Está en la página 1de 11

El lince que luchó contra el Leviatán

Relato de Rinkuso Yu

Prologo: Yu

Ruido.
Maku Uta se despertó de su cama.
Una cama hecha de plantas y paja en una habitación con paredes de
madera que dejaban pasar pequeños hilillos de luz.
Maku era viejo. Un deimah viejo y sabio. Tenía rasgo de conejo;
unas grandes orejas blancas que caían por los lados y unos dientes
que sobresalían. Todo esto acompañado por una barba blanca y larga
que caía desde su cara. No era un daimah muy animalizado, pero lo
suficiente para ser rechazado, y su vejez le había enseñado a
ocultarse de los humanos.
Estaba ya muy viejo para tanto ruido.

- Que es todo ese ruido.- dijo para sus adentros mientras salía a
ojear lo que era.

Una fiesta.
Una gran fiesta.

Muchos de los daimah del Bosque sellado estaban bebiendo. Muchos


ya no se mantenían de pie. Otros hacían un corro al lado de una
figura muy animalizada de lince.

- Con que ya lo has decidido.- pensó Maku comprendiendo la


situación.

Maku se vio sorprendido por un daimah con rasgos perrunos que se


le acercó. Era Rex, la próxima mano izquierda del Maku.

- Señor… esto… Yu…- Parecía preocupado y exhausto.


- Lo se Rex, pasa para dentro de mi casa. Debo de contarte como
lo conocí.- dijo Maku sonriente.
Rex dudo un momento.

-Vas a tomar su puesto. Debes de saber por qué él lo tomo para


que tú seas un digno sucesor.
Ambos se metieron en la cabaña. La fiesta aun duraría. No había
prisas.

- Tranquilo, nunca ha fallado en sus escapadas.- dijo Maku tomando


asiento. La espalda lo estaba matando.
- Maku, esto no es una escapada cualquiera, esto es más bien un
suicidio. Ya sabes cómo somos tratados más allá del bosque.
- Él ya es mayor, y muy fuerte. No le voy a negar que descubra
nuevo mundo.
Rex mantuvo el silencio mientras pasaba a lamerse los brazos, una
costumbre muy típica en los daimah.
- Te dije que te contaría el pasado de Yu y así lo hare, pero por
favor estate atento.
Rex se sentó en el suelo en una posición muy perruna mientras
movía la cola de un lado para otro.

-Bien.- Dijo Maku mientras se aclaraba la voz.- La historia del


valiente lince empezó hace ya 19 años…
Capítulo 1: El accidente

Yu nació en una familia acomodada en el gran puerto de Setsu. Era


como cualquier familia humana corriente, bastante unida entre sí.
Estos habían estudiado y trabajado como biólogos marinos,
enfocando la decoración de su casa al mar.
La “Tesis conjunta de estrellas de mar”, esa famosa tesis que hoy
en día es ampliamente aplicable a los estudios sobre el genoma
humano, pues la escribieron los padres de Yu.

Yu fue el hermano mediano.


Su hermana mayor se llamaba Hyuna.
Su hermano pequeño, y a la vez el más amado de la familia, Jonathan
Joseastar, abreviado como Jojo por Yu.

Por cierto, no lo suele decir, pero sí, el apellido de Yu es D.


Joseastar.
La D. esa por lo que parece no tiene nada que ver con James D.
Brond, ya sabes, el rey de reyes y el que se ocupó de ocultar “el
juicio”. Aunque no sé cuál es el origen exacto.
Joseastar es el apellido de la familia. Creo que estaban
obsesionado con las estrellas de mar.

¿Que como se esta información te preguntaras?


El pasado no desaparece así sin más.
Para nadie.

Seguro que has oído hablar de “El Accidente”. O mejor dicho, “La
profecía”

Como ya te dije los padres de Yu tenían una decoración excesiva


en su casa sobre el mar. Entre esa decoración se incluía un enorme
acuario.
Yu tenía tres años, cuando pasaba felizmente por ese acuario
cuando un calamar gigante, el leviatán mismo, se fijó en él y
empezó atacar el acuario, rompiéndolo y consiguiendo atrapar a
Yu.
Los tentáculos se le escurrieron entre su cuerpo, aun humanizado,
y empezaron a abusar de él, succionando con las ventosas su débil
piel y… bueno ya te puedes imaginar. Casi muere en el acto.
Por suerte, la ayuda llego a tiempo y Yu pudo levantarse de nuevo
en una cama. Esta vez en la de un hospital.
Gritó
Gritó para sus adentros
Notaba aun el tacto viscoso de los tentáculos rozando su piel.
Notaba las ventosas. Notaba que no podía hablar por que un
tentáculo lo apresaba
Gritaba.
Y cuanto más gritaba, más enfermeras venían.
Hasta que dejo de gritar.
Se desmayó del shock.

Fue diagnosticado de ansiedad aguda postraumática y posteriormente


se le ingresó en un psiquiatra infantil.
Capítulo 2: Vergüenza

Yu estaba solo.

El psiquiátrico era solitario, y más para Yu. Su familia no lo


visitó nunca desde que fue internado.
También fue en este lugar donde empezó su animalización. Le empezó
a surgir pelo por todos lados. Le salió cola de lince y las orejas
le crecieron cual animal.

Como puedes deducir no fue aceptado por los humanos y lo tacharon


de monstro. Iban a sacrificarlo. A matarlo por ser un daimah. Lo
que en la jerga callejera se le conoce como “Furro”.

Pero tuvo suerte. Su cuidadora, Rita Hanakara, le avisó de que lo


iban a matar con la próxima medicina. Entonces la joven enfermera
acompañó a Yu hasta su libertad. Fuera de Setsu.

Yu tuvo que correr mucho. Huyó de los bandidos y de la gente que


no lo aceptaba.
Corrió
Huyó
Hasta que finalmente se desmayó.

Fue allí cuando lo encontré. Rodeado de buitres apunto de


alimentarse del joven lince.
No fue difícil ahuyentar a las aves, pero deberías haber visto al
chico. Llevaba días sin comer ni beber. Los otros de la expedición
me aconsejaban dejarlo… pero fui incapaz. Me di la vuelta para
llevarlo a nuestro hogar, el Bosque sellado.

Recuerdo el día que se despertó, estaba atontado. Lo habíamos


mantenido con comida mágica. Ya sabes que solo la usamos en
ocasiones muy especiales.

“¿Que hago aquí?”

Dijo el joven lince.


Obviamente le dije lo que paso. Tenía carácter para su edad. Pasar
de ser un humano a un daimah perseguido fue un duro golpe.

Pero el chaval era fuerte. Muy fuerte. Más fuerte que tú y que
yo.

Y creció con nosotros, hasta el día de su iniciación.


Capítulo 3: El ideal

Tenía 15 años. Era todo un lince ya. Le entrene en las artes


marciales y el bosque le dio los poderes que necesitaba. El ki.
No te lo voy a negar, a mí también me sorprendió. Solo ha habido
cuatro héroes en nuestra aldea capaz de manifestar el ki, uno de
ellos Yu.

Esto no me tranquilizó.
Los otros Maestros del Ki que tuvimos murieron a manos de los
humanos. Ejecutados por ser monstros.
Pero no podía negarle nada al chico. Aunque no me gustara.

Como el rescate de una partida Daimah que había sido capturada


para ser ejecutada.

Efectivamente. Esa fue la iniciación de Yu. Una misión suicida.

No te voy a mentir. Tuve miedo. He tratado al chico como un hijo…


perderlo hubiera sido uno de los mayores dolores que mi cuerpo
hubiera soportado.

Pero como bien dice la profecía:

“El héroe no nace, sino se crea”

Yu partió de la Aldea junto con otros cinco Daimah. Lo que te voy


a contar ahora lo sé de habladurías que hacían el grupo de rescate.

Llegaron sin problemas a la capital de Lannet. Incluso se


internaron sin llamar la atención en ella.
Los problemas surgieron al llegar a las mazmorras, vigiladas por
varios guardias.
El grupo fue rodeado. Aunque aún había una oportunidad. Alguien
debía de entretener a los guardias mientras el resto huía y
liberaba a los prisioneros.
Ese fue Yu.
Se abalanzó contra los guardias sacando las garras. Arañado a todo
aquel que osara interferir. Yu se quedó solo… solo ante una decena
de guardias.
Pero entonces algo ocurrió.

Lo averigüe hace poco de manos de un retirado loco. Siempre tuve


dudas sobre como Yu sobrevivió al ataque. Este loco era uno de
los guardias.

Me contó que se enfrentaron a un “furro” esa noche. Uno con una


forma de lince. No fue difícil vencerlo pero entonces, una vez
una espada había cortado su estómago y estaba tirado en el suelo
sollozando… empezó a decir unas palabras. Unas palabras solo
dichas por otro hombre con anterioridad.
Era el ideal de James D. Brond.

“Forjare mi propio destino”

Entonces el Daimah se llenó de luz. Una luz radiante, como se dé


llamas se tratara, que curaron sus heridas y le dieron poderes
sobrehumanos. Atacó a los guardias desde la distancia, pero con
los ojos cerrados, como si estuviera durmiendo. Los soldados que
pudieron sobrevivir salieron en búsqueda de ayuda. Fue ahí cuando
Yu se despertó, sano y salvo, confuso y con lagunas en su mente.
Pero vivo.

Él era el elegido.
El lince que se enfrentó al Leviatan. El forjador de forjadores.

Cuando volvieron a la aldea, todos fueron recibidos con aplausos.


No solo había salido la misión bien. Sino que no había habido
ninguna baja.

Yu había completado su iniciación. Yo mismo le di el título de


Rinkuso, que ligado a su nombre forma el apelativo de “La valentía
del Lince”.
Pero sabía que algo había pasado. Lo podía ver en su cara, aunque
no recordaba nada.
Y entonces fue cuando tome la decisión.
Lo proclamé mi mano izquierda y lo mandaría a entrenar para ser
el héroe de la aldea.

Y así fue como Yu aprendió a ser el viento. A volverse unas hoja


que seguía el impulso de las corrientes.

Completó más y más misiones. Ya no era un simple daimah asustado.


Ahora era una sombra que observaba a los humanos.
Capítulo 4: Adiós

-Y bueno te preguntaras por que ha decidido tomar el camino de la


aventura, ¿no? Bueno creo que eso es material para otra historia.-
dijo Maku mientras se levantaba para estirazarse.
-Sé porque es jefe. Sé que es por “el juicio”. Se ha propuesto a
encontrarlo. El tesoro de Tesoros. El tesoro de reyes y pobres.
El tesoro de James D. Brond.- dijo Rex incorporándose.

Maku asintió.

- Ha dedicado estos últimos años a leer sobre el tema. Y


sinceramente no lo culpo. Es un tesoro que llama la atención por
su contexto, y aunque no niego su existencia, es peligroso ir
detrás de él. – dijo Maku agachando la cabeza. – No le voy a negar
su libertad, quiero que sea feliz. Y que forje su propio destino,
que no esté ligado a la profecía del lince que se enfrentó al
Leviatán.- se reincorporo para fijarse en el joven lince desde la
ventana
- Pero como tu dijiste, él es el elegido, nuestro elegido.
- Nuestro héroe no será un hombre fuerte. Será un luchador nato,
que se enfrentara a las fechorías del mundo hasta que un día se
enfrente al mismísimo leviatán en una pelea para forjar un nuevo
mundo. El elegido. El lince.- Recitó Maku.
Silencio
- Toca despedirse de Yu.- dijo Maku mientras decidía salir al
exterior.

Yu esperaba a su padre, era el único que faltaba. Maku fue todo


lo rápido que podía.

- Oh Yu… has crecido mucho.- dijo maku tocando las orejas del
joven lince.
- Lo se Maku.
- ¿y dónde te dirigirás?- preguntó Maku
- Creo que a Koga. Me han dicho que hay encontrare buenos
suministros y me podrán guiar en mi aventura. Quien sabe, tal vez
encuentre a otros Daimah que se quieran unir a mí.- sijo sonriente
el lince
- Hazme un favor.- dijo con un suspiro Maku
- ¿No morirme?
- No. Encuentra ese tesoro y forja tu propio destino.- dijo Maku
abrazando Yu.

Yu no contestó al momento. Tardó unos segundos en contestar.


- Gracias Maku.- dijo Yu mientras se liberaba del abrazo del viejo
conejo y se despedia de todos, antes de salir del bosque y
desaparecer en la neblina.
Maku no pudo evitar soltar una lágrima.

- Adios Yu. Hasta la vista.

Fin del relato

También podría gustarte