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Don Quijote

Miguel de Cervantes

ita l P u b l i s h i n g
índice

1 ¡Temblad, gigantes del mundo! ................................................................5

2 Dulcinea no tiene ojos desapo .............................................................. 1 1

3 La noche de los lío s ................................................................................. 16

4 La guerra de los rebaños .............................................................. 25

5 Misión en M icom icón.............................................................................. 33

6 Don Quijote viaja en jaula ..................................................................... 42


i ¡Temblad, gigantes del mundo!
Seguro que habéis oído hablar de don Quijote. Cuentan que
vivió hace muchos siglos en una aldea1 de la Mancha, entre
campos de trigo y molinos de viento. Lo que quizá no sepáis es que
don Quijote no se llamó así desde niño, pues en verdad lo
bautizaron2 con el nombre de Alonso Quijano. Hasta que cumplió
los cincuenta años, al señor Alonso no se le pasó por la cabeza
llamarse de otra forma. Pero un buen día decidió hacerse caballero
andante3 y entonces se puso el nombre de don Quijote de la
Mancha. Y desde aquel momento su vida cambió para siempre.
Todo empezó por culpa de los libros. Al señor Alonso le
encantaba leer. Le gustaban los poemas de amor y las novelas de
pastores, las historias de viajes y los versos de moros y cristianos.
Pero lo que le volvía loco de verdad eran los libros de caballerías4.
Hoy ya nadie los lee, pero en la época de don Alonso la gente los
adoraba. Los libros de caballerías contaban las aventuras5 de unos
tipos la mar de valientes6 que se hacían llamar “ caballeros
andantes” . Iban por los caminos a caballo, con una lanza en la
mano, una espada7 colgada del cinto y un escudo8 apretado contra
el pecho. Buscaban malvados9 a los que derrotar10 y huérfanos11 y
viudas12 a los que defender. Dormían en el bosque bajo un manto

1 la aldea: D o rf
2 bautizar: taufen
3 el caballero andante: fahrender R itter
4 la caballería: Rittertum
5 la aventura: A benteuer
6 valiente: tapfer
7 la espada: Schw ert
8 el escudo: Schild
9 el m alvado: Bösew icht
10 derrotar: besiegen
11 el huérfano: W aise
12 la viuda: W itw e

5
de estrellas y soñaban con1 hermosas princesas a las que habían
jurado amor eterno. Y no pasaba un solo día sin que lucharan2
contra un brujo3 que les tenía manía, contra un ejército de
bribones4 o contra un dragón que vomitaba fuego. Un buen
caballero andante estaba dispuesto a5 dar su vida por los demás y
no le tenía miedo ni a la mismísima muerte. Una vez, al caballero
Brandibarbado de las Manos Blancas se le apareció en mitad del
bosque un gigante6 alto como una torre que le dijo a gritos:
— ¡Ven aquí, caballero, lucha conmigo si te atreves7!
¡Y vaya si se atrevió! Brandibarbado sacó su espada, saltó sobre
el cuello del gigante y lo envió al otro mundo8 en un visto y no
visto9. ¡Ah, la vida de los caballeros andantes era maravillosa10! O
al menos eso era lo que pensaba el señor Alonso Quijano.
A don Alonso le gustaban tanto los libros de caballerías que
los leía sin parar de día y de noche. Cuando la criada11 lo veía
encerrado en su cuarto, siempre le decía:
— ¡Si sigue leyendo sin parar se volverá loco con tanto dragón
y tanto gigante!
A lo que don Alonso contestaba:
— Déjame leer, que estoy en lo mejor de la historia. El
caballero Florambel acaba de beberse una pócima mágica12 con la
que sanará13 de todas sus heridas.

1 soñar con: träum en von


2 luchar: käm pfen
3 el brujo: H exer
4 el bribón: Schurke
5 estar dispuesto a: bereit sein zu
6 el gigante: Riese
7 atreverse: sich trauen
8 enviar al otro m undo: ins Jen seits befördern
9 en un visto y no visto: in null K om m a nichts
10 m aravilloso: w un dervoll
11 la criada: M agd
12 la pócim a m ágica: Z au b ertran k
13 sanar: heilen

6
O respondía:
— Déjame leer, que el caballero Cirongilio de Tracia acaba de
rebanarle1 la cabeza a un dragón que tenía seis pares de ojos.
O le decía:
— Déjame leer, que el caballero Amadís de Gaula está decla­
rándole su amor a la bellísima Oriana en el castillo de Miraflores.
Así que la criada se marchaba gruñendo2. No podía entender
que, a sus cincuenta años, don Alonso disfrutara como un
chiquillo leyendo aquellos disparates3.
El caso es que el señor Alonso se aficionó4 tanto a los libros
de caballerías que dejó de comer y de dormir, porque no hacía
otra cosa más que leer y leer. Incluso llegó a vender buena parte
de sus tierras para comprar libros y más libros. Hasta que por
culpa de tanto leer y tan poco dormir se le secó el cerebro5 y se
volvió loco6. Y entonces dijo:
— ¡Voy a ser caballero andante! Me llamaré don Quijote de la
Mancha e iré por los caminos buscando aventuras. En dos días
mataré7 más gigantes que el emperador Carlomagno en toda su
vida. ¡Y los huérfanos y las viudas me besarán los pies de tanto
como les voy a ayudar!
N o había duda: ¡don Alonso estaba loco de remate! A su
edad, lo que le convenía8 era dar paseítos por el campo, salir a
charlar con el cura y el barbero de su aldea, comer sopa caliente y
dormir muchas horas. Pero en vez de todo eso se le metió en la
sesera9 lo de hacerse caballero andante. Cabalgaría10 sin descanso

1 rebanar: abschlagen
2 gruñir: m aulen
3 el disparate: Unsinn
4 aficionarse: sich begeistern
5 el cerebro: V erstand
6 volverse loco: verrückt werden
7 m atar: töten
8 convenir: angem essen sein
9 meterse en la sesera: sich etw as in den K o p f setzen
10 cabalgar: reiten

7
día tras día, daría espadazos1 a diestro y siniestro2, dormiría en
pleno bosque y comería yerbas3 del campo si no encontraba nada
mejor. ¡Pobre don Alonso, con el buen juicio que había tenido
siempre!
Para ser un caballero andante como Dios manda, don Quijote
necesitaba unas armas4 con las que luchar. Entonces se acordó de
que en un rincón de su casa había una armadura5 y una lanza de
sus bisabuelos6. Estaban llenas de polvo7 y no eran gran cosa,
pero a don Quijote le parecieron las mejores armas del mundo.
Las limpió8 con tanto esmero que acabó por sacarles ese brillo
que tienen las cosas recién estrenadas9. El casco10 tuvo que
arreglarlo11 con unos cartones pero, como tenía muy buena mano
para cortar, coser y pegar, lo dejó como nuevo. El día en que se
probó aquel viejo traje de metal12, don Alonso se sintió un
hombre feliz.
— ¡Temblad13, gigantes del mundo — se dijo muy
orgulloso14— , que aquí está don Quijote de la Mancha!
Pero a un buen caballero no le bastaba con tener unas armas:
también necesitaba un caballo. El de don Quijote estaba en los
puros huesos15, porque el buen hombre no tenía dinero para

1 el espadazo: Schwerthieb
2 a diestro y siniestro: aufs G eratew oh l
3 la yerba: G ras
4 el arm a: W affe
5 la arm adura: R itterrüstung
6 los bisabuelos: U rgroßeltern
7 lleno de polvo: vollgestaubt
8 lim piar: reinigen
9 recién estrenado: fabrikneu
10 el casco: H elm
11 arreglar: reparieren
12 el traje de m etal: R itterrüstung
13 tem blar: sich fürchten
14 orgulloso: stolz
15 estar en los puros huesos: nur noch H au t und Knochen sein
comprarse otro mejor. Pero, como había perdido la razón1, le
pareció que su caballo valía2 más que si fuera de oro puro3.
«He de ponerle un nombre», se dijo.
Y es que, en los libros que leía don Quijote, los caballos de los
grandes caballeros siempre tenían un nombre sonoro y musical.
Don Quijote se pasó cuatro días poniéndole y quitándole
nombres a su caballo. «¿Y si lo llamara4 Cantabruno?», se decía.
«¿Y si lo llamara Pasodulce? ¿Y si lo llamara Saltavientos? ¿Y si lo
llamara Grantembleque?». Hasta que al fin exclamó lleno de
felicidad:
— ¡Se llamará Rocinante!
Y con ese nombre se quedó el caballo hasta el fin de sus días.
Pero no creáis que a un buen caballero le bastaba con tener
unas armas y un caballo: también necesitaba una princesa a la que
amar con locura. Pero ¿dónde iba a encontrar don Quijote una
princesa? En la Mancha había mulos, molinos, caminos, encinas,
cochinos y otros cientos de cosas, pero nunca en la vida se había
visto una sola princesa. Todas las mujeres de aquellas tierras eran
sencillas5 labradoras6 que trabajaban el campo desde el amanecer7
hasta la noche. Así que ¿quién podría ser la amada8 de don
Quijote? El buen hombre se pasó varios días pensando sin parar9,
hasta que, piensa que te piensa, se acordó de Aldonza Lorenzo. ¡Sí,
Aldonza Lorenzo sería su amada!

