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PROLOGO IBEROAMERICA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIIL. LA CRITICA ILUSTRADA DE LA REALIDAD A Susana y Laucita, EL onjeto de este volumen es ofrecer una seleccién de las piezas més carac- reristicas del pensamiento ilustrado tal como se expandié por Tberoamérica en la segunda mitad del sigle xvi y en los comienzos del x1x, pero una se- leccidn limitada a los escritos de temas econémicos y sociales. No intenta entonces, una muestra acabada del conjunto de la Tlustracién iberoamericana Quedan fuera de ella, en primer Ingat, por Ja naturaleza del tema, los sra- Bajos que ya fuera con intenciones didécticas, ya con objeto de divulgaciéa, exhibian las nuevas ideas a cravés de asuntos no referidos a la realidad ame” ricana, Tampoco incluimos trabajos Iiterarios y cientificos sobre temas ame- ricanos que, © bien seria objeto de volimenes especiales de esta coleccién © bien son ajenos al anélisis de Ia sociedad. Por witimo, hemos debido excluir Giertos documentos que correspondian a la naturaleza del tema pero que integran otro volumes de In coleccién dedicado a Ia independencia.” Ast, por cjemplo, trabajos como la Carta a los espanoles americanos, de Viscardo, o la Representacion de los Hacendadas, de Moreno, podré encontratlos el lector en dicho volumen. El resuliado es una muestra de cierta etapa de la Tlustracién iberoame- ricana —intermedia entre sus primeros pasos, de escasa huella en temas como al de la realidad socia! local, y el posterior y’ mis conocido de le independen- cia— en In que podemos encontrar varios tipos de documentos catacteris- ticos de le época, Ass, por ejemplo, a frecuente representaciéy, en la que un sector de {a sociedad —como les labradores y comerciantes michoacanos— critica Jos inconvenientes que padece y expone sus demandas. O los informes 1 Bensamiento politic, de Le emancipacién (1790-1828) Seleccén, nots » cronoogia de José This Rameto y Luis Alberto Romero, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977, 2 1 y memorias en los que ciertos funcionarios, como el fiscal de Charcas Victorién de Villava, examinan un problema particular y exponen su juicio al respecte y Ia doctrina en que lo funclaa, Como cs natural, en ciertos casos el problema de qué escoger y qué dese- char deatro de los limites del velumen —que intenta reproducir documentos complctos—, ha sido arduo, No estamos seguros de haber acertado siempre en la decisién. Hemos debido balanceat la necesidad de cubrir cierto mini- mo de amplitud geogréfica, desde la Nueva Espaiia al Rio de la Plata, con Ja de ofrecer ejemplares de los principales tipos de documentos y no omitir algunas piezas especialmente importantes por métito propio como la Diser- tacién del peruano Bagusjano, el Ensayo del brasileiio Azeredo Coutinho 0 la Memoria tioplatense det espafiol Félix de Azara. Posiblemente, entonces, un documente de cierta regién que hemos excluido hubiese sido mds repre- sentativo que el de alguna otra, incluido para lograr cierto minimo de ampli- cud espacial en la muestra, Por otta parte, Ja seleccién debia dar lugar a auto- res no sdlo criollos sino también peninsulates, cosa que corresponde a fa naturaleza pre-independentists de esta etapa del pensamiento iberoamericano y dado que Jas paginas de aquellos funcionarios metropolitancs son muchas veces tanto o mds representativas de la Ilustracién iberoamericana. En buena medida, fueron ellos los intermediarios por los que las nuevas cotrientes de pensamiento de la época liegaron a las colonias y muchas veces los mejor formados, hasta ese momento, pata exponerlas. Incluimos, por lo tanto, otze tipo de documento, menos comprometido sectorialmente, més amplio en sus objetives politicos. Corresponde 2 esos funcionarios oficiales celosos de los intereses de la Corona —no es necesaric recordar aqui In fuerza del regalismo en el periedo borbénico y su encarna- cién en Ja élite administrativa— que pasan su cutiosa y 2 menudo entusiasta mirada por algunas de las tegiones del imperio colonial para informar a las autoridades, 0 al piblico, de sus caractetisticas histéricas, econdmicas, sociales y culturales, a la vez que proponer las politicas necesatias para los objetives de su misidn. Una seleccién como ésta, sin los trabajos de Villava © Azara, seria excesivamente pobre para su objeto. Parte de los trabajos seleccionados estan ditigidos al anélisis de proble- mas econémicos, pero aun asi suelen trascender este dmbito. Recordemos que la economfa politica del siglo xvi fue més Ia ciencia de la sociedad que la disciplina que hoy conocemos por tal, La sociologia atin no habia nacido y su objeto Jo cubtia en gran parte el andlisis econémico-politico, en cuanto la écica utilitaria caracteristica de la Ilustracién ponia como objetivo de la ac- cién humana el logro de la felicidad a tavés del bienestar general y por cuanto se consideraba que las riquezas, bien distribuidas, eran el medio eficaz de aleanzatlo. Algo también necesaria de justificacién es la presencia de algin trabajo que, como los del obispa novohispano Abad y Queipo, podrian suscitar re- paros en cuanto a su presunta pertenencia a la Hustracién. Si bien su pensa- miento ha sido considerado, a veces, exponente de la renovacién de ideas en el ambito cultural mexicano, también ha sido juzgado en otras ocasiones como. x parre de una cotrieate tradicionalista.! Reparos similares podria merecer ef brasilefio Azeredo y Coutinho. Pero al llegar a este punto nos parece conve: niente abordar ya an conjunto de problemas que han pteocepade a los histo- riadores de 1a Tlustracién iheroamericana y cuya dilucidacién podré ayudar 2 ubicarnos ante algunas dificultades como {a recién aludida. Porque el pro- hblema de qué documento incluir y cudl no —luego de cubiertos otros requi- sitos dz Is seleccion no atingentes al contenido de esos documentos— cs también el problema de qué debemos en:ender por Tlustracién iberoamericana y, ain mds, cl de si podemos considerar que realmente existié tal fendmeno en fa culzuca del sigho xvi colonial. LA ILUSTRACION IBEROAMERICANA EN LA VISION DEL SIGLO XIX Ex rena de fa Tfustracién iberoameticana ha ido recorriendo el camino que le usaz5 la evolucién de [a historiografia contempordnea, Los “pensadores" nacionales del siglo x1x Jo habjan abordado segdn dos grandes Tineamientos que conformaban un objetivo y un supuesto propies del. perfodo posilumi- nista criollo. El abjetivo era rescatar del olvido y enaltecer los considerados i ndamentos —o por lo menos antecedentes— del pensainiento y la poli- de la Independencia. El supuesto lo constituia una concepcién de fa his- toria como proceso movida por el desarrollo y choque de las ideas de sus actores, Uno de esos hombres del xrx, heredero y critico, a la vez, de la Ilustracién, puede proveernos una versiéa rorunda de tal punto de vista: .Es iniitil detenerse en el carécier, objeto y fin de Ie revolucién de la independencia. En toda la América fueron Jos mismos, nacidos del mismo ori- gen, a saber: el movimiento de las ideas europeas” Este punto de vista tiene su explicacién en la historia politica posterior a [os movimientos de independencia. Los proyectos de organizacién de esta- ' José Miranda, en Vita colonial y albares de ta independencia —México, SepSe- tontas, 1972, p. 292. incluye a Abad y Queipo en el movimiento ilustrado ronovador dle la segunda mitad de} sigh. Hace fo mismo en, Ler ideas las instituctones politcas Imexrcanas, Premera parte, 1327-1820, México, Tastituto de Derecho Comparado —UNAM—, 1952, p. 169, donde fo incluye entre fos rcformistes, gropo que distingue del le los ralicales 0 revoluctonarios, Pero eh otro lugat de esta mismna obra califica de. tradicto nnalistes algunas focetss desu pensamienco, coma Ta detensa del fucro eclesidstico en 1s primers parte de sti escrizo sobre lx inmunidac personal del clero. Sin embargo, para Francisco Morales, la argumentacion del obispo electo. mickoacanc. aun en este. aspecto corresponde a lz Tlustiacion: Clero y- politica en MExico (1764-1834), Algunas ideas 20 bre ta avtorided, ia tdependencia y la reforma ectestistica, México, Sep Setentas, pp. 51 "ss. Sobre e! pensamiento de Aeredo, Coutinho véase la Apresentaceo. de: Sergio B que de Holanda a sus escritos en: J. J. da Cunha de Azctedo Coutinho, Obras Econ! ricts, Sao Paulo, Companhia Editors Nacional, 1966. E} tiabsjo de E, Bradford Burns, “The Role of Azéredo Coutinho in the Enlightenment of Brasil", The Hispanic American Historical Review, vol. XLIV, mayo 1964, esp. en pp. 151, 153, 160, sostiene en forma mas rotunda que_cl ancerior Ja inclusion de Coutinho en la Thestracion braslefia, "Domingo Faustino Sarmieato, Facando, Buctos Aites, Ei Ateneo, 1952, p. 109, x dos liberales indujeron a rastrear, subrayar y ocasionalmente exagerar, los rasgos Iiberales del penssmiento dieciochesco iberoamericano, como una forma de darles mayor respaldo con el prestigio de la Historia, Curiosamente, el cambio de actitud hacia el pasado que introdujo el romanticismo originé, en al contexto iberoamericano, una valoracién especial del perfodo ilustrado El hecho de que ¢l movimiento intelectual del siglo xix se considere here- dero de Ja ideologia revolucionaria antimetropolitana, incliné a la condesa global del pasado colonial y s6lo eximié de esa condena a las exptesiones que pudiesen considerarse antecedentes de la independencia, es decir, principal- mente, a las manifestaciones ilustradss de fines del siglo xvimt. La polémica actited del romanticismo hacia ¢l racionalistno dieciochesco, en cuanto atafie a las expresiones iberoamericanas de la Ilustracién, fue asi aminorada en ciertos planos. Y consiguientemente, la influencia de la ustracisn percusé macho mds diempo y con singular vigor, aun en pleno perledo roméntico y positivista, al ampato tambicn del constante eclecticismo del pensamiento Jocal. De tal manera, una especial versidn iberoamericana de aquella concepeién de la lucha universal de las Juces contra el oscurantismo conformd ef enfoque sobre Ia historia intelectual del siglo anterior. La tendencia a consteuir arque- tipos, por otra parte, indujo a destacar ciertas figuras y ciertas paginas me- morables, El resultado fue una historia del pensamiento de ta Hustracién como historia de la independencia y sus antecedentes; una historia, enton- ces, con escasos matices, ciertas exageraciones y muchos olvidos. Cietto tipo de reaccién, desenvuelta desde las décadas iniciales del si- glo xx, no mejoré demasiado las cosas. La tentativa de desvalorizar el pen- samiento liberal en cuanto hostil a las metrépolis, para exaltar las excelen- cias de otra, eradicionalista y favorable a aquéllas, cambio fas luces de lugar sin mayores logros en cuanto a claridad. Peto, por otto lado, fueron progresos evidentes aquéllos que se lograron en duncién de vincular los escritos del siglo xvmz a ia historia de conjunto de csc siglo 0, por lo menos, de su seg- ‘mento mis conocido, el de las Ultimas décadas (més las primeras del x1x_ que corresponden atin al perfodo de Ia Tustracién), No ya solamente matices. Dife- Fencias, oposiciones, etapas, fueron advistigndose gradualmente y_generando problemas diversos sepiin veremos a lo largo de estas paginas. Y hasta el mismo supuesto de Ja existencia de una Tlustracién iheroamericana legs a constituirse también como problema EL PROBLEMA DE “LAS FUENTES” Uno De Los temas més debstidos