Asociación Cultural Zona Free

CASA DE LOCOS

Inspirado en la obra de teatro NADIE PUEDE SABERLO

Autor: Enrique Bunster

PERSONAJES

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DOMÍNGUEZ (Periodista)

GONZÁLEZ (Cristóbal Colón)

GUTIÉRREZ (Doctor)

SRA. GALLINATO

RODRÍGUEZ

Una salita de recibidor con muebles de mimbre y adornada con sobriedad. Al fondo: puerta a la
izquierda, ventana a la derecha, ambas sobre una galería, con vista a un jardín.
Al levantarse el telón aparece DOMÍNGUEZ de pie, cámara en mano, actitud de visitante. Es un
hombrecito pequeño y feble, cuya inseguridad y timidez resaltan a simple vista.
A poco entra GUTIÉRREZ, muy culta, y cambian ambos una venia.

GUTIÉRREZ. — ¿El señor DOMÍNGUEZ?

DOMÍNGUEZ. — Servidor de usted (se dan la mano).
GUTIÉRREZ. — Soy la doctora GUTIÉRREZ. ¿Ha esperado usted mucho?
DOMÍNGUEZ. — ¡Oh! nada, acabo de llegar.
GUTIÉRREZ. — Tenemos a esta hora tanto que hacer... Claro, cuando me han anunciado a un
periodista...
DOMÍNGUEZ. — Muy amable, señora. Supongo que no habré llegado a destiempo.
GUTIÉRREZ. — Llega usted a tiempo y está en su casa.
DOMÍNGUEZ. — ¡Muchísimas gracias!
GUTIÉRREZ. — Pero siéntese usted señor DOMÍNGUEZ. (Se instalan en dos sillas). ¿De
manera, pues, que desea conocer las intimidades de nuestra Clínica?...
DOMÍNGUEZ. — Exactamente. Quiero ilustrar a mis lectores acerca de cómo se vive en las
llamadas "casas de locos".
GUTIÉRREZ. — Hará usted una información curiosísima. Una casa de locos siempre es una
caja de sorpresas... Se lo digo también como una advertencia. Porque las
extravagancias y disparates con que se va a encontrar aquí podrían producirle
una impresión demasiado fuerte...
DOMÍNGUEZ. — Estoy prevenido... ¿Va usted, pues, a presentarme a sus enfermos?
GUTIÉRREZ. — Por supuesto. Su entrevista sería incompleta si no se basase en el
conocimiento personal de los recluidos.

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DOMÍNGUEZ. — Muy bien me parece... (Inquieto). Sólo que no hay entre ellos alguno...

GUTIÉRREZ. — (Sonriendo) ¿Quiere usted decir peligroso, loco furioso?... No, no tenemos sino
enfermos inofensivos, simples chiflados... Claro está que uno nunca puede
fiarse mucho de esta gente...
DOMÍNGUEZ. — (Incómodo)i Ah!... de modo que puede darse el caso... de que... uno de ellos...
GUTIÉRREZ. — No, no, no hay nada que temer.
DOMÍNGUEZ. — Pero llegado el caso de que alguno se enfurezca, doctora...
GUTIÉRREZ. — ¡Ah!, eso es algo serio. Porque la rabia en los locos, eh quise decir pacientes
alcanza proporciones tremendas, convirtiéndose los enfermos en Hércules,
¿sabe?, capaces de estrangularlo a usted con una mano. (DOMÍNGUEZ se
lleva la mano a la garganta asustadísimo). Es horrible. Hace años una de las
recluidas, muchacha de 21 años de edad, mató en esa forma al cuidador del
establecimiento.
DOMÍNGUEZ.- (Impresionado) ¡Oh! Doctora... Caramba, ¿eh?... Yo no sabía esto...
GUTIÉRREZ. — No está de más que lo sepa, señor. Pero no se impresione usted.
DOMÍNGUEZ. — (Muy incómodo) ¡Oh!, no, doctora, no me impresiono nada... Es decir, casi
nada...
GUTIÉRREZ. — No hay que tenerles miedo. Y para que aprenda usted cuan inocentes son en
el fondo, voy a relatarle algunas de sus excentricidades. (DOMÍNGUEZ saca
libreta y lápiz). Así no se asustará cuando los tenga delante.
DOMÍNGUEZ.- No me asustaré. ¡No faltaba más!
GUTIÉRREZ. — Uno de los casos más simpáticos es el de "Cristóbal Colón"... tenemos aquí a
Cristóbal Colón (risa de DOMÍNGUEZ). Es un caso de manía tranquila, siempre
que no se tenga la mala idea de contradecirlo... Pasa este hombre encerrado
en su cuarto... rodeado de cartas e instrumentos, trazando la ruta de su barco...
De pronto, descubre "América"... América es el jardín. Entonces arma Colón un
escándalo que pone la casa en conmoción... Al día siguiente se olvida del
magno suceso, y vuelve a descubrir el nuevo mundo. Y en esto está desde
hace nueve años.
DOMÍNGUEZ. — ¡Nueve años! (Risa nerviosa).
GUTIÉRREZ. — Hay casos más raros todavía. Por ejemplo: el de la señora que pone huevos...
DOMÍNGUEZ. — ¿Qué pone qué?
GUTIÉRREZ. — Huevos.
DOMÍNGUEZ. — Huevos. (Silencio). ¿Cómo es eso?
GUTIÉRREZ. — Hay aquí una señora que pone huevos.