1 perder la razón: den V erstand verlieren


2 valer: w ert sein
3 si fuera de oro puro: wenn es aus reinem G old w äre
4 llam ar: nennen
5 sencillo: einfach
6 el labrador: L and w irt
7 el am anecer: M orgengrauen
8 la am ada: G eliebte
9 sin parar: pausenlos

9
Aldonza Lorenzo era una campesina1 del pueblo del Toboso.
Don Quijote se había enamorado de2 ella cuando era joven, pero
nunca se atrevió a decirle una sola palabra. Siempre la miraba
desde lejos, asomándose3 desde detrás de los árboles, porque le
daba vergüenza4 confesarle5 su amor. Con el tiempo se olvidó de
ella, porque la verdad es que Aldonza Lorenzo no era lo que se
dice una mujer hermosa6. Tenía un bigotillo7 por encima del
labio, unos brazos gruesos8 de marinero, un pelo recio9 como
pajas de escoba y unas manos grandes como rastrillos. Pero,
como don Quijote estaba loco perdido, se imaginó que Aldonza
Lorenzo era una princesa: la princesa Dulcinea del Toboso. ¡Y
qué hermosa era Dulcinea en la imaginación de don Quijote!
Tenía una piel blanca como la nieve, unas mejillas10 rosadas
como claveles, unos cabellos11 dorados como el sol y unas manos
delicadas12 como alitas de ángel. Y , en vez de sembrar trigo13 y
recoger patatas, cosía con hilo14 de oro y cantaba canciones al son
de un arpa. En fin, que cualquier hombre hubiera dado su alma
por conocer a una mujer como Dulcinea.

1 el cam pesino: Bauer


2 enam orarse de: sich verlieben in
3 asom arse: hervorspähen
4 dar vergüenza: sich schäm en
5 confesar: gestehen
6 herm oso: schön
7 el bigotillo: D am enbart
8 grueso: korpulent
9 recio: strohig
10 la m ejilla: W ange
11 el cabello: H aar
12 delicado: zart
13 el trigo: W eizen
14 el hilo: Faden

io
2 Dulcinea no tiene ojos de sapo
Como ya tenía armas, caballo y dama, a don Quijote sólo le
faltaba lanzarse a los caminos1 en busca de aventuras. Así que un
buen día antes del amanecer se levantó de su cama de un salto, se
puso su armadura, tomó su lanza, montó2 sobre Rocinante y salió
cabalgando de su aldea. Y lo hizo todo tan en secreto que nadie se
enteró de3 que se iba.
Durante dos días, don Quijote recorrió los caminos sin
descanso, pero no encontró ningún ejército contra el que batallar4
ni ningún gigante al que darle su merecido5. De manera que al
final acabó por pelearse con el primero que le salió al encuentro,
porque ¿dónde se ha visto un caballero que no luche contra nadie?
Don Quijote se cruzó con un mercader6 que iba a Murcia a
vender unas sedas y se le plantó en mitad del camino. ¡Tendríais
que haber visto la cara que se le quedó al mercader cuando se le
apareció don Quijote! Nunca en su vida se había topado con7 un
hombre tan alto, tan flaco8 y tan amarillo como aquel. Pero lo
que más le asombró9 fue que llevara puesta una armadura que no
se usaba desde hacía más de cien años.
— Decidme, buen hombre — le preguntó don Quijote— : ¿verdad
que Dulcinea del Toboso es la princesa más hermosa del mundo?
El mercader se quedó de piedra10.
— No os lo puedo decir porque nunca la he visto — respondió.

1 lanzarse a los cam inos: sich au f den W eg m achen


2 m ontar: reiten
3 enterarse de: m itbekom m en
4 batallar: käm pfen
5 darle a alguien su m erecido: jm dm . geben, w as er verdient
6 el m ercader: H ändler
7 toparse con: begegnen
8 flaco: m ager
9 asom brar: verw undern
10 quedarse de piedra: erstarren

ii
— Aun así — dijo don Quijote— , tenéis que jurar1 que es la
mujer más hermosa del mundo.
— ¿Cómo voy a jurar una cosa sin saber si es verdad? Porque
¿quién me dice a mi que esa tal Dulcinea no es una mujer con ojos
de sapo2 que echa espumarajos3 por la boca y camina enroscada4
como un erizo?
Cuando don Quijote oyó decir aquellas cosas de su dama, se
volvió loco de rabia5. Se le formaron mil arrugas6 en la frente,
los ojos se le abrieron como platos7 y su cara se volvió roja como
una amapola del campo. Estaba tan furioso que no se lo pensó
dos veces: apuntó8 al mercader con su lanza y galopó contra él
para darle un buen castigo9.
— ¡Voy a hacerte pagar por lo que has dicho! — rugió.
Pero justo cuando iba a alcanzar al mercader, Rocinante
tropezó10 con una piedra y su amo11 echó a rodar por el suelo. El
mercader, que se había quedado blanco de miedo y estaba
rabioso, agarró12 la lanza de don Quijote y empezó a apalearlo13
con muchas ganas, hasta que don Quijote quedó tan malparado
que no le quedaron fuerzas ni para quejarse14. ¡Era cosa de verlo,
con el casco ladeado15 sobre la cabeza, un ojo morado y el otro

1 jurar: schw ören


2 el sapo: K röte
3 echar espum arajos: G ift und G alle spucken
4 enroscado: zusam m engeigelt
5 la rabia: W ut
6 la arruga: Falte
7 los ojos se le abrieron com o platos: er bekam Augen so groß w ie T eller
8 apuntar: richten
9 darle a alguien un castigo: jm dm . eine Lektion erteilen
10 tropezar: stolpern
11 el am o: Besitzer
12 agarrar: ergreifen
13 apalear: schlagen
14 quejarse: jam m ern
15 ladeado: schief

12
lloroso, la nariz colorada por los golpes1 y tres o cuatro dientes de
menos! El pobre hacía esfuerzos por levantarse, pero cada vez que
lo intentaba se caía, porque la armadura pesaba mucho y los
huesos2 le dolían a rabiar.
Aun así, tuvo suerte3, porque al poco rato pasó por el camino
un vecino suyo que decidió ayudarle: lo atravesó sobre su muía4 y
se lo llevó de vuelta a casa. Cuando la criada de don Quijote vio
llegar a su amo, se echó las manos a la cabeza.
— Pero ¿qué os ha pasado, señor Alonso? — le dijo.
— Que he caído de mi caballo cuando luchaba contra un
ejército de treinta gigantes.
— ¡Ay Dios mío — comenzó a gritar la criada— , que mi amo
se ha vuelto loco de tanto leer!
Don Quijote se pasó dos días metido en la cama, curándose de
sus heridas5, que le dolían de lo lindo. Mientras tanto, la criada
fue a ver al cura6 y al barbero7 de la aldea, que eran grandes
amigos de don Quijote, y les contó todo lo que había pasado.
— Lo que hay que hacer — dijo el cura— es quemarle8 los
libros, porque si no volverá a leer y no habrá quien le quite de la
cabeza esa manía suya de ser caballero andante.
Así que aquel mismo día la criada sacó los más de cien libros
que tenía su señor y los quemó en el patio de la casa. Cuando don
Quijote preguntó por ellos, la criada le respondió:
— Se los ha llevado un brujo volando sobre un dragón.
— ¡Ya sé de quién me hablas! — dijo don Quijote— . Ese brujo
es un tal Frestón que me odia a muerte porque sabe que soy el
caballero más valiente del mundo.

1 el golpe: Schlag
2 el hueso: Knochen
3 tener suerte: G lü ck haben
4 la m uía: M aulesel
5 la herida: W unde
6 el cura: Priester
7 el barbero: Barbier
8 quem ar: verbrennen

13
Pero, por más que le quemaran los libros, don Quijote no se
olvidó de su sueño de ser caballero andante. Estaba decidido a
salir de nuevo a los caminos, pero esta vez quería buscarse un
escudero1 que le acompañase y le sirviera de ayuda. Así que un
buen día se fue en busca de un vecino suyo que se llamaba Sancho
Panza y le preguntó si quería ser su escudero. Sancho Panza, que
era un hombre menudo2 pero de gran barriga3, se encogió de
hombros4 y respondió:
— Y o no sé qué es eso de ser escudero, porque nunca he ido a
la escuela ni sé leer ni escribir.
— Los escuderos — dijo don Quijote— son los criados que
sirven a los caballeros andantes.
— IY qué es un caballero andante?
— Los caballeros andantes somos gente de bien que vamos
por los caminos buscando aventuras. Castigamos a los bribones,
acabamos con los gigantes y ayudamos a los huérfanos.
— Todo eso está muy bien — dijo Sancho— , porque a los
buenos Dios los premia5 y el que hace el bien merece6 el bien y
valen más la bondad7 y la dulzura8 que la gracia9 y la
hermosura10.
Como veis, a Sancho Panza le encantaba decir refranes11.
— Entonces, ¿quieres ser mi escudero? — preguntó don Quijote.
— Me gustaría mucho, señor, pero no puedo dejar mi casa ni
mis tierras, porque tengo una mujer y dos hijos a los que alimentar.

1 el escudero: K nappe
2 m enudo: untersetzt
3 la barriga: Bauch
4 encogerse de hom bros: m it den Schultern zucken
5 prem iar: belohnen
6 m erecer: verdienen
7 la bondad: G üte
8 la dulzura: Gem ütsruhe
9 la gracia: Anm ut
10 la herm osura: Schönheit
11 el refrán: Sprichw ort

14
— Por eso no has de preocuparte, amigo Sancho, porque
seguro que antes de una semana conquistaré1 algún reino por esos
mundos de Dios y podré nombrarte rey2. Y entonces tendrás
dinero bastante para vestir a tus hijos como príncipes y podrás
comer lo que quieras hasta hartarte.
Al oír aquello, Sancho Panza no se lo pensó dos veces. ¡Si
acompañaba a don Quijote sería rico y no tendría que labrar la
tierra nunca más! Así que dijo:
— Cuente conmigo, señor don Quijote.
A los dos días, don Quijote y Sancho ya estaban en camino.
Salieron de la aldea en plena noche y sin despedirse de nadie, con
muchas ganas de vivir aventuras. Don Quijote iba a lomos3 de su
fiel4 Rocinante, y Sancho Panza montaba en un borrico5 al que
quería más que a las pestañas de sus ojos6.
Pero ni el caballero ni su criado se imaginaban el sinfín7 de
alegrías y tristezas que pasarían juntos. Los caminos de la
Mancha les estaban esperando, con sus viajeros y sus mercaderes,
sus molinos de viento y sus campos de trigo. Y las aventuras que
iban a vivir fueron tan divertidas8 que os van a doler las
mandíbulas9 de tanto reíros.

