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El libro que ahora tienen en sus manos, es el resultado del trabajo final de varias

personas que sin ningún motivo de lucro, han dedicado su tiempo a traducir y
corregir los capítulos del libro.
El motivo por el cual hacemos esto es porque queremos que todos tengan la
oportunidad de leer esta maravillosa saga lo más pronto posible, sin tener que
esperar tanto tiempo para leerlo en el idioma en que fue hecho.
Como ya se ha mencionado, hemos realizado la traducción sin ningún motivo de
lucro, es por eso que este libro se podrá descargar de forma gratuita y sin
problemas.
También les invitamos a que en cuanto este libro salga a la venta en sus países,
lo compren. Recuerden que esto ayuda a la escritora a seguir publicando más libros
para nuestro deleite.

¡Disfruten la lectura!
Créditos
Traducción Corrección

Vaughan Vaughan

Corrección Final

Vaughan

Diseño

Michell
Sinopsis
En esta historia nueva y nunca antes publicada, Chaol y Dorian discuten sobre la
letal competencia que les espera en Trono de Cristal.

Hay una asesina especial de la que han escuchado, pero nadie sabe si ella es la
indicada para la rigurosa tarea —o si siquiera está viva.

Su única opción es viajar a las Minas de Sal y averiguarlo…


El Capitán y el Príncipe
Dorian Havilliard estaba de pie en la ventana de su habitación en la torre,
inclinándose tanto como se atrevía para atrapar una brisa de viento en su rostro. A
la distancia, los techos color esmeralda de Rifthold brillaban con el sol tardío de
verano, y más a lo lejos, los ramales en las colinas se agitaban hacia las nubes de
tormenta juntándose en el horizonte al poniente.
La lluvia sería un alivio. Habían sido tres semanas de calor sofocante, dos
semanas sin un susurro del viento del Avery, y el hedor podrido de la ciudad había
alcanzado incluso los picos más altos del castillo de cristal. La fetidez de inmundicia
a las brasas era tan horrible que la mayoría de la corte de su padre se había ido —
ya fuera al mar o al norte. O a ambos lugares.
El calor hacía insoportables las interminables juntas de consejo y las cenas de
estado, incluso cuando los sirvientes en círculo los abanicaban con hojas de palma
importadas de Eyllwe. Y si el calor miserable no era suficiente, el tema de esas
juntas deshacía el temperamento de Dorian.
Quitándose el sudor de su frente con el reverso de su mano, Dorian arremangó
sus mangas a sus codos y se giró a ver al Capitán de la Guardia.
Chaol, quien había estado leyendo un documento o reporte o lo que fuera en el
sillón junto a la chimenea apagada, elevó su mirada.
—¿Y bien?
—Aún estoy pensando en ello —dijo Dorian, yendo a la mesa de roble que alguna
vez había sido para cenar pero ahora estaba cubierta de columnas de libros y
papeles que no dejaban de crecer.
—Tu padre quería tu decisión ayer.
Ni un atisbo de agresión o condescendencia —sólo preocupación. Incluso si rara
vez la mostraba. No, incluso con el calor, Chaol seguía usando su uniforme negro,
seguía mirándose fresco y alerta y listo para encarar cualquier amenaza.
—Este… concurso —Dorian escupió la palabra— es absurdo. Un desperdicio de
oro, un desperdicio de tiempo, un desperdicio de vidas de hombres —fue hacia la
jarra de agua entre dos pilas de libros y se sirvió para sí mismo y para Chaol un
vaso—. Ni siquiera entiendo porque necesita un tan-apreciado Campeón cuando te
tiene a ti y a tus hombres. Además los dioses saben cuántas personas sombrías
trabajan para él.
Chaol puso los papeles abajo mientras Dorian le alcanzaba el vaso, pero frunció
el ceño.
—Los otros miembros del consejo ya han seleccionado a sus Campeones. Ya
sea que quieras o no, la competencia de tu padre tomará lugar —Chaol tamborileó
sus dedos en la tela desgastada de la parte trasera del sillón—. El negarte a
participar será una declaración —un destello en sus ojos color bronce—. Y no creo
que sea el tipo de declaración que quieras hacer justo ahora.
Chaol sabía —siempre había sabido— sobre la tumultuosa relación de Dorian
con su padre. Dorian nunca había sido un rebelde, tal vez porque Chaol estaba
usualmente ahí para interferir sutilmente, para mantener a Dorian de decir o hacer
algo de lo que se arrepentiría después. Pero cada año, cada mes, cada maldito día,
era más y más difícil el soportarlo.
Él no sabía por qué, exactamente. Nunca había visto uno de esos campos de
batalla tan lejanos donde los ejércitos de su padre aún peleaban para calmar las
sublevaciones de los rebeldes, nunca había visto los campos de trabajo en Calaculla
o Endovier, nunca había estado en alguna de las cámaras de interrogación de su
Padre, escondidas lejos en Rifthold. Dorian no apoyaba a los rebeldes, no quería
ser parte de la rebelión de nadie, pero… Tal vez era sólo el que él era un esclavo a
la corona tanto como el resto del continente.
Dorian tomó un largo trago de agua. Ya estaba caliente.
—Si voy a ser forzado a participar en esta competencia —musitó Dorian, más