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DOMÍNGUEZ. — Una gallina, querrá usted decir.

GUTIÉRREZ. — Una señora. Si fuera gallina, no tendría gracia. (Pausa).
DOMÍNGUEZ. — (Confuso) Doctora, no comprendo esto.
GUTIÉRREZ. — Pues yo, como médico, tampoco acierto a explicármelo. Sólo hay una evidencia
hasta ahora: la señora pone huevos.
DOMÍNGUEZ. — Esos huevos los sacará ella del gallinero, ¿no es cierto?
GUTIÉRREZ. — No, señor. Aquí no hay gallinero.
DOMÍNGUEZ. — Los huevos salen, entonces...
GUTIÉRREZ. — ¡...! de adentro de la señora. (Silencio).
DOMÍNGUEZ. — Doctora, ¿usted lo cree? ¿Lo cree firmemente?
GUTIÉRREZ. — Mientras no se pruebe que los huevos proceden de otra parte, la ciencia, en
principio, debe admitir la posibilidad de que sea la señora quien los evacúa.
DOMÍNGUEZ. — Pero, permítame; no se ha examinado a la señora en el momento de...
GUTIÉRREZ. — No, no ha sido posible. Es una señora muy digna y refinada, y por ningún motivo
permitiría que la encontráramos en ese trance, su enfermedad supera el campo
de todas las ciencias, sabe usted podrá enterarse de todo esta a partir de su
"Diario Íntimo" (saca el diario de su morral y se lo muestra a Domínguez y
cuando él quiere cogerle, la doctora no le permite hacerlo y se lo lleva) Con su
permiso voy a atender a mis pacientes. (Sale, dejando a DOMÍNGUEZ
atontado).
DOMÍNGUEZ. — Una señora que pone huevos, Cristóbal Colon, por Dios este es el reportaje
que he estado buscando, (luego reflexiona y entra en duda y luego echa en
tomo miradas de temor). No no no no, a dónde he venido a caer (afligido). Yo
no quería venir, pero se les puso que había de ser yo, precisamente yo,
sabiendo que estas cosas me dan miedo, debo irme mientras más pronto
mejor... (Empieza a recorrer el escenario buscando posibles salidas, de repente
entra González, muy correcto, deteniéndose al ver a DOMÍNGUEZ)
GONZÁLEZ. — Buenas tardes...
DOMÍNGUEZ. — (Asustándose) Buenas tardes, bueno yo …. solo estaba tratando de encontrar
la salida
GONZÁLEZ. — No la hay
DOMÍNGUEZ. — Que?
GONZÁLEZ. — No la hay
DOMÍNGUEZ. — Quiere decir que no hay salida