1 conquistar: erobern
2 n om brar rey: zum K ön ig ernennen
3 el lom o: Rücken
4 fiel: treu
5 el borrico: Esel
6 querer m ás que a las pestañas de sus ojos: (fig.) über alles lieben
7 el sinfín: Unm enge
8 divertido: unterhaltsam
9 la m andíbula: K iefer

15
3 La noche de los líos
Aquel día, nada más hacerse de día, asomaron a lo lejos1 treinta
o cuarenta molinos de viento2. Y entonces dijo don Quijote:
— ¡Ya tenemos aquí la primera aventura, amigo Sancho! ¿Ves
aquellos gigantes tan fieros3? Pues pienso luchar con ellos hasta
darles muerte para que dejen de hacer maldades.
— ¿Qué gigantes? — preguntó Sancho.
— Aquellos que se ven allí a lo lejos. ¿No ves lo largos que
tienen los brazos?
— Eso no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que
parecen brazos son las aspas4.
Y es que, como don Quijote estaba loco de atar, todo lo que
veía le parecía igual a lo que había leído en sus libros. Confundía5
los puercos6 con dragones, las fregonas7 con princesas, las posadas8
con enormes castillos y los molinos de viento con gigantes de tomo
y lomo9. Sancho le repitió una y mil veces que lo que se veía a lo
lejos eran molinos, pero ¿creéis que su amo le hizo caso10?
— ¡Ya veo que tienes miedo! — exclamó don Quijote— . Pero
no temas, que este combate11 es cosa mía.
Y , sin añadir nada más, echó a cabalgar12 a toda prisa,
apuntando con la lanza a los gigantes de su imaginación.

1 asom ar a lo lejos: am H orizon t erscheinen


2 el m olino de viento: W indm ühle
3 fiero: w ild
4 el aspa: Flügel
5 confundir: verwechseln
6 el puerco: Schwein
7 la fregona: Putzfrau
8 la p osada: G asthaus
9 de tom o y lom o: w uchtig
10 hacer caso: beachten
11 el com bate: K am p f
12 echar a cabalgar: losreiten
— ¡Que son molinos, señor! — gritaba Sancho. Pero su amo ya
no podía oírle. Como el viento movía las aspas de los molinos,
don Quijote decía con mucha valentía:
— ¡Moved los brazos todo lo que queráis, que no os tengo
miedo!
Pero, cuando llegó al primer molino y le clavó1 la lanza en el
aspa, el golpe fue tan fuerte que don Quijote y Rocinante
cayeron rodando2 por el suelo en medio de una gran polvareda3.
El pobre caballero vio las estrellas y se quedó más blanco que un
fantasma. En esto, llegó Sancho gritando:
— ¡No le decía yo que eran molinos...! A lo que respondió don
Quijote:
— Calla, amigo mío, que todo esto ha sido cosa del mago
Frestón. El otro día se llevó mis libros por los aires, y ahora ha
transformado los gigantes en molinos para verme rodar por el
suelo. Pero juro por mi Dulcinea que ese brujo maldito pagará
muy caro todo el mal que me está haciendo.
Durante todo aquel día, don Quijote viajó inclinado4 sobre la
cabeza de su caballo, porque los huesos le dolían tanto que no
podía enderezarse5. Al atardecer, asomó junto al camino una
venta6, que era el lugar donde se alojaban7 los viajeros, y entonces
dijo Sancho:
— Alégrese, señor, que por allí abajo se ve una venta.
Don Quijote alzó8 la cabeza, miró a lo lejos y respondió:
— Eso no es una venta, sino un castillo.
— Le digo, señor, que es una venta.
— ¡Es un castillo!
— ¡Es una venta!

1 clavar: stoßen
2 caer rodando: herunterpurzeln
3 la p olvareda: Stau bw olke
4 inclinado: gebeugt
5 enderezarse: sich aufrecht halten
6 la venta: G asthaus
7 alojarse: absteigen
8 alzar: heben

17
— ¡Un castillo!
Y así se pasaron un buen rato, sin que don Quijote ni
Sancho dieran su brazo a torcer1. Cuando llegaron a la venta,
la encontraron llena a rebosar2, pero el ventero les puso un par
de camas en un pajar3 para que pudieran pasar la noche. Antes
de acostarse4, Sancho se bebió media bota de vino, con lo que
se quedó dormido en un santiamén5. En cambio, don Quijote
se mantuvo despierto6 mucho rato, pues le había dado por
pensar que en aquel castillo vivía una hermosa princesa.
«Seguro que se ha enamorado de mí al verme llegar», se decía,
«y esta noche vendrá a confesarme su amor. Pero yo no puedo
corresponderle, porque mi corazón es de Dulcinea».
Y así, piensa que te piensa, se pasó más de tres horas con los
ojos abiertos como una liebre7.
De pronto, a eso de la medianoche, se oyeron unos pasos en
la puerta del pajar, y entonces don Quijote se dijo:
«¡Ay Dios mío! ¡Ya está aquí la princesa!»
Pero la que abrió la puerta no era ninguna princesa, sino
una moza8 que trabajaba en la venta. Se llamaba Maritornes y
tendríais que haberla visto. Era tan bajita como si le faltara
medio cuerpo, tenía la nariz chata9 y un ojo torcido10, y estaba
tan jorobada11 que casi rozaba12 el suelo con la barbilla13. El

1 dar su brazo a torcer: klein beigeben


2 lleno a rebosar: total überfüllt
3 el p ajar: Stall
4 acostarse: zu Bett gehen
5 en un santiam én: im H andum drehen
6 m antenerse despierto: w ach bleiben
7 con los ojos abiertos com o una liebre: mit w eit offenen Augen
8 la m oza: M agd
9 chato: platt
10 torcido: schielend
11 jo robado : bucklig
12 rozar: berühren
13 la barbilla: Kinn

18
caso es que se había enamorado de un mulero1 que tenía su
cama al lado de don Quijote. Aquella tarde, el mulero se había
acercado a M aritornes y le había dicho al oído:
— Esta noche cuando todo el mundo duerma, ven a verme al
pajar y te daré esos besitos que tanto te gustan.
Así que allí estaba Maritornes. Para que nadie la oyese, entró
en el pajar a oscuras y de puntillas2, y se fue pasito a paso en
busca de su mulero. Y ya estaba a punto de tocarle los pies
cuando alguien la agarró por la muñeca3 y empezó a decirle:
— Hermosa princesa, ya sé que me adoráis...
Tenía Maritornes un cabello áspero4 como el pelaje de un
burro y un aliento que apestaba a5 pescado podrido6, pero a don
Quijote le pareció que su princesa olía a lirios7 del campo y que
tenía el cabello más fino que la seda.
— Si mi corazón no fuera de Dulcinea — dijo— , esta noche
mismo os entregaría mi amor...
Pero ocurrió8 que el mulero lo oyó todo y saltó de su cama
muerto de celos9.
— ¡Maritornes es mía y solo mía! — gritó.
Y, sin pensárselo dos veces, se acercó a don Quijote y le soltó tal
puñetazo10 en la cara que le dejó bailando tres o cuatro dientes.
Pero, no contento con eso, se le subió encima de las costillas11 y

1 el m ulero: M aultiertreiber
2 de puntillas: au f Zehnspitzen
3 la m uñeca: H andgelenk
4 áspero: struppig
5 apestar a: stinken nach
6 pudrir: verderben
el lirio: Lilie
8 ocurrir: geschehen
9 m uerto de celos: rasend vor Eifersucht
10 el puñetazo: Faustschlag
11 la costilla: R ip pe

19
empezó a dar saltos1 y más saltos como si fuera un caballo2 a la
carrera.
— ¡Ay, ay! — gritaba don Quijote.
La cama, que no era muy fuerte, soportó mal que bien los
primeros trotes, pero al final no pudo aguantar más y se vino
abajo3. El ruido fue tan grande que el ventero4 se despertó de
golpe y comenzó a gritar:
— ¿Qué estás haciendo, Maritornes, que seguro que este
escándalo es cosa tuya?
Pero, como la moza no respondía, se fue derecho al pajar,
adonde entró diciendo:
— ¿Dónde está ese mal bicho5 de Maritornes?
La moza se asustó6 tanto que corrió a esconderse7 en la cama
de Sancho. Y sucedió que, justo entonces, el buen escudero estaba
soñando que lo perseguía8 un ejército de moros. Así que, cuando
notó al lado aquel bulto de pesadilla9, comenzó a dar puñetazos a
diestro y siniestro. Y , como Maritornes respondió con golpes y
arañazos10, empezó una pelea11 la mar de graciosa.
— ¡Deja a mi Maritornes, bribonazo12! — dijo el mulero, que
abandonó a don Quijote y se fue en busca de Sancho.
— ¡No te escondas, Maritornes! — gritó el ventero, que se fue
corriendo a cascarle13 a la moza. De modo que todos acabaron en

1 el salto: Satz
2 com o si fuera un caballo: als ob er ein Pferd w äre
3 venirse ab ajo: zusam m enkrachen
4 el ventero: W irt
5 el bicho: A as
6 asustarse: sich erschrecken
7 esconderse: sich verstecken
8 perseguir: verfolgen
9 la pesadilla: A lbtraum
10 el arañazo: K ratzw unde
11 la pelea: G erangel
12 el bribonazo: Erzgauner
13 cascar: verprügeln