fue aquel famoso de Jas “fuentes” ‘ del pen- samicnto de la independencia, cuya versién original podemos ver reflejada en el citado parrafo de Sarmiento. Si observamos con atencidn, veremos que, \ Un tratamiento del problema de amplia repercusién fue el de Manuel Giménes Fernandez, “Las docirinas populistas en la Independencia de Hispano América”, Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, vol. TI, 1946. Su resis sobre la influencia jesultica en x en realidad, aguel parrafo del autor del Facundo consta, na de una, sino de dos tesis: que el movimiento de la independencia tiene su causa en el plano de lus ideas y que éstas no fueron otras que las ideas europeas. Hasta podria considerarse implicita una tercera, muy verosimil si tenemos presente el estilo sin matices del autor: que en cuanto antecedente inmediato de la independencia, las ideas ilustradas europeas incidieron sin mediacién de pensamiento americano que hubiese servido para adaptarlas. Una tal visida de Ta historia del siglo 22x, comiin a la mayor pare del continente, levaba consigo los gérmenes de algunas polémicas foturas que se desenvolyerian en rorno a le filtacion del pensamiento independentista y en torno a su grado de autenticidad local —o “nacional"— y aun, dijimos, a la verosimilitud de su existencia misma en cuanto corriente intelectual diferenciada de la europes. En cuanto a la influencia de a Iustracién europea en el movimiento inte- lectual anterior a [a independencia —e inmediatamente posterior a ella—, multitud de trabajos parciales fueron ratificando [a tesis, al compés de la recoleccién de las numerosas menciones expliciras, en los_escritos de los criollos, de autores como Montesquieu, Voltaize, Quesnay, Targot, Condar- cet, Filangieri, Genovesi, Galiani, Smith y muchos otros. Pero al compas, también, del andlisis de’ contenido de aquellas proclamas, representaciones, cartas piblices y otros documentos, hubiese o no en ellos explicita mencién de los escritos enropeos que influian en el autor. La huella indudable y pro- funda del pensamiento europeo del siglo xviii ea el pensamiento ibezoameri- ano no pudo ya negurse a ta Tuz de In continua acumulacién de comprobs. clones en tal sentido. Pero, en cumbio, podian ser someridas a erltica —y ast ocurrié— algunas tesis confundidas con In anterior: que la influencia de la Tustracién europea en el mundo intelectual iberoamericano entrafié una brusca ruptara con la la independencia fue tembién recogida por Guillermo Furlong en Necimiento y desarro- Ho de ta jitosofta en ef Rio de ta Plats, 1536-1810, Bucnos Aires, Kraft, 1952, pp. 579 y.s63 la iesis result6 debibicada por olbtes como las de Miguel Batliori,’S. J, Ef abate Viseardo, Caracas, Institizo Panamericana de Geopafia e Historia, 1953. Una buena critica del problema cn Tolio Halperin Donghi, Tradiciéw politica espatiola e ideologia revolucionaria dz Mayo, Buenos Aizes, Eudcba, 1961, Respecto del Rio de le Plata, véase nuestro trabajo: Enseyes sobre da “tlustracidn” argensina, Parand, Focultad de Grenvias de In Edveaciin, 1982, pp. 73 ¥ ss. J Véanse, por ejemplo, trabajos como el ae Ricardo Cailler Bois, Ensayo sobre of Rio de Us Piste 9 ta Revolucién Francese, Buends Aires, Institute de Investigaciones Histéricas, Facultad de Tilosofia y Letras de J2 Universidad de Buenos Aires, 1929, 0 al-de Roland D. Hussey, “Tiaces of French Enlightenment in Colonial Hispanic Ame- ica”, en A. P. Whitaker [od.] Latin America and the Enlightenment, New York, 1961. Sobre la iustracién en Hispanoamérica puede verse, ademés de los ttabsjos citados mds adelante, ia revision biblicgréfica que efectus A. P. Whitaker en: “The Enlightenment in Spanish America”, Proceedings of the American Philosophical Society, vol. 102, aU: trero 6, diciembre, 1358, "Changing und unchanging interpretations of the enlighteniment in Spanish America”, ob. cit. vol. 114, niém. 4, agosto de 1970; respecto del Brasil, Sergio Bourque de Holanda (Din), Hiidra gerald iiagio brs, tomo 1, Epoca colonial, 2°" volume, Administracio, Economa, Sociedade, Sio Paulo, Difusio europeia ¢o livro, 1973, E. Bradford Burns, “Concerning the Transmission and Dissemination of the Enlightenment in Brazil” en A. Owen Aldridge [Ed.1, The lbcro-American Enligh- tenment, Urbana CULL} University of Minois Press (1971). Otra bibliografia seré citada ids adelante en este Prélogo y en fos notas a cada docemento de esta seleccién xu vieja mentalidad, con el mundo del barroco y la escoldstica, que esas influen- cias posefan todas un mismo cardcier Liberal y tendiente a la emancipacidn politica y que ellas bastarian para explicar el proceso ce Ia independencia. RUPTURA © CONTINUIDAD La imac de una brusca suptura del nuevo pensamiento con las tenden- cias conformadas a Lo largo de los dos primeros siglos de vida colonial, tendié a ser sustituida por la de una penetracién moderada y gradual del "espiritu del siglo”, fundando el nueve punto de vista en ef conccimiento de trabajos de In época —largo tiempo olvidados— que revelaban diversas formas de conciliacién, de catrelazamienio, de Jos resgos ilustrados con Ins formas tra dicionales, Se pudo Hegar asi a hablar de un eclecticismo que podria juz- garse como forma de transicién hacia manifestaciones més nitidamente ilus- tradas.' Este eclecticism no es privativo del Nuevo Mundo, pero fucron agui més sensibles sas manifestaciones por el tardio vigor de sres barreras tradicionales para las nuevas formas de penser: los dogmas de le Iglesie Ca tolica, la Gilosofia escolistice a ellos ligada y la fidelidad politica a {as mo- narquias ibéricas, Barreras que podrén see superadas sélo en momentos muy cercanes ya al proceso de la indopendencia, y no necesatiamente en su con junto. La conciencia nacional de ios pueblos ibéricos era compartida por Jos intelectuales de sus colonias y mienteas esjo ocutriera, aquellas formas tca- dicionales de pensamiento que sostenian les monarquias no podian ser lesio- adzs. Pero si esta adhesin a las metropolis —adhesidn, en el caso hispé- nico, fortalecida por la conciencia de un enemigo suyo, Inglaterra, que era sentido también como amenaza del mundo colonial— frenaba el desarrollo del nuevo pensamiento, ella contenia, sin embargo, factores estimulantes pare la difusién de las “luces del siglo”: el ejemplo reformista de los mo- narcas borbones, en Espafia, el del periodo pombslista, en Portugal. Asi, la politica Bberal de hombres’ como Aranda, Campomanes, Floridablanca, Jo- vellanos y otros, sus escritos indudsblemente idustrados por mis limitaciones que su adhesién a lz monarquia les impusiese, fueron poderoso estimulo 2 Jas “novedades” que contagiaron a los stibditos americanos. Aguella forma moderada de penetracién de las nuevas idess tuvo ciertas manifestaciones, reiteradas a Jo largo de las colonias, que obraton como efi- caces intermediarias entre ef nuevo pensamiento y el orden colonial. Asi ccurrid, per ejemplo, con Is difusién de esa ingeniosa, amable y no agresiva ctitica de costumbres que recorre los escritos de! sacezdote benedictivo fray Benito JerOnimo Feijéo. © con el recurso de los jesuizas a un Descartes so: lameate cientifico —esto es, expurgado de sus heréticas proposiciones meta- fisicas— para responder a la preocupacién de la Orden por el retraso de se 1 Véase nuestro trabajo ye citada, pp. 12, 21 y s8.5 véase también Mario Géngora, Studies inthe Colonial History of Spanish America, Cambridge, Cambridge University Press, 1975, pp. 180 y 181. xv obra edueacional con respecto & la marcha del siglo y Ja consiguiente pérdida de influencia en la sociedad. La critica del espiritu supersticioso, de Ia excesiva credulidad en los milagros, del fanatismo, fue realizada por Feijéo cn nombre de la pureza de la doctrina catdlica. Sin embargo, tanto en Espafia como en sus colonias, resulté un eficaz corrosive de la vieja mentalidad, Lo mismo puede decirse dle su reclamo de mérito para las actividades ttiles y el repudio de los pre- juicios nobiliarios sobre elles,! o de su postura filosdfica —'ni esclavo de Aristételes, ni aliado de sus cnemigos"—’ propensa a encarecer el espiritu experimental y el abandono del principio de autoridad, pero también a recha- zat el materialismo de Hobbes o Locke y todo lo que hiriese los fundamentos de ta religion? La lectura de Feijéo fue muy frecuente, tanto en el Pert como en el Ric de la Plata o en México, y contribuy6 a preparar el terreno para futuras in- novaciones mas audaces, en unos casos, o simplemente a adaptar el clima in- telectual colonial a las novedades del siglo LOS JESUITAS ¥ SU DISCUTIDA INFLUENCIA EN EL CAMBIO DE MENTALIDAD En cuanto a la forma en que se difunde la influencia cartesiana entre los jeswitas, ya sea en México como en la Cérdoba rioplatense, puede ser juz- gada, tambiéa, como un wénsito “moderado" hacia las luces. Generalmente, ella ba sido sefialada como una sorprendente innovacién en la educacién colonial y hasta como un signo de adelanto de !a actividad intelectual coto- nial con respecte a la de Ia metrdpoli.’ Sin embargo, las novedades america- nas no hacian mas que seguir lineamientos generales que la Compatiia habia adoprado para revitalizar su actividad educativa. En 1706, le XV Congre- gacién General de la Orden de los Jesuitas, reunida en Roma, habia exami- nado el problema: “Por una parte ~se dijo alli—, hay prineipios cartesianos que se openen no solamente a la sana filosoffa, sino a los dogmas de la fe y pueden inducir en ertor dogmatico a los incautos. Por otra parte no se puede negar que los cartesianos, con ef estudio y observacién de Ja naturaleza, han descubierto \ Fray Beaito Terénime Feijée, Cartas Eruditas, Madrid Espasa-Calpe, 1944, pp. 28 9 29, 208, 2 ys a, Tecra Coico Universal, Maid, Ease aloe, 1981, vol 1, pp. &7y £ Ge, por Jean Sacra La Espa dustrada de te segunda ait del siglo XVII México, ECE, 1997, p. 422, *"Feiide, Cartas Erudites, ob. cit, pp. 189 y ss. 4 Jose Carlos Chiaramante, ob. cit, pp. 14 y $8.5 Matio Géagora, ob. cit, p. 178; Mariario Picdn Salas, De la conguiste a la independencis, Tres siglos de Historia cultural fusponoomericara, México, ECE. 1975, pp. 196, 199, 216 ¥ 3. 