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6/17/2019 La vida en las primeras ciudades: violencia, enfermedades y desnutrición | Ciencia | EL PAÍS

La vida en las primeras ciudades: violencia, enfermedades y


desnutrición
Un tercio de los habitantes de una urbe de hace 9.000 años tuvo infecciones,
muchos de ellos pedradas en la cabeza y todos problemas dentales
MIGUEL ÁNGEL CRIADO

17 JUN 2019 - 15:56 EDT

Panorámica parcial del yacimiento de Çatalhöyük. ÇATALHOYUK RESEARCH PROJECT

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Después de cientos de miles de años deambulando por el planeta, hace unos diez milenios
los humanos dejaron de hacerlo. En la gran revolución que fue el Neolítico, unos pocos
adelantados se asentaron y vivieron de lo que cosechaban y pastoreaban. Ahora, el estudio
de los muertos de una de aquellas primeras ciudades muestra que sus habitantes cogieron
nuevas enfermedades, sufrieron niveles de violencia nunca vistos y pasaron hambre. Sin
embargo, hoy la mayoría de las personas vive en ciudades y la práctica totalidad se
alimenta con productos criados o cultivados.

En la llanura de Konya, en el sur de la región central de la actual Turquía, se descubrió en los


años 60 la ciudad de Çatalhöyük. Las primeras casas, hechas de ladrillos de adobe, tienen
9.100 años. No es la primera urbe de la Prehistoria, hay aglomeraciones urbanas varios
siglos más antiguas (Ain Ghazal, Beidha o Shkarat Msaied, todas en el cercano oriente),
pero sí es la mejor conservada. En la ciudad, que ocupa unas trece hectáreas, llegaron a
vivir hasta 8.000 personas, una densidad de población de unos 600 habitantes por
kilómetro cuadrado (h/km2). No son los 6.000 h/km2 de Madrid o Ciudad de México, pero
es una cifra muy elevada para una aglomeración de casas de una altura.

"Çatalhöyük fue una de las primeras comunidades protourbanas del mundo y sus
residentes tuvieron los problemas que implica reunir a mucha gente en un área reducida
durante mucho tiempo", dice el profesor de Antropología de la Universidad Estatal de Ohio
(EE UU) y coautor del estudio Clark Larsen. La revista PNAS publica ahora los resultados de
25 años de investigación de una decena de científicos capitaneados por Larsen, la mayoría
bioarqueólogos, que buscan en los restos humanos (sobre todo huesos y dientes) saber
cómo vivían aquellos primeros urbanitas. Y han tenido bastante con qué investigar: Hasta
470 individuos completos y restos de otros 272. Enterrados en su inmensa mayoría bajo el
suelo de las casas.

En Çatalhöyük (actual Turquía) llegaron a vivir unas 8.000 personas


en una ciudad sin calles, entrando en sus casas por el tejado

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Tal superpoblación en una ciudad donde ni siquiera había calles y se entraba al hogar por el
tejado, debía generar estrés social y este degenerar en actos violentos. Una submuestra de
casi 100 cráneos desvela una violencia no encontrada antes en el registro fósil. 25 de las
cabezas tienen marcas de al menos una fractura (los hay con más de una). Salvo una lesión
provocada por algún objeto punzante, el resto tienen una forma ovalada y con
aplastamiento del hueso craneal. Esto encajaría con golpes provocados por una piedra. En
muchos casos, en especial en los de las mujeres, la pedrada fue por la espalda.

"Hay muchas menos lesiones violentas en la Europa del Paleolítico [el periodo anterior al
Neolítico], aunque también se acumulan más pruebas de entonces, especialmente entre los
neandertales y sus contemporáneos", comenta el antropólogo de la Universidad de
Burdeos (Francia) y coautor del estudio, Christopher Knüsel. Además, el porcentaje de
lesiones podría ser mucho mayor ya que, como explica, "las lesiones en los tejidos blandos
son mucho más habituales que las que afectan a los huesos pero normalmente no dejan
rastro en el registro arqueológico". Especializado en arqueología de la violencia, Knüsel
aclara que no hay estudios con el nivel de detalle de Çatalhöyük en otras ciudades
neolíticas, por lo que es difícil establecer si el entorno urbano favorecía los asaltos.

