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Presentación
Introducción
Relaciones entre políticas de comunicación y cultura
Tendencias de las políticas de comunicación y cultura
Las tensiones: entre el servicio y los derechos
Derechos a la comunicación y a la cultura
El acceso a la información y a los bienes simbólicos
Diversidad y pluralismo
La concentración mediática
Las industrias culturales
La convergencia: nuevos actores e intersecciones
Sobre las ciudadanías comunicativas
Sobre la organización del libro
Bibliografía
Los autores
Presentación
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1 Se consultaron como actores: productores audiovisuales, líderes comunitarios, productores radiales y
representantes de colectivos, académicos y representantes de los Consejos de Área de Medios Ciudadanos y
Comunitarios, los cuales hacen parte del Sistema Nacional de Cultura.
2 http://www.mincultura.gov.co/areas/comunicaciones/politicas-en-comunicacion-y-
cultura/Paginas/default.aspx
Introducción
Diversidad y pluralismo
La diversidad como concepto y como derecho cultural se relaciona con el
derecho a la libertad de expresión en la medida en que cuando este último se
cumple a plenitud se garantiza la diversidad de expresiones y voces de las
sociedades. La Unesco en la XXXIII Conferencia General reconoció la diversidad
cultural como la multiplicidad de formas en que se expresan las culturas de los
grupos y las sociedades y en las que se transmiten dichas expresiones. La
diversidad cultural se manifiesta no solo en las diversas formas en las que se
expresa, enriquece y transmite el patrimonio cultural de la humanidad mediante
la variedad de expresiones culturales, sino también a través de los “distintos
modos de creación artística, producción, difusión, distribución y disfrute de las
expresiones culturales, cualesquiera que sean los medios y las tecnologías
utilizados” (Unesco, 2005).
Este concepto es determinante en la formulación de políticas públicas de
comunicación y cultura en la medida en que, desde estas últimas, se garantizan
las condiciones de acceso a múltiples actores, así como a la expresión y
producción de contenidos diversos. Por su parte, el pluralismo se refiere a la
coexistencia de diversos sistemas de orden social, religioso y político. En
relación con los medios de comunicación, es un concepto acuñado para referirse
a la variedad de medios que deben existir en los sistemas democráticos que, a su
vez, posibilitan la diversidad de voces y expresiones.
La preservación y el fomento del pluralismo son presupuestos básicos para el
ejercicio de la libertad de expresión, por lo que “en los últimos años se ha
reforzado el consenso de la necesidad de preservar y fortalecer la diversidad
cultural” (Loreti y Lozano, 2014, p. 147).
La CIDH, el Sistema Europeo de Derechos Humanos y la Unesco, entre otros
organismos internacionales, dan importancia al pluralismo y a la diversidad de
medios como parte de la garantía de la libertad de expresión. En 2000, la CIDH
publicó los trece postulados de la Declaración de Principios de Libertad de
Expresión, donde señala la necesidad de los países de contar con leyes
antimonopolio para garantizar el pluralismo. La CIDH plantea la necesidad de
generar condiciones de igualdad e inclusión para diversidad de actores en el
sistema mediático desde aspectos que involucran el diseño de estructuras y
posibilitan la libertad de debate y crítica en el contexto democrático, puesto que
la diversidad y el pluralismo, además de promover libertades civiles y políticas,
contribuyen al ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales
(Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2002 y 2009).
En respuesta a esta perspectiva, varias regulaciones de Europa y América
Latina han formulado políticas que buscan la diversidad cultural y establecer
medidas que promuevan el pluralismo desde el acceso a diversidad de actores en
el sistema mediático tanto con el otorgamiento de licencias como con políticas
de incentivo y apoyo a la producción audiovisual.
La Unesco, en relación con la promoción de la diversidad y el pluralismo en
el sistema mediático, establece que los Gobiernos pueden adoptar medidas para
limitar la concentración mediática y propone una serie de indicadores para medir
el desarrollo mediático en los países (Unesco, 2008).