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GONZÁLEZ. — No, hay salida para todos los que estamos acá adentro, ¿y usted que está
haciendo?
DOMÍNGUEZ. - Bueno yo espero a la doctora GUTIÉRREZ.
GONZÁLEZ. — ¿A la doctora?... (Ladea la cabeza). ¿A qué doctora?
DOMÍNGUEZ. — Pues, a la doctora GUTIÉRREZ. (González lo mira con fijeza, luego suelta la
risa). ¿Eh?... ¿Por qué se ríe usted...? (González ríe más alto). ¿Por qué se
ríe?
GONZÁLEZ. — Estimado lo siento, creo que le han tomado el pelo, GUTIÉRREZ, no es ninguna
doctora ni cosa que se parezca.
DOMÍNGUEZ. — ¡Cómo!
GONZÁLEZ. — Lo que oye. Se cree doctora, pero no lo es. es una chiflada, de hecho es una
mujer que posee doble personal porque cuando se coloca los lentes ay Dios
mío hay que cuidarse o correrse.
DOMÍNGUEZ. — (Atónito da un paso atrás) ¡No!...
GONZÁLEZ. — Está recluida desde hace tres años.
DOMÍNGUEZ. — ¡Dios!... Pero si hemos estado hablando, y todo lo que dijo fue perfectamente
cuerdo.
GONZÁLEZ. — Pero sabe, le entiendo, los locos a menudos se conducen con cordura... así
como los cuerdos con frecuencia actúan como locos. No se sabe dónde está la
línea divisoria entre la razón y la locura. (DOMÍNGUEZ se deja caer en una
silla). Hay que andarse con cuidado...
DOMÍNGUEZ. — Cómo iba a suponerlo, cómo iba a creer...
GONZÁLEZ. — Terrible cosa es ésta. Un loco dice: "Soy doctor" y nadie en el mundo podría
convencerlo de lo contrario.
DOMÍNGUEZ. — Sí, sí...
GONZÁLEZ. — ¿Lo comprende en toda su profundidad?... ¿Verdad que es trágico?... Pues de
aquí deducimos que nadie puede saber si es cuerdo o loco. Nadie
absolutamente. Y así la humanidad entera puede haberse vuelto loca sin que
nadie lo sepa. Usted por ejemplo, ¿qué es?
DOMÍNGUEZ. — ¿Yo? Soy periodista.
GONZÁLEZ. — ¿Periodista?
DOMÍNGUEZ.- Sí.
GONZÁLEZ. — ¿Está seguro?
DOMÍNGUEZ.- (Molesto) ¿Seguro? Me gano la vida en esto.

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GONZÁLEZ. — ¿Sí?... Pero ¿y si no fuera así?... Imagínese por un instante que sólo fuera una
ilusión suya.
DOMÍNGUEZ. — (Nervioso) No comprendo... Yo soy el que soy. Me parece que no cabe ilusión.
GONZÁLEZ. — ¡Cuidado!... Nadie puede estar seguro de lo que es. La pobre GUTIÉRREZ
acaba de demostrárselo...
DOMÍNGUEZ. — Esa teoría... ¿Van a decirme a mí que no soy periodista?
GONZÁLEZ. — (Sonríe) Bueno... no está mal que uno crea en algo. Incluso es hermoso creer,
estar seguro de alguna cosa...
DOMÍNGUEZ. — Así como usted lo estará seguramente.
GONZÁLEZ. — Por supuesto. ¡Qué duda cabe!
DOMÍNGUEZ. — ¿Qué es usted, pues, o qué cree ser?
GONZÁLEZ. — (Seco) Yo no creo ser esto o lo otro: yo soy el que soy y nada más.
DOMÍNGUEZ. — ¿Quién es, pues?
GONZÁLEZ.- (Sorprendido) ¿Cómo? ¿No lo sabe?... ¡Ignorante! (Solemne). ¡Soy Cristóbal
Colón!
(Domínguez se pone de pie de un salto y queda inmóvil, mortalmente pálido, la boca abierta;
retrocede hasta la puerta temblando y sin despegar los ojos de Cristóbal Colón Este acaba de
irritarse y lo interpela).
GONZÁLEZ.- ¡Soy Cristóbal Colón! ¿Por qué me mira así? (Silencio). ¿Por qué me mira así?
(Avanza con lentitud). ¡Hable usted!
DOMÍNGUEZ. — (Desfallecido) ¡Oh!, no se moleste usted... Disculpeme.
GONZÁLEZ. — (Fiero) Me parece que no tengo nada de raro para que me mire de esa manera.
DOMÍNGUEZ. — ¡Oh!, nada, señor... señor Colón... por el contrario... (Trata de sonreír).
GONZÁLEZ. — Muy bien ahora me reconoces.
DOMÍNGUEZ. — (dudando y titubeando) Este… si por supuesto como esta Don Cristóbal (se dan
la mano)
GONZÁLEZ. — Muy bien gracias, me da gusto que me halla reconocido… y a todo esto, ¿Cómo
me reconoció?
DOMÍNGUEZ. — (pensando) Este … bueno… por los retratos...
GONZÁLEZ. — ¿Retratos?
DOMÍNGUEZ. — Sí... usted es muy famoso, aparece en todas las estampillas, todo el mundo lo
conoce.

