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JOSÉ ORTEGA Y GASSET

I. BIOGRAFIA
Nació en Madrid, en 1883, en el seno de una familia ilustrada de la alta
burguesía. Estudió en la Universidad de Deusto y en la Universidad de
Madrid. Sus tres viajes a Alemania (1905, 1907 y 1911), en los que tomó
contacto con el idealismo, resultaron determinantes para su formación. Fue
catedrático de Metafísica y de Ética.

Fundador de las revistas “España” y “Revista de Occidente”, muchas de sus


obras y ensayos aparecieron como artículos de prensa. Su libro “La España
invertebrada” (1921) es un diagnóstico y análisis de la situación de España
de entonces. En 1930 publica “La rebelión de las masas”, que tuvo una gran
repercusión internacional. Fue uno de los promotores de la Asociación al
Servicio de la República.

En 1936 se ve obligado a exiliarse, pasando de París a Argentina para


recalar finalmente en Lisboa. Impartió conferencias por todo el mundo,
regresando ocasionalmente a España. Falleció en Madrid, en 1955.

II. OBRAS
 Vieja y Nueva Política
 Meditaciones del Quijote
 Ensayo de Estética a manera de prólogo
 La España invertebrada
 El tema de nuestro tiempo
 La deshumanización del arte
 La rebelión de las masas
 Velázquez
 Sobre la razón histórica
 El Hombre y la Gente
III. FILOSOFIA DE LA VIDA DE JOSÉ ORTEGA Y GASS
Se trata de un estudio de las características que, según José Ortega y Gasset, la
filosofía, como ciencia que es, comparte con el resto de las formas de pensar, es
decir, con la religión, el arte y la experiencia de la vida. Todas son: 1) quehacer, 2)
imaginación, 3) juego, 4) fe, 5) sistema y 6) históricas. Ortega integra todas estas
características, pues la integración es el gozne sobre el que gira su reflexión sobre
la filosofía, acorde con la nota fundamental del tiempo nuevo que no se cansó de
anunciar. Y que quizá signifique la muerte de la filosofía, y el nacimiento de otra
forma de pensar.

 La filosofía como quehacer


La distinción entre las diversas formas de pensamiento se remonta a Ética
de los griegos, uno de los artículos recogidos en Espíritu de la letra, de 1927,
donde Ortega distingue entre el mito y la razón como métodos de pensar.
No hay duda de que servirse de los mitos en la vida es pensar (III, 538-540);
pero en esas fechas el filósofo madrileño aún no tiene clara la utilidad del
pensamiento, sea mito o razón; no va más allá de reconocer que nuestro
afán por conocer es “bastante extraño” (VII, 314) o de la vaga afirmación de
que la curiosidad es producto de la vitalidad (III, 575).

El salto de la concepción teórica del hombre a la concepción práctica lo dará


en el tercer período de su evolución filosófica, después de la lectura de Ser
y tiempo de Heidegger. Porque hasta el existencialismo, la tradición filosófica
poco pudo añadir a lo que ya Aristóteles sentenció al comienzo de su
Metafísica: que el hombre tiende por naturaleza al saber.

La filosofía también es algo que el hombre hace. Y, según Ortega, aunque


esto sea una perogrullada, “es su más concreta condición e índole, y todo lo
demás que de la filosofía se diga con olvido de esto, y que no proceda de
esto, será cosa vaga y utópica” (1992, 66; XII, 24). Pero si es cosa tan
archisabida, ¿por qué los filósofos se la han dejado siempre a la espalda?
Porque es lo que ocurre con las perogrulladas, con las tesis filosóficas: que
de puro tenerlas delante no reparamos en ellas.

La filosofía, y el pensamiento en general, es un hacer que surge cuando el


hombre no sabe qué hacer, y su producto es la cultura, sucedáneo de los
instintos.

 La filosofía como imaginación


Los conceptos de la razón –ciencia, filosofía- son producto de la
imaginación, ni más ni menos que los dioses de la mitología o que las
visiones producidas en sueños, por las drogas o en los trances provocados
por la danza. Se trata de imaginar una explicación a un hecho. La explicación
o fundamento del hecho no lo vemos, lo imaginamos. “La ciencia y la
filosofía, ¿qué otra cosa son sino fantasía?”.
El hombre no se diferencia de los animales por la racionalidad, sino por la
imaginación y la memoria.

En las intervenciones internacionales de sus últimos años Ortega gustaba


ilustrar esta teoría, tomada de Köhler, con el mito del hombre allende la
técnica, el mito del animal al que debido a una enfermedad se le llenó la
cabeza de fantasía. En relación con ella está la distinción que Ortega
estableció entre “ensimismamiento” y “alteración”.

