MÉRIDA YUCATÁN MÉXICO 2019 IUSNATURALISMO En la época del renacimiento, ya se estaba considerando al iusnaturalismo como parte de la naturaleza, solamente qué de otra perspectiva aún inconclusa, se decía que nos sometamos a la naturaleza para definir lo bueno de lo malo y lo justo de lo injusto, sentenciaron. El problema, de nuevo, derivó de los modelos a adoptar. Para Hobbes, el hombre era malo por naturaleza —Homo Hominis lupus, tomó la sentencia de Plauto— y enumeró diversos acontecimientos que probaban su tesis. Rousseau hizo lo propio, pero llegó a otra conclusión: los hombres eran buenos por naturaleza. Eran las instituciones las que los corrompían. Además, se presenta al iusnaturalismo como una palabra ambigua, acabó pasando de moda, hasta que los científicos —los etólogos, antes que otros— lo comenzaron a reivindicar de modo involuntario. La información con la que contamos en el siglo XXI sobre nuestro ADN y nuestras hormonas, así como sobre el ADN y las hormonas de otras especies, nos obligan a repensar el tema del determinismo y a formular nuevas preguntas. Por ejemplo, ¿qué hace que las abejas produzcan miel y construyan panales con celdas hexagonales?, ¿por qué los castores edifican auténticos diques en los ríos donde deciden vivir?, ¿qué provoca que los perros salvajes se organicen con tanta precisión para cazar a un antílope? El experimento consiste en mantener a cada uno de estos ejemplares con sus respectivas hembras y su prole durante un tiempo. A continuación, se les separa de ellas unos días y se les vuelve a juntar. Invariablemente, el ratón de pradera se aproxima a la hembra y a las crías, las cuales parecen regocijadas con el regreso del padre. Así lo demuestran en sus frotamientos y en el intercambio de contactos con el hocico. No es el caso del ratón de montaña, el cual se muestra tan indiferente con su “familia”, como ésta con él. ¿Qué ocurrió?, ¿un problema de valores familiares? Ni los de pradera eligieron estar dotados de más oxitocina, ni los de montaña decidieron contar con menos oxitocina. ¿Hasta qué grado puede reprochársele a un ratón de montaña que no sea “cariñoso”? Nuestros patrones para evaluar su conducta, por ende, tienen que reducirse a lo que las substancias de dichos roedores les permitan hacer o no hacer. Tampoco los seres humanos elegimos los niveles de melanina que hay en nuestra piel —la que determina si somos más o menos more-nos—, ni los de oxitocina. ¿Qué tan libre es, entonces, un individuo que se desentiende de su familia?, ¿qué tan encomiable es otro que permanece a su lado a pesar de las dificultades que esto supone?, ¿de verdad se trata de una decisión personal, como insisten algunos? A los iusnaturalistas medievales les habría salido el tiro por la culata. EL iusnaturalismo de Hobbes se basa en la aceptación del derecho natural en base a su relevancia de un ordenamiento jurídico en su conjunto, con ello también el orden político, lo que le sirve magníficamente para fundamentar el poder civil, idea que ya se había desarrollado desde los Elementos del derecho, en cuanto el soberano tiene derecho inviolable, posee la impunidad, lo que no significa que esté autorizado a violar las leyes de la naturaleza, lo que en sus propias palabras, volvería a menospreciar la razón y al mismo tiempo las leyes de Dios. Este racionalismo de Hobbes, lo hace ver sin duda antidemocrático, pero sería un contrasentido verlo como algunas corrientes lo hacen como precursor teórico del totalitarismo. IUSPOSITIVISMO El Iuspositivismo, corriente que defiende la teoría de que los derechos naturales son naturales en atención a que devienen del hombre, pero derivan de la racionalidad y la adecuación en el contexto espacio-épocal en el que se desarrollan y requieren, invariablemente, su admisión en los cuerpos normativos del Estado. El iuspositivismo sostiene que el único derecho válido es aquel que dicta el Estado. Por eso en primera instancia genera reacciones encontradas; a diferencia del iusnaturalismo, que en seguida se gana la aceptación de todos aquellos que lo consideran superior por apelar a una moral que trasciende la contingencia del derecho positivo (pues este último se supone en muchas ocasiones injusto). Sin embargo, como veremos en lo que sigue, muchos juristas han advertido que esa confianza en la supuesta bondad del iusnaturalismo puede tener un efecto bumerán: el iusnaturalismo puede llegar a ser mucho más peligroso que el iuspositivismo en caso de que ambos constituyan el fundamento de un orden injusto; si el fundamento de ese pacto estatal es iuspositivista, los individuos sabrán que de ellos, y de nadie más, depende que este orden persista por lo que, si les resulta insoportable, no tendrán ningún impedimento moral para intentar cambiarlo; en cambio, si el fundamento del pacto estatal es iusnaturalista, los individuos que pretendan modificar ese orden no sólo se encontrarán con los impedimentos legales, sino sobre todo con un gran impedimento moral (que son los supuestos dictados de la naturaleza, de la razón, de la historia o de Dios). El iuspositivismo parte del supuesto de que el derecho no es más que la expresión positiva de un conjunto de normas dictadas por el poder soberano. Estas normas, que constituyen