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LA HERMANA POBREZA

El franciscanismo: de la Edad Media


a la evangelización novohispana

COLECCIÓN SEMINARIOS
ANTONIO RUBIAL GARCÍA

LA HERMANA POBREZA
El franciscanismo: de la Edad Media
a la evangelización novohispana

Apéndice: Vida de fray Martín de Valencia


escrita por fray Francisco Jiménez

Estudio introductorio:
Pedro Ángeles Jiménez

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Cuidado de la edición: Raúl Gutiérrez Moreno
Diseño: Gustavo Amézaga Heiras

Primeraedición: 1996
DR© Facultad de Filosofia y Letras, UNAM
Ciudad Universitaria, 0451 O, México, D.F.
Impreso y hecho en México
ISBN 968-364909-2
INTRODUCCIÓN
En una sociedad como la nuestra, donde la riqueza y la opulencia
son exaltadas como símbolos del éxito, parece extraño que se pu-
blique un libro donde se habla de la pobreza como un ideal de
vida. Sin embargo, esta actitud de desapego hacia los bienes terre-
nales sigue siendo en nuestros días, como en el pasado, una posi-
ción de crítica hacia las estructuras que propician la explotación, la
injusticia y la miseria. Tal actitud sigue siendo también la de la bús-
queda de una humanidad que, una vez solucionados los problemas
materiales que la aquejan, trascienda hacia la búsqueda de valores
espirituales.
En el siglo XIII, la oposición entre la realidad socioeconómica y los
principios predicados por el cristianismo produjeron un fenómeno
cultural que tuvo como centro a Francisco de Asís y como objetivo
la exaltación de la pobreza evangélica como un medio de salvación,
alrededor del cual se desarrollaron afanes culturales y misionales.
A este movimiento lo llamaremos franciscanismo.
Durante la Baja Edad Media, la crisis que vivió Europa propició
que el ideal surgido en Asís sufriera una serie de transformacio-
nes que lo desvirtuaron. Sin embargo, el movimiento humanista y
la renovación que llegó con él durante el siglo XV, movieron a algu-
nos franciscanos a buscar la reimplantación de la vida propuesta
por el fundador. El impulso que se dio a estos movimientos de re-
forma dio como fruto una orden religiosa renovada, capaz de ha-
cer frente a la labor misional americana que se abrió en el siglo XVI
para España y para la cristiandad.
Este fenómeno que se ha denominado evangelización, tuvo una
magnitud extraordinaria en el espacio y en el tiempo y es básica
para entender muchas de las situaciones actuales de América Lati-

7
8 1 Introducción

na. En esta implantación de la cultura occidental cristiana en Amé-


rica intervinieron muchas condiciones de tipo socioeconómico,
político e ideológico. Por ella se justificaron tanto la salvación de
las almas como la explotación de los indios y la búsqueda de los
metales preciosos. En ella se mezclaron los ideales del Renacimien-
to y las necesidades de la economía mercantilista, los intereses de la
burguesía comercial, de los conquistadores, de los frailes y del Es-
tado. Con ella se renovaron los estudios filosóficos y teológicos,
que se vieron forzados a cuestionarse acerca de la naturaleza de
esta recién descubierta humanidad y sobre su papel en una cris-
tiandad dividida por la Reforma protestante.
La incidencia que tuvo en este proceso el ideal predicado por la
orden franciscana es el objetivo del presente trabajo, que hemos di-
vidido en tres apartados. En los dos primeros se da una visión del
franciscanismo en su desarrollo histórico europeo; el último se
dedica a mostrar cómo esa mentalidad se manifestó en Nueva Es-
paña entre 1523 y 1555. El poner como límite este año se debe a
que en él se reunió el primer concilio provincial mexicano y estalló
el conflicto entre los franciscanos y el arzobispo Montúfar, hecho
que marcó el fin de una época de colaboración entre las órdenes
mendicantes y el episcopado. Además, la labor de los frailes menores
en México hasta esta fecha presentó características muy homogé-
neas en cuanto a su concepción, a su contenido y a su proyección.
A partir de ese momento la imposición de las normas del movi-
miento contrarreformista, la actuación política de Felipe 11 y las
condiciones socioeconómicas de la Nueva España transformaron
la realidad histórica y con ella la situación del franciscanismo.
Sobre el tema que nos ocupa se han escrito en los últimos años
numerosos estudios. A los ya clásicos aparecidos en algunas revis-
tas especializadas desde hace cinco décadas, como Archivo Iberoame-
ricano y The Americas, se agregan los trabajos de autores como Ba-
taillon, Maraval, Miranda, Borges, Ricard, Phelan, Chauvet y más
recientemente los de Baudot, Frost, Kobayashi, Gómez Canedo, et-
cétera. En ellos no sólo se menciona la labor de los frailes menores
en Nueva España, sino también su relación con las corrientes vi-
gentes en la época. En un tiempo estuvo de moda el tema de su
vinculación con el erasmismo, posteriormente se trató su relación
Introducción 1 9

con las ideas milenaristas y apocalípticas. Sin embargo, pocas ve-


ces se ha considerado que el franciscanismo fue una vivencia per-
fectamente delimitada, con sus propios objetivos y que tomó de las
doctrinas de su entorno lo que le era útil, pero sin perder su propia
identidad.
El presente trabajo pretende dar, así, una síntesis tanto de la espi-
ritualidad franciscana entre los siglos XIII y XVI como del estado de
la discusión de algunos aspectos controvertidos, tales como el del
milenarismo de los primeros franciscanos o su definición como
erasmistas.
La información más importante para este estudio fue obtenida
de las fuentes primarias: textos medievales primitivos franciscanos,
crónicas de las provincias de la orden de España, y obras, cartas y
relaciones, es decir testimonios directos de los frailes menores que
llegaron a México en la época mencionada, o que habiendo arriba-
do posteriormente conocieron a éstos y escribieron sobre ellos. Es
interesante mencionar que casi todas las fuentes primarias de la
época que tratamos están publicadas en varias colecciones de do-
cumentos, y que en los dos archivos franciscanos más importantes
que existen en México, el de la Biblioteca Nacional y el del Instituto
Nacional de Antropología e Historia, los documentos anteriores a
1555 son rarísimos. Debo agregar que me fueron de gran ayuda las
orientaciones que me dieron los historiadores franciscanos con-
temporáneos Lino Gómez Canedo y Fidel de J. Chauvet, la maestra
Beatriz Ruiz Gaytán, asesora de este trabajo en su primera versión,
que fue la de tesis de licenciatura, y la doctora Elsa Frost, que lo ha
enriquecido con sus sugerencias. Finalmente, agradezco a Pedro
Ángeles su colaboración en el estudio introductorio que se incluye
en el apéndice documental.
LA POBREZA
FRANCISCANA
EN LA EDAD MEDIA
Escasas épocas han desplegado una actividad intelectual tan inten-
sa como el final del siglo XII y el siglo XIII. Fueron los siglos de la
respuesta de la cultura cristiana occidental al reto del Islam. Los
contactos con la España musulmana por un lado, y como conse-
cuencia de las Cruzadas con el oriente, por el otro, abrieron a Euro-
pa una gama de posibilidades inmensa. El surgimiento de las uni-
versidades y de la filosofía escolástica, la postulación del método
científico y la ampliación de los conocimientos en este campo, ade-
más de la formación de la literatura didáctica y de la poesía cab~a le­
resca hicieron posible un renacimiento cultural que convirtió a es-
tos siglos en la era dorada de la historia medieval.
Estos fenómenos tuvieron como telón de fondo una situación
socioeconómica compleja: el feudalismo inició su decadencia y la
burguesía, surgida por la intensificación del comercio, comenzó a
desarrollar el capitalismo con el subsecuente renacimiento de las
ciudades. En un ambiente de crecimiento demográfico, se imponían
la economía monetaria, el relajamiento de las estructuras jerárqui-
cas en provecho de las fraternidades horizontales y la conmoción
de los marcos de la familia patriarcal. En esta sociedad donde las
hambres, las calamidades y las nuevas estructuras económicas crea-
ban pelotones de mendigos, el tema de los pobres y de la pobreza
tomó un nuevo cariz. "La promoción del mercader en una socie-
dad donde hasta entonces predominaba el caballero, elevó la avari-
cia y la caridad al mismo rango que el orgullo y la humildad".1 Se
creó así toda una nueva visión teológica sobre el pobre y sobre la
necesidad de la caridad como medio para la salvación.

1
Michel Mollat, Pobres, humildes y miserables... , pp. 97 y ss.

13
14 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

Desde el cristianismo primitivo el ejemplo de Cristo debía ser el


de los cristianos, pero desde épocas tempranas se consideró la po-
breza evangélica como un consejo, que no debía tomarse en forma
literal y que, en todo caso, estaba relacionada con el desapego a los
bienes terrenales y con la humildad. En este contexto, el estoicismo
y el mundo hebreo ya habían señalado el desprecio de la riqueza
como vía de sabiduría y el cristianismo le agregó los elementos de
paciencia y de amor.
Los padres del desierto, sin embargo, obedecieron el mandato
de Cristo con tan extremada austeridad, que se constituyeron en
ejemplos de lo que podía ser la pobreza individual. Posteriormente
las reglas monásticas orientales y occidentales retomaron esta idea
plasmándola en un voto personal Uunto a la castidad y la obedien-
cia), pero conservando la posibilidad de poseer bienes comunita-
rios, fórmulas que pasaron después a todas las órdenes religiosas.
Paralelamente se fomentó la idea de que la actitud del cristiano
ante la riqueza debía ser la de un administrador de los bienes de
Dios, idea que se puede ver desde san Basilio hasta santo Tomás
de Aquino. De aquí nació la necesidad de la caridad hacia los despo-
seídos como un medio de salvación para los ricos. Con el tiempo,
una casuística de la limosna introdujo sutiles ambigüedades. A la
pobreza-honrada santificante se opuso la pobreza-pecado. ¿La po-
breza era una virtud o una maldición? Entre otras herencias bíbli-
cas, la Edad Media recogió la distinción entre la pobreza ascética y
humilde de los eremitas y la noción pesimista de la pobreza castigo
del pecado personal o de los padres. El siglo XII agregó una no-
vedad al aplicar al pobre la formula Vicarius Christi hasta entonces
reservada sólo a los monjes. El valor humano del pobre se conver-
tía en algo sagrado debido al modelo de Cristo. Por su lado, las
herejías llamaron la atención sobre la riqueza eclesiástica y su poco
apego al ideal evangélico primitivo; los valdenses llegaron incluso
a atacar la jerarquía con argumentos en los que la pobreza tenía un
papel central.
En este siglo la Iglesia vivía un momento de auge y extendía su
poder ideológico y su actividad cultural por toda Europa a través de
las universidades, de las cofradías, de los hospitales, de las artes vi-
suales, del teatro y de la poesía. Al mismo tiempo generaba nuevos
San Francisco, el pobre de As!S 1 15

mecanismos de control de los laicos a través de la confesión auricu-


lar, del matrimonio sacramental y de la creencia en el Purgatorio.
Por otro lado, el Papado consiguió una tregua en sus continuas
luchas con el Imperio a principios del siglo XIII, y el pontificado de
Inocencio III (1198-1216) marcó el momento cumbre del dominio
papal en Europa. En sus dieciocho años de gobierno presenció y par-
ticipó en hechos importantísimos: la cuarta cruzada en la que Venecia
se apoderó de Bizancio; la cruzada contra la herejía albigense, que
sometió la región provenzal al dominio del norte de Francia; el
cuarto concilio ecuménico de Letrán de 1215, y la creación de las
órdenes mendicantes.
El surgimiento de dominicos y franciscanos marcó el inicio de
un afán de reforma dentro de la Iglesia, como una respuesta a las
herejías anticlericales de la época que atacaban, con justa razón, la
corrupción y el apego a la riqueza de los sacerdotes. La reforma
ponía por tanto, sobre todo en Francisco de Asís, una gran aten-
ción a la pobreza y señalaba la intención de regresar al ideal evan-
gélico primitivo dentro de la más pura ortodoxia.

l. San Francisco, el pobre de Asís

San Francisco había iniciado su pequeña comunidad en 1209 y le


había dado una sencilla regla que tenía como base las enseñanzas y
la imitación de Cristo. Aunque no conocemos a ciencia cierta su
contenido, sabemos que el pobre de Asís había hecho este estatuto
"sirviéndose principalmente de las propias expresiones del Santo
Evangelio a cuyo fiel cumplimiento únicamente tendía". 2
La predicación original de Francisco estaba centrada por tanto
en los preceptos que Cristo dejó a sus apóstoles, básicamente el de
la pobreza. En la Leyenda de los tres compañeros, 3 una de las primeras
obras de la tradición franciscana, se insiste sobre este tema y sobre

z Tomás de Celano, Vida primera de san Francisco, I, cap. XIII, en Francisco de


AJís, Sus escritos... , p. 27.
5 Leyenda de los tres compañeros, cap. VIII, 28 y 29, en F. de Asís, op. cit., p. 722.
16 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

los pasajes evangélicos en los que se inspiró san Francisco: "si quie-
res ser perfecto ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres y te gran·
jearás un tesoro en el cielo" (Mat., 19, 21); "sí alguien quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mat., 16,
24); "nada llevéis para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan ni di·
nero, ni tengáis dos túnicas" (Marc., 6, 8). La regla original no daba
por tanto ningún tipo de organización especial y es de suponerse
que no permitía siquiera la posesión de casas para habitar, pues a
imitación de Jesús y sus apóstoles, los franciscanos debían ir de
pueblo en pueblo predicando sin estar sujetos a posesión alguna.

La carencia de calzado, la ausencia de domicilio seguro, la sub-


sistencia mediante el trabajo manual cotidiano y el recurso hu-
millante a la limosna en caso de necesidad, la renunciación mis-
ma a la ciencia, que es una riqueza, en resumen a toda forma de
apropiación ... Francisco escogió para designar a su comunidad
la palabra con la que el lenguaje común calificaba a las capas
inferiores de la sociedad: minores, con su carga de incapacidad y
dependencias jurídicas. 4

Los mendicantes, a diferencia de los antiguos monjes, no se reti·


raron del mundo, sino que se entregaron a una labor dentro de él,
encontrando en el tejido social urbano los modelos de la pobreza
más aguda. El esquema jerárquico de la predicación del prelado
que desciende hacia sus fieles, se transformó en el sentimiento de
solidaridad en la pobreza, más acorde con la fraternidad popular.
Este pensamiento encerraba, sin embargo, el germen de la crítica a
la institución eclesiástica y de ahí a la herejía sólo había un paso.
Para evitar malos entendidos, y la hoguera, Francisco decidió solí·
citar dei Papado la aprobación de su regla y modo de vida.
En 1209 el santo recibió verbalmente de Inocencio III la aproba·
ción de la regla y el permiso para predicar. A partir de ese momen-
to los frailes menores, mandados por su maestro, se distribuyeron
de dos en dos para enseñar por toda Europa la paz, el amor, la

4
M. Mollat, op. cit., p. 114.
San Francisco, el pobre de As!S 1 17

penitencia y la confianza en Dios, 5 viviendo en una absoluta pobre-


za, siguiendo al pie de la letra las enseñanzas evangélicas y buscan-
do la salvación eterna del género humano. Pronto fue tan grande
el número de sus seguidores y la labor misional que debían desa-
rrollar, que Francisco tuvo que consentir algunas innovaciones a
su regla original. La primera fue la aceptación de residencias fijas,
aunque sólo en posesión.6 Los franciscanos, en sus viajes misiona-
les, se alojaban donde podían, pero de vez en cuando tenían nece-
sidad de lugares específicos para retirarse a orar y fortificar sus
almas y de ahí surgieron los eremitorios como una novedad dentro
de la orden. 7
La segunda fue la celebración de capítulos anuales, por medio
de los cuales la legislación franciscana se transformó. Así, en el de
1217, Francisco dividió a Europa en provincias de su orden y seña-
ló para cada una de ellas ministros provinciales que las goberna-
sen.8 En este aspecto se tomaba la organización de los dominicos,
más apropiada para una labor de largo alcance y también más fácil
de controlar por el Papado, verdadero inspirador de estas innova-
ciones.
Estos dos elementos, junto con otros más, propiciaron la amplia-
ción de la regla original y produjeron la de 1221, obra también de
Francisco. Las causas de la aparición del nuevo documento fueron
varias: por un lado los principios generales sobre la organización de
la orden aceptados en los diversos capítulos y las admoniciones del
santo, hacían forzosa la remodelación y extensión de la regla origi-
nal; por el otro, era necesaria una nueva legislación para la vida
sedentaria.

5 T. de Celano, op. cit., 1, cap. XII y XIII; Leyenda de los tres ... , cap. X, 36, en F. de
Asís, op. cit., pp. 270 y ss. y 725 y ss.
6 En 1211 Francisco fundó la Porciúncula, primer eremitorio de la orden que

sería el modelo para todas las modas posteriores de la comunidad. La pequeüa


iglesia y sus alrededores fueron dados por los benedictinos sólo en posesión por
petición expresa del santo. (Espejo de perfección, cap. 4, LV, en F. de Asís, op. cit., pp.
6~5 y ss.)
7
Juan Joergensen, San Francisco de Asi5, su vida y su obra, p. 277.
8 Emilia Pardo Bazán, San Francisco de Asi5, vol. 1, p. 300, aunque J. Joergensen,

op. cit., p. 288, n. 3, da la fecha de 1223 para este hecho.


18 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

La regla de 1221 señalaba lo que había sido y sería la base de la


espiritualidad franciscana: "vivir en obediencia, en castidad y sin
propio y seguir la doctrina y vida de Nuestro Señor Jesucristo ... "9
De hecho todo el ideal de Francisco se encerraba en estas últimas
palabras, pues el anhelo de toda su vida era regresar al cristianis-
mo primitivo por la imitación total de Cristo.
Este deseo, que por otro lado hacía al franciscanismo profunda-
mente renovador, se veía en la constante subordinación de la vida y
obra del de Asís al Evangelio, en la referencia continua a la labor de
Jesús y sus apóstoles y en la búsqueda de un cristianismo más ínti-
mo y libre; en una palabra, más de acuerdo con el espíritu evangé-
lico y menos formalista. "El dogmatismo se separa en beneficio de
la justificación por la fe, la interioridad, la pobreza y el amor en
Cristo". 10
Íntimamente unidos e incluso englobados en la necesidad de re-
tornar al cristianismo primitivo, estaban todos los demás puntos
de su doctrina y en especial la pobreza. Cristo y sus discípulos ha-
bían sido pobres y el fraile menor, como el gran Maestro, debía
también serlo. Este elemento fue seguramente el más característi-
co del franciscanismo y su importancia nos la muestra la vida mis-
ma de su fundador y la constante mención que de dicho ideal se
hace en todos los escritos franciscanos.
En la regla de 1221, por ejemplo, se señalaba: que era un requi-
sito indispensable para entrar a la orden el dar todas las riquezas
personales a los pobres (cap. II); que las vestiduras debían ser viles
(cap. II); que los frailes menores fueran pobres de espíritu y sirvie-
ran a los demás (caps. IV, V y VI); que no podían apropiarse ni de-
fender los lugares donde habitasen (cap. VII); que se debían confor-
mar con lo estrictamente necesario para el sustento, para lo cual
podían trabajar o en última instancia pedir limosna, pero nunca
recibir dinero (caps. VII, VIII y IX); que nunca llevaran nada para fi
camino ni usaran cabalgaduras (caps. XIV y XV). 11

9
Primem Regla, cap. I, en F. de Asís, op. cit., p. 3.
10
José Almoina, Rumbos heterodoxos de México , p. 101.
11
Las citas de los capítulos que aparecen entre paréntesis en los tres párrafos si·
guientes han sido tomadas de Primera Regla, en F. de Asís, op. cit., pp. 3 y ss.
San Francisco, el pobre de Asís 1 19

En cuanto a las formas de apostolado, Francisco no señalaba nin-


pma en especial, aunque la principal misión de la orden era predi-
car con el ejemplo de la pobreza (cap. XVII) y con la palabra. Esta
segunda forma podía realizarla cualquier fraile, tanto entre fieles
como entre paganos e infieles, pero siempre dentro de las normas
de la Iglesia y con la licencia de los ministros (caps. XVI y XVII). Es
Importante señalar aquí que para Francisco y sus seguidores la la-
bor evangelizadora entre los no cristianos fue una de las obras más
importantes del apostolado, ya que por medio de ella se lograba la
lllvación de los demás y la propia. El mismo santo dio en su vida
muchos ejemplos de este anhelo, como cuando fue a Egipto o pre-
tendió pasar a África a través de España para cristianizar a los mu-
sulmanes. 12
Relacionado con lo anterior estaba la cuestión de los estudios
entre los franciscanos, pues quien se dedicaba a la enseñanza debía
antes aprender. En la regla de 1221 casi no se trataba el asunto; la
frase "guardémonos también del saber de este mundo" (cap. XVII)
~refería más bien al conocimiento que se quedaba en las palabras
y no al que iba al interior del espíritu y se manifestaba en las obras.
Por otro lado es bien conocida la actitud de Francisco con respec-
to a Jos teólogos y su admiración por ellos; 13 en una carta que man-
dó a Antonio de Padua le dice: "Pláceme que leas a los frailes la
sagrada teología, cuidando, sin embargo, que por este estudio no
se apague el espíritu de la oración, según se contiene en la regla,
amén". 14 Vemos pues que no era la ciencia por la ciencia en sí lo
que buscaba el santo de Asís, sino ésta como un medio para llegar
a un conocimiento mayor de Dios. 15
La rt>gla de 1221 provocó, no obstante ser obra del fundador,
profundas disputas. Habían entrado a la orden muchos letrados y
Francisco los había colocado en los puestos claves. De ellos partie-
ron nuevas tendencias que se separaban del ideal original francis-
cano. Para éstos, ".. .la actividad exterior debía condicionar, hasta

12
Agostino Gemelli, JI Jrancescanesimo, pp. 82 y ss.
13
Testamento de san Francisco, en F. de Asís, op. cit., p. 29.
14
La carta está en ibid., p. 55.
1
; Constantino Koser, El pensamiento fmnciscano, p. 17.
20 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

cierto punto, el género de vida y la práctica de las virtudes de po-


breza, humildad y sencillez, mientras que para Francisco y sus lea-
les, el género de vida y la práctica de esas virtudes debían condicio-
nar las formas de apostolado ... " 16
Estos sapientes, entre los que se encontraban la mayoría de los
ministros provinciales, dieron en algunos puntos prioridad a los es-
tudios sobre la pobreza. Su centro de acción era Bolonia, donde se
habían educado gran parte de ellos y fundado una casa de estudios
a la manera de los dominicos, lo cual indignó a Francisco pues se
apartaba de su regla. Sin embargo, la orden ya contaba con elemen-
tos muy preparados y a la jerarquía eclesiástica le convenía tener
un ejército de hombres virtuosos y sabios que predicaran entre la
gente y vencer las herejías, por lo cual apoyó este movimiento. Ade-
más era urgente fortificar a la congregación contra los ataques de
los clérigos.
El cardenal Hugolino, protector de la orden, fue uno de los pri-
meros en prestar ayuda a los opositores, los cuales encontraron en
fray Elías de Cortona al hombre más capacitado para encabezados
y dar a la orden el impulso decisivo. La fuerza de este grupo se vio
claramente en el hecho de que la regla de 1221 fuera reemplazada
por una nueva en 1223. 17 Ésta, llamada regula bulata en contrapo-
sición a la regula prima de san Francisco, fue obra de Hugolino y
fray Elías. El ideal franciscano de pobreza todavía se veía en ella
con nitidez, incluso, seguramente como una concesión a Francisco
que aún vivía, se decía que los que no supieran letras no cuidaran
de aprenderlas (cap. X). Pero hay una pequeña novedad, los predi-
cadores tenían que ser examinados y aprobados por el ministro

16
Fidel de Lejarza et al., "Introducción a los orígenes de la observancia en Espa·
ña, las reformas en los siglos XIV y xv", en AlA, año XVII, vol. XVII, p. 27.
17
Además de estas reglas existen otra dos. Una, exclusiva para la Porciúncu·
la, se encuentra en Espejo de perfecci6n, cap. 4, LV, en F. de Asís, op. cit., pp. 637 y
ss. Ésta es muy rígida y prohíbe las conversaciones superfluas, exige la absoluta
clausura y veda la visita de seglares y frailes, excepto el ministro general, al eremi-
torio. Es importante señalarla, pues en ella se inspiraron algunos de los reforma-
dores posteriores de la orden. La otra se encuentra en un pequeño opúsculo lla-
mado De la habitación religiosa en los eremitorios, en ibid., pp. 27 y ss., que trata en
sustancia de lo mismo que la anterior.
Espirituales, reformados, observantes y conventuales 1 21

general (cap. IX) y los que fueran enviados entre infieles debían ser
idóneos para ese trabajo (cap. XIII). 18
Hasta este momento el ideal de la pobreza evangélica permane-
cía intacto; la novedad en la introducción del interés por los estu-
dios dentro de la orden no lo afectaba. El relajamiento introducido
por fray Elías había sido eliminado con su destitución, y después
de la muerte de Francisco, ministros como san Buenaventura, des-
tacados por su ciencia, estaban firmemente convencidos de que un
apostolado menos restringido y una educación científica no eran
incompatibles con el ideal franciscano. 19 Así, en un lapso de veinte
años (1215-1235), la orden de frailes menores se transformó de
Jaica en clerical, exenta de la jurisdicción de los obispos, dedicada
al ministerio de las almas y, junto con los dominicos, en rectora de
las universidades. Producto de tal situación fueron las figuras no-
tables de Alejandro de Hales, Roger Bacon, Juan Duns Scot y
Guillermo de Occam. La nueva tendencia implantada por san Bue-
naventura convertía a la orden franciscana en un apoyo fundamen-
tal para la labor reevangelizadora que la Iglesia llevaba a cabo entre
los laicos con el fin de tener un mayor control sobre ellos y para
fOrtalecer el poder del papa sobre la Iglesia.
El Papado encontró en las órdenes mendicantes sus mejores alia-
das para reducir la independencia de las iglesias locales, para lo
cual les concedió poderes y exenciones omnímodos y los liberó de
la autoridad de los obispos. Esta situación traería profundas conse-
cuencias en el futuro.

2. Espirituales, reformados, observantes y conventuales

Desde la muerte de su fundador en 1226 hasta el final de la Edad


Media, el franciscanismo se fue adaptando a las condiciones histó-
ricas yfue evolucionando en sus distintos aspectos. El afán misional,
con su interés primordial de salvación, tuvo algunas condiciones

11
Cf las citas entre paréntesis de la Regla Segunda, en F. de Asís, op. cit., pp.
5() y SS.
19
A. Gemelli, op. cit., pp. 53 y ss.
22 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

propicias para llevarse a cabo, aunque todavía no en forma extensi-


va. Después de los intentos de san Francisco por cristianizar a los
musulmanes, y aún cuando él vivía, fueron sacrificados en Marrue-
cos los cinco primeros mártires franciscanos. El terciario francisca-
no Raymundo Lull, siguiendo esta tradición, fue también un desta-
cado promotor de las misiones en el norte de África.
En el mismo siglo XIII, aprovechando la paz impuesta en Asia
por Gengis Khan, fueron enviados a la TartariaJuan de Pian del Carpi-
ni, Guillermo de Rubruck, Bartolomé de Cremona y otros frailes
menores como embajadores diplomáticos del papa y de los reyes,
pero también con miras a la evangelización de los mongoles. En el
siglo XIV las misiones a oriente siguieron siendo obra casi totalmen-
te franciscana. Junto a Juan de Montecorvino y su obra cristianiza-
dora en China, están Odorico de Pordenone y Juan de Marignolle,
que además de ese país recorrieron India, Persia, Mesopotamia,
Armenia y Palestina, ganando adeptos para el cristianismo. Pero la
predicación no sólo se extendió hacia los asiáticos; regiones
semipaganas en Europa como Bosnia, Servía, Bulgaria o Lituania
recibieron la labor misional al igual que las zonas ocupadas por las
herejías albigense y husitas y por los cismáticos bizantinos. Al abrirse
a partir del siglo XV el gran campo evangelizador de América, los
hermanos menores ya tenían una tradición misionera muy rica que
partía desde su fundador y se extendía a través de la Baja Edad
Media. 20 En toda esta tradición misionera los franciscanos, de acuer-
do con el espíritu de su fundador, predicaron la necesidad de la
conversión por medios pacíficos.
En lo que respecta al deseo de regresar al ideal evangélico pri-
mitivo, el espíritu franciscano en el Medievo vio surgir dentro de sí
una serie de tendencias que lo interpretaron de diferentes modos,
y que recibieron distintas denominaciones: espirituales, reforma-
dos, observantes y conventuales.
Ya mencionamos que en vida de san Francisco se dieron varias
situaciones que habían propiciado la aceptación de los estudios sin
disminuir por ello el desapego a la riqueza. No obstante que el

20
!bid., PP· 82 y SS.
Espirituales, reformados, observantes y conventuales 1 23

Jlileso de la orden aceptó estos cambios que eran la aplicación del


llleal de san Francisco a las circunstancias, hubo dos núcleos de des-
Omtentos extremistas: por un lado los espirituales o zelantes que
defendían la obligatoriedad del testamento del fundador y la prác-
tica de la pobreza, y disputaban sobre la aceptación de privilegios,
el estudio y la obligación del trabajo manual. 21 Por otro lado, la
minoría que buscaba nuevas atenuaciones a la regla, sobre todo
promoviendo una mayor laxitud en el mandato de la pobreza. Esta
t!ndencia dio origen a los conventuales o claustrales.
Los principales focos de los espirituales se localizaban en Fran-
cia meridional (Pedro Juan de Olivi) y en Italia (Ángel Clareno y
Ubertino de Casale). Al parecer el resto de Europa ignoraba estas
querellas internas.
En cuanto a los estudios dentro de la orden, los zelantes acepta-
ban el cultivo de la teología, pero no el de las ciencias profanas. En
cuanto a la pobreza, sostenían formas más apegadas al ideal origi-
nal franciscano que el resto de los otros miembros de la comuni-
dad; proscribían la suntuosidad en edificios y vestidos, la venta de
vino, legumbres y frutas de la huerta, el entablar proceso para co-
brar bienes legados a los religiosos y retenidos por los herederos, la
lnstitución del síndico, etcétera. Este culto a la pobreza llevó a al-
gunos miembros de la orden hacia la herejía denominada de los
fmticelli, que atacaba a la jerarquía eclesiástica y que se negaba a
obedecer al Papado. Estos heterodoxos franciscanos, lo mismo que
los espirituales, simpatizaban con las doctrinas joaquinitas.
El abad benedectino Joaquín de Fiore (muerto en 1202) dividía
la Historia en tres etapas: la primera, que iba de Adán a Cristo,
correspondía a Dios Padre y en ella había gobernado la Iglesia se-
glar; la segunda era la edad de Dios Hijo y la dominaban la Iglesia
papal y los sacerdotes; la tercera, la del Espíritu Santo, precedida
por la expansión misional en todo el orbe, estaría dominada por
una Iglesia espiritual y por los monjes. En este tiempo todos los
hombres llevarían una vida contemplativa, practicarían la pobreza

21
La bula Quo elongati del 28 de septiembre de 1230, dada por Gregorio IX,
contenía la no obligatoriedad del testamento de san Francisco, en F. de Lejarza, op.
cit., p. 33.
24 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

evangélica y serían como ángeles. El iniciador de esta era sería un


nuevo Adán o un nuevo Cristo, un dux novus fundador de una or-
den monástica. Algunos franciscanos identificaron a san Francisco
con el mesías que Joaquín había concebido, y en el siglo XIV Bar-
tolomé de Pisa exaltaba en su Libro de las conformidades el papel de
los frailes menores en la última era del mundo. 22
Los espirituales llevaron las ideas joaquinitas a sus últimas con-
secuencias; si la Iglesia espiritual de los frailes iba a reemplazar a la
Iglesia carnal de los papas, y los zelantes eran los únicos represen-
tantes legítimos de ideal franciscano, éstos debían encabezar el cam-
bio.23 Al principio sólo atacaron verbalmente a sus opositores, pero
después llegaron incluso a tomar conventos por la fuerza, a decla-
rarse independientes de las autoridades de la orden, a vestir dife-
rente hábito y a simpatizar con los fraticelli. Sus ideas comenzaron a
identificarse con las de los milenaristas, que predicaban la revolu-
ción social y la destrucción del orden establecido para preparar el
reino de justicia, donde Cristo gobernaría mil años sobre la tierra.
La Iglesia había condenado las doctrinas rnilenaristas como heréti-
cas desde el siglo IV, y ni siquiera Joaquín de Fiore, a quien a menu-
do se le han atribuido, las compartía. 24 El Papado, ante la actitud
herética de los espirituales, tomó cartas en el asunto. Juan XXII
(1316-1334), de acuerdo con el general de la orden, exigió la obe-
diencia y reducción de los zelantes cismáticos a sus superiores y
excomulgó a los que no se sometieran, después de lo cual soló al-
gunas ramas, como la de los clarenos, subsistieron. 25
La actitud de los espirituales era hasta cierto punto explicable:
el espíritu de los conventuales y su afán por buscar nuevas excep-

22 Norman Cohn, En pos del milenio ... , pp. 115 y ss.; John L. Phelan, El reino

milenario de los franciscanos en el Nuevo Mundo, pp. 27 y ss.


23 Delno West menciona que el joaquinismo tuvo un gran éxito y persisten·
cia entre los franciscanos españoles y señala los casos de Amoldo de Villanova,
Juan de Roquetaillade y Francesc Examenis. ("Medieval ideas of Apocalyptic
Mission and the early franciscans in Mexico", en The Americas, vol. XLV, núm. 3, pp.
298 y ss.)
24
Elsa Cecilia Frost, "¿Milenarismo mitigado o imaginado?", en Actas del Con·
greso de Historia Mexicanista, oct., 1988.
25
E Pardo Bazán, op. cit., vol. II, pp. 166 y ss.
'Espirituales, reformados, observantes y conventuales 1 25

al mandato de la pobreza, habían introducido serios rela-


IIJIDie:nt<lS dentro de la orden. La búsqueda de los bienes tempora-
la recepción de rentas por concepto de fincas, la posesión de
o viñas para vender sus frutos, la riqueza en iglesias y orna-
1-ltDlltos, la defensa de las propiedades en los juzgados, la fijación
salarios para los frailes por las misas de difuntos y otras anoma-
eran comunes ya en la orden. 26
Ante esta situación, surgieron en el siglo XIV nuevas reformas,
a la manera de los espirituales, sino dentro de los cauces mis-
de la orden. En Italia deben mencionarse la de Juan del Valle
en 1334, la de Gentil de Espoleto en 1350 y sobre todo la de Pablo de
'ftincis en 1368. Este último, siguiendo a los anteriores, había con-
teguido autorización para iniciar una forma de vida muy austera
observando la regla franciscana en su primitivo rigor. Aunque al
principio fracasó, la reforma de Trincis pronto comenzaría a tener
un gran éxito gracias al apoyo de los superiores de la orden. Éstos
le permitieron recibir novicios y lo nombraron comisario general
de los doce conventos en Umbria que seguían su forma de vida. En
Francia a partir de 1388 y en España a fines del siglo, se dieron, al
parecer en forma independiente, reformas parecidas dentro de la
orden.
&tos reformados se diferenciaban de los antiguos espirituales
en su absoluta sujeción a las autoridades de la orden, en su afán por
procurar ciertos privilegios apostólicos en favor de su reforma, en
la aceptación de residencias fijas, en su lucha contra los fraticelli y
en el uso del hábito de los menores. Su afán de regresar al ideal
franciscano de pobreza fue decisivo como antecedente de la obser-
vancia.
Sin embargo, a pesar de este espíritu reformista, el debilitamien-
to del mandato de la pobreza iba en aumento. Esta situación fue
incrementada por varios hechos: Juan XXII suprimió parcialmente
a los síndicos laicos, por lo cual los religiosos instituyeron frailes
procuradores para que cuidaran de los bienes temporales, con gran
petjuicio del voto de pobreza; la lucha entre el Papado y el Imperio,

26 !bid., vol. 11, pp. 162 y ss.


26 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

y en especial el entredicho con que eran castigadas las regiones que


ayudaban al emperador, obligaron a los frailes que querían obser-
varlo, a abandonar sus conventos provocando el debilitamiento en
el cumplimiento de la regla; la peste negra que despobló los monas-
terios y ocasionó que gente sin vocación fuera aceptada en la orden
para llenar las vacantes; el Cisma de Occidente durante el cual los
papas y antipapas, generales y antigenerales concedían privilegios
y favores para atraerse partidarios, lo que produjo relajación e
indisciplina. 27
En este ambiente los conventuales comenzaron a aumentar su
número e influencia dentro de la orden. Los conventos sometidos
a ellos gozaban de grandes posesiones y cuantiosas rentas, y su
forma de vida no se parecía ya en nada a la predicada por el pobre
de Asís.
Contra esta situación y bajo la influencia de los reformados, se
desarrolló dentro de la orden el movimiento de la observancia en
el siglo XV. Con el nombre de observantes, que se les dio a partir
del Concilio de Costanza en 1415, se agrupaban todos aquellos que,
incitados por la Santa Sede, buscaban la observancia literal de los
preceptos fundamentales de la primera vida que alentó a la comu-
nidad.28 Los reformados, sin embargo, permanecieron independien-
tes de la observancia por algún tiempo, hasta que fueron obligados
a unirse a ella. Esto se debió a que el espíritu que los animaba era
mucho más estricto que el de los observantes, y a que éstos los for-
zaban a unirse a ellos con medios poco evangélicos. La misma situa-
ción se dio en España como veremos después. 29
El Papado, que veía la necesidad de darle fuerza a la observan-
cia, comenzó a reducir privilegios a los conventuales. Martín V en
1430 promulgó unos estatutos que pretendían someter a éstos a la

27
Víctor Añíbarro, "El P. Ximénez de Samaniego y los orígenes de la observan-
cia en España", en AlA, año VIII, vol. VIII, p. 442.
28
Cuatro fueron los grandes impulsores franciscanos de la observancia en
los inicios de ésta al principiar el siglo XV: san Bernardino de Siena, san Juan de
Capistrano, Alberto de Sarteano y Giacomo de la Marca. (A. Gemelli, op. cit., pp.
130 y ss.)
29
F. de Lejarza, op. cit. , pp. 18 y ss.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 27

obediencia de aquélla, pero los claustrales eran ya tan fuertes que


su esfuerzo fue vano. 30 Eugenio IV, para disminuir esta influencia,
ordenó en 1442 que cada ministro provincial gobernara su provin-
cia y que en cosas graves sólo decidiera el papa. Pero en 1443,
cuando, continuando con su afán quiso imponer como ministro ge-
neral a un observante, los conventuales, mostrando su gran fuerza,
se opusieron y eligieron para el cargo a uno de los suyos. Contra
este golpe, el papa nombró en 1446 un vicario general para la ob-
servancia con plena autoridad sobre ella e independiente del mi-
nistro generai.3 1 Gracias a ello, la observancia pudo mantenerse
autónoma a través de todo el siglo XV, dentro de un ambiente en el
cual la conver.tualidad dominaba a la orden ocupando casi conti-
nuamente el generalato. Esta situación permaneció hasta 1517 cuan-
do, como veremos, León X, por medio de la bula !te Vos o bula de
unión, dio el golpe de gracia a los claustrales nombrando a los vi-
carios ministros provinciales, uniendo a todos los observantes bajo
un ministro general de la observancia y quitando a los conventuales
el poder que hasta entonces habían tenido. Finalmente, en 1568la
Claustra se separó de la orden y permaneció como un grupo dife-
rente hasta nuestros días.

3. Corrientes franciscanas medievales en España

El franciscanismo y sus diversas tendencias no fueron un fenóme-


no circunscrito a la península itálica. Ya desde su fundador tuvo una
gran expansión hacia toda Europa, y España fue una de las regio-
nes que 1ecibió con mayor entusiasmo y siguió con más fuerza el
espíritu del de Asís. 32
Una vez que Francisco vio establecida su orden en Italia y des-
pués de su primer viaje frustrado a Oriente encaminó sus pasos

lO Flaminio Annibali da Latera, Compendio della storia degli ordini regolari esistenti,

vol. n, Y· 74.
11
Mathías Alonso, Crónica seráfica de la santa pmvincia de la Purísima Concep-
ción, pp. 99 }' SS.
12
T. de Celano, op. cit., 1, cap. XX, en F. de Asís, op. cit., pp. 285 y ss.
28 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

hacia España probablemente en el invierno de 1213. Dos cosas lo


movieron a esta jornada: propagar la orden por aquel país y em·
barcarse hacia Marruecos para predicar entre infieles. Su segundo
deseo sería frustrado por la enfermedad pero el primero, al pare-
cer, se llevó a cabo con mucho éxito.
Existen referencias de numerosas fundaciones hechas por el santo
en España, comenzando por el convento de Burgos;:l3 sin embargo,
las referencias están tan mezcladas con la leyenda que es difícil
establecer cuáles fueron las casas fundadas por Francisco y cuáles
por sus discípulos. Además, es imposible creer que en un año haya
fundado la cantidad de conventos que se pretende, aunque sólo
hubiera elegido el lugar y trazado los cimientos de ellos. No obs-
tante, es claro que hizo muchos discípulos y numerosas fundaciones
en este país, pues en 1217, en el capítulo de la Porciúncula, se pro-
veyeron tres provinciales para el gobierno de los conventos funda·
dos en España y se distribuyeron éstos en las provincias de Aragón,
Castilla y Santiago. 34
Al principio, cuando aún vivía Francisco, los menores españoles
seguían rígidamente la regla. Celano en su Vida segunda nos habla
del testimonio de un clérigo español que relataba al santo cómo se
comportaban sus discípulos en la península ibérica: "tus religiosos
-le decía- viven en nuestra tierra en pobrísimo eremitorio, y entre
sí concertaron este método de vida: que una mitad cuidara de las
cosas de la casa y la otra mitad se dedicara a la oración". 35
Sin embargo, este fervor primitivo sufrió un enfriamiento como
sucedió en el resto de Europa. De hecho, no tenemos noticia de la
existencia del movimiento de los espirituales en España, como los

33
Alonso dice que antes que san Francisco, había llegado a España fray Cil,
uno de sus discípulos, y había fundado un convento en Valladolid en 1210. (M.
Alonso, op. cit., pp. 2 y ss.)
34
Estas provincias se dividieron en custodias durante el generalato de San
Buenaventura. Sobre la historia de los franciscanos españoles en el siglo XIII, se
pueden ver: M. Alonso, op. cit.; Crónica de la provincia Santa de Santiago (1214-
1614).
35
Vida segunda de san Francisco, 11, cap. cxxxv, en F. de Asís, op. cit., pp. 437 y ss.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 29

Italia y Francia meridional, lo que nos hace pensar en una rela-


general de las costumbres entre los frailes menores españa-
causada quizá por la introducción de los estudios. Estos fueron
eeeptados entre los franciscanos de la península desde el siglo XIII,
palgunos conventos, como los de Palencia y Salamanca, influidos
por las universidades, tenían casas adjuntas destinadas a ellos. 36 Tal
1
liluac:ión provocó que poco a poco los conventuales comenzaran a
{lller cierta influencia que aumentaría en la centuria siguiente.
El siglo XIV fue para la orden en España, al igual que en el resto
Europa, una época de debilitamiento. A las causas ya aludidas,
. . .s para todo el continente, se juntaron en la península las gue-
civiles, tanto en Castilla como en Aragón, que obligaron a los
hiles a abandonar sus conventos. 37 Los conventuales en esta épo-
•aumentaron su número considerablemente y su influencia, sus
tiquezas y su poder llegaron a ser semejantes a los de las órdenes
IB()nacales.
Para reformarlos, el papa Gregario XI envió en 1373 a fray Ar-
JDaiJ.do de Sarrano, a fray Diego de Plasencia, a fray Juan González
*Opta y a otros posteriormente; sin embargo, esta misión fracasó
por la oposición de los conventuales. Más efectivo, en cambio, fue
ti movimiento de reforma que, al igual que en Italia y Francia,
buscaba regresar al espíritu franciscano primitivo. El fenómeno se
dio en forma independiente en todos los países, y la península ibé-
rica no fue una excepción; por ello en Castilla, Aragón y Portugal
el surgimiento del espíritu reformador en las tres provincias
franciscanas se dio en forma autónoma, aunque después tuvieron
tontactos.38

!6 M. Alonso, op. cit., p. 49 .


7
' F. de Lejarza, op. cit., pp. 42 y ss.
"Además de los franciscanos, en el siglo }..'V y en toda la península surgieron
f!ormadores entre los cistercieses, dominicos, cartujos, jerónimos y agustinos;
también las clarisas y otras órdenes femeninas presentaron una historia de luchas
entre observantes y conventuales. (Manuel R. Pazos, "Los franciscanos españo-
les en el pontificado de Sixto IV (1471-1484)", en AlA, año X, vol. X, pp. 79 y ss.,
105 y ss., y 130 y ss.)
30 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

Todos los cronistas antiguos de la orden daban la primacía de la


reforma en España al castellano Pedro de Villacreces y a sus discípu-
los, pero con base en las bulas papales se ha descubierto que ésta
surgió por primera vez en la provincia de Santiago a fines del siglo
XIV. 39 Los primeros eremitorios que buscaban una vida más apega·
da a la pobreza franciscana aparecieron en esta provincia aproxi·
madamente por 1390, destacándose los de San Lorenzo de Santia-
go, Rivadavia, Puertomarin, Villavieja, Santa María de los Ángeles
de Valderrago, Hoyo y Castañar. Algunos de estos conventos for·
marian en el siglo XVI la provincia de San Gabriel. De esta provin-
cia pasaron en 1407, o antes, los padres Diego Arias, Gonzalo Mariño
y Pedro Días hacia Portugal e introdujeron la reforma en ese reino.
En la provincia de Aragón, la reforma se inició a principios del
siglo XV. Algunos cronistas dan la fecha de 1388 para los conven-
tos de Chelva y Manzanera otorgándoles la primacía, pero el del
Santo Espíritu del Monte, reformado en 1403, tiene a su favor va·
rios documentos que atestiguan su antigüedad, lo que los otros no
poseen.
A pesar de la primacía de la reforma en las provincias nombra·
das, fue sin duda en Castilla donde apareció el movimiento más
importante de España en este aspecto. Sus iniciadores fueron Pe-
dro de Villacreces y sus discípulos Pedro de Santoyo, Lope de Salazar
y Salinas y Pedro Regalado.
Fray Pedro de Villacreces había profesado en el convento de San
Francisco de Valladolid y había estudiado filosofía y teología en Sa-
lamanca, Tolosa y París, doctorándose en esta última ciudad. En una
fecha no muy precisa, comenzó su reforma en el pequeño eremitorio
de la Salceda, pero al parecer tuvo escaso éxito, pues poco después,
en 1404, inició uno nuevo en la Aguilera.
En este conventículo reunió a algunos adolescentes entre los cua-
les se encontraban los que serían con el tiempo sus sucesores. La vida
en este eremitorio y en el del Abrojo, que fundó en 1415, era la más
rigida dentro del espíritu franciscano, pues tenía como base la re-
gla que san Francisco había dado para la Porciúncula. El regreso al

39
F. de Lejarza, op. cit., pp. 62 y ss.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 31

de pobreza era su más importante finalidad: sus casas, vesti-


y camas eran paupérrimos; no podían usar cabalgaduras; en
Hlmlt<la, racionada por continuos ayunos, estaban prohibidos la
y el vino; el noviciado duraba dos años y servía para probar
aspirantes soportaban el rigor de la regla.
cuanto a los estudios, eran repudiadas las ciencias laicas; la
¡II)Iogía y la sagrada escritura no estaban reglamentadas y sólo al-
cuantos podían iniciarse en ellas y de una manera muy su-
. la Biblia sólo debía leerse una vez cada tres años. Sin ero-
esta aversión por los estudios, común a los reformadores de
época, es explicable como una reacción por los abusos intro-
'. cidc)S por los conventuales con el pretexto de la ciencia.
La regla de la Porciúncula, como vimos, era exclusiva para los
tR!mitc)ri"o y es por eso que la vida de los discípulos de Villacre-
era de clausura. Había algunos legos que se encargaban de
limosna y de arreglar los asuntos externos del convento, y al
-..recc~ralgunos frailes ejercían el ministerio de la predicación, pero
I*IPmn1rP había enclaustrados con la obligación del perpetuo si len-
Es por esta razón que los eremitorios se encontraban en luga-
solitarios fuera de los poblados. 40
Otra de las notas distintivas de esta reforma fue su dependencia
los ministros conventuales, aunque éstos no tenían ingerencia en
t:>s asuntos internos de los eremitorios. Pero aquí nos encontramos
una aparente contradicción: ¿por qué los reformados, seguí-
de la rígida pobreza, estaban sometidos a los ricos y relajados
-nve~nttlalc~s y no a los observantes más afines a sus principios? La
~:IUCIIOn de esto nos lleva a tratar el problema de la introducción
la observ<ncia en España, pues a partir de ese momento la histo-
ria de la reforma se mezcló con la de la observancia y la conven-

Como queda dicho, la observancia apareció en 1415 como una


~Sbícíat:íva contra el espíritu de los conventuales. Los observantes,
su creación, se sintieron los únicos depositarios del ideal
franciscano original y con este pensamiento hostigaron a los refor-

40
/bid., PP· 583 y SS.
32 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

mados para que se unieran a ellos. Su actitud, altanera al princi·


pio, se convirtió en belicosa ante la negativa de los eremitorios a
formar parte de la observancia. A esto hay que agregar el gran éxi·
to que comenzaba a tener la reforma villacreciana, lo que despertó
las envidias de sus opositores.
Para lograr sus fines, los observantes consiguieron del antipapa
Benedicto XIII que el eremitorio del Abrojo fuera unido a su re-
gla.41 Villacreces decidió entonces ir al Concilio de Costanza (1414-
1417) para defender su reforma, y en él encontró el ambiente pro-
picio para ser oído; Benedicto XIII había sido desconocido y se
elegía para el pontificado a Martín V, terminando con el Cisma de
Occidente. El recién nombrado papa reconoció la regla villacre-
ciana, permitió que sus eremitorios estuvieran sometidos directa·
mente al general de la orden y al ministro provincial y se le exentó
de la obediencia a la observancia. 42
La razón de esta aversión de los reformados por la unión a los ob-
servantes es comprensible; aparentemente el espíritu de ambos era
similar, sin embargo había entre ellos diferencias notables en cuan·
to a la interpretación de la regla y la estrechez de vida. Los obser·
vantes, aunque aceptaban el mandato de pobreza, no lo llevaban al
extremo de los reformados, y además tenían y daban impulso a los
estudios despreciados en Jos eremitorios. Por otro lado, la obser·
vancia utilizó incluso la violencia para atraerse a sus hermanos y
lógicamente éstos los rechazaron.
La reforma iniciada por Villacreces tuvo continuadores, pero su
espíritu duró relativamente poco, pues sus fundaciones fueron ab-
sorbidas, con el tiempo, por la observancia.
El primero de los discípulos del padre reformador fue Pedro de

41
Durante el Cisma, los franciscanos de Aragón, Castilla y las provincias dP.
Francia siguieron el partido de los antipapas de Avignon; por esta razón los obser·
vantes se dirigen a Benedicto XIII que aún no era desconocido por el Concilio de
Costanza. (F. de Lejarza, op. cit., p. 172; M. Alonso, op. cit. pp. 173 y 204.)
42
M. Alonso, op. cit., p. 208. Es curioso que los reformadores franciscanos
posteriores siguieran el mismo ejemplo, pues tanto los del Santo Evangelio como
Pedro de Alcántara, fundador de los franciscanos descalzos, y Mateo de Bassi,
padre de los capuchinos, se sometieron en un principio a los conventuales.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 33

hombre de letras como su maestro, había visitado Italia y


en contacto con la reforma de Trincis; a su regreso a Es-
se separó de Villacreces y formó sus propios eremitorios si-
el espíritu de su predecesor. Los santoyanos vivieron sepa-
de la observancia durante algún tiempo, sin embargo, Pedro
Santoyo se inclinó hacia ella y después de su muerte, acaecida
14~H, se formó la custodia observante de Santoyo con los ami-
eremitorios reformados por este fraile. En 14 77 esta custodia
el nombre de la Purísima Concepción y en 1517 se convir-
en provincia.
Los otros dos discípulos de Villacreces, Lope de Salazar y Salí-
y Pedro Regalado, continuaron con su maestro hasta que mu-
Fray Lope, influido por Santoyo, se independizó entonces de
villacreciana y fundó, a partir de 1427, varios eremitorios
la custodia de Burgos. En 1454 estas fundaciones se unieron y
.,mll1rnn la custodia de Santa María de los Menores. Fray Lope
que enfrentarse en esta época a los continuos ataques de los
...,"rv~~nt•,., de Santoyo, aunque al parecer fray Luis de Saja, su
._odi10, tuvo una concordia con Sala zar que disminuyó las tensio-
Finalmente, a la muerte de su fundador, la custodia de Santa
de los Menores pasó a formar parte de la provincia obser-
de Castilla.
Pedro Regalado había quedado como vicario del Abrojo y la
&AernHPr~ los eremitorios matrices de la reforma. En 144 7, Eugenio
los había obligado a someterse al vicario de la observancia, pero
V en ese mismo año, anuló la bula y las dos casas continua-
ron sujetas al ministro de los conventuales hasta 1517, año en el
que se unier0n a la recién creada provincia de la Concepción. 43
El custodio de Santoyo, fray Luis de Saja, fue nombrado vicario
:'Drclvinciaide Santiago, y en esta provincia, al igual que en Castilla,
de unir a los eremitorios a su regla; sin embargo, éstos no
.Jnil~iar'On su entrada a la observancia sino hasta 1462, consumán-
en 1484. A pesar de esto, a fines de siglo apareció una nueva

45 De esta provincia salieron, entre otros, fray Andrés de Olmos y fray Juan de
34 1 La pobreza franciscana en la Edad Media

reforma en Santiago llamada del Santo Evangelio, cuya importan-


cia nos obliga a dedicarle un inciso aparte. En Aragón, donde estu-
vo la primera custodia observante en 1424, la reforma se sometió a
la observancia desde un principio.
Los observantes no sólo encontraron oposición en los reforma-
dos, a los que absorbieron finalmente, sino también en los con-
ventuales que veían en ella un ataque constante a sus privilegios y
relajamientos. La fuerza de la Claustra era sorprendente pues tenía
el apoyo de las autoridades de la orden, que pertenecían a su ban-
do, y de algunos aristócratas, a quienes administraban sus capillas
palaciegas y obras pías. Los observantes, sin embargo, recibieron
una gran ayuda de los reyes, pontífices y señores y lograron varios
triunfos sobre los conventuales como los habían conseguido frente
a los reformados.
La observancia .alcanzó en España una gran fuerza durante el
siglo XV; la reglamentación de los estudios en sus casas la colocó en
igualdad intelectual con la Claustra, y el apoyo de reyes y papas le
dio cada vez mayor importancia sobre la otra rama franciscana. Sin
embargo, los conventuales eran aún muy fuertes y solamente una
reforma profunda pudo dar el triunfo final a los observantes. Di·
cho cambio tenía como base el ambiente y tradición que éstos ha-
bían conseguido en la península a través del siglo XV, y como fina-
lidad la consecución del éxito total de la observancia frente a los
conventuales. Este empuje, encaminado a dar una mejor prepara-
ción intelectual y moral a los frailes, fue llevada a cabo por un
franciscano observante que llenó una etapa en la historia de Espa-
ña y en la de su orden: Francisco Jiménez de Cisneros.
RENACIMIENTO,
PRERREFORMA
YESPÍRITU
FRANCISCANO
l.as condiciones surgidas en la Edad Media dieron origen en los si-
tfos XV y XVI a lo que se conoce como la modernidad. La intensifi-
ación del comercio, el fortalecimiento de la burguesía, el derrum-
buniento del feudalismo, la caída de Bizancio, la centralización de
Jos grandes Estados bajo el poder de la realeza y el descubrimiento
11e nuevas tierras fueron algunos de los aspectos que conformaron
ata época, marcada con el signo de un profundo cambio. En esa
'tuación surgieron los dos principales movimientos intelectuales
t1e la nueva era: el Renacimiento y la Reforma. Ambos, íntimamen-
te relacionados, tenían un afán común: remontarse a las fuentes de
la cultura y la religión para rectificar las "desnaturalizaciones" su-
fridas por ellas durante el Medioevo.
Las dos corrientes estaban tan hondamente ligadas que no po-
dríamos entender la una sin la otra. Sin embargo, para los objeti-
ws de este trabajo, nos interesa más remarcar el carácter reformador
dentro del cristianismo, aunque no dejaremos de hacer mención a
las influencias que éste recibió del espíritu renacentista.
Dentro del complejo movimiento denominado Reforma están
incluidas todas las tendencias cristianas, tanto ortodoxas como
heterodoxas, que tenían como finalidad una reestructuración de la
Iglesia. Casi todos los autores coinciden en la clasificación de dicha
corriente en tres tendencias: la Prerreforma, la Reforma protestan-
re yla Contrarreforma. Nuestro interés se centrará en la primera y en
la última pues tuvieron un papel fundamental en el desarrollo del
ideal franciscano en la época que nos interesa. La segunda, en cam-
bio, tuvo escasísima influencia en España y por ello sólo la mencio-
naremos.
A pesar de sus divergencias, los tres movimientos compartieron

37
38 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

una característica común: retornar al ideal primitivo cristiano. Este


anhelo fundamental era el mismo que presentaba san Francisco y
no es casual que los frailes menores hayan tenido una participación
importantísima en los movimientos reformadores, sobre todo en
España.
En la península ibérica la Prerreforma presentó dos tendencias
muy relacionadas: la Reforma cisneriana y la Philosophia Christi.
Sus puntos de contacto con el franciscanismo y el desarrollo de
esta espiritualidad durante esa época son el tema de los incisos
siguientes.

l. La Reforma cisneriana

El reinado de los Reyes Católicos representó para España la tran-


sición entre el Medioevo y el Renacimiento. La unificación terri-
torial, la consolidación de una burocracia centralizadora, la refor·
ma religiosa y una economía basada en la acumulación de metales
preciosos marcaron lo que serían las líneas básicas de la política
peninsular en los siguientes siglos. De todas ellas, la reforma reli-
giosa, arraigada en los valores heredados de la Edad Media, fue
quizá la que mayor impacto tuvo en la creación de una conciencia
colectiva.
Siglos de luchas continuas contra el Islam habían hecho de los
españoles unos hombres sumamente religiosos y con una arraiga-
da tendencia a considerarse a sí mismos como defensores de la fe.
España era un estado eclesial con su razón de ser en el dogma y
con una función fundamental: ser un medio temporal para la sa~
vación de las almas. Lo político, lo económico y lo social se entrela-
zaban y teñían con la religión. 1 El cristianismo lo permeaba todo,
además de ser el aglutinante ideal para reforzar la unidad recién
creada. Por tanto era un deber del Estado la reforma y sometimiento
del aparato eclesiástico y la defensa de la religión contra toda con-
taminación externa. La política religiosa de los Reyes Católicos se

1
Fernando de los Ríos, Religión y Estado en la España del siglo XI'!, p. 42.
La Reforma cisneriana 1 39

puede reducir a las tres fórmulas siguientes: "Iglesia española, Igle-


sia una e Iglesia reformada". 2
La primera fórmula se consagró gracias al papa Alejandro VI,
quien otorgó a Fernando e Isabel el Regio Patronato. Por él, los reyes
podían presentar candidatos para las sedes episcopales vacantes cu-
yos cargos el Papado sólo se limitaba a confirmar. Esto garantizaba
el nombramiento de buenos obispos españoles e impedía que las
dignidades episcopales recayeran en extranjeros, que residían en
Roma sin preocuparse de sus diócesis y que sólo cobraban las ren-
tas.3 Otros derechos que les daba el regalismo eran: impedir
la difusión de bulas y breves papales que pudieran perjudicar a la
autoridad; otorgar permisos de fundación para iglesias y conven-
tos, y cobrar las tercias o tercera parte de los diezmos que se paga-
ban a la Iglesia. El Patronato Real benefició en parte a la Iglesia,
pues centralizó en el rey los derechos que anteriormente estaban
dispersos entre los señores, pero favoreció mucho más al Estado
que pudo poner a tan importante institución a su servicio.
El afán que incluimos bajo la fórmula "Iglesia una" se refiere a la
expulsión de las minorías judía y musulmana de la península y a
la persecución de los falsos cristianos por medio de la Inquisición.
Fue talla importancia que para los Reyes Católicos, y en especial
para Isabel, revistió la unificación religiosa, que en el epitafio de
sus tumbas dice solamente: "Fernando de Aragón e Isabel de Cas-
tilla, marido y mujer siempre concordes llamados católicos, yacen
en este sepulcro de mármol. Derribaron el poder de la secta maho-
metana y redujeron la obstinación de la herejía Uudaica)". 4
Con la Inquisición consolidada, el judaísmo desterrado y el rei-
n) de Granada sometido (la minoría musulmana se consideraba
poco peligrosa), Isabel, que se sentía elegida de Dios para una gran
misión, y su esposo, iniciaron la reforma del clero, afán incluido
bajo la fórmula "Iglesia reformada". Ésta tenía como finalidad pu-
rificar a la Iglesia para que pudiera llevar a cabo con mayor efica-

