padrecito, no le ponga tanta atención que al fin y al cabo el curita
se la pasa allá en su parroquia y muy raramente asoma por aquí las
narices. - ¡no sé, Blanquita yo o puedo descuidarme con esos dos!
Recuerde que quien tiene enemigos, no duerme mija. – hay don Alfonso
usted sale con unas cosas…

SURGE EL ROMANCE

- ¡anímese hombre! que no todo ha de ser trabajo en la vida; insistía Álvaro


al convidar a su vecino y amigo; al Ingeniero Uribe a quien había
abordado a su oficina al final de la jornada laboral, donde aquel pretendía
tal como solía hacerlo hasta altas horas de la noche para adelantar trabajo
pendiente. – No se Álvaro, respondiole; - la verdad es que tengo muchas
cosas represadas. - ¡nada que no pueda esperar hasta mañana!; reposto
el galeno arrebatándole de las manos algunos documentos que el
Ingeniero sostenía como si quisiera evitar que se le escurrieran de
repente. – vamos, José María; insistió. – Necesito que alguien me
escuche; ande, no se haga de rogar más. – Esta bien, usted gana Álvaro,
vamos pues, pero solo un rato, no puedo darme el lujo de amanecer
enguayabado con el montón de asuntos que tengo por resolver; y
diciendo esto, se incorporó de su silla, acomodo algunos papeles de tal
manera que el escritorio quedo en perfecto orden; como le gustaba
mantenerlo y entonces salió en compañía de su amigo.
- El casino de la fábrica
- era un lugar acogedor a pesar de sus amplias instalaciones donde
docenas de mesas de aluminio y madera al estilo americano, se formaban
en largas filas separadas por callejones de transito sobre el lustroso piso
de retal de mármol, el cual gracias al meticuloso y muy frecuente trabajo
de mantenimiento que se le brindaba, de no estar en su obligada posición
horizontal, bien podría utilizarse como espejo.
En un costado del amplio salón que servía también, como comedor para
el personal administrativo de la a empresa; enmarcado por enormes
láminas de vidrio de piso a techo, se encontraba una hermosa barra de
madera tallada al estilo de los cafés Europeos, con altas sillas del mismo
material y detalle en su mano factura, donde los altos funcionarios y
directivos de la empresa solían beber algunas copas en un ambiente
tranquilo y discreto, esmeradamente atendidos por un barman,
impecablemente ataviado con una camisa blanca de algodón y pantalón
escuro que hacia juego con unos lustrosos zapatos de charol.
Un moderno equipo de sonido manejado desde una consola por un
experto en temas musicales garantizaba un ameno ambiente para los
visitantes.
- Buenas tardes, mejor dicho, noches, Juancho; rectifico el médico,
saludando cordialmente al muchacho detrás de la barra. – ¿qué les
provoca? – sírvanos una cerveza bien fría, pero de la importada, por favor;
requirió Amaya recostado sobre el lustroso mesón mientras contemplaba
la gran cantidad de bebidas de toda clase que se exhibían en la estantería
de la par– buenas noches doctor, buenas noches Ingeniero Uribe,
complemento inmediatamente el atento servidor. en espejo que, hacia
fondo al barcito, tal como se conocía entre los funcionarios a aquel rincón
del casino.
- Buenas noches Juan; saludo José María, encaramándose con cuidado
en una de las sillas disponibles frente a la barra. – qué bueno tenerlos por
acá; hace tiempos que venían; anoto amablemente el empleado al tiempo
que llenaba con espumosa cerveza importada dos grandes garras de
vidrio.
- Con todo lo que ha pasado en los últimos días, de milagro seguimos vivos;
comento irónicamente el Ingeniero.
- ¿desean algún tipo de música en especial? pregunto el encargado. –
confiamos en su buen gusto; intervino el médico, recibiendo las bebidas
esperadas y ofreciendo una de ellas a su acompañante quien la acepto
de buen agrado.
- Bueno Álvaro, ¿y qué es eso que me quería comentar?, interrogo José
María antes de llevarse a los labios el espumoso jarro. – ay amigo mío, la
verdad ando con la cabeza hacha un lio por estos días y necesito
escuchar una opinión reposada, y quien más que usted, siempre tan
puesto en su sitio. – eso quisiera yo, nadie sabe con la sed con que otro
bebe; replico José María; haciendo un brindis en el aire… salud…
Esperando a que el servidor se alejara lo suficiente para garantizar
privacidad, el medico prosiguió: - que dice, José María, usted tiene un
vida perfecta; una carrera brillante un matrimonio armonioso, ¿qué k más
le puede pedir a la vida amigo mío? – eso cree usted Álvaro, pero como
cualquier persona tengo problemas, lo que pasa es que procuro tomarlos
con calma, y si, gracias a Dios tengo una mujer maravillosa a mi lado que
me apoya incondicionalmente; todos los días doy gracias a la vida haberla
puesta en mi camino. – Que envidia amigo; que diera por poder decir lo
mismo, anoto en tono melancólico; - yo en cambio ya no sé qué camino
tomar. - ¿a qué se refiere, Álvaro?; pregunto intrigado el Ingeniero.
- Pue hombre, ando un poco confundido, pues la verdad es que no se hacer
en este momento de mi vida. - ¿y cuál es el problema? – mi matrimonio
hace tiempo que hace agua; las cosas con Nancy no andan muy bien; es
como si se hubiera apagado nuestra relación; yo la quiero, pero siento
que cada día nos vamos alejando más y más; ya no compartimos casi
nada y cuando estamos juntos, como que no tenemos de que hablar,
además de las cosas de mi trabajo o de cualquier asunto trivial, pero de
nuestros planes, de lo que soñábamos hacer, de eso ya ni hablamos. - ¿y
le ha hablado usted a ella del asunto? volvió a preguntar Uribe,
demostrando gran interés. – eso es lo peor hermano, ya como que ni me
interesa hablar del asusto y ella actúa de igual manera. - ¿y qué piensa
hacer entonces?
- Últimamente he optado por mantenerme ocupado en mi trabajo y ella
hace lo mismo, por eso se ofreció para organizar con otras señoras el
asunto ese de las actividades que piensan realizar en unos días. –Ah, sí,
Sheila también está muy motivada con ese proyecto, pero eso es muy
bueno, Álvaro, de esa manera se mantienen ocupadas; piense que no
debe ser fácil para unas mujeres preparadas intelectualmente como ellas,
el estar todo el tiempo en la casa esperando la llegada del marido, día
tras día. - Yo pienso lo mismo, José María, respondió algo dubitativo el
galeno, es por eso que la animé a que se vinculara a esas actividades,
pero nada cambia entre nosotros; me siento como decepcionado con la
vida que llevo. - ¿y no habrá algún otro motivo para que sienta ese
aburrimiento? Preguntó de manera inquisitiva el contertulio. – Pues
hombre, para qué voy a ocultar la realidad, siendo yo quien le pedí a usted
que me escuchara, admitió resignado el médico. - ¿recuerda usted el
último congreso al que se me envió a la capital, hace unos días, del cual
apenas regresaba a la fábrica, cuando tuve el problema con el tipo ese al
intentar ingresar? – por supuesto, quien no se acuerda en la empresa de
semejante incidente; ¿pero por qué lo menciona?...- La verdad, amigo,
continuó diciendo el facultativo, es que dicho congreso no era en realidad
tan importante para mí; yo arreglé las cosas para asistir, tal vez como una
vía de escape para alejarme unos días de los problemas en mi hogar, los
que ya le he ido contando y la verdad, ahora no tengo muy caro si fue
mejor o peor para mí el haberlo hecho; ¿ por qué lo dice, Álvaro?; Le
interpeló el intrigado acompañante. -Ya le explico, se limitó a decir el otro,
bajando un poco la cabeza y la mirada fija en la espuma del jarro de
cerveza que mantenía nerviosamente entre los dedos de las dos manos.
Luego de beber un generoso trago del helado líquido, el cual refrescó su
reseca garganta, tal vez más árida por la angustia con la que se
expresaba que por el calor del recinto donde se encontraban, se animó a
retomar su narración: - Hace un par de meses, durante algunas reuniones
a las que tuve que asistir en la planta matriz, en la capital, conocí a una
funcionaria; una asesora jurídica de la empresa; su nombre es Mabel, y
de inmediato surgió una fuerte atracción por ella, no solo por ser una
mujer excepcionalmente hermosa, con unos ojos verdes como el mar en
una tarde de verano, un cabello ligeramente ondulado y dorado como el
sol de mediodía, sino que hay algo en su manera de tratarme, algo
especial que me hace sentir vivo, como que me infunde nuevos bríos para
enfrentar lo que venga en el futuro.- ¡Uyy hombre!... interrumpió el
Ingeniero; -por lo que le escucho, usted no solo está impresionado; ¡usted
está enamorado de esa mujer…! De inmediato, el médico recobró su
postura erguida sobre su silla y miró a su compañero de tertulia,
directamente a los ojos, como si se acabara de percatar, al escucharlo
pronunciar aquellas palabras, de algo que no había querido aceptar hasta
ese momento, pero de lo cual era perfectamente consciente. - ¿Será…?
respondió dubitativo. - pues por la forma como la describe, se nota que la
mantiene presente en la cabeza, Alvarín, y eso solo ocurre cuando hay
sentimientos involucrados; respondió con seguridad su compañero. -Tal
vez no he querido reconocerlo, José María, pero, es verdad que estoy
muy ligado a esa mujer, reconoció nuevamente el hombre.
- Tengo un enredo en la cabeza, no tengo nada claro. - ¿bueno, y que ha
ocurrido desde entonces? – durante varios meses asistí a varias
reuniones a las cuales ella también fue y en cierta oportunidad, luego de
trabajar toda la mañana, como miembros de una misma mesa trabajo,
decidimos ir a almorzar juntos; junto con algunos compañeros de tarea a
un restaurante ubicado en las afueras de la ciudad, cerca de la planta, la
cual, usted sabe que se encuentra en los suburbios de la capital, por
aquello de la polución que se genera, y así fue como nos dirigimos al
restaurante, donde luego de almorzar, como era un viernes en la tarde, la
mayoría de los participantes en el congreso, viajaríamos de regreso a
nuestras respectivas ciudades; ya estábamos libres de labores así que
decidimos permanecer un rato más en el acogedor lugar y al poco tiempo,
ya estábamos bailando y departiendo alegremente al calor de unos
buenos traguitos. - ¿y luego qué?; le interrumpió José maría.
- La música estaba muy buena; bailamos de todo, salsa, merengue y hasta
boletitos resultamos bailando muy junticos. – si bailaron boleros, eso ya
implica algo más que un simple fosforo, ¿o me equivoco alvarin? – no
amigo, mío, en efecto a esas alturas ya poco nos importaba lucirnos
bailando, ni nos dábamos apenas cuenta de lo que los demás hacían; era
como si solo estuviéramos ella y yo en esa pista de baila y la música fuera
exclusivamente colocada para nosotros; sentía la tibieza de la piel, de su
mejilla contra la mía y el delicioso aroma de su cabello hacía tiempo que
no sentía esa clase de sensaciones; es más, creo que no las recordaba
ya. – claro, hombre, y con las cosas tan mal con su mujer, cayo rendidito,
hermano; afirmo el i interesado escucha.
- Lo único que puedo decir es que en esos momentos no me importaba el
resto del planeta; me sentía tan tranquilo estando con ella, tan ligero que
no puedo explicarlo… - mala cosa mi amigo; anoto lacónicamente el
Ingeniero.
- Ya era de noche cuando salimos del lugar y como ella no llevaba su
automóvil me ofrecí al llevarla hasta su casa, lo cual acepto debido a lo
tarde que se había echo y una vez frente al edificio donde vive en el norte
de la ciudad, no nos fue difícil decidir tomar otra copa en su apartamento
y así lo hicimos.
- Era un sitio muy agradable, amoblado con muy buen gusto; apenas
apropiado para el perfil de su propietaria. Colocamos algo de música y en
efecto brindamos un par de veces; aun, o quizás a un más sumergidos en
un ambiente íntimo, tan extrañamente íntimo, si se considera que apenas
si nos conocíamos, y de un momento a otro, como hechizado por esos
brillantes ojos, devore como una fiera hambrienta sus suaves labios y me
sentí consumido y también la sentí a ella en un abrazador fuego que
brotaba del fondo de nuestras almas, y ardimos los dos en las brasas de
nuestra propia piel cuando hicimos el amor hasta el cansancio, y esa
noche amanecimos abrazados, confundidos pero totalmente plenos…
- No me cuente, hombre es que la cosa ya paso a mayores; con razón la
angustia con su mujer, hermano yo estaría igual.
- No José maría, el problema no es con mi esposa, es con Mabel.
- ¿pero cómo es eso? No lo entiendo, Álvaro.
- Déjeme terminar de contarle la historia y ya vera como comprende todo;
continuo. – el día siguiente, un sábado, decidimos salir a almorzar a uno
de esos sitios de moda que a ella tanto le gusta y le aseguro, amigo José
maría que me sentí más en casa con ella que en mi propia casa. Y así
pasamos todo el fin de semana, ajenos a la realidad, solo viviendo cada
minuto que compartíamos, riéndonos de cualquier cosa, c aminando
tomados de la mano entre la multitud del centro de la ciudad, la cual, por
primera vez en muchos años, me parecía hermosa, y es que, con ella,
todo era hermoso, amigo mío, todo…
- ¿y su mejer, que le dijo luego a Nancy ?; intervino abruptamente, el
Ingeniero bajando de a su amigo de la idílica nube el que se hallaba; ¿qué
le dijo a su mejer cuando regreso a casa?
- Yo acostumbraba a raíz de las continuos discusiones y al hastio que vivía
en casa, quedarme en la capital durante varios días a la semana; trabajo
nunca falta en la empresa, usted lo sabe, y como estoy organizando todo
el sistema de servicio de salud para el personal jubilado, tengo mil cosas
pendientes cada día, por eso Nancy sabe que con frecuencia debo
ausentarme de casa en virtud a mi gran carga laboral, la cual no se limita
a los días hábiles, si no que muchas veces debo trabajar durante días
festivos y fines de semana si la empresa lo requiere; viajo a la capital una
o dos veces por mes y divido mi tiempo entre la empresa y el apartamento
de Mabel, y así han trascurrido los últimos tres meses, y a pesar de que
nunca le escuchado ninguna exigencia de su parte, me siento cada vez
más comprometido con ella y más lejano de mi esposa; por eso que hoy
lo busque amigo mío, para que me dé su opinión y me aconseje que debo
hacer; si ser sincero y contarle todo a Nancy o alejarme de Mabel y
continuar con mi hogar aun que ello signifique terminar con la época más
feliz de mi vida; concluyo bajando tristemente la mirada – sí, lo sé, Álvaro;
así estamos la mayoría de funcionarios de la parte administrativa de la
empresa; aquí no hay horario ni calendario, termino afirmando Uribe el
medico guardo un prudente silencio cuando el barman, atendiendo al
llamado que le hiciera su acompañante, se acercó al sector de la barra
donde se encontraban, y entonces haciendo en el aire una figura circular
con el índice de su mano derecha dirigido hacia arriba; a lo cual el servidor
pregunto: ¿ otra cerveza ? .
- Si, por favor juan; replico José maría quien no daba crédito a lo que su
acompañante le contaba. - ¿y entonces; pregunto? interesado.
Entonces continuo el galeno dejando escapar algo parecido a un suspiro,
mostrando ahora un gesto adusto en su rostro que lo hacía parecer unos
años mayor de su real edad.
- Amigo mío que le puedo decir; creo que es una decisión muy difícil pero
que solo la puede tomar usted mismo; no quisiera estar ahora en sus
zapatos, pero lo que sí puedo aconsejarle es que no se precipite a tomar
una decisión definitiva por ahora; solo acelere un tiempo a ver cómo se
van desarrollando los acontecimientos; tal vez lo que usted siente por
Mabel es algo pasajero, una relación pasional fomentada por la situación
crítica por su mujer; pero eso solo lo definirá el tiempo.
- -Ya he pensado en eso; respondió Álvaro; pero a medida que pasa el
tiempo me siento cada vez más fuera de lugar; tanto en mi casa como la
de Mabel; es como si siempre me encontrara en el sitio inadecuado; ¿me
entiende usted?...
- Que lío en el que se ha metido, amigo mío, se limitó a responderle el
Ingeniero; -cálmese y analice con tranquilidad la situación, sopesando los
pros y los contras de cada uno de los escenarios; reflexione serenamente
sobre lo que realmente desea hacer de su vida; lo que crea que lo hará
realmente feliz, y entonces, tome la decisión que elija, la cual será
seguramente la adecuada, pero de momento, actúa con mucha
prudencia; puede lastimar a muchas personas de no hacerlo; que no se
vayan a saber las cosas por boca de terceras personas, por lo menos
Nancy, y cuénteme una cosa, ¿ está enterada Mabel de todo esto?;
¿Sabe ella de la existencia de Nancy?...
- Por supuesto que sí, yo le conté todo desde el comienzo, ella conoce mi
situación; no soy partidario de las relaciones basadas e mentiras, por eso
es que me siento tan mal ocultándoselo a Nancy; usted la conoce, es muy
efusiva y se sale de casillas con facilidad, pero respecto a Mabel; ella es
muy independiente, está acostumbrada a regir su propio destino, por eso
no ha habido problema alguno en hospedarme en su apartamento cuando
estoy en la capital, pero noto su tristeza cuando tengo que regresar a San
Rafael, el problema es mío, José María, no de ella, ¿lo entiende?...
- Con un ademán de desaprobación, Uribe respondió: - No creo realmente
que el problema sea solo suyo, Álvaro, pienso que atañe a los dos
miembros de la relación, pues ambos están alterando el curso habitual de
sus vidas, así sea de forma temporal o permanente; una relación surge
entre dos personas y surte consecuencias de igual manera, concluyó
afirmando seriamente el Ingeniero.
- ¿Pero dígame algo, Álvaro, por qué mencionó usted el incidente ese que
se le presentó a la entrada de la fábrica?...
- Ya le aclaro ese punto, mi buen amigo; justamente dos días antes de
presentarse ese incidente, muy temprano en la mañana tuve una
discusión con Nancy luego de que me reprochara por primera vez lo
reiteradas y prolongadas de mis ausencias de la casa; pero no por el
hecho en sí de ausentarme del hogar, sino porque, según ella, me he
desentendido de mis responsabilidades en el hogar, lo cual, realmente no
es cierto; yo cumplo con que no falte nada en casa y estoy pendiente de
cualquier novedad que se presente, pero creo que se refería a otra clase
de responsabilidades, ¿ me comprende?...
- - ¿Intimidad? interrumpió José María. - Creo que sí, o por lo menos en
parte, amigo. Hasta me gritó que no había ya un hombre en la casa que
la protegiera, considerando las situaciones de desórdenes que se habían
venido presentando durante las últimas semanas en la fábrica por las
reiteradas huelgas. - Creo que en parte tenía razón, amigo mío, acotó el
ingeniero; acá las cosas se pusieron bastante delicadas; mire lo que le
ocurrió a usted unos días después de lo que me está contando…
-Sí, hombre, soy perfectamente consciente de eso, pero el día de la
discusión, para no agravar la situación con mi esposa, alisté alguna ropa
en una maleta especialmente grande y viajé a la ciudad para huir de los
problemas con Nancy y fue entonces, dos días después, cuando al
momento de ingresar a la fábrica, se pretendió impedírseme el acceso,
con la agresión del trabajador ése ya mi automóvil y entonces fue que me
salí de casillas, tal vez me quise desquitar con el abusivo de toda la
tensión emocional que traía acumulada de tiempo atrás; por eso actué
como lo hice, aunque ahora me avergüenza haberlo hecho.
-tremenda cosa, hombre todo el mundo se extrañó de su comportamiento,
aunque la verdad, la gente comprendió lo alevosa de la agresión contra
usted, pero eso no justifica lo ocurrido.
-sí, lo sé, y créame que me siento muy apenado con todos los que me
conocen, jamás había protagonizado una escena de esas; pero mire que
si de algo sirvió ese echo deplorable, fue el que, al llegar a mi casa, Nancy
se portó muy bien, me atendió con mucho esmero y eso como que aligero
un poco la tensión entre los dos, concluyo.
Uyy hermano, mire la hora que es; ya son las nueve, creo que por hoy
debemos dejarla hasta aquí; usted sabe que cuenta conmigo, Álvaro para
lo que necesite y ánimo, amigo, que las cosas tomaran el curso que
tengan que seguir; solo tranquilícese un poco y no precipite los
acontecimientos.
- Gracias, José maría; ya me siento muy mejor al contarle mis problemas;
sentía como si tuviera algo atorado en la garganta y necesitaba
desahogarme con alguien, y me alegra que haya sido con usted, amigo
mío.
Colocando algunos billetes sobre la mesa, el Ingeniero se bajó
cuidadosamente de su cubil, y dando una afectuosa palmada en el
hombro de su compañero, exclamó: - no hay nada que agradecer
hermano, siempre que me necesite hay estaré para servirle; ¿entonces,
vamos?, - ¡vamos!, respondió el medico; diciendo en voz alta: - hasta
luego Juancho, muchas gracias por todo. – hasta luego doctor Amaya;
respondió la voz lejana del barman, y entonces los dos amigos se
retiraron del lugar para dirigirse a sus respetivos lugares.

