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Diccionario de Generos y Modalidades Lir PDF
Diccionario de Generos y Modalidades Lir PDF
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Diccionario de géneros y
modalidades líricas de la
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literatura hispánica
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Alberto Montaner Frutos
Universidad de Zaragoza
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Research Gate, 2015
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Diccionario de géneros y modalidades líricas de la literatura
hispánica [recurso electrónico] / Alberto Montaner Frutos. [s.
l.]: Research Gate, 2015.
DOI 10.13140/RG.2.1.2607.5368
URL
https://www.researchgate.net/publication/281491925_Diccio
nario_de_gneros_y_modalidades_lricas_de_la_literatura_his
pnica
2
© Alberto Montaner Frutos, 2015
3
acróstico: Dicho de una composición poética, que está constituida por versos
cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase.
(Patricio de la Escosura, La Corte del Buen Retiro: Drama histórico en cinco actos escrito
en verso, Madrid, Hijos de Doña C. Piñuela, 1837, acto II, esc. VI, p. 44.)
4
anacreóntica: Composición lírica, usualmente de arte menor, que, a imitación de
las Anacreónticas (colección de poemas helenísticos atribuidos al poeta griego
arcaico Anacreonte), tratan de temas eróticos o sensuales, en suma, los placeres de
la vida, el vino y el amor, con una orientación epicúrea más o menos marcada. Las
Anacreónticas fueron traducidas por Quevedo en su Anacreonte en rimas castellanas.
Sirva de ejemplo la oda XXVIII (ed. Stephanus = Carmina Anacreontea, XVI):
Sin embargo, el autor que aclimató el género en español fue Esteban Manuel de
Villegas en sus Eróticas o Amatorias (Nájera, Juan de Mongastón, 1618), donde
intenta adaptar al castellano metros latinos como la oda sáfica (en el libro I) y los
hexámetros bucólicos (en el libro IV), aunque su tono es más amoroso que erótico.
Uno de los ejemplos más conocidos es el siguiente poema:
5
Filis un tiempo mi amor lloraba,
quísome un tiempo, mas agora temo,
temo sus iras.
Así los dioses con amor paterno,
así los cielos con amor benigno,
nieguen al tiempo que feliz volares
nieve a la tierra.
Jamás el peso de la nube parda,
cuando amenace la elevada cumbre,
toque sus hombros, ni su mal granizo
hiera tus alas.
(Villancico anónimo tradicional, recogido en el Cancionero de Palacio. Se conserva con música; pueden
verse interpretaciones en http://www.youtube.com/watch?v=g_MWGo_1ab0 y, en versión coral
fragmentaria, con partitura, en http://www.youtube.com/watch?v=xeiUaVFtdTE; el enlace al que se
remite desde allí,
http://www.solocoro.com/AL_ALBA_VENID_CANCIONERO_DE_PALACIO_STB_VIDEO.htm
l, está, por desgracia, vacío)
6
bien formas irónicas o de antífrasis amarga, como la Apologia pro vita sua de
Cernuda.
7
báquico: Poema lírico dedicado a elogiar el vino, a los que lo beben y los lugares
en que se toma, desde las tabernas a las salas palaciegas. Puede ser considerado una
modalidad del encomio, si bien normalmente adopta un tono ligero, que puede
devenir abiertamente cómico o satírico. También admite ampliaciones hacia lo
orgiástico.
burlesco: ‘Festivo, jocoso, sin formalidad, que implica burla o chanza’ (DRAE, s.
v.). Tonalidad literaria consistente en ridiculizar o caricaturizar personajes,
comportamientos o situaciones, o simplemente en plantear situaciones cómicas.
Según Robert Jammes y otros gongoristas, la burla se opondría a la sátira porque
la segunda realiza una crítica desde el sistema de valores o ideología dominante,
mientras que la primera lo haría desde unos antivalores, es decir, desde el rechazo
de dicha ideología. Para estos críticos, Góngora representaría lo burlesco y
Quevedo lo satírico, lo que carece de base (el primero está tan comprometido con
el sistema como el segundo, aunque este adopte posturas aún más conservadoras).