La Convención para la Protección y Promoción de la Diversidad de las
Expresiones Culturales de la Unesco (2005) se ha convertido en uno de los
principales referentes, ya que es uno de los pocos tratados internacionales que
propone una salvaguardia a los bienes culturales frente a la liberación propuesta
por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La concentración mediática
En la actualidad, existen estructuras de medios en función de cuatro distinciones:
1) medios privados (empresas constituidas por personas naturales o jurídicas de
carácter privado, cuyo objetivo es la generación de rentabilidad económica); 2)
medios públicos (dirigidos a generar y proveer información, contenidos e incitar
la reflexión entre la ciudadanía y dinamizar el desarrollo social y humano); 3)
medios comunitarios (con fines sociales y participación colectiva en la propiedad
y programación del medio, se caracterizan por ser gestionados por
organizaciones sociales de diverso tipo sin fines de lucro) y 4) medios
gubernamentales (medios de propiedad, uso y programación por parte del
régimen de turno).
Diversos postulados sobre políticas de comunicación generan reflexiones
sobre el papel de los medios como servicio público en la medida en que usan el
espacio público, de ahí su deber de garantizar el ejercicio democrático más allá
del interés por la rentabilidad (Macaroff, 2010). Es necesario realizar una
diferenciación clara entre medios públicos y gubernamentales, pues los públicos
deben ser independientes a los Gobiernos o administraciones de turno y sus
intereses políticos, mientras los gubernamentales usualmente promueven la
agenda de gobierno o partido (Mastrini, Bizberge y De Charras, 2013; Béistegui,
2007).
La propiedad de medios de comunicación e industrias culturales es un punto
crucial en la discusión y planeamiento de políticas públicas, puesto que de ella
deriva la concentración mediática, foco de atención política y académica en las
últimas décadas. La concentración es comprendida como un fenómeno de
centralización económica en que pocos grupos expanden su presencia en
múltiples actividades mediante la reasignación de capital que deviene
monopolios u oligopolios. Supone la asimetría y el aumento de poder entre un
número restringido de empresas o grupos económicos (mediáticos). Como
resultado, se convierte en una barrera para la entrada de otros capitales y actores,
tiene consecuencias sobre el pluralismo, la diversidad, el equilibrio informativo,
la innovación y producción de bienes culturales, ahondados por un sistema
transnacionalizado de producción y distribución. En los últimos años, este
fenómeno se profundiza progresivamente —más concentración de contenidos,
aunque menor centralidad— debido a la expansión tecnológica y el crecimiento
de las telecomunicaciones y las TIC, que tienden a una integración de empresas
cada vez más frecuente (Mastrini, Bizberge y De Charras, 2013; Loreti y
Lozano, 2014). Asimismo, la regulación de los medios de comunicación hoy se
ve afectada e influida por los tratados de libre comercio que establecen límites
borrosos entre la libre competencia y el mercado y la garantía de los derechos
comunicativos y culturales.
La concentración afecta la diversidad y el pluralismo en la medida en que
limita el acceso a la multiplicidad de voces y actores en la escena mediática y
restringe así la producción y circulación simbólica de contenidos incluyentes y
diversos. El riesgo de la concentración es la acumulación de un poder
desproporcionado de influencia y trámite de las realidades sociales por parte de
los dueños de los medios frente a otros actores sociales, así como la tendencia a
favorecer intereses económicos o políticos particulares.
En relación con las industrias culturales, su crecimiento en favor de pocos,
limita los contenidos culturales de un país, y puede incidir en los precios, el
acceso y su calidad, así como en el ordenamiento “geocultural en favor de la
producción de ciertos países sobre otros” (Zallo, 2011). Entonces, la tensión
entre concentración, diversidad y pluralismo supone no solo el acceso a la
información o la cobertura de infraestructura, sino también el acceso como
posibilidad de participación en el debate público. Implica la articulación de
acciones y actores de diferentes tipos en la construcción de políticas públicas que
medien entre la cada vez más apabullante confluencia de poderes detrás de las
industrias culturales y el derecho de los individuos y las comunidades a
expresarse, participar y verse representados en la esfera pública.