OLIMPIADAS DE SAN RAFAEL II

Por todo el pueblo, así como en la fábrica se promulgaron convocatorias


para participar en las actividades promovidas por la empresa. Se
imprimieron afiches publicitarios con toda la información pertinente a
cerca de los eventos al realizarse; se colgaron grandes avisos impresos
en sitios estratégicos para asegurar el mayor impacto posible en todo el
territorio Municipal, invitando a participar a la población en las que se
dieron a llamar “ Jornadas de integración comunitaria del Municipio de
San Rafael de los Reyes” , dejando expresamente claro dentro del
mensaje el auspicio principal de la empresa Concretera de Occidente S.A,
y un reducido listado de algunos otros patrocinadores del sector
económico tato local como del orden departamental, los cuales,
seguramente mantenían relaciones comerciales con la empresa.
En cada sección de la fábrica se fueron conformando equipos para
participar en las diferentes modalidades deportivas; adoptando cada uno
de ellos un singular nombre bajo el cual serian escritos en las planillas de
registro de la organización. De un momento a otro se fueron formando
quipos de futbol de tejo, deporte este muy del gusto de los nativos de la
región, en la cual cada establecimiento que comercializara bebidas al
cólicas de cualquier tipo, ofrecía a la clientela la utilización de las
infaltables canchas artesanales de madera y greda para practicar dicha
actividad mientras se consumían las referidas bebidas en cantidades
industriales, terminado por lo general la jugarreta de tejo en soberanas
borracheras por parte de los jugadores, quienes luego de varias horas de
recorrer una y otra vez, de un extremo al otro la distancia entre cancha y
cancha, brindando luego de cada lanzamiento por el acertado tino de
algún compañero de equipo, hasta que finalmente, ya bajo los efectos del
alcohol, se limitaban a acertar por lo menos de la manera más decorosa
posible dentro del cuadrado relleno de arcilla donde debía aterrizar el
disco metálico que cada turno arrojaban desde el otro extremo de la
cancha.
“Los Mecánicos” ese es el nombre, compañeros; propuesto
animadamente Eliseo a sus contertulios reunidos en un lugar discreto del
área de talleres de la fábrica. – perdóneme Chuquito intervino Ali; - a mí
me parece que debemos buscar un nombre que impresione más a los
otros equipos para que vallan sabiendo como son las cosas con nosotros
los veteranos de mil guerras y varias veces campeones regionales; ¿qué
les parece “los reyes de bocín”?
Limpiando con un trapo la grasa de la enorme llave de tubos que sostenía
en las manos; Emilio intervino: - eso suena muy sobrador, verraquera, yo
creo que es mejor llegar cari bajitos como el chigüiro y dar luego la
sorpresa durante el campeonato; así evitamos que los demás se
amangualen para sacarnos en las primeras rondas.
-tiene razón, tamalito, aprobó Eliseo; es mejor llegar con bajo perfil y ver
contra que equipos toca jugar, sin hacer aspaviento de nuestro nivel de
juego; es mejor que nos quedan flojos, con eso se confían y entonces les
damos duros por la cabeza.- bueno compañeros ¿ al fin de cuentas, con
que nombre vamos a inscribir el equipo?; requirió; acuciosamente Ali, -
pues dejemos el que propuso el chiquito: “ Los Mecánicos ” que nos
identifica facialmente como sección operativa y no levanta mucha inquina
innecesaria entre los demás participantes; planteo Emilio.
Bueno, entonces: ¡A Santa Rosa o al charco señores!; ya quedo
bautizado nuestro equipo sentencio Ali con la aprobación de sus
compañeros.
Otro tanto ocurría en el salón sindical donde, como cosa rara, no se
debatían pesados temas laborales si no que en esta oportunidad se
discutía sobre quienes debían conformar los equipos que participarían en
los distintos torneos.
Como era su costumbre, Luis Robles asumió la vocería entre los
trabajadores que habían concurrido a la sede del sindicato ´para dicho
espacioso lugar, el cual proveía un sitio cómodo para organizar la
conformación de los equipos que posteriormente se escribirían en la
oficina de Bienestar Social, encargada de la organización de los eventos.
- compañeros me parece que debemos asegurar unos buenos equipos
que representen dignamente al sindicato; no podemos salir con cualquier
cosa. Que levanten la mano aquellos compañeros que deseen formar
parte del equipo de tejo: invito, recorriendo con la mirada el grupo de
entusiastas aspirante. De inmediato, varios brazos se elevaron
manifestando interés. – como se estableció que cada equipo será
conformado por tres deportistas, vamos a presentar dos equipos a
nombre del sindicato; entonces, para que la cosa sea lo más democrática
posible, propongo que someternos a votación quienes conformaran cada
equipo; ¿aprueban la proposición? Un sonoro y unísono batido de palmas
aprobó el procedimiento, quizás un poco ortodosodo, pero la fuerza de la
costumbre hacia que cualquier asunto fuera sometido a esta clase de
procedimiento entre los sindicalistas.
Como en toda votación, finalmente se conformaron los equipos como los
coordinadores desearon… para eso es la democracia…
En una improvisada oficina, en las instalaciones de la Subdirección
Bienestar Social, dispuesta para coordinar lo relacionado con la
realización de las actividades programadas, algunos funcionarios de
dicha área administrativa, con la colaboración de Nancy Mogollón Sheila
Ruiz, y otras voluntarias, según se expuso anteriormente, atendían
diligentemente las inquietudes y adelantaban, si era el caso, el proceso
de inscripción de los trabajadores de manera individual o de los equipos
que cumplían con los requisitos exigidos para poder participar en las
justas deportivas y así, como dicen los Manitos, en menos que canta un
gallo con laringitis se realizó el proceso de inscripción de los participantes
en las jornadas de integración comunitaria de San Rafael de los Reyes.
- Si, Blanquita, ya tenemos la propuesta sobre el trazado a seguir en la
clásica ciclística; afirmo Sheila, elevando el tono de su voz ante el
auricular, tratando de imponerse al barullo que las voces de los acuciosos
aspirantes a participar en los eventos, armaba en el lugar desde el cual
se había comunicado aquella con el despacho del Alcalde para coordinar
las acciones que adelantaba junto con el grupo de organizadores. – sí,
discúlpenme se excusó. – es que aquí hay mucho ruido y casi no le
escucho, mejor hablemos mañana en la Alcaldía si le parece bien; dígame
a qué hora nos puede atender y allá estaremos sin falta; tapando con la
mano su oído libre en un intento de mejorar la audición con su
interlocutora. – perfecto entonces maña a las dos en punto, blanquita,
muchas gracias… y colgó.
- ¿bueno niña y qué? pregunto Nancy haciendo gala de su ascendiente
costeño. – mañana nos reciben en el despacho del Alcalde a las dos de
la tarde, así que tenemos que tener los proyectos listos para llevarlos;
respondió la psicóloga.
Durante el resto de la tarde, el grupo de trabajo se entregó a dar los
toques finales a los documentos que contenían la información sobre los
eventos programados, así como las planillas de inscripción para cada uno
de ellos los cuales serían puestos en consideración de las autoridades
locales.
- Hola amiga, ¿vas? pregunto Nancy cuando apareció para abrirle la puerta
de su casa, su compañera de misión. – bien, Nancita
- , sigue un momento mientras termino de arreglarme. – bueno, pero
apúrate que tenemos el tiempo justo para llegar a nuestra cita.
Un instante después reapareció Sheila en su sala de recibo, - ¿y a que
se debe la pinta, amiga? Pregunto suspicazmente mientras recogía
algunos papeles de la mesa del comedor. – ay niña, tu sabes que a una
como la ven, la tratan. - ¡Humm…! ¿No será por algún motivo especial,
querida? Insistió con cierta picardía la psicóloga. - qué cosas se te
ocurren, amiga; corto las costeña. – déjate de cosas y vámonos ya que
se nos hace tarde.
Ya en el vehículo que las trasportaba hacia el poblado, Nancy comento:
¿y con quien nos tendremos que entender el día de hoy en la alcaldía?
Sheila, que sabía a qué se refería su amiga, respondió: - no lo sé, querida,
supongo que con los Ingenieros que nos presentó el Alcalde el otro día;
tranquilízate querida que seguramente veremos al Ingeniero que tanto te
impresiono. Yo no lo digo por eso, boba; le reprendió tímidamente Nancy
tratando de disipar cualquier duda sobre la evidente intención de su
pregunta.
Para evitar que el conductor escuchara su conversación, Sheila guardó
silencio hasta el momento de apearse en el parque principal del pueblo,
frente a la entrada de la alcaldía. – tu sabes que te aprecio mucho Nancy;
dijo en tono serio, - y no quiero verte en problemas con tu esposo; ten
mucho cuidado, no juegues con candela, amiga; una cosa es bromear o
incluso flirtear, un poco por diversión y otra muy distinta promover
situaciones que pongas en peligro tu estabilidad.
Un halo de lividez recorrió el rostro de su compañera la cual, a manera d
contra ataque replico: - ¡pero que estás diciendo, Sheila¡, estas armando
una tormenta en un vaso de agua, lo que dije el otro día sobre el
muchacho ese fue solo una broma, lo que pasa es que tú, como buena
cachaca te tomas todo en serio; cógela suave, amiga; termino de decir
sonriendo…
- Me alegra oírte decir eso amiga, y ahora entremos que ya nos deben de
estar esperando para la reunión; son las dos en punto, exclamo
señalando su bonito reloj de pulsera reciente regalo de aniversario de su
esposo; el Ingeniero Uribe.
- Doctoras queridas, muy buenas tardes; que puntualidad más agradable,
la suya; saludo efusivamente la secretaria del Alcalde. – sigan, por favor,
a la sala de juntas; convido a las recién llegadas empujando con su mano
derecha la gran puerta en madera tallada a mano que daba acceso al
recinto, el cual aún se encontraba vacío, ante lo cual, quizás esperando
otra cosa, intervino Nancy con su habitual espontaneidad - ¿y dónde anda
la gente que quedo de reunirse con nosotras? – tranquila, señora Nancy;
ellos ya están avisados con suficiente antelación de esta reunión; voy
ahora mismo a anunciarles su llegada; están en sus oficinas pero ya se
los llamo; por favor, tomen haciendo; termino diciendo antes de salir de la
sala.
- ¿será que el Alcalde no viene a la reunión?; comento Sheila, quien
esperaba algo más de formalidad para la junta programada.
- No se amiga, pero ya pronto saldremos de dudas, le respondió su
compañera acomodando sobre la mesa de juntas, las carpetas que traía
con ella, lo mismo que su voluminoso bolso de mano, de tal manera que
no estorbase el trabajo a realizar.
- Buenas tardes señoras, saludo cortésmente haciendo una pequeña venía
con la cabeza, el Director de Cultura de Deporte del Municipio, quien
procedió a estrechar la mano a cada una de las visitantes, para luego
acomodarse en la primera silla libre al lado de Nancy.
- Hola Charles, saludo animadamente la costeña, asumiendo siento raro
de familiaridad, tal vez un poco inapropiado, considerando el hecho de
que apenas le habría visto un par de veces con anterioridad; pero esa era
su forma de ser; espontanea, amiga de sus amigos y bastante altanera
con aquellos alejadas de sus afectos, pero Charles le había caído bien
por lo cual, no tuvo reparo alguno en comenzar a llamarlo por el apelativo
que había escuchado en boca del Alcalde dúrate la última reunión en el
despacho del primer mandatario.
- Tratando de no demostrar su incomodidad por lo informal del ambiente
de la reunión, tímidamente Sheila pregunto: - ¿y el resto de funcionarios,
y el señor Alcalde no nos van a acompañar, don Carlos? – no señora, el
señor Alcalde no pudo asistir porque tuvo que viajar para asistir a una
reunión urgente en la gobernación y no regresará hasta mañana, pero me
pidió que les diera sus más sentidas excusas y me encargo que les
colaborara en todo cuanto esté a mi alcalde doctora Sheila; solo
esperemos un momento a que regrese blanquita que ya fue a avisarle al
Ingeniero Sierra para que se haga presente.
- Como si la mención de ese apellido el cual tenía bien presente, le hubiera
activado algún resorte interno; Nancy inmediatamente se despabilo, lo
cual fue notado por su amiga, quien no obstante se hizo la de la vista
gorda para no incomodarla.
- ¿les parece bien si vamos comenzando la reunión mientras llega el resto
del personal?; pregunto prudentemente Charles, me parece aprobó
animadamente Nancy; abriendo una carpeta de la cual extrajo algunos
documentos que alargo al funcionario a su diestra, diciendo: - acá esta la
programación general de los eventos, Charles, la carrera ciclística, el
campeonato de tejo, el torneo de futbol, algunas actividades culturales
que queremos coordinar con usted y la verbena popular del ultimo día.
- Gracias, doña Nancy; respondió respetuosamente el aludido mientras
recibía los documentos anunciados.
- Que doña, ni que doña, niño, que me hace sentir vieja; llámame Nancy a
secas. – está bien, Nancy; afirmo Charles con una sonrisa, prosiguiendo:
- tenemos que revisar las fechas que ustedes proponen para que no haya
ningún inconveniente por cuestiones de logística. - ¿a qué cuestiones se
refiere, don Carlos; intervino Sheila?
- Vea doctora, lo que pasa es que, por ejemplo, para realizar la carrera
ciclística hay que coordinar con la policía local y de pronto, con la regional
el cierre de las vías que se piensan utilizar, lo mismo que se necesita la
preparación de la tarima y el sonido para los eventos culturales y la
verbena popular; todo eso requiere un tiempo, por eso, debemos elaborar
un cronograma para que todo nos salga perfecto. – entiendo asintió la
psicóloga.
Una voz conocida se dejó escuchar detrás de los concentrados
contertulios los cuales, al mismo tiempo, voltearon la cabeza para atender
el saludo en voz alta que acababa de proferir el recién llegado. – ¡hoolaa,
Ingeniero Sierra!, se adelantó a decir Nancy, exhibiendo la mejor de sus
sonrisas y adoptando, aun desde sentada, una pose que recordaba el
escorzo de una pintura barroca.
- ¡buenas tardes, doctora Nancy, doctora Sheila me alegra verlas! buenas
tardes, Ingeniero respondió, cortésmente la última aludida.
- Acá les traigo un juguito de fruta para que se refresquen un poco anuncio
blanco al ingresar al recinto portando una bandeja con lo anunciado,
procediendo, luego a colocar frente a cada uno de los asistentes la
respectiva bebida, después de lo9 cual se ubicó en la silla al lado de quien
ocupara el último lugar en llegar.
Tomando el uso de la palabra; Charles puso al corriente a los asistentes
recién llegados de lo que se había adelantado antes de que aquellos
hicieran presentación, es decir, al jefe de Planeación Municipal y la atenta
Secretaria del despacho, la cual, sabía todo el mundo, era la mano
derecha del alcalde y una persona clave para sacar adelante cualquier
proyecto de esta clase, gracias a su amplia experiencia y conocimientos,
tanto, sobre los procedimientos administrativos como de la manera de
ponerlos en práctica…
- “y, por último, Ingeniero, le estaba comentando a la doctora Nancy”. -
¡Nancy!; interrumpió la aludida. – bueno a la doctora Sheila y a Nancy,
sobre el tiempo necesario para organizar las actividades que se piensan
realizar; termino de decir el director de deporte y Cultura.
- Los recién llegados a la administración las copias que les fueron
entregadas por Nancy, tomando algunas notas sobre aquellos puntos que
llamaron su atención, mientras escuchaban las obcecaciones que
Charles exponía.
Yo no veo ningún problema as con las fechas propuestas; observo la
secretaria del despacho del Alcalde; yo podría coordinar con el
comandante de policía los operativos necesarios para cada uno de los
eventos y usted, Ingeniero, podría encargarse de organizar la instalación
de la logística requerida; ¿no le parece? – por mi parte no hay ningún
inconveniente, afirmo reposadamente el Jefe de Planeación Municipal.
- ¿, y nosotras que hacemos?; intervino abruptamente la costeña, mirando
directamente a los ojos al joven funcionario, el cual, con un leve rubor en
el rostro, solo acertó a decir: - por supuesto que ustedes se encargaran
de la coordinación de todas las actividades con la empresa; doctora
Nancy. - ¡Naancy!, Nancy, por favor INGENIERO interrumpió de nuevo
esta vez con una especialmente dulce entonación en la voz.
- La hasta entonces silenciosa psicóloga intervino: - si a ustedes les parece
definamos ahora las fechas y lugares de realización n de todas las
actividades y la logística requerida, según su criterio para elaborar un
cronograma tentativo.
- Perfecto, doctora Sheila; le apoyo blanca quien ya se había puesto en tal
tarea, sin llamar la atención de los otros compañeros de masa. – acá
tengo ya un borrador con las posibles fechas, horas, y lugares de las
distintas actividades; pasando a manos de Ingeniero la cuartilla de papel
donde había esbozado lo que anuncio. El jefe de obras del Municipio de
dio una rápida ojeada e hizo un gesto en señal de aprobación, pasando a
su vez el mencionado escrito a su compañero de administración, el cual,
luego de revisarla exclamo: - ¡listo, blanquita, no hay más que decir!; por
mi parte, doy mi aprobación. ¿y ustedes que opinan?; pregunto al
momento de entregar el documento a Sheila, quien, sosteniendo el papel
en el aire lo acerco para permite a su amiga leerlo al tiempo con ella.
Por tratarse de un asunto en el cual, no se contaba con
antecedentes adecuados; las dos comisionadas por la empresa
concretera. Se tomaron un par de minutos para analizarlo, pese a que
solo contenía algunos renglones.
Luego de expresar de una y otra parte algunas pequeñas observaciones,
se aprobó el que sería el cronograma a presentar tanto al Alcalde
Municipal como a los directivos de la empresa definiendo con claridad las
responsabilidades de cada una de las entidades promotoras. La cosa iba
tomada forma.
Una vez definidos los pormenores del asunto, se elaboró un documento
final, el cual fue firmado por los asistentes a la reunión.
-bueno doctores, afirmo blanca. – yo paso en limpio todo el proyecto, se
lo entrego al señor Alcalde y después de que él lo revise, le hago llegar
una copia a la empresa para que le den haya el visto bueno final; yo
pienso que, a más tardar, en dos o tres días como máximo, lo pueden
tener haya; pero díganme una cosa ¿a qué oficina lo envió?
Anotando sobre una hoja en blanco que encontró a mano; Sheila se
apresuró a responder: - aquí le dejo los datos completos de las oficinas y
funcionarios pertinentes en la Subdirección de Bienestar Social de la
empresa, blanquita, haya nosotras vamos a estar pendientes. -Perfecto
doctora, respondió la secretaria entonces, así quedamos; dándose por
terminada la reunión. Todos se levantaron de sus sillas y precedieron a
retirarse de la sala y, ya a la salida; Nancy abordo al Secretario de Obras:
- entonces, nos estamos hablando para coordinar la logística de la
orquesta y la jornada cultural, ¿le parece, Ingeniero? -Me parece bien,
Nancy respondió con algo de timidez el funcionario.
LAS INTRIGAS DE DON PEDRO II

