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MISCELÁNEA

LA IMAGINACIÓN DISTANCIADA.
LO BELLO, LO SUBLIME Y EL GENIO EN SPINOZA.

por Aurelio Sainz Pezonaga

1. En Spinoza hay una concepción de lo bello, pero 2. La crítica de Spinoza no alcanzaría a Kant, ya que
no está desarrollada éste no considera lo bello como una cualidad del
objeto
Spinoza dedica muy escasa atención al problema de
la belleza y de lo bello. Es posible que el texto esen- El desarrollo posterior de la estética, sobre todo el
cial de su concepción de lo bello sea el siguiente que se da a partir de Kant, convierte, sin embargo, las
breve pasaje del Apéndice de la Parte I de la Ética: críticas de Spinoza al objetivismo en insuficientes. En
efecto, Kant ya no considerará la belleza como una
Si el movimiento que los nervios reciben de los cualidad del objeto, sino de la relación del objeto con
objetos captados por los ojos conviene a la salud, el sujeto en la sensación. Las cuatro definiciones kan-
los objetos por los que es causado se llaman bellos; tianas de lo bello en su Crítica del discernimiento son:
y feos, en cambio, los que producen el movimien- 1) se llama bello al objeto de una satisfacción sin inte-
to contrario... los que afectan al oído, se dice que
rés alguno (B 16); 2) “Bello es aquello que sin concep-
producen ruido, sonido o armonía... Todo lo cual
deja bien claro que cada uno ha juzgado de las
to gusta universalmente”3 (B 32); 3) “La belleza es
cosas según la disposición de su cerebro o que forma de la finalidad de un objeto en la medida en
más bien ha tomado las afecciones de la imagina- que ésta se percibe en él sin la representación de un
ción por cosas1. fin” (B 61); 4) “Bello es aquello que, sin concepto,
puede considerarse como objeto de una satisfacción
La crítica de Spinoza va dirigida contra la concepción necesaria” (B 68).
objetivista de la belleza vinculada al finalismo2 al En Kant, entonces, la belleza como cualidad obje-
que se opone en el Apéndice. Según esa concepción, tiva se ha trasladado del objeto al sujeto, más en con-
la belleza o la fealdad serían cualidades objetivas de creto a su satisfacción o gusto. Satisfacción o gusto
las cosas. A su vez las cualidades de belleza o fealdad aparecen ahora en el juicio estético como universales
habría que entenderlas como huellas de la voluntad o necesarios, al tiempo que la teleología se convierte
divina o humana que ha creado las cosas a las que en principio regulativo. Las críticas de Spinoza a la
pertenecen. Spinoza rechaza esta posibilidad explica- idea de una belleza objetiva no afectan por tanto a
tiva. Como dice en la carta 54 a Hugo Boxel, “la belle- Kant. Para Kant sólo es posible atribuir armonía obje-
za... no es tanto una cualidad del objeto observado, tiva a los seres orgánicos y esto como concepto pro-
cuanto un efecto sobre el observador”. En las conta- blemático, nunca constitutivo. Y el objeto bello no es página 7
das ocasiones en que trata el tema, los argumentos para Kant una totalidad. Al contrario, supone siem-
que Spinoza expone van dirigidos a defender esta pre una multiplicidad no totalizable, aunque formal-
posición. La belleza es, según el pensador materialis- mente teleológica. La armonía de la belleza en Kant
ta, un efecto. Pero, más allá de la rápida referencia al no se da en el objeto sino entre las facultades cogniti-
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movimiento de los nervios que conduce a la salud en vas. Esta es la llave de la universalidad relativa del
el pasaje que hemos leído, en ningún momento expli- juicio estético.
ca Spinoza en qué consiste esa relación causa-efecto.
ISBN: 1885-477X

1 Para las traducciones de los pasajes de la Ética de Spinoza, utilizamos las versiones de Vidal Peña (Editora Nacional, Madrid, 1980) y
Atilano Domínguez (Trotta, Madrid, 2005).
2 Como luego le criticará Leibniz, Discurso de metafísica, § 2. La exposición de Spinoza está aquí muy cerca de la de Descartes. Cf. Carta
a Marsenne, 18/03/1630 o, incluso, Pasiones del alma, LXXXV.
3 Para las traducciones de la Kritik der Ursteilskraft de Kant, hemos usado Inmanuel Kant, Crítica del discernimiento, Edición y traducción
de Roberto R. Aramayo y Salvador Mas, Antonio Machado Libros, Madrid, 2003. Citamos, como suele ser usual, por las páginas de
la segunda edición.
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3. La concepción que expone Spinoza coincide con estética kantiana, si es que la podemos llamar así,
lo que Kant llama agradable consiste en esta crítica. La filosofía de Spinoza se
propone, sin embargo, conocer la mente humana y
Es más, si asumimos la distinción entre lo agradable su felicidad suprema (EII, prologo; TRE, §§ 1-13).
y lo bello que realiza Kant, descubrimos que lo que Una estética spinozista, entonces, poco tendrá que
Spinoza llama “bello” no va más allá de lo que Kant ver con una crítica del juicio estético. Sería más
califica como “agradable”. La filosofía de Spinoza bien una sección dentro de la teoría de los afectos.
parecería, entonces, estar ciega para lo bello tal como 2.La segunda cuestión es que la crítica kantiana del
es definido por Kant. juicio estético supone la división entre las capaci-
Las lecturas que se han hecho hasta ahora sobre dades superiores del alma: el entendimiento, la
una posible estética spinoziana han sido esclarecedo- razón y el juicio. Spinoza, sin embargo, realiza una
ras en muchos aspectos4, pero no han resuelto este crítica expresa y contundente tanto del concepto de
problema. De estas lecturas, destaca la realizada por facultad de la mente como de la separación entre
Filippo Mignini. Mignini resalta como fundamental ideas, voliciones y juicios. Esta diferencia entre
para un estética spinozista la conexión entre imagina- ambos filósofos tendrá consecuencias fundamenta-
ción y deseo, abriendo de esa manera una vía que les sobre todo cuando comparemos la distancia
nosotros vamos a seguir aquí. Mignini, sin embargo, kantiana y la spinoziana.
no plantea como problema la relación entre Spinoza y 3.La tercera diferencia se refiere a la posición que
Kant en esta cuestión. Es más tiende a “kantianizar” ambos autores mantienen respecto del finalismo.
a Spinoza a través de una estrategia discursiva pecu- Es sabido que mientras Kant concibe el finalismo
liar en la que la terminología de Spinoza es desplaza- como un principio regulativo, para Spinoza es el
da a favor de la kantiana. Mignini preferirá así hablar prejuicio del que dependen todos los demás que
de “representaciones” en lugar de “imaginaciones” o impiden entender su filosofía (EI, Ap.).
de “sentimiento de placer y dolor” en lugar de “ale- Por otra parte, quizás podría pensarse que la
gría y tristeza”. Por último, Mignini desatiende un distinción que Kant realiza entre una finalidad sin
aspecto fundamental de la teoría spinoziana de los fin o formal y una finalidad objetiva y material
afectos que nosotros resaltaremos: el contento de sí. podría acercar su pensamiento a los planteamiento
Defenderemos, entonces, la tesis de que para de Spinoza. De hecho, Kant intenta pensar la filo-
avanzar en el desarrollo de una estética contemporá- sofía de Spinoza como una teleología sin fin ni pro-
nea desde Spinoza es necesario hacer el rodeo por pósito (B 405). Sin embargo, la verdadera diferen-
Kant. La teoría kantiana de lo bello, lo sublime y el cia entre una y otra filosofía se encuentra en la
genio nos servirá para investigar la conexión, dentro misma idea de finalidad.
de los párametros spinozianos, entre el contento de sí La finalidad práctica (la acción intencional), en
y la potencia de imaginar. Pero ese rodeo debe ser analogía con la cual se ha de pensar todo finalismo
expresamente planteado. según Kant, es entendida por éste como la relación
causal entre un concepto o representación y su
4. El rodeo por Kant exige atender a las diferencias objeto. En el pensamiento de Spinoza, sin embargo,
entre los pensamientos de uno y otro filósofo no cabe la posibilidad de que un concepto sea
causa de su objeto: ni el cuerpo puede determinar
Para poder llevar a cabo este rodeo necesario a través a la mente a pensar ni la mente puede determina al
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de la teoría estética kantiana, tenemos primero que cuerpo al movimiento ni al reposo, afirma Spinoza
destacar cuatro diferencias fundamentales entre las en EIII, prop. 2. En este sentido, para Spinoza, el
filosofías de ambos pensadores, extendiéndonos problema no estaría en si la finalidad de la natura-
sobre todo en la cuarta: leza o estética es un principio constitutivo o regula-
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tivo. Para el pensador holandés, la finalidad es una


