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UNIVERSIDAD RURAL DE GUATEMALA.

SEDE 08, HUEHUETENANGO.


Facultad Ingeniería Civil.
Curso: Derechos Humanos y de los Pueblos Indígenas

TEXTO PARALELO FINAL

Hugo Estuardo González Figueroa


14-072-0012

Huehuetenango, Octubre de 2019.


INTRODUCCION

Todo estudio histórico de los Derechos Humanos, debe comenzar por reconocer que, ese
término, es de reciente data y, en este orden de ideas, convine emplear la concepción moderna
del reconocimiento de los Derechos Fundamentales establecidos en la Constitución y, por la
Ley puede estudiarse comparativamente con los principios constitucionales.

El pueblo guatemalteco en ejercicio de su poder originario convocó una Asamblea Nacional


Constituyente y, transformó el Estado, creó un nuevo ordenamiento jurídico y redactó una
nueva Constitución.

Al entrar en vigencia la Constitución Política de la República de Guatemala, un conjunto de


instituciones y principios renacen y demandan nuestra reflexión para comprender
adecuadamente y emprender, la justa interpretación del texto Constitucional.

Dentro de las garantías de La Norma Programática, incorpora los Derechos Humanos que
ocupan un lugar primordial.
1. DERECHOS HUMANOS EN GUATEMALA

El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas ONU, proclamó


la Declaración Universal de Derechos Humanos DUDH, desde entonces, estos derechos
se internacionalizaron y la Humanidad conmemora en esa fecha el Día Internacional de
los Derechos Humanos DD. HH. En aquella oportunidad, el Estado de Guatemala
mediante sus representantes, firmó esa Declaración y progresivamente ha suscrito otros
instrumentos internacionales que comprometen el deber del Estado, obligado a observar
y respetar los Derechos Humanos de todas las personas, sin distinción de ninguna
naturaleza.

Los Derechos Humanos se distinguen en tres clases:

1) Civiles y Políticos, son derechos individuales o de primera generación.

2) Económicos, Sociales y Culturales, reconocidos como derechos sociales o de segunda


generación.

3) Derechos de los Pueblos, de Solidaridad o de la Humanidad, son derechos de tercera


generación.

Esas tres clases de derechos y libertades fundamentales en su concepto integral, son


inherentes a las personas, a nuestra naturaleza de seres humanos, nacieron para
protegernos de los abusos del Poder Público y garantizar que los Estados y sus agentes
los observen y respeten, sin olvidar, que los únicos sujetos violadores de estos derechos,
son el Estado y sus agentes.

En este tema, Guatemala tiene una larga y trágica historia por ser considerado un país
violador de derechos y libertades de sus habitantes. Las violaciones graves, masivas,
indiscriminadas y sistemáticas más recientes sucedieron durante el Conflicto Armado
Interno (CAI), ejecutadas por agentes de las dictaduras militares contrarrevolucionarias
y contrainsurgentes. Genocidio, masacres, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones
forzadas e involuntarias, detenciones ilegales y arbitrarias, torturas, tratos crueles e
inhumanos, violaciones y esclavitud sexual, desplazados, refugiados.

Aquí en Guatemala, la tranquilidad social se alteró por los abusos de todo tipo, que
victimizaron a millones de personas. El esclarecedor y voluminoso informe de la
Comisión de la Verdad (12 tomos), analiza los hechos y a partir de testimonios desnuda
la cruda realidad y el cruel destino de las víctimas de estos abusos. En esa larga noche de
terror y pesadilla fueron miles los agraviados e inmolados, entre campesinos, obreros,
sindicalistas, maestros, intelectuales, artistas, profesionales, académicos, religiosos,
periodistas, políticos y hasta ciudadanos de otras nacionalidades, padecieron las
consecuencias de los intolerantes, represivos y sanguinarios agentes de las dictaduras
militares. Por esas condiciones, la Organización de las Naciones Unidas ONU, condenó
reiteradamente al país y durante varios años se nombró un Relator Especial quien cada
año en la Asamblea de la antigua Comisión de Derechos Humanos hoy Consejo,
presentaba un informe detallado de la situación de DD. HH. en el país y como la situación
era grave, se volvía a nombrar al Relator y a condenar al Estado por su responsabilidad
en las violaciones, los abusos y la impunidad.

A partir de la firma del Acuerdo de Paz que este diciembre cumple 20 años, la población
confió en la oportunidad y posibilidad de iniciar un cambio que permitiera alcanzar, por
fin, el respeto pleno de los DD. HH. y en consecuencia el bienestar común, pero tal
situación no existe, por el contrario, ni bienestar común ni respeto a los DD. HH. En
Guatemala se continúan violando y el Poder Público sigue abusando de la fuerza y la
autoridad, para intimidar y reprimir a la población, ahora de formas más sutiles,
criminalizando las luchas y reivindicaciones sociales, judicializando a los dirigentes
comunitarios, intimidando y reprimiendo a periodistas, sindicalistas y defensores de
Derechos Humanos.