No bien hubieron abandonado el palacio municipal las emisarias de la


empresa cuando, como una tromba con señor fruncido y a paso rápido;
el primer mandatario arribo al lugar. - ¡blanca!, vocifero desde la entrada
del recinto; - ¡llámeme al Ingeniero Sierra a mi oficina!, pero ya!! La
secretaria, quien conocía perfectamente a su jefe, noto enseguida lo de
malas pulgas que se encontraba este y así, sin perder tiempo en saludos
ni en formalismos; corrió, literalmente hacia la oficina del Jefe de
Planeación del Municipio, para ponerlo al tanto del requerimiento.
Cuando entro al despacho del Alcalde le encontró caminado de lado a
lado, como una fiera enjaulada. – buena tarde, Alcalde. – cómo le va
Sierra; respondió de mala gala el mandatario. - ¿dónde tiene trabajando
la maquinaria amarilla? – pues señor, tal como lo acordamos con usted
hace un par de días, todavía se encuentra en la parte alta del municipio,
terminado de remover los derrumbes que tienen obstruido el paso.
- ¡pues hay que bajarla de inmediato y enviarla al sector de las palmeras;
Espeto el mandatario en tono brusco.
- Pero, señor Alcalde, todavía no se ha dado paso en dos sitios debajo de
donde se encuentran la retroexcavadora y el buldócer y esa gente se va
a enfurecer si les retiramos las maquinas antes de restituir el tránsito por
esa vía.
- ¿es que no me escucho Ingeniero? Bramo estruendosamente el
mandatario. - ¡hay que bajar esa maquinaria y punto! – como usted
ordena Alcalde acepto resignado el funcionario, no sin antes recalcar
sobre lo inconveniente de hacerlo en virtud del alto tráfico que por dicha
zona se mantenía, especialmente por aquello días cuando el
campesinado comenzaba la recolección de la cosecha para llevarla hasta
los sitios donde las recogían los camiones que los comerciales enviaban
para recibirla y trasportarla luego a los centros de mercadeo.
Una vez recibidas las ordenes por parte del ofuscado mandatario, el
secretario del despacho de planeación, discretamente abordo a la
secretaria del Alcalde, la cual se hallaba sentada en su pequeño cubículo,
detrás de la puerta de ingreso al despacho.
- ¿qué fue lo que paso, blanquita? Ese señor esta hecho una furia.
- no tengo idea, Ingeniero le respondió; - solo llego, así como lo vio usted
y casi que me grito que le llamara de inmediato y eso fue todo; creo que
algo ocurrió en la capital, por que ayer lo citaron con carácter urgente de
la Gobernación y hasta ahora regreso como usted lo vio. ¡blancaa!!...
Se escuchó gritar desde el interior del despacho. – bueno, luego
hablamos Ingeniero, que ese señor esta que mata y come del muerto; y
diciendo esto se internó rápidamente en la oficina dejando al Ingeniero
tan intrigado como al principio, o quizás un poco más.
- ¿dígame don Alfonso? - cierre la puerta y siéntese ahí; dijo el jefe
señalando con su dedo índice una de las sillas ubicadas frente a su
escritorio.
- ¿cómo le parece las del Pedro Moya ese? - ¿pero, que fue lo que paso,
don Alfonso?; le interrogo la inquieta subalterna viendo la alterada
condición de su jefe. – pues imagínese que ayer, muy obediente, viaje a
la capital, a la sede de la Gobernación del departamento, sin sospechar
absolutamente nada malo; me mantuvieron habiéndole antesala al
Gobernador ms de tres horas y cuando por fin se dignó a recibirme, fue
para meterme un sermón de los mil demonios sobre mi responsabilidad
para con la ciudadanía, especialmente en situaciones de emergencia,
afirmando que yo no podía hacerlo quedar mal con las comunidades
actuando negligentemente ante las solicitudes de ayuda que me hubieran
los habitantes del Municipio.
- ¿y porque le diría eso a usted el Gobernador? – eso mismo le pregunte
yo, en medio del regaño que me estaba dando y entonces me aclaro que
unos prominentes ciudadanos de San Rafael se habían dirigido a él en
vista de la reprochable actitud asumida por mi ante sus respetuosas y
angustiosas voces de auxilio.- ¿ y quiénes son esos ciudadanos; se lo dijo
el Gobernador ? ; claro que lo dijo, se trata nada menos del Pedro Moya,
y algunos de sus arrendatarios, seguramente obligados por el a firmar
cualquier pasquín en mi contra; respondió con la mirada incendiada de
indignación el Alcalde.
- ¿peor por qué iría ese señor a dar quejas contra usted al Gobernador? –
pues lógicamente por la discusión que tuvimos aquí el otro día, por
supuesto, cuando me negué a retirar la maquinaria del sector de los
Naranjos para enviársela a arreglarle la carretera que pasa por su
hacienda y entonces, el muy infame, le fue con cuentos amañados al
Gobernador que es amigo suyo de tiempo atrás.
- ¿y entonces, que piensa hacer, señor? – pues no me queda otra que
obedecer al Gobernador y enviarla la maquinaria para que le arreglen la
maquinaria al tipo ese; ya le ordene al Ingeniero Sierra que lo haga. –
pero la gente de esa vereda va a poner el grito en el cielo señor… - lo se
mija, pero que otras cosas puedo hacer, termino diciendo, ya un poco más
calmado, como resignado el Alcalde. – como dicen: donde manda capitán
no manda marinero. Apenas termino de decir lo anterior, el mandatario se
desplomó sobre su silla y con una profunda, exhalación, intento recobrar
la serenidad para preguntar: - ¿y qué ha pasado hoy por aquí?
Tratando de calmar los ánimos de su superior, la diligente secretaria
respondido en tono sereno: - pues, don Alfonso, lo mismo de todos los
días; solicitudes de todas las veredas pidiendo el arreglo de las vías
afectadas por el invierno; reclamos en todos los despachos por una u otra
cosa…Ah… y casi que se encuentran con usted las señoras de la fábrica
que estuvieron aquí casi toda la tarde para concretar lo de los eventos
que se piensan realizar la próxima semana. ¿lo recuerda señor?
- Si, si, lo recuerdo bien blanquita, respondió aquel, retomando su habitual
forma de dirigirse a su fiel colaboradora, y continuo: mire mija, perdóneme
si le grite hace un momento, pero entiéndame, tengo una ira que no puedo
con ella…
- Tranquilo, don Alfonso, no se preocupe que yo sé perfectamente cómo
se siente; lo conozco muy bien, y lo entiendo; es que no hay derecho a
semejante jugarreta del viejo Moya ese; por lo pronto, quédese aquí
tranquilito mientras le mando preparar una agüita aromática para que le
calme esos nervios mire que le puede dar algo, y diciendo esto salió del
despacho, trascurridos algunos minutos, cuando regresaba a la oficina
del Alcalde con la bebida ofrecida fue interceptada por el vapuleado jefe
de Planeación. - ¿qué le dijo el Alcalde, blanquita? – tranquilo Ingeniero
que la cosa no es con usted, y rápidamente le puso al tanto de lo que el
mandatario le había comentado.
- Esto se va a poner feo con la gente de arriba, y lo peor es que quien va a
quedar como el malo del cuento va hacer yo; agrego resignado el
Ingeniero.
- Por ahora, haga caso a las órdenes del Alcalde, Ingeniero, después ya
veremos cómo capoteamos la situación, y ahora con su permiso que se
le enfría el agua aromática a don Alfonso y no quiero que se le vuelva
rebotar el genio, luego hablamos…
- A primera hora de la mañana del día siguiente; al darse cuenta que los
operarios de las enormes maquinas se disponían a abandonas las
inconclusas obras en la vía; algunos indignados habitantes del sector
procedieron a bloquear su retirada colocando algunos troncos y grandes
piedras sobre la vía; otros corrieron la voz entre el campesinado sobre la
intención de no terminar con los trabajos, de tal manera que en pocos
minutos se congrego una multitud de airados vecinos reclamado su
derecho, al servicio que se pretendía suspender, sin prestar oídos a las
justificaciones que los intimidados operarios de las maquinas intentaban
darles, tales como la de que se habían presentado otras calamidades
que requerían con mayor urgencia las inmediata atención, y en definitiva
no se permitió la movilización de las maquinas, de viendo los pobres
operarios, dejarlas parqueadas en el lugar en donde se encontraban y
regresar a pie con la noticia del motín, a las instalaciones de la Alaciada
Municipal.
- Eso era de esperarse; comento el preocupado Ingeniero Sierra al
escuchar las novedades, que Los sudorosos y asustados operarios de las
maquinas del Municipio, le pusieron en conocimiento.
- Yo le advertí al Alcalde que algo así podría ocurrir, pero no me hizo caso.
¿y entonces que hacemos, Ingeniero? Pregunto con evidente
nerviosismo Marcos, uno de los habilidosos operación de la maquinaria
del Municipio, ahora retenida por la comunidad. – pues vamos a
comunicárselo al Alcalde, a ver qué decisión, toma; camine pues; afirmo
el Ingeniero…
- como así que retuvieron las maquinas? exclamo airado el mandatario. –
así es, señor Alcalde; la gente se alboroto al ver que nos íbamos a llevar
las maquinas, bloquearon la carretera con piedras, palos y cuanto
encontraron por ahí; por eso lo que hicimos fue asegurarlas con llave y
dejarlas allá. - ¿qué otra cosa podíamos hacer ante ese montón de gente
contra nosotros dos?; de pronto hasta nos linchas si hubieran instido en
llevárnoslas.
- ¡eso no se puede permitir! ya mismo envió a la policía para que los
acompañe a rescatar esa maquinas; sentencio con firmeza el
burgomaestre…
- ¡blanquita! - sí, señor Alcalde? - ¡llámeme al comandante de policía con
carácter urgente! – sí señor, ya se lo llamo, y respondido la aludida.
- ¡a la orden, señor Alcalde!, afirmo al saludar como era su costumbre el
uniformado. – gracias comandante; por favor tome asiento; le invito el
anfitrión y seguidamente procedió a ponerle al tanto de la situación, sin
revelarlo los motivos políticos que la originaron.
- ¡pues i usted lo ordena nosotros estamos para hacer respaldar la ley,
señor Alcalde! Deme un par de horas para preparar el operativo de
rescate de las maquinas; Acevedo con firmeza el comandante de la fuerza
pública y entonces girando sobre sus talones con estilo marcial, se dio
vuelta y salió del despacho con rumbo a la estación de policía del pueblo.
- Como en los pequeños poblados, los chismes viajan a mayor velocidad
que la luz, antes de que el convoy policial hiciera su arribo al lugar en el
cual se encontraban parqueadas las maquinas, ya los vecinos de la zona
habían sido informados del operativo, de tal forma que al hacer presencia
en el sitio los uniformados, ya la comunidad había reformado las
barricasdas con enormes piedras y voluminosos troncos de árboles que
talaron para asegurar el bloqueo total de la vía de regreso al pueblo y
entonces, se plantaron, armados con palos, piedras y herramientas de
labranza delante de la barricada impidiendo de esta forma el acceso a los
aparatos retenidos.
Adelante del convoy, se acomodaron las tres motocicletas, llevando cada
una dos unidades de policía: un poco atrás de ellas iba la patrulla, en cuyo
platón se acomodaron otros cuatro, y tres más en la cabina; cerrando la
caravana en la parte posterior, a prudente distancia en un vetusto
campero, viajo el comandante de
policía en compañía del Alcalde y el secretario de planeación Municipal,
quienes esperaban lograr convencer a los exaltados habitantes del sector
d permitir el retiro temporal de las maquinas, arguyendo razones de fuerza
mayor.
Una vez en el lugar de los acontecimientos, las unidades de la fuerza
pública tomaron posiciones estratégicas para brindar protección a los
funcionarios, formando un callejón de acceso custodiado al lado y lado
para permitir el desplazamiento del mandatario y sus colaboradores.
Don Alfonso no se sentía muy seguro al momento de apearse de su
vehículo al ver la actitud hostil y decidida de los manifestantes, pero, ante
las seguridades que le garantizaba el comandante de policía,
aparentando una serenidad que estaba muy lejos de poseer en esos
momentos, descendió dl vehículo, siendo rodeado por un cordón de
uniformados quienes le abrieron paso hasta ubicarse al pie mismo de la
enorme maquina motoniveladora, la cual ya hacia como un enorme
dinosaurio recostada aun lado de la vía, totalmente indefensa.
Con la agilidad que brinda la juventud; el Ingeniero Sierra trepo de un
brinco en el estribo de la máquina, ubicándose a una altura tal que le
permitía dominar con la mirada a la concurrencia; unos pocos instantes
de caótica algarabía terminaron cuando se realizó la intervención de un
representante de la comunidad del sector.
- Señor Alcalde, señor comandante de policía del Municipio, señores
funcionarios de la Administración; solo voy a decirles que como
representante de esta comunidad, la cual, como ustedes pueden ver se
ha volcado completa para hacer valer sus derechos; que hemos decidido
no permitir el retiro de las máquinas de este sector, hasta cuando se halla
terminado la reparación total de la vía hasta San Rafael, y estamos
dispuestos, si es necesario a quedarnos a dormir aquí, para evitar que se
las lleven…
Un nutrido aplauso acallo las últimas palabras del improvisado orador y
algunos miembros de la comunidad adoptaron aptitudes hostiles,
blandiendo palos, picas y hasta algunos machetes; nuevamente se
escuchó en el lugar una ensordecedora gritería en el lugar.
- Señores, por favor, orden; solicito el comandante de policía quien ya
también se había encaramado sobre la máquina, ubicándose al lado
derecho del Ingeniero jefe de Plan Municipal. - escuchemos al señor
Alcalde quien desea hablar con ustedes. Algunos chiflidos anónimos
resonaron desde distintos sitios entre la comunidad y finalmente cesaron
cuando el primer mandatario, desde el lugar en donde se encontraba,
ayudándose con un pequeño megáfono, comenzó su intervención: -
amigos del sector de los Naranjos, vengo aquí como su amigo de siempre
a explicarle las razones por las cuales me vi en la obligación de tomar la
odiosa decisión que ocasiono esta lamentable situación, aun en contra de
mi propia voluntad.
Nuevos abucheos de uno y otro rincón y el Alcalde continuo: - como
ustedes bien saben, a consecuencia de la cruda ola invernal de los
últimos días, se presentaron grandes daños en las vías de todo el territorio
Municipal, tanto en el sector urbano como en rural y entre estas zonas
afectadas, se encuentra esta, donde ustedes habitan; soy consciente de
la difícil situación por la que atraviesan, pero tengan en cuenta que
ustedes no son los únicos perjudicados. Apenas en la tarde de ayer
regresé de la capital a donde fui citado por el señor Gobernador del
departamento, quien me ordeno racionalizar los escasos logísticos
disponibles para lograr atender de manera equitativa la emergencia en
todo el territorio del Municipio; por esta razón, debo acatar dicha orden
del nivel superior y trasladar las maquinas hacia otros sectores donde se
requiere con urgencia su servicio. Otra estruendosa rechifla acompañada
por un abucheo generalizado trono en el lugar, hasta el punto que el
comandante de policía, viendo como aumentaba en nivel de
enardecimiento de los asistentes, tomo sutilmente por el brazo al Alcalde
llevándolo hacia el interior del cerco de seguridad que había formado para
protegerlo.
La tensión fue en aumento entre los asistentes quienes arengaban
furiosos contra lo que el Alcalde acababa de manifestar, hasta el punto
que algunos de los manifestantes se abalanzaron sobre los uniformados,
empujándoles contra las máquinas y fue entonces que se armó un
verdadero pandemónium.
De manera inmediata, la fuerza policial protegió con sus escudos y a base
de fuerza y empellones, llevo a los funcionarios de la Alcaldía hasta los
vehículos, en medio de una lluvia de insultos y aun de algunos objetos
arrojados desde el interior mismo de la masa de airados manifestantes.
A duras penas, logro la fuerza pública sacar indemnes a los asustados
funcionarios, dejando atrás a la enardecida muchedumbre y a las
maquinas en el mismo sitio donde las encontraron.
- Le cuento que alcance haberla negra señor alcalde; afirmo con
nerviosismo el comandante de policía mientras viajaban ya de regreso
hacia el pueblo. – esa gente estaba muy brava. - ¡y el malo soy yo!; anoto
con ironía don Alfonso. - haga el favor comandante de coordinar con la
comandancia regional de policía la realización de un operativo para
rescatar las maquinas.
A primera hora de la mañana del día siguiente, se efectuó el envió de un
nutrido contingente de policía antimotines, acompañando a los
angustiados operarios de la maquinaria Municipal, hasta el lugar donde
se encontraban los aparatos y entonces, luego de algunos
enfrentamientos con la comunidad en los cuales afortunadamente nos e
presentaron heridos; se logró retirar, bajo escolta policiva, las maquinas
en cuestión.
Pero los problemas no terminaron hay, pues una vez se conoció por el
correo de brujas la intención de enviarlas al sector donde el terrateniente
Pedro Moya solicitaba su servicio; muchos indignados campesinos de la
abandonada zona de los naranjos, se desplazaron hasta el nuevo sector
y retomaron las protestas; esta vez en las cercanías de la hacienda la
Trinidad, para impedir que se consumara lo que a su modo de ver, como
efectivamente lo era, constituía una gran injusticia con los más
necesitados y en favor de los gamonales del pueblo.
Nuevamente se presentaron enfrentamientos con la fuerza pública pero
en esta ocasión con mayor intensidad produciéndose algunas lesiones de
gravedad tanto entre los manifestantes como en los uniformados; de tal
suerte que finalmente no se permitió la intervención de esta vía y no sirio
de mucho el envió a la zona de un numeroso contingente de policías los
cuales se vieron en aprietos para controlar a la turba enfurecida, y evitar
mayores desgracias; aconsejándose el retiro de la maquinaria del sector
para no promover posibles tragedias.
Don Pedro Moya, en el colmo de la ira trataba inútilmente de instigar la
acción de la policía contra los manifestantes, pero, luego de varias horas
de protesta; tuvo que resignarse a retirarse de su hacienda sin ver
realizados los trabajos por los cuales tanto había intrigado, pasando por
encima de la Administración local.
- Esta chusma no respeta a nadie, pero ya van a ver quién es Pedro Moya;
vociferaba a manera de consuelo mientras trepaba a su lujosa camioneta
para ponerse a salvo en instantes cuando creyó que la turba enardecida
Se le podría venir encima y entonces, tragándose el orgullo se fue.
Y es que la gente de San Rafael de los Reyes, tenía bien ganada en todo
el departamento su fama de beligerante, quizás reforzada, su forma de
pensar y de actuar por la continuo acción de muchos trabajadores de la
empresa concretera, los cuales al margen de sus actividades netamente
sindicales al interior de la empresa, no desaprovechaban la ocasión en
cualquier negocio o lugar público donde encontraran alguna audiencia
para arengar a los asistentes sobre los derechos de la clase trabajadora,
extrapolándolos a todos los habitantes delo municipio.
Era un comentario muy conocido y seguramente con algo de verdad en
el pueblo, que muchos trabajadores integrantes de los sindicatos, eran
regularmente enviados al exterior con el fin de recibir capacitación es en
el campo del cooperativismo y los derechos laborales; pero que en lugar
de ello regresaban de los viajes con ideas de extrema izquierda, carnets
del partido comunista, a promover revueltas y desordenes en la región;
los cierto es que finalmente, luego de que los ánimos se calmaran, tras
agitadas y largas reuniones con los miembro de las juntas de acción
comunal de distintas veredas del Municipio, se acordó retomar el
cronograma de trabajo que originalmente había sido establecido por la
oficina de Planeación Municipal y paulatinamente se fueron atendiendo
las solicitudes presentadas por la diversas comunidades; VOX POPULI,
VOX DEI…