2
Pfandl, apud José Luis Comellas, Historia de España moderna y contemporánea
(1474-1965), PP· 38 y SS.
1
Ramón Menéndez Pida!, Historia de España, vol. XVII, la. parte, pp. 38 y ss.
4
Américo Castro, Los españoles, cómo llegaron a serlo, p. 100.
40 1 Renacimiento, Prerrejorma y espíritu franciscano

cia su labor salvadora. El Estado sentía el deber de intervenir en


purificación de su coadjutora, de ahí que la participación de
nando e Isabel en la reforma fue fundamental. 5
La labor de los Reyes Católicos, sin embargo, hubiera sido
tuosa sin la ayuda de colaboradores esforzados; el celo y
ción de éstos en la reforma la hicieron eficaz. El más importante
estos elementos fue un franciscano, fray Francisco Jiménez de
neros, que por su trascendencia dio su nombre al movimiento.
Pieza clave en la política religiosa de los Reyes Católicos,
era un hombre que reunía en su persona dos cualidades que
vez se dan juntas: el don de mando y el desapego de los bienes
rrenales. Su actuación política, consecuencia de un rápido
so, marcó la historia renacentista de España. Desde joven entró
contacto con la vida de la jerarquía eclesiástica, -
importantes cargos en la diócesis de Sigüenza. Pronto, sin uuu"'Fi"''
abandonó sus prebendas y en 1484 profesó con los tra.ncJlscanOI
observantes en San Juan de los Reyes de Toledo y cambió su
bre de Gonzalo por el de Francisco.6
Este cambio, guiado por su afán de perfección, no lo alejó
mundo como él esperaba. A su fama 1
de buen administrador se
entonces la de la santidad de vida en los conventos de Castañar y
Salceda, por lo que poco a poco comenzó a ser llamado a
rar en los asuntos del reino. En 1492 fue nombrado confesor
Isabel gracias a las recomendaciones de su antiguo amigo el
po toledano Pedro González de Mendoza y al poco tiempo
el cargo de provincial de los frailes menores de Castilla. Fue
do al episcopado de Toledo, primado de España, en 1495,
cardenal e inquisidor general en 1507 y regente del reino en
ocasiones. Sin embargo, su entrada a la corte y sus altos cargos,
cambiaron la vida del franciscano observante; cuando era confesor
de la reina traía siempre un humilde hábito y una vez nombrado ~
hispo siguió viviendo en suma pobreza: usaba debajo de la lujosa ves-
timenta episcopal el sayal de los franciscanos; dormía en un jergón

5 Manuel Ballesteros Gaibrois, La obra de Isabel la Católica, p. 143.


6
Juan de Vallejo, Memorial de la vida de fray Francisco jiménez de Cisneros, p. 4.
La Reforma cisneriana 1 41

escondía bajo su cama; andaba casi siempre a pie, o en mula


estaba enfermo y ayunaba como lo mandaba su regla. Su
palacio arzobispal era un convento de gran austeridad y sus
los únicos que podían soportar la rigidez de vida
ahí se llevaba, eran franciscanos observantes. Su desapego a
bienes llegó a tanto, que Alejandro VI le ordenó, por razones
su posición, tener más lujos y servidumbre. En cuanto a las ren-
del arzobispado, eran utilizadas para ayudar a huérfanos, estu-
pobres, viudas, mujeres desamparadas y cautivos, o bien
la construcción de hospitales, hospicios, conventos y colegios. 7
Los importantes puestos que desempeñó, su mismo estado de
menor de la observancia y el apoyo de los reyes y de muchos
lliembros de la Iglesia, lo pusieron en una posición privilegiada
intentar la reforma del clero en todos los niveles. Para refor-
al clero secular Cisneros convocó dos sínodos, uno en Alcalá
1497 y otro en Talavera en 1498; las constituciones promulga-
por ellos contenían provisiones contra los sacerdotes concubi-
y estaban dirigidas a consolidar la vocación sacerdotal: se exi-
que los consagrados residieran en sus parroquias y recibieran
confesión con más frecuencia y se les obligaba a explicar cada do-
el Evangelio a los fieles y a enseñar la doctrina a los niños. 8
Ese afán reformador se vio más claramente en su intento de es-
en su cabildo catedralicio de Toledo la vida en común,
llf\Uerldo la regla agustiniana. En 1495 había iniciado los prepara-
para realizar sus planes, cuando los canónigos, no muy con-
con sus intenciones, mandaron a Alfonso de Albornoz a
lllnt,Pct,•r a Roma. Cisneros se les adelantó y gracias al embajador
Garcilas0 de la Vega, la queja no llegó y el emisario regre-
prisionero a España. El fraile arzobispo se dio cuenta, sin em-
que no podía realizar su plan por la fuerza y trató de llegar
un acuerdo pacífico con su cabildo a fin de que aceptasen sus
.,.u'""'·~·~'~· Los canónigos se opusieron y Cisneros tuvo que ceder.
mismo haría en 1504 ante otro levantamiento de su cabildo cau-

7
Carlos Navarro y Rodrigo, El cardenal Cisneros, estudio biográfico, pp. 22 y ss.
1 Maree! Bataillon, Erasmo y España ... , p. 3.
42 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

sado por una inspección ordenada por él. La dificultad de


mar el clero secular era insuperable y de hecho sólo comenzaron a
tenerse algunos logros hasta el concilio de Trento. 9
Los fracasos de Cisneros como reformador de los seculares fue-
ron causados por la corrupción que existía entre ellos. La reforma
de las órdenes monásticas, en cambio, se presentó de muy diferen-
te manera, pues el futuro cardenal encontró en todas la ayuda de
una gran cantidad de reformadores y de un fuerte núcleo de ob-
servantes. El arzobispo supo aprovecharlos y les dio muchos priv~
legios.
El primer paso de Cisneros como reformador de su orden fue
sin duda alguna su nombramiento como vicario provincial obser-
vante de Castilla en 1494. El 18 de junio de ese mismo año, los
reyes recibían la bula papal que les autorizaba reformar las órdenes
monásticas femeninas y masculinas, y seguramente fue en ese tiem-
po cuando se le dio a Cisneros el cargo de reformador de los fran-
ciscanos castellanos. El12 de agosto lo vemos en el primer capítulo
custodia! de la Aguilera exigiendo un cumplimiento más estricto
de la regla.
El reformador visitaba personalmente los conventos de su pro-
vincia, convocaba el capítulo y después

[... ] hacíales una plática de sus primeras reglas ... de su relajación


y quebramientos. Ponía toda instancia en que renunciasen todos
los privilegios que eran contra su primera perfección, traíalos a
su presencia y los quemaba como alcorán pésimo de vida ancha.
Si eran de la orden de san Francisco, quitábales todas las rentas,
heredades y tributos, que daba a monjas pobres [y] a parroquias
necesitadas.10 En materia de hábito quitó los que traían ... y les
hizo vestir de paño áspero ... En la superficie de sus celdas no

9
Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos espmioles, vol. II,
p. 435.
10
A veces también creaba estudios con los bienes recogidos, como en Sevilla,
que en 1502 se convirtió en universidad. (R. Menéndez Pida!, op. cit., vol. li.'VII, 2a.
parte, pp. 275 y ss.)
La Reforma cisneriana 1 43

nada, hízoles seguir el coro y andar descalzos como los de-


pues últimamente los hizo a todos observantes ... unos por-
luego se venían a nuestros conventos; otros porque de un
lollve:nto claustral y otro observante, se hacía uno solo [... ] algu-
porque del que era conventual se hacía observante y todos,
el que no quiso reducirse a la observancia o le quitó el
o se pasó a Italia. 11

tan decidtdalabor, Cisneros había logrado influir en la parte


!nr·mrnn·írh de los conventuales, quienes intentaron reformarse
mismos. Alrededor de 1495 se concertó entre los superiores
y observantes un procedimiento para lograr la reforma
Los ministros conventuales nombrarían un comisario
~~'~~~"'rt''r que solicitaría frailes observantes al vicario general;
ellos los claustrales elegirían a sus superiores y aunque
bajo la autoridad del ministro provincial conventual, poco
se unirían a los observantes y renunciarían a rentas y pro-
12 El experimento se llevó a cabo parcialmente, pero fue-
l e&4:a8()S los resultados por la oposición del resto de la Claustra.
ver el poco fruto de este intento, Cisneros continuó con su
método a pesar de la fuerte reacción de los conventuales.
breve Cum sicut nobis del 21 de mayo de 1496, el cardenal fue
vicario general de los franciscanos españoles gracias a
oficios de sus protectores. Los Reyes Católicos expusie-
al papa la conveniencia de este nombramiento alegando las
con Francia, las dificultades de los viajes y la desmesurada
de las provincias. Alejandro VI concedió al arzobispo
".. .la misma autoridad que a los vicarios generales de los

::-.nQ.ui!Dtanilla, lib. 11, cap. XI, apud Vicente de la Fuente, Historia eclesiástica de
, vol. m, pp. 30 y ss.
los intentos para llevar a cabo este plan se encuentra el que realizó fray
de Ontañón, ministro provincial conventual de Castilla, con la anuencia
babel. Ontañón comisionó en 1495 a algunos observantes para que reforma-
conventos. Cisneros no es mencionado en el documento, pero como
provincial de Castilla y confesor de la reina seguramente intervino. Quan
Fernández, "La bula ...", en AlA, año XVII, vol. XVIII, pp. 272 y ss.)
44 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

observantes con relación a los religiosos y a las religiosas de la se-


gunda orden que estuviesen sujetas a los superiores o al visitador
general de Tordesilla y así mismo con relación a las religiosas de la
tercera orden". 13
Ante este nuevo golpe a su poder, los conventuales reiniciaron
su oposición. Sus rentas, propiedades y encomiendas estaban en peli·
gro ante este fraile observante con poderes omnímodos que les
quitaba privilegios y riquezas. La gran influencia conventual se pu·
so en marcha para atacar a Cisneros tanto en España como en Roma.
En España las manifestaciones de descontento se hicieron públi·
cas. En Salamanca, por ejemplo, los claustrales recorrieron las calles
acompañados de sus mancebas; en Toledo salieron del convento
en procesión entonando el salmo In exitu Israel Aegiptu, que recorda-
ba el éxodo del pueblo hebreo. En Castilla muchos religiosos pasa·
ron a Marruecos y se convirtieron al Islam antes de abjurar de sus
beneficios y mujeres. 14
Esta situación pronto fue conocida por los dirigentes de la or·
den y por los protectores de ésta en Roma. Una de la primeras
noticias desfavorables que se recibieron en la Ciudad Eterna sobre
la labor reformadora de Cisneros, fue la que llevó Lorenzo Vaca,
abad comendatario del monasterio del Espíritu Santo de Segovia.
Este monje, fugado de la prisión en que lo había puesto Cisneros
por su oposición a las reformas, llegó con su queja ante el cardenal
Ascanio Sforza, quien encomendó a Pedro Mártir de Anglería la
misión de doblegar la voluntad del arzobispo. Sabemos por el fa·
moso cronista de Indias la respuesta desfavorable que recibió. 15
La situación quedó pendiente hasta que entraron en el asunto
las autoridades claustrales de la orden. El ministro general de los
franciscanos, fray Francisco Sansón de Brescia, mandó entre 1495
y 1496 unos comisarios a España para que, junto con los prelados
nombrados por los reyes, entendieran en la reforma de los conve11·
tos franciscanos. Isabel y Cisneros no pusieron atención a los con·

13
!bid., p. 263.
14
Jaime Vicens-Vives, Historia ... , vol. 11. p. 452; J. H. Elliot, Imperial Spain 1469·
1716, p. 93.
15
Opus Epistolarum, ep. 143, apud M. Bataillon, op. cit., pp. 5 y ss.
La Reforma cisneriana 1 45

de estos comisionados y ante tal situación regresaron a Roma


noticia de los sucesos. El papa, influido por el cardenal Sforza
Sansón, quienes le comunicaron las quejas de los claustrales
IIIIIDOlc~s. notificó a los reyes el 9 de noviembre de 1496, que sus-
las facultades dadas para visitar la orden hasta averiguar la
16

embargo, la suspensión no duró siquiera dos meses, pues el


diciembre de ese año, la bula Ut ea quae a nobis, encargaba
de Toledo y al dominico Diego de Deza, obispo de Sa-
la realización de la reforma. Poco después el mismo papa
un triunvirato encabezado por Cisneros con el mismo
señalaba que la labor debían hacerla en persona, lo cual
I!Mllid:a.ba sus poderes pues hacía imposible materialmente su rea-
Fray Francisco obtuvo entonces de Alejandro VI la facul-
de subdelegar, con lo cual ya no hubo contratiempos. Cisneros
tal poder nombró a los guardianes de algunos conventos para
ellos llevaran a cabo la reforma.
o obstante estos triunfos, era tan fuerte la oposición a Cisneros
todavía en 1499 el papa desautorizó verbalmente la gestión re-
• nadora del arzobispo, seguramente influido por las relaciones
que en esa época había entre España y la Santa Sede. Aun-
no tuvo consecuencias legales por haberse hecho en forma
la declaración pontificia influyó en un decreto del capítulo
MIII•I'V-l•ntP de Malinas (28 de mayo de 1499) que prohibía a sus
._l(lo:sosacudir al arzobispo de Toledo como reformador, pues no
presentado ante el vicario general las facultades suficientes
tal título.
último año del siglo XV marcó el inicio de situaciones diferen-
aunque la idea de reforma no había cambiado. Los Reyes Cató-
Cisneros, el papa y los mismos conventuales continuaron con
afanes, pero desde 1500 en adelante el caso español quedó su-
•llJ<llo en un problema más amplio: la reformación total de la
franciscana en todo el orbe.

"J. Meseguer Fernández, op. cit., pp. 264 y ss.


46 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

A fines de 1499, las relaciones entre España y la Santa Sede


se habían estabilizado y Fernando e Isabel, con Cisneros detrás
ellos, pidieron al Sumo Pontífice nuevos apoyos en su lucha
los conventuales. No pudieron encontrar momento más
pues el padre Sansón había muerto el 27 de octubre y mientras
elegía nuevo general, el papa, en la mejor disposición de ayudar
sus recuperados amigos, intervino a favor de sus planes. El 17
noviembre de ese año, prohibió a los conventuales admitir
vantes que hubieran abandonado su monasterio para sustraerse
la obediencia del superior. 17
Por dos breves, reforzados por cartas de los cardenales, el
tulo general de la orden que se celebraría en Terni en 1500, el
señaló los puntos esenciales de la reforma, conminó a los
a hacerla y los amenazó con entregar sus conventos a los
tes de no llevarla a cabo. Recomendó además, por medio del
nal viceprotector, a fray Gil Delfini para el generalato, pues
persona adecuada para implantar la reforma. Finalmente,
a los vocales que nombrasen visitadores para las provincias de
orden, "en especial los de España", para urgir la reformación.
Cuando Delfini ocupó el generalato comenzó a aplicar su
do reformador. Para facilitar su trabajo, logró del papa uu.. unc•uw
extraordinarias para vencer la barrera que significaban los
gios que tenían los observantes en materia de gobierno. Su
era trasladar a algunos de éstos a las casas de los conventuales
nombrarlos superiores, lo que lograría la fusión al fomentar la
vivencia entre las dos ramas de la orden. El proyecto no era nuevo,
ya vimos como en España lo había intentado Ontañón y había
pocos frutos. Su principal problema era que los conventuales,
to Ontañón como Delfini, dejaban el problema de los bienes
cuando estuviera realizada la unión, pues preocupábales más
tablecer la disciplina. En cambio las reformas propuestas por los
observantes, como la de Cisneros, querían sí, la fusión y la
ción de la disciplina, pero con base en la pobreza en común, lo que
significaba el sometimiento absoluto de los conventuales a su regla

n M. Bataillon, op. cit., p. 6.


La Reforma cisneriana 1 4 7

condición para lograr la unidad. Para la Claustra reforma y


eran sinónimos mientras que para la observancia no podía
la segunda sin la primera.
· trató de aplicar su fórmula en Italia y Francia pero fraca-
la oposición de los observantes. En España triunfó a me-
Castilla y el enérgico Cisneros rechazaron el proyecto, pero Ara-
gracias al apoyo de algunos observantes y de Fernando, lo
a la práctica.
idea de Delfini era llevar esta reforma a toda España, pero te-
gran opositor en el arzobispo franciscano. Trató entonces de
......" .. :·~ de Pío 111, por medio del cardenal Bernardino de Car-
la revocación de las cartas pontificias en favor de Cisneros,
no tuvo suerte; 18 Pío III murió ese año y su sucesor Julio 11, al
siguiente de su elección, confirmó los beneficios concedidos
sus antecesores a los reyes de España y específicamente los re-
a la reforma de las iglesias, órdenes y monasterios. 19 Para
el intento delfiniano en Aragón, a un año escaso de haberse
ya había encontrado fuerte oposición dentro de los obser-
y el papa encargaba una investigación a fines de 1504. Delfini
hablar entonces con Cisneros.
entrevista se llevó a cabo en Toro el13 de enero de 1505 y te-
finalidad ganar para la causa claustral a tan importante per-
pero las cosas le salieron mal; el astuto primado de España
prometer al general franciscano que si para el 4 de octbre de
año no se lograba la concordia en Aragón, fray Gil renunciaría
reforma y los observantes regresarían a su antiguo estado.
este resultado adverso, Delfini fue ante el papa y logró de él
breves; por el primero se declaraba que la confirmación de las re-
realizadas por Cisneros era temporal y que serían revisadas
el capítulo general de la orden en 1506.
En apariencia el general de la orden había logrado finalmente
triunfo, pero el capítulo general franciscano, con el cual acaba-

11
Carta de Delfini al cardenal Carvajal del 24 de septiembre de 1503, en J.
Fernández, op. cit., apéndice 3, pp. 329 y ss.
19
Breve Eximiae devotionis, 2 de noviembre de 1503, en ibid., p. 281.
48 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

ha su generalato, mostró su último y más rotundo fracaso. Por


cipio de cuentas se disolvió la reforma de Aragón y se concedió
los observantes regresar a su estado anterior; en seguida se
maron las reformas a favor de la observancia en España, incluida
cisneriana; finalmente se ordenó que las reformas menores
deos, clarenos, coletanos, martinianos y del Santo Evangelio) se
ran a conventuales u observantes según su elección. 20
La derrota de Delfini no liquidó el problema, por el
se había llegado al clímax de la lucha entre las dos ramas francisca-
nas más importantes. A los conventuales no se les podía imputar el
querer mantener su antigua situación y la desunión de la
pues ya habían hecho su intento de reforma. Los observantes
estaban de acuerdo con ese intento y pensaban que la fusión sólo
lograría si los claustrales cedían sus derechos a la propiedad.
La situación después de 1506 fue tensa. En 1510 surgió un
vo intento de reforma conventual por parte de fray Bonifacio
Ceva, brazo derecho de Delfini y jefe de los coletanos
pero fracasó y la lucha entre las dos ramas de la orden se hizo
más intensa. 21
En 1515 era ya tal el estado de la cuestión, que el mismo prínc~
pe Carlos, archiduque de Austria, tomó cartas en el asunto,
en Bruselas a un grupo de franciscanos de ambas ramas y éstos
llegaron a un acuerdo: las partes se comprometían a observar las
reglas en su pureza bajo los ministros o bajo los vicarios, según de-
terminasen el papa y el concilio de Letrán, en curso de celebración.
Pero no solamente Carlos intervino en el asunto, el mismo
León X ordenó un estudio de la situación y formó para tal fin una
comisión de cuatro cardenales y cuatro franciscanos, tres de ellos

20 Los ciaren os eran una rama de los espirituales fundada por Ángela Clari'IIO

(muerto en 1337). Los amadeos fueron creados por el portugués Amadeo Joao da
Silva ( 1420-1484 ). Los coletanos, así llamados por seguir la reforma de santa Cole-
ta, se encontraban en Francia. Los martinianos surgieron a raíz de unas constitu-
ciones hechas por Martín V. La rama del Santo Evangelio, por su importancia para
la Nueva España, la veremos en un capítulo aparte. (Cf Enciclopedia Católica y
Enciclopedia de la Religión Católica.)
21
J. Meseguer Fernández, op. cit., pp. 286 y ss.
La Reforma cisneriana 1 49

-..u'lllnt.,., Este cuerpo estaba encargado de formular una minu-


seria la base de la futura bula !te Vos, y lógicamente fue muy
a los observantes; a éstos reservaba el derecho de elegir y
•na<>spara generales, provinciales y comisarios. A los conven-
Ios privaba de voz activa y pasiva en las elecciones, les prohi-
el hábito y admitir a la profesión, lo que significaba su des-
y les dotaba de jerarquía, pero sujeta totalmente a las
lllriitl'lll•""" observantes. Como favor especial se concedía voz acti-

reformados menores sujetos a los conventuales.


principios de 1517, el texto de la minuta ya era conocido e
se había hecho la primera redacción de la bula !te Vos, per-
Esta primera fórmula calcaba casi por completo
y sólo agregaba el permiso a los conventuales de pasarse
secular.
esas mismas fechas, el concilio de Letrán ordenó la reforma
regulares y comenzó con los frailes menores. Éstos deberían
el asunto en su capítulo general de ese año y en la reunión se
la bula para su aprobación. Antes de la importante junta, las
ramas comenzaron a mover sus influencias; los reyes, el empe-
la facultad de teología de París, el parlamento francés y algu-
cardenales estaban a favor de la observancia, los conventuales
contaban con el apoyo de varios príncipes de la Iglesia.
el capítulo general celebrado en Roma en 1517las dos ramas
1Dcisca1nastuvieron su más fuerte enfrentamiento. Los conventua-
JIIrecían dos posibilidades: obtener un ministro general propio,
IIICIX:Iliuit:.mc:: de la otra rama, lo cual significaba la ruptura de la
o bien unirse a los observantes pero conservar sus privile-
en materias de pobreza. La observancia sólo veía una posi-
unión de todos los franciscanos bajo la verdadera regla y
de los conventuales a todos sus privilegios para lograrla .
.......,,'"'"'" nadie cedió y León X tuvo que dar una solución inter-
aunque más inclinada a favor de los observantes.
solución papal se plasmó en la segunda redacción de la
Vos, que presenta entre otros puntos los siguientes: las refor-
menores, como la del Santo Evangelio, quedaban unidas a la
-...,.,·nr•·.,.. la elección del ministro general de la orden pasaba
de los observantes, quienes seleccionarían uno de la fami-
50 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

lia cismontana para un sexenio y uno de la ultramontana para


siguiente; 22 el general electo debía nombrar un comisario que
bernara la otra familia mientras él lo hacía con la propia. A 1
conventuales se les confirmaban sus privilegios en materia de
breza y se les daba en lugar de sus ministros, maestros dependi
tes de la jerarquía observante, pero los excluía de las eleccion
generales. 23
La bula !te Vos, en su redacción definitiva, salvaba ciertamente
los conventuales de desaparecer, por lo que no se logró en ese
mento la total unión de los franciscanos. Sin embargo, fue un ·
portante antecedente para conseguirla, pues fusionó las refo
menores a la observancia por lo que se le llama también bula
unión. Gracias a este documento los observantes pasaron de do '
nados a dominadores y la Claustra desde entonces hasta su sep
ción en 1566-1567, les estuvo sometida.
En España se recibió la bula de unión con gran beneplácito
los observantes y de Cisneros en especial, quien había participa
activamente en los acontecimientos que precedieron a~ import
documento. Sabemos por Quintanilla que el reformador envió
Roma tres emisarios para el capítulo general de 1517: Quiñon
Marquina y Diego de Cisneros. Fray Francisco de los Ángeles '
ñones, quien encabezaba la misión, llevó de parte del gran carde
de España una carta al de Santa Cruz, Bernardino de Carvajal,
la que recomendaba el negocio del capítulo general de Roma.
otro lado la participación de Quiñones fue muy importante en
cha reunión, ya que en las elecciones para ministro general ob
diez votos. El electo fue Cristóbal Munai y a Quiñone,s se le dio
cargo de definidor general. No sólo se quedó en eso la participad
de Cisneros: sabemos que Cristóbal Munai mandó a fray Juan
Bitonto a España para reducir a los conventuales a la vida regular

22
Eugenio IV en 1446 fundó dos vicarías generales para el gobierno de los
servantes agrupándolos en dos familias: la cismontana para indicar Italia y las p
vincias de Europa oriental y la ultramontana que abarcaba Francia, las islas bri
nicas, la península ibérica y el norte de Europa. Q. Meseguei- Fernández, op. cil,
p. 259, n. 4.)
23
!bid., pp. 300 y SS.
La Reforma cisneriana 1 51

