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Hacia una economía que permita mejorar el bienestar de los seres

humanos

“La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un
nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza”

Papa Francisco, Encíclica Laudato Sí. 2015

Multipolaridad de la económica mundial

La actual economía mundial se encuentra en débil expansión y con una baja tasa
de crecimiento, producto de la recesión global en la que se encuentra inmersa, ocasionando
un lento crecimiento de las inversiones y del comercio internacional, con elevados niveles
de endeudamiento.

El planeta en el cual vivimos es uno y no lo podemos fraccionar, es por ello que la


economía de cada país tiene implicancias a nivel internacional, por pequeña que sea. El
concepto “economía-mundo” refiere a una unidad funcional que organiza el
desenvolvimiento de la economía global a partir de una estructura de relaciones entre
actores diversos, cada uno con roles distintivos específicos, que identifico y denomino como
“economías avanzadas, emergentes y subordinadas” (Rubio, 2015).

Ante la crisis global producto del capitalismo neoliberal, con constantes conflictos y
tensiones geopolíticas que continúan afectando las perspectivas económicas de las
regiones afectadas, siguen las repercusiones internacionales, con una multipolaridad
económica mundial, conformada por hegemónicos bloques económicos, y acompañada por
una economía de los países emergentes que busca posicionarse; mientras que las políticas
implementadas por los países desarrollados priorizan su propio enriquecimiento, a costa de
perjudicar y empobrecer a los países subdesarrollados.

Se dificulta llevar a cabo un desarrollo sostenible cuando hay una constante y


marcada desigualdad económica en el cual los países privilegiados cuentan con una gran
capacidad productiva y tecnológica, absorbiendo a los países más pobres, debilitando sus
economías, obteniendo una mano de obra barata y aumentando su dependencia
económica en favor de sus propios beneficios. Esto conlleva y perpetúa relaciones de
desigualdad e inequidad, trayendo un gran sacrificio y costo social a los países más pobres,
entre los que se encuentran los países latinoamericanos.

Detrás de porcentajes y números estadísticos provenientes de análisis nacionales,


regionales, o internacionales que emiten los gobiernos, las instituciones, los especialistas o
los científicos, hay vidas humanas que no cuentan con las necesidades básicas para vivir
dignamente y que solo están tratando de sobrevivir en un mundo que cada vez les ofrece
menos posibilidades de vivir una vida digna.

Los países emergentes en busca del desarrollo sostenible

Es a partir de esta situación económica y social asfixiante que estos países, donde
los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y otros países emergentes están tratando
de brindar una propuesta de poder alternativo a la que ya ofrecen la económica de la Unión
Europea y de los Estados Unidos. Los países emergentes que conforman el BRICS
constituyen la columna vertebral de sus economías.

Los BRICS cuentan casi con la mitad de la población del mundo y alrededor del 25%
de la superficie del planeta. Son naciones muy distintas entre sí, que están buscando
generar alternativas y propuestas diferentes a las políticas neoliberales que solo buscan
potenciar sus propias economías, en perjuicio de la situación económica mundial que se
presenta en la actualidad, y sobre la cual se proyectan.

Las emergentes brindan bajos costos relativos de mano de obra por su elevada
población, ofrecen amplios mercados internos y buen nivel educativo. Todo ello, más un
sistema legal seguro y confiable, las hace atractivas para atraer inversión extranjera. Se
insertan en el mundo con competitividad de escala. Han logrado una alta interdependencia
con las avanzadas y se complementan de modo interactivo (Rubio, 2015).

El futuro de los BRICS depende de la posibilidad de combinar el desarrollo


sostenible priorizando la inclusión social y focalizando en políticas económicas y sociales
concretas, ofreciendo posibilidades de crecimiento y desarrollo económico a otras naciones
en crecimiento.
Entre las propuestas principales que vienen elaborando en su plan económico este
grupo de naciones se encuentran:
• Crear el Nuevo Banco de Desarrollo y del Fondo de Reservas cuyo objetivo
es acompañar el crecimiento económico y el desarrollo de los países emergentes,
simplificando los procesos de toma de decisiones;
• Financiar proyectos ecológicos y tecnología verde que ayude a la
competencia internacional;
• Establecer una red universitaria y una Liga de universidades para mejorar la
movilidad académica y desarrollar investigación universitaria.
• Fundar una agencia calificadora que permita bajar los costos de
endeudamiento y quebrar el dominio de las tres grandes calificadoras.