En términos históricos, la sátira puede ser grave o burlesca, según adopte un tono
serio o uno jocoso, mientras que la burla puede o no ser satírica, según realice una
crítica de costumbres o simplemente desarrolle un aspecto cómico. Una de las
formas fundamentales de la poesía burlesca (a menudo satírica) es el ▶ epigrama.
8
Composición de cabo roto en los preliminares de la
primera parte del Quijote, según el texto de la edición
príncipe
(El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha,
compuesto por Miguel de Ceruantes Saauedra, Madrid,
por Juan de la Cuesta, 1605, f. ¶¶ 5r)
9
(Caligrama de Guillaume Apollinaire)
(Juan José Tablada [1871-1945], Impresión de La Habana, caligrama publicado en 1919 y reeditado en 1920)
10
canción: Literalmente, es una composición lírica destinada a ser cantada. Ha
servido de designación a diversos subgéneros líricos. En la poesía cortesana del
siglo XV se aplica sobre todo a composiciones amorosas de arte menor iniciadas
por una cabeza o mote (no tradicional, a diferencia del villancico) seguida de una
o más estrofas (habitualmente, dos o tres), cuya porción final reproduce las rimas
o incluso un segmento textual de la cabeza (estribillo).
11
‘eslabón’). A veces la canción presenta envío (commiato, congedo), a menudo más
breve que las estancias (una forma habitual es la del terceto o cuarteto lira) que
contiene la despedida del poeta al destinatario del poema o al poema mismo (en la
poesía española desaparece a partir de Fernando de Herrera). Una variante la
constituye la canción leopardina, que debe su nombre a su inventor, el poeta
romántico italiano Giacomo Leopardi. Se diferencia de la canzone tradicional en
que las estancias, aunque tienen el mismo número de versos, presentan una
distribución libre de las rimas, que varía de una a otra, así como la proporción de
heptasílabos y endecasílabos, además de carecer de chiave. En el Siglo de Oro
confluye con la ▶ oda y el ▶ himno de inspiración clásica.
ya muestra su belleza, 7D
VUELTA 1.ª a do con alta frente 7E
SIRIMA
da Betis su corriente, 7E
llevando al mar tendida su grandeza; 11D
VUELTA 2.ª i vos, lumbres del cielo, 7E
mirad felices nuestro Esperio suelo. 11E
(Estructura de la primea estancia de la canción IV de Fernando de Herrera)
12
relacionadas con el sirventés trovadoresco, pero, mientras que en este se hacía la
crítica «por palabras cubiertas que tengan dos sentidos, para que no se entiendan
de ligero» (del prólogo del Cancioneiro da Biblioteca Nacional de Lisboa), en las
cantigas se ofrecía abiertamente. Con las Cantigas de Santa María de Alfonso X el
sabio aparece una modalidad narrativa de orientación hagiográfica. Las cánticas de
serrana incluidas por Juan Ruiz en el Libro de buen amor pertenecen también a esta
variante épico-lírica, pero en clave burlesca.
CÁNTICA DE SERRANA.
[959] Passando una mañana
el puerto de Malangosto,
salteóme una serrana
a la asomada del rostro: 3855
«Hadeduro,» diz’, «¿dónde andas,
qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?»
[960] Dix’le yo a la pregunta:
«Vóme fazia Sotos Alvos.» 3860
Diz’: «El pecado·t’ barrunta
en fablar verbos tan bravos,
que por esta encontrada
que yo tengo [re]guardada
non pasan los omes salvos». 3865
cantar: 1. Composición épica medieval o cada una de las partes en que se divide.
|| 2. Breve composición poética musicalizada o adaptable a alguno de los aires
populares, como el fandango, la jota, etc. Normalmente comprende una o más
coplas, esto es, estrofas de cuatro versos: redondillas, cuartetas, tiranas, cuartetas
(o coplas) de romance o seguidillas. || 3. ▶ canción (cortesana). || ~de gesta: cantar
1.