cardenal que lo ayudara. 24 Fray Francisco, ya cercano a la


recibió muy bien al emisario y Jo encargó a Diego López
su agente en la corte de Carlos I, por medio de una carta
en la Aguilera el 13 de octubre de 1517. Con ello, uno de
actos de su vida, ponía la reforma bajo la protección del
llegado emperador. Menos de un mes después, el 8 de no-
el gran luchador murió.
del ideal franciscano de pobreza, en cuya consecución
el arzobispo toledano, la reforma cisneriana tuvo otro
f bJilld<mH:nt<tJ:· la preparación del clero en general y de los
IDlen.on~s en particular para que realizaran mejor su trabajo.
relacionado con esta labor, aunque no incluido den-
estaba el afán misional. Es necesario hacer esta última
como antecedente de la labor evangelizadora de los fran-
en Nueva España.
,..,.,~uu'J~ dentro de la orden, aunque no fueron un ideal o rí-
en el fundador, constituyeron un importante factor en el
de los frailes menores. Cisneros, que estudió en la uní-
de Salamanca antes de entrar con los franciscanos, no veía
tadiCCllón entre la pobreza evangélica y Jos estudios dentro de
Esta actitud hacia los estudios y hacia la cultura se plasmó
fundamentales: la universidad de Alcalá de Henares y
Políglota.
~~~~•u•u-•'uu de la universidad complutense no tuvo otra finali-
Ja de "crear un organismo completo de enseñanza eclesiás-
jlle•mentaJ, media y superior". 25 Se quería con ello elevar la
del clero, elemento tan necesario en la reforma de la Igle-
•nll!lr:~r un renacimiento del humanismo cristiano.
fue una obra plenamente cisneriana y con un carácter
liiOéllm:me franciscano. En el siglo XIII habían sido erigidos en
unos estudios que en el siglo XV pasaron a ser parte del

Meseguer Fernández, "Carta del cardenal Cristóbal Numai a Cisneros re-


_.¡indcllt a Juan de Bitonto O. F. M., 12 de julio de 1517, e intervención de
en la bula !te Vos", en AlA, año XIII, vol. XIII, pp. 243 y ss.
M. Bataillon, op. cit., p. 10.
52 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

convento de observantes franciscanos recién creado. Alfonso


rrillo, su iniciador, logró del papa Pío II en 1456, beneficios
dotación de cátedras para frailes en dichos estudios. En la
de Cisneros éstos subsistían bajo la dependencia del guardián
convento de los menores, lo cual facilitó la labor del fraile
mador. 26
Para evitar los males de las otras, la nueva universidad fue
da alrededor del colegio de San Ildefonso. Este centro,
por una bula papal en 1499, era la sede de una especie de
cia universitaria, formada por graduados, profesores y "'~cuu•ru...
adinerados. En torno a él se crearon nueve "colegios de
aunque en la idea original de Cisneros éstos eran dieciocho. 27
tro del colegio mayor se fundó el de San Pedro y San Pablo
doce frailes franciscanos que llegaron de la vicaría de la
ción; de sus celdas salieron muchos generales y obispos de la
y con su creación se consolidaba la cultura franciscana esr>anoJaJ
La Facultad de Teología fue la razón de ser de la uu ... -..~'""
complutense. Alcalá, sin embargo, introdujo una novedad en
antiguos sistemas escolásticos; junto con santo Tomás de
y al mismo nivel, se agregaron dos cátedras para estudiar a
grandes pensadores franciscanos medievales: Duns Scoto y
mo de Occam. El nominalismo de este último tuvo mucha
cia en España, sobre todo en lo referente a los estudios bíblicos,
que fue otra originalidad de la nueva universidad. 29 En efecto,
to con la renovación teológica que mostró la complutense, e ·
como un complemento de ella, se dio un profundo interés por
estudios sagrados y por el conocimiento de las lenguas
Aunque de menor importancia, Alcalá tenía también facultades
artes, medicina y cánones; el estudio del derecho civil, en
se ignoró en la nueva institución.
Relacionado con el humanismo cristiano de Alcalá y con el"

26 R. Menéndez Pida!, op. cit., vol. XVII, 2a. parte, pp. 276 y ss.
27
M. Bataillon, op. cit., p. 14.
28
M. Alonso, op. cit., p. 286; Eugenio de Robles, Compendio de la vida y
del cardenal don fmy Francisco de Cisneros..., pp. 131 y ss.
29
M. Bataillon, op. cit., pp. 16 y ss.
La Reforma cisneriana 1 53

el estudio de la Sagrada Escritura y de las lenguas bíblicas,


otra gran obra cisneriana: la Biblia Políglota Complutense.
in7.,.,.t,,. indispensable para el conocimiento de la teología
de las Sagradas Escrituras y se lanzó entonces a la magna
dar una versión de la Biblia en los idiomas originales, he-
caldeo y griego, aliado del texto de la Vulgata latina. La uní-
de Alcalá y sus cursos de lenguas fueron una gran ayuda
fin. 30
editorial del gran cardenal no se redujo a la monumen-
Cisneros auspició la edición de una gran cantidad de
•llllíSitlca:s, filosóficas y científicas. Para mencionar sólo algu-
lltelllennos el misal y breviario mozárabe, las epístolas de santa
de Siena, la Escala de san Juan Clímaco, las Meditaciones
• .,.,...,,.,"" las epístolas de Ángela de Foligno de Santa Matilde,
las obras del Tostado y muchas de Raymundo Lulio (cuyo
se introdujo en Alcalá por primera vez), la Agricultura de
de Herrera y las obras médicas de Avicena. Se inició una
grecolatina de Aristóteles, pero fue suspendida por la muer-
gran cardenal mecenas. Mientras la Políglota fue un intento
llevar el evangelismo y el interés por el humanismo cristia-
círculos eruditos, estas publicaciones secundarias estaban
llm~nadas más bien a llevarlos a los frailes, monjas y seglaresY
•llaCt,omtao con el afán reformador estaba el interés misional
que, si bien no formaba parte de la reforma eclesiástica,
con ella puntos de contacto. La elevación de la calidad moral
_.,,..... ua• del clero para que cumpliera mejor la misión de salvar

almas, era el fin principal de la reforma; los hombres que ne-


más esa salvación eran los paganos e infieles y por tanto,
la evangelización de éstos, se debían mandar los elementos
es decir, el clero reformado. Dentro de la Iglesia
ft'allc:tscanc)S observantes eran, para Cisneros, los mejor prepa-
y a ellos se les encargó en un principio dicha labor.
La obra misional cisneriana es otro elemento del franciscanismo

•/bid., p. 22.
31 R. Menéndez y Pelayo, op. cit., vol. n, pp. 447 y ss.
54 1 Renacimiento, Prerrefonna y espíritu franciscano

del eminente reformador. Cisneros, siguiendo el ejemplo de


Francisco, también estuvo a punto de embarcarse para
pero se detuvo en Gibraltar ante los augurios de una beata que
hizo desistir de su empeño. Sin embargo, este afán misionero no
apagó en él con el fracaso de su primer intento. Su posición en
Estado le permitió tratar en dos ocasiones más, y con mayor
tud de miras que la primera vez, la evangelización de los ·
Una fue la conversión de los moros granadinos que realizó
medios drásticos, tan contrarios a los del otro evangelizador de
mahometanos, fray Hernando de Talavera. Allí se pusieron las
ses y se practicaron los métodos que después se desarrollarían
América. La otra fue la conquista de Orán, que si bien tuvo
una de sus finalidades ampliar los territorios de España, fue
minada también, y muy principalmente, hacia la expansión del
tianismo en las tierras africanas. En la época, muchas de las
ranzas mesiánicas proclamaban el triunfo de la cristiandad
Islam, que culminaría con la toma de Jerusalen, y con estas
quistas se estaban dando los primeros pasos.
Con el descubrimiento de América una nueva perspectiva
abrió para España y lógicamente para Cisneros y los frailes de
Francisco. Ya José Coll señaló la gran influencia de los
nos en la hazaña colombiana, y Valle Moré y Giménez
relación de Cisneros con América. 32 En este trabajo nos
señalar la influencia del cardenal y de los franciscanos en
en los años siguientes al descubrimiento, como antecedente de
evangelización llevada a cabo por los menores en Nueva . . . ~.'~"-'
El arzobispo toledano tuvo desde un principio un gran
por las gentes de las nuevas tierras y se dice que él mismo
zó a los siete indios que había llevado Colón a España. 33 Tan
trabajo, sin embargo, no iba de acuerdo con el carácter
dedor del franciscano, y cuando se presentaron los primeros

32
Cf José Col!, Colón y La Rábida, con un estudio acerca de los franciscanos en
Nuevo Mundo; José del Valle Moré, Cisneros y las leyes de Indias; Manuel
Fernández, Bartolorné de las Casas (volumen primero, Delegado de Cisneros
reformación de las Indias, 1516-1517).
33
Quintanilla, lib. m, cap. IX, apud V. de la Fuente, op. cit., vol. III, p. 36, n. 2.
La Reforma cisneriana 1 55

llerivados de la conquista de las Antillas, el fraile intervino con-


abusos de los colonos explotadores de los indios y para atraer
al cristianismo.
recibió las primeras noticias sobre la situación que pa-
los nativos americanos, después del regreso de algunos fran-
que habían sido enviados por él a la Española. Nada pu-
por el momento, pero en 1516 sucedieron dos cosas que
posible su actuación en este asunto: su elevación a la regen-
_,, .....·,•vY su relación con el gran defensor de los indios Bartola-
Casas. Este clérigo fue a España por esa época para denun-
abusos que en las Indias se cometían; pensaba ir a Flandes
con Carlos V, pero antes se dirigió a Cisneros y a Adriano
--~ILL, embajador del emperador, con sendos memoriales en
señalaba la corrupción de Conchillos y de los funciona-
y la infrahumana forma como se trataba a los nativos. 34
documentos y la entrevista del arzobispo con el clérigo sobre
aspecto dieron inicio al proyecto cisneriano para el go-
de las Indias.
vez escuchadas las quejas de Las Casas, el cardenal nombró
con carácter consultivo para discutir el asunto. En dicha
se vieron claramente las cuatro tendencias existentes sobre
IOI)IeJna: la esclavista, la imperialista, la paternalista y la huma-
ndical. La esclavista consideraba a los indios viles animales,
-~~uc•uael pretexto para mantener su explotación; la imperialista
..,.rv.tl,~ la distinción sustancial entre indios y cristianos y la su-
de la raza blanca, aunque no consideraba lícito el exter-
de los nativos por ir contra la dignidad moral de los explota-
la paternalist~, que era la de Cisneros, admitía la posibilidad
IJIHrte,cci,on;:trnlenitO cultural de los indios, pero creía que éste
se lograría bajo la tutela de funcionarios del pueblo coloniza-
la humanista radical, sostenida por Las Casas, pensaba en el
corno el buen salvaje, defendía su igualdad sustancial con
hombres e incluso su superioridad moral.3 5 Lógicamente,

Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, lib. III, cap. LXXXV; vol. III, p. 112.
• M. Giménez Fernández, op. cit., vol. !, pp. 141 y ss.
56 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

triunfó la tendencia cisneriana, que fue la que tuvieron la


de los misioneros que pasaron a América.
Después de discutido el problema, el primado de España
gó al licenciado Palacios Rubios y a Bartolomé de las Casas
redactaran un anteproyecto, realizado con la ayuda de fray
nio de Montesinos. Basándose en dicho documento Cisneros
boró una instrucción para los frailes jerónimos a los cuales
elegido para reformar el gobierno de Indias. 36
Las instrucciones comienzan con un preámbulo en el que
señala a los jerónimos el espíritu pacificador con el que deben
gar y la forma de hablar con los caciques indígenas y con los
nos españoles, partiendo de la base del derecho a la libertad de
indios. A continuación se pueden distinguir dos partes en el
que caracterizan los ideales de fray Bartolomé y del cardenal. En
primera se propone la creación de una sociedad indígena ideal
un sistema de vida en común que sería supervisado por un
que, un fraile y un gobernador español y en el cual todos los
ficios serían para los indígenas. Cisneros no creía factible el
de Las Casas, por lo cual, en la segun da parte de la instrucción,
dan disposiciones de aplicación inmediata, más prácticas que
planes ideales del clérigo. En dichas provisiones se incluyen
dadas con anterioridad y se modifican algunas de las más
ciales para los indios. 37
Entre otras cosas, se reconoce la libertad de los nativos; se
comienda su instrucción en la fe y su buen tratamiento; se ordena
tengan casa y hacienda propias; se prohíbe el trabajo a las
das y a los niños menores de catorce años; se libera a las mujeres
las labores en las minas; no se permite cargar a los naturales
bultos ni llevarlos a pueblos de españoles: se modera el
indígena y se limita al tiempo que va de la salida a la puesta del
con tres horas intermedias de descanso; se obliga a los en(:Orrlel)f
deros a dar carne y casabe a sus encomendados; se agrava la
para los que usen indios que no sean de su encomienda; se aume&

36
B. de las Casas, op. cit., lib. m, caps. LXXXVIII y LXXXIX, vol. III, pp. 121 y ss.
37
M. Giménez Fernández, op. cit. , vol. 1, pp. 177 y ss.
La Reforma cisneriana 1 57

.,.21~r1n para vestido; los mineros españoles sólo deben traba-


salario para evitar que la sed de lucro les haga forzar el tra-
los naturales; sólo deben estar en las minas la tercera parte
nativos y se prohíbe traer más de las Lucayas; se deben no m-
visitadores y sus sueldos saldrán de la Real Hacienda;
(11Daen1te se da a los jerónimos la orden para que quiten los in-
a los del consejo del rey, a los residentes en Castilla y a los
y oficiales reales. 38
las instrucciones se ve claramente que la idea cisneriana so-
naturaleza del indígena era sustancialmente igual a la de Las
En la práctica, sin embargo, el cardenal forjó una solución
entre la de los esclavistas y la de los humanistas radicales.
fórmula mixta permitía que coexistieran legalmente en Amé-
comunidades indias autónomas que preconizaba el clérigo,
de repartimientos implantado por las leyes de Burgos,
lllllcac1as por Cisneros a favor de los nativos y un ensayo de co-
mixtas que constituyó el inicio del sistema de encomienda. 39
disposiciones de Cisneros nos muestran un gran interés por
llellleStlr de los desvalidos, pero como español y como francis-
tenía otro interés aún mayor: llevar el cristianismo a los paga-
Ya vimos cómo una de las instrucciones era la de enseñar la
a los indígenas; este afán se ve aún más claro en una orden
gran cardenal dio al licenciado Figueroa para La Española.
se señalaban disposiciones de carácter plenamente misio-
que no sólo se recomendaba la instrucción religiosa de los
sino también las oraciones y dogmas que se les debía ense-
Be decía igualmente que a los hijos de los caciques se les debía
· en 1? lectura y la escritura, junto con la doctrina, pues se-
los futuros catequistas. 40
par que daba estas disposiciones, el primado de España man-
llle:vaJlge:li'¡zacjor franciscanos observantes a las Indias. Los me-
de la observancia ya habían sido elegidos para las misiones

•j. del Valle Moré, op. cit., pp. 69 y ss.


M. Giménez Fernández, op. cit., vol. 1, pp. 124 y ss.
Antonio Ybot León, La Iglesia y los eclesiásticos españoles ... , pp. 360 y ss.
58 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

en las islas Canarias en el siglo XV y recién descubierta


también fueron ellos los que iniciaron su evangelización. Los
meros misioneros franciscanos en Indias fueron los legos
nes fray Juan de Deule o de Deleudelle y fray Juan de Tisin o
y uno del convento de La Rábida, fray Juan o Rodrigo Pérez;
tres iban guiados por el benedictino Bernal Boil y llegaron
Colón en su segundo viaje en 1493.
El arzobispo toledano interesado en la conversión de las
gentes mandó la siguiente expedición misional a América
con Bobadilla en 1500. Ésta, que se puede considerar como la
ra verdaderamente organizada, estaba formada por cinco
los dos borgoñones mencionados, fray Francisco Ruiz, amigo de
neros, fray Juan de Trasierra y fray Juan de Robles. Estos tres
mos, según el testimonio de Vallejo, eran típicos representantes
franciscanismo observante: vida intachable y gran preparación.
Francisco Ruiz no resistió el clima americano y regresó a
pero los otros cuatro pusieron inmediatamente manos a la
En 1502 llegó otro grupo en la armada de Nicolás de Ovando y
cuidado de fray Alonso de Espinar, otro amigo de Cisneros.
expedición misional, formada por diecisiete franciscanos o
tes, fue la fundadora de la provincia de Santa Cruz. 41
En todas estas expediciones, salvo la de Boil, no hubo recurso
la Santa Sede, todas acudieron a los reyes, a los superiores de
órdenes o a los capítulos. En este sentido los religiosos de
España, como veremos, serán innovadores al pedir al papa
mentas para iniciar su labor. Otra característica de esas
misiones franciscanas en América fue la problemática que
con respecto a la intervención de las autoridades en la
evangelizadora; por un lado incomodidad y tardanza al tener
recurrir al capítulo general para cada ocasión en que se
personal, y por otro lado, la resistencia de los provinciales y
riores locales a conceder un número suficiente de frailes aptos
la obra, provocó escasez de misioneros.

41
Antonio S. Tibesar, "The franciscan province of the Holy Cross of
(1505-1589)", en The Americas, vol. XIII, núm. 4, pp. 377 y ss.
La Reforma cisneriana 1 59

solucionar estos problemas se intentaron varias medidas:


...,.u..•uu•v proponía, en una carta al capítulo general de Bar-
1508, dejar en manos de un provincial de España el arre-
las expediciones; los superiores de la provincia de Santa
Santo Domingo, en una carta a Cisneros del 15 de febrero
42 daban como solución que se encomendara ésta a una

española que tuviera el cargo especial de mandar religio-


no fue hasta 1520 en el capítulo de Burdeos, que el gene-
IRIII\.13l.v Lichet dejó en manos del comisario general de las

occidentales la responsabilidad de proveer de misione-


a las Indias. 43
de las muestras más patentes de su idoneidad fue la defensa
los abusos de los encomenderos. Es posible que los pri-
l'ulisi<)ne:ros de América que llegaron en 1493 tuvieran serios
con Colón a causa del esclavismo de éste, y es revelador el
de que en su tercer viaje en 1498 no trajera ningún fraile.
lllllbit~n muestra de este afán de justicia hacia el indígena las
pcm:nes abiertamente hostiles al descubridor por parte de
llegaron con Bobadilla en 1500, y es indudable la influen-
los menores tuvieron en las instrucciones que dio
a Nicolás de Ovando en 1501 y 1503 y en las leyes de Bur-
1512.44 Cuando llegaron los visitadores jerónimos en 1516 y
que enfrentarse al asunto de las encomiendas, recibieron
franciscanos su parecer a este respecto y sus opiniones para
la situación de los indígenas. Fray Pedro Mexía, superior
de Santa Cruz, consideraba dicha institución innecesa-
su supresión, aconsejando estos dos pasos para realizar-
que se quitaran los indios encomendados al rey, a los
y jueces y finalmente a todos los españoles; y segundo,
crearan pueblos con los nativos con la única obligación de
tributo a la CoronJ..

CDIAO, vol. XXXVI, pp. 442 y SS.


Torres, La lmla Omnímoda de Adriano VI, pp. 54 y ss.
Gómez Canedo, "Evangelización y promoción social; algunos antece-
históricos", en Tercer encuentro franciscano de América Latina ... , pp. 95 y ss.
60 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

Por otra parte, fray Cristóbal del Río, comisario general de


franciscanos en las Antillas, condenaba el sistema de en<:orr1en1:111
por los males que por esa causa les habían venido a los indios
aunque estaba indeciso sobre la solución que se le debía dar,
ba que lo más apropiado era promover la convivencia uu'.'"""""""
entre frailes y naturales. Esta misma situación dio origen al
de evangelización y reducción de indígenas sin previa corlQUJ~
militar que se llevó a cabo en Cumaná. Con el fin de evitar el
tacto entre españoles y naturales y para eliminar los males que
bía traído la encomienda a los segundos, los franciscanos · · ·
este experimento en las costas orientales de Venezuela. Al
los primeros asentamientos de frailes menores en la zona se
alrededor de 1514 con gentes del grupo de fray Alonso de
A fines de ese mismo año, algunos hijos de San Francisco se
ron a dos dominicos que habían planeado una reducción
de la zona y que habían logrado facultades especiales para
en completa libertad. En 1516 Cisneros dio su total apoyo al
perimento y consiguió en el capítulo general de la observancia
lebrada en Rouen (Francia) que le diesen algunos religiosos
dicha misión. De los catorce frailes de este grupo, trece de
franceses, sólo llegaron a Cumaná seis, pero junto con los ya
tentes realizaron una gran labor en la zona. Este ensayo
evangelización "pacífica" nos muestra el gran interés que los
ciscan os tenían por el bienestar de los indios. 45
Los menores no sólo se dedicaron a la defensa de los
en las Antillas y Cumaná, también realizaron entre ellos una
labor social. A ellos se debió el inicio del sistema de
paso indispensable para llevar la nueva cultura y religión a los
quistados; ellos iniciaron en las islas la fundación de escuelas
para la catequización de los nativos como para la enseñanza de
lectura y la escritura, sobre todo entre los hijos de los caciquM,
que fue el antecedente para la creación de instituciones .,.."·""''...
en toda América; finalmente, ellos participaron en la

45
José Gabriel Navarro, Los franciscanos de la Conquista y colonización de Amérit4,
pp. 41 y ss.; L. Gómez Canedo, Evangelización y Conquista ... , pp. 13 y ss.
La Reforma del Santo Evangelio y la provincia de San Gabriel 1 61

evangelización que los franciscanos observantes llevaron a


en las islas y Cumaná fue el antecedente de la labor misional
por los menores en Nueva España. No es casualidad, por
que los seguidores del de Asís fueran los primeros cristiani-
de México, conquistado cuatro años después de la muer-
Cisneros. El empuje que había dado el gran reformador a la
...,,.nr.·, unos años antes, creó los elementos más adecuados,
intelectual como moralmente, para llevar a cabo tan titánica
Por otro lado, el envío de contingentes de frailes menores
~........., casi inmediatamente después de su descubrimiento, ha-
de la orden de San Francisco la más apropiada para iniciar la
.-ellZ:iClOin de las recién conquistadas tierras. Finalmente, la de-
de los indios y la labor social y cristianizadora realizada por
11'3lllCl!iCatlos en las Antillas y Cumaná, pusieron la base para el
desarrollado por sus hermanos en México y en toda América.

Reforma del Santo Evangelio


provincia de San Gabriel

Cisneros llevaba a cabo su reforma y la observancia au-


día con día su poder, se dio en Extremadura otro moví-
un poco anacrónico pero fundamental para entender la
evangelizadora de los frailes menores en Nueva España. Ya
como a principios del siglo XV surgió dentro del francisca-
medieval ~spañol un grupo de reformados (Villacreces y sus
) que pretendían una rigidez absoluta con respecto a to-
los mandatos de la regla de san Francisco. Para mediados del
estos grupos ya habían sido absorbidos por la observancia,
a fines de la centuria y principios del XVI surgió una pequeña
1Dnmi<1ad que quería una vida más de acuerdo con los ideales del

•L Gómez Canedo, "Evangelización y promoción", en op. cit., pp. 102 y ss.


62 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

fundador, es decir, retomar los principios de los reformados.


pequeño grupo tomó el nombre del Santo Evangelio y su · ·
fue fray Juan de GuadalupeY Este fraile fue seguidor de fray
de la Puebla, religioso que había vivido en Italia en una casa
mada y que en España había fundado conventos de estricta
vancia que darían lugar a la provincia de los Ángeles. 48 Sin
go, De Guadalupe buscaba aún más rigidez y pensaba que".
padres de la observancia, que años antes comenzaran y nn•~unnll
ran con grande espíritu y fervor, ya descaecían en la
en tomar muchos conventos grandes, así de los que tenían
conventuales, como otros de nuevo, con que la santa pobreza,
él mucho amaba, no se demostraba tanto ..."49
Se separó entonces de De la Puebla y fundó " ... casas
pequeñas y desviadas de enmedio de los pueblos y tratos del
en la forma e manera que la mesma observancia comenzó en
principios, apartándose de los conventuales". 5° Como se ve su
forma se asemejaba bastante a las de principios de la centuria.
Para iniciar su obra, De Guadalupe necesitaba la
papal y para conseguirla se dirigió a Roma en dos ocasiones.
primera vez sólo logró el permiso de fundar un eremitorio en
nada, sujeto directamente al general de la orden; 51 pero en el
gundo viaje alcanzó de Alejandro VI un breve fechado el 25
julio de 1499, por el cual se le otorgaba el poder de edificar
terios, de recibir en ellos a frailes de la orden aun cuando
llegaran sin permiso de sus prelados y de ser custodio de los
ventos por él creados; además eximía a la nueva reforma de la
diencia y sujeción a los superiores observantes, sujetándola
mente al ministro general que era todavía un conventual."2

47
Cf Juan Bautista Moles, Memorial de la provincia de San Gabriel de la orden
los frailes menores de la observancia.
48
F. Annibali da Latera, op. cit., vol. n, pp. 87 y ss.
9 J. B: Moles, op. cit. , fj. 12 r.
4

:,o ldem.
51
Bula Sacrosantae Militantis Eclesiae, 15 de noviembre de 1496.
52
J. B. Moles, op. cit., fj . 12 r.
La Reforma del Santo Evangelio y la provincia de San Gabriel 1 63

sujeción de la reforma guadalupense a la Claustra no debe


_,,..n•.,~ Ya vimos como los villacrecianos y otros más se sorne-
también a ella por la actitud demasiado absorbente e impo-
los observantes. A ello se agregaba en esta época una situa-
ya también mencionamos; el general de la orden en los
años del siglo XV era fray Francisco Nani Sansón y su inter-
fue decisiva en la petición de Juan de Guadalupe y en el
pues sabemos que dio un gran apoyo a la nueva refor-
interés de Sansón es explicable pues, como vimos, este con-
presentó una gran oposición a la reforma de Cisneros y al
a fray Juan y ponerlo de su parte, sembraba la división y
...,.,,..rttí" entre los franciscanos españoles.
Guadalupe regresó a España y gracias a la autorización pa-
le unieron muchos frailes observantes, especialmente de la
· de Santiago, entre los que se destacó fray Pedro de Mel-
estos religiosos fundó su primera casa junto a Truxillo en
el24 de marzo de 1500, a la cual se agregaron poste-
otras en la misma región y en Portugal formando la cus-
que recibió el nombre de Santo Evangelio. De Guadalupe y
,COIIIlP<meros "... hicieron entonces sus singulares ordenaciones
de vivir en estrecha pobreza, así en edificios, como ves-
y mantenimientos y descalcez ... "53 Usaban un sayal muy po-
andaban sin calzado y portaban una capita triangular por la
les dio el nombre de capuchos.
pesar de su profundo franciscanismo, la nueva reforma fue
duramente por la observancia, en especial en la provincia
lilllttla,ro dentro de cuyos límites aquélla se asentó. Esta actitud
prinr:ipalmente al éxito que tuvo la custodia del Santo Evan-
entre los observantes, muchos de los cuales, en especial los
santos y doctos, abandonaban sus conventos para pasarse a
r-~~u,.uv.,,· aunque también debemos aceptar que hubo razones
egoístas, como el deseo de la observancia de evitar las esci-
y mantener la unión dentro de su rama y el anhelo de que
lograran el triunfo sobre sus adversarios, lo cual se
64 1 Renacimiento, Prerrejonna y espíritu franciscano

ponía en peligro pues la reforma del Santo Evangelio estaba


tida a los conventuales.
La observancia contaba con fuertes armas para lograr la
rición de la nueva reforma, sobre todo porque tenía el apoyo
Reyes Católicos y de Cisneros. El primer paso fue crear
coletas desde 1502 en todas las provincias de España con el
atraerse a los que quisieran vivir más estrechamente y evitar
ello que salieran de la autoridad de los observantes. La idea no
mucho éxito y sólo se crearon dos conventos de este tipo en
tra Señora de los Ángeles y Nuestra Señora de Monteceli del
Como los resultados fueron muy escasos, los observantes · ·
una acción más radical contra los separatistas; con la ayuda de
nando e Isabel lograron la revocación del breve que había
do Alejandro VI para la creación de la custodia de fray Juan
Guadalupe. Los del Santo Evangelio fueron perseguidos y
dos de sus conventos y esta situación no cesó a pesar de que el
una vez aclarada la situación, les restituyó todos sus derechos.
En el capítulo general de 1506 se obligó a las reformas
a decidir entre sujetarse a la observancia o a la Claustra y la
Santo Evangelio se decidió otra vez por la segunda.
A esto se agregó que seguían pasando a sus filas muchos
sos observantes e incluso se les anexaron las casas recoletas
Ángeles y Monteceli gracias al apoyo de fray Francisco de
provincial observante que simpatizaba con la nueva reforma. A
de esta ayuda, el constante éxito de los capuchos y su reticente
seo de permanecer con los conventuales, recrudecieron la
ción al grado de que la comunidad del Santo Evangelio se
los pocos que quedaban tuvieron que dirigirse a una pequeña
en el río Guadiana entre Portugal y España para reiniciar su
El 17 de marzo de 1508 fray Ángel de Valladolid y otros
ñeros salidos de la pequeña comunidad consiguieron de Julio 11
breve en el que se reconocían los privilegios concedidos por
jandro VI a fray Juan de Guadalupe, y en el que se
elevación de la custodia del Santo Evangelio al rango de
y se daba el cargo de provincial a fray Pedro de Melgar, quien
custodio desde la muerte de Guadalupe en 1505. Lógicamente,
aumentó la oposición de la observancia que puso todos los
La Reforma del Santo Evangelio y la provincia de San Gabriel 1 65

para que no se lograra el deseo de los capuchos. Éstos,


rmomento, sólo pudieron crear una nueva custodia en Portu-
ldblmínada de la Piedad.
ftllmtant,es disputas llevaron a ambas partes a buscar un acuer-
la concordia de Evora (21 de enero de 1509), ratificada en
Portugal (15 de junio del mismo año), los observantes,
,..n;••u.wu"'"Y los del Santo Evangelio llegaron al siguiente acuer-
-~<llo en una de sus cláusulas así:

los frailes del capucho pueden elegir... debajo de cual obe-


quieren estar y permanecer, o de los ministros o de los
y si eligiesen la obediencia de los ministros deban y
volver a las casas que tenían por autoridad apostólica en
•nrmtclade Santiago, las cuales casas les deban ser restituidas
morar en ellas libremente y si eligiesen la obediencia
vicarios, se pasarán a ellos con todas las casas que tenían e
tienen por la dicha autoridad apostólica. Y

CUSto<lla de la Piedad dio su obediencia al vicario general de


pero los capuchos de Castilla la volvieron a dar al
provincial de los conventuales. Lógicamente, todo el apo-
observantes fue dado a los de Portugal, mientras que los
lo perdieron todo, incluso el título de custodia. Pero con-
se esperaba esto no los desalentó y con muchos trabajos,
a varios conventos que la Claustra les cedió, lograron del
X un breve (23 de marzo de 1515) y una bula (26 de
1516), por los cuales se creó la custodia de Extremadura.
Pm,h<>lr<Tn poco les duró el triunfo pues, como ya vimos, el

general franciscano de 1517 y la bula /te Vos de León X,


a las reformas menores, y una de ellas era la del Santo
a someterse el recién nombrado ministro general de la
Aparentemente, la bula de la unión acababa con las
de los capuchos de llevar una vida más austera, pero
lo contrario; los observantes que antes tanto los habían
se mostraron muy favorables a la idea de las casas reco-
66 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

letas iniciadas por fray Juan de Guadalupe y restituyeron a la


día de Extremadura las casas que durante la pugna les habían
tado. Después de esto sólo faltaba un paso para la creación
provincia, el sueño frustrado de Melgar desde 1508. El asunto
trató en 1518 en la congregación general de Lyon pero, a pesar
apoyo de fray Francisco de Zafra, ministro de Santiago, la
ción del resto de la provincia a que su territorio se amputara,
pidió por el momento la realización del proyecto. El 20 de
de 1519 se volvió sobre la cuestión en Toledo y se nombraron
diputados para su solución.
Estos personajes, entre los que se encontraba fray Francisco
Quiñones, entonces provincial de los Ángeles, reunieron
en Benavente el22 de julio de ese año y en él se dio el título de
cía a la custodia de Extremadura y se le otorgó la advocación de
Gabriel. La provincia tenía once conventos: Nuestra Señora de
Ángeles, Nuestra Señora de Monteceli del Hoyo, San Francisco
los Majaretes, Santa Margarita, Salvatierra, La Lapa, Belvis, La
Rocamador, Alburquerque y San Marcos. 55
La reforma del Santo Evangelio después de una azarosa
contra los observantes, se había finalmente unido a ellos y
logrado su propósito: crear un conjunto de conventos de vida
tera. Los observantes llevaban ciertamente la regla de san
co bastante al pie de la letra, pero las nuevas casas de San
la seguían hasta el extremo. Fiel a los ideales de fray Juan de
lupe, la recién creada provincia continuó con su riguroso
y pobreza tanto en sus viviendas comO en sus vestidos y co
sus conventos eran paupérrimos y se sustentaban de limosnas,
no pecuniarias, se vestían de sayal, andaban descalzos y
sobre tablas; no obstante la nueva provincia presentaba, a
cía de los villacrecianos, importantes casas de estudio donde
enseñaba gramática, artes y teología.
Con los reformados de San Gabriel, la observancia, ya de por
severa, presentaba una nueva posibilidad: los superobservantes.
es de extrañar que de esta provincia saliera la reforma de los

55
!bid., fj. 23 r.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 67

San Pedro de Alcántara y de ahí partieran los primeros


de México y algunos de sus evangelizado-
1111e1nn~·rn~ españoles

que vivía entre los siglos XV y XVI era un continente en


IJIOeDCla revolucionaria. Las condiciones socioeconómicas y
desarrolladas a partir de la aparición de la burguesía,
eclosión en esta época y el mundo que se había venido
a través del Medioevo hizo su aparición. Revolución en la
en la sociedad, en la política, en las artes, en las cien-
la religión. Ése es el signo con el cual nació la Edad Moder-
esa transformación no se podía hacer sobre la nada y el
nuevo, que negaba la era medieval que lo había engendra-
sustento en la Antigüedad clásica. Una tendencia sur-
halia buscó el renacimiento del mundo pagano tratando
.,.,'"""'rcompleto la herencia del Medioevo; otra supo entremez-
• .............,~ .. ,,v grecolatino con' el cristianismo y darle a todo
de renovación religiosa. Esta fue la Philosophia Christi.
forma de ver el mundo tuvo como principal divulgador a
de Rotterdam, aunque no fue el único; toda Europa se vio
espíritus como el de un Moro, el de un Vives, el de un Al-
de Valdés, y el de otros muchos que tenían un ardien-
de reforma.
~íliOS<>tia de Cristo tenía como motor un sentido de responsa-
ante el hundimiento que amenazaba la cultura occidental.
_,.,,..,,"' encontrar una fórmula que integrara las conquistas
con las antiguas tradiciones y diera a la civilización
la capacidad para amoldarse a todas las posibilidades que
nueva le proponía. 56 El centro de este pensamiento eran
su doctrina, pero no aquella deformada por la teología me-

Xirau, "Humanismo español", en Cuadernos Americanos, vol. 1, núm. 1,


68 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

dieval sino la que se mostraba en la Sagrada Escritura, sobre


en los evangelios y en las epístolas.
Su meta era buscar lo original, lo puro,' y regresar al
m o primitivo sin el formalismo ni las definiciones dogmáticas;
ello estudiaba los libros sagrados en sus textos originales
por san Pablo y por los primeros padres de la Iglesia.
En este reencuentro, los autores grecolatinos eran una gran
da pues, sin haber conocido a Cristo, mostraban en sus
profundo sentimiento cristiano. 57
Este retorno al manantial prístino no era solamente nu>IOJ(IQI
intelectual sino también ético. Erasmo pensaba que se debía
piar la religión, tanto de los andamiajes que le habían puesto
logía escolástica, como de la piedad externa que no hacía
distraer al hombre de sus relaciones con Dios. Las verdades
nas debían ser vividas, no argumentadas, y dependían y
iluminadas por la gracia divina que ayudaba al hombre a
a la práctica.
Se pregonaba una filosofía accesible para todo el mundo,
so para los más ignorantes y simples, y con el fin de lograr
pansión, se pensaba en la necesidad de traducir a todas las
los evangelios y las epístolas, fuentes del cristianismo.
Aliado de este alimento intelectual, se proponía la oración
tal, la única piedad capaz de dar sentido a las ceremonias
que sin ella eran meras fórmulas farisaicas. La religión que se
dicaba, sin embargo, no era fácil, pues los dictados del sermón
la montaña debían ser considerados como obligatorios para
cristiano. La Philosophia Christi -dice León E. Halkin- es "
síntesis de la teología y ~e la espiritualidad, síntesis hecha de
cimiento y de amor, alimentada por la meditación, la oración
renunciamiento, coronada por la unión con Dios". 58
Al igual que Erasmo, varios humanistas alemanes defendían
regreso al cristianismo original y atacaban la corrupción de la

57
Johan Huizinga, Emsmo, pp. 148 y ss.
58 León E. Halkin, Emsmo, p. 145.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 69

a diferencia de él, muchos llegaron al extremo, rompie-


Roma e iniciaron la reforma protestante. 59 El de Rotterdam,
se mantuvo dentro de la ortodoxia, aunque hizo resal-
marcada predilección los dogmas más alegres y humanos

obstante su catolicidad, el pensador holandés encontró gran


entre los teólogos profesionales y entre los frailes que se
el monopolio de la religión. La aversión de Desiderio
irrazonable, insípido y formal, sus ataques contra la teología
su afán por difundir la Sagrada Escritura entre el pue-
desprecio por las ceremonias vacías, por las peregrinacio-
lliPócJitas, por el culto semimágico a los santos y a sus reliquias
el mal uso de las indulgencias y su ataque constante a la jerar-
a los malos frailes, así como a todos los abusos y corrupcio-
la Iglesia, lo hicieron impopular entre una gran masa de la
eclesiástica.
lo que aquí nos ocupa, es interesante buscar cuál era el
llllllienlto de Erasmo con respecto a los frailes menores, cómo
éstos ante el erasmismo, en especial en España, y cuá-
los puntos de contacto entre el franciscanismo y la Philoso-

ataques del ídolo de Europa a los hijos de San Francisco


incluidos entre los que hacía a la Iglesia en general, a la
......,... ,v,u monástica en particular y a los mendicantes en con-

de Rotterdam echaba en cara a algunos sacerdotes y religio-


supersticiones y tiranías y su fariseísmo, al dar mayor im-
al culto externo que al interno, y así decía:

está claro que vemos no sólo clérigos pero hartos religiosos


orden es harto estrecha, poner la cumbre de su religión en
o determinadas ceremonias, o en la orden de tantos o
salmos, o en el trabajo o ejercicio de los cuerpos? A los cua-
si alguno quiere bien escudriñar y preguntarles algo de las
70 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

cosas espirituales, por maravilla hallará algunos pocos que es-


tén fuera de las cosas de la carne. 60

Atacaba en especial a los monjes por su abandono total de


votos y su lujuria, avidez y autoritarismo, pero sobre todo por
creencia, en que la más alta perfección estaba en el claustro.
nunca aceptó la vocación religiosa como el paradigma del
nismo y pensaba que cualquier laico podía ser mejor cristiano
un fraile: en cuatro palabras resumió el autor de El Enquiridión
pensamiento acerca de esto: "Monacatos non est pietas",
explicaba como sigue: "Lo principal de la religión verdadera,
es la cristiana, no consiste en meterse [a] fraile, pues sabes
hábito, como dicen, no hace al monje" .ti 1
Finalmente, con respecto a los mendicantes en particular,
tro autor estaba contra la costumbre de mendigar y prefería
los frailes se dedicaran a algún trabajo para ganarse el sustento.
más cruda crítica a este respecto se encuentra en el Elogio de
cura, que dice:

En primer lugar creen que la suprema piedad estriba en ser bas-


tante profanos para no saber siquiera leer. De inmediato, cuando
rebuznan como los asnos cantando sus salmos en las iglesias, sin
conocer otra cosa que el ritmo pero no el sentido de ellos, pien-
san verdaderamente que subyugan los oídos de la divinidad.
Muchos comercian ventajosamente con su mugre y su mendici-
dad, berreando en todas las puertas para rogar un pedazo de
pan. En todas partes, en las hosterías, en los coches y en los
barcos, con gran quebranto de los verdaderos pobres, se intro-
duce esta raza detestable, que con su roña, su ignorancia, su
rudeza y su desvergüenza se imaginan ser una imagen de los
apóstoles. 62

Además de hacer burla de su falta de preparación y de su


dicidad, Erasmo se ríe de sus reglas y del afán farisaico de

60
Erasmo de Rotterdam, El Enquiridión o Manual del caballero cristiano, p.
61
/bid., pp. 409 y SS.
62
E. de Rotterdam, Elogio de la Locura, p. 125.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 71

de la letra, de su moral externa y de su gran apego a las ce-


les critica su olvido de los preceptos del verdadero cristianis-
ydel culto en espíritu que es el único que agrade a Dios; final-
ironiza sus sermones escolásticos y su hipócrita "caridad". 63
debemos creer que esta actitud de Erasmo es la del escritor
de veneno y de malevolencia, el ex agustino hablaba así de
J'toeli~o,sos para definir mejor el ideal que proponía a sus lecto-
para promover una reforma dentro de las órdenes.
pesar de sus ataques, el autor del Elogio de la Locura no incluía
de estas descripciones a cierto número de frailes de todas
órdenes que, con ánimo verdaderamente cristiano y siguiendo
espíritu de sus fundadores, se comportaban como lo que pre-
Con respecto a los franciscanos, dos de los coloquios nos
su pensamiento sobre los buenos frailes menores. En el
"'""'""'""u•v De la manera de morir mundana e católica, dice:

[...] porque, en la verdad, entre ellos [los frailes] aun hay algunos
hombres muy cuerdos y enteramente cristianos, los cuales mu-
chas veces conmigo se han quejado e, llorando cuasi, dicho que
la superstición y la mala intención de algunos pocos hace que to-
da la religión desagrade a los buenos y venga en murmuración y
reprehensión entre ello. 64

Pero donde muestra más claramente que no es hostil a la vida mo-


siempre que se hiciese buen uso de ella, es en el coloquio
el cual se introducen estas personas: Conrado, Bernardino, cura,
Done:ro. su mujer; 65 en él se ve a los religiosos triunfar sobre la
"""'"''".'" de un mal huésped a fuerza de verdadera humildad, ca-
y paciencia; estos piadosos y sabios vagabundos, imitadores
cumplían a su paso la misión apostólica de predicar,
además destruían los prejuicios populares sobre su hábito.

8 Jbid., pp. 125 y SS.


lfE. de Rotterdam, Coloquios, pp. 238 y ss.; Bataillon lo menciona como Colo·
de los funerales.
8
lbid., pp. 201 y ss.; Bataillon lo menciona como Coloquio del franciscano .
72 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

A pesar de sus ataques a los frailes, el evangelismo Pr.,omi,~n


tuvo entre varios de éstos a sus defensores más declarados.
nas de las críticas que Desiderio hacía eran las mismas que los
servantes habían echado en cara a los conventuales, y aunque
otras estaban ellos directamente afectados, como en el u•u,,....,_
non est pietas, se lo perdonaban a cambio de sus doctrinas
gracia, el Evangelio y la interiorización de la religión. Muchos
les, sin embargo, lo odiaban y se dedicaron a atacarlo.
Uno de los lugares donde la Filosofía de Cristo tuvo más
sores y también más opositores, no sólo entre los frailes sino
toda la gente, fue en la península ibérica, donde llegó a ser un
vimiento verdaderamente popular.
Ya Marcel Bataillon en su extraordinario estudio sobre
España ha señalado la influencia del gran pensador holandés
todos los movimientos espirituales de ese país en el siglo XVI.
vamos aquí a repetir lo que él ya señaló, pero para nuestro
sito es indispensable remarcar el papel importantísimo que
ron los franciscanos en el gran éxito del erasmismo entre los
ñoles y la forma como la nueva filosofía fue acogida por
frailes.
Para completar esta vistón señalaremos, cosa que no hace el
historiador francés, los puntos de contacto entre la
del de Asís y la del de Rotterdam. Sin estos antecedentes no
mos comprender la causa por la cual la Philosophia Christi pasa
tre los menores que llegaron a Nueva España como una
asimilada y relacionada con su franciscanismo.
Varios fueron los motivos que confluyeron para lograr el
que el ídolo de Europa tuvo en España. Entre ellos
dos movimientos: la reforma de Cisneros y el iluminismo, que
seyeron o produjeron varias tendencias comunes a ambos como
evangelismo, el misticismo, el mesianismo y el afán renovador.
notable que en todos ellos se encuentra una gran participación
los frailes menores.
La actividad del gran cardenal, su deseo de elevar el nivel
e intelectual del clero y su fervor humanista, crearon el amDieiHC
propicio para que la Philosophia Christi y su deseo de reforma
ran una profunda acogida. Tenemos, sólo como un ejemplo,
Franciscanos y Philosophia Christi 1 73

de Alcalá, madre de casi todos los humanistas erasmi-


españoles y propulsora de la reforma eclesiástica del siglo
España. Sin embargo, si se quiere comprender el desarrollo de
· espiritual posterior, debemos hacer algunas aclaracio-
•rta.JilleJnte gracias a Cisneros el nivel de la vida monástica en
claramente superior al del resto de Europa, pero esto no
que se hayan eliminado todos los malos frailes. El ere-
numérico de la observancia franciscana se dio gracias a la
~an·l':lrl'tm de elementos no idóneos. Este hecho explica la selec-
IDJilUCJosa que se hacía de los elementos que pasaban a Amé-
la cual no sólo se tomaba en cuenta la pertenencia a la regla
sino además la demostración de que tal ideal se llevaba

otra parte, la reforma cisneriana creó una minoría selecta en-


observantes cuyas tendencias evangélicas y profundo francis-
los hicieron simpatizantes del erasmismo. De este grupo
salieron algunos de los primeros evangelizadores de Nueva

relacionada con el movimiento cisneriano e influida por él


~rn•ntr•>h<~~
entre los franciscanos de esta época una tendencia
La reforma de la Iglesia y los triunfos sobre el musul-
tradujeron en un sueño de unidad cristiana destinada a en-
al Islam convertido. 66 Pero por las condiciones sociales de la
el mesianismo tomó en ella dos caminos opuestos: uno,
por los conversos entre los que había algunos frailes me-
hablaba de la destrucción de la jerarquía eclesiástica y de la
de una Iglesia renovada; esta tendencia atacaba a Cisneros
inquisición y su ideal del Mesías y de la Jerusalén terrenal
iDlllli'Ca.daJilleJatejudaizantes;67 el otro, representado por el gran
los observantes franciscanos, ponía al arzobispo de Toledo
centro de sus esperanzas. Esta corriente recibió una gran
· del profetismo de Charles de Bovelles que, a consecuen-

Bataillon, op. cit., p. 91.


movimiento tuvo como representante al misterioso fray Melchor, un fran-
que pertenecía a una familia de judíos conversos. (!bid., pp. 62 y ss.)
74 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

cia del triunfo de Orán, predijo una maravillosa reforma de la


sia por hombres espirituales, apostólicos y admirables y urgió al
denal a continuar sus conquistas hacia África hasta lograr el
nario sueño de rescatar los santos lugares del dominio u•t,.,u.u u....
No es de extrañar que fueran los franciscanos españoles los
siguieron esta corriente, pues el mesianismo les llegaba por
partes: por un lado España, más que ningún otro país, se
elegida de Dios para la defensa y propagación de la fe; por el
los frailes menores, ya desde su mismo fundador y después
influencia del joaquinismo, se consideraban los portadores de
misión divina de reformación eclesiástica. Los primeros ·
ros de México traían esta idea de una cristiandad renovada que
vertiría a los paganos, y ella jugó un importante papel en la
gelización.
También relacionado con la corriente de renovación nrAnlf\1,u
por el arzobispo toledano, se encuentra el surgimiento de una
dencia evangélica en la España del siglo XVI. Más que el ·
to de Alcalá, que fue de tipo erudito, influyó en esta .,lL ...a-..vu
divulgación que alcanzaron entre el vasto público las obras
cas y algunos libros de la Biblia. La Vita Christi de Ludolfo de
el cartujano, el Poema Vita Christi fecho por coplas del
Íñigo de Mendoza y las obras místicas y los manuales de
tualidad publicados por Cisneros, así como las ediciones de
evangelios y epístolas en romance, fueron algunos de los libros
propiciaron la familiarización del pueblo español con las
Escrituras.69
Hasta aquí se ve claramente cómo el mesianismo y el
que se dieron en conexión con la reforma cisneriana tenían
tantes relaciones con el espíritu franciscano. A esto debemos
gar otra influencia, relacionada también indirectamente con
franciscanismo y que tuvo desde el siglo XIV una cierta ·
en España: la Devotio Moderna. Este movimiento que surgió en
zona de Flandes y del bajo Rin y que se inspiró en las doctrinas

68
/bid., pp. 53 y SS.
69
!bid., PP· 44 y SS.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 75

menor Guillermo de Occam, buscaba un cristianismo más


y pietista y una reforma de la espiritualidad con base en el
al evangelismo y a la pobreza primitivos. Este afán lo empa-
íntimamente con el ideal de san Francisco y tuvo su expre-
más acabada en la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis. Al
en 1384 el fundador del movimiento, Gerardo de Groote, la
se dividió en dos ramas: la de los Windescheimer o herma-
la vida común que se sujetó a los canónigos regulares de San
y la comunidad original de la que nació la orden de SanJe-
Los hermanos se dedicaron especialmente a la enseñanza
sus escuelas recibió su primera educación Eras m o de Rotterdam
que Pedro de Gante. 70 La Devotio Moderna entró a España en
siglo XIV con la orden de San Jerónimo y ayudó a crear el
de renovación que caracterizó al siglo XV. 71
~tlmiamtenlte unido a las tendencias anteriores surgió en la pe-
ibérica el iluminismo, cuya interrelación con ellas se debía
sustrato común: el deseo de renovación en el cristianismo.
movimiento iluminista español comenzó a surgir a principios
siglo XVI con profundos rasgos de evangelismo y misticismo, y
!Sellltatla como principales características la predicación de una
más interior y un sentimiento vivo de la gracia que lleva-
la unión con Dios. Aunque no puede reducirse a doctrinas,
distinguió dentro de él dos tendencias clasificadas de
al método para lograr la iluminación: el recogimiento y el

El primero tuvo su expresión más rica en el Tercer abecedario espi-


del franciscano Francisco de Osuna, que predicaba una disci-
del alma ..¡ue tendía a prepararla para la amistad y comuni-
can Dios por medio del concentramiento amoroso de todas
potencias humanas.
En la vida del espíritu, según esta tendencia, la gracia divina
una parte preponderante, aunque no se negaba el valor del

19 Adeodato Chávez Ezequiel, El ambiente geográfico, histórico y social de fray Pedro


, pp. 49 y SS.
71
J. Almoina, op. cit., pp. 107 y ss.
76 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

esfuerzo humano. Los recogidos tenían un método que


en impedir que los sentidos se derramasen al exterior, deltendiaJil!
arrobamientos místicos y tuvieron sus principales adeptos
los franciscanos observantes de Castilla la Nueva y entre las
muy relacionadas con ellos. La participación de estos •u~.uu., ......,.
se explica, en parte, por el gran apoyo que dio Cisneros a este
de espiritualidad como un elemento de la reforma de los
menores. A pesar de ello, los superiores de la comunidad no
ron el movimiento, pues algunos de sus seguidores cayeron en
dones heterodoxas. Sin embargo, la influencia de una
dad mística como la que predicaban estos franciscanos, nP•rm<nw
dentro de la orden y algunos de sus métodos y teorías los
mos en varios de los primeros evangelizadores que pasaron a
España.
Los dejados, la otra rama del iluminismo, predicaban el
no total a Dios, llegando algunos al más absoluto quietismo y a la
mación que una persona poseída de la divinidad no podía
venial ni mortalmente. Este movimiento atacaba las u1u.uu··-.~ ...-
nes externas de misticismo, que consideraba como hipócrita
ción y se dio principalmente entre laicos como Isabel de la
Pedro Ruiz de Alcaraz.
Una conclusión precipitada nos haría pensar que los
eran los representantes de la ortodoxia y los dejados los net:erc1GOJUI
Sin embargo, la línea divisoria entre ambos no era tan tajante
vimos cómo algunos de los franciscanos cayeron en pn)DCISIC:IOII
heréticas.
En este ambiente de iluminismo y de búsqueda de rentovoLClUI
entró el erasmismo en España. Su predicación de un
más interior, su profundo evangelismo, su anhelo de unión del
con Dios, sus críticas a los malos frailes, su deseo de rPt11nm1n11
religiosa y moral y su visión optimista de la gracia y de la vida
Cristo, coincidían a la perfección con la corriente iluminista
diluida en el erasmismo, se convirtió desde entonces en un
miento más vasto. Sin embargo, la Philosophia Christi en la
sula tomó dos características particulares: un gran respeto por
jerarquía y una exaltación del sentimiento de la gracia que
los corazones.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 77

•WNim:inn libro del Erasmo pietista, fue obra de cabecera


pero también de los humanistas, de la hurgue-
- •~n~~·>•las fuerzas locales de renovación intelectual y re ligio-
obstante, España no quedó libre de la gran efervescencia
provocada por el erasmismo y de la que la Reforma pro-
fue sólo su manifestación más impactante. Cuando el
triunfó en Alemania, la Inquisición española prohibió
del filósofo holandés e inició una encarnizada persecu-
los erasmistas. Entre los muchos que fueron condena-
el Tribunal del Santo Oficio estaba el doctor Constantino
la Fuente, representante del movimiento en Sevilla y autor
de Doctrina Cristiana. Este personaje, condenado a media-
ligio XVI por sostener la doctrina de la justificación por la
corno veremos, en la Nueva España. 72
antes de que el erasmismo fuera considerado como una
peligrosa, ¿cuál fue la reacción de los franciscanos espa-
el pensador holandés que se les presentaba en su tierra?
de la similitud de varios postulados de la Filosofía de Cris-
•lrarlcls:caJlJ·smlo, muchos de los frailes menores iberos ataca-
IICiem¡enlte al gran Desiderio. La razón es muy simple: en el
non est pietas no sólo veían el deseo de reforma sino la
misma de la institución monacal; otras razones fueron
llJlnente los ataques a la teología escolástica, tan cara a los
y otros elementos psicológicos como el misoneísmo, la
y la defensa del prestigio y de los intereses amenazados.
mayoría de los religiosos de todas las órdenes emprendieron
la defensa de su institución, mientras que algunos de en-
y todos Jos humanistas erasmizantes, con la Inquisición de
realizaron la del ex agustino.
frailes acusaban a nuestro autor de hereje y se opusieron al
Tribunal de la Fe que había prohibido los ataques públicos
él. Finalmente, la Suprema, para acallar estas quejas, propu-
religiosos que resumieran en un cuaderno las proposicio-

Sobre el iluminismo y el erasmismo en España ver M. Bataillon, op. cit, pp.


78 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

nes erasmianas que les parecieran poco ortodoxas para que


ran discutidas en una junta de teólogos en Valladolid. En
asamblea la Philosophia Christi estaba plenamente rep1resent:a<Jaj
esto, unido al reciente Sacco de Roma y al apoyo del gran
dor Manrique, causó el triunfo del de Rotterdam en la ciudad
tellana. 73
No obstante este éxito, los frailes no se dieron por vencidos y
guieron sus ataques. Debemos notar, empero, que esto no es
tra del antagonismo entre cultura e incultura sino entre dos
ras diferentes, y que no erasmizante no significaba no
Sólo para ejemplificar, tenemos el caso de Luis de Carvajal,
so culto y observante que no veía en el discutido holandés tanto
hereje como al detractor del monaquismo. Fray Luis escribió
1528 una Apología por las órdenes religiosas en la cual defendía a
regulares de los ataques erasmianos sobre la mendicidad, las
glas, los votos, la oración litúrgica, etcétera. Para reforzar sus
gumentos, señalaba la labor espiritual realizada por los frailes y
ejemplificaba con el trabajo desarrollado por los franciscanos
el Nuevo Mundo. Carvajal es muestra de estos hombres "'.""'"""'...
dos del humanismo, pero resueltos a defender la ·
monástica, la escolástica y todo lo que Erasmo ponía en
Esta tendencia fue la que triunfó unas décadas más tarde,
tomó muchos de los elementos de la doctrina que había ,ual.au'"~
Pero no todo era oposición a Desiderio entre los religiosos,
algunos de sus más ardientes defensores lo eran; el ""''"""""'""~
Virués o el franciscano Cazalla son ejemplos típicos de esta
tud. Sin embargo, muchos de los monjes simpatizadores del
pensador, al encontrarse entre sus hermanos y por ser minoría,
expresaban sus ideas y atacaban su anticlericalismo.
Después de todo lo dicho nos puede quedar la idea de que
España una gran masa de frailes estaba contra Erasmo y un
ño núcleo a favor de él. Esta afirmación en alguna medida es
ta, aunque debemos matizarla. No podemos concebir que la
ría de los franciscanos despreciaran en bloque la Philosophia

73
fbid., pp. 226 y SS.
74
Jbid., pp. 318 y SS.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 79

el éxito que tuvo entre ellos el iluminismo y descu-


las profundas semejanzas entre el pensador holandés y el
que predicaba san Francisco .
•lDlC!nbe, muchos de los menores observantes, como algu-
pasaron a Nueva España, simpatizaban con varias de las
erasmianas, pues veían plasmados en ellas muchos de
lll:lP1.4:>s del franciscanismo: el regreso al ideal evangélico pri-
el desprecio a la riqueza, la búsqueda de las cultura como
el conocimiento de Dios y el afán misional.
_.,m..,r., similitud entre ambas se encontraba implícita en la
de la que partían; era necesaria una renovación y ésta
podía lograr llevando a la práctica la religión tal como Gris-
predicado. Este regreso al ideal evangélico primitivo
en el pobre de Asís la razón para la fundación de su orden,
en el sabio de Rotterdam el meollo de su afán reformador.
WD!tsmo, la búsqueda de una religión más interior, la crítica
el estudio de los evangelios y las epístolas, el mismo
de Philosophia Christi nos muestran en el pensador halan-
más importante: ir a las fuentes prístinas del cristianis-
lograr la renovación mental que necesitaba su siglo.
manantial evangélico común, del cual bebieron san Fran-
Erasmo, nos da también la razón de su gran similitud de
con respecto a la pobreza. El autor de El Enquiridión
la posesión del dinero, considerada por él como una
ldiJfere:nte, pero señalaba que éste debía usarse como un medio
lfiClllllll.r el último fin que era Cristo y no como una meta en
:;••'ti""'""• al igual que la ciencia, la hermosura, la fuerza, la
o la fama, ".. .las hemos de acoger ofreciéndosenos ellas
camino por do corriéremos para el último fin; mas no es
de codiciarlas con ansia ni torcer la carrera comenzada, ni
esvterr1os de manera que perdamos por eso jornada". 75 El di-
tanto no debía ser buscado con ambición pues era un
para el alma; "Mas si los dineros se te vienen ... sin tener tu
ni sobrada diligencia por ellos, no pienses ... que por eso

de Rotterdam, El Enquiridión ..., p. 221.


80 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

puedes muy bien gozarla estándote con ello descuidado;


razón que estés no menos recatado, porque aunque te ha
Dios aparejo con que ejercitar la virtud, pero todavía es cosa
grasa la riqueza". 76 En todo caso la actitud del cristiano
bienes materiales debía ser de total desprendimiento; si se
y no eran un estorbo para la salvación, debían usarse como lo
un administrador, pues el rico era un despensero de Dios en
ficio del pobre. 77
La riqueza era para nuestro autor la raíz de todos los
que hacía perderse al hombre, 78 por lo cual se inclinaba
la pobreza que por la posesión de bienes. Esta preferencia es
sima en el siguiente párrafo: "tu creías que a sólo los frailes
dado el tener propios y les era mandado ser pobres.
estabas, que lo uno y lo otro, si bien se entiende, a todos los
nos se entiende". 79 Y en otro lugar agrega: "no hubo filósofo
guno entre los gentiles que no [la] menospreciara". 80
La pobreza por tanto no era un mal como la consideraban
chos hombres, sino un bien. Sin embargo, Erasmo no está de
do con la mendicidad de los franciscanos. Después de "'"·d"'••1
peligros que hay en poseer bienes, el gran pensador dice:
yo no me maravillo mucho destos que de una vez dejan toda
cienda, de donde resulta que sin empacho mendiguen la
no está el vicio en poseer el dinero, más en adorar y tener en
cho el dinero". 81
Para él, más importante que la pobreza material era la
dad, y muchos frailes pensaban que aquélla sólo consistía en
tener bienes materiales y olvidaban la transformación ·
este espíritu se muestra el holandés también hermanado con el
nimo de Asís. 82

76
/bid., p. 223.
77
/bid., p. 335.
78
"Del menosprecio del mundo", cap. 11, en E. de Rotterdam, Obras
pp. 565 y SS.
79
E. de Rotterdam, El Enquiridión ... , p. 335.
80
!bid., p. 390.
81
/bid., p. 391.
82
/bid., PP· 306 y SS.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 81

con la riqueza, la ciencia era para el autor de El Enquiridión


esas cosas "indiferentes" que se presentaban en la vida del
aunque era la más excelsa de todas y la que mejor podía
a bien vivir. Aquí de nuevo coincidían el franciscanismo y la
Christi, pues para ambos el estudio, al igual que la pose-
bienes, sólo era válido si tenía como fin lograr un mayor
~níento y amor de Dios. El Manual del caballero cristiano es
a este respecto, pues dice:

amas las letras, es muy bien si por Cristo las amas. Pero si
aficionado a las letras solamente por saber, esto no es sino
quien ha de subir por el escala y se asienta en el primer
della [... J mas si tú deseas las letras para mejor poder hallar,
y conocer a Jesucristo, que está como escondido y en-
en la Sagrada Escritura, donde sus misterios se han de
!!lnlll1riln:~r y para que, después de hallado más le ames, y amado
conociclo mejor le sigas y comuniques y goces de Él; con esta
.,.,,r.tm date enhorabuena al estudio de las letras. Mas no de-
aprovecharte dellas para otros respetos que sean fuera de
..,..n7 ·>r por ellas una recta y santa conciencia. 83

al igual que san Francisco y que Cisneros, no podía con-


la ciencia profana de la sagrada. El conocimiento de
humanas debía estar enderezado al de las divinas, pues
mismo no tenía ningún valor. Un caso ejemplificativo era el
autores gentiles cuyos conocimientos podían ser encamina-
profundizar en el amor de Dios, pero teniendo cuidado de
•11•rlllr~P en ellos. De nuevo El Enquiridión nos da la pauta: "... no
dafo gustar y probar de todas estas letras de los gentiles,
lltn,dm;e,, como tengo dicho ... con discreción de escoger lo hue-
lo no tal y todo ello de camino, a manera de quien pasa
y no de quién mora ni se para en ellos, y principalmente al
refiriéndolo todo para gloria de Jesucristo". 84
obviamente la sabiduría por excelencia era la sagrada, la
82 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

Philosophia Christi. Ella era la que llevaba directamente a Dios


cual la profana servía como esclava: "aunque toda ciencia se
enderezar y referir para gloria de Jesucristo, pero una hace
propósito que otra, si nos puede guiar a Dios por más
camino". 85
La ciencia divina era el arma, que junto con la oración,
autor de El Enquiridión en las manos del caballero cristiano
conquistar la felicidad. Sus conocimientos estaban
la Filosofía de Cristo que se encontraba en las Sagradas
Por eso el estudio de la Biblia, sobre todo de los evangelios y
epístolas de san Pablo, de los comentarios de los primeros
de los autores gentiles, debía ser, según la Paráclesis, la base
teología y no todas las cuestiones superfluas que enseñaban los
lásticos. Esta palabra de Dios debía ser conocida por todos los
se llamaran cristianos y por lo tanto debía ser traducida a todas
lenguas y enseñada al mundo entero. Si esta sabiduría de J
fuera llevada a la práctica, los hombres serían mejores. Para
esto se hiciera realidad, el mismo Desiderio tradujo e hizo
ciones a los textos bíblicos en su afán de divulgar la Filosofia
Cristo en todos los ambientes. Otra característica más que lo
mejaba sobre todo a Cisneros.
Este afán erasmiano de hacer accesibles a todos los uv .... u.-.~ .
enseñanzas de Jesús tenía que llevarlo forzosamente al asunto
conversión de los no cristianos, y aquí de nuevo la Philosophi
y el franciscanismo se tocaban. La labor misional era para
pensador un aspecto fundamental del cristianismo, aunque en
primeras obras no ocupaba un lugar prominente.
Por otro lado, el holandés hacía la distinción, aunque no
mente, entre las dos posibilidades de hombres a evangelizar:
les y paganos. Entre los primeros los turcos sobresalían por su
importancia y sobre ellos existen varios textos dispersos en las
del ex agustino. En la Paráclesis, por ejemplo, se dice que si las
señanzas de Cristo fueran llevadas a la práctica, no sería
hacer la guerra a los infieles para atraerlos al cristianismo,

85
!bid., p. 220.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 83

suficientes la vida buena y la ley de Jesús. 86 Posterior-


la Q)mella pacis se dice que en lugar de atacar a los mu-
"...sería [mejor] atraerlos a la religión de Cristo con la
de el Evangelio, con beneficios que se les hicieran [y]
de nuestra buena vida ... "87 Pero donde más
se ve su posición frente al problema de la cristianización
-~nu:s es en su Consulta sobre la declaración de guerra al turco.
~IIAICwaque lo ideal sería sojuzgarlos como los apóstoles lo
el mundo romano, pero, consciente de que éste era
aceptaba la imposición por las armas, con la condición de
....,.;ct;,..,n ..... se mostraran después dignos de tal nombre y
enviaran hombres íntegros y aptos para evangelizarlos. 88
ift!lllll1to de las misiones entre los paganos seguía la misma
cristianos debían comportarse como tales para poder
alma de los que no conocían al Dios verdadero.
lchthyophagia, uno de los coloquios añadidos a la edición
se criticaba el hecho de que las tierras conquistadas por
hubieran servido sólo para extraer el botín y no para
al cristianismo. Se aconsejaba además que "... a ejem-
primeros apóstoles que para evitar resistencias quitaron
de la ley mosaica, también hoy, para atraer a los débiles,
la obligación de ciertas cosas sin las cuales empezó
el mundo, y podría aun hoy salvarse, con tal que hu-
Ycaridad evangélica". 89
que más claramente muestra las ideas misionales
es sin duda el Ecclesiastes, en la que el pensador expresa
de evangelizar a los pueblos no cristianos:

cada día las quejas de los que lamentan la decadencia de


cristiana, cuyo dominio, que abarcó la totalidad de la
se contrae a esta estrechez. Aquellos a quienes tal situa-

de Rotterdam, La Paráclesis o exhortación al estudio de las letras divinas, p.

de Rotterdam, Obras escogidas, p. 987.


p. 1027.
M. Bataillon, op. cit., p. 817.
84 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano

ción les duele en el alma, deben pedir a Cristo con fervorosas


asiduas oraciones que sea servido de mandar trabajadores a
mies ... iDios inmortal! iCuánta extensión de terreno en el
do, en que la simiente evangélica no ha sido echada todavía, o
ha sido tan mal que la cizaña es más que el trigo! [... ] No
duda de que, en tanta extensión de países hay pueblos rudos
sencillos que fácilmente podrían ser atraídos a Cristo si se
clase gente para hacer la buena siembra. ¿y qué diremos de
ápices hasta ahora desconocidos que se descubren cada día, y
los cuales se dice que quedan en regiones adonde ninguno de
nuestros ha llegado hasta la fecha?[ ... ] iCuánto se ganaría entre
ellos para Cristo si se mandasen trabajadores activos y fieles para
echar la buena simiente [... ] edificar la casa de Dios y
los edificios que no se fundan en la piedra de Cristo, y finalmen-
te segar la mies madura, pero segarla para Cristo, no para sí, y
cosechar almas para el Señor, no riquezas para sí. 90

El llevar la verdadera religión a los paganos era para el


la labor más excelsa y no tenía que haber excusa ni de
de la lengua ni de miedo a los peligros. Solamente debía
gran amor y confianza en Dios y un gran valor para PntrP·nt"''""
sacrificio y aun a la muerte. Él mismo exclamaba: "iOjalá me
el Señor tal espíritu que mereciese buscar la muerte en tan
negocio en vez de consumirme en muerte lenta entre estos
tos". 91 Sin embargo, consciente de su edad y de la Imoo~ntnlla<l4
realizarlo, ponía a los frailes menores y predicadores como
sibles evangelizadores para esas gentes:

La cristiandad tiene tantas miríadas de franciscanos entre los


cuales habrá muchísimos que arden verdaderamente en fuego
seráfico. Y no hay menos miríadas de dominicos y es natural que
haya entre ellos muchísimos de espíritu querúbico. De estas
cohortes elíjanse hombres auténticamente muertos para el rr.un·
do, vivos para Cristo, que con limpieza de corazón enseñen la
palabra de Dios entre las gentes bárbaras. 92

90
/bid., pp. 817 y SS.
91
!bid., p. 819.
92
!bid., p. 818.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 85

último párrafo nos muestra que Erasmo ignoraba, cuando


esta obra, que la evangelización de Nueva España llevaba
de haberse iniciado y precisamente por hombres como
él señalaba y con un espíritu similar al predicado en la Phi-
Christi. En efecto, el ideal franciscano y el evangelismo eras-
aunque habían surgido independientes uno de otro, eran
similares a causa de que ambos venían de una misma
el cristianismo evangélico. Los frailes menores que inicia-
labor misional en México, empapados de la espiritualidad
fundador, habían encontrado en la Filosofía de Cristo sus pro-
IJelllSa:mu·~ntc)S de franciscanismo expresados vigorosa y elegan-
y sin cambiar ni abandonar su ideal, lo habían enriqueci-
expresión gracias al pensador holandés.
espíritu nacido en Asís en el siglo XIII y el pensamiento del de
se habían reunido en España y habían sido vividos en ella
lllalme111te. Los frailes menores españoles que llegaron a Améri-
~ 11......... 1.mJ~ del siglo XVI asimilaron en su patria ambas viven-
el franciscanismo les daba su razón de ser y su móvil para
a cabo la labor misional; el erasmismo les proporcionaba la
que daba expresión a sus elevados ideales. Con estas dos
iniciaron su obra, la manera como las usaron la veremos a
EL FRANCISCANISMO
""
EN NUEVA ESPANA
de Montúfar dijo en alguna ocasión: "Yo no soy arzo-
México sino fray Pedro de Gante, lego de San Francisco".
llevaba derta carga de resentimiento como consecuencia
-- -·~·-···-- conflictos que existían entre él y los franciscanos.
efecto, desde su llegada en 1551, el arzobispo dominico ha-
imponer la autoridad de la estructura secular en Nue-
y se había enfrentado a la oposición de los religiosos.
el problema de la autorización episcopal en las causas ma-
.,uiAu:::::~, y en 1555 la determinación del arzobispo de imponer
de los diezmos a los indios, ocasionaron la ruptura entre el
regular y el secular que tendría su final con la secula-
de las parroquias de los frailes en el siglo XVIII. Montúfar
el representante de la contrarreforma y el encargado
illlnl\n••r las normas del concilio de Trento en México. La orga-

de los dos primeros concilios provinciales mexicanos en


y 1565, la promoción del culto guadalupano y la actividad
..........,.. llevada a cabo contra los religiosos acusados de proposi-
heréticas, nos dan idea de que una nueva época se iniciaba

debemos agregar la recesión económica general que se


España y el Nuevo Mundo entre 1550 y 1562, la terrible
que diezmó la población indígena en 1545, la imposición
~eJr.artímie:nto en 1549, el inicio de la disolución de la enco-
y el cambio de la política tributaria española a partir de la
Valderrama entre 1563 y 1565. Todos estos hechos marca-
el principio de una nueva etapa en la historia novo hispana y el
lo que fray Jerónimo de Mendieta llamaría la edad de oro de
lllall19;ellización. Durante los treinta años que habían pasado, los

89
90 1 El Jranciscanismo en Nueva España

religiosos franciscanos ·habían tenido problemas con las


des, sobre todo en el tiempo en que gobernó la nefasta
Audiencia; pero en general siempre contaron con el apoyo de
virreyes Mendoza y Velasco y con el del episcopado, sobre
del arzobispo Zumárraga. En cambio, a partir de la década de
las autoridades coloniales buscaron reducir el poder y los
gios de los religiosos. Fray Jerónimo de Mendieta, Fray Diego
dés y otros frailes que vivieron en la segunda mitad del siglo
aún compartían algunos de los ideales de los primeros m¡':s¡·,on~~n
y varios de ellos, como Gante o Sahagún, todavía vivían en este
po, pero las cosas ya no eran como antes. 1 Aquel optimismo
que los religiosos habían visto al mundo indígena, el deseo de
mar un sacerdocio autóctono, la comparación de la nueva
con la de los primeros tiempos; todo eso había quedado
hecho de que Mesoamérica ya no fuera una tierra de
gran mortandad que asolaba a las comunidades indígenas,
brevivencia de los ritos paganos, incluso entre la nobleza
en los conventos y las pugnas con el episcopado, dieron a la
de la segunda mitad del siglo XVI otra actitud.
Durante treinta años los frailes habían fundado ;·rmnmPir'lhl
pueblos, los habían cristianizado y les habían transmitido
elementos de la cultura occidental; basados en algunas de las
tructuras prehispánicas, los frailes habían conservado a los
res indígenas en el poder y a través de ellos ejercían el control
las comunidades tanto en lo espiritual como en lo temporal;
dominio sobre los indios y la defensa que a favor de ellos
contra los abusos de los españoles, habían provocado
tos con los encomenderos.
Durante estos años se había adaptado una estructura
como era la orden religiosa de frailes menores, a un medio
te distinto al europeo, y ello había provocado profundos
en su interior. Los misioneros itinerantes atravesaban el
teniendo por compañeros de viaje a algunos indígenas y pocas
ces a otro franciscano. En las guardianías fundadas en pueblos

1
Patricia Nettel Díaz, La utopía franciscana ... , pp. 33 y ss.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 91

habitaban tan sólo de tres a cinco religiosos, de los cuales


parte viajaba continuamente recorriendo los poblados cir-
algo inconcebible en el ámbito europeo. El guardián
~~nvento no sólo era la cabeza de su comunidad, era tam-
• rn·•nnrPnlt .. político de un pueblo de cabecera y de su circuns-

Para mediados del siglo XVI la orden franciscana en Nue-


nacida por las necesidades de la misión, tenía ya una

los casi trescientos franciscanos que habitaban en Nue-


administraban noventa y seis conventos-cabecera y mil
de visita distribuidos en cuatro provincias. En la del Santo
de Méxi.co, ciento ~ noventa y ocho frailes cuidaban
ochenta y seis mil tributarios en cincuenta y tres cabece-
de San Pedro y San Pablo de Michoacán tenía veintiocho
y Go . religiosos. La de San José de Yucatán poseía
yveinte frailes y la del Nombre de Jesús de Guatemala cin-
-.mt()S y quince misioneros. 2 La orden religiosa que había
esta impresionante obra durante treinta años de evange-
se sentía ligada espiritualmente a los principios de su [un-
Esas tres décadas de labor franciscana y la espiritualidad
son los temas de los siguientes capítulos .

..... ,.....,,,._,.,,v armado de las poblaciones indígenas y la extrae-


sus tributos no fueron las únicas razones para el estableci-
de España en América. La mentalidad religiosa española
también la conversión de los paganos de las Indias al cris-
para lograr la salvación de sus almas. La evangelización,
lo que la palabra significa, se presentaba a los ojos de los es-
como un aspecto vital dentro de la Conquista, pues en ella
su propia salvación eterna. No es de extrañar, enton-

sobre la provincia del Santo Evangelio", en Joaquín García Icazbalceta,


tjialncisc·ano, en NCDHM, vol. JI, pp. 1-32.
92 1 El franciscanismo en Nueva España

ces, que España pusiera en este factor tanta atención como en


la pacificación y organización de sus colonias. 3
El estado español no sólo pagaba los gastos de transporte y
tenimiento de los misioneros, sino que además estaba
de su aptitud de evangelizadores. La mesiánica labor de
a millones de gentes al cristianismo no podía ser enc:on1en<la<li
cualquiera, pues constituía un deber sagrado. La Corona hizo
lo posible por evitar el paso hacia América de malos elementos
entorpecieran con su ejemplo la conversión de los indios, e
extraordinariamente el traslado de misioneros idóneos que se
cargarían de evangelizarlos.
Desde un principio se creó todo un mecanismo regulador
el envío y paso de religiosos a las Indias por medio de cédulas
les y otras disposiciones. Esas leyes giraban en torno a varios
tos fundamentales como los modos de promover el all5itanmei1to~
los religiosos, la garantía sobre su virtud, idoneidad y voc:aciiOO..
seguridad de que éstos iban verdaderamente adonde se les
ba, la buena administración de los fondos para las misiones,
ra. Para nuestro propósito sólo interesan aquellos que nos sirven
demostrar que los que pasaron a América fueron los mejores
había en España.
Ya desde la época de los Reyes Católicos se había dado una
posición en 1510 que exigía que todos los eclesiásticos que
ran a las Indias debían ser examinados en Sevilla por el doctor
tienzo.
En una memoria real4 de 1526 se decía que el Consejo de
debía cerciorarse que los religiosos que pasaban al Nuevo
fueran de buena conducta; y en el mismo año una provisión
fechada en Granada señalaba que los frailes que cruzaran el
con los conquistadores debían ser nombrados "ante los del...
sejo, e 'por ellos habida información de su vida, doctrina y
plo, sean aprobados por tales cuales conviene al servicio de

3
F. de los Ríos, op. cit., pp. 42 y ss.
4
Memoria mandada hacer por el rey para remediar las cosas de Indias,
CDJAO, vol. XII, pp. 124 y SS.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 93

Señor y para la instrucción y enseñamiento de los dichos


y predicación y conversión dellos ... "5
1530 una real provisión agregaba una novedad poniendo la
191Jl"'u.u•u,a.u del paso de buenos religiosos en manos de las au-
de cada orden, pues habían pasado a las Indias eclesiásti-
ejemplo y forma de vida eran un gran perjuicio para la con-
de los indios. Todo religioso que pasara al Nuevo Mundo
presentarse a su ordinario superior para recibir de él "letras
de su persona y de ser justa la causa porque quiere
pasa a las dichas Indias" .6 Dichas cartas debían ser mostra-
arzobispo de Sevilla y se pedía a las audiencias america-
si hubiera algún caso de religioso de mala vida en las colonias
l&llnmediatame:nte remitido a España. Los religiosos extranje-
querían pasar al Nuevo Mundo también debían presentar
de sus superiores, pero ellos ante el Consejo de Indias
aprobación no podían hacerlo. 7
sobre el mismo asunto en los años siguientes nos dan a
que el problema no se había resuelto y que los superiores
gran parte los culpables. En una dirigida al vicario general
franciscanos en 1534 se deja entrever que los guardianes de
!lbttverltos recomendaban como aceptables religiosos a los que
eran, para así no verse obligados de privarse de los selectos.
además de esto, algunos pasaban clandestinamente o falsifi-
los testimonios. 8
parecer, a partir de 1535 disminuyó el problema, seguramen-
a una cédula de la reina fechada el 27 de octubre en la
le mandaba que no se permitiera el paso de religiosos que no
observantes y que no portaran un permiso especial del rey
Consejo de Indias, aun cuando tuvieran licencia de sus prela-

provisión real está incluida en la capitulación de Montejo del 8 de di-


de 1526, apud A. Ybot León, op. cit., p. 388.
provisión, Madrid, 10 de agosto de 1530, en CDIAU, vol. X, pp. 46 y ss.
Real, 9 de noviembre de 1530, en CDIAU, vol. X, p. 52.
Borges, Métodos misionales en la cristianización de América, siglo XVI, pp.
94 1 El Jranciscanismo en Nueva España

dos y letras apostólicas. 9 Además debemos notar que por un


de Julio III del20 de julio de 1554 el rey tenía facultad de
Indias a todos los religiosos que él creyese conveniente.
La actitud del Estado español era en cierta medida una
ta a las demandas de los papas y conquistadores a este
Así, por ejemplo, Alejandro VI en una bula del 4 de mayo de
decía: "Os mandamos ... que ... procuréis enviar a las dichas
firmes e islas, hombres buenos, temerosos de Dios, doctos,
expertos, para que instruyan a los susodichos naturales y
res en la fe católica ... "10 Hernán Cortés, por otro lado, en
sus cartas de relación decía: "... he dicho a vuestra alteza el
que hay en algunos de los naturales de estas partes para ... ser
tianos; y he enviado suplicar a vuestra cesárea majestad, para
mandase proveer de personas religiosas de buena vida y PlP,mrlln;;;
El trabajo evangelizador se llevó a cabo y en forma
no fue un elemento poco importante la actitud de la Corona.
embargo, ésta no hubiera podido realizar nada de no haber
do con el material humano necesario. En efecto, las reformas
dievales de las órdenes mendicantes y la realizada por '-''J'"""""'~
fines del siglo XV y principios del XVI, habían hecho posible la
tencia de hombres santos y preparados, capaces de llevar a
conquista espiritual del nuevo continente.
Entre todas las órdenes eran los franciscanos los más
dos para la labor; el ideal de su fundador se avenía muy bien
trabajo misional sobre el cual la orden tenía una gran
medieval; era además una de la congregaciones religiosas más
formadas y en donde con más fuerza había triunfado la
cía. Finalmente, los hermanos menores habían ejercido un
importantísimo en la vida cultural y política en la época de los
yes Católicos.
No es de extrañar, por tanto, que hayan sido los

9
Cédula de la reina a los oficiales de la casa de contratación, en CDIAU, vol.
PP· 301 y SS.
10
Jerónimo de Men dieta, Historia eclesiástica indiana, lib. 1, cap. III, vol. 1, p.
11
Cuarta carta, 15 de octubre de 1524, en Hernán Cortés, Cartas de relación,
203.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 95

los primeros evangelizadores de América y que, una


- •wu.<>ua la conquista de Nueva España, fueran ellos tam-
que iniciaran su conversión.
menores que llegaron a México en la primera mitad
XVI no eran solamente observantes, sino además muchos de
trt:enc!CÍaill a conventos que seguían el ideal franciscano de po-
forma rigurosísima. Esta característica es perfectamente
dentro del ambiente franciscano español en el cual se
IQIIIarcm dichos religiosos. Esta situación ya quedó explicada
IPPíttllos anteriores, ahora sólo nos interesa señalar los luga-
ltel::itiiCOS de procedencia de esos misioneros, pues esto cons-
de los elementos explicativos de su profundo franciscanis-
su actuación en Nueva España.
IIIIU~ratneJlte. debemos notar que entre los religiosos de San
que llegaron a México en la época que tratamos había
.-~wliJlc~ como extra~eros. En cuanto a los primeros, es no-
el mayor número provenía de las provincias de San Gabriel
Concepción, donde se encontraban los núcleos de mayor
en la península, y que también salieron varios del con-
~~~.~....,.,• .,~~·0 de Salamanca que, por sus relaciones con la uni-
era uno de los centros franciscanos de mayor importan-
En cuanto a los no españoles la mayoría provenía de
de la observancia de Flandes y de Aquitania .
....,..,..,;~~;·~ de San Gabriel, como ya vimos anteriormente, sur-
la reforma del Santo Evangelio. Cuando la observancia ab-
a esta comunidad, el ideal de vida estrecha continuó en sus
y al presentarse la posibilidad misionera novohispana
ellos, los franciscanos superobservantes de San Gabriel, los
para iniciarla.
tiempo después de que Cortés tomó la gran México-
los frailes menores comenzaron a hacer gestiones para
las nuevas tierras. Fray Francisco de los Ángeles, que tanto
en la creación de la provincia, fue el primero que
embarcarse para la Nueva España junto con fray Juan
el confesor flamenco del emperador. Sin embargo, a pe-
haber conseguido una bula de León X que daba amplias
para el apostolado, ninguno de los dos pudo pasar pues
96 1 El franciscanismo en Nueva España

Clapión murió en esa época y Quiñones fue nombrado


general ultramontano en 1521 y general de la orden en 1
obstante esto, fray Francisco continuó con su gran interés
misiones en México, y cuando Carlos V le pidió, ya como
de la orden, que le diese frailes para la evangelización de las
recién conquistadas, Quiñones mandó a los de San
más apegados al ideal de san Francisco por el cual él tanto
luchado. 13 En 1523 salieron de los conventos de esa provincia
frailes dirigidos por el provincial mismo fray Martín de
Este hombre ya había ocupado otros importantes puestos
Gabriel 14 y guiaba a otros personajes notables también por su
dad y cultura: Francisco de Soto, Martín de la Coruña,
Alonso) Suárez, Antonio de Ciudad Rodrigo, Toribio de
García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Francisco Jiménez,
de Ribas, y dos legos, Andrés de Córdoba y Bernardino,
sustituido antes de embarcar por Juan de Palos. Estos doce
mostraron con su obra que procedían de conventos rPto'lrn,!llltl
no fue gratuito que la primera custodia de México,
pués en la provincia madre de todas las de la Nueva España,
hiera el nombre de Santo Evangelio, mismo que había dado
Juan de Guadalupe a sus reformados hacía casi veinticinco
Moles en su Memorial no menciona frailes de San Gabriel
yan pasado a otros lugares de América, pero da muchos
bre los que pasaron a Nueva España. 15 Además de los

12
J. de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. V, vol. u, pp. 27 y ss.
1
~
Además de influir en la creación de San Gabriel, Quiñones, una vez
general, favoreció la formación de casas recoletas en todas las provincias
orden e hizo nuevos estatutos para ellas. (J. B. Moles, op. cit., fj. 26 v.)
14
Sobre este fraile es fundamental la obra de Francisco Jiménez, Vida
Martín de Valencia ... , que reproducimos en el apéndice. En este texto se
Toribio de Benavente, en su Historia de los indios de Úl Nueva Espmia ... , tra .. DI,
II, pp. 120 y ss., y Jerónimo de Mendieta, en su Historia eclesiástica indiana.
15
J. B. Moles se basó para escribir su obra en la Crónica Latina de
en la Rewción de Úl descripción de Úl provincia franciscana del Santo Evangelio
1585, de Pedro de Oroz yJerónimo de Mendieta; este último, en su ·
V, cap. XX, vol. IV, p. 63, menciona que seguramente Moles se basó en su
para escribir su obra, lo que explica el porqué da lujo de detalles sobre los
res de San Gabriel que pasaron a Nueva España.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 97

-~eu1u~ que procedían de esa provincia Antonio Ortiz, Cris-


Zamora, Lorenzo de Villanueva, Juan de Burujón, Anto-
IIQOD<lLdo. Francisco de Ledesma, Alonso de Herrera, Loren-
al igual que la mayoría de los fundadores de la
provincia Insulana.
extremeños siempre se distinguieron de los demás
austeridad y es notable que todavía en 1549 o 1550 se
Nueva España una supervivencia de este espíritu de rigo-
caracterizó la reforma del Santo Evangelio y que se ma-
el intento de crear una provincia de rígida observancia a
Insulana. Así, un ideal reformador que había naci-
subrevivía después de cincuenta años y se manifestaba
en Nueva España. En su momento abundaremos so-
ahora sólo nos interesa señalar la huella de san Gabriel
del proceso evangelizador.
provincia que dio gran cantidad de misioneros a Nueva Es-
la de la Concepción. Su creación fue en 1517, aunque ya
larga historia desde principios del siglo XV pues se formó
conventos que habían recibido la reforma de Villacreces y
IICllPUlos. Es innecesario repetir aquí la importancia de estos
sin embargo debemos mencionar que esta provin-
unido a la observancia a lo largo del siglo XV, aunque
conventos, como el del Abrojo, en los cuales se lle-
vida de austeridad parecida a la del Santo Evangelio, ya
habían abandonado los principios que Villacreces había

provincia, y en especial del convento del Abrojo, salió


de Zum'lrraga 16 y los dos frailes que trajo consigo a la
España, fray Andrés de Olmos y fray Juan de la Alameda.

el lugar de profesión de Zumárraga hay varias teorías; algunos dicen


en Aranzazú, otros que en el Abrojo y algunos que en Valladolid. Fidel
en su artículo "Acotaciones críticas en torno a la filiación religiosa de
, en AlA, año IX, vol. IX, pp. 5 y ss., llega a la conclusión de que el
de fray Juan debe buscarse en Valladolid. No obstante, es innegable el he-
que el arzobispo de México pasó un tiempo considerable en la casa del
que fue ahí donde conoció a Carlos V.
98 1 El franciscanismo en Nueva España

La austeridad de vida, sobre todo de Olmos, es una clara


tra de la fuerza con que se vivía el ideal franciscano en esta
la Concepción. También de esta provincia salieron, entre
Francisco de las Navas, Cristóbal Ruiz, Pedro de Castillo,
de San Juan, Antonio de Beteta y Antonio de Segovia, y en uno
conventos fray Juan de Gaona, que procedía de la de ~~·.,.v....
teología cuando fue llamado para las misiones en el Nuevo
Debemos mencionar también, porque de él procedían
los evangelizadores y por la gran relevancia de su casa de
al convento de observantes de Salamanca. El excelso fray
no de Sahagún procedía de él y seguramente en él recibió gran
de su formación humanística. De esta casa también salieron
Antonio de Huete, fray Juan de San Francisco y fray Marún
miento de Hojacastro, segundo obispo de Puebla.
Otras dos provincias que mencionan las fuentes como
procedencia de evangelizadores eran la de los Ángeles y la de
gón. De la primera, que fray Juan de la Puebla, maestro de De
dalupe, había reformado, salió el austero fray Francisco de
y de la segunda, de una gran tradición observante, vino
de Perpiñán, hombre de intachable vida.
No quedada completa esta breve reseña de la pn>ee1den.~
los franciscanos españoles si no mencionáramos tres casos
les de peninsulares que no profesaron en España sino en la
cia del Santo Evangelio. Uno de ellos fue fray Alonso de
gran nahuatlato que desde muy joven entró en el convento de
Francisco de México como ayudante de los frailes en la
ción y que en esa casa profesó posteriormente. Los otros dos
fueron fray Jacinto de San Francisco y fray Diego de Olarte
llegaron a Nueva España como soldados de Cortés y que
de una asombrosa conversión, clara muestra del carácter
damente religioso del español, tomaron el hábito de los
menores y vivieron el espíritu franciscano con gran fuerza.
Con respecto a la procedencia social de estos frailes poco
las fuentes. En la mayo tia de los casos señalan que eran hijos de
nos cristianos y limpios, es decir sin sangre judía o morisca. A
menciona que eran nobles, refiriéndose con ello a los hidalgos
baja aristocracia castellana. Finalmente, había unos pocos de
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 99

En su mayoría eran pues gente de las capas medias urbanas,


una constante en la orden desde sus inicios.
con los frailes que venían de la península, de los cuales no
mencionado más que casos ejemplificativos, pasaron a Méxi-
franciscanos no españoles. Su participación en las misio-
... l'ilm~vo Mundo nos muestra el universalismo español que
de cualquier nacionalidad para una empresa tan
siempre y cuando fueran idóneos para realizarla. Esta acti-
además muy de acuerdo con el universalismo francisca-
en el espíritu cristiano, para el cual no existían fronte-
hecho notable y prueba de esta posición universalista, el
de estos frailes extranjeros llegaran a ocupar impar-
dentro de las provincias de Nueva España. Es cierto
Consejo de Indias y la reina, en una cédula real fechada el 9
lliembre de 1630, 17 pedía la restricción del paso de religiosos
a los reinos americanos de la Corona, pero este dato no
desconcertar; tal actitud no respondía a una xenofobia
sino más bien al deseo de evitar que entraran en el Nuevo
frailes de mala vida que perjudicaran la labor misional. De
se siguió permitiendo la entrada de religiosos no españoles
licencia de sus superiores y la mayoría de ellos pasó
autorización del rey.
primeros franciscanos extranjeros que llegaron a México
los tres flamencos fray Pedro de Gante, fray Juan deTecto y
de Aora. Arribaron aun antes que la misión de los doce
Gabriel, por lo que se les considera los pioneros de la evan-
en Nueva España, y no es de extrañar su paso pues Flan-
un dominio sometido a Carlos V. No es posible dudar de la
observancia de los tres frailes del convento de Gante y de
aptitud para las misiones. Fray Pedro, seguramente influen-
por la Devotio Moderna, mostró grandes dotes pedagógicas 18
buen discípulo de san Francisco, una extraordinaria hu-
a pesar de su cercano parentesco con el emperador, per-
siempre como hermano lego, aunque pudo haber llegado

vol. X, p. 52.
Chávez Ezequiel, op. cit., pp. 49 y ss.
100 1 El franciscanismo en Nueva España

hasta el obispado pues tenía la capacidad, calidad moral e


cias necesarias. Fray Juan de Aora era, según algunos autores,
mano del rey de Escocia, 19 y fray Juan de Tecto fue
Gante y doctor por la universidad de París. Al igual que fray
ambos, a pesar de sus elevadas posiciones, mostraron un
go al ideal franciscano de pobreza. También flamenco, aunque
posteriormente, era fray Miguel de Bolonia, quien dominó
lenguas indígenas y actuó en Michoacán. 20
El siguiente núcleo importante de no españoles lo cortsutUVII
los franceses que pasaron a Nueva España en diversas épocas.
cia había tenido al igual que España casas reformadas desde
del siglo XIV, sobre todo en Aquitania, y también se había
ella la lucha entre conventuales y observanteS y la nrP•nnnr1~•rll•
de estos últimos a través del siglo XV, y en el XVI que culminó
triunfo definitivo en 1517. En la primera fase ev<m¡¡~enzaaloi
América, los franciscanos franceses habían realizado una
importantísima en Cumaná, y este antecedente influyó
te en el paso de nuevos misioneros de esta nacionalidad a
giones del continente.
De la procedencia de los religiosos galos que llegaron a
España las fuentes no nos mencionan casi nada, salvo que la
ría procedía de la provincia de Aquitania, pero todas cor'nculeQI
remarcar la santidad de su vida. Entre los primeros uu.,.v ........,.,
este país que pasaron a México se encontraba fray Jacobo de
que llegó en 1529 gracias al permiso que le concedió Carlos
cuya corte era predicador, y que ocupó importantes puestos en
va España, pues fue custodio del Santo Evangelio y comisario
ral de los franciscanos en Indias. Con este cargo regresó a
1541 acompañado de ciento cincuenta religiosos, parte de los
les probablemente reclutó en su natal Bayona. 21

19
Agustín de Vetancurt, Teatro mexicano ... , vol. IV, pp. 176 y 197.
20
J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. V, vol. III, p. 26.
21
George Kubler, Arquitectura mexicana del siglo XVI, p. 104; Fidel de
"Fray Jacobo de Tastera ... ", en Estudios de historia novohispana, vol. III, p. 32,
que ese número de religiosos es cuestionable y de ellos sólo sesenta se
en México.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 1O1

galos que mencionan las fuentes eran fray Juan Focher,


en París en leyes, teología y cánones; fray Juan Badiana,
--.n.rir•n en la misión de Michoacán; fray Marcos de Niza, gran
pionero de las misiones en el norte del país y tercer
del Santo Evangelio, y los grandes gramáticos, distin-
maestros del colegio de Tlatelolco, fray Arnaldo de Basacio
••u·~hn-i'•'" Gilberti.

resalta el caso extraordinario de fray Jacobo Daciano,


danés que pertenecía a la familia real de su patria, cuyo
la ortodoxia lo llevó a abandonar su país, recién canguis-
el protestantismo, y llegar a nuevas tierras para ganar
ocuparan en el cielo el lugar de los herejes que habían
llf)DaCio la Iglesia. 22
hecho innegable que la mayoría de los franciscanos que
a Nueva España seguían al pie de la letra el ideal de san
e incluso algunos de ellos podían ser considerados super-
•nu.--..~. Sus lugares de procedencia y el celo de España por-
pasaran a las misiones de América religiosos idóneos, son
pruebas del elevado nivel intelectual y moral de estos evange-
No obstante, estos elementos no son los únicos que nos
juzgar a esos hombres como extraordinariamente vaho-
vidas y obras en este país mostraron también el elevado
los guiaba y a estudiar estos puntos están dedicados los
siguientes.

fray Alonso de Rozas fue electo primer comisario general


la Nueva España. Venía como delegado del general de la or-
visitar la custodia del Santo Evangelio, pero al ver tanta
y religión en ella, renunció a su oficio y se quedó en

Para la vida y procedencia de los franciscanos se puede consultar: J. de


op. cit.,lib. V, vol. IV; P. de Oroz,J. de Mendieta, op. cit., y A. de Vetancurt,
vol. IV.
102 1 El franciscanismo en Nueva España

Indias viviendo en mucha penitencia y santidad de vida. 23 Esta


dota que nos cuenta Mendieta ejemplifica claramente el ideal
que vivían los franciscanos novohispanos, ideal semejante al
Iglesia primitiva.
En los primeros capítulos de esta obra señalamos que el
to más profundamente renovador del franciscanismo era el
de regresar al cristianismo a su pureza original. Este tJ'-'·'"'a""'""
que abarcaba todos los otros elementos del ideal de san
co, fue el que propició que las corrientes que buscaban un
dentro de la Iglesia encontraran simpatizantes en la orden de
les menores. En este ambiente de renovación, al cual cor1tnllll
no poco la reforma cisneriana, se desenvolvieron los
que llegaron a Nueva España en el siglo XVI. Como nnwema:n~
núcleos observantes, traían muy marcados los principios del
dador y en especial el de retornar al cristianismo primitivo.
elemento era además común a otros movimientos como el
nismo y el erasmismo, y por ello encontramos también en los
les tintes de las dos corrientes, aunque siempre dentro de los
ces del franciscanismo.
El ánhelo de regresar al cristianismo original se dio en los
les menores de Nueva España en una gran variedad de
Algunas de ellas eran expresión del bagaje cultural que traían
de España, mientras que otras surgieron como consecuencia
aplicación de esos ideales a las situaciones particulares que
taba el medio americano.
Podríamos resumir estas manifestaciones en cinco puntos: 1)
tación de Cristo, sus apóstoles y santos; n) búsqueda de un
nismo más interior y puro; III) insistencia en la vida COI11temp11aU
y en las prácticas ascéticas; IV) popularización de la lectura
evangelios y epístolas por medio de traducciones, y V)
ción de la Iglesia indiana con la primitiva, lo cual en
relaciona con creencias escatológicas.

2
~ J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XLII, vol. m, p. 205. Aunque este
regresó a España poco después, terminó su vida en México, donde fue
en Michoacán.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 103

de Cristo, sus apóstoles y sus santos


del ideal evangélico original no podía tener otro ori-
Cristo y sus apóstoles, ni su consecución otro fin que el
ejemplos. El asemejarse a Jesús debía ser el máximo an-
franciscano y su pobreza, su afán misionero y su mismo
debían guiar su vida. El Evangelio y la regla de san Fran-
en él, eran las señales que marcaban el camino para
ideal. A este respecto la Instrucción de Quiñones dice:
a plantar el Evangelio en el corazón de aquellos infieles,
que vuestra vida y conversación no se aparte de él, y esto
si veláredes estudiosamente en la guarda de vuestra regla, la
fundada en el santo Evangelio, guardándola pura y sim-
sin glosa ni dispensación". 24
respecto es de notarse que a la primera custodia de Nueva
se le diera el nombre de Santo Evangelio, en recuerdo cier-
de la pequeña comunidad que dio origen a la provincia de
pero también como un homenaje al libro que cante-
vida de Jesús.
actitud de imitación debía hacerse extensiva a los apósto-
los santos, en especial a san Francisco. Ellos que eran simples
habían desarrollado en su vida lo que Cristo había ense-
vivido, y eran, por esto, excelentes ejemplos para encontrar
de la perfecta imitación del Maestro. Esta idea encontró
España una tierra fértil en la que germinar. Por principio
el usar conscientemente el doce como número base
la misión del recién conquistado territorio o como ci-
la fundación de la provincia lnsulana, nos habla de un deseo
a los primeros enviados de Cristo. En segundo )u-
muy clara la idea de los mismos misioneros de sentirse se-
a los apóstoles pues viven una situación evangelizadora
a la de ellos. Motolinía, uno de los primeros doce, con el
demostrar la similitud entre sus compañeros y los enviados
señala la etimología de Anáhuac, que da la idea de "mun-
104 1 El franciscanismo en Nueva España

do", para comparar a los evangelizadores de México con los


toles que iniciaron la de la tierra, y agrega:

[... ] envió pues Jesucristo a sus doce a predicar por todo el


do en toda parte y lugar fue oída y salió la palabra de ellos a
ejemplo san Francisco fue e envió sus frailes a predicar al
do, cuya noticia fue publicada o divulgada en todo el mundo,
que hasta nuestro tiempo hubo noticia, ansí de fieles
de infieles. Ahora que nuestro Dios descubrió este otro
a nosotros nuevo porque ab aeterno tenía en su mente electo
apostólico Francisco por alférez y capitán de esta conquista
piritual, como adelante se dirá, inspiró a su vicario el Sumo
tífice y el mismo Francisco a nuestro padre el general que es
mismo vicario suyo, enviasen los sobredichos religiosos,
sonido y voz en toda la redondez de este nuevo mundo ha
y ha sonado hasta los confines de él o la mayor parte ... 25

En este contexto, es incluso considerado providencial el


de que los frailes hayan desembarcado en Veracruz el12 de
durante la vigilia de Pentecostés.
Junto a la imitación de los apóstoles, y casi al mismo nivel,
ba la de san Francisco. Tal actitud también está relacionada
ideal evangélico primitivo, pues el fundador de la orden
con su vida otro Cristo u otro apóstol y con ello mostró el camino
sus discípulos debían seguir. Motolinía llega incluso a afirmar

Es tanta la devoción que en esta tierra... tienen con san Francis-


co, y ha hecho Dios en su nombre tantos milagros ... que verdade-
ramente se puede decir que Dios le tenía guardada la conversión
de estos indios, como dio a otros de sus apóstoles las de otras
Indias y tierras apartadas; y por lo que aquí digo y por lo que he
visto, barrunto y aun creo que una de las cosas y secretos que en
el seráfico coloquio pasaron entre Cristo y san Francisco en el mon-
te Averna... fue esta riqueza que Dios aquí le tenía guardada...26

25 T. de Benavente, Memoriales ..., pp. 20 y ss.


26
T. de Benavente, Historia ... , trat. m, cap. 1, p. 118. Delno West asegura
este tópico fue tomado del libro catalán Revelacions de Sant Francesc. (D. West,
cit., p. 312.)
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 105

leemos las vidas de estos frailes, no podemos dudar de


ll'esenlCI·ta constante que tuvo en ellas el modelo del fundador
Fray Martín de Valencia, siendo aún novicio, leyó De
Blllnmnn~ror del padre san Francisco de fray Bartolomé de Pisa,
largamente de las misiones primitivas franciscanas, y
en su decisión de pasar a Indias. Los relatos de su vida,
las de otros, como la del padre Tembleque, están llenos de
a la atracción que las aves y otros animales no domésticos
por ellos, tema muy desarrollado por las leyendas en torno
de Asís. Es ésta también la razón por la cual los cronistas
II!KamJs remarcaban la similitud del nombre de la casa de la
la primera misión de la orden al mundo y el convento de
partieron los primeros doce evangelizadores de México,
llamadas Santa María de los Ángeles. 27
sobre todo con respecto a la labor misional, es
señalada por Zumárraga, quién en una pastoral a los fran-
y dominicos dice:

a Jesucristo que desde su infancia salió de su patria y


_..,,..,-rmnen Egipto sin tener en donde reclinar su cabeza. !mi-
a los fundadores de nuestras órdenes Francisco y Domingo,
casi nunca vivieron en su patria, sino que aquel se entró
los reinos del Sultán para alumbrar a los ciegos en los erro-
de Mahoma en la luz de la verdadera fe. 28

imitación de Cristo, de los apóstoles y de san Francisco no


los frailes menores novohispanos solamente un ideal pias-
en el papel, era una actitud vital. Sólo así son explicables sus
con respecto a la pobreza y al deseo misional e incluso
de martirio. Este último muy marcado en todos los que
a América en la época que tratamos, ya era manifiesto en
en España, donde habían tratado de ir a tierras de moros a

Meseguer Fernández, "Contenido misional de la Obediencia e Instrucción de


de los Ángeles a los doce apóstoles de México", en The Americas, vol.
ll,p.482.
García Icazbalceta, Don fray Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de
vol. m, p. 83.
106 1 El franciscanismo en Nueva España

buscar la muerte al predicar el Evangelio. 29 Sin embargo,


de estos primeros misioneros fue muerto por esta causa. El
mártir franciscano en Nueva España fue fray Juan Calero, ·
por los indios rebeldes de Etzatlán el 10 de junio de 1541.
guieron en el martirio fray Antonio Cuéllar y fray Juan

ll) Búsqueda de un cristianismo más interior y puro


Otra manifestación del deseo de regresar al ideal evangélico
tivo era la búsqueda de un cristianismo más interior y puro,
de las ceremonias externas y de las supersticiones, más ·
e inmaculado, en una palabra, más cercano a la manera como
to lo había fundado y los apóstoles lo habían seguido. En
pectos el franciscanismo se asemejaba al erasmismo y por
similitudes tomó de él algunos elementos que iban de acuerdo
su anhelo de pristinación, dejando los que se alejaban de su
Es por esto que se puede hablar de erasmismo entre los
nos sólo en un sentido lato, como una mera simpatía
Philosophia Christi. Los frailes menores de Nueva España
los pensamientos de Erasmo que más se amoldaban al ideal de
Francisco pero no se les puede llamar propiamente
Entre ellos es posiblemente Zumárraga el que más emplea
fundamentos del de Rotterdam y al que más se le ha atribuido
ción erasmista. El primer arzobispo de México poseía varias de
obras, e incluso, en suDoctrinaBreve de 1543-1544, usó El "~n,., ........
para la parte moral y transcribió la Paráclesis en su conclusión.
davía más, en la Suma de lo que más conviene predicar y dar a
los indios (también conocida como Doctrina cristiana muy cierta y
dera para gente sin erudición y letras), publicada por él en
y traducida al náhuatl por fray Alonso de Molina, se reoroauaa

29
T. de Benavente, Historia ... , trat. 11, cap. III, p. 130.
30
Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México, vol. 1, pp. 500 y ss.
31
Quizá el único caso de erasmismo en México fue el que reseña José
en su trabajo El erasmista mexicano fray Alonso Cabello, pero rebasa los
este estudio pues pertenece a la segunda mitad del siglo XVI.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 107

Doctrina Cristiana del erasmista Constantino Ponce de la


cortae:nacta después por la Inquisición como herética. 32 Fi-
en las Adiciones adjuntas al texto anterior, pero forman-
tJe(l¡ueíio catecismo independiente, y en la Regla Cristiana Breve
se expresaban varias ideas de Erasmo. En esta última, por
se trataban temas como el paulinismo, la libertad cristia-
de la religión y el valor secundario del culto
Debemos notar que estas obras fueron escritas en un tiem-
los libros de Erasmo, si bien aún no estaban prohibidos,
sospechosos por las posturas luteranas derivadas de ellos.
Zumárraga siempre se mantuvo dentro de la ortodo-
autores, como Williamjones, prefieren incluirlo den-
corriente del Evangelismo Católico, centrado en la teolo-
Agustín que enfatiza el tema eclesiástico, más que entre
.....:uuo>La~ erasmizantes.
34

que tenían los franciscanos de lograr una mayor


bhzacíón en el cristianismo se vio también modelado por otro
la aplicación de esta mentalidad a la situación particular
'"'"''-JJL,aua la misión en las nuevas tierras.
claro de este aspecto es el interés por evitar dar a las
externas un valor excesivo y que se expresa en las si-
palabras de Quiñones: "Vuestro cuidado no ha de ser en
ceremonias ni ordenaciones, sino en la guarda del Evange-
que prometisteis". 35 Esta actidud es ciertamente muestra
de interiorización, pero también se dio en Nueva Espa-
consecuencia de una imposibilidad material para realizar
en todos sus pormenores.
r11ás significativo a este respecto fue el del bautismo.
nos dice que los franciscanos, a causa de la gran canti-
conversos y de los pocos frailes, bautizaban a los indios sólo
agua sobre ellos y predicándoles. sobre el significado

Garóa Icazbalceta, NCDHM, apéndice 11, vol. 11, p. 275.


Juan de Zumárraga, Regla Cristiana Breve.
B. Jones, "Evangelical catholicism ... ", en The Americas, vol. XXJII,
p. 430 y SS.
lutrurrilín en J. de Mendieta, op. cit., lib. 11, cap. IX, vol. 11, pp. 4 y ss.
108 1 Elfranciscanismo en Nueva España

del rito; fray Toribio señala que se eliminaban las


general y que éstas sólo se hacían sobre unos cuantos que
taban a los demás. 36 Cuando llegaron las otras órdenes
surgió el conflicto, pues éstas echaban en cara a los
haber administrado el bautismo sin las formalidades exigidlas·1
la instrucción necesariaY
Los frailes menores basaban sus derechos en un uvLu1u<.1.1""
Paulo III había concedido a la orden en el cual se les daba
para bautizar. Aunque ese papel sólo contestaba una
Quiñones le había expuesto al papa sobre la capacidad de los
canos para administrar ese sacramento, dichos frailes lo
ante los demás como el fundamento de su derecho para
ceremonias en el bautismo. 38 En 1537 otro documento del
Papa, la bula Altitudo divini consillii (1 de junio), trató de
cuestión, exigió el oleo y el crisma en el rito, pidió una
paración en el bautizado y prohibió la administración ext:emtpol~
del sacramento exceptuando a los enfermos y a los niños.
bargo, los franciscanos, basados en una interpretación
la "urgente necesidad" de la que hablaba la bula, de~;obede:Clel~
decreto. 39
Otra manifestación del deseo de eliminar lo superfluo
ceremonias era la comparación que muchos de los frailes,
entre ellos, hacían entre la religión ostentosa de los c~fJau.v1"'"1
cristianismo interior, más verdadero, por ser sencillo y "u""·''"'~~
los indios. 40 Para los religiosos, el hombre blanco daba

36 T. de Benavente, Historia ... , trat. II, cap. IV, pp. 86 y ss.


37
Francisco A. Lorenzana, Concilios provinciales primero y segundo celei1~1U
muy noble y leal ciudad de México ... , dice que los franciscanos llegaron incluso
el bautismo por aspersión, forma que Torquemada defiende cuando
caso de necesidad. (Monarquía Indiana, lib. XVI, cap. I, vol. m, pp. 138 y ss.)
Benavente, Historia ... , trat. 11, cap. IV, p. 87, señala que sólo se dio un caso.
38
Sobre este documento fechado el 21 de febrero de 1535 ver el artículo
Meseguer Fernández, "A doubt of the franciscan missionaires in Mexico
Pope Paul III at the request of cardinal Quiñones", en The Americas, vol. XIV,
2, pp. 183 y SS.
39 T. de Benavente, Historia ... , trat. 11, cap. IV, pp. 88 y ss.
40
José Antonio Maraval, "La utopía político-religiosa de los traJlCIScm..
Nueva España", en Estudios Americanos, vol. I, núm. 2, pp. 214 y ss.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 109

al rito, y por quedarse en lo lujoso y rico había olvida-


lti'QaiCler·o sentido de las ceremonias, que eran sólo un medio
con Dios y no un fin.
'"""'"'~'u;u.a de una interiorización de las creencias se expresó
en el empleo de la oración mental, en el ataque a las supers-
sobre todo al culto semipagano rendido a las imágenes, y
..,p¡osícíón a que se les diera a las bulas papales un poder que

de la oración mental, elemento común al erasmismo y


IIIC:Iscc:mu;m<), fue una constante en todos los evangelizadores
de México. Fray Martín de Valencia, que era un místico,
continuos arrobamientos mientras rezaba mentalmente, e
enseñaba a sus indios este tipo de plegarias. 41 Zumárraga a
IIIISJpeCito señalaba en su Regla: "claro está que no habla [san
de la oración vocal... mas habla de la mental que todo cris-
alegría espiritual, porque es cristiano y mora Dios en su
le ha de tener intensa y suspensa en él, andando, estando
cosa haciendo ... "42 Era tanto, en fin, el afán por la ora-
que incluso se llegaron a publicar libros a este respecto
del franciscano Cristóbal RuizY
a la oposición al culto supersticioso a las imágenes y
a los ritos externos, actitud saturada de erasmismo, abun-
ejemplos entre estos primeros franciscanos. Fray Juan de
se oponía a la costumbre profana de bailes y sones du-
fiestas religiosas e igualmente a las devociones milagreras
"...lo que Dios pide y quiere es vidas milagrosas, cristianos
pacientes y caritativos, porque la vida perfecta de un
es conti"luado milagro en la tierra". 44 En este mismo sen-
arzobispo señalaba en su Regla: "Diga si hace algunas ora-
teniendo respecto a algún día particular, o cierto número
e cualquier otra cosa que suene a superstición". 45

de Mendieta, op. cit., lib. v, cap. VII, vol. IV, pp. 28 y ss.
Zumárraga, op. cit., p. 364.
de Vetancurt, op. cit., vol. IV, p. 134.
Garóa Icazbalceta, Don fray Juan ... , vol. 11, pp. 31 y ss. y 67.
de Zumárraga, op. cit., pp. 135 y ss.
ll O 1 El franciscanismo en Nueva España

Pero entre todas las devociones, la que más se prestaba


ganismo era el culto a las imágenes, sobre todo en los pueblos
rígenes que, por sus antecedentes politeístas, habían asimilado
el monoteísmo cristiano. El peligro en que se encontraban los
genas de regresar a la idolatría, movió a los franciscanos a
más posible la veneración a imágenes esculpidas y a veces
también a las pintadas. 46
A este respecto es de sumo interés el caso estudiado por
O'Gorman sobre los inicios del culto guadalupano. 47 Después
sermón que predicó fray Alonso de Montúfar en la ermita
peyac en 1556, en el que aceptaba ciertos milagros realizados
virgen venerada ahí, el provincial de los franciscanos fray
co de Bustamante emitió un escrito donde expresaba lo
que era decir que una imagen pintada por el indio Marcos
milagros. No es de extrañar que el provincial del Santo
tuviera una actitud tan contraria al culto de la virgen de
del Tepeyac, si pensamos que estaba apoyado por un
tan destacado de los ritos prehispánicos como era fray KP1·n~n1Y11
de Sahagún. Como representante de la comunidad fr'""·'"'-'...1411
Nueva España, Bustamante no podía tolerar que el arzobispo
túfar pretendiera que esa imagen hacía milagros, pues con
ba propiciando el resurgimiento de las idolatrías. Esta
Montúfar ya había provocado algunos enfrentamientos con
ciscanos. Como Inquisidor del Reino y como representante
Contrarreforma había mandado llamar a fray Maturino
porque en sus Diálogos de Doctrina Cristiana había escrito:
adora imagen alguna, aunque sea el crucificado, mas al mismo
tro Señor", proposición que fue calificada de escandalosa.48
franciscano de Aquitania, fray Arnaldo de Basado, también
en la Inquisición acusado de sospecha de herejía por haber
cado contra la bula de la Santa Cruzada. 49

46
Robert Ricard, La conquista espiritual de México ..., pp. 348 y ss.
47
Cf Edmundo O'Gorman, Destierro de sombras ...
48
El proceso de fray Maturino se encuentra en Francisco Fernández del
llo, Libros}' libreros en el siglo XVI..., pp. 32 y 35. Ricard, dice que esta nro.nosicial
encontró en el Catecismo tarasco de Gilberti. (R. Ricard, op. cit., p. 217.)
49
Julio Jiménez Rueda, Herejías y supersticiones en la Nueva España ... , p. 49.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 111

que estos casos estaban inmersos en la pugna que ha-


los franciscanos y el obispo Montúfar alrededor de los
de la administración de los sacramentos, pero también lo
fueron sólo casos aislados. Sobre el asunto de las bulas, los
insistieron constantemente en que no tenían valor sin
acciones, pues muchos cristianos pensaban que con coro-
de estos papeles ya tenían asegurado el cielo. Los frailes
encabezados aquí también por Zumárraga, señalaban que
no absolvían de todas las culpas y que eran inútiles si sus
no llevaban a cabo una conversión interior, pues ellas
de los pecados mortales, los que sólo se eliminaban
verdadera penitencia. 50
lllactítuid de las primeras generaciones de franciscanos ca-
cambiar en la segunda mitad del siglo. Sabemos que mu-
de la orden fomentaron en esta época la adquisi-
bulas y el culto a las imágenes de los santos y de la virgen y
a~~.¡¡ul~:~.~. Fray Juan de Béjar (que pasó a Nueva España en
en Puebla) fue "la principal causa y medio, por la exce-
su predicación, para que el glorioso san José fuese recibi- ·
patrón de toda la Nueva España". 51 Y que decir del culto a
A la muerte de fray Alonso de Escalona en 1584 todos
procuraron quedarse con un pedazo de pelo o uñas o
de hábito. Y el morboso desenterrar constante de los restos
Martín de Valencia para que franciscanos y dominicos que
Tlalmanalco lo vieran, hasta que desapareció en 1567.:;2
IUD:ament:e unido a la búsqueda de un cristianismo más inte-
el deseo, latente ya en san Francisco y realizado en gran
por Cisneros, de purificar en el orden moral a la Iglesia. Por
de cuentas no se podía llegar a captar el ideal original de
ni se lograría una interiorización del cristianismo, si no se

de Zumárraga al emperador contra las acusaciones de Delgadillo, Va-


1533, en M. Cuevas, Documentos inéditos del siglo xn para la historia de
p. 27.
deOroz, op. cit., p. 158.
pp. 80 y 124.
112 1 El franciscanismo en Nueva España

reformaba profundamente al clero; en segundo lugar, los


canos tenían el anhelo de fundar una Iglesia indiana pura, y
ello era necesario evitar el nocivo ejemplo de los malos
religiosos que eran perjudiciales para el cristianismo
neoconversos; en tercer lugar su procedencia observante y
da intachable exigían una labor de renovación que
Iglesia en una institución que viviera el ideal de san
Dentro de este aspecto no cabe duda que es de nuevo fray
de Zumárraga, el Cisneros de Nueva España, 53 el que más
lió. Su cargo de obispo de México se prestaba a ello y no fue
mento poco importante en su labor el hecho de que haya sido
ciscano. La obra reformadora de este gran fraile, sobre todo
clero secular, está atestiguada en una gran cantidad de
tos: en una carta de los franciscanos al Emperador
18 de enero de 1533), se señalaba que

[... ) en los clérigos de estas partes había no poca necesidad


buena reformación, por no haber tenido castigo, fue aoum.,...., 1
necesario que el Electo tomase la jurisdicción y así gela un...uuu.._.
tomar aunque contra su voluntad haciéndole conciencia, y él
ha ejercitado según Dios con toda rectitud, por sólo Dios y
por interese y ha puesto harta reformación y atavío en las iglesias
y eclesiásticos ... 54

No sólo tenemos testimonios indirectos de esta labor, el


obispo dejó una carta al Emperador en la cual señala sus
este respecto. 55 La misiva comienza pidiendo que

53
Cimeros y Zumárraga son en muchos aspectos dos personalidades
los dos eran franciscanos y ocuparon puestos importantes dentro de la
eclesiástica; ambos querían la renovación de la Iglesia y tenían un afán
tipo humanístico (fundación de instituciones de enseñanza, fomento de
caciones de libros, etcétera); tanto el cardenal como el obispo
gran labor social y misional; en una palabra ambos respondían al mismo
fraile español del siglo XVI, observante del ideal de san Francisco.
54
J. García Icazbalceta, Códice franciscano, en NCDHM, vol. II, pp. 161 yss.
55
M. Bataillon, "Zumárraga, reformador del clero secular (una carta
del primer obispo de México)", en Historia Mexicana, vol. III, núm. 1, pp.l
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 113

los eclesiásticos todos que acá pasaren, de cualquier orden y


que sean, y en estas tierras hubiesen de vivir, sean vir-
y religiosos y adornados de buenas costumbres pues en
u•u•¡.;<::u<13 más efecto de doctrina y cristiandad hace ... un hom-
que viva bien[ ... ] que no cincuenta ni ciento que les predi-
cuanto quiera que sean y por muchas que fuesen buenas
y por el contrario daña un cristiano, e principalmente
eclesiástico, con una obra que le vean los indios hacer mala,
[...] con predicalles toda la doctrina sagrada;

pasa a atacar a los clérigos que con su corrupción han


la desconfianza y el escándalo entre los indios. Para aca-
el problema, Zumárraga señala que los sacerdotes secula-
ser reducidos a una regla y sujetos a clausura, viviendo
frailes, y pide al rey permiso para llevar esto a cabo.
de 1551, la llegada del arzobispo Montúfar ocasionó
con los religiosos a causa del intento del episcopa-
lRillPOJner el pago del diezmo a los indígenas, lo que provocó
abiertamente hostil a la jerarquía por parte de los frai-
56 Esta animadversión fue, por un lado, una reacción
los obispos y el clero secular que pretendían reducir el nú-
doctrinas mendicantes; por otro fue una consecuencia de
de los frailes que en una tierra tan amplia, era mejor
lo más posible el recurso a los obispos para facilitar la
misionai.57 En 1562 Mendieta todavía veía que la solución al
sería que el virrey fuera nombrado la única autoridad,

entre la jerarquía y los frailes se vio desde la junta eclesiástica de


que asistieron varios franciscanos y en la que los religiosos defendieron
contra los obispos. (Fortino H. Vera, Colección de documentos eclesiás-
vol. 11, pp. 401 y ss .)
es de J. A. Maraval, op. cit., p. 214. Este autor señala además que esta
con el deseo de retorno al cristianismo primitivo, la interiorización
la pobreza, el ascetismo, etcétera, son elementos explicables por la
de Jerónimo Savonarola por medio de las beatas en España. Para mí
en los franciscanos novohispanos son perfectamente explicables
rtlelmerltos de franciscanismo y no es necesario recurrir al dominico italiano
114 1 El franciscanismo en Nueva España

juez y moderador de los religiosos para evitar el control


obispos. Esta oposición se vio influida por el deseo ·
los religiosos de buscar una reforma dentro del clero y de
una organización jerárquica por una mayor igualdad social
de la Iglesia.
Motolinía tiene un texto muy interesante al respecto en
critica a las dignidades eclesiásticas y las compara con los
mexicas prehispánicos:

[... ]éstos aunque envueltos en errores, trataban de se disponer


aparejar para recibir sus oficios y dignidades haciendo
penitencia y sufriendo trabajos sin ningún merecimiento
les faltaba la lumbre de la fe ... pero todavía se ejercitaban en
virtudes ansí de la paciencia, como de la pobreza y oOI:Olc:nCII
etcétera; mucha más razón sería que los cristianos que han
bir temporales dictados y principalmente los que son nrn.n ..... t:
dos a las dignidades espirituales (se dispusiesen y ava"'-•••.....
para las recibir y en ellas sirviesen a Dios y alcanzasen
eterna; pero vemos que el aparejo y modo para alcanzar las
nidades es con ambición y sobornos, por fraudes y dones,
veces con simonía, como dijo una persona que le proveyeron
una dignidad eclesiástica en una de las iglesias catedrales de
Nueva España... 58

111) Prácticas ascéticas y vida contemplativa


Cuenta la Relación que hicieron Oroz y Mendieta que con
de la celebración de la Pascua, fray Juan de Zumárraga envió
regalo al convento de San Francisco de México una botija de
Al enterarse el guardián, que lo era fray Antonio de Ciudad
salió indignado de su celda gritando: "cilicios, cilicios, no
se rehusó a aceptar el presente. 59 Esta anécdota nos pinta
a estos primeros frailes que, a imitación de los eremitas de
baidas primitivas, buscaban el ascetismo y el alejamiento del

58
T. de Benavente, Memoriales ... , p. 343.
59
P. de Oroz, op. cit., p. 64.
El retorno al ;deal evangélico primitivo 1 115

yque encontraron en Nueva España, como en otro Egipto, una


propia tierra para ermitaños y contemplativos". 60
Martín de Valencia pasaba largas temporadas alejado en su
-""''r'" de Amecameca, donde actualmente está el santuario de
born10nte. y ahí se entregaba a las prácticas ascéticas más violen-
Fray Martín, además de vestir bajo su hábito con un cilicio de
hacía continuos ayunos y le echaba ceniza a su comida. Y
decir de los misioneros itinerantes como fray Andrés de 01-
quien se alejaba de los poblados y de la frecuencia y conversa-
de los "civilizados" y pasaba largas temporadas en las soleda-
El rígido ascetismo, los cilicios y penitencias, el mal dormir y
comer, la búsqueda de la soledad y el silencio, la oración
obtener el vacío interior donde el alma se uniría a Dios. Esa
constante que los cronistas franciscanos nos muestran en to-
las vidas de los misioneros de Nueva España. Esa fue la imagen
los frailes de los primeros tiempos dieron a los indios, quienes
llloUUJuauc•u: "Sin duda alguna es mal grande el que deben de te-
porque son hombres sin sentido pues no buscan placer ni con-
sino tristeza y soledad". 61
La actitud ascética y eremítica de estos franciscanos está en ínti-
relación con el ideal evangélico y con la reforma de la Iglesia,
fue propuesta como una solución ejemplar, purificadora y
cierta medida como una postura de protesta contra una situa-
de decaimiento en la orden. Ya san Francisco había dado re-
para la formación y regimiento de los eremitorios dentro de su
omtmtctaa, y esta idea tuvo varios seguidores a través de la Edad
sobre todo en las reformas de los siglos XIV y XV como la
y lz de Villacreces, e incluso en la del Santo Evangelio en

Esta última fue el antecedente inmediato del eremitismo en Nue-


España, pues de la provincia de San Gabriel, hija de esa refor-
procedían la mayoría de los frailes que intentaron la creación
la provincia Insulana, supervivencia del ideal eremítico francis-

• T. de Benavente, Historia ... , trat. m, cap. IX, p. 156.


11 Diego Muñoz Camargo, Historia de Tlaxcala, p. 165.
116 1 El franciscanismo en Nueva España

cano medieval. Sobre este sueño frustrado las fuentes dicen


poco. Mendieta señala en forma dispersa que doce frailes,
dos procedentes de San Gabriel, pretendieron formar
de 1550 una casa de rígida disciplina con el fin de atajar el
miento que, según algunos, se estaba ya dando en la nrr.vm;r•:u
Santo Evangelio de México. Los que intentaban el experimento
tendían independizarse de la provincia matriz y crear una
Insulana, llamada así en honor del general de la orden en ese
po, fray Andrés Insulano (ministro de 1547 a 1553), de quien
tendían el apoyo. De estos frailes sólo tenemos los nombres
guel de Garrobillas, Diego de Peña, Melchor de ljentaveme,
Bastida, Diego de Almonte, Juan de Ribas y Alonso de
Siendo este últimO el que lOS dirigía y el úniCO que nO nrnrPtfiitloi
San Gabriel. 62 Después de buscar infructuosamente un sitio
cío, los frailes regresaron frustrados a su lugar de partida y el
yecto se quedó en un sueño.
Es interesante notar que este movimiento se dio a la mitad
centuria y que correspondía ciertamente a una realidad: el
franciscano no presentaba la misma fuerza ni el mismo
que en los primeros años de la evangelización. Pero la
sulana no sólo se dio como un deseo de reformación de la
dad de los menores, se veía además en ella un afán de buscar
soledad una mayor perfección del ideal original franciscano.
Este anhelo eremítico se nos muestra muy claramente en
dato que nos da Mendieta:

[... ] juntáronse los que eran del concierto en su congregación,


ocho sacerdotes y cuatro legos, todos varones apostólicos muy
escogidos y perfectos y de conformidad eligieron por primer
provincial de la provincia nuevamente erigida al siervo de Dios
fray Alonso de Escalona, el cual como buen caudillo y pastor
quiso encaminar su pequeña grey hacia lo interior del desierto bus-
cando la soledad, y anduvo con ello por diversas partes tomando
el tiento a la tierra por ver donde podrían mejor hacer su asien-
to. Más porque esta división fuera en aquel tiempo de muchos

62
J. de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. XLII, vol. IV, pp. 116 y ss.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 117

dispendio de la provincia del Santo Evangelio, así en per-


aquellas tan buenas piezas, como otras que después los si-
_...,... v .. , no permitió Nuestro Señor que hallasen ubi requiscerent

eorum, sino que en todas partes hallaban tantos inconve-


y dificultades que de común consentimiento ovieron de
la vuelta, como la paloma a la arca de Noé, y subjetarse (como
subjetaron) de nuevo a la provincia. 63

razón del fracaso de la misión no se menciona, sin embargo,


seguramente a que los frailes insulanos, desilusionados de
.,............u indiana y del debilitamiento de la pobreza entre sus

de hábito, se lanzaron a buscar un lugar solitario para


a la contemplación y a la oración; su anhelo no tuvo éxito
en todos los sitios donde paraban era talla necesidad de los
que siempre se vieron rodeados de gente que iba a pedir-
y el tan esperado lugar de recogimiento espiritual jamás
lo que los obligó a regresar.
desilusión es también, al parecer, la que movió a los cronis-
nncu;cailOs de la segunda mitad del siglo XVI a poner por es-
las vidas ejemplares de los frailes de los primeros tiempos.
biografías son una llamada de atención para aquellos que vi-
relajadamente y que no habían conocido el modelo de santi-
de la edad de oro. La narración que la Relación de Oroz y
nos hacen de la vida de fray Alonso Ordoz es una buena
de lo que debía ser un religioso modelo:

Era muy afable con todos y andaba siempre lleno de alegría espiri-
tual. Parecía en su persona hombre que su conversación y trato
en el cielo, porque andaba siempre elevado y transportado
en Dios, y todos veían en él la observancia de la regla, la pronti-
tud en obedecer, la pobreza singular, la profunda humildad, fer-
viente celo de la salud espiritual de los prójimos, devoción en rezar
el oficio divino y celebrar las misas y muy alta contemplación.64

de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. XLIII, vol. IV, p . 120; Antonio Rubial, "La
un ideal eremítico medieval en Nueva España", en Estudios de Historia
vol. 6, pp. 39-46.
P. de Oroz, op. cit., p. 94.
118 1 El Jranciscanismo en Nueva España

IV) Popularización de la Biblia por medio de traducciones


Otro elemento en el anhelo de regresar al cristianismo ·
en el cual franciscanismo y erasmismo se tocaban de nuevo,
deseo de incrementar la lectura de las Sagradas Escrituras,
todo evangelios y epístolas, a través de traducciones en
lenguas. El afán misionero de los franciscanos se amoldaba
tamente con el deseo del autor de la Paráclesis de que
hombres conocieran el cristianismo en sus fuentes, con lo cual
se volvería más íntimo y más apegado al ideal original. Los
res que dedicaron su vida a la evangelización de la Nueva
que habían aprendido las lenguas indígenas con el fin de
cabo, tradujeron en esos idiomas no solamente catecismos y
nas cristianas, en las que se incluían textos de la Sagrada
sino incluso trozos completos de ésta, con el fin de instruir y
el nivel moral de los indios recién convertidos. 65 La actitud
franciscanos en este sentido se ve claramente en la
exhortatoria a la Doctrina Breve de 1543-44 del obispo
que expresa:

No apruebo la opinión de los que dicen que los idiotas no


sen en las divinas letras traducidas en las lenguas que el
usa, porque Jesucristo lo que quiere es que sus secretos muy
gamente se divulguen; y así desearía yo por cierto, que cualquier
mujercilla leyese el Evangelio y las epístolas de san Pablo y aún
más digo que plugiese a Dios que estuviesen traducidas en todas
las lenguas de todos los del mundo ... 66

Este texto, como toda la conclusión, es una transcripción


Paráclesis, obra en la cual Erasmo predica la necesidad de la

65
Los ejemplos de doctrinas cristianas en lenguas indígenas son
en cambio la traducción de textos bíblicos completos es poco mencionada
fuentes; entre otros está el caso de fray Juan de Romanones que vertió en
trozos de la Sagrada Escritura. Q. de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. LI, vol. IV,
150 y ss.) Sin embargo, esta actitud fue seguramente más común de lo
supone.
66
J. García Icazbalceta, Don frayjuan ... , vol. II, p. 25.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 119

de la lectura de las escrituras. Incluso el obispo retocó el


Porill{inal de la obra en algunas partes y puso: "para que no
la leyesen los indios, pero aun otras naciones bárbaras
67
llll\ol&o;;:,oo;u 1 leer y conocer" , y agregó: "y para estos naturales, y

años, bastaria predicarles y hacerles entender esta doctri-


semejante que mejor pudieren y pueden ordenar y com-
declarar Jos padres doctos de las órdenes de acá, y, si les
traducirla en las lenguas, pues tantos trabajos por su
y gran caridad han querido tomar por las aprender... "68
actitud cambió con la Contrarreforma y hasta Jos mismos
que habían promovido estas traducciones para facilitar la
lleJ:IZaClon se vieron compelidos a declararlas peligrosas. En
recogieron los pareceres de dos de los frailes que mejor
el náhuatl, fray Alonso de Molina y fray Bernardino de
quienes al ser interrogados sobre la conveniencia de que
tuvieran en su poder libros de las escrituras en su len-
contestaron negativamente. El dato es de una época de poca
a este respecto, pero nos dice indirectamente que algu-
estaban en posesión de textos sagrados en náhuatl. Es
pensar, por tanto, que en los primeros treinta años de la
llltiiZatc·tón y en un ambiente más benigno hacia la difusión
esos libros habían sido promovidos e incluso traducidos
frailes. 69

omp;u·actton de la Iglesia indiana con la primitiva


el anhelo de pristinación se manifestó en el deseo de
en ~~ueva España una Iglesia como la de los primeros tiem-
Este aspecto, tan unido a todos los mencionados, es el que
nos muestra la relación que se dio en los franciscanos .
Dgeli.Zlltaores entre el afán de regresar al ideal cristiano primiti-
la situación peculiar que presentaba la nueva tierra de misión.

Bataillon, Erasmo ... , p. 824.


Almoina, op. cit., pp. 171 y ss. También la Regla Cristiana Breve de 1547
esta idea.
Femández del Castillo, op. cit., p. 81.
120 1 El franciscanismo en Nueva España

La búsqueda del evangelismo que se manifestó en la


de Cristo y de los apóstoles y en la adopción de una
interior, llevó a los frailes menores de Nueva España a ver en
ciedades agrarias de América indiana el material apropiado
la realización de la perfecta comunidad cristiana, de la
ginal, del cuerpo místico del que hablaba san Pablo. Varias
influían en esta actitud; en primer lugar la naturaleza de los
que según los frailes eran pobres, mansos, simples y
cual los predisponía a ser no sólo buenos cristianos sino
perfectos y apostólicos" .70 A este respecto es seguramente
el que tiene la visión más optimista de los indígenas, de
dice: "son pacientes, sufridos sobremanera, mansos como
nunca me acuerdo haberlos visto guardar injuria, humildes,
dos obedientes, ya de necesidad, ya de voluntad, no saben sino
y trabajar... ";71 señala además que incluso antes de SU rrllnliPnlV. .
naturales tenían elementos que prefiguraban la nueva rPIImn,,u
iban a recibir, como por ejemplo el hecho de que

[... ] en muchas partes de esta tierra bañaban los niños


nacidos ... y en bañando al niño poníanle una rodela[ ... ] y
saeta... y a las niñas daban una escoba pequeñita. Esta
nia parecía ser figura del bautismo, que los bautizados
de pelear con los enemigos del ánima y habían de barrer
alimpiar sus conciencias y ánimas para en que viniese Cristo
entrar por el bautismo. 72

Estos naturales una vez convertidos se acercaban a los


mentas con tanta fe y constancia que daban ejemplo a los
españoles, con lo cual Dios elevaba el grado de justos a los que
considerados como indignos. 73
Con base en el libro del Éxodo y teniendo en mente la

70
Memorial para su Santidad en favor de los naturales que se envió al
fray Diego de Valadés (s.f.), en]. García Icazbalceta, NCDHM, vol. IV, p. 256.
71
T. de Benavente, Historia ... , trat. 1, cap. XIV, p. 59.
72
!bid., trat. u, cap. III, p. 85.
73
T. de Benavente, Memoriales..., pp. 128 y ss.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 121

san Agustín, Motolinía identificaba a los indios mexicanos


nuevo Israel, sometido a la idolatría en Egipto, diezmado
plagas de la conquista, las epidemias y los trabajos forzados,
alcanzar "la tierra prometida de la Iglesia cristiana". 74
Luis de Fuensalida consideraba a los indios incluso supe-
a los españoles y señalaba: "de sus bondades, del temor di-
del aparejo que hacen para morir, de sus confesiones, de sus
~lCl<>ne:s, de su saber... el lloro de sus pecados, las lágrimas de
lllelfOClOrtes. el ayuno, el azotarse, máxime las Pascuas, su conti-
a los oficios divinos; mídanse estas cosas y verán cuánta
nos hacen". 75
razón para comparar a la Iglesia indiana con la primitiva
comportamiento de los misioneros, su pobreza, sus virtudes,
el amor que sus fieles les tenían, todo lo cual los asemeja-
apóstoles.76 Motolinía cuenta que cuando uno de los frailes
lesJ>edía de sus indios para ir a otro lugar, éstos salían varias
acompañándolo "como hacían los de Efeso con el glorioso
san Pablo, besando sus manos, abrazados de su cuello se
de su santísimo maestro y padre". 77 Es de notarse que la
-·""'r"'" se hace con el gran evangelizador de los gentiles, pues
ren:lllOiSOS, igual que él, dedicaban su vida a la misión salvadora.
tutDle:n se prestaba a comparación con el cristianismo original
de principio que tenía la nueva Iglesia. Significaba ini-
religión de Cristo en otro mundo partiendo de la nada como
hecho el mismo Maestro, lo cual nunca había sucedido
desde los tiempos evangélicos. Sahagún dice al respecto: "Casi
el orbe cristiano es notorio que después de la primitiva
acá, no ha hecho en el mundo Nuestro Señor Dios cosa tan
como es la conversión de los gentiles que ha hecho en

A. Brading, Mito y profecía ... , pp. 36 y ss.


de Luis de Fuensalida al obispo de Santo Domingo, Tlaxcala, 29 de
1533, en Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario de Nueva España ... ,
p. 9~.
de Benavente, Memoriales ... , p. 159.
p. 155.
122 1 Eljranciscanismo en Nueva España

nuestros tiempos en estas islas del mar océano desde el


1520 hasta este año de 1564". 78
Pero no solamente era el hecho de que se sembraba por
ra vez el Evangelio en estas tierras; la cantidad en el número
conversiones, la calidad de las mismas, la existencia
mártires, tanto entre los recién convertidos (los casos de los
de Tlaxcala, Cristóbal, Antonio Xicoténcatl y Juan)/ 9 como
los misioneros, daba a la cristiandad indiana un parecido
dinario con la primitiva.
Un pequeño problema al comparar ambas Iglesias lo
la ausencia de milagros, sin embargo, los frailes lo '-""~'"'-<UV. .
ciendo que no eran necesarios, pues el mayor prodigio era la
versión de tantas gentes sin ellos. 80 En última instancia, de
con la doctrina de la interiorización cristiana, eran más
tes las vidas buenas que los milagros materiales. Zumárraga
respecto: "ya no quiere el redemptor del mundo que se hagan
gros, porque no son menester, pues está nuestra santa fe
por tantos millares de milagros como tenemos en el
viejo y nuevo. Lo que pide e quiere es vidas milagrosas, e
humildes, pacientes, caritativos, porque la vida de un rrioti~lnAJ
continuo milagro es en la tierra". 81
Después de comparar a la Iglesia de Indias con el e
primitivo, se presentó la posibilidad de hacer lo mismo entre
mera y la española, de lo que resultó que la comunidad uu•vuu1......
era superior a la peninsular. Sobre esto nos dice Motolinía:
chas veces he oído a religiosos siervos de Dios y a españoles
cristianos, temerosos de Dios, que vienen de España, que

78
Bernardino de Sahagún, Coloquios y doctrina cristiana ... , p. 72, fol. 26
79
Motolinía (Historia ... , trat. III, cap. XIV, pp. 17 4 y ss.) narra este caso
labios de los niños las siguientes palabras: "¿No mataron a san Pedro
le y degollaron a san Pablo y san Bartolomé no fue desollado por Dios? ¿Pues
qué no moriremos nosotros por Él, si Él fuere de ello servido?" (p. 180).
80
Phelan señala que fue también causa de que los frailes no dieran
importancia a los milagros, el hecho de que querían evitar que los indígenas
ran de nuevo en idolatría. (J. L. Phelan, op. cit., p. 78.)
81
J. de Zumárraga, op. cit., pp. 58 y ss.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 123

cristiandad, más fe, más frecuentación de los santos sacra-


más caridad y limosna a todo género de pobres que no en
España". 82 Esta superioridad moral se acentuaba aún más
se comparaba a la Iglesia indiana con la del resto de Euro-
de la cual había abrazado el protestantismo.
comunidad, en la que se realizaban los ideales evangé-
purificadores del cristianismo, era para los franciscanos la
de la Iglesia universal. Ésta, ciertamente, había perdido
reino celestial a los heterodoxos, pero los neoconversos
llenaban con creces esos lugares.
idea del valor compensativo, tan cargada de referencias a la
dl Dio:; de san Agustín, es clarísima en casi todos los francis-
Yno sólo en los que pasaron a evangelizar América. Fray Fran-
Castrocaro en su Oratio venerandi, Quiñones en su Obedien-
en su Epítome, y a fines del XVI, Moles, 83 señalan el gran
de la Iglesia indiana al haber introducido en la comunidad
a millones de paganos que la resarcían de las pérdidas
por la herejía luterana.
los misioneros, la idea es aún más persistente. Zumárraga,
f~·"'~"v, señala en una de sus doctrinas:

cuando me paro a pensar las grandes adversidades que han


a la cristiandad por nuestros grandes pecados, la ceguedad
ha procurado introducir en ello el Demonio, la variedad de
que vemos e habemos visto; las sectas y títulos de teó-
las porfías e diferencias de ellos, conozco que por singu-
beneficio e misericordia divina ha sido conservada la pureza
esta verdad y no ha permitido Dios que el poder de tanta
J COIIUWiiOn e tinieblas ofuscase y echase del mundo la luz que esta

Carta de Motolinía al emperador, 2 de enero de 1555, en T. de Benavente,


, apéndice I, p. 415.
de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. X, vol. 11, pp. 44 y ss; Wadding, 11nnales
XVI, pp. 362 y ss., apud]. Messeguer, "Contenido ... ", p. 486;]. B. Moles,
§s. 23 v. y ss; fray Francesco de Castrocaro, Oratio Venerandi ... adversus
Luterum, apud Adriano Prosperi, "America e Appocalisse ... ", en Critica
año XIII, núm. 1, pp. 19 y SS.
124 1 El Jranciscanismo en Nueva España

santa doctrina tiene. Todos acudimos a esta seña después


nuestras porfías y así la ha escapado el Señor de los peligros
naufragios de las diversidades de opiniones de hombres; que
que los menosprecien y olviden los que con más diligencia
habían de seguir, a lo menos los niños en las escuelas y los ·
que se enseñan en los monasterios comiencen a tartamudear
ella. 84

Sahagún en la introducción a su Historia nos da un párrafo


cual la idea de compensación es mucho más clara, pues dice:
to, parece que en estos nuestros tiempos, y en estas tierras
esta gente, ha querido Nuestro Señor Dios restituir a la
que el Demonio le ha robado [en] Inglaterra, Alemania y
en Asia y Palestina, de lo cual quedamos muy obligados de
cías a Nuestro Señor y trabajar fielmente en esta su Nueva
ña". 85 Y en el mismo sentido fray Diego Valadés señala: "Por lo
podemos decir sin injuria alguna que si aquel impío Martín
trastornó tantas provincias y ciudades con sus perversas
otras tantas regiones fueron reducidas por aquel otro que
llevaba el nombre de Martín [de Valencia] ... "86
Finalmente, tenemos un ejemplo de este pensamiento en
Daciano, fraile danés de noble cuna que salió de su tierra a
del avance del protestantismo y que llegó a México con el
convertir a la nueva gentilidad; 87 su actitud estaba guiada
idea de ganar para la religión católica otras almas con las
lugares que los herejes habían dejado serían llenados.
Esta visión optimista de la Iglesia indiana estaba marcada
un fuerte providencialismo. Dios había preparado la llegada de
ligiosos a México con presagios y prodigios y había ayudado, a
conquistadores primero y a los frailes después, a destruir las
trías y a liberar a los indios de las garras de Satán. No cabía

84
Prólogo a la Doctrina cristiana más cierta y verdadera para gentes sin
letras en que se contiene el catecismo e información para indios, en J. García
Don fray Juan ... , vol. II, pp. 48 y ss.
85
B. de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, vol. 1, p.
86 Diego Valadés, Rethorica cristiana, parte IV, cap. XXIII, fol. 223, p. 505.
87 A. de Vetancurt, op. cit., vol. IV, p. 302.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 125

duda alguna de que la Divina Providencia tenía prepa-


tierra para un destino glorioso: la comunidad eclesiástica
Indias, con todas las características del cristianismo prístino,
IIRJ!ltat>a la salvación para la religión. Era por tanto un deber
frailes, emisarios y colaboradores de la Divina Providencia,
como una joya preciosa en su pureza original. 88
ello atentaban los españoles laicos cuyo comportamien-
veces inmoral, era un escándalo para los indios y cuyo
explotación perjudicaba el avance del Evangelio; 89 ante esta
algunos frailes pensaron que la solución era que los pe-
laicos salieran de la colonia y que en ella se creara un
de religiosos y de indios y así lo propusieron en 1546 en la
de prelados y representantes de las principales órdenes. 90
a esta idea se refiere una carta del ayuntamiento de
al rey del6 de mayo de 1533, que dice:

tJIIIU'elrnel:en:>e [los franciscanos) tanto en las cosas des te siglo que


mandar todo posponen; mandan los indios e quieren ser
yjueces dellos; entremétense en pleitos e causas civiles e
-'--'-·-•-- e si en esto no les hubiese ido a la mano vuestra Au-
Real todo lo gobernasen e mandaran a su querer... e so
de la conversión de los indios, quiérenlos tener tan sujetos
procuran que ningún español que les tenga en encomienda
se sirva dellos, e así por su causa e inducimiento no sirven e
a malas con los españoles ... Los dichos frailes, por mejor
lo que quieren, dicen y desean no haya en los pueblos de
españoles, porque no les vean lo que hacen, e porque los
IIISJianclJes les dicen e reprehenden lo que mal usan, no están
con elle>; no miran a lo que se debe hacer con los españoles
para la perpetuidad desta tierra, sino querer ser señores de ella. 91

illDlummdlo muchas de las tendenciosas aseveraciones de la car-


del odio contra los frailes cuya defensa de los indios perju-

L. Phelan, op. cit., p. 76.


A. Maraval, op. cit., p. 220.
García Icazbalceta, Donfray]uan... , vol. 1, p. 255.
F. del Paso y Troncoso, op. cit., vol. II, p. 33.
126 1 El franciscanismo en Nueva España

dicaba los intereses de los españoles, nos queda un hecho


franciscanos querían que los conquistadores salieran de
paña y convertirse en los gobernadores de ella, pero no
propio beneficio, como insinuaba la precitada misiva, sino
defender a los indios, como hijos suyos, contra la rapiña
peninsulares laicos.
Al no lograr lo que se proponían, los frailes menores se
maron con separar a los nativos del resto de la población;
pueblos exclusivamente para indios y se negaron a enseñarles
tellano para que no se contaminaran con el mal ejemplo de
pañoles. Por la misma causa algunos exigían que no se
la conquista por las armas si antes no se intentaba la evCJmg-,etiz~
pacífica, con lo cual se evitaba que las comunidades indígenas
ran en contacto con los blancos, además de que se facilitaba
netración de una religión que predicaba el amor y se seguía
dición de Cristo y sus apóstoles que evangelizaron con la paz.
frailes pidieron además que se les dejaran las facultades de
y castigar a los indios "por los delitos que cometieren
bautizados y compelerlos a venir a la doctrina y los oficios
nos". 92 Con el poder que ejercían y con la ayuda de los niños
dos por ellos, los frailes desarrollaron una persecución
contra los idólatras y castigaron con violencia, y a veces con la
te, a los sacerdotes y caciques que continuaban practicando la
gión prehispánica. 93 Todas estas actitudes, teñidas de un
paternalismo, eran motivadas en buena medida por el
conservar a la Iglesia indiana sin mancha.
El deseo de los frailes de aislar a los indígenas para mantenell
en su pureza "evangélica", fue una de las causas de los serios

92
Carta de Zumárraga al emperador, Valladolid 1538, en Genaro
mentas inéditos o muy raros para la historia de México, vol. XV, p. 42.
9
~ Miguel León Portilla (Los franciscanos..., pp. 32 y ss.) da el ejemplo
sacerdote de Tezcatlipoca en Tlaxcala que fue mandado azotar en 1526 por
Luis de Fuensalida; Roberto Moreno de los Arcos, en su artículo "La
para indios ... " (Chicomóztoc, vol. n, p. 13), señala, basado en una lámina de la
ria ... de Diego Muñoz Camargo, que fray Martín de Valencia intervino en el
ciamiento de varios caciques de Tlaxcala.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 127

entre los religiosos y las autoridades civiles y eclesiásticas


el siglo XVI. Éstas los acusaban de usurpar funciones que
correspondían, mientras que los mendicantes, que habían
un gran poder sobre los indios en los primeros tiempos,
estar defendiendo a la Iglesia primitiva indiana de la conta-
que los funcionarios civiles y clérigos traían.
M'in\hPin de los franciscanos de fundar en Nueva España un reí-

era, además de una muestra del ideal de llegar al cris-


prístino, una manifestación de las creencias escatológicas
de la orden. Surgida a raíz de algunos libros bíblicos, especial-
ellibro de Daniel y el Apoca:lipsis de san Juan, esta creencia
desarrollado durante la Edad Media, sobre todo en las
críticas, y consideraba la destrucción del universo algo in mi-
Algunas tendencias escatológicas llegaron a postular la desa-
de las jerarquías sociales y el surgimiento de un reino de
que duraría mil años, basados en el versículo 20 del
bl~psi1s. A estas tendencias se les llamó, como vimos, mile-

John Phelan, seguido por otros autores como Georges


el milenarismo era una idea muy generalizada entre los
menores que llegaron a Nueva España, los cuales se sentían
ll'ulner1tos de Dios para consumar la evangelización universal
al finis mundi. Estos historiadores sostienen que la
de los franciscanos novohispanos de crear un estado indígena
,....., 11a,uLo•uv y autónomo de los españoles proviene de las tesis

de Fiore y se puede equiparar al reino milenario que


de sus seguidores anunciaban. Esto, según Baudot, fue la
de los fuertes enfrentamientos entre frailes y encomenderos,
de la rebelión franciscana contra la primera Audiencia y
propuesta de una Iglesia sin diezmos y sin obispos compara-
la Iglesia de los monjes deljoaquinismo. 94
Frost ha negado atinadamente esta supuesta filiación
· de los franciscanos novohispanos con argumentos has-
acertados. El milenarismo medieval casi siempre estuvo rela-

Cfr. J. L. Phelan, op. cit.; Georges Baudot, Utopía e historia ...


128 1 El franciscanismo en Nueva España

donado con tendencias anarquistas y fue considerado netero111


cosa que nunca presentaron los franciscanos novohispanos.
poco apareció entre ellos la necesidad de señalar una fecha
para el fin de los tiempos, como a menudo lo hacían los
tas, y que también estaba prohibido por la ortodoxia. Los
Motolinía donde se pide una Iglesia sin diezmos y sin om.spe~s.
pueden ser juzgados como joaquinitas, pues lo que proponía
nista era la búsqueda de la Iglesia evangélica, es decir un
los orígenes, más que un estado como el de Joaquín, que
idea de desarrollo y evolución predicaba la desaparición de
denes anteriores. Por otro lado, es un poco difícil pensar
frailes quisieran instaurar el reino milenario, que era un
igualdad, cuando vemos su afán por mantener las jerarquías
sociedad indígena en los pueblos que organizaron y su
minio sobre ellos. En todo caso, concluye Elsa Frost, todos
tos que los partidarios del milenarismo novohispano aducen,
den entrar perfectamente en el ámbito de la escatología
ortodoxa de corte agustiniano, dentro de la cual "intentaron
car el surgimiento inesperado y sorpresivo de un nuevo
Así, bajo la óptica escatológica agustiniana, podemos leer
los textos que se han aducido para comprobar supuestas
cias milenaristas en los franciscanos que pasaron a México
siglo XVI. Uno de ellos es el que escribió Quiñones a los
doce y que se encuentra en la Obediencia:

[... ] mas ahora, cuando el día del mundo va declinando a la hora


undécima, 96 sois llamados vosotros del Padre de las compañas
(sic), para que vais a su viña, no alquilados por algún precio como
otros, sino como verdaderos hijos de tan gran Padre, buscando

95
E. C. Frost, "¿Milenarismo mitigado o imaginado?", Actas del
Historia Mexicanista; "A new millenarian: Georges Baudot", en The Americtu,
36, núm. 4, pp. 515-526.
96
Según Phelan, la mención de la hora undécima, tomada de Mateo, 20,
rivó posiblemente de Nicolás de Lyra que comparaba las horas del día
desarrollo de la humanidad, y que señalaba que la mencionada conrespondfl
tiempo entre la venida de Cristo y el fin del mundo y durante ella los
serían llamados a la fe. (J. L. Phelan, op. cit., p. 42, n. 31.)
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 129

vuestras propias cosas, sino las que son de Jesucristo, corráis


labor de la viña sin promesas de jornal, como hijos en pos de
Padre. 97

cita es una clara muestra de que el ambiente español del


estaba cargado de presagios apocalípticos, y a los mismos
la continua representación del juicio final en el teatro
Pero en ninguno de los dos casos podemos hablar

Martín de Valencia es otro ejemplo interesante a este res-


Según fray Francisco Jiménez, su primer biógrafo, el venera-
había leído el Libro de las conformidades, obra del joaquinita
de Pisa. No obstante, en los hechos de su vida y en las
que el biógrafo nos narra, lo que encontramos solamente
lenguaje apocalíptico común de su época, sin rastros de
Una de las anécdotas más significativas a este respec-
la que narra cómo influyó en él la lectura del salmo 58 donde
Convertentur ad vesperam et famem patientur ut canes. 98 Este
lo movió a pasar a Nueva España, pues fue interpretado
fraile como una profecía a propósito de la entrada de los
a la fe. Así, después de leerlo exclamó: "iOh! ¿y cuándo
¿cuándo se cumplirá esta profecía? no sería yo digno de
convertimiento, pues ya estamos en la tarde y fin de nues-
días y en la última edad el mundo"; 99 poco después le tocó
en el púlpito y, mientras lo hacía, "vio en espíritu muy
muchedumbre de ánimas de infieles que se convertían y ve-
la fe y bautismo". 100

de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. X, vol. II, p. 45.


por la tarde y padecen hambre como los perros". Aunque este
hecho como una oración contra los enemigos, fray Martín seguramen-
atb>Jrnrt>tñ en el sentido de considerar a los gentiles de América como los pe-
llegaban en la tarde de los tiempos a la ciudad celestial.
de Benavente, Historia ... , trat, m, cap. n, p. 122.
El mismo hecho lo narra J. de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. IV, vol. IV, p.
se basaron en la biografía de Valencia hecha por fray Francisco Jiménez
,...,,......,.. u, en el apéndice.
130 1 El franciscanismo en Nueva España

Pero de todos los frailes de la época que tratamos, es


Toribio de Benavente (Motolinía) el que más claramente
esta idea escatológica. Fue Motolinía quien exhortó a Carlos
que apresurara la predicación del Evangelio por todas
virtiéndole que estaba llamado a ser "caudillo y capitán
de Jesucristo ... que ha de henchir y ocupar toda la tierra",
dando al dux novus de los últimos tiempos. 101 Fue también él
según Delno West, organizó la gran representación que se
Tlaxcala sobre la toma de Jerusalén, tema también a"V'I.olCi\lOV
las expectativas escatológicas. 102 Y fue él también el
manifestó por escrito la idea de que los extremos de la
Nuevo Testamento se tocaban, pues si con la Iglesi2.
toda su perfección, se había iniciado el peregrinar del
Cristo, con la Iglesia indiana, imitadora y espejo fiel de
terminarían los tiempos antes de la segunda venida del
este respecto dice en su Historia:

Preguntáis ¿qué tan grande es su Iglesia? dígote que a solis


usque od occasum... (salmo 112,3), desde oriente hasta occ:tae:nte l!l!
en toda esta grande Iglesia de Dios es y ha de ser el nombre
Dios loado y glorificado; y como floreció en el principio la
sia [en] oriente, que es principio del mundo, bien ansí agora,
el fin de los siglos, ha de florecer en occidente que es fin
mundo. 103

Esta especie de ley geohistórica (para usar la expresión de


lan), 104 según la cual el cristianismo iba de Este a Oeste,
fue usada por Sahagún, aunque en él no tomó tintes aDIDCa.llDI~
Fray Bernardino llamó a este proceso la peregrinación de la
sia, pero si bien aceptaba, como Motolinía, que dicho avance
bía dado de Oriente a Occidente, discrepaba de él en que no

101
Luis Weckmann, "Las esperanzas milenaristas de los franciscanos ...
Historia Mexicana, vol. XXXII, núm. 1, p. 98.
102
D. West, op. cit., p. 310.
103
T. de Benavente, Memoriales ... , p. 220.
104
J. L. Phelan, op. cit., p. 46.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 131

detuviera en América y por lo tanto negaba la cercanía del


mundo. Sahagún escribía en 1576 y en su pensamiento in-
varios hechos: la zona por evangelizar se amplió hacia
de Filipinas, China y Japón, y por lo tanto el proceso de
no podía detenerse en el Nuevo Mundo; 105 por otro lado, la
...u ....-. •. vu causada por las pestes disminuía las posibilidades de

indiana; 106 y finalmente la convicción pesimista de que


bastante superficial entre los indígenas de la Nueva Espa-
que hacía difícil fundar en ella la Iglesia pura de los últimos
107

ideas no las tuvo solamente un anciano que había vivido la


~.uzano'n desde un principio, que había visto el derrumba-
de la visión optimista de la Iglesia indiana y que al final de
aceptaba resignado los hechos; el mismo pensamiento ha-
fray Martín de Valencia, que muerto en 1534, vivió aún
de la época dorada de las misiones del XVI. En una de sus
visiones, fray Martín observó que atravesaban un río dos
con sus hijos; una era fea, al igual que su niño, y ambos pa-
el cauce tambaleándose, la otra, hermosa como su vástago,
presurosa y con la mirada fija en el fraile. Valencia interpre-
esto así: la primera era la Iglesia de Nueva España

cuyos hijos parecen tener mal de ojos, por la poca luz que de su
talento alcanzan, los cuales pasan por la corriente de los
misterios del cielo turbados y como enajenados sin saber dar
de sí; la otra mujer hermosa y graciosa, se le declaró, era
tierra nueva y nueva Iglesia que se descubriría, con que Cristo
de los años de servicios tan largos, ha de casar y tomar
heredad preciada y última profesión, como los fines de la
y del siglo, cuyos hijos también serán hermosos ... 108

de Sahagún, Historia ..., apéndice al lib. XI, inc. 7, vol. m, pp. 355 y ss.

