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seo ardiente de contemplar la faz de Dios, contento cuando te tenga que juzgar?” (C,
y la voluntad de seguir trabajando por Dios 746). “«Me hizo gracia que hable usted de
en la tierra. La actitud de san Josemaría la «cuenta» que le pedirá Nuestro Señor.
representa un interesante equilibrio, que él No, para ustedes no será Juez en el senti-
mismo formula de este modo: “Para noso- do austero de la palabra sino simplemente
tros la muerte es Vida. Pero hay que morir- Jesús». Esta frase, escrita por un Obispo
se viejos. Morirse joven es antieconómico. santo, que ha consolado más de un co-
Cuando lo hayamos dado todo, entonces razón atribulado, bien puede consolar el
moriremos. Mientras, a trabajar mucho tuyo” (C, 168). Quien muere habiendo vivi-
y muchos años. Estamos dispuestos a ir do de fe llega a un escenario “familiar”, un
al encuentro del Señor cuando Él quiera, ambiente rebosante de Amor y Misericor-
pero le pedimos que sea tarde. Hemos de dia. Este motivo –teológico– constituye la
desear vivir, para trabajar por nuestro Se- razón principal por la que un creyente pue-
ñor y para querer bien a todas las almas... de mirar hacia el juicio con ojos esperan-
En tiempos de santa Teresa, los enamora- zados. Además, el saber que uno ha vivido
dos –tanto los místicos como los que can- en gracia y correspondido al Amor de Dios
taban el amor humano– solían exclamar, es otro fundamento –digamos “antropoló-
para demostrar la intensidad de su amor: gico”– de confianza ante la perspectiva del
«que muero, porque no muero...». Yo di- juicio (cfr. S, 890, 875).
siento de esta manera de pensar, y digo Para quien ha vivido santamente el
lo contrario: que vivo porque no vivo, que acontecer presente, el “más allá” no es
es Cristo quien vive en mí (cfr. Ga 2, 20). sino el perfeccionamiento de su relación
Tengo ya muchos años y no deseo morir; de amor con Dios y las criaturas. Nos en-
aunque, cuando el Señor quiera, iré a su contramos aquí con dos principios que, en
encuentro encantado: «in domum Domini coherencia con la Tradición católica, rigen
ibimus!» (Sal 121 [Vg 120], 1), con su mise- la concepción de san Josemaría sobre la
ricordia, iremos a la casa del Señor” (No- Vida eterna:
tas de una meditación predicada en Roma
a) Un principio de unidad, según el cual
en 1962: CECH, p. 695; cfr. F, 1037; 1039;
hay una esencial continuidad en la vi-
1040). En definitiva, lo importante para un
vencia de la criatura humana antes y
hijo de Dios no es ver pronto colmados sus
después de la muerte. “Después de
propios anhelos, sino hacer lo que el Padre la muerte, os recibirá el Amor. Y en el
disponga. amor de Dios encontraréis, además,
todos los amores limpios que habéis
3. Juicio y retribución (cielo, purgatorio, tenido en la tierra. El Señor ha dispues-
infierno) to que pasemos esta breve jornada de
La misma actitud sobrenatural de con- nuestra existencia trabajando y, como
fianza se encuentra en el pensamiento de su Unigénito, haciendo el bien. Entre-
san Josemaría acerca del juicio divino, res- tanto, hemos de estar alerta, a la escu-
pecto al cual, sin desconocer el carácter cha de aquellas llamadas que San Ig-
dramático del momento (cfr., por ejemplo, nacio de Antioquía notaba en su alma,
C, 754 y 747), recalca que el tempus bre- al acercarse la hora del martirio: «ven
ve en la tierra desemboca en un encuentro al Padre» (San Ignacio de Antioquía, Ep.
con la Trinidad (cfr. S, 881). San Josema- ad Romanos, 7), ven hacia tu Padre,
ría describe este encuentro poniendo a que te espera ansioso” (AD, 221).
veces a Dios Padre en primer término y b) Un principio de superación o super-
otras veces a Jesús. “¿No brilla en tu alma abundancia, según el cual toda expe-
el deseo de que tu Padre-Dios se ponga riencia terrena de amor y felicidad se
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cuadro de solidaridad: ellas son parte de desvaríos” (C, 747; cfr. C, 749), colocán-
una familia sobrenatural compuesta por dose fuera del alcance de la misericordia
la Trinidad, los ángeles, los santos y los divina. Esta terrible posibilidad mueve a
viadores, que tiene un pie en la historia y san Josemaría a insistir en el apostolado,
otro en la eternidad: “En la Santa Iglesia entendido en sentido profundo como ayu-
los católicos encontramos... el sentido de da a la salvación de otros: “De ti depende
la fraternidad, la comunión con todos los también que muchos no permanezcan en
hermanos que ya desaparecieron y que las tinieblas, y caminen por senderos que
se purifican en el Purgatorio –Iglesia pur- llevan hasta la vida eterna” (F, 1011).
gante–, o con los que gozan ya –Iglesia
triunfante– de la visión beatífica, aman- 4. Retorno y reinado de Cristo
do eternamente al Dios tres veces San-
Volviendo a las relaciones entre tiem-
to. Es la Iglesia que permanece aquí y,
po / historia y eternidad en las enseñan-
al mismo tiempo, transciende la historia”
zas de san Josemaría, podemos afirmar
(AIG, pp. 42-43).
que, a la par que invita al creyente a tener
De este gran misterio de comunión los pies firmemente plantados en el suelo
sólo quedarán fuera aquellas criaturas li- –participando de lleno en la ordenación de
bres –los demonios y los hombres que las realidades terrenas según la voluntad
mueran sin arrepentimiento de sus peca- divina–, insta a no perder de vista la meta
dos graves– que se empeñen en rechazar de la historia: el Reino de Dios, cuya ple-
el Amor. “Si amo, para mí no habrá infier- nitud será instaurada por Cristo el día de
no” (F, 1047), asevera san Josemaría. No su retorno. Hay en esta visión una tensión
se refiere él aquí a un amor sólo profesado en la que conviven el realismo del presen-
con los labios o mantenido como deseo te con la esperanza escatológica. Por un
vago; se refiere, al igual que Jesús, al amor lado, afirma san Josemaría, “la perfección
operante: “Alma de apóstol: primero, tú. del reino –el juicio definitivo de salvación
Ha dicho el Señor, por San Mateo: «Mu- o de condenación– no se dará en la tierra.
chos me dirán en el día del juicio: ¡Señor, Ahora el reino es como una siembra, como
Señor!, ¿pues no hemos profetizado en tu el crecimiento del grano de mostaza; su
nombre y lanzado en tu nombre los demo- fin será como la pesca con la red barre-
nios y hecho muchos milagros? Entonces dera, de la que –traída a la arena– serán
yo les protestaré: jamás os he conocido extraídos, para suertes distintas, los que
por míos; apartaos de mí, operarios de la obraron la justicia y los que ejecutaron la
maldad». No suceda, dice San Pablo, que iniquidad. Pero, mientras vivimos aquí, el
habiendo predicado a los otros, yo vaya reino se asemeja a la levadura que cogió
a ser reprobado” (C, 930; cfr. S, 888 y una mujer y la mezcló con tres celemines
C, 754). de harina, hasta que toda la masa quedó
Así, pues, como contrapunto a la gran fermentada” (ECP, 180). Por otro lado, este
melodía del Amor de Dios que preside la Reino que crece discretamente en la histo-
historia de la salvación, san Josemaría per- ria está destinado a alcanzar, en el día de
cibe la posibilidad real de la libertad diso- la parusía, una forma acabada, que perdu-
nante de criaturas libres. Es indudable que rará eternamente (cfr. ibidem).