Ortega recordaba cuando hacía muchos años delante de la jaula de los


monos del Retiro se le ocurrió. El animal está constantemente alterado,
constantemente alerta, fuera de sí. El hombre, en cambio, puede a veces
retirarse del mundo y meterse dentro de sí mismo. Pero puede hacerlo por
que tiene donde, tiene el mundo interior de la imaginación y de la memoria.
El animal, en cambio, no tiene donde meterse . Allí dentro el hombre puede
ser futuro, imaginar el personaje que va a ser. El pensamiento es
imaginación porque la vida es imaginación, un “género literario” y el hombre
“novelista de sí mismo” . Todo ese mundo de imágenes y fantasías internas
va a permitir al hombre ejecutar la operación esencial del pensamiento:
duplicar el mundo. Todo pensamiento es un viaje al otro mundo

 La filosofía como juego


Como juego y evasión, Ortega se ocupó especialmente de la ciencia y de la
filosofía; pero estos caracteres afectan a la totalidad del pensamiento. Donde
es más claro a este respecto es en Idea del teatro, la conferencia que dio en
el Ateneo de Madrid nada más llegar del exilio en 1946: la vida siempre ha
añadido a todos los haceres serios, esto es, impuestos por la realidad, otro
extraño, que consiste en dejar de hacer todo eso, que nos liberta: jugar. Dios
hizo el mundo, este mundo; pero el hombre ha hecho el otro, el que no existe,
el que es broma y farsa.

Mediante el juego, el deporte, la fantasía, el hombre se evade, se libera de


la pesadumbre de la vida cotidiana. La cima de todos los métodos de
evasión, el teatro, hoy día no es más que un eco lejano de lo que era en
Grecia Entonces, en las fiestas de Dioniso, el dios del vino, estaba todo
mezclado: la religión, la fiesta, el arte –el teatro- y las drogas. Todo era juego
y diversión.
Ortega nos recuerda cómo los griegos llamaron originariamente teoría,
contemplación a las fiestas de Dioniso. Los romanos incluso hicieron del
juego un dios: Luxus, hijo de Baco. A nosotros no nos quedan nada más que
rudimentos de estas fiestas, como el carnaval y los toros. Como es sabido,
la religión cristiana mató el sentido festival de la vida.
 La filosofía como fe
El pensamiento es siempre fe. La ciencia o razón –y, por tanto, la filosofía-,
también. Lo cual no contradice la distinción orteguiana entre ideas y
creencias, porque las ideas son el producto de la razón no la razón. En las
ideas, en efecto, no creemos; por eso son ideas. Ahora bien, en la ciencia o
razón sí creemos, porque es una creencia.

 La filosofía como sistema


Todas las diversas técnicas en que consiste el pensamiento, sea cual sea
su forma concreta, estriban en definitiva en reducir a unidad y estabilidad la
pluralidad y el cambio del mundo de los sentidos. De lo que se trata, por
tanto, es de sistematizar este mundo. Sistematizar es unir, pero unir es atar.
Se une, se ata cada cosa a su fundamento, a su causa, a su explicación.
Como convenía hacer, según narra Platón, con las estatuas de Demetrios,
que huían de los jardines por la noche si no se las ataba .

Ahora bien, lo importante es que yo esté dentro del sistema, como pieza del
puzzle que es el Universo. Así, todo tiene sentido, yo tengo sentido; sé a qué
atenerme con respecto a todo, sé a que atenerme con respecto a mí.

 Carácter histórico de la filosofía


Lo único natural es la necesidad de pensar; ninguna de sus formas lo es,
ninguna es congénita al hombre. Al contrario, todas son históricas, el hombre
tiene que irlas inventando, adiestrándose en ellas, experimentándolas, y a la
postre tropezar con sus límites. En última instancia reconoce Ortega que el
pensamiento es una empresa frustrada y que el hombre nunca logra escapar
definitivamente de la desorientación. Al fin y al cabo la sustancia humana es
el fracaso, la historia .

La distinción entre pensamiento y conocimiento dará brío a Ortega para


desafiar críticamente a sus dos mentores: Dilthey y Heidegger. Con respecto
a Dilthey, le sorprende que, precisamente Dilthey, quien, antes que nadie y
más que nadie, nos obligó a contar con la historicidad del hombre, se refiera
a las formas de pensamiento, ciencia, religión y arte, como si fueran
posibilidades permanentes suyas ,lo que le hace sospechar que el filósofo
alemán no poseyó de verdad la razón histórica.
IV.- CONCLUSIONES

 Su concepción del hombre es polémica al entrar en conflicto con la tesis de


Aristóteles, asume con valentía el uso de la palabra y el pensamiento para
proponer y establecer criterios sobre la naturaleza histórica del ser humano.

 Ortega y Gasset se fija en la historia, es para entender al hombre


contemporáneo; si su palestra es la filosofía, es para elevar sus sugerencias
en medio de un mundo atribulado por demagogos y hombres masificados.

V.- BIBLIOGRAFIA

 Armenteros, E. (2004) El pragmatismo de Ortega. Una “impronta” de su


filosofía. Sevilla: Universidad de Sevilla. Tesis doctoral.
 Cerezo Galán, P. (2006) Ortega: ¿nada moderno y muy siglo XX? En J.
Lasaga (ed), El Madrid de Ortega. (pp. 145-167) Madrid: SECC-Residencia
de Estudiantes.
 Cerezo Galán, P. (1984) La voluntad de aventura. Barcelona: Ariel.
 Chumillas, V. (1940) ¿Es don José Ortega y Gasset un filósofo propiamente
dicho? Buenos Aires: Tor.

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