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Hoy es el cumpleaños de Leo.

No le he presuntado qué
quiere que le regale, porque ya hace meses que he tomado
la decisión. Este año voy a hacer su fantasía realidad.
Muchas veces me ha soltado indirectas de lo mucho que le
gustaría montárselo con dos chicas a la vez. A veces,
fingiendo haberlo hallado por azar, me ha invitado a ver un
video porno de un trío en acción. Yo admito que me
excitaba ante aquel desbordamiento del marco del deseo
convencional. Nunca he estado con una chica, pero la idea
de compartir a mi hombre con otra me hacía especular con
lo rico que sería aprovechar para acariciar y besarla yo
también, y quién sabe, tal vez algo más. Poco a poco fui
encaprichándome con la idea. Cuando él no estaba en casa,
buscaba vídeos en internet de dos chicas con un chico. Me
fui aficionando cada vez más. Me fascinaba la libertad con
que se intercambiaban besos por todo el cuerpo. La idea de
lamer el falo de mi hombre mientras otra chica me lamía la
conchita me volvía loca. Hasta que tomé la decisión. No iba
a morirme sin participar en un trío, y qué mejor que vivirlo
con tu hombre, eligiendo una misma a la chica, el lugar, el
momento y hasta la ocasión.

Tras decidirme, quedaba lo más difícil: encontrar a la


tercera en cuestión. Me di de alta en Tinder y empecé a
chatear con chicas de mi edad. Yo soy joven, tengo 25 años,
y seleccionaba los perfiles de aquellas que se declaraban,
de manera más o menos explícita, como bisexuales. En
apenas 10 días ya me había hecho amiga de dos docenas de
posibles candidatas. En nuestras charlas, cada vez
adquiríamos más confianza, y siempre salía a relucir el
tema del sexo. Yo sondeaba a las que se mostraban más
propicias a las experiencias extremas, raras, y sacaba el
tema de las orgías, los intercambios de parejas y... los tríos,
claro, que era lo que a mí más me interesaba.

Al fin, un día quedé con Isa, una muchacha muy joven y


atractiva. En principio, la intención era simplemente tomar
un café y salir juntas a comprarnos ropa. Pero en el
probador, cuando estábamos cambiándonos de modelito
para tomar la decisión de cuál nos íbamos a quedar, la
descubrí mirándome con un interés bastante peculiar.
Cuando nos movíamos para sacarnos y meternos las
prendas, notaba sus pechos rozándose contra mi brazo. Yo
llevaba una calzona, pero ella lucía un tanga minúsculo que
no dejaba nada a la imaginación. Se le veía el orto entero:
redondo, turgente, terso y con la marquita de la goma en las
caderas, lo cual me pareció especialmente erótico. Tras
decidir qué nos quedábamos cada una, salimos del
probador y, sin ningún disimulo, me puso la mano en las
nalgas, presionando levemente para que notase yo lo que
me estaba haciendo. Reconozco que se me pusieron los
vellos de punta.

Fuimos al bar del Mall y empezamos a charlar de sexo


(ahora que lo pienso, me estoy dando cuenta de que
siempre era ella quien sacaba el tema). Me hablaba de lo
mucho que había cambiado en los últimos meses, que ella
había esperado mucho tiempo hasta tener la primera
experiencia pero que, desde que lo había probado, ya no
podía pensar en otra cosa, que siempre estaba pensando en
lo mismo, que ansiaba probar cosas nuevas y excitantes...
Yo ya le había dicho que tenía chico, así que me pareció
que la ocasión la pintaban calva.

- Y un trío, ¿has hecho alguna vez? -le solté, sin


pensármelo mucho.

Acogió mi pregunta con una media sonrisa de inteligencia,


como si hubiese estado esperando que se la hiciese.

- No... aún no. Pero, ¿sabes? Es algo que me obsesiona.


Tengo muchas ganas de acostarme con una pareja.
Meterme en medio de ellos. Ponerle los cuernos a una
mujer mayor que yo, cogerme a su hombre delante suyo y,
ya puestos, cogérmela a ella también. ¿A ti no te apetece
también?

Me quedé estupefacta. Había tenido mucha suerte, pues


estaba produciéndose justo lo que había estado esperando,
pero de un modo sorprendente.

