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4 (2006), 125-143
[ISSN: 1659-0139]
Género y esclavitud
en el Caribe
durante la época colonial
Mauricio Menjívar Ochoa1
Recepción: 11 de mayo de 2007 / Aprobación: 7 de junio de 2007
Resumen Abstract
1 Profesor de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica (UCR), Investigador del Centro de
Investigaciones Históricas y del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (UCR). 125
Correo electrónico: mauricio_m8a@racsa.co.cr.
Mauricio Menjívar Ochoa
Palabras clave
Introducción
126 2 Algunos autores como Michael Kimmel hablan de una “masculinidad hegemónica” (ver: Menjívar; 2001:
3). Para una crítica de esta noción ver Menjívar, 2007.
mente por los hombres, también las les denigrados”. En el caso del Ca-
jerarquías femeninas son posibles ribe, durante el período colonial, en
frente a otras mujeres3, lo cual pue- esta posición de “otros raciales de-
de igualmente estar cruzado por las nigrados” median género, “raza”, así
definiciones étnicas.4 como la condición de esclavitud. Con
la incorporación de estos dentro de
Las definiciones intra e intergené- las relaciones económicas caribeñas,
ricas cobran aún mayor complejidad tendieron a hacerse más complejas
en contextos de diversidad étnica las definiciones identitarias y, por lo
donde las relaciones están mediadas tanto, la jerarquización de género.
por percepciones racializadas, es Así, por ejemplo, los hombres euro-
decir, donde existen, parafraseando peos blancos, se definieron no sólo
a Putnam (1999, 151) “’otros’ racia- frente a una gama de mujeres euro-
peas (libres, servidoras por contrato
3 Camilla Lacoste-Dujardin (1993, 15) ha seña-
y convictas, como sucedió particular-
lado cómo en las sociedades magrebíes, don- mente en las primeras etapas de la
de existe un “dominio rotundo de los hombres
sobre las mujeres, una categoría de mujeres,
migración europea hacia el Caribe),
las madres de varones, había podido desem- sino respecto de las mujeres de ori-
peñar el papel de grandes sacerdotisas de gen africano, esclavas o libres, ne-
este dominio de los hombres y de la opresión
de las mujeres”. gras o mulatas. De igual manera, es
4 Elizabeth Badinter (1993: 25) retoma una dis- muy posible que en un nivel intrage-
cusión contemporánea entre una “mujer blan- nérico entraran en juego los “otros ra-
ca” y “una mujer negra”, que puede servir para
ilustrar las diferencias entre mujeres en las que ciales”, lo cual podría pensarse operó
intervienen relaciones de poder, marcadas por tanto dentro de las relaciones entre
concepciones racializadas. Ambas mujeres
discutían “sobre si la igualdad sexual esta- hombres (hombre europeo/hombre
ba por encima de las diferencias raciales. La “no-europeo”), como entre mujeres
mujer blanca afirmaba [señala Badinter reto-
mando a Kimmel] que el hecho de ser ambas (mujer europea/mujer “no-europea”),
mujeres las volvía solidarias y que la diferencia si el tema es visto desde la óptica de
de color pasaba a un segundo plano. Pero la
otra no estaba de acuerdo.
los esclavistas.
“-¿Que ve cuando se mira al espejo por la ma-
ñana?
“-Veo a una mujer –respondió la mujer blan-
Otras múltiples interrelaciones
ca. entre género y etnia5 son posibles,
“-Precisamente ese es el problema –replicó la
negra. Yo veo a una negra. Para mí la raza se
cuya enumeración no respondería a
manifiesta a diario porque es la causa de mi un juego de probabilidades antojadi-
inferioridad social. Para usted, en cambio, es
invisible. Esa es la razón por la cual nuestra
zas, sino a la constatación de que el
alianza me parecerá siempre un poco artifi-
cial”. 5 La noción de etnia, como la de género, tiene
Más allá de la conclusión política, que podría un fuerte contenido identitario. Siguiendo a
ser o no compartida, el relato ilustra una cla- Murillo (1999: 187) el reconocimiento de una
ra diferenciación intragenérica entre mujeres. frontera étnica es la que “define al grupo”. En
Debe notarse que el problema trasciende las este sentido los “elementos internos y exter-
individualidades y que la racialización que me- nos al grupo que intervienen en la construc-
dia la discusión se inscribe en marcos sociales ción de dicha frontera o límite” se producen en 127
más amplios, ciertamente conflictivos. el proceso de relación frente a “otros”.
las relaciones intergenéricas con las de los europeos, ¿cuáles eran las ex-
intragenéricas. De ahí que, aun cuan- pectativas sobre el papel de las mu-
do el control de los recursos producti- jeres en el Caribe?