13
canto: 1. Composición épica breve o cada una de las partes de una composición
épica extensa. || 2. Composición lírica, genéricamente hablando: los cantos del
poeta. || 3. Se aplica en especial a composiciones encomiásticas o hímnicas: canto
fúnebre, guerrero, nupcial. Tiende a confluir con la ▶ oda y el ▶ himno.
divino (vuelta a lo ~): Operación por la que un texto dado se reescribe para darle
un sentido religioso, como sucede con esta versión de Lope de Vega que vuelve a
lo divino el soneto I de Garcilaso:
14
mas de tu luz mi oscuridad vencida,
el monstruo muerto de mi ciego engaño
vuelve a la patria, la razón perdida.
15
Sannazaro. Se compone de estancias, sin una extensión determinada, y a menudo
es un canto ▶ amebeo, lo que le proporciona ciertas cualidades dramáticas, lo que,
de hecho, permitió la existencia de églogas dramáticas (como las de Juan del
Encina) al lado de las propiamente líricas (como las de Garcilaso). En ocasiones
alterna los tercetos encadenados y las estancias, usándose sobre todo los primeros
para la voz del narrador lírico y las segundas para el canto amebeo. La
ambientación es arcádica, es decir, responde a una visión idealizada de la vida
campesina, y con frecuencia recurre a tópicos como el locus amoenus y puede
relacionarse con otros como el beatus ille (como expresa Salicio en la égloga II de
Garcilaso, vv. 38 y ss.), aunque este suele quedar implícito.
[MELIBEO]
«¿Qué he de hacer? ¿Qué me aconseja Amor?
Tiempo es ya de morir,
más tardo que quisiera en estos hados:
muerta es y llevó mi corazón;
el alma se me sale de dolor,
no la puedo seguir. [...]»
16
(Diego Hurtado de Mendoza, égloga I, en su Poesía, ed. Luis F. Díaz Larios y Olga Gete
Carpio, Madrid, Cátedra, 1990, pp. 65-66)
Además de las églogas en sentido estricto, cualquier poesía lírica puede adoptar
una tonalidad eclógica. Esto es bastante frecuente en el romancero nuevo
(romances pastoriles), pero también se da en otras estrofas, como en el siguiente
soneto:
(Francisco de la Torre, Poesías, ed. Alonso Zamora Vicente, Madrid Espasa Calpe,
1944, soneto 6, p. 44).
La escansión es la siguiente:
17
Quīd mē|, quī mī|lēs nūm|quām tū| sīgnă rĕ|līquī,
Lǣdĭs, ĕt| īn cābe|trīs| vūlnĕrŏr| īpsĕ mĕ|īs?
ELEGÍA
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
18
compañero del alma, tan temprano.
(Fragmento de la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández, El rayo que no cesa, n.º 29,
en su Obra completa, ed. Agustín Sánchez Vidal, José Carlos Rovira y Carmen
Alemany, Madrid, Espasa-Calpe, 1993, vol. I, p. 509)
A menudo, más que de elegía propiamente dicha, cabe hablar de una atmósfera
elegíaca, caracterizada por un sentimiento de dolor contenido y de melancolía, sin
efusiones expresivas (más propias del ▶ planto):
19
Y tú arriba, en lo alto, verde y frío,
¡olvídate! Y olvida al mundo vano,
delicado Giocondo, amigo mío.
(Soneto elegíaco de Federico García Lorca, del 18 de julio de 1924, publicado por
primera vez en el periódico La Verdad de Murcia, y luego incluido en la antología de
Gerardo Diego, Poesía española contemporánea [1932], ed. Andrés Soria Olmedo,
Madrid, Taurus [Clásicos Taurus, 14], 1991. Se conserva un ejemplar de la misma, con
correcciones autógrafas de Lorca, en que el delicado del verso 14 es sustituido por
tristísimo)
Finalmente, cabe señalar la elegía amorosa, que puede referirse solo al sentimiento
elegíaco ligado al final de una relación, sin constituir un canto fúnebre
propiamente dicho.