1.1. Función
La fuente antes citada destaca que la Procuraduría de los Derechos Humanos
pretende, principalmente, contribuir al desarrollo integral de las personas, imponer
límites al accionar de servidores públicos, facilitar canales de participación
ciudadana, la adopción de decisiones comunitarias y fijar un ámbito de autonomía
en el cual las personas puedan actuar libremente contra los abusos de cualquier otro
individuo o institución (“¿Qué son los Derechos Humanos?”, 2010).

Los Derechos Humanos son entendidos, actualmente por la Procuraduría de los


Derechos Humanos, con base en dos conceptos esenciales: Procuración y
Victimología (“¿Qué son los Derechos Humanos?”, 2010).

El primer término se refiere a mantener amparo o protección contra una agresión o


daño de procedencia ajena, ya perpetrado o por perpetrarse. El segundo se deriva de
la relación víctima-victimario y que implica que se debe atender a la víctima de
cualquier tipo de violencia o discriminación de que pudiera ser objeto, y no solo de
protegerle sino buscar resarcir el daño (“¿Qué son los Derechos Humanos?”, 2010).

1.2. Clasificación de los Derechos Humanos

De acuerdo con el texto antes descrito, la Procuraduría de los Derechos Humanos de


Guatemala clasifica los Derechos Humanos en tres generaciones, en los que se toma
en cuenta su protección progresiva.

Los Derechos Humanos de Primera Generación son los de Derechos Civiles y


Políticos: derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad personal, a la
seguridad personal, a la igualdad ante la ley, a la libertad de pensamiento, conciencia
y religión, a la libertad de expresión y opinión, de resistencia y de inviolabilidad del
domicilio, a la libertad de movimiento o libre tránsito, a la justicia, a una
nacionalidad, a contraer matrimonio y fundar una familia, a participar en la dirección
de asuntos políticos, a elegir y ser elegido a cargos públicos, a formar un partido o
afiliarse a alguno y a participar en elecciones democráticas.

Los Derechos Humanos de Segunda Generación son los Derechos Económicos,


Sociales y Culturales. Los Derechos Económicos son: derecho a la propiedad
(individual y colectiva) y a la seguridad económica. Los Derechos Sociales son:
derecho a la alimentación, al trabajo (un salario justo y equitativo, al descanso, a
sindicalizarse, a la huelga), a la seguridad social, a la salud, a la vivienda y a la
educación. Los Derechos Culturales son: derecho a participar en la vida cultural del
país, a gozar de los beneficios de la ciencia y a la investigación científica, literaria y
artística.

Los Derechos Humanos de Tercera Generación son los Derechos de los Pueblos o
de Solidaridad. Los Derechos de los Pueblos son: el derecho a la paz, al desarrollo
económico, a la autodeterminación, a un ambiente sano, a beneficiarse del
patrimonio común de la humanidad y a la solidaridad.

1.3. El Procurador de los Derechos Humanos

El Procurador de los Derechos Humanos, descrito de nuevo por la misma institución,


es un Comisionado del Congreso de la República de Guatemala para la defensa de
los Derechos Humanos establecidos en la Constitución Política de Guatemala, la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Tratados y Convenciones
Internacionales aceptados y ratificados por Guatemala (“¿Qué son los Derechos
Humanos?”, 2010).

La persona electa para el cargo debe reunir las mismas calidades que se requieren
para ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala, y goza de las
mismas inmunidades y prerrogativas de los diputados del Congreso de la República
de Guatemala (“¿Qué son los Derechos Humanos?”, 2010).

Quien es electo no puede desempeñar otros cargos públicos. Es electo por el


Congreso para un período de cinco años. Necesita como mínimo dos tercios del total
de votos del Congreso, en una sesión especialmente convocada para ello. Debe ser
electo de una terna de candidatos propuesta por la Comisión de Derechos Humanos
del Congreso de Guatemala, en un plazo de 30 días a partir de la entrega del listado
(“¿Qué son los Derechos Humanos?”, 2010).

El primer Defensor del Pueblo -como se le llama también al Procurador de los


Derechos Humanos- fue Gonzalo Menéndez de la Riva, elegido por el Congreso de
Guatemala el 13 de agosto de 1987. Su período arrancó el 19 de agosto del mismo
año y su legado llegó hasta noviembre de 1989, cuando renunció por razones de salud
(“Procuradores”, 2010).
El Congreso de Guatemala eligió como su reemplazante a Ramiro de León Carpio,
quien asumió el 8 de diciembre de 1989. Después concluyó su período y fue reelecto
en 1992 por cinco años más. De León Carpio no concluyó el tiempo establecido,
pues el 5 de junio de 1993 fue elegido por el Congreso como Presidente de
Guatemala en sustitución de Jorge Serrano Elías (“Procuradores”, 2010).