20
la misma cama, y fueron tantos los golpes que se dieron que no
quedó un solo hueso sano en todo el pajar. Y , cuando los cuatro
quedaron bien molidos y aporreados1, cada cual se volvió a su
cama sin decir ni pío y se durmió como pudo con su paliza2 a
cuestas.
— Sancho, ¿estás despierto? — dijo don Quijote con una voz
tan débil que parecía de mujer.
— ¿Cómo quiere que esté si aquí no hay quien duerma?
— ¡Ay, Sancho! ¿Sabes que este castillo está encantado3? Hace
un momento estaba conversando tan ricamente con una princesa
cuando de pronto ha venido un gigante y me ha molido todos los
huesos del cuerpo.
— A mí también me han atizado4 — dijo Sancho.
— Entonces lo mejor es que preparemos el bálsamo de
Fierabrás.
— ¿El bálsamo del Feo Blas? ¿Y eso qué es?
— Se dice bálsamo de Fierabrás, amigo Sancho, y es un
bebedizo5 mágico que cura6 todos los males del mundo. ¡Con
decirte que bastaría una sola gota7 para devolverle la vida a un
muerto...! Así que dile al señor de este castillo que te dé aceite,
vino, sal y romero, que voy a preparar el bálsamo para que
sanemos en un santiamén.
Sancho se levantó de la cama más arqueado que una tortuga8
y salió del pajar pasito a paso. Cuando su escudero volvió con los
ingredientes, don Quijote preparó el bálsamo y se echó un buen

1m olido y aporreado: w indelw eich geschlagen


2 la paliza: Prügelei
3 encantar: verzaubern
4 atizar: schlagen
5 el bebedizo: Z au b ertran k
6 curar: heilen
7 la gota: T rop fen
8 más arqueado que una tortuga: buckliger als eine alte Frau

21
trago1. Al principio, le dieron algunos escalofríos2 y bastantes
sudores3, pero al cabo de una hora estaba como nuevo.
— ¡Ya veo que el bálsamo del Feo Blas hace milagros4! —
exclamó Sancho.
Así que imitó a su señor y se echó un buen trago. Pero la
pócima le sentó tan mal que el mundo empezó a darle vueltas5. El
pobre Sancho se pasó más de tres horas pensando que se moría.
Vomitó6 diez o doce veces, sudó hasta por las pestañas y le
entraron unas cagaleras7 que no se acababan nunca. Y , cuando ya
pasaba todo y empezaba a dormirse, de repente don Quijote se
levantó con más ánimo que nunca y dijo a voz en grito:
— ¡Vístete, Sancho, que nos vamos a buscar aventuras!
Pero lo peor aún estaba por llegar. Sucedió8 que don Quijote
se negó9 a pagarle al ventero por el gasto que había hecho en la
venta.
— ¡Esto es un castillo — decía— , y en los castillos no se paga!
Así que montó a lomos de Rocinante y salió de la venta con la
frente muy alta10. Entonces, el ventero se fue en busca de Sancho
y le reclamó11 el dinero, a lo que Sancho respondió:
— Si mi amo no paga, yo tampoco.
Como el ventero empezó a gritar, se le acercaron unos mozos
fortachones12 que estaban en la venta y le dijeron:

1 el trago: Schluck
2 el escalofrío: Kälteschauer
3 el sudor: H itzew allu ng
4 el m ilagro: W under
5 dar vueltas: sich drehen
6 vom itar: sich übergeben
7 la cagalera: D urchfall
8 suceder: geschehen
9 negarse: sich weigern
10 con la frente alta: erhobenen H auptes
11 reclam ar: fordern
12 fortachón: stäm m ig

22
— No os preocupéis, señor ventero, que nosotros le haremos
pagar a este sinvergüenza1...
Y lo que hicieron fue sacar a Sancho hasta el patio de la
venta, echarlo en mitad de una manta2 y lanzarlo a las alturas3
una y otra vez como si fuera un triste muñeco4.
— ¡Señor don Quijote, señor don Quijote! — gritaba Sancho— .
¡Venid a ayudarme, que me matan!
Al oír aquello, don Quijote volvió la cabeza y entonces se dio
cuenta5 de que Sancho no le seguía. Regresó a la venta al galope,
pero el ventero había cerrado la puerta y no le dejó entrar. Así
que don Quijote no tuvo más remedio6 que quedarse afuera,
viendo volar a su escudero como si fuera un gorrión7.
— ¡No maltratéis8 más al bueno de Sancho! — gritaba.
Pero, como los mozos no le hacían caso, pensó que todo era
cosa de encantamiento. «Seguro que esos que sacuden9 a mi
escudero son unos diablos enviados por el mago Frestón», se
decía.
Así que Sancho siguió dando volteretas10 en el aire durante
más de media hora, hasta que los mozos se cansaron de hacerlo
volar. Cuando volvió a tierra, estaba tan mareado11 que se caía
para los lados como los borrachos12. Pero no quiso quedarse en la
venta ni un segundo más, sino que se subió en su borrico y salió

1 el sinvergüenza: unverschäm ter K erl


2 la m anta: D ecke
3 lanzar a las alturas: in die L u ft w erfen
4 el m uñeco: Puppe
5 darse cuenta: bem erken
6 no tener m ás rem edio: nichts anders übrig bleiben
7 el gorrión: Spatz
8 m altratar: m isshandeln
9 sacudir: verprügeln
10 la voltereta: Purzelbaum
11 m areado: schw indlig
12 el borracho: Betrunkener

23
al campo más ligero1 que el viento. Y cuando ya se alejaba2, miró
hacia atrás y se dijo con una sonrisa:
— ¡Qué diablos, al menos no he pagado!

1ligero: flink
2 alejarse: sich entfernen

24
4 La guerra de los rebaños
Justo cuando Sancho salía de la venta, asomó a lo lejos una
gran polvareda. Y entonces dijo don Quijote:
— ¡Esos que levantan tanto polvo son los soldados del
malvado Alifanfarón, que es un rey moro1 que aborrece2 a los
cristianos!
Pero, cuando Sancho miró hacia la polvareda, lo único que
vio fue un rebaño3 de ovejas que se acercaba4 a toda prisa. Así
que le dijo a su amo:
— ¡Ay, señor, no se engañe5, que lo que viene por ahí no es un
ejército, sino un rebaño de ovejas y carneros! Escuche bien y oirá
los balidos6.
— Eso no son balidos — replicó don Quijote— , sino trompetas
que llaman al combate. ¡Alifanfarón quiere guerra, y yo juro que se
la voy a dar!
De modo que fue dicho y hecho: empuñó7 con fuerza su
lanza, espoleó8 a Rocinante y marchó al galope contra aquellos
pobres soldados vestidos de lana9.
Cuando los pastores10 vieron que don Quijote les estaba
matando las ovejas, empezaron a tirarle piedras para que se
marchase. Y fueron tantas las pedradas11 que le soltaron, que le
machacaron12 los dedos y le rompieron tres o cuatro dientes.

1 m oro: m aurisch
2 aborrecer: verabscheuen
3 el rebaño: H erde
4 acercarse: sich nähern
5 engañarse: sich täuschen
6 el balido: Blöken
em puñar: ergreifen
8 espolear: die Sporen geben
9 la lana: W olle
10 el pastor: H irte
11 la pedrada: Stein w urf
12 m achacar: zerm alm en

2-5
— ¡Ay Sancho — dijo don Quijote cuando los pastores se
fueron— , saca el bálsamo de Fierabrás, que me han dejado
molido de la cabeza a los pies!
Sancho le acercó el bálsamo, y su amo se lo bebió de un trago
hasta no dejar ni una sola gota.
— Ahora mírame la boca — dijo don Quijote— y dime
cuántos dientes me quedan, porque me parece que he escupido1 lo
menos dos o tres.
Como Sancho era tan obediente2, le metió los ojos a su amo
hasta la mismísima garganta3. Pero justo entonces el bálsamo
hizo su efecto y don Quijote soltó por la boca todo lo que llevaba
en el estómago4. Y cuando el pobre Sancho se vio empapado5 de
vómitos, sintió tanto asco6 que también él devolvió7 sobre su
señor, con lo que quedaron los dos la mar de lindos8.
— ¿Cuántos dientes me quedan? — dijo don Quijote.
— N i uno solo — contestó Sancho— . Pero dígame, señor:
¿todas nuestras aventuras van a ser como las de estos días? Lo
digo porque, si es así, lo mejor es que nos volvamos a casa,
que allí nos hartaremos de migas9 y gazpachos10 sin que nos
manteen11 ni nos salten los dientes. M ire que muchas veces

1 escupir: ausspucken
2 obediente: gehorsam
3 la garganta: Kehle
4 el estóm ago: M agen
5 em papado: völlig nass
6 el asco: Ekel
7 devolver: erbrechen
8 lindo: hübsch
9 la m iga: Brotkrum e
10 el gazpacho: kalte Gem üsesuppe
11 m antear: au f einer D ecke in die H öhe schnellen lassen

2.6
se va por lana y se vuelve trasquilado1, y tanto va el cántaro a
la fuente que al final se rompe2.
— ¡Ay, Sancho, deja de amontonar3 refranes, que me vuelves
loco! Y no desesperes4, que cualquier día de estos la suerte
empezará a sonreímos y entonces te nombraré rey de Etiopía o
emperador de las tres Arabias.
Sancho confiaba5 tanto en la palabra de su amo que aquella
noche soñó que era rey. En su sueño llevaba una corona6 de oro
en la cabeza, estaba sentado en un trono muy a sus anchas, y los
condes7 y los marqueses8 le preguntaban una y otra vez:
— ¿En qué podemos servir a su Ilustrísima Majestad?
Pero, en los días que siguieron, don Quijote no conquistó
ningún reino, sino que volvió a sacar la espada cuando menos
debía. Confundió a unos monjes9 con unos demonios y batalló con
un escudero vizcaíno10 que le cortó media oreja de un espadazo.
Sancho pasaba tanto miedo con aquellas malditas aventuras que
temblaba a todas horas como si tuviera fiebre. Y lo peor era que
muchos días no encontraban qué comer ni dónde dormir, así que
tenían que acostarse en pleno bosque y con el estómago vacío.
— ¡Cómo echo de menos11 los garbanzos12 que me guisaba mi
Teresa! — decía Sancho.

