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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN................................................................................................................................... 1

I. ORACIÓN DEL DISCÍPULO MISIONERO ........................................................................................ 2


II. CONVERSIÓN PASTORAL: HACIA UNA IGLESIA MÁS DISCÍPULA MISIONERA .............................. 3
III. QUÉ PARROQUIA PARA LA ARQUIDIÓCESIS DE CALI ................................................................ 6
IV. VISITA A LAS FAMILIAS ................................................................................................................ 8
V. CASA DE INICIACIÓN, CASA DE CRECIMIENTO, CASA CATÓLICA ............................................ 9
VI. LA CASA CATÓLICA EN EL PROCESO DE RENOVACIÓN PASTORAL DE LA ARIQUIDIOCESIS 11
DE CALI ..........................................................................................................................................
VII. LA CASA CATÓLICA ABIERTA, INTEGRADORA, DE ORACIÓN .................................................. 15
VIII. LA SECTORIZACIÓN Y LA CASA CATÓLICA ............................................................................... 16
IX. CÓMO ESCOGER LA CASA CATÓLICA Y SUS SIGNOS .............................................................. 17
X. COORDINACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LA CASA CATÓLICA ...................................................... 18
XI. ESQUEMA DE REUNIÓN EN LA CASA CATÓLICA ........................................................................ 19
XII. TEMAS A DESARROLLAR EN LA CASA CATÓLICA ..................................................................... 20

1. JESÚS Y LA SAMARITANA .................................................................................................. 21


2. JESÚS Y NICODEMO .......................................................................................................... 26
3. JESÚS Y EL CIEGO ............................................................................................................. 31
4. JESÚS DESDE LA CRUZ ..................................................................................................... 35
5. JESÚS Y LÁZARO ............................................................................................................... 39
6. JESÚS Y MARÍA MAGDALENA ........................................................................................... 45
7. JESÚS EN CASA ................................................................................................................. 48
8. EL HIJO PRODIGO .............................................................................................................. 52
9. VENGAN A MI LOS QUE ESTÁN CANSADOS Y AGOBIADOS .......................................... 57
10. ¡ÁBRETE! ........................................................................................................................... 60
11. FIEL AL PADRE .................................................................................................................. 63
12. EL DON DEL RESUCITADO .............................................................................................. 66
13. VAYAN A GALILEA ALLÍ LO VERÁN .................................................................................. 70
14. PIDAN, BUSQUEN, LLAMEN ............................................................................................ 73
15. MARÍA ACOGE LA PALABRA DE DIOS ............................................................................. 76
16. TENGO SED ...................................................................................................................... 80
17. JESÚS ASUME NUESTROS MALES ................................................................................ 83
18. ENVIADO A LOS POBRES ................................................................................................ 87
SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

INTRODUCCIÓN

El 12 de noviembre de 2016 en la Arquidiócesis de Cali nos declaramos en Misión permanente. Un


compromiso de anunciar la buena noticia de Jesucristo en las periferias de nuestras parroquias.
A partir de esa fecha, hemos sentido toda la fuerza evangelizadora de las comunidades que
de casa en casa, en los sitios de agregación, en las familias y sectores, llevan a la persona
adorable de nuestro Señor Jesucristo como un tesoro que se comparte para que todos en El
tengan vida abundante (Jn 10,10).
Fruto de esta misión permanente es la Casa católica, espacio de iniciación y crecimiento donde
los vecinos de cada sector centrados en la palabra, tienen un lugar de encuentro con Jesús
Maestro y con los hermanos con los cuales compartimos alegrías y esperanzas de un futuro
mejor. La casa católica se ha convertido en un pulmón espiritual para tantos que expresan su
fe en comunidad, regresan y se reconcilian con la Iglesia, pero de manera especial encuentran
un espacio de espiritualidad que les da sentido a sus vidas.
Con una metodología sencilla pero profunda, de Lectio Divina, poniendo en el centro la persona
de Jesús, la casa católica es continuación de la acción misionera que se ha desarrollado por
los sectores. Agradecemos a los Laicos comprometidos ese espíritu misionero y esas ganas
de llevarlo más allá de las paredes del templo. Todos sabemos que no es tiempo de esperar, es
necesario salir, ser propositivos y creativos, es tiempo de una nueva evangelización.
El material que les entregamos a continuación busca poner las bases de la casa católica,
desarrolla una estructura teórica y propone estrategias para las reuniones, así como 18 temas
de base Kerigmática desarrollados para encuentros de 90 minutos. No pretendemos que sea
una camisa de fuerza, cada comunidad de acuerdo a sus posibilidades podrá adaptar los
contenidos sin perder el objetivo: una casa de encuentro con Cristo y con los hermanos.
El material aquí desarrollado se puede ampliar en sus fuentes, especialmente de los libros “Los
grupos de Jesús” “Ven y Verás” y “Jesús signo de libertad”. Esperamos que sea de provecho y
contamos con tu esfuerzo, sugerencias y tenacidad para seguir llevando el mensaje de vida a
todos los pueblos.

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I. ORACIÓN DEL DISCÍPULO MISIONERO.

Señor Jesucristo,
Camino, Verdad y Vida,
rostro humano de Dios y rostro divino del hombre:
haz que experimentemos
el amor del Padre y la alegría de ser sus hijos.
Ven a nuestro encuentro para conocerte,
amarte y seguirte en la comunión de tu Iglesia,
celebrando y viviendo el don de la Eucaristía.
Danos siempre el fuego de tu Santo Espíritu,
que ilumine nuestras mentes
y despierte en nosotros el deseo de contemplarte.
Concédenos unidos a tu cruz
el don de amar a los hermanos.
Como misioneros enviados por Ti,
danos el valor de anunciar a todos,
en especial a los débiles y excluidos,
tu mensaje de salvación.
Queremos, como Discípulos Misioneros,
colaborar con nuestro testimonio y entrega,
para que nuestros pueblos
tengan en Ti vida abundante
y con solidaridad construyamos la fraternidad y la paz.
¡Señor Jesús, ven y envíanos!
María, Madre de la Iglesia,
Ruega por nosotros. Amén.

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II. CONVERSIÓN PASTORAL:


HACIA UNA IGLESIA MÁS DISCÍPULA MISIONERA

La vocación de la Iglesia es evangelizar y para ser fiel a su servicio, constantemente debe de


revisar su acción pastoral para seguir siendo competente en su tarea entregada por Jesús.
Eso significa confirmar y revitalizar la novedad del evangelio desde el encuentro personal con
Jesucristo, anuncio insistente que suscite discípulos misioneros.
Al ser una Iglesia misionera, el anuncio de la buena noticia necesita servidores que lleven con
su testimonio la persona de Jesús a los alejados (2 Cor 10,16), a las periferias, a los últimos.
Precisamente a esto es a lo que llamamos conversión pastoral, que no depende de grandes
proyectos o manuales especializados, sino del deseo de recomenzar desde Cristo, sabiendo
que no se comienza a ser cristiano por una gran idea, sino por el encuentro amoroso con Jesús
(DA 12).
Recordamos esa frase “Iglesia siempre en proceso de cambio”, siempre inquietos por ser
mejores y más fieles y en movimiento. Para ello los invito a que nos centremos en seis actitudes
que nos animan a una concreta conversión pastoral.
Tomar la iniciativa
El desafío de la evangelización compromete a salir y llegar a todos. El Papa lo llama “primeriar”.
Salir de la zona de confort de esperar y cuidar lo que se tiene, y lanzarse sin miedo al anuncio
del evangelio. Tomar la iniciativa significa también desplazarse a los diferentes sectores,
en palabra de Francisco: La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la
iniciativa, la ha “primeriado” en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y por eso, ella sabe adelantarse, tomar la
iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos
para invitar a los excluidos.
Involucrarse en la vida de las comunidades
La conversión pastoral pide salir a llevar el evangelio, más no puede ser llevar un mensaje, hablar
de una doctrina y replegarse nuevamente en la parroquia. La tarea es entrar en contacto con las
familias y la vida de las comunidades, fortalecer la cercanía, acogida, fraternidad. Involucrarse
significa hacerse hermanos, vecinos, miembros de una misma comunidad a contagiar del amor
de Jesucristo. Es importante la sectorización para hacernos más cercanos. Se comparte un
mensaje que responde a las necesidades, a las preguntas de la comunidad.
Promoviendo procesos
Un punto álgido en la búsqueda de una Iglesia discípula misionera es su compromiso de construir
itinerarios formativos de los laicos, evitando la ansiedad de dar frutos inmediatos. Recordamos
que el documento de Aparecido nos describe el camino discipular que debemos implementar
en la Arquidiócesis: Encuentro, conversión, discipulado, comunidad y misión. Enfocándonos
en la misión territorial, queremos quedarnos para acompañar los procesos formativos de la

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comunidad. Hemos llamado a este cambio misión permanente, porque queremos permanecer
en los sectores, quedarnos con nuevos grupos de oración, espacios de formación, catequesis,
rosarios y muy especialmente concretar en cada sector la casa católica.
Generosos en la entrega
La Iglesia anuncia el evangelio porque el bien siempre se comparte, siempre tiende a
comunicarse, porque se da testimonio de ese encuentro maravilloso que ha cambiado la vida.
Hacer estos cambios no será fácil, exige grandes sacrificios. Una Iglesia misionera imprime en
todos, personas y grupos una espiritualidad de entrega. Exige tiempo, preparación, reuniones,
salir de la comodidad e ir hacia las periferias de los barrios, aprender nuevos métodos, pero
sobre todo ser perseverantes, no claudicar en el camino y seguir a pesar de cansancio, dudas
y fracasos.
Generando vida
Se anuncia el evangelio para enamorar, para atraer, “para dar vida”, (Jn 10,10) despertar
ilusiones, compartir alegría, renovar esperanza, recrear utopías. Hay tantos hermanos heridos
que necesitan una palabra de misericordia, hay tanta tristeza y dolor, que la comunidad es
llamada a ser testimonio del gozo de la buena noticia de Jesucristo, actuando en la vida de
los pueblos. Se celebra y se comparte la alegría. No sirve “las caras de vinagre” o la “actitud
de funeral”. Se necesita una Iglesia apasionada y llena de gozo, tanto que contagie a todos.
Qué gran desafío ir con todo el optimismo, siendo instrumentos de esperanza en el dolor de
nuestros.
Una Iglesia en conversión pastoral, se goza de ser instrumento para hacer gustar la alegría de
la salvación. Siente que su tarea fundamental es ser cauce y no obstáculo para vivir con Jesús
(Cf. Jn 1, 35 -42), su tarea fundamental, sin la que todo lo demás sería una especie de postizo
o de mascara, es facilitar el encuentro con Jesús. Qué lindo desafío, que gran compromiso.
Los invito a responder a este llamado de la misión con un compromiso amoroso a Dios y a las
personas que ansían escuchar un mensaje de salvación.
Centrados en la palabra
Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo. Por esto hay que
educar en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento (cf. Jn
6,63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen
a fondo? Se hace, pues necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del
Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de “auténtica conversión y de renovada
comunión y solidaridad”.
Comprometidos en lo social
El servicio pastoral a la vida plena exige anunciar a Jesucristo y la Buena Nueva del Reino de
Dios, denunciar las situaciones de pecado, las estructuras de muerte, la violencia y las injusticias
internas y externas, fomentar el diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico. Jesucristo es
la plenitud de la revelación para todos los pueblos y el centro fundamental de referencia para
discernir los valores y las deficiencias de todas las culturas, incluidas las indígenas (DA 95).

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La conversión pastoral exige ser una Iglesia Samaritana (cf. Lc 10, 29-37), con los brazos
abiertos, con el imperativo de hacernos prójimos, especialmente con el que sufre y generar una
sociedad sin excluidos, siguiendo la práctica de Jesús que come con publicanos y pecadores
(cf. Lc 5, 29-32), que acoge a los pequeños y a los niños (cf. Mc 10, 13-16), que sana a los
leprosos (cf. Mc 1, 40- 45), que perdona y libera a la mujer pecadora (cf. Lc 7, 36-49; Jn 8, 1-11),
que habla con la Samaritana (cf. Jn 4, 1-26). (DA 135).

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III. QUÉ PARROQUIA PARA LA ARQUIDIÓCESIS DE CALI


En nuestra Arquidiócesis de Cali la vida de fe se vive en gran medida en las parroquias. Nuestras
comunidades participan de la Eucaristía y los sacramentos, escuchan la palabra y se reúnen
con el fin de prestar servicio a los pobres y a los miembros de la comunidad. La parroquia se
convierte en lugar y fuente de la nueva evangelización, de encuentro con el resucitado; en ella
se vive todos los días el misterio y la misión de la Iglesia.
Su valor ha tomado cada día más importancia en el magisterio de la Iglesia, la Evangelii
Gaudium la define como “presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra,
del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la
adoración y la celebración. A través de todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus
miembros para que sean agentes de evangelización” (AG 27).
Precisamente desde la parroquia queremos seguir con nuestra conversión pastoral enfatizando
en la Iglesia en salida, en la corresponsabilidad del anuncio del evangelio. Les proponemos
seis notas claves para construir nuestra parroquia discípula misionera.
1. Todos los servidores
Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, es su identidad más profunda.
“Ella existe para evangelizar” (EG14). En efecto, todos los bautizados hemos recibido la misión,
el encargo, la vocación, la responsabilidad de participar solidariamente en la misión de la Iglesia.
Una Iglesia sujeto de carismas y ministerios nos impulsa a edificar comunidades fortalecidas
por el Espíritu Santo, donde el protagonismo de la acción evangelizadora no recae solamente
en los ministros ordenados; todos los bautizados, los laicos, se hacen corresponsables en el
anuncio ardiente de la persona Nuestro Señor Jesucristo.
2. En asamblea
La Asamblea Pastoral es la reunión de todos los servidores de la parroquia que presidida por
el párroco y abierta a todos los fieles, programa la acción pastoral para un determinado periodo
de tiempo, analiza las necesidades y exigencias evangelizadoras, evalúa las principales tareas
de la comunidad, generando un ambiente de armonización, convergencia espiritual y social que
concreta anhelos y esperanzas colectivas.
3. Con escuela
La Escuela Parroquial de Servidores es un espacio animado por el párroco pastor y maestro.
Busca que todos los servidores tengan la posibilidad de encontrarse con Jesucristo y profundizar
el conocimiento de la fe, vivir en comunidad y abrir su horizonte misionero.
A ejemplo de las antiguas escuelas rabínicas, se constituye en un claro y sencillo itinerario
sinodal, buscando la renovación parroquial que nos exige un Iglesia de puertas abiertas no
solo físicamente sino en la posibilidad de la participación de los Laicos. Una parroquia orgánica
que se conecte con la realidad de la arquidiócesis de Cali, una parroquia corresponsable que
trabaje en equipo con la necesidad de formar a sus laicos como animadores.

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4. En pequeñas comunidades parroquiales


La Iglesia es comunidad de comunidades, nos reconocemos como discípulos llamados a vivir
en medio de los hermanos, donde ninguno es anónimo, sino parte de una asamblea que se
reúne en pequeñas comunidades para vivir la fraternidad, crecer en el conocimiento de la
fe, celebrar la vida y salir a anunciar la buena noticia de Jesucristo. El documento Evangelii
Gaudium define la parroquia como “comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos
van a beber para seguir caminando y centro de constante envío misionero” (EG 28).
5. Para la misión permanente
La misión es un mandato de Jesús para la Iglesia “Por tanto, id y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28,19).
Pretendemos que esta acción de la Iglesia sea permanente, que renueve la comunidad eclesial
en su conjunto, para que todo los bautizados, convertidos en discípulos misioneros sean capaces
de dar testimonio de la buena noticia en nuestro mundo de hoy. Los obispos claramente lo
describen: “Nos referimos a un proceso misionero, que puede tener varios años de duración y
que a partir de un encuentro personal y comunitario con el Señor Jesús, se propone poner a
toda la Iglesia y a todos en la Iglesia en un estado permanente de misión” (Itinerario de la misión
continental, 12).
6. Para construir tejido social y tejido eclesial
La vida nueva de Jesucristo toca al ser humano entero y desarrolla en plenitud la existencia
humana “en su dimensión personal, familiar, social y cultural”. Para ello, hace falta entrar
en un proceso de cambio que transfigure los variados aspectos de la propia vida. Sólo así,
manifestaremos que la vida en Cristo sana, fortalece y humaniza. Porque “Él es el Viviente,
que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos del dolor y de
la muerte, de la alegría y de la fiesta”. La vida en Cristo incluye la alegría de comer juntos, el
entusiasmo por progresar, el gusto de trabajar y de aprender, el gozo de servir a quien nos
necesite, el contacto con la naturaleza, el entusiasmo de los proyectos comunitarios y todas las
cosas que el Padre nos regala como signos de su amor sincero.
En el continuo servicio de la nueva evangelización, necesitamos cada vez más, encontrar
maneras de llevar la acción misionera a todas las actividades de los programas parroquiales.
No es prepararnos para una misión, es renovar toda la estructura pastoral de la Arquidiócesis
para que toda ella sea misionera.

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IV. VISITAS A LAS FAMILIAS


Las visitas a las familias son una estrategia de evangelización muy importante que hemos de
aprovechar mejor en nuestra Iglesia. La oportunidad está dada y es con motivo de llevar a cada
familia el mensaje de salvación, la cercanía de la Iglesia y la simpatía de ser cristianos. Las
visitas que son una oportunidad de evangelización tienen los siguientes efectos:
Es una búsqueda maternal, que la iglesia como madre y a ejemplo de María, hace a sus hijos
a los cercanos y también a los alejados, todos necesitados y ansiosos del amor de Dios.
Tejer lazos de amistad en Cristo, tomando como ejemplo la relación que Jesús estableció con
sus discípulos: “Ya no los llamo siervos sino amigos” (Jn 15,15).
Es un contacto sencillo pero fuerte entre la comunidad parroquial y sus familias, derrumbando
muros y creando puentes entre la iglesia y los alejados, los indiferentes y los resentidos.
Es muestra de humanidad, acercándose a los últimos, ancianos, abandonados, adictos,
enfermos, familias en crisis, extraviados, rostros sufrientes de nuestros sectores.
Escucha amorosa de los anhelos que hay en los corazones de los creyentes de conocimiento
de las situaciones que alegran y que aquejan a las familias, su vida y su realidad.
Las visitas de Jesús
Los invito a acercarnos a la escuela de Jesús de Nazaret para aprender a ser misioneros con
la fuerza de su amor. Imaginémonos estar acompañando a Jesús en sus caminatas por los
pueblos pequeños de palestina, miremos el evangelio y gocémonos de su cercanía y amor.
Jesús utilizó la estrategia de visitar al ser un misionero itinerante, andaba por la galilea visitando
sinagogas y hogares (Mt 9, 35-36). Estas visitas eran la expresión de su cercanía y respeto
con aquellos que lo escuchaban, su ser de maestro era particular, no esperaba que fueran a El,
tomaba la iniciativa de encontrarse y entregar su ser, su fuerza, su proyecto de Reino (Lc 6,19).
En sus diálogos y visitas Jesús muestra su capacidad contemplativa: observa la realidad, las
actitudes de las personas, toma postura, valora los signos positivos y la fe (Lc 5,20), comparte
lo que tiene (Lc 9,13), es afectuoso con todos, incluyendo los pecadores (Lc 7,38), celebra con
la familia sus bodas (Jn 2, 1-2).
Podemos aprender de Jesús en las visitas a los hogares: su interés por cada persona, toma la
iniciativa de buscarlos, no tiene prejuicios ni culturales, ni religiosos, realiza gestos corporales
positivos como el saludo, el abrazo, la sonrisa, aprovecha cualquier circunstancia para hablar
del amor de Dios, parte siempre de la realidad que viven las personas, emplea un lenguaje que
todos entienden.
¿Jesús cómo empieza una visita?
Las visitas de Jesús tienen como punto de partida la situación de cada familia, de cada persona,
el maestro conoce sus necesidades y busca resolverlas, cuando tenía que corregir lo hacía
con amor (Lc 11,37), sus palabras portaban ternura y respeto (Lc 15,1), compasión (Lc 7,13).
Nosotros podemos seguir esta actitud de respeto, palabras cordiales aún en el rechazo con
simpatía y con la seguridad que llevamos una palabra de bendición.