Ese mismo año, el Congreso de Guatemala eligió a Jorge Mario García Laguardia
para que termine el período ya iniciado. El 1 de julio tomó el cargo y lo dejó el 19
de agosto de 1997 (“Procuradores”, 2010).

El puesto vacante fue asumido por Julio Eduardo Arango Escobar, el único hasta ese
momento que había cubierto el período completo (“Procuradores”, 2010).

Sergio Fernando Morales tomó el mando como Procurador de los Derechos


Humanos de Guatemala el 19 de agosto de 2002 y fue reelecto en el puesto en 2007.
Su período culminó en agosto de 2012 (“Procuradores”, 2010).

El 31 de mayo de 2012, tras las elecciones correspondientes que culminaron con la


votación en el Congreso de la República de Guatemala, Jorge De León Duque fue
juramentado en el puesto por los próximos cinco años aunque tomó posesión hasta
agosto (“Procuradores”, 2010).

1.4. Defensorías de los Derechos Humanos

La Procuraduría de los Derechos Humanos se divide en nueve defensorías


especiales: Defensoría del Adulto Mayor, Defensoría del Debido Proceso y del
Recluso, Defensoría de la Mujer, Defensoría del Trabajador, Defensoría de las
Personas con Discapacidad, Defensoría de la Niñez y Adolescencia, Defensoría de
la Población Migrante, Defensoría de los Pueblos Indígenas y la Defensoría del
Medio Ambiente y del Consumidor (“¿Qué son los Derechos Humanos?”, 2010).

2. VIOLENCIA EN GUATEMALA

Guatemala está atravesada por un sinnúmero de expresiones violentas. En muy buena


medida a partir de las matrices de opinión generadas por los medios masivos de
comunicación, tiende a identificarse "violencia" con "delincuencia". Pero la realidad es
mucho más compleja que esa simplificación. Esa identificación es, cuanto menos,
errónea, si no producto de una interesada manipulación. Los poderes fácticos, en mayor
o menor medida, se siguen beneficiando de ese clima generalizado de violencia. Combatir
las violencias implica desmontar esos poderes; es decir: una tarea tanto política como
sociocultural. Para ello el fortalecimiento del Estado juega un papel crucial e
imprescindible.

Hoy día, repitiendo y superando los índices de violencia que se podían encontrar durante
la guerra, la situación cotidiana nos confronta con nuevas formas de violencia. No hay
enfrentamientos armados entre Ejército o fuerzas estatales y movimiento guerrillero
insurgente, pero la situación de inseguridad que se vive a diario, en zonas urbanas y
rurales, comparativamente es más preocupante. Han aparecido nuevas expresiones de
violencia en estos últimos años: además de la tasa extremadamente alta de homicidios,
asistimos a una explosión del crimen organizado manejando crecientes cuotas de poder
económico, y por tanto, político. Se ven nuevas modalidades, como el surgimiento y
crecimiento imparable de las pandillas juveniles –las "maras"– (que, según estimaciones
serias, manejan por concepto de chantajes y cobros de impuestos territoriales cantidades
millonarias), el auge de los carteles del narcotráfico, el feminicidio (con un promedio de
dos mujeres diarias asesinadas, muchas veces previa violación sexual), (INE, 2011), las
campañas de la mal llamada "limpieza social", los linchamientos. Complementando esto,
es imprescindible mencionar que, si bien no aparece contantemente en los medios de
comunicación, hay una cantidad de muertes por hambre que supera a los muertos por
hechos violentos, según informes oficiales del Procurador de Derechos Humanos (PDH,
2011). En estos momentos, según datos de UNICEF (2011), Guatemala es el segundo
país en Latinoamérica y sexto en el mundo en orden a la desnutrición. Es decir: la
violencia homicida asienta en un trasfondo de pobreza estructural histórica, y un elemento
no puede disociarse del otro, aunque en la vivencia cotidiana –en buena medida
manipulada– la criminalidad delincuencial aparece escandalosamente como el principal
"pandemonio".
2.1. Se puede o no se quiere terminar con esta epidemia de violencia.

La violencia es un problema social generalizado que afecta al colectivo, a la totalidad


de la población. Todas las formas de la violencia (no sólo la vivida durante el
conflicto armado pasado) son un problema de carácter público donde tanto el Estado
como la sociedad civil tienen grados de responsabilidad para buscar salidas. Por ello
las soluciones deben darse igualmente en planteos globales donde la
institucionalidad del Estado, así como la cultura del día a día del colectivo, juega un
papel clave. Entre las causas de las violencias hay un entrecruzamiento de lógicas,
de ámbitos: la violencia estructural que mantiene las diferencias socioeconómicas –
que es, ella misma, una matriz violenta fundamental– sirve a la vez como caldo de
cultivo para el mantenimiento de una población desesperada. Y de allí es posible que
puedan salir más hechos violentos. La impunidad y el autoritarismo históricos son,
a su vez, causa de una cultura de violencia que se extiende por todos los estratos y
que el reciente conflicto armado vino a entronizar. A su vez, el mantenimiento de
altos niveles de violencia delincuencial es un fenómeno que tiene que ver con la
pobreza y que sectores interesados pueden aprovechar. En definitiva: el clima de
violencia actual es un entrecruzamiento de causas. Lo curioso es que, aunque todo
ello se sepa –hay ya innumerables estudios serios al respecto–, ninguna de ellas se
ataca con toda la energía que la situación demanda.