20
Vrbis encomion: Alabanzas a una ciudad (especialmente a la ciudad natal). Los
elementos que se elogian suelen ser:
21
Yace donde reinaba el Palatino;
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que blasón latino.
(Francisco de Quevedo, Obra poética, ed. José Manuel Blecua, Madrid, Castalia, 1969-
1981, 4 vols., n.º 213, en vol. I, p. 418)
22
cubran tus flores
los arenales.
Guillén Peraza,
Guillén Peraza,
¿dó está tu escudo,
do está tu lanza?
Todo lo acaba
la malandanza.
23
epicedio: Composición poética que, sobre todo en la Antigüedad se recitaba
delante del cadáver de una persona (gr. ἐπικήδειον <epikḗdeion> ‘canto fúnebre’)
y, por extensión, aquella en que se llora y alaba a una persona muerta (▶ elegía,
endecha, planto). A esta modalidad corresponde el lamento que Zorrilla leyó ante
la tumba de Larra:
Poeta, si en el no ser
24
hay un recuerdo de ayer,
una vida como aquí
detrás de ese firmamento...
conságrame un pensamiento
como el que tengo de ti.
(José Zorrilla, Poesías, ed. Narciso Alonso Cortés, Valladolid, Santarén, 1943, p. 25)
El mismo autor tiene una elegía amorosa que adopta la forma de epicedio:
A LA MUERTE DE…
25
sentimentales, y de ahí se adoptó en la latina, donde adquirió un tono más
deliberadamente burlesco, normalmente cifrado en una construcción ingeniosa,
modelo cuyo representante canónico es Marcial.
[TODO SE AGOTA]
Regalando, Macro, anillos a tus amantes,
has terminado, Macro, no teniendo anillos.
[NOTA: A fuerza de hacer regalos, has perdido tu rango de caballero. El ius anulorum era
exclusivo de los senadores, caballeros y magistrados].
El humanista Giulio Cesare Scaligero, en sus Poetices libri septem (Lyon, 1561), III,
126, caracteriza el epigrama como dotado de breuitas et argutia ‘brevedad y
agudeza’. En la literatura española se aclimata como tal en el Siglo de Oro, con
carácter a menudo deliberadamente satírico. Juan de Iriarte lo definió usando la
forma misma del epigrama:
A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante.
Carece de una forma fija, pero se asocia sobre todo a estrofas breves de arte menor,
como la quintilla o la décima, aunque un soneto como el quevediano «Érase un
hombre a una nariz pegado» puede considerarse con propiedad como un
epigrama. Véase otro ejemplo del mismo Iriarte:
(Ambos textos están reunidos en las poesías de Juan de Iriarte recopiladas en Poetas
líricos del silgo XVIII, ed. Leopoldo Augusto de Cueto, Madrid, Sucesores de
Hernándo, 1917-1922 [Biblioteca Autores Españoles, 61, 63 y 67], 3 vols.; en vol. III,
pp. 493-502)
26
A veces, en la lírica contemporánea puede adoptar un tono elegíaco, como en el
siguiente ejemplo de Jaime Gil de Biedma:
DE VITA BEATA
LA AMAZONA DE MORDOR
27
de espaldas a la luz y a la belleza,
persiguiendo sin tregua ni reposo
al oscuro jinete que la rompe
de amor y la consume de deseo,
al enemigo de su alma.
PLATKO
(SANTANDER, 20 DE MAYO DE 1928)
Ni el mar,
que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más regía.
28
tigre ardiendo en la yerba de otro país. ¡Tú, llave,
Platko, tú, llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!