LA CARRERA.
Trascurridos varios días de agotadoras jornadas de trabajo, atendiendo
contra tiempos de toda índole y debiendo asumir medidas improvisadas
de último momento, finalmente se puso a punto la organización de los
eventos para la fecha programada. En el parque principal delo pueblo se
erigió una enorme estructura con armazón de acero y recubierta con
kilómetros de tabla de madera que sería la tarima principal, la cual se
utilizaría como palco ceremonial para animar los distintos eventos
proyectados, y fue así como una mañana de miércoles bajo un sol
radiante, se procedió a realizar la ceremonia de inauguración de las
llamadas “jornadas de integración comunitaria del municipio de San
Rafael de los Reyes”.
Luego de unas emotivas palabras por parte del primer mandatario, de
algunos representantes de la empresa concretera y del gremio de
comerciantes de la localidad, se llevaron a cabo algunos actos culturales
y recreativos en la mentada del parque principal del pueblo, con una
nutrida asistencia de los pobladores tanto del área urbana como de las
veredas del municipio; ello gracias, a la intensa campaña publicitaria
desplegada durante los días anteriores por todo el territorio Municipal,
anotándose de esta manera el primer logro, la junta organizadora de los
eventos.
Hacia el mediodía una gran multitud se congrego en las inmediaciones de
la entrada principal de la fábrica, a manera de preámbulo de las
actividades deportivas prontas a iniciar. A unos pocos metros de tan
portón de ingreso, se había instalado con lujo de detalle la grilla de partida
de la cual arrancaría la clásica ciclística, la cual contaba con un nutrido
grupo de participantes de todas las edades con los más disparejos
equipamientos deportivos, los cuales iban desde las tradicionales
bicicletas de turismo, en las cuales usualmente sus propietarios
trasportaban las herramientas y productos agrícolas en su diario trajinar,
hasta sofisticadas bicicletas de alta competición, en las cuales se
movilizarían algunos encopetados funcionario de la empresa, pero por
tratarse de un evento recreativo, no se presentaban reclamos ni
observaciones negativas respecto a las desiguales condiciones entre los
participantes.
Los distintos equipos se fueron ubicando ordenadamente en la zona de
partida, ofreciendo un colorido espectáculo gracias a los varios tonos de
los uniformes de cada representación, amén de los de las maquinas,
muchas de las cuales tenían más la apariencia de un vehículo promotor
de espectáculo de circo que de otra cosa.
Dos atractivas jóvenes fueron las encargadas de dar la largada a la
competición, la cual comenzó a un ritmo semejante al que tendría un
grupo de escarabajos (o cucharones, tal como se les conocía a estos
singulares quirópteros en la región), subiendo una cuesta.
Más de quince minutos se tomó dar la salida hasta el último grupo de
ciclistas, en razón a que varios de los equipos presentaron
prematuramente problemas técnicos al intentar fallidamente dar los
primeros pedalazos sobre sus mal mantenidas maquinas, requiriendo de
la asistencia de algunos mecánicos de la empresa quienes se
improvisaron con técnicos en bicicletas, los cuales atendieron
prestamente las contingencias gracias a su gran recursividad que incluyo
el uso de toda clase de alambres, tiras de caucho recortadas de viejos
neumáticos, tuercas y tornillos sacados solo Dios sabe de dónde, entre
muchos improvisados elementos para reparar las maquinas.
- Hágale Emilio, no afloje el paso que vamos con el grupo de adelante,
animaba Ali, desde la destartalada motocicleta adecuada como vehículo
de acompañamiento del equipo representante del área de mantenimiento
de la concretera, quien, como parrillero de la mima, cargaba una rueda
de repuesto, varias cantimploras con bebidas, un morral terciado a la
espalda repleto de herramientas y como si ello fuera poco una bolsa sobre
sus piernas con algunos fiambres para sus pupilos. - ¡ eso es fácil de decir
hay sentado, verraquera !; rezongo Emilio mientras impedía con todas
sus fuerzas impulso a la biela de su bicicleta para coronar la ligera cuesta
por la cual transitaba el reducido grupo de corredores al cual daba cierra
y que amenazaba con dejarlo atrás.
Haciendo una maroma bastante peligrosa, Ali le alcanzo sobre la marcha
una cantimplora al quejoso. – beba un poco, tamalito y vera que agarra
fuerza; insistiendo hasta lograr que el fatigado pedalista aceptara lo que
le ofrecía a manera de asistencia en competencia (o como pudiera
llamarse).
Como era de esperarse algunos participantes, los mas jóvenes, tomaron
prontamente una notoria ventaja sobre el resto de competidores,
imprimiendo ahora un fuerte ritmo de pedaleo que buscaba ir eliminando
a los rezagados.
Compadre, compa… ¡bendito chuucoo !!; grito ya impacienté desde su
lugar en la parte posterior de la moto al conductor del vehículo, quien a
consecuencia del viento y del propio estruendo que, hacia el vetusto
motor, no escuchaba adecuadamente lo que sus espaldas su compañero
se esforzaba por comunicarle.
Volteando un poco la cabeza hacia atrás Eliseo atendí el requerimiento
de su parrillero. - ¿qué pasa compita?
- Bájele un poco al paso de la moto por que se nos quedó atrás el resto del
equipo; (pretenciosa denominación para los otros dos miembros del
mismo), los cuales, seguramente andarían transitando enggggggg otro
sector de la carrera; eso en el mejor de los casos.
Acatando la recomendación de su compañero, el conductor disminuyo
notablemente la velocidad del vehículo, permitiendo ser rebasados por un
buen número de participantes sin que aparecieran por ningún lado sus
otros coequiperos; ya algo inquietos ante la demora, decidieron dar vuelta
en un recodo de la vía para ir en busca de los dos rezagados, uno de los
cuales encontraron muy atrás casi en el grupo de coleros. - ¿qué paso,
chino Melo?, pregunto Ali al extenuado corredor quien daba evidentes
muestras de fatiga. -
¿y ternurita, que se hizo? – por ahí atrás viene, es que se le soltó la
cadena y tubo que bajarse a arreglarla como puso; como ustedes no
andaban por ahí cerca…exclamo denotando cierto disgusto el muchacho.
– pero si apenas llevamos unos pocos kilómetros; ¿no vamos ni a la mitad
de la carrera y ya se baro?; respondió el veterano mecánico al tiempo que
alcanzaba un embace de bebida azucarada al corredor, quien la tomo de
buen agrado, engulléndola en tres sorbos y devolviendo el envase vacío.
- Bueno chino, hágale pues que nosotros vamos a encontrar la ternurita;
dele pues; y partieron en contravía de la carrera en pos del rezagado a
quien hallaron unos cientos de metros atrás, a un lado de la vía tratando
de recolocar la cadena de su bicicleta, la cual estaba apoyada en el suelo
con las llantas hacia arriba mientras el muchacho forcejeaba con el pedal
tratando de lograr el ingreso de la descarrilada cadena sobre los dientes
del plato del pedal.
- ¿que hubo, ternurita; que le paso?; saludo Eliseo al atareado competidor,
al detener la motocicleta a escasos centímetros de la estropeada bicicleta.
– pues señor pinzón que me desencadene por tercera vez y no logro
volver a colocar la cadena respondió el muchacho. – espere un momento
mijo que eso lo arreglamos en menos que me limpie un ojo. – tranquilo,
chino; intervino Ali quien ya metía mano a la biela, ayudándose con dos
llaves graduables para distenciónar la cadena, solucionando, tal como lo
anunciara, en pocos momentos el desajuste mecánico presentado. – listo,
chino, eso ya quedo al pelo tómese unos tragos de limonada y súbase
rápido que se nos fueron los demás. – sí, gracias don, Ali, ya los alcanzo
no se preocupe señor replico reanimado el dócil joven, el cual mantenía
una profunda admiración por la habilidad con la cual Ali resolvía el más
complicado daño que se presentara en cualquier tipo de máquina y en un
instante, partió veloz en pos del grupo de corredores que le habían
tomado una buena ventaja.
- Vea como son las cosas Chuquito, afirmo Ali mientras se limpiaba con un
trapo la grasa de las manos; - Emilio, ya cincuentón y mire todo lo que les
tomo de ventaja a estos pelados; definitivamente, pollo no gana a gallo;
¿o no? – pues compadre lo que pasa es que estos muchachos no tienen
mucha experiencia, mire no más que varada tan tonta la de este chino, y
si no nos devolvemos; ahí hubiera quedado… -Yo creo que eso estamos
muy viejos queda por el suelo con lo que está pasando aquí; ahí les
vamos tapando la boca a más de uno de esos novatos que n dejan de
echarnos pullas en la fábrica; concluyo arrogantemente Ali.
- ¡súbase compadre y vamos a ver cómo le está hiendo al tamal que es el
que está sacando la cara por los mecánicos!, convido Eliseo dando un
poco de aceleración a su máquina sin soltar el embrague mientras
terminaba de acomodarse con todos sus bártulos, su compañero.
A estas alturas de la competencia ya la caravana deportiva había
abandonado la carretera principal para tomar algunas vías terciarias, tal
como se denomina a aquellas que recorren rectores rurales; por lo cual
disminuyo notoriamente el ritmo de carrera, merced a los huecos y
múltiples baches que dificultaban el trascrito de los pedalistas, los cuales
ya acusaban el efecto deletéreo de las malas condiciones del camino, de
tal suerte que durante el trayecto de regreso hacia las primeras polisones
de la carrera, los improvisados asistentes técnicos, encontraron más de
un pedalista constado al pie de su máquina a la orilla de la vía luego de
desistir de su intento de cumplir cabalmente con el recorrido trazado.- ya
comenzó la quemazón de gente, compita; anoto jovialmente Ali. – con tal
que no encontremos por ahí adelante al tamal, no hay problema;
respondió su compañero, sosteniendo, no sin dificultada el manubrio de
la motocicleta que daba briosos tiro nasos con cada hueco o pedrusco
que acmentia la maquina a su paso.
Un tramo de camino adelante; cual Quijote sin escudero, dieron alcance
a Emilio, quien avanzaba penosamente sobre la vía, ya completamente
rezagado de los punteros de la carrera. - ¿no está muerto quien patalea,
compañero?; animo Ali al pobre pedalista al momento de ponerse a su
lado. - ¡no me jorobe, verraquera, que voy que tiro la toalla! gruño
jadeante Emilio. – no diga eso ni en chiste tamalito que ya faltaban unos
pocos kilómetros y si coronamos la meta, le vamos a hacer un
monumento hermanito; tome otro poco de líquido de este que le prepare
especialmente; le respondió Ali alargándole una caramañola con bebida
azucarada a la cual, en otra de sus originales ocurrencias había
adicionado una buena cantidad de licor, según el por si los cogía el frio
por el camino. El caso es que el sediento ciclista engullo sin preguntar
casi la totalidad de la cantimplora que se le ofreció, acusando al terminar
el reconocido sabor de licor y entonces, sacudiendo la cabeza cual canino
recién mojado, pregunto: - ¿y usted que le echo a eso, verraquera ?.
haciendo una mueca en señal de despreocupación, el asistente técnico
respondió: - solo unas góticas de ron y otras cositas más, tranquilo
tamalito que esa mi fórmula secreta para mantener la energía, ya vera
como lo recompone en un momentico; hágale pues, compañero que el
camino es culebrero. Sin tener ánimo para discutir, el pedalista solo se
limitó a pararse sobre los pedales de su bicicleta al sentir el efecto
vivificante de la bebida. A partir de ese momento, los motorizados
ajustaron la velocidad de la motocicleta con el penoso ritmo del pedalista,
escoltándolo en su camino hacia el sitio de llegada para asegurarse de
que no presgentara ningún inconveniente.
Para sorpresa del conductor de la moto, es decir, el chuco Pinzón
efectivamente, a consecuencia de los primeros efectos de la alicorada
bebida el otrora extenuado corredor pareció cobrar nuevos bríos,
aligerando notoriamente su ritmo de pedaleo. - ¿no le dije chuquito?
Sentencio orgullosamente Ali; ¿ve cómo revivió el moribundo?; es que mi
receta secreta no falla; mire como empezó andar de bien el tamalito.
- Con tal que no se le suba a la cabeza su menjurje y lo emborrache, todo
va a estar bien compadre; respondió Eliseo entre sorprendido y
preocupado. – no se apure compita eso lo único que le va a dar es
verraquera. – usted y sus cosas compa, no cambia; se limitó a decir
resignado el conductor.
De los treinta y cinco participantes que iniciaron la carrera, casi la mitad
ya habían capitulado a estas alturas de la competencia; lo cual era de
esperarse teniendo en cuenta la escasa o nula preparación que los
mismos tuvieron ante lo súbito de la convocatoria, la cual no dio un lapso
de tiempo mayor a unos pocos días para realizar un adecuado proceso
de preparación física y por ello en el último tercio del recorrido solo
aquellos participantes con mayores arrestos físicos, bien fuera por su
juventud o aquellos quienes de manera cotidiana utilizaban la bicicleta
como medio de trasporte, se mantenían en competencia.
Los vehículos acompañantes que abrían paso a la caravana ciclística, se
adelantaron hasta el sitio de llegada para tener todo listo al momento del
arribo de los corredores; allí, en medio de un animado ambiente los
espectadores se ubicaron a lado y lado de la vía formando un corredor
humano a lo largo de los últimos metros antes de la meta. Como en
cualquier evento deportivo se realizaron apuestas sobre el posible
resultado de la competencia, dando un gran favoritismo aquellos
corredores de menor edad, los cuales, en su mayoría eran operarios del
área de mantenimiento de la empresa, y algunos otros, habitantes del
pueblo, reconocidos por su habilidad y resistencia en el manejo del
caballito de acero.
Sobra decir que no se daba un céntimo a favor de los veteranos
representantes de ciertas áreas operativas a las cuales, luego de años de
labores, lograban acceder gracias a su demostrada habilidad en su oficio
y a la especia ercía adquirida en el mismo, además de ciertos
conocimientos específicos sobre las actividades que se desarrollaban en
cada sección.
Reza el refrán popular que Dios no desampara sus borrachos y ello se
hizo palpable en lo que aconteció durante los últimos kilómetros de la
carrera…
Echando mano de sus últimos arrestos y con el firme propósito de alzarse
con el triunfo en la competencia, el pequeño grupo de pedalistas que
avanzaba en la punta de la carrera apuro hasta el límite el paso cuando
los vehículos acompañantes les comunicaron que en poco tiempo
entrarían sobre el último kilómetro, ya en la vía de ingreso a la empresa y
entonces, se desato la última batalla por lugares de honor en el podio.
Dos ecléticos muchachos, el uno, trabajador del sector rural y el otro,
operario del área de molino de la fábrica, arremetieron con todas sus
fuerzas tratando de despegar a los otros corredores del grupillo de punta,
contando temerariamente las curvas de la sinuosa vía por la cual
transitaba y tal vez, por tal razón, al salir de una cerrada curva, uno de los
corredores no logro esquivar un profundo hueco del camino perdiendo el
control de su máquina, rodeando aparatosamente sobre la vía, y
entonces, como sus compañeros a causa de la falta de visibilidad que la
cerrada curva imponía, no pudieron anticipar lo ocurrido, yendo a dar
todos ellos sobre el accidentado sin tener tiempo suficiente para eludirlo
y fue así como uno tras otro, seis en total fueron cayendo uno sobre otro
formando una maraña de ruedas al aire bielas que seguían girando a
pesar que no tenían ya unas piernas que las impulsaran y un montón de
aporreados pedalistas desparramados a lo largo y ancho de la vía.
Un par de minutos después cuando ya la mayoría de accidentados se
incorporaba para tratar de reparar( los que tenían fuerzas para hacerlo) ,
sus averiadas bicicletas, llegaron al lugar, afortunadamente algunos
metros delante de su pupilo, los asistentes técnicos del área de
mecánicos de la fábrica, los cuales, apenas si lograron esquivar los
obstáculos pasando justo al lado del montón de máquinas averiadas y
dolidos competidores, lo cual fue afortunadamente visto a tiempo por el
alicorado corredor que seguía a la motocicleta, quien también logro de
puro milagro pasar indemne por un estrecho espacio libre; sus dos
motorizados acompañantes no daban crédito a lo que daban sus ojos
cuando contemplaron el increíble paso de Emilio a través de semejante
debacle.
- ¡que susto compita !, yo pensé que se nos iba a desbaratar el tamal en
semejante enrredo; anoto angustiado Eliseo, recobrando la compostura a
volante de la motocicleta. – lo lamento mucho por los muchachos
aporreados, pero vea como la fortuna nos sonríe chuquito; respondió Ali;
- ¡y ahora, a la meta compañero!...
- ¡vamos tamalito, que ya coronamos! Grito eufórico Ali asustado corredor
quien no podía creer la suerte con la cual había contado en semejante
percance.
Unos metros adelante entraron en el callejón por vallas metálicas
atestadas de público que anunciaban la eminente llegada y entonces
apareció ante los ojos incrédulos del sobreviviente Emilio la engalanada
pancarta de llegada donde algunos instantes previos habían hecho su
arribo, en un cine mato grafico embalaje los dos corredores punteros, los
cuales no se vieron involucrados en la caída y finamente ocuparon los
dos primeros lugares en la competencia.
Con total incredulidad, la alborotada multitud vio al parecer saliendo de la
última curva a un corredor con un desbarajustado de pie sobre los cara
pies de su máquina, seguido por una nube de humo proveniente de una
ruidosa motocicleta la cual, no podía ser otra que la reconocida máquina
del chuco Pinzón, por lo cual de manera absolutamente increíble el
solitario pedalista debía ser uno de los muchachos inscritos por el equipo
del área de mecánicos de la empresa lo cual era una toral sorpresa para
los desconcertados apostadores, y el asombro paso a total perplejidad
cuando, al acercarse lo suficiente para ser identificado pudieron
comprobar la identidad del pedalista. ¿Emilio Uribe, el tamal?, se
preguntaban incrédulos unos a otros y entonces, contra todo pronóstico
el veterano representante del área de mecánicos de la fábrica se coló en
el podio en un muy honroso tercer lugar.
Una vez superada la sorpresa inicial, se armó una tremenda algarabía
entre los espectadores quienes elogiaban el valor y la resistencia del
veterano y archiconocido corredor, el cual, al no ser aun consiente al
momento de su fatigoso arribo a la meta del puesto que había ocupado,
muy lejos de abrigar cualquier aspiración a un lugar de privilegio, no
lograba entender la causa de tanto felicitación por parte de unos y otros,
hasta que, aun cargado con sus mochilas y perendengues, un exultante
Ali se abalanzo encima suyo para abrasarle con tal efusividad que casi le
corta el aliento, debiendo el homenajeado, apartarlo de si con sus brazos
para preguntarle la razón de tanto alboroto. - ¿porque tanta alharaca,
verraquera? – hermanito pues que usted es un héroe, llego en el tercer
puesto, mi tamalito querido; ¡en el tercero!
Sin dar crédito a lo que escuchaba y aun bajo el efecto de la alcolica
receta que su compañero le formulara, comenzó el buen Emilio a dar
brincos de alegría al ritmo de los aplausos y ovaciones que aquella
muchedumbre que lo rodeaba le brindaba y de un momento a otro, sintió
como que flotaba en el aire, y en realidad no deliraba pues en efecto, dos
trabajadores de su sección de mecánicos lo levantaron sobre sus
hombros y le condujeron en medio de los vítores de la concurrencia hasta
el lugar de donde se había instalado el podio de los vencedores, donde
ya se encontraban sus dos predecesores.
Una hermosa muchacha, con un ceñido vestido amarillo, que resaltaba
su juvenil figura hizo entrega a los triunfadores de los trofeos ganados,
según el puesto ocupado en la carrera, estampando sendos besos en las
mejillas de los sudorosos campeones y así quedo registrado para la
posteridad la fotografía del podio de ganadores, con dos muchachos y un
eufórico veterano levantando en lo alto sus preseas, la cual fue
posteriormente colocada en un hermoso marco de madera para ser
exhibida en las oficinas de Bienestar Social de la empresa.
Una vez concluidos los catos protocolarios de premiación y
reconocimientos a quienes hicieron posible la realización del evento; unos
muy felices amigos se dirigieron, portando orgullosos el invaluable trofeo
del tercer lugar al sitio donde ineludiblemente abrían de celebrar
semejante hazaña.
- ¡buenas tardes rolita !, saludo feliz Eliseo al ingresar al establecimiento a
la cabeza de un nutrido grupo de acompañantes. – bunas tardes don
Eliseo, respondió la dueña del negocio; - y eso ¿a qué se debe tanta
algarabía? - ¿es que no lo sabe ?, pues le cuento que venimos a agasajar
al héroe de la clásica ciclística que se corrió hoy, a nuestro buen tamalito,
quien se ganó el tercer puesto entre un montón de muchachos de la
región. - ¿cómo va hacer?, quien ve al Emilio todo flacuchento y vea con
las que salió. – eso es para que vea rolita; intervino Ali, tomando posesión
de una mesa libre; - que nosotros, los veteranos, todavía damos guerra.
Inmediatamente entro el agasajado y en el colmo de la alegría saludo a
la propietaria. - ¡rolitaa…! Aquí vengo a dedicarle el triunfo, vieja; tráigase
unas polas bien frías, que esto va para largo…- lo felicito Emilio, en buena
hora, respondió la señora; - ya les traigo unas cervezas; sigan y siéntense
convido al resto de acompañantes del homenajeado.
LA FIESTA.
yendo de un lado para otro, con el corre – corre propio de la preparación
de un espectáculo de la magnitud del que daría comienzo en pocas horas,
Nancy se esmeraba en atender personalmente hasta el mínimo detalle
para que todo saliera perfectamente; desde la ubicación de las mesas a
los invitados especiales, frente a la tarima, hasta la verificación del
correcto funcionamiento de los equipos electrónicos instalados para la
orquesta contratada, la cual ya realizaba las pruebas de sonido antes de
su presentación, y en medio del trajín, no perdía oportunidad para
consultar con el Ingeniero Sierra cualquier nimiedad que se presentara a
lo cual el requerido accedía con inocultable gusto ante las solicitudes de
la jovial fémina; a consecuencia de lo anterior por la fuerza del habito, se
fue desarrollando entre ellos una relación más personal de lo esperado;
se les veía tomando un refresco a mitad de la jornada o salir a dar un
paseo luego del almuerzo, y así se lo manifestó Sheila, quien, preocupada
por lo que intuía, le volvió a intuir sobre lo peligroso que podría resultar
para ella el permitir una proximidad con el joven funcionario más allá de
lo estrictamente necesario.
- Otra vez tú con tus cosas, amiga, respondió asiendo un gesto de
desagrado al escuchar las advertencias de la psicóloga; - ese muchacho
es solo un buen amigo y nada más; tu tranquila que tengo todo bajo
control. – eso espero, amiga eso espero…
Como en la mayoría de las pequeñas poblaciones del país, las sedes de
las instituciones del estado son por lo general casonas adecuadas de la
mejor manera para desarrollar las labores de la administración pública y
la Alcaldía de San Rafal de los Reyes no era la excepción. A pesar de
tratarse de una hermosa edificación de estilo republicano, ya varias veces
remodelada, la cual otrora fuera un salón de eventos del afamado hotel
San Rafael, por lo cual y en contraste con lo chapucero del acabado de
las escasas oficinas con las que contaba la parte centrar de la edificación
estaba delimitada por bellas columnas dóricas formando un ovalo que
estaba coronado por una hermosa cúpula abovedada, decorada con
delicadas pinturas al fresco con temas costumbristas de la región;
realmente se trataba de una hermosa casona pero como tal, no brindaba
mucho espacio útil para las actividades propias de la Administración
Municipal, por lo cual todo los funcionarios debían por fuerza compartir
más de lo que quisieran con sus compañeros de labores por ello,
cualquier acción u omisión era de inmediato fuente de toda clase de
comentario al interior de las oficinas y aun afuera de la Alcaladina.
Más de un impertinente lanzo envenenados comentarios sobre la
llamativa proximidad entre el secretario de Planeación y la señora
delegada de la empresa, lo cual motivo las advertencias de Sheila a su
despreocupada amiga.
Cuando se terminó de verificar las condiciones de la logística preparada,
ya comenzaba a caer la noche y el personal de trabajadores de la Alcaldía
Municipal se aprestaba a abandonar la sede Administrativa para dirigirse
a sus hogares. Con auténtica euforia, la costeña entro como una tromba
a la oficina donde Sheila, en compañía de la secretaria del despacho del
Alcalde, ultimaban algunos detalles sobre el presupuesto de gastos que
se enviaría a la empresa concretera por cuenta de los eventos realizados.
- ¡niña!; ¿no han terminado todavía? Interrogo de manera intempestiva. –
ya terminamos, señora nancita; respondió amablemente Blanca,
recogiendo los documentos que yacían sobre su escritorio de trabajo. –
vámonos ya, Sheila, que tenemos el tiempo justo para ir a arreglarnos
para esta noche. – la verdad amiga, no creo que vaya a asistir; es que
estoy muy cansada y tampoco sé, si José María quiera asistir al evento o
prefiera descansar en casa. ¡Cómo no van a venir, mija!; con todo lo que
hemos trabajado para que esto salga bien. – pues no sé, Nancy; si mi
esposo decide venir, vengo; de otro modo, me quedo con él en casa. –
entonces vamos querida; adiós Blanquita, nos vemos más tarde. Hasta
luego doña Nancy, replico la funcionaria. ¡nancyy…! Y dale con lo de
doña, blanquita, que me hace sentir vieja. – hasta luego, doctora Sheila.
– adiós, blanquita replico aquella.
- ¿Por qué tan arreglada?, inquirió Álvaro al ver a su esposa especialmente
asicada. - ¿no vas a ir al baile del pueblo?, se limitó a responder la mujer,
sin dejar de mirarse en el espejo de su baño. – sabes que no me gustan
esas cosas y, además, mañana viejo temprano a la capital a trabajar en
la planta principal.
- ¿y cuando piensas regresar? Exclamo Nancy con un aire de sarcasmo. –
no sé, tú sabes bien que eso depende de la cantidad de trabajo que haya
que atender. - ¡sí, claro! Rezongo la mujer.
Ante el llamado a su puerta, la empavonada Nancy acudió a atender,
encontrando allí a su amiga y vecina, la cual, según su vestimenta casual,
claramente demostraba no tener intención alguna de asistir al. - ¿Qué
haces en esa facha, Sheila?, pregunto, aun que presentía la respuesta. –
qué bonita estas, Nancy; yo solo vine a avisarte que definitivamente no
vamos a asistir al baile; José maría llego u poco indispuesto y ya se
acostó, y yo, lógicamente voy a quedarme a cuidarlo… ¡hay amiga, que
lastima!, mi marida tampoco va a ir, pero yo tengo que hacerlo, para
asesórame que todo vaya bien. – qué pena con tigo amiga, se limitó a
decir la psicóloga. Entonces, que te vaya bien querida, nos hablamos
mañana para que me cuentes como salieron las cosas, y dándole un beso
en la mejilla se despidió de aquella y volteo en dirección de su vivienda.
-¡que cachacos tan aburridos!, dijo en voz alta mientras cerraba detrás de
si la puerta de su casa; pero lo que soy yo, no me voy a quedar aquí bien
aburrida, y diciendo esto, se apresto a terminar de arreglarse para la
ocasión.
Unos minutos antes de las nueve de la noche, se sintió afuera de la casa
justo frente a la puerta principal el sonido de la bocina del automóvil que
debía conducirla hasta el pueblo. – hasta luego querido, yo llego temprano
pero no me esperes despierto que tú tienes que madrugar mañana para
madrugar a la capital. – ten cuidado, no me gusta mucho que andes
metida en esa clase de relajos; reposto secamente el esposo quien ya se
encontraba acomodado en su lecho viendo la televisión.
El parque principal del pueblo se encontraba atestado de gente y alegres
melodías, provenientes de los potentes parlantes ubicados en la tarima
principal, dominaban el lugar; por todas partes se habían instalado mesas
platicas con sillas del mismo material, de la clase que algunas empresas
alquilaban para ser utilizadas en eventos multitudinarios; puestos de
preparación y venta al público de comidas típicas de la más diversa
índole, emanaban un penetrante olor a comida ahumada y frente a todos
los establecimientos comerciales en el marco del parque se instalaron
improvisados bares para aprovechar la ocasión de vender licor y
alimentos a los asistentes al evento popular programado para esa noche.
En algunas mesas, ubicadas frente a la tarima principal, se fueron
acomodando las personalidades invitadas especialmente por el comité
organizador; el personal de la alcaldía Municipal ocupaba sendas mesas
colocadas una enseguida de otra formando un mesón alargado cubierto
con un hermoso mantén blanco, en cuyo centro se apartaron algunas
sillas para el Alcalde Municipal, su esposa y algunos allegados suyos,
flanqueados de lado y lado por el grueso de funcionarios de la
Administración.
A unos pocos metros de la mesa principal, dejando ara el un espacio
suficiente para la circulación del personal asistente al evento, a un dentro
del sector de invitados especiales, don Pedro Moya, con un grupo de
acompañantes ocupaba otra amplia mesa en la cual ya abundaba el
wiskey, y otras bebidas, en un tácito mano a mano de opulencia con la
mesa del Alcalde, a quien no se dignó saludar al hacerse presente en el
lugar, en una clara muestra de su habitual arrogancia.
Contra lo que pudiera esperarse, en otra mesa, en compañía de algunos
colaboradores de la casa parroquial, el padre Ciro hacia presencia en el
sitio y no daba abasto para atender el saludo que uno tras otro le
brindaba, en franco contraste con la poco deferencia que se demostraba
por los anteriormente mencionados diligentes del pueblo; quizás como
una forma de protesta de las gentes ante la reciente actitud del primer
mandatario en el asunto de las supuestas apariciones en el pueblo, y en
contra del cura párroco. De igual manera, para demostrar la gran
indignación que se produjo entre las comunidades rurales al conocerse
las maquinaciones que el viejo gamonal hubo de adelantar para tratar de
imponer su propio beneficio sobre el de la población general en el lio que
se armó por la programación de la maquinaria para la reparación de las
vías rurales afectadas por la ola invernal; tampoco se vio afluencia alguna
de personal hacia la mesa de don Pedro, como clara señal de repudio
general.
Como si de la auténtica anfitriona de esa noche se tratara, Nancy hizo su
ingreso en el sitio de preferencia, brindando efusivos saludos a cada uno
de los asistentes, elogiando la elegancia de unas o lo apuestos que,
según ella, estaban los caballeros presentes, lo cual, obviamente distaba
mucho de ser cierto, tratándose de un evento popular, en las horas de las
noches, y en el poblado de San Rafael de los Reyes, poco afecto a las
reglas de protocolo, tal como ya se ha descrito; pero eso a ella no la
inmutaba y con aire principesco fue a tomar asiento junto a algunos
funcionarios de la empresa.
A manera de homenaje a los héroes deportivos de la jornada al mejor
estilo de los antiguos juegos griegos, cera a la mesa del Alcalde se ubicó
algunas locaciones para los triunfadores de la clásica ciclísticas, con
algunas sillas extra para sus acompañantes y otras tantas para los
representantes del gremio de comerciantes.
Luciendo sus mejores galas, los miembros del glorioso equipo de
mecánicos de la fábrica, quienes orgullosamente colocaron como centro
de mesa, el trofeo ganado por Emilio Uribe; valga aclarar: Ali, Eliseo y el
propio Emilio, sin la compañía de sus consortes, señoras quienes
seguramente conocedoras del efecto que el licor ejercía sobre sus
esposos; prudentemente decidieron declinar la invitación prefiriendo
permanecer a salvo en sus respectivos lugares, lejos de cualquier posible
situación bochornosa, de esas que tan frecuentemente solían
protagonizar sus incorregibles maridos…haciendo caso al viejo adagio
que dice: sobre aviso, no hay engaño…
Tratando de llenar de alguna manera el vacío que, en el alma,
seguramente habría de hacerles a los homenajeados la ausencia de sus
respectivas consortes en una ocasión tan especial, los miembros de la
junta directiva del sindicato de trabajadores de la fábrica se empujaban
unos a otros buscando acceder a las sillas dejadas por las prudentes
señoras; no era algo de extrañarse en aquellos infaltables asistentes a
cualquier clase de evento de carácter masivo donde pudieran ejercer su
natural, según ellos, derecho a adelantar proselitismo ideológico, entre
ellos el Toro Robles, Pedro Gómez, el viejo Joaquín Tavera, los otros
miembros de la parte técnica, si es que la hubo en algún momento, del
equipo de ciclistas del área de mecánicos de la empresa y aún algunos
otros corredores quienes, aunque llegaron penosamente a la meta con
mucho tiempo de retraso, sentían como suyo el brillante desempeño de
su compañero de labores y por ello exigían ser ubicados en un lugar
acorde con su importante desempeño en la justa deportiva.
Con el paso de las horas y una muy buena presentación de los grupos
musicales contratados para la ocasión, algunos asistentes, ya bajo los
efectos del licor, se animaron a demostrar sus habilidades en las artes
bailatorias, en medio de apreturas y empujones con otras parejas, debido
a la falta de espacio por el exceso de personal asistente al evento,
situación ésta muy común en eventos de naturaleza popular y tal como
era de esperarse, se fueron conformando animados grupos quienes se
animaban unos a otros tratando de atraer la atención de los asistentes y
entre aquellas duplas, con su sangre caribe a flor de piel, Nancy no
descansaba más que el tiempo necesario para beber algún refresco y
regresaba a la improvisada pista para acceder a la invitación que algún
caballero le hiciera para bailar, hasta que le tocó el turno al ingeniero
Sierra, quien, tímidamente, luego de varios fallidos intentos por
anticiparse a otros parejos, se lanzó al ruedo apresuradamente y casi que
atropellando a un caballero interesado en danzar con la graciosa dama,
logró ofrecer a tiempo su mano extendida para que la costeña le
concediera de muy buen agrado la siguiente pieza musical, bajo la mirada
inquisidora de algunas señoras, vinculadas con la fábrica y a quienes no
les parecía muy decente el que aquella se prestara para todo ese bailoteo
en ausencia de quien sabían era su esposo legítimo, el Doctor Amaya…