5'Guillermo Furlong, ob. B. Navarro Gonzélez, Cultura moxicana maderna en el siglo XVII 1964, pp. 24 y 88 B. Canal Feijéo, ob. cit, pp. 179-y ss. xv fenémenos que nosotros debemos explicar en 1a fisica, so pena de ser tenidos por ignorantes en las ciencias naturales. Si abandonamos la parte amena de la fisica y nos encerramos en las especulaciones metafisicas, ahuyentaremos de tuestras escuelas a fos oyentes, los cuales se suelen quejar de que endere- zaros todo el estudio ce la tilosofia, exclusivamente a la weologia especulativa y de que en la misma teologia, dejando les cuestiones mas utiles, tocantes a la moral o a In polémica, perdemos un tiempo precioso en sutilezas y meta- fisiqueos insustanciales".' Esa misma Congregscién General elaboré una lista de 30 proposiciones cartesianas que fueron condenadas, en las cuales se resumia lo esencial del pensamiento filosdfico de Descartes. De manera que el cartesianismo que podian adoptar y difundir los miembros de la Orden se limité a aspectos cientifico-naturales que no comprometian los fundamea- tos de [a teologfa y la filosofia escoléstica ¢Se puede hablar entonces de ana introduccién y difusién del cartesia- nismo por patte de los jesuitas en Ja cultura colonial? Podria responderse afirmativamente sdlo en el sentido que, va fuera la inclusién de proposicio- hes cartesianas en la ensefianza de Ia fisica, ya fuera la mencién —y a veces la explicacién— de proposiciones filosdficas para condenarlas, no podian dejar de constituir estimulos a la curiosidad de fos discipulos —y por qué no de Jos mismos maestros— para el estudie privado de los textos condenados. Asi sucedié con aquellos maestros de filosofia del Real Colegio de San Carlos, en Buenos Aires, que se sintieron obligados a redactar una légica y metaffsica segtin método, reglas v principios de “los Modernos”, a fin de recmplazar el anticuado texto escolistico de Goudin que no congeniaba con los lineamien- tos de su ensefianza de {a fisica, La voluntad de coherencia Ilevé aqui a redu- atin mas lo escoldstico y extender lo moderno? Es asi que en un medio de mas antigua y mayor vida intelectual, como el de la Nueva Espafia, la enscfianza filosdfica es modificada, en las dos décadas siguientes al promediar del siglo, por un grupo de jesuitas —Clavigero, Ale- gre, Abad y otros— cuya labor, empero, no escede los Jineamientos de la XV Congregacién General, Ellos abren camino a figuras més avanzadas —aun- ‘que tampoco abandonen el campo del ecleeticisme—, como Diaz de Gamarra © José Antonio Abate. La existencia de ciertas formas de transicidn hacia el nuevo pensamiento en el seno de Ja cultura colonial parece innegable. El pensamiento ilusttado no surge bruscamente, en la forma antimetropolitana y librepensadora que adquiriré frecuentemente en visperas de la independencia, Existen pasos pre- vios, representados por peninsulares o criollos generalmente fieles a las mo- narquias y a la Iglesia catdlica. Pero asi como estas formas de transicién no dejan de participar del cardcter innovador de Ia influencia ilustrada en la cultura colonial, por més incoherentes que parezcan sus manifestaciones en determinados casos de simultdneo apego al pensamiento tradicional, tampoco es posible considerarlas una manifestacién original elaborada por la cultura * Cis, por Guillermo Purlong, ob. cit., pp. 163 y 164 2 Juan Probst, Juax Baltasar’ Maziel, of maestro de ta gemeracrin de Mayv, Buenos Aires, Universidad’ de Buenos Aires, 1964, p. 243. 3B, Navarro Gonzalez, ob, cit, lug, cit. xvI colonial. Por eso, evande un hermoso uabajo como el de Mariano Picén Se las, hacia 1944, techazaba considlerar el surgimiento del espiritu de indepen- dencia como un salto brusco desde ia oscuridad y el silencio coloniales y tenda a subtayar el mérito del espirita autéctono en Ja aparicién del nuevo pensa- miento, Ievaba fas cosas al extremo opuesto: “...el propio orpanisme native estaba elaborando su propio sistema critica v su Utopia lejana”.! ‘Con este alan, al juzgar la obra de tos jesuitas, en la que destaéa por su brille al grupo mexicano, quiere ver en ella el crisol en que se gesta ef espi- tite. nacionalista y el descontento que Hlevarian al periodo revolucionario y sostiene, para apoyat la hipétesis, uno fusidn de los intereses de la Orden con los de las burguestas regioneles.? - Si lo que se intenta explicar son los contenides cientificos e ideolgicos de Ia obra de los primeros iustrados podrfa incurritse en sensible confusion por aquel camino. Ya sean las prescripciones de la propia Compatia, en el caso de los jesuitas, ya los lineamientos del pensamiento de personajes infly- yentes en el mundo borbdnico espaol, ya los de escritores fieles a la Tglesia, como Feijéo, es el grado de innovacién de ta cultura catdlica espafiola y en alguna medida europea, el que induce y 2 In vez marca Jos limites de avances de la mayor parte del pensamiento criollo pre independentista del siglo xvitt Come terreno de transicién, su pape! no dejé de ser importante. Peso consi deratlo producto del espititu de libertad c independencia del mundo intelectual colonial, es menos probable, juzgado a la luz de aquellos ejemplos ya comen- tades de influencia espaiioia y europea, Mas adn, si se interpreta que la obra de aquellos jesuitas significaria une formidable innovacién surgida de Jas entrafias de Ia cultura cotonial no se haria otra cosa que reproducir similar error de exageracién y omisién que el que entrafeha ef supuesto de un pen samiento revolucionario criollo surgido bruscamente cn la noche colonial ‘zHubo 0 30 entonces verdadera innovacién en el ambito intelectual ibero- americano del siglo xvint? La pregunta procede puesto que la necesidad de Teaccionar contra esqueméticas interpretaciones del pasado colonial indujo 2 subrayar los comentados aspectos de continuidad, cambic gradual y pro- ximidad con la cultura metropolitana. Respecto de lo ultimo, los resultados de los estudios sobre el tema fueron mostrando que la suposicién de origina- lidad del pensamiento ilusttado iberoamericano, entendida como ruptara con al pensamiento metropolitano, es imposible de sostener y que fue principal. mente a través de sus exponcntes peninsulares como 1a cultura colonial toma contacto con ¢l muevo pensamiento, En este aspecto, el pensamiento liberal smericeno nace, no en raptata sino entroncado con el, jbérico, De tal manera, si por Tlustracién iheroamericana deberiamos entender un movi- miento intelectual original dentro de la cultura de le época, la respuesta deberd ser negativa. Pero la existencia de un proceso intelectual que comparte un conjunto de orientaciones y fundamentos de la Ilustracién europea ¢s inne- gable. Y si este movimiento no posee la autenticidad que podemos atribuir 2 la Mustracién europea, esto no es otra cosa que uno de los rasgos que 1B. Canal Feijos, ob. cit. p. 176. ? Idem, p. 179. avn catactetizan Ia situacién colonial en su conjunto, Si algo nos dicen esas catac- teristicas es que no existian en Ta estructura social iberoamericana otras con. diciones que las que Ievarian, més tarde, a reemplazar Ia situacién colonial por 1a dependencia y que esto n0 pudo menos que reflejatse en las peculiari- dades de su desartollo cultural durante el siglo xvitt Pero si este hecho obliga a modificar ciertos puntos de vista y a incluir en la Tlustracién, entonces, a exponentes mas tempranos de algunas innova. siones —como los divulgadores peninsulares de Feijéo oa algunos de los maestros jesuitas de mediados de siglo—, no impide verificar que la inno- vacidn existe, si no interpretada como anti-ibérica si como rechazo de ciestvs Pautas culturales y sociales, de ciertas formas de convivencia, de ciettos ras. 808 politicos, que predominaban en las colonias iberoumericanas durante el siglo xvrit. En Ins escaramuzas del tolerado terreno de {a critica de costum bres, los iniciados en las lecturas del siglo prueban las armas que podrda llegar a esgrimirse un dia en empteses mis trascendentes y muy probablemente todavia no presentidas. Pero aun en quienes adherian explicitamente a los fundamenios de las monargufas ibéricas hay que advertir que al sdoptar las concepciones de conjunto de la Ilustracién socavaban aquella fidelidad pot cuanto la Tustracién compromete la concepcién del mundo que servia de sustento a las monarguias ibéricas! : Eludida fa tendencia a confundit Mustracién iberoamericana con movi- micnto antimetropolitano y sorteada, por otta parte, la seductora. tentacidn de magnificar fa originalidad autdctona de la nueva corricnte, la mayor parte dei pensamienco ilustrado iberoamericano aparece, en suis primeras etapas, come eco del europeo y, por la misma razdn, portador del espizita reformist ¢ innovador de la versién espaiola 0 portuguesa de aquél, asi como de sus especificas limitaciones. En cuanto a rasgos de innovacién radical slo se nos oftecen en momento muy tardio, ‘cuando Ia ruptura con las metropolis es inminente y cuando, luego de Ja independencia, el hecho consumado y el acieate de la lucha im. pulsaba el. pensamiento de muchos etiollos. Por esa la observacién de. que I Tustracion iberoameticana es ua producto y no una causa de los movi. thientos de la independencia sdlo serie explicable si limitstamos el caricter ilustrado a as manifestaciones de total rupcura politica con et mundo me. ropolitano. En su conjunto, pues, la discusién roza el problema de la dificultad que ofrece el pensamienzo ibetoxmericano del siglo xvint para ser incluido en el concepto de Tlustracién, dificultad que no ha logrado sec totalmente salvade Un ejemplo de esto es el uso de un contradictorio coneepto, el de Iustracién catélica, para designar a gran parte de ese paraddjico movimiento intelectoal que se abre entusiastamente a la seduccién del “espfritu del siglo” pero, a mismo dempo, salvaguarda y reafiema su adhesin a los dogmas de la Iglesia © su fidelidad a Ta doctrina del origen divin del poder real. Aunque el con, cepto ha sido acufado para corrientes de ia Ilustracién europea, también fue } Mariano Géngora, ob. cit., pp, 185 y 186. 2 ALP. Whitaker, “Changing and unchanging interpretations..." ob, cit, p. 259, XVII aplicado a parte de ‘a iberoamericana, como en el caso tioplatense al obispo Son Alberto o el can6nigo Maziel y,’en el novohispano, al obispo Abad y Queipo o el candnigo Pérez Calama.! Este concepto de Tlustracién catélica lleva consigo similar tipo de problema que el impiicito en el ya sefialado eclecticismo de la Tlustracién ibercamericana, eclecticism del que es uno de los aspectos més Hamativos. Por otra parte, esa perduracién de lo tradicional, esa adhesién a rasgos gee soelen set considerados signo de retraso, supervivencias que entorpecen ¥ limitan al pensamieato innovador, na siempre merece tel juicio. En el cam- Do que nos ocupa, fa adhesién a ciestos criterios mercantilistas junto a Ja impregnacién en doctrinas fisiocrdticss o smithianas, podria consideratse quis 2s la forma de la originalidad posible pata el pensamieato ilustrado local, en tanto gue puede interpretarse como el fruto de una adecuada atencién. a Jas peculiaridades de la economia y sociedad locales y no un incoherente tributo a las “preocupaciones del pasado”. Pero aun asi, el grado de originalidad no varia sustancialmente pues se limitaria a la capacidad de seleccién y adapta- cién de formas del pensamiento europeo- Posiblemente la dificultad pueda salvarse, por lo menos en lo que con- cierne al pensamiento econdmico y social, si reparames en los intereses que evan a Jos iberoamericanos hacia la cultura ilusttada, En la medida que aceptan, en cuanto los beneficia, Ia divisidn del trabajo que les ofrece, cor- pemente, la refcrma borbénica y ies ofrecera, més coberentemente, la pélitica britdnica, las teorias econémices del liberalismo les proporcionan Ia jostf cacién de su papel y los argumentos para bregar por sus abjetivos, Los in- tereses de las grandes producciones expartables y del comercic interregional © intercontinental impulsan a los iberoameticanos hacia el pensamiento de la Tlustracién europea, hacia wna visién del mando y bacia unos criterios cientificos sabre la sociedad y Ja economfa que concierdan con sus necesi- dades, Pero en fa medida en que los mismos factores comprometen ottos 23- pectos de su insercién en el mundo colonial, ya fuese el tenso equilibrio social, ya aspectos més circunscritos como los intereses lesionados por ta desproteccién ante la compeiencia externa, se vuelcan hacia formas de pensa- mienco incongruentes, en apariencia, con aquellas otras y que mas adelante, durante el siglo x1x, bajo la forma’ de corrientes neo-mercantilistas Iegarén a una mas consciente oposicién al libre cambio. ¥ no es necesatio que estas dos vertientes tequieran siempre distintos protagonistas pues podra darse 1 Véase "Gallicenism and Catholic Englightenment” en Mario Géngora, ob. cit. pp. 194 y se. También, Monelise Pérez Marchand, Dos etapas idvaldsicas del siglo XVI fn México tres de as papeles, de Ia Tnqutién, Mexico, F] Colegio de Méxioo, 1945, pp. 143 y 144: A. P. Whitaker, “Changing and unchanging...”, ob, cit. p. 270. 