Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Hermana Pobreza. El Franciscanismo de PDF
La Hermana Pobreza. El Franciscanismo de PDF
COLECCIÓN SEMINARIOS
ANTONIO RUBIAL GARCÍA
LA HERMANA POBREZA
El franciscanismo: de la Edad Media
a la evangelización novohispana
Estudio introductorio:
Pedro Ángeles Jiménez
Primeraedición: 1996
DR© Facultad de Filosofia y Letras, UNAM
Ciudad Universitaria, 0451 O, México, D.F.
Impreso y hecho en México
ISBN 968-364909-2
INTRODUCCIÓN
En una sociedad como la nuestra, donde la riqueza y la opulencia
son exaltadas como símbolos del éxito, parece extraño que se pu-
blique un libro donde se habla de la pobreza como un ideal de
vida. Sin embargo, esta actitud de desapego hacia los bienes terre-
nales sigue siendo en nuestros días, como en el pasado, una posi-
ción de crítica hacia las estructuras que propician la explotación, la
injusticia y la miseria. Tal actitud sigue siendo también la de la bús-
queda de una humanidad que, una vez solucionados los problemas
materiales que la aquejan, trascienda hacia la búsqueda de valores
espirituales.
En el siglo XIII, la oposición entre la realidad socioeconómica y los
principios predicados por el cristianismo produjeron un fenómeno
cultural que tuvo como centro a Francisco de Asís y como objetivo
la exaltación de la pobreza evangélica como un medio de salvación,
alrededor del cual se desarrollaron afanes culturales y misionales.
A este movimiento lo llamaremos franciscanismo.
Durante la Baja Edad Media, la crisis que vivió Europa propició
que el ideal surgido en Asís sufriera una serie de transformacio-
nes que lo desvirtuaron. Sin embargo, el movimiento humanista y
la renovación que llegó con él durante el siglo XV, movieron a algu-
nos franciscanos a buscar la reimplantación de la vida propuesta
por el fundador. El impulso que se dio a estos movimientos de re-
forma dio como fruto una orden religiosa renovada, capaz de ha-
cer frente a la labor misional americana que se abrió en el siglo XVI
para España y para la cristiandad.
Este fenómeno que se ha denominado evangelización, tuvo una
magnitud extraordinaria en el espacio y en el tiempo y es básica
para entender muchas de las situaciones actuales de América Lati-
7
8 1 Introducción
1
Michel Mollat, Pobres, humildes y miserables... , pp. 97 y ss.
13
14 1 La pobreza franciscana en la Edad Media
los pasajes evangélicos en los que se inspiró san Francisco: "si quie-
res ser perfecto ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres y te gran·
jearás un tesoro en el cielo" (Mat., 19, 21); "sí alguien quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mat., 16,
24); "nada llevéis para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan ni di·
nero, ni tengáis dos túnicas" (Marc., 6, 8). La regla original no daba
por tanto ningún tipo de organización especial y es de suponerse
que no permitía siquiera la posesión de casas para habitar, pues a
imitación de Jesús y sus apóstoles, los franciscanos debían ir de
pueblo en pueblo predicando sin estar sujetos a posesión alguna.
4
M. Mollat, op. cit., p. 114.
San Francisco, el pobre de As!S 1 17
5 T. de Celano, op. cit., 1, cap. XII y XIII; Leyenda de los tres ... , cap. X, 36, en F. de
Asís, op. cit., pp. 270 y ss. y 725 y ss.
6 En 1211 Francisco fundó la Porciúncula, primer eremitorio de la orden que
9
Primem Regla, cap. I, en F. de Asís, op. cit., p. 3.
10
José Almoina, Rumbos heterodoxos de México , p. 101.
11
Las citas de los capítulos que aparecen entre paréntesis en los tres párrafos si·
guientes han sido tomadas de Primera Regla, en F. de Asís, op. cit., pp. 3 y ss.
San Francisco, el pobre de Asís 1 19
12
Agostino Gemelli, JI Jrancescanesimo, pp. 82 y ss.
13
Testamento de san Francisco, en F. de Asís, op. cit., p. 29.
14
La carta está en ibid., p. 55.
1
; Constantino Koser, El pensamiento fmnciscano, p. 17.
20 1 La pobreza franciscana en la Edad Media
16
Fidel de Lejarza et al., "Introducción a los orígenes de la observancia en Espa·
ña, las reformas en los siglos XIV y xv", en AlA, año XVII, vol. XVII, p. 27.
17
Además de estas reglas existen otra dos. Una, exclusiva para la Porciúncu·
la, se encuentra en Espejo de perfecci6n, cap. 4, LV, en F. de Asís, op. cit., pp. 637 y
ss. Ésta es muy rígida y prohíbe las conversaciones superfluas, exige la absoluta
clausura y veda la visita de seglares y frailes, excepto el ministro general, al eremi-
torio. Es importante señalarla, pues en ella se inspiraron algunos de los reforma-
dores posteriores de la orden. La otra se encuentra en un pequeño opúsculo lla-
mado De la habitación religiosa en los eremitorios, en ibid., pp. 27 y ss., que trata en
sustancia de lo mismo que la anterior.
Espirituales, reformados, observantes y conventuales 1 21
general (cap. IX) y los que fueran enviados entre infieles debían ser
idóneos para ese trabajo (cap. XIII). 18
Hasta este momento el ideal de la pobreza evangélica permane-
cía intacto; la novedad en la introducción del interés por los estu-
dios dentro de la orden no lo afectaba. El relajamiento introducido
por fray Elías había sido eliminado con su destitución, y después
de la muerte de Francisco, ministros como san Buenaventura, des-
tacados por su ciencia, estaban firmemente convencidos de que un
apostolado menos restringido y una educación científica no eran
incompatibles con el ideal franciscano. 19 Así, en un lapso de veinte
años (1215-1235), la orden de frailes menores se transformó de
Jaica en clerical, exenta de la jurisdicción de los obispos, dedicada
al ministerio de las almas y, junto con los dominicos, en rectora de
las universidades. Producto de tal situación fueron las figuras no-
tables de Alejandro de Hales, Roger Bacon, Juan Duns Scot y
Guillermo de Occam. La nueva tendencia implantada por san Bue-
naventura convertía a la orden franciscana en un apoyo fundamen-
tal para la labor reevangelizadora que la Iglesia llevaba a cabo entre
los laicos con el fin de tener un mayor control sobre ellos y para
fOrtalecer el poder del papa sobre la Iglesia.
El Papado encontró en las órdenes mendicantes sus mejores alia-
das para reducir la independencia de las iglesias locales, para lo
cual les concedió poderes y exenciones omnímodos y los liberó de
la autoridad de los obispos. Esta situación traería profundas conse-
cuencias en el futuro.
11
Cf las citas entre paréntesis de la Regla Segunda, en F. de Asís, op. cit., pp.
5() y SS.
19
A. Gemelli, op. cit., pp. 53 y ss.
22 1 La pobreza franciscana en la Edad Media
20
!bid., PP· 82 y SS.
Espirituales, reformados, observantes y conventuales 1 23
21
La bula Quo elongati del 28 de septiembre de 1230, dada por Gregorio IX,
contenía la no obligatoriedad del testamento de san Francisco, en F. de Lejarza, op.
cit., p. 33.
24 1 La pobreza franciscana en la Edad Media
22 Norman Cohn, En pos del milenio ... , pp. 115 y ss.; John L. Phelan, El reino
27
Víctor Añíbarro, "El P. Ximénez de Samaniego y los orígenes de la observan-
cia en España", en AlA, año VIII, vol. VIII, p. 442.
28
Cuatro fueron los grandes impulsores franciscanos de la observancia en
los inicios de ésta al principiar el siglo XV: san Bernardino de Siena, san Juan de
Capistrano, Alberto de Sarteano y Giacomo de la Marca. (A. Gemelli, op. cit., pp.
130 y ss.)
29
F. de Lejarza, op. cit. , pp. 18 y ss.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 27
lO Flaminio Annibali da Latera, Compendio della storia degli ordini regolari esistenti,
vol. n, Y· 74.
11
Mathías Alonso, Crónica seráfica de la santa pmvincia de la Purísima Concep-
ción, pp. 99 }' SS.
12
T. de Celano, op. cit., 1, cap. XX, en F. de Asís, op. cit., pp. 285 y ss.
28 1 La pobreza franciscana en la Edad Media
33
Alonso dice que antes que san Francisco, había llegado a España fray Cil,
uno de sus discípulos, y había fundado un convento en Valladolid en 1210. (M.
Alonso, op. cit., pp. 2 y ss.)
34
Estas provincias se dividieron en custodias durante el generalato de San
Buenaventura. Sobre la historia de los franciscanos españoles en el siglo XIII, se
pueden ver: M. Alonso, op. cit.; Crónica de la provincia Santa de Santiago (1214-
1614).
35
Vida segunda de san Francisco, 11, cap. cxxxv, en F. de Asís, op. cit., pp. 437 y ss.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 29
39
F. de Lejarza, op. cit., pp. 62 y ss.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 31
40
/bid., PP· 583 y SS.
32 1 La pobreza franciscana en la Edad Media
41
Durante el Cisma, los franciscanos de Aragón, Castilla y las provincias dP.
Francia siguieron el partido de los antipapas de Avignon; por esta razón los obser·
vantes se dirigen a Benedicto XIII que aún no era desconocido por el Concilio de
Costanza. (F. de Lejarza, op. cit., p. 172; M. Alonso, op. cit. pp. 173 y 204.)
42
M. Alonso, op. cit., p. 208. Es curioso que los reformadores franciscanos
posteriores siguieran el mismo ejemplo, pues tanto los del Santo Evangelio como
Pedro de Alcántara, fundador de los franciscanos descalzos, y Mateo de Bassi,
padre de los capuchinos, se sometieron en un principio a los conventuales.
Corrientes franciscanas medievales en España 1 33
45 De esta provincia salieron, entre otros, fray Andrés de Olmos y fray Juan de
34 1 La pobreza franciscana en la Edad Media
37
38 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano
l. La Reforma cisneriana
1
Fernando de los Ríos, Religión y Estado en la España del siglo XI'!, p. 42.
La Reforma cisneriana 1 39
2
Pfandl, apud José Luis Comellas, Historia de España moderna y contemporánea
(1474-1965), PP· 38 y SS.
1
Ramón Menéndez Pida!, Historia de España, vol. XVII, la. parte, pp. 38 y ss.
4
Américo Castro, Los españoles, cómo llegaron a serlo, p. 100.
40 1 Renacimiento, Prerrejorma y espíritu franciscano
7
Carlos Navarro y Rodrigo, El cardenal Cisneros, estudio biográfico, pp. 22 y ss.