Poco habituados a las labores de la danza, los integrantes de la mesa de


los triunfadores de la carrera se dedicaron a otra actividad que les llamaba
más la atención; la de despachar prontamente cuanto licor pudiesen
ingerir. Otro tanto ocurría en las contiguas mesas del sector de invitados
especiales, donde de brindaba reiteradamente por cualquier motivo,
calentando paulatinamente el ambiente junto con el ánimo de los
asistentes. En el resto del parque principal, donde se encontraba la
población en general, ni para que decir que ocurría exactamente lo
mismo.
- ¡Por el héroe de la clásica de hoy!; exclamo levantando en lo alto con su
brazo, un espumoso jarro de cerveza, el animado Ali, invitando a sus
acompañantes a hacer lo mismo. ¡salud!; respondieron en coro los
demás, y así un brindis tras otro, iba evidenciándose el efecto del licor
entre los asistentes. Emilio, quien ya acusaba cierto grado de
alicoramiento, vociferaba en contra de aquellos quienes, antes de la
carrera, no daban un peso por su desempeño y el de su equipo en la
misma.
- ¡Ahora quiero verles la cara a los bocones!; desafiaba tácitamente a la
multitud.
Habiendo sido puestos al tanto de la pugna existente entre sus patrones,
algunos ocupantes de las mesas, tanto del señor Alcalde como de la del
hacendado Moya, fueron intercambiando infundios, en uno y otro sentido;
los unos condenando las mañosas costumbres ,de los terratenientes,
según ellos, acostumbrados a manipular el poder para su propio
beneficio; los otros, poniendo en tela de juicio la competencia y
trasparencia de la Administración municipal, trayendo a colación cualquier
situación que se prestara para criticar el desempeño y aun el buen
nombre de los funcionarios.
Transcurridas unas horas más, ya la mayoría de los asistentes al evento
había abandonado el lugar y como en todas las reuniones de esta clase,
solo quedaron unos pocos borrachitos sosteniendo tozudamente
acaloradas discusiones, sobre los más absurdos temas sin llegar a ningún
lado.

Las cosas se fueron subiendo de tono hasta que uno de los trabajadores
de la Alcaldía, un conocido operario de la maquinaria amarilla del
Municipio, quien había sufrido en carne propia las consecuencias de las
intrigas del terrateniente, al tener que enfrentar la airada protesta de la
comunidad, afirmo: - ¡es que lo que debemos hacer para que se acaben
las injusticias, es sacar de una vez por todas a esos mandamases de
pacotilla que se creen los dueños del pueblo…!