(Fragmento del epinicio a Platko de Rafael Alberti, publicado por primera vez en la
primera plana del diario La Voz de Cantabria del día 27 de mayo de 1928; reeditado en
Papel de Aleluyas [Sevilla], vol. 7 [julio de 1928], s/p, y recogido finalmente en Cal y
canto [1929], en su en Obra completa, ed. Luis García Montero, Madrid: Aguilar, 1988,
vol. I. Para las circunstancias en que se compuso el poema, véanse
http://www.laredcantabra.com/platko.html y
http://www.youtube.com/watch?v=PDxq3SwFdFI, donde el propio Alberti recita el
poema, así como, el artículo de Sánchez Rodríguez subido a Moodle)
29
me parece, Boscán, ser una cosa
que basta a darnos vida descansada.
30
epitalamio: Composición poética del género lírico, en celebración de una boda.
Equivale al ▶ encomio epitalámico. Es frecuente que incluya los siguientes
elementos: invocación al dios nupcial clásico Himeneo (al que se representa
portando una antorcha), descriptio puellæ encomiástica de la novia y a veces
también descriptio pueri del novio, relato de las circunstancias del enamoramiento,
descripción de la fiesta o ceremonia nupcial y votos finales por la felicidad de los
recién casados. Un ejemplo clásico es el incluido por Góngora en la primera de sus
Soledades, en forma de canto ▶ amebeo, cuya primera estancia es la siguiente:
CORO I
Como casi todos los géneros líricos, este admite la contrahechura paródica, como
en el epitalamio satírico-burlesco de Quevedo «En las bodas de una vejísima viuda
y un beodo soldadísimo de Flandes», cuyo inicio y final son los siguientes:
31
De antorcha o de torcida, 15
luz traerás prevenida:
que no hallarás con poca
luz (si le buscas) lo que en ella es boca.
En la llegada te engañará el tiento;
a no saber que avisos de su aliento 20
te librarán bien antes
de dar en tus narices garamantes. [...]
Mil años os gocéis libres de daños;
mas él será el que en ti goce mil años.
Quedaos a Dios, que veo
muerto de risa en ambos a Himeneo,
que asiste a la batalla 105
en medio de Alanís y de Cazalla.
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cobran los desengaños confianza,
muerte el valor, riqueza el sentimiento.
Respeta este sepulcro, que es trofeo
del nombre de Carrillo y de Fajardo,
que al Lete dio más nombre que su olvido.
Para en los desengaños el deseo,
y vete, pues has visto el más gallardo,
en poca tierra, en tierra convertido.
33
Se desmaya.
La cosa de que más cura
Tenéis en la jovenez
Y tanto cara:
El color y la blancura,
Cuando viene la vejez,
Cuál se para?
Los deleytes y dulzores
Que en la fresca edad tuvieres,
Si mirares,
Todos se tornan dolores,
Cuando a la vejez vinieres
Y pesares:
Piérdese la fortaleza
Deste cuerpo terrenal
Y la virtud,
Las mañas y ligereza,
Y la fuerza corporal
De juventud.
(«Glosa sobre la obra que hizo D. George Manrrique a la muerte del Maestre de Santiago... su padre, dirigida
a la muy alta y muy esclarescida y christianíssima Princesa Doña Leonor Reyna de Francia. El nombre del
glosador se infiere de unas coplas acrósticas de arte mayor, que van al principio, según costumbre del
tiempo. La primera y rarísima edición, en 4.º gótico de 16 hojas, es de León de Francia, sin año. Luego fué
reimpresa varias veces en Amberes por Martín Nucio (1558, 1598...) y en otras partes», apud Marcelino
Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos desde la formación del idioma hasta nuestros días
[1890–1908], Santander, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1944, vol. II, pp. 414-415).