, lib. X, vol. III, pp. 157 y SS.


de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. IX, vol. IV, pp. 31 y ss., quien la toma de F.
Vida de fray Martín de Valencia, vid. apéndice.
132 1 El franciscanismo en Nueva España

Poco después Valencia encabezaba una pequeña misión


llegó a Tehuantepec con el fin de atravesar el océano y
a estas gentes, aunque al parecer no tenían conciencia de
China. 109 El viaje no se realizó, pero la idea de ir al Lejano
a buscar el elemento humano para una nueva cristiandad
tente y se manifestó de nuevo en fray Juan de Zumárraga
to con el dominico Betanzos, pretendió, también sin éxito,
el Pacífico para misionar. En una carta que ambos
príncipe Felipe fechada el 21 de febrero de 1545, después de
gracias por la licencia que se les había concedido para
viaje apostólico a China, lamentaban que fray Bartolomé de
sas, que iba a ir con ellos y que había sido enviado a pedir
al papa para que fray Juan pudiera renunciar a su vu.•~"''"."'fl!
hubiera podido cumplir con su misión a causa de su pn>mc)Cl(lill
episcopado de Chiapas; por esta razón suplicaban a Felipe
licitara al Pontífice la licencia para que Zumárraga pudiera
donar su cargo e ir a tan anhelada misiónY 0
Es interesante notar en todas estas actitudes un desencanto
Iglesia indiana en algunos franciscanos de la primera época.
recaídas en la idolatría y en los vicios por parte de los ·
incluso entre los egresados de sus colegios, hacían a la Nueva
ña inepta para plantar la Iglesia de los últimos tiempos. Por
el fin del mundo se retrasaba hasta que llegara la
de la última Iglesia, la de China, en la que se daría, entonces
anhelada utopía.
El deseo de regresar al evangelismo primitivo que tuvo
implicaciones entre los franciscanos, fue para ellos un motor y
medio en la cristianización. Como motor, la búsqueda del
evangélico original los llevó al deseo de reestablecer la religión
toda su pureza en Amé.rica, y movidos por ese anhelo
cabo una extraordinaria labor encaminada, en parte, a realizar

109
Motolinía (Historia ... , trat. III, cap. V, p. 137) no menciona China
habla de este viaje; Moles (op. cit., fj. 55v.) señala que su intención era
Lejano Oriente, aun antes de que se supiese de la existencia de gentes como
que Valencia pensaba que vivían ahí.
11
°CDIAO, v. XXXIII, pp. 531 y SS.
La pobreza franciscana en Nueva España 1133

Este ideal fue también un medio, pues en muchos aspectos


del ejemplo de los apóstoles para llevar a cabo su misión, ya
Iglesia primitiva era la única digna de comparación e imita-
para fundar la de las tierras recién conquistadas.

pobreza franciscana en Nueva España

del ideal de regresar al evangelismo primitivo, y más particu-


como una imitación de Cristo y sus apóstoles, se encuen-
búsqueda de la pobreza; pero como este elemento es la carac-
más notable y específica de la espiritualidad franciscana es
dedicarle un inciso aparte.
búsqueda de la pobreza fue una constante en todos los
lftR:eu¡~acton~s de México y se manifestó en una gran variedad de
Mendieta nos dejó un cuadro bastante completo de ellas,
todo en los primeros doce, de los cuales dice:

[...)veían en todos ellos una gran mortificación en sus cuerpos,


andar descalzos y desnudos con hábitos de grueso sayal cortos y
rotos; dormir sobre una sola estera con un palo o manojo de
hierbas secas por cabecera, cubiertos con sólo sus mantillos vie-
jos, sin otra ropa y no tendidos sino arrimados, por no dar a su
cuerpo tanto descanso; su comida era tortillas de maíz y chile y
cerezas de la tierra y tunas ... y cuando hacían sus moradas no
querían sino que fuesen humildes y bajas ... Sobre todo el menos-
precio de sí mismos, mansedumbre y humildad; inviolable ho-
nestidad no sólo en la obra sino en la vista y palabras; desprecio
del uro y de todas las cosas del mundo; paz, amor y caridad entre
sí y con todos. 111

cierto que tal rigidez de vida se refiere a los superobservantes


procedían de la provincia de San Gabriel, sin embargo encon-
casos similares, aunque quizá con una austeridad menos
en muchos de los otros franciscanos que llegaron a la
España en la primera mitad del siglo XVI.

J. de Mendieta, op. cit., lib. lll, cap. XXX, vol. II, pp. 96 y ss.
134 1 El franciscanismo en Nueva España

Con el fin de tener una visión más amplia de este elemento


franciscanismo, es necesario desglosarlo en sus varias partes. La
breza podía manifestarse en el desapego a los bienes
en la humildad. Respecto al primero, los frailes menores de
España mostraron siempre un gran desprendimiento; en el
do, los doce usaron largo tiempo el que habían traído de
incluso alguno lo mandó devastar y volver a tejer a causa de
turas, pero finalmente tuvieron que usar un sayal burdo que
indios les tejieron. En cuanto a las vestiduras sagradas sólo
tener dos casullas de seda o paño honesto y se prohibió que los
les recibieran de los indígenas ornamentos bordados. 112 Pero
ramente era la descalcez absoluta el más pesado de los man<fllll
franciscanos, 113 sobre todo teniendo en cuenta que los frailes,
sus largas caminatas misionales, rarísimas veces usaban
todas las jornadas las hacían a pie. Un caso patético de la
estos trabajos fue el de fray Diego de Olarte, que había sido
do de Cortés pero que después de una asombrosa rf\lnuP·r~i.r.nt
había transformado en uno de los mejores elementos de la
de él nos cuenta Mendieta:

Yo que esto escribo, lo acompañé un año siendo provincial de


esta provincia y pasando sierras muy ásperas en tierras calidí·
simas ..., le vi en veces tan decaído del gran calor del sol, cami-
nando por las tardes, que no podía dar paso adelante ... y como
los indios, previniendo la inminente necesidad, llevasen caba-
llos ... para los tales caminos fragosos y ellos y yo le importunáse-

112
Ordenanzas que hicieron los primeros frailes de Nueva España, las
fueron aprobadas en 1541 por fray Vicente de Lunel, ministro general, y
Paulo III (apud ibid., lib. m, cap. XXX, vol. II, p. 102). Estas leyes se basaron
mente en los Estatutos generales de Barcelona de 1451 que prescribían que "en
las cosas que pertenecen al hábito de los frailes ... resplandezca siempre en
tros vestidos aspereza, vileza y pobreza" (fj. 27 r.) y que en los ornamentos
reciban cosas preciosas (fj. 24 r.).
113
Las ordenanzas citadas en la nota anterior reafirmaban lo dicho por
Estatutos generales de Barcelona (fj. 28 r.) sobre la obligatoriedad de la
aunque consideraban que con un permiso especial, casi siempre para con los
cianos, se podían usar sandalias.
La pobreza franciscana en Nueva España 1135

que subiese un poco ... no lo podíamos acabar con él... Otras


en caminos pedregosos y llenos de espinas ... se iba lasti-
rozando y desangrando los pies y le rogábamos se pusie-
unas sandalias ... y nunca se las quiso calzar, sino que a todo
114
..,....,..uaa, ya poco queda.

comida era muy pobre y escasa. Cuando no tenían las horta-


su huerto, "hacían cocina de las manzanillas silvestres de la
cosa que apenas con mucha hambre se puede comer, pues
o manteca había en aquel tiempo para guisarlas?" 115 La
sólo la probaban una vez al año, por carnaval, pero la canti-
risible pues consistía en una gallina para toda la semana y
la comunidad. Finalmente, el vino sólo lo consumían al
. Con tan escaso alimento y tan arduos trabajos, "acaecía
religiosos ... venir a tanta flaqueza que se caían de su esta-
lllelandlo visitando por los caminos y alguno certificó de sí que
las veces que tropezaba, caía en el suelo porque no tenía fuer-
hacer piernas". 116
franciscanos de Nueva España observaron siempre, en esta
época, el mandato de la regla que estipulaba no llevar di-
comida para el camino. A menudo llegaban a los mercados
indios y pedían tortillas, chiles, capulines y tunas y eso era lo
~.......... Sin embargo, fray Juan Focher, después de recordar a
esta prohibición, agregaba que estaban exentos de este
los misioneros que iban entre bárbaros, pues "lo que no
lo convierte en lícito la necesidad" .117
la pobreza de las viviendas puede decirse lo mismo que
aspectos anteriores. Ya Motolinía señalaba que los conventos
ICJS(:anc)S parecían a los españoles muy chicos y aseguraba que
día van haciendo casas más pequeñas y más pobres". Una
ciertamente, era la disminución de los frailes pero también

de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. XXXVI, vol. IV, pp. 101 y ss.
Testimonio de fray Diego de Alomonte sobre los doce primeros, apud M.
Historia ... , vol. I, p. 193.

Focher, (ltinerarium Catholicurn) ... , p. 34.


136 1 El franciscanismo en Nueva España

influía mucho en ello el espíritu franciscano. 118 Las


1541 dicen al respecto: "los edificios que se edifican para
de los frailes sean paupérrimos y conformes a la voluntad de
tro padre san Francisco, de suerte que los conventos de tal
se tracen que no tengan más de seis celdas en el
este respecto son interesantes los datos de que el primer
de San Francisco de México era de tal hechura que resultaba
so malsano y el de Guadalajara estaba fabricado sólo de tierra,
be y paja. De hecho, las primeras edificaciones religiosas
hicieron en los poblados eran pobres capillas y chozas
con estos pobres materiales. Los grandiosos conjuntos
franciscanos que conocemos en Cholula, en Huejotzingo
Tlaxcala, fueron construidos después de 1550 y no
tanto a la época que tratamos. 120
Una anécdota nos da idea de lo que era el espíritu de los
ros misioneros sobre este aspecto y como vieron las
introducidas. Cuando fray Francisco de Soto visitaba el
de Xochimilco y oyó que en el arco toral se colocarían unos
les de piedra, respondió: "eso es dar una higa de piedra a la
pobreza". 121
A pesar de algunos ejemplos suntuosos de construcciones
canas, no podemos negar que muchas de sus iglesias y casas
segunda mitad del siglo XVI muestran una austeridad notable,
los casos de Otumba y Huexotla. Por otro lado la sencillez <W
construcciones novohispanas de la época, que por la ...........~.
diseño y construcción se hicieron de una sola nave, se acentúa
más en las de los frailes menores, en las cuales hasta la
de las portadas y las capillas abiertas nos muestra el deseo
gresar a la pobreza y sencillez del cristianismo primitivo. 122
La otra manifestación del anhelo de pobreza fue la uu'·""'A"""'
que se dio en varias formas. Fray Martín de Valencia por

118
T. de Benavente, Memoriales ... , p. 248.
119
J. ele Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XXX, vol. 11, p. 102.
120
G. Kubler, op. cit., pp. 335 y 557 y ss.
121
P. ele Oroz, op. cit., p. 61.
122
J. L. Phelan, op. cit., pp. 76 y ss.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 13 7

IDDlplttcía en humillarse ante sus subalternos confesando públi-


sus culpas y azotándose frente a ellos. 123 Esta actitud fue
a casi todos los primeros misioneros, de quienes fray Die-
WIJiadc~s dice: "Estas trece lumbreras [incluye a Gante] tuvieron
principal objetivo atraer aquellas bárbaras naciones con el
de su vida y doctrina, al conocimiento de Dios ... Ellos de
manera ambicionaban honores y estimación" .124
efecto, otra manifestación de esta virtud fue el desprecio que
franciscanos mostraron por las dignidades, en especial por las
~'"'au;;,. Fray Andrés de Olmos, por ejemplo, era una persona
y de gran santidad y varias veces fue propuesto para car-
en la orden, pero para que esto no sucediera, siempre se excu-
y pedía permiso para llevar a cabo una de sus extraordinarias
125
A otros franciscanos como Francisco de Soto, Antonio
Rodrigo, Luis de Fuensalida, Juan Suárez, Francisco
Juan de Aora, Diego de Olarte, Pedro de Gante y Juan de
Francisco se les ofrecieron obispados pero los rechazaron. No
esta actitud, algunos menores llegaron a ser obispos, aun-
aceptaron el cargo obligados por sus hermanos, y en última
· continuaron viviendo como verdaderos seguidores del
de Asís. Ya Motolinía señalaba que

entre esta humilde generación, convenía mucho que fueran


obispos como en la primitiva Iglesia, pobres y humildes, que
buscaran rentas sino ánimas, ni fuera menester llevar tras sí
más de su pontifical y que los indios no vieran obispos regala-
vestidos de camisas delgadas y dormir en sábanas y colcho-
nes y vestirse de muelles vestiduras, porque los que tienen áni-
mas a su cargo han de imitar a Jesucristo en humildad y pobreza
y traer su cruz a cuestas y morir en ella. 126

agregaba que la " ... provisión tan acertada de prela-


·.ar&¡¡;;uuJ<:Ola
eclesiásticos y sacerdotes verdaderos despreciadores de las co-

de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. V, vol. IV, pp. 22 y ss.


Valadés, op. cit., parte IV, cap. XXIII, fj. 112, p. 481.
lib. V, cap. XXXIII, vol. IV, pp. 93 y ss.
T. de Benavente, Historia ... , trat. III, cap. IV, pp. 134 y ss.
138 1 El franciscanismo en Nueva España

sas de la tierra ... fue, después de Dios, la causa total y el ·


to de hacerse la conversión de estos naturales con tan buen
mento ... "127
El caso más señalado de estos prelados franciscanos que
ejemplo de una gran pobreza fue fray Juan de Zumárraga, del
nos dice Mathías Alonso:

[... ]así se mantuvo... por los días de su vida, no le sirviendo de ré-


mora la dignidad episcopal para practicar los mismos ejercicios
penales que tuvo en la religión. Siendo tantas y tales las austeri-
dades que prescribe nuestra seráfica regla, las observó a la letra
como lo hacía en el Abrojo. Sabía muy bien que aunque por
obispo en cuanto al vínculo legal estaba libre, en cuanto al moral
siempre mantuvo el peso de su estado como verdadero religioso.
Su hábito fue siempre de sayal muy áspero, su dormir poco y la
cama siempre dura... Su comer y beber y vestir era muy limpio
teniendo en la memoria la cartilla de san Buenaventura... y sin
dejar de ser pobre. En su mesa no permitió que se sirvieran más
platos que en el refectorio, delante del guardián, decía sus cul-
pas y acusaba sus defectos como si fuera un novicio. 128

La segunda Audiencia agregaba: "De la persona del dicho


to ya hemos dado a Vuestra Majestad noticia y tenérnoslo por
buena persona a lo que alcanzamos, porque principalmente le
nemas por un fraile sin intereses de hacienda, y de ·
ejemplo de vida ... "129 Además de esto, tenemos testimonios de él
mo al respecto; así, en una carta al emperador en la que se
de de los ataques de Delgadillo, señala: " ... porque ni yo tenía
,. ro ni otra persona que estuviese en mi compañía porque así
obligado por el voto de mi profesión y regla que me manda no
ner dineros ni pecunia, por mí ni por interpuesta persona"; 130 y

127
J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. m, vol. II, p. 24.
128
M. Alonso, op. cit., pp. 322 y ss.
129
Carta de la Segunda Audiencia al rey, apud M. Cuevas, Historia ... , vol.
p. 299.
13
°Carta de Zumárraga al emperador, Valladolid 1533, en M. Cuevas,
tos ... , pp. 17 y ss.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 139

..,..w•·•"u•v pone: "...y de este jaez les\ dije: [a los indios] las
me pareció convenían y que yo no les había de tomar ni
habían de dar oro, ni plata, ni ropa, ni de comer, ni cosa
e que yo no lo tomaría ni osaría tomarlo aunque ellos me lo
131
" Pero fray Juan no sólo se conformó con practicar la po-
un verdadero franciscano, la recomendaba a todos como
necesaria, pues en su Regla de 154 7 y con un sabor muy
dice:

acaeciese que alguna vez te hallares en batalla, toma la cruz


es escudo de caballería... Los cabos de este escudo están en
manos del rey crucificado, porque los tres cabos della son
"'rPrlr•rP< de tres batallas. El cabo de la pobreza tiene victoria
la batalla de la avaricia. El brazo de la humildad vence la
de soberbia. El brazo de las adversidades y aspereza des-
la batalla de la sensualidad ... 132

otros dos franciscanos prelados de la época que tratamos


Martín Sarmiento de Hojacastro, segundo obispo de Pue-
Francisco de Toral, primero de Yucatán. Ambos se distin-
por su desapego a los bienes materiales y aceptaron la dig-
episcopal forzados por el voto de la obediencia y muy a su
pues su intención era mantenerse en el humilde estado de
menor. 133
de pobreza franciscana llevó a estos frailes a ver en los
a los seres apostólicos por excelencia; su desapego total a la
su simplicidad y humildad eran elementos que los hacían
para recibir el Evangelio y para crear entre ellos una Igle-
~~:jante a la primitiva. Motolinía es seguramente el que mejor
esta idea; fray Toribio de Benavente había cambiado su

del27 de agosto de 1529, en CDIAO, vol. Xlll, p. 156.


de Zumárraga, op. cit., pp. 349 y ss. En una carta a su sobrino da la misma
le dice: "Yo os lo hablo corno vuestro tío y corno padre que desea vues-
más que veros muy rico, porque los ricos con dificultad, según el
de Cristo, entran en el paraíso". (Segunda carta de Zurnárraga a su
en J. García Icazbalceta, NCDHM, vol. 11, p. 268.)
de Mendieta, op. cit., lib. V, caps. XLVII y LII, vol. IV, pp. 133 y ss. y 157 y ss.
140 1 El franciscanismo en Nueva España

apellido, con un notable sentido del franciscanismo, por el


náhuatl con el que los indígenas recibieron a los frailes al
pobres; 134 pero la miseria de los indios competía con la de los
giosos y éstos vieron en sus recién adoptados hijos una
milar a la que ellos predicaban y los consideraron hombres
licos, pues "... no tienen estorbo que les impida para ganar el
de los muchos que los españoles tenemos y nos tienen
porque su vida se contenta con muy poco, y tan poco que
tienen con que se vestir y alimentar... " 135 Idéntica posición
taba Zumárraga cuando, en respuesta a ciertos caballeros
gustaban de verlo tan familiar para con los indios y le
suciedad y mal olor de ellos, dijo:

Vosotros sois los que oléis mal y me causáis con vuestro mal olor
asco y disgusto, pues buscáis tanto la vana curiosidad y vivís
delicadeces como si no fuésedes cristianos; que estos pobres iJlol
dios me huelen a mi al cielo, y me consuelan y dan salud; pues
me enseñan la aspereza de vida y la penitencia que tengo
hacer si me he de salvar. 136

El espíritu de pobreza de los religiosos de San Francisco


nifestó finalmente en su lucha por impedir la imposición del
mo a los indios. En la época que tratamos, los frailes se sustenltal
únicamente con limosnas; el rey les daba para "el pasaje y el
talotaje" 137 y además cálices, campanas y ornamentos para el
Una vez en Nueva España los indígenas les onm<>rCIOnlaD<m
mantenimiento y a pesar de que el emperador había también
cedido a todos los religiosos limosnas con dicho fin, los
...

134
La adopción de fray Toribio del apelativo Motolinía, vocablo náhuatl
la idea de pobreza, es narrado por J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XII,
p. 52.
135
T. de Benavente, Historia ... , trat. I, cap. XIV, p. 58.
136 J. de Mendieta, op. cit., lib. v, cap. XXVII, vol. IV, p. 80.
137
Carta colectiva de los franciscanos de México al Consejo de Indias,
20 de noviembre de 1555, en T. de Benavente, Memoriales ... , apéndice
471 y SS.
La pobreza fran ciscana en Nueva España 1 141

las aceptaron al principio y se conformaron con lo que los


les daban. No obstante, para la época de Mendieta recibie-
ayuda "por no ser cargosos a los indios que en ese tiempo
t;n.~"'hrP~". 138 El caso de Zumárraga a este respecto es una ex-
pues él venía como jerarca de la Iglesia y su sustento le era
el monarca; así, en una carta señala: "y que yo no les ha-
tomar ni ellos me habían de dar oro, ni plata ... porque Vues-
que acá me envió a servirle en lo que les había dicho
daba y yo no tenía necesidad". 139 Los encomenderos, aunque
"no quisieron ver clérigos ni frailes por sus pueblos",
después proveyeron a los religiosos de "mantenimiento y ves-
yornamento" .14°Como se ve, a los frailes les bastaba con el
que los indios y encomenderos les daban, e incluso la je-
formada por religiosos no necesitaba gran cantidad de di-
•pues eran frailes observantísimos de San Francisco; y ni ellos
IClllleron. ni pudieran, aunque quisieran, según su regla y pro-
,141 y aunque es cierto que se cobraban diezmos a los espa-
y que las dignidades episcopales poseían pueblos de indios
· estos bienes eran empleados para sufragar los gas-
las diócesis. 142 Sin embargo, aún en vida de Zumárraga se ini-
conflicto dentro de la Iglesia indiana ocasionado precisamente
cuestiones monetarias; a causa del aumento de los gastos de
de la formación de capítulos de canónigos y de la
de los ministerios por el clero secular, surgió la necesi-
allegar nuevos recursos económicos y se dispuso que no
españoles sino también los indígenas pagaran el diezmo. 143

de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XVII, vol. JII, p. 75.
a S. M., 27 de agosto de 1529, en CDIAC, vol. XJII, p. 156.
de Motolinía al emperador, 2 de enero de 1555, en T. de Benavente,
, apéndice 1, p. 409.
de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. m, vol. 11, p. 24.
IZmn:ír•·~.,., poseía el pueblo de Ocuituco y sus rentas sirvieron para muchas

cédulas propusieron este sistema (2 de agosto de 1533, 20 de febrero


y 8 de agosto de 1544), pero los que más empeño pusieron en la imposi-
este tributo fueron los del clero secular que en una carta dicen: "es necesa-
M. mande con brevedad que los indios paguen diezmo de lo que cogieren
142 1 El franciscanismo en Nueva España

La propuesta encontró una fuerte oposición en todas las


nes religiosas, especialmente en los franciscanos. El mismo
po Zumárraga en una carta a Felipe 11 del 4 de diciembre de
atacaba la nueva disposición y decía que el sistema antiguo,
cual los encomenderos diezmaban de ciertas cosas que los
les tributaban, era preferible a lo que se proponía en ese
Pero su actitud no fue acogida por las autoridades y el
comenzó a hacerse más candente. Desde esta fecha en las
individuales y colectivas de los menores se hace constante
que al nuevo tributo que se pretende imponer a los indios.
Había muchas razones para esta oposición de los frailes.
más de la lucha con el episcopado por el control de las cmnwuCJI
indígenas, no cabe duda que existían detrás de sus ataques
des sinceras relacionadas con el anhelo de pobreza. Aunque
ellas caerían más directamente en otros capítulos de este
me parece oportuno hacer aquí una reseña de todas para no
el contexto general.
Una de ellas, que es la más directamente relacionada con el
que tratamos en este apartado, era la búsqueda de la nPrtPrts
breza. Los frailes no tenían necesidad de muchos m2mtc~ntmíc91!
e incluso su regla les exigía estar desprendidos de las
actitud vital les hacía rechazar a quienes querían, con el
de la religión, nuevos tributos para los indígenas, que eran
ellos una prueba viviente de la realización de la pobreza del
nismo verdadero. Es este sentimiento el que los hace exc:lanlall

[... ] oh si fuese posible que Vuestra Alteza viese la vanidad y


superfluidad de los unos y la miseria de los otros; piden al des-
nudo para el muy vestido, al hambriento para el harto y al pobre
para el rico. Si viese Vuestra Alteza su extremada pobreza, las

como los demás cristianos ... para que estos naturales tengan propios y
pastores y en esta nueva Iglesia haya culto divino y orden hierárquico".
dirigida del concilio celebrado en México en 1555, en CDIAO, vol. III, p. 522.
144
M. Cuevas, Documentos ... , pp. 135 y ss. La misma idea expresa
una carta al emperador, 15 de mayo de 1550, en T. de Benavente,
apéndice XXV, p. 456.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 143

''"'lu"L·"~
que tienen en la vida y dejan en la muerte, no consenti-
Vuestra Alteza que diesen tanto tributo, cuanto más que so-
él les carguen el diezmo. 14 j

actitud de antipatía de los frailes hacia el clero secular y


la jerarquía era también propiciada por su anhelo de
IIIUA'-lv.u,· la incompetencia y mediocridad intelectual y moral

clérigos eran un estorbo para llevar a cabo la creación de la


indiana evangélica, 146 y la riqueza y presunción de los obis-
ejemplo poco edificante para los recién convertidos, pues
debían proveer para el provecho de las almas que no para
fausto del mundo con vejación de estos pobres naturales ... " 147
búsqueda, que tenía como una de sus principales finalida-
lH'f•rr~,r~P a una religión más sincera, profunda y libre, influyó
desde este punto de vista en la oposición de los menores
de los indios, pues la imposición del nuevo tributo sigui-
una traba innecesaria para el cristianismo sencillo y prístino
los menores les habían predicado; es en este sentido en el cual
decían:

Demás desto son muy vejados y descomulgados, las cuales te-


men en extremo grado ... de arte que les parece a muchos dellos
haber tomado la fe y cristiandad con muy gran tributo y pensión
y no es justo a gente tan nueva en la fe ponerles tantos lazos en
que caigan y obligarlos a más de lo que el yugo suave de la ley de
Cristo les obliga y vernán a tener la ley de libertad por ley de ser-
~vu1unlbr,e.148

Carta colectiva de los franciscanos de México al Consejo de Indias, 20 de


de 1555, en T. de Benavente, Memoriales ... , apéndice XXXII, p. 473.
Ricard dice que no todos los frailes habían creado un espíritu de dominio
les movía a atacar a los seculares; sin embargo, acepta que a casi todos los
la persuasión de que los clérigos no podían sustituirlos en su misión apostÓ·
su mediocridad. (R. Ricard, op. cit., p. 444.)
Carta de Motolinía al emperador, 15 de mayo de 1550, en T. de Benavente,
.. , apéndice XXV, p. 456.
Respuesta que los religiosos de las tres órdenes de Nueva España dieron en
de 1557, en J. García Icazbalceta, Códice Mendieta, NCDHM, vol. IV, p. 15.
144 1 El franciscanismo en Nueva España

Finalmente, la imposición del diezmo a los indios ~v'''""'• ·


peligro la fe de los recién convertidos y dificultaría la entrada
religión de lOS que aún permanecían paganOS, pueS era nr•>riOI'.>ftl
te el desapego a la riqueza por parte de los misioneros lo que
atraído más a los indígenas para abrazar el cristianismo, y el
por administrar los beneficios de la religión era negar la esencia
enseñanza de Cristo; esta idea es la que aparece más COJ!lst:m~eiQ
te en las cartas como razón para oponerse al nuevo tributo,
nos bastará citar sólo algunos ejemplos para darnos cuenta
importancia:

[... ] después desto, siempre les hemos dado a entender que las
cosas espirituales y de nuestra fe se las damos de gracia y sin
interese, y que no pretendemos otra cosa sino sólo el bien de sus
ánimas y esto han visto hasta aquí en todos los religiosos y no ha
sido ésta pequeña parte para la conversión dellos pues si ahora
les piden algo por respecto de la doctrina que sintirán? y muchos
dellos se turbarán y alterarán cuando por la administración de
los sacramentos les pidan algún interese ... ;149

[... ] porque como no tengan demasiada capacidad ... no po-


drán dejar de titubear y dudar si les damos y predicamos la fe
por su provecho o por el nuestro; 150

[... ] en ninguna manera conviene ni que esta gente dé más de


un tributo ... y si otro se les impusiese ahora, sería para acabarlos,
así por el darles como en el recogerles los diezmos, y también
des tos pobres peligrarían, porque algunos no han venido en tanto
conocimiento que lo den de voluntad o pensarían que se les ven-
derían los sacramentos ... y pues ellos hacen sus iglesias y las pro-
veen y a los ministros que tienen, no sabemos para que les han
de pedir diezmo; 151

149
Carta de Motolinía al emperador, 15 de mayo de 1550, en T. de
Memoriales ... , apéndice XXV, p. 457.
150
Carta colectiva de los franciscanos de México al virrey, México, 1 de
de 1550, en ibid., apéndice XA'VI, p. 460.
Iji Carta de Motolinía al virrey, Cholula, 27 de agosto de 1559, en ibid.,

ce XXXI, p. 470.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 145

Bien sabemos que los obispos pretenden dar a entender a


majestad y a su real consejo, que no pagar estos indios
es en gran detrimento de sus ánimas y nosotros tene-
por cierto que dar por agora diezmo es estorbo e impedimen-
para su cristiandad, daño muy notable para sus personas y ha-
y perjuicio de toda la república ... 152

de su tesonera lucha, en la que también tuvo un impor-


papel el agustino fray Alonso de la Veracruz, los frailes logra-
a los indios se les exentara de este pago y sólo diezmaran
traficasen con productos de Castilla. El caso quedó como
de la búsqueda del ideal evangélico primitivo, del an-
pobreza y desapego a los bienes materiales y de la defensa
indios contra los poderosos.
finalizar, debemos señalar que el desprecio de la riqueza
de los religiosos misioneros de Nueva España, en espe-
los menores, fue un importante medio para lograr la evange-
Uno de los principales elementos del franciscanismo era
:Utl:am:zación por medio de una vida santa y los frailes novohis-
tenían clara conciencia de que " ... el ejemplo de su vida y
habían de ser la principal predicación para convertir a
a aquellas ánimas" .153 Los indios veían que los re ligio-
tan miserables como ellos y se daban cuenta que tenían un
celo por defenderlos de las vejaciones de los españoles segla-
los cuales eran tan diferentes a pesar de ser compatriotas.
influencia del ideal de pobreza como medio de evangeli-
es muy clara en el siguiente párrafo de Mendieta:

vieron [los indios] los denuestos, injurias y molestias con


algún tiempo los que gobernaban la tierra los persiguieron [a
frailes] y la mucha paciencia con que ellos por amor de Dios
'"'""""Jau. Vieron que a algunos de ellos se les ofrecían obispados
honras y que no las querían recibir sino permanecer en su bajo

Respuesta que los religiosos de las tres órdenes de Nueva España dieron en
de 1557, en J. García Icazbalceta, Códice Mendieta, NCDHM, vol. IV, pp. 1 y ss.
Fray Martín de Valencia, apud]. de Mendieta, op. cit., lib.m, cap. XIV, vol. 11,
146 1 El franciscanismo en Nueva España

y humilde estado ... Y demás de ser estos apostólicos varones en


todo tiempo y para con todos muy humildes, sobre todo mostra-
ban grandísima mansedumbre y benignidad a los indios ... Y con
esto y otras cosas semejantes se edificaban tanto los indios y que-
daban tan satisfechos de la vida y doctrina de aquellos pobres
frailes menores, que no dudaban de ponerse totalmente en sus
manos y regirse por sus saludables amonestaciones y consejos,
cobrándoles entrañable amor... 154

4. Los frailes menores novohispanos y la cultura

Fray Juan Focher escribió en 1574 en su Itinerarium Cat'hol1fcu1


"Estas tres cualidades, santidad de vida, veracidad de
piedad paterna, constituyen pues idóneo al ministro del .... lK'"" Q..

y sobre la segunda señala: "no se excusa de pecado al que


de la tarea de curar enfermos ignorando la medicina, ni toma
punemente el oficio de patrón quien desconoce la na•vegac1on·
Todas las fuentes franciscanas declaran que los primeros
neros reunían dos de estas características fundamentales:
y ciencia. La primera tenía en la pobreza una de sus 111acuu•~ .....,
nes más notables; la segunda se relacionaba con la posesión
elementos culturales tendientes a un mayor conocimiento de
El pensamiento de los franciscanos novohispanos al res1oec1to
podría resumir en estas palabras de Zumárraga:

Sant Pablo, a quien fue dada la sabiduría por revelación divina,


que no la aprendió de hombre, y en la comparación de saber a
Jesucristo crucificado todo su saber tenía en poco o en nada
Porque esta sola altísima sabiduría enseña a los hombres alcan-
zar la vida eterna y todas las otras sin ésta no lo pueden hacer. Y
así el cristiano que esto no sabe, sabe tanto como nada. 156

Fray Martín de Valencia, por otro lado, reprendía a los


"que solamente se dan al estudio humano, no procurando el

154
Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XXX, vol. II, pp. 97 y ss.
155
J. Focher, op. cit., pp. 28 y 30.
156
J. de Zumárraga, op. cit., pp. 301 y ss.
Los frailes menores nouohispanos y la cultura 1 14 7

la devoción, oratoria y contemplación, porque sabía el va-


Dios que la sabiduría humana infla e induce a la soberbia, y
es el que vivifica ... " 157 ·

de estos frailes ante la cultura fue así una manifesta-


del ideal franciscano, aunque en muchos de ellos tal for-
pensar no fue obstáculo para su preparación humanística
Ésta se expresó a menudo en las obras culturales que
a cabo y en su mismo concepto de lo que era la evangeli-

de la preparación que traían los frailes menores que lle-


a México, fray Jerónimo de Mendieta señalaba: "aunque por
y propio menosprecio holgaban de ser tenidos por sim-
letras, todos ellos habían oído, unos el derecho canónico
las sacra teología. Y así el ministro general fray Francisco de
en la Obediencia que dio a los doce, intitula a los más
predicadores doctos" .158
estos religiosos había muchos universitarios insignes y de
IM'OI•n.:u·o.r,,nn: fray Juan de Tecto había sido maestro en la uni-

rle París, donde había leído teología catorce años; fray Juan
se había doctorado en leyes, teología y cánones en la misma
al igual que fray Juan de Gaona, que era "excelente latinista
helenista", y que fray Arnaldo de Basado; fray Pedro
había estudiado en Lovaina, y otros muchos como fray
San Francisco, fray Bernardino de Sahagún y fray Alon-
II'HPrr,pr::~lo habían hecho en la ciudad de Salamanca; de algu-
fray Francisco Jiménez y fray Andrés de Olmos, sabemos
profundos conocimientos de leyes y cánones e incluso
era d::>etor en derecho canónico.
su preparación también nos hablan sus lecturas, las cuales
por sus escritos y por algunas listas de libros que po-
los conventos. Para el lector de las Historias de Motolinía o
no puede pasar desapercibido el cúmulo de erudición
obras poseen y la gran cantidad de citas bíblicas y de

F. Jiménez, op. cit.


de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XXXVI, vol. 11, p. 116.
148 1 El franciscanismo en Nueva España

autores clásicos y medievales que contienen. Almoina ya


en un interesante artículo las relaciones a autores grecolatinos
Zumárraga da en su Regla Cristiana, entre los que se destacan
ca, Aristóteles, Plutarco, Cicerón, Salustio y, cosa extraña para
época, Flavio J osefo. 159 En otro estudio sobre el arzobispo de
co, el mismo historiador menciona la gran cantidad de autores
dievales que este fraile manejaba, no sólo entre los doctores
Iglesia, sino también entre los místicos como Osuna, Gerson,
nisio Cartujano o Ludolfo de Sajonia, sin dejar de mencionar a
modernos Erasmo y Moro y los libros del Antiguo y Nuevo
mento, especialmente el Evangelio y las epístolas de san
Fray Juan de Gaona, otro lector de Erasmo, dejó en la
conventual de Valladolid, antes de pasar a México, además de
obras que poseía de san Agustín, san Jerónimo, san Bernardo y
Juan Crisóstomo, un volumen de Platón y una Biblia y un
rio en hebreo. 161
Por otro lado, sabemos que en el colegio de Tlatelolco
una amplia biblioteca que para 1572 poseía más de trescientos
lúmenes de los más variados autores griegos y latinos como
Plinio, Ptolomeo, Juvenal, Quintiliano, Cicerón, Salustio y
teólogos como san Agustín, santo Tomás de Aquino,
Gabriel Biel y Francisco de Vitoria; tratadistas místicos de
la Edad Media como De Gerson y Dionisia Cartujano;
como Antonio de Nebrija; humanistas como Pico de la
y Erasmo; 162 sobre este último autor se sabe que casi todos los
ventas importantes poseían alguno de sus libros. 163
159
J. Almoina, "Citas clásicas de Zumárraga", en Historia Mexicana, vd.
núm. 3, pp. 391 y ss.
160
Cf J. Almoina, en la Introducción a J. de Zumárraga, op. cit.
161
Georges Baudot, "La biblioteca de los evangelizadores ... ", en Historia
cana, vol. XVII, núm. 4, p. 612.
162
La reseña detallada de los libros que se encontraban en el colegio para
está en el Códice Tlatelolco, en J. García Icazbalceta, NCDHM, vol. V, p. 255; ver
bién Ignacio Osorio Romero, La historia de las bibliotecas novohispanas, pp. 19
163
Jiménez Rueda menciona que se encontraron ejemplares de El
en Mérida, de los Adagia en Coyoacán, de la Escholia en Huexotla y del
oración en Toluca. (J. Jiménez Rueda, Historia de la cultura en México; el
pp. 174 y ss.)
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 149

a los conocimientos que muestran los franciscanos en la


y la teología, debemos mencionar su gran saber lingüístico,
dice Motolinía: "gran ciencia es saber la lengua de los in-
conocer esta gente". 164 El estudio de los idiomas indígenas
medio necesario para llevar a cabo una evangelización eficaz
sentido era considerado como un conocimiento humano
_u,u...,.. a realizar una labor divina. Las fuentes nos hablan de
sorprendentes como el de un fray Andrés de Olmos, que
cuatro lenguas aborígenes (náhuatl, totonaca, tepechua y
); había otros que sabían, además del náhuatl, el otomí,
Alonso de Rangel y Pedro de Castillo; el tarasco, como Mi-
Bolonia,Jacobo Daciano y Maturino Gilberti; el matlatzinca,
Andrés de Castro, y el popoloca, como Francisco de Toral. El
que por ser la lengua más hablada fue la que aprendieron
número de frailes, tuvo grandes conocedores en Molina,
Motolinía, Gante, Gaona, Escalona, Ribas,Jiménez y otros
El dominio de las lenguas nativas por parte de los frailes
...uun;uL<- demostrable al ver la gran cantidad de obras realiza-

ellos: gramáticas o artes, vocabularios, doctrinas, sermona-


confesionarios y traducciones de vidas de santos y de seccio-
Evangelio y de las epístolas de san Pablo. Los franciscanos
casi el ochenta por ciento de los textos que conocemos en
indígenas del siglo XVI. 165 Gracias a ellos se alfabetizaron
de esos idiomas, con lo cual han podido ser estudiados
lingüistas desde el siglo pasado.
aprendizaje de las lenguas y su estudio sistemático no se dio
espontánea, fue ciertamente fruto de la necesi-
pero tenia un antecedente en la preparación lingüística de los
menores, casi todos profundos conocedores de los secre-
latín, y algunos de ellos, como Gaona y Daciano, del griego y

de Benavente, Historia ... , trat. 11, cap. IV, p. 88.


señala que conocemos el siguiente número de obras en lenguas indí-
sesenta y seis en náhuatl; trece en tarasco; seis en otomí; cinco en pirinda;
en mixteco; cinco en zapoteco; dos en totonaca; una en zoque, y una en el
de Chilapa. (R. Ricard, op. cit., p. 134.)
150 1 El franciscanismo en Nueva España

Fue también gracias, en parte, a esta preparación ""·"'"""''"""'


que fray Bernardino de Sahagún logró realizar su u1"'"u"""...
Historia general ... Siguiendo un criterio científico el franciscano
una serie de cuestionarios que aplicó, ayudado por sus
del colegio de Tlatelolco, a los informantes indígenas de te¡:¡eat)\Jll
Tlatelolco y México. Por esta extraordinaria labor es ... v··~"'"'
padre de la etnografía, sin embargo, es necesario hacer notar
este trabajo no fue realizado con esa finalidad, sino con el afán
ayudar a los misioneros en su labor de llevar a las almas a
mismo señala esta idea en dos de sus prólogos cuando dice:

[... ]los predicadores y confesores médicos son de las almas, para


curar las enfermedades espirituales conviene [que] tenga expe-
riencia de las medicinas y de las enfermedades espirituales; ...a
mí me fue mandado por santa obediencia de mi prelado mayor,
que escribiese en lengua mexicana lo que me pareciese ser útil
para la doctrina, cultura y manutencia de la cristiandad de estos
naturales de Nueva España y para ayuda de los obreros y minis-
tros que los doctrinan. 166

Toda la labor cultural franciscana está expresada en estas


bras de Sahagún, puesto que para estos frailes todos los
mientos humanos eran un medio para llegar a Dios y para
los demás hombres a su conocimiento, lo cual era el objetivo
cristianismo.
Esta posición explica también sus actitudes ante las momll:eJIII
dones de las civilizaciones prehispánicas. Los elementos de
que no se oponían al cristianismo eran permitidos e incluso
dos como medios para la evangelización. Tal fue el caso de las
zas y cantos y de los Huehuetlatolli, género literario prehispánico
tipo moralizante, que frailes como Olmos y Sahagún ,.._ ... v..,,,... ,,..
utilizaron en la elaboración de sus sermones. 167 Sin embargo,

166
B. de Sahagún, Historia ... , prólogo general, vol. I, p. 27; prólogo al
vol. I, p. 105.
167
G. Baudot, La pugna franciscana ... , pp. 291 y ss.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 151

IIIIIDenttos que ponían en peligro la fe de los nuevos conversos,


los templos y los ídolos, fueron destruidos. 168
es el interés con el que escribió Motolinía su Historia, fray
de Olmos su Tratado de hechicerías y sortilegios, y los otros
sus obras teológicas, místicas, evangelizadoras y gra-
Con la misma intención realizaron sus construcciones
arquitectos como fray Juan de la Alameda o fray Francis-
J'JC~ffi[>lec¡ue, quienes pretendían con ellas moSLrar al indígena
DC~llc:los materiales y las bellezas artísticas que les podía dar
religión que habían abrazado. 17°Con idéntico fin fray Juan
~•.>r·r .,nr., hizo en 1533 durante su estancia en España una
al Consejo de Indias para fundar una imprenta y una fá-
papel en la colonia y, a instancias suyas, el impresor Juan
IIIN•rrr••r firmó en 1539 contrato con Juan Pablos para que se
en Nueva España una imprenta que trabajara regular-
Se imprimieron así obras místicas, vocabularios, artes y doc-
en lengua indígena para ayuda de la evangelización y obras
medicina, cirugía, derechos civil y canónico y hasta la
gaceta de Nueva España en 1541. 171
IDalmc~ntle, la misma visión presentan los frailes menores en la
de su gran labor educativa. Toda la obra pedagógica de
lll!ilOnten>s estaba encaminada a fundar el cristianismo en la

escritores del siglo XIX tacharon esta actitud de los frailes como
para la historiografía y los estudios indigenistas posteriores; García
con un gran sentido crítico, está en contra de esa posición y sei1ala:
lisi.om~ros no eran anticuarios sino que venían a la conversión de los indios y
., t1~no,c•e1ron que sus trabajos serían infructuosos si no derribaban las guari-
la idolatría". (J. García Icazbalceta, Don fray Juan ... , vol. 11, pp. 87 y ss.)
Sería excesivo y se saldría de los límites de este trabajo el mencionar una por
las obras literarias realizadas por los franciscanos en la época que trata-
Nos remitimos a Mendieta que es en este aspecto la principal fuente; este
babia de los escritos de los menores al hacer la relación de la vida de cada
ellos y en el libro IV, cap. XLIV, vol. m, pp. 212 y ss. de su Historia Eclesiástica
hace un resumen de estas obras en general, sobre todo de las realizadas
indígenas.
Ricard, op. cit., pp. 317 y ss.
Alberto María Carrei1o, Don fray Juan de Zumárraga, teólogo y editor, humanista
pp. 75 y SS.
152 1 El Jranciscanismo en Nueva España

nueva tierra. La instrucción que se les daba a niños y


de tipo religioso y cuando se les enseñaba a leer y a
nalidad era siempre el engrandecimiento de la
trucción especial estaba dirigida a los hijos de los
nas, quienes sustituirían a sus padres en el gobierno de
dades y serían ejemplo para ellas.
Fray Pedro de Gante fue el gran pionero de la edtlcac*l
xico, el introductor de los métodos pedagógicos de
de la Vida Común y el fundador de la primera escuela
que hubo en el país: la de Tezcoco. En la primera
el nombre de fray Martín de Valencia también se
ción de escuelas anexas a los principales conventos
como los de la ciudad de México, Tlaxcala, Huejotzingo,
y Tepotzotlán. Otros casos conocidos fueron el de fray
Escalona, quien juntó en Tlaxcala en 1531 a casi set!ICie•
para enseñarles a leer y escribir, 172 y los de fray Fnmcisa~
y fray Miguel de Estivales, que en Ahuacatlán, en
fundaron un colegio para niños mestizos e indios. En
colectiva de los franciscanos al emperador del17 de
1532 se dice al respecto:

Así mismo porque el fruto más cierto y durable se


como se ve, en los niños y por quitar de raíz tan mala
les tomamos todos los niños hijos de caciques y nrí••rír•:all!ll
la mayor parte cuantos pudimos, para los criar e inrl·n•tfj•
nuestros monasterios y con ellos no poco trabajamos,
doles a leer, escribir y cantar canto llano y de órgano, decir
ras cantadas y oficiar las misas e imponerlos en todas
costumbres cristianas y religiosas. 173

Motolinía señala que había monasterios que tenían


tos y cuatrocientos y seiscientos y hasta mil de ellos, según
blos y provincia". 174 Estos niños fueron una gran

m P. de Oroz, op. cit., p. 76.


173
T. de Benavente, Memoriales .. ., apéndice XVII, p. 439.
174
T. de Benavente, Historia ... , trat. 11, cap. IX, p. 108.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 15 3

en la evangelización, pues exponían la doctrina, destruían


{dolos, perseguían a los idólatras, ayudaban a los frailes a apren-
las lenguas indígenas y eran ejemplo para los súbditos de sus

En 1558 fray Pedro de Gante informaba: "En todos los pueblos


Nueva España adonde residen religiosos (a lo menos de esta
de San Francisco) hay escuelas, las que comúnmente se sue-
edificar... pegadas con la iglesia, a la parte del norte". 175 Toda
labor se logró a menudo con grandes esfuerzos, ya que había
fuerte resistencia de los padres de enviar a sus hijos con los
. En las instrucciones que Zumárraga dio a sus procuradores
el Concilio General en 1537les pedía que solicitaran al empe-
diera "... a los obispos autoridades para que los puedan com-
[a los caciques] para que las den [a sus hijas] a las religiosas, y
los hijos a los religiosos, porque los dan de mala gana o
esconden" .176
De todas las escuelas fundadas por los franciscanos, la más im-
fue la que funcionó en una capilla anexa al convento de
Francisco de México llamada de San José de los Naturales.
Pedro de Gante, que la tuvo a su cuidado mucho tiempo, dice
tlla: "para enseñar y doctrinar estos muchachos, hase hecho den-
del sitio o corrales de nuestra casa, una escuela y capilla do con-
auamente cada día se enseñan quinientos y seiscientos mucha-
177 La escuela tenía una sección para enseñanza de artes y

y otra para los niños a los que, después de la lectura, la


la música y el canto, se les comenzó a enseñar gramática
El promotor de este tipo de estudios fue Sebastián Ramírez
Fuenleal, presidente de la segunda Audiencia, y el primer maes-
que tuvieron de esta materia fue fray Arnaldo de Basacio. Esto
inicio en 1533 y los alumnos aprovecharon tanto en tres años,
el virrey Antonio de Mendoza y fray Juan de Zumárraga hicie-

liS J. García Icazbalceta, NCDHM, vol. 1, p. 57.


176 J. García Icazbalceta, Don frayjuan ... , vol. IV, p. 136.
177 Carta de fray Pedro de Gante a Carlos V, 31 de octubre de 1532, en Pedro de
Cartas, p. 21.
154 1 El franciscanismo en Nueva España

ron gestiones para que se crease un instituto de enseñanza supe·


rior para indios, fue así como nació el colegio imperial de Santa
Cruz de Tlatelolco.
La institución, que abrió sus puertas el 6 de enero de 1536 bajo
la protección del emperador, tenía como principal objetivo educar
a los hijos de los caciques con tres fines: por un lado para crear una
clase ilustrada que se encargara algún día del gobierno de lasco-
munidades cristianas, para lo cual debía tener una preparación
material y moral especial; por otro lado para proveer de ayudantes
e intérpretes a los religiosos; y finalmente para formar sacerdotes in·
dígenas.
El primer propósito se deja ver en una carta común de los obis-
pos de México, Oaxaca y Guatemala dirigida al emperador y fecha·
da el 30 de noviembre de 1537, en la cual los prelados expresaban
la esperanza de que la nueva escuela aprovecharla no solamente a los
que asistían a ella, sino también a los que tuvieran contacto con sus
alumnos. 178 Esto se refuerza con los testimonios de los misioneros
que reconocen en sus escritos la gran ayuda recibida de !os estu-
diantes de Tlatelolco. Mendieta, que aunque vivió poco después de la
época que tratamos compartió aún muchos de los ideales de los
franciscanos de los primeros tiempos, nos da una visión muy clara
del motivo fundamental con que el colegio fue fundado:

[... ] era justo que a lo menos algunos de estos naturales enten-


diesen en alguna manera lo que contiene la Sagrada Escritura y
los libros de los sagrados doctores, así para que ellos mismos se
fijasen y fortaleciesen más de veras en las cosas de nuestra san-
ta fe, como para que pudiesen satisfacer a los cristianos en lo
que creemos y seguimos de lo que ellos y los demás gentiles habían
creído y seguido sin fundamento, ni camino, ni rastro de alguna
verdad. 179

El segundo propósito se ve muy claramente en la Historia de fray


Bernardino de Sahagún, donde señala todos los beneficios que se

178
J. García Icazbalceta, Don fray]uan ..., vol. m, pp. 105 y ss.
179
J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XIV, vol. m, p. 65.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 155

recibido gracias al colegio para la implantación de la fe


y dice:

[...]porque si sermones y postillas y doctrinas se han hecho en la


lengua indiana, que pueden parecer y sean limpios de toda here-
jía, son precisamente los que con ellos se han compuesto, y ellos,
por ser entendidos en la lengua latina, nos dan a entender las
propiedades de los vocablos y las propiedades de su manera de
hablar, y las incongruidades que hablamos en los sermones o las
que decimos en las doctrinas; ellos nos las enmiendan y cual-
quiera cosa que se haya de convertir en su lengua, sino va con
ellos examinada no puede ir sin defecto sin escribir congruamente
en la lengua latina, ni en romance, ni en su lengua. 180

YMendieta agrega: "... han ayudado más cómodamente que otros


el examen de los matrimonios y en la administración de los sa-
nn~entos. Por la misma suficiencia han sido elegidos por jueces y
en la república, y lo han hecho mejor que otros como
que leen, saben y entienden". 181
El tercer propósito se deduce de una carta de Zumárraga a Car-
V fechada el17 de abril de 1540, en la cual el obispo expresa sus
sobre la continuación del colegio pues los alumnos tendían
al matrimonio que al celibato, 182 lo cual muestra la intención
colegio de educar indios para el sacerdocio. Esto mismo puede
.,......,r,.P de la vida casi monástica que llevaban los estudiantes al
y de los cambios que se dieron poco después al relajarse
costumbres, cuando dejó de impartirse la enseñanza con tales
miras.
Los frailes originalmente estaban muy interesados en la crea-
ción de un clero autóctono. Motolinía señala que se dio el hábito a
tres o cuatro mancebos pero no se sostuvieron en su empeño pues
era aún demasiado pronto. 183 Sahagún agrega: "a los principios tu-
vimos opinión que ellos serían hábiles para sacerdotes y religiosos

180 B. de Sahagún, Historia ..., lib. X, cap. XXVII, vol. m, p. 167.


181 J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XV, vol. III, p. 68.
182
J. García Icazbalceta, Don Jrayjuan ... , vol. m, pp. 187 y ss.
1113
T. de Benavente, Memoriales ... , p. 162.
156 1 El franciscanismo en Nueva España

y ellas para monjas y religiosas, pero engañonos nuestra opinión.


Por experiencia entendimos que por entonces no eran capaces de
tanta perfección, y así cesó la congregación y monasterios que a los
principios intentábamos ... " 184 A pesar de los fracasos, algunos fran·
ciscanos siguieron con la misma opinión, como fray Jacobo Daciano,
que sostenía que la nueva Iglesia no iba fundada en orden por no
tener ministros de entre los mismos convertidos. Esta aseveración
fue objetada por fray Juan de Gaona, su hermano de hábito, lo que
nos muestra la diversidad de opiniones que sobre el tema había
para esta época. 185
A pesar de esta desilusión, los franciscanos no abandonaron el
colegio y continuaron con el objetivo de formar a los futuros guías
intelectuales y morales de los indios desde el ámbito de la sociedad
civil. Estos hombres serían una gran ayuda en la formación de la
nueva cristiandad, en la recreación de la Iglesia primitiva que los
menores pretendían realizar en América.
Este anhelo de los franciscanos provocó muchas objeciones, to-
das ellas contenidas en una carta que un tal Jerónimo López escri-
bió al emperador el20 de octubre de 1541. 186 En ella se decía que si
los indios no habían de ser sacerdotes, ¿de qué servía enseñarles
gramática y profundizar en los artículos de la fe, pues siendo gente
tan viva en toda maldad era ponerles en peligro de hereticar, como
ya había sucedido? Era también poco cuidadoso enseñarles a los
nativos las Sagradas Escrituras, ya que podrían malinterpretarlas,
por ejemplo en lo referente a la poligamia de los patriarcas antiguos.
Con ambas referencias López aludía al caso de Carlos Chichimecate-
cuhtli, cacique de Tezcoco y egresado del colegio de Tlatelolco, que
había sido juzgado por Zumárraga en 1539 y enviado a la hoguera
acusado de idólatra y amancebado. 187
Sahagún en su Historia contesta estas objeciones una por una
como si hubiera tenido a la vista la carta mencionada y die~:

184
B. de Sahagún, Historia ... , lib. X, cap. XXVII, vol. lll, p. 162.
18
jJ. de Menclieta, op. cit., lib. IV, cap. XXIII, vol. n, pp. 148 y ss.
' J. García Icazbalceta, CDHM, vol. n, pp. 148 y ss.
16

187
M. Cuevas, Historia ... , vol. 1, pp. 419 y ss.; Francis Borgia Steck, El primrr
colegio de América, Santa Cruz de Tlatelolco, pp. 17 y ss.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 157

[... ] puesto caso que no hubiesen de ser sacerdotes queríamos


tener sabido a cuanto se extendía su habilidad; lo cual sabido por
experiencia, podríamos dar fe de lo que en ellos hay, y que con-
forme a su habilidad se haría con ellos lo que pareciese ser justo,
según proximidad ... A lo que decían que les dábamos ocasión de
hereticar, se respondía que con no pretender aquello sino todo
lo contrario, conviene a saber, que pudiesen entender mejor las
cosas de la fe, y con estar sujetos a príncipe cristianísimo, estaba
muy en la mano, cuando algo de esto pareciese, remediarlo. A lo
de las mujeres, como está en el Evangelio la corrección que nues-
tro Redentor hizo cerca de lo que antiguamente se usaba de que
un hombre tenía muchas mujeres, son obligados a creerlo. 188

A pesar del gran interés que pusieron los frailes en su conserva-


ción y defensa, el colegio tuvo una vida muy azarosa. La constante
oposición a él por parte de los españoles que lo veían como un pe-
ligro para su dominación en América, el régimen estudiantil que
se le dio a partir de 1545, el retiro de la ayuda que le había dado
Zumárraga, frustrado en su intención de convertirlo en seminario,
ylas terribles pestes que tuvo que sufrir y que diezmaron su pobla-
ción, propiciaron su decadencia. El colegio sobrevivió a través de
los siglos XVII y XVIII, pero nunca con su función original. Jamás
volvieron a pisar sus aulas insignes maestros franciscanos como
Basado, García de Cisneros, Sahagún, Olmos, Gaona, Bustamante
o Focher. Tampoco salieron de él ya destacados alumnos como los
indígenas Hernando de Ribas,Juan Gerardo, Diego Adriano, Fran-
cisco Contreras de Baustista, Esteban Bravo, Agustín de la Fuente
o Antonio Valeriana. Nunca más se volvió a enseñar en sus salones
la gramáLica, la retórica, la lógica, la filosofía, la música o la me-
dicina.189
El colegio de Tlatelolco fue una de las materializaciones del gran
afán franciscano por lograr el engrandecimiento de la cristiandad
indiana y de la Iglesia novohispana para encaminar a las almas de

1811
B. de Sahagún, Historia ... , lib. X, cap. XXVII, vol. III, p. 166.
1119
Cf Fernando Ocaranza, El Imperial colegio de indios...; F. Borgia Steck, op. cit.,
José María Kobayashi, La educación como conquista ...
158 1 El franciscanismo en Nueva España

los indios a su salvación eterna por medio del ejemplo de sus diri-
gentes; el educar a los hijos de los caciques tenía como fin crear
una élite de cristianos cultos que regirían los destinos de la repúbli-
ca indiana y ayudarían a los frailes a recrear la Iglesia primitiva en
el nuevo mundo; el colegio imperial fue el coronamiento de la obra
educativa que los menores llevaron a cabo entre indios y una de las
mayores ayudas en la labor misional, pues los alumnos que salie-
ron de él fueron excelentes jueces y gobernadores, intérpretes,
maestros y colaboradores de los frailes.
Los franciscanos fueron también pioneros en el campo de la
educación femenina. Todas las niñas, nobles y macehuales, reci-
bían una instrucción religiosa en las iglesias, pero poco a poco se les
comenzó a dar, por instancias de Zumárraga, una educación profa-
na; de entre ellas saldrían las esposas de los muchachos que se edu-
caban en los monasterios y se formarían matrimonios cristianos
que dieran ejemplo a los demás. Aparte de esta instrucción, los con-
ventos franciscanos más importantes tenían adjuntos, por lo me-
nos hasta 1530, recogimientos para indias nobles donde se les ense-
ñaba los fundamentos de la religión. Zumárraga fue también uno de
los promotores del envío de varias "beatas", terciarias franciscanas,
que deberían enseñar a las niñas indias, y con el tiempo fomentó la
creación del primer convento femenino de la Nueva España, el de
la Inmaculada Concepción, para albergar a indias nobles. 19°Cier-
tamente, la educación que se daba a estas niñas no era de tipo
literario, su objetivo primordial era prepararlas para el matrimo-
nio, haciendo de ellas buenas esposas y buenas madres. Sin embar-
go, este intento también se frustró con el tiempo y las casas para
educar niñas indias fueron cerradas. La razón nos la da el mismo
Zumárraga:

[... ]ha cesado por lo que la experiencia ha mostrado, por conce-


jo de los religiosos, porque los indios, ni los que se crían en los
conventos rehusaban de casar con las doctrinadas en las casas de
niñas, diciendo que se criaban ociosas y a los maridos los ten-

190
L. Gómez Canedo, La educación de los marginados... , pp. 97 y ss.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 159

drían en poco, ni los querrían servir según la costumbre suya


[de] que ellas mantienen a ellos, por haber sido criadas y
doctrinadas de mujer de Castilla. 191

Fray Juan de Zumárraga fue finalmente quien más se preocupó


por la educación de los grupos sociales no indígenas. En una carta
a Felipe 11 del4 de diciembre de 1547, se encuentra una petición
para la fundación de un colegio para mestizos que sería llamado
posteriormente San Juan de Letrán. 192 Y fue él también quien soli-
citó en 1537 la creación de una universidad en Nueva España con
estas palabras:

Considerando cuan conveniente y aun necesaria cosa es la doc-


trina en estas partes donde la fe nuevamente se predica y por
consiguiente los errores son muy dañosos, y donde cada día re-
sultan más dudas y dificultades y no hay universidad de letras a
donde recurrir y las desas partes están tan distantes que antes
que dellas nos podamos informar, erramos en lo que habemos
de hacer; parece que no hay parte alguna de cristianos donde
haya tanta necesidad de una universidad donde se lean todas las
facultades y ciencias y sacra teología; porque si su majestad ha-
biendo en España tantas universidades y tantos letrados ha pro-
veído a Granada de una universidad por razón de los nuevos
convertidos de los moros, cuanto más se debe proveer por seme-
jante manera a esta tierra... 193

Finalmente, estaban los estudios destinados a los miembros de


la orden. Muy pronto los religiosos comenzaron a aceptar como
frailes a los hijos de los conquistadores y surgió la necesidad de
darles la instrucción necesaria para el sacerdocio. Así se abrió la
primera casa de estudios en el convento grande de México con las
cátedras de artes, filosofía y teología. Con el tiempo, ya en la se-

191
Carta de Zumárraga al príncipe Felipe, 2 de junio de 1544, en J. García
Icazbalceta, Don fray Juan ... , vol. IV, p. 177.
192
M. Cuevas, Historia ..., vol. 1, pp. 442 y ss.
193
Instrucción de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, a su
representante cerca de Carlos V, 1537, en M. Cuevas, Documentos ... , pp. 65 y ss.
160 1 El franciscanismo en Nueva España

gunda mitad del siglo XVI, funcionaron escuelas de artes en Puebla,


Cholula, Tlaxcala y Tezcoco, donde además de la gramática latina
se enseñaba a los frailes la lengua náhuatl. 194
Con la idea rectora de hacer de la cultura un medio para la
salvación de las almas se llevó a cabo la labor misional de los reli-
giosos, de la cual veremos la realizada por los franciscanos en el
apartado siguiente.