El ejercicio de cualquier forma de violencia es siempre la expresión de una relación


de poder. Por ello, al abordar la persistencia de la cultura de violencia que no cesa (y
al indicar los posibles pasos para afrontarla), se estará tocando el ámbito mismo de
los poderes, de su dinámica y enraizamiento, de su ejercicio efectivo. Dado que la
violencia se mantiene, o se acrecienta, ello permite ver que las actitudes autoritarias
heredadas de la recién finalizada guerra interna persisten en la forma del
comportamiento violento "normal" de la vida cotidiana del ciudadano común
guatemalteco. Se deben ver en forma crítica las relaciones de poder establecidas en
el seno de la sociedad, poderes entre sectores económicos, entre géneros, entre etnias,
entre adultos y jóvenes. Entrecruzamientos que, en definitiva, son los que explican
por qué se da la violencia, y eventualmente, indican qué hacer para buscarle caminos
alternativos a la situación creada.

Estos últimos años se habló de transformar la cultura de violencia hacia una cultura
de paz. Eso, en sí mismo, está muy bien, es loable. Pero es irrealizable si no cambian
al mismo tiempo las estructuras sociales en que se apoya la violencia: la pobreza, la
exclusión social, la ignorancia. Tal como lo expresara una dirigente maya hablando
de la actual democracia guatemalteca: "Nunca tuvimos tantos derechos como ahora,
pero tampoco nunca tuvimos tanta hambre como ahora". El Estado es un instrumento
clave en esa empresa. Luego de años de prédica neoliberal y achicamiento de los
aparatos de Estado vía privatizaciones, se ve la importancia decisiva de contar con
políticas públicas sostenidas para enfrentar los grandes problemas sociales. Para
muestra, un botón: en Guatemala hay alrededor de 22,000 agentes de la Policía
Nacional Civil contra más de 150,000 de las agencias privadas de seguridad
(ODHAG, 2012). Más allá de constituir un buen negocio para los propietarios de
esas empresas y fomentar un paranoico clima de militarización, lejos está de
garantizar la seguridad ciudadana. La paz y la convivencia democrática no se
consiguen a base de armas y casas amuralladas. Todo lo contrario: se consigue con
mejores condiciones de vida, con el involucramiento de las poblaciones en sus
problemas cotidianos, con democracia genuina. En eso el Estado debe jugar un papel
determinante y efectivo.

3. VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

El maltrato intrafamiliar se define como un conjunto de actos que atentan contra la


integridad física, psicológica, social y/o económica de algún miembro de la familia.
Normalmente, las víctimas de la violencia intrafamiliar suelen ser los niños y las mujeres.
Todos sabemos que siempre es triste y doloroso arrastrar la vida cuando no se recibió
amor, sobre todo de los padres durante la niñez. Todo el que ha estudiado un poco al ser
humano, le va a decir que los cinco primeros años de la vida dejan una marca imborrable
para toda la vida, para bien o para mal.
Por eso, el privar a un niño de amor es como privar de fertilizante a un árbol que empieza
a crecer, pero el golpearlo es como echarle veneno, lo va a terminar de matar
psicológicamente y emocionalmente, o mejor va a crecer herido de muerte. Pero hay
golpes y golpes, algunos golpes sacan sangre o dejan morados, incluso un mal golpe
puede producir la muerte, pero hay otros mas sutiles que no se ven, pero que se graban a
fuego lento no sólo en mente sino en la identidad de ese niño o de esa niña. Se graban en
su "yo", y los frutos de estos golpes emocionales se van a ver después en sus relaciones
con personas significativas y en su relación con el mundo.
3.1. El maltrato intrafamiliar: el niño y la niña golpeados

Resulta importante hablar un poco más detalladamente de esos golpes, que solamente
los ven o los oyen quienes los dan, aunque no piensen en las consecuencias futuras
y terribles que van a traer en sus hijos.
Está claro, que cuando se repiten los golpes físicos, pero sobre todo los psicológicos
o emocionales, se va agotando el amor. Nosotros los adultos sabemos cómo duele el
silencio, tal vez más que las palabras ofensivas. Ese silencio es el peor de los
castigos, ahora imagínese a un niño que no ha hecho nada y no se le habla, y no se
le abraza y acaricia.
¿Han pensado en el daño que hacen a sus hijos, posiblemente muchas veces sin darse
cuenta, cuando en lugar de relacionarse con sus hijos pequeños están preocupados
del trabajo, con la limpieza, etc., en forma obsesiva y perfeccionista la casa? Son
golpes lentos que van formando defectuosamente la escultura de su hijo.
Silencio y ausencia, cuando se reprocha al hijo los pequeños errores pero cierras tu
corazón y tu boca cuando hace algo bien. Por, ejemplo, cuando el niño empezó la
guardería e hizo un dibujo, que pudo ser cuatro rayas cruzadas, pero que para él era
una obra de arte, en lugar de abrazarlo o alabarlo, guardaste silencio. Con ello se
produce en el hijo que aprenda a ver sólo los errores, pero no lo bueno que hay en
sus personas.

