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KARL JASPER, ORTEGA Y GASSET, NEWMAN

La idea de universidad en la filosofía de Karl Jaspers

A. La ciencia
B. La comunicación
C. La verdad
D. El hombre
E. La trascendencia
A.Frente a las visiones de corte sociológico-administrativo-político y
económico es preciso anteponer una interpretación pedagógica
para la universidad.

B. Una teoría pedagógica para la universidad debe partir del


esclarecimiento de lo que es la universidad.

C. Estudios —de reconocida importancia— han tratado, directa o


indirectamente, argumentos concernientes a la idea de universidad:
el problema de sus objetivos, el lugar de la ciencia y la investigación,
la cuestión de la libertad académica, la cultura, etc. Lo que se quiere
enfatizar aquí es que aún falta un trabajo que rescate las
concepciones de Newman, Ortega y Jaspers desde una perspectiva
que permita la reconstrucción racional de sus pensamientos, lo cual
otorgaría la posibilidad de integrarlos en el cuerpo teórico de los
debates actuales.
Durante toda su vida, Jaspers se mantuvo
comprometido con la idea de universidad
como un tipo peculiar de escuela en la que no
sólo se instruye, sino que los estudiantes
«participan en la orientación investigadora
mediante la enseñanza del profesor y, con
ello, adquieren un estilo de pensar científico
que determina sus vidas» (1961, pág.1)
«Es preciso ejercitar métodos de
interrogación. En cualquier especialidad es
preciso llegar al fundamento último.

La educación universitaria es «por su


misma esencia, educación socrática» (pág.
86), ya que apela a la responsabilidad y
libertad del estudiante. «Sólo en la libertad
accedemos a experimentar la voluntad de
saber original y, con ello, la independencia
del ser humano, que se sabe donada por
Dios y, a la vez, a El vinculada». A la libertad
de aprender corresponde la libertad de
enseñar
A partir de la comunicación con el
investigador y de la participación en el
proceso de investigación es posible
fomentar en el estudiante la actitud
científica, que Jaspers caracteriza como
«objetividad, entrega al objeto, minuciosa
ponderación, indagación de posibilidades
contrapuestas, y autocrítica». Es ésta una
«formación para la razón», que cobra
realidad inadvertidamente y de manera
imprevista.
IDEA DE UNIVERSIDAD :
CONCLUSIONES

…Y aquello que ellos exigían, en lo cual sus


voces se hacen una, representa la fuente
donde se arraiga la idea de universidad: la
misión de alcanzar un saber originario,
dirigido al todo; la vindicación de una
libertad y autonomía, imprescindibles para
que dicho saber se desarrolle
ilimitadamente; la capacidad incondicional
de contribuir a la formación del hombre.
Ortega y Gasset, con idéntica inspiración,
apuntó para la universidad la misión de
otorgar una cultura que restituyera por la
unidad vital a la cual se orienta, la
integridad del hombre. De igual modo, para
Jaspers, esa totalidad se le presentó en
forma de un impulso que reconoció como
voluntad de saber y búsqueda de la verdad,
instancias básicas y fundamentales de la
condición humana.
A. Primera cuestión: La imagen unitaria del
mundo
Ortega y Gasset, con idéntica inspiración,
apuntó para la universidad la misión de
otorgar una cultura que restituyera por la
unidad vital a la cual se orienta, la
integridad del hombre. De igual modo, para
Jaspers, esa totalidad se le presentó en forma
de un impulso que reconoció como voluntad
de saber y búsqueda de la verdad, instancias
básicas y fundamentales de la condición
humana.
¿Qué es lo que varía? No cabe duda de ello,
las diferencias se encuentran en sus
concepciones respecto de lo que entienden
que el hombre es y está llamado a ser.
para Jaspers, en cambio, cada uno debe
arriesgarse a producir desde sí mismo esa
verdad.
Jaspers colocó a la ciencia como la condición de toda veracidad para la
universidad.2 De ahí que la ciencia aparezca en su diseño de la
universidad como la garantía que estimula la búsqueda de la verdad y el
todo, lo entendía que no había veracidad posible si antes no se había
incorporado la actitud y el modo de pensar científicos.
…para Ortega el hombre es él y su
circunstancia, un aquí y ahora; por tanto,
nada hay más importante que la aclaración
de ese entorno en el que está determinado a
vivir.
A ese sistema de creencias, desde el cual el hombre
vive y que le constituye necesariamente, a ese
repertorio de convicciones efectivas, Ortega lo
llamó cultura. De ahí que hiciera de ella la misión
ineludible y constitutiva para la educación
universitaria. ¿Y qué venía a significar con estos
enunciados? Que la vida no se entregaba ya hecha,
sino que se la debía ir realizando a cada paso,
decidiendo qué hacer, interpretando la
circunstancia —cultura— e intentando salvarse de
su cerrado círculo. En eso consistía propiamente la
vocación de cada hombre, en elegir y diseñar el
plan que condujera su destino.
Segunda cuestión: Hacia la extensión del
significado atribuido a la autonomía universitaria