5. El afán misional de los franciscanos en Nueva España

El cristianismo es una religión con un carácter marcadamente pro-


selitista derivado de su mandamiento principal: el amor a Dios y
al prójimo ("éste es mi precepto que os améis los unos a los otros
como yo os he amado", Juan, 15,12). Ningún seguidor de Cristo
puede adorar a la divinidad sin amar a sus hermanos y este senti·
miento sólo se puede manifestar por medio de las obras buenas
realizadas hacia ellos. Todas las acciones de este tipo deben estar
encaminadas a dar la felicidad a los demás, pero hay una que sobre-
sale entre ellas y es la que busca que los hombres posean a Dios
eternamente, lo que es para el cristiano la mayor dicha. Para lograr
esta salvación es necesario profesar la religión verdadera que Dios
dio a los hombres por medio de su hijo Jesucristo, y para sus ado-
radores, por tanto, es imperativo propagar por el mundo sus cre-
encias ("Id pues, enseñad a todas las naciones bautizándolas ...",
Mateo, 28, 19). Con ello se logra no solamente la eternidad para los
demás, sino también para uno mismo, a la vez que se cumple con el
mandato del amor. Este carácter misional incluye en sí, como se ve,
una visión mesiánica, pues el cristiano como otro Cristo, es un
enviado de Dios para llevar la luz del Evangelio a todos los hom-
bres. Para los españoles del siglo XVI no existía salvación fu~'ra del
cristianismo y todos los pueblos que no profesaban esta fe estaban
sometidos al poder de las tinieblas y del Demonio. Por tanto, la
conversión de los paganos e infieles debía hacerse incluso utilizan-

194
Antonio de Ciudad Rodrigo, Tratado curioso.:., vol. 1, pp. 69, 74, 85 y 101.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 161

do medios violentos y a veces contra su misma voluntad. La evan-


gelización era una cruzada que los hijos de la luz debían realizar
contra las fuerzas infernales.
La idea de misión es una constante en toda la historia de la Igle-
sia y el ideal franciscano no es una excepción. San Francisco de
Asís había fundado su orden con el fin primordial de predicar en-
tre los hombres, tanto cristianos como no cristianos, la religión de
Cristo. En capítulos anteriores mencionamos ya la labor evange-
lizadora de los franciscanos medievales y la realizada por la orden
entre los musulmanes y los indígenas americanos bajo los auspicios
de Cisneros, y señalamos que los frailes menores que pasaron a
Nueva España poseían, por estas razones, una gran tradición misio-
nal; veremos ahora cómo se realizó su labor en México, labor que
comprende y explica, en cierta medida, todos los otros elementos
de la espiritualidad franciscana.
La primera expedición franciscana llegada al Anáhuac estaba
formada por tres frailes flamencos, fray Juan de Tecto, fray Juan
de Aora y fray Pedro de Gante. Traían consigo tan sólo el permiso del
emperador para iniciar su labor y venían sin ningún tipo de autori-
zación papal. Mientras esta misión se realizaba, otra se estaba orga-
nizando en España dentro de la misma orden, la de fray Francisco
de los Ángeles y fray Juan Clapión, pero ésta sí con todos los permi-
sos papales. Ambos franciscanos pidieron a León X una bula, la
Aliasfelicis del25 de abril de 1521, 195 en la cual se les daban varios
privilegios. La intención de los interesados al pedir este documen-
to no era obtener la misión pontificia (pues para esto les bastaba
recurrir a los superiores de la orden que en virtud de la Re-
gla podían conceder licencia), sino más bien para garantizar el éxi-
to de la demanda ante los mismos superiores y obtener así amplias
facultades para el apostolado.
Esta misión no se pudo llevar a cabo pues Clapión murió y
Quiñones fue nombrado comisario general ultramontano en 1521

195
Lo más característico de este breve es que no menciona para nada la inter-
vención del rey en las misiones y en esto renueva la tradición medieval, directa-
mente pontificia. (!bid., p. 65.)
162 1 El franciscanismo en Nueva España

y ministro de la orden en 1523, pero su celo ayudó mucho a laJa.


bor posterior de los franciscanos. 196 La ascensión de Francisco de los
Ángeles a la máxima jerarquía de la orden fue fundamental para el
desarrollo de la misión de Nueva España, al igual que el nombra-
miento para el trono pontificio del maestro y consejero de Carlos
V, Adriano de Utrecht. Éste, ya como Adriano VI, dio un breve,
por petición del emperador y seguramente por intervención de
fray Francisco, en favor de los misioneros, en especial de los fran-
ciscanos, que fueran a evangelizar las tierras recién conquistadas.
Dicho breve, conocido como Exponi nobis fecisti o bula Omnímoda,
fue fechado el 9 de mayo de 1522, 197 y se divide en dos partes cuyo
contenido nos resume Torres con las siguientes palabras:

La primera contiene la misión canónica pontificia de los men-


dicantes a la evangelización de Indias con la intervención de los
superiores religiosos respectivos y de la Corona en la organiza-
ción de las expediciones. La segunda establece las facultades
que deberán llevar los superiores de los grupos misioneros para
el ejercicio de su ministerio y gobierno propio ... 198

Por el breve se concedía permiso para que

[... ] todos los frailes de las órdenes mendicantes y en especial de


la orden de los menores de la regular observancia, que nombra-
dos por sus prelados para ese efecto y guiados por el espíritu de
Dios, de su mera y espontánea voluntad quisieran pasar a las
partes de las dichas Indias; lo puedan libre y lícitamente hacer,
con tal condición que en la vida y doctrina sean suficientes y del

196
El deseo de Quiñones de pasar a América no acabó al ocupar sus ilflportan-
tes cargos; como comisario intervino seguramente en la redacción de una dáwula
de la bula Omnímoda que excomulgaba al que impidiera el paso de los francisca-
nos a Indias, cualquiera que fuese el cargo que desempeñasen en la orden, inclwo
el de comisario. Ya siendo general insistió en venir y obtuvo para ello un breve de
Clemente VII publicado por M. Cuevas, Historia ... , vol. 1, p. 182, n. 14.
¡ J. de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. VI, vol. 11, pp. 32 y ss.
19

198
P. Torres, op. cit., p. 113.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 163

agrado de vuestra cesárea majestad o de su real consejo e idó-


neos para tan gran empresa. 199

Claramente, se ven en este párrafo los elementos que deberían


intervenir en la organización de la empresa misional: la Corona
que seleccionaba, aprobaba y distribuía; los superiores que nom-
braban a los religiosos, les daban licencia y juzgaban su idoneidad;
yel papa en cuyo nombre y autoridad se hacían las expediciones,
compartiendo su jurisdicción con las autoridades de la orden. 200
En cuanto a las facultades pontificias otorgadas por el documento,
los superiores de las expediciones recibían una autoridad omnímo-
da, extensiva al ejercicio de los actos episcopales, sin especificar nin-
guna facultad en especial. La concesión de estos privilegios fue de
una gran importancia para la evangelización, pero también fue usa-
da como instrumento en los conflictos entre los regulares y el epis-
copado.
Una vez conseguidos los documentos papales, Quiñones buscó
a las personas apropiadas para iniciar la misión de las nuevas tie-
rras y así fueron elegidos los doce de la provincia de San Gabriel a
los que fray Francisco dio, además de la Alias felicis y la Exponi no bis
fecisti, 201 una Obediencia y una Instrucción, obras suyas que son dos
monumentos de franciscanismo y en las cuales precisaba las facul-
tades que se les habían otorgado. 202
La primera expedición dependía directamente del ministro ge-
neral y fray Martín de Valencia fue nombrado comisario. Esta tra-
dición, así como la de la participación del emperador, del papa y

199
J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. VI, vol. 11, p. 32.
200
P. Torres, op. cit., p. 117.
101
Quiñones hizo además recopilar en un volumen todos los derechos que
habían recibido los frailes menores y en general las órdenes mendicantes desde su
aparición en el siglo XIII. De este volumen, que lleva el título de Compendium pri-
viltgiorum fratrum minorum, neononet aliorum fratrum mendicantium, y que fue edi-
tado por Nicolai Thyerri en 1525, se encuentra un ejemplar en CFBNM.
102
J. Mendieta, op. cit., lib.m, caps. IX y X, vol. u, pp. 40 y ss. El mismo autor cita
una instrucción de los hermanos Coronel que daba lineamientos para la evange-
lización pero que no conocemos. (Lib. 111, cap. 111, vol. 11, p. 23)
164 1 Elfranciscanismo en Nueva España

de las autoridades de la orden en las misiones, fue una constante,


al menos para la primera mitad del siglo XVI. No obstante, con el
tiempo fueron introducidas algunas reformas: el nombrar un comi-
sario para cada expedición creaba conflictos de autoridad, por lo
que se nombró uno solo para todas las Indias y después de 1547
uno para Nueva España y otro para Perú; la gran cantidad de traba-
jo y el poco número de los misioneros provocó que se rompieran
ciertas reglas y que los mismos religiosos novo hispanos fueran a la
península a reclutar frailes, como lo hicieron fray Antonio de Ciu-
dad Rodrigo en 1529 y fray Jacobo de Tastera en 1542. 203
Una vez en Nueva España, los religiosos franciscanos iniciaron
su obra misionera, al principio entre los pueblos del altiplano y
poco a poco hacia el resto del territorio. En la época que tratamos
se hicieron expediciones hasta Nuevo México, como la de fray M~
cos de N iza, pero de hecho sólo se lograron consolidar las de Michoa-
cán, iniciada por fray Martín de la Coruña, la de Yucatán, comen-
zada por fray Jacobo de Tastera en 1534, y la de Guatemala en la
que participó Motolinía. 204
La evangelización no se llevó a cabo de una manera casual pues
tanto el rey, su consejo y las autoridades civiles, como la Iglesia, hi-
cieron reuniones para determinar los métodos a seguir en la nueva
misión. Un ejemplo de ello fue la primera junta apostólica en 1524,
a la cual asistieron todos los franciscanos, diecisiete en total, y clé-
rigos que había en México y el mismo Cortés, y en la que segura-
mente se pusieron las bases para el método cristianizador que se
iba a seguir. Después de ésta se hicieron juntas eclesiásticas, conci-
lios provinciales, capítulos en cada orden y reuniones de todas las
congregaciones misioneras con el mismo fin. Zumárraga, por ejem-

203
P. Torres, op. cit., pp. 167 y ss.; L. Gómez Canedo, Evangelización y Conquil-
ta ... , pp. 26 y SS.
204
Sobre estas expediciones y misiones ver J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, capt.
V, VI y VII, vol. III, pp. 27 y ss.; Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán; Isidro
Félix de Espinoza, Crónica de la provincia franciscana de los apóstoles San Pedro ySm&
Pablo de Michoacán; Francisco Mariano de Torres, Crónica de la santa provincia di
Xalisco ; Francisco Vázquez, Crónica de la provincia del santísimo nombre de jesús dt GvtJ.
temala...
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 165

plo, reunió una de franciscanos en 1529 y otra de las tres órdenes


mendicantes en 1541, a la que llamó "Unión Santa". 205
Para lograr el fin principal de la misión, salvar a las almas, los
religiosos usaron muy variados métodos. Algunos de ellos ya los he-
mos mencionado en capítulos anteriores pues los elementos del
franciscanismo fueron medios para la evangelización; otros más
los veremos en seguida.
Evangelizar significaba para los frailes que pasaron a Nueva Es-
paña, no simplemente enseñar la religión cristiana, sino también
trasladar con ella todos los elementos de la cultura occidental que
pudieran ayudar a hacer más accesible el cristianismo a los indíge-
nas. Fue por ello necesario poner en práctica una serie de medidas
preparatorias con el fin de crear las condiciones propicias para la
labor de evangelización.
El problema mayor al que se enfrentaron los frailes al difundir
el cristianismo fue el de la lengua, más agudo aún a causa de la gran
variedad de idiomas que se hablaban en Mesoamérica. Al principio
los frailes pr.,edicaron por medio de señas o de intérprete, pero la
reconstrucción de la ciudad de México absorbió los pocos traduc-
tores que había. Además, con los intérpretes se corría el riesgo de que
las traducciones no fueran siempre fidedignas, y además había ca-
sos, como la confesión, en que era imposible emplearlos. Por eso
los religiosos decidieron aprender y codificar las lenguas indígenas
más difundidas, sobre todo el náhuatl. Al principio, jugando con los
niños que tenían a su cargo, adquirieron un vocabulario para comu-
nicarse con los indios. Después fue de gran ayuda fray Alonso de
Molina, que era hijo de una viuda española y que había pasado su
infancia entre los niños indígenas y había aprendido su idioma;
cuando el muchacho tuvo edad suficiente entró con los francisca-
nos y fue para ellos un gran maestro y un insustituible colabora-
dor.206 Algunos religiosos pensaron que además de las lenguas, era
necesario conocer las costumbres, ritos y creencias que sus catequi-
zados tenían antes de la conquista, pues, como ya mencionamos,

10
; P. Borges, op. cit., pp. 44 y ss.
106 M. Cuevas, Historia ... , vol. 1, p. 202.
166 1 El franciscanismo en Nueva España

así podrían descubrir las supervivencias idolátricas, perseguirlas y


transmitir con mayor eficacia el mensaje evangélico.
Otra medida preparatoria para la labor evangelizadora fue lo-
grar el apoyo de los grupos dirigentes indígenas, pues si ellos se
convertían lo harían los súbditos. Con el sacerdocio prehispánico
esto fue imposible, por lo que se le persiguió sin tregua e incluso
con crueldad, llevando a algunos a la hoguera. 207 A la nobleza gue-
rrera en cambio se le atrajo con favores y privilegios.
Sin embargo, los frailes se daban cuenta de que los adultos ha-
bían vivido en una tradición que era muy difícil erradicar de gol-
pe, por lo que los cambios fundamentales no podían realizarse a
partir de ellos, sino de las nuevas generaciones, entre las que desa-
rrollaron una intensa labor educativa. Al principio se enseñó a los
niños nobles y macehuales por igual, pero pronto se quitó esto pues
pareció que era inútil y además porque algunos de estos macehua-
les derrocaron a los hijos de los caciques, a los que por derecho co-
rrespondía el gobierno. 208 Los frailes no buscaban trastocar el or-
den social y así a los niños campesinos sólo se les dio instrucción
religiosa, mientras que a los niños nobles se les educó en forma es-
merada, pues estaban destinados a ser autoridades en las comuni-
dades indígenas. Con esta idea los religiosos los reunieron en sus
conventos y los instruyeron en la religión cristiana, la lectura, la
escritura, la aritmética y el canto. Junto a estos estudios se crearon
también escuelas técnicas para formar a los artesanos que realiza·
rían la construcción y ornamentación de iglesias y conventos. Esta
élite preparada sería de gran ayuda en todos los ámbitos de la labor
evangelizadora.
Finalmente, había un obstáculo más que dificultaba la catequi·
zación sistemática. Aunque Mesoamérica era un territorio de gru·

207
Cf. D. Muñoz Camargo, Historia de Tlaxcaúz.
208
Informe de la provincia del Santo Evangelio al visitador Juan de Ovando, en
García lcazbalceta, NCDHM, vol. II, pp. 62 y ss. Parece que para fines del siglo esta
distinción educativa entre hijos de macehuales y de nobles se fue perdiendo y
Torquemada señalaba que para su tiempo entraban a aprender en las escuelas
" .. .indiferentemente nobles y comunes". Ouan de Torquemada, Monarquía India-
na, lib. XV, cap. 42, vol. 5, p. 172.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 16 7

pos sedentarios, las grandes concentraciones humanas que exis-


tían en el valle de México eran escasas; las pequeñas aldeas disper-
sas constituían la forma de poblamiento más común en amplias
regiones. En un principio los religiosos se lanzaron a la predicación
itinerante, recorriendo a pie grandes distancias; a su paso enseña-
ban y bautizaban. Pero pronto se dieron cuenta de que era más efec-
tivo congregar a los indígenas en pueblos, con lo que se facilitaba
su control y cristianización. Tales concentraciones se hicieron utili-
zando las antiguas cabeceras políticas del imperio mexica y de los
señoríos mesoamericanos, las cuales se convirtieron en cabeceras
de doctrina. En ellas los frailes construyeron sus conventos e igle-
sias, trazaron calles y plazas y repartieron solares para huertas y
tierras comunales para el cultivo. 209 Zumárraga fue uno de los ma-
yores promotores de este sistema de congregaciones, y en una de
sus cartas al rey decía que si se les diese " .. .manera de vivir en po-
licía y oficios como en Castilla, juntando los pueblos con calles y
casas etcétera ... que allende que sería causa para entrar en ellos la
cristiandad, serían ricos en poco tiempo y no se disminuirían ni
morirían como bestias en los campos y montes". 210 Estos pueblos
recién formados no tenían contacto con los españoles para que no
se contaminaran con sus costumbres y ésta fue una de las razones
por las cuales los frailes no se preocuparon por la hispanización.
Para algunos autores esta política fue un error pues se crearon
grupos demasiado cerrados, sin contacto con el exterior e incapa-
ces de solucionar por sí mismos sus problemas. 211
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, sólo fue posible reunir en
poblados grandes unas cuantas aldeas y la mayor parte quedaron
diseminadas como visitas asistidas por los frailes de la cabecera.
Dada la escasez de misioneros y el elevado número y alejamiento
de estos caseríos, sus habitantes recibían a los misioneros itineran-
tes muy esporádicamente. El problema fue todavía mayor en el norte
donde no existían más que tribus nómadas o semisedentarias. La
Corona apoyó esta actividad de los frailes, ya que con ella, además

!Q9 D. Valadés, op. cit. , parte IV, cap. XXIII, fj. 109, p. 475.
210
Apud L. Gómez Canedo, "Evangelización... ", en op. cit., p. 117.
lll R. Ricard, op. cit., pp. 291 y ss.
168 1 El franciscanismo en Nueva España

de facilitarse la evangelización, se concentraba la mano de obra y


el tributo indígenas.
Una vez resueltas las dificultades preliminares se puso en mar-
cha el proceso de conversión metódica, que tenía como objetivos,
por un lado, la catequización o transmisión de los elementos bási-
cos del dogma y la moral cristianos, y por el otro, la promoción de
una serie de prácticas y ceremonias comunitarias. En esta labor los
religiosos también tuvieron la ayuda de los grupos indígenas edu-
cados en sus conventos.
La enseñanza del dogma cristiano fue el elemento central del
trabajo misional y alrededor de ella se desarrollaron todos los otros
aspectos de dicha obra. Este aspecto era de tal importancia para
los frailes, que fue lo primero que hicieron al llegar, aun cuando
no conocían la lengua. Torquemada cuenta que

[... ] pasando estos siervos de Dios por Tlaxcala, se detuvieron


allí algunos días ... y aguardaron el día del mercado ... cuando la
mayor parte de la gente de aquella provincia se suele juntar a sus
tratos y granjerías, acudiendo a la provisión de sus familias. Y
maravilláronse de ver tanta multitud de almas, cuanta en su vida
jamás habían visto así junta, alabaron a Dios con grandísimo gozo
por ver la copiosísima mies que les ofrecía y ponía por delante. Y
movidos con el celo de la caridad que venían, ya que no les po-
dían hablar, por ignorar su lengua, comenzaron con señas (como
hacen los mudos) a declararles su intento, señalando al cielo, que-
riéndoles dar a entender que ellos venían a enseñarles los tesoros
y grandezas que allá en lo alto habían. Los indios andaban de-
trás de ellos como los muchachos que suelen seguir a los que
causan novedad y maravillábanse con verlos con tan desarrapado
traje y tan diferente de la bizarría y gallardía que en los soldados
españoles habían visto. 212

El catecismo se impartía a los adultos antes y después de ser


bautizados, todos los domingos y días festivos antes de la misa.213
Muy temprano los vigilantes o "mandones" de cada barrio desper-

212
J. de Torquemada, op. cit., lib. XV, cap. X, vol. III, p. 20.
213
T. de Ben~vente, Historia ..., trat. 11, cap. I, p. 78.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 169

taban a la población y la reunían en el atrio frente a la iglesia, don-


de pasaban lista; quienes faltaban sin justificación recibían un cas-
tigo. Después se separaban hombres y mujeres, se les explicaba la
doctrina y se les hacía memorizar alguna parte de ella. Por último
se les congregaba de nuevo para el sermón y la misa. Los niños ma-
cehuales debían además asistir cotidianamente a la instrucción reli-
giosa antes de ir con sus padres a las labores del campo. 214 Para rea-
lizar estas actividades los frailes contaban con la ayuda de jóvenes
catequistas de ambos sexos, quienes suplían la carencia de perso-
nal misionero.
Esa misma falta de personal misionero movió a los frailes a en-
viar a los jóvenes nobles de dos en dos a predicar el Evangelio a los
pueblos. Ellos eran una excelente ayuda pues por su medio llegaba
el cristianismo a sus padres y a los plebeyos, que al ver a los hijos de
sus caciques convertidos al cristianismo lo abrazaban también. Fray
Pedro de Gante fue el primero que utilizó este método y sobre él
nos dice:

[... ]de mañana hacían los religiosos se ayuntasen y rezasen y can-


tasen ... luego oían misa y luego entraban a leer y escribir y otros
a enseñarse a cantar el oficio divino para lo oficiar. Los más há-
biles aprendían la doctrina para la predicar a los pueblos y al-
deas ... Tenía yo después de completas una hora o casi de tiempo
en que les predicaba y tomaba cuenta a los que predicaban a las
ciudades populosas y aldeas de cómo lo hacían ... Toda la semana
los más hábiles y alumbrados en las cosas de Dios estudiaban lo
que habían de predicar y enseñar a los pueblos los domingos y
fiestas de guardar, y los sábados los enviaba de dos en dos ...
salvo cuando era fiesta o dedicación de los demonios, que envia-
ba los más hábiles para los estorbar. 215

No cabe duda que esta actividad acentuó la ruptura generacional


entre padres e hijos y tuvo sus episodios más dramáticos en dos casos
opuestos sucedidos en Tlaxcala: el asesinato del sacerdote del dios

F. H. Vera, op. cit., vol. II, p. 384.


214

m Carta de fray Pedro de Gante a Felipe II, en J. García Icazbalceta, NCDHM,


vol. 11, p. 220.
170 1 El Jranciscanismo en Nueva España

Ometochtli por unos jóvenes neófitos y la matanza de los niños


mártires Cristóbal, Antonio y Juan.
Para enseñar la religión a los recién convertidos, los frailes tu-
vieron que hacer gala de su ingenio pedagógico. Al principio usa-
ron de la mnemotecnia, pero después, según nos cuenta Mendieta,
" ... como todos los domingos y fiestas de guardar antes del sermón
y de la misa se dice dos o tres veces la doctrina estando todo el pue-
blo junto en el patio de la iglesia, sería harto descuido y torpeza del
que con tanta continuación y frecuencia no lo tomare de coro". 216
Con todo, fray Pedro de Gante y fray Bernardino de Sahagún com·
pusieron cantos para facilitar el aprendizaje del catecismo.
Los frailes sabían que no era suficiente la memorización de los
dogmas y que era necesario explicarlos. Así, para facilitar la com-
prensión del mensaje se utilizaron pinturas, representaciones tea·
trales y espectáculos de participación multitudinaria. Fray Jacobo
de Tastera traía siempre con él los misterios en un lienzo pintado y
un indio para que los explicara, y en el grabado del atrio que nos
dejó fray Diego Valadés aparece fray Pedro de Gante enseñando a
los indios con este método. 217 Con el tiempo, los temas de estas
"sargas didácticas" sobre papel de amate pasaron a los muros de
iglesias y capillas y plasmaron la vida de Cristo, la Virgen y los san-
tos y las escenas del infierno y sus demonios. También con esa fi.
nalidad educativa se escribieron en náhuatl y otros idiomas autos
sacramentales sobre temas bíblicos, desde la creación hasta el juicio
final, que eran actuados por los mismos indígenas. 218 Finalmente,
se promovieron grandes pantomimas como la realizada en Tlaxcala
en 1538, donde se escenificó la toma de Jerusalén por los ejércitos
cristianos y en la que participaron numerosos actores indios y espa·
ñoles. 219 A veces las representaciones iban dirigidas a crear una
fuerte impresión en los espectadores, como las mostradas por fray
Luis Caldera, quien arrojaba al hórno perros y gatos vivos para

216
J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XXVIII, vol. II, p. 92.
217
D. Valadés, op. cit., parte IV, cap. XXIII, fj. 108, p. 473.
218
José Rojas Garcidueñas, "Los primeros misioneros y el teatro de evan-
gelización", en Divulgación Histórica, año 1, vol. 1, núm. 11, pp. 475 y ss.
219
T. de Benavente, Historia ..., trat. 1, cap. XV, p. 61 y ss.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 171

ejemplificar los sufrimientos de los condenados en el infierno, 220 o


las que realizaba fray Alonso de Escalona, que en el jueves de Se-
mana Santa se hacía llevar al púlpito y ahí públicamente se azotaba
ypredicaba a los indios. 221
En general, los religiosos no insistieron en una comprensión
profunda de los dogmas por parte de los catequizados. Era suficiente
que supieran de memoria los elementos básicos de la doctrina y
algunas oraciones y que conocieran y obedecieran los principios de
la moral cristiana, sobre todo en lo referente a las prohibiciones de la
sexualidad fuera del matrimonio, las idolatrías y la embriaguez. Junto
con esto, se consideraba de vital importancia el fomentar la partici-
pación comunitaria en prácticas rituales relacionadas con la admi-
nistración de los sacramentos y con las ceremonias litúrgicas.
De los siete ritos sacramentales, fueron el bautismo y el matri-
monio los que recibieron una mayor atención por parte de los mi-
sioneros, pues marcaban etapas decisivas en la vida social de los
individuos y se prestaban, por lo mismo, para la celebración de ce-
remonias colectivas.
El bautismo, que otorgaba la entrada a la comunidad cristiana,
fue administrado por los franciscanos a los adultos después de una
breve preparación en la doctrina y sin seguir las ceremonias pres-
critas. Con una rama esparcían agua bendita sobre la multitud y
sólo realizaban los actos propios del sacramento en unos cuantos
asistentes. Tal actitud provocó conflictos con el clero secular y con
los miembros de otras órdenes. Ya mencionamos en otro capítulo
que esta actitud era explicable en parte por el deseo de un cristianis-
mo más puro y libre de un exceso de ceremonias externas y en parte
por el escaso número de frailes y la gran cantidad de catecúmenos.
Con el tiempo, sin embargo, la consolidación de comunidades cris-
tianas donde el bautismo se administraba a los recién nacidos, y la
obediencia a la orden papal que estipulaba que todos los bautiza-
dos debían recibir el agua, la sal y el aceite, obligaron a los francisca-
nos a realizar su administración como en el resto de la cristiandad.

210
R. Ricard, op. cit., pp. 219 y ss.
221
P. de Oroz, op. cit., pp. 78 y 83.
172 1 Elfranciscanismo en Nueva España

Los niños debían ser bautizados todos los domingos, los adultos
durante las cuatro fiestas más importantes del año y después de
una minuciosa preparación. Incluso en un documento tardío como
el Itinerarium Catholicum se insiste en que no se deben hacer bautis-
mos a la carrera durante las expediciones apostólicas y señala: "Es-
tos misioneros que sólo cuidan de engendrar nuevos hijos por el
bautismo y no se preocupan de educar a los ya bautizados con le-
che de doctrina y administración de sacramentos, se comportan
más que como padres, como caballos sementales". 222
En materia matrimonial los problemas fueron aún mayores a
causa de la costumbre de la poligamia, muy común entre los perso-
najes de alto rango social. Las mujeres, además de esposas, eran
servidoras productivas, por lo que obligar a aquéllos a tener una
sola cónyuge implicaba una disminución en su patrimonio. Fina~
mente, se impuso la obligatoriedad de la monogamia, pero aún
quedaba por dilucidar con cuál de las esposas debía realizarse el
rito cristiano. La Iglesia exigía que se hiciera con la primera, pues
aceptaba la validez de un ritual matrimonial usado entre los prehis-
pánicos, pero los maridos mentían a menudo para conservar a la más
joven. Los religiosos trataron de solucionar cada caso de la mejor
manera posible, asesorados por los ancianos del pueblo que cono-
cían las relaciones familiares de todos. Así unían y rompían vínculos
de acuerdo con las informaciones recibidas. A pesar de las difi~
tades, los frailes procuraron que las mujeres repudiadas no queda-
ran desamparadas y les consiguieron nuevos consortes.
En otro plano se encontraban los restantes sacramentos. La confe-
sión era obligatoria una vez al año; los indios acudían a ella con sus
faltas pintadas sobre papel y con mucho interés, aunque les era
difícil comprender el concepto cristiano de pecado. La comunión
se destinó sólo a aquellos que conocían bien el catecismo, y por lo
tanto se les consideraba capaces de entender su significado. La ex-
tremaunción se aplicó únicamente a los habitantes cercanos a los
conventos. La confirmación, sacramento administrado por los obis-
pos, estuvo supeditada a las visitas pastorales, que no eran muy
frecuentes. El orden sacerdotal se negó casi totalmente a los indios,

222
J. Focher, op. cit., p. 322.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 173

aunque algunos frailes pensaron al principio que era necesario


crear un clero indígena e incluso el colegio de Tlatelolco se formó
en parte con ese fin. 223 Pero en 1555 el primer concilio provincial
prohibió la ordenación de sacerdotes indios y mestizos.
Una de las preocupaciones más grandes de los misioneros fue
fomentar la asistencia a la misa dominical. Para hacer más atractiva
la ceremonia se introdujo en ella un elevado número de cantores y
músicos que tocaban diversos instrumentos precortesianos y euro-
peos. Era necesario dar al acto un gran esplendor para captar la
atención de los indígenas hacia su nueva religión. Con esta finali-
dad se promovieron también las procesiones y las fiestas litúrgicas
decoradas con flores y papeles de colores y amenizadas con cantos
ydanzas de tradición prehispánica. El esplendor del culto católico
debía sustituir a las vistosas festividades paganas.
Junto a esa labor que iba encaminada a dar a los naturales las ba-
ses ideológicas y morales de la nueva religión, estaba la obra social
que tenía como móvil principal el amor al prójimo y como una
manifestación de éste, la salvación de las almas. Esta labor trascen-
dió todos los órdenes de la vida y llegó incluso a buscar una correc-
ción de los abusos que cometían los españoles contra los indios, lo
que provocó no poca oposición contra lós religiosos por parte de
los afectados. Entre los frailes, dice Lino Gómez Canedo en un in-
teresante artículo, " ... ninguno -o muy pocos- consideraron que
su papel se limitaba a rezar, predicar desde el púlpito y administrar
los sacramentos, desentendiéndose de las necesidades temporales
y de las injusticias que padecían sus fieles". 224 La labor social era
para ellos parte fundamental de la labor misional, pues era imposi-
ble lograr la segunda si no se conseguía dar al indígena un mínimo
de seguridad y bienestar materiales.
Las actividades de promoción humana no estaban especificadas
ni en la Regla, ni en las constituciones de la orden, ni en la Instruc-
ción o la Obediencia de Quiñones, aunque en todos estos documen-
tos se recomendaba la práctica del mandato evangélico del amor al

m Para una visión más amplia sobre la administración de los sacramentos


véase R. Ricard, op. cit., pp. 185 y ss.
224
L. Gómez Canedo, "Evangelización .. .", en op. cit., pp. 85 y ss.
174 1 El franciscanismo en Nueva España

prójimo. En la Epitome convertendi gentes de fray Nicolás Herbom


(después de 1532), se da una idea más particular al respecto pues
recuerda a los misioneros que ".... no exijan dinero de los convertÍ·
dos, antes lo gasten en su favor y que las autoridades civiles sólo les
impongan tributos moderados". 225
Ya desde los comienzos de la evangelización en América, los
franciscanos tuvieron una gran intervención en los problemas S(}
ciales. En capítulos anteriores hemos mencionado la participación
de los frailes menores en la defensa de los indígenas antillanos con-
tra los afanes esclavistas de Colón; hablamos también de la evan·
gelización pacífica de Cumaná y los ataques a la encomienda y la
creación de pueblos de indios por parte de estos religiosos. Vamos
a ver ahora cómo se desarrolló esta labor en Nueva España que fue
el siguiente campo de acción y cuyos logros influyeron notable-
mente en el resto de América.
Dos fueron las áreas en las que se manifestó la obra social fran·
ciscana en México en la época que tratamos: la lucha por el cambio
o mejora de las estructuras existentes y las obras de beneficencia y
bienestar social. Dentro de la primera categoría estarían la oposi-
ción a los abusos de los encomenderos, a los tributos excesivos, al
repartimiento, a la esclavitud indígena y a las guerras de conquista;
a la segunda, las reducciones y fundaciones de pueblos, cajas de
comunidad, cofradías, hospitales y escuelas.
En lo que respecta a la encomienda, los franciscanos no se opu·
sieron, por lo general, al sistema sino a su mala aplicación; incluso
la apoyaron bajo el gobierno de Cortés, al que admiraban, y bajo la
segunda audiencia y el virreinato de Antonio de Mendoza, que tra·
taron de poner coto a los abusos de los encomenderos; en cambio,
bajo el mandato de Nuño de Guzmán, quien la usó en peijuicio de
los indígenas y en su propio beneficio, la atacaron. En 1527 o 1528
fray Antonio de Ciudad Rodrigo fue a España a pedir a Carlos V
que " .. .los indios fuesen relevados de tantos trabajos y vejaciones,
como al principio padecían causándolo la insaciable codicia de los
españoles" .226

m Apud ibid., p. 92.


226 P. de Oroz, op. cit., p. 65.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1175

En 1543llegaron a México las leyes nuevas que prohibían, entre


otras cosas, el otorgamiento de nuevas encomiendas y que impe-
dían que las viejas pudieran ser heredadas, lo que equivalía a la
muerte de la institución. Los provinciales mendicantes fueron in-
cluso a España y escribieron un memorial al rey sobre los inconve-
nientes de poner en práctica esas leyes. Aunque al parecer fray
Francisco de Soto se arrepintió de haber firmado, y cuenta Oroz227
que de un bocado se tragó la firma que había puesto en el papel, el
caso es que los franciscanos se opusieron rotundamente a la aboli-
ción de la institución y en sus cartas es constante desde muy tem-
prano el apoyo a la encomienda perpetua que creían necesaria para
la salvación eterna de los indios. 228
Por principio de cuentas la institución les parecía perfectamente
compatible con la libertad de los nativos e incluso de gran ayuda
para su evangelización, pues los indígenas sin ella, decía Zumárra-
ga, andan "... rebotados, viendo que cada día les mudan señores, no
tienen sosiego, ni amor, ni quieren servir a quienes los tienen en-
comendados, por guardar lo que tienen para otro que les dan otro
día y a la causa reciben muchos malos tratamientos y por no servir
se van a los montes, lo cual no harían si conociesen señor per-
petuo".229
En segundo lugar los religiosos pensaban que era su deber man-
tener la existencia de dos repúblicas, la de los indios y la de los es-
pañoles, para que la primera no se contaminara, y la encomienda
ayudaba a sostener esa situación. Finalmente, el hacer perpetua esta
institución impediría que se volvieran a dar casos como el de Nuño

m !bid., p. 62.
m La opinión aparece en los siguientes documentos: carta de Martín de Valen-
cia y otros franciscanos al emperador, 1526 Q. García lcazbalceta, CDHM, vol. n, pp.
155 y ss.); carta de Zumárraga al emperador, 27 de agosto de 1529 (CDIAO, vol. XIII,
pp.165 y ss.); parecer de Zumárraga, 1544 (M. Cuevas, Historia ... , vol. I, pp. 275 y ss.,
n. 12); carta de Martín de Hojacastro al emperador, 1 de junio de 1544 U· García
Icazbalceta, NCDHM, vol. n, pp. 187 y ss.), y carta de Pedro de Gante a Felipe II, 1558
U· García Icazbalceta, NCDHM, vol. n, pp. 220 y ss.).
m Carta de Zumárraga al emperador, 27 de agosto de 1529, en CDIAO, vol. XII,
pp. 165 y SS.
176 1 El franciscanismo en Nueva España

de Guzmán, y los españoles, al tener asegurada su heredad, trata-


rían bien a sus indios encomendados. Zumárraga dice al respecto:

Cuanto a los españoles, están tan opresos que no osan obrar y


afirmo que más sujetos que en ninguna otra parte yo haya visto,
lo cual no sería si tuviesen sus indios perpetuos, a los cuales que-
rrían bien y les harían buenas obras ... y en sus pueblos procura-
rían plantar viñas y olivares y otros heredamientos para relevar
sus vasallos de tributo y vivir como en España... 230

La misma situación fue causa, en parte, de la gran aversión que


Motolinía muestra en sus escritos hacia Bartolomé de las Casas,
principal opositor de la encomienda. 231
Los franciscanos apoyaban la perpetuidad de esa institución
porque creían que era buena para la salvación de los indígenas, pe-
ro por la misma razón se opusieron a los excesivos tributos, tanto en
trabajo como en especie, que los encomenderos exigían a los nativos.
Para los frailes este pago era una de las causas por la que los indios
gentiles rechazaban aún el cristianismo y así lograron que en 1539 se
exentase de él por diez años a los chichimecas, cuando algunos de
ellos decidieron recibir misioneros. 232
Zumárraga proponía que para relevar a los vasallos de esta obliga-
ción se promoviera entre los encomenderos la siembra de vides y
olivos, cuya ganancia pagaría con creces lo que los indios tributaban,
y además pedía que se prohibiera a los españoles usar a sus encomen-
dados como cargadores, trabajo que correspondía a los esclavos. 255
Motolinía y Gante atacaban los excesivos tributos y consideraban
que por su causa los indios estaban a punto de extinguirse.234
Los frailes menores también se opusieron constantemente a la
esclavización de los indios, pues no sólo iba contra la integridad de

230 ldem.
231
Carta de Motolinía al emperador Carlos V, 2 de enero de 1555, en el apén-
dice a la Historia ..., pp. 205 y ss.
232
T. de Benavente, Historia ... , trat. III, cap. V, p. 140.
233 Carta de Zumárraga al emperador, 27 de agosto de 1529, en CDIAO, vol. XW,

pp. 170.
234
Carta de Motolinía a S. M., 15 de mayo de 1550, en M. Cuevas, Documentos... ,
p. 162; P. de Gante, op. cit., pp. 27 y ss.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 177

las personas, sino incluso contra el bien de sus almas. Uno de los
primeros que intervino con respecto a esto fue fray Juan Suárez o
Xuárez, quien se encontraba en Granada en 1526 cuando se prepa-
raban las ordenanzas que, entre otras cosas, limitaban notablemente
el tráfico esclavista y en cuya elaboración participó ese fraile fran-
ciscano.235 Con el mismo fin fue enviado fray Antonio de Ciudad
Rodrigo, que intervino seguramente en la elaboración de las medi-
das antiesclavistas que promulgó Carlos V en 1528. En 1529, en la
famosa carta de Zumárraga al emperador del 27 de agosto, impor-
tantísima por su contenido social, el arzobispo pedía que se prohi-
biera herrar a los indios como esclavos, y Motolinía señalaba que
muchos caciques liberaron a sus cautivos gracias a la intervención
de los frailes menores. 236
Pero donde se ve más claramente su afán antiesclavista es en la
carta colectiva de los franciscanos, fechada el 31 de julio de 1533.
En ella se defendía a los indígenas de Guatemala contra la esclavi-
tud que el rey había permitido en esas tierras y se atrevían a seña-
larle lo siguiente:

[... ] de una cosa se podría alabar Vuestra Majestad, que tiene


renta del más precioso oro que hay en el mundo, porque lo otro
es oro de tierra y lo vuestro es oro de almas. iOh católico prínci-
pe, y éste es el galardón que de vuestras reales manos esperaban
vuestros vasallos; y éste es el tesoro que la Iglesia esperaba de las
ovejas a vos encomendadas!. .. porque la concesión del hierro es
contra la ley divina, la cual no consiente que los libres se hagan
esclavos, aunque en la tal servidumbre entrevenga autoridad real;
...lo segundo, la tal concesión es contra vuestro imperial oficio,
el cual es amparar la Iglesia y libertar a los injustamente cautivos;
y como señor, el sacro olio con que fuisteis ungido por coadjutor
de Dios, [no] fue para afilar vuestro real cuchillo contra los ino-
centes e pupilos, pero contra los tiranos os concedió Él esto, que
el vicario de Cristo el día de vuestra imperial coronación os dio,
que no para contra los tristes vasallos vuestros ... lo tercero con-
tra la condición con que vuestra majestad recibió del romano

23; J.
García lcazbalceta, CDHM, vol. II, pp. 552 y ss.
236 T. de Benavente, Historia ... , trat. II , cap. V, p. 94.
178 1 El franciscanismo en Nueva España

pontífice estas tierras que fue para que convirtiésedes a las gen-
tes que no para que las vendiésedes; lo cuarto es contra toda ley
de buena gobernación, la cual quiere que las tierras e reinos se
conserven e aumenten y no que se destruyan, e si la obligación
de vuestro imperial oficio y la condición con que estas tierras
recibisteis no os mueven a que Vuestra Majestad tan gran mal re-
medie, muévaos la conservación de vuestra hacienda... 237

La campaña antiesclavista culminó con las leyes nuevas de 1542,


uno de cuyos artículos prohibía toda forma de esclavitud en el futu-
ro, al mismo tiempo que estrechaba los requisitos para legitimar
los esclavos ya hechos. Fue ésta la culminación de una tenaz labor
en la cual los franciscanos jugaron un papel primordial.238
La esclavitud de los indígenas se había permitido sólo en el caso de
los prisioneros hechos en una guerra justa. Algunos conquistado-
res habían pretendido explicar su esclavismo y sus conquistas alu-
diendo a la necesidad de que las armas debían abrir el camino a la
cruz. Los frailes menores tuvieron entonces que enfrentarse al pro-
blema de si era posible permitir la dominación armada como un
requisito previo de la cristianización o bien debía hacerse ésta paá-
ficamente. En este asunto las opiniones entre los franciscanos fue-
ron diversas.
Fray Francisco de Soto decía que la campaña guerrera se podría
justificar como medio para destruir la idolatría o aumentar los do-
minios imperiales, pero la guerra nunca debía usarse para robar o es-
clavizar a los indios y que sólo podía hacerse con la condición de
agotar antes todos los medios pacíficos posibles. 239 Fray Juan Focher
pensaba que, aunque era preferible la penetración por la paz, ésta
era generalmente difícil, por lo cual se inclinaba por la vía armada,
e incluso justificaba la esclavización con motivo de una guerra jus-

237
Esta carta está publicada en varias partes: F. del Paso y Troncoso, op. cit., voL
III, pp. 97 y ss.; T. de Benavente, Memoriales ... , apéndice XIX, pp. 449 y ss.; M.
Cuevas, Documentos... , pp. 13 y ss.
238
L. Gómez Canedo, "Evangelización... ", en op. cit., pp. 113 y ss.
239
Informe de Soto, Zumárraga y otros sobre la guerra que Nuño de Guzmán
llevaba a cabo en jalisco, marzo de 1531, apud ibid., pp. 107 y ss.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 179

ta. 240 Motolinía señalaba: "... pues a Vuestra Majestad conviene de


oficio darse prisa y se predique el santo Evangelio por todas estas
tierras y los que no quisieren oír de grado el santo Evangelio de
Jesucristo sea por fuerza, que aquí tiene lugar aquel proverbio: más
vale bueno por fuerza que malo por grado". 241 En todo caso, ¿no
había sido la conquista de México por Cortés la puerta que facilitó
la entrada del cristianismo en estas tierras?
Fray Toribio, que consideraba la dominación armada como un
castigo divino para los indios, decía sin embargo:

Sólo Aquel que cuenta las gotas del agua de la lluvia y las arenas
del mar puede contar todas las muertes y tierras despobladas de
Haití o Isla Española, Cuba, San Juan, Jamaica y otras islas; y no
hartando la red de su avaricia fueron a descubrir las innume-
rables islas de los lucayos y las de Barguanan que decían Herre-
rías de oro, de muy hermosa y dispuesta gente y sus domésticos
guatiaos; con toda la costa de la tierra firme, matando tantas
ánimas y echándolas casi todas en el infierno tratando a los hom-
bres peor que a bestias y tuviéronles en menos estima como [si]
en la verdad [no] fuesen criados a la imagen de Dios. 242

Finalmente, estaba la opinión de muchos franciscanos como fray


Andrés de Olmos o fray Juan de San Francisco y de religiosos de
otras órdenes, que pensaban que la evangelización debía hacer-
se solamente por medios apostólicos, sin usar en absoluto la fuerza
de las armas. 243 La principal razón para esta posición era aquí de
nuevo la idea de la salvación eterna de los indios; no se podía pre-
dicar una religión de amor teniendo el odio de la guerra como

t40 J. Focher, op. cit., pp. 56 y 335.


Y<l Carta de Motolinía al emperador, 2 de enero de 1555, en T. de Benavente,
Memoriales ... , apéndice, 1, p. 411.
tu T. de Benavente, Historia ... , trat. 1, cap. III, p. 23.
Y<l Carta de fray Andrés de Olmos al rey, 25 de noviembre de 1556, en Cartas
de Indias, p. 128; carta de 'fray Juan de San Francisco a Felipe II, 20 de julio de 1561,
enJ. García lcazbalceta, Códice Franciscano, NCDHM, vol. 11, p. 225; carta de fray
Francisco de Morales a S. M., 25 de diciembre de 1570, en F. del Paso y Troncoso,
op. cit., vol. XI, p. 103.
180 1 El franciscanismo en Nueva España

antecedente, pues los conquistados rechazarían siempre la fe que


se les había impuesto por las armas y su conversión jamás sería since-
ra. Por otro lado los indios muertos en estas guerras perderían su sal-
vación eterna por no haber conocido la verdadera fe, y los que queda-
ran se contaminarían con el mal ejemplo de los conquistadores.
La oposición a todas las campañas de conquistas y a todos sus
males es un elemento constante en muchos de los frailes menores,
así, en una carta de varios franciscanos al rey en 1531, dicen:

[... ]una tierra que por sí despoblada y sin gente merecía ser bus-
cada y poblada no sin gran dolor, en los tiempos pasados y ma-
los, de todos nosotros, la hemos visto puesta a cuchillo más cruel
que en el tiempo de su infidelidad. Gran desfavor era de la ley
sin carga e dulce evangélica, y así algunos della a nosotros los
frailes hubieron dicho que, cómo en su tiempo cruel y malo eran
muchos más que al presente, estando debajo de la ley de Dios y
cristiap.os ... pero aún no nos faltó que les decir que sus pecados
lo merecían y más sentíamos la perdición de las ánimas que nues-
tro emperador perdiese sus vasallos. 244

Fray Juan de Zumárraga, uno de los más destacados defensores


de la evangelización por medios pacíficos, recomendaba siempre
éstos para la penetración a las tierras aún sin conquistar y decía:

[... ]y si su Majestad comete esta cosa a su virrey don Antonio de


Mendoza, yo creo que cesarán y lo que se descubriere y lo descu-
bierto se conquistará apostólicamente ... mandando a los españo-
les que so pena de muerte no entren en pueblo ni en casa de
indio, sino que los religiosos entren por los pueblos y los españo-
les, sin armas, comiencen a entender en rescates y cosillas que
los indios quieren de acá y vayan haciendo así sin hacer mal al
indio, ni muestren armas pues ellos los reciben de paz y los sir-
ven y mantienen; no entren por los lugares sino los religiosos

244
Carta de los padres fray Juan de Zumárraga, fray Martín de Valencia, fray
Luis de Fuensalida, fray Antonio Ortiz, fray Antonio Maldonado y fray Francisco
Jiménez a S. M., 27 de marzo de 1531, en J. García lcazbalceta, Don fray Juan ...
vol. n, p. 265.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 181

que les den a entender que los cristianos no vienen sino a servir
a los frailes. 245

En otro documento el obispo señala: ".. .la buena guerra y con-


quista sería la de las almas, enviando religiosos a ellos como Cristo
envió a sus apóstoles y discípulos, de paz ... "246
Después de la evangelización del centro del país, casi todas las
misiones se intentaron por medios pacíficos. Fray Jacobo de Tastera
llevó a cabo esta política en Yucatán en 1533 247 y el evangelizador
anónimo del norte del que nos habla Mendieta también realizó su
obra de esa manera; sobre este personaje, que llegó a Nuevo Méxi-
co antes que fray Marcos de Niza, dice el autor de la Historia Ecle-
siástica Indiana:

[... ] trajo la nueva a esta provincia de México, al tiempo que la


publicó prometieron los que la gobernaban que no la conquista-
rían por armas, como se ha conquistado casi todo lo que en In-
dias está descubierto, mas guardadas las condiciones y modifi-
caciones que los doctores teólogos y canonistas determinan y
que ansí se les predicaría el Evangelio conforme al modo que
tuvieron los apóstoles en la primitiva Iglesia y según debe ser la
predicación que se hace a los gentiles. 248

Poco a poco la idea de evangelización pacífica se fue imponien-


do, y en las leyes nuevas de 1542-1543 se dio un gran paso al res-
pecto y se aumentó la intervención de los religiosos en la pacifica-
ción de Indias con el fin de proteger a los naturales. 249 Finalmente,
tenemos la Real Cédula del2 de septiembre de 1551 en favor de los
frailes franciscanos y dominicos, en la cual se les concede la entra-

245
Carta de Zumárraga a un eclesiástico desconocido, 4 de abril de 1537, en M.
Cuevas, Documentos ... , pp. 83 y ss.
246
e
Parecer de Zumárraga al virrey sobre los esclavos de rescate y guerra 1536?),
en García Icazbalceta, Don fray Juan ..., vol. III, p. 91.
247
Lewis Hanke, La lucha por la justicia en la Conquista de América, p. 203.
248 J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XI, vol. m, p. 50.
249
L. Gómez Canedo, "Evangelización... ", en op. cit., p. 109.
182 1 Elfranciscanismo en Nueva España

da a tierras no conquistadas aún, con el fin de llevar a cabo su


cristianización. A estas misiones se les concedían varios privilegios
como la exención de tributos por diez años, la subordinación di·
recta a la Corona, la imposibilidad de ser encomendados, la prohi·
bidón a los españoles seglares de entrar a los nuevos pueblos, la
facultad de éstos para elegir alcaldes y regidores, etcétera. 250 No
obstante, la esclavización de los indios nómadas siguió realizándo-
se hasta el siglo XIX.
A los ataques a los malos encomenderos, a la esclavitud, a los
excesivos tributos y a las guerras de conquista, los frailes aunaron
una serie de peticiones encaminadas a dar protección al indígena.
Zumárraga, que había sido nombrado con el cargo de protector de
los indios, demandaba en su famosa carta del 27 de agosto de 1529
que los visitadores del rey fueran frailes, que los oficiales reales no
pudieran tener indios en encomienda, que se dieran ordenanzas
sobre el buen tratamiento de los indígenas y se señalaran castigos
para los que las desobedecieran, que los españoles hicieran igle·
sias para los naturales y los industriaran en la fe, que los peninsula-
res no entraran en pueblos de indios, que se castigara a los blancos
que tuvieran indígenas como mancebas y a los que cargaran en sus
minas a sus encomendados con más de dos arrobas y por más de
veinte leguas. 251
Ante esa actitud de defensa a favor de los indios, los españoles
seglares mostraron una abierta oposición contra los religiosos, lo
que provocó constantes choques entre ambos grupos en el perio-
do que nos ocupa.
El primer conflicto surgió después de que Cortés salió hacia las
Hibueras. Los oficiales reales Estrada, Albornoz y el licenciado
Zuazo, encargados provisionales del gobierno, tuvieron pronto
disensiones entre sí y el capitán general mandó entonces a Salazar
y a Almindez Chirinos a componer el pleito. Sin emba:go, éstos
fueron peores que los anteriores pues se dedicaron a "... robar a
diestra y siniestra como podían y a prender señores de los natura·

25
°CFBNM, Archivo Franciscano, caja 133, exp. 1669.
251
CDIAU, vol. XIII, pp. 171 y SS.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 183

les y a fatigallos con prisiones para que les diesen mucho oro y
joyas y dando muchos largos repartimientos de indios a los de su
parcialidad" .252 En Nueva España se había publicado que Cortés
había muerto, pero al saber que era mentira Estrada y Albornoz
organizaron una revuelta y vencieron a Salazar y a Almindez
Chirinos. No obstante, su gobierno no fue mejor que el de sus con-
trarios y después de apoderarse de indios y tierras, hicieron dete-
ner, encarcelar e incluso matar a los que habían seguido la parciali-
dad enemiga. En estos conflictos los franciscanos atacaron siem-
pre los excesos y la avaricia y protegieron los intereses de los indios,
lo cual les trajo no pocos disgustos y peligros.
Con el regreso de Cortés todo parecía volver a la normalidad, pero
pronto las cosas empeoraron con la llegada de la primera Audien-
cia. Nuño de Guzmán, Matienzo y Delgadillo, que comenzaron a
gobernar en 1528, se dedicaron a explotar la tierra en su beneficio
sin tener consideración por nadie y con una crueldad inaudita:
tomaron una gran cantidad de indios en encomienda y pedíanles
tributos excesivos tanto en especie como en trabajo, sobre todo en
las minas; exigían a los señores de los naturales grandes cantidades
de oro y mujeres, además de herrar a los indígenas y venderlos
como esclavos a las islas y otras mil atrocidades.
Ante tales injusticias contra los indios, fray Juan de Zumárraga,
como protector de ellos, y sus hermanos los frailes menores, ataca-
ron a los oidores con los medios legales que tenían, mientras que
trataban de hacer llegar al rey noticias sobre la pésima situación
que había en la Nueva España. En la conocida carta del 27 de agos-
to de 1529, el obispo logró comunicar al emperador, después de
una forzada incomunicación pues su correspondencia era inter-
ceptada, las atrocidades cometidas por Nuño de Guzmán y sus se-
cuaces.253
En 1530 estalló un nuevo conflicto entre los franciscanos y la
Audiencia; el pretexto fue que los oidores habían sacado de una

m Zumárraga, apud M. Cuevas, Historia ..., vol. I, pp. y ss.


25
l G. Baudot, "Le complot franciscain contra la premiére audience de Mex.ico",

en Extrait des cahiers du morule hispanique et luso-bTésilien, núm. 2, pp. 16 y ss.


184 1 El franciscanismo en Nueva España

dependencia del convento de San Francisco a dos individuos que


habían apelado al derecho de asilo. Zumárraga reclamó su devolu-
ción pero la respuesta fue la muerte de los reos y el obispo excomul-
gó entonces a las autoridades y puso en entredicho la ciudad. La
Corona mandó llamar a ambas partes a juicio y lógicamente se le
dio la razón al franciscano y la primera Audiencia fue destituida. 2'"
Todavía tuvieron los frailes menores que enfrentarse una vez
más, en la época que tratamos, a las represalias de los españoles
por defender a los indios. Cuando se publicaron las leyes nuevas
de 1542 y 1543, los franciscanos apoyaron la encomienda perpetua
pero lo hicieron a favor de los indígenas, lo que peijudicaba los
intereses de los españoles que los acusaron de traición. 255 La situa-
ción no sólo se dio en el centro del país, los ataques a los frailes se
propagaron por todo el territorio. En Yucatán, por ejemplo, los
frailes tuvieron fuertes enfrentamientos con los encomenderos por
esta causa. 256
Toda esta posición tenía una razón de ser, razón que Motoli-
nía resume en las siguientes palabra: "el galardón que de esto reci-
bieron fue decir: estos frailes nos destruyen y quitan que se ha-
gan los indios esclavos, éstos hacen abajar los tributos y defienden
a los indios y los favorecen contra nosotros; son unos tales y unos
cuales". 257
Junto a esta lucha por cambiar las estructuras existentes o al
menos por hacerlas menos peijudiciales a los indios, los francisca-
nos realizaron toda una labor de mejoramiento social en sus comu-
nidades. Toda esta obra estaba encaminada a lograr una cristian·
dad perfecta con el fin de que todos se salvaran.
Una vez congregados los indios en poblados grandes era nece-
sario construir caminos y acueductos, y los frailes, con una gran adap-
tabilidad a las circunstancias, se convirtieron en ingenieros. El acue-

254
J. de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. Ll, vol. 11, pp. 166 y ss.; en CDIAO existe al
respecto una gran documentación en los volúmenes XL y XLI.
255
L. Gómez Canedo, ''Evangelización ... ", en op. cit., p. 131.
256
D. de Landa, op. cit., pp. 29 y ss.; Stela María González Cicero, Perspectiva
religiosa en Yucatán, pp. 128 y ss.
m T. de Benavente, Historia ..., trat. m, cap. 1, p. 116.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 185

dueto de fray Francisco de Tembleque queda como ejemplo de


esta labor. Asimismo, era necesario darles a esos pueblos medios
materiales para su sustento, y para ello los frailes enseñaron a sus
pupilos nuevas técnicas agrícolas, introdujeron los animales de tiro
y carga y otros de uso doméstico, así como nuevos cultivos y plan-
tas que fueron aclimatados en las huertas conventuales; instruye-
ron también a los indios en nuevas artesanías como el tejido de la
seda, del lino y del cáñamo, el trabajo de los metales, el uso de la rue-
da, etcétera.
Seguramente, quien más aportó a este respecto fue el obispo
Zumárraga, que no sólo se conformó con aconsejar la importación
de productos, semillas, animales y técnicas para mejorar la econo-
mía de los indios, 258 sino que además él mismo los mandó traer, así
como artesanos y labradores que enseñaran a los naturales sus ofi-
cios. Zumárraga, como otros franciscanos, preveía la necesidad de
una economía autosuficiente entre los indígenas.
También relacionada con el mejoramiento económico y social
estaba la fundación de cajas de comunidad, de hospitales y de ca-
bildos. Estas instituciones comunales, junto con el compadrazgo y
las cofradías, sustituyeron antiguos vínculos sociales relacionados
con el calpulli.
Las cajas de comunidad fueron creadas con el fin de formar un
fondo de ahorro para pagar los tributos excesivos que los indios
pobres tenían que dar, para los gastos generales de la población y
para el sostenimiento de los frailes. Al principio la organización de
estas cajas estuvo bajo la vigilancia de los religiosos, pero poco a
poco pasó a manos de los indígenas y la obra comenzó a decaer. 2"Y
Con respecto a los hospitales, hubo una gran cantidad de ellos
creados por los franciscanos. En el ámbito de la ciudad de Méxi-
co, fray Pedro de Gante instaló junto al convento de San Francisco
el hospital de indios, y Zumárraga fundó, a espaldas del palacio

258
Parecer de Zumárraga al Consejo de Indias sobre la manera de poblar y
enriquecer la Nueva España (sin fecha), en J. García Icazbalceta, Don fray Juan ...
vol. III, pp. 139 y SS.
259
R. Ricard, op. cit., pp. 285 y ss.
186 1 El franciscanismo en Nueva España

virreina!, el del Amor de Dios, para la curación de enfermedades


venéreas. 260
Pero había otro tipo de hospitales creados en los poblados indí-
genas, entre los que se distinguieron los de la región de Michoacán, 261
que no sólo recogían enfermos sino además "... daban albergue a los
ancianos y menesterosos, ofrecían cama y pan a los viajeros faltos de
recursos y practicaban la previsión social en múltiples formas". 262
El servicio en estos hospitales lo realizaban hombres y mujeres de la
comunidad por turno de una semana. Además del cuidado de los
enfermos y necesitados los encargados seguían una vida de oración y
ayuno. Para el sustento se tenían reservadas algunas tierras que eran
trabajadas por la comunidad.
Dentro del conjunto conventual funcionaron también las cofra-
días, asociaciones establecidas para organizar las fiestas religiosas
y para ayudar a los gastos funerarios, tales como enterramientos y
misas de difuntos. Estas hermandades cumplían sus objetivos gra-
cias a algunos bienes comunales con los que pagaban al convento
los servicios litúrgicos.
Finalmente, para el gobierno de los pueblos, los frailes organi-
zaron la formación de cabildos indígenas e intervinieron en la elec-
ción de sus miembros, así como en la de los gobernadores proceden-
tes de la nobleza prehispánica. Estos cargos fueron ocupados por los
egresados de las escuelas conventuales y a través de ellos los religio-
sos tuvieron injerencia en los asuntos políticos de las comunidades.
Los frailes fomentaron la creación de todas estas organizacio-
nes de laicos para ayudar a solucionar las necesidades de los indios
y para adquirir limosnas, sobre todo después de 1540, cuando las
donaciones individuales disminuyeron a causa de la despoblación.

260
Zumárraga quiso mucho a este hospital y le dio las rentas del puwlo de
Ocuituco que pertenecía al obispado, quitándoselas al colegio de Tlatelolco. El
obispo tuvo también la idea de formar un hospital en Veracruz pero no lo logró.
Carta de Zumárraga al Consejo de Indias, 24 de noviembre de 1536, en M. Cue·
vas, Documentos..., p. 55.
26 1
Vasco de Quiroga llevó a cabo esta idea a gran escala y con mejores resulta-
dos y organización que los franciscanos.
262
J. Miranda, "Renovación... ", en Historia Mexicana, vol. 1, núm. 1, p. 35.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 187

La labor misional que realizaron los franciscanos en Nueva Es-


paña en los primeros treinta años de historia colonial fue sorpren-
dente, y al ver los resultados alcanzados con tan escaso número de
frailes y de medios materiales, no podemos dejar de admirarlos.
El trabajo que desempeñaba cada misionero era extenuante a cau-
sa de la escasez de personal. Fray Juan Bautista Moles señalaba al
respecto: "... algunos dellos predicaban en un día tres sermones en
diversas lenguas, y después cantaban la misa y bautizaban gran mu-
chedumbre de muchachos, confesaban los enfermos y sepultaban
los muertos". 263 Pero a estas actividades de carácter religioso debe-
mos agregar otras muchas: lectura, oración y meditación, aprendi-
zaje de las lenguas indígenas, enseñanza de la doctrina y de otras
disciplinas a los niños, adiestramiento de los nuevos frailes, visitas pe-
riódicas a los pueblos circunvecinos, descubrimiento de idolatrías,
dirección de la construcción y ornamentación de iglesias y conven-
tos, escritura de cartas, informes y tratados de diversa índole, aten-
ción a las necesidades materiales de sus fieles y organización de
la vida civil de los pueblos. 204 A la excesiva labor se aumentaba la
austeridad y pobreza pues para realizar su titánica obra sacaban
fuerzas de un raquítico alimento. Sus largas jornadas misionales a
través del territorio novo hispano, desde Jalisco y la Huasteca hasta
Guatemala, eran realizadas a pie, a través de regiones inhóspitas y
entre mosquitos y alimañas. 265
Para mostrar esta entrega a la labor misional, bástenos un ejem-
plo, entre los muchos que nos han dejado los cronistas. Fray Pedro
del Castillo era un religioso que después de una extraordinaria
labor entre los otomíes, cuyo idioma hablaba además del náhuatl,
sufrió una terrible enfermedad en que quedó tullido de manos y
pies y ciego. No obstante su condición, continuó sus trabajos y car-

263
J. B. Moles, op. cit., fj. 67 r.
264
Reyes-Valerio, El pintor de conventos, p. 80.
265
Fray Andrés de Olmos, misionero de la Huasteca, se lanzó en edad avanza·
da l evangelizar a los chichimecas, con el rostro carcomido por los mosquitos y
con asma. Además de sus exhaustivos trabajos y robándole horas al sueño, dejó
una cantidad impresionante de escritos y recopilaciones. O· de Mendieta, op. cit.,
lib. V, cap. XXXJII, vol. IV, p. 93.)
188 1 El franciscanismo en Nueva España

gado en una silla iba de pueblo en pueblo predicando y confesan-


do en otomí y, además, como había pocos frailes que conocían esta
lengua, él la enseñó a varios otros en sus ratos libres. La enferme-
dad tampoco le impidió continuar con los otros deberes que le
señalaba la regla franciscana, pues ayunaba y dormía sobre tablas
como sus hermanos de hábito. 266 El ideal nacido en el siglo XIII con
san Francisco de Asís daba en México tres centurias después este ti-
po de frutos.