vos estaba bajo la regulación mascu-
lina, las mujeres tienen cierto acceso Una primera parte de esta pre-
a ellos. Esta situación se acompaña gunta remite a las concepciones de
con una evidente distinción de lo que los europeos en Europa, sobre la cual
es socialmente considerado como quisiéramos avanzar algunas nocio-
trabajo “masculino” de aquel que es nes muy generales. Según algunos
considerado como “femenino”. En han reseñado, existen diferencias
las definiciones de los sujetos tienen de género entre el norte y el sur de
especial relevancia no sólo las distin- Europa, el cual está marcado por la
ciones de sexo, sino las de edad y existencia de mayores posibilidades
condición de “libertad”, dependencia para las mujeres en el Norte en el pe-
y esclavitud. En suma, la jerarquía ríodo que va de 1700 a 1900. En el
de género en el África occidental y norte mismo existían algunas diferen-
centro-occidental es el resultado de cias, pues la posición de las mujeres
la conjugación de una serie de condi- en Holanda era más sólida ante la ley
ciones personales y sociales a partir que en el caso inglés, aunque con
de complejas relaciones de poder y limitaciones similares en el rango de
subordinación. ocupaciones que podían desempe-
ñar. En Inglaterra, “el rango de ocu-
paciones abiertas a las mujeres fue
mayor en el siglo XVII de lo que serían
Trabajo y jerarquías de con posterioridad”. Lo cierto es que
género en el Caribe mujeres y niños/as tuvieron que rea-
lizar “trabajo manual severo”, como
el asociado a la minería del carbón,
En la trata Trasatlántica participa- mismo que a la postre tendería a “de-
ron múltiples países europeos. Entre clinar hasta la insignificancia” (Eltis:
ellos tuvieron colonias en el Caribe 2000, 87-88).
los españoles a partir de finales del
siglo XV, y los ingleses y franceses En la provincia, “las mujeres tra-
a partir del siglo XVI, quienes dispu- bajaron en un amplio rango de tareas
taron el dominio a los primeros. Los (...) incluyendo la labor del campo”.
holandeses, por su parte, conjunta- En este contexto “ellas produjeron
ron sus esfuerzos en un inicio con los bienes para los otros dentro del ho-
otros noreuropeos en la implementa- gar” y trabajaron fuera de este por
ción de las plantaciones azucareras, una paga. No obstante, en la pers-
y tuvieron asentamientos en Surinam. pectiva de Eltis, tanto en la agricul-
132 Dadas las concepciones de género tura como en la manufactura y los
al interés de facilitar “á todos mis Va- (ANCR: 1784, f. 15-16, las cursi-
sallos de América, que poseen Es- vas son nuestras).
clavos, instruirse suficientemente en
todas las disposiciones...” (ANCR; Como podrá apreciarse, la seg-
1784: f. 14). Es claro que cierto aisla- mentación del trabajo respondía a la
miento respecto de España, permitía ejecución de tareas diferenciadas ge-
a las colonias evadir los códigos rea- néricamente, en las que las mujeres
les (Quiñones: 1997, 271), no obs- no debían ser empleadas como jor-
tante dicha normativa nos brinda una naleras sino “en trabajos conformes
aproximación sobre las mentalidades con su sexo”. A ello se le sumaba
al respecto. una segregación sexual, pues hom-
bres y mujeres no debían “mezclar-
Sobre la ocupación, la Real Cé- se”. No resulta tan claro si estas de-
dula estipulaba que “La primera y bían destinarse fundamentalmente al
principal ocupación de los Esclavos “servicio doméstico”, aunque parece
debe ser la Agricultura y demás la- probable. Queda por ver la verdadera
bores del campo, y no los oficios de aplicación de la Real Cédula, no obs-
vida sedentaria”. Los Dueños debían tante, la concepción que le subyace
arreglar implicaría una desvalorización del tra-
bajo femenino.
“...las tareas del trabajo diario
de los Esclavos proporcionadas Ahora bien ¿qué sucedía en el
á sus edades, fuerzas y robus- Caribe en relación a las concepcio-
tes (sic): de forma que debiendo nes de género aplicadas al terreno
principiar y concluir el trabajo del trabajo?
de sol á sol, les queden en este
mismo tiempo dos horas en el En primer lugar habría que señalar
dia para que las empleen en ma- que la información disponible sobre
nufacturas, ú ocupaciones, que la Isla de Barbados para los primeros
cedan en su personal beneficio períodos del asentamiento noreuro-
y utilidad; sin que puedan los peo, apunta a que el sistema produc-
Dueños, ó Mayordomos obligar tivo y, ligado a este, el tráfico escla-
á trabajar por tareas á los mayo- vista, era una empresa fuertemente
res de sesenta años, ni menores controlada por los hombres. Efecti-
de diez y siete, como tampoco á vamente “sólo 6 de 1340 personas”
las Esclavas, ni emplear á estas registradas como empleadoras en
en trabajos no conformes con Barbados, a mediados del siglo XVII,
su sexo, ó en los que tengan eran mujeres y sólo había 100 com-
que mezclarse con los varones, pradoras de esclavos de un total de
ni destinar á aquellas á jornaleras 1405 de la Royal African Company,
134 antes de 1708 (Eltis: 2000, 99).
Así pues, entre los múltiples lla- ted Kingdom: Cambridge Univer-
mados de atención que estudios sity Press.
como los reseñados plantean, está la
necesidad de captar el carácter pro- Higman, B.W. (1990). “Household
fundamente dinámico y heterogéneo Sturcture and Fertility on Jamai-
de esta región durante el período co- can Slave Plantation: A Ninete-
lonial y, por lo tanto, los significativos ent-Century Example”. En Bec-
ajustes de género que los diferentes kles, Hilary and Shepherd, Vere-
actores debieron realizar. ne. Caribbean Slave Society and
Economy. New York: The New
Press.