2 Veuse “Economistas.italianos del serrecento en cl Rio de Ix Plata”, en José Carlos Chiaramonte, Problemar del europeismo en Argentina, Parané, Facultad de Ciencias de fp Educacidn, 1964, esp. pp. 43 y 44. (Publicado previameate en Rivista Storica Italiana, anne LXXVI, 1964, fascicolo TJ » xx cn una misma figura Ja oscilacién, segin las coyunturas, entre formas tedricas no muy compatibles entre si! De esa oscilacién entre libre cambio y proteccionismo dan testimonio algu- nas de las figuras seleccionadas en este volumen, De ese registro de las ten- siones sociales y del pape! de la religién tradicional para contenetlas, nade més claro que el trabajo de Abed y Queipo sobre la inmunidad del elero. Por To tanto, si la Tlusttacién europea puede ser entendida como un pro- ceso que paite de la difusiéa del espiritu de tolerancia en cuanto secucla del disgusto por las guerras de celigign y que llega, hacia la hima parte det siglo, en Francia, ¢ convertitse en un movimiento netamente antifeudal;? si a través de este proceso la historia del siglo xviit europeo y Ia tradicién cultu- tal que le precede marcan e! desarrollo de la Tustracién, las manifestaciones de Ja cultura del siglo xvim iberoamericano merecerdn ef concepto de ilus- tradas por razones a veces distintas, aunque conexas, con las de aquella tra- dicién y aquella historia. Hustracién iberoamericana puede entonces consti. tuir una denominacién legitima a condicién de contemplar todos los riesgos de una equivoca identificacién de naturaleza con la europea. ILUSTRACION E INDEPENDENCIA La Inustaactén iberoamericana implica, entonces, una forma de tenovacién intelectual menos radical, durante gran parte de su desarrollo, que lo que se tendié a considerar tradicionalmente, aunque sacade visiblemente muchos aspectos de In cutzuza colonial. Durante fa mayor parte del siglo sus manifes- taciones confluyen més en la corriente reformista impulsada por la adminis- tracién metropolitana que en las tendencias separatistas de aparicién més tardfa. En una revisién de los cambios sobrevenidos en el enfogue de la Dus- tracin hispanoamericana, A. P. Whitaker sefialaba como el principal de ellos al rechazo de la creencia inicial en una conexién causal e inmediata entre la Tlustracién y la independencia y, por lo tanto, la segregacién del tema de Iq Tlustracién como algo distinto del de Ja independencia. Afadfa que esto fhe puntualiado por Oh, Gibson sa on 1966 quien al hacerlo observaba gue este cambio de perspectiva significaba un avance pero dejdba al mismo tiempo un vacfo en el punto de transicién al movimiento de la independen- cia. En opinion de Whitaker, restaba ain considerat hasta qué punto el vacio todavie existia y, ademés, aclarar si el problema més televante en la consi- deracién de la Uustracién hispanoamericana es el de su relacién con los orf genes del movimiento de la independencia? ‘Ast, Juan Bautista Alberdi paseré de su entusiasta liberslismo cconsmico de las Bases (1852) al nacionatismo econdenico implicto en. las paginas de cscritos contempo- rdneos a la crisis de 1866: Juan Bautista Alberdi, Bases y pusitos de partide para fa organizzctén nacional, Buctwos Aires, Estrada, 1952, esp. caps. XV a XVITI; id, Obrat Sclectan, tomo XVII, Estudios polos, Buctos Aes La Foculed, 1500, pps 3d 335, 2 Franco Venturi, "L’Ullaminismo nel settecento” europeo” en. Comite Iniernational des Sciences Historiques, XTe. Congrés International des Sciences Historiques, Stockholm, 1960, Actes dic Congres, p. 128, SACP. Whitaker, "Changing and unchanging interpeetations”, ob. cit, p. 257 xx Sobre el primero de estos dos problemas, los avances del conjunto de la historia iberoamericana permiten una perspectiva mas adecuada. Es cierto que patece existir un vacio entre ese pensamiento ilustrado tan adherido atin a los cimientos del régimen colonial y tan participe del sentimiento nacional hispano. Pero no es necesario esperat una transicién explicita hacia una Uus- traciéa antihispana e independentista, dado que cl movimiento de indepen- dencia surgié, salvo casos excepcionales, como un brusco aunque titubeante proceso impulsade por la ctisis de las monarquias ibéricas y la presién in lesa, sobre la base, sf, de una larga historia de resentimiento y sivalided de los crlollos hacia los peninsulares.' Excepcional sera, entonces, que se nos hhaga visible a través de los esctitos de tines del siglo xvii, Ia elaboracish intelectual de la necesidad de la independencis, No habria, asi, un vaclo en Ia historiogratia sino mds bien en la historia real de aquel periodo. El vacio de una elaboracién tedrica de Jos problemas ibetoamericanos al punto de producit un programa revolucionario posible de set debatido y asimilado so- cialmente en un lapso suficientemente extenso. $i releemos los escritos de Manuel Belgrano —para tomar un caso en que los dos momentos, el del stibdito americano de la monarqula y el del conspirador por la independencia fueron vivides cada uno a su tiempo— podremos comprobar la existencia de ese vacio. Y si rememoramos st circuastancia, el proceso que él mismo relata en su Autobiografia, veremos que fue excesivamente r4pido y. sufi- cientemente perturbador en'su rapide como para volearse cn una elaboracién escrita? Dificil seria pedirle al pensamiento iberoamericane lo que el curopeo cumplié en largas décadas de detenida meditacién o vivide polémica. Cuando los Lideres criollos necesitaron la justifieacidn teérica para su empress, por otra parte, no hicieron mds que acudir a lo que ya estaba hecho ea Europa, se ajustara bien o mal a sus necesidades reales. La ota de las reservas formuladas por Whitaker es si puede considerarse que el problema més relevante en la considetacién de la Thustracién hispano- americana es el de su relacidn con los origenes del movimiento de indepen- dencia. Se encontrarfa aquf, a sv juicio, una falacia del tipo post boc, propter hoc, similar a la que se produjo en fa historia europea al subordinar teleo- iégicamente cf tema de Ia Ilustracidn a las revoluciones politicas de fines del xvur y comienzos del xtx. Si bien es cierto que el cema de Ja Tlustra- cién se veria deformado por una subordinacién de ese tipo al de la indepen- dencia, no ex menos cierto que ambos son parte de un mismo proceso hists- rico que los une en forma muy estrecha por su cercania en el tiempo y los innegables lazos que se dieron entre ellos. La relacién con el movimiento de independencia, aunque deba atender a no deformar el estudio de Ia Tlus- tracién por obra de aquella falacia, es muy probable que siga constituyendo uno de los problemas centrales en su estudio, ' Véjse una sintesis de esto en Tulio Halperin Donghi, Historia conteripordnea de América Lating, Madsid, Alianza, 1969, pp. 74 3s Ta citads Avtobiogiatia en: Manuel Belgrano, Escritos Econémicos, Buenos Aires, Raigal, 1954 LA CRITICA ILUSTRADA DE LA REALIDAD AMERICANA Nos PAREGE LOcico, entonces, que el concepto de Ilustracién iberoame: cana designe ageel periodo de la cultura del Nuevo Mundo en el que se gestard cn cierto momento ef movimiento de la independencia, pero que comprende algo més que este momento de crisis. Sobre todo, las etapas anteriores, cuando el impulso hacia la independencia atin no ha isrumpido y a las que, por lo tanto, pertenecen tanto los sibdicos criollos como peninsu- ares de ias monarquias ibéricas. No sélo, ni mucho menos, por ta sencilla razén de compartir adn el enmarcamiento nacional hispano o portugués, sino porque la naturaleza misma de It reflexién ilustrada de esas etapas iniciales se fndaba en el supuesto de una comunidad general de intereses que no Iegaban a quebrar Jos enfrentamientos patciales ‘La Hustracién iberoamericana puede set considerada, asl, un caso espe- cial dentro del movimiento intelectual del siglo xvitt, comenzando por su parcial anucronismo con respecto a In europea. Plenamente inmersos sus comienzos en fa segunda mitad del siglo xviut, extiende su vigencia hasta, por fo menos, la tercera década del siguiente. Por otra parte, a rafz de la peculiar citcunstancia de su desarrollo en el Ambito de las monarquias ibéti- cas y de wna profunda vigencia del culto romano, resulta un movimiento de compleja conformacién en el que el cardcter predominante de constituir —en cuanto al mancjo teécico— un eco de Ia Ilustracién espafiole y europea, complica aiin mas su comprensi6n. Los trabajos que incluimos en esta antologla constituyen en su mayor parte una manifestacién de aquel espiritu de reforma caracteristico del mando intelectual ibérico en fa segunda mitad del siglo xvi y comienzos del x1% En muchos de ellos sobresale el optimismo que inspicaba la gestidn bor- bénica y la gonfianza en que los problemas de las colonias podrfan resolverse adecundamente consultando a la vez los intereses metropolitanos, La con- finnza cn el juego del interés individual desembarazado de las trabas de tuna excesiva zeglamentacién, el optimismo universal, la fe en el funciona mienco de las leyes naturales, en fin, todos los rasgos generales del pensa- miento fisiocrético y de otros economistas de la época, tomados en las fuentes originales 0 recibidos a través de Ta versin de autores mietropolitanos, campean en casi todos ellos Seria un error, también en este aspecto, considerar que Ia distancia del espiritu reformista, exhibido por los autores criollos de algunos de estos es- critos, con respecto a las tendencias independentistas, es obra de lx prudencia y la autocensura, opinién que tendia a predominar a pattir de la versiOn de los historiadores del siglo pasado. Conviene, entonces, no interpretar_ tode “moderacién" como avtovensura ni ver en el uso de Iz economia polltica, por ejemplo, un efecto del temor a abordar campos m4s_comprometedo- res a los ojos de la Inquisicién —por otra parte en acelerado debilicamiento—. La teflexin econémica, en cambio, constituyd uno de los més naturales avan- ces por el camino de las ideas del siglo, en cuanto era en ese campo del pen- samiento donde se debian fundamentar las reivindicaciones sectoriales y por cuyo intermedio se efectuaba una real impregnacida en la mentalidad cien- 2x tifica, raclonal, utilitarista, cuya difusiéa es uno de Los mayores efectos det pensamiente ilostrado. En tal sentido, lejos ce encontrarnos con un tipo de Remumenco come el de Ta vigorasa denuncia de Tn opresidn espafiola que es Is Carta 2 lot espaiioles americans de Viscardo, nos enfrentamos en este volomen 4 trabajos de otta naturaleza, omucho menos agresiva polfticamente, pero mis caracterfstica del periodo y mucho més abundante, también, de lo oe trabajos replonales 0 nacicnales harian suponer. Los “memoriales' las epresentaciones”, con que individuos 0 grupos sociales exponen perjuicios gue les inflige e! ordenamiento econdmico vigente y manifiestan aspiraciones ge reforma, son una de las expresiones de mayor difusién de un extremo a Giro de Tberoumérica que dan testimonio de ese entusiasmo por criticar Ie realidad colonial a a Juz de las nuevas ideas econdmicas y sociales citculantes en Europa, A este fendmene contribuyé muy especialmente, en las colonias hispanicas, cl avge de le literarora econémica espafiola, sobre todo a pattit de la ciseulacion del famoso informe dc Campillo.' Posteriormente, la obra de fee ministtos borbdnicos, Aranda, Campomanes, Jovellsnos, Fiorideblanca,” se convirtio en amorizado estimulo s Ia literatura econémica colonial. Sin embargo, sus cultores no se limitaron a las autoridades espafiolas y revelaron frecagntar otros autores —itelianos, Franceses, ingleses—, que testimonion la vider por este campo del conocimiento.