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3 Por sus siglas en inglés: United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization
(Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
4 Para la Unesco, “las industrias culturales están definidas como aquellas que producen productos
creativos y artísticos tangibles o intangibles, y que tienen el potencial para crear riqueza y generar ingreso a
través de la explotación de los activos culturales y de la producción de bienes y servicios basados en el
conocimiento (tanto tradicional como contemporáneo). Lo que las industrias culturales tienen en común, es
que todas usan su creatividad, conocimiento cultural, y propiedad intelectual, para producir productos y
servicios con valor social y cultural” (Alonso, Gallego y Ríos, 2010, p. 4).
5 Buscadores, portales, plataformas, empaquetadores y editores de servicios, proveedores de acceso,
operadores de telecomunicaciones, que canalizan el tráfico y se quedan con una parte muy relevante del
negocio, crean nuevas redes de distribución directa (Zallo, 2011).
Capítulo 1
Las reformas al sector de telecomunicaciones y los
medios de comunicación en América Latina: un
camino de idas y vueltas
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6 Como parte de los países miembros de la Alianza Bolivariana de las Américas encontramos a
Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas. El segundo
bloque lo conforman los Estados miembros del Mercado Común del Sur, (Mercosur) del que hacen parte
Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y, como asociados, Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador,
Perú, y a México dentro de los países observadores.
7 Si tomamos como referencia el cambio de siglo, encontramos a Perú como país que inicia este
proceso con la llegada al poder de Alejandro Toledo (2001-2006), en cuya Administración se lleva a cabo
una reforma al sector. Igualmente, en 2004, en Venezuela, la Asamblea Nacional aprobó la Ley de
Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos (Resorte), sancionada en la primera
Administración de Hugo Chávez. De modo reciente, encontramos a Uruguay como país que reformó el
sector en 2015.
8 Como antecedentes a este proceso, es necesario mencionar los Gobiernos de Raúl Alfonsín (1983) —
con quien el país recupera el cauce democrático— y el de Fernando de la Rúa (2001), quienes intentaron
presentar proyectos de reforma que no fueron aprobados por presión del empresariado.
9 Creada por el Foro Argentino de Radios Comunitarias, e integrada por sindicatos, asociaciones de
profesionales, universidades, movimientos indígenas, emisoras comunitarias y movimientos de derechos
humanos, tuvo un papel protagónico en la elaboración de esta Ley. Nombres como el de María Cristina
Mata (Universidad de Córdoba), Guillermo Mastrini (Universidad Nacional de Quilmes) y Martín Becerra
(Universidad Nacional de Quilmes y Universidad de Buenos Aires) han sido claves en este proceso.
10 En la medida en que su presencia en los medios superaba los porcentajes topes establecidos en ella,
después de un largo debate en los estrados judiciales, se vieron obligados a replantear la estructura de sus
empresas. Para ello, el Grupo Clarín presentó al Gobierno un plan de adecuación de su estructura actual en
seis empresas independientes para cumplir con la actual reglamentación.
11 En la actualidad, cuenta con más de 250 asociados entre emisoras comunitarias, asociaciones de
medios, organizaciones de estudiantes, colectivos de comunicación, grupos de mujeres, veedurías de medios
aglutinados en 19 consejos regionales.
12 En este punto, es importante mencionar cómo a partir de la década de 1990 se dio la creación de la
Agencia Nacional de Telecomunicaciones, así como de la Agencia Nacional de Cine, las cuales aparecen
como antecedentes en la creación de este sistema público de comunicaciones.