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¿Cuánto tiempo dedica Jesús a las visitas?


Les dedica mucho tiempo, recorriendo el evangelio podemos notar que Jesús hace muchas
visitas, por ejemplo, a la suegra de Pedro cuando estaba enferma (Mc 1,29). Entra en la casa
de Zaqueo y se queda a cenar con el un buen rato (Lc 19,1-10). Visitó la casa de Marta y María
y se quedaba cómodamente atendido (Lc 10, 38). Sea una breve visita informativa o una larga
charla con la familia, gocémonos de la oportunidad de compartir nuestra experiencia de Dios a
quienes nos permiten entrar en sus hogares.
¿Qué ofrece Jesús con sus visitas?
Las visitas de Jesús van cargadas de amor, cercanía, bendiciones. Aprovechaba para compartir
la vida de la familia, evangelizaba, proponía con autoridad la propuesta del Reino. Jesús visitaba
para convivir, para hacerse cercano. Ofrecía su fuerza de Dios palpitante en su corazón (Mt
9,10). Nosotros también vamos a ofrecer en nuestras visitas a la persona de Jesús, no vamos
a hacer proselitismo, queremos compartir con humildad nuestra propia experiencia de Dios.
Vamos sin arrogancia, no somos los intelectuales de la fe, vamos sin prejuicios, el mensaje es
para todos, vamos con humildad que sea Cristo el importante.
Decálogo para las visitas
1. Revisar y completar la organización de los sectores y los grupos responsables de cada
uno de ellos.
2. Leer los materiales desarrollados para la semana de la misión y verbalizar nuestras
dudas y certezas en los diferentes grupos.
3. Favorecer el clima de oración por el éxito de la misión.
4. Ponernos de acuerdo en los horarios que vamos a utilizar para el visiteo y el desarrollo
organizado de estas.
5. Debemos cuidar nuestra sencillez al vestir, nuestra delicadeza al hablar, con un signo
visible que nos identifique y en lo posible con algún material escrito o detalle para dejar
en cada casa visitada.
6. Somos misioneros de la paz, vamos con humildad, jamás confrontamos ni entramos en
discusión, jamás nos imponemos ni defendemos nada, llevamos el evangelio y si no
aceptan, nos quedamos, si nos cierran la puerta, nos retiramos con mucho respeto.
7. Si nos invitan a entrar, no nos quedamos arrinconados en la puerta, con sencillez
invitemos a romper el hielo con una oración de intercesión por esa familia.
8. Es importante saber escuchar, así no nos guste lo que se diga, lo ideal es un dialogo,
procurando no desviarnos en temas que no nos competen o no manejamos. Recordemos
que vamos en nombre de la Iglesia, nuestras apreciaciones personales pueden enrarecer
la visita.
9. Somos mensajeros de la esperanza, estamos invitados entonces a generar un dialogo
positivo desde la palabra de Dios con la fuerza de la oración, sembrando semillitas de
Reino. No somos consejeros, no nos corresponde; somos anunciadores de la palabra.

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Si hay enfermos es una oportunidad para orar por ellos, orar por los niños, las embarazadas,
aprovechar las oportunidades. No podemos olvidar que vamos llevando una persona a
Jesucristo, así como nos hemos encontrado con Él y ha cambiado nuestra vida, queremos que
todos tengan esta maravillosa experiencia.

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V. CASA DE INICIACIÓN, CASA DE CRECIMIENTO, CASA CATÓLICA


El cristianismo “nació en las casas”, en las familias que abrían sus puertas al anuncio evangélico,
a los apóstoles (el término significa “enviados”), que no se cansaban de “dar testimonio” del
Cristo Resucitado, vencedor de la muerte, vivo y presente en medio de la comunidad creyente
que “se dedicaba a la oración en común, junto con algunas mujeres, además de María, la madre
de Jesús y sus parientes” (Hechos de los Apóstoles 1,14). Ese núcleo fundamental en el que
fue desarrollándose y creciendo la Iglesia se perdió luego, cuando de perseguida pasó a ser
religión del Estado. La cuestión no es añorar pasados, ni siquiera es volver al pasado o recuperar
cosas perdidas. La cuestión es “volver a Cristo”, renovar diariamente ese gran misterio pascual
que la Iglesia actualiza en la celebración de los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía,
pues allí está la fuente viva de la fe, el manantial del cual se alimenta continuamente para no
envejecer, para no instalarse, para no “dormirse” añorando pasados que no van a volver. No,
los creyentes no somos unos nostálgicos de música vieja. Los creyentes celebramos el gran
misterio de Cristo, “Jesús Mesías es el mismo hoy que ayer y será el mismo siempre” (Hebreos
13,8). Los creyentes descubrimos cada día con asombro el gran amor de Dios manifestado
en su Hijo Jesucristo, actuando diariamente por medio del Espíritu que en la Iglesia se hace
presente a través de la proclamación de la Palabra y de la celebración de los Sacramentos de
vida. Actuante también en las comunidades de los fieles, de las parroquias, de los movimientos
apostólicos porque la fe no es individualista, la fe es personal y comunitaria.
Cuando hablamos de CASA DE INICIACIÓN, CASA DE CRECIMIENTO Y CASA CATÓLICA
estamos describiendo UN PROCESO DE FE: En primer lugar, anunciamos la Buena Noticia,
gritamos a los cuatro vientos que Cristo es el Señor, que no es algo del pasado, que ha derrotada
el gran enemigo que es la muerte y que encima nos da una vida nueva por el Bautismo, por
la fe. Así surge la CASA DE INICIACIÓN, la casa que acoge, es decir, la pequeña comunidad
creyente que “abriendo el oído” a Dios recibe el anuncio liberador de Jesucristo. Sigue luego
una tarea diaria, continua, perseverante, escuchando y celebrando la Palabra de Dios, es LA
CASA DE CRECIMIENTO, porque la fe es dinámica, se crece en la fe, la Iglesia nos engendra
en la fe, nos comunica la fe y entonces las pequeñas comunidades van poco a poco conociendo
el gran tesoro de la Sagrada Escritura, van descubriendo los Sacramentos, van celebrando la
vida que Dios nos da.
Y finalmente, aunque no haya un tiempo fijo o determinado (porque también hay retrocesos
en la fe, abandono de la fe, crisis de fe), se construye la CASA CATÓLICA, el término no es
excluyente, al contrario, significa la CASA COMÚN, LA CASA DE TODOS, LA CASA donde
no sólo te informan cómo entrar en un proceso de fe, sino la CASA que celebra la fe, orienta
la fe, la auténtica DOMUS ECCLESIAE = CASA DE IGLESIA. He ahí, en apretada síntesis, el
proceso evangelizador al que apuntamos en nuestra Arquidiócesis de Cali. En las parroquias,
en las Asambleas de pastoral que se están conformando, con los diversos movimientos o
realidades eclesiales, con la ayuda del CENTRO ARQUIDIOCESANO DE EVANGELIZACIÓN,
con la participación de sacerdotes, religiosas, líderes de pastoral; con la conciencia clara de que
vivimos “un nuevo aire del Espíritu” comenzado con el Concilio Vaticano II hace cincuenta años
y renovado en APARECIDA y en el servicio pastoral del Papa Francisco, caminamos cada día

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con la certeza de vivir en Cristo Resucitado, que “da sentido” a nuestra existencia, que despeja
nuestras tinieblas, que renueva nuestra esperanza y que nos impulsa a la construcción de un
mundo nuevo, un mundo “según Dios”. Todo el que comparta estas convicciones está invitado
a construir la CASA DE INICIACIÓN, LA CASA DE CRECIMIENTO, LA CASA CATÓLICA.

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VI. LA CASA CATÓLICA EN EL PROCESO DE RENOVACIÓN PASTORAL


DE LA ARQUIDIÓCESIS DE CALI
Nos hemos declarado en la Arquidiócesis de Cali en misión permanente, es decir, queremos
anunciar a Jesucristo por todos los sectores de manera continua, directa, de casa en casa,
llegando a los lugares de agregación, llevando el mensaje de Jesucristo. Es una acción
ambiciosa, salir a anunciar a todos requiere de mucho sacrificio, tiempo, paciencia y método,
pero nos apremian dos cosas para realizarlo: primero, el inmenso amor que hemos recibido al
encontrarnos con Jesucristo, tan grande que queremos comunicarlo a los demás, y segundo, la
sed de Dios que sufre la sociedad actual. Ver a tantas personas viviendo al límite del dolor, de
la tristeza, rostros sufrientes que anhelan vida, esperanza, fe, que solo Cristo Jesús les puede
dar.
La semana de inicio de la misión nos permitirá acercarnos a las comunidades en los sectores
de las parroquias, llegaremos tanto a los alejados, a los que dejaron que la fe se enfriara,
a los resentidos con la Iglesia, a aquellos que decidieron tomar otros caminos religiosos.
Nos acercaremos también al enfermo, al débil, a la persona olvidada, al deprimido, al
drogodependiente, a todos sin excepción ni prejuicios, llevando una persona, a JESUCRISTO,
llevando el mensaje de encuentro y salvación. Ahora bien, nuestra misión no termina al concluir
la semana, es permanente, continua en el tiempo y en el territorio. Nuestra acción pastoral
procura ser incisiva, no nos replegaremos nuevamente en el templo, mejor aprovecharemos
para acompañar las comunidades en los sectores vitales donde desarrollan sus historias.
Es en este espacio donde la casa católica busca renovar la acción pastoral de la Arquidiócesis de
Cali. Hablamos de renovar porque invita a salir del templo y quedarnos en los sectores, además
renueva la forma como algunos ven la Iglesia - institución dispensadora de sacramentos – para
convertirse en comunidad de comunidades; se renueva nuestra acción eficaz parroquial en la
vida y situaciones de las cuadras y sectores y, además, nos hace más cercanos, más visibles,
rompiendo el anonimato en que algunas personas viven en nuestros barrios.
La casa católica que es fruto de la misión territorial entonces tendrá la tarea de continuar la
misión permanente en los sectores, conformando una red de evangelización con el anuncio
especifico de Jesucristo, especialmente a los más alejados, sin olvidarnos que los cercanos
también necesitan todos los días de ese encuentro renovador con Jesucristo.
La eficacia de la casa católica no depende de métodos complicados o gurús misioneros que
las dirijan; su servicio parte del amoroso anuncio del evangelio que se realizará en cada una
de ellas, en su ubicación precisa en cada uno de los sectores, la disponibilidad, tenacidad y
sencillez de sus coordinadores, pero, sobre todo, de la fuerza del Espíritu Santo que pedimos
en la oración. No podemos olvidar que esta misión permanente no es obra humana, es el
Espíritu de Dios quien preside esta acción de nuestra Iglesia particular.
La casa católica será también la imagen de la Iglesia parroquial y arquidiocesana en cada
sector. Les propongo asumir para cada una de ellas la imagen que el papa Francisco nos pide
para la Iglesia universal: una Iglesia samaritana, es decir de brazos abiertos, donde todos

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los vecinos podamos reunirnos a compartir alegrías, esperanzas, dolores, angustias. La casa
católica es entonces una casa samaritana donde cualquiera sin importar su condición social,
moral e inclusive de credo pueda sentirse acogido, amado, respetado, siendo parte importante
de la comunidad, siendo parte de la familia eclesial.

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VII. LA CASA CATÓLICA ABIERTA, INTEGRADORA, DE ORACIÓN.


Las preguntas que como misionero servidor en tu parroquia te puedes estar haciendo en este
momento es ¿y qué vamos a hacer en esta casa? ¿No será suficiente con invitarlos al templo?
Preguntas muy válidas, pero recuerda que estamos buscando renovar nuestra acción pastoral
a imagen de Jesús. Te invito a que recuerdes el mandato del maestro antes de subir al cielo:
“vayan a todo el mundo y prediquen el evangelio” (Mc 16,15). Nuestra casa católica estará
abierta a todos, busca que nos integremos como vecinos y construyamos tejido social desde el
evangelio y nos unirá en la oración y el amor a nuestro Padre celestial.
Decir que la casa católica está abierta a todos, significa que al escoger un hogar del sector
donde hemos estado desarrollando la misión, queremos ubicar un lugar de referencia donde
todos los vecinos podamos encontrarnos a vivir nuestra fe, todos sin excepción, invitaríamos
a cada familia, joven, anciano, etc. a compartir con nosotros la alegría de sentirnos hijos de
Dios amados por su infinita misericordia. Estará siempre abierta porque se dispone a acoger
a cualquiera, sin necesidad de cumpla requisitos específicos, solo su deseo de acercarse a
Dios y vivir en comunidad. Todos pueden participar, no tendremos métodos complicados para
desarrollar nuestras reuniones, partiremos de la palabra de Dios que ilumina nuestras vidas y
de la historia de cada persona que participa, de sus angustias y anhelos.
Si la Iglesia es la comunidad de convocados, la casa católica nos procurará ser cercanos en
nuestros sectores, nos ayudará desde el evangelio a superar el individualismo y el anonimato
que afecta la edificación del Reino de Dios, nos integra como vecinos al ser un lugar
de encuentro en torno a nuestra fe y nuestros deseos. En repetidas ocasiones hemos
escuchado que en la Iglesia nos sentimos solo como invitados, nos cuesta experimentar que
somos parte de una familia, de una comunidad. Este espacio misionero romperá esa barrera y
procurará construir puentes de integración entre vecinos, darnos cuenta de nuestras historias,
ser solidarios ante las necesidades que nos aquejan y hacernos entre todos, por el conocimiento
y el compartir, más solidarios.
Y nuestra casa no sería realmente católica si no tuviera el sólido fundamento de la
oración. A eso nos reuniremos continuamente, a orar, a pedir por nuestras necesidades, a
dar gracias por las bendiciones que hemos recibido, a unirnos como hermanos por medio del
evangelio, de la Lectio Divina, pedir la intercesión de la Virgen María por medio del Rosario, a
tomar conciencia del dolor de tantos por el Viacrucis de Cristo, a crecer en nuestra fe por medio
de la catequesis.

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VIII. LA SECTORIZACIÓN Y LA CASA CATÓLICA.


La sectorización es una estrategia para articular todos los sectores de la parroquia con las
dinámicas familiares, comunitarias, y todos los recursos locales disponibles para la acción
pastoral. Sectorizamos para visualizar de forma ordenada los espacios vitales de la parroquia
y proyectar de forma precisa la acción pastoral, dinamizar con eficacia el anuncio de Jesucristo
y comprometernos con los vecinos de la comunidad. (Si quieres ampliar este tema te pido que
busques el subsidio para la segunda asamblea pastoral en la página 19).
Cada parroquia de acuerdo a su tamaño y el conjunto social que la rodea realizará la división
por sectores, los cuales serán animados pastoralmente por grupos diversos de misioneros.
Estos, se encargarán de visitar cada uno de los hogares, convocar a los encuentros de oración
y formación y serán testimonio del amor de Dios.
En cada sector vamos a escoger una casa, un salón, un espacio al que vamos a llamar la
casa católica, esta, será la presencia de la parroquia en cada sector. Evidentemente hay unas
condiciones mínimas para escoger el lugar, - lo ampliaremos más adelante- pero si resulta
indispensable que no se quede ningún sector sin este espacio de reunión claro, especifico y
fijo. En este espacio continuaremos con nuestra misión permanente, llegarán las personas que
hemos visitado durante la semana de misión y las que seguiremos visitando continuamente.
Semanalmente nos reuniremos y como dice la palabra esperamos “que se vayan agregando
nuevos miembros a la comunidad de creyentes”.
Es posible que en un sector que sea muy grande o con características variadas en su
estructura tengamos la necesidad de organizar dos casas de encuentro, esto dependerá
también de la disponibilidad de los hogares y de los misioneros para coordinar. Es muy importante
no dejar ningún sector sin la casa católica, en algunos espacios será muy difícil conseguirlas,
podemos valernos en casos extremos de un salón comunal, un aula de colegio u otro espacio
físico, resaltando que solo en casos extremos, lo ideal es que sea una casa de familia.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

IX. CÓMO ESCOGER LA CASA CATÓLICA Y SUS SIGNOS.


Fruto de la semana de la misión será la casa católica que es el lugar de convocación y reunión
en cada sector. En este espacio continuaremos la misión territorial en cada uno de los sectores,
por esta razón es muy importante saber escoger el lugar indicado. A continuación, ofrecemos
algunas ideas.
En Cada uno de los sectores en los que está dividido la parroquia debe escogerse una casa.
Si es un sector muy grande, complejo o con la participación de muchas personas se pueden
escoger dos casas. Eso dependerá de la disponibilidad de familias y la coordinación de
misioneros. Un grupo ideal sería de máximo 20 personas.
Debemos escoger una casa en el sector donde la familia sea aceptada, cercana, de buenos
valores morales. Debemos evitar escoger una familia conflictiva, con problemas de drogas o
alcoholismo ya que las personas no irían. Con delicadeza, pero decisión optaremos por un
espacio donde cualquiera del sector se sienta cómodo, acogido y seguro.
Es importante pensar que el hogar escogido debe ser lo suficientemente amplio para realizar
una reunión de máximo 20 personas. Una sala grande o un patio serán propicios. Pensamos
también que no sea un lugar demasiado ruidoso, cerca de establecimientos comerciales que
impidan el desarrollo de los encuentros. No sobra observar también que sean espacios limpios
y con un mínimo de comodidad en cuestiones de luz, baños y accesibilidad, por ejemplo, sería
más adecuado un primer piso, pensando en las personas con movilidad reducida o ancianos.
La ubicación de la casa es importante, procuramos escoger la casa católica en lugares
donde la seguridad personal esté asegurada, o al menos se puedan congregar las personas
en horas nocturnas. La centralidad del lugar es un dato a tener en cuenta, procurar que sea
equidistante de los límites del sector.
No podemos olvidar la disponibilidad del hogar. La casa católica debe ser estable, una
misma casa por el mayor tiempo posible, esto dará estabilidad y referencia a los habitantes
del sector. Eso significa que la familia que abre sus puertas estará disponible de acogernos al
menos una vez a la semana para nuestro encuentro cotidiano y en algunas fechas especiales.
La casa católica debe tener un letrero o un signo muy visible que permita a todos los
habitantes del sector identificarla, puede ser una bandera, una cruz, un letrero etc. Aconsejamos
que se pueda ubicar en un lugar visible, una cartelera grande con los horarios y las actividades
que se desarrollarán cada semana. No olvidemos que para generar continuidad debemos
conservar el mismo lugar y los mismos horarios, a menos que haya actividades especiales.

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X. COORDINACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LA CASA CATÓLICA


La casa católica que será uno de los frutos más importantes de la semana de misión, nos ayudará
como servidores de la parroquia a constituir un espacio cercano con las comunidades ubicadas
en los sectores. Estas casas tendrán toda una vida pastoral de personas que participarán
cada semana de las actividades de evangelización, oraciones, rosarios, lectura orante. Cada
semana llegaran nuevos integrantes cada uno con sus historias y realidades. Para desarrollar
este servicio pastoral debemos organizarnos de manera precisa.
Cada casa católica estará animada en un primer momento por los misioneros encargados del
anuncio en el sector, su servicio de coordinación será directo. Esta es una responsabilidad
grande. Dentro de este grupo de misioneros se debe escoger un coordinador de casa y su
suplente (pueden ser los mismos coordinadores del equipo misionero), el secretario, dos
animadores de la liturgia, tesorero. El resto del equipo nos ayudarán como acompañantes de la
casa. La responsabilidad del nombramiento de este grupo será determinada entre el párroco y
el mismo grupo misionero. Procuraremos que al menos sea por un año el servicio.
El coordinador:
El coordinador de la Casa Católica es un servidor comprometido, el cual ha experimentado
el encuentro amoroso con Jesús, lo convierte en un discípulo misionero, una persona de Fe,
que transmite su amor a Dios a los demás, genera unidad en el grupo que acompaña. Su
compromiso lo lleva a preparar adecuadamente la reunión semanal y las actividades especiales
en la vida de la Iglesia. Al ser una persona de fe, es una persona simpática, no conflictiva, con
suficiente madurez psicológica para superar fricciones. Es un motivador, y no solo se ocupa de
los participantes de la casa, sino del equipo misionero que la anima. Es el punto de conexión
entre la parroquia y el sector, entre la parroquia y la casa católica que acompaña.
Secretario.
Su labor será el llevar de forma detallada las actas y resúmenes de las reuniones, organizará
las hojas de vida de cada uno de los participantes, recordará fechas importantes, cumpleaños,
dará razón de la realidad de la casa, personas enfermas, avisos importantes, compilará la
información en la secretaria de la parroquia.
Animadores de la liturgia
En conexión con el coordinador dispondrán de la preparación de los cantos y espacio de oración
durante la reunión, hojas te cantos, preparación de los textos bíblicos, preparación de la casa y
signos para la reunión. Serán también encargados de preparar el rosario, viacrucis, hora santa,
celebración de la Eucaristía y especialmente mantener el ambiente de oración tanto del grupo
misionero, como de la casa católica.
Tesorero
En el compartir fraterno de la casa, es necesario disponer de algunos recursos económicos
sean ofrecidos por la parroquia o solidaridad de los hermanos participantes de la casa. La
delicadeza y trasparencia deben ser prioridad. El tesorero además será el encargado de
comprar refrigerios, materiales, fotocopias y demás.

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XI. ESQUEMA DE REUNIÓN EN LA CASA CATÓLICA.


La casa católica es un lugar para encontrarnos como vecinos, compartir nuestra vida, crecer
en nuestra Fe. El centro de la casa será el encuentro con Jesucristo por medio de la palabra.
Nuestra expresión popular nos ayudará a vivir la fe con el rosario y el viacrucis. Proponemos
un itinerario para organizar las reuniones.
1. El coordinador previo encuentro ha preparado la reunión con todo su equipo de trabajo.
Deben llegar a la casa católica al menos 20 minutos antes de la hora de reunión para
preparar los detalles. Recordar ubicar una cruz, una imagen de la Virgen María, un cirio, un
Ambon con la Biblia,
2. Disponerse a recibir efusivamente a cada participante generando un clima de mucha
familiaridad, especialmente a los nuevos.
3. Al iniciar la reunión podemos saludarnos mutuamente y presentar con alegría a los nuevos
integrantes. Darnos cuenta de las situaciones más importantes que nos han sucedido en la
semana (Esto nos servirá para la oración). 10 min.
4. Invocar El Espíritu Santo y hacer varios cantos y entre los cantos oración de intercesión. Si
no sabemos cantar, podemos poner un CD y seguir los cantos. 15 min.
5. Realizar nuestro encuentro con la palabra de Dios y la reflexión. 30 min.
6. Momento de oración de intercesión.
7. Padre nuestro.
8. Canto final. Bendición.
9. Compartir y avisos finales.

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XII. TEMAS A DESARROLLAR EN LA CASA CATÓLICA.


La centralidad de nuestra casa católica es el encuentro con Cristo, proponemos veinte encuentros
semanales. Evitemos la tentación de centrar nuestras reuniones en el rosario u otros actos de
piedad, recordemos que hay personas que están regresando a la vida de la Iglesia.
1. Jesús y la samaritana.
2. Jesús y Nicodemo.
3. Jesús y el ciego.
4. Jesús desde la cruz.
5. Jesús y Lázaro.
6. Jesús y María Magdalena.
7. Jesús en Casa.
8. El Hijo Pródigo.
9.Vengan a Mi los que están cansados y agobiados.
10. Ábrete.
11. Fiel al Padre.
12. El don del resucitado.
13. Vayan a Galilea, allí lo verán.
14. Pidan, busquen, llamen.
15. María acoge la Palabra de Dios.
16. Tengo Sed.
17. Jesús asume nuestros males.
18. Enviado a los pobres.

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1. JESÚS Y LA SAMARITANA
Ambientación
Conviene que el ambiente sea de recogimiento: luz tenue, una cruz en un lugar central, una
mesita con una Biblia y algunos cirios. No olvidar la imagen de la Virgen María.
Preparar las hojas de canto y el CD para acompañar las canciones.
Pequeño ritual de inicio
En el momento en el que se decide empezar, se disminuye la intensidad de la luz. Empieza a
sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunos cirios.
Bienvenida
Animador:
Buenas noches. Sean bienvenidos todos los que han querido asistir a este encuentro. Están
aquí porque alguien los ha invitado y han escuchado de Jesucristo. Gracias por estar aquí.
Es probable que tengan sentimientos contrapuestos en tu interior: curiosidad, expectativa,
recelo, miedo... Alguien quizá ha dudado mucho antes de entrar. Bienvenidos de todas formas,
y sepan que otros antes que ustedes hemos pasado también por esta situación.
Lo que ofrecemos es gratis y sin compromiso. Si no les interesa, o no se encuentran a gusto, no
se angustien, lo entenderemos y no les pediremos ninguna explicación. Forma parte del trato.
Les pedimos solo un poco de buena voluntad, un poco de empatía y de confianza.
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Animador.
Empezaremos con unos minutos en los que, acompañados de los cantos, cada uno puede
intentar entrar en una actitud receptiva.
Intentar desconectar del bullicio del día. Intentar situarse al nivel del «corazón», del yo interior,
de aquel órgano interior que a veces nos habla con una autenticidad total y que no se identifica
con la inteligencia crítica.
• Ahora algunos de los que estamos aquí y hemos preparado esta sesión, invocaremos
al Espíritu Santo. Tranquilos. No hace falta que tengan claro quién es el Espíritu Santo
para que puedan estar receptivos a su presencia. Es suficiente que confíes en que es
un Espíritu bueno, el Espíritu que viene del Padre y del Hijo.
• Este Espíritu es el que creemos que inspiró el texto del Evangelio que a continuación
escucharemos y por eso lo invocamos para que nos ayude a entender y sentir lo que
Él inspiró.

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Cantos (5 minutos aproximadamente).


• Nos ayuda un canto de invocación. Que nadie se sienta obligado a cantar. Es una
manera de abrirse a todo lo bueno que este encuentro pueda ofrecer.
Espíritu de Dios, llena mi vida. Llena mi alma, llena mi ser.
Espíritu de Dios, llena mi vida. Llena mi alma, llena mi ser.
Y lléname, lléname, lléname. Con tu presencia, lléname, lléname Con tu poder,
lléname, lléname Con tu amor.
Animador. (Dirigiéndose espontáneamente empleando un tono natural y discreto).
• Ven, Espíritu Santo, llénanos de tu amor. Ábrenos la mente y el corazón. Haz que
a través de la proclamación de este texto podamos experimentar un encuentro con
Jesús hoy.
Se incrementa la intensidad de la luz.
Proclamación del Evangelio
Animador.
• En el centro de nuestro encuentro habrá siempre la proclamación de un texto de
la Palabra de Dios. Para nosotros, cristianos, es una manera de revelarse el Dios
de Jesús. Ha querido hacerse presente en medio de la humanidad: mediante algo
tan frágil y fugaz como la palabra que una vez dicha ya ha pasado, pero que puede
herir o consolar.
Lectura del Evangelio según san Juan. (4,4-15)
Llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo
José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al
pozo. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: Dame de beber.
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:
¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? Porque los judíos no se
tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó:
Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y Él te daría agua
viva. La mujer le dice: Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua
viva?; ¿eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus
hijos y sus ganados?

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Jesús le contestó:
-El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca
más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que
salta hasta la vida eterna. La mujer le dice: Señor, dame esa agua.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado.
• En el siglo primero en la tierra de Israel no era normal que un hombre hablara en
público con una mujer, y menos todavía si ella era samaritana (judíos y samaritanos
no se trataban). Por eso debe saberse que Jesús al dirigirse a aquella mujer cerca del
pozo rompe muchos tabúes y lo hace desde una postura de debilidad.
• Como judío pide de beber a una persona de una raza enemiga: los Samaritanos.
• Como hombre se muestra débil y necesitado ante una mujer.
Pide de beber sin tener un cubo para sacar el agua del pozo.
De igual manera esta noche (tarde) el propio Jesús que pidió de beber cerca del pozo, ahora, a
través de la proclamación de esta lectura te pide a Ti que le dediques un poco de tiempo:
• «¡Dame un poco de Tu tiempo!»
• «¡Préstame un poco de atención!»
• «¡Dame un poco del agua de Tu atención!»
Esto es lo que proponemos esta noche (tarde): dedicar un poco de tiempo a Jesús para intentar
un encuentro personal con Él.
Todos tenemos sed de algo: de afecto, de reconocimiento, de éxito.
Incluso, tal vez en algunos momentos no sabemos muy bien de qué tenemos sed. A veces solo
tenemos sed de nosotros mismos... Y cabe decir que no hay peor deseo que el deseo de sí
mismo... narcisismo encerrado en sí mismo.
Todos estaríamos dispuestos a hacer lo que hiciera falta, a ir donde fuera, para calmar nuestra
sed. Hay quien lo hace con motivo de alguna enfermedad o de una incertidumbre: ir a probar
suerte con algún curandero, algún adivino o alguna echadora de cartas.
• Hoy, aquí, no se propone nada raro (como participar en un ritual de espiritismo, o
repetir determinadas fórmulas mágicas), solo proponemos que intenten entrar en
contacto con una Persona, dirigiéndose a ella desde el interior, desde el corazón. A
quienes les presentamos es a: Jesús.
• Las personas nos relacionamos entre nosotros de forma habitual a base de hablarnos
unos a otros. Por eso invitamos a dirigir la palabra interior a Él.
• Pero podemos decir: «¿Cómo puedo hablar a alguien que no conozco?»

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• Pero también es verdad que si tuvieras a alguien de la familia muy enfermo y hablaran
de un doctor que tiene fama de curarlo todo, seguro sin conocerlo irían directamente
a buscarlo.
Acabas de oír la voz de Jesús que ha dicho: «Dame de beber». Y aún más: «Si conocieras el
don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
Y también ha dicho: «El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que
yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
Acojamos estas palabras de Jesús como realmente dirigidas a nosotros ahora y aquí. Y dejemos
que nazca de nuestro interior, de manera natural, una respuesta. Proponemos dirigirnos
libremente a Jesús y pedirle esta agua especial que Él tiene.
Resonancia personal guiada
Animador.
• Ahora tendremos unos instantes con música de fondo, Iremos planteando unas
preguntas que cada uno puede dejar resonar interiormente si quiere: dejen que estas
preguntas «trabajen» en el interior.
Se disminuye la intensidad de la luz.
Música de fondo.
Animador.
• Preguntémonos en primer lugar: ¿De qué tengo sed yo?
• ¿De afecto? ¿De reconocimiento? ¿De éxito? ¿De seguridad?
• Deja que esta pregunta «trabaje» interiormente.
• No respondas con la cabeza (cerebralmente), sino desde el interior, desde el corazón
[De uno a dos minutos con música de fondo].
• Ahora dando un paso más nos podemos plantear: ¿Dónde intento saciar esta sed?
• ¿En la búsqueda desenfrenada de dinero?
• ¿En tener muchas relaciones sociales?
• ¿En el consumo compulsivo de televisión o internet?
[1-2 minutos].
¿Quedo realmente saciado con las personas y las cosas en las que intento calmar mi sed?
• Finalmente, dando un último paso, podemos preguntar directamente a Jesús en el
corazón. Aunque no lo hayan hecho nunca o haga mucho tiempo que no lo hacen.
Pueden decirle interiormente:

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• «Jesús, si Tú tienes esta Agua que yo busco, ¡dámela!»


Y también:
• «Si, tan cansado o desengañado estoy que ya no tengo ni sed.
Jesús, ¡despierta en mí una sed muy viva!»
(Conviene repetir las dos invocaciones muy claramente).
• Dejaremos un rato más largo para que puedan hacer la oración.
[2 minutos con música de fondo].
Canto
Animador.
• Nos puede ayudar a dirigirnos a Jesús el canto que ahora oiremos. Se pide a Jesús el
agua viva.
Canción, Tu eres el agua viva de la hermana Glenda.
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Se incrementa la intensidad de la luz.
Animador.
• Con este canto ha terminado nuestra propuesta por hoy. Esperamos que se hayan
encontrado a gusto y haya sido de su interés. Gracias por su atención, y por su esfuerzo
de empatía y confianza. Ahora nos quedan unos minutos durante los cuales quien
quiera puede expresar: Cómo se ha sentido. Qué le ha gustado. Qué le ha supuesto
una dificultad especial.
Avisos finales. Animador: Recuerda el día y hora de la próxima semana.

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2. JESÚS Y NICODEMO
Juan 3,1-8
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Animador.
Saluda especialmente a los nuevos asistentes, recuerda los rasgos esenciales de este tipo de
encuentro. (Una invitación a la relación personal con Jesús sin más pretensiones ni exigencias,
su carácter libre, etc).
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Animador.
Ayuda a crear un clima de silencio y de recogimiento siguiendo las indicaciones del primer
encuentro u otras expresiones equivalentes como estas:
Cierro los ojos. Respiro profundamente. Dejo que la música recorra mi interior.
Me digo a mí mismo: «Soy un espacio interior, soy una casa habitable...».
Música.
Invocación al Espíritu Santo
Animador.
Puede utilizar elementos del primer encuentro o ir variando con expresiones como las siguientes:
Ahora algunos de los que estamos aquí y hemos preparado esta reunión invocaremos al Espíritu
Santo. Tal vez no todos tengan claro quién es el Espíritu Santo. No pasa nada. Ello no impide,
sin embargo, que lo puedan empezar a invocar.
El Espíritu Santo es más que un ambiente, una decoración, unas velas y unas canciones
agradables. Es aquel que hace que el texto que escucharemos a continuación nos pueda
resonar de una manera viva y actual.
Te pedimos que hagas un acto de confianza: nosotros invocaremos al Espíritu Santo en nombre
de todos, y ustedes pueden unir a la invocación si quieren y cuando quieran.
Canto: Ven, ven, ven Espíritu Divino. Ven, ven, ven, acércate a Mí. (Bis).
Apodérate, apodérate, apodérate de todo mi ser. (Bis).

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Aquí se siente la presencia de Dios. (Bis).


Animador (invocando espontáneamente)
Ven, Espíritu Santo, llénanos de tu amor. Ábrenos la mente y el corazón. Haz que a través de
la proclamación de este texto podamos experimentar un encuentro con Jesús hoy.
Proclamación del Evangelio
Se incrementa la intensidad de la luz.
Animador.
Introduce este momento con las palabras utilizadas en el primer encuentro u otras parecidas.
Lector:
Lectura del Evangelio según san Juan (3,1-8)
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: Rabí,
sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos
que tú haces si Dios no está con él.
Jesús le contestó:
• Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.
Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por
segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?
Jesús le contestó:
• Te lo aseguro, el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es Espíritu. No te extrañes de que
te haya dicho: «Tienes que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido,
pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado.
Nicodemo fue a ver a Jesús de noche, tal vez por miedo a ser visto por las autoridades judías,
por miedo a ser criticado o a recibir represalias.
También ahora es de noche (o por la tarde, al anochecer) y tal vez algunos están aquí con un
cierto aire de clandestinidad, sin ganas que otros los vean.
Testimonio [optativo]
Pero antes de seguir con esta propuesta, queremos dar la voz a alguien que una noche también
quiso ir a ver a Jesús.
Animador que da su testimonio: (uno de los animadores cuenta como también tuvo temor o
pena de ser reconocido como creyente. Max 5 min.).

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Animador.
Repite la invitación a entrar en relación personal con Jesucristo haciendo alguna conexión con
el testimonio que se acaba de escuchar.
Vemos en Nicodemo un deseo de buscar la verdad como también tenemos nosotros, los que
estamos aquí. Nicodemo va de noche. También puede ser de noche en nuestro espíritu.
La noche de algún problema del entorno familiar: enfermedad, inestabilidad laboral, dificultades
de algún hijo o familiar. La noche de algún problema personal: rupturas emocionales,
insatisfacción, problemas económicos. Noche en la sociedad, noche en la Iglesia. Noche del
desengaño de la política.
Jesús dice que, para encontrar la verdad, para superar la noche, hay que nacer de nuevo, esto
significará algún tipo de ruptura y tal vez algunos dolores de parto... como las mujeres cuando
dan a luz.
Nacer de nuevo significa también nacer de lo alto, es decir: nacer de una fuerza que viene de
«fuera» de la persona. Nacer por una fuerza que viene de otro ámbito que no es humano...
Nacer de lo alto, nacer del cielo, nacer, en definitiva, de Dios, de un Dios personal que nos ama.
Jesús le dice a Nicodemo y lo dice a cada uno de ustedes: «Para superar tu noche tienes que
nacer de nuevo, tienes que nacer de lo alto». «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo?»,
le pregunta Nicodemo a Jesús.
Tal vez nos sentimos identificados con esta pregunta de Nicodemo, y nos preguntamos: ¿Qué
hago yo aquí a estas alturas de mi vida? ¿Quieres decir que se puede volver a creer?
Nunca se es viejo para iniciar o reiniciar una amistad con Jesús, y para conseguirlo, es necesario,
entre otras cosas, romper con tus perezas, tus miedos, tus egoísmos, tus inercias... Esto es lo
que nos dice Jesús. Y por otra parte, no podemos «auto provocarnos» este nuevo nacimiento;
no lo podemos hacer por nosotros mismos solos; necesitamos un empujón que venga de fuera,
que venga de lo alto, que venga de Dios, de un Dios personal que nos ama. Es Dios mismo
quien lo hace posible.
Nacer de nuevo significa también «ruptura», que puede producir sentimientos dolorosos, como
dolores de parto. Lo saben (sabemos) muy bien las mujeres, que han (hemos) sido madres.
También es posible que en estos encuentros a alguien se le remueva alguna cosa por dentro.
Tranquilos, esto puede pasar. Este cambio, este nacer de nuevo, es necesario quererlo, no se
impone ni es automático, debe desearse, debe implorarse... con aquella plegaria más elemental:
«Jesús, si Tú eres el camino para nacer de nuevo, ayúdame...»
Resonancia personal guiada
Animador.
Ahora tendremos unos momentos con música de fondo, e iremos planteando unas preguntas
que cada uno puede dejar resonar interiormente si quiere. Deja que las preguntas «trabajen»
interiormente.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Música de fondo
Se disminuye la intensidad de la luz.
Animador.
En primer lugar: ¿Tengo ganas de nacer de nuevo? ¿Me gustaría, como mínimo, tener ganas
de nacer de nuevo?
Deja que estas preguntas «trabajen» interiormente.
Permite que resuene en tu interior.
No las respondas con la cabeza (cerebralmente), sino desde el interior, desde el corazón.
1-2 minutos.
Ahora, dando un paso más, nos podemos plantear: ¿Estoy dispuesto a nacer «de lo alto»?
1-2 minutos.
Ahora, si lo deseas, puedes dirigirte directamente a Jesús diciendo desde tu interior:
• Jesús, ayúdame a nacer de nuevo, ayúdame a nacer «de lo alto», ayúdame a nacer de Tu
Espíritu Santo.
Dejaremos un rato más largo para que puedas hacer un poco más de oración.
Canto
Animador.
Nos puede ayudar a dirigirnos a Jesús el canto que ahora escucharemos. Quien quiera,
libremente, puede cantarlo también. Que nadie se sienta obligado a cantar.
• La letra dice así:
Gracias quiero darte por amarme,
gracias quiero darte yo a ti señor,
hoy soy feliz porque te conocí,
gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser señor amado,
como el barro en manos del alfarero,
toma mi vida hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste,
si te ofendí perdóname señor,

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

pues te amo y nunca te olvidare.


Yo quiero ser señor amado,
como el barro en manos del alfarero,
toma mi vida,
hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Se incrementa la intensidad de la luz.
Oración
Cerremos agradecidos con Dios orando con el Padre Nuestro….
Avisos finales
Animador.
Recuerda el día y hora del próximo encuentro.
Motivar a los participantes para que inviten a otras personas.
Indica que algunos del equipo se quedan a continuación por si alguien quiere hacer alguna
consulta en privado.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

3. JESÚS Y EL CIEGO
Marcos 10,46-52
Lo habitual (ver primer encuentro).
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz. Empieza a sonar de fondo una música de inicio.
Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Animador.
Saludo adaptado, recordando el sentido del encuentro, si hay caras nuevas en el grupo y
alguna observación recurrente según el momento o según distintos factores, noticias, sucesos,
estados de ánimo colectivo.
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Animador.
Ayuda a crear un clima de silencio y de recogimiento según las distintas modalidades apuntadas
en el primer encuentro.
Cantos
Invocación al Espíritu Santo
Animador.
Motiva la invocación al Espíritu Santo según pautas anteriores.
Cuando ha terminado la canción:
Animador.
Hoy queremos ofrecer una posibilidad nueva en esta experiencia. Se trata de la posibilidad, para
quien así lo desee, de hacer su propia oración en voz alta. Ya sabemos que normalmente nos
resulta difícil exteriorizar sentimientos en público o dirigir oraciones espontáneas a Dios. Que
nadie se sienta obligado a hacerlo; pero merece la pena saber que, si este tipo de invocación
se hace con humildad y desde el corazón, ayuda a hacer más real nuestra relación con Dios.
Podemos hacerlo simplemente diciendo una breve expresión, como por ejemplo «Ven, Espíritu
Santo, lléname de tu luz». No importa que varias personas digan la misma expresión. Lo
fundamental es la participación personal.
[Tiempo prudencial para las invocaciones libres al Espíritu Santo].

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

No es el momento de orar por los enfermos o por la paz del mundo (esto lo introduciremos más
adelante). Ahora solo se trata, quien quiera, de pedir humildemente la ayuda del Espíritu Santo
para la comprensión del Evangelio que será proclamado.
Pauta para el equipo animador
• Estos instantes en los que se abre la posibilidad de que la gente se exprese libremente
deben vivirse en paz y sin tensión.
• No pasa nada si nadie abre la boca.
• Debe saberse «aguantar» los silencios y también dosificarlos. esto se aprende con la
práctica.
• Los miembros del equipo pueden hacer alguna invocación breve, pero solo unas pocas.
• Debe avisarse a los católicos de toda la vida que se suman a estos encuentros que
sean muy discretos y breves si quieren intervenir. De otro modo se desvirtúa el carácter
de iniciación de estos encuentros y los más alejados se inhiben al escuchar largas y
complejas oraciones.
Proclamación del Evangelio
Lector:
Lectura del Evangelio según san Mateo (10,46-52)
Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, estaba sentado
al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
• Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara, “pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión
de mí. ’Jesús se detuvo. Llamaron al ciego diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el
manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le
contestó: Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: vete, tu fe te ha curado. Y al momento recobró
la vista y lo seguía por el camino.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado.
• Historia de John Newman.
En el siglo XVIII John Newman, un empresario sin escrúpulos que se había dedicado al tráfico
de esclavos, después de haber transportado de una parte a otra del Atlántico más de 20.000
esclavos, con ocasión de un dramático temporal tuvo una conversión repentina: se dio cuenta
de los terribles males que había causado a tantos hombres, mujeres y niños transportados de
forma inhumana en su barco, e inicio un proceso de arrepentimiento que quedó expresado en
una de las más bellas melodías del repertorio anglosajón y de la cual se han hecho múltiples

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

versiones por grandes solistas o por famosos coros, de Gospel: «Amazing grace» (Amor
precioso). El verso final dice: «.. era ciego, pero ahora veo la luz».
En la experiencia del encuentro personal con Jesús como salvador, el paso de la ceguera a la
luz es una característica decisiva.
Bartimeo era ciego y estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Su vida estaba
marcada por el ritmo rutinario de los días, una vida al borde del camino, una vida sin sentido...
a merced de quien quisiera darle limosna.
Un día, oye pasar a Jesús ha oído hablar de su fuerte personalidad y de su capacidad para
curar todo tipo de enfermedades y sobreponiéndose al miedo a hacer el ridículo se pone a gritar
con todas sus fuerzas: «Hijo de David, ten compasión de mí».
Dice el Evangelio que muchos le regañaban para que se callara. Pero el gritaba más: «Hijo de
David, ten compasión de mí».
¿Seríamos capaces nosotros de gritar en medio de la calle si viésemos pasar a una persona
importante sabiendo que tiene el poder de curar nuestros males? ¿Llamaríamos su atención en
medio de la multitud que lo estaría rodeando? ¿O tal vez preferiríamos más volver a casa con
nuestro mal por miedo a hacer el ridículo?
También hoy como ayer podemos acercarnos a Jesús, pedir su ayuda y superar el miedo a
hacer el ridículo.
Y alguien pensará: Si Jesús es Dios y Él sabe mis males, ¿por qué lo tengo que invocar? ¿Por
qué tengo que explicarle mis males y pedirle que me ayude?
Hay cosas de la fe que no son fáciles, y que no pretendemos responder ahora, pero hay una
buena respuesta a esta duda. Jesús respeta escrupulosamente nuestra libertad y no nos
quiere imponer su curación, a no ser que nosotros la queramos y demos el consentimiento muy
libremente. Nuestra manera de expresar nuestro deseo libre es pedírselo.
Jesús pasa a nuestro lado: ¡sintamos su presencia! Ahora se trata de que, desde el fondo de
nuestro corazón, si queremos, también gritemos: Hijo de David, ten compasión de mí.
«Ten compasión de mí que soy un pobre pecador, ten compasión de mí que me cuesta perdonar,
que soy orgulloso, ten compasión de mi poca esperanza, de mi afán por destacar, del deseo de
que se me valore... Hijo de David, ten compasión de mí».
Dice el texto: Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo. Llamaron al ciego diciéndole: Ánimo, levántate,
que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Ojalá esta noche (tarde) seamos
capaces como aquel ciego de dar un salto interior y acercarnos a Jesús. Él hoy también nos
pregunta: ¿Qué quieres que haga por tí? ¿Tendremos la humildad y el atrevimiento de decir
también como el ciego: ¿Maestro, que pueda ver? Ojalá, al hacerlo, podamos sentir también
de alguna manera la voz de Jesús que nos dice: Anda, tu fe te ha curado.
Resonancia personal guiada
Se apagan todas las luces.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Animador.
Dejamos ahora un espacio de meditación, con música de fondo, para que cada uno a su ritmo
y por dentro se dirija, si quiere, a Jesús diciéndole sin miedo a hacer el ridículo:
• ¡Jesús, fíjate en mí!
• ¡Jesús, que vea!
Basta con repetir alguna de estas frases poco a poco y con mucha paz.
Música de fondo [3 minutos].
Canto
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes.
Se incrementa la intensidad de la luz.
Avisos finales

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

4. JESÚS DESDE LA CRUZ


Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio.
Se encienden las velas.
Atención, en la cruz que hemos puesto se debe amarrar un pañuelo blanco.
Bienvenida
Animador.
Saludo adaptado, recordando el sentido del encuentro, si hay caras nuevas en el grupo y
alguna observación. Crear ambiente familiar.
Tiempo para entrar en una actitud receptiva.
Canto
Invocación al Espíritu Santo
Animador.
Motiva la necesidad de invocar al Espíritu Santo: es Él quien nos tiene que ayudar a vivir el
encuentro aquí y ahora con Jesús a partir de la página del Evangelio proclamada.
Animador.
Recuerda la novedad introducida el último día, la posibilidad de dirigir la invocación personal
al Espíritu Santo en voz alta. Puede empezar el propio animador siempre utilizando un tono
natural y discreto:
Ven, Espíritu Santo, llénanos de tu amor. Ábrenos la mente y el corazón. (Repetir 3 veces).
Invita a los presentes a hacer su propia invocación si lo desean.
[Tiempo prudencial para las invocaciones libres al Espíritu Santo].
Proclamación del Evangelio
Animador.
Predispone a escuchar atentamente el Evangelio.
Lectura del Evangelio según san Juan (12,20-26.32-33)
Entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; estos, acercándose

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue a
decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:
• Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Les aseguro, que, si el grano
de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que
se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará
de la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará
mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará (...) Y cuando yo sea elevado sobre la
tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado.
[Historieta del árbol de los pañuelos blancos].
Un joven, después de una fuerte discusión con sus padres, marchó de su casa y se fue a un
país lejano. Después de muchos años decidió volver con sus padres. Les escribió una carta en
la que exponía que, si estaban dispuestos a aceptarlo otra vez, colgasen un pañuelo blanco en
lo alto del viejo roble que había delante de la casa junto a la vía del tren por donde él pasaría
en el tren de regreso.
Cuando llegó el día, el joven, ahora con más años y alguna arruga, tomó el tren e inició el largo
viaje de retorno. A medida que el tren se acercaba a su pueblo los nervios y la angustia se iban
apoderando de nuestro protagonista. Tanta era su ansiedad que decidió pedir al pasajero que
estaba sentado delante suyo si sería tan amable de mirar por la ventana cuando él le dijera y
comprobara si en lo alto de un viejo roble junto a la vía había o no un pañuelo blanco. El corazón
le latía aceleradamente cuando al fin el chico dijo a su compañero de vagón: «¡Ahora!». La
respuesta fue contundente: «No hay un pañuelo... ¡todo el árbol está lleno de pañuelos, desde
la primera hasta la última rama!».
[Pausa]
Yo no sé si alguno de los presentes ha escrito alguna vez una carta a Dios pidiéndole una señal
de su existencia o de su amor... Tal vez lo han hecho casi sin darse cuenta: en un deseo, en
una lamentación o queja, con un sentimiento de nostalgia...
Pero seguro que Dios ha colgado pañuelos blancos a lo largo de nuestra vida más veces de
lo que pensamos... Padres, maestros, educadores, compañeros de estudios, vecinos, noticias
internacionales, una película que nos emocionó, un libro que despertó un deseo de cosas
grandes, una canción que nos llenó de ternura y nos hizo sentir que tal vez sí, que el sentido de
todo era el amor... Lo que ocurre es que nos cuesta reconocerlo.
Sea como sea, hoy tenemos para todos una buena noticia, una gran noticia: Hoy, ahora, aquí,
Dios está ofreciendo un gran pañuelo blanco colgado en lo alto de una rama, un inmenso
pañuelo blanco ondeando por el viento...: «Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a
todos hacia mí.»

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Es el inmenso pañuelo del amor que Dios Padre ha colgado en el árbol de la cruz en la persona
de su Hijo amado: Jesucristo el Señor.
AQUÍ, AHORA: ¿Nos dejamos atraer por Jesús?
¿CÓMO?: les indicamos los pasos necesarios:
Reconocer la propia impotencia para ser feliz. Renunciar a la auto salvación.
• Por el esfuerzo personal.
• Por la inteligencia.
• Por el prestigio.
• Renunciar a otros salvadores.
• Es la cara un poco antipática del cristianismo: no se puede adorar a Jesucristo y a otros
dioses o salvadores a la vez. No pueden haber «componendas» con mezclas religiosas
elegidas según el propio gusto... aunque esto hoy esté de moda. Tal vez esto nos parecerá
un poco fuerte pero es de una gran coherencia: nadie puede estar al servicio de dos amos,
no se puede querer con amor de pareja a dos personas a la vez. La opción por Jesucristo
no es compatible con otros salvadores (otra cosa es el respeto y la tolerancia hacia los que
creen en otros salvadores, mediadores o divinidades).
• Expresar el deseo y la voluntad de aceptar a Jesucristo crucificado-resucitado como salvador
personal.
No supone tenerlo todo claro sobre Él. No presupone haber superado los vicios o debilidades
personales. Es un paso anterior a nivel de voluntad. Es un acto de fe, de confianza. Es decir,
deseándolo de todo corazón: Creo que en la cruz Tú has muerto por mí, me has salvado.
Vamos a Pedirle explícitamente a Jesucristo que entre en nuestro corazón.
Que renueve en nosotros la presencia activa de su Espíritu Santo (que la mayoría recibimos
por el bautismo). Que nos llene de su Paz. Que rompa las cadenas interiores: soberbia, ira,
odio, resentimiento o rencor por heridas o abusos sufridos. Que ponga orden en todas las áreas
de nuestra vida: inteligencia, afecto, uso del dinero, sexualidad, opciones ideológicas, sociales,
políticas.
Lector
Ahora los invito a escuchar y repetir en sus corazones esta oración.
Dice lentamente la siguiente oración.
Señor Jesús, reconozco que yo solo no puedo salir adelante en mi búsqueda de la felicidad;
renuncio a buscar la salvación por otros caminos (dinero, prestigio, otras religiones, esoterismo...)
y te acepto a Ti como único salvador de mi vida.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Creo (aumenta mi fe) que haciéndote uno de nosotros, muriendo en la cruz, resucitando y
dándonos el Espíritu Santo, has asumido todas mis debilidades, errores y pecados, me has
rescatado de la esclavitud del mal y me ofreces la posibilidad real de experimentar el abrazo
amoroso del Padre y de los hermanos.
Entra en mi corazón, dame el agua viva del Espíritu Santo, perdona mi resistencia a Ti y mi
complicidad con el mal; déjame sentir el abrazo del Padre y el Amor y la Paz que tanto deseo;
pon orden en todas las áreas de mi vida, y ayúdame a seguir con coherencia y fidelidad este
camino de amistad contigo que ahora (re)inicio.
Amén.
Tiempo para hacer propia la oración de aceptación de Jesús
Animador.
• Ahora dejaremos unos instantes con música de fondo para que reflexionemos sobre esta
oración que hemos compartido.
Se disminuye la intensidad de la luz.
Música suave (3 minutos aproximadamente).
Invitación a la verbalización espontánea
Animador.
Ahora, proponemos una forma más de aproximación a Jesús. Quien quiera puede decir en
voz alta una frase de esta oración dirigiéndola con fe a Jesús. Hay una fuerza especial cuando
nos dirigimos a Dios con la propia voz, con humildad. Es la fuerza de la palabra que sale del
corazón.
[Tiempo para que quien quiera diga alguna frase].
Canto
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes.
Avisos finales

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

5. JESÚS Y LÁZARO
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio.
Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva.
Animador.
Ayuda a crear un clima de silencio y de recogimiento.
Cantos
Invocación al Espíritu Santo
Animador.
Abre la posibilidad de invocación libre del Espíritu Santo en voz alta.
[Tiempo para las invocaciones libres al Espíritu Santo].
Proclamación del Evangelio
Se incrementa la intensidad de la luz.
Animador.
Como ya es costumbre, en el centro de nuestro encuentro proclamamos una página del
Evangelio. Hoy es un poco más larga pero muy interesante. Escuchémosla.
Lector:
• Optativo: lectura entre cuatro lectores N = narrador, enviado, pueblo J = Jesús Mt = Marta
Mr = María

Lectura del Evangelio según san Juan (11,1-5.17-45)


N. Un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo.
María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo
era su hermano Lázaro.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo:


• Señor, tu amigo está enfermo.
Jesús, al oírlo, dijo:
J. Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que
el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
N. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo,
se quedó todavía dos días en donde estaba.
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén:
uno tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame
por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras
María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
Mt. -Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo
lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
N. Jesús le dijo:
J. Tu hermano resucitará.
N. Marta respondió:
Mt. Sé que resucitará en la resurrección del último día.
N. Jesús le dice:
J. Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está
vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
N. Ella le contestó:
Mt. Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías. el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
S. Y dicho esto, fue a llamar a su hermana, diciéndole en voz baja:
lt. El Maestro está ahí y te llama.
N. Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba Él; porque Jesús no había entrado todavía
en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con
ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando
que iba al sepulcro. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies
diciéndole:
Mr -Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
V Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy
conmovido, preguntó:
J. ¿Dónde lo han enterrado?

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

N. Le contestaron:
• Señor, ven a verlo.
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
• ¡Cómo lo quería!
Pero algunos dijeron:
• Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera este?
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús:
J. Quiten la losa.
N. Marta, la hermana del muerto, le dice:
Mt. Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.
N. Jesús le dice:
J. ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
N. Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
J. Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que Tú me escuchas siempre; pero
lo digo por la gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado.
N. Y dicho esto, gritó con voz potente:
J. Lázaro, ven afuera.
N. El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo:
J. Desátenlo y déjenlo andar.
N. Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús,
creyeron en Èl.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado.
Sara Bosch, una psicóloga clínica, después de doce años de atender a víctimas del terrorismo,
decía en una conversación.
¿Qué le dice a una madre a la que acaban de matarle a un hijo en una masacre?

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Si necesita que yo llore con ella, lloro con ella, si necesita apartarse con los suyos, procuro que
pueda hacerlo... la clave es que pueda expresar lo que piensa y lo que siente.
Si tengo un amigo que ha perdido a alguien en el atentado, ¿cómo puedo ayudarle?
Escúchele. Que le hable, que le explique los hechos -lo que vio-, lo que pensó y piensa, y lo
que sintió y siente. Lo más útil para él es verbalizar todo esto. Al verbalizar, está creando una
película en la que codifica su dolor. Eso le ayudará.
La humanidad, a lo largo de su historia, ha acumulado muchas experiencias traumáticas de
rivalidades, de humillaciones, de crueldad y violencia. De alguna manera todos llevamos en el
ADN de nuestra alma el impacto de estos traumas. Y además, en nuestra propia vida hemos
experimentado traumas propios de variada categoría.
¿Quién podrá escuchar tantas historias de dolor? ¿Qué gran psicólogo clínico de la humanidad
podrá prestar la debida atención a los millones de historias que necesitan ser verbalizadas para
que su codificación permita pasar de una memoria traumática a una memoria esperanzada?
Indudablemente haría falta alguien que pudiera llorar con los que lloran, estar en silencio con
los que quieren estarlo, compartir el dolor callado de tantos con una empatía extraordinaria.
El evangelio de esta noche (tarde) nos habla de alguien que se conmueve ante el dolor de dos
hermanas que acaban de perder a su hermano: Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a
los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido... Y todavía añade por segunda vez:
Jesús se puso a llorar.
La palabra que utiliza el Evangelio para describir el llanto de Jesús hace referencia a un llanto
sereno, contenido; no es el llanto convulsivo de María, ni el llanto histérico de las plañideras de
oficio. El llanto de Jesús era un llanto profundo y sentido que conmovió a los que lo presenciaron:
Los judíos comentaban: ¡Cómo lo quería!
El llanto de Jesús es un llanto humano, solidario, un llanto por nuestra limitada condición
humana. Jesús no llora de impotencia como nosotros ante la muerte de un ser querido; no llora
por sentirse derrotado por la muerte. El suyo es un llanto de fraternidad.
Es el llanto de un Dios que se emociona humanamente, que viene a compartir el dolor humano
para ayudar a superarlo e introducir como una pequeña experiencia del triunfo final de la vida
para siempre.
Jesús -para quien quiera y pueda creerlo- es Dios que ha venido a ayudar a verbalizar el dolor
humano y con esto no solo a situarlo en una película ordenada de los hechos, sino, incluso, a
hacerlo entrar en un horizonte de vida por siempre más allá de la muerte.
Jesús, seguro de sí mismo, da la orden: Quiten la losa. Marta, la hermana del muerto, le dice:
Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días. Jesús le dice: ¿No te he dicho que si crees verás
la gloria de Dios?

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

De este signo de la resurrección de Lázaro es de admirar la personalidad de Jesús: tan humano


que llora por su amigo, tan filial que actúa con la absoluta seguridad de que el Padre lo escuchará
y tan divino que tiene poder absoluto sobre la muerte. ¡Fascinante!
Hemos escuchado esta noche (tarde) este relato del Evangelio de Juan en su capítulo 11.
un relato detallado, codificado, que nos ha sido transmitido a lo largo de los siglos, para que
nosotros al oírlo podamos entrar en él, de manera que nos libere del caos, que ponga orden en
nuestra vida, que nos permita codificar nuestras experiencias traumáticas y, sobre todo, vivir
una inicial resurrección ya en esta vida.
La opción es de cada uno de los que estamos aquí:
O Jesús es un farsante y un iluminado, y sus seguidores montaron una gran estafa para toda la
humanidad que dura hasta el día de hoy. O Jesús es Dios en persona que viene a asistirnos en
nuestra soledad. Él es mucho más que un psicólogo que asiste a las familias de las víctimas y
ayuda a las propias víctimas a verbalizar su perplejidad. Él viene a ofrecernos ni más ni menos
que la vida en plenitud ya ahora y después de la muerte por siempre.
¿Qué sentimos esta noche (tarde)? No reprimamos nuestros sentimientos y vivencias... Nos
podría hacer daño guardarlas dentro por miedo a un dolor momentáneo o por miedo a hacer el
ridículo. ¿La soledad? ¿La añoranza de un Dios personal de verdad? ¿El dolor porque se nos
negó el amor cuando más lo necesitábamos? ¿El peso de la responsabilidad por haber tomado
una opción que el tiempo demostró errónea?
Dejemos, de todos modos, que las palabras de Jesús resuenen claras ahora mismo:
• Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está
vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
Es como si dijera: Yo lloro contigo... Yo te ofrezco la curación de tu caos, yo te ofrezco la
liberación de la losa y de las vendas que te tienen atrapado y atado: el escepticismo, el bloqueo
intelectual o afectivo, la pereza, la indecisión... Yo soy tan humano como solo Dios puede serlo...
¿Por qué te niegas a aceptar lo que tu corazón pide a gritos: ¿un Dios amor atento contigo?
Y finalmente la pregunta que Jesús nos hace a cada uno esta noche (tarde): ¿Crees esto?
Resonancia personal guiada
Animador.
Ahora tendremos unos instantes con música de fondo, e iremos planteando unas preguntas
que cada uno puede dejar resonar interiormente si quiere: dejen que estas preguntas «trabajen»
en el interior.
Se disminuye la intensidad de la luz.
Música de fondo.
¿Cuál es el principal obstáculo que me está impidiendo ahora mismo acercarme a Jesús de
una manera libre y total? El miedo a hacer el ridículo. La vergüenza. Las dudas. El peso del
pasado. Los escándalos de la gente de Iglesia. ¿El exceso de racionalismo?

43
SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

(3 minutos).
Ahora dando un paso más digámosle a Dios.
• Jesús, quítame la losa de lo que me impide encontrarme contigo.
• Jesús, resucítame a la amistad contigo.
(2 minutos).
Tiempo para verbalizar en voz alta la frase dirigida a Jesús.
Animador.
Ahora quien quiera podrá repetir en voz alta una de las frases que ha dicho interiormente
a Jesús. Que nadie se sienta obligado a hacerlo, pero que tampoco se reprima si siente el
impulso de decirlo.
[Tiempo para la verbalización de los asistentes].
Canto
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes.
Se incrementa la intensidad de la luz.
Avisos finales

44
SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

6. JESÚS Y MARÍA MAGDALENA


Juan 20,11-18 Mujer, ¿por qué lloras?
Entregar a Jesús las pérdidas, los duelos y las heridas.
Ambientación. La habitual.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
Se incrementa la intensidad de la luz.
Lectura del Evangelio según san Juan.
María se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno
a la cabecera y el otro a los pies. Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque
se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» Dicho esto, se dio vuelta y vio a
Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién
buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado,
dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.» Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le
dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro». Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido
al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a
mi Dios, que es Dios de ustedes.» María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al
Señor y me ha dicho esto.»
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado.
• La muerte cruenta y humillante de Jesús en la cruz fue un golpe muy duro para sus
discípulos. Toda su esperanza se derrumbaba. Se quedaban sin futuro.
• Por eso la alegría que comportó la experiencia de su resurrección fue tan turbadora y
es tan difícil de plasmar en los textos del Evangelio. A pesar de ello el evangelista Juan

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

lo intenta y lo consigue bastante bien como en el relato que acabamos de escuchar,


una página vibrante repleta de emoción y de delicadeza humana y divina.
• María Magdalena, una mujer, fue elegida por Jesús para ser el primer testigo de su
resurrección. Y eso que en aquel tiempo las mujeres no podían ser testigos en un
juicio. La escena que hemos escuchado narrada con una extrema delicadeza tiene la
virtualidad de poder ser reproducida en cada uno de nosotros aquí y ahora si abrimos
el corazón de par en par y con fe y confianza. ¡Manos a la obra!
Testimonio [optativo]
Animador.
• Pero antes de seguir con esta propuesta, queremos dar la voz a alguien que también
lloraba sus pérdidas y que un día oyó como Jesús lo llamaba por su nombre.
Persona que da su testimonio.
Animador.
• Una vez escuchado este testimonio, nos toca a cada uno de nosotros, si queremos,
vivir de la experiencia del encuentro personal con Jesús resucitado y en concreto de
oír su voz que nos pregunta:
• ¿Por qué lloras?
• ¿Por qué lloro yo? • ¿Cuáles son mis pérdidas?
• Pérdida de seguridad personal • Pérdida de un ser querido.
• Pérdida de la pareja. • Pérdida del trabajo.
• Pérdida de salud física o psíquica. • Pérdida de fe en Dios, en la Iglesia.
• Pérdida de confianza en mí mismo, en la vida.
• ¿Qué buscas?
• ¿Qué busco yo en este momento?
• Seguridad • Afecto • Dinero • Éxito • Venganza • Paz • Felicidad.
• Futuro laboral • Placer, Evasión.
Resonancia personal guiada
Animador.
Ahora tendremos unos instantes con música de fondo, e iremos planteando unas preguntas que
cada uno puede dejar resonar interiormente si quiere: dejen que estas preguntas «trabajen» en
su interior.
Se disminuye la intensidad de la luz.

46
SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Música de fondo
• Yo, ¿por qué lloro?
• Date permiso a ti mismo para reconocer todo aquello que echas en falta, tus pérdidas, tus
frustraciones, tus fracasos o desaciertos.
• Date tiempo para hacer el duelo por ello, tiempo para llorar.
[1-2 minutos].
• Ahora dando un paso más nos podemos plantear: ¿Qué busca mi corazón? ¿Qué
deseo yo ahora profundamente?
• No reprimas la expresión de tus deseos (si son «malos» Él los purificará, si son buenos
hay que sacarlos a la luz).
• Deja que emerja lo más profundo que llevas en el corazón.
[1-2 minutos].
• Ahora quédate en silencio, dispuesto a escuchar la voz de Jesús que dice tu nombre.
• Puedes decirle humildemente:
• Jesús, haz que pueda escuchar cómo pronuncias mi nombre.
Tiempo para verbalizar la oración personal y apoyarla con la respuesta colectiva
• Y quédate en silencio.
[1-2 minutos].
Finalmente, puedes dirigirte a Jesús diciéndole:
• Jesús, te entrego mis pérdidas y mis heridas.
¡Dame la alegría y la Vida que tú has ganado para todos!
Animador.
• Podemos expresar ahora en voz alta, si queremos, alguno de nuestros diálogos con
Jesús.
Música de fondo muy suave para no dificultar la audición de las verbalizaciones.
9. Canto
10. Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
11. Avisos finales

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

7. JESÚS EN CASA
Apocalipsis 3,20
Estoy a la puerta llamando. El gesto explícito de abrir el corazón a Jesús.
Ambientación. La habitual.
Posibilidad de destacar algún elemento que indique la llamada a la puerta o el gesto de abrirla.
Por ejemplo: la aldaba de una casa antigua, colocada encima de la mesita del centro de la sala
del encuentro donde están la Biblia y las velas.
Animador.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente)
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
• Hay un versículo de la Palabra de Dios que es como un resumen de todo lo que Dios ha
hecho y quiere hacer con nosotros. Es una frase, una sola frase en el último libro de la
Biblia, el enigmático libró del Apocalipsis, en el capítulo 3, versículo 20. Dice así:
Lector:
Leer muy despacio haciendo pausa.
Lectura del libro del Apocalipsis (3,20).
Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado.
• Hay muchas maneras de intentar acercarse al misterio personal que todo lo envuelve
que es Dios. Hay la posibilidad de utilizar la inteligencia, la posibilidad de dejar resonar
un texto del evangelio como solemos hacer en estos encuentros. Pero también hay otras
maneras que quisiéramos mostraros. Una de ellas es rezar con la ayuda de la imaginación.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

La imaginación, la fantasía también es una facultad que Dios nos ha dado y no tenemos
porqué asociarla únicamente a la frivolidad o al entretenimiento.
• Esta noche, amigos y amigas, les proponemos una visualización. Ponte cómodo,
relájate, déjate llevar por la imaginación, respira profundamente y sigue las pautas
que te iremos dando. Si a alguien de los presentes le resulta difícil visualizar, que
no se preocupe. Puede limitarse a escuchar lo que iremos diciendo como si fuera
un programa de radio, y puede también si quiere ir repitiendo interiormente: Jesús,
entra en mi corazón.
Se disminuye la intensidad de la luz.
Música de fondo durante todo el período de la visualización.
Animador o miembro del equipo preparado.
Para Facilitar que los oyentes puedan irlo visualizando es necesario leer poco a poco con voz
sugerente teniendo en cuenta las pausas:
En cada coma una pequeña pausa. Cuando hay puntos suspensivos, una pausa un poco más
larga. Y cuando acaba un párrafo, una pausa todavía más larga.
Imagínate que estás en tu habitación. Ves tu cama, la mesa, el armario, la estantería con los
libros, los pósteres que tienes colgados en las paredes, la cadena de alta fidelidad... Te ves a ti
mismo escuchando música...
(Pausa)
Y ahora imaginas que por el camino de tu casa caminando tranquilamente viene... Jesús... sí,
Jesús. Imagínatelo:
• Con su barba, su cabello largo, la mirada serena... Imagínatelo con túnica y sandalias,
como quieras... pero haz el pequeño esfuerzo de imaginártelo en este momento en tu mente...
Déjate guiar por el Espíritu.
Y ahora ves a Jesús que llega al portal de la casa y empieza a subir las escaleras, lenta pero
decididamente... ves un primer plano de sus pies subiendo los escalones de la escalera, y su
mano cogiéndose a la barandilla... Su robusta mano de carpintero experto... ves cómo Jesús
sube lentamente la escalera y se acerca a tu piso.
Ahora ya está ante la puerta de tu casa.
«Estoy a la puerta».
• Jesús hace rato que está ante la puerta de tu casa.
• Y espera... espera.
• «Estoy a la puerta llamando».
• Ahora te imaginas su mano robusta y noble que llama suavemente a la puerta.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

• Y, además de llamar, te llama por tu nombre: «Si alguien oye».


• ¿Oyes su voz? ¿Quieres oír su voz, hoy, ahora mismo...? Él te llama por tu nombre
con la fuerza del Espíritu.
• Haz silencio en tu interior ahora. Respira lentamente... no tengas miedo.
• Jesús dice: «Si alguien oye y me abre».
• La puerta se abre por dentro y depende de ti. Jesús no te quiere forzar, Él respeta tu
libertad...
• ¿Quieres abrir la puerta de tu corazón a Jesús? ¿Quieres darle permiso para
que entre?
• Lo puedes hacer ahora mismo, si quieres, en este momento.
• ¿Qué te pasa?
• ¿Dudas? ¿Tienes miedo? ¿Miedo a tener una decepción? ¿A abrir y no encontrar a
nadie? ¿Miedo a que Jesús te recrimine algo de tu pasado?
• ¡Vamos, decídete!
• Te levantas, vas hacia la puerta y le abres...
• Él está allá, ante ti.
• Sus ojos te miran con dulzura: no te recrimina nada, antes, al contrario, te acoge, te
valora, te ama.
• Le dices: «Entra, Jesús, entra en mi casa».
• Te abrazará. 
• «Entraré y comeremos juntos»
• Él te pone la mano en el hombro, te mira con ternura y te dice: «¡Cuánto tiempo he
esperado este momento!».
Tiempo para saborear personalmente la visualización
Animador.
La música sigue.
Ahora dejaremos unos instantes, con música de fondo, para que cada uno saboree esta
visualización y retenga el momento más interesante.
La imagen más impactante o más consoladora.
Música suave (3-4 minutos aproximadamente).
Tiempo para verbalizar

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Invitación o verbalizar alguna frase o expresión que haya sugerido la visualización.


Animador.
• Quien quiera, con total libertad, puede hacer todavía más real la acogida de Jesús
diciéndole ahora en voz alta: «Jesús, entra en mi casa».
• (Tiempo para la verbalización de los asistentes).
• Pauta para el equipo animador.
• Estos espacios en los que se abre la posibilidad de que la gente se exprese libremente,
hay que vivirlos con paz y sin tensión.
• No pasa nada si nadie abre la boca. 
• Hay que saber «aguantar» los silencios y también dosificarlos. Esto se aprende con
la práctica.
• Los miembros del equipo pueden hacer alguna invocación breve, pero solo algunos.
Y de Forma breve.
Oraciones.
Canto
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Se incrementa la intensidad de la luz.
Ver las indicaciones del primer encuentro.
Avisos finales

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8. EL HIJO PRÓDIGO
Lucas 15,11-31 Padre, he pecado contra Ti. Voluntad radical de volver a Dios.
Ambientación
Como de costumbre.
Tener el cuadro del hijo pródigo.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
• Alternativa: lectura con cuatro lectores: narrador (y criado), hijo pródigo, padre e hijo mayor
[prever copias del texto para cada lector]
N = Narrador (y criado)
HP = Hijo pequeño P = Padre HM = Hijo mayor
Lectura del Evangelio según san Lucas (15,11-31)
N. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo al padre:
HP. -Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.
N. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo
suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo
había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a
guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los
cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo:
HP. - ¿Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero
de hambre? Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra
el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

N. Se puso en camino a donde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y
se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo:
HP. Padre, he pecado contra el cielo y contra Ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
N. Pero el padre dijo a sus criados:
P. Saquen en seguida el mejor traje, y vístanlo; pónganle un anillo en la mano y sandalias en
los pies; traigan el ternero cebado y mátenlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío
estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.
N. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba
a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
• Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con
salud.
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a
su padre.
HM. Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me
has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo
que se ha comido tus bienes con malas mujeres le matas el ternero cebado.
N. El padre le dijo:
P. Hijo, tú está siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano
tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
• Hay un precioso libro, escrito por un sacerdote Holandés que se llamaba Henri
Nouwen, sobre el cuadro que Rembrandt dedicó al Hijo pródigo.
El libro nos dice que todos tenemos algo de cada personaje de esta parábola:
• Todos somos o hemos sido en algún momento de nuestra vida hijos pródigos. Todos somos
o hemos sido hermanos mayores a los que cuesta acoger al hermano que regresa. Y todos
somos o hemos sido o debemos ser padres amorosos que tenemos que saber acoger y
perdonar.
• Esta noche (tarde) ¿por qué no probamos de ver con qué personaje o personajes nos
identificamos más en este momento de nuestra vida?
1. El hijo pródigo
• Algunos quizá nos identificamos con el hermano menor. Tal vez, en un momento de
nuestra vida nos alejamos de la matriz familiar, o de la parroquia, colegio o movimiento
en el que recibimos una primera formación y apertura a la vida. Tanto si en estos

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

momentos te encuentras en esta situación como si ahora te acuerdas de haberla


pasado en momentos anteriores de tu vida puedes tomar conciencia de la situación de
indigencia espiritual que esta situación supone.
• Dice el Evangelio: empezó él a pasar necesidad... le entraban ganas de llenarse el
estómago de las algarrobas que comían los cerdos.
• ¿Has experimentado esta sensación de hambre? Física o espiritual. Hambre de
sentido. Vacío.
• ¿Dónde intentas o dónde has intentado saciarla? ¿Con las algarrobas del dinero? ¿Del
éxito social? ¿Con el consumo compulsiva de la televisión o de internet? ¿Con bebida
y/o estimulantes? ¿Con adicción al trabajo?
• ¿Tienes la sensación que nadie puede saciar esta hambre?
• Dice la parábola que el hijo menor decidió levantarse e ir hacia Dios: Me pondré en
camino adonde está mi padre. Es importante este movimiento interior de tu voluntad,
la decisión de ponerse en camino e ir a buscar a Dios.
• Aunque te sientas atrapado en una situación negativa y te parezca imposible intentar
superarla, lo que importa ahora es que en el fondo de tu corazón tengas ganas de
volver a Dios o tengas ganas de tener gana? de volver a Dios. Y si es posible te
ayudaría mucho que en tu interior pudieras rezar la oración de aquel joven: Padre, he
pecado contra el cielo y contra Ti.
2. El hermano mayor
• Pero puede ser que algunos de los presentes, pensándolo bien, se identifiquen también
con el hermano mayor. ¿Cuál es el problema del hermano mayor? ¿En qué fallaba el
hermano mayor en su reacción? Toda la vida había sido fiel a su padre, había estado
siempre a su lado, y sin embargo...No había aprendido a gozar del amor y de la libertad
que el padre le daba. Si en nuestro interior sentimos que algo de verdad hay en la
interpretación de la figura del hijo mayor de la parábola, aunque nos provoque un poco
de dolor, no dejemos pasar esta ocasión de afrontarlo y reconocerlo con lucidez y
humildad. Ojalá pueda brotar en nuestro interior una oración como esta:
Padre, perdóname porque estando tan cerca de Ti, no he sabido vivir y gozar de tu amor
y de la libertad que Tú me das.
Resonancia personal guiada
Animador.
• Ahora, tal como solemos hacer, dejaremos unos instantes con música de fondo, e
iremos planteando unas preguntas que cada uno puede dejar resonar interiormente si
quiere: Dejen que estas preguntas o «trabajen» interiormente.
Se disminuye la intensidad de la luz.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

1. El hijo pródigo
• En primer lugar:
• ¿A dónde he huido yo? ¿Qué portazos he dado en mi vida? ¿De qué huyo ahora
mismo? ¿A qué situación de hambre me ha llevado esta huida o separación?
• Ahora dando un paso más nos podemos plantear: ¿Con qué tipo de algarrobas he
intentado o intento saciar mi hambre?
• ¿Búsqueda desenfrenada de dinero? ¿Éxito y prestigio social? ¿Consumo compulsivo
de televisión o internet? ¿Bebida y/o estimulantes? ¿Adicción al trabajo?
• ¿Reconozco mis errores y malas decisiones en este campo?
• ¿De qué me arrepiento sinceramente? [1-2 minutos].
• Ahora, dando un paso más, puedes dirigirte directamente a Dios diciéndole:
• Padre, he pecado contra el cielo y contra Ti.
• Ahora vengo a Ti y quiero dejarme abrazar y perdonar por Ti.
2 minutos.
2. El hermano mayor
• También podemos dedicar unos momentos a pensar hasta qué punto tenemos algún
rasgo del hermano mayor: ¿Hay en mí algún tipo de resentimiento o de amargura por
el hecho de no ver reconocido o premiado mi esfuerzo por ser buena persona?
[1-2 minutos].
• Y aún nos podemos plantear: ¿Miro con recelo o prevención a los que vuelven a la fe
o se reincorporan a la Iglesia o incluso a mi comunidad cristiana?
[1-2 minutos].
• Y finalmente puedes dirigirte directamente a Dios diciéndole:
• Padre, perdóname porque, estando tan cerca de Ti, no he sabido vivir y gozar de tu amor y
de la libertad que Tú me das.
2 minutos.
Invitación a verbalizar la oración personal y a apoyarla con la respuesta colectiva
Animador.
• Ahora es el momento en que quien quiera puede expresar de viva voz su oración
dirigida al Padre.
Tiempo para las intervenciones personales.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

9. Canto
2. Oración de intercesión
Animador.
• Hoy, para terminar, queremos introducir una práctica muy propia de la oración cristiana pero
que hemos reservado para este momento de nuestro proceso. Se trata de orar también por
los demás.
• Es lo que se llama oración de los fieles. No es ahora el momento de explicar todo el
fundamento teológico de este tipo de oración, pero sí que abrimos un espacio para que quien
quiera dirija en voz alta a Dios, una oración por personas, grupos o situaciones diversas.
• Nos uniremos a cada petición diciendo: Te lo pedimos, Señor. [Tiempo prudencial para las
intervenciones personales].
10. Canto final
11. Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
12. Avisos Finales

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9. VENGAN A MÍ LOS QUE ESTÁN CANSADOS Y AGOBIADOS


MATEO 11,25-30. Podemos encontrar descanso en Dios.
Ambientación
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
MATEO 11,25-30
Entonces Jesús dijo:
• Yo te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas
a los sabios y entendidos, y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha
parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y
al Padre no lo conoce más que el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan
a Mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y
aprendan de Mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus vidas.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga, ligera.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
Jesús no tuvo problemas con la gente sencilla del pueblo. Sentía que lo entendían. El pueblo
«sencillo», que vivía defendiéndose del hambre y de los grandes terratenientes, le entendía muy
bien: Dios los quería ver dichosos, sin hambre y sin agobios. Los más enfermos y desvalidos se
fiaban de Èl y, animados por su fe, volvían a confiar en el Dios de la vida. Las mujeres que se
atrevían a salir de su casa dejando su trabajo para escucharlo intuían que Dios tenía que amar
como decía Jesús, con entrañas de madre. La gente sencilla sintonizaba con Èl. El Dios que
Jesús les anunciaba era el que anhelaba y necesitaban.
La actitud de los «entendidos» era diferente. Caifás y los sacerdotes de Jerusalén lo veían
como un peligro. Los maestros de la ley no entendían que se preocupara tanto del sufrimiento
de la gente y pareciera olvidarse de las exigencias de la religión. Por eso, entre los seguidores
más cercanos de Jesús no hubo nunca sacerdotes, escribas o maestros de la ley.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Un día, Jesús desnudó su corazón y descubrió lo que sentía en su interior al ver lo que estaba
ocurriendo. Lleno de alegría alabó así a Dios delante de todos: «Te doy gracias, Padre, Señor
del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has
dado a conocer a los sencillos». A Jesús se le ve contento, pues añade: «Sí, Padre, así te ha
parecido mejor». Esa es la forma que tiene Dios de revelar sus «cosas».
Los «sabios y entendidos» creen saberlo todo, pero no entienden nada. La actitud de la gente
sencilla es diferente. No tienen acceso a grandes conocimientos religiosos, no asisten a las
escuelas de los grandes maestros de la ley, tampoco cuentan mucho en la religión del templo.
Su manera de entender y de vivirla vida es más sencilla. Ellos van a lo esencial. Saben lo que
es sufrir, sentirse mal y vivir sin seguridad. Por eso se abren con más facilidad y confianza al
Dios que les anuncia Jesús. ¿No es esta la actitud que hemos de despertar en nosotros?
Estamos aquí atraídos por el Padre y buscados por Jesús. El Padre quiere revelar sus «cosas»
a los sencillos, y su Hijo Jesús se alegra en sintonía total con su Padre. También Èl quiere
revelar a los sencillos su experiencia de Dios, lo que contempla en su corazón de Padre, el
proyecto que le apasiona, lo que busca para sus hijos e hijas. ¿No nos lo revelará a nosotros?
«Vengan a Mí todos los que están cansados y agobiados». Es la primera llamada. Está dirigida
a todos los que viven la religión como un peso, los que se sienten agobiados por doctrinas
complicadas que les impiden captar la alegría de un Dios Amigo y Salvador. Si se encuentran
vitalmente con la persona de Jesús, experimentarán un respiro: «Yo los aliviaré».
«Carguen con mi yugo... porque es llevadero y mi carga, ligera». Es la segunda llamada. Hay
que cambiar de yugo. Hemos de abandonar el yugo de «los sabios y entendidos», pues es
abrumador y lleva a una moral sin alegría, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más
llevadera. No porque Jesús exige menos, sino porque propone lo esencial: el amor que libera a
las personas y despierta en el corazón humano el deseo de hacer el bien y el gozo de la alegría
fraterna.
«Aprendan de Mí, que soy sencillo y humilde de corazón». Es la tercera llamada. Hemos de
aprender a cumplir la ley y vivir la religión como lo hacía Jesús, con su mismo Espíritu. Jesús
no «complica» la vida, la hace más clara, más sencilla y más humilde. No agobia a nadie. Al
contrario, libera lo mejor que hay en nosotros y nos enseña a vivir de manera más digna y
humana.
Esta es la promesa de Jesús: si vienes a Mí... si cargan con mi yugo... si aprenden de Mí a vivir
de manera diferente, «encontrarán descanso para sus vidas». Jesús libera de agobios, no los
introduce; hace crecer la libertad, no las servidumbres; atrae hacia el amor, no hacia las leyes;
despierta la alegría, nunca la tristeza. ¿Sabremos encontrar en Jesús nuestro descanso?
Resonancia personal guiada
• ¿Me resulta un peso la religión y la moral tal como se viven entre nosotros?
• ¿Hay algo que me hace sufrir de manera especial? ¿Qué puedo hacer para vivir con más
paz?
• Cuando me encuentro agobiado por los problemas, cansado de seguir luchando, harto de

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

ciertas personas, ¿suelo ir a Jesús para encontrar respiro, descanso y aliento nuevo? ¿No
necesito aprender a relacionarme con Él de otra manera? ¿Cómo?
• Conversación con Jesús. Háblale de tus cansancios y agobios. Èl te entiende y te alivia.
Invitación a verbalizar la oración personal
Animador.
• Ahora es el momento en que quien quiera puede expresar de viva voz su oración
dirigida al Padre.
• Podemos unirnos a ella, según cual sea la verbalización, diciendo:
Dios de amor escúchanos.
Tiempo para las intervenciones personales.
Canto
Oración
• En un clima de silencio y recogimiento sintonizamos con la alegría de Jesús y damos
gracias a Dios por ser tan bueno con la gente más sencilla y modesta. Todos juntos
pronunciamos las palabras de Jesús: «Te damos gracias, Padre, Señor del cielo y de
la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has dado
a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido mejor». Luego podemos cada
uno dar gracias en voz alta o en silencio por personas sencillas cuya fe nos hace bien.
Podemos orar juntos esta oración:
Hoy queremos expresarte, Padre, nuestra ilusión y nuestra alegría, porque tu aliento nos anima
y guía, tus manos nos alzan y sostienen, y en tu regazo encontramos ternura y descanso. Con
el corazón encogido por tanto don recibido y tanto horizonte abierto, nos brota con facilidad la
alabanza. Desbordados por tu amor y llenos de gozo te ensalzamos. Lleva a buen término lo
que has comenzado.
Canto final
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Avisos finales

59
SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

10. ¡ÁBRETE!
Ambientación
Como de costumbre.
Podemos decorar con unas llaves grandes y unos candados, no se olviden de las velas y un
cartel grande que diga en mayúscula ÁBRETE.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
MARCOS 7,31-37
Dejó [Jesús] el territorio de Tiro y marchó de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea,
atravesando el territorio de la Decápolis. Le llevaron un hombre que era sordo, y además
apenas podía hablar; y le suplicaban que le impusiera la mano. Jesús lo apartó de la gente y, a
solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando
los ojos al cielo, suspiró y le dijo: —Effetá (que significa: «Ábrete»).
Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar
sin dificultad. Él les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo
pregonaban. Y en el colmo de la admiración decían: —Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los
sordos y hablar a los mudos.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
Para vivir escuchando a Jesús hemos de dar un paso decisivo: abrir nuestro corazón, nuestra
mente y la vida entera al trabajo que Jesús está haciendo ya en nosotros. Si nos reunimos con
el corazón bloqueado, «sordos» a sus llamadas y sin una comunicación abierta entre nosotros,
esta es la palabra que necesitamos oír de Jesús: «¡Ábrete!».
El evangelista Marcos sitúa el episodio en la orilla oriental del lago de Galilea, en una región
habitada mayoritariamente por paganos. Su objetivo no es solo recoger los recuerdos que se
conservan entre los seguidores de Jesús sobre la curación de un sordomudo. El relato sugiere
algo más.

60
SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

La curación del sordomudo narrada por Marcos sugiere que Jesús es capaz de «abrir los
oídos» para que los «sordos» puedan escuchar y entender la Buena Noticia de Dios. Por eso
mismo, el relato se convierte en una llamada a abrirnos a Jesús para dejarnos trabajar por Èl.
¿No es eso precisamente lo que necesitamos?
Según el relato, la situación del sordomudo es lamentable. Vive como ajeno a todo. No parece
ser consciente de su estado. No hace nada por acercarse a Jesús. Nunca saldría por sus
propias fuerzas de su aislamiento. Por suerte para el enfermo, unos desconocidos se interesan
por él y «lo llevan» a Jesús. Solo les mueve un deseo: suplican a Jesús que «imponga su mano
sobre él» para transmitirle su fuerza curadora.
La desgracia del sordo consiste en que solo se oye a sí mismo. No puede escuchar a sus
familiares y vecinos. No puede conversar con sus amigos y amigas. Tampoco escucha las
parábolas de Jesús ni entiende su mensaje. Vive aislado en su propia soledad. Su situación
se agrava todavía más cuando, al no poder ir, se atrofia su capacidad de hablar. El sordo de
nuestro relato apenas puede hablar de manera inteligible y clara. Así transcurre su vida: sin
escuchar el mensaje de los demás y sin poder comunicarles el suyo propio.
El sordo sale de su aislamiento. Se deja trabajar por Jesús. Y en el momento en que Jesús y el
enfermo se funden en una misma fe y se abren a la acción de Dios, amigo de la vida, la curación
se hace realidad. Por primera vez, aquel pobre enfermo empieza a conocer lo que es vivir
escuchando a los demás y conversando abiertamente con todos. Ha escuchado la orden de
Jesús, se ha abierto y ahora es capaz de vivir escuchando su Buena Noticia y comunicándola
a otros. ¿No es esta la experiencia que necesitamos vivir nosotros?
Hemos de dejarnos trabajar por Èl para ser sus discípulos y seguidores. Si vivimos sordos
a su mensaje, si no entendemos bien su proyecto ni captamos su amor a los que sufren, no
escucharemos la vida como la escuchaba Èl, ni llegará hasta nosotros el clamor de los que
sufren como llegaba hasta el fondo de su corazón. Pero entonces no seremos capaces de
anunciar su Buena Noticia, pues deformaremos su mensaje. No hemos de olvidarlo en nuestro
recorrido. Si nos mantenemos «sordos» a las palabras de Jesús, seremos como «tartamudos»
al anunciar su Buena Noticia. A muchos se les hará difícil entender nuestro «evangelio».
Resonancia personal guiada
• ¿Tengo la impresión de vivir sin escuchar desde el fondo de mi ser la voz de Jesús?
¿Qué es lo que más me impide estar abierto a su Evangelio y a su Espíritu?
• ¿Sé confesar mi fe en Jesucristo con mi palabra y con mi estilo de vivir o soy un cristiano
mudo? ¿Callo y oculto a veces mi identidad cristiana? ¿Por qué? ¿Por respeto, por cobardía,
por temor al rechazo...? ¿Puedo colaborar?
• Conversación con Jesús. Háblale de tus resistencias a su llamada. Él te escucha y te
entiende.

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SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

Invitación a la oración personal


• Escuchamos en silencio la reacción de aquellas gentes sencillas que conocieron a Jesús por
las orillas del lago de Galilea: «Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los
mudos». Recordamos en silencio el bien que nos ha hecho Jesús en momentos concretos de
nuestra vida. Pensamos en personas concretas a las que Jesús ha transformado, dándoles
luz, fuerza, compañía, presencia de amigos creyentes. Los que lo desean dan gracias a
Dios porque sentimos a Jesús como «Amigo bueno» para todos.
• Contemplamos a Jesús en medio de nosotros, «levantando sus ojos al cielo» y diciéndonos
a todo el grupo: «¡Ábrete!». Escuchamos en silencio.
• Pedimos en silencio unos por otros, y los que así lo desean, invocan a Dios en voz alta.
• Podemos leer en silencio la siguiente oración antes de pronunciarla en voz alta:
Estás cerca, estás siempre, estás esperando y no me detengo. Respetas mi libertad, caminas
junto a mí, sostienes mi vida y no me entero.
Me ayudas a conocerme, me hablas como a un hijo, me animas a ser yo mismo y no te hago
caso.
Me amas con ternura, quieres lo mejor para mí, me ofreces todo lo tuyo y no te lo agradezco.
Canto
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Avisos finales

62
SUBSIDIO PARA LA CASA CATÓLICA

11. FIEL AL PADRE


Ambientación
Podemos decorar con unos panes, monedas, y algún signo de poder para ayudar a entrar en
ambiente de escucha atenta.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
MATEO 4,1-11
Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu, para que el diablo lo pusiera a prueba.
Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. El tentador se acercó
y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes. Jesús le
respondió:
—Está escrito: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Después el diablo Io llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo: —Si eres
Hijo de Dios, tírate abajo; porque está escrito: Dará órdenes a sus ángeles para que cuiden
de Ti y te lleven en brazos, de modo que tu pie no tropiece en piedra alguna. Jesús le dijo: —
También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
De nuevo lo llevó consigo el diablo a un monte muy alto, le mostró todos los reinos del mundo
con su gloria y le dijo: —Todo esto te daré si te postras y me adoras. Entonces Jesús le dijo:
—Vete, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y solo a Èl le darás culto.
Entonces el diablo se alejó de Èl y unos ángeles se acercaron y le servían.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
Jesús vive movido por el Espíritu de Dios, que dirige toda su vida. Pero su fidelidad al Padre
no siempre será fácil, pues estará atravesada por pruebas, tentaciones y conflictos. Vamos a
tomar conciencia de los caminos equivocados que hubiera podido seguir Jesús pervirtiendo

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su misión. De esta manera, conoceremos mejor su fidelidad al Padre y podremos estar más
atentos a las tentaciones que nos pueden desviar hoy de su camino.
Las tentaciones no son propiamente de orden moral. Su verdadero trasfondo es más profundo.
El tentador pone a prueba la actitud última de Jesús ¿cómo ha de vivir su tarea? ¿Buscando
su propio interés o escuchando reamente su Palabra? ¿Cómo ha de actuar? ¿Dominando a
los demás o poniéndose a su servicio? ¿Cómo ha de orientar su vida? ¿Buscando su propia
gloria o la voluntad de Dios? Las respuestas de Jesús son breves y concisas. Jesús responde
destacando lo único necesario y esencial: la fidelidad a Dios.
• La primera tentación acontece en el «desierto», a ras del suelo. Después de un largo ayuno
dedicado a la búsqueda de Dios, Jesús siente hambre. Jesús, desfallecido pero lleno del
Espíritu, reacciona con rapidez: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que
sale de boca de Dios». Se da cuenta de que el tentador le está sugiriendo actuar pensando
en sí mismo y no en el proyecto de Dios. No seguirá ese camino. No vivirá buscando su
propio interés. No utilizará a su Padre de manera egoísta. Se alimentará de la Palabra de
Dios.
La segunda tentación tiene lugar en «el alero del templo». La respuesta de Jesús es contundente:
«No tentarás al Señor, tu Dios». No será un Mesías triunfador. Nunca pondrá a Dios al servicio
de su gloria. No buscarà «señales del cielo» para impresionar a las gentes. Pondrá su poder
curador al servicio de los enfermos y los últimos.
Siempre que los seguidores de Jesús ponemos a Dios al servicio de nuestra propia gloria,
buscando nuestro éxito y superioridad sobre los demás, nos estamos desviando de Jesús.
Cuando pretendemos seguir pensando que Ia práctica de nuestros deberes religiosos nos
dispensa del esfuerzo y el compromiso a por un mundo más humano y justo, nos alejamos de
Èl.
• Para la tercera tentación, el diablo lleva a Jesús a «un monte muy alto». Allí le muestra
«todos los reinos del mundo con su gloria». Jesús reacciona: «Vete, Satanás. El Padre no
lo llama a dominar la tierra al estilo del emperador de Roma, sino a servir a quienes viven
oprimidos por los que tienen el poder. El reino de Dios no se impone con poder, se ofrece
con amor.
Los seguidores de Jesús hemos de ahuyentar cualquier tentación de poder, vanagloria y
dominación, gritando con Jesús: «Vete, Satanás». El poder mundano es siempre una tentación
diabólica. Cuando caemos en ella, nos estamos desviando gravemente de él.
Resonancia personal guiada
• ¿Conozco bien las tentaciones que me pueden apartar del seguimiento fiel a Jesús? ¿Qué
es lo que más me puede alejar del Evangelio en estos momentos?
• ¿Siento a Jesús cercano en el momento de la tentación? ¿Cómo es mi relación con Èl en el
momento de la prueba o de la caída? ¿Es Jesús mi mejor estímulo para cuidar mi fidelidad
al Padre? ¿Me ayuda este grupo a vivir de manera más lúcida y responsable?

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8. Invitación a la oración personal


• «No solo de pan vive el hombre...». Leemos despacio la primera tentación. Recordamos en
silencio a quienes no tienen pan, trabajo, vivienda, seguridad... Pensamos al mismo tiempo
en nuestro bienestar... Escuchamos a Jesús: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda
Palabra que sale de boca de Dios» ... Después de meditar en silencio, invocamos a Jesús
en silencio o en voz alta.
• «No tentarás al Señor, tu Dios...». Leemos la segunda tentación. Recordamos nuestra
pretensión de poner a Dios al servicio de nuestros propios intereses, nuestra resistencia
a correr riesgos por el reino de Dios, nuestra falta de compromiso por un mundo mejor...
Escuchamos a Jesús: «No tentarás al Señor, tu Dios» ... Después de meditar en silencio,
invocamos a Jesús en silencio o en voz alta.
• Meditamos en silencio esta plegaria y luego la recitamos todos juntos:
Señor Jesús, suple nuestras deficiencias. Danos capacidad para aceptar a los que siguen otras
sendas, ilumina nuestro camino. Danos luz para descubrir obstáculos, fuerza para superarlos,
apoyar a los que se cansan, esperar a los que caminan lentamente, levantar a los que caen y
comprender a los que se marchan. Amen.
9. Canto
10. Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
11. Avisos finales

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12. EL DON DEL RESUCITADO


Juan 20,19-23
Reciban el Espíritu Santo. La experiencia del perdón.
Material especial para el encuentro de hoy:
Una oración del perdón que se distribuirá en el momento indicado.
Ambientación
Como de costumbre.
Encima de la mesita del centro de la sala puede haber algún detalle que haga resaltar la idea
de perdón o reconciliación: dos cuerdas anudadas...
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
Se incrementa la intensidad de la luz.
Lector:
Lectura del Evangelio según san Juan.
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde,
con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de
ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir: «¡La paz esté con
ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.» Dicho esto, sopló sobre ellos
y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados,
y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:

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• Recibir el Espíritu Santo, la paz, el perdón, es el gran don de Jesús resucitado. A través
de Jesús crucificado y resucitado se nos da el Espíritu Santo, que comparten el Padre
y el Hijo: es el gran don de la Pascua. El Espíritu Santo posibilita los imposibles: la
paz, curar nuestras heridas y poder perdonar. Nuestra buena noticia: les ofrecemos el
Espíritu Santo que trae este perdón.
• Hoy les proponemos una oración de perdón. 
» Sabemos que es un texto fuerte; quien quiera la puede simplemente escuchar. Quien lo
desee ya la puede ir diciendo y repitiendo por dentro.
Pensemos que pronunciar palabras de perdón en nombre de Jesucristo, aunque humanamente
no tengamos aún sentimientos de perdón respecto a los que nos han hecho daño, es una
manera de abrirnos al perdón de Dios, que así puede entrar más en nosotros mismos e ir
suscitando progresivamente sentimientos reales de perdón y compasión.
Con esta oración, aunque podamos experimentar en algunos pasajes un cierto «dolor», no
se trata de favorecer sentimientos excesivos de vergüenza y de culpa, sino precisamente de
permitir que Jesucristo nos libere de ellos.
Música suave de fondo durante toda la oración.
Oración del perdón
Dos lectores que se van alternando.
• Señor Jesús, te pido la gracia de poder perdonar a todas las personas que me han
ofendido a lo largo de la vida. Confío que me darás la fuerza para perdonar. Te doy
gracias porque me amas más de lo que yo me amo a mí mismo y quieres mi felicidad
más de lo que yo mismo la deseo.
• Señor Jesús, quiero estar liberado de resentimientos y de amarguras hacia todo el
mundo, y también hacia Ti por las veces que he pensado que enviabas enfermedades,
desgracias o muertes a mi familia. Purifícame hoy el corazón y la mente.
• Señor, hoy me perdono a mí mismo, a mí misma, por mis pecados, errores y fracasos;
por lo que hay de malo en mí y por lo que me parece que, en mí, no es lo bastante
bueno. Me perdono por haber buscado la salvación y la felicidad en mi propio esfuerzo,
en mis méritos, en el uso egocéntrico de la inteligencia, la voluntad, la acción o el
sentimiento, o en el recurso a cualquier práctica supersticiosa. Renuncio a todos estos
caminos y decido escogerte a Ti solo como Señor y Salvador de mi vida. Lléname de
tu Espíritu Santo.
• Por tomar tu nombre en vano, por no honorarte como es debido; también por haberme
enfrentado a mis padres; por emborracharme, por drogarme; por pecar contra la
solidaridad; por mi complicidad con el racismo y la xenofobia; por los pecados contra la
pureza; por el adulterio, el aborto; por robar; por mentir... por todo. En tu nombre, me
perdono sinceramente.