1Se va por lana y se vuelve trasqu ilad o.: M an cher geht nach W olle aus
und kom m t geschoren nach H aus.
2 T an to va el cántaro a la fuente que al final se rom pe.: D er K ru g geht so
lange zum Brunnen, bis er bricht.
3 am ontonar: endlos aufsagen
4 desesperar: die H offn u n g aufgeben
5 confiar: vertrauen
6 la corona: K rone
7 el conde: G r a f
el m arqués: M a rk g ra f
9 el m onje: M önch
vizcaíno: aus B iscaya
11 echar de m enos: verm issen
12 el garbanzo: K ichererbse

27
— No te preocupes — respondía don Quijote— , que el día
menos pensado llegaremos al castillo de un caballero y nos
servirán un gran banquete en platos de oro.
Pero, a la hora de la verdad, lo único que sacaban de sus
aventuras eran palos1 y más palos. Llegó un momento en que a
Sancho le dolían todos los rincones del cuerpo, desde la punta de
las cejas a las uñas de los pies. «Yo me vuelvo a mi casa», se
decía, «porque este don Quijote está loco de atar». Pero al final
siempre seguía adelante2. Y es que, aventura tras aventura, le
había tomado mucho cariño a su amo, porque don Quijote era un
hombre muy generoso3 y lo trataba a las mil maravillas.
Además, había días en que Sancho se reía de lo lindo, como le
pasó con la aventura del yelmo4 de Mambrino. Sucedió que una
mañana vieron venir por el camino a un hombre montado en un
borrico que llevaba algo brillante en la cabeza. Y entonces dijo
don Quijote:
— ¡Ya tenemos aquí una nueva aventura! Porque lo que ese
caballero lleva en la cabeza es el yelmo de Mambrino, un casco
maravilloso que vuelve invencible5 a quien lo usa. Así que voy a
hacerme con él cueste lo que cueste.
Sin embargo, el hombre que se acercaba no era ningún
caballero, sino un humilde6 barbero de pueblo. Y lo que llevaba
en la cabeza era su bacía7, o sea, el plato8 de hojalata9 que usaba
para remojar10 las barbas de sus clientes. Como empezaba a
llover, el buen hombre se había puesto la bacía en la cabeza para

1 el palo: Schlag
2 seguir adelante: w eiterreiten
3 generoso: großzügig
4 el yelm o: H elm
5 invencible: unbesiegbar
6 hum ilde: gewöhnlich
7 la bacía: Barbierbecken
8 el plato: Schüssel
9 la hojalata: Blech
10 rem ojar: anfeuchten

2.8
no mojarse1, y por eso don Quijote la confundió con un casco
valiosísimo 2.
— ¡Dame ese yelmo, desdichado3, porque yo lo merezco más
que nadie! — le gritó al barbero.
Y comenzó a galopar contra él, dispuesto a atravesarlo4 con
su lanza.
El pobre barbero se asustó tanto que saltó de su borrico y se
escapó a todo correr. En la huida5, perdió la bacía, que Sancho
recogió para su amo. Pero, cuando don Quijote se la puso, notó
que le bailaba en la cabeza porque le iba muy grande.
— Sin duda que este casco lo ha usado algún gigante — dijo
don Quijote— . Pero no importa, porque se lo llevaré a un
herrero6 y le pediré que me lo retoque7 hasta dejarlo a mi medida,
y, mientras tanto, lo llevaré puesto, y ya verás como me libra8 la
cabeza de más de una pedrada.
Sancho se mondaba de la risa9. «¿A quién se le ocurre ponerse
una bacía en la cabeza?», pensó. Pero no dijo nada, porque su
amo se enfadaba10 mucho cuando le llevaban la contraria11.
Así que, desde aquel día, don Quijote se paseó por el mundo
con una bacía en la cabeza, igual que otros locos se ponen un
gorrito de papel12 pensando que llevan un sombrero de capitán
pirata.

1m ojarse: nass werden


“ valioso: kostbar
3 el desdichado: U nglücklicher
4 atravesar: durchstoßen
5 la huida: Flucht
el herrero: Schmied
retocar: anpassen
8 librar: schützen
9 m ondarse de la risa: sich vor Lachen kugeln
10 enfadarse: böse werden
1llevar la con traria: w idersprechen
~ el gorrito de papel: Papierhut

Z9
Pero la primera alegría de verdad se la llevó Sancho en Sierra
Morena. Cabalgaba junto a su amo montaña arriba cuando de
pronto encontraron sobre la hierba más de cien monedas de oro1
envueltas2 en un pañuelo3.
— Quédate ese dinero — dijo don Quijote— , porque te lo
mereces más que nadie en el mundo.
Sancho se puso tan contento que comenzó a dar saltos y besó
las manos de su señor más de veinte veces.
— ¡Ahora sí que doy por bien empleados todos los palos que
he recibido! — gritaba.
Aquella misma mañana, llegaron a un prado4 lleno de flores
por el que pasaba un manso arroyuelo5. Y entonces don Quijote
dijo que quería quedarse unos días a solas entre aquellas
montañas para pensar en Dulcinea sin que nadie le estorbase6.
— ¿Y yo qué hago mientras tanto? — preguntó Sancho.
— Irás al Toboso y le llevarás una carta a mi amada. Y , a
cambio de ese servicio, yo te regalaré7 tres borricos que tengo en
mi establo8.
— Pero, ¿cómo sabré dónde vive Dulcinea?
— No tienes más que preguntar por el palacio de su padre,
que se llama Lorenzo Corchuelo.
Sancho se quedó de piedra.
— ¿Me está diciendo que Dulcinea del Toboso es Aldonza
Lorenzo, la hija de Lorenzo Corchuelo?
— Esa misma, y es tan hermosa y delicada que merece ser la
reina de todo el universo.

1 la m oneda de oro: Goldm ünze


2 envolver: einw ickeln
3 el pañuelo: T uch
4 el prado: W iese
5 el arroyuelo: Bächlein
6 estorbar: stören
7 regalar: schenken
8 el establo: Stall

30
— ¡Y que lo diga! — exclamó Sancho— . Yo la he visto más de
una vez, y sé que es morena y fortachona y que levanta un saco de
patatas en menos que canta un gallo1. ¡Y yo que pensaba que la
señora Dulcinea era una princesa...! Pero ¿a qué está esperando?
Póngase a escribir la carta, que ahora mismo me voy para el
Toboso.
Don Quijote le escribió a Dulcinea la carta de amor más
bonita que haya salido jamás2 de un corazón humano. Y , cuando
se la entregó3 a Sancho, le advirtió4:
— No te olvides de decirle a Dulcinea que me he quedado en
estas soledades5 para poder pensar en ella con mis cinco sentidos.
— Así lo haré — dijo Sancho, y, sin perder un momento, se
subió a su borrico y partió hacia el Toboso.
Y a en el camino, Sancho se puso a pensar en los cien escudos
que llevaba en el bolsillo6 y en los tres borricos que le había
prometido don Quijote. Y se iba diciendo:
«¡Lo contenta que se va a poner mi Teresa cuando me vea
llegar a casa con tanto dinero! Y lo mejor es que de aquí a cuatro
días seremos tan ricos que nos pasearemos en coche por las calles
de Madrid y podremos casar a nuestra hija con un conde. Y todo
el mundo nos llamará “ señoría7” , que a quien tiene lleno el
bolsillo, nunca le faltan los amigos8».

1en m enos que canta un gallo: im N u


2 jam ás: jem als
3 entregar: überreichen
4 advertir: w arnen
5 la soledad: Z u rückgezogenheit
6 el bolsillo: Geldbeutel
la señoría: H errschaften
HA quien tiene lleno el bolsillo, nunca le faltan los am igos.:
G eld m acht Freunde.

3i
Sancho iba tan alegre, que la felicidad se le escapaba por los
ojos. Aquella noche, se durmió pensando que la caballería andante
era el mejor oficio1 del mundo. Y , bajo la luz de la luna llena,
volvió a soñar que era rey.

1 el oficio: H an d w erk

32
5 M isión en M icom icón
A la mañana siguiente, Sancho salió de Sierra Morena y tomó
el camino que llevaba al Toboso. Y a eso del mediodía pasó ante
la venta donde lo habían manteado. «Tendría que entrar a
comer», se dijo, porque estaba muerto de hambre. «Pero ¿y si me
mantean como la otra vez?». Y en esa duda estaba cuando
salieron de la venta dos hombres y dijeron a un tiempo:
— ¡Pero si aquel es Sancho Panza!
Os preguntaréis de qué lo conocían. Y la respuesta es que
aquellos dos hombres eran el cura y el barbero de la aldea de don
Quijote, los mismos que le habían quemado los libros. Al ver a
Sancho Panza, se acercaron a él y le preguntaron:
— Decidnos, Sancho: ¿dónde está vuestro amo? Su criada cree
que le ha pasado algo malo y no deja de llorar por él.
Sancho no supo qué contestar. «¿Y si don Quijote se enfada
conmigo por contar lo que no debo?», pensó. De modo que
respondió:
— No puedo contarles dónde está mi amo porque me ha
dicho que lo guarde1 en secreto.
— Entonces pensaremos que lo habéis matado2, pues salisteis
con él de casa y ahora vais solo.
— Y o no he matado a nadie — protestó Sancho— . Don
Quijote está en el monte vivito y coleando3 y se dedica a4 pensar
en su amada con los doce sentidos, y yo voy al Toboso a llevarle
una carta a Dulcinea.
— Entonces dejadnos ver esa carta y os creeremos.
Sancho se metió la mano bajo la camisa5 para sacar la carta,
pero por más que buscó y rebuscó no logró dar con ella.
— ¡Ay desdichado de mí, que la he perdido! — dijo.