13 Ley 12.965 de 23 de abril de 2014.
14 Elegido presidente de Ecuador en enero de 2007, ganó las elecciones para un segundo periodo hasta
2013 y para un tercero hasta 2017. Fundador de Alianza País, movimiento político que sirve como base de
la Revolución Ciudadana considerada como plataforma de su Gobierno y que tiene como soporte ideológico
el llamado socialismo del siglo XXI.
15 Partido Acción Nacional.
16 Partido de la Revolución Democrática.
17 Presentada el 11 de marzo de 2013 y aprobada un mes después, con ella se pretende la reforma a
determinados artículos de la Constitución relacionados con el sector de las telecomunicaciones sin
reemplazar al Congreso en este ejercicio. En su lugar, lo provee de herramientas para que posteriormente se
conviertan en leyes reglamentarias conocidas como leyes secundarias.
18 En su interior surgen voces, como la de Ernesto Villanueva, Gabriel Sosa Plata y, de modo
particular, Beatriz Solís, Aleida Callejas, Irene Levy y Raúl Trejo, académicos considerados como
abanderados de este proceso.
19 En 2006, se expidió la llamada Ley Televisa, nombre con el que se denomina una serie de
modificaciones introducidas en la Ley Federal de Radio y Televisión, la cual, en líneas generales,
consagraba la desregulación del espectro digital en favor de Televisa y TV Azteca y así concentrar el 95 %
de la televisión mexicana.
Capítulo 2
Del Ministerio de Comunicaciones al Ministerio de
Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones: sus transformaciones
institucionales
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20 Por sus siglas en inglés: Usaid (United States Agency for International Development).
Capítulo 3
Las políticas culturales desde el Ministerio de
Cultura: eje transversal de la construcción
democrática
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21 La Ley 397 de 1997 crea con el artículo 66 el Ministerio de Cultura “como organismo rector de la
cultura, encargado de formular, coordinar, ejecutar y vigilar la política del Estado en la materia, en
concordancia con los planes y programas de desarrollo, según los principios de participación contemplados
en esta ley”. El artículo 57 establece, por su parte, las funciones del Sistema Nacional de Cultura que “será
coordinado por el Ministerio de Cultura, para lo cual fijará políticas generales, dictará normas técnicas y
administrativas a las que deberán sujetarse las entidades de dicho sistema” y define este sistema como el
“conjunto de instancias y procesos de desarrollo institucional, planificación e información articulados entre
sí, que posibilitan el desarrollo cultural y el acceso de la comunidad a los bienes y servicios culturales según
los principios de descentralización, participación y autonomía”.
22 El diagnóstico se realizó con una encuesta en los 1101 municipios del país, así como la consulta a
expertos y la recopilación y el análisis de información secundaria de carácter estadístico. El índice se
construyó a partir de procesos participativos y de consulta a diversos agentes del Sistema Nacional de
Cultura, a partir del cual se establecieron seis dimensiones, dentro de las cuales se desarrollaron 27
categorías y 86 variables.
23 Dentro de esta dimensión se tienen en cuenta los distintos grupos étnicos y sociales (por género,
generación, discapacidad, orientación), así como distintos aspectos del patrimonio inmaterial, como
diversidad de lenguas, organización social, medicina tradicional, técnicas, etc. También se incluye el
patrimonio material y, finalmente, la memoria cultural.
24 Involucra museos, bibliotecas y distintos escenarios y espacios, medios de comunicación,
específicamente aquellos de carácter comunitario o alternativos y la existencia de colectivos o redes de
comunicación, cobertura y usos de las TIC.
Capítulo 4
Las transformaciones de la televisión
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25 Entrevista personal, 15 de enero de 2016.
26 Conformado hoy por Señal Colombia, Canal Institucional y Canal Uno, al igual que las emisoras
públicas nacionales Radio Nacional de Colombia y Radiónica, a través de la web cuentan con dos emisoras
en línea: Señal Clásica y Señal Rock Colombia.
