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Audio de tres experiencias hermanos perseguidos

por su fe.
Estudio de la Atalaya del 2 al 8 de septiembre 2019.
Link para verse por video – Tres experiencias de fidelidad
La otra hermana es Valentina Garnovskaya. Estuvo en prisión
en la antigua Unión Soviética en tres ocasiones distintas durante
veintiún años.*
Nota:
Vea el Anuario de los testigos de Jehová 2008, páginas 191 y
192.
Nunca tuve un lugar propio donde vivir
VALENTINA GARNOVSKAYA
AÑO DE NACIMIENTO 1924
AÑO DE BAUTISMO 1967
OTROS DATOS Estuvo veintiún años en prisiones y campos
de trabajos forzados, dieciocho de ellos antes de bautizarse.
Valentina ayudó a 44 personas a aprender la verdad antes de su
muerte, en 2001.
MI MADRE y yo vivíamos en el oeste de Bielorrusia. Conocí a
los testigos de Jehová en febrero de 1945. Un hermano vino a
casa solo tres veces y nos enseñó varias cosas de la Biblia.
Jamás volví a verlo, pero empecé a predicarles a mis vecinos y
conocidos. Entonces me arrestaron y me sentenciaron a ocho
años de trabajos forzados. Me mandaron al oblast de Uliánovsk.
En el campo observaba a las demás prisioneras y trataba de oír
sus conversaciones, con la esperanza de encontrar a alguna
testigo de Jehová. En 1948 escuché a una prisionera mencionar
el Reino de Dios. Se llamaba Asya. ¡Qué feliz me sentí de poder
hablar con ella de asuntos bíblicos! Poco después llegaron otras
tres hermanas al campo. Casi no teníamos publicaciones, así
que procurábamos andar juntas la mayor parte del tiempo.
Salí en 1953. Pero tres años y medio después me volvieron a
arrestar por predicar, y fui sentenciada a diez años de cárcel. En
1957 me transfirieron al campo de trabajos forzados de
Kemerovo, donde había unas ciento ochenta hermanas. Las
publicaciones bíblicas nunca nos faltaron allí. Durante el
invierno las escondíamos en la nieve; durante el verano, entre la
hierba y en la tierra. Cuando había registros, me cubría los
hombros con un enorme chal y sujetaba las puntas con ambas
manos, donde ocultaba las hojas de la publicación. Para ir de un
campo a otro, escondía varios ejemplares de La Atalaya en una
gorra que yo misma había hecho, y me la ponía en la cabeza.
Después de un tiempo me enviaron a un campo de trabajos
forzados de Mordvinia. En ese campo había una Biblia, que se
guardaba en un lugar seguro. Solo podíamos consultarla cuando
estuviera presente la hermana que la cuidaba. La única Biblia
que yo había visto hasta entonces, aparte de esta, era la del
hermano que me llevó la verdad allá en el año 1945.
Cuando quedé libre en 1967, me mudé a Angren (Uzbekistán),
y pude simbolizar mi dedicación mediante bautismo en agua.
Como siempre había estado en campos de trabajos forzados
para mujeres, allí, por primera vez, pude conocer a hermanos
varones, aparte del Testigo que nos llevó la verdad a casa.
La congregación de Angren estaba formada por celosos
ministros del Reino, tanto hermanos como hermanas, y en poco
tiempo ya les tenía mucho cariño. En enero de 1969 arrestaron a
ocho hermanos y cinco hermanas de nuestra congregación. Yo
estaba entre ellos. Me condenaron a tres años de prisión como
“delincuente especialmente peligrosa”. Muchas veces terminé
en una celda de aislamiento por predicar.
Para dirigir estudios bíblicos me ocultaba debajo de una frazada
junto con la estudiante. Teníamos prohibido hablar entre
nosotras cuando salíamos a caminar. A la que sorprendieran
hablando la mandaban a la celda de aislamiento. Nuestras
únicas publicaciones estaban copiadas a mano, y volvíamos a
copiarlas una y otra vez.
Nunca tuve un lugar propio donde vivir. Todas mis pertenencias
cabían en una maleta. A pesar de eso, yo era feliz y me sentía
satisfecha de servir a Jehová.
 w09 15/4 págs. 7-11
 Nuestra integridad alegra el corazón de Jehová
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2009

Veamos el ejemplo de Valentina Garnovskaya, una


de las muchas hermanas de Rusia que, como Job,
se mantuvieron fieles. En 1945, cuando tenía unos
20 años de edad, un hermano le dio testimonio,
pero solo pudo visitarla en dos ocasiones más para
hablarle de la Biblia. Aunque Valentina nunca
volvió a ver al hermano, empezó a predicar a sus
vecinos. Como consecuencia, fue arrestada y
sentenciada a ocho años en un campo de
trabajos forzados. En 1953 recuperó su libertad y
enseguida se puso a predicar. Sin embargo, la
volvieron a arrestar, y esta vez la sentencia fue de
diez años. Después de algunos años de encierro, la
trasladaron a un campo en el que las hermanas
tenían una Biblia, y un día una de ellas se la
mostró. Aquel fue un momento muy emocionante
para Valentina, pues la única Biblia que había visto
antes era la del hermano que le dio testimonio allá
en 1945.
11
En 1967, Valentina fue puesta en libertad y por fin pudo
bautizarse en símbolo de su dedicación a Jehová.
Aprovechando su recién adquirida libertad, empezó de
nuevo a participar en el ministerio con todo entusiasmo.
Aunque en 1969 fue detenida otra vez y condenada a tres
años de prisión, jamás dejó de dar testimonio. Antes de su
muerte, en 2001, había ayudado a 44 personas a conocer
la verdad. Pasó un total de veintiún años en prisiones y
campos de trabajos forzados. Estuvo dispuesta a renunciar
a todo, incluso a su libertad, con tal de mantenerse fiel.
Poco antes de morir, dijo: “Nunca tuve un lugar propio
donde vivir. Todas mis pertenencias cabían en una maleta.
A pesar de eso, yo era feliz y me sentía satisfecha de servir
a Jehová”. La vida de esta hermana constituye una
contundente respuesta a Satanás, quien asegura que los
seres humanos le fallaremos a Dios si se nos somete a
presión (Job 1:9-11). Estamos seguros de que Valentina
alegró el corazón de Jehová y de que él está ansioso por
resucitarla a ella, así como a todos los demás siervos
suyos fieles que han muerto (Job 14:15).
JONES, STANLEY E.
1- biografía: w66 116-26
2- Informe en el Estadio Yanqui: w66 116, 124; g65 22/12 28
3- Liberado de prisión: w66 116, 124; g65 8/12 29
4- Mantuvo su espiritualidad durante su encarcelamiento: w84 15/6
27, 30; yb75 208-9
5- Recordó textos en prisión: w80 15/10 9; yb75 208-9

