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Miércoles 6 de febrero, de un momento a otro salto de la cama, me levanto desorientada

y un poco confundida. Miro por la ventana y aún está oscuro, tomo el celular y para mi
sorpresa todavía tengo media hora de sueño. Me acuesto de nuevo y trato de dormir un
poco más, pero me es imposible. Entre los ruidos de los autos y los ladridos de Susy hacen
que me levante.

Coloco ambos pies en el suelo y solo pienso… ¿Qué me pondré hoy? Entro a las 6:30
am, así que debo correr. Me pongo un jean, una camisa, y las botas negras, busco mi bolso
por toda la habitación. Ahora que lo pienso… tenía que haber arreglado mis cosas desde
anoche. Tomo mi chaqueta, salgo del cuarto y voy al baño. El tiempo transcurre, termino
de asearme y me dirijo a la cocina. Empaco el almuerzo y lo meto en el bolso con el resto
de las cosas, me persigno y sigo mi camino.

Mi trabajo esta tan solo a 7 cuadras del conjunto así que me voy caminando. Durante el
trayecto voy escuchando un poco de música. 6:10 am llego al semáforo y espero a que
cambie de verde a rojo y así poder pasar. Mientras voy veo

Rápidamente chequeo, veo la hora y son las 7:00 am. Voy tarde.
A las 7:10 am estoy afuera de mi salón. La clase comenzó y me
da algo de pena tocar la puerta. Sin embargo, lo hago. El
profesor se da cuenta de mi interrupción. Me disculpo por haber
llegado tarde y me dice que tranquilo, que puedo pasar.
La primera clase es emocionante. Después de descansar en
vacaciones siempre hace falta algo en qué ocuparse. Al
culminar, me encuentro con algunos amigos en la puerta.
Almorzamos juntos y a las 1:00 pm me voy a mi otra clase. Esta
también estuvo interesante. Las expectativas crecen tras cada
tema. A las 4:00 pm ya puedo oler mi libertad.
Me despido de mis amigos y emprendo mi camino a casa.
Mientras voy en el metro, repaso cada momento de mi día. No
me ha ido tan mal. Tengo buenos profesores, mis compañeros
son simpáticos, los contratiempos son los de siempre, porque
bueno… no todo puede ser perfecto hoy día. Quizás puede haber
sido mejor, pero de eso se trata la vida, ¿no?, de ser mejor cada
día.
4:40 pm. Llego a mi casa, lanzo mis cosas y me tiro en mi cama.
Sin embargo, recuerdo lo que me dije a mí mismo. Así que me
levanto, busco mi bolso y comienzo a arreglarlo para el día de
mañana. Si empiezo cambiando yo, con estos pequeños detalles,
quizás mañana me vaya mejor.

fui a bañarme y arreglarme para

Salí presurosa de la casa. Todos los días me voy caminando


al trabajo al fin de cuenta vivo tan solo a 6 cuadras. Coloco
la radio música.
Buenos mates y grandes compañeros de trabajo de por
medio y acompañando, pensé, diseñé y planifiqué
contenidos para formar conciencias y forjar corazones.
Cada hora y veinte, aparecían esos jóvenes por los que
ofrezco mi vida y me hacen querer ser mejor (no solo hoy,
sino todos los días). El compartir y las risas son
característicos de lo que podríamos llamar mi
“oficina”. Pero no es mía; es de varios, y eso la hace más
linda. Por los pasillos puedo oler el perfume de la
resurrección que sigue aconteciendo en nuestros cuerpos,
corazones, vidas y proyectos.
Con los pies bien puestos donde estaba, mi memoria se iba
a mil kilómetros de distancia, cada minuto y medio, a un
monte. A un monte como tantos otros, pero tan especial
para mí, tan lleno de vida, paternidad, amistad y, sobre todo,
bendición. Iba y venía… aquí y allá… lugares donde voy
dejando el corazón…
Fue pasando el día, y mi inteligencia fue puesta al servicio.
Mis manos se hicieron donación y trabajo. Mi corazón latió
fuerte sabiéndose creativo y generoso. Hoy quise y me
supe querido de mil maneras distintas.
Insisto, doy gracias por ganarme la vida como me la gano.
Y por la tarde volví a casa, un departamento chiquito que
se va haciendo mi hogar, mi guarida, mi pequeña porción
de tierra donde voy echando raíces y mis ramas van
creciendo y dando frutos.
Ninguna computadora ni ningún dispositivo de
almacenamiento pueden guardar tantas imágenes, tantos
recuerdos y tantas alegrías (y/o personas, historias y
compartidas) con tanta intensidad y cariño como lo hace mi
corazón.
Y vuelvo a dar gracias.
No, no soy un idealista. Ni un iluso o un negador, ni estoy
bajo ningún efecto alucinógeno o tranquilizador. En
algunos recovecos de mi cuerpo, mi historia y mis días,
siguen habiendo algunas heridas, ciertas frustraciones, y
cuántos miedos o incertidumbres. Pero, sabiendo que me
van a seguir acompañando, las llevo junto las certezas, los
dones y las maravillas de lo cotidiano de una vida que se
sabe donde tiene que estar y que está siendo lo que tiene que
ser para ser plena y feliz.
Y el día aún no se termina. Me queda un encuentro con
aquellos a quienes más quiero y que, aún en la distancia o
con sus silencios, me van haciendo ser quien soy.
¡Uy! Creo que dije de más… ¡Bah! ¿Qué voy a hacer, si la
alegría está hecha para ser compartida? ¿Cómo callar
cuando lo cotidiano, lo rutinario desborda de dicha,
fecundidad y promesa?
Y en un intento de ser humano, te dejo estas líneas llenas
de mí, llenas de otros -y de Otro- que no buscan más que
hacerte partícipe de un día tan común y corriente que se
volvió extraordinario con lo que es inefable y excede mi
capacidad de canto.
Ojalá te encuentres entre ellas. Si es así, mis más sinceras
gracias.