Dios es misericordioso y siempre dispues- Si hemos hablado de una tensión es-
to a perdonar; pero también es cierto que catológica en las enseñanzas de san Jo-
ha otorgado irrevocablemente el don de la semaría referidas a la vida del creyente en
libertad a los hombres (cfr. AD, 36), y que sentido individual, cabe hablar también de
este don puede ser utilizado por “almas una dimensión escatológica en su visión
mundanas” para “seguir adelante en sus de la marcha de la historia general de la
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humanidad. Este aspecto es expresado y filial –junto con Cristo (cfr. S, 608)– al Pa-
frecuentemente en términos del reinado o dre, anticipando de esta manera el misterio
reino de Cristo. Este reinado, asevera san de una humanidad renovada al final de los
Josemaría, es ya una realidad: “no es un tiempos: “Urge (...) llevar a todos los estra-
modo de decir, ni una imagen retórica (...). tos de esta humanidad nuestra el sentido
Verdad y justicia; paz y gozo en el Espíritu sobrenatural, de modo que unos y otros
Santo. Ese es el reino de Cristo: la acción nos empeñemos en elevar al orden de la
divina que salva a los hombres y que cul- gracia el quehacer diario, la profesión u ofi-
minará cuando la historia acabe, y el Se- cio. De esta forma, todas las ocupaciones
ñor, que se sienta en lo más alto del pa- humanas se iluminan con una esperanza
raíso, venga a juzgar definitivamente a los nueva, que trasciende el tiempo y la cadu-
hombres” (ibidem). cidad de lo mundano” (AD, 210).
El Reino incoado en la historia es en Hay aquí dos pasos: desde dentro (de
primer lugar el poder de Dios que se ejerce uno mismo), hacia fuera; y desde unos po-
efectivamente para operar la conversión y cos, a muchos. Cada uno ha de permitir,
salvación de los hombres; incluye también primero, que Cristo reine efectivamente
la colaboración de los hombres en orden en su mente y voluntad, en sus actos y su
a difundir el régimen divino de salvación. conducta exterior; después, los que son así
“En la historia, en el tiempo, se edifica el divinamente regidos –al igual que piedras
Reino de Dios. El Señor os ha confiado caídas en un lago, que provocan ondas
a todos esa tarea” (ECP, 158). “Mientras concéntricas de creciente amplitud (cfr.
esperamos el retorno del Señor, que vol- C, 831)– deben actuar como instrumentos
verá a tomar posesión plena de su reino, para extender el reinado divino a más y
no podemos estar cruzados de brazos” más corazones (cfr. S, 608) y ámbitos (cfr.
(ECP, 121). AD, 210), hasta abarcar todo –“El mundo....
¿En qué consiste específicamente la –«¡Esto es lo nuestro!»... –¡queremos que Él
colaboración humana en la extensión del reine sobre esta tierra suya!” (S, 292; cfr. S,
Reino? Las ideas de san Josemaría se 608)–. El cristiano es, según esto, deposi-
encuentran condensadas en dos frases tario de una misión, la de facilitar la llegada
de raíces evangélicas, que él utilizó como de la acción divina, purificadora y transfor-
lemas: “Et ego, si exaltatus fuero a terra, madora, a todo lo creado, para convertirlo
omnia traham ad meipsum” (Jn 12, 32); y en trasunto del Reino escatológico. “Esta
“Regnare Christum volumus” (cfr. Lc 19, 14 es tu tarea de ciudadano cristiano: contri-
y 1 Co 15, 25). En primer lugar, los segui- buir a que el amor y la libertad de Cristo
dores de Cristo deben empeñarse en reali- presidan todas las manifestaciones de la
zar la voluntad de Dios en su vida personal: vida moderna: la cultura y la economía, el
“Jesucristo recuerda a todos: (…) si voso- trabajo y el descanso, la vida de familia y
tros me colocáis en la cumbre de todas la convivencia social” (S, 302). En la medi-
las actividades de la tierra, cumpliendo el da en que el espíritu cristiano impregne los
deber de cada momento, siendo mi testi- diversos ámbitos de la existencia humana,
monio en lo que parece grande y en lo que se harán perceptibles ya en la historia los
parece pequeño, omnia traham ad meip- frutos del Reinado de Cristo: la paz (cfr. C,
sum, todo lo atraeré hacia mí. ¡Mi reino en- 301), el amor (cfr. ECP, 183) y la justicia (cfr.
tre vosotros será una realidad!” (ECP, 183; S, 303).