27 Entrevista personal, 20 de enero de 2016.
28 Entrevista personal, 25 de enero de 2015.
29 Entrevista personal, 25 de enero de 2015.
30 Hasta el momento se ha realizado una mesa en Cartagena y otra en Cali. La información de la
propuesta está disponible en
http://micrositios.mintic.gov.co/mesas_politica_publica_tv_contenidos_audiovisuales/files/mesas_trabajo_memorias_desarro
Capítulo 5
La radio comunitaria en Colombia, ejemplo de la
relación comunicación y cultura
Las políticas públicas son tan solo una de las expresiones de la vida en
sociedad. Si se requieren es porque son necesarios acuerdos, arreglos
institucionales y pactos que faciliten la vida colectiva y que definan unas reglas
de juego suficientemente estables, pero también particularmente flexibles que
garanticen la defensa de los derechos, la determinación de los procesos
confiables y el desarrollo de los diversos sujetos de una sociedad. Construir
acuerdos es una tarea difícil, sobre todo, porque esta construcción se realiza en
medio de zonas complejas de la vida social —la seguridad, la salud, la educación
o las comunicaciones— en las que suele haber disputas prácticas, así como
comprensiones y modos de interpretación no siempre coincidentes y, por el
contrario, en conflicto.
Por eso, en la historia reciente de las políticas culturales, se ha pasado de su
concepción como “ordenamientos” a su comprensión como “conversaciones”.
La primera implicaba una participación unilateral de los Estados mientras que en
la segunda hay una horizontalidad participativa de los diferentes actores de la
sociedad.31
Las políticas comunicativas en su desarrollo integrado con las políticas
culturales no son una excepción. Por fortuna, su itinerario comienza más
recientemente a partir del esfuerzo que hizo el país por dotarse de una nueva
Carta constitucional que contempló tanto la comunicación como la cultura entre
sus principios fundadores y en el cuadro de sus derechos fundamentales. Es
decir, los enunciados constitucionales sobre comunicación y cultura no se
produjeron en el vacío como simple ejercicio conceptual. Por el contrario, las
tres últimas décadas desde 1991 hacia adelante son unas de las más agitadas e
interesantes tanto en los dos campos como en las dinámicas de su interacción.
Coinciden exactamente con la transformación del modelo televisivo que, durante
décadas, estuvo marcado por el llamado sistema mixto y que entra de lleno en
los terrenos —conocidos internacionalmente y desconocidos localmente— del
funcionamiento privado. Pero hay muchos más signos de la realidad cambiante
en que se inscriben las prescripciones constitucionales. Ya para entonces las
condiciones globales de la comunicación y de la cultura, promovidas por las
tecnologías y los mercados, toman una inmensa fuerza que las convierte en
fenómenos de la mundialización, tal como lo definió el investigador brasileño
Renato Ortiz. La mundialización de la cultura, como se titula también uno de sus
libros básicos (Ortiz, 2004), es posible gracias a la transformación de las
comunicaciones generada por las telecomunicaciones y la microelectrónica
cuyos nuevos soportes y redes se convierten en circuitos por los cuales transitan
la música, los conocimientos, la televisión, el diseño y la información. La
Constitución de 1991 fue anterior a esta modificación radical, pero sus principios
sobrepasan las limitaciones que imponía una realidad que iba avanzando más
rápido que las discusiones constitucionales. Aún hoy, pasados los años, hay
temas jurídicos pendientes, algunos de los cuales son profundamente espinosos y
difíciles. Hace apenas unos días una plataforma virtual rehuía ser considerada
como una empresa de transporte que trastoca el contexto de la movilidad en la
ciudad.
Asimismo, se pudo observar en síntesis que, para el año 2012, el sector del
campo cultural con mayor participación en el valor agregado fue el
audiovisual con 35,8 % (Rubio et al., 2015, pp. 127-129).
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31 En el ensayo “Para un diccionario herético de estudios culturales” de Néstor García Canclini (2000)
aparece la primera versión que el autor cambiaría por la segunda unas décadas después.
