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Escuela de Derecho, Posgrados y Práctica

Jurídica.

Tema

Sistemas de Identificación.

Presenta

Jorge Antonio Álvarez Vázquez

19 de Octubre de 2013.
Sistemas de Identificación.

Jorge Antonio Álvarez Vázquez.

Keywords.

Sistemas identificación forense huellas odontología esclarecimiento científica

individuo criminalística

Resumen.

La necesidad de identificar a los seres humanos, no es de índole estrictamente

investigativa y policial. Sencillamente se refiere al acto más elemental y rutinario

de la vida social del hombre que le permite reconocerse individualmente y

reconocer a los demás.

Los sistemas de identificación, como disciplina científica de la criminalística y con

apoyo fundamental de la antropología forense, la genética forense y la cibernética

forense, aplican conocimientos, métodos y técnicas para identificar en forma

inequívoca a personas vivas o muertas, descarnadas, putrefactas, quemadas o

restos humanos resultado de cualquier hecho accidental.

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Antecedentes Históricos.

Los antecedentes de algunas formas de identificación se remontan a mucho

tiempo atrás. Respecto a la reconstrucción o reproducción cráneo-facial sin base

ósea mediante la escultura, se puede constatar su antigüedad en virtud de que los

paleoamerindios y las culturas mesoamericanas (Toltecas, Olmecas, Mayas y

Aztecas) ya la practicaban, aunque con carácter funerario y religioso; esa práctica

se remonta desde 15,000 años a. C., hasta 1521 de la era actual.

Las tareas de identificación con tecnología y metodología propias, mediante la

reconstrucción o reproducción con y sin base ósea, de acuerdo con sus fines y sus

épocas, pueden dividirse en cuatro grupos:

1. Reconstrucciones y reproducciones cráneo-faciales con fines cotidianos.

2. Reconstrucciones y reproducciones cráneo-faciales con fines funerarios.

3. Reconstrucciones ornamentadas cráneo-faciales con fines religiosos.

4. Reconstrucciones y reproducciones cráneo-faciales y físicas con fines de

investigación científico-criminal.

La identificación de los individuos que cometen crímenes, es probablemente la

primera de las preocupaciones desde que se intento como civilización el control de

la criminalidad, durante algunos periodos, se llego a tatuar o mutilar a los

individuos a los cuales los grupos de poder buscaban controlar e identificar a

través de estas marcas reconocibles; pero la individualización de los delincuentes

era un verdadero problema, ya que no existía un sistema efectivo y homologado

que permitiera clasificarlos.

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Una práctica común era la de formar a los internos de las prisiones, mientras los

custodios caminaban de manera circular tratando de memorizar sus rostros, para

que, de esta manera, se pudieran identificar en el futuro. Pero ni incluso con el

nacimiento de la fotografía, se pudo resolver este problema, primero porque se

tenían serias dudas de que esta naciente tecnología no violentara los derechos de

los delincuentes, como lo expreso el primer ministro francés del interior a

mediados de 1800, “Seria para los detenidos un agravamiento de la pena no

previsto por la ley y un medio más para impedir todo retorno al bien”; aun así

existía otra cuestión de carácter logístico, --mantener quietos a los delincuentes--,

en la primera etapa de la fotografía se requería que el sujeto a fotografiar, se

mantuviera inmóvil por espacios de hasta 10 minutos, como es de esperarse,

pocos eran los delincuentes que estaban dispuestos a retratase sin coerción, para

los registros.

Una respuesta a este problema llegó cuando Alphonse Bertillon creó una

revolucionaria técnica de identificación, el “Bertillonage”. Bertillon organizó en

1882 y tras probarlo previamente, creó un sistema científico de identificación de

criminales y sospechosos de París, este sistema contenía información de los

detenidos mediante una hoja de medidas antropométricas.

Se requerían espacios muy grandes para almacenar la información de los

delincuentes obtenida por Bertillon y su equipo de especialistas; pero todo terminó

cuando un argentino sistematizó el descubrimiento más importante de la

criminalística en los próximos 100 años, en 1891 Juan Vucetich creó un sistema

de clasificación de los patrones de surcos que se encuentran en los dedos de

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cada individuo, transformando al “Bertillonage” en un sistema caduco y

revolucionando la identificación caminal haciéndola más exacta y practica.

Los seres vivos y en especial el hombre, para relacionarse entre sí requieren ser

reconocido y reconocer tanto a las personas de su entorno familiar, como aquellos

con las cuales mantendrá vínculos de amistad, negocios, juegos, trabajo, etc., bien

sea que las conozca o no personalmente.