3.2. Violencia doméstica y violencia de género

Lo peor es que la mujer repetidamente abusada se destruye psicológicamente. Su


yo, su identidad individual. Eso la incapacita para tomar las decisiones correctas.
Cae en la ambivalencia efectiva ("¡Qué bueno es él cuando no me golpea!"); su
autoestima queda por los suelos hasta creer ella misma que merece tales insultos y
golpes.
Cuando una persona cae a ese nivel, su capacidad de decisión queda prácticamente
anulada, porque el principio vital está herido de muerte. Si a una persona así
aplastada se le amenaza con un "Si me denuncias, te mato", se sentirá paralizada.
Quizás en un último intento de supervivencia reaccione, pero usando las mismas
armas que a ella la han destruido. El amor no debe doler. El amor implica confianza,
protección, respeto a los gustos del otro, comunicación, caricias, ayudas al
crecimiento emocional y espiritual. Consiste en compartir la vida con alegría,
dialogar sobre las diferencias y preferencias, y respetar la integridad física, moral y
espiritual de la persona amada.
Las mujeres que aguantan una relación abusiva indefinidamente acaban perdiendo
su salud física y menta, se enferman, toda la familia termina enferma. Las mujeres
en situaciones abusivas pierden su autoestima. No saben protegerse, ni se dan cuenta
del peligro que corren.

4. VIOLENCIA ESTRUCTURAL

El término violencia estructural es aplicable en aquellas situaciones en las que se produce


un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar,
identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, es decir, sin
necesidad de formas de violencia directa. El término violencia estructural remite a la
existencia de un conflicto entre dos o más grupos de una sociedad (normalmente
caracterizados en términos de género, etnia, clase, nacionalidad, edad u otros) en el que
el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente a favor
de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de
estratificación social. La utilidad del término violencia estructural radica en el
reconocimiento de la existencia de conflicto en el uso de los recursos materiales y sociales
y, como tal, es útil para entender y relacionarlo con manifestaciones de violencia directa
(cuando alguno de los grupos quiere cambiar o reforzar su posición en la situación
conflictiva por la vía de la fuerza) o de violencia cultural (legitimizaciones de las otras
dos formas de violencia, como, por ejemplo, el racismo, sexismo, clasismo o
eurocentrismo).

5. CONFLICTO ARMADO INTERNO

El estigma colonial de las relaciones económicas, culturales y sociales provocó que estas
fueran jerárquicas. El Estado, después de la emancipación política de 1821, fue
totalmente racista y excluyente. Esta exclusión fue marcada por los procesos de
marginación y rezago en la prestación de servicios básicos, el desarrollo de capital
humano y el acceso a los beneficios sociales. La violencia apuntó desde las estructuras
estatales a los pobres, a los excluidos y a los indígenas. Esos condicionamientos limitaron
permanentemente la formación de un Estado democrático, y su tarea no fue más allá de
perpetuar o reproducir las estructuras de poder con características como la explotación
de los indígenas y la exclusión de los mestizos empobrecidos.

La guerra intestina llegó como consecuencia lógica. Los enfrentamientos armados


tuvieron fundamento también en factores internos y externos cuya influencia real aún no
se ha determinado a cabalidad. La suma de las causas históricas no habría sido suficiente
por sí misma para generar insurrección. Nuevos fenómenos sociales, religiosos y
políticos en las décadas de los años 50 y 60 impulsaron a los sectores excluidos a optar
por la vía armada como única alternativa de solución.

Duele entonces ver nuestro pasado y nuestro presente. Miles de muertos, más de un
millón de desplazados, familias completamente desintegradas y polarizadas. Y las causas
de toda esa vorágine han intentado repetir a ojos vistas el fenómeno iterativo del mal, que
culmina en la muerte.

