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 El Conflicto de los Siglos, pág.

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Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y
mañanas; luego el santuario será purificado.
Y fueron juzgados los muertos por las cosas
que estaban escritas en los libros, según sus
obras… y os daré a cada uno según vuestras
obras.
Fue en el tiempo señalado para el juicio –al fin
de los 2300 días, en 1844– cuando empezó la
obra de investigación y el acto de borrar los
pecados. Todos los que han tomado el nombre
de Cristo deben pasar por tan riguroso
examen. Tanto los vivos como los muertos
deben ser juzgados ‘de acuerdo con las cosas
escritas en los libros, según sus obras’.
En un tiempo como el presente, cuando la
obra del juicio de los vivos está por comenzar,
¿permitiremos que la ambición no consagrada
tome posesión del corazón? ¿Qué podrá ser de
algún valor para nosotros ahora excepto que
seamos hallados leales y fieles al Dios del
Cielo? ¿Qué hay de valor verdadero en este
mundo cuando estamos a la orilla del mundo
eterno?

Daniel 8:14; Apocalipsis 20:12 (Última parte), 2:23 (Última parte); La Fe por la Cual Vivo, pág.
213, Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 496
Es tiempo de que el juicio comience por la casa de
Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el
fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?
Si el justo con dificultad se salva ¿En dónde aparecerá
el impío y el pecador?
Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria,
porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a
aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes
de las aguas.
En el gran día de la expiación final y del juicio, los
únicos casos que se consideran son los de quienes
hayan profesado ser hijos de Dios. El juicio de los
impíos es obra distinta. Es tiempo de que el juicio
comience de la casa de Dios.
“¿Cuál es nuestra condición en este tremendo y
solemne tiempo? ¡Ay! ¡Cuánto orgullo prevalece en la
iglesia, cuánta hipocresía, cuánto engaño, cuánto amor
al vestido, la frivolidad y las diversiones, cuánto deseo
de supremacía! Todos estos pecados han nublado las
mentes… Si tenemos alguna preocupación por la
salvación de nuestra alma, debemos efectuar un
cambio decidido. Debemos buscar a Dios con
verdadera contrición; debemos confesar nuestros
pecados para que puedan ser borrados.

1 Pedro 4:17, 18, Apocalipsis 14:7; El Conflicto de los Siglos, pág. 472, Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 146
Estuve mirando hasta que fueron puestos
tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo
vestido era blanco como la nieve, y el pelo de
su cabeza como lana limpia; su trono llama de
fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.
Un río de fuego procedía y salía de delante de
él; millares de millares le servían, y millones de
millones asistían delante de él; el Juez se
sentó, y los libros fueron abiertos.
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no
pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el
justo.
Se presentó a la visión del profeta el día
grande y solemne en que los caracteres y vidas
de los hombres habrán de ser revistados ante
el Juez de toda la tierra, y en que a todos los
hombres se les dará “conforme a sus obras”. El
Anciano de días es Dios, el Padre… Jesús
aparecerá como el abogado de ellos, para
interceder en su favor ante Dios… “Mientras
Jesús intercede por los súbditos de su gracia,
Satanás los acusa ante Dios como
transgresores.

Daniel 7:9, 10, 1 Juan 2:1, Apocalipsis 12:10, Zacarías 3:1; El Conflicto de los Siglos, págs. 471, 474, 475
El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y
guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del
hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio,
juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o
sea mala.
Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser
juzgados por la ley de la libertad.
Todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la
ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo
quede bajo el juicio de Dios.
Cristo mostró cuán abarcantes son los principios de la
ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación
viviente de aquella ley cuyos principios permanecen
para siempre como la gran norma de justicia: la
norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran
día.
Cuando se siente el Juez, se abran los libros y cada
hombre sea juzgado de acuerdo con las cosas escritas
en los libros, entonces las tablas de piedra, ocultas
por Dios hasta aquel día, serán presentadas delante
del mundo como la norma de justicia. Entonces
hombres y mujeres verán que el prerrequisito de su
salvación es obediencia a la perfecta ley de Dios.
Nadie hallará excusa para el pecado.

Eclesiastés 12:13, 14, Santiago 2:12, Romanos 3:19; Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 248, 264
Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en
él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y
ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los
muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y
los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto,
el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los
libros, según sus obras.
Los que temían a Jehová hablaron cada uno a su
compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito
libro de memoria delante de él para los que temen
a Jehová, y para los que piensan en su nombre.
El libro de la vida contiene los nombres de todos
los que entraron alguna vez al servicio de Dios.
Delante de Dios está escrito ‘un libro de memoria,’
en el cual quedan consignadas las buenas obras de
‘los que temen a Jehová, y de los que piensan en
su nombre. Sus palabras de fe, sus actos de amor,
están registrados en el cielo… Toda tentación
resistida, todo pecado vencido, toda palabra de
tierna compasión,… todo padecimiento y todo
pesar sufridos por causa de Cristo…”. “Hay además
un registro en el cual figuran los pecados de los
hombres.

Daniel 12:1, Apocalipsis 20:11, 12, Malaquías 3:16; El Conflicto de los Siglos, págs. 534, 535
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada, y cubierto su pecado.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad.
Se abrió otro libro en el cual estaban anotados los
pecados de los que profesan la verdad. Bajo el
encabezamiento del egoísmo venían todos los demás
pecados.
Bajo la codicia venían la mentira, el robo, los hurtos,
el fraude y la avaricia; bajo la ambición venían el
orgullo y la extravagancia; los celos encabezaban la
lista de la malicia, la envidia y el odio; y la
intemperancia, otra larga lista de crímenes terribles,
como la lascivia, el adulterio, la complacencia de las
pasiones animales. ‘¿Quién puede salvarse? ¿Quién
está sin defecto a la vista de un Dios puro y santo?.
Frente a cada nombre, en los libros del cielo,
aparecen, con terrible exactitud, cada mala palabra,
cada acto egoísta, deber descuidado, y cada pecado
secreto, con todas las tretas arteras. Los momentos
perdidos, las oportunidades desperdiciadas, la
influencia ejercida para bien o para mal, con sus
abarcantes resultados.

Salmos 32:1, 1 Juan 1:9; Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 377, El Conflicto de los Siglos, pág. 473
El que venciere será vestido de vestiduras
blancas; y no borraré su nombre del libro
de la vida, y confesaré su nombre delante
de mi Padre, y delante de sus ángeles… Al
que venciere, le daré que se siente
conmigo en mi trono, así como yo he
vencido, y me he sentado con mi Padre en
su trono.
Todo el más profundo interés
manifestado entre los hombres por los
fallos de los tribunales terrenales no
representa sino débilmente el interés
manifestado en los atrios celestiales
cuando los nombres inscritos en el libro
de la vida desfilen ante el Juez de toda la
tierra. El divino Intercesor aboga en favor
de todos los que han vencido por la fe en
su sangre para que se les perdonen sus
transgresiones, a fin de que sean
restablecidos en su morada edénica y
coronados con él coherederos del señorío
primero.

Apocalipsis 3:5, 21; El Conflicto de los Siglos, pág. 475

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