1 Maree! Bataillon, Erasmo y España ... , p. 3.
42 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano
9
Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos espmioles, vol. II,
p. 435.
10
A veces también creaba estudios con los bienes recogidos, como en Sevilla,
que en 1502 se convirtió en universidad. (R. Menéndez Pida!, op. cit., vol. li.'VII, 2a.
parte, pp. 275 y ss.)
La Reforma cisneriana 1 43
::-.nQ.ui!Dtanilla, lib. 11, cap. XI, apud Vicente de la Fuente, Historia eclesiástica de
, vol. m, pp. 30 y ss.
los intentos para llevar a cabo este plan se encuentra el que realizó fray
de Ontañón, ministro provincial conventual de Castilla, con la anuencia
babel. Ontañón comisionó en 1495 a algunos observantes para que reforma-
conventos. Cisneros no es mencionado en el documento, pero como
provincial de Castilla y confesor de la reina seguramente intervino. Quan
Fernández, "La bula ...", en AlA, año XVII, vol. XVIII, pp. 272 y ss.)
44 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano
13
!bid., p. 263.
14
Jaime Vicens-Vives, Historia ... , vol. 11. p. 452; J. H. Elliot, Imperial Spain 1469·
1716, p. 93.
15
Opus Epistolarum, ep. 143, apud M. Bataillon, op. cit., pp. 5 y ss.
La Reforma cisneriana 1 45
11
Carta de Delfini al cardenal Carvajal del 24 de septiembre de 1503, en J.
Fernández, op. cit., apéndice 3, pp. 329 y ss.
19
Breve Eximiae devotionis, 2 de noviembre de 1503, en ibid., p. 281.
48 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano
20 Los ciaren os eran una rama de los espirituales fundada por Ángela Clari'IIO
(muerto en 1337). Los amadeos fueron creados por el portugués Amadeo Joao da
Silva ( 1420-1484 ). Los coletanos, así llamados por seguir la reforma de santa Cole-
ta, se encontraban en Francia. Los martinianos surgieron a raíz de unas constitu-
ciones hechas por Martín V. La rama del Santo Evangelio, por su importancia para
la Nueva España, la veremos en un capítulo aparte. (Cf Enciclopedia Católica y
Enciclopedia de la Religión Católica.)
21
J. Meseguer Fernández, op. cit., pp. 286 y ss.
La Reforma cisneriana 1 49
22
Eugenio IV en 1446 fundó dos vicarías generales para el gobierno de los
servantes agrupándolos en dos familias: la cismontana para indicar Italia y las p
vincias de Europa oriental y la ultramontana que abarcaba Francia, las islas bri
nicas, la península ibérica y el norte de Europa. Q. Meseguei- Fernández, op. cil,
p. 259, n. 4.)
23
!bid., pp. 300 y SS.
La Reforma cisneriana 1 51
26 R. Menéndez Pida!, op. cit., vol. XVII, 2a. parte, pp. 276 y ss.
27
M. Bataillon, op. cit., p. 14.
28
M. Alonso, op. cit., p. 286; Eugenio de Robles, Compendio de la vida y
del cardenal don fmy Francisco de Cisneros..., pp. 131 y ss.
29
M. Bataillon, op. cit., pp. 16 y ss.
La Reforma cisneriana 1 53
•/bid., p. 22.
31 R. Menéndez y Pelayo, op. cit., vol. n, pp. 447 y ss.
54 1 Renacimiento, Prerrefonna y espíritu franciscano
32
Cf José Col!, Colón y La Rábida, con un estudio acerca de los franciscanos en
Nuevo Mundo; José del Valle Moré, Cisneros y las leyes de Indias; Manuel
Fernández, Bartolorné de las Casas (volumen primero, Delegado de Cisneros
reformación de las Indias, 1516-1517).
33
Quintanilla, lib. m, cap. IX, apud V. de la Fuente, op. cit., vol. III, p. 36, n. 2.
La Reforma cisneriana 1 55
Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, lib. III, cap. LXXXV; vol. III, p. 112.
• M. Giménez Fernández, op. cit., vol. !, pp. 141 y ss.
56 1 Renacimiento, Prerreforma y espíritu franciscano
36
B. de las Casas, op. cit., lib. m, caps. LXXXVIII y LXXXIX, vol. III, pp. 121 y ss.
37
M. Giménez Fernández, op. cit. , vol. 1, pp. 177 y ss.
La Reforma cisneriana 1 57
41
Antonio S. Tibesar, "The franciscan province of the Holy Cross of
(1505-1589)", en The Americas, vol. XIII, núm. 4, pp. 377 y ss.
La Reforma cisneriana 1 59
45
José Gabriel Navarro, Los franciscanos de la Conquista y colonización de Amérit4,
pp. 41 y ss.; L. Gómez Canedo, Evangelización y Conquista ... , pp. 13 y ss.
La Reforma del Santo Evangelio y la provincia de San Gabriel 1 61
47
Cf Juan Bautista Moles, Memorial de la provincia de San Gabriel de la orden
los frailes menores de la observancia.
48
F. Annibali da Latera, op. cit., vol. n, pp. 87 y ss.
9 J. B: Moles, op. cit. , fj. 12 r.
4
:,o ldem.
51
Bula Sacrosantae Militantis Eclesiae, 15 de noviembre de 1496.
52
J. B. Moles, op. cit., fj . 12 r.
La Reforma del Santo Evangelio y la provincia de San Gabriel 1 63
55
!bid., fj. 23 r.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 67
57
Johan Huizinga, Emsmo, pp. 148 y ss.
58 León E. Halkin, Emsmo, p. 145.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 69
60
Erasmo de Rotterdam, El Enquiridión o Manual del caballero cristiano, p.
61
/bid., pp. 409 y SS.
62
E. de Rotterdam, Elogio de la Locura, p. 125.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 71
[...] porque, en la verdad, entre ellos [los frailes] aun hay algunos
hombres muy cuerdos y enteramente cristianos, los cuales mu-
chas veces conmigo se han quejado e, llorando cuasi, dicho que
la superstición y la mala intención de algunos pocos hace que to-
da la religión desagrade a los buenos y venga en murmuración y
reprehensión entre ello. 64
68
/bid., pp. 53 y SS.
69
!bid., PP· 44 y SS.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 75
73
fbid., pp. 226 y SS.
74
Jbid., pp. 318 y SS.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 79
76
/bid., p. 223.
77
/bid., p. 335.
78
"Del menosprecio del mundo", cap. 11, en E. de Rotterdam, Obras
pp. 565 y SS.
79
E. de Rotterdam, El Enquiridión ... , p. 335.
80
!bid., p. 390.
81
/bid., p. 391.
82
/bid., PP· 306 y SS.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 81
amas las letras, es muy bien si por Cristo las amas. Pero si
aficionado a las letras solamente por saber, esto no es sino
quien ha de subir por el escala y se asienta en el primer
della [... J mas si tú deseas las letras para mejor poder hallar,
y conocer a Jesucristo, que está como escondido y en-
en la Sagrada Escritura, donde sus misterios se han de
!!lnlll1riln:~r y para que, después de hallado más le ames, y amado
conociclo mejor le sigas y comuniques y goces de Él; con esta
.,.,,r.tm date enhorabuena al estudio de las letras. Mas no de-
aprovecharte dellas para otros respetos que sean fuera de
..,..n7 ·>r por ellas una recta y santa conciencia. 83
85
!bid., p. 220.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 83
90
/bid., pp. 817 y SS.
91
!bid., p. 819.
92
!bid., p. 818.
Franciscanos y Philosophia Christi 1 85
89
90 1 El Jranciscanismo en Nueva España
1
Patricia Nettel Díaz, La utopía franciscana ... , pp. 33 y ss.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 91
3
F. de los Ríos, op. cit., pp. 42 y ss.
4
Memoria mandada hacer por el rey para remediar las cosas de Indias,
CDJAO, vol. XII, pp. 124 y SS.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 93
9
Cédula de la reina a los oficiales de la casa de contratación, en CDIAU, vol.
PP· 301 y SS.
10
Jerónimo de Men dieta, Historia eclesiástica indiana, lib. 1, cap. III, vol. 1, p.
11
Cuarta carta, 15 de octubre de 1524, en Hernán Cortés, Cartas de relación,
203.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 95
12
J. de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. V, vol. u, pp. 27 y ss.
1
~
Además de influir en la creación de San Gabriel, Quiñones, una vez
general, favoreció la formación de casas recoletas en todas las provincias
orden e hizo nuevos estatutos para ellas. (J. B. Moles, op. cit., fj. 26 v.)
14
Sobre este fraile es fundamental la obra de Francisco Jiménez, Vida
Martín de Valencia ... , que reproducimos en el apéndice. En este texto se
Toribio de Benavente, en su Historia de los indios de Úl Nueva Espmia ... , tra .. DI,
II, pp. 120 y ss., y Jerónimo de Mendieta, en su Historia eclesiástica indiana.
15
J. B. Moles se basó para escribir su obra en la Crónica Latina de
en la Rewción de Úl descripción de Úl provincia franciscana del Santo Evangelio
1585, de Pedro de Oroz yJerónimo de Mendieta; este último, en su ·
V, cap. XX, vol. IV, p. 63, menciona que seguramente Moles se basó en su
para escribir su obra, lo que explica el porqué da lujo de detalles sobre los
res de San Gabriel que pasaron a Nueva España.
Procedencia de los franciscanos evangelizadores 1 97
vol. X, p. 52.
Chávez Ezequiel, op. cit., pp. 49 y ss.
100 1 El franciscanismo en Nueva España
19
Agustín de Vetancurt, Teatro mexicano ... , vol. IV, pp. 176 y 197.
20
J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. V, vol. III, p. 26.
21
George Kubler, Arquitectura mexicana del siglo XVI, p. 104; Fidel de
"Fray Jacobo de Tastera ... ", en Estudios de historia novohispana, vol. III, p. 32,
que ese número de religiosos es cuestionable y de ellos sólo sesenta se
en México.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 1O1
2
~ J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XLII, vol. m, p. 205. Aunque este
regresó a España poco después, terminó su vida en México, donde fue
en Michoacán.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 103
29
T. de Benavente, Historia ... , trat. 11, cap. III, p. 130.
30
Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México, vol. 1, pp. 500 y ss.
31
Quizá el único caso de erasmismo en México fue el que reseña José
en su trabajo El erasmista mexicano fray Alonso Cabello, pero rebasa los
este estudio pues pertenece a la segunda mitad del siglo XVI.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 107
de Mendieta, op. cit., lib. v, cap. VII, vol. IV, pp. 28 y ss.
Zumárraga, op. cit., p. 364.
de Vetancurt, op. cit., vol. IV, p. 134.