Las grandes potencias siguen jugando el mismo rol. En aquella época, las superpotencias
aprovecharon esas luchas para experimentar nuevas armas. Ellas pusieron los materiales
bélicos, diseñaron y ensayaron técnicas de insurgencia y contrainsurgencia, estudiaron
tácticas y nuevas estrategias de guerra, y en América Latina nosotros contribuimos con
los campos de batalla, los combatientes de uno y otro lado, los heridos, los muertos, las
viudas y los huérfanos
Hoy el contexto político nacional parece indicarnos que estamos ante otro experimento
político y bélico en el cual los nuevos ingredientes son el crimen organizado y el
narcotráfico. Y ese añadido está volviendo a provocar relaciones sociales
exageradamente violentas, si bien con rostros diferentes a los conocidos durante el
conflicto armado interno. Pero el poder, todo el poder concentrado en pocas personas que
no respetan lo legal e institucional, emerge como una terrible constante.

Entonces, ¿valió la pena habernos enfrascado en aquella guerra intestina que provocó
tanta desgracia? ¿Podremos rescatar algo? Porque, como dice el refrán, «del caballo
perdido, aunque sea la gamarra». Yo creo que sí. Para ello habremos de leer mucho,
indagar, estudiar nuestro pasado y analizar nuestra historia para prever el futuro. Solo así
podremos evitar que nos sigan utilizando como ratones de experimento.

6. ACUERDOS DE PAZ

Los Acuerdos de Paz consisten en doce acuerdos que fueron suscritos por el Gobierno de
la República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG-
entre 1991 y 1996, para alcanzar soluciones pacíficas a los principales problemas que
generó el Conflicto Armado Interno que afectó al país durante más de tres décadas.

El proceso de negociación para la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala, inició en


1987 y el punto de partida fue la suscripción del Acuerdo de Esquipulas II, con base en
la Declaración de Esquipulas y el Acta de Contadora para la Paz y la cooperación en
Centroamérica.

Los Acuerdos de Paz consisten en:

a. Acuerdo marco para la búsqueda de la paz por medios políticos

b. Acuerdo global sobre Derechos Humanos

c. Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigados por el


enfrentamiento armado.

d. Acuerdo sobre el establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico


e. Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas

f. Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación agraria

g. Acuerdo sobre el fortalecimiento del poder civil en una sociedad democrática

h. Acuerdo sobre el definitivo cese al fuego

i. Acuerdo sobre reformas constitucionales y régimen electoral

j. Acuerdo sobre bases para la incorporación de la URNG a la legalidad

k. Acuerdo sobre el cronograma para la implementación y verificación de los Acuerdos


de Paz

l. Acuerdo de paz firme y duradera

Después de la firma de los acuerdos, lo que se ha buscado es la construcción de una


Cultura de Paz, -entendida como un modo de vida en el que las personas aplican métodos
pacíficos como el diálogo, la tolerancia y la cooperación en lugar de métodos violentos-,
con el propósito de que sea una realidad en Guatemala.

7. VICTIMOLOGÍA

Las víctimas de los delitos han sido las grandes olvidadas durante gran parte de la historia
hasta mediados del siglo XX, en el que con el nacimiento de la Victimología, empiezan
a obtener un gran protagonismo que ha ido avanzando paulatinamente hasta nuestros días
reconociéndolas numerosos derechos. En primer lugar, se expone el concepto de víctima
desde su origen hasta la actualidad de autores, organismos internacionales y la definición
legal de los órganos europeos y españoles. Posteriormente nos referiremos a cómo han
evolucionado sus derechos y finalmente describiremos los derechos que tienen en la
actualidad las víctimas de un delito en España mediante la ley 4/2015 del Estatuto de la
víctima del delito aprobado en el año 2015.

8. ARBITRARIEDAD, ABUSO DE AUTORIDAD Y OMISIÓN

Un modo bastante común de actuación en autoridades nacionales a lo largo de la historia.


Una conducta que sigue estando presente y que dibuja las actuaciones de funcionarias y
funcionarios en distintos campos de la administración. Y ha sido precisamente ese
comportamiento el que ha caracterizado la actitud de las autoridades hacia dos personas
que actúan en campos distintos de la vida nacional.

La tarde del martes 30 de mayo, las redes sociales daban cuenta de la retención por parte
de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) del coordinador general del Comité de
Unidad Campesina (CUC), Daniel Pascual Hernández. El dirigente social retornaba,
junto con otras personas de su organización, del municipio de Panzós, Alta Verapaz. Un
día antes habían participado en la conmemoración del 39 aniversario de la masacre
perpetrada por elementos del Ejército contra comunitarios que reclamaban la legalización
de sus tierras y la devolución de los territorios de los que fueron despojados. Más de 30
víctimas fatales fue el resultado de la emboscada, en la cual los elementos castrenses se
apostaron en los techos de los edificios públicos del municipio, desde donde dispararon.
Una masacre recordada año con año como expresión extrema de la arbitrariedad estatal.