- ¡Pues sáquelos si puede!; reposto de inmediato uno de los empleados del


gamonal, agregando toda una retahíla de improperios e insultos contra el
mencionado conductor; poniéndose de pie y arrojando al suelo, de un
manotazo, algunas botellas y vasos que ocupan su propia mesa,
destrozándose aquellos en mil pedazos al chocar contra el piso. Esta
acción fue considerada por los miembros del otro bando como una
agresión imperdonable y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban
dándose trompadas y empellones unos y otros.
En medio de la refriega y ya suficientemente desinhibidos, gracias a la
buena dotación de whisky que se les coloco en la mesa como parte del
homenaje; los trabajadores de la empresa concretera que se encontraban
en el lugar donde comenzaron las hostilidades, no se mantuvieron al
margen de una disputa que nada tenía que ver con ellos sino que, a
manera de adecuado colofón de la larga celebración, sin pensarlo dos
veces, se hicieron participes de la furrusca, dando y recibiendo golpes sin
ton ni son, por el simple placer de participar en el desorden. Hasta tal
grado llego la gresca que, en medio de botellas y sillas que volaban por
los aires, el propio Pedro Moya tuvo que escabullirse precipitadamente,
escoltado por algunos de los suyos para no ser agredido, mientras que
por el lado de la Alcaldía solo quedaban ya algunos trabajadores de la
misma puesto que el mandatario hacía ya un buen rato que se había
retirado del lugar junto con sus inmediatos colaboradores cuando se
percató que comenzaban a caldearse los ánimos.
- ¡Cuidado verraquera!, grito Emilio a su compañero al percatarse de la
evidente intención de uno de los energúmenos peleadores de estrellarle
una silla por la espalda, la cual ya sostenía en lo alto, y aunque Ali, de
manera refleja alcanzó a tomar una posición de defensa, no dejo de recibir
el tremendo golpe sobre su brazo derecho el cual había adosado contra
su costado, amortiguando algo el impacto, respondiendo
instantáneamente a la agresión asentando un tremendo golpe al
contendor con la botella que blandía en su mano siniestra, la cual estallo
en mil pedazos al estrellarse contra el sombrero que traía puesto el
agresor, el cual instantáneamente doblo las rodillas y se desplomo como
fulminado por un rayo sobre una mesa que tenía a sus espadas.
- ¡Buena esa verraquerita!, celebro Emilio al presenciar lo ocurrido, pero su
alegría duro bien poco puesto que, instantes luego de bajar la guardia
para alertar a su compañero, un sonoro trompadón le hizo ver luces de
todos los colores al acertarle en su ojo izquierdo, lo cual, en lugar de
amilanarlo, pareció haber atizado sus ánimos, y entonces, los asistentes
pudieron contemplar el gimnástico vuelo, como esos que se ven en las
veladas de lucha libre, lanzándose desde lo alto de una mesa sobre aquel
que le acababa se asestar el puñetazo, cayéndole encima con toda su
huesuda, pero al parecer densa humanidad, pues el ubicado objetivo no
pudo ni darse cuenta del envión que le venía encima, cuando ya estaba
inconsciente en el suelo debajo del héroe de la carrera ciclística de la
jornada del día anterior.
- La cosa se puso muy fea cuando uno de los trabajadores de la hacienda
La Trinidad, en el colmo de la furia, desenfundo un revolver y amenazaba
con él a un oponente, no teniendo, por fortuna, tiempo de utilizarlo, pues
en esos momentos, muy oportunamente, varios agentes de policía le
aprendieron e incautaron el arma evitando así una posible tragedia en
aquel lugar.
Acto seguido, los miembros de la fuerza pública tomaron el control dela
situación, arrestando a todos aquellos que fueron sorprendidos tomando
parte de los desórdenes o que mostraban señales de haberlo hecho, y
por supuesto, un ojo hinchado y ya del color de un tomate, delató la
participación de Emilio en la reyerta, y Ali aunque no presentaba signos
evidentes en su humanidad, a pesar de apenas poder respirar a
consecuencia de las lastimaduras que sufrió en las costillas y el hombro
derecho, no quiso dejar solo en la estacada a su amigo, y tanto alego con
las autoridades que finalmente también fue conducido a la estación de
policía en compañía de un selecto grupo de buscapleitos,
aproximadamente unos diez individuos, quienes dieron con su dolorida
humanidad en los poco confortables calabozos de la misma.
Uno tras otro fueron amablemente introducidos a punta de empellones y
cachiporrazos por parte de la fuerza pública en la mal oliente mazmorra,
como era literalmente, el denominado “sitio de reflexión”, lo cual no hacía
para nada justicia a las deplorables condiciones sanitarias y de hotelería
que aquel funesto lugar ofrecía a sus desafortunados huéspedes.
Sintiendo que el corazón se le salía del pecho, con el susto que llevaba
por la batalla campal que se formó mientras disfrutaba bailando con su
parejo de la noche, Nancy fue literalmente fue remolcada por el Ingeniero
junto con otras damas que hacían parte del grupo con el cual departían
esa noche, poniéndose a salvo de la pelea, dirigiéndose hasta una
callejuela solitaria que les alejo del parque principal.
En medio de la confusión la pareja en fuga se alejó sin darse cuenta de
sus acompañantes y se hallaron solos, en medio de la noche en esa
solitaria noche, donde solo se escuchaba, el ahora lejano barullo de la
pelea, alejándose hasta desaparecer totalmente mientras más se
alejaban sin rumbo fijo, caminando ya sin prisa bajo la luz de una radiante
luna y entonces, tal como los dos deseaban en un instante de silencio,
con la mirada fija el uno en el otro, unieron sus labios en un cálido beso ,
liberando toda la tensión que les oprima el alma.
Como si en su conciencia se hubiese activado un resorte de seguridad,
Nancy se separó abruptamente de su enamorado, despertando
súbitamente de un sueño el cual, nunca llego a pensar, pudiera llegar a
hacerse realidad. En realidad, con todo ese juego solo pretendía poner
algo de picante a su diario vivir, como la rabieta de una jovencita rebelde
que se reúsa a asumir sus roles de adulta, nada más, pero ahora, al sentir
el fuego prohibido de aquellos labios en los suyos, fue consciente del
peligro que ello implicaba; ahora se sentía vulnerable y un miedo
incontrolable.
- ¡Esto no debió pasar, Ricardo!; sollozo avergonzada por su propia
debilidad. – yo soy una mujer casada y debo respetar a mi marido. – yo
no quise forzarte, Nancy, las cosas sucedieron espontáneamente, sin
intención alguna. Pero no me arrepiento de nada, termino diciendo
mirándola directamente a los ojos, el joven Ingeniero.
- ¡Cállate por favor!, le interrumpió ella; - esto no puede seguir adelante
por favor acompáñame hasta el carro; tengo que irme ya …

Acurrucado en un rincón, en compañía de algunos confianzudos roedores


que corrían de un lado para otro en busca de un residuo de comida;
sosteniendo firmemente contra el regazo su apreciado trofeo, Emilio, en
compañía de su fuel amigo Ali, espero pacientemente la llegada del nuevo
día.
Hacia las diez de la mañana de ese sábado, hicieron presencia en las
instalaciones de la estación de policía los familiares y allegados de
algunos detenidos, así como un representante del área jurídica del área
concretera, para arreglar la liberación bajo fianza, en virtud de los
destrozos causados la noche anterior, de los trabajadores de la empresa
involucrados.
Otro día de trabajo en la fábrica de concreto; el familiar ruido de los
enormes motores diésel de los molinos de bola en las trituradoras de
caliza proveniente de las canteras propiedad de la empresa, ponía de
manifiesto la actividad de la misma. Largas filas de camiones cubiertos
de polvo, esperaban ser despachados en los lugares de acopio de la
materia prima; funcionarios atareados en las oficinas administrativas,
atendiendo mil y un asuntos pendientes, y en las instalaciones del área
de talleres, un nutrido grupo de compañeros de trabajo interrogaba a los
maltratados implicados en la batalla campal ocurrida el fin de semana.
-Y qué, Verraquera, interrogó el viejo Tavera; - ¿cómo les terminó de ir
allá en la estación de policía? –Noo…Viejito, que puede esperarse de ese
lugar, pero ya me lo conozco de tantas veces que me he hospedado allá;
amanecimos en los calabozos junto con varios trabajadores del viejo
Moya y hasta unos empleados del Municipio que fueron los que
comenzaron con la bronca y ahí si no chistaban ni mu…respondió Ali…
-Esos son bravucones en montonera, pero ya solitos, se les
arruga…replico Joaquín.
-Sí, usted sabe cómo es la gente, Joaquito, si los viera allá en el calabozo,
todos bien calladitos y juiciosos como ovejitas encorraladas; gallinas es
lo que son, pero para qué, la pelea estuvo de primera, compañero, eso
volaban trompadas por lado y lado y yo me pude coronar unos cuantos…
- ¡usted no cambia Verraquera, que cosa!, replicó el viejo, - mejor camine
y vamos a buscar al Tamal, a ver cómo le acabó de ir con la fiera de la
casa, esa pelea sí que debió estar brava; con esa señora, ¡ay Dios…!