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GONZÁLEZ. — ¿Las estampillas?, ¡ah! se referiría usted a los sellos (Los dos se van
tranquilizando), me alegro de que me haya reconocido por que así nos
llevaremos muy bien, sabe a mí no me gusta que me contradigan, porque me
pongo como un loco.
DOMÍNGUEZ. — Yo también estoy feliz de entendernos tan bien.
GONZÁLEZ. — Eso sí, uff qué calor hace. Voy a abrir la ventana.
DOMÍNGUEZ.- No se moleste. Yo se la abriré. (Va y abre la ventana, dejando a la vista el
jardín).
GONZÁLEZ. — (Se sienta algo cansado) ¿Y dígame se ve algún punto en el horizonte?
DOMÍNGUEZ. — (empieza a observar temeroso hacia el jardín) ¡No! ¡No se ve nada! (González
trata de ir a la ventana; Domínguez lo ataja)
GONZÁLEZ. — Pero es imposible, las cartas de navegación aseguran que ya deberíamos estar
llegando a las indias, ya en estos momentos debería estar gritando tierra, haber
ensaye conmigo… TIERRA
DOMINGUEZ, - (Con miedo) tierra
GONZÁLEZ. — Con eso animo por eso estas, así como estas, mas fuerte hombre
DOMINGUEZ. — TIERRAAA
GONZÁLEZ. — (respirando fuerte) bueno a nada, usted Domínguez le voy a hacer que su
nombre este grabado en la historia por ser el primer hombre en gritar TIERRA
TIERRA TIERRA TIERAA (forma de eco).
DOMÍNGUEZ. — ¡Valor! La Historia dice que llegaremos.
GONZÁLEZ. — Esos canallas me tienen amenazado: si en tres días no estamos en las Indias,
emprenden el regreso, o me ahorcarán...
DOMÍNGUEZ. — Lo hacen de puro ignorantes, no saben que el 12 de octubre debe descubrirse
América.
GONZÁLEZ. — ¿América?... ¡Yo voy a las Indias! (Se para indignado). ¡Usted quiere
engañarme! ¡Déjeme mirar!... (Trata de llegar a la ventana, Domínguez se le
interpone). ¡Déjeme mirar! ¡A mí no me engaña nadie!
DOMÍNGUEZ. — No lo engaño. (En voz baja). ¡Socorro! (A González). No trato de engañarlo.
(En voz baja hacia adentro). ¡Ayúdenme! (Forcejeando, entra la SRA.
GALLINATO, dama voluminosa y de aspecto respetable, que parece acudir a
los gritos de González).
SRA. GALLINATO. — Tranquilícese. Almirante. No se excite.
GONZÁLEZ. — ¿Comprende usted señora, lo que esto significa para mí?
SRA. GALLINATO. — ¡Cómo no he de comprenderlo!

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GONZÁLEZ. — ¡Tengo tres días de plazo!... Ya van transcurridos dos.

SRA. GALLINATO. — Y bien, todavía queda uno.
DOMÍNGUEZ. — ¡Gracias, señora! No sabe del apuro que me saca.
SRA. GALLINATO. — Tenga calma, Almirante. ¿Qué va a decir la tripulación?
GONZÁLEZ. — No me importa el qué dirán, sólo quiero desquitarme de esos granujas
demostrándoles que la tierra es redonda y un poco achatada en los polos.
SRA. GALLINATO. — Claro que es un poco achatada.
GONZÁLEZ. — Si no se los demuestro, el achatado voy a ser yo.
SRA. GALLINATO: — Ya los achatará usted a ellos. Pero no se incomode. ¿Quiere que lo lleve
a su camarote? Allá podrá descansar acostadito.
GONZÁLEZ. — En fin, señora, obedezco.
SRA. GALLINATO. — Vamos allá (salen la señora y González y en el pasillo se oye la voz de
éste).
GONZÁLEZ. — ¡Qué inmenso día será aquél, señora! No sé si podré resistir ese júbilo.
DOMÍNGUEZ. — (Con aspavientos) ¡A dónde he venido a caer! ... Yo me voy a volver loco; me
voy a contagiar. (Angustiado) Por algo no quería venir. Es que sospechaba lo
que iba a suceder... (Con resolución). Me voy a ir. Renuncio a todo. (Vuelve la
Sra. Gallinato).
SRA. GALLINATO. — (Con humor) ¡Por Dios, señor que escena acaban de darle!
DOMÍNGUEZ. — (Sarcástico) ¡Si no llega usted a tiempo, ese desaforado descubre un
continente!
SRA. GALLINATO. —Hay días en que lo descubre hasta tres veces.
DOMÍNGUEZ. — Me voy, si me quedo un minuto más, pierdo la cabeza.
SRA. GALLINATO. — ¿No le han atendido a usted?
DOMÍNGUEZ. — ¡Si me atienden los locos!
SRA. GALLINATO. — Es lo que pasa, ¿no? Como los enfermos andan sueltos por la casa...
DOMÍNGUEZ. — Bonito sistema.
SRA. GALLINATO. — ¿No se hizo anunciar al médico jefe? ¿Por qué no pasa a su oficina?
DOMÍNGUEZ. — No, ya he visto bastante. Ya sé lo que es una casa de locos.
SRA. GALLINATO. — ¡Ah pues, sí, hay algo de mucho interés para la prensa! Nadie lo ha
revelado todavía.
DOMÍNGUEZ. — ¿De qué se trata?