(Tomado de Vicente Haya Segovia, Haiku: la vía de los sentidos, Valencia, Institució
Alfons el Magnánim, 2005)
34
▶ epigrama, habida cuenta de que suele tener un componente ingenioso, pero más
que a la agudeza se vincula a una combinación de sorpresa y simbolismo. Ha sido
bastante cultivado desde el Modernismo, a veces en confluencia con modalidades
de la ▶ copla. Se ha aclimatado especialmente en la poesía hispanoamericana. Uno
de sus primeros y más influyentes cultivadores fue el poeta mexicano de
vanguardia Juan José Tablada, del que ya se ha visto una composición en ▶
caligrama. Uno de sus haikus es el siguiente:
EL BAMBÚ
COLIBRÍ:
El colibrí,
aguja tornasol,
TORTUGA:
Abollado ya se guarda
con piedrecillas del tiempo
en la funda azul del agua.
35
como el célebre Pange lingua escrito por santo Tomás de Aquino para conmemorar
la festividad del Corpus:
(Primera estrofa. Puede verse cantado según la salmodia gregoriana, con partitura y
letra, en http://www.youtube.com/watch?v=QmW5pD9Qdvc)
En el Siglo de Oro se confunde con la ▶ oda y la ▶ canción, pero a partir del siglo
XVIII se recupera, primero como canto dirigido a la Naturaleza (Himno a la Luna,
de Jovellanos, o Himno al Sol, de Espronceda), pero luego predominan las notas
patrióticas, marciales o de exaltación colectiva, que son las propias del género en
su versión contemporánea. Cuando se canta, es con ritmo de marcha.
A BOLÍVAR
36
(Himno a Bolívar [1810-1837], del poeta cubano José María Heredia, en sus Poesías,
ed. Ángel Augier, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1988, p. 84)
idilio: Composición poética que recreaba de manera idealizada la vida del campo
y los amores pastoriles. Es semejante a la ▶ égloga, pero más breve y normalmente
se compone en versos de arte menor. A este género puede adscribirse el romancero
pastoril.
37
para una composición musical para varias voces, sin acompañamiento.
Habitualmente, comprendía, como la estancia (▶ estancia) una fronte o cabeza y
una sirima o coda, más breve, entre los cuales puede aparecer una chiave o verso de
enlace. Suele tener un tono delicado y a la vez ingenioso, lo que lo aproxima al ▶
epigrama, pero en clave amorosa. Uno de los más célebres es el siguiente:
SIRIMA
Ojos claros, serenos, 7A
VUELTA
ya que así me miráis, miradme, al menos. 11A
MADRIGAL EXALTADO
A Mademoiselle Villagrán
38
al egipán en acecho
cuando respira ese pecho.
(Rafael Alberti, Cal y canto, ed. cit., n.º 5, p. 347, pero modifico la puntuación; sobre
este poema véase el artículo de Raquel Macciuci subido a Moodle).
oda: Etimológicamente, es un poema para ser cantado (lat. oda, del gr. ᾠδή <ōʲdḗ>
‘canción’, contracción de ἀοιδή <aoidḗ>, deverbal de ἀείδω <aeídō> ‘cantar’), tanto de
forma coral como monódica. En el primer caso se componía de tres partes
distintas: estrofa, antistrofa y epodo; en el segundo, de varias estrofas iguales. Este
segundo modelo es el que triunfa en las letras latinas gracias a Horacio y el que se
retoma en el Siglo de Oro como alternativa a la ▶ canción petrarquista, de la que se
39
diferencia por su mayor amplitud temática, su carga reflexiva y su diferente
constitución métrica. Normalmente se cultivaba en liras o sus variantes (sobre
todo el sexteto lira).
Recoge ya en el seno
el campo su hermosura; el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.
(Arranque de la oda a Juan de Grial de fray Luis de León, Poesías, I, XI, vv. 1-10)
EL DOS DE MAYO
40
que, libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona! [...]
(Inicio de la oda al río Mapocho de Pablo Neruda, Canto general, XVII, vv. 1-16; sobre
este poema puede verse el artículo de Jaime Concha subido a Moodle)
EL CRISTO DE VELÁZQUEZ
41
blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno.Que eres, Cristo, el único
hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida; [...]