1.La primera es que la filosofía de Kant se pone como idea confusa que responde a las mismas condicio-
tarea establecer principios a priori. Su crítica del jui- nes que la creencia en la voluntad libre. A saber, la
cio estético busca determinar precisamente que el conciencia de nuestros apetitos y la ignorancia de
juicio estético se funda en un principio a priori. La las causas que mueven nuestra mente a pensar y
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4 Véase, sobre todo, de Filippo Mignini: Ars imaginandi: apparenza e rappresentazione in Spinoza (Edizioni Scientifiche Italiane, Nápoles,
1981) y “Le problème de l’esthétique spinoziste à la lumière de quelques interprétations, de Leibniz à Hegel” en Les cahiers de
Fontenay, nº 36-38, marzo de1985; y de Lee C. Rice: “Spinoza’s Relativistic Aesthetics”, en Tijdschrift voor filosofie, Louvain, 58/3 (1996),
p. 476-489.
nuestro cuerpo a moverse o detenerse. La diferen-

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cia entre Spinoza y Kant no residiría tanto en el
problema de la causalidad por libertad, que uno
rechaza y el otro justifica, como en el alejamiento
de Spinoza respecto de cualquier idea de finalidad
práctica que no sea el solo apetito, esto es, el cona-
tus referido a cuerpo y mente (EIV, def. 7 y EIII,
prop. 9, esc.).
4.Por último, cabe pensar que esta diferencia respec-
to a la finalidad es sólo un aspecto de una discre-
pancia previa: el modo en que uno y otro piensan
la unidad y sobre todo su diferente manera de
entender la relación entre la unidad y la diversi-
dad. Esto se puede ver bien a través del estudio que
Kant realiza de los seres orgánicos. La única mane-
ra en que es posible pensar la totalidad desde la
filosofía kantiana es la causalidad intencional. La fenómeno del noúmeno6, sino que distingue a los
finalidad es el único modo de ir más allá de la uni- modos finitos de la sustancia. Y esto cambia toda la
versalidad abstracta (el equivalente como mucho a perspectiva. Esto es, Spinoza establece como condi-
las nociones comunes de Spinoza)5. ción del conocimiento la necesidad de entender los
seres que nos rodean y a nosotros mismos como seres
Esta imposibilidad de pensar la totalidad si no es relacionales: no seres para un sujeto, ni seres en sí,
como finalidad proviene en Kant sin duda de su sino seres cuya esencia reside en entrar en relación
deuda con el empirismo. Concebir las cosas como con otros seres, en ser seres entre seres. La esencia de
fenómenos, como seres para un sujeto, y en concreto, las cosas singulares supone una necesaria diferencia-
las realidades materiales como pluralidad para una ción: su esencia es idéntica a su potencia finita; su
forma a priori de la sensibilidad, el espacio, le fuerza esencia, podemos decir, es una afirmación antagóni-
a entenderlas siempre como “mutuamente externas” ca o resistente. La potencia finita implica una afirma-
(B 172) o partes extra partes, como magnitudes discre- ción que es al mismo tiempo resistencia: una afirma-
tas. Tal como se explica Kant en el § 77 de la Crítica del ción resistente7.
discernimiento, para nuestro entendimiento discursi- La cuestión se resume entonces en ver de qué
vo la relación entre lo particular y lo universal sólo modo podemos entender desde Spinoza la determi-
puede ser contingente. Esto es, siempre tenemos que nación del todo sobre las partes que Kant considera
ir de las partes hacia el todo que resulta de ellas, que propia de los seres orgánicos y para pensar la cual ve
es entonces un todo producido o encontrado. Sólo un necesario hacer uso de la causalidad intencional. ¿De
entendimiento intuitivo podría pensar la relación qué manera la unidad de los cuerpos determina a
entre las partes y el todo como síntesis universal, estos? O, dicho en términos spinozianos: ¿de qué
como conteniendo “el fundamento de la posibilidad manera el efecto (la unidad de los cuerpos) es recí-
de la concatenación de las partes”. Desde esta posi- procamente causa de los cuerpos? Y la respuesta es
ción, el problema de lo que diferencia a Kant y que la unidad es causa de los cuerpos en tanto que página 9
Spinoza se plantea con claridad: o bien tenemos que los cuerpos sólo pueden existir sostenidos por otros
dejar un espacio a la finalidad o bien a la intuición cuerpos con los que forman unidad. Ningún modo
intelectual. Y en efecto en Spinoza el conocimiento de finito puede existir aislado. Necesita, es condición
la determinación de las partes por el todo se realiza a esencial para su existencia, existir en relación con
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través de la ciencia intuitiva. otros cuerpos y, en cada caso, con unos cuerpos espe-
Ahora bien, la línea de demarcación fundamental cíficos. Es decir, en último término, un modo finito
de la filosofía de Spinoza no separa, como en Kant, el sólo existe en tanto que existe en Dios o la naturale-
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5 Véase Gérard Lebrun, Kant y el final de la metafísica. Ensayo sobre la Critica del Juicio, trad. Alejando García Mayo, Escolar y Mayo,
Madrid, 2008, pp. 456-7. Las consecuencias de esta concepción kantiana son múltiples y entre ellas las políticas no son las menos
importantes.
6 En la Crítica del discernimiento, B 307, la intuición intelectual se entiende como aquella que tiene por objeto un noúmeno.
7 Véase Laurent Bove, La estrategia del conatus. Afirmación y resistencia en Spinoza, Tierradenadie Ediciones, Ciempozuelos, 2009, p. 150.
Aunque, como índica el subtítulo, Bove desarrolla a lo largo de todo el libro los diversos aspectos de la noción de potencia finita
como afirmación resistente en Spinoza.
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za. Para su existencia es esencial ser parte de la natu-