Fieles a la conceptualización histórica del ideal,


nuestros dos autores concibieron la universidad
como una corporación con autonomía. Sin
embargo, resulta interesante advertir que bajo este
principio ellos señalaban no sólo un objetivo a
lograr, como actualmente se entiende, sino una
condición previa y necesaria para su
desenvolvimiento. Es decir, la universidad tenía que
ser, antes que universidad, corporación autónoma.
Luego, se debe entender que este supuesto engloba
tanto a la atmósfera en la que se realiza su
actuación, como a la forma de gobierno que la
distingue de las demás instituciones educativas,
porque sólo desde sí misma es posible que dilucide
sus objetivos y quehaceres, sin que ninguna
injerencia ajena a ella pueda intervenir. De ahí que
la libertad académica sea su dignidad.
Pero ¿qué entendían ellos por autonomía?
Algo idéntico: que ninguna institución
exterior —Iglesia, Estado, sociedad— podría
supervisar la educación universitaria ni sus
métodos, tampoco el contenido ni la
extensión del conocimiento que en ella se
realizaba, ni tan siquiera cuando la
sostuviera económicamente o la respaldase
con su autorización para el funcionamiento.
Por lo tanto, puede decirse que la autonomía
universitaria consiste en realizar su misión
en forma independiente de los deseos e
imposiciones que pretendan limitarla desde
afuera.
Frente a la gravedad de estos planteos, estimamos que el pensamiento contemporáneo podría
verse muy favorecido si acertara a comprender:

a. Que la idea de autonomía es un supuesto que condiciona toda la labor universitaria,


convirtiéndose en la garantía de la plena libertad académica.

b. La autonomía no es algo que sólo deba resguardarse ante los embates del Estado o de la
Iglesia, sino también ante las corrientes ideológicas que hacen de la sociedad o el mercado
ocupacional los puntos cardinales para que la universidad corrija y rectifique sus objetivos. Sin
embargo, esta ampliación en el significado no es suficiente.

c. Tal autonomía no invalida la participación de la universidad en los asuntos sociales o políticos,


ni la confina al aislamiento del sentir de su tiempo. Por el contrario, sólo porque su pensar se
mantiene independiente podrá asumir el desiderátum orteguiano y ser, en medio de la vida, de
sus urgencias y de sus pasiones, un poder espiritual superior que represente la serenidad frente
al frenesí.
C. Tercera cuestión: La formación del hombre

Pensar que más allá de la formación científica y


profesional, debe asegurarse el entregar ciertos
beneficios para los que no se requiriese fin
utilitario alguno. Por eso la universidad se
convertía en el paso decisivo para la vida futura del
estudiante, porque se lo había formado como un
pensador independiente, autorresponsable, crítico
y orientado a la comunicación.
Por eso la universidad debía ser un lugar de
educación y formación, más que de instrucción.
La misión de la universidad no es que
sus profesores tengan un currículo
muy abultado con muchos logros
personales, mas bien, que la
institución logre sus fines de producir
y transmitir conocimiento para el
bienestar del pueblo.

Cuando se informa no se forma, se


comunica algo, pues solamente uno se
forma cuando transforma
reflexivamente aquello que se le
informa, ya que la formación es un
hacer
Si uno no procesa la información que
recibe, si uno no modifica en algo su
posición epistemológica, si uno no se
confronta y confronta esa información
con el saber —formulando preguntas,
planteando problemas,
cuestionándose...—, para lo cual es
fundamental el ejercicio atento de la
lectoescritura, ¿dónde queda la
formación?
La formación, es un hecho
consubstancial, está atravesada
por la lectoescritura, que implica
un trabajo —un hacer—
intelectual, en el que nos
planteamos problemas,
averiguamos por el saber y nos
hacemos y respondemos
preguntas.

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