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SRA. GALLINATO. — Vea usted (Saca un huevo y se lo da).

DOMÍNGUEZ. — ¿Qué es esto?
SRA. GALLINATO. — (Imitándolo como sonso) ¿Qué es esto? (normal) Un huevo.
DOMÍNGUEZ. — (Temblando) ¿De gallina, naturalmente?
SRA. GALLINATO. —No; es mío. Yo pongo huevos.
DOMÍNGUEZ. — (La mira con terror) Señora, tome. (Quiere devolvérselo).
SRA. GALLINATO.- No, no, es para usted. Se lo regalo.
DOMÍNGUEZ. — Señora, no. Por favor, tómelo usted.
SRA. GALLINATO. — Guárdeselo. Yo tengo otros para mí. Ahora estoy muy ponedora.
DOMÍNGUEZ. — ¡Señora! ¡Por Dios! ¡Tome su huevo!
SRA. GALLINATO. — ¿Es que le tiene miedo?
DOMÍNGUEZ- ¡Sí! ¡Mucho miedo! ¡Si llega a romperse que va a salir de adentro!
SRA. GALLINATO. —Pues, ¿qué quiere usted que salga?
DOMÍNGUEZ.- Sabe Dios lo que saldría... ¡Un pollo!... o un niño...
SRA. GALLINATO. — (Digna) Un niño en ningún caso. Soy una señora muy señora.
DOMÍNGUEZ. — Señora, tome su huevo tengo miedo.
SRA. GALLINATO. — (Lo mira triste y dramatiza casi llorando) Esta bien, si me lo desprecia...
(Recobra su huevo y saca un pañuelo sonándose los mocos). Creí encontrar
en usted un alma comprensiva. Me he equivocado…. (muy sutil) imbécil
DOMÍNGUEZ. — Señora, yo...
SRA. GALLINATO. — No, no importa es mi destino ser incomprendida (sigue dramatizando)
DOMÍNGUEZ. — (trata de acercarse nuevamente) Señora, yo...Estoy a punto de volverme loco
(irritado)
SRA. GALLINATO. — (recuperando su estado emocional normal) Ah en tal caso, ha llegado usted
muy a tiempo a esta Clínica.
DOMÍNGUEZ. — ¡Oh!, señora, por el contrario. Cuando yo llegué aquí estaba perfectamente
sano. Es la clínica la que me ha hecho mal.
SRA. GALLINATO. —De todos modos, me temo que ya no le dejan salir.
DOMÍNGUEZ. — ¡Señora, no!... ¡Sólo esto faltaba! Yo vengo de fuera... ¡Yo soy de fuera!
SRA. GALLINATO. —Señor, todos los que estamos aquí adentro éramos de fuera... Entrar en
esta casa es fácil, salir ya es muy difícil... Yo intenté salir una vez y aunque
maté al cuidador, no logré escapar.

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DOMÍNGUEZ. — (Perplejo) ¿Usted mató... al cuidador...?