1guardar: bewahren
“ m atar: töten
3 vivito y coleando: k räftig und gesund
4 dedicarse a: seine Z e it verbringen mit
la cam isa: H em d

33
Y comenzó a arrancarse1 las barbas y a aporrearse las
narices2, de tan disgustado3 como estaba.
— ¡Y lo peor es que me he quedado sin tres borricos como tres
castillos por culpa de mi mala cabeza! — añadió llorando a moco
tendido4.
El barbero lo vio tan desesperado que le dijo:
— Dejad de llorar, Sancho, porque lo único que tenéis que
hacer es decirle a don Quijote que Dulcinea recibió la carta y que
le gustó muchísimo. Y ahora entrad con nosotros a la venta, que
es hora de comer.
Sancho se secó las narices y respondió:
— Yo en esa venta no entro, porque está llena de demonios y
gente de mal vivir que lo hacen volar a uno por los aires. Pero
háganme el favor de sacarme unos garbanzos, que llevo dos días
sin hincar el diente5 y estoy por comerme las orejas de mi borrico.
El cura y el barbero no entendieron nada, porque nadie les
había contado lo del manteo. Así que se fueron a buscar los
garbanzos pensando que el pobre Sancho estaba más loco que su
mismísimo amo.
Mientras comían en la venta, el cura le dijo al barbero:
— Hay que llevar a don Quijote a su casa sea como sea. Y lo
mejor es que nos disfracemos6 y le hagamos creer que
necesitamos su ayuda7. Y o me vestiré de8 princesa y vos haréis de
mi escudero, e iremos a buscarle para decirle: «¡Por favor, señor
don Quijote, acompañadnos a nuestro reino, porque tenéis que
matar a un gigante que no nos deja vivir en paz!». Y lo que
haremos es llevar a don Alonso a su casa sin que se dé cuenta.

1 arrancarse: ausreißen
2 ap orrearse las narices: m it dem K o p f gegen die W and hämm ern
3 disgustado: verärgert
4 llorar a m oco tendido: R o tz und W asser heulen
5 hincar el diente: reinbeißen
6 disfrazarse: sich verkleiden
7 la ayuda: H ilfe
8 vestirse de: sich verkleiden als

34
Así que le pidieron a la ventera unas prendas1 con las que
disfrazarse. El cura se puso unas faldas y un capirote2 de princesa
y el barbero se tapó3 media cara con unas barbas postizas4 que le
llegaban hasta la cintura5. Pero, cuando el cura se vio vestido de
mujer, comenzó a protestar:
— ¡Esto es ridículo6! ¿Dónde se ha visto un sacerdote7 vestido
de princesa?
En esto, se oyó una voz dulcísima que decía:
— Si quieren, puedo ayudarles...
La que hablaba era una dama que se alojaba en la venta. Se
llamaba Dorotea, y era tan hermosa que los hombres se quedaban
embobados8 al verla. Tenía unos cabellos rubios como el oro,
unos labios rojos como cerezas y una piel más blanca que la
nieve, y hablaba con una voz tan armoniosa como si fuera un
ángel.
— Y o puedo hacer de princesa — dijo— , porque he leído
muchos libros de caballerías y sé muy bien cómo hay que
hablarles a los caballeros andantes.
Viendo que había encontrado a la princesa perfecta, el cura
sonrió de oreja a oreja y dijo:
— ¡Que Dios te bendiga9, hija mía! Y poco le faltó para
besarle los pies a Dorotea.
Así que la bella Dorotea se puso su mejor vestido, se echó un
collar de perlas10 al cuello y salió de la venta con la barbilla muy
alta, como si hubiera sido princesa desde el principio de los tiempos.

1la prenda: Kleidungsstück


2 el capirote: K apuze
3 taparse: sich verdecken
4 postizo: falsch
la cintura: T aille
6 ridículo: lächerlich
7 el sacerdote: Priester
8 em bobado: gaffend
bendecir: segnen
10 el collar de perlas: Perlenkette
— Pero ¿quién es esta dama tan hermosa? — preguntó Sancho.
— Es la princesa Micomicona — dijo el cura— , y ese de las
barbas coloradas es su escudero. Han venido desde un reino muy
lejano1 para pedirle a don Quijote que les mate un gigante. Y han
prometido2 que, si vuestro amo le ayuda, os recompensarán3 con
muchas riquezas4.
Al oír aquello, Sancho se puso loco de contento.
— ¡No os preocupéis, señora princesa — dijo— , que a mi amo
se le da de maravilla eso de matar gigantes! ¡Con deciros que se
los echa a las barbas5 de cinco en cinco y de seis en seis...!
— Entonces vamos a buscarlo — dijo Dorotea.
Así que la princesa y su escudero se pusieron en camino en
compañía de Sancho y el cura. Al día siguiente, entraron en Sierra
Morena y llegaron hasta don Quijote, al que encontraron más flaco
y amarillo que nunca porque llevaba tres días pensando en Dulcinea
sin comer otra cosa más que hierbas6. Dorotea se arrodilló7 ante él y
le dijo:
— ¡Oh valeroso8 don Cogote...!
— Don Quijote, señora, se llama don Quijote — le corrigió
Sancho.
— ¡Oh valeroso don Quijote! — dijo Dorotea— . Y o soy la
princesa Micomicona, y he venido desde el lejano reino de
Micomicón para pediros un favor muy grande.
— Pedid lo que queráis — contestó don Quijote— , porque mi
deber de caballero es socorrer9 a los necesitados10.

1 lejano: fern
2 prom eter: versprechen
3 recom pensar: belohnen
4 la riqueza: Reichtum
5 echarse a las barbas: mit links erledigen
6 las hierbas: K räuter
7 arrodillarse: sich knien
8 valeroso: m utig
9 socorrer: zu H ilfe eilen
10 el necesitado: Bedürftiger
— Antes que nada — dijo Dorotea— , debo asegurarme1 de
que sois el auténtico don Quijote...
— Por supuesto que sí — dijo Sancho— . M i amo es el
famosísimo2 don Quijote de la Mancha, que lo mismo mece3 a un
huérfano en su cuna4 que descabeza a un dragón en un visto y no
visto. Y no debéis juzgarlo5 por su triste figura, porque es tan
valiente y sufrido que no se queja ni aunque se le salgan las
tripas6.
— Lo que a mí me han contado — dijo Dorotea— es que el
verdadero don Quijote tiene un lunar7 con dos pelos muy negros
en el sobaquillo8 izquierdo...
— Sancho, hijo — dijo don Quijote— , ayúdame a quitarme la
camisa, que quiero ver si tengo esos dos pelos.
— No hace falta, señor, que yo se los he visto alguna vez, y
puedo decirle que son tan gruesos como las cerdas9 de un
cepillo10.
— Entonces no hay duda — dijo Dorotea— . Y , puesto que
sois el auténtico don Quijote, quiero pediros que me acompañéis
a Micomicón y matéis al gigante Pandafilando de los Ojos
Bizcos11, que es más malo que un demonio y quiere quitarme mi
reino. Y os prometo que, si salís victorioso12, me casaré con vos
para haceros rey, y así podréis nombrar a vuestro escudero conde
de Doblepanza o marqués de Tripasanchas.

1asegurar: versichern
2 fam oso: berühm t
3 mecer: schaukeln
4 la cuna: W iege
5 juzgar: beurteilen
6 las tripas: Gedärm e
el lunar: M utterm al
s el sobaquillo: A chselhöhle
9 la cerda: Borste
10 el cepillo: Bürste
11 bizco: schielend
~ victorioso: siegreich

37
Sancho se alegró tanto al escuchar aquello que se puso a
saltar como una liebre.
— ¡Viva la princesa Micomicona! — gritó.
En cambio, don Quijote contestó muy serio:
— Señora mía, lo de casarme con Su Alteza no será posible,
porque mi corazón es de Dulcinea del Toboso.
Sancho no podía creérselo.
— Pero, ¿es que va a dejar plantada1 a una princesa como
Dios manda — dijo— para irse con la hija de Lorenzo Corchuelo?
¡Así jamás en la vida seré conde de Tripaslargas! Pero ¿no ve que
Aldonza Lorenzo no le llega a doña Micomicona ni a la suela del
zapato2?
Don Quijote se enfadó tanto al oír que insultaban3 a su
Dulcinea que levantó su lanza y le soltó a Sancho un buen golpe
en las espaldas4.
— ¡Retira5 lo que has dicho ahora mismo! — rugió.
Sancho comprendió que había metido la pata6 y se arrodilló
ante su amo para pedirle perdón.
— ¡Yo lo retiro, señor! — dijo— . Y discúlpeme, pero es que
tengo la lengua muy suelta7...
— Perdóname tú también — respondió don Quijote— , pero es
que no soporto8 que hablen mal de Dulcinea.
— Entonces ¿nos vamos a Micomicón? — preguntó Dorotea.
Y , como don Quijote respondió que sí, se pusieron en camino
sin perder un instante9.

