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LAS TRES LECCIONES MÁS IMPORTANTES DE PISA 2012

 Juan Ramón Rallo

Cada informe PISA es una oportunidad propicia para que los defensores de la educación
coactiva estatal reivindiquen una educación pública de calidad apelando al modelo finés
(finlandés) lo que automáticamente se transforma en la querencia de un mayor gasto
público en educación o, al menos, en una beligerante oposición a los recortes. Sólo hay
un problema: de PISA no se desprende lo que ellos creen que se desprende.
El problema de la educación no es la falta de gasto
Según el propio informe PISA, entre los países desarrollados existe una nula relación
entre gasto por alumno y resultados académicos. Gastar más en educación no equivale a
mejorar la educación. En el gráfico podemos observar la correlación entre el gasto
acumulado por alumno entre los 6 y los 15 años y la puntuación obtenida en PISA 2012:
verán que la recta de regresión es casi plana, lo que indica que ambas variables no
guardan correspondencia alguna. Como dato ilustrativo: España gasta en educación un
20% más que Corea del Sur, un 42% más que Polonia y un 48% más que Estonia, pero
sólo obtiene una puntuación de 484 (posición 33) frente a los 518 de Polonia (posición
14), a los 521 de Estonia (posición 11) y a los 554 de Corea (posición 5).