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• Perdono de corazón a mi madre. La perdono por las veces que me hirió, que se
mostró resentida, se enfadó conmigo y me castigó. La perdono por las veces que
prefirió a mis hermanos. Con tu amor, Señor, la perdono de todo corazón.
• Perdono a mi padre por su falta de afecto y de amor; por todas las heridas que su
severidad o su indiferencia hayan causado en mi espíritu. Lo perdono por sus defectos,
por sus vicios y por sus errores; por las peleas con mi madre o con mis hermanos;
por sus castigos severos o por no atreverse a hacer de padre. Hoy, en tu nombre, lo
perdono de todo corazón.
• Señor, perdono a mi esposo, a mi esposa, por su falta de amor, de afecto, de
comprensión, de apoyo, de ayuda, de ternura; por sus faltas, errores y debilidades,
y por todos sus hechos o palabras que me hirieron. Lo perdono de todo corazón.
Perdono en tu nombre a aquel o aquella que me abandonó o que me fue infiel.
• Jesús, perdono a mis hijos por su falta de respeto, de obediencia, de amor y de
comprensión; por hablar mal de sus padres, por sus malos hábitos, por su indiferencia
religiosa, y por cualquier palabra o hecho que me haya podido molestar. Los perdono
de todo corazón.
• Dios mío, perdono a todas las personas de la familia de mi esposo, de mi esposa, de
mis hijos (suegros, cuñados, yerno, nuera...) por sus críticas, pensamientos, acciones
y omisiones que me han causado dolor. En nombre tuyo, Señor, los perdono.
• Perdono a mis profesores y educadores del pasado y del presente, aquellos que me
castigaron, me humillaron, me trataron injustamente y se burlaron o se desentendieron
de mí. Hoy, de todo corazón, los perdono.
• Perdono también a mis compañeros y compañeras de trabajo; los que me desagradan
y los que me hacen la vida imposible; los que están por encima mío, especialmente los
que me han maltratado. En tu nombre los perdono.
• Señor, perdono a mis amigos; los que hablaron mal de mí o no me defendieron cuando
otros sí lo hacían; los que abusaron de la confianza; los que no me devolvieron el
dinero u otras cosas que les había dejado. En tu nombre los perdono.
• A mis vecinos y vecinas, y a todas las personas con las que hoy me relaciono a diario,
especialmente aquellas con las que he tenido algún problema; hoy, por tu amor, los
perdono.
• Gracias, Jesús, porque me liberas del mal de no perdonar. Deja que el Espíritu Santo
me llene de su luz para que sean iluminadas todas las áreas oscuras de mi persona.
Amén.
Invitación a verbalizar alguna frase de la oración
Animador:
• Ahora quien quiera podrá repetir en voz alta alguna de las expresiones de perdón de
esta larga lista que hemos escuchado.

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• Como decimos siempre, que nadie se sienta obligado.


Tiempo para las intervenciones personales
Canto
Oración de intercesión
Animador:
• Es el momento de orar también por los demás.
• Abrimos un espacio para que quien quiera en voz alta dirija a Dios una oración por
personas, grupos o situaciones diversas.
• Nos uniremos a cada petición diciendo: Te lo pedimos, Señor.
[Tiempo prudencial para las intervenciones personales]
Animador:
• Recapitulemos todas nuestras oraciones diciendo juntos aquella que nos enseñó el
mismo Jesús y que algunos aprendimos en nuestra tierna infancia: el Padrenuestro.
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Avisos finales

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13. VAYAN A GALILEA. ALLÍ LO VERÁN


MARCOS 16,1-7 Regresar al inicio para disfrutar de su presencia.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
Se incrementa la intensidad de la luz.
Lector:
MARCOS 16,1-7
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron perfumes para
embalsamar a Jesús. El primer día de la semana, muy de madrugada, a la salida del sol, fueron
al sepulcro. Iban comentando:
—¿Quién nos correrá la piedra de la entrada al sepulcro?
Pero, al mirar, observaron que la piedra había sido ya corrida, y eso que era muy grande.
Cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, que iba vestido con
una túnica blanca. Ellas se asustaron. Pero él les dijo:
—No se asusten. ¿Buscan a Jesús de Nazaret, el crucificado?
Ha resucitado; no está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron. Ahora vayan a decir a sus
discípulos y a Pedro: «Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, tal como les dijo».
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
Estamos aquí reunidos por Jesús. Queremos ver «dónde vive». Deseamos aprender a vivir
como Èl: ser sus discípulos y seguidores. Pero, ¿dónde podemos verlo? Sabemos que murió
ejecutado en una cruz. Creemos que Dios lo ha resucitado, pero, ¿dónde y cómo podemos
verlo hoy nosotros?
Este relato es de una importancia excepcional. Las protagonistas son tres mujeres admirables.
Han seguido a Jesús por los caminos de Galilea, junto con otros discípulos. Al llegar el momento

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de la ejecución de Jesús no han huido cobardemente, como los varones. Han contemplado
angustiadas como los soldados romanos crucificaban a su querido Jesús. Han observado
también dónde lo han sepultado, y vienen ahora hasta el sepulcro para tener con Èl un último
gesto de cariño y de piedad.
No pueden olvidar a Jesús. Lo aman como a nadie. La primera, como siempre, María Magdalena.
En sus corazones se han despertado un proyecto absurdo que solo puede nacer de su amor
apasionado a Jesús. «Compran perfumes para embalsamar» su cadáver. Por el camino, las
mujeres recuerdan que una «piedra» cierra la entrada del sepulcro. Ellas se sienten impotentes
para removerla. ¿Quién la podrá correr? la insistencia del evangelista, señalando que la piedra
era «muy grande», sugiere el poder de la muerte. Ante ella hay que perder toda esperanza. Las
mujeres no podrán nunca liberar a Jesús de la muerte.
La sorpresa y el sobresalto cuando, al entrar en el sepulcro, «ven a un joven sentado a la
derecha, vestido con una túnica blanca». Sin duda es un mensajero enviado por Dios, pero está
descrito con rasgos que hablan de vida y resurrección. Es un «joven», en la flor de la vida. Está
«sentado», irradiando seguridad y autoridad. Está en la parte «derecha», lugar que promete
dicha. Viste una «túnica blanca», color que simboliza la vida gloriosa de Dios. Las mujeres se
asustan, pues donde ellas esperaban encontrar el cadáver de Jesús solo ven signos de vida,
juventud, luz blanca... ¿Estará Jesús vivo, resucitado a la vida de Dios, sentado a la derecha
del Padre?
El joven las tranquiliza: «No se asusten». No hay más saludos ni palabras que puedan distraer
a las mujeres. El enviado de Dios les anuncia directamente su mensaje: «¿Buscan a Jesús
de Nazaret, el crucificado?» Es un error buscarlo en el mundo de la muerte. Jesús no es un
difunto más. No es el momento de rendirle homenajes ni de llorarlo recordando piadosamente
su vida admirable. «No está aquí». No pertenece al reino de la muerte. Está vivo para siempre.
El Crucificado está vivo. El Padre lo ha resucitado.
El joven desea confiar un encargo a las tres mujeres tan fieles a Jesús. Han de salir de aquel
lugar de muerte para comunicar a «los discípulos y a Pedro» algo sumamente importante.
El mensaje es para todos los discípulos, también para Pedro, el discípulo que ha renegado
directamente de Jesús. El mensaje es este: «Él va delante de vosotros a Galilea; allí lo verán,
tal como les dijo». Sin duda, el mensaje encierra un sentido más profundo que el meramente
geográfico. ¿Por qué hay que volver a Galilea?
A orillas del lago de Galilea empezó Jesús a llamar a sus primeros seguidores y seguidoras
para enseñarles a vivir con su estilo de vida y a colaborar con Èl en la gran tarea de hacer
la vida más humana. Hoy Jesús sigue llamando. En este grupo escucharemos su llamada a
seguirlo. Él irá también hoy «delante de nosotros», como iba en otros tiempos por los caminos
de Galilea.
Por los caminos de Galilea se fue gestando la primera comunidad de seguidores de Jesús. Junto
a Èl vivieron una experiencia única. Con Èl fueron aprendiendo a vivir acogiendo, perdonando,
aliviando el sufrimiento, curando la vida y despertando la confianza de todos en el amor
insondable de Dios. En nuestro recorrido, también nosotros viviremos la misma experiencia.
Aprenderemos a vivir al estilo de Jesús.

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Invitación a verbalizar
Animador:
• ¿Qué es para mí creer en la resurrección de Jesús? ¿Confesar algo que sucedió hace
mucho tiempo y no tiene mucho que ver con mi vida diaria? ¿Experimentar que Cristo
vive en mí? ¿Saber que me guía y acompaña?
• ¿Dónde busco yo a Cristo resucitado? ¿En el mundo de lo muerto; ¿en una religión
apagada, en una fe rutinaria, en el cumplimiento de la letra, en el egoísmo que ahoga
mi vida? ¿Estoy dispuesto a comenzar de nuevo mi seguimiento a Jesús? ¿Aprenderé
en este grupo a ver a Jesús resucitado alentando mi vida?
Tiempo para las intervenciones personales
Canto
Oración de intercesión
Animador:
• Es el momento de orar
La persona señalada pronuncia despacio tres veces las palabras del joven en el sepulcro: «Él
va delante de vosotros a Galilea. Allí lo veràn». Todos meditamos en silencio esta promesa que
Jesús dirige a todo el grupo. Después, todos juntos pronunciamos esta oración; o bien cada
uno selecciona unas palabras para decirlas en voz alta.
Señor, somos débiles, cobardes, torpes...
Sin embargo, queremos caminar.
Queremos comenzar de nuevo.
Tú irás delante de nosotros.
Tu Espíritu vive en nosotros y nos guía.
Tú nos sigues hablando y perdonando.
Enséñanos a trabajar por el reino del Padre.
Danos la gracia de seguirte fielmente. Amén.
[Tiempo prudencial para las intervenciones personales].
Animador:
• Con alegría nos unimos a nuestro creador diciendo Padrenuestro.
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Avisos finales

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14. PIDAN, BUSQUEN, LLAMEN


LUCAS 11,9-13
Ambientación
Como de costumbre.
Tener el cuadro del hijo pródigo.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
LUCAS 11,9-13
Pues yo les digo:
Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide,
recibe; el que busca, encuentra, y al que llama, le abren. ¿Qué padre entre ustedes, cuando su
hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez le va a dar una culebra? ¿O si le pide
un huevo le va a dar un escorpión? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar a sus hijos
cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Resonancia
La confianza de Jesús es absoluta. La quiere contagiar a sus discípulos con fuerza. No
sabemos exactamente cómo se expresó, pero los evangelistas han acogido sus palabras de
forma lapidaria: «El que pide, está recibiendo. El que busca, está hallando. Y al que llama, se
le abre». Esta es la experiencia que vamos a vivir junto a Jesús. Los giros que usa al hablar
sugieren que está hablando de Dios, aunque evita nombrarlo. Por eso se puede traducir así:
«Pidan y Dios se los dará. Busquen y Dios se dejará encontrar. Llamen y Dios se les abrirá».
Aunque las tres invitaciones de Jesús apuntan a la misma actitud de fondo, parecen sugerir
matices algo diferentes. «Pedir» es suplicar algo que hemos de recibir de otro como regalo,
pues no podemos dárnoslo a nosotros mismos; es la actitud ante Dios: «Todo lo que pidan al
Padre en mi nombre lo concederá». *Buscar» es rastrear, indagar algo que se nos oculta, pues

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está encubierto o escondido; es la actitud ante el reino de Dios: «Busquen ante todo el reino de
Dios y su justicia». «Llamar» es gritar, atraer la atención de alguien que no parece escucharnos;
es la actitud de los salmistas cuando sienten a Dios lejano: «A ti grito, Señor, inclina el oído
hacia mí, no te quedes lejos, respóndeme, ven en mi ayuda».
Pero Jesús no solo desea despertar estas actitudes en sus discípulos. Quiere sobre todo avivar
su confianza en Dios. No les da explicaciones complicadas. Jesús es «sencillo y de corazón
humilde». Les pone tres comparaciones que rueden entender muy bien los padres y las madres
que hay entre sus seguidores. También en este grupo le podemos entender.
«¿Qué padre o qué madre, cuando el hijo le pide un pan, le da una piedra de forma redondeada,
como las que a veces ven por aquellos caminos? ¿O si le pide un pez le dará una de esas
culebras de agua que, en alguna ocasión, aparecen en las redes de pesca? ¿O si le pide un
huevo le dará un escorpión?»
Una madre o un padre no se burla así de su hijo pequeño, no le engaña, no abusa de él,
precisamente porque es pequeño y no sabe distinguir todavía lo que es bueno de lo que es
malo. Es inconcebible que, cuando su hijo le pide algo bueno para alimentarse, le dé otra cosa
parecida que puede hacerle daño. Al contrario, le dará siempre lo mejor que tenga.
Jesús saca rápidamente una conclusión: «Si ustedes, aun siendo malos, saben dar a sus hijos
cosas buenas, ¡cuánto más el Padre del cielo, en el que no hay sombra de maldad, dará cosas
buenas a sus hijos! ¡Cómo no va a ser Dios mejor que ustedes!».
Lucas nos indica que este fue el recuerdo que quedó de Jesús en los que lo conocieron de cerca:
«Ungido por Dios con Espíritu Santo y poder, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos
por el diablo, porque Dios estaba con El» (Hch 10,38). Lo más grande que podemos pedir en
este grupo es ese «Espíritu Santo» que Jesús recibe de su Padre y le hace vivir «haciendo el
bien» y «curando a los oprimidos». Ese Espíritu nos va a ir transformando y convirtiendo. Dios
nos lo va a regalar, porque es con nosotros el mejor de los padres y de las madres. Además, el
mismo Jesús lo prometió a sus seguidores: «Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que
vendrá sobre ustedes y serán mis testigos...» (Hch 1,8).
Resonancia personal guiada
• ¿Tengo yo la experiencia de que, cuando pido a Dios, estoy recibiendo algo... que,
cuando busco, estoy encontrando algo en mi interior... que, cuando llamo, ya no estoy
tan solo? ¿Se me hace Dios presente en esa oración, aunque mis rezos no sirvan para
resolverme mis problemas concretos?
• ¿He descubierto que necesito pedir a Jesús su Espíritu Santo? ¿Por qué no introduzco
esta costumbre en mi vida? ¿Empiezo a pedir desde ahora el Espíritu de Jesús para mis
hijos e hijas, para mis amigos, para la gente más olvidada, para la Iglesia, para el mundo
entero? ¿No es hermoso que haya una voz más pidiendo a Dios su Espíritu alentador y
dador de vida?
Invitación a verbalizar la oración personal y a apoyarla con la respuesta colectiva

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Animador:
• Ahora es el momento en que quien quiera puede expresar de viva voz su oración
dirigida al Padre.
Tiempo para las intervenciones personales.
Sugerencias para la oración
• Un miembro del grupo proclama en un clima de silencio las palabras de Jesús: «Pidan
y recibirán. Busquen y encontrarán. Llamen y se les abrirán. Porque todo el que pide,
recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre». Las meditamos en silencio.
Luego, quienes lo deseen, van pidiendo al Padre cosas buenas para sus hijos e hijas
más olvidados, recordando a tantas personas por las que nadie reza. El que preside
concluye la oración: «Gracias, Padre del cielo, porque eres mejor que nosotros con
nuestros hijos».
• La persona señalada invita al silencio y pronuncia las palabras de Jesús: «Si ustedes,
aun siendo malos, saben dar a sus hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo
dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?». Después, cada uno en silencio, y luego
todos juntos a una sola voz, oramos:
Ven, Espíritu de Dios, luz que penetras el alma, fuente del mayor consuelo...
Descanso en nuestro esfuerzo, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Para orar en el silencio del corazón: Jesús, misterio de Dios encarnado, aunque somos frágiles
queremos seguirte por el camino que nos conduce a amar como Tú nos amas.

Oración para decirla a solas o todos juntos: Día tras día, Señor, voy a pedirte lo que Tú sabes:
verte más claramente, amarte más tiernamente, gozarte más alegremente, esperarte más
vivamente y seguirte más fielmente.
Canto final
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Avisos finales

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15. MARÍA ACOGE LA PALABRA DE DIOS


Lucas 1,26-38
Hágase en mí según tu palabra Acoger la Palabra que es Jesús mismo. 
Ambientación
Como de costumbre.
Muy adecuado: Una imagen de la Virgen con el Niño Jesús.
Pequeño ritual de inicio
Se disminuye la intensidad de la luz.
Empieza a sonar de fondo una música de inicio. Se encienden algunas velas.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Animador:
• Hoy tendremos como referencia la actitud de fe de María, la madre de Jesús. Salvando
las distancias entre Ella y nosotros, hay un cierto parecido entre cómo María acogió
el anuncio del ángel hasta hacer posible en ella la encarnación del Hijo de Dios, y
cómo nosotros somos invitados en estas sesiones a dejar que Jesús entre en nuestras
vidas. En efecto, aquí y ahora, se nos invita a cada uno de nosotros a acoger este
anuncio que nos llega por la misma proclamación del texto del Evangelio igual que
María recibió el anuncio de Dios a través de las palabras del ángel.
• Fue la acción del Espíritu Santo en María la que hizo posible la encarnación del Hijo
de Dios. Es la acción del Espíritu Santo la que hace posible que veinte siglos después
Jesús siga haciéndose presente en nuestros corazones. Por eso con una motivación
renovada empezamos nuestro encuentro invocando la asistencia del Espíritu Santo.
Proclamación del Evangelio
Lector:
Lectura del Evangelio según san Lucas (1,26-38)
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: Alégrate, ¡llena de gracia, el Señor
está contigo. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel

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le dijo:
-No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a
luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor
Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su
reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? El ángel
le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre tì, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra:
por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a
pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque
para Dios nada hay imposible.
María contestó: -Aquí está la esclava del Señor; hágase mí según tu palabra. Y la dejó el ángel.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
• Como María, nosotros también somos receptores, ahora y aquí, de un anuncio que
nos invita a abrir el corazón a Jesús.
Testimonio [optativo]
• Sin embargo, antes de seguir con esta propuesta, queremos dar la voz a alguien que
también acogió este anuncio que lo condujo a un encuentro personal con Jesucristo.
Persona que da su testimonio
Animador.
• Esta página del Evangelio es por una parte el recuerdo de un acontecimiento muy
especial en la vida de esta muchacha de Nazaret y por otra una reflexión teológica
sobre un hecho muy importante en la historia de la humanidad. María aparece en este
texto como una mujer que no es una mera figura decorativa, no es una mujer «florero».
Ella reacciona pensando con su propia cabeza. Hemos oído el texto: Ella se turbó
ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. María es una mujer que
pregunta, que usa su inteligencia, que aguanta la perplejidad: Y María dijo al ángel:
¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? Aún así, el mensaje es insistente: No
temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Y, además, le es confiada una
misión: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo.
Ante la insistencia y la explicación del ángel, María, finalmente, adopta una actitud receptiva,
humilde y de colaboración a la gran tarea que le es propuesta y, en el fondo, de confianza en
Dios. María contestó: Aquí está ¡a esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Aunque
nos parezca que lo que vivió María nos queda un poco lejos, en lo esencial la reacción de
María es un buen modelo para nosotros. El texto que hemos proclamado y esta resonancia
que estamos ofreciendo es el «ángel» que Dios envía. Por cierto, ángel en griego significa
mensajero.