32 Por ejemplo, las políticas de cine están conectadas con su exhibición en la televisión, con su
producción digital o con las decisiones de la industria musical.
33 Este tema ha sido llevado a un análisis cuantitativo y a la búsqueda de un índice que revele la
diversidad y riqueza de esa vida cultural y dio como resultado el Diagnóstico cultural de Colombia,
elaborado y publicado por el Ministerio de Cultura de Colombia en 2013, y sobre el cual, en 2015, se hizo
una lectura analítica bajo mi dirección académica.
34 En cultura: cine, patrimonio y espectáculos públicos y en comunicación: televisión,
telecomunicaciones, agencia nacional del espectro, tecnologías y discapacidades.
35 Para conocer más sobre el mismo se puede consultar:
http://www.icbf.gov.co/portal/page/portal/PortalICBF/Especiales/prueba/PrimeraInfancia/DeCeroaSiempre1
36 Me refiero, en concreto, a un texto de mi autoría que interpreta la primera Encuesta de Cultura
Digital de Colombia, realizada por el Centro Nacional de Consultoría para el Ministerio de Tecnologías de
la Información y las Comunicaciones en 2013, con el apoyo del Trust for the Americas de la Organización
de Estados Americanos (OEA), de circulación interna y no publicado como tal al que le he realizado un
trabajo de edición. El texto original también sirvió como base de mi artículo titulado “Transformaciones de
la cultura y variaciones de la política: del ecosistema mediático al ecosistema digital en Colombia”.
37 Estas diferencias suelen aparecer en estudios colombianos sobre el consumo cultural, las prácticas
de lectura o los análisis de medios.
38 Ya en 1999, en su ensayo “La educación en el sistema comunicativo”, Jesús Martín Barbero
escribía: “Es sólo en la medida en que la escuela y el sistema educativo sean capaces de asumir que la
tecnicidad comunicativa —que es una dimensión estratégica de cualquier cultura— forma especialmente
hoy parte constitutiva de la estructura cultural de nuestra sociedad, como la escuela va a poder insertarse en
la hondura de los cambios que atraviesa nuestro mundo”. En el mismo texto trabaja el concepto de
ecosistema comunicativo.
39 En E-book reading jumps; print book reading declines, una encuesta publicada en diciembre de
2012, del Pew Internet & American Life Project, se afirma que el número de estadounidenses que tiene
dispositivos lectores de libros electrónicos pasó de 4 % en mayo de 2012 a 19 % en noviembre del mismo
año. Un aumento espectacular que contrasta con el declive la lectura de libros impresos. En 2011, se
incrementó el porcentaje de lectores de libros electrónicos que pasó de 16 a 23 %, mientras los lectores de
libros impresos, en el mismo año, bajaron de 72 a 67 %.
Capítulo 7
Retos y desafíos
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40 “El panorama mediático en Colombia está compuesto por un sistema en forma de duopolio en el
que prevalecen: dos cadenas de televisión privada abierta, dos periódicos de circulación nacional y dos
cadenas radiales que se llevan la mayoría de la audiencia” (http://www.monitoreodemedios.co/contexto-
general/).
41 “En Colombia hay más de 650 radios comunitarias […] es un país pionero en Latinoamérica en
activismo y regulación de medios comunitarios. Sin embargo estos medios no son fuentes principales de
noticias” (http://www.monitoreodemedios.co/contexto-general/).
Bibliografía
Germán Rey B.
Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido integrante del
Consejo de Ciencias Sociales del Sistema Nacional de Ciencia de Colombia,
asesor en políticas culturales del Ministerio de Cultura de Colombia, director
del Centro ÁTICO de la Pontificia Universidad Javeriana y miembro de la
Junta Directiva de la Fundación Gabriel García Márquez de Nuevo
Periodismo Iberoamericano (FNPI), entre otros cargos. En la actualidad es
docente y asesor de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá.