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Non Serviam y otros manifiestos aparecen en http://www.vicentehuidobro.uchile.cl/, consultada el
01/05/2015.
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Etimológicamente, la palabra poesía proviene del griego ποίησις 'acción, creación; adopción;
fabricación; composición. En el desarrollo se mencionará y aplicará esta relación etimológica.
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Revista Musa Joven, nº5, 1912.
Altazor, publicado en 1931, parte con un prefacio en el que se presenta como el viaje
“en paracaídas” del poeta, tomando como punto de partida el infinito y como meta la
muerte, haciendo uso de elementos propios de la narrativa poética. Lo siguen siete
cantos: El primero gira en torno a la angustia, la liberación, la confusión, el deseo de
emancipación y la presentación del poeta cósmico. El segundo es considerado el canto a
la amada y plasma la imagen de la musa; la significación que cobrará la mujer para la
realidad altazoriana. En los cantos tercero, cuarto y quinto se hace patente la intención
de crear realidad nueva mediante el uso de imaginería y alteraciones del lenguaje (como
juegos de palabras y conjugaciones fonéticas) pero, generalmente, manteniendo
coherencia y cohesión. El canto sexto carece tanto de coherencia como de cohesión,
pero las alteraciones lingüísticas no se presentan de forma tan exagerada como en el
séptimo canto, en que parece imposible determinar cualquier tipo de coherencia global,
aunque hay algunos conectores y sufijos que parecen dotar algunos versos de cierta
coherencia. Este último canto aparte de no usar una gramática convencional, hace uso
de numerosos monemas y aparentes onomatopeyas que le otorgan, por llamarlo de
alguna forma, musicalidad. En síntesis, Altazor describe el viaje de un creador de
realidad desde el infinito a su tumba, y su constante interacción con el lenguaje.
Desarrollo:
Basta con una comparación superficial entre el Prefacio y el Canto VII para reconocer
que Altazor es un poema que parte presentando total coherencia y culmina en un
aparente caos lingüístico. La relevancia de explicar esta transición radica en que su
comprensión está ligada directamente a la comprensión global de la obra, y el vehículo
para dicho ejercicio radica en rescatar conceptos fundamentales y analizarlos uno por
uno.
El primer concepto que se analizará es la relación entre lenguaje y realidad. Para llevar
a cabo una comprensión metalingüística de la transformación a la que Altazor somete el
lenguaje, es necesario destacar la importancia que el autor le otorga. Para Huidobro, la
creación está unida al lenguaje mediante un planteamiento similar al que posteriormente
tomará el constructivismo: El leguaje como generador o delimitante de realidad. Para
referirse a esta relación, en Altazor se ocupa la dicotomía entre poesía y poética
(páginas 65 a 60).
Lenguaje y realidad.
Altazor (y en general, la obra de Vicente Huidobro) plasma una relación peculiar entre
el lenguaje y la realidad. La realidad se presenta como un espacio infinito, y el lenguaje,
como su delimitante, de la misma manera que las figuras geométricas se trazan en una
hoja de papel. Así, existe para el creacionismo la posibilidad de una realidad
independiente del lenguaje. La diferencia entre la poética y la poesía está en que,
mientras la poética está ligada a la creación, la poesía se encierra en los límites del
lenguaje: se convierte en un artilugio para alabar y confirmar que dichas limitaciones
son correctas. En el libro, esta diferencia se explicará con dos figuras: El Poeta, artífice
de la poesía, y el Mago, artífice de la poética (páginas 15, 55, 56).
Emerson, en Nature, afirma que las palabras son signos de existencias naturales, que a
su vez son signos de existencias espirituales. Luego, la naturaleza es el símbolo del
espíritu. El ensayo contempla una crítica a la sumisión humana al orden de la naturaleza
y lo posiciona como un ente superior a ésta. Incluso, citando a un poeta anónimo
cercano, incluye el siguiente enunciado: “Construye, entonces, tu propio mundo”
(página 92). A partir de lo anteriormente descrito es evidente su rol analógico con el
creacionismo y Altazor. Asumiendo que el poeta chileno estudió al norteamericano, se
entreve la interpretación que da a sus ideas: El hombre, por sobre la naturaleza y
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Filósofo y poeta estadounidense, principal figura del movimiento Trascendentalista.
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En 1844, Emerson publicará otro escrito diferente bajo el mismo nombre.
empleando el lenguaje con que ésta lo dota, tiene el poder de crear realidad, pero para
lograrlo debe liberarse de las construcciones bajo las que está circunscrito. La
concepción de realidad emancipada del lenguaje está implícita en aquel enunciado.
Una evaluación global del poema permite reconocer tres objetos líricos primordiales:
La caída, la muerte y la creación. La caída y la creación cumplen doble función;
temática y estructural, ya que no sólo significan acontecimientos para el personaje o
símbolos a representar en la obra, sino además aluden directa o indirectamente a la
transición global del texto, desde el orden al desorden. La muerte cumple
principalmente la primera función, y de cierta forma explica el por qué del recorrido del
protagonista.
El poeta, ensayista y crítico Federico Schopf, explica la caída como una alegoría a la
condición humana, contemplando sus limitaciones temporales (proporcionadas a partir
de la muerte) y espirituales, además de plantear la función, por llamarla así, estructural
de la caída en el poema. (Lectura de Altazor, página 4). El Sujeto de Altazor, durante su
caída, mantiene aspiraciones trascendentales que el crítico chileno tilda de irrealizables,
y concluye con nidificarse junto con el lenguaje en el espacio. La caída corresponde
entonces, a un camino hacia la muerte y el fracaso en el que el sujeto se aferra a sus
aspiraciones, y asimismo conforma al poema globalmente como un proceso de
desintegración. Sin embargo, caracterizar la caída en Altazor como un fracaso respecto a
su aspiración es ignorar el fin último que persigue. Según lo estipulado en el Prefacio,
cuando el Creador habla a Altazor “Creé la lengua que los hombres desviaron de su rol,
haciéndola aprender a hablar… a ella, a ella, la bella nadadora, desviada para siempre
de su rol acuático y puramente acariciador” (página 11) y a lo largo de todo el Canto III,
el objetivo de Altazor es romper las barreras del lenguaje para generar un paradigma
nuevo, libre e independiente. Explicar la estructura del Canto VII como la nadificación
del lenguaje, del sujeto y de sus propósitos significa ignorar la musicalidad presente en
el canto. En el Canto I, Altazor estipula:
“Siglos siglos que vienen gimiendo en mis venas
Siglos que se balancean en mi canto
Que agonizan en mi voz
Porque mi voz es solo canto y sólo puede salir en canto
La cuna de mi lengua se metió en el vacío
Anterior a los tiempos
Y se guardará eternamente el ritmo primero
El ritmo que hace nacer los mundos”
Y posteriormente:
“Quiero darte una música de espíritu
Música mía de esta cítara plantada en mi cuerpo
Música que hace pensar en el crecimiento de los árboles”
Contrastando con el Canto VII:
“Lalalí
Io ia
iiio
Ai a i ai a i i i i o ia”
Es evidente la falta de coherencia, pero se hace patente la musicalidad que Altazor
buscaba, y por consiguiente, no corresponde ni a un fracaso ni a una supresión de la
intención del poeta en Altazor. Sin embargo, la relación que hace Schopf entre la caída
del paracaidista y la paulatina desintegración de la gramática convencional en Altazor es
asertiva: El lenguaje junto con el sujeto y su ambición no se desintegran, sino que se
desarticulan en el transcurso de la obra.
Por otra parte, la caída es atenuada por un paracaídas, que la prolonga y la hace
multidimensional. Schopf, en Lectura de Altazor se refiere al paracaídas como “una
mediación técnica que aminora no sólo la velocidad física de la caída, sino que retarda o
más bien dilata el paso del tiempo y (...) permite ver y verse a sí mismo (…)” (página
5).
Al igual que gran parte de los elementos presentes en el poema, el carácter del Sujeto
Altazoriano parece estar influido por otros personajes en la literatura. Federico Schopf
menciona la influencia de Maldoror6 y Zaratustra7 en la conformación de su identidad,
afirmando que estos personajes son parte de su genealogía (Lectura de Altazor, página
3). Como Maldoror, Altazor desafía al todopoderoso y a las leyes naturales, y como
Zaratustra, persigue un nuevo orden natural, declarando que Dios está muerto. Esta
última similitud también es mencionada por Óscar Hahn, que recalca la relación entre
las tres figuras nietzschenianas principales y la configuración de Altazor: El Anticristo,
Zaratustra y el Übermensch (Altazor, el canon de la vanguardia y el recuerdo de otras
vidas más altas, página 13). El Anticristo, pues Altazor afirma “nacer a los 33 años el
día de la muerte de cristo” (página 9) y proclama la muerte del cristianismo (página
21). Zaratustra, pues se autodenomina un profeta (Altazor, página 13) al igual que él
(Also spracht Zatatustra, página 41), proclama, aunque de forma más sutil que su
precursor (Also spracht Zaratustra, página 43) la muerte de Dios (Altazor, páginas 33 y
71), busca una nueva era para el hombre (Altazor, página 268) y menciona la
importancia de la risa (Altazor, página 58). El superhombre, porque para lograr su
propósito, Altazor necesita, al igual que Zaratustra, el génesis de nuevos y mejores
hombres. Óscar Hahn explica que no hay mayor pista de que Huidobro estuviera
completamente familiarizado con la filosofía de Nietzsche, sino que rescató estos tres
elementos por su relevancia para la obra Altazor, el canon de la vanguardia y el
recuerdo de otras vidas más altas, página 16).
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Les Chants de Maldoror, un poema en seis cantos publicado por el Conde de Lautréamont en 1869.
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Also spracht Zaratustra, novela filosófica publicada por Friedrich Nietzsche en 1883.
difumina, se desordena, para dar paso al poeta elevado, al profeta, al superhombre, a fin
de posicionarse por sobre Dios, la religión, la naturaleza y el lenguaje.
Esta afirmación recuerda a la máxima de Zaratustra: “¡Oh gran astro! ¿Crees que serías
feliz si no tuvieras a quien iluminar?” (Also spracht Zaratustra, página 41) y a los
versos que el mismo personaje dedica a su amada: “Acabo de mirarte a los ojos, mi
vida, y he visto en tu oscura miradas centelleos de oro; Ante tal voluptuosidad mi
corazón se ha detenido” (Also spracht Zaratustra, página 219). El trato que recibe la
amada recuerda a la figura de la musa ocupada por poetas clásicos y románticos. De
hecho, en el Canto II esta analogía se explicita: “Y al fondo de ti misma recuerdas que
eras tú / El pájaro de antaño en la clave del poeta” (Altazor, página 49).
La figura femenina, entonces, es una figura estética y emocional para el hablante, pero
también cumple un rol en la caída en que este está implicado; Su rol es el de la pausa.
En el Canto II, Altazor parece detener temporalmente su viaje en paracaídas para alabar
a la musa.
El informe tampoco contempla teoría estructural poética, y ya que una primera versión
de Altazor estuvo escrita parcialmente en francés, un análisis teórico de la estructura
interna y detallada de cada canto se hace difícil, pero hay pistas que señalan el uso de
elementos como ritmos en el poema. Óscar Hahn ejemplifica con la presencia de rítmica
en el Canto VI, en que se usa un esquema de cuatro sílabas, similar a la técnica
medieval (Altazor, el canon de la vanguardia y el recuerdo de otras vidas más altas,
página 18).
Bibliografía
1. Camurati, Mireya: Poesía y Poética de Vicente Huidobro. Buenos Aires,
Fernando García Cambeiro, 1980.
2. Emerson, Ralph Waldo: Nature. Boston, James Munroe and Company, 1836.
3. Hahn, Óscar: Altazor, el canon de la vanguardia y el recuerdo de otras vidas
más altas, en Altazor. Santiago, Editorial Universitaria, 1997.
4. Huidobro, Vicente: Altazor, Santiago, Editorial Universitaria, 1997.
5. -----------------------: Editorial, en Revista Musa Joven, 1912.
6. -----------------------: Non Seviam, 1914.
7. Nietzsche, Friedrich: Así habló Zaratustra. Madrid, M.E. Editores, 1993.
8. Schopf, Federico: Lectura de Altazor.