cfr. F, 678). Pero no se trata tan sólo de De nuevo, es notable aquí el “princi-
que cada uno cumpla su deber cara a Dios pio de unidad”, tan presente en el men-
–como si fuera una pieza aislada–, sino de saje de san Josemaría. De modo análogo
involucrar al resto de la humanidad en un a como la vida de amor de cada hijo de
gran movimiento de sometimiento gustoso Dios se prolonga y se perpetúa más allá
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de la muerte, los trabajos que los hombres Esta vida, vivida santamente –tanto en
realizan según la voluntad de Dios son au- sus aspectos más materiales como en sus
ténticas semillas del campo cuajado que aspectos más espirituales (cfr. CONV, 114)–,
se espera al final de los tiempos: el Reino constituye la semilla de la vida resucita-
escatológico. Por esta razón, “los hijos de da. Con un sano “materialismo cristiano”
Dios no debemos desentendernos de las (cfr. CONV, 115), el creyente sabe valorar y
actividades terrenas” (AD, 210). aprovechar las ocasiones para realizar con
espíritu de santidad las actividades más
normales –comer, beber, etc. (cfr. 1 Co 10,
5. Resurrección de los muertos
31)–, sabiendo que todo forma parte “de
El “principio de unidad”, finalmente, un movimiento ascendente que el Espíritu
halla su aplicación a la condición humana Santo, difundido en nuestros corazones,
al fin de la historia. Según la fe cristiana, quiere provocar en el mundo: desde la tie-
el hombre salvado –carne y espíritu ele- rra, hasta la gloria del Señor” (CONV, 115):
vados por la gracia– está destinado a ser un movimiento doxológico que culminará
transfigurado –como lo fue Cristo– por la en el último día, cuando todo lo creado es-
resurrección gloriosa. San Josemaría reite- tará sometido a Cristo, y él lo presentará
ra con fuerza: “La fe nos dice que el hom- entero al Padre (cfr. 1 Co 15, 28).
bre, en estado de gracia, está endiosado.
Somos hombres y mujeres, no ángeles. Voces relacionadas: Esperanza; Libertad; Res-
Seres de carne y hueso, con corazón y con ponsabilidad.
pasiones, con tristezas y con alegrías. Pero
la divinización redunda en todo el hombre Bibliografía: C, 734-753; F, 987-1055; S, 875-
como un anticipo de la resurrección glorio- 898; CECH, pp. 819-833; Ernst Burkhardt - Ja-
sa. Cristo ha resucitado de entre los muer- vier López, Vida cotidiana y santidad en la en-
tos y ha venido a ser como las primicias de señanza de San Josemaría. Estudio de teología
los difuntos” (ECP, 103). Hay una ligazón espiritual, I, Madrid, Rialp, 2010, pp. 344-357;
misteriosa entre la vida mortal del creyente Carlos Ortiz de Landázuri Busca, “El caminar
histórico hacia el Reino de Cristo en Josemaría
y la vida gloriosa tras la resurrección.
Escrivá: El redescubrimiento de lo ordinario en
La participación en la vida del Resu- «Camino», «Surco» y «Forja»”, en Josep-Ignasi
citado comienza ya en esta vida, en esta Saranyana et al. (dirs.), El caminar histórico de
tierra, con el Bautismo, y de modo espe- la santidad cristiana. De los inicios de la épo-
cial con la Eucaristía: “se nos ha dado un ca contemporánea hasta el Concilio Vaticano
principio nuevo de energía, una raíz pode- II. XXIV Simposio Internacional de Teología de
la Universidad de Navarra, Pamplona, Servicio
rosa, injertada en el Señor” (ECP, 155). San
de Publicaciones de la Universidad de Navarra,
Josemaría asegura que “si obedecemos 2004, pp. 497-516; Id., “El sentido escatológi-
a la voluntad de Dios (...) se cumplirá en co del trabajo en Josemaría Escrivá: la revitali-
nosotros, paso por paso, la vida de Cristo zación cristiana del mundo en Camino, Surco y
(...). Y cuando venga la muerte, que ven- Forja”, en Jon Borobia Laka et al., (eds.), Trabajo
drá inexorable, la esperaremos con júbilo y Espíritu. Sobre el sentido del trabajo desde las
como he visto que han sabido esperarla enseñanzas de Josemaría Escrivá en el contexto
tantas personas santas, en medio de su del pensamiento contemporáneo. IV Simposio
Internacional Fe Cristiana y Cultura Contempo-
existencia ordinaria. Con alegría: porque,
ránea, Pamplona, EUNSA, 2004, pp. 163-180;
si hemos imitado a Cristo en hacer el bien
José Miguel Pero-Sanz Elorz, “Esperanza cris-
–en obedecer y en llevar la Cruz, a pe- tiana y liberación temporal en el beato Josema-
sar de nuestras miserias–, resucitaremos ría Escrivá”, en José Miguel Pero-Sanz Elorz
como Cristo: «surrexit Dominus vere!» (Lc - Jean-Marie Aubert - Tomás Gutiérrez Calzada
24, 34), que resucitó de verdad” (ECP, 21). (eds.), Acción Social del cristiano. El Beato Jo-
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semaría Escrivá y la Doctrina Social de la Iglesia, 1. Desde la fundación del Opus Dei (1928)
Madrid, Palabra, 1996, pp. 9-83; Leonardo Polo hasta la marcha de san Josemaría a
Barrena, “El concepto de vida en Mons. Escrivá Roma (1946)
de Balaguer”, Anuario Filosófico, 18/2 (1985),
A partir del 2 de octubre de 1928, fe-
pp. 9-32.
