“Nuestro país maneja tendencias lentas que generalmente se
encuentran atrasadas. Al cabo de ese tiempo, que va de tres a cuatro meses, la ropa cambia y no es igual. Acá se tiende a ir a lo seguro, a lo básico y no hay interés de crear siluetas nuevas para la moda infantil, pues creen que ellos no tienen la necesidad de sentirse diferentes o de innovar”. Las grandes casas de moda realizan ropa para niños para satisfacer ciertas expectativas pensando a la vez en la opinión de los padres, siendo esto parte de una “estrategia de las grandes marcas, para hacer que sus papás compren la misma marca que a ellos les gusta. Así se genera una identidad en la familia” (Alejandra Aránzazu).
Los niños se han convertido en un atractivo segmento para los
empresarios de moda por su alto potencial en el mercado de ropa y accesorios, industria que ya vale $1,2 billones al año” (Dinero, 2015).