para sí mismo que para su amigo—, entonces quiero ganar.
Chaol asintió como si estuviera esperando eso. Lo cual no era sorprendente en
lo absoluto. Ni lo fueron las siguientes palabras del capitán.
—Tengo una lista de posibles Campeones a los que podemos acercarnos.
Dorian terminó su agua.
—¿Quiénes?
Chaol mencionó cuatro nombres —tres de ellos eran notables soldados, y uno un
mercenario con el que Chaol había trabajado en años pasados. Pero Dorian sacudió
su cabeza.
—No. No, ellos son muy… ordinarios —los otros miembros del consejo habían
escogido a soldados y mercenarios y ladrones. Y si Dorian no podía hacer una
declaración hacia su padre al negarse al participar, entonces tal vez…
Fue de vuelta a la ventana a estudiar Rifthold, como si pudiera ver a cada persona
y criatura vagando por la ciudad. Nunca se le había permitido vagar por Rifthold por
su cuenta, y la última vez que había tenido una noche libre fue hace un año. La
fiesta en la finca a orillas del río seguía siendo la más lujosa a la que Dorian había
asistido, y Chaol casi perdía su posición cuando descubrieron —cuando su padre
descubrió— quiénes realmente habían estado en esa fiesta.
Rebeldes adinerados del reino de Melisande; cortesanas de los burdeles más
finos de Ádarlan. Y mezclados con todos ellos había ladrones, mercenarios, y
asesinos.
No sólo asesinos, por los dioses, sino también Arobynn Hamel, Rey de los
Asesinos, y su camarilla de asesinos notorios. Dorian había bailado y bebido con
todos ellos inconscientemente, y Chaol, a quien le habían dicho que la finca le
pertenecía al emisario visitante de Melisande, le había dejado quedarse ahí por
horas. Nadie había sabido quiénes eran, gracias a máscaras que habían donado en
otra fiesta temprano en esa noche, pero… Incluso ahora, Dorian no podía suprimir
un escalofrío ante el pensamiento de con quiénes había bailado, con quiénes había
brindado…
Por un latido, Dorian podía jurar que sintió un fresco viento del norte en su rostro,
vagamente la esencia de pino y nieve. Inclinó su cabeza afuera de la ventana,
intentando capturar un poco más de él, pero sólo la incesante y palpitante luz del
sol estaba ahí. Dejó salir un suspiro y de nuevo estudió la ciudad.
Arobynn Hamel sería un excelente Campeón, pero el hombre no tenía incentivo
alguno para participar. Ni siquiera podrían encontrarlo. O salir de una reunión con
él con vida. Pero…
Pero.
—Celaena Sardothien —murmuró Dorian.
—¿Qué?
Dorian se alejó de la ventana para encontrar a Chaol acercándose a él.
—Celaena Sardothien.
Chaol se quedó viéndolo con sus cejas levantadas.
Había pasado casi un año desde que la infame asesina había sido capturada,
juzgada, y sentenciada a una eternidad de labor en las Minas de Sal de Endovier.
Dorian y Chaol habían estado en la ciudad costera de Suria cuando sucedió, y
aunque se apresuraron rápido de vuelta a Rifthold, para cuando regresaron, ella ya
no estaba. Los guardias quienes la habían observado habían sido reasignados
convenientemente a puestos en la frontera, y su padre había sellado cada uno de
los documentos sobre su captura. O lo que fuera sobre ella. Incluso los papeles
tenía poca información, salvo por una lista de víctimas y su castigo. Ni siquiera
sabían cuántos años tenía.
—No —dijo Chaol quedamente pero con un temperamento que comenzaba a
subir.
Dorian inclinó su cabeza.
—Los rumores dicen que Sardothien era la mejor. ¿Quién mejor para ser el
Campeón de mi padre? Además, también escuché que ella es bonita —sonrió—.
¿Por qué no tener algo qué ver durante la competencia?
—Ella ha estado en Endovier por un año, Dorian. Dudo mucho que haya algo qué
mirar. Además, probablemente esté muerta.
Dorian pudo haberlo ignorado sino fuera porque Chaol habló tan calmado, tan
claro.
—Dime lo que sabes —dijo Dorian. Oh, Chaol definitivamente estaba
escondiendo algo.
—Probablemente ella está muerta —repitió Chaol y se cruzó de brazos. Habían
discutido antes —muchas veces. Y en este horrible calor… Dorian mandó al fondo
su temperamento.
—Dime.
Chaol le dio una mirada fija, una que usualmente reservaba para sus hombres.
Dorian se negó a romper contacto, y en respuesta le dio su gloriosa y aburrida
mirada que reservaba para los hombres aduladores del consejo.
Después de un momento, Chaol suspiró por su nariz y dijo.
—Hice unas cuantas… indagaciones en este año. A Endovier. Ninguna de ellas
tuvo respuesta —un dejo de ira —y preocupación— en sus ojos.
—Si mi padre guardó todos los documentos sobre su captura y juicio, entonces
probablemente dio orden de que todas sus investigaciones sobre ella fueran
ignoradas.
—Sin embargo, la pregunta es porqué.
Dorian sacudió su cabeza.
—Tu suposición es tan buena como la mía. Tal vez quien sea —lo que sea— que
ella es resulta una amenaza para él. O lo degrada de cierta forma —miró hacia la
ventana, hacia la tierra más allá de la ciudad, y sonrió ligeramente—. Y si nadie va
a responder tus cartas, entonces quizás deberíamos ir y ver por nuestra cuenta si