De ese acto conmemorativo retornaban Pascual y sus colegas cuando, a la altura de El


Boquerón, en la ruta entre El Estor y Río Dulce, los efectivos de las patrullas identificadas
con los registros Difep-005 y GEP-007 les hicieron el alto. Luego de parar e identificarse,
resultó que los agentes les requirieron las llaves del vehículo del CUC y retuvieron el
documento personal de identificación (DPI) de las pasajeras y los pasajeros. Durante una
hora aproximadamente, los agentes de la PNC (que al parecer no pertenecían a comisarías
del entorno) tuvieron retenidos los DPI, las llaves del vehículo y, de este modo, a las
personas propietarias de estos bajo el argumento de que investigaban a Pascual. Tan solo
los dejaron libres cuando comprobaron que el dirigente del CUC tenía medidas cautelares
otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ante las
constantes amenazas que enfrenta.

Sin motivo aparente fue retenido, al igual que quienes lo acompañaban, tan solo porque
una persona que ostenta autoridad policial así lo decidió en un trayecto alejado de la
ciudad. Cabe preguntarse cuántas personas más han sido víctimas de atropellos similares
y no han podido denunciarlo.
9. DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Definimos el derecho de los indígenas como el reconocimiento colectivo de los derechos


colectivos de un pueblo natural de una región, donde se incluyen los derechos humanos,
así como también el derecho a su propio idioma, su cultura, religión y el territorio que,
tradicionalmente, había habitado su pueblo; en especial esto último tiene una gran
relación con el colonialismo y la invasión de la tierra en épocas anteriores y en la justa
retribución actual para la pervivencia de los pueblos originarios, de su cultura, su forma
de pensamiento y su perspectiva del mundo.

Probablemente, el ejemplo más recurrente es el de los nativos de Norteamérica, pero esta


es una realidad que también se ha dado en Centroamérica y Sudamérica, así como en
Australia y Nueva Zelanda, África y en cualquier latitud: en Asia, los pueblos akha,
karen, hmong, judíos, palestinos y kalbelya; en África, los senufo, los tuareg, los pueblos
bamba, peul o fulani y los masái; y muchos otros, como el pueblo rom o romaní y los
armeníos, en Europa, o los menonitas, navajos, mayas, mapuche, pijao y decenas de
pueblos amerindios en América.

En cualquier caso, resulta complejo generar una fórmula que acoja todas estas identidades
con relaciones muy distintas tras la colonización de los extranjeros; entendiéndose
siempre que los pueblos indígenas han sufrido injusticias históricas e intentando reparar
esta situación desde, por lo menos, mediados del siglo XX, cuando la OIT publicó el
primer Convenio sobre poblaciones indígenas y tribales: el Convenio C107. Al tratarse
de un documento ampliamente superado, hoy nos centraremos en las dos grandes
herramientas que lo han sucedido: el Convenio 167 de la OIT y la Declaración sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas.

10. EL DESPOJO

El delito de despojo territorial no es novedoso en Guatemala, de hecho la mayoría de


grandes extensiones fueron fundadas con base a la expoliación masiva, violenta y
permanente de los bienes colectivos de los pueblos indígenas, ante esto, lo novedoso es
que finalmente después de tanta denuncia, sangre, frustración y resentimiento acumulado,
el sistema de justicia haya aceptado e investigado un caso concreto que retrata el saqueo
de tierras a campesinos indígenas y que un primer grupo de 14 personas fuera detenido y
acusado de este delito a pesar del poder y el control que han construido en la región.

En Guatemala las comunidades indígenas –urbanas o rurales– desde el siglo XIX no han
dejado de denunciar que las pocas tierras que les quedaron de la época colonial
empezaron a serles arrebatadas a través de múltiples formas, desde legales hasta ilegales.
Basta revisar los archivos locales, departamentales y nacionales para leer las amplias
denuncias que los afectados colocaron en los tribunales sin que fueran investigadas, por
el contrario, la respuesta que recibieron del Estado fue la detención ilegal, la tortura, el
desaparecimiento y el arrastramiento por las fuerzas de seguridad. De igual manera,
varios historiadores, nacionales y extranjeros, han documentado y publicado sendos casos
en donde han mostrado cómo se han realizado esos procesos de pillaje a los pueblos
indígenas. De hecho el último genocidio ejecutado por el Estado de finales de 1970 y
principios de 1980 buscó, entre otras razones, arrebatarles a los indígenas los últimos
territorios que les quedaban para entregarlos a las empresas extractivas.

11. DISCRIMINACION Y RASISMO

Discriminación significa tratar a alguien de forma diferente, es decir, tratar a una persona
peor que a otra en las mismas circunstancias. El motivo de la discriminación puede ser el
origen étnico, la nacionalidad o la religión, entre otras cosas.

También se considera discriminación la creación de un ambiente amenazador, hostil,


despectivo o humillante, así como obligar o alentar a otra persona a realizar actos
discriminatorios.

Un ejemplo de discriminación sería no recibir un servicio por motivos origen étnico o


que, en una reunión de trabajo, se le exija un dominio absoluto de la lengua finesa, aunque
este no fuera un requisito para el trabajo en cuestión.