- Pues... no te niego que le he dado vueltas a la idea. Mi


chico está deseando verme con otra, siempe lo dice. ¿Sabes
cuál es su fantasía favorita?

- ¡No! ¿Cuál? -me espetó abriendo los ojos de par en par y


con una sonrisilla pícara que acentuaba lo morboso de la
conversación.

- Que yo me bese con otra y, cuando estemos enfrascadas


en el morreo, él nos meta su nabo en medio y nosotras
vayamos chupándoselo, una vez una, otra vez otra, luego a
la vez, después besarnos de nuevo...
- Ya... muy típico. Los tíos se mueren por una doble
mamada.

- ¿Se llaman así?

- Sí. Varias parejitas me lo han propuesto. Pagando, claro.


Pero yo quiero hacerlo por puro deseo. Soy muy pervertida.

- Pues no das esa impresión...

- Ya, eso me dicen. Pero juego con mi falsa inocencia para


aumentar el misterio y, luego, la excitación. Me gusta
hacerme la estrecha, incluso que me violenten un poco.
Una vez le pedí a un novio que simulase que me forzara.
En plan ficticio, sin agresividad, pero sí con algunos
golpes. Se ocultó tras un matorral en un descampado y me
salió al paso con una máscara, para que la impresión de
realidad fuese mayor. Me excité muchísimo.

- ¡Cabecita loca! -repuse, entre divertida y escandalizada.

- Cada día imagino situaciones más extremas. Ahora


mismo, por ejemplo, me encantaría lamerle el nabo al
camarero aquí mismo, cuando nos traiga la cuenta.
¿Has visto qué bueno está? Ufff...

Me reí nerviosa, porque yo también me estaba poniendo


muy cachonda con aquella charla. No tengo costumbre de
hablar de sexo cara a cara con nadie que no sea mi chico, y
hacerlo con aquella desconocida a la que sólo había
contactado por Tinder me estaba produciendo un sofoco
indescriptible. Incluso creo que empecé a lubricar...

- Oye, ¿qué me decías de un trío? -terció ella, decidida.

- Pues que estaba pensando en regalárselo a mi chico por su


cumpleaños. Siempre me da la vara con lo mismo, y al final
ha conseguido que incluso a mí me apetezca...

- Ah, ¿sí? Mira, qué pillina eres tú también -apostilló,


guiñándome un ojo. -¿Y tienes una foto suya?

- Sí, claro... -y le mostré las que llevaba en el móvil,


algunos retratos y unas cuantas en la que se nos veía a los
dos de viaje, en la playa, comiendo...

- ¡Venga, mujer! ¿Sólo esas? Seguro que os habéis hecho


fotos guarras... ¡me encantaría verlas!

Dudé un poco, pero al final accedía mostrarle el contenido


de una carpeta privada en la que almaceno las fotos y
vídeos que nos hacemos mientras cogemos, es una afición
que tenemos desde hace tiempo. Fui pasándole las
imágenes en las que se nos veía haciéndolo frente al espejo,
otras en plan selfie... pero hubo una que le llamó la
atención, en la que salía yo en primer plano con el falo de
Leo en la boca, eyaculando.

- ¡Eh, espera! Quiero ver esa con más calma -chilló Isa,
casi fuera de sí. Yo le pasé el móvil, un poco sorprendida
ante el repentino interés. -Déjame ver esta cosota sabrosa...
Ni corta ni perezosa, mientras con una mano sostenía el
aparato con la otra empezó a acariciarse la conchita por
encima del pantalón. Llevaba unas mallas muy ajustadas y
se le metían para adentro entre los dos labios, de modo que
su dedo podría entrar bastante profundo y acariciarse el
clítoris sin dificultad.

- Esto me encanta, que se me corran en la boca... -musitó


mirándome de reojo. -¿Tú te tragas la leche?

-No sé, a veces... -contesté, un poco tímida. -Si me ha


cogido bien, como premio suelo dejar que lo haga en mi
boca y me la bebo toda.

-Me encantaría probarla -me soltó, sin cortarse un pelo.

-¿La leche de mi chico? -repuse, haciéndome la


escandalizada, pero en el fondo más contenta que unas
castañuelas.

-Sí, no te hagas la tontita. Sabes desde hace rato que tú y yo


vamos a hacer realidad la fantasía de tu chico, que para eso
estamos aquí charlando, incluso que para eso te metiste en
Tinder, ¿me equivoco?