SRA. GALLINATO. — Sí, lo estrangulé. (DOMÍNGUEZ retrocede).
DOMÍNGUEZ. — ¿De manera... que era usted... la niña aquella... de 21 años...?
SRA. GALLINATO. - ¿Conocía usted mi historia?,.. Pues, yo soy esa niña. En aquella época tenía
efectivamente 21 años. Ahora tengo 22. (DOMÍNGUEZ cae sentado en una
silla). Sin embargo, ya lo ve: no me he lamentado ni me he vuelto loca como
usted. El médico reconoce que soy una persona normal, y por añadidura, muy
distinguida... el hecho de que haya muerto a mi esposo no prueba nada...
DOMÍNGUEZ. - ¿También mató a su esposo?
SRA. GALLINATO. —Si, en un rapto de ternura, lo asfixié. (DOMÍNGUEZ se enjuga el sudor).
Soy una buena mujer y tranquila, aunque mal comprendida. Lo único que suele
sacarme de quicio, es la maldad de las gentes. (Acercándose). Y en esta casa
hay gente mala. (Confidencialmente).
GONZÁLEZ. — (Entra gritando Tierra simulando que esta caminando por un bosque y con
dificultad esta cortando ramas para poder pasar) Marineros (dirigiéndose a
Domínguez y la Sra. Gallinato) pero que hacen ahí parados, mandáis izar
inmediatamente las velas y tu (señalando a Domínguez), avísale al
contramaestre que gire inmediatamente al oeste por que a la tierra vamos y a
la tierra llegamos.
SRA. GALLINATO. —Sr Colon que gusto me da verlo en este día.
GONZÁLEZ. — Si hoy es un día muy especial pues su servidor Cristóbal Colon ha descubierto
las Américas.
SRA. GALLINATO. — Sr Colon disculpe que lo interrumpa, pero necesito su honorable y
distinguido testimonio, mire como le explicaba a este señor (mirando a
Domínguez) ¿Domínguez verdad?
GONZÁLEZ. — (Saca su periscopio y enfoca a Domínguez) Domínguez?
SRA. GALLINATO. — Bueno como yo le iba diciendo a este señor que en esta clínica hay gente
mala que se roban las cosas, (triste) a mi por ejemplo me han robado mi diario
íntimo.
GONZÁLEZ. — Si eso es verdad, yo creo que este bandido de los 7 mares es el ladrón, creo
que lo mejor será que una vez que lleguemos a tierra, ajusticiarlo, lincharlo,
matarlo, o bien podríamos dárselo a los indios como trofeo y además…
SRA. GALLINATO. — No, Señor Colon por favor de solo pensarlo se me paran las plumas, le
recomiendo que se vaya a su camarote a descansar así estará más despejado
cuando arribemos, le parece.
GONZÁLEZ. — Creo que tiene razón, con permiso me retiro, me voy a descansar (sale de escena)

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DOMÍNGUEZ— (mirando hacia todos lados se acerca a la Sra. Gallinato) Este.. Permiso señora,
pero tengo que salir de aquí (se va corriendo, gritando Auxilio por todo el
escenario haciéndolo cada vez con más miedo y ridículamente)
RODRIGUEZ— (Sale al escuchar los gritos) Pero que sucede, (mira a Domínguez corriendo por
todos lados) Venga sr, (trata de seguirlo hasta que después de una pequeña
persecución lo logra alcanzar) Señor, he venido a ayudarle, no se preocupe en
esta clínica lo ayudaremos, tenemos la mejor tecnología, no se preocupe (lo
apacigua) aquí lo ayudaremos, GUITIERREZ, GUTIERREZ, uy donde se metió.
GUTIÉRREZ. — (Con personalidad de niña entra con una muñeca brincando), ay ya no se puede
vivir tranquila en este lugar, parece una autentica casa de locos,
RODRIGUEZ— Cállese la boca y escúcheme atentamente, vaya a mi oficina y tráigame aquí una
inyección, es más tráigame la mas grande que tenemos, vamos apúrate.
(Domínguez asustado)
DOMÍNGUEZ— Ahh no eso si que no, que se han creído par de locas de remate, a no yo de aquí
me largo (perdiendo la paciencia) así sea atravesando las paredes.
SRA. GALLINATO. — ah no, las paredes no, no se lo aconsejo, las paredes son sólidas, muy
sólidas, son a prueba de cualquier loco, ya todos hemos pasado por esto así
que no se estrese.
DOMÍNGUEZ— A no entonces primero muerto.
RODRIGUEZ— Apúrate con la inyección.
GUTIÉRREZ. — A ver cucho cuchi ven para acá (lo corretea)
Comienza la persecución y también les sigue la SRA. GALLINATO, Domínguez es perseguido por
las 3 hasta que se enoja y le grita a la SRA. GALLINATO que la hace salir llorando, Gutiérrez logra
atrapar a Domínguez abrazándolo y se obsesiona más.
RODRIGUEZ— Domínguez por favor haga lo que haga no la vaya a contradecir, si ella se enoja
puede ser muy peligrosa.
GUTIÉRREZ. — Se lo lleva a un lugar del escenario (Domínguez acepta resignado) Venga mi
niño, venga acuéstese aquí (coloca a Domínguez en sus rodillas y lo mece
como si fuera un recién nacido), tranquilo descansa, yo te voy a preparar tu
biberón, (se para y bota al piso a Domínguez).
RODRIGUEZ— Por Dios ahora se cree Gutiérrez la mama del Sr Domínguez, Dios santo
pobrecita(irritada) me tienen harta, me tienen aburrida con sus imposiciones y
sus exigencias (reniega más) que terrible y lamentable, Sr Domínguez (se
acerca y lo ayuda a levantarlo) siento mucho que halla tenido que pasar por
esto, venga póngase de pie, a veces puede ser un poco extraña y a veces un
poco normal, y fíjese en esta oportunidad ella se cree su mama (se ríe y se va
y antes de salir empieza hacer bulla de pájaro, Domínguez mira resignado)