La razón fundamental de por qué más gasto no proporciona mejores resultados es que,
pese a que el imaginario colectivo tiende a pensar que el educativo es un sector muy
capital intensivo donde hay que emplear carísimas y punterísimas tecnologías, alrededor
del 70% de los desembolsos en educación se corresponden con los salarios de los
profesores. Y a menos que haya un buen sistema de selección del profesorado y se dote
a éste (o al centro, como luego veremos) de autonomía suficiente para desplegar su
valía, aumentar el monto de la nómina o la cantidad de pagas extras no repercute en
mejor enseñanza al alumno. E incluso cuando los profesores sí cuentan con suficiente
autonomía, es obvio que a partir de cierto nivel salarial, más sueldo no es mejor
educación (si corrigiéramos los datos de gasto educativo por la renta per capita de cada
país, la correlación seguiría siendo nula).
El mito de Finlandia
Una muestra adicional de que un mayor gasto no solventa otros problemas más de
fondo es que la tan modélica Finlandia apenas gastar por alumno un 5% más que
España. Si tan excelente es el sistema educativo finés, ¿no deberíamos pensar que quizá
las razones de su éxito sean otras distintas al gasto?
Con todo, los éxitos del modelo educativo finés –indudables en comparación con los
fracasos del resto de países– han terminado deviniendo un mito para justificar que,
como el problema no es que gastemos mucho sino que gastamos mal, lo que toca es
gastar mejor, no gastar menos. Sucede, empero, que ambas hipótesis no son
incompatibles: el sistema educativo español gasta mucho y gasta mal, de modo que
necesitamos gastar mejor y gastar menos.
Pero, como digo, el sistema público finés se ha mitificado inadecuadamente por
los lobbies educativos y mediáticos españoles. Al cabo, Finlandia obtiene una
puntuación de 519 en PISA, frente a los 484 de España. 35 puntos de diferencia:
sorprendente, sí. Pero, ¿qué tal si comparamos la escuela pública finesa con los centros
privados y concertados de España? Pues que ahí las diferencias ya se estrechan
notablemente: los centros privados y concertados puntúan 510,1 frente a los 517,9 de la
pública finesa: 7,8 puntos de diferencia, menos de una cuarta parte.
Desde luego, la réplica inmediata a esta comparativa es que las muestras de alumnos no
son homogéneas: los estudiantes de centros privados suelen proceder de un ambiente
económico, social y cultural superior al de los centros públicos, de modo que es normal
que puntúen más alto. Pero, ¿acaso el finés medio no posee un nivel económico, social
y cultural superior al español medio? ¿Es necesario recordar que la renta per cápita de
Finlandia es un 62% más elevada que la española? Dado que el 32% de los estudiantes
españoles están escolarizados en un centro privado o concertado, ¿podemos asumir que
el nivel económico, social y cultural del finés medio es inferior al nivel medio de ese
32% de españoles que llevan a sus hijos a un centro privado o concertado?
Basta con acudir a los resultados que ofrece PISA corregidos internacionalmente por la
situación económico-social-cultural: en tal caso, la escuela pública finesa logra 508
puntos frente a los 498,5 de la privada y concertada española. No está mal, pero desde
luego ninguna gesta diferencial como para que estemos todo el día flagelándonos
pensando en las maravillas del modelo finés.
Recomponiendo el puzle: no existe educación realmente privada
Por lo visto hasta el momento, la clave del éxito de la educación no está en el gasto,
pero tampoco parece residir en la titularidad de los centros, como evidencia que los
centros públicos de Finlandia son algo mejores que los centros privados españoles. El
caso encaja con el conjunto de la evidencia expuesta por PISA 2012: aunque en el
global de países analizados los centros de titularidad privada (corregidos los
antecedentes económicos del alumno) puntúen mejor que los públicos, no se trata de
una correlación demasiado fuerte. ¿Dónde está, pues, la clave del éxito?
El informe nos da ciertas pautas. Primero, en la OCDE, sólo un 10% de la variabilidad
de los resultados en PISA se explican por diferencias entre sistemas educativos: el 36%
se debe a diferencias entre centros y el 54% a diferencias entre alumnos. Por
consiguiente, los distintos “modelos” educativos son relativamente menos importantes
que las características del alumno y que la organización de cada escuela. Segundo, PISA
constata que un mayor grado de autonomía de cada escuela a la hora de diseñar el
currículum y de organizar el centro contribuye positivamente a los resultados. Tercero,
y acaso de manera paradójica con el anterior, la competencia entre centros no juega
absolutamente ningún papel en mejorar los resultados.
¿Cómo es posible que la diversidad curricular sea buena y la competencia entre centros,
que estimula esa diversidad curricular, no lo sea? Básicamente porque la competencia
educativa que realmente marca la diferencia no es la de que dos centros cortados por el
mismo patrón se peleen por captar un número limitado de alumnos: la competencia
relevante es la que permite la autoorganización y autorregulación de cada centro, esto
es, su autonomía para proponer planes de estudio y modalidades de enseñanza
radicalmente distintas a las de otros centros, compitiendo con ellos en ese campo. Por
desgracia, ese grado de autonomía no lo encontramos en ningún país del mundo, de ahí
que la competencia no cuente para nada. En cambio, la escasa autonomía con que
algunos Estados dotan a los centros sí sirven para mejorar marginalmente el
rendimiento de los alumnos porque, en efecto, lo que cuenta es diferenciarse
experimentalmente.
Conclusión
Aunque en España existen buenas razones para preferir una titularidad privada de los
centros educativos antes que una titularidad estatal –básicamente, los resultados de los
privados son mejores y su coste, según INE y Eurostat, es la mitad que el estatal–, ésa
es una cuestión realmente secundaria. Cuando se trata de elegir entre centros estatales y
centros privados encorsetados por la planificación estatal de la educación, lo único que
estamos eligiendo es, primero, el nivel salarial de los profesores (en la privada cobran
menos que en la pública) y, segundo, quién vaya a ser el gestor encargado de
administrar el centro de enseñanza (un funcionario o un capitalista rentista encargado de
reproducir las directrices que le marca el legislador). Nada más.
La diferencia es, pues, escasa y no debería extrañarnos que en algunos países los centros
públicos puntúen mejor que los privados (ahora se ha puesto de moda hablar del fracaso
del modelo de cheques suecos, cuando el 85% de alumnos sigue yendo a la pública y
cuando los centros suecos tienen, según PISA, una escasísima autonomía). La cuestión
de fondo, empero, es por qué el Estado tiene que imponernos un modelo educativo a
todos los estudiantes;por qué cada escuela privada no puede experimentar
descentralizadamente con el suyo y dedicarse no a gestionar las directrices educativas
de los políticos, sino a innovar y revolucionar el modelo de educación decimonónico
que todavía padecemos. He ahí la competencia realmente útil: aquella dirigida a ofrecer
el mejor servicio al menor coste al estudiante, no la competencia en la que todos hacen
exactamente lo mismo.
Por eso hoy no existe mercado educativo libre ni siquiera allí donde el centro es de
titularidad privada: porque es la legislación estatal la que en última instancia determina
cuál es el producto educativo ofrecido y cuáles son las condiciones en las que se ofrece.
Ésa es la verdadera privatización que necesitamos, no un mero traspaso de la gestión a
empresarios maniatados.

