Finales de la Edad de Hierro, economía mixta basada en los cereales, las
ovejas y el ganado vacuno. Muchos habitantes de aldeas y pequeñas ciudades cultivaban pequeñas en sus alrededores (extremo inferior) Las cosechas difería en la Europa romana. La viticultura se concentraba en esas mismas regiones, pero se extendió hacia el norte. En las llanuras del norte de Europa, grandes extensiones de paisaje raso y ondulante eran excedentes terrenos para el cultivo de cereales. En Italia, la cría de ovejas y cabras era la forma predominante de ganadería.
MINERÍA
Obtención de metales preciosos.
Explotación de los recursos metalúrgicos, en especial los metales preciosos (cobre, plata y oro). La población local era obligada a trabajar las minas y aportar la mano de obra para construir la infraestructura necesaria bajo la supervisión militar. La actividad de estas minas constituía una de las limitaciones del suministro económico del imperio. La conquista del sur y el centro de España en el siglo II a. C., puso a disposición de Roma cantidades sin precedentes de cobre, plata y oro.
PRODUCCIÓN DE ARTESANÍA
La mayoría de los artesanos trabajaban a una escala relativamente
modesta. Muchos eran libres, pero vinculados por lazos de mecenazgo a ciudadanos más ricos. Los alfareros arrendaban las instalaciones para los propietarios. El sector textil parecía estar muy articulado. Solía hilarse y tejerse en casa, pero en grupos organizados. Los talleres en los que se fabricaban estos productos artesanos y otros se encontraban frecuentemente en contextos urbanos. Pero la localización principal de la producción artesana se hallaba en las ciudades y en los pueblos. La compra de esclavos resultaba cara, pues su precio representaba el trabajo que podían desarrollar por encima del coste de su subsistencia. La mano de obra asalariada era tenida por muy poco, y los esclavos y los artesanos libres podían trabajar juntos.
DISTRIBUCIÓN Y COMERCIO (transporte)
La creación de redes de carreteras y la incorporación del noroeste de
Europa en una sola unidad política facilitó enormemente el contacto cultural y económico gracias a los movimientos de gente y mercancía. Las tecnologías de transporte disponibles afectaban la distribución de mercancías. Los romanos operaban en la temporada de navegación y rara vez se hacían a la mar en los meses de invierno, entre noviembre y marzo. Comercio independiente. El vino italiano entró en los mercados de Galia y llegó incluso a Britania desde el siglo II a. C., mucho antes que estas regiones estuviesen sometidas al control romano. A partir del año 10 a. C., las imitaciones fabricadas en la Galia central y meridional empezaron a conquistar los mercados del norte.
MECANISMOS DISTRIBUTIVOS DEL ESTADO E INTERVENCION
ESTATAL EN EL COMERCIO
El Estado intervenía en el comercio de alimentos importantes,
principalmente para abastecer al ejercito y garantizar el suministro a la ciudad de Roma, cuya demanda de consumo, superaba con mucho la capacidad de su área inmediata del interior en el siglo II a. C. Con el tiempo, emperadores sucesivos añadieron alimentos: aceite de oliva, cerdo vino. Esto debió generar más oportunidades económicas para que los terratenientes abastecieran al Estado. El abastecimiento del ejército era otro ámbito en el que intervenía el Estado. La incorporación de Europa en el mundo romano tuvo un profundo impacto en la variedad y cantidad de productos intercambiados. No solo se comerciaba abundantemente con ellos dentro de Europa, sino que el aceite de oliva, el pescado, el vino, los textiles y la alfarería se importaban a la Europa mediterránea. Roma llegó a depender de las importaciones de cereales. El imperio era un espacio comercial dominante por una sola entidad política.
CONSUMO Y SERVICIOS
Desigualdad social fragmentaria.
La élite tendía al gasto notorio para mantener su estatus social. Los concejales de las ciudades tenían que pagar una cuota para conservar el cargo y la tendencia de una magistratura requería la financiación de espectáculos de gladiadores u otras formas de entretenimiento público. Los proyectos de construcción imperial exigían la importación de mármoles de colores y blancos para las columnas y estampados. El consumo de recursos tanto en materiales como en mano de obra, proclamaba su dominio en Roma sobre un mundo no europeo que generaba esas hermosas piedras. Los monumentos fúnebres fueron afectados por el competitivo despliegue social. Monedas, llaves, instrumentos quirúrgicos, artículos de baño, joyería, clavos, ollas, cristales y otros artículos abundaban en los yacimientos romanos. La cultura romana se extendió gracias a los mercaderes y los ejércitos. El consumo de carne aumentó con especial rapidez y anticipación en Italia, lo cual respondería al consumo urbano de cerdo. Finales del siglo II a. C., aparece la acuñación de monedas de azófar (cobre, zinc, estaño y plomo). En el siglo I a. C., la acuñación celta demuestra cada vez más una influencia de los tipos romanos, pero las emisiones predominantes continuaron siendo el oro y la plata. La principal razón para que el Estado romano empezara a emitir monedas fue para facilitar las labores de recaudación de impuestos y el pago al ejército. Durante el siglo I a. C., las monedas se acuñaban a partir de lingotes y entró en circulación gran cantidad de moneda nueva. Europa monetizada. Las monedas, sobretodo el cambio pequeño, son habituales en villas rurales, explotaciones rurales y pueblos de Italia y las provincias septentrionales y occidentales. La acuñación de plata se realizaba con una mezcla de nuevos lingotes y monedas recuperadas, y desde mediados del siglo II a. C., se aprovechó progresivamente la oportunidad para reducir el contenido en plata del denario. A lo largo del siglo IV se produjeron otras devaluaciones, la producción minera no cubría las pérdidas de circulación ni satisfacía la necesidad de dinero por parte del Estado. La nueva moneda, el sólido, duró hasta el siglo XI.
LA CIUDAD Y EL CAMPO
La ciudad romana, con mucha más variedad de edificios públicos y
servicios, era un centro de consumo. Talleres urbanos que producían una amplia variedad de productos, no sólo para los habitantes de la ciudad y del campo inmediato, sino también para su exportación a lugares más distantes. Las ciudades actuaban como mercados vitales para sus regiones del interior, no sólo para disponer de productos agrícolas, sino también para adquirir herramientas, equipos, objetos y una mayor variedad de alimentos al margen de los cultivados localmente. El estimulo económico que aportaba la ciudad a las regiones del interior se aprecia en los modelos de asentamiento, y con más seguridad en las villas. Dado que las villas se dedicaban a la producción de un excedente de mercado.
DEL SIGLO III EN ADELANTE
Agitación política del siglo III vino acompañada de una degradación de
la acuñación y de inflación. Los recursos del Estado se veían cada vez más absorbidos por las guerras. Las élites municipales, paralizadas por los costes de los programas de construcción pública, estaban cada vez menos dispuestas a echarse al hombro los deberes y el peso de un cargo público. El auge de la Iglesia durante el siglo IV aportó una nueva institución que contribuyó a llenar el vacío del gobierno local. La desigualdad social se intensificó a partir del siglo III. La posición de terratenientes de la élite se vio reforzada por las reformas de Diocleciano (emperador romano) para simplificar la recaudación de impuestos, imposibilitando así que los arrendatarios se trasladaran. El Estado tardorromano amplió su control sobre los individuos de otras maneras para asegurarse el suministro de productos o servicios que no podía garantizar de otro modo. El Estado creó fábricas de armamento y talleres textiles para producir pertrechos y uniformes militares.