raleza y ser parte además de esta o aquella parte de
la naturaleza. Dado que los cuerpos no son sustan-
cias, para dar cuenta de su esencia, de su afirmación
resistente, es necesario pensar siempre las totalida-
des en las que se integran tanto como las que los inte-
gran. Y lo que decimos de los cuerpos vale exacta-
mente igual para la ideas (y para otros infinitos
modos de ser que no conocemos).
La determinación de las partes por el todo se
entiende en Spinoza a partir de la necesidad de com-
binar siempre respecto de cualquier cosa singular
una doble perspectiva: aquella que la considera en
tanto que integrada por partes articuladas entre sí y
aquella que atiende a su integración como parte en
un todo en el que se articula con otras partes. Y esta componen y las texturas de las cosas con las que se
doble perspectiva combinada es la que hay que man- encuentra: relaciones dinámicas, de intercambio y
tener siempre a la hora de explicar una cosa singular. cruce diverso entre una unidad y otra; relaciones de
El todo determina en tanto que es, a su vez, una parte tensión y antagonismo (porque los encuentros no tie-
de otro todo mayor y esta condición se inscribe en las nen por qué favorecer la textura de su composición,
partes que lo integran y en su articulación. De la la unidad de sus componentes, sino que pueden
misma manera, una parte determina en tanto que es debilitarla y, en el límite, destruirla); relaciones que
a su vez un todo y por ello condiciona la formación forman en sí mismas unidades, individuos, cosas sin-
del todo que compone junto con otras partes. Esto es gulares.
así, en definitiva, porque las cosas singulares no son
sustancias y la sustancia no es una cosa singular. 5. El contento estético es la alegría que se produce en
De este modo, el problema de Kant, visto desde nosotros al considerar la imaginación distanciada
Spinoza, consiste, además de lo ya dicho, en que
cuando no funciona el entender la realidad como Una vez presentadas estas diferencias, es necesa-
fenómeno, sólo le cabe entenderla como si fuera una rio añadir que en algunos momentos de su crítica del
sustancia (una cosa en sí), esto es, como si la unidad juicio estético Kant parece acercarse “peligrosamen-
del objeto fuera enteramente independiente de todo te” a las posiciones de Spinoza. Esta crítica es, podrí-
lo que le rodea, como si fuera una unidad simple al amos decir, el equivalente kantiano de la teoría spi-
modo de Leibniz8. Pero, siempre, como si. En el pen- noziana de los afectos. De hecho, el gusto tal como lo
samiento de Kant, las dos opciones son la opción entiende Kant es un afecto. En la critica del juicio
constitutiva del fenómeno y la regulativa de la cosa estético, lo estético no se refiere a lo sensible, a la
en sí. Mientras que en Spinoza las opciones son la de intuición sensible, como ocurría en la Crítica de la
la sustancia que es en sí y la de los modos finitos o razón pura, sino al sentimiento, que en Kant se redu-
infinitos que son en la sustancia. ce al sentimiento de placer y displacer9. Pero el gusto
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Lo que Spinoza llama tercer género de conoci- es más que un afecto, es un afecto puro, un placer
miento, consiste, pues, en la doble perspectiva com- puro, satisfacción pura, desinteresada y libre (B 7 y B
binada de lo singular como integrante e integrado. 15). Lo que hace, a su vez, que el juicio del gusto sea
Ese juego de perspectivas no es, sin embargo, un un juicio a priori.
método formal, sino el conocimiento adecuado de la Su preocupación trascendental separa a Kant irre-
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esencia de esta o aquella cosa singular. Esa esencia es mediablemente de Spinoza. Pero su paso por lo afec-
entonces relativa o, lo que es lo mismo, es una poten- tivo nos anima a buscar un enlace entre ambos que
cia finita. Es relativa porque supone siempre múlti- nos permita pensarlos conjuntamente. El modo en
ples relaciones entre la textura de las cosas que la que Kant define el placer y el gusto en diferentes
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8 “Un cuerpo orgánico presupone un principio orgánico exterior o interior. Éste debe ser simple; si no, él mismo tendría necesidad de
organización. Ahora bien, en tanto que simple, no puede ser una parte de la materia, pues cualquier parte de la materia es siempre
compuesta. El principio que organiza el cuerpo orgánico también debe estar fuera del espacio” (Opus post., II, 295; citado por G.
Lebrun, op. cit., pp. 461-2)
9 Véase Immanuel Kant, Primera introducción a la Critica del Juicio, trad. José Luis Zalabardo, Visor, Madrid, 1987, pp. 71 y ss. Y G.
Lebrun, op. cit., pp. 308 y ss.
(EIV, prop. 52, y esc.); hasta llegar, por medio del ter-

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cer género de conocimiento y el amor intelectual a
Dios, a entrar en bucle con el amor de Dios a los hom-
bres y a alcanzar el contento de ánimo (animi acquies-
centia) y la gloria que no son sino “nuestra salvación
o felicidad o libertad” (EV, prop. 27 y prop. 36, esc.).
Ahora bien, en Kant, el gusto es en efecto una
satisfacción en la vivificación de las capacidades cog-
noscitivas, pero es una satisfacción desinteresada.
Donde “desinteresada” significa “totalmente al mar-
gen de la existencia del objeto de esta representación
[acompañada de satisfacción]”. Es la indiferencia o
distancia respecto a la existencia del objeto de la
representación lo que cualifica al juicio estético, tanto
al juicio que comunica la sensación de lo bello como
pasajes de la Crítica del discernimiento10 no puede al que expresa la sensación de lo sublime. Es también
dejar de recordar, y eso a pesar de la propia afirma- esa indiferencia lo que cualifica a la satisfacción y a la
ción de Kant de que no es posible un conocimiento misma capacidad de juzgar como puras y libres,
del placer11, las definiciones de los afectos spinozia- como capaces de contener principios a priori y de
nos, principalmente el del amor propio o contento de aspirar a una comunicabilidad universal.
sí. Esta va a ser, en efecto nuestra tesis, el equivalente El distanciamiento respecto a la existencia del
spinoziano del gusto kantiano sería una determinada objeto es el segundo elemento fundamental de la
forma de contento de sí. estética kantiana. Y para ese distanciamiento encon-
Spinoza define el contento de sí como “la alegría tramos igualmente un equivalente en Spinoza: lo que
surgida del hecho de que el hombre se contempla a éste llama la imaginación libre:
sí mismo y su potencia de actuar” (EIII, def. 25). Sin
Las imaginaciones de la mente, consideradas en
embargo, el contento de sí es una verdadera encruci-
sí mismas, no contienen error alguno, es decir,
jada dentro de la teoría de las pasiones de Spinoza.
que la mente no yerra por imaginar, sino sólo en
Primero, porque tiene dos opuestos: la humildad y el tanto que se considera que carece de una idea que
arrepentimiento. Lo que significa que ese contem- excluya la existencia de aquellas cosas que imagi-
plarnos a nosotros mismos que aumenta nuestra na presentes. Si la mente, mientras imagina las
potencia puede consistir no sólo en atender a nuestra cosas no existentes como presentes a ella, supiera
potencia de actuar, sino igualmente en la considera- a la vez que esas cosas no existen realmente, atri-
ción de “un hecho que creemos haber realizado por buiría esta potencia de imaginar a una virtud, y
una libre decisión de la mente” (EIII, def. 26, expl.), y no a un vicio de su naturaleza; sobre todo, si esta
eso lo convierte en un obstáculo del verdadero cono- facultad de imaginar dependiera de su sola natu-
cimiento. Lo convierte en un obstáculo del conoci- raleza, esto es, si esta facultad de imaginar de la
mente fuera libre (EII, prop. 17, esc.).
miento de nuestra esencia como conatus.
Es más, el contento de sí es tanto lo que nos hace
El paso por Kant nos va a permitir, entonces, pensar página 11
“proclives al odio y a la envidia” (EIII, prop. 55, esc.
1), ambiciosos y soberbios, como, en el caso de que la conexión entre el contento de sí y la imaginación
surja de la razón, “el máximo [contento] que puede libre spinozianos. Pensamos que si hay una estética
darse” y “lo máximo que podemos esperar, porque spinozista posible tiene que pasar por esta conexión.
Así, desde una perspectiva spinozista, la experiencia
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nadie se esfuerza en conservar su ser por algún fin”.


estética se produce cuando la mente se alegra al con-

10 Véase al final del apartado 8 de la Primera Introducción a la Crítica del Juicio, op. cit., pp. 82-3: “El placer es un estado del Gemüth en
el cual una representación concuerda consigo misma, en cuanto fundamento, bien para conservar tal estado (porque el estado de la
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cooperación mutua entre las facultades del Gemüth en una representación se conserva a sí mismo), bien para producir su objeto. En
el primer caso el juicio sobre la representación dada es un juicio estético de reflexión” . Véase también, por ejemplo, en el § 1 o el §
9 de la Crítica del discernimiento: “Bajo el nombre de sentimiento de placer o displacer la representación se refiere aquí enteramente
al sujeto y, ciertamente, a su sentimiento vital” (B 4) y “La sensación cuya comunicabilidad universal postula el juicio del gusto es la
vivificación de ambas capacidades (de la imaginación y del entendimiento)” (B 31); igualmente, en B 129, o en la concepción kantia-
na del arte bello, el genio y las ideas estéticas en §§ 44-50.
11 Véase I. Kant, Primera Introducción a la Critica del Juicio, op. cit., p. 83.
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siderar su propia capacidad de imaginar porque, al Según esta definición, ante un mismo objeto imagi-
tiempo que imagina las cosas existentes como pre- nado caben tres posibilidades. O bien, un individuo
sentes a ella, sabe que esas cosas no existen realmen- puede sentir contento estético y otro no. O bien, dos
te. Llamaremos “contento estético” a esta alegría que individuos pueden sentir contento estético y no con-
se produce al considerar la imaginación de un objeto cordar en naturaleza. O bien, por último, pueden
distanciada de la existencia del mismo. concordar en naturaleza.