cha en la que percibió la misión a la que
J. José ALVIAR Dios lo destinaba, es decir, la fundación
del Opus Dei, san Josemaría dedicó la to-
talidad de sus energías a esa tarea. En el
contexto del inicio de su acción apostólica
y fundacional, nacieron los primeros escri-
ESCRITOS DE SAN JOSEMARÍA: tos. El estallido de la Guerra Civil española
(1936-1939) frenó la expansión del Opus
DESCRIPCIÓN DE CONJUNTO
Dei, aunque no su crecimiento interior. Lo
que hizo posible que, una vez llegada la
1. Desde la fundación del Opus Dei (1928)
hasta la marcha de san Josemaría a Roma paz, la labor apostólica pudiera conocer
(1946). 2. Desde la marcha de san Josema- un gran desarrollo, extendiéndose desde
ría a Roma (1946) hasta finales de la déca- Madrid a otras muchas ciudades españo-
da de 1950. 3. Desde fines de la década de las, y, después, a otros países. Tal es, en
1950 hasta el 26 de junio de 1975. 4. Obras brevísimo esbozo, el trasfondo histórico
póstumas. que presuponen los primeros escritos de
san Josemaría.
El fundador del Opus Dei ha dejado
tras de sí una rica producción escrita, en a) Apuntes íntimos
servicio de lo que constituyó el substrato y El primer escrito que se conserva es un
la meta de toda su vida: su condición sa- artículo aparecido en 1927 en la revista pu-
cerdotal y el cumplimiento de la misión re- blicada por un instituto de Zaragoza en el
cibida el 2 de octubre de 1928, es decir, la que impartía docencia: “La forma del ma-
promoción de una honda vida cristiana en trimonio en la actual legislación española”,
medio del mundo. Sus escritos surgieron Alfa-Beta, 3 (marzo de 1927), pp. 10-12.
en conexión con el desarrollo de su apos- Se trata, sin embargo, de un texto aislado.
tolado y de su misión. Todo intento de describir la obra literaria
del fundador del Opus Dei tiene que partir
El análisis de la vida de san Josemaría de unos años después: de la consideración
permite distinguir dos periodos de produc- de un escrito, los Apuntes íntimos, que su
ción literaria especialmente intensa (desde propio autor no redactó pensando en su
los inicios del Opus Dei a 1946, y desde publicación, pero que constituye el punto
fines de la década de 1950 hasta su falle- de partida para la elaboración de varios de
cimiento), entre los que se sitúa un lapso sus escritos posteriores, e incluso para la
de tiempo durante el cual no su labor de fijación de una metodología de trabajo que
escribir, pero sí el número de obras publi- siguió durante gran parte de su vida.
cadas disminuye. A ese esquema se ajus- Muy desde el principio, incluso desde
tará nuestra exposición, en la que tendre- antes del 2 de octubre de 1928, san Jose-
mos en cuenta la totalidad de la obra de maría tuvo por costumbre tomar notas de
san Josemaría dejando fuera, ya que, por luces recibidas en la oración, de experien-
su naturaleza, exceden el marco de esta cias espirituales y apostólicas, de textos
voz, el amplio epistolario y los numerosos del Evangelio que se grababan en su alma,
testimonios que se conservan (notas y gra- etc. Procedió además, a trasladar esas
baciones) de su predicación. notas a unos “Cuadernos” manuscritos,
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