Se requiere de un gran esfuerzo en materia de eficiencia de recursos en las


economías en vías de desarrollo más débiles, en las que se registrarán los mayores
crecimientos demográficos, y en donde los impactos económicos y sociales de la escasez
de recursos y de la volatilidad de los precios probablemente será más severos (Shin, 2004).

Mientras no haya un compromiso de desarrollo sostenible real difícilmente se


pueden buscar soluciones integrales de interacción entre los sistemas naturales y los
sistemas sociales, donde la pobreza está acompañada por la degradación ambiental y el
agotamiento de los recursos naturales. Pero existe esta posibilidad económica
diferenciadora que ayuda a fortalecer el crecimiento, permite colaborar a establecer
alianzas entre economía y ecología, y empezar a analizar la realidad global desde una
perspectiva holística.

Hacia una economía verde

Sin bien el tratamiento del medio ambiente tiene antecedentes de larga data, en la
Declaración de Estocolmo (1972) se comienza a focalizar en el tratamiento del cuidado del
medio ambiente, proclamando la cooperación internacional para el cuidado del ecosistema
de todo el planeta, con la obligación por parte de quien contamina de hacerse cargo
económicamente de ello; implementando la evaluación del impacto ambiental de toda obra
o proyecto que se lleve a cabo. Uno de los objetivos planteados apuntó a estabilizar las
concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera para empezar a revertir el
calentamiento global y empezar a morigerarlo.

Pero fueron las Naciones Unidas quienes comenzaron a tratar el tema en


profundidad, iniciándose en el estudio y la utilización de los recursos naturales y bregando
para que los países en desarrollo pudieran ejercer el control de sus propios recursos
naturales.

La definición sobre desarrollo sostenible empleada por primera vez en 1987 en la


Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU, creada en 1983, enunciaba "un
desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de
las generaciones futuras para atender sus propias necesidades".

El concepto de desarrollo sostenible, abordado y publicado oficialmente por primera


vez en el Informe (Reporte socio económico y ambiental) Brundtland celebrado en Tokio,
Japón (1987) planteo un cambio de óptica acerca de la visión del desarrollo humano. Se
propuso un desarrollo que satisfaga las necesidades de la generación presente sin
comprometer la capacidad de abastecer las necesidades de las generaciones futuras.

El Informe de Brundtland ofrece una síntesis de los problemas ambientales a nivel


mundial y propone una serie de medidas a ser consideradas para revertir el proceso. Dicho
informe actualmente sigue vigente, pero muchas de sus consideraciones aún siguen sin
resolverse, debido a que el análisis costo-beneficio carece aún de responsabilidad,
solidaridad y compromiso, empezando por quienes tienen que dirigir las políticas
internacionales y nacionales de los países.

En la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil,


si bien se hizo un llamado al cuidado del planeta, se proclamó que “Los seres humanos
constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible”.

A nivel de la economía mundial, hay varias crisis simultáneas: económica,


energética, alimentaria, del medio ambiente, e incluso, en una perspectiva más general, se
habla de crisis sistémica1. Debido a la complejidad del sistema económico y a lo
preponderante de la temática ya no es factible tratar por separado la crisis económica, la
crisis social y la crisis ambiental. En los últimos tiempos se trata a la situación económica y
ambiental a nivel internacional desde una mirada de interrelación entre las dimensiones
social, medioambiental y económica del desarrollo sostenible, y de las interconexiones que
hay entre ellas.

El medio ambiente y el desarrollo sostenible hoy son un tema candente y prioritario


en todas las agendas internacionales del mundo debido a los serios problemas que generan
los inconvenientes sociales como el hambre, la pobreza, la explotación de personas, la
inmigración o el terrorismo a nivel mundial, pero que repercuten con mayor intensidad en
los países emergentes y los países pobres, producto de políticas económicas no inclusivas.

Repensando la aplicación de políticas internacionales, aparece el concepto de


“economía verde”, que comienza a ser utilizado en el año 2008 por el PNUMA (Programa
de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), considerando las dimensiones económica,
social y ambiental, con el fin de asistir a los gobiernos de todo el mundo en el
"reverdecimiento" de sus economías, que permitan el desarrollo del bienestar del ser
humano y la equidad social, y a la vez buscando reducir los riesgos ambientales.

El crecimiento económico en la aplicación de la economía verde permite un


incremento, acompañado por mejoras ambientales y sociales considerables, que no
perjudiquen el capital natural que conforman los recursos naturales de cada país mejorando
la eficiencia de los recursos y la sostenibilidad ambiental del sistema económico social.