En este caso, puede incluso prescindir de los dos rasgos genéricos más
característicos: el carácter encomiástico (sustituido por uno meramente
evocador) y la constitución apostrófica:
(Inicio de la oda a Venecia de Pere Gimferrer, en Arde el mar [1966], ed. Jordi Gracia,
Madrid, Cátedra, 1994, pp. 107-108).
42
palinodia: Composición en la que el yo lírico declara su retractación o
arrepentimiento respecto de sus anteriores hechos o dichos. Así, el personaje de
don Andrés, que va a retirarse del mundo, compone, en la novela bizantina El
desierto prodigioso y prodigio del desierto (ca. 1650) del colombiano Pedro de Solís,
un soneto palinódico, con la siguiente explicación: «a este propósito, quería hazer
vna epigramma sacando el fruto de todo lo que se avía leýdo», y es el siguiente:
(Pedro de Solís y Valenzuela, El desierto prodigioso y prodigio del desierto, ed. Rubén
Páez Patiño, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1977-1985, vol. I, p. 113)
43
melificó toda acritud el Arte.
Mi intelecto libré de pensar bajo,
bañó el agua castalia el alma mía,
peregrinó mi corazón y trajo
de la sagrada selva la armonía. [...]
Por eso ser sincero es ser potente.
De desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye de ella.
Tal fue mi intento, hacer del alma pura
mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horror de la literatura
y loco de crepúsculo y de aurora.
Del crepúsculo azul que da la pauta
que los celestes éxtasis inspira,
bruma y tono menor -¡toda la flauta!,
y Aurora, hija del Sol -¡toda la ira!
Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.
La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén... ¡la caravana pasa!
(Extractos –inicial, medial y final– del poema I de los Cantos de vida y esperanza [1905],
de Rubén Darío)
44
cuerpo demostrativo, en que se detallan y ejemplifican las virtudes de la persona
elogiada, y un epílogo como final apoteósico de esa exaltación. Si refiere las
hazañas del destinatario, puede adoptar forma épico-lírica, como en el siguiente
ejemplo de Góngora, en que, por ello mismo, se emplea la octava real:
I
Si arrebatado merecí algún día
tu dictamen, Euterpe, soberano,
bese el corvo marfil hoy de esta mía
sonante lira tu divina mano;
émula de las trompas su armonía,
el Séptimo Tríón de nieves cano,
la adusta Libia sorda aun más lo sienta
EXORDIO que los áspides fríos que alimenta.
II
Oya el canoro hueso de la fiera,
pompa de sus orillas, la corriente
del Ganges, cuya bárbara ribera
baño es supersticioso del oriente;
de venenosa pluma, si ligera,
armado lo oya el Marañen valiente;
y débale a mis números el mundo
del fénix de los Sandos un segundo.
III
Segundo en tiempo sí, mas primer Sando
en togado valor, dígalo armada
de paz su diestra, díganlo trepando
las ramas de Minerva por su espada,
bien que desnudos sus aceros cuando
cerviz rebelde o religión postrada
obligan a su rey que tuerza grave
al templo del bifronte dios la llave.
IV
Este, pues, digno sucesor del claro
Gómez Diego, del Marte cuya gloria
a las alas hurtó del tiempo avaro
CUERPO cuantas le prestó plumas a la historia,
éste, a quien guardará mármoles Paro
que engendre el arte, anime la memoria,
su primer cuna al Duero se la debe
si cristal no fue tanto cuna breve.
V
Del Sandoval, que a Denia aun más corona
de majestad que al mar de muros ella,
Isabel nos lo dio, que al sol perdona
los rayos que él a la menor estrella,
hija del que la más luciente zona
pisa glorioso, porque humilde huella
(general de una santa compañía)
las insignias ducales de Gandía. [...]
EPÍLOGO [Falta, el poema está inconcluso]
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Dirigido a un difunto, puede adoptar tonos elegíacos (panegírico fúnebre) o,
dependiendo de la dominante, constituir una tonalidad de la elegía, y también
puede asumir la forma de ▶ epicedio. Modernamente, puede constituir un ▶ himno.