1- Biografía
______________________________________________

2- Informe en el Estadio Yanqui: w66 116, 124;


g65 22/12 28
JONES, STANLEY E.
w66 116-26
Stanley Jones En 1965, después de siete años en las prisiones de la
China Roja, Stanley Ernest Jones habló a más de 34.700 personas en
el Estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York. Mientras estuvo en
prisión, había meditado en las Escrituras, acudido a la oración y se
había mantenido espiritualmente fuerte con la ayuda del espíritu de
Jehová. Pero una cosa que mencionó fue: “Solo vamos a tener
tribulación ‘diez días.’ En otras palabras, es algo que tiene fin. Todo
tiene fin a su propio tiempo. Por lo tanto sencillamente aguantamos;
Dios nos pasará al otro lado.”—Rev. 2:10.
Un compañero misionero, Harold King, pasó casi cinco años en una
prisión de la China Roja. Él, también, había permanecido
espiritualmente fuerte. ¿Sabe usted que, mientras estuvo preso, hasta
compuso música basada en pensamientos bíblicos? Sí, el libro de
cánticos usado por los testigos de Jehová hoy —“Cantando y
acompañándose con música en su corazón”— contiene una melodía
que el hermano King compuso en prisión. Es el cántico número 10,
intitulado “De casa en casa.” Por eso, no tema el futuro. Jehová puede
sostenerlo como sostuvo a los cristianos neutrales encarcelados en los
Estados Unidos así como a muchos otros mantenedores de integridad,
incluso a los hermanos Jones y King, que tuvieron la dura experiencia
de estar encarcelados en una prisión comunista china.

Siete años en las prisiones de la China Roja—¡pero


firme en la fe!
SIETE años es largo tiempo para pasarlo incomunicado. ¿Hay algo de
la vida en que usted crea con tanta profundidad que estaría dispuesto a
afrontar tal experiencia a causa de ello, cuando, transigiendo, se le
podría poner en libertad? Ciertamente el hombre que estuviera anuente
a afrontar años en prisión más bien que renunciar a su religión es uno
que es fuerte en la fe. Pero, ¿qué podría hacer para ocupar su mente y
mantenerse firme en la fe durante esos largos y tristes años de encierro
en su celda de concreto?
Vivo interés en las experiencias de un individuo que había vivido a
través de ello atrajo a 34.708 personas al Estadio Yanqui de Nueva
York a las 10:00 a.m. el 30 de octubre de 1965. Estas se habían
enterado de la reunión, a lo más, cuatro días antes, pero vinieron de
todo el nordeste de los Estados Unidos, algunos hasta del Canadá,
California y Florida.
Vinieron para escuchar a un hombre al que pocos de ellos conocían
salvo por su nombre, Stanley Ernesto Jones. Vinieron porque era su
hermano cristiano, y acababa de ser puesto en libertad de la prisión en
la China comunista. Creían que las cosas que les diría serían una
fuente de fortaleza espiritual, fortaleza que ellos mismos necesitarían
para retener su integridad a Dios en los tiempos difíciles del futuro.
También vinieron porque esto les daba la oportunidad de mostrar el
amor afectuoso que sentían por uno de los siervos de Jehová que había
aguantado prueba tan larga.
La mañana del sábado 30 de octubre había amanecido despejada y
fría, la temperatura solo a unos tres grados arriba del punto de
congelación. El auditorio que llenó todas las gradas inferiores y del
entresuelo del Estadio Yanqui vino equipado con frazadas y termos
como defensa contra el frío. Componían un auditorio muy callado y
atento para el orador. Sus primeras palabras les llegaron al corazón:
“Hermanos, después de no haber podido hablar con ningún testigo de
Jehová y habiendo permanecido incomunicado durante siete años,
hasta cierto grado me siento atónito al estar aquí entre tantos de
ustedes y estar hablándoles esta mañana. La última vez que estuve
entre tantos hermanos, es decir, en asamblea, fue en 1946, cuando
asistí a la asamblea de Cleveland.”

OBRA MISIONAL EN SHANGAI


Luego, por su descripción, el hermano Jones llevó a su auditorio
consigo a Shanghai, China, donde él y su compañero, Haraldo King,
fueron enviados como misioneros en 1947, después de graduase de la
Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. El pueblo chino era
amigable y respondía bien a su ministerio. Pero China era un país que
se encontraba en las garras de la guerra civil, y para fines de 1949 las
fuerzas comunistas habían llegado a la ciudad costeña de Shangai.
Una noche, acostados, los dos misioneros oyeron que el tiroteo se
acercó más y luego gradualmente terminó. Cuando miraron por la
ventana a la mañana siguiente vieron soldados comunistas por las
calles. ¡Se hallaban detrás de la “Cortina de Bambú”!
Misioneros de otras religiones salían de China por centenares. ¿Qué
harían estos testigos de Jehová? ‘Sí, ¿qué haríamos nosotros en tal
situación?’ pensó el auditorio al escuchar las siguientes palabras del
hermano Jones.
“Bueno, teníamos que decidir lo que íbamos a hacer. ¿Nos
quedaríamos y ayudaríamos a los hermanos, o deberíamos huir como
lo estaban haciendo muchos otros extranjeros? No titubeamos en
hacer una decisión. Íbamos a quedarnos, porque habíamos llegado a
amar a aquellos hermanos. Sabíamos que muchos eran inmaturos, y
creíamos que si nos marchábamos seríamos como pastores que huyen
del rebaño a la primera señal de peligro.
“Nuestro trabajo continuó prosperando y tuvimos libertad por unos
doce meses. Luego, en 1951, nos llamaron a la jefatura de policía y
nos dijeron: ‘No deben ir de casa en casa a predicar.’ Todavía
podíamos predicar en el Salón del Reino y tener estudios bíblicos con
la gente, pero ‘ningún trabajo de casa en casa.’ Les dijimos esto a
nuestros hermanos chinos y nos dio mucho gusto ver que su reacción
fue: ‘Esta orden aplica a ustedes que son extranjeros; no nos aplica a
nosotros. Nosotros seguiremos en la obra de predicación, y quizás si
podemos hallar algunos que estén interesados, entonces ustedes
podrán enseñarles con un estudio bíblico.’ Y eso es exactamente lo
que hicimos. Así, en vez de menguar la obra, debido al celo de los
hermanos nuestro trabajo continuó aumentando, quedando muy
sorprendidas las autoridades.”

LAS DIFICULTADES AUMENTAN


Para 1955, dijo el hermano Jones, su pequeño salón estaba demasiado
apiñado y se alquiló un edificio más grande para sus reuniones. Pero
el primer domingo que trataron de usarlo la policía les cerró el paso,
diciendo: “Ustedes tienen un salón; ustedes se quedan en ése.” El
gobierno estaba claramente resuelto a impedir más aumento.
En todas partes se promovía el doctrinarismo comunista en fábricas,
oficinas, escuelas, hospitales y en edificios de apartamientos y calles.
Los comités políticos organizaban reuniones semanales para enseñar
doctrina comunista. Se comenzó el “Movimiento de Rectificación,”
con el propósito de rectificar el modo de pensar y actuar incorrecto.
Esto significaba no solo lograr que la gente pensara progresivamente y
mejorara sus métodos de trabajo, sino, más particularmente, eliminar
sus viejos puntos de vista políticos, adoptando en cambio las ideas del
sistema comunista. A los trabajadores se les dijo que deberían
criticarse unos a otros así como a sí mismos. Cualesquier comentarios
previos no favorables al régimen comunista deberían confesarse
abiertamente. Se ejerció presión sobre los obreros para que
denunciaran a otros, y a éstos entonces se les molestaba
continuamente hasta que finalmente confesaban haber dicho cosas
incorrectas, y afirmaban estar arrepentidos.
Pero, ¿qué había de las personas que alegaban ser cristianas? A
muchas iglesias se les ordenó romper sus relaciones con los países
extranjeros. En cuanto a los clérigos, algunos fueron sacados de las
iglesias, y a otros se les ordenó que asistieran a clases especiales
donde aprendían política comunista. De modo que desarrollaron un
movimiento eclesiástico y organización eclesiástica “patrióticos.”
“Pero nosotros los testigos de Jehová, aunque vivíamos en medio de
todo esto, no podíamos participar en ello. Nuestros hermanos sabían
eso y se mantuvieron separados. Como Jesucristo nos dijo, nosotros
‘no somos parte del mundo,’ así como él no fue parte del mundo. Si
llegábamos a ser ‘amigos del mundo,’ seríamos ‘enemigos de
Dios.’—Juan 17:16; Sant. 4:4.
“Por lo tanto, aumentaron nuestras dificultades en la predicación,
estos miembros de los comités políticos a menudo llevaron a los
hermanos que iban de casa en casa a la jefatura de la policía. Al
principio se les ponía en libertad después de una hora o dos, pero
después llegó el tiempo cuando detuvieron a tres de nuestras hermanas
por cuatro días. Con ansiedad esperamos ver cómo reaccionarían
nuestras hermanas chinas a eso, y nos deleitamos cuando salieron
regocijándose de que hubieran sido ‘consideradas dignas de sufrir
deshonra a favor de Su nombre.’ (Hech. 5:41) Estaban resueltas a
seguir y predicar de todas maneras. Les aconsejamos que tuvieran
cuidado y evitaran cualesquier dificultades si fuese posible, pero ellas
confiaban en que podían enfrentarse a cualquier cosa que sucediera.
“Luego llevaron a la hermana Nancy Yuan de la obra de casa en casa
a la jefatura de policía y la detuvieron allí. Ella tenía cuatro hijos, uno
de ellos de solo un año de edad. Hablé a un abogado para obtener
ayuda, y él dijo: ‘No podemos hacer nada. Si el asunto se halla en
manos de la policía, no podemos intervenir.’ Su madre le envió una
Biblia, pero ésta fue devuelta. Entonces, detuvieron a aquella hermana
por un período de cuatro años antes de que finalmente la llevaran al
tribunal y la sentenciaran. No sé exactamente cuál fue su sentencia. A
otra hermana, una maestra de escuela, igualmente madre de cuatro
hijos, también la arrestaron.”
Un suspiro de compasión recorrió el estadio al oír estos incidentes.
El hermano Jones habló de los esfuerzos que hizo para asistir a la
asamblea internacional de los testigos de Jehová en Nueva York en
1958; pero la petición que hizo de un permiso para salir le fue negada
por el gobierno chino, sin ninguna explicación. Después de esa
asamblea un hermano viajó de Hong Kong a Shangai para verlos, pero
le fue rehusado el permiso de desembarcar. Los hermanos solo
pudieron pasar cerca de su barco en un pequeño transbordador, hacerle
señas con las manos y gritarle un saludo, nada más. Fue el último
hermano del exterior que habrían de ver por muchos años.

MISIONEROS ARRESTADOS
“Una mañana al estar preparando el desayuno,” continuó, “el hermano
King miró por la ventana y vio que algunos policías corrían por el
callejón. Dijo: ‘¿Adónde irán?’ Bueno, no tuvimos que esperar mucho
para saberlo, porque en un instante estuvieron golpeando nuestra
puerta. Y cuando abrimos la puerta se hallaban allí con armas
desenvainadas, al estilo verdadero de los ‘gángsters,’ y nos dijeron:
‘Arriba las manos’ y nos esposaron. Entonces registraron toda nuestra
propiedad, pusieron la literatura de la Sociedad Watch Tower en
bolsas y nos llevaron en autos particulares a la casa de detención. Allí
me colocaron en una celda donde me mantuvieron solo todo el
tiempo.”
Luego comenzó un período de interrogatorios para el hermano Jones
que, junto con Haraldo King, fue acusado de ‘participar en actividades
reaccionarias contra el gobierno del pueblo de la China.’ Esto incluyó
dos puntos particulares. Primero: sus doctrinas y sus actividades de
predicación. Segundo: sus declaraciones personales, cosas dichas en
conversación con la gente a través de los nueve años anteriores.
Evidentemente la policía había estado preparando un archivo contra
ellos. El hermano Jones habló acerca de los métodos de ellos:
“Objetaban a la predicación del reino de Dios como la única
esperanza. Decían que habían eliminado de la China a los antiguos
imperialistas y que ahora el país se hallaba en las manos del pueblo. El
pueblo debería unirse ahora para edificar una nueva China y un ‘nuevo
mundo.’ Y por eso, insistían en que todos deben participar y que ‘si
usted está enseñando neutralidad, entonces usted se opone al
gobierno.’ Dijeron que el predicar el Reino sería subversivo. No sé si
pensaron que al arrestarnos podían impedir que este mensaje del
Reino se proclamara y frustrar el propósito de Dios de establecer este
dominio del Reino sobre toda la Tierra, pero sabemos que ningún
gobierno, prescindiendo de la acción que emprenda contra los siervos
de Dios, puede impedir que el reino de Dios se esparza para abarcar
toda la Tierra y consumir a todos sus enemigos. Sabemos que ahora se
ha acercado el día cuando lo hará. ¡Cuán ridículo parece que una gran
nación de 650 millones de personas creyera que cincuenta testigos de
Jehová constituían una amenaza, y por eso requirieran esta acción!”
La necedad de tal actitud por el gobierno chino comunista hizo que
brotara risa entre el auditorio. El hermano Jones pasó entonces a
describir los esfuerzos que se hicieron para conseguir una confesión
de parte de él ofreciéndole una sentencia más leve.
“Su método era exigir una confesión. Bueno, yo les dije que no estaba
consciente de ningún delito. Pero dijeron: ‘Piense en sus crímenes
pasados.’ La idea era hacerme comenzar a pensar: ‘¿Hice realmente
algo malo? ¿He quebrantado la ley?’ Creen que quizás el prisionero se
sentirá culpable sobre algún punto y hablará en cuanto a éste y
entonces se enterarán de algo que no saben. Por lo tanto, le dan tiempo
para pensar. Si no se le ocurre algo, entonces pueden decir algo. En mi
caso dijeron: ‘Usted calumnió a los periódicos chinos.’ Pero,
¿cuándo? ¿cómo? No dicen. Quieren que yo piense en algo. Luego,
después de un tiempo, tienen que revelarlo. Dijeron que yo calumnié a
los periódicos chinos cuando informaron que tropas norteamericanas
estaban usando guerra de gérmenes en Corea.
“Ahora bien, puedo recordar que hace años se informó en una ocasión
que en Corea del Norte se había hallado una rata infectada de
gérmenes. Entonces se declaró que esto era evidencia de que los
norteamericanos habían arrojado esta rata en Corea del Norte para
esparcir gérmenes entre los habitantes. Cuando alguien me dijo esto,
probablemente dije: ‘Bueno, eso me parece a mí como propaganda.’
Pero ahora ellos querían que yo reconociera que lo que yo había dicho
era una calumnia y un crimen.
“También, yo tenía un estudio bíblico con una señora, y en una
ocasión, precisamente antes del estudio, la señora preguntó si yo había
estado en Hong Kong. Le dije que no. Ella dijo: ‘Me dicen que es un
lugar muy bonito. Quizás alguna vez vaya allí de vacaciones.’ Por
esas pocas palabras inocentes ahora la policía quiere decir que esta
persona está descontenta con la vida en el continente, descontenta con
el gobierno, quiere huir, y por lo tanto se opone al gobierno.
Ciertamente en un país libre una persona no podría ser encarcelada por
tales asuntos que simplemente llamaríamos ‘libertad de palabra.’
“Pero tenían que tener una razón para arrestar a nuestros hermanos
chinos y suprimir nuestra organización. De modo que hicieron
acusaciones contra la Sociedad. Dijeron que la Sociedad Watch Tower
no es una organización religiosa; es una ‘agencia del gobierno
estadounidense’; que el presidente de la Sociedad es un ‘agente
imperialista’; que fui enviado a China, no a predicar, sino a oponerme
al comunismo. Escribieron estas cosas en forma de una hoja de
preguntas y respuestas, escribiendo algunas de mis respuestas y otras
que querían que yo dijera, y luego me la leyeron. Por supuesto, no
estuve dispuesto a firmarla. Me dijeron: ‘Regrese a su cuarto y
piénselo.’ Aproximadamente una semana después me despertaron en
la noche y me llevaron de regreso a la sala de interrogatorios, y
comenzaron a leer otra vez este papel. Pero yo aclaré bien que la
Sociedad Watch Tower es una organización religiosa que predica las
buenas nuevas del reino de Dios. Me enviaron de vuelta a mi cuarto
para que pensara otra vez y me dieron una hoja de papel y me pidieron
que escribiera estas cosas yo mismo. En cambio, escribí una
declaración en defensa de la Sociedad y de nuestra propia obra en
Shangai y les entregué ésta. Se encolerizaron sobremanera, pero jamás
me pidieron otra vez que firmara aquel papel.”
Después de cuatro meses le dijeron al hermano Jones que lo llevarían
a una “casa agradable” en un “hermoso jardín” por seis meses para
que pudiera pensar. Pero allí, todas las mañanas a las cinco en punto,
un altoparlante de los campos vecinos comenzaba a hacer resonar
música, discursos e instrucciones a los agricultores en sus casas y
campos. Esto seguía hasta las nueve en punto de la noche. Después de
seis meses su salud se estaba afectando y le agradó regresar a la casa
de detención algo opresiva en Shangai. Ahora comenzó un año de
intensa “educación política” a medida que su “instructor” recalcaba
diestramente los males de las naciones capitalistas y presentaba al
comunismo como la solución para los problemas del hombre. ¿Qué
pensaba el hermano Jones durante todo esto?
“Cuando escuchaba esto solía pensar: Bueno, ustedes ven las faltas y
fracasos la necesidad de un cambio; pero no tienen la solución. Yo
puedo ver que ustedes tienen sus faltas también. Ustedes cometen
crímenes de su propia clase particular, y el hombre necesita liberación
de ustedes así como la necesita de cualquier otro. Y por eso, mientras
hablaba él, yo solía pensar en cuanto al Reino como la verdadera
esperanza. Así, tal doctrinarismo nunca penetró en mi mente en
absoluto. Estando fortalecido con un conocimiento del reino de Dios,
estando seguro de ello, no dudando nunca de ello ni por un instante,
no pude ser movido, y estoy seguro de que ustedes tampoco lo serían,
aunque la gente mundana lo sea.
“En medio de esto hubo ocasiones en qué traté de predicar. Siempre
sentía el impulso de hacerlo. Pero cuando trataba de hablar en cuanto a
la Biblia me lo impedían inmediatamente. Un hombre dijo que era una
autoridad sobre religión y la Biblia. Pensé que podría explicarle mejor
a él y que tendría algo de bondad en su corazón. Pero inmediatamente
cambió y dijo: ‘¡No me predique a mí!’ y se puso bastante furioso.
Bueno, yo no podía predicar en aquellos lugares a aquellos
comunistas, pero trataba de hacerlo. Y siempre tenía la satisfacción de
que: ‘Bueno, todavía soy Testigo, todavía estoy predicando o trato de
hacerlo, y con esto solía sentirme bien después. Sé que, quizás cuando
ustedes van en la obra de casa en casa y predican y nadie escucha,
ustedes se sienten igual después: Han tratado; todavía son Testigos,
prescindiendo de los resultados.”