La forma básica de la experiencia estética spinozista


está compuesta por tres ideas y una alegría. Las tres
ideas son a) la imaginación de un objeto, b) una idea
que suprime la existencia de lo imaginado y c) otra
idea que considera la potencia de imaginar como
causa de la alegría. Las imaginaciones son siempre
inadecuadas. La idea que suprime la existencia de lo
imaginado puede ser tanto inadecuada como ade-
cuada. La idea de la potencia de imaginar que acom-
paña a la alegría es siempre adecuada.
La primera opción, entonces, es que ante la
misma imaginación un individuo puede sentir con-
tento estético y otro un placer o un regocijo diferente
de otro tipo, u otro afecto. Y esto puede ocurrir o bien
porque el segundo no posee una idea que suprima la
existencia de lo imaginado o bien porque, aunque la
6. El contento estético se sitúa en el límite entre la posea, no considere su potencia de imaginar como
pasión y la acción, entre la diversidad y la concor- causa de la alegría. Sea como sea, que un individuo
dancia no experimente contento estético ante una imagina-
ción determinada no puede considerarse desde
La idea de lo bello como algo que gusta universal- Spinoza como una privación.
mente, tal como Kant se expresa en su segunda defi- Ahora bien, dos individuos pueden sentir conten-
nición, es el resultado de trasladar la objetividad esté- to estético ante un mismo objeto imaginado y, sin
tica desde el objeto al gusto. La consecuencia que de embargo, entender ese contento estético de diferente
ello se sigue es, a su vez, la confluencia en el juicio manera. Al igual que el contento de sí, el contento
estético de lo individual y lo universal (B 31). Desde estético puede ser tanto una pasión como una acción.
la concepción de lo bello que Spinoza expone en el Será una pasión si creemos que la potencia de imagi-
Apéndice de la Parte I de la Ética una posibilidad nar descansa en la libre decisión de la mente. Y será
semejante está enteramente descartada. Sobre lo una acción si entendemos que la potencia de imagi-
bello sólo cabe esperar discrepancia. La conexión del nar es el conatus con el que nuestra mente se esfuer-
contento de sí y de la potencia de imaginar, sin za por perseverar en el ser. Esto es, la potencia de
embargo, abre la posibilidad de una concordancia de imaginar, o hablando como Kant, las capacidades
naturaleza en el contento estético12.
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cognitivas pueden pensarse inadecuadamente como


La traducción, no obstante, de Kant a Spinoza no facultades de un alma separada de todas las demás
puede ser literal. La relación entre lo individual y lo cosas, de un alma sustancial. Este sería, de hecho, el
universal funciona de muy diferentes maneras en las modo en que las piensa Kant, modo de pensar que
filosofías de uno y otro. El equivalente spinoziano de la desde la filosofía de Spinoza se explica a partir del
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confluencia kantiana entre lo individual y lo universal mecanismo especular del finalismo. Pensar en el
sería que el contento estético es un afecto que combina objeto bello como si estuviera hecho para vivificar
acción y pasión, ideas adecuadas e imaginaciones. nuestras capacidades cognitivas, como hace Kant, es
Gracias a nuestro rodeo por Kant, podemos rede- el último modo de pensar, ya no de conocer, la mente
finir lo bello spinoziano de la siguiente manera: lla- como sustancia. Y en este sentido no se puede decir
maremos bello al objeto imaginado cuyo distancia- que dos individuos que vivan el contento estético,
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miento provoca contento estético. uno desde la creencia en el finalismo (en su existen-

12 Véase EIV, props. 33-35.


cia o en su carácter regulativo) y en la libre decisión capacidad de inducir (que no determinar) a la facul-

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de la mente y otro desde el conocimiento del conatus, tad de desear a dirigir al cuerpo a la contemplación
concuerdan en naturaleza (EIV, props. 32 y 33). de lo bello. En el segundo, el fundamento es el esfuer-
No obstante, cuando la potencia de imaginar se zo de la mente por perseverar en el ser, según el cual,
entiende como conatus, el contento estético se sitúa “la mente se esfuerza por imaginar sólo aquello que
completamente entre una idea inadecuada (la imagi- afirma su potencia de obrar” (EIII, prop. 54). En el
nación del objeto) y otra adecuada (la consideración primer caso, hablamos de un circulo vicioso o de ser-
de la potencia de imaginar). En esta situación, la idea vidumbre. En el segundo, de un círculo virtuoso o de
que suprime la existencia del objeto imaginado, que liberación14.
como veremos tendrá que ser adecuada, es el eje que
articula las otras dos ideas. Dado, entonces que la
idea de la potencia de imaginar en tanto que conatus
de nuestra mente es una idea adecuada, los indivi-
duos que la piensen concordarán en naturaleza o
potencia, aunque al mismo tiempo discrepen respec-
to a la imaginación del objeto.
Al igual que el segundo y el tercer genero de
conocimiento, el contento estético funciona en bucle
de alegría, en círculo virtuoso. Esto es, así como
cuanto más apta es la mente para entender las cosas
con el segundo y el tercer género de conocimiento,
más desea conocerla de ese modo13, cuanto más apta
es la mente para considerar la potencia de imaginar,
más desea considerar esta potencia. Y el círculo vir-
tuoso del contento estético se puede poner en rela-
ción con una idea similar presente en Kant. Dice éste:
“nos demoramos en la contemplación de lo bello 7. El distanciamiento kantiano y el spinoziano no
porque esta contemplación se fortalece y se reprodu- son el mismo
ce a sí misma” (B 37). El círculo virtuoso en Spinoza
y el bucle de la contemplación kantiana, sin embargo, Esta diferencia entre Kant y Spinoza se puede ver con
no pueden explicarse de la misma manera. En Kant, más detalle si analizamos el modo en que cada uno
sólo puede explicarse como círculo teleológico: la de ellos entiende el distanciamiento estético. Tanto
contemplación produce placer y el placer representa- para uno como para otro, aquello que en sentido
do es el motivo que lleva al arbitrio a mover el cuer- estricto define lo estético es la distancia. Pero, la dis-
po a la contemplación como medio para alcanzar la tancia estética se conceptualiza sin embargo de muy
sensación de placer. En Spinoza, la unión de la ale- diferente manera en cada uno de ellos. En Kant, la
gría y de la idea de la potencia de imaginar nos lleva distancia consiste en desinterés, en indiferencia res-
a esforzarnos por considerar la potencia de imaginar. pecto a la existencia de lo representado. En Spinoza,
En el primer caso, es necesario concebir el círculo por el contrario, la distancia es producida por una
como sí se derivara de una voluntad (que se entiende idea que suprime la existencia de lo imaginado. página 13
libre), que es la que justificaría que la representación En Kant, la distancia proviene de una disposición
del placer fuera causa de su objeto (el placer) por su del sujeto que el filósofo alemán denomina “mera
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13 “La mente, en cuanto que razona, no apetece otra cosa que entender”, dice Spinoza en la demostración de EIV, prop. 27. Pero véase
también EIV, prop. 26 y EV, prop. 26 y 28.
14 La eficacia del ciclo de servidumbre reside en que reproduce la ignorancia de las causas que nos mueven a actuar. Esto es, si la igno-
rancia de tales causas empieza siendo una consecuencia de la escasa potencia de nuestra mente postnatal e infantil, acaba sin embar-
go siendo resultado del ciclo de servidumbre. Sabido es que, según Spinoza, la creencia en la libre decisión de la mente es produci-
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da por la ignorancia de las causas que nos mueven a actuar y la conciencia de lo que deseamos. Pues bien, el ciclo de servidumbre
como automatismo de la imaginación se pone en funcionamiento porque cuando nos imaginamos libres percibimos nuestra poten-
cia de obrar sin las potencias de las otras cosas y, por tanto, con mayor distinción que si nos imaginamos determinados, esto es, si
imaginamos nuestra potencia unida necesariamente a las de las otras cosas. Siendo que la mente se esfuerza en imaginar aquello que
afirma su potencia de obrar (EIII, prop. 54) (no otra cosa es el amor), la mente se esfuerza por imaginarse libre, esto es, se esfuerza
por reprimir cualquier explicación de las causas que la mueven a pensar y querer. Para ambos ciclos, véase nuestro “El deseo activo
de amar (afecto y materialismo en Spinoza)”, Youkali, 3, mayo 2007 (www.youkali.net).
MISCELÁNEA