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GONZÁLEZ. — Entra atravesando el escenario, agitando los brazos como si volara gritando
TIERRA TIERRA, Domínguez lo mira asustado y sorprendido y camina por todo
el escenario sin saber que hacer
DOMÍNGUEZ— Por fin me he desecho de estas locas, es el momento de poder huir de aquí, que
hago, que hago, es verdad en las películas siempre lugares como este tienen
pasadizos secretos, si eso es lo que hare los buscare (empieza a buscar por
todo el escenario y golpea el piso buscando el pasadizo secreto entonces entra
Rodríguez)
RODRIGUEZ— Señor Domínguez, señor Domínguez (lo mira en el suelo y trata de levantarlo peor
Domínguez no se deja y Rodríguez lo deja que siga haciendo lo que hace
diciéndole), mire la verdad es que no tengo tiempo para atenderlo, usted sabe
por el invierno por este frio no tengo mucho poco personal, pero cuando me
desocupe con Gutiérrez estaré 100% con usted, no se preocupe Sr Domínguez,
el tratamiento que hacemos acá es de alta tecnología (al escuchar eso
Domínguez se para y deja lo que estaba haciendo)
DOMÍNGUEZ— ¡Tratamiento! (alterado) De que tratamiento me está usted hablando.
RODRIGUEZ— No se asuste, no se exalte, no se altere, ya vera que después del tratamiento
quedara como…
GUTIÉRREZ. — (entra dirigiéndose a Domínguez) Mi bebe (trayendo un biberón) como te has
salido de tu cuna (vuelve a colocar Gutiérrez a Domínguez en sus piernas), ven
toma tu biberón
DOMÍNGUEZ— (Mirando a Gutiérrez) sabe creo que usted se equivoca Srta.
GUTIÉRREZ. — Queeee (alterada y siendo cada vez mas psicópata) me estas llamando loca, a
miiii (tirando el biberón y medio gritando) a la persona mas cuerda de este lugar,
ya verán van a conocer como es Gutiérrez cuando está enojada (risa psicópata
y sale del escenario, Domínguez sigue traumado en el piso).
RODRIGUEZ— Pero que terrible (dirigiéndose a Domínguez y luego se queda resignada)
DOMÍNGUEZ— (Parándose), Ya vio, se fue como una loca, trastornada, y usted no va a hacer
nada.
RODRIGUEZ— Que quiere que haga, lo único seria matarla, estrangularla no sé, ahora tenemos
que ambos cuidarnos las espaldas, sabe que ya estoy harta ya no doy más y
todo esto es culpa suya.
DOMÍNGUEZ— Mi culpa, porque, yo solo vine a entrevistar a los pacientes.
RODRIGUEZ— Porque, si usted me hubiera caso con respecto a lo de Gutiérrez, ella en este
momento no estaría fuera de control, sabe que, es usted un mal hombre, un
mal hombre.
SRA. GALLINATO. — Que bueno que lo dice, porque estoy segura de que es usted quien se ha
llevado mi diario, ladrón, renacuajo, devuelve mi diario, porque no te imaginas
lo que soy capaz de hacerte.

