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EN UN MUNDO GLOBALIZADO
Los procesos de globalización se han extendido a nivel global en el ámbito económico, político,
cultural y tecnológico. Como en anteriores revoluciones industriales, han impuesto su modelo
económico apoyándose en la ideología del pensamiento neoliberal de la eficacia tecnocrática y del
beneficio.
La globalización ha influido en la criminalidad, el sistema penal ha tenido que adaptarse a los nuevos
tiempos: influyendo en la concepción teórica del Derecho Penal. Como por ejemplo: El Derecho
Penal simbólico o en el Derecho Penal del enemigo.
Imitación de modelos
Nuevas oportunidades antes impensables, como cultivar esto aquí para venderlo allí,
un trasporte antes no existente.
La libre competencia
Eliminación de la legislación no beneficiosa.
Prefieren democracia.
Regulan el intervencionismo del estado, como por ejemplo en mayor seguridad ciudadana.
Es una ideología se basa en la eficacia científica, ya no son necesarios los políticos, sino tecnócratas
que decidirán sobre la capacidad científica de crear riqueza y organizar a la sociedad, todo basado en
un mayor beneficio. Se prefiere la privatización de todos los servicios, cada uno que pague lo suyo.
Poco a poco se debilita el estado por:
Efecto del poder de las multinacionales reduce el poder de intervención de los estados.
Organizaciones internacionales como bancos… también restringen el poder del estado.
Es una visión del derecho penal distinta de la visión del derecho penal tradicional. La
sociedad se ve como un complejo organismo donde cada uno tiene un rol y una competencia
y el castigo no se atiende cómo en el derecho penal tradicional por el hecho de violar los
bienes jurídicos. El derecho penal funcionalista actúa con cánones tecnocráticos de la
globalización y el individuo no tiene un valor en sí mismo, sino que se ve como un peón más
de ese organismo, por ello se basa en la razón científica. Aquí lo importante no es la lesión
de bienes jurídicos, sino que cada uno realice su función y al Derecho Penal le interesa que
funcione todo el organismo y por ello si alguien no actúa como debe hacerlo se le penará.
Desde esta perspectiva, la de protección del cuerpo social, el Derecho Penal se dirigirá
a la protección de los valores más importantes para la coexistencia de la vida social,
es decir, los derechos de los sujetos y los bienes indispensables para su desarrollo.
Pero este discurso ya no vale, la finalidad es que el sistema siga funcionando, y para
ello, lo que hay que exigir es que todos los intervinientes cumplan con aquello que se
espera que hagan. La finalidad no es proteger bienes jurídicos o evitar agresiones, es
que el sistema social sigua funcionando, y para ello hay que obligar a los sujetos a
que realicen aquello a lo que se han comprometido, no castigo a un alumno por hablar,
lo castigo porque me impide dar clase.
Esta concepción toma como presupuesto la idea de que la ley penal cumple una función
simbólica. El derecho penal simbólico tiene una función más pragmática (la utilidad práctica,
identificando lo verdadero con lo útil) y menos pedagógica (pretende educar, enseñar o
instruir), para hacer que la sociedad se sienta cómoda. Cuando surge un problema de
criminalidad se crea una alarma social, y hace que se adopten políticas con la idea de reformar
y establecer penas más duras, para obtener una rentabilidad política. La sociedad pide a través
de la alarma social una respuesta concreta.
La forma más correcta de luchar contra la criminalidad es estudiar el fenómeno que lo crea,
siguiendo desde el punto de vista pedagógico…etc. Esta forma real los resultados se ven muy
a largo plazo porque no obtengo lo que me pide la ideología de la globalización, en la época
de la globalización requiere proporcionar respuestas tecnocráticas.
Así, la rentabilidad política actual se mide en VOTOS y por lo tanto los políticos se ocupan
de intentar ganárselos. El derecho penal simbólico obedece a esa rentabilidad política. Por
ello, calmando la alarma social se obtiene los votos de la ciudadanía y por ello reformar las
leyes penales obteniendo una rentabilidad jurídica, que es mucho más rápido que establecer
una estrategia a largo plazo Por eso la denominación del Derecho Penal simbólico porque no
resuelve realmente los problemas, no crea ni prevención general ni especial, porque
reformando la legislación sino se aplican correctamente no causa efecto, aunque se obtenga
rentabilidad política.
Hablamos de Derecho Penal simbólico cuando se promulgan penas que no tienen más
función que la simbólica, leyes penales que están llamadas a no ser utilizadas.
Estas medidas luego pueden que sean efectivas o no, pero lo que está claro es que
como no la hemos hecho para aplicarla, sino para enviar un mensaje, pues la gente se
percata, ven que mucha reforma pero todo sigue igual, no ha servido para nada,
produciendo descredito general del Código Penal, son esas promesas de que esto no
volverá a pasar y sí que pasa. Además hay otro problema añadido, y es que el
problema de estas normas no es que no sirvan, es que estas normas hacen que el
sistema no funcione.
1.1 Aquellos individuos que cometen su crimen y persiguen un interés determinado (celos,
venganza, dinero, sexual). Estos son ciudadanos y deben ser castigados, respetándoles
unas mínimas garantías.
1.2 Aquellos individuos van más allá queriendo acabar con todo el sistema social e
institucional: son potencialmente mucho más peligrosos que los ciudadanos delincuentes,
porque pretenden competir con el Estado, con armas más peligrosas y sofisticadas, son
el terrorismo y el crimen organizado. Estos se sitúan fuera de la ley y rechazan al propio
Estado, los individuos que forman estas organizaciones no pueden contar con las mismas
garantías que el resto de los ciudadanos. Por dos razones:
A. Porque ellos se sitúan fuera del sistema institucional
B. Porque con las garantías clásicas se debilitan porque necesitan de mayor
fuerza.
La vertiente práctica se produce en el año 2001, tras los atentados del 11 de septiembre en Estados
Unidos. La legislaciones antiterroristas se endurecen, el terrorista es considerado como enemigo, y
desaparecen las garantías básicas que se le conceden a cualquier ciudadano, como tal enemigo, no se
pretende castigar al autor del hecho por el daño causado, sino más bien combatirle para acabar con
él. La estrategia punitiva tradicional es sustituida por una legislación excepcional más parecida al
Derecho Penal militar.
El Derecho Penal del enemigo muestra un carácter simbólico, su utilización en muchas ocasiones
obedece a problemas internos de los gobernantes. Exacerbando la alarma originada por los riesgos
exteriores de acabar con el Estado o con la civilización occidental, se desvía la mirada hacia un punto
común donde los responsables políticos aparecen como una encarnación de la unidad seguridad del
país.
Estas tres formas de ver el Derecho Penal (funcionalista, simbólico y derecho penal del enemigo) son
representaciones de diferentes aspectos de la globalización. Si no existiera ese proceso de la
globalización difícilmente entenderíamos todo lo que acontece en los demás Estados.