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Y, salvando las distancias, también podemos acoger como dirigido a nosotros el Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo.
Nos puede sorprender un anuncio tan gratuito: ¡Dios ama incondicionalmente y quiere hacer
camino con cada uno de ustedes!
Indudablemente nuestra misión no es tan importante como la de María, la madre de Jesús,
pero tenemos un punto en común con ella: según cómo reaccionemos, podemos como Ella
convertirnos en portadores de la Palabra de Dios en nuestro interior. Es normal que también
nosotros reaccionemos a estos mensajes que recibimos en estos encuentros diciendo: ¿Cómo
podré creer si tengo tantas dudas? ¿Cómo será eso?
Hay un signo: Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y
ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
Resonancia personal guiada
Animador:
Ahora tendremos unos instantes con música de fondo, y, tal como solemos hacer, iremos
proponiendo unos pasos a la vez que dejamos resonar esta página del Evangelio en nuestro
interior.
Se trata de que cada uno acoja interiormente el mensaje proclamado, imitando la actitud
receptiva de María.
Se disminuye la intensidad de la luz.
Música de fondo.
Animador:
• Dejemos resonar primero este saludo del ángel: Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.
• Deja que el saludo se pasee por tu corazón. Déjalo resonar en el interior.
[1-2 minutos].
• Ahora dejemos que resuenen las palabras: No temas, (pon tu nombre), porque has
encontrado gracia ante Dios.
[1-2 minutos].
• Y aún, pasado un rato, intentar decir desde el fondo del corazón: Aquí está el/la
esclavo/a del Señor; hágase en mí según tu palabra.
[1-2 minutos]. 
Invitación a verbalizar la oración personal y a apoyarla con la respuesta colectiva.

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Animador:
• Como hizo María, podemos también nosotros expresar ahora oralmente nuestra
respuesta a Dios (o nuestros interrogantes).
[Tiempo para las verbalizaciones personales]
Canto
Oración de intercesión
Animador:
• Como ya hicimos el último día terminemos nuestra oración con la que nos enseñó
Jesús.
• Podemos cogernos de la mano. Padre nuestro...
Canto final
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Se incrementa la intensidad de la luz.
Avisos finales

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16. TENGO SED


Juan 19,28-30
Ámame tal como eres.
Ambientación.
Como en el primer encuentro.
Optativo: esponja, bandeja con agua.
Animador:
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
• Hoy escucharemos dos textos breves del Evangelio de Juan.
Lector:
Lectura del Evangelio según san Juan (4,7-10)
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: -Dame de beber. Sus discípulos se
habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: ¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de mí, que soy samaritana? Porque
los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó: -Si conocieras el don de Dios y
quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y Él te daría agua viva.
Lectura del Evangelio según san Juan
(19,28-30)
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera
la Escritura dijo: -Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja
empapada en vinagre a una caña de hisopo, se lo acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el
vinagre, dijo: -Está cumplido. E inclinando la cabeza, entregó el Espíritu.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
• En estos dos fragmentos del Evangelio que acabamos de escuchar, Jesús expresa
una necesidad humana como la de la sed: «Dame de beber... tengo sed...». Estas

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dos expresiones en boca de Jesús, además de dar testimonio de la condición muy


humana del Hijo de Dios, se prestan también a varias interpretaciones como, por
ejemplo, la imagen de un Dios mendigo, de un Dios que suplica la respuesta de fe y de
amistad de todos los hombres y mujeres del mundo. Esta sería la clave interpretativa
de la sed expresada por Jesús.
Ahora un lector lee la oración:
Ámame tal como eres.
• Conozco tu miseria, las luchas y las tribulaciones de tu alma, la fragilidad y las
enfermedades de tu cuerpo; sé de tu vileza, de tus pecados. Pero te vuelvo a decir:
«Dame tu corazón, ámame tal como eres...».
• Si esperas a ser un ángel para abandonarte al amor, no amarás jamás. Aunque seas
frágil en la práctica del deber y de la virtud y recaigas a menudo en las culpas que
quisieras no cometer más, no te permito no amarme.
• Ámame tal como eres...
• A cada instante y en cualquier situación en la que te halles, en el fervor o en la aridez,
en la fidelidad o en la infidelidad, ámame... tal como eres. Quiero el amor de tu pobre
corazón; si esperas a ser perfecto, no me amarás jamás.
• Hijo mío, déjame amarte, quiero tu corazón. Con el tiempo, es verdad, quiero
transformarte, pero por ahora te amo tal como eres... y deseo que tú hagas lo mismo;
quiero ver surgir el amor desde lo más hondo de la miseria.
• Hoy estoy ante la puerta de tu corazón como un mendigo. Yo, el Rey de Reyes,
llamo y espero; apresúrate a abrirme. No te excuses por tu miseria; si conocieras
perfectamente tu miseria, morirías de dolor. Lo que heriría mi corazón sería verte
dudar y desconfiar de Mí.
Resonancia personal guiada
Animador:
• Tratemos de asimilar este texto tan impactante que acabamos de escuchar, y
convirtámoslo en diálogo con Jesús en nuestro interior.
• Unas sencillas preguntas nos pueden ayudar.
• Se disminuye la intensidad de la luz. Música de fondo.
• Miremos:
• Una dificultad para acabar lo que empiezo.
• Una inseguridad que me paraliza.
• El deseo de controlarlo todo.
• Una desazón perfeccionista.

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• Una dependencia (de personas, de bienes materiales, de sustancias estimulantes).


• Ahora, dando un paso más, nos podemos plantear: ¿Estoy dispuesto a dejarme amar
por Dios que, de entrada, me acepta tal como soy con mi pobreza para ayudarme con
el tiempo a mejorar?
[2 minutos].
• Después, nos dirigimos a Dios:
- Padre, quiero amarte tal como soy, ¡ayúdame!
[2 minutos].
Canto
Invitación a verbalizar la oración personal y a apoyarla con la respuesta colectiva
Animador:
• Animados por este canto sencillo y penetrante, ahora es el momento de dejar abierta
la posibilidad para quien quiera espontáneamente dirigirse a Dios Padre, aunque solo
sea para dejar resonar en su propia voz estas tres palabras tan difíciles de decir:
Padre, te amo, o bien: Padre, ayúdame a amarte.
• Decir estas o parecidas palabras, a pesar de las dudas y dificultades de tener una
imagen de Dios como Padre, ya es una manera de acercarnos a Èl.
• Podemos apoyar la manifestación de afecto hacia Dios de un compañero diciendo:
Gracias, Señor.
1. Momento de oración de intercesión
Animador:
• Es el momento de orar también por los demás.
• Abrimos un espacio para que quien quiera en voz alta dirija a Dios una oración por
personas, grupos o situaciones diversas.
• Nos uniremos a cada petición diciendo: Te lo pedimos, Señor.
[Tiempo prudencial para las intervenciones personales]
Animador:
• Recapitulemos todas nuestras oraciones diciendo juntos aquella oración que nos
enseñó el mismo Jesús y que algunos aprendimos en nuestra tierna infancia: el
Padrenuestro.
• Hoy digamos con una especial conciencia el inicio en el que decimos la palabra Padre.
• Decimos la oración todos a la vez, poco a poco y sin gritar (optativo: invitar a cogerse
de la mano formando un círculo)
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Avisos finales

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17. JESÚS ASUME NUESTROS MALES


Lucas 3,21-22
Cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado.
Dejarse «afectar» personalmente por la salvación de Jesucristo.
Podemos decorar con una referencia al bautismo como por ejemplo un recipiente de cristal
lleno de agua con flores.
Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
Animador:
• El fragmento del Evangelio que hoy escucharemos es breve pero muy significativo.
• Veremos después cómo nos afecta a cada uno el hecho de que Jesús quisiera ser
bautizado con todo el pueblo por Juan Bautista.
Lector:
Lectura del Evangelio según san Lucas (3,21-23).
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, “mientras
oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre Èl con apariencia corporal semejante
a una paloma y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado; en Ti me complazco”.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
• Hay muchas maneras de intentar acercarse al misterio personal que todo lo envuelve
que es Dios. Hay la posibilidad de utilizar la inteligencia, la posibilidad de utilizar la
meditación de un texto del evangelio como solemos hacer en estos encuentros. Pero
también hay otras maneras que quisiéramos mostraros. Una de ellas es orar con la
ayuda de la imaginación. La imaginación, la fantasía también es una facultad que
Dios no ha dado y no tenemos por qué asociarla únicamente con la frivolidad o el
entretenimiento. Ponte cómodo, relájate, déjate llevar por la imaginación, respira
profundamente y sigue las pautas que te iremos dando.

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Música suave siempre más baja que la voz.


Animador o miembro del equipo preparado:
Para facilitar que los oyentes puedan irlo visualizando es necesario leer poco a poco con voz
sugerente teniendo en cuenta las pausas:
- En cada coma, una pequeña pausa.
- Cuando hay puntos suspensivos, una pausa un poco más larga.
- Cuando acaba un párrafo numerado, una pausa todavía más larga.
- Cierra los ojos y respira profundamente...
- Cierra los ojos e imagina una piscina:
• La piscina donde vas a nadar, la piscina del pueblo donde vivías de niño o ibas o vas
a veranear... una piscina concreta situada en un lugar concreto. Si prefieres el mar,
imagínate una playa (esta pauta hablará siempre de piscina).
• Imagínatela llena de la gente que conoces, los compañeros de trabajo, los simpáticos
y los antipáticos, el jefe, los vecinos, los amigos con los que sales, tu familia, tus
vecinos... te los imaginas a todos dentro de la piscina.
• Y ahora imagínate que, de cada uno de ellos, de sus cuerpos, se va desprendiendo
como una nubecita oscura, un polvo sucio que va llenando el agua de la piscina.
• Ahora imagínate a ti mismo al borde de la piscina:
• Imagínate que entras lentamente a través de una escalera por la que se puede bajar
a la piscina.
• Imagínate que tú también ocupas tu lugar en la piscina y que, poco a poco, de tu
cuerpo también se va desprendiendo este polvo. Ahora, desde dentro de la piscina,
imagínate que al borde de ella aparece Jesús, sí, imagínate a Jesús con su túnica
blanca, con su barba. Con su cabello, con su mirada serena, te imaginas que aparece
al borde de la piscina:
Y ahora te imaginas que todas aquellas nubecitas turbias de suciedad, de polvo acumulado
que están gravitando alrededor de cada persona mezclándose con el agua de la piscina, poco
a poco se dirigen firmemente hacia Cristo, hacia su túnica. Imagínate que cada una de estas
nubecitas de suciedad impactan contra la túnica de Jesús y la van ennegreciendo, la van
ensuciando. Imagínate que toda esta miseria humana acumulada, de envidias, de rencores, de
egoísmo, de prepotencia, de cobardía, de las causas y efectos que ha tenido en cada uno y en
la humanidad... va impactando contra la túnica blanca de Jesús y también contra su barba, su
cabello e incluso le embadurna toda la cara.
Y ahora, te toca a ti decidir si quieres, si consientes, que tu nubecita de suciedad que pulula
alrededor de las aguas que te rodean también vaya a impactar contra la túnica de Jesús.

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Puedes hacerlo en un acto de la voluntad mediatizada por esta visualización, puedes consentir.
Puedes decir: «Sí, yo lo quiero».
• Y te imaginas mentalmente que toda esta nubecita de polvo, de suciedad, que surge de
tu cuerpo, de tu historia, va a impactar también contra el pecho, contra la túnica blanca de
Jesús. Contemplas como, efectivamente, tu nubecita de miseria, de suciedad, de polvo
acumulado impacta contra la túnica, la barba, el cabello y la cara de Jesús.
• Ahora te imaginas que de repente se abre el cielo y cae un rayo de luz potentísima sobre
el centro de la piscina, sobre Jesús mismo, cae una luz potente, una luz como un foco
blanco...; y se oye una voz que dice: Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco.
• Y vas visualizando cómo este fuego blanco, esta luz potentísima que desciende del cielo
sobre Jesús poco a poco va absorbiendo toda esta suciedad, toda esta materia que había
impactado en la túnica de Jesús, en su barba, en su cabello... El fuego blanco, caliente y
luminoso, va absorbiendo, va desactivando, va eliminando toda esta suciedad volviendo
a resplandecer Cristo con toda su luminosidad. Y ahora ves cómo desde esta túnica otra
vez blanca de Jesús, este fuego blanco, estos rayos de luz purificadora van saliendo
desde la persona de Jesús hacia todas las personas de la piscina dirigiéndose lentamente,
firmemente, amorosamente hacia cada una de ellas.
• Ahora te das cuenta de que un rayo de esta luz potente, de este fuego blanco se dirige
hacia ti... lo tienes a dos metros... lo tienes a un metro... lo tienes a treinta centímetros, y
ahora, de nuevo, tienes que decidir si quieres que esta luz, este fuego blanco que viene de
Jesús impacte en tu pecho, en tu persona... De ti depende, Èl no te obliga. Puedes visual
y mentalmente hacer esta pequeña oración: Jesús, te doy permiso para que el fuego de tu
Espíritu Santo me toque, me impacte, entre en mi corazón.
Tiempo para saborear personalmente la visualización
Animador.
• Ahora dejaremos unos instantes, con música de fondo, para que cada uno saboree
esta visualización y retenga el momento más interesante.
• La imagen más impactante o más consoladora.
Música de fondo (2-3 minutos).
Invitación a verbalizar la oración personal y a apoyarla con la respuesta colectiva
Animador:
• Podemos expresar ahora verbalmente alguna de las reacciones que suscita en
nosotros esta visualización en forma de acción de gracias, de admiración o de entrega
a Jesús.
• Los demás podremos apoyar la verbalización expresada uniéndonos, según cual sea
la verbalización, diciendo:
- Gracias, Señor.

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- Te lo pedimos, Señor.
[Tiempo para las verbalizaciones personales].
Canto
Oración de intercesión
Animador:
Introduce la oración de intercesión.
[Tiempo prudencial para las intervenciones personales]. Padrenuestro y posible canto final.
Canto final
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes.
Se incrementa la intensidad de la luz.
Avisos finales

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18. ENVIADO A LOS POBRES


Bienvenida
Tiempo para entrar en una actitud receptiva
Música suave (2 minutos aproximadamente).
Invocación al Espíritu Santo
Proclamación del Evangelio
Animador:
• El fragmento del Evangelio que hoy escucharemos nos propone el programa de Jesús.
Vamos a seguirlo con atención.
Lector:
LUCAS 4,14-21
Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, regresó a Galilea, y su fama se extendió por toda la
comarca. Enseñaba en las sinagogas y todo el mundo hablaba bien de Èl. Llegó a Nazaret,
donde se había criado. Según su costumbre, entró en la sinagoga un sábado y se levantó para
hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, al desenrollarlo, encontró el pasaje
donde está escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los
pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, a libertar
a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor. Después enrolló el libro, se lo dio al
ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga tenían sus ojos clavados en Èl.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido ante vosotros esta profecía.
Resonancia
Animador o miembro del equipo preparado:
Impulsado por el Espíritu de Dios y buscando siempre ser fiel al Padre, Jesús a comenzar su
actividad por Galilea. Seguiremos sus pasos de cerca. Pero antes, vamos a conocer su programa.
Es el programa de quienes nos sentimos seguidores de Jesús y queremos «reproducir» hoy su
actuación. Juntos vamos conocer la orientación de fondo de todo lo que hacía Jesús. El Espíritu
lo envió a los pobres y oprimidos.
Antes de comenzar el relato detallado de la actividad de Jesús por las aldeas de Galilea, Lucas
presenta de manera clara cuál es su programa de actuación. Le interesa mucho, pues este
es precisamente el programa que han de tener ante sus ojos los que siguen a Jesús. No está
orientado a adquirir poder, lograr prestigio o ganar dinero. Es un programa suscitado por el

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Espíritu de Dios, que empuja a Jesús hacia los más pobres y desgraciados. ¿Será un día
nuestro programa?
Jesús se mueve en Nazaret como uno más que comparte la fe sencilla de su pueblo. Por
eso, al llegar el sábado, entra en la sinagoga «según su costumbre», para reunirse con todos
a pronunciar las plegarias del día sagrado de descanso y escachar la Palabra de Dios, que
alimenta la fe de aquel pueblo.
«El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido». Jesús se siente lleno del Espíritu de Dios.
«Ungido», es decir, empapado, impregnado por su fuerza y su amor. Por eso, sus seguidores
llamamos a Jesús «el Cristo», es decir, «el Ungido», y por eso nos llamamos «cristianos», o sea,
«ungidos». Aunque con frecuencia lo olvidamos, es una contradicción llamarnos «cristianos» y
vivir sin el Espíritu que anima a Jesús.
El Espíritu me ha enviado «para anunciar a los pobres la Buena Noticia». Esta es la primera
tarea de Jesús: comunicar a los «pobres» la Buena Noticia de que Dios quiere introducir en
el mundo su justicia y su compasión. Los pobres, los más indefensos y abandonados, son
los predilectos de Dios y serán también los predilectos de Jesús. A ellos se dedicará por los
caminos de Galilea. No tenemos escapatoria. Los discípulos de Jesús, o somos de los pobres
o dejamos de ser sus discípulos.
Me ha enviado «a devolver la vista a los ciegos». La expresión sugiere metafóricamente la
tarea de ayudar a las personas a recuperar la visión para volver a ver la luz de la salvación,
después de haber vivido encerrados en toda clase de oscuridades. Es lo que Jesús hacía al
liberar a las gentes de miedos y desconfianzas que no les dejaban ver la salvación de Dios.
También sus discípulos hemos de vivir aportando esa luz salvadora de Dios.
La lectura termina con una frase que tiene un carácter más englobante, enviado «a proclamar
el año de gracia del Señor». Se le llamaba «año de gracia», año jubilar» que se celebraba cada
cuarenta y nueve años en Israel. Ese año de gracia se perdonaban las deudas a quienes se
habían arruinado, se devolvían las tierras a quienes se habían visto obligados a venderlas y se
liberaba a quienes habían vendido como esclavos para pagar sus deudas.
Tiempo para compartir por medio de unas preguntas.
Animador.
• ¿Siento que el Espíritu de Jesús me está empujando hacia los que sufren? ¿Qué lugar
ocupan en mi corazón los necesitados que encuentro en mi camino? ¿Les puedo aportar
algo de lo que Jesús comunicaba?
• Conversación con Jesús. Habla con Èl de los pobres. Dile lo que sientes: tus deseos y
tus resistencias. Ten confianza en Èl. 
8. Invitación a la oración personal
Animador:
• El Espíritu que descendió sobre Jesús está también en nosotros, moviendo nuestros
corazones y atrayendo nuestras vidas hacia los que sufren. En silencio tomamos conciencia

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de su presencia en nosotros. Lleno de gozo damos gracias:


Te bendecimos, Padre, por el don del Espíritu que, por medio de tu Hijo Jesús, haces al mundo
entero.
Te bendecimos por Jesús, tu Ungido, lo mejor que hemos recibido de Ti, el hombre «espiritual»
por excelencia, que vivió evangelizando a los pobres, liberando a los cautivos y oprimidos,
ofreciendo paz y perdón a los caídos.
Que ese Espíritu nos dé fuerza para luchar por la verdad, la justicia y el amor; luz para comprender
y perdonar a todos; corazón para servir y amar; paciencia y fe para esperar.
Pronunciamos todos juntos:
Perdón, Señor, porque somos pesimistas y nos fijamos casi siempre en lo negativo.
Perdón, porque somos cobardes y nos asustamos enseguida.
Perdón, porque somos autosuficientes y confiamos solo en nuestras fuerzas.
Perdón, porque somos escépticos y nos cuesta creer y confiar en Ti. Perdón, porque no miramos
al futuro, ocupados y preocupados solo del presente.
Perdón, porque nos quejamos de todo.
Perdón, porque huimos del esfuerzo y nos cansamos enseguida.
Perdón, porque lo queremos todo ya y no sabemos esperar.
Canto
Oración de intercesión
Animador:
Introduce la oración de intercesión.
[Tiempo prudencial para las intervenciones personales]. Padrenuestro y posible canto final.
Canto final
Tiempo para comentarios y reacciones de los asistentes
Se incrementa la intensidad de la luz.
Avisos finales

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