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Don Quijote de la mancha. Capítulo 11- Segunda parte.

Guion
He aquí a Alonso Quijano un mísero hidalgo, el cual luego de leer múltiples novelas de
caballería pierde la cordura y se auto proclama como Don Quijote De la Mancha. Un
caballero andante que ayuda a los desfavorecidos y desamparados.
Tras varias travesías, Nota que necesita a un escudero pero… ¿Quién? Fue así como conoció
a Sancho Panza y como carecía de dinero decidió unirse a Don quijote en sus inhóspitas
aventuras.
Tras muchísimos altibajos en sus viajes les sucede algo bastante particular.
Se encontraban Don quijote y Sancho panza de camino a Zaragoza cuando a Don quijote le
invaden profundos pensamientos acerca de su amada dulcinea a tal punto que le suelta las
riendas a rocinante el cual decide disfrutar de la yerba verde de la pradera. A lo cual se le
dirige Sancho, diciéndole:
Sancho- Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, si no para los hombres; pero si los
hombres las sienten demasiado se vuelven bestias. Vuelva en sí y tome las riendas a
rocinante, y despierte, y muestre tal gallardía que poseen los caballeros andantes. Más que se
lleve satanás a cuantas dulcineas hay en el mundo pues vale más la salud de un caballero
andante que cualquier encanto de la tierra.
Don quijote- Calla, Sancho. No digas tales blasfemias contra aquella encantadora señora,
pues todo lo que le sucede es debido a mi culpa y de la envidia que me tienen los malos es
por ello su mala andanza.
Sancho- Eso digo yo, Quien la ha visto y la ve ahora, ¿Cuál es el corazón que no llora?
Don quijote- Eso puedes decir tu bien, Sancho pues tu que la viste de pies a cabeza, me
pintaste mal su hermosura pues las perlas de los que me dijiste poseía eran más bien los
dientes, y sus dientes preciosos como esmeraldas de los que hiciste pasar por ojos, te trocaste
Sancho, tomando los ojos por dientes.
Sancho- Todo puede ser, porque a mí me afecto su hermosura como a usted su fealdad.
Pero encomendémoslo a Dios, que es el conocer de todo lo que ha de suceder en estas
tierras.
La conversación se ve interrumpida por una carreta de personajes aterradores como la
muerte acompañada de maléficos personajes. Todo esto aterro a Sancho pero por el
contrario Don quijote se alegró de por fin tener una aventura. Poniendo se al frente y
diciéndoles.
Don quijote- Carretero o diablo, o lo que eres, no tardes en decirme quien eres, a donde vas
y quien es la gente que llevas en tu carreta.
La Supuesta muerte deteniendo la carreta respondió mansamente.
Supuesta muerte- Pertenecemos a una compañía de teatro. Que acaba de representar la obra
¨las cortes de la muerte¨ en un pueblo cercano y es debido a ello que no hemos tenido
tiempo de cambiarnos las prendas.
Don quijote- Por la fe del caballero andante. Cuando vi este carro, imagine que alguna
grande aventura se me ofrecía; y ahora digo que decepción tocar las apariencias con la mano
para dar lugar al desengaño. Vallan con Dios, buenas gentes y hagan su fiesta, y si tienen
algún encargo lo hare con mucho gusto.
Mientras platicaban, quiso la suerte que llegase uno de la compañía vestido de demonio, con
muchos cascabeles, y en la punta de un palo traía tres vejigas de vaca hinchadas; el cual
sacudía, llegándose donde Don quijote, empezó a batir el palo y a golpear el suelo con las
vejigas, y a dar grandes saltos, sonando las cascabeles, lo que alboroto a rocinante, que
empieza a correr inesperadamente arrojando a Don quijote al suelo. Sancho, que considero
el peligro en que iba su amo de ser derribado, salto del rucio, y a toda prisa fue a auxiliarle,
pero, cuando llego cerca a Quijote ya estaba en el piso y junto al rocinante.
En ese momento el demonio bailador de las vejigas se subió al rucio, quien las sacudía y fue
más el miedo y el ruido que el dolor de los golpes lo que hizo que arrancara a toda velocidad
por la campaña hacia el lugar donde iban a hacer la fiesta. Sancho le vio correr sin embargo
prefirió ayudarle a su amo a pesar de que golpearan a su querido asno. De este modo sancho
ayudo a Quijote a subir sobre el rocinante, diciéndole.
Sancho- Señor, el diablo se ha llevado al rucio.
Don quijote- ¿Qué diablo?
Sancho- El de las vejigas
Don quijote- Pues yo le cobrare, no importa si se encierra en el mismísimo infierno.
Sígueme, Que con sus mulas satisfaré la pérdida del rucio.
Con los movimientos bruscos de rucio logra tirar a su agresor regresando con su amo.
Don quijote estaba dispuesto a pelearse con los actores pero sancho le quito la idea de la
cabeza, diciendo:
Sancho- Amo, ellos no son caballeros, no debería enfrentarles por ello.
Sancho lo dijo al ver como los actores se armaban con palos y piedras. Sin embargo don
quijote en su afán de venganza dice:
Don quijote- Sancho, como caballero andante debo vengarme pues es mi deber.
Sancho- No está bien amo, yo no soy un ser vengativo, además el rucio ha regresado mejor
vámonos.
Don quijote: Esta bien, por lo menos el rucio ha regresado. Ven vallamos por nuevas y
mejores aventuras.

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