LAS TRES LECCIONES MÁS IMPORTANTES DE PISA 2012

"La economía española ha salido de la recesión, pero no de la crisis. Para dejarla atrás
es necesario abordar, a corto y a medio plazo,numerosos retos que exigen cambios de
gran calado en las empresas, en la educación y en el sector público". De este modo,
resume la Fundación BBVA el desafío que afronta la economía nacional de cara a los
próximos años.
En su Informe 2013 Fundación BBVA-Ivie sobre Crecimiento y competitividad,
presentado el miércoles, los investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones
Económicas (Ivie) identifican ocho grandes retos cuya superación hará más probable
que la necesaria competitividad económica de España sea duradera. El objetivo global
es competir y crecer mejor, tanto a medio como a largo plazo, pero para ello será
necesario solventar los siguientes aspectos:
1. Más inversión en intangibles
El primer reto es aumentar la invesión en activos intangibles: información digitalizada,
innovación y competencias económicas que potencien la imagen de marca, mejoras en
la gestión, en la organización del trabajo y formación. Es decir, que las empresas
inviertan más en I+D, en mejorar su organización interna y en la formación de
trabajadores y empresarios parar elevar su productividad y generar más valor
añadido.
El problema es que la inversión en intangibles en España es baja, apenas el 6,7% del
PIB, menos del 40% de la inversión en activos tangibles (capital físico), cuando en
Estados Unidos representa un 150%.
2. Aprovechar mejor la globalización
La economía española ha de orientar más sus actividades hacia las que generan más
valor, teniendo presente que la economía mundial se caracteriza por una elevada
fragmentación de los procesos productivos que permite a las empresas especializarse en
distintas tareas. La globalización plantea el reto de reducir los costes en tareas de baja
cualificación y centrarse en las más cualificadas.
3. Atraer inversión extranjera
Poner en valor las ventajas competitivas de España ante las estrategias de
deslocalización de las multinacionales extranjeras. Las dotaciones de infraestructuras,
la oferta de mano de obra abundante de cualificación alta y los salarios, además de los
costes del suelo y alojamiento que son más bajos que los de muchas economías
europeas, deben servir para que determinadas actividades se localicen en España.
4. Cambiar la estructura y gestión de las empresas
Abordar cambios en la estructura, dirección y gestión de muchas empresas, en especial
de las más pequeñas. "Las estrategias empresariales dependen con frecuencia de
propietarios con escasa cualificación para manejar la actual complejidad tecnológica de
las organizaciones y de los mercados", según el estudio.
Mientras el 71,1% de los directivos son universitarios, ese porcentaje se reduce al
10,5% entre los empresarios con asalariados y al 10,3% entre los autónomos, pero estos
dos últimos grupos son los mayoritarios. Las empresas grandes y las multinacionales,
gestionadas con frecuencia por directivos profesionales, logran mayores niveles de
eficiencia y productividad.

5. Mejorar la productividad laboral


Es necesario incrementar las ocupaciones cualificadas, que quienes ocupan estos
puestos estén bien formados y sean productivos, y que las empresas gestionen esos
recursos adecuadamente.
Aunque en España el porcentaje de puestos de trabajo de alta cualificación representa ya
alrededor de un tercio del total, en otros países esa cifra se aproxima al 45%. Las
previsiones europeas son que dos de cada tres puestos de trabajo creados en España
en esta década sean cualificados, y por ello es necesario contar con abundantes
recursos humanos con formación superior (universitaria o profesional), con
conocimientos, competencias y actitudes adecuados para cubrir una demanda cada vez
mayor de capital humano.
6. Reducir el paro
Uno de los retos más importante para el resto de esta década, según los expertos, será
"absorber una gran bolsa de parados con escasa formación, pues la exclusión laboral
está siendo un factor clave del mayor riesgo de pobreza".
Por ello, abogan por emplear todo "el arsenal disponible para paliar el problema que
representa el desempleo", mediante una mayor flexibilidad laboral, más facilidades para
crear empresas, una mejor formación para desempleados, etc.
7. Igualdad de oportunidades
Un séptimo reto es garantizar el acceso a servicios públicos fundamentales como
la educación y la salud, "claves para igualar las oportunidades de los grupos sociales
más amenazados por la pobreza".
Y, para ello, es necesario garantizar "la sostenibilidad financiera del gasto público a
medio y largo plazo, amenazada por la tendencia expansiva de los gastos asociados al
envejecimiento; la existencia de grandes diferencias de recursos por habitante entre las
comunidades autónomas, responsables de la prestación de estos servicios; y la falta de
instrumentos de evaluación sistemática de los resultados de las políticas educativas y
sanitarias, que promueva la difusión de buenas prácticas y la eficiencia".
8. Servicios públicos más eficientes
Por último, es necesario que España cuente con unos servicios públicos
eficientes, minimizando costes y maximizando el volumen y calidad de los mismos.
En este sentido, el informe recomienda apostar por "la evaluación sistemática ex-ante
y ex-post de las políticas, basada en sistemas de información adecuados".

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