El hecho de tratar a las personas de distintas formas no siempre es discriminación. Se


puede tratar a las personas de diferente modo cuando hay un motivo aceptable.
La ley de no discriminación establece qué se considera discriminación.

La ley de no discriminación prohíbe la discriminación por edad, origen, nacionalidad,


idioma, religión, convicción, opinión, actividad política, actividad sindical, relaciones
familiares, estado de salud, discapacidad, orientación sexual u otros motivos relacionados
con la persona. Nadie puede verse en una situación desfavorable por ninguno de estos
motivos.

La ley de igualdad prohíbe la discriminación por motivos de sexo.

Racismo (rasismi) significa considerar inferior a un grupo de personas o a una persona


perteneciente a ese grupo por motivos de origen, color de piel, nacionalidad, cultura,
lengua materna o religión, entre otros. Un delito de racismo es un delito en el que el autor
del mismo tiene un motivo racista. La violencia, la difamación, la discriminación, las
amenazas, las vejaciones o los daños pueden ser delitos de racismo. Si usted es víctima
de un delito de racismo, informe de ello a la policía.

12. GARANTIAS INTERNACIONALES DE PROTECCION

Los DDHH se fundamentan en normas propias que forman parte del Derecho
Internacional, del cual todas las personas son sujetos como titulares directos de los
DDHH (no solamente los Estados) con capacidad para hacerlos valer en instancias
internacionales. Estas normas se encuentran en el Derecho Internacional de los DDHH,
el Derecho Internacional Humanitario, el Derecho Penal Internacional y el Derecho
Internacional sobre Refugiados, que en la actualidad son aplicables de manera simultánea
para la protección de los DDHH en todas las circunstancias.
Los Tratados Internacionales de DDHH, de los cuales forman parte los Estados, traducen
estas normas en obligaciones jurídicamente vinculantes que deben ser cumplidas con el
objeto de lograr la plena efectividad de todos los DDHH en las jurisdicciones internas.
Dentro de estas obligaciones, tienen efecto inmediato:

1. Reconocer las normas internacionales de los DDHH en el ordenamiento jurídico


interno.
2. Respetar y garantizar todos los DDHH.

3. El ejercicio de los DDHH sin discriminación alguna.

4. Adoptar las medidas necesarias “hasta el máximo de los recursos de que disponga,
incluyendo los internacionales” para garantizar los niveles esenciales de cada uno de
los DDHH, cuyo ejercicio o satisfacción es de cumplimiento estricto, sin excusas de
ningún tipo.

5. Vigilar de forma constante la situación real de cada uno de los DDHH y la medida en
que todas las personas los disfrutan o no.

6. Garantizar recursos efectivos ante los tribunales nacionales competentes que ampare
a las personas contra actos que violen sus derechos.

En las demás obligaciones, los Estados se comprometen a cumplirlas “por todos los
medios apropiados”, “en un plazo razonablemente breve” y con un “proceder lo más
expedita y eficazmente posible”, no siendo admisible justificar su incumplimiento
invocando las disposiciones del derecho interno, la omisión total o parcial de leyes, la
falta de información o de recursos, la orden o decisiones de terceros, la ocurrencia de
emergencias o el agotamiento de las vías internas.

A tal efecto, todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales,
generan obligaciones de garantía que deben ser jurídicamente amparadas por las
instancias judiciales. Estas son:

12.1. Garantías Normativas: es el reconocimiento y la protección obligatoria y


siempre progresiva de los DDHH en la Constitución y en las leyes. Todos los
DDHH son de reserva legal y cualquier aspecto relacionado con ellos debe estar
contemplado en la ley; nunca fuera de ella.
12.2. Garantías de Tutela: son poderes y recursos establecidos por ley para
resguardar los DDHH y sus garantías, ante acciones u omisiones de los
organismos ejecutivos, legislativos, judiciales y administrativos del Estado,
incluyendo el resguardo de las normas constitucionales y legales que consagran
los derechos, así como los recursos y las instituciones garantes.
12.3. Garantías Institucionales: son instituciones, políticas y medios requeridos por
ley que garanticen como mínimo los niveles esenciales de la protección y la
satisfacción de los derechos protegidos.
12.4. Garantías Judiciales: son instituciones, políticas y medios establecidos por ley,
indispensables para la tutela judicial efectiva de los DDHH. Permiten a las
personas acudir a instituciones independientes con poder para determinar
incumplimientos e imponer sanciones.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 “¿Qué son los Derechos Humanos?”. (2010, 1 de junio). Procuraduría de los Derechos
Humanos de Guatemala. Recuperado el 23 de septiembre de 2010, de
http://www.pdh.org.gt/index.php?option=com_content&view=article&id=1&It
emid=3
 Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala (2010). Procuradores de los
Derechos Humanos. Recuperado el 23 de septiembre de 2010, de
http://190.111.7.233/procurador/procuradores
 Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala. (2008). Informe Anual
Circunstanciado: Tomo II – Memoria de Labores.

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