UN JUICIO COMUNISTA
“Después de dos años en prisión y justamente antes de que me
llevaran al tribunal, se me dijo: ‘Usted puede tener un abogado para
que lo ayude; pero a él no se le permite que lo defienda a usted.’
Dijeron: ‘Él puede pedir indulgencia al tribunal, y el tribunal le
escuchará.’ Primero me llevaron a una audiencia preliminar del caso.
No hubo ningún auditorio presente y mi abogado no estuvo en el
tribunal. A la mañana siguiente nos llevaron al tribunal y había unas
ochenta personas sentadas allí. No se me pidió que me declarara
culpable o inocente. Solo fui interrogado por el juez. Me hizo
preguntas como ésta: ‘¿Fue usted enviado a la China por el elemento
imperialista Natán Knorr? ¿Organizó usted grupos para llevar a cabo
actividades clandestinas si su iglesia era suprimida? ¿Envió usted una
lista de nombres de personas a Hong Kong para que recibieran la
revista La Atalaya?
“Contesté, declarando solo los hechos. Estaba preparado para aceptar
cualquier sentencia que me dieran. Sabía que el asunto descansaba
enteramente en las manos de Jehová Dios; de modo que no me
preocupé. Me sentía libre; sentía que Jehová Dios estaba en control y
que los resultados serían de acuerdo con su voluntad.
“A la mañana siguiente nos llevaron de vuelta al tribunal y el juez
leyó la sentencia. Haraldo King había de recibir encarcelación de
cinco años, después de lo cual iba a ser deportado del país. Yo había
de recibir siete años y luego ser deportado también.”

LARGOS AÑOS EN LA PRISIÓN


“La Prisión de la Ciudad de Shangai es un lugar enorme. Hay nueve
alas grandes en la prisión, cada una con cabida para por lo menos mil
presos. Quedé impresionado por la completa monotonía de todo. Los
presos no tenían uniforme de prisión; usaban su propia ropa, y a través
de los años la remendaban de tal manera que en el caso de muchos
prisioneros la prenda de vestir original había desaparecido. Andaban
en remiendos, nada más. Esto era una vista de miseria, deprimente,
especialmente cuando el clima era caluroso y los prisioneros
marchaban para hacer ejercicio, o, más bien, arrastraban los pies—
parecían ser solo costillas y venas que sobresalían.
“Había un corredor en la prisión, y del corredor había muchas puertas,
de barrotes de hierro, hacia las celdas. Las celdas eran exactamente
como grandes alacenas. No había ventana o abertura, solo la puerta del
frente. La celda medía 2,44 metros de largo, 1,37 metros de ancho y
unos 2,44 metros de alto. Había una plataforma de madera que
ocupaba casi todo el piso, solo dejando lugar para abrir la puerta. Por
la noche tenía que desenrollar mi colchón y ropa de cama sobre esta
plataforma y dormía sobre el piso. Aunque era desagradable al
principio, no pude evitar, después de vivir en una celda por algún
tiempo, el acostumbrarme un poco a ello. Llegué a conocer cada grieta
de la pared y cada protuberancia del piso. Comencé a sentirme como
en casa, de modo que más tarde cuando me mudaron a otra celda
comencé a sentirme un poco fuera de lugar y tuve que acostumbrarme
a una nueva casa.
“En el verano el lugar era muy, muy caluroso, y en los primeros
cuatro años en la prisión me molestaron las sabandijas y el dormir era
muy difícil. Hubo veces cuando, debido a la pérdida de sueño y
debido a la prueba, comencé a sentirme mareado y tuve que recibir
tratamiento médico. Pero me recuperé de ello. En el invierno hacía
muchísimo frío. No había calefacción, y tenía que ponerme bastante
ropa—como ustedes han tenido que hacerlo esta mañana. Solía
ponerme mi ropa interior de lana gruesa. Me ponía cuatro suéteres de
lana, un chaleco acojinado, una chaqueta acojinada, y aun entonces
tenía frío a veces.”

EL PRINCIPAL PROBLEMA: EL TIEMPO


“¡Tenía tanto tiempo a mi disposición! Le pedí al hombre encargado
una Biblia. Se turbó; no decía ni Sí, ni decía No. Más o menos en
aquel tiempo recibí una visita de un representante del gobierno
británico, y le pedí que me enviara un ejemplar de la Biblia. La envió,
pero nunca la recibí.
“Comencé a recordar muchos textos bíblicos y los escribía. Recuerdo
que solía pensar en 1 Pedro 4:12, 13: ‘No estén perplejos a causa del
incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si
algo extraño les sobreviniese. . . . sigan regocijándose por cuanto son
partícipes de los sufrimientos del Cristo.’ Este texto me proporcionaba
placer porque, a veces, una persona pudiera pensar que es raro que se
meta en tanta dificultad y esté siendo acusada de cosas en cuanto a las
buenas nuevas y algunas cosas en cuanto a ella misma. Todas estas
acusaciones podrían socavarla. Pero las Escrituras me daban seguridad
y me decían: No lo consideres algo extraño, solo regocíjate en ello.
“Y otro texto, en Revelación 2:10: ‘No tengas miedo de las cosas que
estás para sufrir. . . . El Diablo seguirá echando a algunos de ustedes
en la prisión . . . para que tengan tribulación diez días. Pruébate fiel
hasta la misma muerte, y yo te daré la corona de la vida.’ Este texto
me daba ánimo. Primero, me aseguraba que no es Dios quien está
descontento con nosotros; más bien, es el Diablo. Él es el que echa al
pueblo del Señor en la prisión, y no debemos tener miedo de
cualquiera de las cosas que puede hacer. Después de todo, solo vamos
a tener tribulación ‘diez días.’ En otras palabras, va a haber fin de ello.
Todo llega a un fin a su debido tiempo. Por lo tanto nosotros solo
aguantamos; Dios nos sostendrá hasta que pase la prueba.
“Solía pensar también en 1 Pedro 1:7, que habla en cuanto a que la
prueba de su fe es de más valor que el oro. Y allí en la prisión es la
prueba de nuestra fe. ¿Estará siempre Dios con nosotros? ¿Saldremos
bien al fin? Bueno, en vista de estos textos, pensaba que sí. Y sé que
cualquiera en esta condición hallaría consuelo y seguridad en estos
textos.”