contemplación” (B 5) y consiste en apartar todo inte-


rés respecto a la existencia del objeto: interés de la
inclinación o de la moral, incluso interés cognosciti-
vo. Esto es así en el caso del sentimiento de lo bello;
pero igualmente, la condición del sentimiento de lo
sublime es que el sujeto esté fuera de peligro y domi-
ne el interés de los sentidos, esto es, su entusiasmo o
su pavor. Esta indiferencia o seguridad respecto de la
existencia del objeto constituye la libertad de la capa-
cidad de juzgar, su independencia respecto de la
razón y del entendimiento (B 119). Es además una
libertad negativa, resultado de un trabajo negativo
de exclusión.
En Spinoza, sin embargo, la distancia se produce
a causa del conflicto entre las ideas, por el hecho de
que las ideas se suprimen o reprimen unas a otras.
gina, se le podría hacer a su tesis de la identidad de
Aunque contiene un momento negativo, la supresión
idea, volición y juicio. En la respuesta a la objeción,
de la existencia del objeto imaginado es resultado de
remite expresamente al escolio de EII, prop. 17 don-
un trabajo de lo positivo, el trabajo de la idea desde
de había hablado de la potencia de imaginar.
su potencia. Y cuando Spinoza considera la posibili-
dad de que la facultad de imaginar de la mente sea Concedo —afirma en EII, prop. 49, esc.— que
libre, esa libertad consiste en que la facultad de ima- nadie se engaña en cuanto que percibe, es decir,
ginar dependa de la sola naturaleza de la mente. que las imaginaciones de la mente, consideradas
Por otro lado, si la filosofía de Kant busca demos- en sí mismas, no implican ningún error (véase II,
trar a toda costa la diferencia entre el entendimiento, prop. 17, esc.); pero niego que el hombre no afir-
la voluntad y el juicio, en la de Spinoza, los tres son me nada en cuanto que percibe. Pues, ¿qué otra
inseparables. Es precisamente al hilo de la indistin- cosa es percibir un caballo alado sino afirmar del
ción entre idea, volición y juicio, cuando Spinoza afir- caballo las alas? Porque, si el alma no percibiera
ma que nos es imposible suspender voluntariamente nada aparte del caballo alado, lo contemplaría
el juicio. La creencia en la posibilidad de suspender presente a ella, y no tendría motivo alguno para
dudar de su existencia ni facultad alguna de
el juicio es una idea muy similar a la de la libertad de
disentir; a menos que la imaginación del caballo
indiferencia sobre la que descansa la distancia kan- esté unida a una idea que suprime su existencia,
tiana. Tal como Spinoza la presenta en el escolio de o que la mente perciba que la idea que tiene del
EII, prop. 49, la suspensión del juicio supone la sepa- caballo alado es inadecuada y entonces o negará
ración entre la idea y el juicio de existencia, de tal necesariamente la existencia del caballo o dudará
manera que “quien finge un caballo alado, no por eso necesariamente de ella.
concede que se da un caballo alado, esto es, no por
eso se equivoca, a menos que conceda a la vez que se La identidad de idea, volición y juicio conlleva,
da un caballo alado”. La libertad del juicio está en entonces, que no hay una libre facultad de separar el
página 14

que el individuo puede asentir o no a lo que la mente juicio de existencia de la imaginación y que la sepa-
percibe. La referencia es claramente a la concepción ración entre la existencia del objeto imaginado y la
cartesiana de la libertad del alma tal como aparece en potencia de imaginar sólo puede realizarse por
la cuarta de las Meditaciones metafísicas15 y en los medio de otra idea que suprima la existencia de lo
parágrafos 33-39 de Los principios de la filosofía. Ahora imaginado.
YOUKALI, 14

bien, la indiferencia kantiana repite esta concepción


cartesiana. De hecho, la facultad de juzgar no podría En consecuencia, la diferencia entre la distancia kan-
tener otro principio a priori que no fuera esta capaci- tiana y la spinoziana consiste en que la primera se
dad de suspender su atribución de existencia al con- sostiene sobre la “libre potestad” del sujeto, mientras
tenido percibido al tiempo que asiente a la forma de que la segunda tiene una causa efectiva que hay en
la representación. cada caso que especificar. La distancia spinoziana no
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La suspensión del juicio es traída a colación por es un a priori: depende de las circunstancias y los
Spinoza en tanto que es una objeción que, según ima- tiempos.

15 Véase Pierre Macherey, Introduction à l’Éthique de Spinoza. La seconde partie, PUF, París, 1997, p. 396 nota.
Desde el marco spinoziano, no obstante, puede darse la finalidad en el juicio estético sin otorgarle carácter

MISCELÁNEA
el hecho de que aunque seamos conscientes de la constitutivo.
idea que suprime la existencia de lo imaginado, esta Para Spinoza, sin embargo, eliminado el proble-
sea una idea inadecuada, esto es, que no seamos ma de la finalidad, el hecho de que la idea distancia-
capaces de dar cuenta de ella. La diferencia, entonces, dora sea adecuada, si bien no hace que el contento
entre una idea distanciadora adecuada y otra inade- estético sea más vehemente, incluso si ese contento es
cuada será importante. más bien una forma de serenidad (acquiescentia se
Pero, dicho esto, a renglón seguido es necesario puede traducir de las dos maneras: contento y sere-
aclarar que esta diferencia no puede ser equivalente nidad), implica que nuestra capacidad de obrar
a la diferencia kantiana entre lo bello natural y lo aumente necesariamente, algo que no ocurre si tal
bello artístico. De hecho, lo bello natural kantiano se idea es inadecuada. Si la idea distanciadora es ade-
explica desde los parámetros spinozistas pensando cuada, el desplazamiento entre el objeto imaginado y
que el contento estético ante imaginaciones de la la potencia de imaginar queda establecido de forma
naturaleza es provocado por una situación que imita neta. Pero si la idea distanciadora es inadecuada, ese
aquella de la recepción artística moderna, precisa- desplazamiento se convierte en una “hondura ines-
mente lo que Kant llama contemplación. O por crutable”, por utilizar los términos de Walter
hablar en otros términos, la belleza natural kantiana Benjamin. En Kant esa hondura no es aparentemen-
podría explicarse como una exportación de los códi- te de origen sacro, como lo es según Benjamin el foso
gos y rituales de la recepción artística moderna a la que separaba a los actores del público en el teatro clá-
experiencia de objetos naturales. La idea kantiana de sico16. En Kant, la hondura inescrutable es la de la
que “la naturaleza es bella cuando al mismo tiempo finalidad formal que constituye al individuo en suje-
parece arte” (B 179) hay que entenderla en el sentido to de la experiencia estética. Gracias a la finalidad
de que la naturaleza es bella cuando a la experiencia pura del juicio estético que prohíbe que la idea dis-
que tenemos de ella hemos trasladado las condicio- tanciadora sea una idea adecuada, el individuo
nes modernas de la experiencia que tenemos del arte. puede fingirse como origen de la distancia, como ori-
Y aún hay más, la idea kantiana de considerar la gen incondicionado de su propio gusto. Es por ello
naturaleza como si fuera arte va acompañada necesa- igualmente que, según Kant, no puede haber ciencia
riamente de su inversa: “el arte sólo puede llamarse de lo bello (B 176).
bello cuando somos conscientes de que es arte y, sin Desde Spinoza, sin embargo, no cabe defender
embargo, parece naturaleza”, esto es, cuando parece ningún misterio en torno a la distancia, ni de carácter
un producto espontáneo, no trabajado. religioso ni subjetivo. Y, en este sentido, no podemos
El objeto bello kantiano ya sea artístico o natural dejar de señalar la proximidad entre Spinoza y la
tiene que reunir en sí ambos orígenes. Tiene que ser práctica teatral de Bertolt Brecht. El distanciamiento
producido y al mismo tiempo espontáneo, tiene que brechtiano puede entenderse como ese esfuerzo por
estar mediado y al mismo tiempo ser inmediato. En eliminar todo misterio de la idea distanciadora. No
términos spinozianos, esto equivale a decir que la sólo consiste, por tanto, en reconocer la distancia
idea que suprime la existencia del objeto imaginado entre lo representado y la potencia de representación,
debe ser inadecuada. La idea distanciadora ha de entre la fábula y la escena o entre el personaje y el
aparecer como inexplicable, ya que de otra manera, actor, por ejemplo, sino en producir racionalmente
no hay modo de sostener la finalidad formal. Si el una distancia neta entre ambos, en buscar que se página 15
arte no parece naturaleza, entonces se convierte en comprenda el modo de funcionar de la distancia, en
técnica, en artesanía o en moral. Si la naturaleza no intentar evitar a toda costa que se mistifique su diná-
aparece como arte, entonces se convierte en objeto de mica. La no mistificación de la distancia exige una
conocimiento. La distancia kantiana se produce aguda consciencia del proceso tanto en los actores
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haciendo jugar lo espontáneo y lo premeditado de como en el público. Y abre la vía hacia un conoci-
modo que lo espontáneo elimine el interés técnico o miento del arte capaz de analizar los mecanismos de
moral de lo premeditado y lo premeditado elimine la esa distancia incluso allí donde la intención mistifica-
objetividad de lo espontáneo. Es la manera de salvar dora ha ido más lejos17.
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16 Véase Walter Benjamin, “¿Qué es el teatro épico? (Primera versión)”, en Tentativas sobre Brecht, trad. Jesús Aguirre, Taurus, Madrid,
1999, p. 17.
17 Es en ese conocimiento de los mecanismos de la distancia donde hay que inscribir los trabajos de P. Macherey y L. Althusser sobre
la producción literaria y el arte. Véase Louis Althusser et al., Escritos sobre el arte, trad. Juan Pedro García del Campo y Aurelio Sainz
Pezonaga, Tierradenadie Ediciones, Ciempozuelos, 2011.
MISCELÁNEA

