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LA MONTAÑA DE LOS SIGNOS

EL PAÍS de los tarahumaras está cargado de signos. No faltan


sin duda lugares de la tierra en que la naturaleza, movida por
una especie de capricho inteligente, haya esculpido formas
humanas. Pero aquí el caso es diferente: porque es sobre todo
la extensión geográfica de una raza donde la naturaleza ha
querido hablar. La montaña de los tarahumaras relata una
patética y fabulosa historia. Lo extraño del asunto consiste en
que los que pasan como tocados de una parálisis inconsciente,
cerrando los sentidos con el deseo de ignorarlo todo, la
naturaleza, de pronto movida por un capricho extraño, les
muestra un cuerpo humano atormentado sobre una roca. Se
piensa de improviso que esto constituye un simple capricho y
que este capricho no significa nada. Pero cuando durante días
y más días de caballo, se repite la misma atracción inteligente
y la naturaleza insiste en manifestar la misma idea; cuando
aparecen las mismas formas patéticas y las conocidas cabezas
de los dioses se muestran en las rocas y todo un país
manifiesta sobre la piedra una filosofía paralela a la de esa
raza, y se sabe que los primeros hombres utilizaron un
lenguaje de signos que todavía se encuentra formidablemente
extendido sobre las rocas, entonces no se puede pensar ya que
esto era un sólo capricho y que este capricho lo motive el
azar. Si la mayor parte de la raza tarahumara es autóctona, y
si como ella misma lo pretende, ha caído "del cielo a la
sierra", se puede decir que ha caído en una naturaleza
preparada de antemano.

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