TEXTO DIARIO, ORACIÓN, LECTURA


“Habiendo escrito suficientes textos, escogía uno para un texto diario,
lo copiaba y lo mantenía prominente en alguna parte para poder
considerarlo a través del día.
“En ese tiempo podía recibir copias del periódico chino, y en éste
informan el calendario lunar, de modo que pude enterarme del tiempo
de la luna nueva. Por éste pude calcular el tiempo del Memorial de la
muerte de Cristo. Cuando creía que el Memorial estaría comenzando
entre las congregaciones, solía sentarme en la celda, orar a Dios, y
luego repasar en mi mente todos estos textos relacionados con el
Memorial. Solía pensar en cómo nuestros hermanos estarían reunidos
ahora, y pensaba cómo a través de todas las siguientes veinticuatro
horas las congregaciones estarían observando el Memorial. Todo esto
solía ayudarme a retener mi mente en el Reino y en los hermanos,
hacerme sentir que yo era parte de ellos; porque una de las cosas que
eché más de menos era un hermano—alguien con quien hablar y que
me diera un poco de estímulo fresco en cuanto a la Palabra de Dios.
“También, recibía algunos periódicos de parte de mi hermana en
Inglaterra, y estos periódicos a veces publicaban un texto de la Biblia.
Uno de ellos solía publicar un sermón escrito por un clérigo. Siempre
leía este sermón de principio a fin con la esperanza de hallar algunos
textos. Pero es asombroso cómo este hombre a menudo podía escribir
un sermón completo y nunca citar un texto bíblico.
“Un texto que sí encontré en un periódico me dio mucho consuelo
para los muchos, muchos meses venideros. Este fue Romanos 12:12.
La traducción decía así: ‘Regocíjense en la esperanza que está delante.
Permanezcan firmes en dificultad. Perseveren en la oración.’ Pensé
que eso era muy apropiado. Aunque mi situación a veces pareciera
desesperanzada—con muchos, muchos años que me faltaban—no
obstante, había una esperanza adelante, la esperanza del Reino. Si
moría, había la esperanza de una resurrección. De modo que no había
necesidad de estar triste. Este texto me decía: Regocíjate en la
esperanza que está delante. Mientras más pensaba en cuanto a la
esperanza, más feliz me sentía. Me sentía más fuerte y las dificultades
desaparecían. Y por eso, de esta manera, podía hacer como decía:
Permanece firme en dificultad.
“Pude haber salido antes si hubiera tratado de agradar, de transigir acá
y allá. Siempre dijeron que reducirían la sentencia si yo hacía
concesiones. Pero yo veía que estas concesiones no podían hacerse.
Haga una pequeña concesión y entonces ellos quieren otra, hasta que
finalmente usted está hablando contra sus propios hermanos. Pero no
podemos seguir ese camino, y por eso, es mejor no comenzar. Que
queden descontentos. Yo debía permanecer firme y esperar la
liberación de Jehová. Esto podía hacerlo si adoptaba el consejo
adicional y ‘perseveraba en la oración.’
“Al principio cuando estuve en la prisión podía orar fervorosamente a
Jehová Dios. Pero descubrí que cuando no hay estímulo de parte de
otros hermanos, al pasar el tiempo hay una tendencia a pensar que la
oración abundaba en repeticiones y por lo tanto no era tan eficaz.
Puede haber la tendencia a desatenderla. Esto puede suceder a través
de un período de muchos años. Pero aquí estaba un texto que decía:
‘Persevera en la oración; continúa, tus oraciones son eficaces y pueden
fortalecerte.’ Y lo hicieron. Me hicieron seguir cuando me sentía
deprimido.
“Todavía tenía un problema grande en cuanto a cómo usar mi tiempo.
Cuando me levantaba a las cinco y media de la mañana, tenía todo el
día delante de mí. Me daban algunas revistas para que leyera, pero
éstas estaban llenas de política; no leía éstas. Por eso, decidí obtener,
si fuera posible, algunos libros de texto que pudiera estudiar. Conseguí
unos sobre matemáticas y sobre electricidad y comencé a ocuparme
con éstos. La Biblia nos dice que pensemos en las cosas que son
buenas, sanas, edificantes y justas. (Fili. 4:8) Estas son, por supuesto,
cosas espirituales. Pero en principio podía hallar bueno y provechoso
también el estudio de estos libros. No me harían pensar en algo que no
fuera saludable, que no fuera edificante. Y si, en años posteriores, no
usaba el conocimiento que adquiriera, por lo menos podía mantener
ocupada la mente. De modo que me ocupé con el estudio, luchando
para entenderlo, y encontré que le daba a mi mente mucho ejercicio.
Disfrutaba de él cabalmente. De hecho, llegué a estar tan absorto en
ello, luchando con los problemas de matemáticas y electricidad, que
comencé a comprender que no debía descuidar mi estudio bíblico. De
modo que tuve que regresar a mis textos. A veces trataba de traducir
los textos al chino solo para darme ejercicio y nunca descuidar la
Palabra de Dios.
“Podía recibir cartas de mi casa una vez al mes. Solía decirles lo que
yo había recibido y me decían lo que habían enviado, y de esta manera
sabía que todo estaba llegando; o si estaba siendo detenido, sabía eso
también.”

TESTIGOS CHINOS DE JEHOVÁ


Por todo el mundo los testigos de Jehová se preguntaban qué les había
sucedido a sus hermanos y hermanas chinos después del arresto de los
misioneros. El hermano Jones ahora transmitió a la asamblea la
información que tenía.
“Sabía que había algunos hermanos arrestados. Siempre estaba
vigilando para verlos, y una vez cuando me estaban fotografiando, vi a
tres de nuestras hermanas, incluyendo a la hermana que había sido
arrestada cuatro años antes. La hermana había estado cuatro años en
detención y en vez de ponerla en libertad entonces como se pudiera
esperar, la enviaron al tribunal, la sentenciaron, y todavía estaba en la
prisión. Fue bueno ver a estas hermanas. No podíamos hablar, pero
pudimos por lo menos sonreír. Me sentí animado porque estaban
juntas y podían hablarse. También pude enterarme de diversas
maneras que había otros cinco de nuestros hermanos, todos juntos, y
que todavía estaban permaneciendo firmes en la fe y todavía llenos de
esperanza y gozo y que estaban muy, muy preocupados por saber en
cuanto a mí mismo y el hermano King. Estoy seguro de que hasta este
día esos hermanos todavía están firmes en la verdad y reteniendo
integridad.”
Un fuerte aplauso del auditorio acompañó a estas noticias alentadoras,
y el informe de otro acontecimiento produjo más aplauso. El hermano
Jones les dijo:
“Desde mi celda podía ver a través de una ventana del corredor que
daba al patio abajo. Cuando los prisioneros entraban o salían de la
prisión, a menudo podía verlos. Un día por casualidad miré a través de
esta ventana y vi que un prisionero salía con una enorme caja sobre
los hombros. Luego seguía otra y otra, y pensé: ‘He visto esas cajas
antes; las conozco; pertenecen a Haraldo King.’ Y después de las cajas
iba Haraldo King a la libertad.
“Me sentí muy contento. Por supuesto, comencé a pensar: ‘¿Qué me
irá a suceder a mí? ¿Irán a dejarme libre temprano?’”

