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¿Qué peruano no conoce los helados D’onofrio?

Cada verano logran


refrescarnos con su amplia oferta, sus helados para compartir en casa, para
disfrutar luego de la escuela o durante un divertido día en la playa. Esta es la
historia de una empresa que comenzó hace más de 100 años con tan sólo
una carretilla de helados y que, hoy en día, se ha convertido en la principal
marca de helados en el Perú.

En 1880, un joven italiano decidió buscar fortuna en el Nuevo mundo, cargando


consigo tan sólo sus sueños y su deseo por la aventura. Pedro D’Onofrio Di
Restra, con apenas 21 años de edad, se embarcó en un barco a vapor, se alejó de
su familia y los problemas económicos y vivió su primera gran travesía que lo
llevó hasta Buenos Aires, Argentina.

En Buenos Aires, don Pedro tuvo la suerte de encontrarse con un paisano y amigo
de la familia, Rafael Cimorelli, quien , debido a que regresaba a Italia, le
traspaso el carrito en el que vendía helados por las calles de Buenos Aires.
A esto se dedicó D’Onofrio durante tres años, hasta que en 1893 volvió a Italia y
conoció a su esposa, Rafaela Di Paolo. Juntos decidieron emprender camino
nuevamente hacia Argentina, pero una confusión los llevó a terminar en el Puerto
de Nueva York. Decididos a enfrentar lo inesperado, decidieron quedarse en
Estados Unidos e instalarse en Patterson, New Jersey.

Al poco tiempo volvió a aparecer Cimorelli, quien animó a don Pedro a trasladarse
a Richmond, Virginia, pues el clima era más favorable para la venta de helados.
Algunos años después, el mismo Cimorelli llamó a D’Onofrio para invitarlo a Perú.
Así, a fines de 1897, Don Pedro, su esposa Rafaela y sus 5 hijos se
instalaron en Lima.

Al poco tiempo, las calles empedradas y estrechas de nuestra capital observaron


por primera vez la “carretina”, aquella carretilla de madera con la que repartía
los helados, más tarde conocida como “La Fundadora”. Don Pedro anunciaba
su paso por las calles con el toque de corneta, empujando el carrito en
interminables caminatas, ofreciendo el helado que lo hizo famoso: el “Imperial”.
Fotografía: Fototeca de la Inmigración Italiana
D’Onofrio se convirtió en todo un boom para los peruanos, puesto que acá no se
conocía el helado y, hasta entonces, lo que se usaba para refrescarse en los
veranos era dulces hechos en base a nieve molida, una especie de raspadilla o
cremolada. Al inicio, Pietro también traía nieve de los Andes para la preparación de
sus helados, hasta que en 1908, siguiendo el consejo de un ingeniero
norteamericano, compró una planta para la fabricación de hielo artificial, lo
que fue el primer paso para la industrialización del negocio.

Primer local de la fábrica D’onofrio. Fotografía: Fototeca de la Inmigración Italiana


Luego de 22 años de total dedicación al negocio del helado en el Perú, don Pedro
lo traspasó en 1919 a su hijo mayor, Antonio D’Onofrio Di Paolo. Fue él quien, en
1924, decidió acabar con la estacionalidad de su empresa y ampliar el
negocio, para lo cual instaló la primera fábrica de chocolates D’Onofrio,
con equipo industrial adquirido en Europa. Ya en esos años los D’Onofrio además
de helados producen chocolates de altísima calidad, galletas y caramelos de todo
tipo.

El 21 de mayo de 1937,a la edad de 78 años, falleció Pedro D’Onofrio, dejando la


empresa a sus descendientes, la cual creció hasta convertirse en lider del
mercado de helados en el Perú. En abril de 1997 D’Onofrio fue adquirida por
Nestle S.A., transnacional que continúa con la producción de los clásicos productos
D’Onofrio, además de seguir innovando en el mercado de la mano de una de las
marcas más queridas por los peruanos.

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