Es en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible,


(Río+20), celebrada en junio de 2012, donde los Estados Miembros analizaron el desarrollo
sostenible y la erradicación de la pobreza como temas principales, y en el documento final
“El futuro que queremos”, se consideró a la economía verde como el elemento clave para
alcanzar el desarrollo sostenible, como el proceso incluyente y participativo más adecuado

1
La crisis capitalista mundial y américa Latina
que permitiría erradicar la pobreza y lograr un crecimiento económico sostenible,
promoviendo el bienestar social de todos los seres humanos.

La actual Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de


2015 en la sede de la ONU en Nueva York, conformada por 17 objetivos de desarrollo
sostenible y 169 metas que deberán ser cumplidas al 2030; presenta una mirada universal,
integral e indivisible, en la cual se plantea un compromiso de colaboración internacional
renovada hacia una visión de un mundo más equitativo, pacífico y sostenible, en el que
ninguna persona debe quedar excluida. Entre sus objetivos principales se encuentran:
poner fin a la pobreza y al hambre, ofrecer salud y bienestar, educación de calidad, trabajo
decente, producción y consumo responsable, entre otros.

Es conocido y notorio que la economía internacional y nuestro planeta están en


crisis. Se hace necesario la contribución y el compromiso para un equilibrio de equidad, en
la búsqueda del bien común, pero se requiere de un cambio de actitudes y de conducta por
parte de todos los que formamos parte de nuestra “casa común”.

Hoy es prioritario, necesario y primordial que todos los seres humanos puedan
realizar su crecimiento potencial con dignidad e igualdad y en un ambiente saludable, en
prosperidad, en paz y apuntando a cumplimentar un comportamiento sostenible.

En la Encíclica “Laudato Si” el Papa Francisco analiza la causa de la actual crisis


ecológica y muestra que es de tipo antropológico, planteando que el problema de la
degradación actual de la tierra, no es solamente económico y técnico, sino también moral
y espiritual.

Tanto las políticas implementadas, como las acciones deshumanizadas que muchas
veces las personas llevamos a cabo de manera egoísta sumando la existencia de
estructuras económicas injustas y desiguales siguen generando la degradación
medioambiental y creando serios inconvenientes y riesgos económicos, sociales y
medioambientales poniendo en riesgo el futuro sobre la tierra, el deterioro ecológico y
acrecentando las situaciones de pobreza y marginación en el mundo.
Dicha crisis medioambiental es el gran reto que compete a todas las personas a
nivel mundial sin distinción de razas, religión, situación social y económica. La solución para
salir de esta crisis que nos afecta a todos, pero principalmente a quienes están en situación
de pobreza es asumir el compromiso que supone una conversión ecológica, un cambio de
visión y de conducta donde el foco este puesto en las personas. En definitiva, un cambio
de paradigma, en la forma de pensar y actuar con libertad y responsabilidad promoviendo
una economía que posibilite un desarrollo integral, solidario y sostenible para que colabore
a garantizar el derecho fundamental para la vida humana y proteger los recursos naturales
escasos a los cuales podamos acceder todos.

El desafío consiste en dar respuestas concretas y urgentes a estos serios


problemas, desde una mirada ecológica distinta y sensible que requiere del compromiso de
cada persona, colaborando a transformar el mundo, bregando por el respeto y el cuidado
de la vida de todos los seres humanos que garantice nuestro futuro y el futuro de las
próximas generaciones, donde los recursos naturales y el ser humano sean la prioridad.

El Papa Francisco nos compromete a “pasar de ser consumidores del planeta a ser
cooperadores de la creación”. Sabemos que no es fácil porque se requiere de una
conversión ecológica, y nos invita a adquirir un estilo de vida más sostenible, a observar y
vivir la realidad de manera más global e interdependiente que permita mejorar la vida y el
beneficio de todos los seres humanos. El desafío está planteado y está en cada uno de
nosotros comprometernos como agentes de cambio para llevarlo adelante como un trabajo
transdisciplinario.

Mariana Ethel Vanyay


Bibliografía

• Ayres, R, et.al. Hacia una economía verde: Guía para el desarrollo sostenible y la
erradicación de la pobreza, PNUMA, DTI/1366/GE. Nairobi, Kenia. 2011.
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Febrero 2016.

2
Doctor en Economía; Documento de Trabajo para la cátedra “Prospectiva Económica Mundial”; Escuela de
Posgrado, Doctorado en Economía, Universidad Nacional de La Matanza, enero 2015 (Buenos Aires, Argentina).

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