La alarma sonó a las 5:30 am. Abro los ojos, me siento en la


cama y cuando miró por la ventana caigo en cuenta de que aún
está oscuro. Me levanto. Coloco ambos pies en el suelo y
recuerdo que es mi primer día de clases. De vuelta a la rutina
para mí y un nuevo comienzo para unos cientos de chicos.

Hoy a eso de las 7:00 am me despertó un sonido atroz, era mi vecino quien
acostumbra a poner su Musica todos los sabados muy temprano y hoy no iba a ser
la excepción. cuando me levante de mi cama lo hice con el pie izquierdo, super
que no iba a ser un gran dia pues no estaba en mi mejor estado de animo.
después de ir al baño como lo hago todas las mañanas luego de levantarme, fui a
preparar el desayuno y me llevo la gran sorpresa de que no hay nada en la nevera.
con un genio peor al que me levante fui a bañarme y arreglarme para luego salir a
comprar algo de comer, cuando recibo una llamada, era mi madre quien
necesitaba que fuera lo mas pronto a su casa porque estaba enferma. de
inmediato sali, tome el autobus, eran las 9am y el trafico se empezaba a sentir
combinado con un sol incandescente que no me dejaba ni respirar ...
Algo asi, me entiedes? es describir de una manera detallada (aunque quizas no
tanto jeje) un suceso, siendo claro y contundente en el tiempo y el espacio
Despiertas antes de que suene tu “despertador”, miras la hora, ves que aún es temprano, la cama esta
aún tibia y te llama a entregarte al sueño y profundo estado subconsiente, pero la resposabilidad y el
deber te levantan y sin darte cuenta ya estas camino al trabajo, colegio o Universidad. Te subes al
transporte atestado de gente que nunca has visto en tu vida, pero, sin embargo,no pierden tiempo en
empujarte, insultarte o gritarte, asi llegas a esas escaleras, largas,cansadoras, tomas el microbus y la
música que escuchas te hace olvidar el tedioso viaje y ya estas ahí. El día transcurre como
cualquiera,pensando en lo que hiciste mal o bien, comes algo, para que no te falte la energía, en los
momentos requeridos. Tal cual como llegaste, te vas, esperas un largo rato y esa micro que te trajo
ahora te lleva de vuelta, simplemente un viaje más.
Ahora es de noche y sin estrellas que mirar levatas la cabeza,buscando esa estrella que te gusta y es tu
favorita,la encuentras y le pides que tu vida siga tal cual porque de esta normalidad el único que te
sacará eres tu. Te vuelves a bajar y caminas de vuelta al hogar, pero ahora recordando tu día como uno
más de tu vida. Cierras los ojos y esperas despertar de nuevo y volver a vivir.
La alarma sonó a las 5:30 am. Abro los ojos, me siento en la
cama y cuando miró por la ventana caigo en cuenta de que aún
está oscuro. Me levanto. Coloco ambos pies en el suelo y
recuerdo que es mi primer día de clases. De vuelta a la rutina
para mí y un nuevo comienzo para unos cientos de chicos.
Me quedo hipnotizado mirando el closet. ¿Qué me pondré hoy?
Debe ser algo cómodo. Tengo clases durante todo el día y quiero
sentirme bien hasta que llegue a casa. Veo la hora. 6:00 am.
Tengo clase a las 7:00 am, así que debo correr.
Me pongo un jean, una franela blanca y unos converse. Busco
mi bolso por toda la habitación. Ahora que lo pienso… tenía que
haber arreglado mis cosas anoche. Meto un cuaderno, un lápiz,
un lapicero y cierro. Salgo de mi cuarto y voy al baño. El tiempo