Garóa Icazbalceta, Don fray Juan ... , vol. 11, pp. 31 y ss. y 67.
de Zumárraga, op. cit., pp. 135 y ss.
ll O 1 El franciscanismo en Nueva España
46
Robert Ricard, La conquista espiritual de México ..., pp. 348 y ss.
47
Cf Edmundo O'Gorman, Destierro de sombras ...
48
El proceso de fray Maturino se encuentra en Francisco Fernández del
llo, Libros}' libreros en el siglo XVI..., pp. 32 y 35. Ricard, dice que esta nro.nosicial
encontró en el Catecismo tarasco de Gilberti. (R. Ricard, op. cit., p. 217.)
49
Julio Jiménez Rueda, Herejías y supersticiones en la Nueva España ... , p. 49.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 111
53
Cimeros y Zumárraga son en muchos aspectos dos personalidades
los dos eran franciscanos y ocuparon puestos importantes dentro de la
eclesiástica; ambos querían la renovación de la Iglesia y tenían un afán
tipo humanístico (fundación de instituciones de enseñanza, fomento de
caciones de libros, etcétera); tanto el cardenal como el obispo
gran labor social y misional; en una palabra ambos respondían al mismo
fraile español del siglo XVI, observante del ideal de san Francisco.
54
J. García Icazbalceta, Códice franciscano, en NCDHM, vol. II, pp. 161 yss.
55
M. Bataillon, "Zumárraga, reformador del clero secular (una carta
del primer obispo de México)", en Historia Mexicana, vol. III, núm. 1, pp.l
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 113
58
T. de Benavente, Memoriales ... , p. 343.
59
P. de Oroz, op. cit., p. 64.
El retorno al ;deal evangélico primitivo 1 115
62
J. de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. XLII, vol. IV, pp. 116 y ss.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 117
Era muy afable con todos y andaba siempre lleno de alegría espiri-
tual. Parecía en su persona hombre que su conversación y trato
en el cielo, porque andaba siempre elevado y transportado
en Dios, y todos veían en él la observancia de la regla, la pronti-
tud en obedecer, la pobreza singular, la profunda humildad, fer-
viente celo de la salud espiritual de los prójimos, devoción en rezar
el oficio divino y celebrar las misas y muy alta contemplación.64
de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. XLIII, vol. IV, p . 120; Antonio Rubial, "La
un ideal eremítico medieval en Nueva España", en Estudios de Historia
vol. 6, pp. 39-46.
P. de Oroz, op. cit., p. 94.
118 1 El Jranciscanismo en Nueva España
65
Los ejemplos de doctrinas cristianas en lenguas indígenas son
en cambio la traducción de textos bíblicos completos es poco mencionada
fuentes; entre otros está el caso de fray Juan de Romanones que vertió en
trozos de la Sagrada Escritura. Q. de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. LI, vol. IV,
150 y ss.) Sin embargo, esta actitud fue seguramente más común de lo
supone.
66
J. García Icazbalceta, Don frayjuan ... , vol. II, p. 25.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 119
70
Memorial para su Santidad en favor de los naturales que se envió al
fray Diego de Valadés (s.f.), en]. García Icazbalceta, NCDHM, vol. IV, p. 256.
71
T. de Benavente, Historia ... , trat. 1, cap. XIV, p. 59.
72
!bid., trat. u, cap. III, p. 85.
73
T. de Benavente, Memoriales..., pp. 128 y ss.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 121
78
Bernardino de Sahagún, Coloquios y doctrina cristiana ... , p. 72, fol. 26
79
Motolinía (Historia ... , trat. III, cap. XIV, pp. 17 4 y ss.) narra este caso
labios de los niños las siguientes palabras: "¿No mataron a san Pedro
le y degollaron a san Pablo y san Bartolomé no fue desollado por Dios? ¿Pues
qué no moriremos nosotros por Él, si Él fuere de ello servido?" (p. 180).
80
Phelan señala que fue también causa de que los frailes no dieran
importancia a los milagros, el hecho de que querían evitar que los indígenas
ran de nuevo en idolatría. (J. L. Phelan, op. cit., p. 78.)
81
J. de Zumárraga, op. cit., pp. 58 y ss.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 123
84
Prólogo a la Doctrina cristiana más cierta y verdadera para gentes sin
letras en que se contiene el catecismo e información para indios, en J. García
Don fray Juan ... , vol. II, pp. 48 y ss.
85
B. de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, vol. 1, p.
86 Diego Valadés, Rethorica cristiana, parte IV, cap. XXIII, fol. 223, p. 505.
87 A. de Vetancurt, op. cit., vol. IV, p. 302.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 125
92
Carta de Zumárraga al emperador, Valladolid 1538, en Genaro
mentas inéditos o muy raros para la historia de México, vol. XV, p. 42.
9
~ Miguel León Portilla (Los franciscanos..., pp. 32 y ss.) da el ejemplo
sacerdote de Tezcatlipoca en Tlaxcala que fue mandado azotar en 1526 por
Luis de Fuensalida; Roberto Moreno de los Arcos, en su artículo "La
para indios ... " (Chicomóztoc, vol. n, p. 13), señala, basado en una lámina de la
ria ... de Diego Muñoz Camargo, que fray Martín de Valencia intervino en el
ciamiento de varios caciques de Tlaxcala.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 127
95
E. C. Frost, "¿Milenarismo mitigado o imaginado?", Actas del
Historia Mexicanista; "A new millenarian: Georges Baudot", en The Americtu,
36, núm. 4, pp. 515-526.
96
Según Phelan, la mención de la hora undécima, tomada de Mateo, 20,
rivó posiblemente de Nicolás de Lyra que comparaba las horas del día
desarrollo de la humanidad, y que señalaba que la mencionada conrespondfl
tiempo entre la venida de Cristo y el fin del mundo y durante ella los
serían llamados a la fe. (J. L. Phelan, op. cit., p. 42, n. 31.)
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 129
101
Luis Weckmann, "Las esperanzas milenaristas de los franciscanos ...
Historia Mexicana, vol. XXXII, núm. 1, p. 98.
102
D. West, op. cit., p. 310.
103
T. de Benavente, Memoriales ... , p. 220.
104
J. L. Phelan, op. cit., p. 46.
El retorno al ideal evangélico primitivo 1 131
cuyos hijos parecen tener mal de ojos, por la poca luz que de su
talento alcanzan, los cuales pasan por la corriente de los
misterios del cielo turbados y como enajenados sin saber dar
de sí; la otra mujer hermosa y graciosa, se le declaró, era
tierra nueva y nueva Iglesia que se descubriría, con que Cristo
de los años de servicios tan largos, ha de casar y tomar
heredad preciada y última profesión, como los fines de la
y del siglo, cuyos hijos también serán hermosos ... 108
de Sahagún, Historia ..., apéndice al lib. XI, inc. 7, vol. m, pp. 355 y ss.
109
Motolinía (Historia ... , trat. III, cap. V, p. 137) no menciona China
habla de este viaje; Moles (op. cit., fj. 55v.) señala que su intención era
Lejano Oriente, aun antes de que se supiese de la existencia de gentes como
que Valencia pensaba que vivían ahí.
11
°CDIAO, v. XXXIII, pp. 531 y SS.
La pobreza franciscana en Nueva España 1133
J. de Mendieta, op. cit., lib. lll, cap. XXX, vol. II, pp. 96 y ss.
134 1 El franciscanismo en Nueva España
112
Ordenanzas que hicieron los primeros frailes de Nueva España, las
fueron aprobadas en 1541 por fray Vicente de Lunel, ministro general, y
Paulo III (apud ibid., lib. m, cap. XXX, vol. II, p. 102). Estas leyes se basaron
mente en los Estatutos generales de Barcelona de 1451 que prescribían que "en
las cosas que pertenecen al hábito de los frailes ... resplandezca siempre en
tros vestidos aspereza, vileza y pobreza" (fj. 27 r.) y que en los ornamentos
reciban cosas preciosas (fj. 24 r.).
113
Las ordenanzas citadas en la nota anterior reafirmaban lo dicho por
Estatutos generales de Barcelona (fj. 28 r.) sobre la obligatoriedad de la
aunque consideraban que con un permiso especial, casi siempre para con los
cianos, se podían usar sandalias.
La pobreza franciscana en Nueva España 1135
de Mendieta, op. cit., lib. V, cap. XXXVI, vol. IV, pp. 101 y ss.
Testimonio de fray Diego de Alomonte sobre los doce primeros, apud M.
Historia ... , vol. I, p. 193.
118
T. de Benavente, Memoriales ... , p. 248.
119
J. ele Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XXX, vol. 11, p. 102.
120
G. Kubler, op. cit., pp. 335 y 557 y ss.
121
P. ele Oroz, op. cit., p. 61.
122
J. L. Phelan, op. cit., pp. 76 y ss.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 13 7
127
J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. m, vol. II, p. 24.
128
M. Alonso, op. cit., pp. 322 y ss.
129
Carta de la Segunda Audiencia al rey, apud M. Cuevas, Historia ... , vol.
p. 299.
13
°Carta de Zumárraga al emperador, Valladolid 1533, en M. Cuevas,
tos ... , pp. 17 y ss.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 139
..,..w•·•"u•v pone: "...y de este jaez les\ dije: [a los indios] las
me pareció convenían y que yo no les había de tomar ni
habían de dar oro, ni plata, ni ropa, ni de comer, ni cosa
e que yo no lo tomaría ni osaría tomarlo aunque ellos me lo
131
" Pero fray Juan no sólo se conformó con practicar la po-
un verdadero franciscano, la recomendaba a todos como
necesaria, pues en su Regla de 154 7 y con un sabor muy
dice:
Vosotros sois los que oléis mal y me causáis con vuestro mal olor
asco y disgusto, pues buscáis tanto la vana curiosidad y vivís
delicadeces como si no fuésedes cristianos; que estos pobres iJlol
dios me huelen a mi al cielo, y me consuelan y dan salud; pues
me enseñan la aspereza de vida y la penitencia que tengo
hacer si me he de salvar. 136
134
La adopción de fray Toribio del apelativo Motolinía, vocablo náhuatl
la idea de pobreza, es narrado por J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XII,
p. 52.
135
T. de Benavente, Historia ... , trat. I, cap. XIV, p. 58.
136 J. de Mendieta, op. cit., lib. v, cap. XXVII, vol. IV, p. 80.
137
Carta colectiva de los franciscanos de México al Consejo de Indias,
20 de noviembre de 1555, en T. de Benavente, Memoriales ... , apéndice
471 y SS.
La pobreza fran ciscana en Nueva España 1 141
de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XVII, vol. JII, p. 75.
a S. M., 27 de agosto de 1529, en CDIAC, vol. XJII, p. 156.
de Motolinía al emperador, 2 de enero de 1555, en T. de Benavente,
, apéndice 1, p. 409.
de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. m, vol. 11, p. 24.