* Entre dichas influencias, en las ue suelen ir mezeladas las “novedades” representadas por fa fisiocracia —es- ecialmente el Quesnay de los articulos “Grains’ y “Fermiens” de la Enciclo- pedia-— con los viejos mercentiistas ya fuesen Cantillon o Petty o el espatiol Getarisa, serdn hitos de importancia la traduccién de Adam Smith al espaol y también la de Genovesi.# + José del Campilo ¥ Cassia, Nuevo sistemns de gobierno econdmico pare la dard ries, Neti, 1789. (Flay edicin reciente: Mérida —Venezuelo—, Universidad de los Ane TE [att con ‘estudio inttoductotio de Eduardo Arcila Farias } 2 Gabe at pentamiento de los Hustrados espefioles, véase, entre otros, ademés del ‘ctado mabsio de Garth. el de Luis Sdachez Apesta, El pensamiento politico del des Gunite danrrado, Madd, Institue de, Estudios Dolftcns, 1953;, Vieonce Palacio Acard, Soe oles de’ la Hiutracidn, Maciid, Guadatrama, 1964, y Gonvalo Anes, Economia eo iletiGn en la Estaiia del rigla “XVIIT, Madrid, Atiel, 1969. Del mismo autet Sroporciona, huena otientecion. biblfogrsfice ¢ ‘informaeion general subse, la épocs eb spre Regimen Lae Borbowes, Madrid, Alisnza/Alfaguara,, 2* ed. 1976, Asimismo, eee Tee paita y la revolucién del sigh XVIiL, Madrid, Aguilar, 1964, Tee la detlucacia del ponsamiento. econdmico y politico no espanol, wéanse las citadas sbtas de M. Pighn Solas, Mario Gdngora, A. P. Whicaker, S. Basraue de. lo Eada: Chunaront, on las abe 5 ncontrarin, ademas, abundantes referenciss BaeReeiflcss” Otros referencias bibliogtéicas particlaces las efectuacemos en las notes 2 cada documento de, esta seleccién. a tradacein de Le Kiguezs de las Naciones, pot Alon, Onis, fue editads. Madrid’ en 1994, fas leccignes de comercia 0 bien de Economia Civil, de Antonio Gens” Mean taducidas por Vicloradn de Vilave, aparecieron en la capital espafiola en 1804. Ls ‘Nenea paralca, de estos dos autores es constazada también. en Cuba por Julio Je Hee eb Historia Esondnvica de Cuba, Instiaco Cubano del Libro, La Habana, 4" ed. 1974, p. 275 xn LA FORMACION DEL PENSAMIENTO CRITICO Deyemes pe Lao [a polémica sobre Ja “autenticidad”, el debate sobte si el pensamiento ilustrado iberoamericano es mero producto de “influencias” europeas (entendemos hajo este concepto cultural una realidad geografica mds amplia; Europa y Estados Unidos de Nevteamérica) y tratemos de esta- blecer cules eran aquellas “fuentes” antes de discutir Ia medida de su in- flujo. Particularmente importante para el examen critico de la realidad social colonial fueron los escritos de los que hoy umemos economistas aunque sus contempotdneos preferian englobarlos bajo el denominedor de fildsofos, denotando con clio tanto la meno: division del trabajo intelectus) en la cultura de la época como el papel distinto que cumplia enionces el anilisis, econémico, mas bien la ciencia de la sociedad que la disciplina que ef siglo x1x lamaré economia politica, segin ya observamos anteriotmente. Los economistas del xviii interesan’a sus contemporineos de !as colonias tanto por proporcionar herramientas de andlisis del comercio o de la produc- cién como por los sugerentes argnmentos respecto de la utilidad relativa de Jas distintas actividades humanas, de los medios de obtener las riquezas que fundamenten la felicidad general, de la vanidad de ciertas distinciones socis les y otros temas de psicologia social, antropologia, ética... Cominmente suele subravarse la inffuencia preponderante que habria tenido el jiberalismo fisioccético, atzibuyéndose ciettas variantes a la influencia “moderadora” de los autores espafioles a través de los cuales habrfa Hegado en parte aquella influencia. Sin embargo, también en este plano es posible verificar una gama variads de ctiterios econémicos, correlacionados tanto con las teorias de los autores curopecs preferidos, como con la profundidad de Ia actitud refor- madora tespecto de la realidad, Para interpretar estas diferencias conviene tener en cuenta ef papel pur- ticular dentro del panorama intelectual del sigle xvi europeo, de tun con- junté de autores de trabajos econdmicos que, aunque de menor televancia que Quesnay o Smith, adquicren mucha mayor importancia para la historia de ciertos paises curopeos y americanos. Sc trata de los neomercantilistas italianos —Genovesi, Galiani, Filangieri— que, luego de haber recibida la influencia de metcantilistas espaiicles de la seganda mitad del siglo —Jove- Nanos, Campomanes—, quienes también pod:ian ser consideracos como’ neo- mercanzilistas. La razén de esta denominacién estriba, justamente, en que si bien participan de la tendencia liberal comin a sus contemporineos france- ses de ia fisiocracia y del papel atribsuido a In agricultera como fuente de las Tiquezas —con detrimento del énfasis en los metales preciosos y en la doc- trina de la balanza favorable—, reservan atin cierto papel a la intervenciéa del Estado en la economia, al estilo del mercantilismo. Este rasgo puede ser interpretado como un efecto de la realidad econémica en Ia que surge esta cottiente: regiones de Europa que, como el teino de Népoles Ia Espaia borbénica, se hallaban en considerable retrase con respecto a Francia o Taplae terra y para cuyo progreso la accidn de! Estado parecia ser el mejor recurso! 4 Sobre este aspect menos conocido del pensamienia econémicn del siglo xvin evropeo, véase le obra de Franco Venturi {luminist: italiani, tomo V, Rifermatori na ay El pensamienso econdmico latinommeticane oscil entonces entic el pres tigio mayor de los fisi6cratas y la mas cercana afinidad con los espafioles & italianos, Es seguramence esta ultima razén, mis que el efecto de la pruden- cia, la que podrd explicar el recurso a la obra uke on Joveflanos 0 un Geno- vesi. Pero iambiga es frecuente que unas y otras autoridades sean utili por lo que tienen de comtin, por to que fas hace representames de! pisiu del siglo", y aun sin advertir las diferencias y oposiciones doctrina sias que pueda haber entre autores como Genovesi, Jovellanos, Quesnay y Smith, En alpiin caso, como el de Belgrano, la nazucal preocupacién por adaptar a las condiciones locales Jas seor‘as earopess se podré traducir en Ta preferencia por algin escrito de Galiani. por ejemplo, cuya polémica concra los fisiécratas haisfa hecho hincapié en la critica al caricrer abstracto u versal en la concepeién de las leyes econsmicas por pare de aquellos, soste- niendo el cardcter histérico de estas leves! Pero, par lo comin, el recurso a los economistas cuzopes sucle ser mas general, mas inclinsdo a utilizarlos come autoridades en peo de ciettas fihertades en el comercio y en la praduc- cién, como ejemplos del uso de criterios racionales en Ja consideracisn de los fenémenos sociales, como exponcntes del espiritu uilitario y opuesto a las “viejas preocupaciones”. Del conjunto de ellos, fisideratas 9 neomercan: tilistas, se extrze el cnalzecimiento de la ageicultura como fuente de les xi- quezas, argumento que conviene ¢ los intereses inmediatos de una apricultura y ganaderia mercaniii en sensible crecimiento a lo largo del siglo. xvi. La demanda de la libertad de comercio interior y exterior, imprescindible ne solo para librar a aquellas actividades productivas de viejas trabas internas que fa enzorpectin sino también para aprovechar Jas acuciantes perspecti- vas que derivaban del crecimiento del comercio mundial y de la consiguiente demanda por los productos primarios del continente; la reivindicacién del interés individual y cl aff de lucco como dignos méviles de la accién hu- mana y la concepeién de que, por virtud de aquella armonia preestablecida y por medio del libre jucgo de las leyes naturales de In sociedad, tles mé- viles no sélo no entorpecerian sino que Ilevarfan al logro del bienestar ge. neral Y aun si son comunes junto a tal tipo de argumentos, las criticas al “sistema metcantil”, considerade un ejemplo de las. “viejas preccupaciones” dignas de ser abandonadas en el siglo de las luces, no cebe sorprender que encentremos iedavia invocaciones a fa importancia de Ia balanza favorable, como en ei cubano Arango y Patreiio o en ef rioplatense Lavarcén.? poletani, Milano-Napoli, Ricciardi, 1962. Sobre el nexo entre italianos y espaoles, del frismo autor: “Economnisti e tiferniatort spagnoli ¢ icaliant del "700", en Ricista Storiea Baliana, anno LXXIV, fess, 1TT "Manuel Belgrano, moss a ta wraduccidn de los. “Principios de ta ciencia econdeice politica” del Margrave de Baden, en Luis Rogue Gondse, Las ideas econdmieas de Ma rue! Belgrano, Buenos Aires, 2* ed., 1927, pp. 203 y 204, Sobre le polémica de Gali con los fisiScratas:, Franco’ Ventoti, “Galtani a encielopedisti efisioerati”, Rista Storice Hraligna, arano LXXIL, fase. fy p. 49 PFranciaco de Atango y Parrefio, “Discurso. sobre 1s ageicultura de £a Habana y medios de fomentarla", en Hortensia Pichardo, Documentos para le Historta de Cabs, xv En virtud de tales respaldos doctrinarios, escritos como los que incluimos en esta antologia se ditigen a desctibir y exeminar Jas condiciones en que se tealizan las actividades productivas y metcantiles, a estimar las potenci lidades productivas de alguna regién, a encarecer la adopcidn de algtin nuevo caitivo 0 de alguna modificacién téenica que incremente las riquezas, a cti- ticar y proponer reformas a los sistemas de transportes fluviales, terrestres ‘© maritimos, a demandar fa supresién o la modificacién de diversas reglamen- taciones de’ las actividades productivas o mercantiles y a discutir cuanto asunto, en fin, pudiese concernir al Iogro del bienestar general, como aque- Mos de fa enscfianza técnica, de los prejuicios contra ef trabajo manual y las actividades mercantiles y muchisimos ottos. Es cierto que un simple inventario de los temas o los conceptos mane. jados por los autores de estos esctites pueden llevar a pieguntarnos si en realidad Je innovacién no es mucho menor gue fo esperado. En una reciente consideracién del tema se ha sehalado Ja proximidad entce el racionalismo desatrollado durante el siglo xvist y el que contenfan los trabajos de peninsu- lares y americanos que escribieron sobre cosas del Nuevo Mundo desde fines del siglo xvi en adelante.’ Pero ademas de los rasgos realmenie naevos como, para tomar un ejemplo, Ia importancia concedida a Ia agricultura como fuente de ‘as riqueras— hay, ademés, algo que trasciende le simple expresién de las ideas, que es propio y definitorio de la Hustracién ibero- americana come tal. Se trata de la formacién de un publico lector que, si bien no puede compararse a Jo descrito para la Inglaterra del siglo xvitt, parti- cipa en alguna medida del fendmeno de ta epoca.’ Les obras del siglo xvi y XVI, petmanecian en un reducido cfrculo de lectores, por to general bu- iéctatas y eclesidsticos. La intelectualidad de aquella época se reducia jusca- mente a miembros de esas capas sociales, especialmente los eclesidsticos. Darante el siglo xviit, Ia intelectualidad de’ lugares como el Rio de Ie Plata conoce algunos inquictos advenedizos: los abogados que se graddan en las muevas carreras. de leyes, como la abierta en Charcas en 1684 y reforzada en 1780 con la creacién de una Academia de practica forense, o la iniciada en Cérdoba en 1790-1793. . Pero, ademds, entre los sectores urbanos se difunde tambien 1 interés pot la lectuta, tanto como medio de informacién econémica y politica, como de recreacién’ en los relatos y descripciones de las costumbres de pueblos extranjeros. Es entonces catacteristico de la época la aparicisn, en las princi- pales cindades coloniales, de aquellos periédicos que como el Papel Periddico de La Habana (1790-1804), el Semanario del Nuevo Reino de Granada de Bogaté {1808-1811}, las Gacetas de Ja Literatura de México (1788-1895), el Diario de México (1805-1817), la Gaceta de México (1784-1809), el Mer- curio Peruano (1791-1795), las Primicias... de Quito (1791), Et Telégrafo La Habana, Edit. de Ciencias Sociales, 1975, 9. 164; Manuel fosé de Lavardén, Nuevo aspecta del comercio en of Rio de it Plate, Buenos Aites, Raigal, 1953, pp. 19 y 121 ‘Luis Monguid, “Las ‘Luces’ and the’ Englibtenment ia Spanish America”, p. 212, cn A, Owen Aldridie (ed), The Ibero-American Enlightenment, ob. cit ¥ Sobre el fendmeno europeo, véase Ammold Hauser, Historia social de Ja literatura y ef arte, Madsid, Guadarrama, tomo II [1968], p. 207. XXVI Mercantil... (1801-1802) y demés periddicos sioplatenses, constituyen, entre otros, uno de los principales medios de divulgacion de Ja cultura ilusireda en la sociedad colonial. En algunos casos, soa paralelas a estas publicaciones, Tas versiones locales de las Sociedades Econémicas, como ocurre con Ja Socie- dad Econémica de La Habana (1792) y el Papel Periédico de a misma ciudad (1790), con Ia Sociedad de Amantes del Pafs (c. 1789) y el Mercurio Peruano (1790), con las Primicias de la Cultura de Quito y Ia Sociedad Patridtica de ‘Amigos del Pais de la misma ciudad (1791). Algunos de los trabajos aue publicamos fueron discutidos en reuniones de esas sociedades, asf como Vieron por primera vez la luz en los periddicos mencionados: el de Baqufjano en el Mercurio, el de Caldas en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, el de Belgrano en el Correo de Comercio. Esta voluntad de divulgacidn, esta efervescencia en algunas capas de la sociedad colonial pot Ia lectura y discusién de las nuevas ideas, hasta la inten cién de Hevar los beneficios de le fectura y la informacién a capas més mo- estas como Ia de artesanos, son un rasgo caracteristico de Ja época, aunque la doctrina elogiada resulte a veces algo anacrénica. Asi, comerciantes, clero secular, militares y una cantidad de miembros de diversos oficios, de los que los papeles de la Inquisicién novohispana dan sorprendente noticia, constituyen en México ese nuevo publica fector.' LA CONSIDERACION DE LA COYUNTURA EN LA INTERPRETACION DE ESTOS TRABAJOS HeMos Asano revista a algunos de los cambios sobrevenidos en el estudio del petfodo ilustrado iberoamericano. Sin embargo, nos resta referinos a otro de ellos, quizés el de mayor trascendencia en cuanto no sélo permite tuna mejor comprensién del cardcter de estos trabajos sino también abre un camino decisivo para integrar la historia de la Tlustracién con la historia total del siglo. Nos referimos a la atencién prestada a la coyuntura en que se han gestado estos trabajos o en Ja que se ha conformado el pensamieato de cada autor. Lo predominante en el estudio de la Tlustracién habia sido tun enfoque limitado al plano de las ideas. a su gestacién y desarrollo, a su relacién con las “fuentes” ewsopeas que no podian menos que consticuirse, asi, en Ja razn decisiva del movimiento de ideas en Iberoamérica. Observe mos que ya la expresién misma que s¢ utiliza —fuentes— entrafia una con- cepeién de los vinculos entre una y otra Ilustracidn, en Ja que la europea aparece como causa tinica o principal del complejo fenémeno del pensamiento independentista. De esta manera, la realidad americana resultaba descuidada, cuando no omitida, o bien se la invocaba por via de indefinidas fuerzas te- Viricas que no habria podido menos que imprimir su selfo en la obra de los hijos de esta tierra, En esta apelacién a la realidad americana, Jas carac- terfsticas naturales del continente Hevaban el mayor peso, continuando una ) Monelisa Lina Pérez Marchand, ob. cit, p. 139. VIL tradiciéa que se remonta a los roménticos y mas atrés atin, a Jos ecos de las reflexiones de Montesquieu sobre la incidencia del clima en el cardcter de Jos pueblos. Pero la historia concreta del siglo y, sobre todo, de las distintas eiapas que se vivieron en su transcutso, resultaba inadvertida, Si esto es sensible en el conjunto del estudio de Ja Llustracién iberoamericana, mucho mds lo es en un tipo de trabajos como el que nos ocupa. En este plano, predomind durante mnucho tiempo el procedimiento de vincular el pensamiento de cada autor con aquellos rasgos ya recordados como caracterfsticos del pen- samiento ilystrado: el espiritu de filantropfa, el afin reformista en funcién de adecuar las cosas al recto criterio de la razén, el optimismo universal, el vrilitarismo, ef liberalismo... Un Arango y Parreiio, un Manuel de Salas, un Félix de Azara, un Da Silva Lisboa fueron considerzdos Ia encarnacién ge esas nobles naturalezas humanas, generosa y liberal ¢ infructuosamente empefiadas en ordenar el ca6tico mundo colonial para permitir que el libre juego de las leyes naturales derramara los beneficios del bienestar general y condujese ast a los americanos al logro de la felicidad. Y, consiguientemente, se englobsban hajo cl comin rétulo de eclecti- cismo, que no eta incorrect pero si insuficiente, aparentes inconsecuencies como invocar a los fisiGcratas oa Adam Smith y recomendar la proteccidn oficial para alguna produccidn 0 una aplicacién slo parcial de fa liberzad mercantil. © Ia de continuar recomendando para el Peri el fundamento de la minetis junto a la adopcién de critetios Fisiocrdticos —caso del ya citado de Baquijano y Cerrillo—, o apelar al criterio de la balanza favorable junto 8 otros posmercantilistas, como hace Lavardén en su Nuevo aspecta del co- mercio en et Rio de la Plata.’ Bajo cse aparente eclecticismo, la historia de Ja produccidn y el comercio americanos en la segunda mitad del siglo xvrt puede descubir cazones mis profundas. Las perspectivas han cambiado. Peo no sélo ni principalmente porque los historiadores recientes, empefiados en dilucider diversos aspectos y pro- blemas de la vida social y econdmica de las colonias ihéricas, sean menos afectos a In perduracién de aquel punto de vista algo jdilico y un Arango y Parreéo, para tomar un ejemplo, resulte, en un reciente estudio de la indus. tria azuicarera cubana, el interesado defensor de los intereses econdmicos de los propietarios azucareros y beneficiatio de turbios negocios que emprendia al ampazo de testaferros? Lo més importante es haber avanzado en fa com prensidn del contexto histérico que precede en forma inmediata a la aparicién de trabajos como {os incluides en este volumen. Si bien hay algunos que, como los de Villava 0 Azara, pueden coatemplar los problemas de cada re. gidn desde cierto distanciamiento propio de su calidad de funcionario oficial, eh su conjunto estos documentos revelan Ja buclla de la coyuntura en que surgen. y la comprensién de su contenido se veré abondada y a veces cam: biada por el estudio de Is historia de la socicdad y economia del periodo. Tn las notas previas a cada documento indicaremos los principales datos | Véase sora 32. ? Manuel Moreno Fraginals, Bl Ingenio, Et gompleo econsnico secel cubano. del axiicar, tomo 1 (1750-1860), Le Habana, Comisién Nacional Cobana dela UNESCO, 1964, pp. 117 y 178, XXVIII de la circunstancia que les corresponde y Ja orientacién bibliogréfica para su estudio. Recardemos ahora, sintéticamente, las caracteristicas generales de la economia y sociedad iberoamericana hacia la segunda mitad del siglo xvtt que petmiten dar cuenta de muchos rasgos de este pensamiento ilustrado. El siglo xvtti americano ha sido considerado un perfodo de expansidn, en cotrespondencia con el desarrollo europeo, que sucederia al siglo xvit, el Hamado siglo de la depresién. Para el caso de Ia Nueva Espaia, trabajos re- cientes modifican parcialmente esa perspectiva y tienden a considerar al si- glo xv1t como un siglo de expansién interna de la economia novohispana, Se piensa que en la visin de ese siglo como de crisis y depresién habria influido excesivamente la cafda de los envios de metal a Espatia y que buena parte de esa cafda puede ser atribuida a una mayor proporcién del metal que €s absorbido por la economia novohispana, con el consiguiente desarrollo de actividades productivas y comercio interno: siglo de crisis para Espafia pero ‘no necesariamente 0 no tan profundamente para su colonia.’ De todas ma- neras, consideremos al siglo XVIKi como una reanimacién o como un desarro- Ilo més acentuado de procesos que vienen del siglo anterior —con bese, sobre todo, en el proceso de recuperacién demogritica iniciado medindos del siglo xv y de Ja produccién minesa, a partir de fines de ese siglo—, la economia novohispana comienza una expansién que comprende In apricul- tura soercantil, el comercio interior y exterior y el auge minero —su aspecto més lamativo— que recorre casi todo el siglo y que Mega a superar con cre- ces los niveles de produccién del siglo xvi. En Pert, por el contrario, la mineria se recupera tardiamente, hacia Ia quinca década del siglo y uo logra aleanzat los niveles del xv1, cosa que se corresponde con Jos caracteres gene- rales de su economia en el periodo. La expansiGn, en cambio, es més visi- ble en el Rio ce Ia Plata, al amparo de los comienzos de un desarrollo gans- dero que recorrerd todo el siglo siguiente, en Chile por su agticultura, en Iz Nueva Granada mereed al cacao, café y ganaderia y, pese a las dificul- tades del sector azucareto, en el Brasil, donde el ciclo de oro, desde comienzos 4 John Lynch, Espata baja los Ausirias, 2 vols., Barcclons, Peninsula, 1970-1972, vol. Th, Espatia y’ América, pp. 20, 22, 272 y ss.; P. J. Bakewell, “Presentacién” a Woodrow Borah, i velo de lt depreién on Noeva Baia, México, SepSttentas, 1975; Ch. Gibson, “Writings on colonial Mexico", en The Hizpanic American Historical Review, vol. 55, mayo 1973, p. 306, Para un panorama de le historia econémica del perfodo, puede consultarse Historia general de México, Mévico, Bl Colegio de México, como 2, 1976; David Brading, Méneros 9 comercrantes en el México borbésico (1763-1810), ME xico, F.CE., 1976: Celso Furtado, Formacise econdmica del Brasil, México, FCE., 1962; Caio’ Prado Junior, Historia econcmica dei Brasil, Buenos Aires, Fucuro; Tu: lio Halperin Dooghi, BF Rio de ta Platu al comenzar of siglo XIX, Buenos Aires, C& tedra de Historie Social de Ja Universidad de Buenos Aires, 1961; José Carlos Chiara monte, “La etapa ilustrada”, en Tulio Alperio Donghé fed.], Historia Argentina, Buenos Aires, Peidés, vol. 2, 1972; "Eduardo Arcila Farias, Reformar econémices del siglo XVILE en Nueva Espate, 2* ed. 2 vols., México, SepSetentas, 1974; Emilio Romero, Historia econdmica det Peri, Buenos Aires, Sudamericana, 1949; Fedetico Brito Figueroa, Historia econémica y social de Venecucta, tomo 1, Caracas, Universidad Central de Venezuvia, 1966. ‘Una mayor informacién puede encontratse