- Encienda el incienso. - Encienda la vela del Consultante pensando en él. Diga:
“He aquí... (nombre) ..., su espíritu es tan firme
como esta llama. La alegría llega a él”.
- Encienda las velas dorada y naranja. Diga:
“La alegría confluye hacia ... (nombre) ... igual
que una mariposa converge hacia una llama semejante. La atracción es tan grande que no puede oponerse resistencia. Empuja y tira”.
- Encienda las velas rojas 1 y 2. Diga:
“He aquí la suerte y la alegría que se merece. Ha
trabajado duramente para ello; son suyas por derecho. Se balancean a su alrededor y avanzan. Ahora le pertenecen”.
- Ahora piense en él y en cómo consigue todo lo que desea. Diga lo
siguiente:
“Bajo una estrella hermosa,
en la oscuridad de mi noche, una estrella que derramaba dulzura reconfortante, con su luz, me prometió una vida nueva y alegre. ¡Oh, no me mientas! Al igual que el océano crece libre hacia la luna, así crece mi alma atrevida y contenta, por ella y por la luz de la alegría. ¡Oh, no me mientas!”
- Piense por unos momentos en cómo se levanta la alegría. Luego, repita lo
siguiente:
“Bajo una estrella,
hermosa la oscuridad de mi noche, una estrella que derramaba dulzura reconfortante con su luz, me prometió una vida nueva y alegre. ¡Oh, no me mientas! Al igual que el océano crece libre hacia la luna, así crece mi alma. Atrevida y contenta, por ella y por la luz de la alegría. ¡Oh, no me mientas!”
- Concéntrese un buen rato en cómo crece y se levanta la alegría. Luego,
repita de nuevo:
“Bajo una estrella,
hermosa en la oscuridad de mi noche, una estrella que derramaba dulzura reconfortante con su luz, me prometió una vida nueva y alegre. ¿Oh, no me mientas! Al igual que el océano crece libre hacia la luna, así crece mi alma, atrevida y contenta, por ella y por la luz de la alegría. ¡Oh, no me mientas!”
Siéntese un buen rato antes de apagar las velas.
Repita el ritual las noches siguientes, moviendo, cada vez unos centímetros las velas rojas hacia la del Consultante. Continúe así hasta que las tres se toquen.