IZmn:ír•·~.,., poseía el pueblo de Ocuituco y sus rentas sirvieron para muchas
como los demás cristianos ... para que estos naturales tengan propios y
pastores y en esta nueva Iglesia haya culto divino y orden hierárquico".
dirigida del concilio celebrado en México en 1555, en CDIAO, vol. III, p. 522.
144
M. Cuevas, Documentos ... , pp. 135 y ss. La misma idea expresa
una carta al emperador, 15 de mayo de 1550, en T. de Benavente,
apéndice XXV, p. 456.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 143
''"'lu"L·"~
que tienen en la vida y dejan en la muerte, no consenti-
Vuestra Alteza que diesen tanto tributo, cuanto más que so-
él les carguen el diezmo. 14 j
[... ] después desto, siempre les hemos dado a entender que las
cosas espirituales y de nuestra fe se las damos de gracia y sin
interese, y que no pretendemos otra cosa sino sólo el bien de sus
ánimas y esto han visto hasta aquí en todos los religiosos y no ha
sido ésta pequeña parte para la conversión dellos pues si ahora
les piden algo por respecto de la doctrina que sintirán? y muchos
dellos se turbarán y alterarán cuando por la administración de
los sacramentos les pidan algún interese ... ;149
149
Carta de Motolinía al emperador, 15 de mayo de 1550, en T. de
Memoriales ... , apéndice XXV, p. 457.
150
Carta colectiva de los franciscanos de México al virrey, México, 1 de
de 1550, en ibid., apéndice XA'VI, p. 460.
Iji Carta de Motolinía al virrey, Cholula, 27 de agosto de 1559, en ibid.,
ce XXXI, p. 470.
La pobreza franciscana en Nueva España 1 145
Respuesta que los religiosos de las tres órdenes de Nueva España dieron en
de 1557, en J. García Icazbalceta, Códice Mendieta, NCDHM, vol. IV, pp. 1 y ss.
Fray Martín de Valencia, apud]. de Mendieta, op. cit., lib.m, cap. XIV, vol. 11,
146 1 El franciscanismo en Nueva España
154
Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XXX, vol. II, pp. 97 y ss.
155
J. Focher, op. cit., pp. 28 y 30.
156
J. de Zumárraga, op. cit., pp. 301 y ss.
Los frailes menores nouohispanos y la cultura 1 14 7
rle París, donde había leído teología catorce años; fray Juan
se había doctorado en leyes, teología y cánones en la misma
al igual que fray Juan de Gaona, que era "excelente latinista
helenista", y que fray Arnaldo de Basado; fray Pedro
había estudiado en Lovaina, y otros muchos como fray
San Francisco, fray Bernardino de Sahagún y fray Alon-
II'HPrr,pr::~lo habían hecho en la ciudad de Salamanca; de algu-
fray Francisco Jiménez y fray Andrés de Olmos, sabemos
profundos conocimientos de leyes y cánones e incluso
era d::>etor en derecho canónico.
su preparación también nos hablan sus lecturas, las cuales
por sus escritos y por algunas listas de libros que po-
los conventos. Para el lector de las Historias de Motolinía o
no puede pasar desapercibido el cúmulo de erudición
obras poseen y la gran cantidad de citas bíblicas y de
166
B. de Sahagún, Historia ... , prólogo general, vol. I, p. 27; prólogo al
vol. I, p. 105.
167
G. Baudot, La pugna franciscana ... , pp. 291 y ss.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 151
escritores del siglo XIX tacharon esta actitud de los frailes como
para la historiografía y los estudios indigenistas posteriores; García
con un gran sentido crítico, está en contra de esa posición y sei1ala:
lisi.om~ros no eran anticuarios sino que venían a la conversión de los indios y
., t1~no,c•e1ron que sus trabajos serían infructuosos si no derribaban las guari-
la idolatría". (J. García Icazbalceta, Don fray Juan ... , vol. 11, pp. 87 y ss.)
Sería excesivo y se saldría de los límites de este trabajo el mencionar una por
las obras literarias realizadas por los franciscanos en la época que trata-
Nos remitimos a Mendieta que es en este aspecto la principal fuente; este
babia de los escritos de los menores al hacer la relación de la vida de cada
ellos y en el libro IV, cap. XLIV, vol. m, pp. 212 y ss. de su Historia Eclesiástica
hace un resumen de estas obras en general, sobre todo de las realizadas
indígenas.
Ricard, op. cit., pp. 317 y ss.
Alberto María Carrei1o, Don fray Juan de Zumárraga, teólogo y editor, humanista
pp. 75 y SS.
152 1 El Jranciscanismo en Nueva España
178
J. García Icazbalceta, Don fray]uan ..., vol. m, pp. 105 y ss.
179
J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XIV, vol. m, p. 65.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 155
184
B. de Sahagún, Historia ... , lib. X, cap. XXVII, vol. lll, p. 162.
18
jJ. de Menclieta, op. cit., lib. IV, cap. XXIII, vol. n, pp. 148 y ss.
' J. García Icazbalceta, CDHM, vol. n, pp. 148 y ss.
16
187
M. Cuevas, Historia ... , vol. 1, pp. 419 y ss.; Francis Borgia Steck, El primrr
colegio de América, Santa Cruz de Tlatelolco, pp. 17 y ss.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 157
1811
B. de Sahagún, Historia ... , lib. X, cap. XXVII, vol. III, p. 166.
1119
Cf Fernando Ocaranza, El Imperial colegio de indios...; F. Borgia Steck, op. cit.,
José María Kobayashi, La educación como conquista ...
158 1 El franciscanismo en Nueva España
los indios a su salvación eterna por medio del ejemplo de sus diri-
gentes; el educar a los hijos de los caciques tenía como fin crear
una élite de cristianos cultos que regirían los destinos de la repúbli-
ca indiana y ayudarían a los frailes a recrear la Iglesia primitiva en
el nuevo mundo; el colegio imperial fue el coronamiento de la obra
educativa que los menores llevaron a cabo entre indios y una de las
mayores ayudas en la labor misional, pues los alumnos que salie-
ron de él fueron excelentes jueces y gobernadores, intérpretes,
maestros y colaboradores de los frailes.
Los franciscanos fueron también pioneros en el campo de la
educación femenina. Todas las niñas, nobles y macehuales, reci-
bían una instrucción religiosa en las iglesias, pero poco a poco se les
comenzó a dar, por instancias de Zumárraga, una educación profa-
na; de entre ellas saldrían las esposas de los muchachos que se edu-
caban en los monasterios y se formarían matrimonios cristianos
que dieran ejemplo a los demás. Aparte de esta instrucción, los con-
ventos franciscanos más importantes tenían adjuntos, por lo me-
nos hasta 1530, recogimientos para indias nobles donde se les ense-
ñaba los fundamentos de la religión. Zumárraga fue también uno de
los promotores del envío de varias "beatas", terciarias franciscanas,
que deberían enseñar a las niñas indias, y con el tiempo fomentó la
creación del primer convento femenino de la Nueva España, el de
la Inmaculada Concepción, para albergar a indias nobles. 19°Cier-
tamente, la educación que se daba a estas niñas no era de tipo
literario, su objetivo primordial era prepararlas para el matrimo-
nio, haciendo de ellas buenas esposas y buenas madres. Sin embar-
go, este intento también se frustró con el tiempo y las casas para
educar niñas indias fueron cerradas. La razón nos la da el mismo
Zumárraga:
190
L. Gómez Canedo, La educación de los marginados... , pp. 97 y ss.
Los frailes menores novohispanos y la cultura 1 159
191
Carta de Zumárraga al príncipe Felipe, 2 de junio de 1544, en J. García
Icazbalceta, Don fray Juan ... , vol. IV, p. 177.
192
M. Cuevas, Historia ..., vol. 1, pp. 442 y ss.
193
Instrucción de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, a su
representante cerca de Carlos V, 1537, en M. Cuevas, Documentos ... , pp. 65 y ss.
160 1 El franciscanismo en Nueva España
194
Antonio de Ciudad Rodrigo, Tratado curioso.:., vol. 1, pp. 69, 74, 85 y 101.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 161
195
Lo más característico de este breve es que no menciona para nada la inter-
vención del rey en las misiones y en esto renueva la tradición medieval, directa-
mente pontificia. (!bid., p. 65.)
162 1 El franciscanismo en Nueva España
196
El deseo de Quiñones de pasar a América no acabó al ocupar sus ilflportan-
tes cargos; como comisario intervino seguramente en la redacción de una dáwula
de la bula Omnímoda que excomulgaba al que impidiera el paso de los francisca-
nos a Indias, cualquiera que fuese el cargo que desempeñasen en la orden, inclwo
el de comisario. Ya siendo general insistió en venir y obtuvo para ello un breve de
Clemente VII publicado por M. Cuevas, Historia ... , vol. 1, p. 182, n. 14.
¡ J. de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. VI, vol. 11, pp. 32 y ss.
19
198
P. Torres, op. cit., p. 113.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 163
199
J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. VI, vol. 11, p. 32.
200
P. Torres, op. cit., p. 117.
101
Quiñones hizo además recopilar en un volumen todos los derechos que
habían recibido los frailes menores y en general las órdenes mendicantes desde su
aparición en el siglo XIII. De este volumen, que lleva el título de Compendium pri-
viltgiorum fratrum minorum, neononet aliorum fratrum mendicantium, y que fue edi-
tado por Nicolai Thyerri en 1525, se encuentra un ejemplar en CFBNM.
102
J. Mendieta, op. cit., lib.m, caps. IX y X, vol. u, pp. 40 y ss. El mismo autor cita
una instrucción de los hermanos Coronel que daba lineamientos para la evange-
lización pero que no conocemos. (Lib. 111, cap. 111, vol. 11, p. 23)
164 1 Elfranciscanismo en Nueva España
203
P. Torres, op. cit., pp. 167 y ss.; L. Gómez Canedo, Evangelización y Conquil-
ta ... , pp. 26 y SS.
204
Sobre estas expediciones y misiones ver J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, capt.
V, VI y VII, vol. III, pp. 27 y ss.; Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán; Isidro
Félix de Espinoza, Crónica de la provincia franciscana de los apóstoles San Pedro ySm&
Pablo de Michoacán; Francisco Mariano de Torres, Crónica de la santa provincia di
Xalisco ; Francisco Vázquez, Crónica de la provincia del santísimo nombre de jesús dt GvtJ.
temala...
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 165
10
; P. Borges, op. cit., pp. 44 y ss.
106 M. Cuevas, Historia ... , vol. 1, p. 202.
166 1 El franciscanismo en Nueva España
207
Cf. D. Muñoz Camargo, Historia de Tlaxcaúz.