266
!bid., lib. V, cap. XLVIII, vol. IV, p. 139.
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Vida de fray Martín de Valencia escrita
por fray Francisco ]iménez

Pedro Ángeles Jiménez

Importancia del manuscrito

En el año de 1524 un grupo de doce religiosos llegó a la Nueva Es-


paña, y aunque no fueron los primeros franciscanos en el territorio
recién conquistado, se trataba de la primera misión cuya finalidad
fue la de evangelizar a sus poblaciones de manera organizada. Su
"pilar, adalid, y capitán y prelado ... digno de perpetua memoria"
-en palabras de fray Francisco Jiménez- fue fray Martín de Valen-
cia, a quien el cardenal de la Santa Cruz y General de los francisca-
nos, fray Francisco de los Ángeles, confió el éxito de los trabajos.
Fray Martín era entonces un personaje de gran importancia.
Como seguidor muy cercano de las reformas de fray Juan de Gua-
dalupe, colaboró en la consolidación de la provincia de San Gabriel
de Extremadura, de la que fue el primer provincial.
La primera biografía de este personaje fue redactada por fray
Francisco Jiménez, uno de los "Doce", a fines de 1536; por ser un
manuscrito temprano, en él se muestra, detrás de los arrobos, visio-
nes y pasajes de la vida del gran fundador de la orden en Nueva Es-
paña, algo del proceso de consolidación del franciscanismo novo-
hispano y algunos de los problemas que tuvieron que enfrentar.
Fuente y punto de partida para otras biografías que elaboraron
cronistas franciscanos subsecuentes, esta biografía es la primera
imagen personificada del cómo se concibie.:_<:>~s franciscanos a sí
mismos y al mismo tiempo cómo vieron su trabajo de evangeli-
zación.
El objetivo primario de Jiménez no fue el promover una devo-
ción a un futuro santo. Puede afirmarse que ésta es una obra más
edificante que santificante, es decir, la idea de elevar a un altar la fi-
gura de su prelado está mucho más lejos que la de brindar a sus

211
212 1 Apéndice

compañeros de empresa una lectura de exhortación, que contribu-


yera a hacerles meditar y afrontar mejor los grandes problemas de
la realización de su primer proyecto para la iglesia indiana.
Tal proyecto tendría grandes obstáculos, y es que los indígenas,
punto nodal de sus planes, eran al mismo tiempo objeto primor·
dial de las ambiciones económicas de conquistadores convertidos
en encomenderos, y más tarde por los oficiales de la Corona.

Algunas noticias sobre la Vi1~


de fray Martín de Valencia
escrita por fray Francisco J\ménez

Por mucho tiempo, la Vida ... de Valencia se consideró perdida, tan


sólo se conocían de ella escuetas referencias en distintas crónicas,
donde se atribuía a fray Francisco una biografía de Valencia. "&-
cribió [fray Francisco Jiménez) con mucha curiosidad y concierto
la vida de santo fray Martín de Valencia, tres años después de su
muerte, la cual por descuido de algunos se perdió; sólo un cuader-
no della se halló ... "1
En el siglo pasado, Joaquín García Icazbalceta daba noticia de
que la obra de Jiménez "se ha perdido hace mucho tiempo". Su
interés por el manuscrito de fray Francisco consistió en rastrear
una más de las fuentes de Mendieta para la Historia eclesiástica in·
diana. Así, recordando lo señalado por fray Luis Gonzaga respecto
a la pérdida de casi todos los ejemplares del trabajo de Jiménez,
concluye al respecto: "En todo caso, no pudo servir a nuestro Men-
dieta sino para ese asunto en especial; siendo de notar que lo mis-
mo que escribe en su Historia se encuentra, poco más o menos, en
la del P. Motolinía. Acaso ambos bebieron en la misma fuente, que
sería el escrito de fray Francisco Jiménez". 2
Por fortuna, y gracias a los empeños del historiador franciscano

1
Pedro de Oroz, Jerónimo de Mendieta y Francisco Suárez, Relación de la dts·
cripción de la provincia del Santo Evangelio que es en las Indias Occidentales que llaman
la Nueva España, hecha en el año de 1585 por... México, Junípero Serra, 1975, p. 95.
2
J. de Mendieta, Historia eclesiástica indiana. México, Porrúa, 1980, en la Intro-
ducción de Joaquín García lcazbalceta, p. XXVII.
Algunas noticias sobre la Vida de fray Martín de Valencia... 1 213

Atanasio López, una copia del trabajo de Jiménez fue descubierta en


1926 en los fondos bajo la custodia de la Biblioteca Provincial de
Toledo.
El mismo año, López publicó la noticia del afortunado hallazgo
junto con una descripción del manuscrito, en la revista Archivo Ibe-
roamericano.3 Por medio de este artículo, se sabe que el manuscrito
custodiado en la biblioteca toledana con el número 49, estante 8-2,
lo constituye un códice en papel foliado del número 124 al 138 a
línea tirada que mide 31.5 x 21 cm. Su letra es del siglo XVI y lleva
como encabezado jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de
Valen(ia.
Tiempo después, en el siguiente número de la misma revista,
López publicó una versión íntegra del documento encontrado, gra-
cias a lo cual, aunque incompleta en su parte final, puede estudiar-
se dicha obra de Jiménez. 4
La Vida de fray Martín de Valencia escrita por su compañero fray Fran-
cisco jiménez es un manuscrito relativamente corto, que no debió
exceder con mucho las quince fojas descritas arriba. Es posible ase-
gurar esto basándose en el hecho de que las vidas de Valencia con-
signadas en otras crónicas -como en el caso de Mendieta o Moto-
linía-, concluyen no muy lejos de donde acaba el manuscrito de
Toledo.
"Como se ha visto -comenta Atanasio López-, el ms. de Toledo
que contiene la Vida de fray Martín de Valencia, escrita por Fran-
cisco Jiménez, está incompleto; pero quizá no falte más que lo refe-
rente a la muerte del siervo de Dios". 5
La copia que ha quedado del manuscrito sobre la Vida ... de Va-
lencia no muestra, luego de lo que Atanasio López ha denominado
"prólogo", ninguna división; sea porque el copista no la tomó en

3
Atanasio López , "Descripción de los manuscritos existentes en la Biblioteca
Provincial de Toledo", en Archivo Iberoamericano. Revista de Estudios Históricos. Ma-
drid, año Xlll, ene.jun., 1926, pp. 49-105.
4
A. López, "Vida de fray Martín de Valencia escrita por su compañero fray
Francisco Jiménez", en Archivo Iberoamericano. Revista de Estudios Históricos. Ma-
drid, año XII, jul.-dic., 1926.
; !bid., p. 81.
214 1 Apéndice

cuenta, o bien porjsu autor no procuró ninguna. No obstante,


el editor moderno señala en una nota a pie de página: "El ms. va
todo seguido, sin división de capítulos. A fin de que la lectura re-
sulte menos pesada, dividimos la Vida ... en varios capítulos, indi-
cándolos con paréntesis cuadrados". 6

La estructura del manuscrito

En total, las divisiones por capítulos hechas por López a esta obra
suman doce. Algunas de estas divisiones resultan largas si se compa-
ran con otras, y si bien cumplen la función de aligerar la lectura, no
dan cuenta de la manera como Jiménez pudo conceptuar la compo-
sición de su obra. Veamos a continuación la secuencia de la obra
de Jiménez, comparando la división citada con los pasajes que con-
tiene.
El capítulo I narra el ingreso de Valencia a la orden franciscana,
su relación con fray Juan de Guadalupe y sus trabajos por la forma-
ción y consolidación de la provincia de San Gabriel.
El capítulo II consigna cómo Valencia quiso pasar con los cartu-
jos, y la forma como Jiménez lo conoció en el convento de Sala-
manca. Después aparece una serie de pasajes donde se resaltan las
enseñanzas y penitencias que Valencia ejemplificaba con su vida a
los frailes de los conventos que visitaba.
El capítulo III se liga con el anterior, pues en él se narran otros
sucesos de la vida de Valencia presenciados por Jiménez, una vez
que éste se incorporó a la provincia de San Gabriel, instalándose
en el convento de Nuestra Señora del Hoyo.
El capítulo IV narra cómo se formó en Valencia el deseo de evan-
gelizar infieles y cómo visitó a la Beata del Barco para saber si el
resultado de una visión suya había de ser evangelizar a los moros.
El capítulo V, muy corto, narra principalmente dos pasajes de la
vida de Valencia: cómo llegada la Pascua le venía la necesidad de
guardar ayuno, y el pasaje cuando Valencia, en un acto de humil-

6
A. López, "Vida de fray Martín de Valencia escrita por... ", en op. cit., p. 50.
La estructura del manuscrito 1 215

dad, regresó a su pueblo natal casi desnudo y habiéndose hecho ama-


rrar con una soga al cuello por el fraile que lo acompañaba.
El capítulo VI comienza con una digresión de Jiménez sobre el
arrobo y la mística, y acaba describiendo algunos arrobos de Va-
lencia acaecidos en el monasterio de Belvis.
En el capítulo VII,Jiménez narra cómo, tras el capítulo de Belvis
de 1523, se elige a Valencia como custodio de la misión evangelizado-
ra de la Nueva España, el viaje de los "Doce", su arribo y los prime-
ros trabajos de evangelización.
En el capítulo VIII se cuentan algunas de las dificultades que tu-
vieron los franciscanos con los colonos y encomenderos novohis-
panos, y cómo Valencia tuvo que hacer uso de todo el poder conce-
dido a los franciscanos mediante bulas papales. Forman parte del
mismo capítulo otros pasajes de donde se conocen algunas actitu-
des de Valencia como autoridad y evangelizador, y los problemas
planteados en el trabajo de evangelización. Para solucionarlos, los
franciscanos aplicaron las tesis del Compelle eos intrare, según la cual
se requiere temor y castigo para que los naturales entiendan la le-
tra del evangelio, y la de que debían evangelizarles según los prime-
ros apóstoles, en paz y con el ejemplo.
El capítulo IX inicia con otra digresión de Jiménez, esta vez so-
bre las visiones, su validez y significado, y se continúa en el capítu-
lo X y XI donde se cuentan algunas visiones tenidas en sueños por
Valencia.
Finalmente, el capítulo XII se interrumpe, no sin antes brindar
algún detalle del viaje de Valencia a Tehuantepec.
A grandes rasgos, en mi opinión, la Vida ... de Valencia quedaría
estructurada en cinco apartados. La primera parte comprendería
del capítulo I al III, donde Jiménez registra los perfiles espirituales de
Valencia; en la segunda, de los capítulos IV al VI, se narran los as-
pectos místicos de Valencia; de los capítulos VII al VIII, que confor-
marían la tercera parte, se tratarían los asuntos de Valencia en Nueva
España; de los capítulos IX al XI las visiones y sueños del su-
perior de Jiménez; y para la quinta parte quedan únicamente las
líneas que concluyen el fragmento del manuscrito, constituido por
lo que López denominó el capítulo XII.
Si algún hilo conductor puede encontrarse en el manuscrito de
216 1 Apéndice

Jiménez, sin duda es su intención por mostrar, más que el transcu-


rrir de una vida, el transcurrir de una forma de ser cuya ejempla-
ridad inspire y anime la poco sencilla labor de los primeros evangeli-
zadores novohispanos.

Fray Francisco ]iménez. Algunos datos biográficos

Nadie objetará el importante papel que desempeñaron los miembros


de la misión encabezada por fray Martín de Valencia, sin embargo,
datos biográficos precisos de algunos de sus miembros continúan
en gran parte ignorados. Tal es el caso de fray Francisco Jiménez,
de quien hasta hoy, por ejemplo, se ignoran su fecha y lugar de na-
cimiento.
Así mismo, de su vida en el siglo no queda otra referencia, salvo
aquella de Torquemada, quien informa que antes de su ingreso a la
orden debió estudiar derecho canónico. 7
Aunque algunas crónicas señalan que Jiménez tomó el hábito
en la provincia de San Gabriel, 8 gracias a su texto se sabe que tal
punto resulta falso, pues ejerciendo el cargo de portero en el con-
vento de Salamanca de la provincia de Santiago, conoció a fray Mar-
tín de Valencia, quien lo instó a pasar a San Gabriel. 9
Ya en San Gabriel, Jiménez fue elegido por Valencia para for-
mar parte -del grupo de doce frailes a quienes se encomendó la con-
versión de la recién conquistada Nueva España. En general, las cró-
nicas franciscanas asignan a fray Francisco ser el "décimo" de la
misión evangelizadora.
Antes de comenzar su misión, fray Martín y sus compañeros se

7
Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana de los veinte y un libros ,·ituales y
monarquía indiana, con el origen y guerms de los indios occidentales, de sus poblazones,
descubrimiento, conquista, conversión y otms cosas mamvillosas de la mesma tierra. Méxi-
co, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1975, p. 207. 7 vols. (Serie Histo-
riadores y cronistas de Indias, v)
8
Fray Juan Bautista Moles, Memoriales de la provincia de San Gabriel de la orden
de los frailes menores de observancia. (s .p.i .), f. 72 r.
9
A. López, "Vida de fray Martín de Valencia escrita por... ", en op. cit., p. 55.
Fray Francisco ]iménez. Algunos datos biográficos 1 217

concentraron en el convento de Santa María de los Ángeles, donde


recibieron las amonestaciones, instrucciones y bendiciones del su-
perior de la orden fray Francisco de los Ángeles. Posteriormente,
los "doce" se dispusieron a dar un último recorrido por los monas-
terios de su provincia. De Belvis, última de sus casas en visitar, se
encaminaron a Sevilla, y de ahí pasaron al puerto de San Lucas de
Barrameda, embarcándose el día 25 de enero de 1524. Tocaron el
puerto de San Juan de Ulúa el13 de mayo del mismo año y, poste-
riormente, arribaron a la ciudad de México el 18 de junio.
Muy pronto comenzaron sus tareas de evangelización. Fray Fran-
cisco fue uno de los primeros en aprender la lengua náhuatl. Escri-
bió un vocabulario y un arte de esa lengua, que Beristáin de Souza
cita como un Arte, vocabulario y catecismo megicanos, 10 además de ha-
ber redactado algunos papeles sobre las antigüedades de los in-
dios, los cuales, por desgracia, no llegaron a nosotros.
De lo anterior puede colegirse que conoció muy bien la lengua y
el mundo indígena, gracias a lo cual fue designado como uno de
los personajes encargados de examinar "todos los libros y tratados
que en esta lengua se habían escripto, y por particular comisión a
el hecha". 11
Escasas referencias documentales relacionadas con fray Francis-
co Jiménez se han dado a la luz. Las principales se deben a Lino
Gómez Canedo.
Gracias a este historiador franciscano, se sabe que en 1526, fray
Francisco Jiménez firmó, junto con otros frailes de las órdenes do-
minica y franciscana, un parecer en contra de la esclavización de los
indios. 12

10
José Mariano Beristáin de Souza, Biblioteca Hispanoamericana Septentrional.
México, Ed. de Alejandro Valdés, 1821, vol. 3, p. 85. Tal vez el nombre completo de
dicha obra se acerque más al de Arte, vocabulario y Breve Doctrina Christiana en
lengua mexicana, por fray Francisco Ximénez, el primero que redujo a reglas e inventario
el idioma náhuatl traducido a él por primera vez el catecismo, registrado por Irma Con-
treras García, "Bibliografía catequística mexicana", en Boletín del Instituto de lnves·
ligaciones Bibliográficas, 2a. época, núm. 1, México, UNAM, 1987, p. 182.
11
P. de Oroz, J. de Mendieta y F. Suárez, op. cit., p. 90.
12
Lino Gómez Canedo, Evangelización y Conquista. Experiencia franciscana en
Hispanoamérica. México, Porrúa, 1977, p. 93.
218 1 Apéndice

En 1531 se pidió a Jiménez y otros importantes person¡yes de la


iglesia novohispana su parecer en el proceso de residencia que la Se-
gunda Audiencia ventiló .en contra de Nuño de Guzmán. Entre quie-
nes firman el documento se cuentan a fray Julián Garcés y los francisca-
nos fray Juan de Zumárraga, fray Martín de Valencia y fray Francisco
de Soto. 13
Para 1536 se tiene noticia de que fray Francisco declaró en el
juicio de residencia a don Vasco de Quiroga,junto con otros frailes
franciscanos, entre los que estaban fray Luis de Fuensalida, fray
Antonio de Ciudad Rodrigo, fray Francisco de Soto y fray García
Cisneros. Todos hablaron a favor del enjuiciado, elogiando su la-
bor en los hospitales que este religioso había fundado en el pueblo
de Santa Fe. Según Lino Gómez Canedo, varios de estos francisca-
nos habían colaborado, de una forma u otra, en la gran obra edu-
cativa y caritativa del ilustre Vasco. 14
Entre los cargos que sabemos desempeñó para la provincia del
Santo Evangelio, se cuentan los de guardián del convento de Cuer-
navaca15y comisario general de la orden. 16 "Además, fue electo obis-
po de Quauhtemala el primero por Cédula del emperador, otros
dicen de Tabasco, de Yucatán, y es que entonces era todo en uno". 17
Este último cargo no lo aceptó, seguramente por preferir sus
tareas como evangelizador a las labores propias de un prelado.
Finalmente, fray Francisco murió de una enfermedad no especi-
ficada en el convento de san Francisco de México, el día 31 de julio
de 1537, según lo registra fray Agustín de Vetancurt. 18

13
!bid., p. 72.
14
!bid., p. 107.
15
P. de Oroz, J. de Mendieta y F. Suárez, op. cit. , p . 90.
16
!bid., pp. 124-125_
17
Agustín de Vetancurt, Menologio franciscano de los varones más señalados, que
con sus vidas exemplares, perfección religiosa, ciencia, predicación evangélica, en su vida
y muerte ilustraron la provincia del Santo Evangelio de México . México, Porrúa, 1971,
p. 81.
18
Idem.
Características de la presente edición 1 219

Características de la presente edición

En la presente edición se consideraron, en general, todas las espe-


cificaciones que realizó Atanasio López en su edición de 1926.
Los únicos cambios significativos son los siguientes:
l. La división por capítulos realizada por López se modificó
conforme lo estudiado páginas arriba, señalándose entre corchetes
el inicio de los nuevos apartados. No obstante, la antigua división de
López se consigna con anotaciones a pie de página.
2. Salvo la acentuación, se respetó la ortografía que presenta la
edición de Atanasio López.
3. Todas las anotaciones a pie de página realizadas por Atanasio
López fueron consignadas. Aclaraciones a estas notas o notas nue-
vas se encerraron entre corchetes.
4. Las traducciones de las partes en latín se agregaron como no-
tas a pie de página; todas fueron realizadas por el maestro Bulmaro
Reyes Coria.
Jhesus, Maria, Franciscus.
Vita fratris Martini de Valenria 19

Fray Francisco Jiménez

Muy amados hermanos en Jesuchristo dulcíssimo: los Religiossos


de la orden de nuestro padre gloriosso sanct Francisco que en nues-
tra nueva Spaña, ordenándolo Dios nuestro Señor por su ynfinita
bondad y misericordia vinistes a dezir por la ydolatría y plantar la
fee cathólica, y tanbién la religión del dicho padre nuestro, trayen-
do por nuestro pilar, adalid, y capitán y prelado, digníssimo aquel
gran siervo de Dios, digno de perpetua memoria, fray Martín de
Valenc;:ia, yo el menor hijo suyo de los doze que con él venimos a
estas partes, ansí en virtud como en rreligión, que soy el más novi-
cio de vosotros, asimismo todos los otros que después venistes acá
abéis rrec;:ibido el hábito, a todos juntos y a cada uno rruego, no lo
divulgue ni publique manifestándolo o ponderándolo más o me-
nos, más de leerlo, rrumiándolo, alabe al Señor, si algo hallare
para su aprovechamiento y luz de su alma, hasta que si la voluntad
de nuestro Señor fuere necessario publicarse a gloria y honrra suya.
Y no querría que alguno offendiesse a nuestro Dios Juzgando mi
yntención.
Sabed, Hermanos míos en Jesuxpto, que lo e mucho encomen-
dado a Dios y a nuestro padre sant Francisco e a nuestros sanctos
de la orden, y oy dixe missa a nuestra señora por esta yntención,
sin otras que e dicho antes de agora muchos días y meses a, y lo e
comunicado con algunos de vosotros, Hermanos, e así con vues-
tros parec;:eres, y dezímelo mi espíritu, me parec;:e que no me mueve
amor propio ni gloria humana, ni que en ello se pierde tiempo,

19
[ Atanasio López denominó a la primera parte del manuscrito "prólogo". En

ella, Jiménez reveló algunos de los propósitos que le motivaron a redactar la Vida ... ,
y siguiendo las reglas de la hagiografía de su tiempo, cabe resaltar su preocupa-
ción por consignar la protesta de someter todos sus juicios a la autoridad pontificia,
y después a quien más sepa "aunque sea niño de un año" .]

221
222 1 Apéndice

sino que Dios y sant Francisco así lo quieren, y que es servicio de


Dios, y dello redundará provecho de las ánimas, así a los religiosos
y seglares españoles y naturales desta tierra como a los demás de
nuestra vieja Spagna; immo20 se me rrepresenta que Jorte'2 1 offendería
en no poner por memoria, mayormente lo que sólo yo sé en este
caso. Si otra es la voluntad de Dios, yo no le offendo siguiendo esta
que mi espíritu me dize, y [a] otros parer;:e, hasta que, o lo sepa por
la vía que al Señor plugiere o me lo mande mi prelado. Yo no co-
menr;:é a escrevir sin saberlo, y aún mandándomelo quando lo
comenr;:é a escrevir, y agora que tiene notir;:ia que lo escrivo (sic) el
prelado que sur;:edió. Si otra cossa le parer;:iese dezímelo ya, y se de
mí que su dezir tomaría por precepto, donde, aunque a algunos y
también a mí por una parte parezca presumr;:ión temeraria o una
osadía yndiscreta ponderar estas cossas o dar ocasión que las pon-
deren los que las leyeren más de lo que la razón y los derechos y
leyes divinas y humanas quieren y permiten, por otra parte ya dixe
mi propósito e yntenr;:ión, que no se manifieste. Y no alcanr;:ó otra
cossa más de aquello que está escripto y thenido por todos los theo-
logos cathólicos doctores y sanctas varones, que es en todas las co-
ssas no seguir nadie su parer;:er, sino encomendarlo a Dios y pedir
consejo de la personas de quien se crea, allende de su sentencia y
prudencia humana, que, según su vida, no darán parer;:er contra la
voluntad de Dios, sabiéndola o conjeturándola, ni moverá otra cossa
de loor humano, sino la honrra de Dios y salud de las ánimas.
Y otra vez protesto se lea sub silentio; 22 y si alguno de los dudosos
tomare r;:ertidumbre de lo no aprovado aprovar;:ión, abísole que no
pretenda ygnorancia, y sepa la determinar;:ión del summo pontífice
y su decrepto en que pone sentencia de excomunión contra los que
predican por ciertas y verdaderas las revelar;:iones, o que dizen
propher;:ias que no son aprovadas por la yglesia; y acuérdase de lo
que dice sant Agustín que muchos honrra la yglesia y tiene en
venerar;:ión que están en el ynfierno. Esto es verdad, y haze mucho
a nuestro propósito, de aquellos que no son canonizados por la

20
[Pero.]
21
[Por casualidad.]
22
[En silencio.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen~ia 1 223

yglesia rromana que es regida por el Espíritu Santo, y no puede


herrar, según Dios dixo a sant Pedro: Yo rogaré por ti para que no
desfallezca yfalte tu fee. Y entiende S. Agustín por yglesia los vulgares
y gente común que tienen por sanctos los que conocieron en su
vida hazer vida religiosa y santa, a su parecer, exteriormente. Con
aqueste abiso y protesta«;ión, pues, aunque siempre con temor co-
men«;aré a escrevir simplemente lo que supiere de su vida del sobre
dicho varón y siervo de Dios fray Martín de Valencia, primer custodio
y prelado nuestro digníssimo ·en esta nueva Spaña, cuya fama de san-
tidad suena en todo el mundo.
Y quedará abierta la puerta para los que más saben de su vida y
conversación y su pequeña hedad y convertimiento, porque yo, si
no es de oydas, no podré «;ertificar ni dar provan«;a más del tiempo
que fuymos llamados a esta última voca«;ión de la conversión de los
naturales desta nueva España, que son pasados doze questamos en
ella, y va para tres que murió el varón de Dios. Algunas cossas qui-
siera poner aquí por presupuesto, que vendrá a propósito después
que llegáremos a dezir de lo que aconte«;ió después de su muerte;
por eso las dexo para allí, y en nessesario verse y notarlo ansí para
la conversión destos naturales como para la confirmación de todo
lo que escriviere y argumento de la credulidad de la santidad del
varón de Dios. Y digo argumento, dexando por juez verdadero al
Señor que nos a de juzgar, y ante quien patentemente se sabrá la
verdad toda. Y dexando asimismo la determinación a su Santa ygle-
sia por Él y por el Spíritu Santo rregida, y sometiéndome a sus pies,
y al parecer de mejor juizio, y a la correptión y enmienda de cual-
quier que mejor sintiere, aunque sea niño de un año.
No dexaré de rreprehenderme y a todos los que somos floxos
y tibios en nuestro llamamiento y cobardes en la batalla spiritual, y
con temor digo, y apostolical, con la vida y exemplos deste varón
de Dios. El amor de Dios y del próximo que en su pecho hervía, le
hizo en su vejes y última hedad pasar con esfuer«;o de man«;ebo los
travajos de tan largo mar, y así en ella como en todos los demás ca-
mynos travajosos por la tierra como capitán esforpdo y caudillo
de la familia que consigo traxo, teniendo él más necesidad que
todos juntos ser rrecreado y ayudado corporalmente por su hedad
y enfermedades. Siempre lo sobrepujava con exemplo de abstinen-
224 1 Apéndice

cia y orac;:ión y esfuerc;:o de yr siempre adelante, camynando a pie


descalc;:o. En todo tiemmpo se rrigió y bivió en estas partes nos
acusó con su humilldad, y menosprec;:ió. iQuánto nos amamos y
quán poco nos conocemos! de que debíamos aver verguenc;:a y con-
fusión grande los que le vimos, conocimos y tratamos: Tamquam tú
verbo vitae, ut ita loquar. 23 Todo esto que dentro en mi corac;:ón bulle,
me dice que es presunc;:ión temeraria querer yo escrevir y pintar lo
que no es mío, y parec;:e querer buscar y escudriñar cossas mayores
de lo permitido; pero con los presupuestos ya dichos, me perece
satisffazerme.

Comienca la vida 24

La vida de [a]queste varón de Dios en su tierna hedad y adolesc;:encia


hasta agora no e sabido ni ay posibilidad, aunque quisiese ynquirir,
porque en España adonde fue su naturaleza, que fue natural de
Valencia en DonJoan en tierra de Campos, no lexos de Benavente,
donde ni soy natural ni estube en ella, ni tengo conocimiento de
sus deudos y personas que en aquella ciudad le conversaron; pero
podemos dezir con el sabio: Ab studiis suis cognoscitur puer. 25 Muy
gran argumento es la vida que sabemos que en su media hedad y
última y postrimera hizo, y en ella permanec;:ió y falleció, que la
primera fue prevención de bendic;:iones, e que entonc;:es hizo tales
obras que merec;:ió alcanzar de Dios la alteza de vida y ser llamado
a mayores cosas y ser amado de Dios y de los hombres, y que fue
tenido en memoria en la tierra, y creemos lo es así mismo en los
cielos. Tampoco puedo dezir la manera que tubo quando dexó el
mundo y rrecibió el ábito de nuestro padre sant Francisr:o. Pode-
mos conjeturar que fue muy conquistado del demonio y estorvado

23
[Como si de la palabra de la vida, de tal modo que así hable.]
24
[Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo!.]
25
[Por sus intereses se conoce el niño.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen[ia 1 225

para que no lo rec;:ibiese, teniendo gran embidia, y que procuró


todos lo~ lazos que pudo, conoc;:iendo, como exprimentando, que
según sus deseos y obras y vida pasadas en el siglo que, mudando el
pellejo y vestidura exterior, mudaría en mejor la ynterior, esto es, la
vida tal qual conviene a hijo legítimo de sant Francisco, y tanto
quanto más le viese más inclinado a tan santo propósito, tanto más
le pondría estorvos e ynconvenientes e unas tibiezas que suelen ve-
nir en tales casos; y sé, aunque no en especie, que fue así, porque el
mesmo varón de Dios me acuerdo aver oydo in genere26 que fue
ympugnado del demonio y atribulado al tiempo de la entrada que
rrec;:ibió el ábito, y que tuvo muchas grandes tentac;:iones, y aunque al-
gunas me las dixo, no me ayudará la memoria ni las diría tan ad ple-
num,27 por ser cossa que a su persona tocan. Remítome a quien lo
supiere.
Paréceme que a él, y no sé a quién, oy que recibió el ábito en la
villa de Mayorga que es en la provincia de Sanctiago, y que, siendo
novicio, 28 leyó el libro de las Conformidades29 de nuestro padre sant
Francisco, en cuya leyenda fue alumbrado mucho su espíritu, y co-
menc;:ó a conoc;:er la virtud de la pobreza, y gustó el zelo della y a
tener deseo de perfectión, donde, como a su noticia vino la provin-
cia de la Piedad que es en el rreyno de Portugal, en la qual estava
a la sazón el varón de Dios, rreligioso de santa vida, llamado fray
Joan de Guadalupe, procuró pasarse a ella, no sin mucho travajo e
ynpedimentos causados de nuestro adversario enemigo de todo bien,
que yendo para la dicha provincia de la Piedad le quisieron ynpedir
la yda los rreligiosos de un monasterio que hera de la provincia de
St. Tiago, donde el varón de Dios abía rrecibido el ábito, no obstan-
te que yba con licenc;:ia bastante, y con buena concienc;:ia le detuvie-
ran, si el varón de Dios no tubiera abiso que como su yntenc;:ión
hera para mejor vacar a Dios y más amarle, aquese mesmo Dios le

26
[En género.]
27
(Al pleno.]
28
J. de Mendieta, Historia, lib. V, cap. I, añade: "Tuvo por maestro al devoto P. fray
Juan de Argomantes, que después fue provincial en la misma provincia de Santia-
go". Lo mismo había escrito antes Toribio de Benavente (Motolinía), Historia, p. 149.
29
Obra compuesta por Bartolomeo de Pisa en el siglo XIV.
226 1 Apéndice

enseñava y dava aviso de lo que abía de hazer. Donde como supo,


ordenándolo Dios, que le quería ynpedir su propósito, tubo mane-
ra como se salió de noche del monasterio, no lo sabiendo nadie, y
anduvo fuera de caminos por montes y valles pader;:iendo mucha
hambre, sed y cansanr;:io hasta llegar adonde deseava.
Después de algún tiempo estuvo en compañía y conversar;:ión
del dicho padre fray Joan de Guadalupe, siguiendo sus pisadas en
pobreza y humildad, ordenándolo así el Señor, vino a la provincia
de Sant Gabriel, que aún era custodia,30 donde allende de mucho de-
seo que antes tenía de la rreformar;:ión de nuestra religión, mucho
más le crer;:ió este deseo y gana, y junto con este deseo espiritual y
continua orar;:ión secreta que por ello hacía a dios, se puso a los tra-
bajos corporales, y yendo a Roma e a otras partes caminando, es-
pecialmente para la conservación de la provincia de Sant Gabriel
donde en su tiempo comenr;:ó a florer;:er en alguna manera la or-
den de nuestro padre sant Francisco, e andando por este yntento
padeciendo muchos travajos y angustias, hambre y sed, permitió
nuestro Dios para más merecimiento suyo que una vez en un cami-
no despoblado le prendieron, y aunque se quiso librar soltándose, no
pudo tanto huir que no lo tomasen, y tomándole, dieron de palos,
los quales rer;:ibió por amor de Dios con gozo y alegría, no dando
mal por mal, más antes tuvo mucha par;:iencia, rrogando a Dios por
quien le perseguía. 31

Estando el siervo de Dios con aquestos deseos de perfectión, y de-


seando acrer;:entar en la virtud, con su humildad parecíale que no
era nada meritorio quanto hazía. Que era varón de mucha y conti-
nua oración y abstinente y rreligiosso en la disr;:iplina y aspereza.
Parer;:iole una vez que siendo rreligiosso de la Orden de los cartuxos
tendría menos ocasión de conversar con los seglares, y se apartaría
del mundo, y vacaría a la oración con quietud y sosiego. Después de

30
Mendieta añade en su historia otras noticias que se ponen al fin del ms. que
vamos copiando.
31
Véase T. de Benavente, op. cit., p. 154-155; Mendieta, Historia, lib. V, parte 1,
cap. 1. [Atanasia López marca aquí el fin del capítulo 1y el inicio del capítulo 11.)
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen(ia 1 227

aber mucho pensado en ello y encomendádolo a Dios, determinó


yr a tomar el ábito de los cartujos a un monasterio de la sobredicha
Orden; e como la voluntad de Dios no hera que dexasse el hábito
de nuestro padre sant Francisco, a la qual él siempre se sometía y de-
seava cumplir e no yr contra ella, quiso aquese mesmo Dios por su
humildad alumbrar que, yendo para el monasterio dicho, pienso
que le comenc;:ó a doler un pie tan rrezio que no pudo yr más ade-
lante, y conoc;:ió claramente que no hera la voluntad de Dios que
dexase el ábito de sant Francisco. A algún rreligioso se le acordará
menor como fue esto. 32
A los principios que Dios quiso darme a conocer al varón de
Dios fue que estando o en la provincia de Sanctiago en el convento
de Salamanca do recibí el hábito, y siendo portero del dicho con-
vento, offreciose yr al dicho varón de Dios -fray Martín de Valen-
cia- de la provincia de sant Gabriel a la de Sanctiago, y fue a Sala-
manca, y luego que llegó a la portería del dicho convento de sant
Francisco, y le abrí la puerta, me dixo un no sé qué mi espíritu que,
en verle, me fue una gran rreprehensión ynterior, así en la pobreza
como en la aspereza de su ábito y lo demás que me parec;:ió, que vía
otro sant Francisco, y se me rrepresentó su cara como de un após-
tol. Y como por algunos días estuviese en aquel monasterio, dio
mucho exemplo de sanctidad a los demás frayles.
Una vez platicando con otros Religiosos letrados y predicadores,
preguntó de una questión, que más fue por vía de rreprehensión
charitativa que por querer saber la verdad, y dixo: "El predicador
ha de ser espiritual y letrado, pero ya que estas dos cossas no tenga
¿quál es más nec;:esario para aprovechar en la predicación? ¿ser le-
trado y no espiritual, o spiritual y no letrado?" Entonces el padre
Bobadilla que allí estava, respondió y declaró bien la questión, tra-
yendo aquella abtoridad que dize: Fili huius seculi sapientiores sunt
filiis lucis. 33 Y dixo: "Esto se entiende in his quae seculi sunt"; 34 dando

32
Mendieta añade en este capítulo otras noticias que se ponen al fin del ms.
Motolinía no refiere el intento de fray Martín de pasarse a la Cartuja. Los sucesos
que siguen se hechan de menos en Motolinía, Mendieta y los demás biógrafos.
33
[Los hijos de este siglo son más sabios que los hijos de la luz.]
34
[En estas cosas que son de este siglo.]
228 1 Apéndice

a entender que no son hijos de Dios los que carecen de espíritu, y


que su sabiduría es vana y mundana. Entonzes el varón de Dios ha-
blo spiritualmente aprovechando su rrespuesta, y dixo en pocas
palabras ex alntndantia cordis35 una doctrina consolatoria a los pre·
sentes simples rreligiossos que la oyeroon, y rreprehensiva concha-
ridad a los letrados que solamente se dan al estudio humano, no
procurando el estudio de la devoción, oratoria y contempla~ión,
porque sabía el varón de Dios que la sabiduría humana infla e induze
a la sobervia, y el espíritu es el que vivifica y de do procede la cari-
dad que ediffica y aprovecha al próximo.
Estando en el dicho monasterio de sant Francisco en Salamanca,
todo el tiempo que podía ganar para darse a la oración procurava
de se apartar de la conversa~ión de los rreligiossos, y se yba a su
celda o aposento, que hera en la hospedería, apartada del dormí·
torio; e como había otros frailes huéspedes, no podía el varón de
Dios orar y hazer sus exercicios que tenía en costumbre, y si alguna
vez le ocupaban o hera ne~esario ocuparse en otras cossas y se le
pasava la ora del exer~i~io, que hera, o estar tanto rrato en cruz o
dis~iplinarse o estar derrodillas o contemplar a su oras la vida y pa-
sión de Xpo., a que mucho se dava, después en breve tiempo tornava
a hazer aquellos exer~i~ios, y teníalos como cossa obligatoria, y
dezía: "Aún no he pagado hoy mis devociones". Y era tan continuo
y solícito en aquestos exercicios de aspereza y penitencia como si
fuera man~ebo. Ni por eso dexaba la dul~edumbre de más alta
contempla~ión. Todas estas cossas permitía el señor las viese otro
rreligiosso para su exemplo y sin detrimento del varón de Dios ya
olvidado de sí mismo y muy ageno del polvo de la vanagloria el loor
humano. E permitió también el señor que una vez le viese en cruz
un seglar devoto y hermano de la Orden vezino de Cantalapiedra
(creo que Juan Blanco, no me acuerdo de su nombre) que a este
como hermano le dejaron entrar por la casa, y andando en la hos-
pedería llegó a la celda do posava el varón de Dios, y abrió la puer-
ta, y vídole estar en cruz, y le pare~ió que le vía al~ado del suelo, y
temblando todo su cuerpo y los bra~os, de que fue muy edificado

35
[De la abundancia del corazón.)
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenfia 1 229

el sobredicho seglar, y así maravillado y consolado con~ibió más


amor y devoción a llos frayles, que hasta enton~es tenía. 36
Y su yda y estada en sant Francisco de Salamanca, si a otros fue
provechosa, no menos lo fue a mi indigno e yngrato de tanto bien
y merced que entonces Dios me hizo su siervo. Antes que yo le vie-
se y cono~iese, abía oydo de su sanctidad, y tenía voluntad de pasar
a su provincia e verle e ymitarle. Luego que lo vi y conocí, creció en
mí más el nuevo deseo, y a mi confusión digo que nuestro Dios, sin
yo procurarlo, quiso corresponder a mis deseos, y Él lo ordenó a su
voluntad por su bondad infinita, de tal manera que enton~es luego
vine a la provincia de sant Gabriel, donde él hera provincial a la
sazón, y llegados a la casa y monasterio del Hoyo, donde el varón
de Dios abía mucho aprovechado en espíritu los tiempos pasados,
me dexo allí por morador.
Es casa muy aparejada a la oración, rrecogimiento y silencio. Está
en el yermo, do no ay conversación alguna de seglares. Como di-
cho es, en este monasterio fue el varón de Dios muy visitado y pri-
mero muy tentado, y así es que los que Dios quiere ensal~ar y esco-
ger para sus siervos, primero los quiere purgar y los haze pasar por
fuego y agua, como dize el psalmista, y después los sube a la alteza
de la contemplación, que es el sociego y consolación de sola el
ánima con Dios. 37

Queriendo, pues, el siervo de Dios rrecogerse y darse a Dios en


este monasterio, nuestro adversario le procuró muchas tentaciones
de muchas maneras, permitiéndolo Dios para más provecho de su
ánima. Comen~ó a tener muy gran ~eguedad y tibieza en la oración
y a aborre~er el yermo. Los árboles le parecían demonios; no podía
ver los frailes con amor y caridad; no tomava sabor de ninguna
cosa spiritual sino con gran sequedad y desabrimiento; vivía muy
atormentado; vínole una terrible tenta~ión contra la fee sin poder
desecharla de sí; parecíale que quando cele brava y dezía mi[ s]a no
consagrava; que aquella hostia no se transustan~iava en el cuerpo y

36
Mendieta refiere este suceso en el capítulo XL
37
[Atanasio López marca aquí el fin del capítulo 11 y el inicio del capítulo m.]
230 1 Apéndice

carne de nuestro señor Jesuxpo, y como quien se haze grandíssima


fuert;a, y como a rregaña dientes, consumía. Tanto le fatigava aquesta
ymaginación, que no quería ya celebrar, ni quería casi comer, y es-
tava ya tan flaco que no tenía sino los huesos, y paret;íale que estava
muy esfort;ado y bueno, que no era poca sino muy grande y sotilla
tentación de sathanás para derrocarlo, de tal manera que quando
ya se sintiese del todo sin fuert;as naturales lo dexase y desffallet;iese
que no pudiese tornar en sí, y enloquezer. Y como nuestro Dios
nunca dexa a los suyos ni permite que caygan en la tentación, y es
tan fiel que nunca da a nadie más de aquella tentación que puede
sufrir, dexole llegar hasta donde pudo sufrir la tentación sin detri-
mento de su ánima, más antes para su provecho.
Y tuvo por bien que una pobre mujer le alumbrase y le diese
medicina para su ánima; que es materia grande para nos de consi-
derar y grandeza de nuestro Dios que no escoge los sabios y letra-
dos del mundo hinchados de sobervia sino los simples y humildes
para usar de sus misericordias. Y de tal manera se ha con los tales
que, usando dellos como ynstrumento, por modos que ellos no lo
sienten ni entienden, los dexa en su humilldad, no alcant;ando ni
sabiendo el bien que por ellos Dios a obrado, como lo hizo en aque&-
ta muger simple que digo. Que como el varón de Dios fuese del
monasterio del Hoyo a pedir limosna del pan a un lugar que se dize
Robleda, que son quatro leguas del camino, la hermana de los frailes,
viendole flaco y debilitado, dixole así: "Ay, padre, ¿y vos qué abéis
que parece que queréis espirar de flaco?" E oyendo el varón de
Dios aquestas palabras, como si se las dixera un ángel, y como
quien despierta de un gran sueño, le entraron en el corat;ón, y
miró en sí y comenzó a pensar que no comía casi nada, y dixo entre
sí, si por ventura hera tentación; y t;ierto consideró que debía ser
tentación, y creyendo que lo hera, viéndose descubierto sathanás,
fuese, y cessó la tentación; y luego el varón de Dios sintió muy gran
flaqueza y desmayo, y se halló tan sin fuert;as que no podía tener
en los pies, y comenzó a comer conpetentemente, y de ahí adelante
quedó más avisado para sentir los lazos y engaños del demonio.
Esto oy a un religioso siervo de Dios. Fray Francisco de Abellane-
da, y algo oy de su boca del varón de Dios, no todo, que, como cosa
suya, no lo quería dezir más de quanto tocava a nuestro propósito,
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen{:ia 1 2 31

para que nos avisásemos y considerásemos las sotilezas de sathanás,


y nos guardásemos dél. Como dixe, permitió el sseñor que viniese
en aborrecimiento de los rreligiosos moradores del dicho monas-
terio de santa María del Hoyo.
Después que ya tuvo Dios por bien que rrecibiese aquesta tenta-
ción, quedó tan purgado della, que de ay adelante los comen~ó a
amar muy cordialmente que abra~ados los quería meter a las entra-
ñas, y de los actos de amor exteriores que hacía se cono~ía el fer-
viente amor que dentro en el ánima tenía, y así perseverando en
aqueste amor de los frailes, tráxole Dios a un amor general de los
próximos, mereciéndolo sus obras y deseos, tanto que por el amor
de los próximos vino a desear por las ánimas padecer martirio e yr
entre ynfieles a convertir ánimas y padecer por ellas. 38

Este deseo alcan~ó el varón de Dios, no sin mucho travajo, y


exercicios corporales y espirituales, ayunos, vigilias y oraciones,
que ya entonces abía alcanzado de Dios la virtud de la humilldad y
pasciencia. En esta última tenía el varón de Dios mucho mereci-
miento, que travajava mucho contra su natural condición, que hera
algo acelerado; donde una vez dixo a un rreligioso que hera de con-
dición paciente: "Mucho deseo tengo de ser uno de vuestra condi-
ción, y más lo preciara que a mucho". Y aquel religioso, en su au-
sencia, dixo después: "De agrado trocaría yo con el varón de Dios
la condición por la virtud de la paciencia"; porque más merecería
rresistiendo con ella a su acelerada condición como lo hazía el
varón de Dios. 40

38
Motolinía resume todas estas noticias, y lo mismo ha hecho Mendieta. Am-
bos emplean casi literalmente las expresiones de fray Francisco Jiménez. (T. de
Benavente, op. cit., pp. 149-151.)
39 [Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo IV.)
40
Mendieta, en el cap. V de la vida de fray Martín de Valencia,· refiere que el
siervo de Dios "solía decir a fray Francisco Jiménez, uno de los once compañeros
232 1 Apéndice

Continuando y creziendo el varón de Dios en el amor del próxi-


mo quizo el Señor visitar y consolar desta manera, según lo oy de
un rreligioso su devoto y familiar, y también del mismo, ya a doce
años y medio que fue, luego que venimos a esta nueva España.
Estando en maytines un día de feria en Advenimiento, resavan la
quarta maytinada. Dize que luego que comen<;:aron en el choro los
maytines, comen<;:Ó a sentir una devoción ynterior y a traer a la
memoria la conversión de los ynfieles, y pensando esto en muchos
versos y salmos que yban rrezando, hallava entendimiento a este
propósito, de que mucho de gozava su espíritu, y crecía en aquel
deseo, especialmente en aquel psalmo que comien<;:a: Eripe me de
inimicis meis, 41 donde dos vezes se rrepite aquel verso que dize:
Convertertur ad vesperam et Jamem patientur ut canes. 42 Y dezía, hablan-
do en su espíritu: "iO quándo será aquesto, quándo se cumplirá
esta prophecía, quándo será este tarde! Por ventura ¿no es ya? ¿no
será este tiempo? ¿no sería yo digno de ver este convertimiento,
pues ya estamos en las vísperas y fin de nuestros días y en la última
edad del mundo?" Estas y otras cossas contemplava y rrazonava
consigo el siervo de Dios con gran fervor y deseo de su espíritu,
según piadosamente se cree, por lo que le sucedió; lo cual no fue-
ra, si el varón de Dios no cono<;:iera y supiera nuestro Dios aber
gran zelo de la salud de las ánimas, por quien ese mismo Xpo.
padeció. Pues ocupando el siervo de Dios todos los psalmos en
estos piadosos deseos llenos de caridad y amor del próximo, por
divina disposición, aunque no hera hebdomadario ni cantor, le
encomendaron, los psalmos de la maytinada acabados, que dixese
las lectiones, y con pronpta voluntad y obediencia se levantó y las

que con él vinieron y el más familiar suyo (que era como otro fray León, a quien
llamaba fray Oveja el P. san Francisco): 'Oh, hermano quien fuera de vuestra con-
dición' y el bendito fray Francisco Jiménez (es de creer) respondía: 'iOh, herma-
no, quién tuviera vuestra virtud y perfección! que más mérito es pelear y hacer el
hombre contra su natural inclinación, que seguirse por ella, por buena que sea'.
Éstas y otras semejantes espirituales competencias da a entender Fr. Francisco
Jiménez en su escritura, que pasaría entre los dos".
41
(Arrebátame de mis enemigos.]
42
(Se vuelven hacia la tarde y padecerán hambre como los perros.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valenfia 1 233

comenzó a dezir; y esas mismas lectiones hazían a su propósito, y le


levantavan más el espíritu, que hablava vn de charidad del próxi-
mo, y súpitamente, estando al púlpito leyéndolas, vido en espíritu
muuchas ánimas en gran número de ynfieles que se convertían y
venían a la fee y baptismo. Fue tanto el gozo y alegría que su espíri-
tu sintió ynteriormente, que no se pudo sufrir de echarlo afuera, y
como loco fuera de sí, no fue en su mano y dió vozes y dixo tres
vezes a alta voz: "Loado sea Jesuchristo, loado sea Jesuchristo, loado sea
]esuchristo". Los frailes viéndole así atónito y como embriagado, no
sabiendo el misterio, pensando que enloquecía, lleváronlo a una
celda y le enclavaron la ventana que estava en el techo, y c;:errándole
la puerta de la c;:elda, se tornaron a decir y acabar sus maytines. El
varón de Dios se quedó así en la celda, así como atónito hasta la
mañana, e ya buen rrato del día, tornó en sí, y como se halló ence-
rrado y obscuro, quiso abrir la ventana, que no había sentido que la.
habían enclavado, y no la pudiendo abrir, dizen que se sonrió del
temor que conoció le tuvieron los frailes, que como loco no se
saliese por ella, y tornó a pensar y contemplar en la visión que avia
visto y rrogar a Dios que se la dexase ver con sus ojos corporales, y
que él no muriese hasta la ver cumplida, si el señor dello fuese ser-
vido. Y desde entonc;:es comenc;:ó a encomendar mucho a nuestro
señor qomo yría entre ynfieles y aprovechar, digo que procurarlo,
como diré adelante.
Aquesta visión quiso Dios que su siervo la viese cumplida en
esta nueva España, donde, como una vez fue visitado él y otro reli-
gioso en la comarca de México los pueblos de Coyuacán y los cua-
tro pueblos que dizen [en blanco ]43 vía muchos que venían a la fe e

43
Posiblemente estos pueblos eran Guatitlán, Tepuzotlán y Xuchimilco. Men-
dieta (Historia , lib. m, cap. xxxm) habla largamente de esta misión de fray Martín
de Valencia y de su compañero, y de los grandes frutos que en ella hicieron. Los
celosos misioneros, dice Mendieta, que "comenzaron por el pueblo llamado
Xuchimilco, que es el más principal, donde los recibieron con grandes aplausos y
regocijo de los indios, al modo que ellos usan recibir a los huéspedes principales
y dignos de honra y reverencia, de que se pudiera hacer un particular capítulo".
Motolinía (op. cit., pp. 100-1 O1) habla también de esa primera misión, y de la visión
que fray Martín de Valencia tuvo, rezando maitines en el convento de Santa María
del Hoyo.
234 1 Apéndice

y baptismo, y llegando a otro pueblo que dizen Cuytlauac, quatro o


cinco leguas de México, donde había mucha más gente, y con mu-
cho deseo y voluntad se juntavan a oyrles la doctrina Xpiana, y pe-
dían el baptismo mejor que en los otros pueblos, que a la sazón he-
ra a los principios que venimos de Spaña, aquel pueblo comen~ó
mucho a despertarse, y era tenido en mucho, pues viendo el varón
de Dios tanta muestra de Xristiandad en aquel pueblo, dando por
ello muchas gracias a nuestro Dios, dixo al compañero con gozo de
espíritu: "Agora veo cumplido lo que el señor me mostró en espíri-
tu". Y le declaró la sobredicha visión a gloria del señor.
En aqueste mesmo monasterio de sancta María del Hoyo, estan-
do en él el varón de Dios, le fue rrevelado, y vido una cossa que
hera en offensa de Dios y mucho perjuicio sino rremediara, y rre-
medió a gloria de Dios.
Vile una vez, siendo provincial de la provincia de sant Gabriel,
que visitó los frailes del sobredicho monasterio del Hoyo, y al tiem-
po que les quiso tener capítulo, que fue después de maytines, púsose
de rrodillas en medio del coro, y primero se quiso visitar a sí mesmo
y tenerse capítulo de culpas, no tanto por lo que al él tocava ni por
mostrarse humilde sino por dar exemplo de humildad a los frai-
les.44 Y el varón de Dios, estando así de rrodillas quitóse el hábito,
y le vimos que traya ~ili~io, que nunca se lo quitava, e hizo una dis-
ciplina. E tornado a vestir, rreprehendióse a sí mismo de sobervio,
y levantase y besó los pies a los frailes, y luego se fue a sentar a su
lugar como prelado, y todos los frailes, según es costumbre, dixeron
sus culpas, y a la postre hizo una plática de la oración el varón de
Dios, con que mucho consoló a los frailes. Pienso que en todas las
cassas de la provin~ia tenía este modo de pro~eder en sus visi-
taciones, porque un rreligioso me lo dixo que ansí lo hiziera en el
monasterio de sant Marcos, y que quando yba besando los pies a
los frayles dixo a un man~ebo, que le pusiese el pie en el pescue~o,
y preguntando después que porque se lo había así mandado, dixo
que se le offreció vanagloria diziendo aquel manr;:ebo le tendría
por humilde, y quiso luego darse la peniten~ia de su pensamiento

44
De esto habla Mendieta (Historia, lib. V, parte 1, cap. VI).
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen~ia 1 235

vano, con que el mesmo manc;:ebo le pusiese el pie en el pescuec;:o,


y para desechar aquella vana gloria se postró y echó a sus pies.
Ya dixe como el varón de Dios, lleno de caridad y del amor del
próximo, después que vido aquella visión de la conversión de los
ynfieles comenc;:ó a procurar la yda entre ellos, así de parte de Dios,
rogándoselo en sus oraciones y contemplac;:ión, como de parte hu-
mana qué manera tendría, y donde hera la voluntad de Dios que
fuese, y quando, y si pediría lic;:enc;:ia para yr entre los moros. Don-
de, como entonces tuviese mucha fama de sierva de Dios la beata del
Barco y tenida en mucha rreputac;:ión, a quien Dios comunicava sus
secretos, determinó el siervo de Dios yr a visitarla y pedirle su pa-
rec;:er, y que hera la voluntad de Dios en este caso. E ydo a su presen-
c;:ia con un frayle lego por su compañero, notificole y dixo su deseo
e propósito; y ella, oyda su enbaxada, encomendándolo a Dios, y
rrespondiole que no hera la voluntad de Dios que entonces procu-
rase la yda, que quando fuese la voluntad de Dios, Él le llamaría, y
desto fue sertificado. Y hablando con él y con el compañero, conoc;:ió
los espíritus de entranbos a dos y se los dio a entender en sus pala-
bras al siervo de Dios diziéndole: "Yo deseo ser absorvida en la
pasión de mi Dios y sentir los dolores que en sus pies y manos en-
clavado en la cruz padec;:ió". Bien conoc;:ió el varón de Dios que por
él lo dezía, y al compañero dixo otras palabras muy conformes a su
espíritu, de que no me acuerdo. Esto me dixo fray García, un rreli-
gioso muy familiar del dicho varón de Dios, e yo lo oy dezir de su
mesma boca como del otro. Y muy notorio es a los rreligiossos que
le conoc;:ieron quando hera dado a la pasión de Xpo. y piadosamente
es de creer que Dios le clava sentimientos exteriores en su cuerpo
de sus dolores sacratíssimos y tormentos, no digo exteriores y visi-
bles sino sensibles en su cuerpo, allende de lo que ynteriormente
sentía en su ánima de la dolorosa pasión de Xpo.; adonde una vez,
como fuese con otros dos rreligiosos a cierto pueblo de esta nueva
Spaña, en el camino súpitamente le comenc;:ó a doler un pie en
medio del empeyne, en tanta manera que no lo pudo pasar adelan-
te; y estando sentado en el camino parece que contemplava el clavo
de Xpo. con que le clavaron el pie, y dixo a uno de los rreligiosos
que con él yban: "iO hermano! que más padec;:ió Xpo . quando le
clavaron el pie sanctíssimo"; y luego se levantó y esforc;:ó a andar, y
236 1 Apéndice

durole45 aquel dolor muchos días. A algún rreligioso le pare~ió que


Dios le quiso dar aquel dolor por estorvarle aquel camino, dándole
a entender que no hera servido que fuese [a] aquel pueblo por
entonces abía de rrepresentar ~ierto abto de juizio, y que mejor
ocupar el tiempo en otros exer~i~ios, pero como estos sean juizios
y secretos de Dios, Él sabe qual fue lo mejor. No es nuestro juzgar-
lo, aunque alguna apariencia ay, como quando quería el siervo de
Dios tomar el ábito de los cartuxos y dexase el de sant Francisco.46
El varón de Dios, desde la Dominica yn passioné1 hasta la Pascua
contemplava y sentía mucho más que en otro tiempo la pasión de
Xpo. nuestro Señor, donde una vez en aqueste tiempo vidole un
rreligiosso muy flaco y como debilitado sin fuer~as, y preguntole:
"Hermano ¿vos estays mal dispuesto, o es que estays muy flaco?"
Respondió el siervo de Dios e dixo "Creedme, hermano, que desde
Dominica yn passione siente tanto mi espíritu ynteriormente que no
lo puedo suffrir sin que exteriormente el cuerpo lo sienta y lo de-
muestre, enflaqueciéndome como veys hasta la Pascua, que enton-
~es torno a esfor~arme" . Estas cossas no las dezía el varón de Dios
a todos sino a aquellos rreligiosos que más sus familiares eran, y a
quien él conocía que convenía y cabía dezirse, que harto secreto
hera y ajeno de manifestar sus cossas.
Un año antes de su muerte y fallecimiento del varón de Dios,
offreciósele un camino largo de más de cient leguas en esta nueva
Spaña, desde Teguantepec hazia México, a do abía ydo con harto
trabajo por la salud de las ánimas. 48 Pues a la vuelta deste viaje, que
fue en Quaresma, allende de venir a pie y muy enfermo en una
pierna, desde Dominica yn passione, nunca quiso cal~ar unas san-

45
... durole ...
46
T. de Benavente, op. cit. , pp. 151-153; Mendieta (1, cap. IV) refiere algunos de
los sucesos que ponen en este capítulo fray Francisco Jiménez, a quien copian
fielmente. Sin embargo, alteran algo el orden de la narración del primer biógrafo.
[Atanasia López marca aquí el fin del capítulo IV y el inicio del capítulo V.)
47
[En la pasión del Señor.)
48
Del viaje de fray Martín de Valencia a Teguantepec habla largamente Mendieta
(Historia, lib. IV, cap. x). Para esta empresa ayudó al siervo de Dios el valeroso
capitán Hernán Cortés, y fueron con fray Martín de Valencia otros franciscanos.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen{:ia 1 237

dalias sino descal~o, la pierna arrastrando y los pies corriendo


sangre, venía alabando al Señor, como me lo certificó uno de los
rreligiossos sus compañeros que con él venían, fray Francisco de
¡¿Pastrana?]. Después de llegado a Uexotzingo le vimos la pierna, ya
después de Pasqua todavía enferma, que no había sanado; y quando
se hincava de rodillas no ponía más de la una rrodilla en tierra, y
dezía la causa porque no tomasen mal exemplo.
Mucho lo visitava el señor con semejantes enfermedades, y nun-
ca curava de sí. Jamás le vide curar con médico ni procurar de
otras medi~inas humanas sino de las spirituales y del médico ver-
dadero nuestro Dios. E bien se le acordava al siervo de Dios de las
palabras que la gloriosa virgen santa Agatha dixo al gloriosso apostol
St. Pedro, quando le apare~ió, pensando que la quería curar con
medicina carnal: medicina carnal nunca la procuré, mas tengo al
rredentor nuestro Jesuxpo, que con su sola palabra cura y rrestaura
todas las cosas. Aquesto e dicho a confusión de los que pensamos
que nuestra salud consiste en el médico corporal, desconfiados,
o por mejor decir, olvidados de nuestro médico spiritual y verdadero.
El varón de Dios, aunque, como dixe, hera secreto en sus cossas
y exer~i~ios y actos de virtud, Dios, a gloria suya, permitía que se
supiese, e algunas cossas dezía como de otro, y otras claramente las
descubría para exemplo y aprovechamiento de los rreligiosos, y muy
a su salud, o que quando las dezía y estava muy ageno de la vana
gloria, que mucho trav,Yó por la humildad, e conforme lo que una vez
le acae~ió con el deseo de la alcan~ar y menospreciar a sí mismo
y ser tenido por loco de los hombres.
Offreciose después de rreligioso yr a su tierra, donde hera natu-
ral, ques de Valencia de don Juan, do nació y era de todos cono~ido.
Antes que entrase en el pueblo, quitase el ábito, y desnudo de car-
nes con sus paños menores y una soga en la garganta, y el compa-
ñero llevándole de diestro, como a malhechor, entró por el pueblo
en medio del día, viéndolo todos hasta llegar a la yglesia, de que no
hay duda sino que le tendrían por hombre sin juizio y loco los se-
glares y parientes, y le menospreciaron y tuvieron en poco, lo qua!
deseava, y a este fin hízolo lo que dicho tengo; y se hizo mucha
fuerza a su natural y sensualidad para hazer semejante acto por
amor de Xpo. y por alcanzar la humildad e huyr el loor humano.
238 1 Apéndice