1 p lantar: abservieren
2 no llegarle a alguien ni a la suela del zapato: jem andem nicht das W asser
reichen können
3 insultar: beleidigen
4 la espalda: R ücken
5 retirar: zurücknehm en
6 meter la pata: ins Fettnäpfchen treten
7 suelto: locker
8 soportar: ertragen
9 sin perder un instante: augenblicklich

38
Pero al poco de empezar el viaje les sucedió una cosa que
estuvo a punto de1 estropearlo2 todo. Resultó que el barbero
resbaló3 de su caballo y, al rodar por el suelo, se le cayeron de
golpe las barbas postizas. «¡Ay Dios mío!», se dijo el cura, «¡don
Quijote se va a dar cuenta de que todo es un engaño!». Pero ¿qué
creéis que pensó don Quijote? Cuando vio al escudero lejos de sus
barbas, exclamó:
— ¡Si será malvado el mago Frestón, que le ha arrancado las
barbas a este pobre hombre tan sólo para meterme miedo! Pero
yo no me asusto4 por niñerías, y juro que iré a Micomicón aunque
me cueste la vida...
Mientras tanto, el cura se puso delante del barbero y le pegó5
las barbas con mucho disimulo6. Y luego dijo:
Ranas7, renacuajos8y moscas y lombrices9,
colgadle10 las barbas bajo las narices.
— Son unas palabras mágicas — aclaró— que sirven para
devolverle las barbas al que las ha perdido.
— Entonces las guardaré en la memoria — dijo don Quijote— ,
porque, si valen para pegar barbas, también servirán para
curarme las heridas cuando me enfrente11 a algún dragón un día
de estos.
«¡Qué raro!», se dijo Sancho, «¡el escudero de doña Mico-
micona es igualito al barbero de la aldea!». Pero al final pensó lo

1 estar a punto de: beinahe


2 estropear: verpatzen
3 resbalar: herunterrutschen
4 asustarse: sich ängstigen
5 pegar: befestigen
6 con disim ulo: u n au ffällig
7 la rana: Frosch
8 el renacuajo: K au lquappe
9 la lom briz: W urm
10 colgar: hängen
11 enfrentarse: die Stirn bieten

39
mismo que su amo: que todo sería un encantamiento del mago
Frestón.
Acabado el asunto de las barbas, don Quijote se acercó a su
escudero y le dijo:
— Cuéntame, Sancho: ¿qué te dijo Dulcinea cuando le
entregaste mi carta? Explícamelo ahora mismo, que estoy loco
por saberlo.
Sancho Panza se quedó pálido como un muerto1. «¿Y ahora qué
le respondo?», pensó. Así que le soltó lo primero que le vino a la
lengua:
— Dulcinea me dijo que os quiere con toda su alma.
— Y dime, Sancho: ¿qué hacía la reina de mi corazón cuando
le entregaste mi carta? Seguro que estaba bordando2 unas sedas3
con hilo de oro...
— Cuando yo llegué — dijo Sancho— , estaba echándoles sal a
unos lomos de puerco4.
— ¿Y no sentiste un aroma de rosas al acercarte a ella?
— Lo que noté fue un olorcillo5 a sudor6 que echaba para
atrás, pero sería que Dulcinea estaba algo correosa de tanto
menear7 los puercos.
— No fue eso, Sancho, sino que tú estarías resfriado8 o que te
oliste a ti mismo, porque mi Dulcinea huele a rosas. Pero ¿sabes
qué es lo que más me maravilla?
— Dígame, señor.

1 p álido com o un m uerto: leichenblass


2 bordar: besticken
3 la seda: Seide
4 el lom o de puerco: Schweinelende
5 el olorcillo: leichter G eruch
6 el sudor: Schweiß
7 m enear: wenden
8 resfriado: erkältet

40
— Lo que más me maravilla es que sólo has tardado tres días
en ir al Toboso y volver. Pero será que fuiste y volviste por los
aires, ayudado por algún mago que me aprecia1 mucho.
— Eso sería, señor, porque yo noté que mi borrico andaba
como si volara. Pero mejor dejemos este asunto y no me pregunte
nada más, pues ya sabe que tengo tan mala memoria que a veces
ni me acuerdo de cómo me llamo.

1apreciar: schätzen

4i
6 Don Quijote viaja en jaula
Al día siguiente, los viajeros pasaron junto a la venta y el cura
propuso1 entrar a comer. Pero Sancho se acordó del manteo y
dijo muy enfadado:
— Yo no pongo los pies en esa venta ni por todo el oro del
mundo, porque ahí dentro vive el mismísimo diablo.
Pero, como todos entraron, el pobre Sancho no tuvo más
remedio que seguir a los demás.
— Prepárenme una cama enseguida — dijo don Quijote nada
más entrar— , que vengo muy cansado.
— Y o os pondré una cama de príncipe — contestó la
ventera— , pero prometedme que no os iréis sin pagar como hace
unos días.
— Por eso no os preocupéis — dijo el cura, que yo pagaré la
cama y todo lo que haga falta.
Así que la ventera le preparó a don Quijote una cama en el
mismo pajar que la otra vez. Y allí se fue Sancho tras su amo para
ayudarle a quitarse la armadura.
Mientras tanto, los demás se sentaron a comer y acabaron
charlando sobre2 don Quijote.
— En nuestra aldea — decía el cura— , todo el mundo lo
quiere mucho, porque don Alonso tiene un gran corazón. Pero,
desde que le dio por3 ser caballero andante, ya no sabe lo que se
hace ni lo que se dice...
— Y lo peor es que Sancho se ha contagiado4 de su locura —
añadió el barbero— y cree que cualquier día de estos lo harán
conde o marqués.
El ventero y su mujer se echaron a reír.
— ¿Así que Sancho quiere ser conde? — decían.

1 proponer: vorschlagen
2 charlar sobre: sich unterhalten über
3 dar por: beschließen
4 contagiarse: sich anstecken

42
Pero la risa se les acabó de pronto cuando Sancho salió del
cuarto de don Quijote diciendo a gritos:
— ¡Vengan todos a ayudar a mi señor, que está peleando
contra el gigante Pandafilando y acaba de cortarle la cabeza como
si fuera un nabo1!
— ¡Eso no puede ser — exclamó el cura— , porque
Pandafilando vive en la otra punta del mundo!
— ¡Les digo que entren a ayudar a mi amo, y verán el suelo
lleno de sangre2 y la cabeza del gigante en un rincón, que es tan
grande como un cuero de vino!
El ventero se echó las manos a la cabeza.
— ¡Ay Dios mío, que ya sé lo que ha pasado! — exclamó— .
¡Seguro que el maldito don Quijote le ha pegado alguna
cuchillada3 a los cueros de vino4 tinto que hay a la cabecera5 de
su cama! ¡Y la sangre que dice este buen hombre será el vino que
se ha derramado6...!
Temiéndose lo peor, el ventero echó a correr hacia el cuarto
de don Quijote, adonde le siguieron los demás.
— ¡Dios quiera que este don Quijote o don diablo no vuelva
jamás por aquí! — gritaba la ventera.
Cuando llegaron al pajar, encontraron a don Quijote con la
espada en alto, chapoteando7 sobre un charco8 de vino y
acuchillando los cueros. Llevaba un gorrillo9 colorado en la
cabeza y una camisa muy corta que le dejaba las piernas al aire:
unas piernas largas, flaquitas y muy peludas, y tan sucias que
daba lástima verlas.

1 el nabo: Steckrübe
2 la sangre: Blut
3 la cuchillada: M esserstich
4 el cuero de vino: W einschlauch
5 la cabecera: K opfende
6 derram arse: auslaufen
chapotear: plantschen
8 el charco: Pfütze
9 el gorrillo: Schlafm ütze
— ¡Pero si tiene los ojos cerrados! — dijo el barbero. — Eso es
que está soñando que lucha contra el gigante — aclaró el cura.
— ¡Pelea, Pandafilando! — rugía don Quijote dando
espadazos a diestro y siniestro.
El caso es que, cuando el ventero vio los cueros destrozados1,
se volvió loco de rabia. Sin pensárselo dos veces, corrió hacia don
Quijote, lo agarró por el cuello y comenzó a aporrearle la cabeza
como si quisiera enviarlo al otro mundo. El cura y el barbero
trataron de sujetarlo2, pero el ventero no paraba de soltar golpes.
— ¡Dejadlo, que lo vais a matar! — le gritaban.
Pero no creáis que don Quijote se despertó3 con los
puñetazos, sino que siguió soñando como si tal cosa, así que
tuvieron que echarle encima un jarro4 de agua fría para que
abriera los ojos de una vez.
Mientras tanto, Sancho Panza se puso a gatas5 y comenzó a
buscar por el suelo la cabeza del gigante Pandafilando.
— Tengo que encontrarla como sea — se decía— o no me
harán marqués de Tripaslargas. Pero es seguro que está por aquí,
porque yo la he visto caer con mis propios ojos...
No había duda: estaba más loco Sancho despierto que su amo
durmiendo.
En esto, don Quijote vio la sotana6 del cura y, pensando que
eran las faldas de la tal Micomicona, se arrodilló diciendo:
— Hermosa princesa, Pandafilando ya está muerto.
Al oír aquello, Sancho se puso en pie de un salto y gritó loco
de alegría:
— ¿No lo decía yo? ¡Ya pueden nombrarme marqués, porque
Pandalifando está muerto y requetemuerto7!