Encontraron a Emilio al lado de un taladro neumático a la espera de que


le entregaran una pieza que necesitaba para llevarla a la sección de
molinos.
-Uyy hermanito, tremendo golpe que le dieron en ese ojo; cuéntenos la
verdad, ¿fue en la pelea o en su casa? Preguntó en tono burlón el viejo
Joaquín, al ver el totalmente cerrado y amoratado ojo izquierdo que lucía
el interrogado. -Le acabó yendo como regular en la celebración,
compañero, remató.
-Lo del ojo no fue nada, Joaquito; lo duro vino cuando llegué a la casa; la
vieja estaba hecha una fiera, con decirle que, si no es por el ojo
colombino, me da más duro con la cacerola con la que me estaba
esperando en la puerta cuando entré; si hasta aventó al carajo el trofeo
que le mostré; yo que le podía decir, lo único que hice fue recogerlo y
ponerme a salvo en el cuarto de los muchachos y hasta el sol de hoy no
me dirige la palabra. –Es que doña Julia es bien brava, compañero Emilio,
apuntó Ali, - pero tranquilo que si por allá llueve, por acá no escampa; a
mí, mi mujer me dio como dos horas de cantaleta, me echó del cuarto y
tampoco me habla, bueno, por lo menos no me recibió con sartén en
mano como la suya, yo creo que fue que no la encontró y como tiene el
sueño pesado, logré colarme en la casa sin hacer ruido pero que va, al
ratico ya la tenía al lado dando lora…lo bueno es que como no me habla,
tampoco puede pedirme plata… todo tiene su lado bueno, compañeros,
concluyó.
-Por mi parte, me alegra que todo haya quedado de ese tamaño y que
ustedes sigan de una sola pieza, estimados compañeros, más que por lo
de la pelea en el parque, por lo que sus mujeres pudieron haberles hecho;
par de buscapleitos; remató diciendo Joaquín…-y ahora, a seguir con la
vida señores, dando media vuelta para dirigirse a su lugar de trabajo,
dejando allí a sus dos maltrechos amigos.
-Tranquilo Tamalito que la bravata se les pasará tarde o temprano a las
viejas, afirmó Ali mientras daba unas consoladoras palmadas en el
hombro a su compañero. - ¡Sotelo...! ¿qué pasó con esa bendita lámina
para el compañero Emilio? Vociferó Ali retomando su habitual actividad al
frente de la sección de mecánicos…
“Gamba y Uribe, de la sección de mecánicos, favor presentarse
inmediatamente en la oficina de personal” … fue el fatídico anuncio que,
por los altavoces retumbó en todos los rincones de la fábrica, con la
conocida voz de la no muy amigable funcionaria de dicha dependencia,
una señora de edad madura, la cual no era muy afecta a hacer buenas
relaciones con el personal de trabajadores, según ella, para no
involucrarse con esa clase de personal…
-Lo que nos faltaba, compañero, dijo Ali; presumiendo los motivos de
aquel anuncio. –A lo hecho, pecho compañero Verraquerita, respondió
Emilio, dejando sobre una mesa de metal las herramientas que aún
portaba consigo y acto seguido se dirigieron hacia la oficina a la cual los
estaban citando.
-Señores, como les acabó de ir… saludó fulminándolos con la mirada el
director de Recursos Humanos de la fábrica. -Ya estamos enterados de
su participación en los disturbios ocurridos el pasado viernes, durante el
evento organizado por la empresa; ¿No les da vergüenza…? ¿..Ustedes
que estaban como invitados de honor por su desempeño en la carrera
ciclística y van a meter la pata de esa manera? ¿Cómo quedo la empresa
ante la comunidad?-Vea Doctor Bernal, interrumpió Ali con toda
naturalidad; -lo que pasó es que cuando se armó la pelea, nosotros nos
estábamos tomando tranquilamente unos traguitos, compartiendo con la
gente de la Alcaldía y otros invitados, sin hacerle mal a nadie, cuando
unos trabajadores de la Hacienda La Trinidad comenzaron a ofender a
todo el mundo y hasta se metieron con algunas de las damas de la
Alcaldía y eso si no lo podemos permitir, su señoría; antes que nada, el
respeto por las damas, ¿ no le parece ?.
Asombrado por la desfachatada actitud con la cual aquel hombre
pretendía justificar su inaceptable comportamiento, el funcionario no
sabio si montar en cólera o reírse del descaro del trabajador. – entonces,
según usted, señor Gamboa, en lugar de reprenderlos, debemos alabar
su filantrópica actuación; mire Ali, ¿Cuánto tiempo hace que lo conozco,
veinte, veinticinco años? No me salga con esas que ya perdí la cuenta de
las veces que he tenido que sancionarlo por las barbaridades que se le
ocurren, y lo mismo va para usted, Uribe y ahora háganse el favor de
perderse de mi vista antes de que me decida a castigarlos como se
merecen par de viejos camorreros, y que sea la última vez que me entero
de problema alguno de su parte, o van a sufrir las consecuencias; no me
importa su antigüedad en la empresa ni las excusas chifladas que se
vallan a inventar; quedan advertidos señores, es la última que les perdono
y agradezcan que esta fresquita su actuación deportiva porque si no…
- Dígame una cosa ingeniero, pregunto el director de cultura y deportes del
Municipio; - ¿y usted para donde cogió cuando se formó el problema?, es
que Blanquita y los otros del Municipio me dijeron que no se fue con ellos;
- no, charles, tan pronto como empezó a ponerse pesado el ambiente me
retire por un ladito con unos funcionarios de la fábrica. - ¿y doña Nancy,
quien la llevo a ella?; insistió suspicazmente en interrogador.
- Todos los de la comitiva de la empresa se fueron en grupo para la fábrica
en algunos carros de la empresa; yo me baje de primero frente a mi casa
y no supe nada mas de ellos; se limitó a responder con un evidente
sonrojo en el rostro el Ingeniero Sierra; sumergiéndose de inmediato en
sus propios recuerdos de aquella noche, en la que, al menos por unos
instantes pudo sentir la íntima cercanía de aquella quien se le había
colado en el corazón, pero ahora, no sabía que conducta debía asumir al
respecto y eso lo llenaba le embargaba de desasosiego…solo tenía claro
que las cosas habían cambiado para bien o para mal en este momento
de su vida; sentía como si hubiera despertado del prolongad letargo en el
cual permaneció durante sus años de estudios universitarios y los pocos
de vida profesional, en los cuales, si bien había vivido algunas aventuras
amorosas, jamás se sintió tan conmovido hasta el fondo de su ser como
lo estaba haciendo ahora, y no se explicaba porque sentía algo tan
intenso habiendo compartido apenas unos cuantos momentos de
proximidad con esta mujer; esta maravillosa y prohibida mujer.
Invitados por parte de las directivas de la fábrica a un almuerzo formal en
el casino, todos aquellos quienes hicieron parte del comité organizador
de las jornadas deportivas y culturales recién realizadas, debían
presentarse hacia el mediodía de aquel miércoles para recibir el
reconocimiento al cual se hicieran merecedores por su sobresaliente
trabajo, el cual hizo posible la exitosa ejecución de las actividades
programadas.
Muy extrañada por la ausencia de su amiga durante los días siguientes a
los eventos, Cheila decidió visitarla en su casa, temiendo alguna situación
adversa que explicara tan inusual silencio por parte de aquella.
Una desmejora Nancy le abrió la puerta de su casa, lo cual fue notado
de inmediato por la visitante, la cual, prudentemente le saludo ocultando
la impresión que se llevara. - ¡hola, Nancita! - ¿Qué te has hecho todos
estos días que no te has asomado por mi casa; acaso estas enfermas? –
hola amiga que bueno verte; respondió lacónicamente la casera. – sigue
por favor…
Una inusual ausencia de música alegre en aquella casa lo cual, en
repetidas ocasiones llegaba a molestar a los vecinos, confirmo los
temores de la psicóloga; un pesado silencio se sentía en aquel lugar, muy
acorde con el evidente estado de animo de la señora de la casa.
Pasando de largo por la zona social, las dos mujeres se acomodaron en
unas sillas mecedoras bajo el porche del jardín trasero de la casa,
dominado por una hermosa fuente de piedra a la cual acudían con su
veloz aleteo algunos coloridos colibríes para calmar la sed.
- ¿Qué te ocurre amiga?, soltó sin rodeos cheila. De nuevo el silencio puso
de manifiesto que algo ocurría; de repente, rompiendo en un súbito llanto
tan intenso que casi le cortaba la respiración, Nancy recogió las piernas
contra su pecho permaneciendo sobre la silla, como una niña desolada
luego de la reprimenda de sus padres.
Sorprendida por la inesperada actitud de su amiga cheila de inmediato se
incorporó de su silla y corrió al lado de su amiga y la abrazo, tratando de
calmarla hasta que finalmente la afligida, logro entre sollozos articular
palabra.
- Ay cheila, mi vida es un completo desastre. - ¿pero porque dices eso, que
tienes? Increpo la confundida psicóloga.
- Mi matrimonio con Álvaro se está acabando, permanezco casi todo el
tiempo sola en esta casa, como un mueble más¸ creo que ya no le importo
para nada; tu sabes que deje mi vida profesional para seguir hasta este
pueblo, ¿y ahora que tengo?, nada amiga, nada…
-¿pero qué ocurrió, pelearon acaso? Pregunto preocupada la visitante. –
no, amiga, ya ni siquiera discutimos; el solo viene a casa a dormir, ya ni
almorzamos juntos, prefiere hacerlo en el casino y con cualquier pretexto
se ausenta de la casa; es un completo desconocido. Los dos nos volvimos
unos extraños, que comparten un techo de vez en cuando, nada más; y
diciendo esto, rompió de nuevo en un lastimero llanto.
Habituada por su profesión a presenciar esta clase de crisis emocionales,
Sheila fue rápidamente hasta la cocina, de donde regresó portando un
vaso de agua, el cual brindo a la afligida mujer, invitándola a tomar el
líquido.
-Bebe un poco y por favor cálmate, cuéntame más quizás yo pueda
ayudarte de alguna forma.
Luego de tomar un par de tragos de líquido, Nancy pareció retomar la
calma. – estoy agobiada amiga, no sé qué hacer he tratado de acercarme
a Álvaro, pero él pone un muro entre nosotros y la verdad, ya ni siquiera
tengo claro si deseo continuar con todo esto o terminar definitivamente
con mi matrimonio e irme lejos de aquí…
- ¿y se lo has dicho a Álvaro, sabe el cómo te sientes? - A él parece no
interesarle ya nada que tenga que ver con esta casa, con nuestro hogar;
desde hace tiempo se tornó frio, distante, con decirte que hace más de
dos meses que no tenemos intimidad, ¿me entiendes?
- Claro que te comprendo querida, pero esas cosas pasan y pueden
hablarse con la pareja para tratar de resolver la situación. ¿o crees que
hay algo más, acaso otra mujer?
- Yo ya no sé qué pensar amiga, lo cierto es que ya no puedo más, mira
que tú misma has sido testigo de todo lo que me he puesto a hacer acá
en la fábrica para ocupar el tiempo, para sentirme útil, viva, pero ni aun
copando mis días con una cosa y otra he logrado dejar de sentir esta
sensación de soledad, como de vacío.
-Mira Nancy, argumentó Sheila; por lo que conozco de tu esposo, creo
que no es un mal hombre o un sin vergüenza de esos que abandonan a
su mujer, por andar detrás de unas faldas; al contrario, me da la impresión
de ser un hombre equilibrado y juicioso, ya sé lo que podemos hacer;
como José María es tal vez uno de los mejores amigos de Álvaro, voy a
pedirle a mi esposo que hable con él, muy discretamente a ver que puede
averiguar sobre lo que le ocurre a tu marido; tal vez podamos llegar al
fondo de este problema y le encontremos alguna salida, pero primero
debes contestarme con absoluta sinceridad algo que necesito saber antes
adelantar ninguna acción: -¿tu aun amas a tu esposo..?
Sorprendida por lo directa de la pregunta, Nancy guardó silencio durante
unos segundos, con la mirada fija en los cristalinos chorros de agua que
emitían plateados destellos bajo el sol, produciendo su musical murmullo
al caer en el estanque de la fuente. –Claro que amo a mi esposo; yo me
casé muy enamorada y llena de sueños de conformar un hermoso hogar
a su lado, y hasta planeábamos tener dos hijos; un varón y una niña, por
eso abandonamos la capital para venir a éste lugar, donde creíamos que
sería más fácil realizar nuestro proyecto de vida, al menos por un tiempo,
pero mira como todo se vino abajo y no sé a qué hora ocurrió; la verdad
que no lo sé…
-Ahora dime, replicó inmediatamente Sheila, queriendo aprovechar el
momento de sinceridad de su amiga ¿no tiene algo que ver con ésta crisis
emocional el muchacho ese, el ingeniero de la Alcaldía?
-Un rubor súbito encendió el rostro de la mujer, la cual se sintió
descubierta por su intuitiva amiga. – No te voy a negar que ese muchacho
me agrada, hasta me gusta, y te tengo que confesar que, tal vez por mi
actual situación, me dejé llevar por una fantasía, como un sueño para
romper el tedio que me embargaba últimamente, y antes de que te vayan
con el chisme, yo misma quiero contarte lo que ocurrió la noche del baile
en el parque del pueblo…
Una vez enterada por propia boca de su amiga de lo acontecido entre
aquella y el mencionado ingeniero, Sheila no daba crédito a lo que
acababa de escuchar, aunque no le era del todo extraño lo sucedido, en
virtud de los comportamientos que había venido observando en su amiga
durante los últimos días, pero eso no la convertía en juez y mucho menos
en verdugo de aquella pobre mujer, por el contrario, ya conociendo su
penosa situación, sintió una gran compasión por aquella desdichada y
hasta intentó entender sus razones, sin dejar por ello de condenar el
desliz cometido aquella noche.
- ¿Y ahora qué piensas hacer?, preguntó prudentemente la Sicóloga. –
Aun no lo sé amiga, solo tengo claro que la aventura con ese muchacho
no va más, voy a evitar volver por la Alcaldía y de ser posible, ni al pueblo
quiero regresar, la verdad, me da miedo no poder controlar la situación o
que alguien le corra con el cuento a Álvaro; si esto se llegara a terminar,
no quiero que sea culpa mía.
-Me tranquiliza escucharte decir eso, Nancy, sé que eres una buena
persona y eso que piensas hacer es lo correcto, pero debes tener mucho
cuidado para no volverte a ver envuelta en otra situación comprometedora
con ese muchacho… - lo sé amiga, lo sé, respondió.
LA ASONADA DE LAS SEÑORAS / LAS ELECCIONES.
Se avecinaba el mes de marzo, época en la cual se celebrarían los
comicios electorales para cuerpos colegiados del Estado (Congreso,
Asambleas y Consejos municipales), por lo cual los candidatos aparecían
en cada rincón de las localidades para adelantar sus campañas
proselitistas, prometiendo lo humano y lo divino en reuniones políticas que
organizaban junto con sus colaboradores. La actividad política,
especialmente la que se desarrollaba en las pequeñas poblaciones, era
usualmente dirigida por grupos reducidos de individuos que de una
manera u otra se mantenían permanentemente vinculados a esa actividad
y de ella derivaban posiciones de privilegio en la sociedad local, sacando
grandes réditos económicos, por lo cual eran capaces de hacer lo que
fuera necesario para mantenerse en el poder.
A pesar de que su designación no dependía directamente del escrutinio
electoral, sino del beneplácito del Gobernador del Departamento, los
alcaldes sabían muy bien que necesitaban contar con el respaldo de una
buena proporción del total de curules del concejo municipal para tener
una adecuada gobernabilidad o capacidad de maniobra en el poder y por
ello, al igual que los otros gobernantes, en distintos niveles, si bien,
supuestamente no podían, por mandato legal, intervenir directamente en
actividades proselitistas, se daban sus mañas para apoyar decididamente
las campañas de aquellos candidatos de su predilección. Otro tanto
hacían, con el apoyo de sus chequeras bancarias, todos aquellos
personajes que tuvieran cualquier clase de interés en acceder o
mantenerse en el poder, bien fuera a nivel local, regional o aún a nivel
nacional y como para ésta última situación se requería del apoyo en las
urnas de los votantes de enormes territorios, era común para éstas
épocas de campaña la visita de políticos de la capital y de otras regiones,
quienes venían a buscar algunos votos extra para sus campañas aunque
no pensaran regresar al pueblo hasta las próximas elecciones…
A medida que se acercaba la fecha de los comicios, el fervor partidista se
tornaba cada vez mayor, polarizando a los habitualmente de las
poblaciones hacia uno u otro polo político. Antiguos amigos dejaban de
dirigirse la palabra y aun llegaban a declararse enemigos; hermanos
denigraban de sus hermanos, presas de mezquinos fines electorales.
Esto era lo que se vivía y desafortunadamente, aun se vive en las
poblaciones del país; y aunque todo el mundo era consciente de lo
absurdo de todo aquello, pareciera que un hado maligno extendiera un
sortilegio de olvido poco tiempo después de las elecciones y entonces,
tantas afrentas, tantos agravios y aún agresiones de toda clase cometidas
durante la campaña electoral, toda clase de conductas inmorales y hasta
asesinatos, eran borradas o al menos adormecidas en la memoria de las
gentes, para luego retomar su habituales actividades y muchas veces,
hacer las paces son aquellos quienes, apenas unos días antes de las
elecciones, eran considerados como sus enemigos políticos.
Como borregos tras el rebaño bajo los caprichos del pastor, muchas
buenas personas, las cuales, normalmente desarrollaban de manera
honesta sus actividades en el campo, eran contaminadas por la plaga
endémica de la politiquería, convirtiéndose en una especie de zombis que
solo actuaban según el mandato de los líderes políticos.
Los partidos hegemónicos de la época veían como una amenaza a
cualquier otra corriente ideológica distinta a la suya propia y no mantenían
ningún escrúpulo para adelantar cualquier clase de actuación, por vil que
pudiera ser, para sacar de la contienda a aquellos que consideraban sus
adversarios…en política, todo vale…esa era su consigna…
En el poblado de San Rafael de Los Reyes, a consecuencia de la
formación sindical que muchos trabajadores de la empresa concretera
habían recibido en viajes aun al exterior del país, patrocinados por la
entidad, gracias a las prebendas laborales que el propio sindicato había
logrado; nuevas ideologías con tendencias de izquierda se difundían
entre algunos ciudadanos, los cuales eran tachado de manera peyorativa
como comunistas por los militantes de los partidos tradicionales y se le
perseguía con todos los medios posibles para evitar que pudieran
incrementar su nefasta influencia en la región.
Aquellos sitios públicos donde habitualmente se reunían los vecinos para
departir animadamente con unas cervezas y un buen juego de tejo, se
tornaban súbitamente en lugares de proselitismo político, donde ya no
tenían cabida más que aquellos quienes compartían las convicciones
políticas de los propietarios de los establecimientos o de los
organizadores de las reuniones; arengas y juramentos reemplazaban
entonces las jubilosas celebraciones acompañadas de efusivas
felicitaciones tras la consecución de algunos puntos durante el juego que
usualmente animaban las amigables reuniones de las comunidades en
los mencionados lugares.
Entre los afectos a las actividades proselitistas, inevitablemente se
encontraban ciertos individuos, sin escrúpulo alguno que esperaban
paciente, o mejor, soterradamente las épocas de campaña electoral para
desplegar todo su repertorio de artimañas para apoyar la causa de
aquellos con quienes hicieran pactos de conveniencia y en otros casos,
para verter todo su auténtico veneno en contra de sus opositores de turno,
dedicando, literalmente todo su tiempo en recorrer los distintos sectores
de los territorios para adelantar sus actividades, valiéndose de cualquier
clase de recurso, por vil que fuera necesario para alcanzar sus
objetivos…”en política…todo se vale…” aseveraban con total desfachatez
estos fatídicos personajes , los cuales, tal como era bien conocido entre
la comunidad, en caso de salir triunfantes sus candidatos, caían de
inmediato como aves de rapiña reclamando de los elegidos el pago por
sus servicios de campaña, exigiendo toda clase de prebendas
económicas, comerciales o una participación en los puestos públicos y
privados de los municipios; en caso contrario, cuando eran derrotados en
las urnas, de inmediato asumían la vocería de lo que denominaban
“oposición”, lo cual en realidad no era más que un encarnizado saboteo a
cualquier iniciativa, por benéfica que pudiera ser para el pueblo, por el
simple hecho de no ser de la autoría o de la ideología de sus
copartidarios.
Don Alfonso, por ser un político veterano, conocía perfectamente la
situación descrita y por eso tomaba muy en serio lo que estaba en juego;
sabía que sus opositores acudirían a los recursos más extremos para
arrebatarle el poder y contaba de antemano con un poderoso enemigo
político; el viejo Pedro Moya, quien no escatimaría esfuerzos y recursos
económicos para hacerse con el poder en el Municipio, por ello, se decidió
a tomar medidas que consideró pertinentes…
En algunas reuniones políticas, eran presentados aquellos candidatos
que contaban con la bendición del mandatario municipal, por lo cual
gozaban de ciertos privilegios a la hora de conseguir los permisos para
ocupar ciertos lugares con mejores condiciones para la realización de sus
actividades, lo mismo que el apoyo económico de algunos seguidores del
partido gobernante.
De otro lado, aquellos militantes de los partidos fuera del poder, basaban
ineludiblemente sus discursos en denigrar del actual gobierno, resaltando
y magnificando sus errores y tratando a toda costa de minimizar sus
aciertos, desplegando auténticas estrategias para demeritar los logros de
la administración de turno y de ser posible, destruir la imagen de aquellos
contendores que simpatizaban con los gobernantes…” el amigo de mi
enemigo…es mi enemigo…”
Este era el ambiente que se imponía en los pueblos y ciudades del país,
como una especie de locura colectiva que se extendía endémicamente
por todos los territorios, lo cual, tristemente no ha cambiado mucho con
el transcurso de los años…idiosincrasia de nuestro pueblo…
-Bueno compañeros, esta noche hay reunión en Tres Esquinas, por el
asunto ese de la política; convidó Pedro a sus acompañantes mientras se
dirigían a la sección de guardarropas, donde dejaran en las horas de la
mañana, a su ingreso a la fábrica, sus vestimentas de calle paa
cambiarlas por sus ropas de trabajo.
-Conmigo no cuenten para eso, yo de esas vainas no quiero saber nada,
respondió enérgicamente Joaquín, el mayor de todos los presentes y
quien guardaba amargos recuerdos de décadas anteriores cuando tuvo
que huir de la región a causa de la violencia política que tan cruelmente
asoló aquellas latitudes, en compañía de los pocos supervivientes de su
núcleo familiar, luego de perder a su padre, algunos tíos y otros allegados
de su parentela. –Yo soy un hombre que vivo de mi trabajo honrado y no
necesito ir a escuchar a un montón de charlatanes y aprovechados que
vienen solo por el votico y después ni le dan el saludo a uno.
-Pero Joaquito, le interpeló aquel quien lanzara la invitación; las cosas ya
cambiaron y lo de ésta noche es con unas personas raídas por el
sindicato; son unos señores muy respetables, de la capital, que nos
vienen a comentar algunas nuevas propuestas para el manejo del
Municipio según las últimas recomendaciones de la política actual.
-No, no, muchas gracias, compañero por tenerme en cuenta, pero yo juré
jamás volver a participar en nada que tenga que ver con política; vayan
ustedes y mañana me cuentan cómo les fue…terminó diciendo.
-Yo sí me le apunto, compañero, total, ¿qué hay que perder?, como
mucho nos tomamos unas amargas por cuenta de esa gente; sentenció
animadamente Eliseo. - ¿Y usted compadre, nos va a acompañar?
-No, Chuquito, a mí tampoco me llama la atención eso de la política; no
me siento a gusto entre esa gente fanática que solo sabe a lanzar vivas y
abajos a lo que otro papanatas grita encima de un cajón y si es por
tomarme una cerveza, para eso tenemos nuestros sitios de confianza
donde nos atienden a cuerpo de rey, sin molestar a nadie y sin nadie
quien nos moleste, donde además podemos echarnos una buena
jugarreta de tejo si queremos; eso mejor cada loro en su estaca,
compañeros, les deseo mucha suerte en su reunión.
Como en cualquier situación que ofreciera la oportunidad de dirigir su
mensaje sindicalista, algunos de los directivos del ente gremial
prepararon la reunión en un lugar donde usualmente se acudía para jugar
tejo, donde se contaba con varias canchas cuidadosamente mantenidas
en óptimas condiciones, pero para ocasiones como la presente se
tapaban muy bien con láminas de metal y en callejón por donde se debían
desplazar los jugadores se colocaron filas de sillas para la concurrencia.
Por las principales calles del pueblo, diligentes activistas abordaban a los
transeúntes para invitarlos con mil justificaciones a asistir al mitin político;
vetustos vehículos a los cuales se adaptaba precariamente uno o varios
altavoces sobre el capacete, anunciaban con tal estridencia la realización
de la reunión.
Antes de la hora señalada se esperaba una nutrida concurrencia,
considerando el intenso trabajo publicitario desplegado durante los días
previos al evento, pero la espera asistencia dejo mucho que desear a los
ansiosos organizadores los cuales, viendo tan desdibujado el evento,
rápidamente hicieron acudir al recinto a sus propios familiares, incluyendo
algunos mozalbetes buscando dar la impresión de una multitudinaria a
audiencia (en política todo se vale).
-¡señoras y señores asistentes, queridos copartidarios, vecinos de esta
amado Municipio que nos vio nacer…! Comenzó la reunión pagándose el
aparatoso megáfono a la boca de tan mala forma que se escuchaba hasta
el crujir de sus piezas dentales cuando hacia una pausa, era el mismísimo
señor Robles, si, si, el mismo directivo del sindicato de trabajadores de la
concretera, en otra de sus actividades proselitistas, esta vez apoyando la
campaña a la asamblea departamental del candidato que mejores
compromisos hiciera con su grupo ideológico, lo mismo que dos de sus
candidatos al concejo Municipal local, debidamente seleccionados en
virtud, no de sus capacidades o formación académica, porque en este
país, para gerencia los entes administrativos de elección popular, solo se
refiere poseer un documento de identidad y ser mayor de edad, aunque
no se sepa siquiera estampar la firma autógrafa sobre una hoja de papel;
no, lo importante como criterio de selección de los candidatos a los
cuerpos colegiados es que repitan seriamente los enunciados que se
hallan acordado como plataforma política y l compromiso de propender,
en caso de salir electos, por los intereses del conglomerado político que
los apoyo.
“por eso, hoy tenemos la oportunidad de elegir a quienes realmente nos
representen en los cuerpos colegiados tanto a nivel municipal como
departamental…” y continuo lanzando toda la conocida retahíla
acostumbrada para estas ocasiones , ensalzando las virtudes de sus
egregios candidatos y condenando la supuesta incompetencia, falta de
honestidad y de más inaceptables, según su criterio, defectos y acciones
deshonestas de los opositores políticos, aunque en otras circunstancias
y de acuerdo a su conveniencia, en el pasado, fueran considerados como
sus propios amigos.
De las distintas intervenciones de uno y otro candidato se sacó en común
los ataques rabiosos contra la Administración Municipal en cabeza del
Alcalde, don Alfonso, a quien tildaron de corrupto, incompetente, inmoral,
y todo cuanto hubo de ocurrírseles, planteando como solución al
deplorable estado de cosas descrito, el apoyo en las urnas para los
candidatos asistentes al evento en cuyas manos estaba la panacea
milagrosa para componer todos los males presentes.
Viva el uno, abajo el otro, promesa que va, amenaza que viene; así
trascurrió sin novedad la reunión terminando tal como esperaba la
concurrencia, con una buena dosis de cerveza y carne asada para todos
los asistentes… y este tipo de eventos se repetía como es costumbre una
y otra vez en distintos lugares del Municipio, con protagonismo de unos y
otros contendores.
Aprovechado la circunstancia del agite electoral, el comercio del pueblo
de san Rafael de los reyes hacia su agosto propiciando la realización de
los eventos proselitistas para incrementar sus ventas en los más diversos
renglones de la actividad mercantil.
LAS FUFURUFAS
como en todo pueblo que se respete, no podía faltar la casa de lenocinio
se sabía qué hacía a las afueras de San Rafael en una vetusta edificación
prestaban sus servicios un grupo de mujeres que ejercían el oficio más
antiguo y vituperado del mundo, aunque de manera suficientemente
camugrada como expendio de bebidas y lugar de baile para sus clientes,
muchos de los cuales figuraban entre la comunidad como ciudadanos
modelo de moral y buenas costumbres.
Entre algunas respetables señoras del pueblo, corrió el comentario de la
existencia del funesto lugar, quizás más notorio por cuanto sus propios
maridos se ausentaban de casa algunas noches, regresando a altas
horas de la madrugada arguyendo cualquier pretexto, sin que lograran las
ofendidas con nosotras, mediante su red de informantes en el pueblo,
determinar con exactitud el lugar en el cual sus esposos pasaban las
veladas en las cuales no se encontraban en sus hogares, llegando sin un
céntimo en el bolsillo, especialmente en las fechas cuando recibían el
pago de la quincena, lo cual constituía para las señoras más grave afrenta
a un que el echo en si de ausentarse de la casa sin una causa justificada.
Una comisión de señoras prominentes del pueblo concertó una audiencia
con el primer mandatario en las instalaciones de la Alcaldía, donde le
expusieron el motivo de su inquietud y le exigieron ejecutar labores de
investigación para esclarecer la situación que tan peligrosamente
atentaba contra la esencia misma de la sociedad sanraeluna.
Haciéndose participe de la natural indignación de las damas, don Alfonso
quien en realidad no veía mayor problema en el funcionamiento de esta
clase de establecimientos mientras no se convirtieran en fuente de
alteración del orden público; se comprometió a adelantar una serie de
operativos por parte de la fuerza publica para establecer la realidad de la
situación por ellas planteada.
Acto seguido las indignadas señoras se dirigieron en grupo al despacho
parroquial para poner en conocimiento del señor cura la inaceptable
situación ya descrita y solicitar su inmediata intervención en su condición
de guía espiritual y moral del pueblo.
-Señoras mías, intervino el sacerdote luego de escuchar lo que las
indignadas matronas le comunicaron. – lo que ustedes me cuentan es
muy grave y atenta contra la moral y las buenas costumbres a que nos
obliga nuestra condición de cristianos practicantes; cuenten con todo mi
apoyo y empeño para erradicar, de llegarse a comprobar la existencia de
ese lugar de perdición en nuestro querido municipio; denme un tiempo
prudencial para hacer algunas averiguaciones, y cuando sepa lago en
concreto les are llegar la invitación para que nos reunamos nuevamente
en esta casa de oración y entonces decidiremos las medidas a tomar.
Satisfechas con la repuesta obtenida por parte del clérigo las damas
agradecieron su atención y se disgregaron a la salida del despacho
parroquial para dirigiere a sus respectivas residencias.
Pero como en pueblo chico, los chismes van y vienes para todo aquel que
preste su atención, . efectivamente algunas trabajadores sexuales se
enteraron de las pretensiones de cerrar su lugar de trabajo, por parte de
algunas seoras del pueblo, y entonces sin dudarlo un intente,
conformaron su propia comisión para acudir ante el sacerdote y exponerle
sus puntos de vista, solicitando su sabio consejo, y así fue como una
tarde, con vistosos atuendos que no disimulaban para nada sus
exuberantes atributos físicos, un pequeño grupo de ellas, las cuales no
eran conocidas por los vecinos del centro del municipio, desfile por la calle
central en medio de la admiración de los señores y la indignación d
algunas damas que presenciaron atónicas su desplazamiento hacia la
casa cura.
Muy respetuosamente hicieron presencia en el despacho de la parroquia,
solicitando audiencia especial con el párroco, el cual, una vez enterado
del asunto y tratándose de un hombre amplio de miras y conocedor de lo
dura que era la vida de estas mujeres haciendo caso de lo promulgado
por los evangelios, todo se dio a recibirlas sin miramiento alguno.
Una de las visitantes quien asumió la vocería del grupo se dirigió al
sacerdote : - padre Ciro mis compañeras y yo hemos venido hasta su
despacho para hablar con usted a raíz de los comentarios que circulan
por el pueblo acerca de nosotras y de nuestro trabajo; escuchamos que
se nos anda tildando de corruptoras de la sociedad, de ser unas malas
mujeres y la verdad padre nosotras solo ejercemos nuestra profesión alla
en el negocio, bajo las condiciones que nos impone el propietario don
Carlos, y en el tiempo que llevamos las mas antiguas, no hemos visto
ningún escándalo o cosa que se le parezca ni tampoco heos sabido que
ninguna de las muchachas se allá visto involucrada en cualquier clase de
problemas, por lo que decidimos hablar con su señoría para aclarar los
chismes que se os vienen inventando; concluyo.
- ¿y en que puedo ayudarles, hijas?, pregunto el sacerdote. – vea usted
padre, nosotras somos conscientes del mal concepto que nos tienen en
todas partes; solo queremos que usted sepa que no es cierto lo que se
anda murmurando contra nosotras y el negocio donde trabajamos; solo
pedimos que nos dejen trabar en paz, nosotras no obligamos a ningún
cliente a buscar nuestros servicios ni andamos enredando a nadie o
promoviendo que incumplan con sus obligaciones familiares; nosotras
mismas trabajamos para nuestras familias y jamás arriamos nada que
atentara contra los hogares debidamente conformados del pueblo.
- Señoras, espeto el sacerdote; yo no soy quien para juzgarlas; yo
simplemente soy un servidor del señor y mi labor consiste en asistir y
orientar a todos aquello que busquen mi ayuda y consejo y aunque no
puedo alabar su trabajo, no seré yo quien asuma el papel de juez. Vallan
tranquilas mujeres y eso sí, eviten cualquier provocación o enfrentamiento
con aquellos que las señalan; por favor guarecen siempre la compostura
sean un poco más recatadas en su forma de vestir, y pidan al señor que
les brinde su misericordia y consuelo.
- ¡gracias padrecito! Respondió la vocera, besando la mano del religioso,
tomada entre las suyas, el cual, la retiro discretamente limitándose a dar
un recatado abrazo a las que una a una fueron acercándose a él para
expresarle su gratitud.
- cuando hubo abandonado el singular cortejo la casa parroquial,
Tomasito el joven sacristán algo perplejo por lo que acababa de
presenciar, y conociendo los comentarios que en contra de las mujeres
que acaban de salir, circulaban por el pueblo, inquiero al sacerdote. -
¿padrecito Ciro no esta mal haber recibido a esas señoras acá en la
parroquia ?. asumiendo una actitud serena, el religioso respondió: - como
dicen las escrituras, hijo “el que esté libre de pecado que arroje la primera
piedra…”
-Ah, sí, si padrecito, yo leí ese relato, es de los que le tiraron piedra a un
a una señora mala, ¿cierto? Con una sonrisa compasiva en sus labios al
contemplar la inocencia del muchacho, el sacerdote respondió: - así es
Tomasito y me alegra mucho comprobar tus progresos en la lectura de
las sagradas escrituras, pero debo aclararte que la señora de la narración
era una mujer acosada de adulterio, la cual, a pesar de su pecado, busco
a Jesús y el señor le dio su perdón y su redención por el inmenso amor
que sentía por toda la humanidad y en especial por los pecadores. – ya
entiendo, padrecito, entonces su merced hizo lo mismo que nuestro señor
Jesús, usted es muy bueno padre, muy bueno… - ya quisiera ser bueno
Tomasito, pero solo soy un hombre lleno de defectos que aspira por lo
menos llegar a ser algún día digno de llamarse servidor de cristo nada
más.