-No... -me di por vencida, admitiendo que me había tomado


la medida desde hacía rato. -No te equivocas. Quiero
compartir mi chico contigo. Quiero que me cojas y cogerte
también yo...
* * *

Al fin lo estoy sintiendo, ahora ya sé lo que es. Tengo a Isa


frente a mí, desnuda por completo. Nos besamos
apasionadamente. Ella está como en éxtasis. Cierra los
ojos, gimotea. Nos hemos metido un consolador y lo
estamos compartiendo. Nos movemos rítmicamente para
notar cómo nos penetra. Leo está de pie, con la cámara en
la mano, grabándolo todo. Está desnudo también y nos
tiende su polla erecta, invitando a que la degustemos.

La cojo y se la meto en la boca a Isa, esa polla dura, para


que la coma, me gusta verla, le muestro como hacerlo, la
beso, eso eriza mis pezones, la beso con mayor intensidad,
ella lo disfruta, no suelto la polla dura de Leo que nos
anima a seguir mojándonos, nos besamos con su polla dura
entre nuestros labios, ella se mueve rico mientras nos
besamos, ella tan húmeda, al igual que yo, nuestros cuerpos
chocan, unidas por un consolador que la penetraba a ella y
a mí, a la vez, el aroma de su cuerpo sudoroso, y como se
entrega, me encanta, no dejamos de chuparle su pene,
mientras me aferro a ella, rodeándola con mis brazos, duro,
para presionarla contra mí, inclinarme hacia ella, y sentir
sus pechos, eso eriza aún más, los míos, que ya quieren ser
chupados y mordidos, tomar la polla de Leo, dura, y
ponerla completamente en mi boca, saborearla, me mojo
aún más, mientras ella salta sobre mí, sus muslos sobre los
míos, su piel arde, cierra los ojos disfrutando la
penetración, nos besamos, y besamos el miembro de Leo,
ese sabor… él nos deja jugar con el, mientras disfruta
mirando cómo nos cogemos, agarro su falo y vuelvo a
ponérselo en la boca, lo saco, golpeo su cara con él, me
muevo fuerte, me mojo más, ella también, vuelvo a besar
sus labios, y me pego a ella, abrazándola con fuerza, ella
mantiene los ojos cerrados, disfruto tanto las sensaciones
que experimento, sudada, mojada, totalmente caliente, me
alborota sentir la penetración vaginal, sus tetas chocando
con las mías y una polla en la boca, como mi cuerpo recibe
placer, estoy completamente estimulada, y siento como esa
gota fría imaginaria cae por mi espalda, estremeciéndome,
dejándome totalmente sensible, con los pelos de punta,
alerta, lo que se viene es bueno, muy bueno, en mi mente
siguen repitiéndose una y otra vez imágenes de sus tetas, su
polla, mi cuerpo, sus tetas, su polla, mi cuerpo… mi
temperatura no deja de subir, mi cintura realiza
movimientos definidos, seguros, y este juguetito, duro,
grande, roza todas las paredes de mi vagina, entrando
cuanto le permito, y moverme sobre él. Pienso… polla en
mi coño, polla en mi boca, tetas en mis tetas, que trío
hemos formado, ella besa lentamente la polla de Leo, me
aferro a ella, y comienzo a imitarla, beso lentamente su
polla, le paso la lengua, cierro los ojos, me separo y
acomodo el consolador, me preparo, lo dejo justo donde lo
quiero y la tomo a ella por la cintura y pegarla a mí, como
si me la cogiera, su cuerpo me gusta, toco sus tetas...
mientras intuyo como voy a venirme... lo presiento, lo sé.

* * *

-Bueno, estarás contento, ¿no? Ya tienes tu regalo. Tu


fantasía se ha hecho realidad -le musité al oído a Leo, que
yacía rendido en la cama tras eyacular copiosamente sobre
la boca de Isa y la mía.

-Contento, pero no saciado -me contestó, con un tono


misterioso.

-No te entiendo...

-Quiero repetir.

(Maldita la hora en que probé un trío. Ahora ya no podemos


dejarlo. Llevamos acostándonos con Isa tres meses y una
semana. Y no sabemos cuándo vamos a dejarlo. Nos hemos
convertido, sin planearlo, en un matrimonio de tres).

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