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--Sí, un eje es toda la cuestión del trauma. Hay varios traumas en la vida de los
chicos restituidos. Yo podría decir que hay tres momentos que marcan la vida (que
es más amplia que la restitución): el secuestro, la apropiación y la restitución.
El momento de la restitución también es algo traumático.
--¿Por qué?
--Depende de cada caso. Alguien que no está preparado para esa verdad, la descubre
en el momento en que es pasivo. Entonces, es como algo intrusivo. Y se tiene que
acomodar con eso. Y se puede decir que ese momento es también un trauma psíquico.
Podría agregar que es un trauma estructurante. El trauma en sí no es bueno, pero la
restitución va por la verdad. Es un momento que pasa, pero es para encaminarse en
la verdad. Y al final es estructurante. La otra parte es la repetición del trauma.
El restituido ha sido secuestrado. Ha vivido ya una separación traumática de la
madre y, a veces, un secuestro traumatizante. En ese sentido, la restitución hace
eco con el primer trauma.
--Exactamente. Vi personas que recuerdan muy poco porque hay algunas que eran
bebés. No recuerdan conscientemente, pero sí vivieron el secuestro y algunos
vivieron la tortura de la madre porque eran fetos. Lo vivieron en su carne pero la
gente que entrevisté no habla de eso. No fueron palabras que me hayan dicho. Pero
fue una vivencia.
--Fue fácil, no fue complicado hacer ciencia con un tema sociopolítico sin que me
digan “Soy de tal partido” ni que eso sea una pregunta. Eso hablando de política
partidaria. Pero si hablamos más allá de lo partidario, sí es un proyecto político
y una militancia. Es una militancia en el sentido que es un trabajo
transgeneracional, una herencia. En mi familia, mi mamá, argentina, vivió ese
período de la dictadura e indirectamente fue tocada por el tema. Por eso, en mi
familia hay algo transgeneracional. Pero si vengo a la Argentina a presentar el
libro lo es más todavía. No es sólo mi familia, es una cuestión social.
--Señala que el trabajo parte de la oposición de lo que Hannah Arendt hizo de “lo
que soy” y “quien soy”. ¿Cómo se aplica esta oposición en el caso de los niños
restituidos?
--Lo que yo busqué con el trabajo fue saber qué hicieron los chicos restituidos con
lo que les ha impuesto la historia argentina. Hay algo que se impuso a ellos. ¿Cómo
hizo cada uno de ellos con esto? En ese sentido, no son pasivos. Son personas a las
que les pasaron cosas, pero hicieron algo con eso.
--La ruptura habla del trauma. Es una separación traumática. Esa es la diferencia.
En el momento en que se saca el niño de la madre sin que la madre se despida, sin
que el niño sea preparado y en condiciones como lo que significa un secuestro, se
puede hablar de ruptura.
--He visto en cada entrevista signos del secreto. O sea, el punto de felicidad del
niño en familias apropiadas es el secreto. Para que él pueda crecer y la familia
apropiadora pueda decir: “Somos un familia, y qué lindo, qué lindo...”, no hay que
decirle al niño: “Sos apropiado”. Es el secreto. Pero lo que yo vi fue que el
secreto siempre transpira. Siempre, en todas las entrevistas. A veces, los chicos
no lo tenían consciente, pero muchos me dijeron: “Ya me parecía raro. Yo no tengo
nada que ver, soy alto, rubio y mis padres eran chicos y morochos”. No había fotos
del nacimiento. Eran cosas a la vista, pero tenían que hacer como que no lo veían.
Todo eso de manera inconsciente. No es que ellos dijeran: “No tengo que...”. No lo
hacían directamente, pero sí percibían.
--Yo creo que es porque resulta insoportable. Es una manera de sobrevivir. Ellos
sufrieron abandono, sin la apropiación se morían. Hay algo perverso en la
apropiación, una paradoja: es salvar la vida de alguien a través de un robo. Le
denegación parcial se produce para soportar esa paradoja.
--¿Qué puede hacer una persona con lo que le transmitieron sus apropiadores?
--Yo me pregunté lo mismo cuando empecé el trabajo. No pude tener una respuesta a
eso, pero me parece pertinente. Y pensé en las familias biológicas que reencuentran
al hijo cómo es para ellos cuando ven que es diferente porque creyó en otra
familia. También me pregunté cómo hacen ellos para aceptar, qué interpretación
tienen.
--Yo creo que hay dos maneras que no se excluyen. A la vez, tener la etiqueta de
“restituido” es una posibilidad de envoltura y de dar un apoyo a la reconstrucción.
Es muy importante. Por otro lado, varios chicos han dicho que no quieren ser
encerrados en esto. Ellos superan esta categoría. Ellos no son sólo víctimas ni
solamente restituidos.
--¿Qué se consideran?
--Es amplio. Hay algunos que son psicólogos, otros que son políticos, son madres,
son padres. Superan esa categoría.
--¿Cómo recuperan las personas restituidas la capacidad simbólica que les ayude a
atravesar la restitución?
--Hay mucha variedad. Los caminos son múltiples. Tiene que ver con la militancia. Y
tener otros grupos de pertenencia ayuda mucho. Lo otro es el marco social, que no
sea alienado, que se diga la verdad. La sociedad les da el apellido; es decir, los
coloca en la verdad.
--El concepto de resiliencia hay que entenderlo como algo amplio. Hay
características individuales, familiares y sociales. Tiene que ver con sentirse
protagonistas. Algunos son pasivos al principio, pero retoman la actividad en su
historia. Tiene que ver con el insertarse. Pude ver en las entrevistas que tienen
mucha facilidad de adaptarse a la vida, cómo hacen con lo nuevo. Son gente
plástica. No es negativo sino positivo. Después se ve en los discursos la
intelectualización; es decir, cómo pueden hablar de sí y de sus historias de una
manera un poco distanciada.