208
Informe de la provincia del Santo Evangelio al visitador Juan de Ovando, en
García lcazbalceta, NCDHM, vol. II, pp. 62 y ss. Parece que para fines del siglo esta
distinción educativa entre hijos de macehuales y de nobles se fue perdiendo y
Torquemada señalaba que para su tiempo entraban a aprender en las escuelas
" .. .indiferentemente nobles y comunes". Ouan de Torquemada, Monarquía India-
na, lib. XV, cap. 42, vol. 5, p. 172.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 16 7
!Q9 D. Valadés, op. cit. , parte IV, cap. XXIII, fj. 109, p. 475.
210
Apud L. Gómez Canedo, "Evangelización... ", en op. cit., p. 117.
lll R. Ricard, op. cit., pp. 291 y ss.
168 1 El franciscanismo en Nueva España
212
J. de Torquemada, op. cit., lib. XV, cap. X, vol. III, p. 20.
213
T. de Ben~vente, Historia ..., trat. 11, cap. I, p. 78.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 169
216
J. de Mendieta, op. cit., lib. m, cap. XXVIII, vol. II, p. 92.
217
D. Valadés, op. cit., parte IV, cap. XXIII, fj. 108, p. 473.
218
José Rojas Garcidueñas, "Los primeros misioneros y el teatro de evan-
gelización", en Divulgación Histórica, año 1, vol. 1, núm. 11, pp. 475 y ss.
219
T. de Benavente, Historia ..., trat. 1, cap. XV, p. 61 y ss.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 171
210
R. Ricard, op. cit., pp. 219 y ss.
221
P. de Oroz, op. cit., pp. 78 y 83.
172 1 Elfranciscanismo en Nueva España
Los niños debían ser bautizados todos los domingos, los adultos
durante las cuatro fiestas más importantes del año y después de
una minuciosa preparación. Incluso en un documento tardío como
el Itinerarium Catholicum se insiste en que no se deben hacer bautis-
mos a la carrera durante las expediciones apostólicas y señala: "Es-
tos misioneros que sólo cuidan de engendrar nuevos hijos por el
bautismo y no se preocupan de educar a los ya bautizados con le-
che de doctrina y administración de sacramentos, se comportan
más que como padres, como caballos sementales". 222
En materia matrimonial los problemas fueron aún mayores a
causa de la costumbre de la poligamia, muy común entre los perso-
najes de alto rango social. Las mujeres, además de esposas, eran
servidoras productivas, por lo que obligar a aquéllos a tener una
sola cónyuge implicaba una disminución en su patrimonio. Fina~
mente, se impuso la obligatoriedad de la monogamia, pero aún
quedaba por dilucidar con cuál de las esposas debía realizarse el
rito cristiano. La Iglesia exigía que se hiciera con la primera, pues
aceptaba la validez de un ritual matrimonial usado entre los prehis-
pánicos, pero los maridos mentían a menudo para conservar a la más
joven. Los religiosos trataron de solucionar cada caso de la mejor
manera posible, asesorados por los ancianos del pueblo que cono-
cían las relaciones familiares de todos. Así unían y rompían vínculos
de acuerdo con las informaciones recibidas. A pesar de las difi~
tades, los frailes procuraron que las mujeres repudiadas no queda-
ran desamparadas y les consiguieron nuevos consortes.
En otro plano se encontraban los restantes sacramentos. La confe-
sión era obligatoria una vez al año; los indios acudían a ella con sus
faltas pintadas sobre papel y con mucho interés, aunque les era
difícil comprender el concepto cristiano de pecado. La comunión
se destinó sólo a aquellos que conocían bien el catecismo, y por lo
tanto se les consideraba capaces de entender su significado. La ex-
tremaunción se aplicó únicamente a los habitantes cercanos a los
conventos. La confirmación, sacramento administrado por los obis-
pos, estuvo supeditada a las visitas pastorales, que no eran muy
frecuentes. El orden sacerdotal se negó casi totalmente a los indios,
222
J. Focher, op. cit., p. 322.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 173
m !bid., p. 62.
m La opinión aparece en los siguientes documentos: carta de Martín de Valen-
cia y otros franciscanos al emperador, 1526 Q. García lcazbalceta, CDHM, vol. n, pp.
155 y ss.); carta de Zumárraga al emperador, 27 de agosto de 1529 (CDIAO, vol. XIII,
pp.165 y ss.); parecer de Zumárraga, 1544 (M. Cuevas, Historia ... , vol. I, pp. 275 y ss.,
n. 12); carta de Martín de Hojacastro al emperador, 1 de junio de 1544 U· García
Icazbalceta, NCDHM, vol. n, pp. 187 y ss.), y carta de Pedro de Gante a Felipe II, 1558
U· García Icazbalceta, NCDHM, vol. n, pp. 220 y ss.).
m Carta de Zumárraga al emperador, 27 de agosto de 1529, en CDIAO, vol. XII,
pp. 165 y SS.
176 1 El franciscanismo en Nueva España
230 ldem.
231
Carta de Motolinía al emperador Carlos V, 2 de enero de 1555, en el apén-
dice a la Historia ..., pp. 205 y ss.
232
T. de Benavente, Historia ... , trat. III, cap. V, p. 140.
233 Carta de Zumárraga al emperador, 27 de agosto de 1529, en CDIAO, vol. XW,
pp. 170.
234
Carta de Motolinía a S. M., 15 de mayo de 1550, en M. Cuevas, Documentos... ,
p. 162; P. de Gante, op. cit., pp. 27 y ss.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 177
las personas, sino incluso contra el bien de sus almas. Uno de los
primeros que intervino con respecto a esto fue fray Juan Suárez o
Xuárez, quien se encontraba en Granada en 1526 cuando se prepa-
raban las ordenanzas que, entre otras cosas, limitaban notablemente
el tráfico esclavista y en cuya elaboración participó ese fraile fran-
ciscano.235 Con el mismo fin fue enviado fray Antonio de Ciudad
Rodrigo, que intervino seguramente en la elaboración de las medi-
das antiesclavistas que promulgó Carlos V en 1528. En 1529, en la
famosa carta de Zumárraga al emperador del 27 de agosto, impor-
tantísima por su contenido social, el arzobispo pedía que se prohi-
biera herrar a los indios como esclavos, y Motolinía señalaba que
muchos caciques liberaron a sus cautivos gracias a la intervención
de los frailes menores. 236
Pero donde se ve más claramente su afán antiesclavista es en la
carta colectiva de los franciscanos, fechada el 31 de julio de 1533.
En ella se defendía a los indígenas de Guatemala contra la esclavi-
tud que el rey había permitido en esas tierras y se atrevían a seña-
larle lo siguiente:
23; J.
García lcazbalceta, CDHM, vol. II, pp. 552 y ss.
236 T. de Benavente, Historia ... , trat. II , cap. V, p. 94.
178 1 El franciscanismo en Nueva España
pontífice estas tierras que fue para que convirtiésedes a las gen-
tes que no para que las vendiésedes; lo cuarto es contra toda ley
de buena gobernación, la cual quiere que las tierras e reinos se
conserven e aumenten y no que se destruyan, e si la obligación
de vuestro imperial oficio y la condición con que estas tierras
recibisteis no os mueven a que Vuestra Majestad tan gran mal re-
medie, muévaos la conservación de vuestra hacienda... 237
237
Esta carta está publicada en varias partes: F. del Paso y Troncoso, op. cit., voL
III, pp. 97 y ss.; T. de Benavente, Memoriales ... , apéndice XIX, pp. 449 y ss.; M.
Cuevas, Documentos... , pp. 13 y ss.
238
L. Gómez Canedo, "Evangelización... ", en op. cit., pp. 113 y ss.
239
Informe de Soto, Zumárraga y otros sobre la guerra que Nuño de Guzmán
llevaba a cabo en jalisco, marzo de 1531, apud ibid., pp. 107 y ss.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 179
Sólo Aquel que cuenta las gotas del agua de la lluvia y las arenas
del mar puede contar todas las muertes y tierras despobladas de
Haití o Isla Española, Cuba, San Juan, Jamaica y otras islas; y no
hartando la red de su avaricia fueron a descubrir las innume-
rables islas de los lucayos y las de Barguanan que decían Herre-
rías de oro, de muy hermosa y dispuesta gente y sus domésticos
guatiaos; con toda la costa de la tierra firme, matando tantas
ánimas y echándolas casi todas en el infierno tratando a los hom-
bres peor que a bestias y tuviéronles en menos estima como [si]
en la verdad [no] fuesen criados a la imagen de Dios. 242
[... ]una tierra que por sí despoblada y sin gente merecía ser bus-
cada y poblada no sin gran dolor, en los tiempos pasados y ma-
los, de todos nosotros, la hemos visto puesta a cuchillo más cruel
que en el tiempo de su infidelidad. Gran desfavor era de la ley
sin carga e dulce evangélica, y así algunos della a nosotros los
frailes hubieron dicho que, cómo en su tiempo cruel y malo eran
muchos más que al presente, estando debajo de la ley de Dios y
cristiap.os ... pero aún no nos faltó que les decir que sus pecados
lo merecían y más sentíamos la perdición de las ánimas que nues-
tro emperador perdiese sus vasallos. 244
244
Carta de los padres fray Juan de Zumárraga, fray Martín de Valencia, fray
Luis de Fuensalida, fray Antonio Ortiz, fray Antonio Maldonado y fray Francisco
Jiménez a S. M., 27 de marzo de 1531, en J. García lcazbalceta, Don fray Juan ...
vol. n, p. 265.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 181
que les den a entender que los cristianos no vienen sino a servir
a los frailes. 245
245
Carta de Zumárraga a un eclesiástico desconocido, 4 de abril de 1537, en M.
Cuevas, Documentos ... , pp. 83 y ss.
246
e
Parecer de Zumárraga al virrey sobre los esclavos de rescate y guerra 1536?),
en García Icazbalceta, Don fray Juan ..., vol. III, p. 91.
247
Lewis Hanke, La lucha por la justicia en la Conquista de América, p. 203.
248 J. de Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XI, vol. m, p. 50.
249
L. Gómez Canedo, "Evangelización... ", en op. cit., p. 109.
182 1 Elfranciscanismo en Nueva España
25
°CFBNM, Archivo Franciscano, caja 133, exp. 1669.
251
CDIAU, vol. XIII, pp. 171 y SS.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 183
les y a fatigallos con prisiones para que les diesen mucho oro y
joyas y dando muchos largos repartimientos de indios a los de su
parcialidad" .252 En Nueva España se había publicado que Cortés
había muerto, pero al saber que era mentira Estrada y Albornoz
organizaron una revuelta y vencieron a Salazar y a Almindez
Chirinos. No obstante, su gobierno no fue mejor que el de sus con-
trarios y después de apoderarse de indios y tierras, hicieron dete-
ner, encarcelar e incluso matar a los que habían seguido la parciali-
dad enemiga. En estos conflictos los franciscanos atacaron siem-
pre los excesos y la avaricia y protegieron los intereses de los indios,
lo cual les trajo no pocos disgustos y peligros.