Esto oy a un rreligiosso harto espiritual, fray Alonso de Avellaneda,


y al mesmo varón de Dios, aunque no claramente. Estando un día
hablando quasi me lo quiso significar en sus palabras, que yo bien
se las entendí, porque lo sabía entonc;:es del rreligioso que digo. 49

En estos tiempos presentes oygo ponderar mucho los arrobamien-


tos y tener por sanctos varones los que se arroban. No lo creo sub
correctione5° que está la sanctidad en el arrobamiento, que ya podría
uno arrobarse y no estar en gracia ni aún ser Xpiano., como se lee
de un philosopho que en tiempo de los gentiles estuvo arrobado o
transportado muchos años sin saber de sí. Y aqueste no se dize
arrobamiento meritorio sino transportamiento sin alguna grac;:ia;
onde es de notar que ay tres maneras de arrobamientos deste per-
der el sentido o traspasarse: las otras dos son buenas y de varones
spirituales. La una se dize ec;:esso, que es un arrobarse y elevarse a
Dios. No empero pierde el juicio de la rrazón los que a esto llegan;
no es sin grac;:ia espiritual de Dios, y es mucho bueno, e ay es esta
nueva Spaña religioso que desta manera le a visitado y consolado
el Señor muy continuamente. Ay otro arrobamiento rhás alto, que
se pierde el juizio y sentidos, y se transporta en Dios, los que a este
estado llegan.
Este varón de Dios algunas vezes fue visto fuera de sí; no sabría
dezir si fue en ec;:esso o arrobamiento, y parece que fue en esta alta
manera transformándose, porque, como hombre de experiencia,
sabida la manera de los arrobamientos que del rreligioso dixe, supo
distinguir e dixo que no hera arrobamiento sino ec;:esso. Posible es
que lo supiese praticcé 1 o por theorica, 52 pero más parece que fue
por experiencia, que sabía y abía gustado lo uno y lo otro.
Conoc;:í otro rreligiosso en esta nueva España que ni tenía lo uno

49
Motolinía (op. cit., p. 149) refiere brevemente este hecho. Mendieta, en el
capítulo VI, hincha algo la sencilla relación de fray Francisco. [Atanasio López
marca aquí el fin de el capítulo vy el inicio del capítulo VI.]
50
[Bajo corrección.]
51
[Práctica.]
52
[Teoría.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen~ia 1 239

ni lo otro, que es varón espiritual y muy secreto. Aqueste dize que


los elevamientos desta manera en Dios no arguyen mucho espíritu,
pero que son buenos. Su yntento creo yo que fue, desque, agora sea
exceso o sobrepujamiento de espíritu de Dios, ora arrobamiento y
transfformarse en Dios perdidos del todo los sentidos corporales, no
es de tanta alteza como lo que sentía en su ánima. Creo yo que era
grande altteza, porque dezía que entendía los anagogicos que dize
fray Rogerico, y alcanc;:ava el saber y conoc;:er la differencia que he-
ra entre uno y otro, lo qual no puede ser sino de grandeza de espí-
ritu. Ha sido y es tan secreto aqueste rreligiosso, que entre los religio-
sos no es tenido por espiritual, y aquél con quien él se comunicó
algo en España en sus principios ha sido causa que sepamos algu-
nas cossas del. No oymos en los sanctos esos arrobamientos. Bien
leemos a sanJoan por revelación escrivió el Apocalipsis, y a S. Pa-
blo que subió hasta el tercero cielo.
Pues tornando al varón de Dios, no fue de arrobamientos desa
manera que otros ha habido en nuestros tiempos como la beata del
Barco que dixe, y un fray Ángel que estava en el monasterio de
Sant Francisco de Sevilla. Quando venimos a estas partes con el
varón de Dios allí delante de uno de los de nuestra compañía se
arrobó. Su exercicio deste varón de Dios hera continuar la oración,
y después de maytines cantava un canto muy suave que parecía vos
de ángel; y, según una vez me dixo, muy consolatorio a su espíritu.
Lo que en aquel canto dezía, él y Dios lo sabían, que no había quien
lo pudiese entender. Quedávase en el choro después de la oración,
y tañido a dormir, quando sentía que ya los frayles estarían
rrecogidos, comenc;:ava a cantar. 53
Platicando comigo algunas cossas espirituales dixo: "Quando
canto en la oratión, Dios sabe lo que mi ánima siente". Dando a en-
tender el ecesivo gozo y júbilo que entonc;:es tenía. Algunas veces
enpero tanbién fue visto en ecesso y arrobado. Onde estando una
vez en Belvis predicando la Pasión, llegando a aquel paso quando
cruc;:ificaron a Xpo. nuestro Señor, fue tanto su sentimiento del
varón de Dios que salió de sí, y se arrobó, y se quedó así yerto, arri-

53
Mendieta refiere esto en el capítulo V.
240 1 Apéndice

mado al púlpito. Estando así acostado, un rreligioso de los que allí


estavan, fray Diego de Almonte, con fervor de espíritu comen\Ó a
dezir vozes: "Martín, Martín, estate allá, no vuelvas acá". 54
Otra vez estando en oración, fuele a llamar \ierto rreligiosso,
que hera ne\essario para \ierta cosa; y por más que le llamó, nunca
rrespondió; e ya que se yba e lo dexava, tornó en sí como quien
despierta de un sueño, y dixo con un sospiro de las entrañas: "iO
que cossa es estar siempre con Dios!" 55

¡¡¡s6

Pues habiendo el varón de Dios pasado en España muchos años de


rreligión, padeciendo muchos travajos, como he dicho, por la rre-
formación de la religión y graves tenta\iones de nuestro (sic) de
nuestro adversario, y después de muy purgado y aprovado, y ha-
biendo rregido la provincia de Sant Gabriel con gran exemplo, es-
tando con su consinuo deseo y voluntad de pasar entre ynfieles, y
esperando el querer de Dios, ese mismo Dios, quando se llegó la
ora, puso en voluntad y cora\Ón al ministro general fray Francisco
de los Ángeles, agora cardenal de Santa Cruz y protector de nues-
tra rreligión, que pasase por la provincia de St. Gabriel, donde
tuvo capítulo en el convento de Velvis, el año del Señor de 1523
años, quando poco había que se había ganado esta tierra de la nue-
va España, y era [día] de nuestro padre sant Francisco 4 de octubre.
En este capítulo el general llamó al varón de Dios y le hizo una
plática y rrazonamiento espiritual diziendo como ya sabía que es-
tas tierras heran nuevamente descubiertas, donde, según las nue-
vas de la gente, que heran muy capazes y mucha gente, se creería de
\ierto se har\Ía mucho fructo spiritual, habiendo tales obreros; y
que él tuvo voluntad pasar a estas partes y lo procuró y alcan~ó
Breve del Papa para ello, él y el padre fray Joan Clapión, comfessor
del emperador, y no fue la voluntad de Dios, que al uno quiso lle-

54
Mendieta refiere este suceso en el capítulo XI, añadiendo otros detalles.
53
Mendieta, capítulo XI.
56
[Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo VII.]
Jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen(ia 1 241

var para sí y al otro le quiso dar el oficio de Ministro, con que estava
aherrojado para no poder pasar acá, por tanto que le rrogava él
pasase, con doze compañeros, porque el vía y sentía en espíritu que
Xpo. lo estava llamando, mostrándose muy clamoroso y lastimado
con las offensas que en estas partes le hazían, y por el gran mando y
dominio que satanás en ellas tenía, tantos años había. 57 Sin aber
ninguna rresistencia ni contradic;:ión, el varón de Dios siempre ha-
bía tenido aqueste deseo, bien podemos conjeturar el gozo que su
ánima rreccibió en la plática tan conforme a su espíritu, y quantas
grac;:ias ynteriores entrañalmente hizo a Dios. Y no pudiendo satis-
fazer a tan gran beneficio iquán cordialmente cantó su ánima aquel
verso de David: Quid retribuam Domino pro omnibus quae retribuit mihi! 58
Y ella mesma le rrespondió, offreciéndocele toda, que es el más
acepto hazimiento de grac;:ias con aquel otro verso: Voluntarie sacri-
ficaba tibi et confitebor nomini tuo Demine quoniam bonum es t. 59 Y con
este gozo ynterior del ánima aceptó la venida, no se hallando dig-
no ni merec;:edor sino, como hijo de obedienc;:ia y siervo sin prove-
cho, se sometió a la voluntad de Dios y de su prelado, y así se cum-
plió lo que la beata del Barco le había dicho. 60
E aseptada la venida de el varón de Dios a estas partes, y nom-
brados los compañeros y tomada la bendic;:ión del ministro gene-
ral, y aparejadas las cossas nec;:esarias para tan largo viaje, se partió
del dicho convento de Belvis, y de la provincia de Sant Gabriel, con
sus compañeros, y llegaron a Sevilla tres o quatro días antes de la
Concepción de nuestra Señora, cuya vigilia llegó también a la di-
cha ciudad el ministro general, donde estuvieron hasta el día de la
Epiphania, y allí todos rrecibieron la bendición del ministro gene-
ral, que fueron doze, y otro que fue nombrado, fue a la corte, y
tardándose que no pasó con ellos. Partidos de Sevilla, vinieron al

57
Cf J. de Mendieta, Historia, lib. 111, caps. IV, V y VI.
58
¡¿Qué daré al Señor por todo lo que me dio a mí?]
59
[Voluntariamente sacrificaré para ti y confesaré tu nombre, Señor, porque es
bueno.]
úo Mendieta alude brevemente estos sucesos en el cap. IV de la Vida ... de fray
Martín de Valencia, y trata por extenso de ellos en el lib. III, cap. VIII, con este
epígrafe: De cómo fue elegido por primer apóstol y prelado de la Nueva Espa~ia el varón
santro fmy Martín de Valencia. Véase Motolinía, op. cit., p. 156.
242 1 Apéndice

puerto de Sant Lucar, donde se enbarcaron el día de la conversión


de sant Pablo, e ocho o diez días en Quaresma, y de allí vinieron a
la ysla de santo Domingo, miércoles después de Dominica yn passione,
donde estuvieron [hueco ]61 días, y de ay se embarcaron también
con buen tiempo, y vinieron a la ysla de Cuba, y estuvieron tres
días en la Trinidad; y de allí vinieron a esta nueva España, y desem-
barcaron en sant Joan de Ulúa, Vigilia vigiliae Penthecostes, 62 dando
muchas grazias a nuestro señor Dios que los traxo hasta donde de-
seavan con tan buen tiempo y prospero viaje sin tormenta ni peli-
gro. E dende el puerto vinieron a la ciudad de México, donde tuvie-
ron capítulo día de la visitación de nuestra señora, año del señor
de 1524,63 y rrepartiéronse los frayles en quatro provincias, que
son México, Tezcuco, Tlaxcala, Uexozingo. 64
En todo este viaje el varón de Dios, ansí en la mar como en la
tierra, padeció harto travajo, y más en la tierra, que, como hera de
hedad, y venía a pie, y siempre le visitava el Señor con enfermeda-
des, fatigávase mucho, y por dar buen exemplo, como buen caudi-
llo y pastor, siempre yba delante de sus ovejas, y no quería tomar su
ner;:esidad más que sus compañeros, y aún no tanto, por no dar
materia y ocasión de alguna rrelaxación a los otros, que ni aún un
poco de vino quería para sus ner;:esidades.
Después que en México se rrepartieron los rreligiosos en quatro
provincias, comenr;:aron a deprender la lengua, haciéndoze niños
con los indios todos los rreligiosos, conversando con ellos con buen
exemplo. El varón de Dios hazía él que todos, orando y dando exem-
plo de santa vida, y comenr;:ó a enseñar a los niños a leer. 65

61
Motolinía (op. cit., p. 157) y Mendieta (Historia, lib. m, cap. XI) ponen siete
semanas. En todo lo demás convienen con relación a fray Francisco Jiménez.
62
El13 de mayo, como dice Mendieta (Historia, lib. m, cap. XI). Véase Ramírez,
Noticias de la vida y de los escritos de Fr. Toribio de Benavente o Motolinía, en Colección
de documentos pam la historia de México, publicada por Joaquín García lcazbalce·
ta, México, 1858, t.!, p. XLV. [La cita latina se traduce: Vigilia de la Vigilia de Pente·
costés.]
63
2 de julio.
64
Ramírez, loe. cit., p., XLVI-VII. Fray Martín de Valencia quedó en la ciudad de
México con cuatro frailes O- de Mendieta, loe. cit., cap. XIV).
65
Motolinía (op. cit., pp. 156-157) copia, casi literalmente, este párrafo y el an-
terior. CJ J. de Mendieta, loe. cit., cap. XV.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valenfia 1 243

Los primeros siete u ocho meses, él y los rreligiosos estuvieron


alguna manera con sosiego y comen~;aron a destruyr ydolos y a de-
rrocarles sus templos y quemarlos, y todas las ynsignias y rritos del
demonio y sus dioses, y algunos, o por yntérpretes o ellos balbusien-
do, comen~;aron a predicar, a las veces por escripto y a las veses sin
él, ayudándolos el Señor, y el varón de Dios, como prelado de to-
dos, visitava los hermanos de provin~;ia y el Spíritu Santo le clava
gra~;ia y sabiduría, con que, sin saber la lengua, les aprovechava
mucho. 66

Pasado este tiempo, comen~;ó a descubrirse por yndustria de satha-


nás, enemigo de la paz y amigo de discordias, la ambición que entre
los españoles, nuestros naturales, vimos, y cobdi~;ia, que fue causa
de mucha discordia y enemistad entre ellos, de que, como de nues-
tros próximos, mucha compasión rre~;ebimos y tuvimos, y mucho
más el varón de Dios, donde, como acá en estas partes no había
prelados ni jueces eclesiásticos, e nosotros trayamos toda la abtori-
dad del Su mm o Pontífi~;e In utroque foro, 67 el varón de Dios que has-
ta entonces no había querido usar de nada ni presentar los Breves
apostólicos que para ello tenían, acusándolo su con~;ien~;ia, vido !a
ne~;essidad que había grande del bra~;o eclesiástico, aunque contra
toda su voluntad, y pareciéndole que hera contra todo su estado,
no pudo hazer menos, según la con~;ien~;ia le dictó, de presentar
los Breves de León dé~;imo y Adriano sexto, que el General le dio
en Sevilla, los quales él tenía, y alcan~;ó con yntento de pasar a estas
partes, si como dixe, no fuera ynpedido por el officio de prelado y
ministro General de toda la Orden. 68 Presentados e a~;eptados por
los offi~;iales y cabildo del emperador, comen~;ó a usar de la juris-

66
J. de Mendieta, loe. cit., cap. XVI, Ascu, 1-A, t. XXVI. [Atanasia López marca
aquí el fin del capítulo VI y el inicio del capítulo VIII.]
67
[En ambos foros.]
68 Mendieta publica estos documentos pontificios (Historia, lib. m, caps. V y VI).
Cf Wadingo, Annales Min., a. 1524, n. I-XV, donde trata largamente de la misión de
fray Martín de Valencia, citando a Torquemada, que, como se sabe, ha plagiado a
Mendieta.
244 1 Apéndice

dic;:ión eclesiástica, y así comenzaron grandes travajos, angustias y


tormentos al siervo de Dios y sus compañeros; onde una vez, estan-
do juntos en justic;:ia, cabildo y el varón de Dios presente disputando
sobre los clérigos de prima tonzura, hincose de rrodillas, como vi-
do que no querían obedec;:er a la yglesia, y a vozes llorando los
maldijo de parte de Dios sino obedec;:ían a los mandamientos de la
Santa Madre Iglesia, que los hizo temblar de temor, y callaron to-
dos, que no osaron más hablar por entonces. No por eso, pero mucho
se enmendaron, que ni por excomuniones ni por otras sensuras
dexavan de venir contra la Iglesia e sus mandamientos e sacarlos
rrectraydos de la Iglesia y hazer justicia de los que así sacavan que-
brantando la ynmunidad eclesiástica. 69
Una vez el varón de Dios, viendo que por pasión y sin justicia
querían justiciar a uno, fue a hablar a la justicia, y en secreto le dixo
la justicia que hacía, porque conoció que había pasión, y como ni
por eso mudó su voluntad, díxole que había de ser por ello destruydo
y perdido. Y bien se ha cumplido que, después de cárc;:eles de un
año en esta nueva España, fue llamado para España, y muchos años
anduvo en pleyto.
Con los travajos y estorvos de parte de los españoles, no dexava
el siervo de Dios en aprovechar en la conversión de los naturales, pe-
ro viendo que sus compañeros, a quien clava el cargo de la juris-
dic;:ión, juntamente con él, se desasosegavan, y era algún detrimento
de la conversión y poco aprovechamiento de los españoles, determi-
nó de dexar y rrenunc;:iar la jurisdic;:ión, en cuanto a lo que tocava a
los españoles, porque ya había quien pudiese entender de ella, y
diose él y sus compañeros a los naturales, y travajando por ellos
y favoreciéndolos por librallos de los agravios que los españoles les

69
Cf Men dieta, lib. III, cap. LI. Ramírez (loe. cit., p. XLVIII-IX) copia un fragmento
del Acta de 28 de julio de 1525 del Libro de cabildo de la ciudad de México. En dicha
Acta se expresa que el teniente gobernador, que a la sazón era Gustavo de Salazar,
y los regidores, se quejaron amargamente de que los misioneros franciscanos usa-
sen de la jurisdicción eclesiástica, pero el custodio fray Martín de Valencia y el
guardián fray Toribio de Benavente defendieron enérgicamente los privilegios
apostólicos que llevaban. Cf Sánchez, Bibliografía de fray Toribio de Benavente o
Motolinía en la edic. de la Historia de los indios, pp. VIII-IX.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen fia 1 245

hazían, y en enseñarlos y doctrinarlos siempre fue su espíritu en


angustias y tormento y en odio de los nuestros españoles hasta la
muerte; y todo ello sufría el varón de Dios en pac;:iencia por amor
de Dios, y rrogándole por todos sus perseguidores, no dando mal
por mal. Y sin desmayar en la obra a que fue de Dios enviado, siem-
pre tuvo perseverancia, aunque no le faltaban grandes tentac;:iones,
así de parte de los hombres como del demonio, para dexar esta
gente y tierra, y por ventura, como diré adelante, Dios nuestro Se-
ñor se le demostrava otras gentes de más capacidad que se han de
convertir, y anhelava su spíritu a buscallas, y deseaba verlas en sus
días, y aquel deseo le hacía querer dexar estas, con yntento y volun-
tad de más servir a Dios. Y aunque este deseo bullía en su pecho,
siempre travajava en la doctrina con estos naturales más que otro,
y mucho aprovechava, así a los naturales y españoles, con su gran
vida exemplar, como a los frayles, animándolos por palabra y por
obra al amor del próximo. 70
Su continuo travajo, sin jamás c;:essar de la orac;:ión y contem-
plac;:ión hera gran rreprehención a todos los rreligiossos. Estava el
siervo de Dios enseñando a leer a los niños y pasando las lec;:iones,
y poníase a orar en parte donde le viesen y los viese, porque no de-
xase[n] de leer, viéndole, que de los naturales no se guardava; más
aviso tenía ser visto de los frailes/ 1 y muchas vezes, quando por sus
culpas reprehendía y ac;:otava a los naturales delante dellos, él mis-
mo se disiplinava para que conociesen e viesen que de amor y cari-
dad y deseo de su salvación se movía; y dezíame el varón de Dios,
quando alguna vez yo le dezía la causa, porque no podía acabar
conmigo de castigarlos, que él mirava el provecho de sus ánimas.
Con aquel yntento y consideración se esforc;:aba a vencer aquella
humana compasión corporal, pero ni con todo esto, olvidado del
zelo de la ánimas o por una natural condic;:ión o no se que floxedad
mía, nunca me pude mucho aplicar a los castigos.,

7
°Cf J. de Mendieta, Historia, lib. m, cap. LI.
71
T. de Benavente, op. cit., p. 159; Mendieta (cap. VII de la Vida de fray Martín de
Valencia) habla de cómo éste enseñaba a los niüos indios, pero calla lo de los
testigos.
246 1 Apéndice

Acerca desto, y de la manera que se ha tenido en la conversión


destos naturales, porque viene a propósito, ha habido muchas opi-
niones, así entre los rreligiosos como entre seglares. Unos dizen
que no se ha ac;:ertado, y que no ha sido conforme a la conversión
de los apóstoles en la primitiva Iglesia. Otros dizen lo contrario;
que esta es otra gentte muy diversa de aquella, y rrequiere temor y
castigo, y que destas gentes se entiende a la letra aquello del Evan-
gelio: Compelle eos intrare, 72 etcétera. Y así lo vio por experienc;:ia el
varón de Dios y sus compañeros, que luego al principio que vinie-
ron y comenzaron a dar exemplo, doctrinar, enseñar y predicar y
rreprehender de palabra, por espacio de un año y dos, no se apro-
vechava nada en la fee, vamos tomando esperienc;:ia de la masa de
la gente, la qual como agena del principio de toda virtud, que es la
fee, no hazía nada por amor, conoc;:imos que por temor venían a
hazer virtud, parecíale al varón de Dios que la voluntad de Dios
hera que hasta venir en más conoc;:imiento, convenía conmenc;:arse
por temor y castigo, porque así evitarse y an muchas offensas de
Dios, y poco a poco vendrían a conoc;:er quan bueno y necessario
les fue el temor y castigo, como se ha visto por esperienc;:ia. No con-
deno ni apruebo la una opinión ni la otra. Una cosa pienso; que,
como el intento de unos y de otros haya sido sancto y bueno, y por
zelo de las ánimas, y con deseo de más ac;:ertar, para que la volun-
tad de Dios se cumpla y Él sea de todos alabado, creydo y honrado,
y que se le dé la adoración de latría universalmente por todos, pues
se la deben, y por eso los crió, que Él no ha sido offendido en tener
qualquiera destas opiniones, estando con deseo de saber su volun-
tad, y sabida aquella, seguirán y ac;:eptarán, y si en algo se ha offen-
dido en los juizios y murmurac;:iones que enmedio de aquestos
parec;:eres, por astucia de sathanás, se han enxerido, todo ha sido
gran es torvo de la conversión, entre muchos otros que con su astuc;:ia
siempre han procurado, así como del Sacramento de Baptismo y
del Matrimonio, que ha habido y hay opiniones diversas; en el
Baptismo quanto a las ceremonias; en el matrimonio, si lo habrá o
no entre estos naturales, y con la ayuda de Dios, él ha sido siempre

72
[Oblígalos a entrar.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenria 1 24 7

descalabrado y no ha salido con la suya. Bien creo y conozco que,


según los tiempos, ansí se han de mudar y considerar las leyes,
costumbres y modos de vivir, y por semejante, de convertir, ansí se
ha hecho y haze; ni tampoco dudo que los zelos han de ser discreptos
y templados, y que acuesten más a charidad, benignidad y bene-
volenc;:ia que a rrigor que procede de yndiscreción, y posible es que
ac;:erca desto se ha ec;:edido.

Y aunque no creo en sueños ni en visiones, adelante diré lo que


ac;:erca desto he leydo, y que quiero agora dezir algunas cossas que se
me rrepresentan y acuerdan haber oydo al siervo de Dios que vio
en espíritu, aunque dos cossas me han puesto duda y algún temor
dezirlas, la una por ser en secreto, y casi como en confesión; algu-
nas dellas, no; empero pienso hera su yntenc;:ión que después de su
vida se supiesen; la otra es, porque posible es que fueron yluc;:iones
de nuestro adversario. E ya que las pongo y escrivo en este papel,
no es para que nadie piense que del todo le doy entero crédito, y
que, como verdad, se las tenga sin falta, más de piadosamente se
puede creer que Dios, como amigo suyo, le quería dezir e rrevelar
algunas cossas para su consolac;:ión; y también se puede pensar que
el antiguo enemigo de Sathanás se pudo haber con el siervo de
Dios tan astutamente que le engañase, y lo falso le hiziese creer por
verdad. Y primero diré la manera que me dezía cómo se le rrepre-
sentaban y sabía estas cossas, y de dónde le proc;:edía a creer que
heran ansí o serían verdaderas.
Después de que el siervo de Dios orava y encomendava a Dios
alguna cosa necessaria, provechosa y convenible, así para el servi-
cio de Dios como salud de las ánimas, rrepresentávasele en sueños
o por figuras o algunnas semejanc;:as aquello de quel deseava ser
alumbrado y daber la voluntad de Dios en ello, y luego le dezía su

3
¡ [Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo IX.)
248 1 Apéndice

spíritu la ynterpretación de aquella visión que le parecía a él que


aquella declarac;:ión hera así verdadera e ynfalible, y que aquello
hera la voluntad de Dios, o era c;:ierto aquello que había visto, y des-
to quedava su spíritu muy consolado y con mucha devoc;:ión, de que
sacava mucho provecho spiritual, y lo tenía vivo siempre en la me-
moria. Ac;:erca desto lo que más parec;:e que haze para que se deve
creer que las tales cossas ser verdaderas es dezir que aquellas ynter-
pretac;:iones y declarac;:iones le venían y hablavan en spíritu como
cossa ynfalible, y que no se conpadec;:ía engaño, y con todo eso,
siempre el varón de Dios estava con algún temor no fuese ylución
o sotileza del demonio, de aquí es que algunos se engañavan pen-
sando que hera hombre amigo de rrevelac;:iónes, y que les dava
mucho crédito. Y una vez hablando conmigo en este propósito me
dixxo: "No piense el demonio que por aquí me ha de engañar";
que él no dava crédito a sus sueños, y me dixo la manera que se
había en ello con la ayuda de Dios que para esto por su ynfinita
bondad le alumbraba.
Debaxo del presupuesto ya dicho, dixo como de otro, que una
vez un rreligioso c;:iervo de Dios deseava saber que pureza y limpie-
za se rrequería en el ánima que ha de entrar en la yglesia, y pare9a
que según su flaqueza y posibilidad había rrazonablemente purga-
do sus pecados y no con presumc;:ión más confiando en la miseri-
cordia de Dios, por ventura bastava para que en murienndo, se
fuese a gozar con Dios, y vid o en sueño una luz ynvisible y rresplan-
dec;:iente claridad, tanto que cualquiera claridad humana y luz visi-
ble es muy turb[i]a y manchada en comparación de aquella que
vido, y dize que le dixo su espíritu que tal ha de ser el ánima que ha
de entrar en el zielo a gozar con Dios, y parec;:ió que para ir tan
limpia e apurada el ánima no habían sido suficientes sus obras sin
acomparación alguna. Y como digo que el que esto dezía por hu-
mildad como de otro, no hera sino de sí mesmo que le fue ansí
revelado, onde podemos considerar que nuestras obras delante de
Dios para merecer la gloria son como el paño de mestruado, sino
que Dios, no mirando nuestros deméritos, nos quiere haber miseri-
cordia y suple con benignidad nuestras faltas, que también es ve-
rísimile ser verdad lo que dize santa Brígida: que hay un purgatorio
de amor donde las ánimas justas que ya son purgadas de sus peca-
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen~ ia 1 249

dos o en esta vida o en la otra con que acaban de satisfazer y pagan la


deuda y culpa para ya no penar más, más para merec;:er entrar en
la gloria del parayso a gozar para siempre con Dios tiene nec;:essidad
de ser más alimpiadas y mucho clarificadas en otro purgatorio de
amor y caridad, como ella lo llama en el libro de sus rrevelaciones
y contemplaciones, examinado y aprovado por la yglesia rromana,
esto es, por el rromano pontífice. Dezía así mismo el varón de Dios
que las ánimas de los que van al c;:ielo en comparación de las que
van al ynfierno son como las motas o copos de nieve grandes que
caen rralas y entre las otras muchas pequeñas quando nieva. E
pues el varón de Dios esto dezía, no se cree que lo leyó en algún
libro sino que le fue rrevelado y dicho en espíritu, así como lo ya
dicho de la pureza y limpieza del ánima que va a gozar con Dios.
Entrambas estas dos cossas pare¡;:e provarse por la Sagrada Escriptu-
ra e no desviar della, porque quanto a la primera ya dixe aquello
de la Escriptura que dize que son nuestras obras como el paño de
la mestruada, que por buenas y sanctas y muchas que sean, tienen
necessidad de ser purgadas y alimpiadas. Quanto a lo segundo,
haze aquello del Evangelio: Muchos son.llamados a esta vida y pocos los
escogidos a la fee cathólica y baptismo; y también muchos son llama-
dos a la fee y pocos los escogidos para la gloria. iOy, quantos crió
Dios en este mundo que nunca conocieron ni adoraron por Dios y
criador después que el mundo es mundo! Cierto fueron muchos
más que los que le conocieron y de asquellos que le conocieron por
su Dios y Señor y se baptizaron y llegaron a la fee cathólica. iQuán-
tos muchos más son pre¡;:itos para el ynfierno por sus pecados!
Cierto muchos más. Pues el Evangelio dize que los escogidos para
la gloria, salvbo si como opinión más piadosa y entendimiento más
favorable queremos entender las palabras divinas del Evangelio
conforme a lo que primero dixe que se entendía que muchos son
llamados a esta vida, y destos ay muchos que son ynfieles y muchos
otros pecadores, y por eso dize el Evangelio que destas criaturas de
Dios llamadas a la vida y criadas en el mundo son pocos los escogi-
dos para yr a la gloria en conparación de los que van al ynfierno. Y
aunque parezca más sana opinión ésta, no nos descuydemos los
baptizados que ya una vez nos escogió Dios y congregó en el gre-
mio de su santa yglesia, y pensemos que por nosotros los llamados
250 1 Apéndice

a la fee lo dixo nuestro Señor Dios, y no nos descuyde el dezir que


ya nos tiene Dios no solamente llamados, pero escogidos al conoci-
miento de sí mismo y al gremio de la yglesia, que con este pensamien-
to y presunciones nos podemos yr muy derechamente al ynfierno,
porque fee sin corresponder con obras es muerta sin ningún mere-
cimiento. 74

Estando aqueste varón de Dios en Sevilla de partida para esta nue-


va España dixo al ministro general, como de otro, una visión o
rrevelación. Dize que un rreligioso vido en cisión una huerta que
la tenía en guarda un fiero dragón que toda la destruya y destro~ava
y mataava y tragava los que en ella entravan, que ninguno dexava
a vida; y fuele dicho en espíritu a este rreligioso que esta huerta es
la nueva España, en la qual estava tan apoderado el demionio y en-
señoreado, que a todos los tragava como fiero dragón, y los llevava
al ynfierno. No me acuerdo si también le dixo que después vio
aquel dragón fue echado y lan~ado de la guerta. A algún rreligioso
se le acordará, de los que con él pasamos a estas partes; que delan-
te de nosotros lo dixo, y ansí nos dixo nuestro espíritu que por él lo
dezía como de otro.
Los que en esta nueva España an visto con ojos de entendimien-
to su manera y el dominio que en ella tenía el demonio, bien po-
drán dezir que la destro~ava, y que no dexava nadie a vida. Si se a
del todo alcan~ado y echado del dominio y señorío que tenía, duda
tengo y mucha, que harto se a esfor~ado para no salir de su rreyno
y po~esión, y aunque muchas ánimas se an salvado, otras muchas a
llevado y aun traído de otras partes, donde qui~á se saludaran, y los
a ce~ado acá, con essas a ganado otras, que es con los malos exem-
plos de nuestros naturales dan a estos pobres naturales, y destos pode-
mos entender que son lo[ s] que aquel rreligioso vía (sic) que entravan
en la guerta, y también los tragava el dragón. Esto es, que allende
de poseer y destruyr las ánimas della que son los naturales, tragava

;, [Atanasio López marca aquí el fin del capítulo IX y el inicio del capítulo X.]
Jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenfia 1 251

también el demonio a los que de otras partes venían a entrar en la


huerta desta nueva España que como los de la vieja ... 75 Plega a nues-
tro Dios que la enmienda en nuestra vida me haga mentiroso, que la
que hasta aquí hemos visto no a sido muy fructuosa y provecho-
sa ni saludable a las ánimas de nuestros naturales ni muy exemplar
a los yndios naturales de la tierra en su vida.
Al siervo de Dios esto le era tormento y grande con conocer jun-
tamente de los naturales algunas miserias naturales y no mucha
constancia en la virtud, como él quisiera, le clava voluntad por bus-
car otra, juntamente con dezirle su espíritu que avía otras gentes de
más capacidad, pero no dexava de travajar, quanto era posible, con
estos naturales; y quando le dio el mal de la muerte, como un man-
c;:ebo, tenía su escuela de mochachos que los enseñava a leer y escrivir
y cantar, y la otra gente le hazía juntar y enseñar la doctrina Xpiana,
que hera materia de mucha confusión de nosotros los tibios en la
obra de la conversión.
Como ya dixe que a avido parec;:eres en la manera de la conver-
sión, siendo una vez nuestro prelado el siervo de Dios en su segun-
da Edomada o trienio, que dos vezes fue custodio en esta nueva Espa-
ña, a esta causa de aber diversos pareceres quiso juntar los frayles
para que, llamado el Spíritu Santo, se consultase el modo y manera
que más según Dios pareciese que convenía a su servicio y aumen-
to de su sancta fee, y juntos, parece que unos más votos y parec;:eres
que ya hera tiempo y convenía que los Religiossos no tuviesen tan-
to travajo corporal en la manera de la doctrina y enseñamiento por
muchas causas, y porque hera algo odioso a los seglares españoles
tener tanto mando en los naturales, y que parecía un dominio y
señorío que hasta entonces se había sufrido y convenía, pero que
ya no, y también ya hera rrazón, pues tenían conocimiento de la
virtud, que si hasta entonces abía sido nec;:esario rrigor y temor que
ya hera tiempo de dexarlos, y ansí se vería y conoc;:ería si heran
hermanos, o todavía niños de la fee.
Entre estas pláticas se dixeron algunos defectos naturales y una

75
Así en el ms.; pero deben faltar algunas palabras para completar el sentido.
252 1 Apéndice

manera de floxedad que tienen y no mucho cuydado y no tanta ver-


dad, lo cual todo no nos había poner tibieza que son poca cosa que
la infidelidad trae consigo anexas, y viniendo a la fee, y poco a po-
co fortaleciéndose en ella también con el temor de no offender a
Dios, se quitarán estos deffectos. Pues el varón de Dios oyda esta
plática y encomendándolo a Dios, otro día habló a todos esfon;:án-
donos a la conversión como buen pastor, y nadie desmayase ni aflo-
xase ni desconfiase desto. Y para más nos animar dixo lo que aque-
lla noche avía visto en visión o en sueños. Dize él que yendo por un
camino llegó a un rrío, y juntamente con él llegó una muger que
llevava dos niños en los brac;:os, y convenía que pasase aquel rrío, el
qual yba muy rezio, y obieron temor de pasarlo así él como la mu-
ger, y mayormente el varón de Dios se compadezía mucho de la muger
y de sus hijos, y pareciéndole que no hera posible poder pasar la
muger con sus dos hijos, dexola como desconfiado, y aunque con
temor esforc;:ose y alcanc;:ó las faldas, y con harto travajo pasó de la
otra pare del rrío, y viéndose ya libre, miró y vido cabe si también
la muger y sus dos hijos que agían pasado el rrío, de que se maravi-
lló, y luego le dixo su espíritu que aquel rrío hera la nueva España,
donde el varón de Dios pasava y pasaría muchos trabajos por esta
nueva yglesia, que hera aquella muger, y aunque él descon-
fiava que la yglesia nueva se fundase [con] firmeza entre estos natu-
rales, yría adelante y pasaría el rrío con travajo y llegaría al puerto
con hijas de unión que heran aquellos dos hijos que consigo llevava.
Y aunque el varón de Dios ya entonces tenía el pensamiento de
yr a otras gentes, quasi en aquesta visión le dio a entender Dios que
aquí abía de permanec;:er, y que desconfiase yr a trabajar a otra
parte, pues para estas gentes le llamó Dios, y aunque procuró des-
pués y travajó yr en busca de otras tierras, la voluntad de Dios fue
que no uviese efecto su viaje, y vino a acabar sus días entre esta
gente. Ya que sea verdad que ay otras gentes de más capacidad qut>
se an de convertir, como el varón de Dios dezía que ese mismo Dios
tenía escogidos los que han de yr a hazer fructo y convertillas, y no
pienso es su voluntad que los que aquí envió, mayormente al prin-
cipio, como fundadores de la sancta fee cathólica dexen esta tierra
y gente sino que aquí acaben sus días, y es que rresistir a la voluntad
de Dios procurar dexar esto, aunque parezca que se haze por me-
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenfia 1 253

jor yntento y zelo de las ánimas. Y a dezir esto me mueve lo que por
experiencia sé de los primeros hermanos rreligiossos que an queri-
do dexar esta tierra de los primeros doze. Dos que determinaron
yrse con Narváes ya sabemos el suceso que uvieron, que sin aprove-
char nada, murieron de hambre. 76 El varón de Dios con otros com-
pañeros que fueron hasta Teguantepeque para se enbarcar e yr a
buscar otras gentes, viendo nosotros sus deseos e ynten<;ión que no
hera de offendelle sino cumplir su voluntad, quiso Dios alumbrallos,
y en uno dellos que todavía quiso y le pareció quedarse con otros
dos rreligiossos y se embarcaron, no fue tampoco Dios servido que
fuesen, y los hecharon en tierra después de aver navegado algunos
días. 77 Este mismo rreligioso de los doze, que se dize fray Martín de
la Coruña, procuró y determinó yr en otro viaje con el mismo yn-
tento, y llegados a una isla padecieron mucha hambre, que no abía
que comer, y con gran travajo y ne<;essidad fueron compelidos vol-
verse a esta tierra. 78 Otro hermano de los doze, por zelo de la rreli-
gón, quiso pasar con otros conpañeros a la Española, y llegados al
puerto, ordenó Dios como no uvo efecto, y se volvieron. Uno de los
doze agora se enbarcó para España con intento de yr a otros ynfieles;
el su<;esso no sabemos la voluntad divina, y que o se estará en Espa-
ña, o Dios le volverá a esta tierra, porque sabe muy bien la lengua. 79
El primero provincial 80 que se eligió este año presente en que fue la
custodia elegida en provincia, determinase que pasase a España, y
aunque parece que a ello le compelía la obediencia del Papa yr al

76
Fueron estos fray Juan Juárez y fray Juan de Palos, que acompañaron a Pánfilo
de Narváez a la Florida, en el año de 1527. (AlA, t. XX, pp. 70-72.)
77
Cf Real provisión sobre descubrimientos en el mar del Sur y su respuesta de Cortés a
la notificación que se le hizo de ella, publicada por Joaquín García Icazbalceta, en
Colección de documentos pam la historia de México, t. 11, México, 1866, p. 36.
78
De estos sucesos hemos tratado largamente en un trabajo sobre fray Martín
de la Coruña, AlA, t. XIV, pp. 305-311;]. de Mendieta, Historia, lib IV, cap. X.
79
Fray Luis de Fuensalida, apud J. de Mendieta, loe. cit. Cf la Memoria sobre los
doce primeros apóstoles de Mejico que hemos presentado al 11 Congreso de Historia y
Geografía Hispanoamericanas, celebrado en Sevilla en mayo de 1921. Actas y Me·
morias, Madrid, 1921, pp. 315-330.
8
°Fray García Cisneros, apud J. de Mendieta, Historia, lib IV, cap. x, lib. v, parte 1,
cap. XXIII.
254 1 Apéndice

Concilio, como hera de los primeros doze, y que por ventura no vol-
vería a esta tierra y gentes, quiso Dios llamar y llevar a su gloria, y
esto nuestro Dios lo sabe porque cuyos secreptos juizios son abscon-
didos a nosotros que lo digo no es afirmando más de conjeturándolo,
que por ventura por esto lo haze y permite Dios que no quiere que
nosotros a quien fue dada en suerte aquesta gente, la dexemos, y
queramos buscar la que está aparejada a otros, para quien Dios la
tiene escogida, y espera la ora que para ello Él tiene determinada,
y que el espíritu del señor no es apresurado. Él sabe la causa por-
que tantos mill años a estado abscondida esta tierra sin le cono¡;:er,
y las que aún escondida no es tarde sino muy temprano y ante del
tiempo. Hasta que llegue la ora que Dios quiere y Él busca los me-
dios, poniendo en cora¡;:ón a los que para ello están ya escogidos
por ese mismo Dios, y los que no quiere que sean para ello, aunque
se disponen y aparejan, Él les pone tales estorvos e inconvenientes
que les sierra la puerta y atapa los caminos que no pueden yr ade-
lante ni hallar lo que buscan ni cumplir sus voluntades y deseos,
porque no son según Dios quiere y tiene ordenado.
Bien es verdad que muchas cossas que Dios quiere se hagan, y
por nuestros deméritos o por no hacer las diligen¡;:ias debidas o ne-
cesarias, permite Dios que no se hagan, y para ello que merezcan
los hombres que se cumpla lo que Él quiere y es su voluntad, dispo-
ne los medios con que así merezcan. E ansí como a nuestro propósi-
to es la voluntad de Dios que una gente ynfiel muy capaz para to-
mar la fee cathólica se descubra para que esto venga a noticia de
los fieles Xpianos, quiérelo Dios revelar a algunos siervos suyos
que lo encomienden con mucho espíritu, y dellos venga a noticia
de personas hábiles y tales que convienen para el tal descubrimien-
to, y ansí con las oraciones de aquellos sus siervos y con la yndustria
de los otros se merezca descubrir la tal gente y tierra, y desta mane-
ra por ventura quiso nuestro Señor rrevelar a su siervo fray Martín
de Valencia las gentes que buscava y deseava ver, no para que él las
viese sino para que sus ruegos y de otros siervos de Dios las mere¡;:ie-
sen ver y descubrir aquellos que ese mesmo Dios para ello tiene
escogidos y determinados que las descubran y se conviertan.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen~ia 1 255

Síguense las Revelaciones al propósito 81

Vido en sueños el varón de Dios una vez unos hombres personas


varoniles y delante dellos unas aves aleando como que querían aba-
lan<;arse para bolar, y a<;ercavan con las puntas de las alas a los la-
bios [de] aquestos varones, y así como a manera de aventadores
rrecibían de sus plumas un ayre muy suave, de que heran muy conso-
lados y rrecreados con gozo de sus ánimas. Fuele luego declarado
en espíritu que aquellos hombres heran unas otras gentes gentiles
que se avían de descubrir, personas varoniles de espíritu y capaces
de oración y contemplación, y aquel ayre y viento suave que aque-
llas aves echavan y rresoplavan en sus caras y labios, heran las <;uavi-
dades que de la oración y consolación que de la contemplación rre-
<;ebían.
Vido otra vez durmiendo otra noche unas abejas en un valle o
prado de yerva, y hazía frío que avía nevado, y la yerva del prado
estava como cubierta de nieve, pero hera buena yerva verde, y alea-
ba de aquel valle vio una yglesia, y las otras ovejas yban hazia la
yglesia paciendo aquella yerva buena, y a causa de la nieve pa<;ían
con pena y travajo del mucho frío, pero con todo esto pa<;ían, y, a
vueltas de la yerva, comían y gustavan de aquel yelo y nieve, y ansí
rrumiando y paciendo de esta manera llegaron adonde estava la
yglesia, y se entraron en ella. Fuele luego dicho en espíritu a que
aquel prado y valle hera aquesta tierra de la nueva España, y las
ovejas heran los naturales della que pacían la yerva con el yelo y
nieve, esto es, que oyan la doctrina xpiana compelidos y con mucha
tibieza e yelo de la voluntad, pero que así con este travajo todavía
yvan adelante gustando de la doctrina y aunque mezclada de frial-
dad y tibieza y no tan firme creen<;ia hasta llegar a la yglesia, todo
es a la fee cathólica y ser del gremio de la yglesia, que es de la con-
gregación de los fieles xpianos, porque aquel entrar en la yglesia
denotava que, aunque con travajo y conpelidos en alguna manera,
toman la doctrina y llegan a entrar en la yglesia, esto es, que no se
quedan fuera della, y ansí son xpianos, y es meritorio el travajo de

81
[Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo XI.]
256 1 Apéndice

parte de los que los yndustrian e administran e también no queda


sin mucha ganancia de parte de aquellos mesmos naturales que,
como cuesta arriba y con premia, son compelidos, y de la necesi-
dad hazen virtud. Onde quanto más se travajare en esta obra, tanto
más mérito ay. Y como aqueste varón c;:iervo de Dios siempre se es-
forc;:ó con su vejez sin dejar de travajar, a su exemplo debemos noso-
tros hazer y no c;:essar ni afloxar en aprovechar con todas nuestras
fuerc;:as spirituales y corporales, y no dezir travajen los mancebos,
como se a dicho y emos oydo, esto es a nuestro salvo, como dizen:
Quia oportet ista facere et illa non omittere. 82 Si conviene hazer esto, que
es tavajar por la salvación de las ánimas y de lo que a Dios prome-
timos y professamos, quando aquello bien hiziéremos, entonces se
hará mejor estotro que la conversión.
Una noche vido el varón de Dios en visión o en sueño yr carga-
das unas bestias por un camino e yban muy travajadas y cansadas
que no podían yr adelante ni sustentar las cargas que llevavan so-
bre sí, pero con todo su travajo, fatiga y pena llegaron al cabo de la
jornada do descansaron y rreposaron, y luego vido otras bestias
por semejante cargadas como las otras, pero no yvan fatigadas con
las cargas, sino muy a su placer y sin ningún travajo y ligeramente,
y sin pesadumbre y cansancio llegaron al cabo de la jornada. Luego
le fue declarado y dicho que aquellas bestias que con travajo cami-
navan y soportavan las cargas son los naturales de la nueva España,
y las otras que sin pesadumbre caminavan son otras gentes que se
an de descubrir y convertir de otra masa y capazidad, que sin com-
pulc;:ión y temor se convertirán y llevarán con dulc;:or el yugo y car-
ga del Señor y su santa fee cathólica.
Parece por esto y por las otras visiones antes desta que el amor
de estos es servil y no filial y meritorio. Así es, pero allí dixe que
haciendo de la necesidad virtud, mejor es que nunca se hagan ac-
tos para venir a virtud, y ansí se vayan a los ynfiernos; y ansí como
en los vicios consuetudo est alter natura, 83 ansí y mucho mejor en las
virtudes haziendo unos y otros actos; aunque sean cuesta arriba,
aquellos actos convertidos en costumbre, se haze ya cossa natural

82
[Porque conviene hacer esto y no omitir aquello.)
8
~ [La costumbre es otra naturaleza.)
jhestts, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen{:ia 1 257

que fácilmente y de voluntad muy prompta después se exerc;:iten y


pongan otra obra, immo que no sea ya en su mano dexar de exercitar
la tal virtud, sino muy contra su voluntad; porque ya la tienen ad-
quirida como condición natural por la continua fuerc;:a que de mu-
chos actos se hizo a los principios. Y así vemos ya en algunos de los
naturales mucha devoc;:ión y continuación en las cossas divinas de
virtud y de nuestra santa fe cathólica que a los principios se les ha-
zía muy grave, y aún ya ay algunos que sienten de Dios y se dan a
oración mental.
Parecíale al varón de Dios que se vía estar una vez a la orilla de
un rrío, y de la otra parte del Río vio dos mugeres cada una con un
niño en los brac;:os, y entrambas querían pasar el rrío hazia la parte
donde estava el siervo de Dios. La una destas mugeres hera fea y
su hijo también, y lagañoso; la otra hera hermosa y por semejante
el hijo hera hermoso y muy grac;:iosito, y queriendo pasar el rrío la
fea, no podía, y entró en el agua con temor e yba titubeando para
caer, e las olas la turbavan e ynpedían, pero con todo su travajo y
temor pasó el rrío. La otra muger hermosa, antes que entrase el
niño estava en sus brac;:os mirando el hito al siervo de Dios y con
cara alegre y rriéndose alargando la mano, mostrava que deseava
mucho pasar adonde él estava, y luego que la madre entró con él en
los brac;:os, pasó muy ligeramente y sin temor el rrío, que ningún
detrimento ni impedimento rrecibió de las olas de la corriente. E
fuele declarado en espíritu que aquella muger fea es esta nueva
España y la iglesia della, cuyo hijo e hijos, esto es, los convertidos
son sarnosos y lagañosos en sus principios, y con travajo pasan las
ondas deste mundo, pero en fin llegan al puerto, y aunque la yglesia
no se puede dezir fea, parece que abido rrespeto a los travajos con
que estos naturales son compelidos, según se requiere a los princi-
pios, en alguna manera parece fea, y ansí a este propósito lo dezía
el varón de Dios que estos de agora ni aún sus hijos hasta sus nietos
so serán perfectos Xpianos; y así vemos que de los viejos poca
confianc;:a emos tenido. La otra muger hermosa y grac;:iossa es otra
tierra nueva que se' descubrirá y nueva yglesia que será hermosa y
graciosa, cuyos hijos también serán hermosos, esto es varones bue-
nos Xpianos, y spirituales, y graciossamente y de voluntad sin com-
pulsión se convertirán y serán constantes en la fee y guarda de la
258 1 Apéndice

ley y mandamientos de Dios, y serán graciossos delante de Dios, y


esto es lo que rrepresentava aquel niño hermoso y gracioso que en
sus brac;os tenía.
Quando el siervo de Dios me dezía estas cossas hera después de
maytines, que de su boca oy todas estas visiones o sueños, y era
quando nos confesávamos, o después de la confesión; y diziéndome
aquesta última, díxome: "Paréc;eme que veo aquel niño tan grac;ioc;i-
to como se está rriendo hazia mí". 84
Quando el obispo de México fray Joan de C::umárraga la prime-
ra vez vino de Spaña traya mucho deseo de ver al varón de Dios y
tener en su compañía, y vino se por Tlaxcala, do a la sazón era guar-
dián, y descubriole su corac;ón y deseo, lo cual hera muy ageno de
su condición del varón de Dios, y aunque luego esparció que no
hera cosa que le convenía para su rrecogimiento y contemplación y
su estado, como nunca cosa hazía sin pedirla a Dios, que encamen-
dándoselo mucho en la oración, adormeciose; que así le solían siem-
pre venir las sobredichas visiones, después de encomendarse a Dios
y pedirle su voluntad. Dize que así adormecido se vido en la mar en
una barca sin rremos, y que hazía grandes olas, y que andava la
barca casi para se anegar, de que uvo mucho temor, y viéndose en
agonía, fuele dicho es espíritu que la mar es el siglo, y salir de la
clausura y entrar en él es andar en la barca sin rremos en peligroso
mar, donde fácilmente la barca se anegaría. Esto quienquiera cono-
cerá no ser ylución ni fantasía, y así pienso que las pasadas Dios se
las declarava que conocía verdaderamente el varón de Dios que
hera así. 85

84
Mendieta (Historia, lib. V, parte 1, caps. IX y X) refiere todas estas visiones que
tuvo fray Martín de Valencia, diciendo al fin del capítulo X: "Todo esto es del ben-
dito Fr. Francisco Jiménez, que lo escribió habrá cerca de cincuenta años ... " Dice
Mendieta que "con estas y otras semejantes visiones quiso Nuestro Señor revelar y
manifestar a su siervo fray Martín aquellas gentes de la gran China, de las cuales no
había noticia en aquel tiempo, ni de la navegación y derrota que se había de tomar
para descubrirlas". Fray Martín de Valencia intentó pasar a la China con ellllmo.
Zumárraga y con fray Domingo de Betanzos, O. P. Q. de Mendieta, loe. cit., cap. VIII.}
85
Cf J. de Mendieta, lib. V, cap. VIII. Fray Francisco Jiménez nada nos dice de la
amistad que fray Martín tuvo con el venerable dominico fray Domingo de Betanzos,
que, según escribe Mendieta, "ya que no podía tener consigo vivo al varón santo
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenfia 1 259

E oydo dezir que también dixo que se le abía revelado que él abía
de ver aquellas gentes capac;:es y tierras nuevas, lo qual no me acuerdo
aber del oydo, y dizen que por aquesto dixo al tiempo de su muer-
te, que había sido engañado, y si esto dixo no pienso que fue sino
porque, como él sabía por rrevelación que no había de morir en la ca-
ma, tenía pensamiento y le parecía que, pues no abía de ser en cama
ni en casa, que sería por martirio. Y al mismo rreligioso a quien el
varón de Dios abía dicho más abía de diez años que no abía de
morir en cama, e yo se lo oy dezir al mismo que halló presente al tiem-
po de su muerte que [fue] fray Antonio Ortiz. 86 Dize que dixo que
abía sido engañado, esto es que aquel pensamiento y parecer que él
abía conjecturado, y no pienso que quiso dezir que abía sido engaña-
do en lo que su espíritu sabía como por cosa cierta sino en lo que él,
como hombre, conjecturava de lo que suc;:edería o sería de lo que se
avía subrrevelado, y desta manera es posible que también pensava y
le parecía por algunas conjecturas aca humanamente fantaseadas
que abía de ver aquellas gentes y tierras, y según aquesto, tanbién
se deve entender que dixo que abía sido engañado de sí mismo, y
no del demonio, en cosa que le oviese dado crédito del todo, aun-
que todo es posible, y no me afirmo en nada.

vs7

Como dixe, el varón de Dios encomendava todas sus cosas a Dios, y


no quería seguir su parecer que allende de encomendarlo a Dios,
pedía el parecer de los rreligiosos en las cosas que abía de hazer.

fray Martín, hízolo pintar en el monasterio de Tepetlaoztoc, donde el fray Domin-


go tenía lo más del tiempo su habitación y morada. Y yo vi permanecer allí aquesta
figura, hasta que un vicario de aquella casa, para hacer otro edificio, desbarató la
pieza donde el santo estaba retratado, y así se perdió la figura".
86
Este ilustre misionero llegó a México ocho o nueve meses después ele los
doce Apóstoles (j. ele Menclieta, Historia, lib. III, cap. XXIX). De esta revelación
habla el mismo Mendieta (Historia, lib. V, parte 1, cap. XII) y pone algunos rasgos
de la vida de fray Antonio Ortiz en el capítulo XXXI.
s; [Atanasia López marca aquí el inicio del capítulo XII.]
260 1 Apéndice

En dos cossas sé que por parecer de los hermanos vino contra su


voluntad y querer, y cuesta arriba se le hizo: una fue en el parecer
que se dio ac;:erca de la manera de la converc;:ión quando juntó los
rreligiossos, como arriba dixe que fue en Tlalmanalco, presente el
Obispo de México. La otra fue ac;:eptar la prelazía, quando la se-
gunda vez le eligieron por custodio, que fue en el convento de St.
Miguel de Uexotzingo año de 1530, donde también se halló pre-
sente el Obispo de México. 88 De creer es que en la oración alcanc;:ó
de Dios se dexase al parec;:er y voto de sus hermanos congregados
por el Spíritu Santo, y no les rresistiese, porque en quanto a esto
segundo él me abía dicho, presumiendo que quic;:á le digerían, que,
aunque le ac;:errasen por enmedio del cuerpo, no lo ac;:eptaría, y así
estuvo atónito en aquel capítulo, como fuera de sí.
Luego que fue electo la segunda vez en custodio, no se conten-
tando con los travajos de su officio y los exerc;:icios acostumbrados
de su continua oración y contemplación y otros corporales exerci-
c;:ios, ni queriendo dar descanso a su cuerpo, en su vejez añadió
otros, especialmente cada día tomó por devoción hincar muchas
veces las rodillas en tierra a menudo, de que rrec;:ibía mucha fatiga
y cansanc;:io. Estaría en este exercic;:io un quarto de ora. Por ventura
quiso en aquesto ymitar a los apóstoles St. Tiago el menor y St. Bar-
tolomé, que de entranbos se dize que tenían este exercic;:io; y de St.
Tiago se lee que tenía callos como de camello en las rodillas. Onde
como una vez el siervo de Dios estuviese en este exercicio de noche
en su celda, sintiéndolo otro rreligioso que pasava c;:erca del, pensó
que hera otra cosa, y llegándose a la puerta de la celda del siervo de
Dios, oyolo sc;:essar, 89 y nunca pudo caer que hera lo que dezía, an-
tes pensó que hera algún demonio que le fatigava, y que peleaba
con él, y vino a mí y me lo dixo; e yo bien sabía el secreto, pero no
se lo dexé ni declaré.

88
Cf J. de Mendieta, Historia, lib. IV, cap. XLII.
89
Acezar~jadear.
Motolinía (op. cit., p. 157) empleó también este verbo, cuando
dice: "Añadió también hincarse de rodillas muchas veces en el día, y estar cada vez
un cuarto de hora, en el cual parecía recibir mucho trabajo, porque al cabo
del ejercicio quedaba acezando y muy cansado". Cf J. de Mendieta, Historia, lib. V,
parte I, cap. V.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen(ia 1 261

Ya dixe como fue a Theoantepec que ay de México 120 leguas; y


por donde el varón de Dios fue pienso que ay dozientasY 0 E oydo
dezir que allá ovo otras rrevela~iones, y en aquel camino ganó mu-
cho delante de Dios, que allende el gran travajo corporal fue la mate-
ria de se dar más a Dios, y bien pareció cuando de allá vino, que venía
otro nuevo varón, según lo mostrava por exemplo y vida y gran
humildad. Yo lo sé que le vi hazer cosas de humildad más que de
fraile, y me dijo una vez unas palabras de profunda humildad, que
ni las supiera dezir ni se me acuerdan, alegando: Nisi efficiamini
sicut paruuli91 del Evangelio, y me dixo cosas altas del archángel
glorioso St. Miguel, casi significándome que como a especial devo-
to suyo se le abía aparecido o rrevelado cosas altas, por donde abía
venido en cono~imiento de la humildad. Venido, pues, el siervo de
Dios de aquel ·camino, mereció según su deseo ser absuelto de la
carga y oficios de la rreligión porque luego que vino se cumplió su
trienio que había que hera custodio y por su ...

Lo demás falta, que según parece pasava adelante. Esto lo hasta


aquí escripto estava de una letra antigua y tiene al principio de lec-
tra del P. fray Francisco Gómez:n esto dizen que escribió el P. fray
Francisco Ximénez uno de los doze.

90
En este viaje le acompañaron otros ocho franciscanos. El obispo de Santo
Domingo, con fecha 12 de febrero de 1533, escribió una carta a la emperatriz
desaprobando la empresa de fray Martín de Valencia y de sus compañeros. (AlA, t.
XIV, pp. 107-108.)
91
[Si no os harían como niñitos.]
92
Fray Francisco Gómez fue compañero del venerable misionero fray Alonso
de Escalona en Guatemala, con quien Yino a México después de haber trabajado
unos años en la conversión de los indios guatemaltecos. En el año de 1561 el P.
fray Francisco de Bustamante, comisario general de la Nueva España, volvió a
enviar a Guatemala a los PP. Fr. Alonso de Escalona y fray Francisco Gómez. Éste,
como escribe Mendieta, era "esencial religioso y muy buena lengua de aquella
tierra" U· de Mendieta, Historia, lib. V, parte 1, cap. XLIII). El mismo Mendieta llegó
a conocer aún a fray Francisco Gómez, en edad muy avanzada y desmemoriado. U·
de Mendieta, lib. 1\', cap. xu)
ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

La pobreza franciscana en la Edad Media . . . . . . . . . . . . . . . . 11


l. San Francisco, el pobre de Asís . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
2. Espirituales, reformados, observantes y conventuales. . . 21
3. Corrientes franciscanas medievales en España . . . . . . . . 27

Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano. . . . . . . . . 35


l. La Reforma cisneriana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
2. La Reforma del Santo Evangelio
y la provincia de San Gabriel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
3. Franciscanos y Philosophia Christi . ................... 67

El franciscanismo en Nueva España. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87


l. Procedencia de los franciscanos evangelizadores . . . . . . 91
2. El retorno al ideal evangélico primitivo. . . . . . . . . . . . . 101
1) Imitación de Cristo, sus apóstoles
y sus santos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
11) Búsqueda de un cristianismo más interior
y puro..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
III) Prácticas ascéticas y vida contemplativa . . . . . . . . . 114
IV) Popularización de la Biblia
por medio de traducciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
V) Comparación de la Iglesia indiana
con la primitiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

263
264 1 Índice

3. La pobreza franciscana en Nueva España . . . . . . . . . . . 133


4. Los frailes menores novohispanos y la cultura . . . . . . . 146
5. El afán misional de los franciscanos
en Nueva España. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189

Apéndice ........................................ . 209


Vida de fray Martín de Valencia
escrita por fray Francisco Jiménez .................. . 211
Importancia del manuscrito ..................... . 211
Algunas noticias sobre la Vida de fray Martín de Valencia
escrita por fray Francisco jiménez .................. . 212
La estructura del manuscrito .................... . 214
Fray Francisco Jiménez. Algunos datos biográficos .. . 216
Características de la presente edición ............. . 219
Jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris
Martini de Valencia ............................ . 221
1 ........................................... . 224
Comien<;:a la vida ........................... . 224
11 ........................................... . 231
111 240
IV 247
V ........................................... . 259
La hermana pobreza. El franciscanismo: de la
Edad Media a la evangelización novohispana,
editado por la Coordinación General de Publi-
caciones de la Facultad de Filosofia y Letras
de la UNAM, se terminó de imprimir el mes de
marzo de 1996 en los talleres de Quadrata
Servicios Editoriales, S.A. de C.V., cerrada Re-
volución 25, colonia San Pedro de los Pinos,
México, D.F. La tipografia estuvo a cargo de
Sigma Servicios Editoriales, S.C. El tiraje cons-
ta de mil ejemplares.

Coordinación de la digitalización y edición de Filiberto


García Solís y escaneo de Joaquín Hernández Samayoa.
Octubre de 2013

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