ella está viva o no.
—Y si ella es capaz de trabajar aún.
Dorian hizo una mueca. Después de un año en un lugar como Endovier, sería un
milagro si ella aún respiraba. Ni siquiera había considerado el daño en su cuerpo.
—Estoy seguro que unos meses de buena comida y ejercicio la ayudarán a
recuperarse.
—Eso no significará nada si está rota de otras formas.
—Quieres decir si aún está cuerda.
Una media sonrisa, seguida de un dejo de disgusto.
—Si siquiera estaba cuerda para empezar.
Un silencio cayó, y Dorian se sirvió otro vaso de agua. Pero si Sardothien estaba
cuerda, si no la habían roto aún, si ella seguía viva…
—Endovier está a dos semanas de distancia —dijo Chaol lentamente—. No es
un viaje fácil para hacer. O uno seguro. Está justo en la frontera de Terrasen —y los
rebeldes no han descansado en todo el verano.
—Voy a ir contigo, así que ni siquiera intentes empezar a convencerme de que
me quede aquí —Dorian no podía mantener la presión de su voz. Dioses, la sola
idea de salir del castillo, alejarse de su padre, inclusive por un mes.
Chaol levantó sus manos.
—Es mi trabajo el al menos intentar mantenerte a salvo. E inclusive si digo que
sí a que me acompañes, tu padre aún tiene que aceptar. Y yo tengo mis propias
condiciones.
Dorian giró sus ojos. Bien podría estar viviendo en la enfermería real.
—Déjame a mi padre a mí.
—Eso es lo que me preocupa.
Dorian abrió su boca para objetar pero vio una débil sonrisa burlona en el rostro
de Chaol. Tal vez el capitán también quería salir del castillo un rato.
—¿Así que no vas a poner pelea alguna sobre ir en busca de Sardothien?
—He aprendido a escoger mis batallas contigo.
Dorian estudió a su amigo.
—Escuchemos tus condiciones, pues.
La sonrisa de Chaol desapareció, y entonces se sentó en la parte trasera del
sillón.
—Viajaremos con mis hombres —hombres escogidos por mí —Dorian asintió.
Eso estaba bien. E inteligente, si los rebeldes de Terrasen en verdad no
descansaban—. Este viaje puede ser tu idea, pero seré yo el que lo lidere —Dorian
se tensó un poco ante eso pero asintió de nuevo—. Y —agregó Chaol—, cuando
lleguemos a Endovier, si yo creo que es muy peligroso el sacarla de las minas,
cederás ante la idea.
Dorian se enderezó.
—¿Así que tienes la palabra final sobre si es la adecuada?
Un asentimiento breve.
—No estoy cuestionando tu juicio…
—Oh, yo creo que todas tus condiciones dicen lo contrario.
Un brillo de ira, entonces una sacudida de su cabeza.
—No voy a entrar en argumento contigo sobre ello. Si no te gustan los términos,
entonces escoge otro Campeón.
Lo que Chaol no necesitaba decir era que si él se negaba a escoltarlo, ningún
otro guardia se atrevería a desobedecer las órdenes del capitán sobre llevar a
Dorian a Endovier. Y Chaol tampoco estaba por encima del padre de Dorian para
asegurarse de que su orden se volviera un mandado real.
Dorian apretó sus dientes.
—Esos son términos irrazonables —admitió—. Pero —en lo que respecta a la
capacidad de Sardothien… —Chaol se tensó— Decidiremos juntos.
Chaol dejó salir un suspiro. Y luego otro. Juzgando, pesando, calculando.
Cuando Chaol tenía esa mirada contemplativa en su rostro, era imposible saber qué
decidiría. Mantener a Dorian y este castillo a salvo era su primera prioridad, pero
Dorian sabía que él también consideraba su amistad ser casi tan importante, y que
algunas veces eso apoyaba en sus decisiones. Incluso aunque, como había sido el
año pasado, algunas veces eso lo metía en problemas.
Pero Chaol suspiró una tercera vez y dijo.
—Bien. Decidiremos si ella es la adecuada para participar juntos. Pero —Dorian
gruñó— prométeme que no dejarás que tu deseo de molestar a tu padre nuble tu
juicio.
—Yo nunca…
Una mirada penetrante.
Dorian levantó sus ojos al techo de piedra.
—Bien, bien. Lo prometo.
Chaol se terminó la jarra de agua, y ambos se acercaron a la ventana para mirar
afuera hacia la ciudad.
El Capitán de la Guardia golpeó sus nudillos contra el borde de piedra de la
ventana.
—A Endovier, entonces.
—Si mi padre dice que sí —agregó Dorian, desde ya preguntándose sobre cómo
se acercaría al rey sobre ello.
—Tengo un presentimiento de que encontrarás una forma de convencerlo —dijo
Chaol, un indicio de una sonrisa en su voz.
Truenos sonaban a la distancia, las nubes agitándose más cerca, y Dorian podía
jurar que escuchó a todo Rifthold suspirar en alivio. Una vez más limpió el sudor de
su frente y sonrió.
—A Endovier, entonces.
Agradecimientos Ti
¡Hola! Quiero darles las gracias por leer esta pequeña traducción. Un poco de
información detrás de esta historia corta: Sarah la escribió de la misma forma que
escribió las tres historias cortas que tuvieron el placer de leer en Imperio de
Tormentas, es decir, como Exclusivas adicionales en los libros.
Cuando Trono de Cristal se estrenó, esta historia estaba agregada al final como
una Exclusiva, por lo que no estuvo ni está a la venta de forma individual como las
historias que no están incluidas en The Assassin’s Blade.