Con el regreso de Cortés todo parecía volver a la normalidad, pero
pronto las cosas empeoraron con la llegada de la primera Audien-
cia. Nuño de Guzmán, Matienzo y Delgadillo, que comenzaron a
gobernar en 1528, se dedicaron a explotar la tierra en su beneficio
sin tener consideración por nadie y con una crueldad inaudita:
tomaron una gran cantidad de indios en encomienda y pedíanles
tributos excesivos tanto en especie como en trabajo, sobre todo en
las minas; exigían a los señores de los naturales grandes cantidades
de oro y mujeres, además de herrar a los indígenas y venderlos
como esclavos a las islas y otras mil atrocidades.
Ante tales injusticias contra los indios, fray Juan de Zumárraga,
como protector de ellos, y sus hermanos los frailes menores, ataca-
ron a los oidores con los medios legales que tenían, mientras que
trataban de hacer llegar al rey noticias sobre la pésima situación
que había en la Nueva España. En la conocida carta del 27 de agos-
to de 1529, el obispo logró comunicar al emperador, después de
una forzada incomunicación pues su correspondencia era inter-
ceptada, las atrocidades cometidas por Nuño de Guzmán y sus se-
cuaces.253
En 1530 estalló un nuevo conflicto entre los franciscanos y la
Audiencia; el pretexto fue que los oidores habían sacado de una
254
J. de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. Ll, vol. 11, pp. 166 y ss.; en CDIAO existe al
respecto una gran documentación en los volúmenes XL y XLI.
255
L. Gómez Canedo, ''Evangelización ... ", en op. cit., p. 131.
256
D. de Landa, op. cit., pp. 29 y ss.; Stela María González Cicero, Perspectiva
religiosa en Yucatán, pp. 128 y ss.
m T. de Benavente, Historia ..., trat. m, cap. 1, p. 116.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 185
258
Parecer de Zumárraga al Consejo de Indias sobre la manera de poblar y
enriquecer la Nueva España (sin fecha), en J. García Icazbalceta, Don fray Juan ...
vol. III, pp. 139 y SS.
259
R. Ricard, op. cit., pp. 285 y ss.
186 1 El franciscanismo en Nueva España
260
Zumárraga quiso mucho a este hospital y le dio las rentas del puwlo de
Ocuituco que pertenecía al obispado, quitándoselas al colegio de Tlatelolco. El
obispo tuvo también la idea de formar un hospital en Veracruz pero no lo logró.
Carta de Zumárraga al Consejo de Indias, 24 de noviembre de 1536, en M. Cue·
vas, Documentos..., p. 55.
26 1
Vasco de Quiroga llevó a cabo esta idea a gran escala y con mejores resulta-
dos y organización que los franciscanos.
262
J. Miranda, "Renovación... ", en Historia Mexicana, vol. 1, núm. 1, p. 35.
El afán misional de los franciscanos en Nueva España 1 187
263
J. B. Moles, op. cit., fj. 67 r.
264
Reyes-Valerio, El pintor de conventos, p. 80.
265
Fray Andrés de Olmos, misionero de la Huasteca, se lanzó en edad avanza·
da l evangelizar a los chichimecas, con el rostro carcomido por los mosquitos y
con asma. Además de sus exhaustivos trabajos y robándole horas al sueño, dejó
una cantidad impresionante de escritos y recopilaciones. O· de Mendieta, op. cit.,
lib. V, cap. XXXJII, vol. IV, p. 93.)
188 1 El franciscanismo en Nueva España
266
!bid., lib. V, cap. XLVIII, vol. IV, p. 139.
BIBLIOGRAFÍA
ABREVIATURAS
191
ALMO INA, José, "Citas clásicas de Zumárraga", en Historia Mexica-
na. México, ene.-mar., 1954, vol. III, núm. 3, pp. 391-419.
ALMOINA, José, Rumbos heterodoxos de México. Ciudad Trujillo, Uni-
versidad de Santo Domingo, 1947. 234 pp. (Publicaciones de la
Universidad de Santo Domingo, 53)
ALONSO, Mathías, Chrónica Seráfica de la Santa Provincia de la Purísi-
ma Concepción. Valladolid, Imprenta de la viuda de Joseph de
Rueda, 1734. 379+44 pp.
ANNIBALI DA LATERA, Flaminio, Compendio delta storia degli ordini
regolari esistenti. Roma, Luigi Perego Salvioni Stampatore Vatica-
no, 1791. 3 vols., ils.
AÑÍBARRO, Víctor, "El P. Ximénez de Samaniego y los orígenes de
la observancia en España", en Archivo Iberoamericano. 2a. época.
Madrid, 1948, año VIII, vol. VIII, pp. 42-4 78.
BALLESTEROS GAIBROIS, Manuel, La obra de Isabel la Católica. Prol.
de Pascual Marín Pérez. Segovia, Publicaciones Históricas de la
Excelentísima Diputación Provincial de Segovia, 1953. xx+468
pp., ils., mapas.
BATAILLON, Marcel, Erasmo y España, estudios sobre la historia espiri-
tual del siglo XVI. 2a. ed. Trad. de Antonio Alatorre. México, FCE,
1966. CXVI+922 pp. (Sección de obras de historia)
BATAILLON, Marcel, "Zumárraga, reformador del clero secular (una
carta inédita del primer obispo de México)", en Historia Mexica-
na. México,jul.-ago., 1953, vol. III, núm. 1, pp. 1-10.
BAUDOT, Georges, "La biblioteca de los evangelizadores de Méxi-
co, un documento sobre fray Juan de Gaona", en Historia Mexica-
na, México, oct.-dic., 1968, vol. XVII, núm. 4, pp. 610-617.
193
194 1 Bibliografía
211
212 1 Apéndice
1
Pedro de Oroz, Jerónimo de Mendieta y Francisco Suárez, Relación de la dts·
cripción de la provincia del Santo Evangelio que es en las Indias Occidentales que llaman
la Nueva España, hecha en el año de 1585 por... México, Junípero Serra, 1975, p. 95.
2
J. de Mendieta, Historia eclesiástica indiana. México, Porrúa, 1980, en la Intro-
ducción de Joaquín García lcazbalceta, p. XXVII.
Algunas noticias sobre la Vida de fray Martín de Valencia... 1 213
3
Atanasio López , "Descripción de los manuscritos existentes en la Biblioteca
Provincial de Toledo", en Archivo Iberoamericano. Revista de Estudios Históricos. Ma-
drid, año Xlll, ene.jun., 1926, pp. 49-105.
4
A. López, "Vida de fray Martín de Valencia escrita por su compañero fray
Francisco Jiménez", en Archivo Iberoamericano. Revista de Estudios Históricos. Ma-
drid, año XII, jul.-dic., 1926.
; !bid., p. 81.
214 1 Apéndice
En total, las divisiones por capítulos hechas por López a esta obra
suman doce. Algunas de estas divisiones resultan largas si se compa-
ran con otras, y si bien cumplen la función de aligerar la lectura, no
dan cuenta de la manera como Jiménez pudo conceptuar la compo-
sición de su obra. Veamos a continuación la secuencia de la obra
de Jiménez, comparando la división citada con los pasajes que con-
tiene.
El capítulo I narra el ingreso de Valencia a la orden franciscana,
su relación con fray Juan de Guadalupe y sus trabajos por la forma-
ción y consolidación de la provincia de San Gabriel.
El capítulo II consigna cómo Valencia quiso pasar con los cartu-
jos, y la forma como Jiménez lo conoció en el convento de Sala-
manca. Después aparece una serie de pasajes donde se resaltan las
enseñanzas y penitencias que Valencia ejemplificaba con su vida a
los frailes de los conventos que visitaba.
El capítulo III se liga con el anterior, pues en él se narran otros
sucesos de la vida de Valencia presenciados por Jiménez, una vez
que éste se incorporó a la provincia de San Gabriel, instalándose
en el convento de Nuestra Señora del Hoyo.
El capítulo IV narra cómo se formó en Valencia el deseo de evan-
gelizar infieles y cómo visitó a la Beata del Barco para saber si el
resultado de una visión suya había de ser evangelizar a los moros.
El capítulo V, muy corto, narra principalmente dos pasajes de la
vida de Valencia: cómo llegada la Pascua le venía la necesidad de
guardar ayuno, y el pasaje cuando Valencia, en un acto de humil-
6
A. López, "Vida de fray Martín de Valencia escrita por... ", en op. cit., p. 50.
La estructura del manuscrito 1 215
7
Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana de los veinte y un libros ,·ituales y
monarquía indiana, con el origen y guerms de los indios occidentales, de sus poblazones,
descubrimiento, conquista, conversión y otms cosas mamvillosas de la mesma tierra. Méxi-
co, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1975, p. 207. 7 vols. (Serie Histo-
riadores y cronistas de Indias, v)
8
Fray Juan Bautista Moles, Memoriales de la provincia de San Gabriel de la orden
de los frailes menores de observancia. (s .p.i .), f. 72 r.
9
A. López, "Vida de fray Martín de Valencia escrita por... ", en op. cit., p. 55.
Fray Francisco ]iménez. Algunos datos biográficos 1 217
10
José Mariano Beristáin de Souza, Biblioteca Hispanoamericana Septentrional.
México, Ed. de Alejandro Valdés, 1821, vol. 3, p. 85. Tal vez el nombre completo de
dicha obra se acerque más al de Arte, vocabulario y Breve Doctrina Christiana en
lengua mexicana, por fray Francisco Ximénez, el primero que redujo a reglas e inventario
el idioma náhuatl traducido a él por primera vez el catecismo, registrado por Irma Con-
treras García, "Bibliografía catequística mexicana", en Boletín del Instituto de lnves·
ligaciones Bibliográficas, 2a. época, núm. 1, México, UNAM, 1987, p. 182.
11
P. de Oroz, J. de Mendieta y F. Suárez, op. cit., p. 90.
12
Lino Gómez Canedo, Evangelización y Conquista. Experiencia franciscana en
Hispanoamérica. México, Porrúa, 1977, p. 93.
218 1 Apéndice
13
!bid., p. 72.
14
!bid., p. 107.
15
P. de Oroz, J. de Mendieta y F. Suárez, op. cit. , p . 90.
16
!bid., pp. 124-125_
17
Agustín de Vetancurt, Menologio franciscano de los varones más señalados, que
con sus vidas exemplares, perfección religiosa, ciencia, predicación evangélica, en su vida
y muerte ilustraron la provincia del Santo Evangelio de México . México, Porrúa, 1971,
p. 81.