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RODRIGUEZ— SRA. GALLINATO una persona como usted no debería pensar hacer esas cosas.
SRA. GALLINATO. — Sal de aquí arpía, descarada, no sirves para nada una señora de alcurnia
y dignidad como yo pasando por estas cosas (dirigiéndose a Domínguez)
devuélveme mi diario ahora por que sabrás lo que te va a pasar, a ver qué me
dice.
DOMÍNGUEZ. — Bueno, este, no se me ocurre nada que decir.
SRA. GALLINATO. — Entonces muere, (comienza a ahorcar a Domínguez, pero interviene
Rodríguez, la Sra. Gallinato forcejea y empuja a Rodríguez, agarra un objeto y
le golpea la cabeza dejándola inconsciente, y vuelve a atacar a Domínguez en
eso entra Gutiérrez en su papel de doctora con lentes).
GUTIÉRREZ. — Sra Gallinato que cree que es lo que esta haciendo (va a salvar a Domínguez y
aleja a la Sra Gallinato) déjenlo en paz y vamos a resolver esto civilizadamente.
SRA. GALLINATO. — Gutiérrez no te metas, este hombre ha robado mi diario íntimo y tiene que
pagar.
GUTIÉRREZ. — (Se empieza a reír)
SRA. GALLINATO. — De que se ríe tanto, acaso no sabe que la risa abunda en la boca de los
locos.
GUTIÉRREZ. — Tontos
SRA. GALLINATO. — ¡Tontos!, tonta será su abuela.
GUTIÉRREZ. — No me entiende, me refiero que la risa abunda en la boca de los tontos, no de los
locos, me entiende.
SRA. GALLINATO. — No, no le entiendo y déjeme, (se acerca a Domínguez y lo levanta
agarrándolo de la parte de atrás de su camisa), y que me dice de este es tonto
o loco.
GUTIÉRREZ. — Bueno creo que las 2 cosas, es mas el es el ladrón de tu diario (Domínguez la
mira con enojo, se acerca a Gutiérrez y le quita su morral y lo vacea saliendo
el diario de la Sra. Gallinato)
DOMÍNGUEZ. — Acaso este es tu diario intimo Sra Gallinato (y se lo muestra)
SRA. GALLINATO. — (Triste) Si es mi diario por fin.
DOMÍNGUEZ. —Pues como vera la ladrona es Gutiérrez (Gutiérrez esta tratando de huir
sigilosamente)
GUTIÉRREZ. — (La sra Gallinato se acerca a ella con afán de matarla) Bueno Sra Gallinato (con
miedo) todo es un malentendido, yo iba a devolvérselo.
SRA. GALLINATO. — Nooo ahora te voy a ajusticiar a ti, estúpida, ridícula,
GUTIÉRREZ. — Oiga usted (mirando a Domínguez) no va a ser capaz de dejar que se cometa un
asesinato frente a usted.

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DOMÍNGUEZ. — Bueno la verdad yo no soy al que van a matar (La Sra Gallinato se sube encima
de Gutierres y la comienza a ahorcar).
GUTIÉRREZ. — No no ayúdeme.
GONZÁLEZ. — (llegando muy cansado seguía gritando TIERRA TIERRA, llega y besa el piso,
luego mira la escena que está ocurriendo)
GUTIÉRREZ. —Ayúdeme Don Cristóbal.
GONZÁLEZ. — Pero que haces, tranquilas ya no es necesario pelear por la comida, hemos
llegado a tierra firme (coge a la Sra Gallinato de una pierna y la arrastra
lentamente ) y usted Sra Gallinato creo que necesita tomar un poco de aire,
(mirando a Domínguez) y usted Domínguez , es la oportunidad de tomar
apuntes para que seamos inmortales y famosos (Domínguez sacar su libreta
de apuntes haciendo caso lo que dice Gonzales, Gonzales mira a Rodríguez
tirada en el piso) pero que veo una nativa, pero que hago, (la mira con su
periscopio) me parece conocida, por Dios hemos matado a una nativa, una
representante de esta raza, marinero llévese a esta nativa y todos los demás
acompáñenme a conquistar esta tierra y si no me obedecen por las buenas
serán por las malas (González saca una pistola de flechas de plástico y la
dispara)muy bien todos síganme y comienzan a cantar “ A la tierra vamos, a la
tierra llegamos” (todos se van siguiéndolo y salen de escena pero Gutiérrez
mira a Rodríguez y se va a despertarla)
GUTIÉRREZ. — Rodríguez, pero que haces ahí tirada flojonaza, uy parece que no despierta,
discúlpame peor sabes que me gustan las expediciones así que no podre
quedarme contigo, lo siento, bebe allá voy bebe.
RODRIGUEZ— (Se despierta) ayayai me duele todo, ahora si fue fuerte el golpe que me dieron,
Dios santo cuando va a terminar todo esto.
GONZÁLEZ. — (llegan cantando González, la Sra Gallinato y Gutiérrez tipo trencito y a la mitad
del escenario se quedan estáticos, Rodríguez los mira y en eso sale
Domínguez con ropa de paciente asustado mirando hacia todos lados y
sintiéndose perseguido).
DOMÍNGUEZ. —Auxilioooo,(corre y se queda en medio del escenario en cuclillas, Rodríguez se
acerca caminando se coloca al costado de él) pobrecito mírenlo (hacia el
público) , quien lo diría, este se cree periodista, llego hace poco a la clínica y
jura que es el mas cuerdo de todos, y esta rutina que han visto ocurre todos los
días del año, todos los días del año (sale de escena y luego vuelven a moverse
cantando González, la Sra Gallinato y Gutiérrez y salen de escenario y por su
parte también sale Domínguez gritando auxilio)

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Asociación Cultural Zona Free

FIN

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