LA BRUJERIA
Por orden directa del gobierno nacional, los mandatarios municipales
tenían la obligación de realizar las adecuaciones de los cementerios
municipales de su jurisdicción, cumpliendo con las nuevas normas
sanitarias y ambientales expedidas por el legislador, por lo cual don
Alfonso reunió a sus secretarios de despacho que tenían que ver con la
ejecución de obras públicas del Municipio para coordinar las obras que
era necesario adelantar en las inmediaciones del viejo cementerio
municipal para dar cumplimiento a la directiva recibida.
Dentro de las obras requeridas se encontraba la renovación de algunas
viejas sepulturas, las cuales por su antigüedad presentaban un avanzado
grado de deterioro y por ello no cumplían con la normatividad vigente.

Luego de realizar la demolición de aquellas sepulturas que ya no


permitían reparación alguna, se reubicaría los restos mortales que
contenían en unas nuevas unidades, pero al realizar los trabajos, fueron
encontrados dentro de los sepulcros una serie de elementos, los cuales
llenaron de asombro y temor a los nerviosos trabajadores.

Una vez enterado de los singulares hallazgos, con una inmensa sorpresa,
el mandatario recibió de manos de uno de los trabajadores que participara
en los trabajos de adecuación, una serie de elementos que le
persuadieron, muy a pesar suyo, de acudir en la ayuda del cura párroco
municipal, al considerar que la naturaleza del asunto salía de su
competencia y recaía en la del sacerdote, según sabia sugerencia de su
fiel secretaria de despacho; Blanquita, quien no dudó un instante en
ofrecerse a llevar en un contenedor debidamente cerrado, aquellos
objetos para ser evaluados por el religioso.
La referida funcionaria, sobra decir que, muerta de los nervios,
acompañada de uno de los operarios del Municipio, trasladó el misterioso
cajón hasta el despacho parroquial, donde ya les esperaba el titular de la
parroquia al haber sido puesto en antecedentes unas horas antes de la
proyectada visita.
-Buenas tardes, Padre Ciro; saludó nerviosamente al ingresar al recinto
donde se encontraba el sacerdote. –Buenas tardes Blanquita, respondió
pausadamente el religioso, ¿Qué es eso tan importante como para que el
señor Alcalde considere oportuna mi humilde intervención? Sin
esforzarse en tratar de aparentar calma, la mujer se limitó a indicar
mediante una seña al operario que colocara el cajón sobre una mesa de
madera que se había dispuesto para tal fin. –Ya lo va a ver por sus propios
ojos, padrecito, no va a creer lo que le traemos en esta caja…
Procediendo de inmediato a retirar la tapa de madera que ya instantes
antes había sido desasegurada por el trabajador del Municipio,
arrancando algunos clavos que habían sido colocados para asegurar su
hermetismo…
Un gran trozo de paño negro cubría el misterioso contenido del viejo
cajón, y entonces, ya un poco incómodo por tanto preámbulo, el sacerdote
lo retiró con impaciencia y al hacerlo, contempló unos instantes su
contenido, sin atreverse a pronunciar palabra y mucho menos a introducir
su mano para extraer el contenido. - ¡Dios Santo! Exclamó abrumado; -
¿Pero ¿qué es todo esto, Blanca; de donde lo sacaron...? –Verá usted,
padre; ésta es solo una parte de lo que han ido encontrando los
trabajadores en algunas sepulturas que tuvieron que ser demolidas para
reubicar los restos, cumpliendo las órdenes de la capital, y según me han
dicho, a medida que avanzan los trabajos, van encontrando más cosas
como éstas que le he raído para que las vea.
-No puedo creer lo que ven mis ojos… ¿Qué clase de personas harían
algo así? -No tengo la menor idea, padre, supongo que algunos
habitantes del pueblo, de pronto, hasta a la santa misa asistirán, usted
sabe que gente, hay de toda clase.
Armándose de valor y habiéndose colocado prudentemente unos guantes
de látex, el sacerdote fue sacando del cajón los extraños objetos que
contenía, entre ellos, algunos muñecos grotescamente antropomorfos
confeccionados con tela y algunas fibras vegetales, ya en estado de
degradación, atravesados de lado a lado por agudas agujas; también
encontró unas pequeñas cajas metálicas de esas que originalmente
contenían el betún para lustrar el calzado, las cuales, al retirarse la tapa,
mostraron contener tierra y sobre ésta, en cada una de ellas había una
cruz, formada con alfileres amarrados en su intersección con hilos de
color negro...Notoriamente perturbado, por los hallazgos, el hombre de fe
continuó extrayendo otros objetos , todos ellos de evidente naturaleza
esotérica; varios pequeños paquetes, cuidadosamente envueltos en tela
oscura, muy bien amarrados con fuertes cuerdas, conteniendo
fragmentos de huesos humanos y mechones de cabello, todo ello dentro
del envoltorio; varios de ellos, además, contenían unas pequeñas tirillas
de papel con un nombre escrito en ella.
-Todo esto es pura brujería, Blanquita; exclamó airadamente el párroco,
guardando de nuevo los objetos dentro de la caja. –Si no lo estuviera
viendo, me resistiría a creer que en una población como ésta,
aparentemente tan sana, existan individuos que se dediquen a la práctica
de las artes oscuras y la magia negra. –Eso ocurre en todas partes, padre;
acotó la mujer mientras colaboraba al sacerdote a asegurar firmemente
con una larga cuerda la odiosa caja. ¿Y ahora que vamos a hacer con
esto, padre? –Por lo pronto hay que deshacerse de todo, Blanca; yo me
encargo de eso.
-Muchas gracias, padre Ciro, me quita usted un enorme peso de encima;
o sabía que tendría que hacer con esas cosas. –No te preocupes hija,
deja todo eso donde ahí donde está, más tarde me encargaré de
deshacerme de toda esa basura de la manera más adecuada; dígale al
señor Alcalde que yo me hago cargo de ésta situación y que le agradezco
el haberme puesto al corriente de los hechos; ah…y por último, dígale a
don Alfonso que me haga llegar cualquier otra cosa por el estilo que
llegaran a encontrar.
-De acuerdo, padre, se lo diré, y entonces, con una venia respetuosa, se
retiraron la mujer y el operario del Municipio de aquel despacho.
Largo rato permaneció el religioso observando la caja, ahora colocada
sobre su escritorio, mientras se paseaba de un extremo al otro de la
habitación, buscando encontrar una estrategia adecuada para manejar
tan delicado asunto, devanándose los sesos tratando de ubicar a los
posibles responsables, recordando algún comportamiento inusual entre
sus feligreses, el cual e pudiera ayudar con la identidad de los autores de
tan exsexlaves hechos; pero luego de trascurrir cerca de una hora de
profunda reflexión, concluyo que no tenía pista alguna sobre los posibles
responsables de aquellos actos sacrílegos.
-tomas, Tomasito, llamo enérgicamente, buscando ser escuchado en las
otras habitaciones del casaron; - tomas, venga para acá, repitió. Luego
de unos instantes, apareció a toda prisa a la puerta del despacho el citado
portando en sus manos un gran velón de cera hermosamente decorado.
- ¿dígame padre? – valla y deje ese cirio en la sacristía y acompáñeme. -
como ordene, padre; asintió el muchacho.
Pocos minutos después, el sacerdote, seguido de cerca por el sacristán
quien cargaba la infame caja, se dirigieron a un rincón retirado de la
cuadra posterior de la casa parroquial, donde, con la ayuda del
mozalbete, encendió una hoguera en la cual coloco a arder la caja con
todo su contenido, mientras rezaba el santo rosario y profería algunas
jaculatorias para conjurar los oscuros poderes del material incinerado.
Los días siguientes, en la medida en que las obras de adecuación del
cementerio Municipal avanzaban, se encontraron muchos otros artefactos
de similar naturaleza a los anteriores, con lo cual, la preocupación del
religioso se fue convirtiendo en autentica indicación llenándole de razones
para tomar acciones concretas sobre el asunto.
Unos sorprendidos asistentes a la misa dominical, escucharon el severo
sermón con el que el sacerdote reprobó enérgicamente los hechos
evidenciados por los objetos hallados en las inmediaciones del campo
santo del pueblo, exhortando a la comunidad a proscribir cualquier
conducta o acción que pudiera atentar contra los postulados cristianos,
siendo especialmente duro al condenar cualquier actividad relacionada
con magia negra, vudú o cualquier otra mala arte relativa a la hechicería.
Un hecho que vino a agravar la tirante situación lo constituyo la sorpresiva
visita que a la esposa de uno de los agentes de policía del pueblo, hiciera
una conocida una habitante del mismo, propietaria de un popular y
próspero establecimiento de comercio, quien una tarde lamo a la puerta
de la residencia del referido uniformado y cuando la señora de la casa
atendió a la puerta, la referida comerciante se hinco a los pies de la
sorprendida casera, pidiendo su perdón por las infames acciones que
hubo de adelantar en contra suya, al parecer por encargo de una enemiga
del policía, a quien este había perjudicado tiempo atrás en el cumplimento
de sus funciones de salvaguardar el orden público.
Luego de que la confundida ama de casa le caminara a levantarse, la
extraña visitante le entrego un trozo de tela que contenía una pequeña
muñeca de trapo con la forma de una niña vestida como tal y con una tira
de papel colocada a manera de canana donde se leía el nombre de la
pequeña hija de los dueños de casa, el cual, según la visitante, debería
ser des ruido en la hoguera por la familia de la menor para revertir el
conjuro que había sido lanzado sobre la inocente criatura.
Al parecer, las palabras del párroco durante el sermón de la misa
dominical, habían tocado a conciencia de la autora del fetiche, razón por
la cual se había decidido a echar atrás su conjuro, sin importar las
consecuencias que, a modo de penitencia, tuviera que soportar.
La absolutamente aterrada ama de casa, presa del pánico, rechazo el
objeto tirándolo al suelo y cerrándole la puerta en la cara a la compunjda
visitante.
El asunto tomo un giro casi trágico cuando, una vez enterado por su
esposa de los hechos narrados, completamente fuera de si, el uniformado
corrió a buscar a la infamar para tomar justicia por su propia mano, y lo
hubiera hecho de no ser por que al momento en que ingreso al negocio
de la hechicera, esta se encontraba acompañada por algunos clientes,
conocidos del policía, los cuales al verlo entrar blandiendo su revolver de
dotación, se abalanzaron sobre el diciéndole de sus intenciones e
invitándoles a practicar la compasión cristiana para con la arrepentida
mujer, haciéndole ver que fue por la propia actuación de la misma, como
se pudieron enterar de la maquinación en su contra y, afortunadamente,
sacarlo del negocio lograron tranquilizarlo y acompañarlo hasta su casa
sin que hubieran hechos que lamentar.
Con la velocidad de la luz, el cuento se rego por todo el pueblo y la
confesa hechicera fue objeto de tal cantidad de agresiones, tanto verbales
como de echo contra su casa, donde le fueron quebrados los vidrios por
anónimos agresores que, a los pocos días, decidió marcharse del pueblo
para ya no regresar jamás.
Como es propio de la idiosincrasia del país, tenido ya un chivo expiatorio
la comunidad pareció calmar su sed de justicia y fue así como trascurridos
unos pocos días del escandaloso exilio de la supuesta bruja, todo el
asunto quedo sumergido en un total olvido.
LA ASONADA DE LAS SEÑORAS
Luego adelantar por su cuenta algunas labores de inteligencia, las
indignadas señoras, cuyos esposos seguía ausentándose durante varias
noches a la semana, ubicaron el sitio donde presuntamente se reunían
con mujeres de la vida, tal como les decían y entonces tomaron la
decisión de obrar por propia cuenta, viendo que no se había obtenido
resultado alguno con sus peticiones ante la Alcaldía Municipal.
Bajo un sol inclemente, poco después del medio día de un jueves, el cual
no tenía connotación particular alguna, las airadas madamas se
reunieron en un costado del parque principal del pueblo y entonces,
lanzando airadas alargas contra la inmoralidad y las insanas costumbres
que se estaban según ellas, apoderando del pueblo, marcharon en grupo,
armadas con piedras y palos hacia el lugar identificado como sede de la
casa de lenocinio, motivante de su profunda indignación, y fue tan
repentina su movilización que no dio tiempo a reacción alguna por parte
de la fuerza pública.
Ubicándose frente a la reja de hierro forjado que delimitaba el antejardín
de la vieja casona, la horda de mujeres lanzo ensordecedores gritos
condenatorios contra el lugar, exigiendo además la inmediata salida del
pueblo de aquellas mujeres que corrompían según ellas a sus esposo;
conminando a las asustadas ocupantes del inmueble, las cuales mirando
desde el interior de la casa a través de pequeñas hendiduras del cortinaje
interior de los grandes ventanales, no sabían que actitud tomar ante las
amenazas que vociferaban en su contra las manifestantes y temiendo ser
agredidas por aquellas energúmenas, prefirieron permanecer
atrincheradas en el interior de la edificación, lo cual al parecer enardeció
a un más a las que protestaban afuera y de un momento a otro alguien
arrojo una piedra contra el ventanal donde se alcanzaba a avistar parte
del rostro de una de las habitantes de la casa, alcanzando en pleno el
proyectil el centro del cristal, el cual voló hecho trizas y este hecho fue
como el detónate para una verdadera lluvia de piedras y palos sobre el
resto de ventanas, las cuales fueron totalmente destruidas en pocos
minutos.
Las pobres mujeres encerradas en la casa, completamente horrorizadas
y temiendo por su integridad, se refugiaron en el patio posterior de la casa,
poniéndose a salvo de algunos proyectiles que lograban atravesar los
escombros de los ventanales.
Cuando hizo presencia en el lugar de los disturbios la fuerza pública del
pueblo, ya la turba de mujeres había superado el enrejado exterior de la
casa y se había plantado ante la viaja puerta de madera de doble hoja
que daba aseso al interior de la edificación, con clara intensión de irrumpir
en la misma, lo cual fue oportunamente impedido por los efectivos de
policía quienes se ubicaron frente al portón, impidiendo el paso de las
agresoras, y en cuales se vieron para disuadirlas de invadir el lugar,
comprometiéndose en cabeza del comandante de policía a intervenir para
dar cumplimiento en lo posible en las demandas de las amotinadas, las
cuales, inicialmente se negaron a dispersarse hasta no ver desalojado el
semi-destruido lugar, permaneciendo allí hasta que cayó la noche, sin ver
cumplidas sus exigencias pero, dejando en claro su intención de repetir
cuantas veces sean necesarias las acciones de echo hasta lograr su
cometido.
Un par de horas después de que se disolviera la manifestación, la inquieta
trabajadora del lugar procedieron a realizar la remoción de los destrozos
y la limpieza del sitio hasta altas horas de la noche no abriéndose por las
siguientes fechas el servicio a los afligidos clientes, ante la presión que
las agresoras mantenían en la población

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