18
Idem.
Características de la presente edición 1 219
19
[ Atanasio López denominó a la primera parte del manuscrito "prólogo". En
ella, Jiménez reveló algunos de los propósitos que le motivaron a redactar la Vida ... ,
y siguiendo las reglas de la hagiografía de su tiempo, cabe resaltar su preocupa-
ción por consignar la protesta de someter todos sus juicios a la autoridad pontificia,
y después a quien más sepa "aunque sea niño de un año" .]
221
222 1 Apéndice
20
[Pero.]
21
[Por casualidad.]
22
[En silencio.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen~ia 1 223
Comienca la vida 24
23
[Como si de la palabra de la vida, de tal modo que así hable.]
24
[Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo!.]
25
[Por sus intereses se conoce el niño.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen[ia 1 225
26
[En género.]
27
(Al pleno.]
28
J. de Mendieta, Historia, lib. V, cap. I, añade: "Tuvo por maestro al devoto P. fray
Juan de Argomantes, que después fue provincial en la misma provincia de Santia-
go". Lo mismo había escrito antes Toribio de Benavente (Motolinía), Historia, p. 149.
29
Obra compuesta por Bartolomeo de Pisa en el siglo XIV.
226 1 Apéndice
30
Mendieta añade en su historia otras noticias que se ponen al fin del ms. que
vamos copiando.
31
Véase T. de Benavente, op. cit., p. 154-155; Mendieta, Historia, lib. V, parte 1,
cap. 1. [Atanasia López marca aquí el fin del capítulo 1y el inicio del capítulo 11.)
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen(ia 1 227
32
Mendieta añade en este capítulo otras noticias que se ponen al fin del ms.
Motolinía no refiere el intento de fray Martín de pasarse a la Cartuja. Los sucesos
que siguen se hechan de menos en Motolinía, Mendieta y los demás biógrafos.
33
[Los hijos de este siglo son más sabios que los hijos de la luz.]
34
[En estas cosas que son de este siglo.]
228 1 Apéndice
35
[De la abundancia del corazón.)
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenfia 1 229
36
Mendieta refiere este suceso en el capítulo XL
37
[Atanasio López marca aquí el fin del capítulo 11 y el inicio del capítulo m.]
230 1 Apéndice
38
Motolinía resume todas estas noticias, y lo mismo ha hecho Mendieta. Am-
bos emplean casi literalmente las expresiones de fray Francisco Jiménez. (T. de
Benavente, op. cit., pp. 149-151.)
39 [Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo IV.)
40
Mendieta, en el cap. V de la vida de fray Martín de Valencia,· refiere que el
siervo de Dios "solía decir a fray Francisco Jiménez, uno de los once compañeros
232 1 Apéndice
que con él vinieron y el más familiar suyo (que era como otro fray León, a quien
llamaba fray Oveja el P. san Francisco): 'Oh, hermano quien fuera de vuestra con-
dición' y el bendito fray Francisco Jiménez (es de creer) respondía: 'iOh, herma-
no, quién tuviera vuestra virtud y perfección! que más mérito es pelear y hacer el
hombre contra su natural inclinación, que seguirse por ella, por buena que sea'.
Éstas y otras semejantes espirituales competencias da a entender Fr. Francisco
Jiménez en su escritura, que pasaría entre los dos".
41
(Arrebátame de mis enemigos.]
42
(Se vuelven hacia la tarde y padecerán hambre como los perros.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valenfia 1 233
43
Posiblemente estos pueblos eran Guatitlán, Tepuzotlán y Xuchimilco. Men-
dieta (Historia , lib. m, cap. xxxm) habla largamente de esta misión de fray Martín
de Valencia y de su compañero, y de los grandes frutos que en ella hicieron. Los
celosos misioneros, dice Mendieta, que "comenzaron por el pueblo llamado
Xuchimilco, que es el más principal, donde los recibieron con grandes aplausos y
regocijo de los indios, al modo que ellos usan recibir a los huéspedes principales
y dignos de honra y reverencia, de que se pudiera hacer un particular capítulo".
Motolinía (op. cit., pp. 100-1 O1) habla también de esa primera misión, y de la visión
que fray Martín de Valencia tuvo, rezando maitines en el convento de Santa María
del Hoyo.
234 1 Apéndice
44
De esto habla Mendieta (Historia, lib. V, parte 1, cap. VI).
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen~ia 1 235
45
... durole ...
46
T. de Benavente, op. cit. , pp. 151-153; Mendieta (1, cap. IV) refiere algunos de
los sucesos que ponen en este capítulo fray Francisco Jiménez, a quien copian
fielmente. Sin embargo, alteran algo el orden de la narración del primer biógrafo.
[Atanasia López marca aquí el fin del capítulo IV y el inicio del capítulo V.)
47
[En la pasión del Señor.)
48
Del viaje de fray Martín de Valencia a Teguantepec habla largamente Mendieta
(Historia, lib. IV, cap. x). Para esta empresa ayudó al siervo de Dios el valeroso
capitán Hernán Cortés, y fueron con fray Martín de Valencia otros franciscanos.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen{:ia 1 237
49
Motolinía (op. cit., p. 149) refiere brevemente este hecho. Mendieta, en el
capítulo VI, hincha algo la sencilla relación de fray Francisco. [Atanasio López
marca aquí el fin de el capítulo vy el inicio del capítulo VI.]
50
[Bajo corrección.]
51
[Práctica.]
52
[Teoría.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen~ia 1 239
53
Mendieta refiere esto en el capítulo V.
240 1 Apéndice
¡¡¡s6
54
Mendieta refiere este suceso en el capítulo XI, añadiendo otros detalles.
53
Mendieta, capítulo XI.
56
[Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo VII.]
Jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen(ia 1 241
var para sí y al otro le quiso dar el oficio de Ministro, con que estava
aherrojado para no poder pasar acá, por tanto que le rrogava él
pasase, con doze compañeros, porque el vía y sentía en espíritu que
Xpo. lo estava llamando, mostrándose muy clamoroso y lastimado
con las offensas que en estas partes le hazían, y por el gran mando y
dominio que satanás en ellas tenía, tantos años había. 57 Sin aber
ninguna rresistencia ni contradic;:ión, el varón de Dios siempre ha-
bía tenido aqueste deseo, bien podemos conjeturar el gozo que su
ánima rreccibió en la plática tan conforme a su espíritu, y quantas
grac;:ias ynteriores entrañalmente hizo a Dios. Y no pudiendo satis-
fazer a tan gran beneficio iquán cordialmente cantó su ánima aquel
verso de David: Quid retribuam Domino pro omnibus quae retribuit mihi! 58
Y ella mesma le rrespondió, offreciéndocele toda, que es el más
acepto hazimiento de grac;:ias con aquel otro verso: Voluntarie sacri-
ficaba tibi et confitebor nomini tuo Demine quoniam bonum es t. 59 Y con
este gozo ynterior del ánima aceptó la venida, no se hallando dig-
no ni merec;:edor sino, como hijo de obedienc;:ia y siervo sin prove-
cho, se sometió a la voluntad de Dios y de su prelado, y así se cum-
plió lo que la beata del Barco le había dicho. 60
E aseptada la venida de el varón de Dios a estas partes, y nom-
brados los compañeros y tomada la bendic;:ión del ministro gene-
ral, y aparejadas las cossas nec;:esarias para tan largo viaje, se partió
del dicho convento de Belvis, y de la provincia de Sant Gabriel, con
sus compañeros, y llegaron a Sevilla tres o quatro días antes de la
Concepción de nuestra Señora, cuya vigilia llegó también a la di-
cha ciudad el ministro general, donde estuvieron hasta el día de la
Epiphania, y allí todos rrecibieron la bendición del ministro gene-
ral, que fueron doze, y otro que fue nombrado, fue a la corte, y
tardándose que no pasó con ellos. Partidos de Sevilla, vinieron al
57
Cf J. de Mendieta, Historia, lib. 111, caps. IV, V y VI.
58
¡¿Qué daré al Señor por todo lo que me dio a mí?]
59
[Voluntariamente sacrificaré para ti y confesaré tu nombre, Señor, porque es
bueno.]
úo Mendieta alude brevemente estos sucesos en el cap. IV de la Vida ... de fray
Martín de Valencia, y trata por extenso de ellos en el lib. III, cap. VIII, con este
epígrafe: De cómo fue elegido por primer apóstol y prelado de la Nueva Espa~ia el varón
santro fmy Martín de Valencia. Véase Motolinía, op. cit., p. 156.
242 1 Apéndice
61
Motolinía (op. cit., p. 157) y Mendieta (Historia, lib. m, cap. XI) ponen siete
semanas. En todo lo demás convienen con relación a fray Francisco Jiménez.
62
El13 de mayo, como dice Mendieta (Historia, lib. m, cap. XI). Véase Ramírez,
Noticias de la vida y de los escritos de Fr. Toribio de Benavente o Motolinía, en Colección
de documentos pam la historia de México, publicada por Joaquín García lcazbalce·
ta, México, 1858, t.!, p. XLV. [La cita latina se traduce: Vigilia de la Vigilia de Pente·
costés.]
63
2 de julio.
64
Ramírez, loe. cit., p., XLVI-VII. Fray Martín de Valencia quedó en la ciudad de
México con cuatro frailes O- de Mendieta, loe. cit., cap. XIV).
65
Motolinía (op. cit., pp. 156-157) copia, casi literalmente, este párrafo y el an-
terior. CJ J. de Mendieta, loe. cit., cap. XV.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valenfia 1 243
66
J. de Mendieta, loe. cit., cap. XVI, Ascu, 1-A, t. XXVI. [Atanasia López marca
aquí el fin del capítulo VI y el inicio del capítulo VIII.]
67
[En ambos foros.]
68 Mendieta publica estos documentos pontificios (Historia, lib. m, caps. V y VI).
Cf Wadingo, Annales Min., a. 1524, n. I-XV, donde trata largamente de la misión de
fray Martín de Valencia, citando a Torquemada, que, como se sabe, ha plagiado a
Mendieta.
244 1 Apéndice
69
Cf Men dieta, lib. III, cap. LI. Ramírez (loe. cit., p. XLVIII-IX) copia un fragmento
del Acta de 28 de julio de 1525 del Libro de cabildo de la ciudad de México. En dicha
Acta se expresa que el teniente gobernador, que a la sazón era Gustavo de Salazar,
y los regidores, se quejaron amargamente de que los misioneros franciscanos usa-
sen de la jurisdicción eclesiástica, pero el custodio fray Martín de Valencia y el
guardián fray Toribio de Benavente defendieron enérgicamente los privilegios
apostólicos que llevaban. Cf Sánchez, Bibliografía de fray Toribio de Benavente o
Motolinía en la edic. de la Historia de los indios, pp. VIII-IX.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita Jratris Martini de Valen fia 1 245
7
°Cf J. de Mendieta, Historia, lib. m, cap. LI.