Como último detalle, les dejo una sorpresa extra: Una adición oficial de Sarah,
esto es, el reporte que narra lo sucedido respecto al escape de Celaena en las
minas, desde la perspectiva del supervisor en jefe.

¡Que lo disfruten!
La Huída, por Sarah J. Maas
MINAS DE SAL DE ENDOVIER
REPORTE DEL INCIDENTE

A/C EL MINISTRO DE COMERCIO


EL CASTILLO REAL, RIFTHOLD

Auxiliar: Supervisor en Jefe Whyte


Sector de la Mina: Sector 3, después dispersado por todo el compuesto
Prisionero: Celaena Sardothien. Mujer. Edad 17.

Incidente:

Ayer, la prisionera conocida como Celaena Sardothien realizó un intento de


escape que costó las vidas de 22-23 centinelas y supervisores (el Oficial Grant me
acaba de informar que otro centinela acaba de morir por sus heridas). Después de
usar su propio pico para despachar a su supervisor (Normann), Sardothien después
de forma sistemática avanzó por las minas, dirigiéndose hacia centinelas y
supervisores. Ningún esclavo fue herido.

Al apoderarse de las espadas de dos centinelas, ella se abrió camino de los ejes
al patio principal. Ella estaba aún peleando cuando mis centinelas la rodearon, y
estuvo a un dedo de distancia de la Muralla de Endovier misma cuando fue dejada
inconsciente por un golpe de un centinela (Oficial Hare, a quien estoy
recomendando para un ascenso).

Sardothien permaneció inconsciente por horas, durante las cuales fue movida a
una celda aislada. Desde que despertó, se niega a hablar sobre sus motivos, y está
completamente sin remordimientos por sus acciones. Los esclavos en su sector
claman que el incidente se generó por el Supervisor Normann azotando con el látigo
a una compañera mujer esclava.

Una herida menor en su pierna la mantiene inmóvil, aunque permitió que un


curandero la sanara. Debido a las órdenes del rey de mantenerla viva, no la hemos
ejecutado. Es mi sincera esperanza el que este reporte sea dado a Su Majestad —
y que él revierta su decisión.
¡Mantente informado sobre la traducción de la saga!

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