transcurre, termino de asearme y me dirijo a la cocina. Mis
padres me han hecho la comida…Ojalá supieran cuánto se los
agradezco. Lleno mi termo de agua, lo meto en el bolso con el
resto de las cosas, me despido y sigo mi camino.
6:30 am. Aún me toca batallar en el metro para llegar hasta
Antímano. Me bajo en mi estación, veo nuevamente la pasarela
y me sorprendo. No hay tanta cola para entrar como esperaba.
Paso mi carnet, entro, saco mi teléfono y abro UCAB droide. No
recuerdo en qué salón tengo clases. Rápidamente chequeo, veo
la hora y son las 7:00 am. Voy tarde.
A las 7:10 am estoy afuera de mi salón. La clase comenzó y me
da algo de pena tocar la puerta. Sin embargo, lo hago. El
profesor se da cuenta de mi interrupción. Me disculpo por haber
llegado tarde y me dice que tranquilo, que puedo pasar.
La primera clase es emocionante. Después de descansar en
vacaciones siempre hace falta algo en qué ocuparse. Al
culminar, me encuentro con algunos amigos en la puerta.
Almorzamos juntos y a las 1:00 pm me voy a mi otra clase. Esta
también estuvo interesante. Las expectativas crecen tras cada
tema. A las 4:00 pm ya puedo oler mi libertad.
Me despido de mis amigos y emprendo mi camino a casa.
Mientras voy en el metro, repaso cada momento de mi día. No
me ha ido tan mal. Tengo buenos profesores, mis compañeros
son simpáticos, los contratiempos son los de siempre, porque
bueno… no todo puede ser perfecto hoy día. Quizás puede haber
sido mejor, pero de eso se trata la vida, ¿no?, de ser mejor cada
día.
4:40 pm. Llego a mi casa, lanzo mis cosas y me tiro en mi cama.
Sin embargo, recuerdo lo que me dije a mí mismo. Así que me
levanto, busco mi bolso y comienzo a arreglarlo para el día de
mañana. Si empiezo cambiando yo, con estos pequeños detalles,
quizás mañana me vaya mejor.

Madrugo demasiado —debe ser cosa de la edad—, por eso, a pesar de que la hora de
entrada al trabajo es a las 8:15, yo ya estoy en mi puesto a las 7:30. Esto me permitió
observar desde el principio los acontecimientos que paso a relatarles.

Pero antes tengo que explicarles que en mi organización tenemos implantado un sistema
de Single Sign-on (SSO), es decir, un procedimiento de autenticación que mediante una
única identificación habilita al usuario para acceder a los distintos subsistemas
(principalmente aplicaciones informáticas) en función de los permisos concedidos. Y esta
autentificación se realiza mediante la inserción de una tarjeta en una ranura que para este
fin tienen los teclados.

No voy a explicar aquí las ventajas e inconvenientes de este tipo de sistemas, simplemente
me limitaré a exponer los acontecimientos acaecidos el pasado viernes.

A las 7:30 de la mañana llego a mi puesto de trabajo e introduzco la tarjeta del sistema
SSO. Tras esperar más de 5 minutos aparece un mensaje en la pantalla que indica que el
Sistema no funciona y que probablemente se trate de un fallo en la red. Entonces me
levanto y me dirijo al reloj de picar donde paso la tarjeta para dejar constancia de que he
llegado a esta hora.
Vuelvo a mi PC con la tranquilidad de haber registrado mi llegada, pero no puedo trabajar
porque el fallo en el SSO me lo impide. No puedo acceder a ninguna aplicación informática,
y lo peor de todo es que ni siquiera puedo usar el navegador.