1 destrozado: ruiniert
2 sujetar: festhalten
3 despertarse: aufw achen
4 el jarro: K ru g
5 a gatas: krabbelnd
6 la sotana: Soutane
7 requetem uerto: m ausetot

44
Eran tantos los disparates que decían entre Sancho y su amo,
que todos se mondaban de la risa. Todos menos el ventero, al que
se lo llevaban los diablos.
— ¡En mala hora entró don Quijote en nuestra venta! — se
lamentaba.
Al final, entre el cura y el barbero lograron acostar1 a don
Quijote, que se quedó dormido en un abrir y cerrar de ojos2. En
cambio, el ventero siguió gruñendo y gruñendo durante mucho
rato hasta que el cura sacó un buen puñado de3 dinero y le pagó
los cueros y el vino.
— Hay que llevar a don Quijote a la aldea cuanto antes4 — le
dijo entonces el cura al barbero— o acabaremos en la ruina. Os
diré lo que vamos a hacer: al entrar, he visto en el patio un carro
de bueyes, así que construiremos una jaula5 con unas cañas6 y
luego le pediremos al dueño del carro que...
Y el cura explicó su plan con todo detalle.
Aquella noche, don Quijote se durmió la mar de contento,
pensando en lo bien que se le daba lo de matar gigantes. Pero, al
despertar, notó que no podía mover ni los pies ni las manos, y lo
primero que pensó fue:
«Seguro que el mago Frestón me ha hechizado7 mientras
dormía».
Entonces abrió los ojos y se quedó mudo8 de asombro,
porque alrededor de su cama vio a cuatro fantasmas que eran los
que lo tenían agarrado. Llevaban la cara cubierta con unas
máscaras e iban vestidos con largas túnicas. Y , sin dar ninguna
explicación, levantaron a don Quijote de la cama, lo sacaron al

1acostar: hinlegen
2 en un abrir y cerrar de ojos: ehe man es sich versah
3 el puñado de: eine H and voll
4 cuanto antes: sobald w ie m öglich
5 la jau la: K äfig
6 la caña: Schilfrohr
hechizar: verhexen
m udo: stumm

45
patio y lo encerraron1 en una gran jaula que se encontraba sobre
un carro de bueyes.
— ¡Oh don Quijote de la Mancha — dijo entonces uno de los
fantasmas con una voz muy ronca2 que daba miedo— , no sufras,
porque hemos venido a ayudarte! Dentro de esta jaula mágica
viajarás en un santiamén hasta el reino de Micomicón, donde
debes matar todavía a otros cinco o seis gigantes más. Así que
dile a tu escudero que te acompañe3, y os prometo que los dos
recibiréis una gran recompensa por vuestra hazaña4.
Sancho, que había salido al patio y lo estaba viendo todo, le
dijo a don Quijote:
— No se preocupe, señor, que yo le acompañaré hasta el fin
del mundo si hace falta, porque ya somos como la uña y la carne5,
que donde va la una tiene que ir la otra.
Pero, en el fondo de su alma, Sancho se decía: «Estos
demonios no son de fiar6». Y tenía razón, porque ¿sabéis quiénes
eran los cuatro fantasmas? Ni más ni menos que el cura, el
barbero, el ventero y Dorotea, que se habían disfrazado con las
túnicas y las máscaras para engañar a don Quijote.
«Esperemos que este invento7 salga bien», pensó el cura, que
había tenido que pagarle un dineral8 al dueño del carro para que
llevase a don Quijote hasta la aldea.
Aunque Sancho se olía la trampa9, montó en su borrico sin
decir nada y se fue detrás del carro en el que iba enjaulado su
señor. Pero, durante aquella mañana, no paró de repetirse10:

1 encerrar: einsperren
2 ro n c o :ra u
3 acom pañ ar: begleiten
4 la hazaña: H eldentat
5 com o la uña y la carne: w ie ein H erz und eine Seele
6 ser de fiar: vertrauen sw ürdig sein
7 el invento: Erfindung
8 el dineral: Unsum me
9 la tram pa: H interhalt
10 repetirse: vor sich hersagen

46
«Aquí hay gato encerrado1». Y tanto miró y remiró a los dos que
viajaban junto a la jaula que al final cayó en la cuenta2 de quiénes
eran. Así que se acercó a don Quijote y le dijo muy bajito:
— ¿Sabe qué he descubierto, señor? Que estos dos que llevan
las máscaras no son diablos del infierno3, sino el cura y el barbero
de nuestra aldea. Y lo que quieren es llevarnos a casa porque les
da envidia4 que nos hayamos hecho tan famosos con nuestras
aventuras.
— ¡Ay Sancho, no digas disparates! — respondió don
Quijote— . Lo que pasa es que el mago Frestón te habrá
hechizado, y por eso ves las cosas como no son.
Sancho insistió una y otra vez en que todo era un engaño,
pero don Quijote no se dejó convencer5, porque creía de todas
todas que iba camino de Micomicón. Y ni siquiera cambió de
parecer6 cuando el cura y el barbero se quitaron las máscaras
porque ya estaban cansados de hacerse pasar por demonios.
«Tengo que liberar a mi señor cueste lo que cueste», pensó
entonces Sancho Panza. Así que le dijo al cura:
— Si no suelta7 a don Quijote un rato8, se lo hará todo encima
y dejará la jaula hecha un asco.
— Tienes razón — respondió el cura— , pero me has de
prometer que, si lo suelto, no intentaréis escaparos9.
— Yo se lo prometo, señor, y que se me caigan las narices si
falto a mi palabra10.

1A quí hay gato encerrado.: A n der Sache ist etw as faul.


2 caer en la cuenta: plötzlich m erken
3 el infierno: H ölle
4 la envidia: N eid
5 convencer: überzeugen
6 el parecer: M einun g
7 soltar: freilassen
8 el rato: W eile
9 escapar: flüchten
10 faltar a su p alabra: sein W ort brechen

47
Cuando el cura abrió la jaula, don Quijote se escondió entre
unos árboles para hacer lo que nadie podía hacer por él. Pero,
justo cuando se bajaba los calzones1, sonó2 en el camino una
triste trompeta, y entonces don Quijote se dijo:
— ¡La aventura me llama!
Así que salió corriendo, saltó sobre Rocinante y galopó hacia
el camino, sin hacer caso del cura y el barbero, que le gritaban:
— Señor don Quijote, ¡vuelva aquí! ¿No ve que le están
esperando en el reino de Micomicón?
Los que hacían sonar la trompeta eran unos labradores que
iban en procesión por el camino. Se habían puesto unas túnicas
muy largas y unos capirotes muy altos, y llevaban en hombros a
la Virgen de su pueblo. Pero, como don Quijote veía aventuras
por todas partes, tomó a los campesinos por unos diablos y a la
Virgen por una princesa, así que gritó:
— ¡Soltad a esa señora, malditos bribones!
El caso es que uno de los labradores sacó un bastón3 y le soltó
tal garrotazo4 en el hombro a don Quijote que el pobre cayó
redondo al suelo. Sancho corrió a levantarlo, pero, como don
Quijote no movía un dedo, pensó que estaba muerto y empezó a
llorar a moco tendido.
— ¡Ay que han matado a mi señor! — gritaba— . ¡Ay que han
matado a don Quijote de la Mancha, que era el mejor caballero
del mundo y se había enamorado hasta los hígados5 de la
hermosa Dulcinea! ¡Ay pobre don Quijote, que estaba a punto de
hacerme marqués pero se ha ido al otro mundo de un triste
garrotazo!
Tantas fueron, en fin, las voces que dio Sancho, que don
Quijote acabó por despertarse6, y entonces dijo:

1 los calzones: H ose


2 sonar: ertönen
3 el bastón: Stock
4 el garrotazo: Schlag mit dem Stock
5 enam orarse hasta los hígados: bis über beide O hren verliebt sein
6 acabar por despertarse: schließlich aufw achen
— Ayúdame, Sancho, a subir en el carro encantado, porque
no tengo fuerzas para montar en Rocinante.
— Lo haré de muy buena gana, señor, y volvamos a casa, que
ya saldremos más adelante a buscar aventuras con las que ganar
fam a1 y riqueza.
Así que don Quijote entró de nuevo en la jaula y el carro
siguió su camino hasta la aldea, adonde llegó a los seis días. Los
vecinos del pueblo se quedaron boquiabiertos2 cuando vieron a
don Quijote en la jaula, tan flaco y amarillo. Y la mujer de
Sancho, que salió a recibir a su marido, le dijo nada más verlo:
— Esposo3 mío, ¿qué tal viene nuestro borrico?
— M ejor que su amo — respondió Sancho.
— ¿Y qué has sacado de tus aventuras? ¿Traes algún vestido
para mí o unos zapaticos para tus hijos?
— Lo que traigo — susurró4 Sancho— son cien monedas de
oro que darán para mucho y la promesa de que muy pronto seré
rey, que quien la sigue la consigue5 y donde menos se piensa salta
la liebre6.
Mientras tanto, el carro llegó a casa de don Quijote y, cuando
la criada vio a su señor dentro de la jaula, comenzó a tirarse de
los pelos7 y a gritar:
— ¡Malditos sean los libros de caballerías! ¡Por mi vida que
aquí se han acabado8 las aventuras de don Quijote, porque mi
amo no vuelve a salir de esta casa ni aunque venga a buscarlo el
mismísimo emperador de Constantinopla!

1 la fam a: Ruhm
2 boquiabierto: verblü fft
3 el esposo: Ehem ann
4 susurrar: säuseln
5 Q uien la sigue la consigue.: M an muss einen langen Atem haben.
6 D onde m enos se piensa salta la liebre.: U nverhofft kom m t oft.
7 tirarse de los pelos: sich die H aare raufen
8 acabarse: zu Ende gehen
Sin embargo, cuentan que don Quijote volvió a escaparse1 al
poco tiempo y que vivió otras aventuras en compañía de Sancho:
peleó cuerpo a cuerpo con un león, voló por los aires sobre un
caballo con alas2 y vio el mar por vez primera en las playas de
Barcelona. Seguro que algún día leeréis todas esas aventuras, que
están narradas con todo detalle en el libro más divertido y
hermoso que se haya escrito nunca. Pero, mientras tanto, podéis
contarle esta historia a quien queráis, pues os juro por el borrico
de Sancho que os lo he explicado todo tal y como pasó. Así que
con esto se acaba mi cuento, que poquito a poco se lo lleva el
viento.

1 volver a escaparse: erneut ausbrechen


2 el ala: Flügel

50

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