Sin embargo, la mayoría de las fracturas están selladas, cicatrizadas, por lo que no
murieron de los golpes. "Esto podría indicar que no había intención de matar, sino quizá
más de castigar o controlar determinadas conductas. Lo vemos como relacionado con
disputas intracomunitarias y, posiblemente, como una forma de control social mediante la
coerción física", razona Knüsel. Es decir, no hay pruebas de violencia ejercida por gentes de
fuera, solo de la practicada por el propio grupo del agredido.

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La inmensa mayoría de los más de 700 cuerpos


recuperados estaban enterrados bajo el suelo de las
casas. Este aparece decapitado, y no es el único.
ÇATALHÖYÜK RESEARCH PROJECT/JASON QUINLAN

El otro gran coste de vivir en la ciudad fue el de la salud. Entre los recolectores y cazadores,
el contacto con otros grupos humanos era raro. Aquí se apiñaban miles de personas.
Aunque encalaban con periodicidad suelos y paredes, y la cal es un gran desinfectante, se
han encontrado restos de desechos orgánicos dentro de las casas. No había algo parecido a
una letrina y los corrales de los animales estaban pared con pared con las casas.

Aunque son pocas las enfermedades que afectan directamente a los huesos, muchas
infecciones bacterianas pueden dejar su marca en ellos (reacción perióstica). Hasta el 33%
de los restos humanos tienen alguna de estas marcas. Un estudio publicado recientemente
encontró huevos de parásitos intestinales en coprolitos (heces fosilizadas) en Çatalhöyük.

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"En general, se piensa que a medida que las poblaciones de cazadores recolectores se
establecieron para convertirse en agricultores hace unos 10.000 años, tuvieron las ventajas
de un suministro estable de alimentos, un aumento de la fertilidad de las mujeres debido a
esto y una mejor defensa contra los animales salvajes", comenta el paleopatólogo de la
Universidad de Cambridge Piers Mitchell, autor del trabajo de los coprolitos. "Sin embargo,
entre las desventajas estarían una propagación más fácil de las enfermedades infecciosas a
medida que crecía el tamaño de la población, las debidas a los desechos humanos y la
posibilidad de mayor violencia interpersonal entre diferentes grupos a medida que las
personas intentaran robar objetos de valor a otros grupos" añade Mitchell, no relacionado
con la actual investigación.

En los huesos (y los dientes) también ha quedado grabado lo que comían los primeros
ciudadanos. Analizando la presencia de distintos isótopos, en particular de nitrógeno, los
investigadores pudieron determinar la mayor o menor cantidad y variedad de carnes y
vegetales ingeridos. La base de su dieta eran ya los cereales, en especial diversos tipos de
trigo, y las legumbres. Ambos alimentos procedían de variedades ya domesticadas por los
humanos. Esta dieta provocó que todos los individuos analizados sufrieran de hipoplasia
dental, es decir, pérdida del esmalte. Aunque en esto también pudo influir que la media del
periodo de lactancia materna superaba los 3,5 años. Además, el 10% de los dientes
recuperados tienen caries.

Salvo una, todas las lesiones en el cráneo fueron provocadas por


objetos esféricos y romos, probablemente piedras

"La presencia tan alta de caries es de esperar por el alto contenido de almidones y azúcares
que los habitantes consumían", explica la investigadora del Instituto de Arqueología del
University College de Londres (Reino Unido) Lara González Carretero. No relacionada con
este estudio, la investigadora está realizando su tesis doctoral en el yacimiento de
Çatalhöyük. "En general, se cree que el número de caries y otras enfermedades bucales son
más comunes en poblaciones que consumen un alto porcentaje de cereales y, en
comparación con sociedades cazadoras recolectoras, la presencia es mucho más alta".

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Aquellos mismos isótopos muestran que cabras y ovejas aportaban la parte esencial de las
proteínas animales. Solo en los últimos tiempos de Çatalhöyük aparecen las vacas.
También permiten comprobar que los pastores tenían que ir cada vez más lejos en busca
de nuevos pastos. Esto se ve confirmado con ligeros cambios en los huesos de las
extremidades inferiores de varios de los restos humanos. Para los autores del estudio, esto
indicaría que cada vez tenían que recorrer distancias más largas. Finalmente, la ciudad fue
abandonada en torno al 5950 antes de esta era. No está claro el motivo, pero un
enfriamiento global unido al agotamiento de las tierras más cercanas podría explicar el
abandono de la ciudad primigenia.

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