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¿Qué es amar? ¿Cuándo puedo decir que amo verdaderamente algo? ¿Cómo
se manifiesta el verdadero amor?
El amor es un privilegio y un deber de los seres humanos.
Nuestra relación con el otro (a diferencia de los animales) supera los instintos.
Encontramos felicidad construyendo la felicidad de los demás aunque debamos
sacrificar nuestros intereses.
Es por tanto, inhumano quien es egoísta, quien se encierra en sus intereses siendo incapaz de darse
y de servir a los demás; quien guía sus relaciones con el otro por el cálculo y la conveniencia
personal; quien es incapaz de benevolencia,
de compasión, de simpatía; quien es frío e indiferente en relación con los demás
seres del Universo.
Colecciona cantos sobre el amor, poesías sobre el amor... Canta y recita con
tus compañeros.
Amar es:
- Amo algo o a alguien cuando:
- Amar significa:
- Se ama a sí mismo quien:
Hay, sin embargo, ciertas vertientes fundamentales que nos pueden ayudar a hacer algo de claridad
sobre esta realidad que rodea nuestras vidas.
El amor se puede entender de dos maneras. Como búsqueda y anhelo (Eros) o como entrega o don
(Ágape).
El amor como Eros es ese sentimiento, esa fuerza y esa aspiración que nos hace buscar, anhelar y
luchar por lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo sublime.
El amor como Ágape, es ese sentimiento, inclinación, fuerza que nos lleva a darnos, entregarnos, a
servir, a cuidar, a buscar la felicidad de otros.
Ambas vertientes o formas de amar, tienen como común denominador la gratuidad, la universalidad
y la capacidad de “sacrificarse por”.
El amor es por esencia desinteresado y gratuito. Se ama por amar, no porque se espera algo de
aquello que se ama; se ama no como yo lo quiero sino como el otro lo quiere; se ama al otro porque
es el otro, no porque me gusta, porque me conviene; considerar al otro como fin, no como “un
medio para”.
El amor está centrado en el “ser” del otro. No puede ser egocéntrico. Por el ser del
otro, su felicidad, su bienestar, se está dispuesto a todo sacrificio que no implique
perder la propia dignidad y valor.
El amor es por esencia universal. Aunque puede centrarse en una persona o realidad particular, sus
motivos son universales. Cuando se ama a alguna persona o a algo, se está abierto a todo aquello
que comulga con la naturaleza de lo amado. El amor auténtico es generoso, no es celoso, ni
envidioso, no puede encerrarse en el egoísmo.
Considero que es en la relación hombre - mujer, donde el amor puede llevarse a su máxima
realización y puede manifestarse en su máxima plenitud, como Eros y Ágape.
Pero es también la relación donde realizar el amor es más difícil; lo sublime es siempre lo más difícil.
El “hacer el amor” (el amor hay que vivirlo, hacerlo, construirlo), se ha reducido en
nuestro lenguaje al acto sexual. Y es cabalmente en el acto sexual donde es más difícil realizar un
amor, por esencia sacrificado, desinteresado y universal.
El acto sexual no es la realización del amor; debería ser la manifestación más completa y sublime de
un amor preexistente.
Se ama cuando se quiere aquello que el otro quiere; cuando se goza dando, no tanto recibiendo;
cuando se encuentra o construye la verdad, la bondad y la belleza en la relación con el ser amado.
Por eso el amor verdadero es benevolente no alcahueta, personalizante no alienante. El amante no
puede ser ni poseedor ni poseído, ni domador ni perro faldero. Es el encuentro de dos personas en
búsqueda de perfección en el ser, en la felicidad, en la belleza, en el bienestar.
Paradójicamente el amor es más fácil de realizar en otras relaciones como las de progenitor - hijo,
médico - paciente, educador - educando, ya que en ellos brilla y puede brillar más auténticamente
el desinterés y la universalidad.
Pero aún el admirable amor de la Madre Teresa por sus pobres de Calcuta puede no serlo, si se lo
hace por motivos diferentes a la construcción del bien, de la verdad y de la belleza en los seres
amados, sin esperar recompensa ni aquí ni en la eternidad.