en: Comisin de Historia Econdmica de CLACSO (ed.), Le Historia econdurica en América Latina, 2'vols,, México, Sep-Seten- tas, 1972. XIX del siglo, se unié a la expansién, bastante posterior, del algodén, cacao y café, Expansién del comercio transatlantic, expansién de la mineria, agricul. tura tropical y ganaderia en funcién de ese comercio, reanimacién general de ls economia interna, aunque ello se cumplicra co1 altibajos més sensibles de lo que es comin advertir y a través del estancamiento o retroceso de algunas regiones de antiguo vigor y del rapido aveace de ott s antes rele- gadas, En su conjunto, acondicionamiento de la economfa co:onial al des- arrollo del mercado mundial, con prevalecencia de las demandas metropoli- tanas y su efecto de beneficiar ciertas producciones y ciertas regiones y debi- litar otras. Tal el caso de las artesanias locales que, si bien no con Ia inten. sidad ni catastr6ficos efector que sus voceros informaban, sufren el impacto, por las medidas liberalizadoras del comercio en la segunda mitad del siglo, de a competencia de los productos europeos, especialmente ingleses. O fa agti- cultura del cereal y de la vid que, en el caso del Rio de la Plata, es el primer sector golpeado por la agricultura del Mediterréneo a través del comercio fibre y que en toda Iberoamérica ve también asomer la competencia de las hharinas norteamericanas. En este panorama, hay algunos cuadzos que se distinguen del conjunto de Tberoat:érica por razones que serén plenamente visibles en cl proceso de la indepentencia, La aguda tensién social del caso mexicano, cubano © bra- silefio, genera situaciones en las que los sectores criollos aminoran 0 poster- ‘gan su tivalidad con los peninsulares en virtud del profundo temor a la rebe- lién de sectores populares. La gran poblacién mestiza mexicana —el fenémeno mils caracteristico de aquella recuperacién demogréfica— y el también cre- ciente contingente africano que la expansin de la demanda de la agricaltura tropical Heva a Tugares como las Antillas o Brasil, hicieron sentiz temprana- mente sv _violenta.reacci6n contra la opresiva estructura social en que se hallaban, Las sebeliones mineras de Guanajuato y la posterior rebelién acau- dillada por Hidalgo en ef caso mexicano, 1a rebelién de los esclavos en Santo Domingo, fueron draméticos toques de atencién a los propietatios criollos, que efectoarén entonces sus demandas al sistema colonial con otro tone y otro fempo distintos a los de otras regiones iberaamericanas, donde el domi- nio sobre las clases populares era menos peligroso si bien siempre conflic vo. Un Arango y Pazrefio, un Azeredo Coutinho serén ecos de aquella situa- in antillana y brasileia. Un Abad y Queipo no dejard de sefalar también la explosiva situacién de las clases populates de la Nueva Espaia. En el caso brasileiio, por otra parte, la dominacién portuguesa fue menos optesiva que la espaficla y el sometimiento de la colonia tuvo menor rigidez, lo que condujo a hacerlo algo més soporiabie que en el caso de las coloaias hispénicas y posiblemente a incidie en el relative retraso y en las modalida- des det proceso de la independencia. Trabajos como Ia mayor parte de los que hemos seleccionado estén, pues, visiblemente vinculados a ta sensacién de impetuoso ctecimiento de la riqueza que habia cuadido en circulos oficiales y privados de las metrdpolis y sus colonias a rafz de la expansién del comercio transatlintico. No es lugar éste para discutir si esa expansidn fue simple efecto —en el caso espafiol— de la Ox aplicacidn de las politicas recomendadas en la primera mitad del siglo por Unztaritz o Campiilo, o debe ser vinculada a factores mas complejos. Esas medidas del estado’ espafiol fueron especialmente desarrolladas desde me- diados del siglo —Carlos II]— y los resyliados coutabilizados por Flo- ridablanca en 1787 indicaban que el comercio intercontinental y las rentas de aduanas se habian triplicado en valor luego del Reglamento de Comercio Libre de 1778. De tal manera, en el conjunto de la administracién del estado espaol prevalecia la sensacidn de que la monarquia se hallaba en una nueva fase caracterizada por una creciente prosperidad y por la eficacia del go- bietno? aunque, con el correr del tiempo, los stibditos americanos comprue- ban que esas perspectivas no se habian concretado en lo que respecta a sus intereses, Es ast que las loas a Ia sabiduria, a la magnanimidad, a fa grandeza de Carlos TH abundan en los trabajos del siltimo tercio del siglo. Por su obra y el influjo de otras circunstancias, “el magndnimo, el generoso Carlos", dice ‘Azango, abrié el camino a la felicidad de los cubanos. "La Habana en el afio de 1763 estaba casi en mantiilas, y en el de 1779 ya era una gran plaza de cometcio.". Tgualmente enoomidstion es el lenguaje de Manuel de La- vardén! COYUNTURA Y ECLECTICISMO Es LAaro Que en el caso de Arango, vinculado a una de las producciones fuertemente estimulada por le expansidn del comercio exterior, [a visién del problema es distinta de Ja de aquéllos que no reciben esos benelicios © no pueden acceder a ellos por trabas administrativas. Los productores y co- merciantes de granos de Buenos Aires intentan infructuosamente el apoyo oficial para romper Jas reglamentaciones con que la politica de abastos de la ciudad capital tendia a salvaguardar un resorte tan vital para el buen equi- librio de la sociedad como era el alimento de su poblacién, Si fa mineria mexicana, el aaticar cubano, los cuezos rioplarenses logran, si bien no todos al mismo tiempo ni tan répida y plenamente como sus productores quisie tan, participar en los beneficios de esa expansién, otros sectores produc. tivos se ven lesionados por la misma caida de precios que la nueva coyun- tura ha inaugurado, por le competencia de las mercancias europeas a raiz de la liberalizacién del tréfico, por Ia insensibilidad de las autotidades a los reclamos que no contribuyan a actecentar las zentas del soberano 0 aguietat a algan poderoso aliado colonial. Pero si la agricultura rioplatense safre la competencia de la del Mediterrineo, si los textiles de regiones cercanas al | David Brading,, “Iberian Mercantilismo and Feonomic Growth in Eighteenth Century Latin America", LV Simposio de Historia Econdmica de América Latina (CLACSO), XLIL Congreso Internacional de Americanistas, Paris, septiembre de 1976, p. 3. Sobte cl clima intelectual vincoledo a la sicuacién econémica en [a Espafia borbonica, véase Gongalo Anes, “Coyuntura econsmica ¢ ‘Tiustracién’, Las sociedacles de amigos del pals” en Exononria ¢ “Itustracion” .., ob. cit ® Manuel José de Lavardén, ob. cit, pp. 129 y ss. xxxt mar sufren fa de la industzia inglesa, es dificil encontrar rastros de esto en los escritos de los mds conspicuos ilustradas de las colonias. Ellos pertenecen © estén demasiado vinculados 2 los sectores propietarios que se benefician de la creciente liberalizacién del comercio colonial. Su prédica liberal admite todas las excepcioacs necesarias para favorecer las produceiones de aquellos privilcgindos sectores de In economia colonial. En la Representacicin de Mo- reno se alude al pasar a los posibles perjuicios que el comercio libre con los ingleses podria causar a ciettas producciones locales y se promete considerat mas adelante el problema, cosa que no legard a hacer. Pero, por otra parte, Arango y Parrefio elogia con fuerza las sabias previsiones protectoras del monarce que evitazon a ia isle de Cubs [a comperencia extranjera.! Por eso, cl uso de las autoridades enropeas, ya fuesen fos fisiécratas, Smith o los italianos, debe considerarse no canto como una toma de partido por el libe- talismo 0 el neamercantilismo, sino més bien un recurso ocasional, muchas veces oporiunista, del prestigio del autor extranjero en favor de la medida ya liberalizadora, yo protectora, que se demande de las antoridades. Por similares motivos a los tecién comentados, un notable trabajo como el de Baquijano y Carrillo sequiere ser leido a la luz de las cizcunstancias perus- nas de ia segunda mitad del sigle xvi, especialmente a le luz de Ia historia de la mineria peruana y de los sectores a ella vincelados. Un estudio ya algo distanie en cl tiempo tendée a exctuir a Baquijano de [a Tlustracién peruana por su adhesin 2 teorias mercantilistas. El razonamiento consistia en que si la Hustracidn, en el plano de las teorias econémicas, se distingue por su polémica antimercantilista, un defensor de le producciéa de metales pre ciosos come furdamento de fa riqueza del Perii no tenia cabida en aquel mo- vimiento intelectual? EI trabajo de Baqufjano es sin embargo un notable examen de las carac tetisticas naturales y econdmicas del Peré. Ocupa lugar central en él el pro- blema de establecer qué tipo de produccién era més favorable « los intereses de la regién. Conyiene recordar que tanto por Ia influencia de las nuevas corrientes econdmicas europeas como por Ia crisis que a partir de mediados del siglo xvit alecté a le mineria iberoamericana —crisis de la que el Pert ng habia logrado recuperarse tan pronto ni a tal grado como Jo hiciera la mineria novohispana— 14 opinién de muchos americanos tendia a inclinarse por ef desarrollo de la produccién agropecuarig en lugar de la preeminencia tradicional de Ja minerfa, Sin embargo, Baaufjano sechaza esa tendencia y se pronuncia zerminantemente por la mineria como fundamento de la prosperidad posible dei Peri, diagnéstico fundado en un notable examen de diversos as pectos histéricos, naturales, sociales y econdmicos. De tal manera, Ja Disertacién de Baquijano y Carrillo constitaye otro ejemplo de las dificultades de los historiadores de Ia Tlustracién latino. ' Marino Moreno, “Representaciin de Jos hacendados", en Mariano Morcoo, Bi critos, Buenos Aires, Estrada, 2° ed, s/f. p. 23; Francisco Arango y Parrefio, "Discurso sobre Ia agricuinura”.”, ob. cit, p. 167 2 Emilie Romero, "Pero", en Luis Rogue Gondra y otros, Ef pensamienso econd- ico latinanmericano, México, F.CE., 1945, pp. 279 y ss. tambito, del mismo autor, Historia econdmica del Peri, ob. cit, p. 247 xxxTt americana para reconocerla como tal y definitla. Si adoptamos el procedi niento de evaluar Ia naturaleza ilustzada de un trabajo como éste segin el grado de adopeidn de las teorias consideradas tipicas de fa Hustracién euro- pea, pedsiames teatarnos de excluizlo del émbito de 1a Lustracién latino- fmoricana, Sas reservas en cuanto a los beneficios de Je bertad de comercio propugnada por la Corona, st prelerentia por la explotaciéa minera sobre la gricole para fundamentar la presperidad del Peni y sa demanda de una zepulaci6n —si bien ao impuesta por el Estado— de la balanza de comercio, arecerian jusiificar su clasificacioa de mercantilista y su marginacién del Conjunto de los esctitos considerados propios de la Tlustracién larinoame Hana, El juicio perecia reforzarse por haber sido Baguijano uno de aquellos tempranos pero cautos lectores de las novedades del sigio que, a partir de elias, elaboraron una postura politica congrueate con ‘a Thistracién borbé. nica espafola —incluyendo una consecuente fidelidad a la monarguia—, pese 1 las ocasionsles fricciones que podieran generar las disctepancias en cuanto & haturaleza y alcances de las eformas a aplica: en el mundo amezicano. ‘Una lectura atenta del trabajo de Baquijano revela que la calificacién de mercantilismo, entendida como adhesién a las “viejas preocupaciones” incom. patibles con