Poco a poco van llegando los compañeros, con objeto de ver sus reacciones no les informo
de la avería y les dejo hacer. Intentan “picar” en su PC pero al no logarlo van al reloj y pican
allí. Conforma van llegando más empleados unos dicen a otros que piquen a la entrada
porque el SSO no funciona.

Entre los empleados ociosos por culpa de la avería se empiezan a formar corrillos en los
que se hablan de los temas más dispares, aunque al ser viernes los planes del inminente fin
de semana es el asunto más socorrido.

Algunos, consiguen recordar la clave y contraseña de administrador de su PC y de esta


forma consiguen entrar en modo local, pero apenas pueden trabajar porque no tienen
acceso a los servidores.

El despacho en el que trabajo es grande y diáfano, y hasta donde alcanza la vista no noto el
menor nerviosismo y tampoco veo que nadie llame al Centro de Atención a Usuarios para
dar cuenta del problema.

A las 9:00 de la mañana comienzan a salir a desayunar algunos de estos grupos. Otros
dicen con sarcasmo que para aprovechar bien la mañana prefieren salir a desayunar cuando
el problema de acceso se resuelva.

Utilizo mi ociosidad para ir al Servicio de Informática para ver qué están haciendo para
resolver este problema técnico. Y allí donde esperaba encontrar nerviosismo y trabajo
frenético intentando resolver el problema que mantiene parado a un ente público con más
de dos mil trabajadores, lo que encuentro es a unos cuantos técnicos de sistemas rodeando
un terminal y discutiendo con más cachondeo que preocupación lo que estaba ocurriendo.
En el momento de mi llegada me cruzo con el Jefe del Servicio de Informática que sale a
desayunar de manera despreocupada.

Sobre las 10:00 soy yo, junto a mi habitual compañero de desayunos, quien sale a tomar
café y me encuentro a multitud de colegas de todas las Unidades Administrativas sentados
en las terrazas de las cafeterías cercanas y disfrutando del sol. Otros pasean plácidamente.
Es una mañana de sol muy agradable después de tantas semanas de lluvias casi
permanentes. Entre los paseantes me cruzo con los principales responsables del
departamento de personal que se solazan entre ellos. A pesar de su implicación en el
problema no parecen estar preocupados. Afino mi oído y capto una conversación en tono
humorístico sobre lo que está ocurriendo y la ineficacia de la función pública.

Tras un largo desayuno y posterior paseo matutino vuelvo a mi puesto de trabajo. El


problema persiste. Empleados públicos paseando por las instalaciones y ni la más mínima
muestra de nerviosismo o preocupación. Las máquinas de vending hacen su agosto.

Doy una vuelta por la planta donde se encuentra la dirección esperando encontrar allí algo
de preocupación por lo que está ocurriendo, pero la tranquilidad campa a sus anchas.
Políticos y altos funcionarios departen sosegadamente sobre asuntos triviales.

A las 11:30 vuelvo a mi mesa de trabajo y allí me entero de que el problema afecta no sólo
a la sede principal, sino también a las oficinas y departamentos externos que están
conectados a la central. Pero sorprendentemente la centralita no está colapsada con
llamadas reclamando el funcionamiento del sistema de acceso.
Ahora son más de 2500 personas las que no pueden acceder a las aplicaciones informáticas
con las que trabajan usualmente pero en lugar de indignación y nerviosismo lo que impera
es la tranquilidad y el alivio por no tener que trabajar.

Sobre las 12:30 comienza a resolverse el problema y ya es posible que un buen número de
trabajadores se identifique ante los sistemas y puedan trabajar. Pero la mayor parte de los
empleados se encuentran ausentes de su puesto de trabajo.

A las 13:00 se puede decir que el problema está resuelto, pero los empleados no lo saben
porque nadie se ha preocupado de que la noticia llegue a ellos (parece que la megafonía
está para otras cuestiones más importantes como es indicar que un vehículo está mal
aparcado o para informar de que al ser víspera de fiesta hoy podremos salir un par de
horas antes) y los que sí se han dado cuenta de que ya funciona todo, hacen como que no
lo saben. Son muy pocos los que empiezan a trabajar.

Gracias al horario flexible, a las 14:00 comienza a marcharse una buena parte de los
empleados. En sus alegres rostros parece reflejarse la satisfacción por el deber cumplido,
pero yo sé que su alegría tiene otra razón.

Por fin a las 14:45 se produce la salida general de todos los empleados.

Y esta es la crónica de un día más de duro trabajo.

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