la existencia del objeto al que se atiende. La traduc-


ción no puede, de cualquier manera, ser literal. En el
TRE, el conocimiento de las causas ha de ser verda-
dero, pero la idea que suprime la existencia de lo
imaginado en la Ética puede ser tanto verdadera
como falsa. Pues, como dice Spinoza en el escolio de
la prop. 1 de la Parte IV: “las imaginaciones no des-
aparecen por la presencia de lo verdadero como ver-
dadero, sino porque sobrevienen otras más fuertes
que ellas que excluyen la existencia actual de las
cosas que imaginamos”. La referencia que da Spi-
noza es aquí también la proposición 17 de la Parte II.
Por otra parte, al comienzo de los Pensamiento
metafísicos, Spinoza define el ser ficticio como resulta-
do de que “el hombre, guiado simplemente por su
libertad y no sin darse cuenta, como en la falsedad,
8. La ficción para Spinoza es el resultado de una sino de propósito y a sabiendas, reúne las cosas que
causa positiva y para Kant, una hondura inexcruta- quiere reunir y separa las cosas que quiere sepa-
ble rar”19. Entendemos que aquí, tal como afirma
Ludowijk Meyer en el Saludo al lector con el que se
Estas dos maneras de entender la distancia, la spino- abría la edición conjunta de los Principios de filosofía de
ziana y la kantiana, las podemos encontrar expuestas Descartes y los PM, Spinoza “propone las opiniones
en algunos textos del propio Spinoza en los que este de Descartes” y que ésta es precisamente la concep-
se refiere a la ficción. Aunque cuando Spinoza habla ción de lo ficticio que critica en el escolio de la prop.
de ficción lo hace generalmente como sinónimo de 49 de la Parte II que hemos comentado anteriormen-
conocimiento falso o inadecuado, no ocurre así en te. En el Saludo, Meyer remite precisamente al mis-
dos pasajes del Tratado para la reforma del entendimien- mo problema de la separación / identidad entre en-
to (TRE), uno, y de los Pensamientos metafísicos (PM), tendimiento y voluntad que está en juego en este
el otro, en los que trata de la ficción en términos de escolio.
distancia, en los dos sentidos que hemos llamado Considerar, entonces, que la distancia entre aten-
“spinoziano” y “kantiano” respectivamente. der y asentir, entre el objeto imaginado y la potencia
Así, en § 66 del TRE, Spinoza distingue entre la de imaginar sólo puede explicarse a través de una
idea falsa y la idea ficticia diciendo que: causa positiva, de un idea distanciadora, es una con-
secuencia de la intervención excepcional que la filo-
Entre ambas, en efecto, no existe otra diferencia
sofía de Spinoza realiza dentro de todo el pensa-
sino que la idea falsa implica el asentimiento; es
decir ... que, al presentarse a la mente las repre-
miento moderno. Esa intervención, de manera nega-
sentaciones, no se le presentan las causas por las tiva, consiste en negar un sujeto fundante. De mane-
que ella puede colegir, como cuando finge, que ra positiva, en afirmar la identidad de entendimiento
no provienen de las cosas externas y que (esa y voluntad. En Kant, el sujeto moderno sólo es fun-
página 16

idea) no es otra cosa que soñar con los ojos abier- dante a condición de suponerle este abismo que lo
tos o estando despiertos18. divide por dentro. Un abismo que es la distancia
misma entre imaginación y entendimiento o razón
La ficción consiste, así, como dice Spinoza algo antes que expresa el juicio estético. La ausencia de interés,
(§ 64), en atender sin asentir, pero el no asentimiento la ausencia de fin y la ausencia de concepto son la
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no proviene de un acto arbitrario de la voluntad, sino misma ausencia: ese abismo que separa imaginación
de que se posee el conocimiento de las causas que y entendimiento o razón, en última instancia cuerpo
impide asentir. Traducido a los términos de los esco- y mente. Pero ese “abismo insondable” (unübersehba-
lios de las proposiciones 17 y 49 de la Parte II de la re Kluft)20 es al mismo tiempo la libertad negativa de
Ética, no se asiente porque hay una idea que suprime la indiferencia que los une armónicamente en el jui-
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18 Spinoza, Tratado de la reforma del entendimiento. Principios de la filosofía de Descartes. Pensamientos metafísicos, trad. Atilano Domínguez,
Alianza, Madrid, 2006, p. 107.
19 Ibíd., p. 242.
20 B XIX.
cio de lo bello y, polémicamente, en el de lo sublime:

MISCELÁNEA
la “hondura inexcrutable” (unermeßlichen Tiefe) de
Benjamin. El mismo abismo que los separa, los une.
Ahora bien, la entrada en la ficción estética gra-
cias a la actitud de mera contemplación en la que se
materializa la indiferencia sólo puede ocurrir a con-
dición de entender la naturaleza como si fuera un
arte y el arte como si fuera naturaleza. Esto es, el suje-
to sólo puede entrar en la ficción estética si ha entra-
do ya en otra ficción, la ficción de la analogía. La fic-
ción analógica es la condición de posibilidad de
todas las demás ficciones. Pero, la ficción analógica se
funda sobre el abismo insondable en la misma medi-
da que todas las demás. Y en consecuencia, el propio
sujeto fundante se abisma en una laberinto de espe-
jos negros que absorbe inmisericorde todo el esfuer- somos indiferentes o estamos interesados, sino en el
zo de las Luces. ánimo del que enjuicia. La libertad es “la capacidad
ilimitada del propio sujeto” descubierta por la propia
9. El sublime spinoziano es la experiencia de eter- incapacidad de la imaginación21 (B 100), capacidad
nidad ilimitada que no es otra que la capacidad moral (B
110 y ss).
En su análisis del sentimiento de lo sublime, Kant Igualmente, ayudados por esta nueva distancia
parece plantear la distancia de una manera más cer- kantiana y gracias a Pierre-François Moreau y a su
cana a la spinoziana. La indiferencia respecto a la lectura del escolio de EV, prop. 23, podemos hablar
existencia del objeto bello se convierte en la experien- de un sublime spinoziano. En ese escolio habla
cia de la sensación de lo sublime que se obtiene Spinoza del sentimiento y la experiencia de la eterni-
mediante la observación del suceso sublime desde dad. En concreto, afirma que “sentimos y experimen-
un lugar seguro. Las grandes tormentas o el océano tamos que nosotros somos eternos”. Moreau defien-
furioso son sublimes siempre y cuando no corramos de que la experiencia de eternidad va inseparable-
verdadero peligro. De igual manera, se cuenta con la mente ligada al sentimiento de finitud:
seguridad del espectador cuando lo sublime es invo-
cado en la obra de arte. El sentimiento de lo sublime El sentimiento de finitud es la condición del sen-
sólo puede ser experimentado dentro de unas condi- timiento de eternidad e, incluso, en cierto sentido,
ciones cuya idea excluya la posibilidad de que la inte- es el sentimiento de eternidad. El alma percibe su
impotencia y aspira a salir de la contingencia,
gridad del sujeto se vea afectada por el acontecimien-
figura que para ella adquiere la necesidad exter-
to del que es testigo. na, gracias al mismo movimiento, a saber, acce-
A su vez, el sentimiento de lo sublime kantiano diendo a la necesidad y tomando consciencia de
supone que otra distancia se abre en el interior del que todo no es inmediatamente necesario. En su
sentimiento. Es la distancia entre la inadecuación de misma limitación, la finitud realiza un papel posi-
nuestra imaginación, su incapacidad de aprehender tivo: diseña los lineamientos de lo necesario e página 17
una multiplicidad informe como un todo, y las ideas induce a asumirlo como eterno.22
de la razón, que se “hacen sentir y se hacen presentes
en el ánimo ... precisamente por esta inadecuabilidad Lo sublime spinoziano es el sentimiento de eternidad
que cabe exhibir sensiblemente” (B 77). La libertad y se funda en el mismo concepto de finitud de
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que está en juego en lo sublime kantiano ya no es la Spinoza, una finitud fundada positivamente en lo
de indiferencia. Entre otras cosas, porque lo sublime infinito23. En efecto, el concepto de potencia finita
no se haya en el objeto respecto a cuya existencia supone que la potencia de una cosa singular, esto es,
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21 “La cualidad del sentimiento de lo sublime es que es un sentimiento de displacer sobre la capacidad de enjuiciamiento estético en
un objeto, la cual, sin embargo, se representa al mismo tiempo como teleológica. Lo cual es posible porque la propia incapacidad
descubre la conciencia de una capacidad ilimitada del mismo sujeto y el ánimo puede enjuiciar estéticamente lo último por medio
de lo primero” (B 100).
22 Pierre-François Moreau, Spinoza. L’expérience et l’éternité, PUF, París, 1994, p. 544.
23 Ibíd., pág. 546.
MISCELÁNEA

su esencia, su conatus, implica necesariamente la exis- te en que la conexión con otras imaginaciones no se
tencia de otras cosas de mayor potencia que la repri- produce.
men y pueden llegar a destruirla. Y viceversa, supo- El exceso de imágenes y la paralización ante una
ne que la finitud de una cosa singular implica nece- imagen son los dos extremos en los que la mente
sariamente la potencia con la que esta se esfuerza por topa con el límite de la imaginación, con la impoten-
perseverar en el ser, por impedir que la potencia de cia para acumular imaginaciones distintas, con la
las demás cosas repriman o supriman la suya. imposibilidad de desprenderse de una imaginación
Potencia y finitud (o antagonismo o resistencia) son singular. Pero, encontrarse con el límite de la imagi-
los dos puntos de vista que es necesario proyectar nación, en una situación que no conlleva peligro,
sobre cualquier cosa singular para conocer su esen- supone encontrarse con su potencia, con su necesi-
cia. En definitiva, la experiencia de eternidad no sería dad, esto es, supone considerar la mente como
otra cosa que la experiencia de la necesidad de pro- potencia de actuar y, en tanto que tal, alegrarse.
yectar una doble perspectiva (como todos y como Esto es, entonces, lo sublime spinoziano: una
partes, como potencia y como finitud) sobre las cosas experiencia estética de la eternidad. Estética en tanto
singulares. que se produce gracias a una toma de distancia res-
Moreau estudia diversos momentos de la filosofía pecto de la imaginación, gracias a que la imaginación
de Spinoza en los que la coimplicación experiencial está distanciada. Aunque, en lo sublime spinoziano
de potencia y finitud juega un papel fundamental, no hay que estipular una nueva distancia. La ausen-
tales como la insatisfacción de la vida cotidiana, las cia de peligro hace aquí las veces de la idea que
aflicciones, la espontánea aspiración a la salvación o suprime la existencia de lo imaginado. Y la mente
la historia entendida como el inevitable sometimien- encuentra su propia potencia en el límite de la imagi-
to de los estados a los golpes de la fortuna24. Pero nación distanciada de ese modo y no, como en Kant,
Kant nos puede ayudar a encontrar otras dos cir- en el contraste entre este límite y lo suprasensible que
cunstancias en las que la experiencia de la eternidad se anuncia a través del mismo.
es especialmente intensa. Pero también podemos decir que, gracias a la
Así el equivalente spinoziano de lo matemática- ausencia de peligro unida al encuentro de la mente
mente sublime tal como lo teoriza Kant, lo grande sin con los extremos de la imaginación, encontramos
más, es la explicación del modo como se forman los una distancia interior. La distancia con la que se
términos transcendentales como ser, cosa o algo, que encuentra la mente en el exceso de imágenes y en la
no es otro que la limitación del cuerpo a la hora de admiración es una distancia constitutiva, constitutiva
formar imágenes de manera simultánea. Cuando la de toda cosa singular: la distancia entre la afirmación
capacidad del cuerpo es superada ampliamente, las y la negación inscrita en toda potencia finita. Pero,
imágenes se confunden totalmente, y la mente ima- esta distancia no es la de un abismo sobre el que haya
gina todos los cuerpos confusamente y sin distinción, que construir un puente, como en Kant. La distancia
englobándolos bajo el atributo de ser, cosa, etc. (EII, interior es la holgura necesaria para que la doble
prop. 40, esc. 1). perspectiva sobre la cosa singular como compuesto y
Y el equivalente spinoziano de lo dinámicamente como componente, aquella que nos permite intuir a
sublime kantiano, lo temible, por su parte, es la una esencia finita, pueda hacer juego, pueda articu-
admiración (admiratio) y sus derivados. La admira- larse. Estar dotado de esa holgura, de ese huelgo es
página 18

ción es “la imaginación de una cosa singular, en lo que significa ser en Dios, ser un modo finito de la
cuanto que se halla sola en la mente” (EII, prop. 52, sustancia. Y encontrarse con esa holgura es lo que
esc.). Al hallarse sola en la mente, ésta no puede produce el sentimiento de lo sublime spinoziano: la
pasar a otra imaginación y está determinada a con- experiencia de eternidad. La experiencia de eterni-
templar sólo a la presente. Como explica Spinoza en dad es, por ello, como dice Moreau, “el punto de par-
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la definición 4 de los afectos, la admiración se produ- tida del tercer género de conocimiento”25.
ce ante una imagen nueva de la cosa. La novedad, Pero, si esto es así, el contento estético no sería
que no es expresamente una causa positiva y que por sino una forma de experiencia estética de eternidad.
tanto no hace de la admiración un afecto real, consis- También cuando la imaginación va acompañada de
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24 Véase Ibíd., pp. 544-5. Por nuestra parte, hemos encontrado esa misma experiencia de eternidad en la experiencia del sometido cons-
ciente de su sometimiento, del cual es un ejemplo paradigmático el judío marrano. Véase “El deseo activo de amar (afecto y mate-
rialismo en Spinoza)”, op. cit., pp. 57 y ss.
25 Ibíd., p. 544. Para otro punto de vista sobre la misma cuestión, véase Roberto Diodato, Vermeer, Gongora, Spinoza. L’esthétique comme
science intuitive, Mimesis, París, 2006., cap. VII.
una idea que suprime la existencia de lo imaginado, es más bien un momento general de la misma. Ni