71
T. de Benavente, op. cit., p. 159; Mendieta (cap. VII de la Vida de fray Martín de
Valencia) habla de cómo éste enseñaba a los niüos indios, pero calla lo de los
testigos.
246 1 Apéndice
72
[Oblígalos a entrar.]
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenria 1 24 7
3
¡ [Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo IX.)
248 1 Apéndice
;, [Atanasio López marca aquí el fin del capítulo IX y el inicio del capítulo X.]
Jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenfia 1 251
75
Así en el ms.; pero deben faltar algunas palabras para completar el sentido.
252 1 Apéndice
jor yntento y zelo de las ánimas. Y a dezir esto me mueve lo que por
experiencia sé de los primeros hermanos rreligiossos que an queri-
do dexar esta tierra de los primeros doze. Dos que determinaron
yrse con Narváes ya sabemos el suceso que uvieron, que sin aprove-
char nada, murieron de hambre. 76 El varón de Dios con otros com-
pañeros que fueron hasta Teguantepeque para se enbarcar e yr a
buscar otras gentes, viendo nosotros sus deseos e ynten<;ión que no
hera de offendelle sino cumplir su voluntad, quiso Dios alumbrallos,
y en uno dellos que todavía quiso y le pareció quedarse con otros
dos rreligiossos y se embarcaron, no fue tampoco Dios servido que
fuesen, y los hecharon en tierra después de aver navegado algunos
días. 77 Este mismo rreligioso de los doze, que se dize fray Martín de
la Coruña, procuró y determinó yr en otro viaje con el mismo yn-
tento, y llegados a una isla padecieron mucha hambre, que no abía
que comer, y con gran travajo y ne<;essidad fueron compelidos vol-
verse a esta tierra. 78 Otro hermano de los doze, por zelo de la rreli-
gón, quiso pasar con otros conpañeros a la Española, y llegados al
puerto, ordenó Dios como no uvo efecto, y se volvieron. Uno de los
doze agora se enbarcó para España con intento de yr a otros ynfieles;
el su<;esso no sabemos la voluntad divina, y que o se estará en Espa-
ña, o Dios le volverá a esta tierra, porque sabe muy bien la lengua. 79
El primero provincial 80 que se eligió este año presente en que fue la
custodia elegida en provincia, determinase que pasase a España, y
aunque parece que a ello le compelía la obediencia del Papa yr al
76
Fueron estos fray Juan Juárez y fray Juan de Palos, que acompañaron a Pánfilo
de Narváez a la Florida, en el año de 1527. (AlA, t. XX, pp. 70-72.)
77
Cf Real provisión sobre descubrimientos en el mar del Sur y su respuesta de Cortés a
la notificación que se le hizo de ella, publicada por Joaquín García Icazbalceta, en
Colección de documentos pam la historia de México, t. 11, México, 1866, p. 36.
78
De estos sucesos hemos tratado largamente en un trabajo sobre fray Martín
de la Coruña, AlA, t. XIV, pp. 305-311;]. de Mendieta, Historia, lib IV, cap. X.
79
Fray Luis de Fuensalida, apud J. de Mendieta, loe. cit. Cf la Memoria sobre los
doce primeros apóstoles de Mejico que hemos presentado al 11 Congreso de Historia y
Geografía Hispanoamericanas, celebrado en Sevilla en mayo de 1921. Actas y Me·
morias, Madrid, 1921, pp. 315-330.
8
°Fray García Cisneros, apud J. de Mendieta, Historia, lib IV, cap. x, lib. v, parte 1,
cap. XXIII.
254 1 Apéndice
Concilio, como hera de los primeros doze, y que por ventura no vol-
vería a esta tierra y gentes, quiso Dios llamar y llevar a su gloria, y
esto nuestro Dios lo sabe porque cuyos secreptos juizios son abscon-
didos a nosotros que lo digo no es afirmando más de conjeturándolo,
que por ventura por esto lo haze y permite Dios que no quiere que
nosotros a quien fue dada en suerte aquesta gente, la dexemos, y
queramos buscar la que está aparejada a otros, para quien Dios la
tiene escogida, y espera la ora que para ello Él tiene determinada,
y que el espíritu del señor no es apresurado. Él sabe la causa por-
que tantos mill años a estado abscondida esta tierra sin le cono¡;:er,
y las que aún escondida no es tarde sino muy temprano y ante del
tiempo. Hasta que llegue la ora que Dios quiere y Él busca los me-
dios, poniendo en cora¡;:ón a los que para ello están ya escogidos
por ese mismo Dios, y los que no quiere que sean para ello, aunque
se disponen y aparejan, Él les pone tales estorvos e inconvenientes
que les sierra la puerta y atapa los caminos que no pueden yr ade-
lante ni hallar lo que buscan ni cumplir sus voluntades y deseos,
porque no son según Dios quiere y tiene ordenado.
Bien es verdad que muchas cossas que Dios quiere se hagan, y
por nuestros deméritos o por no hacer las diligen¡;:ias debidas o ne-
cesarias, permite Dios que no se hagan, y para ello que merezcan
los hombres que se cumpla lo que Él quiere y es su voluntad, dispo-
ne los medios con que así merezcan. E ansí como a nuestro propósi-
to es la voluntad de Dios que una gente ynfiel muy capaz para to-
mar la fee cathólica se descubra para que esto venga a noticia de
los fieles Xpianos, quiérelo Dios revelar a algunos siervos suyos
que lo encomienden con mucho espíritu, y dellos venga a noticia
de personas hábiles y tales que convienen para el tal descubrimien-
to, y ansí con las oraciones de aquellos sus siervos y con la yndustria
de los otros se merezca descubrir la tal gente y tierra, y desta mane-
ra por ventura quiso nuestro Señor rrevelar a su siervo fray Martín
de Valencia las gentes que buscava y deseava ver, no para que él las
viese sino para que sus ruegos y de otros siervos de Dios las mere¡;:ie-
sen ver y descubrir aquellos que ese mesmo Dios para ello tiene
escogidos y determinados que las descubran y se conviertan.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen~ia 1 255
81
[Atanasio López marca aquí el inicio del capítulo XI.]
256 1 Apéndice
82
[Porque conviene hacer esto y no omitir aquello.)
8
~ [La costumbre es otra naturaleza.)
jhestts, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen{:ia 1 257
84
Mendieta (Historia, lib. V, parte 1, caps. IX y X) refiere todas estas visiones que
tuvo fray Martín de Valencia, diciendo al fin del capítulo X: "Todo esto es del ben-
dito Fr. Francisco Jiménez, que lo escribió habrá cerca de cincuenta años ... " Dice
Mendieta que "con estas y otras semejantes visiones quiso Nuestro Señor revelar y
manifestar a su siervo fray Martín aquellas gentes de la gran China, de las cuales no
había noticia en aquel tiempo, ni de la navegación y derrota que se había de tomar
para descubrirlas". Fray Martín de Valencia intentó pasar a la China con ellllmo.
Zumárraga y con fray Domingo de Betanzos, O. P. Q. de Mendieta, loe. cit., cap. VIII.}
85
Cf J. de Mendieta, lib. V, cap. VIII. Fray Francisco Jiménez nada nos dice de la
amistad que fray Martín tuvo con el venerable dominico fray Domingo de Betanzos,
que, según escribe Mendieta, "ya que no podía tener consigo vivo al varón santo
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valenfia 1 259
E oydo dezir que también dixo que se le abía revelado que él abía
de ver aquellas gentes capac;:es y tierras nuevas, lo qual no me acuerdo
aber del oydo, y dizen que por aquesto dixo al tiempo de su muer-
te, que había sido engañado, y si esto dixo no pienso que fue sino
porque, como él sabía por rrevelación que no había de morir en la ca-
ma, tenía pensamiento y le parecía que, pues no abía de ser en cama
ni en casa, que sería por martirio. Y al mismo rreligioso a quien el
varón de Dios abía dicho más abía de diez años que no abía de
morir en cama, e yo se lo oy dezir al mismo que halló presente al tiem-
po de su muerte que [fue] fray Antonio Ortiz. 86 Dize que dixo que
abía sido engañado, esto es que aquel pensamiento y parecer que él
abía conjecturado, y no pienso que quiso dezir que abía sido engaña-
do en lo que su espíritu sabía como por cosa cierta sino en lo que él,
como hombre, conjecturava de lo que suc;:edería o sería de lo que se
avía subrrevelado, y desta manera es posible que también pensava y
le parecía por algunas conjecturas aca humanamente fantaseadas
que abía de ver aquellas gentes y tierras, y según aquesto, tanbién
se deve entender que dixo que abía sido engañado de sí mismo, y
no del demonio, en cosa que le oviese dado crédito del todo, aun-
que todo es posible, y no me afirmo en nada.
vs7
88
Cf J. de Mendieta, Historia, lib. IV, cap. XLII.
89
Acezar~jadear.
Motolinía (op. cit., p. 157) empleó también este verbo, cuando
dice: "Añadió también hincarse de rodillas muchas veces en el día, y estar cada vez
un cuarto de hora, en el cual parecía recibir mucho trabajo, porque al cabo
del ejercicio quedaba acezando y muy cansado". Cf J. de Mendieta, Historia, lib. V,
parte I, cap. V.
jhesus, Maria, Franciscus. Vita fratris Martini de Valen(ia 1 261
90
En este viaje le acompañaron otros ocho franciscanos. El obispo de Santo
Domingo, con fecha 12 de febrero de 1533, escribió una carta a la emperatriz
desaprobando la empresa de fray Martín de Valencia y de sus compañeros. (AlA, t.
XIV, pp. 107-108.)
91
[Si no os harían como niñitos.]
92
Fray Francisco Gómez fue compañero del venerable misionero fray Alonso
de Escalona en Guatemala, con quien Yino a México después de haber trabajado
unos años en la conversión de los indios guatemaltecos. En el año de 1561 el P.
fray Francisco de Bustamante, comisario general de la Nueva España, volvió a
enviar a Guatemala a los PP. Fr. Alonso de Escalona y fray Francisco Gómez. Éste,
como escribe Mendieta, era "esencial religioso y muy buena lengua de aquella
tierra" U· de Mendieta, Historia, lib. V, parte 1, cap. XLIII). El mismo Mendieta llegó
a conocer aún a fray Francisco Gómez, en edad muy avanzada y desmemoriado. U·
de Mendieta, lib. 1\', cap. xu)
ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
263
264 1 Índice
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189