el derecho positivo, son válidas por el simple hecho de que emanan del soberano, no por su eventual correspondencia con un orden justo, trascendental, como pretendía el iusnaturalismo. Según García Maynez "el derecho positivo, por el simple hecho de su positividad, esto es, de emanar de una voluntad soberana, es justo" (García Maynez, 1968: 12). Dicho en otras palabras, para el iuspositivismo las normas que emanan de un Estado fundan su validez en este hecho y no en valores éticos trascendentales o en fines "socialmente valiosos" que supuestamente deben perseguir las normas (como podría ser el bien común, por ejemplo). El iuspositivismo (o positivismo jurídico) se considera una doctrina libre de valores que establece lo justo y lo injusto con base, única y exclusivamente, en los dictados del poder soberano, y no en un derecho que se pretende superior por fundarse supuestamente en la naturaleza, en la razón, o en Dios. Para el positivismo jurídico, el derecho (que no es otro más que el derecho positivo) no persigue ningún fin inmanente y, por ende, ni se refiere ni está sujeto a ningún contenido preestablecido. El derecho positivo funda su validez únicamente en las reglas y procedimientos establecidos por el Estado. Por eso para el iuspositivismo, el derecho positivo es formal, porque no se define ni por las acciones que regula, ni por el contenido de tal regulación, ni por los fines que esta acción persigue; se define únicamente con relación a la autoridad que establece las normas, o sea, con respecto al poder soberano. En pocas palabras, para el iuspositivismo, detrás de la ley no hay nada más que la voluntad soberana: autoritas non veritas facit legem. IUSREALISMO Para los iusrealistas, el derecho no consiste exclusivamente en normas. El derecho no se identifica con un deber ser sino con un ser; este ser puede identificarse con la norma, pero también con el hecho. De este modo, podemos distinguir entre el derecho como norma estatal y el derecho como hecho social; el derecho no se puede reducir al Estado, sino que debe incluir a la sociedad. La ciencia del derecho se debe ocupar fundamentalmente del ser de la conducta humana entendida como un conjunto de fenómenos o hechos eficaces o reales, y no de las normas formales o vigentes ni de los valores justos o naturales. Por tanto, para el iusrealismo el derecho como objeto de estudio no son las normas ni los valores sino los hechos. Es cierto que las normas jurídicas son trascendentales para conocer el derecho, pero su importancia no radica en sí mismas por ser normas formales ni en su contenido justo, sino en las actitudes y conductas humanas que derivan de dichas normas y valores. En cierta forma, esta corriente subordina a la ciencia del derecho a una rama de las ciencias sociales. Lo cual ha constituido una de las principales críticas a esta doctrina, por reducir el derecho a los hechos sociales que derivan de las conductas humanas, y a la ciencia jurídica a una simple rama de la sociología positivista. El iusrealismo reduce a la ciencia del derecho a una ciencia social empírica, pero acepta que es una ciencia normativa no por estar compuesta de normas vigentes sino porque los hechos sociales se refieren forzosamente a esas normas; es decir, todas las proposiciones normativas acerca del derecho se refieren en última instancia a los fenómenos sociales que le dan sustento. Asimismo, cabe señalar que para esta escuela la ciencia del derecho forma parte de una rama más amplia del conocimiento que la comprende -ciencias sociales- sin sostener que se le pueda confundir con ella, porque el derecho no hace referencia a los meros hechos sociales, ya que siempre deben tomar en cuenta su carácter normativo. Kirchman , jurista que en el siglo XX impulso el Ius Realismo; por medio de un análisis critico público: La utilidad de la jurisprudencia como ciencia en 1848. Para llegar al conocimiento y movimiento real en la evolución del Derecho y la Moral, opina que es el método de la inducción, para desprender las categorías jurídicas. Sus características se basan en Conceptúa al Derecho: como hechos de la vida social. (Intima relación, entre Derecho y sociedad). Así como Utiliza diversos métodos; el criticismo es el más usual. (Criticismo: "Sistema filosófico de Kant que procura determinar los límites entre los cuales puede ejercerse legítimamente el entendimiento humano). El iusrealismo señala a la noción del Derecho como actos sociales, es decir, parte de las normas jurídicas. Se define al Derecho como un fenómeno social, hecha a través de una observancia deducida por el método empírico auxilio de la psicología social. El Ius realismo no pretende interpretar al Derecho de manera abstracta sino en concreto. Sus objetivos del iusrealismo son resolver el concepto de naturaleza y concepto del Derecho, al mismo tiempo que su propósito, después se trata de dar ese motivo de relación con la sociedad. Referencias 1. Inclán, R. P. (2016). 2019.vlex.com. En R. P. Inclán, Los derechos humanos a la luz del principio lógico de razón suficiente (págs. 12-17). Ciudad de México: Barra Interamericana de abogados AC. 2. Marcone, J. (2019). 2019.vlex.com. En J. Marcone, Andamios. 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