El hombre primitivo realizó esfuerzos para distinguirse de los demás miembros de

su tribu, utilizando plumas, collares, pinturas, tatuajes y deformaciones de su

cráneo, orejas, labios o nariz. Luego empleó calificativos que eran propios del

lugar de nacimiento, de los oficios, ocupaciones o habilidades tanto en la rutina

diaria como en la guerra; o de los defectos físicos, el color de la piel, la

personalidad o los actos buenos o malos.

De las siete interrogantes de oro de la criminalística, la segunda de ellas ¿Quién?

Ocupará en esta ocasión nuestra atención. En virtud de que esta interrogante no

solo puede establecer con relación al o los sujetos activos del delito, sino también

con relación a los sujetos pasivos.

Cuando el sujeto pasivo sobrevive a la agresión, las dificultades de su

identificación se reducen al mínimo; no es así, sin embargo cuando fallece y la

putrefacción altera sus rasgos fisonómicos, o cuando la acción del calor actúa

directamente, carbonizando los tejidos, o cuando el cuerpo esta mutilado. Es en

estos casos cuando se requiere de sistemas fiables y científicos para determinar la

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identidad del sujeto en cuestión, para ello la criminalística se apoya de diversos

sistemas, cada uno con su método y técnicas.

En la actualidad los diferentes campos de la antropología física y forense, de la

odontología y estomatología forense y la cibernética forense en general han hecho

significativas contribuciones para la identificación de restos humanos.

Un examen profundo va mas allá de lo que se pueda proporcionar o mencionar;

así, la criminalística debe aportar pormenores importantes para que el personal

policial, pericial, ministerial y judicial se entere y tenga información suficiente,

respecto a la tecnología y la metodología en las tareas científicas de la

investigación, y sean capaces de decidir, al realizar alguna investigación criminal,

cuando solicitar a los expertos el estudio de esqueletos, cráneos o restos óseos, y

con ello aunar mayores elementos de convicción a sus pesquisas.

Los procedimientos convencionales de identificación no pueden aplicarse cuando

se pierden elementos para hacer estudios identificativos y comparativos a través

de huellas dactilares, fotografías faciales, descripciones físicas o fisonómicas,

características de la sangre, pabellones auriculares, cabellos, tatuajes, cicatrices,

lunares, acné, fondo del iris, venas del dorso de la mano, cicatrices umbilicales,

así como otros elementos externos y de fondo que ofrece un cuerpo humano, y

pueden perderse por diversas causas o por las características del siniestro o

desastre acaecido.

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Los actuales sistemas de identificación convencionales por lo general

circunscriben a: estudios radiológicos de los senos o cavidades paranasales,

odontología forense; dactiloscopia; superposiciones radiofotográficas cráneo-cara;

fotorradiografica cara-cráneo o fotográfica cara-cráneo; reconstrucción física o

fisonómica por medio del retrato hablado; reconstrucción escultórica facial

convencional o computarizada tridimensional; la técnica genética del ADN; y el

estudio en especie de huesos diversos (pelvis, iliaco, sacro, cráneo y otros)

aunque en este ultimo puede darse el caso de dimorfismo sexual, lo que dificulta

la identificación. La rugoscopía no es muy común, pero se aplica en países de

América del Sur. Por tales razones, la identificación criminalística forense se

orienta a identificar:

A. Autores de hechos.

B. Victimas.

C. Cómplices.

D. Testigos.

E. Otros involucrados del hecho.

Conclusiones.

Es indispensable el uso de técnicas de identificación, sea para personas vivas o

muertas producto de un accidente o desastre así como víctimas de un delito o

crimen, el uso adecuado de estas herramientas de identificación, proveen mayor

certeza a la o las víctimas, el correcto o incorrecto desempeño de las labores de

identificación son la diferencia entre la impartición de justicia y la certeza que se le

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ofrece a las familias que por alguna circunstancia han perdido a un ser querido; es

deber del criminalista, apoyarse en todas estas técnicas y herramientas para el

correcto desempeño de su labor investigativa.

Bibliografía.

 MORENO GONZALES Rafael, Manual de Introducción a la Criminalística,

Decimotercera Edición, Porrúa, México, 2011.

 MONTIEL SOSA Juventino, Criminalística 3, segunda edición, Limusa,

México, 2009.

 SIERRA TORRES Gladis, La Identificación Lofoscópica, Leyer, Colombia,

2005.

Jorge Antonio Álvarez Vázquez.

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