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en la mente se encuentran, por un lado, un límite tampoco podemos hablar de un contento estético o
cognoscitivo, la imaginación unida a la idea que de una experiencia estética de eternidad producidos
suprime la existencia de su objeto, y, por otro, la por la contemplación de la naturaleza como si esa
experiencia de la propia potencia de imaginar. Se da, situación contemplativa se produjera al margen de lo
por tanto, en ella también una distancia interior, una social.
holgura que nos abre a la experiencia de eternidad. Podemos entender a partir del estudio de las
Aunque, por otro lado, se puede decir igualmente sociedades humanas que éstas han aprendido a pro-
que la experiencia estética de eternidad es una forma ducir contento estético, a producir imaginaciones
de contento estético, ya que en ella la potencia de unidas a la idea que suprime la existencia de lo ima-
imaginar es reconocida en los propios límites de la ginado, o a producir experiencias estéticas de eterni-
imaginación distanciada, lo que produce contento dad, a saber, excesos de imágenes o admiración en
estético. En fin, el contento estético y la experiencia ausencia de peligro. Ahora bien, el que esa produc-
estética de eternidad actúan, aunque en diferente ción vaya unida a un ritual totémico, a un culto
grado, tanto en lo bello como en lo sublime. monoteísta, a la producción de obras de arte o de arte
sin obras, a la venta de mercancías o a la lucha por la
transformación social, etc. es algo que sólo puede
recibir una explicación histórica. La producción de
contento estético y de experiencia estética de eterni-
dad depende entonces más de un uso que de un arte,
más de una práctica social compleja que de una habi-
lidad técnica. O mejor, la habilidad técnica, el poder
del cuerpo27 y el poder de los cuerpos de la multi-
tud, con sus objetivaciones regulativas o tecnológicas
o institucionales, han de integrarse en un uso, en un
aparato, una práctica de prácticas y una práctica
entre prácticas, que explican y las explica. Las distin-
tas figuras de lo que ahora entendemos como mundo
del arte, las figuras del artista o de la obra o del públi-
co o del crítico, etc. se explican igualmente por razo-
nes históricas.
Ahora bien, si admitimos la producción de con-
10. El genio spinoziano es la multitud histórica- tento estético y de experiencia estética de eternidad
mente determinada en estos términos generales cabría quizás preguntar-
se en esos mismos términos por la habilidad necesa-
El contento estético y la experiencia estética de eter- ria para tal producción. O, dicho de otro modo, pode-
nidad son efectos que en sí mismos no van unidos a mos preguntarnos si hay un genio spinoziano y en
ninguna práctica social específica. No suponen tam- qué consiste. La respuesta esta vez la encontramos
poco ninguna distinción entre recepción y produc- expuesta por Gerald Lebrun en su obra Kant y el final
ción, a diferencia de Kant que, aunque subraya el de la metafísica28. El genio kantiano es, explica Le- página 19
carácter productivo de la imaginación en la recep- brun, el artesano que no se atañe a un modelo dado
ción, separa esta de una producción verdaderamente sino que inventa las reglas. La invención de las reglas
activa, en tanto que dadora de reglas, que atribuye al es, para Kant, una donación de la naturaleza. La
genio26. La ausencia de fijación a una práctica social naturaleza es entendida por Kant en los pasajes en
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determinada significa, principalmente, que la expli- los que aborda la figura del genio como producción
cación de las diferentes formas sociales que el conten- libre en unos términos muy similares a la libertad
to estético y la experiencia estética de eternidad spinoziana, esto es, como aquello que se sigue de la
adoptan tiene que ser una explicación histórica. El sola necesidad de la naturaleza de una cosa. Ahora
análisis de los afectos no puede sustituir a la historia: bien, Kant limita esta libertad de la naturaleza al arte
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26 Véase, I. Kant, Crítica del discernimiento, op. cit., § 48.


27 La referencia es en efecto al escolio de EIII, prop. 2.
28 G. Lebrun, op. cit., pp. 360-1.
MISCELÁNEA

bello: “la naturaleza no prescribe la regla para la cien- cosas singulares que existen es una novedad verda-
cia, sino para el arte; y para este en tanto que deba ser dera, un cambio de las reglas. Y esto es así, en efecto,
arte bello” (B 183). Para Spinoza, sin embargo, no hay porque las reglas son infinitas, pues “de la necesidad
diferencia a este respecto entre la ciencia y las artes de la naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas
de todo tipo. El parágrafo 31 del Tratado de la reforma de infinitos modos, esto es, todo lo que puede caer
del entendimiento lo declara de modo contundente: bajo un entendimiento infinito” (EI, prop. 16).
En definitiva, desde este planteamiento de
Pero los hombres, inicialmente, pudieron hacer Spinoza, la teoría del genio kantiana aparece como
algunas cosas muy fáciles con instrumentos no un intento de encerrar en el espacio de la producción
fabricados, aunque trabajosa e imperfectamente; de belleza artística realizada por un reducido núme-
una vez hechas estas, hicieron otras más difíciles, ro de seres elegidos, y ocultar bajo un manto de mis-
con menor trabajo y más perfectamente; y así,
terio, aquello que es la esencia misma de todas las
gradualmente, avanzaron desde los trabajos más
simples a los instrumentos y desde los instru-
cosas singulares. En el caso concreto de los seres
mentos a otros trabajos y a otros instrumentos, humanos, esa esencia, su potencia finita, consiste his-
hasta llegar a realizar tantas y tan difíciles cosas tóricamente en su capacidad de crear nuevas pro-
con poco trabajo. Así también el entendimiento: puestas estéticas con otras propuestas, de fabricar
con su potencia nativa29 se forja unos instrumen- nuevos instrumentos con otros instrumentos, de pro-
tos intelectuales con los cuales adquiere otras ducir nuevas ideas con otras ideas, e, igualmente, de
fuerzas para realizar otras obras intelectuales y, construir nuevas instituciones sociales con otras ins-
gracias a estas, otros instrumentos, o sea, el poder tituciones; esencia que, gracias a Spinoza, podemos
de avanzar en la investigación. Así sigue adelan- pensar sin necesidad de establecer trascendencia
te paso a paso hasta alcanzar la cúspide de la alguna, sea constitutiva o regulativa: sin finalismo ni
sabiduria.
finalidad.
Así pues, la pregunta que es necesario mantener
La diferencia con Kant es, por tanto, evidente aquí siempre abierta no es solamente la que reclama qué
también. El genio spinoziano no es sólo estético, sino puede un cuerpo. Hay que sostenerse igualmente en
tanto técnico como científico, y no es “un favorito de las preguntas que demandan qué puede una mente,
la naturaleza que aparece raras veces” (B 200), sino qué puede un ser humano y, sobre todo, qué puede
un genio histórico y social. El genio es la multitud, las históricamente una multitud.
multidudes históricamente determinadas. La pro-
ducción de contento estético y experiencia estética de
eternidad será igualmente una práctica histórica de
la multitud. La potencia de los cuerpos y de las men-
tes no es sino aquello que se sigue de su naturaleza.
Es su naturaleza, por tanto, en relación necesaria con
la naturaleza de otros cuerpos y otras mentes lo que
“da las reglas” a las artes y a las ciencias. La verdade-
ra novedad, aquella que cambia las reglas y no la que
sólo logra dejarnos estupefactos30, no proviene de
un afuera misterioso, sino que está inscrita en la vida
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misma de los cuerpos y las mentes: es su misma


potencia. Y es que ninguna potencia finita es mera
repetición, mera copia, mero fenómeno subsumible
bajo una ley universal, sino que cada cosa singular es
YOUKALI, 14

la potencia infinita de la naturaleza expresándose de


una cierta y determina manera. Cada una de las
ISBN: 1885-477X

29 Aquí Spinoza incluye un nota en la que explica que la vis nativa del entendimiento es “aquello que en nosotros no es causado por
causas externas”.
30 Aunque también el cambio de las reglas nos dejará admirados.

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