el liberalismo econémico dieciochesco, resulta cuestionable. Si Goisigramos seguir ateniéndones a una critica puramente limitada al plane ce jas ideas, podriamos oguf recordar aguella forma del peasamiento eco némico del siglo xvmit que hemos denominado neometcantilisma y considera fos puntps de vista del autor limedo como una adopeida "moderada” de le tendencia iberal de la época. Con respecto a ln politica del "libre comercio” propognada por la Corona y Ulegada a tierras americanas a través de succsivos pisos hasta cvlminar con el Reglamento de 1778, el escrita de Baquijano fonstituye ea general una defensa de esa politica y un rechazo de las preocu- puciones de sus critieos. Las limitaciones las sugiere en funcién del ejemplo de una situacién reciente de crecido exceso de impottaciones eurapeas sobre fas exportaciones def Perd. En este punto, en realidad, lo que hace Baquijano es rechazat las criticas al libre comercio en cvanto lo responsebilizaban de la escasez. de metdlico y sefialar que esa escasez fue fruto momenténeo de un anormal efecto de aquella politica. Y su propuesta no es la supresién ni limitacidn administrativa del libre comercio, sino ung autorregulecién del mundo mercantil para equilibrar la balanza. @Puede afirmarse entonces que se trata de un retorno a la doctrina de Ja balanza favorable? Su criterio de considerar a la minerin como base de la riqueza del Pend podria llevar a esa conclasién, Sin embargo, también en este plano un juicio de esa naturaleza serfa equivocado. Baquijano no efectia, en tsa parte de su escrito, elaoracién doctrinaria sino wn diagndstico empirice. Su punto de vista, fundado en una previa descripcién de las particularidades del Pers, es que sus condiciones naturales imponen una preeminencia de ia minesfa sobre la agricultura, sin. que ello implique descuidat esta dltima TEs claro que no solo la conclusion de Baquijano sino el tipo mismo de razonamiento, estd lejos de aquel criterio de validez universal de tas leyes econdmicas, Con abstraccién de las condiciones de tiempo y lugar, que Ga- Tiani critieara en los fisiGcratas. Pero también es claro, volvemos a recordar, XXXII que Galiani y su relativismo econdmico son parte de la Iustracién europea. En cuanto a Jas influencias predominantes en Baguijano, Arcila Farias rechaza la preeminencia de Josiah Child que supanfa Emilio Romero y anota un conjunto de autores —Hume, y otzos ingleses, el Quesnay del articulo Grains de Ia Enciclopedia y, entre los espaicles, Flordablanca y Campo. manes, entre otros.! EL trabajo de Baquijano, si bien es un andlisis de notable amplicud polf- fica del conjunto de Jos problemas econémicos de su regidn y busca un diagnéstico a largo plaza sobre las politicas « adoptar, es obra de un hombre que tiene claro los intereses cn juego y esté comprometido personalruente en ellos. No es una pieza de teorfa econémica sino de Politica econémica en donde se busca satislacer los mds fuertes intereses regionales en funcién de las peculiatidades naturales y sociales del Peri. Para tal objeto se recurre a un liberalismo convenientemente limizado y se falla en pro del tipo de pro- duccién que parece més apta para cimentar [a riqueza de la regidn, Pero si documento como éste o Jos de Arango revelan Ia huella de intereses locales agitados por circunstancias histéricas recientes, un trabajo como el de Vie torian de Villava —iraductor del economista napolitane Genovesi, maestro de algunos notables rioplatenses como Mariano Moreno— nos ofrece un tes. timonio de ciestos aspectos de la sociedad colonial en el que fa achesién “al espiritu del siglo” es asumida con mayor fidelidad en la medida que sv compromiso con fos intereses locales es menor. Es que ast como podemos encontrar en funcionarios oficiales de origen peninsular ejemplos del trade cionalismo més intransigente, también habra entre ellos casos de notable avance intelectual que s6lo podrén ser snperados cuando influencias como la rousseauniana conmueven a ciertos lideres criollos en marcha hacia la in- dependencin El escrito de Villava se refiere a un tema en el que encontramos a dos fancionarios de Ia Corona espafola empeiiados en una de las mas enconadse polémicas de] siglo. En torno al tema de la snita, de la servidumbre o escla- vitud dei indie, se oponen la critica bumanitaria del fiscal de la Audiencia de Chercas y la defensa del Gobernador Intendente de Potosi, Francisco de Paula Sanz? Con una actitnd protectora hacia el indigens, de antigua data en la tra dicién jurfdica espafola, unida al impetu de la filansropia de la época, mas sus conacimientos econémicos del que es testigo su traduccién de Genovesl, Villava encara un implacable atague a une de las formas de trabajo. mds inhumanas que se dieron en Iberoumérica. Esta critica, dijimos, testimonia {a posibilidad de une cierta toma de distancia hacia los intereses de los grupos sociales pederosos por parte de algunos funcionazios coloniales, ya sea por. que primen en el funcionario real las obligaciones de su cargo’ o porque le ! Eduardo Arcila Farias, “El pensamiento econémico hispancamericano ei Baquifano Z Carzllo’ en El Colegio de México (ed.}, Extremos de Méxsco, Homenaje « Don Deatel Cossio Villegas, México, 1971, pp. 63 ¥ 3, 2, Véase Maria del Carmen Cortés Saitnas, “Una polémica en tomo a la mita de Potost a finales del siglo xvi, El discurso de Francisco de Pavla Sanz a favor de lla, en Revista de Indias, Madrid, atio XXX, enero-diciembre 1970, nime. 119 122 sox preocupen los intereses generales del mundo colonial y tienda a fevorecer fz agriculeara atacando las actividades que restaban Ia mano de obra nece- satia para la produccién agricola, caso frecuente en la historia colonial ibero- americana. También cabe considerar que el criverio del fiscal Villava trasunte una polltica econémica y social trazada por el Estado espatiol en el siglo xvitt y que incluia, entre otfos rasgos, una Bueva tentativa de reducir Jas formas de vinculaciéa personal que pesaban sobre 2a poblacion nativa y de extender Jas relaciones salariales, tentativas de escasos resultados a Ja postre. Por con- siguiente, wna personal mavera de participar en las tendencias intelectuales Ze Ia época podria conjugarse en Villava con una politica estatal que era na forma general de respuesta a Ja coyuntnra hispano-colonial vista desde los intereses de la metropoli. En tal perspectiva, ese distanciammiento del {un- cionario olicial con tespecto a intereses locales no setia otra cosa que pri- Nilegior los deberes de su cargo burocrdtico frente las solicitaciones inte- resadas del medio en que actéa, Por similares razones, el escrito de Villava posee otta peculiaridad que es interesante subrayar, Ex uno de los poco sbundantes escritos de Ia época ue llevan lo critica ilustrada a la estructura de clases de Ia sociedad colonial. Aigo similar podrfamos decir sobre el trabijo de Pélix de Azara, ¥ no es casualidad que se trate en los dos casos de funcionarios civiles y militares de la corona espafiola que, a diferencia de casos como el de Paula Sanz, se hallon menos embarazados pata juzgar lo que estimaban abusos en la explo- tacién dela mano de obra 0 en el acaparamiento de la propiedad rural. Pri- yan eo estes juicios los intereses generales de la monarquia espahola —que Uemandaban garaotizar las posibilidaces de subsistencia de los sibditos sa- tivos y el buen funcionamiento econdmico y rentistice de las colonias— al amparo de los preceptos filantrépicos de la Tlustracién. ‘Cuando pesan iis los inzereses locales podremos sorprendernos al ver oémo el obispo de Elvas, después de haber polemizado con Montesquien, en su Essaio Lconomico, pata defender la calidad humana de los indios bra- Silefios, desprane fuertes epitetos contra los enciclopedistas franceses en su escrito en defensa de la esclavitud de los africanos —-demanda que corres pondia a las necesidades de los sectores propietarios brasilefios—. Intereses Bimilares 4 los que levarén, en el caso cubano, a Arango y Parrefio a defender ef titico de esclavos.! Son éstos algunos casos que nos permiten observar cémo juegan, por un lado, las tendencias de la economia y la sociedad de la época y, por otro, los distiotos intereses a que responden los autores de cada escrito, para enfocar de manera que 2 veces sorprende por su heterogeneidad doctrinaria los pro- blemas del mundo americano. Casos para los que el concepto de eclecticismo, mis apropiado en el campo filosdfico, segiin vimos, no es suficientemente expresivo 4 José da Cunha de Azezedo Coutinho, ob. cit., pp. 252 y st Francisco de Arango y Parrefio, "Discurso...”, ob. cit., pp. 190 y ss. mov ILUSTRACION Y ESTRUCTURA SOCIAL Pero apumds, al considerar las relaciones entre la Tlustracién iberoamericana y la europea, debemos tener en cuenta que obras como la de Adam Smith se Insertan en el proceso de elaboracién y desarrollo de una disciplina cienti- fica y que, a la vez, definen un momento en la elaboracién de la ideologia de na clase, momento en el que Jos objetivos mis generales de ella privan sobre los intereses sectoriales, sobre los particularismos. Es el momento en que un Pensamienio se cottvierte realmente en ideologia, en un producto relativa- mente orginico y coherente de la reflexiéa sobre los problemas sociales desde la petspectiva hiswrica de todo un sector de la sociedad. EI liberalismo econé mico significa algo distinto del logro de libertades que favorezcan a secxores, Hay una base doctrinaria més profunda, la afirmaciin de la vida econmica como un todo sometide a leyes que requieren no ser entorpecidas y de ahi Je Kbernad econémica como medio de asegurar el efecto de la aecién espon- tinea de esas leyes, A diferencia de tal funcidn intelectual, los escritos de la mayor parte de los intelectuales coloniales no represencan el frute del desarrollo local de una disciplina cientifica, ai tampoco a expresién ideoldgicn de une clase social relativamente desarrollada, madura, que no cxistia en las colonias ibéricas. Priva, en cambic, en esos eseritos, la intencién de promover intereses secto. tales y momenténeos y el recursoa la teoria econdmica europea esid fuerte. mente condicionado, filtrado, por la trama de esos intereses. Del liberalismo cconémico, los ilustrados de las colonias toman la reivindicacién de la liber. tad parcial: Ia libertad de comercio —y ella dentro de ciertos Kmites— Ja de cultivar ciertas especies... Son expresién de intereses inmediatos de ciertos sectores de la sociedad, aunque se revisten del prestigio doctrinario de sus {uen. tes europeas. Una obra como la de Smith expresa en el mas alto nivel de la ideologia fa superacién de los intereses particulares. En los escritos que publi- camos, en cambio, son Jos intereses particulares ios que predominan, No podta ser de otro modo, por la diferencia de conformacin socal entre el Noses» ct Viejo Mundo, Se podria decit, quizas, que la diferencia estriba en que los escritos loca: les son simples trabajos de politica econémica 0 politica social, mientras que Ia Tlustracién europea ofrece, ademés de trabajos de ese tipo, la elaboracion tedtica de los problemas de la sociedad, Ia investigacién doctrinaria de Ja naturaleza de los fenémenos sociales. Pero, aun ast, esa misma limitacion define su grado de desarrollo y de dependencia con’ respecto a In europea, Y no sélo en un sentido que pueda expresarse diciende que habla un menat

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