Si se configura como un ▶ apóstrofe, cabe entenderlo como ▶ himno o como ▶ oda.
I
Serranillas de Moncayo,
Dios vos dé buen año entero,
ca de muy torpe lacayo
faríades cavallero.
II
Ya se pasava el verano,
al tiempo que ome s’apaña,
con la ropa a la tajaña
ençima de Boxmediano
vi serrana sin argayo
andar al pie del otero,
más clara que sale en mayo
el alva nin su luçero.
III
Díxele: «Dios vos mantenga,
serrana de buen donayre».
Respondió como en desgayre:
«¡Ay! que en ora buena venga
aquel que para Sanct Payo
d'esta yrá mi prisionero».
E vino a mí, como rayo,
diçiendo: «¡Preso, montero!»
IV
Díxele: «Non me matedes,
serrana, sin ser oýdo,
ca yo non soy del partido
d’esos por quien vós lo avedes.
aunque me vedes tal sayo,
en Agreda soy frontero
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e non me llaman Pelayo,
magüer me vedes señero».
V
Desque oyó lo que decía
dixo: «Perdonat, amigo;
mas folgat ora conmigo,
e dexat la montería.
a este çurrón que trayo
queret ser mi parçionero,
pues me fallesçió Mingayo,
que era conmigo ovejero.
FINIDA
Entre Torellas e el Fayo
pasaremos el febrero».
Díxele: «De tal ensayo,
serrana, soy plaçentero».
peán: Canto coral griego (παιάν <paián>) en honor de Apolo, con frecuencia de
carácter guerrero.
perqué: Antigua composición poética (que toma su nombre del italiano perché
‘porqué’), caracterizada por el empleo de la pregunta y respuesta ¿por qué?, porque.
planto o planctus: Latinismo que literalmente significa ‘llanto’, término por el que
también se lo conoce. Se trata de una composición lírica que contiene el lamento
por una persona o por un suceso luctuoso. Se denomina así a las composiciones
medievales luego sustituidas por la ▶ elegía, en metros diferentes de la ▶ endecha y,
por lo común, de expresión menos contenida.
¡AY IHERUSALEM!
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Creo que pecado me sería callar;
lloros e sospiros non me dan vagar
de escreuir el planto
en el Conçilio santo
de Iherusalem.
(Inicio del planto ¡Ay, Iherusalem! [ca 1274], en Tres nuevos poemas
medievales, ed. María del Carmen Pescador del Hoyo, México, El Colegio de
México, [1959], p. 244)
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a las cinco de la tarde. [...]
(Inicio del Llanto por Ignacio Sanchez Mejías, de Federico García Lorca, publicado en
1935)
recuesta: Composición lírica en forma de diálogo entre dos poetas a cerca de una
cuestión planteada por el primero de ellos. También puede adoptar la forma de
una polémica entre un poema inicial y las respuestas que suscita. Por extensión, se
aplica a composiciones dialogadas, sobre todo de tono ingenioso o picante.
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En la poesía contemporánea, puede acercarse conceptualmente a la ▶ oda, como
ocurre en el poema Al sueño de Miguel de Unamuno, al que corresponde el
siguiente fragmento:
(Antonio Machado, Soledades, Galerías y otros poemas [1898–1907], n.º XXXI; ed.
Oreste Macrì y Gaetano Chiappini, Madrid, Espasa Calpe, 1988, p. 448)
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de ahí que pase a designar todo canto fúnebre o lamentación por alguna calamidad
o desgracia, sobre todo si es colectiva, como en los trenos por antonomasia, los
atribuidos a Jeremías. Es una variante de la ▶ elegía.
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en el libro XIII de sus Epigramas) y fue cultivado en el Siglo de Oro por autores
como Góngora y reaparece ocasionalmente. Pueden adscribirse a esta categoría los
poemas puestos como dedicatorias de ejemplares concretos por un autor y, por
analogía, otros poemas de ocasión, como los de álbum y abanico del siglo XIX o
principios del XX:
EN UN ABANICO
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