LOS DOS AÑOS FINALES


Los oficiales chinos otra vez comenzaron a ejercer presión
psicológica. Primero, el hermano Jones fue mudado a la celda en que
había estado Haraldo King, en otra ala de celdas. Comenzaron a
mostrarle atención, aun haciendo arreglos para que hablara con uno de
los guardias. Pero pronto comenzaron a inyectar política en la
conversación, y cuando el hermano Jones rehusaba participar en la
discusión, dejaban de hablar. Pero lo estimulaban a creer que pronto
estaría libre. Al llegar su sentencia a su sexto año le dieron toda
indicación de que sería puesto en libertad. Entonces lo pasaron por
alto otra vez, y sabía que se quedaría por lo menos otro año. Él dijo:
“Sé lo que había sucedido. Las autoridades de la prisión habían escrito
una carta al tribunal diciendo que estaban satisfechas con mi conducta
y recomendaban mi liberación, pero el tribunal no estuvo anuente a
concederla. Pues, en mis cartas a mi familia nunca había hablado del
comunismo. Muchos prisioneros chinos, cuando escribían, trataban de
agradar a las autoridades. Iniciaban una carta de esta manera:
“‘Les dará gusto saber que ahora estoy reformándome. Ahora estoy
siguiendo las obras y enseñanzas de nuestro gran Caudillo Mao Tse-
tung. Estoy apoyando al gobierno comunista y quiero trabajar en el
interés del pueblo.’
“Escribían todo esto antes de decir algo en cuanto a la familia. Por
supuesto, esto es lo que se les enseñaba en sus reuniones. De hecho,
los prisioneros conocían bien las enseñanzas comunistas, pero eso no
estaba teniendo ningún efecto en su corazón; su conducta no
cambiaba. Yo sabía eso, porque podía observarlo diariamente;
también podían observarlo los celadores. Aunque a los celadores les
gustaba que escribieran así, algunas veces esto llegaba a ser muy
exagerado, y oía que los celadores les decían: ‘¡Cuando escriban sus
cartas, dejen de escribir así, porque ustedes no lo dicen sinceramente!’
Pero yo jamás escribí nada semejante a eso. Yo siempre decía que
estaba agradecido por lo que recibía; era respetuoso, pero no trataba
de doblar la rodilla y agradarles. De modo que tuve que permanecer
hasta el fin.”
Finalmente, unas tres semanas antes del fin de sus siete años, los
oficiales sacaron al hermano Jones para cinco giras de una fábrica, una
comuna, una exhibición de artículos industriales, un centro de arte, y
una aldea de obreros. Comentó:
“Vi que no había nada extraordinario en cuanto a todo ello. Están
edificando mucho, pero no han hecho algo que otros países no estén
haciendo.
“Luego llegó el 13 de octubre de 1965, el día de mi liberación. Pensé
que iba a ser puesto en libertad por la mañana, pero me retuvieron
hasta las ocho y media de la noche. Eso quiere decir que me hicieron
servir mi sentencia de siete años casi hasta la hora, solo
perdonándome diez horas y media.”
Después de salir de la prisión, el hermano Jones fue llevado por un
policía a un hotel, y luego en un viaje por tren de dos días hasta
Cantón, donde lo llevaron a otro hotel—todo esto pagándolo él
mismo. A la mañana siguiente fue escoltado hasta la frontera entre
China y Hong Kong. Él dijo lo que sucedió allí:
“Estaba cerca de la línea blanca. La policía británica estaba al otro
lado. También vi a un inglés que se acercó hasta la línea y me miró.
Con vacilación comenzó a hacer señas con la mano. De manera algo
vacilante también hice señas con la mano. No lo reconocí. Se alejó y
luego regresó esta vez con el hermano Charles, a quien reconocí
inmediatamente. Las autoridades británicas dijeron a aquellos
hermanos: ‘Acérquense y reciban al Sr. Jones. Pero no pongan pie en
esa línea blanca.’ Y ellos obedecieron.”

AL OTRO LADO DE LA “CORTINA DE BAMBÚ”


“Me llevaron al otro lado de la frontera y estuve desbordante de
alegría por hallarme entre los hermanos otra vez. Fue una experiencia
indescriptible después de estar incomunicado por tanto tiempo. Pronto
estuve algo receloso, sin embargo, porque me dijeron que unos
periodistas esperaban verme. En los siete años de prisión nunca, ni por
un instante, pensé que habría algún interés especial en mi caso. Por
supuesto, sabía que nuestros hermanos estaban interesados, y me
alegro mucho de que ustedes se hayan interesado porque sé que sus
oraciones me han ayudado.
“Pero se pueden imaginar cómo me sentía ahora, teniendo que
enfrentarme a la prensa. Pues, siete años de encierro, donde se tiene
que ser tan cuidadoso de lo que se dice, y donde las palabras inocentes
se toman como ofensa, tienen el efecto de hacer que uno cierre las
puertas de sí mismo, que se encierre y se quede callado. Ahora estaba
entre gente libre, pero no era fácil abrir las puertas inmediatamente y
disfrutar de esa libertad. Los hermanos de Hong Kong me ayudaron
inmensamente. Hasta tuve la oportunidad de participar con ellos en el
trabajo de casa en casa. Esta era la primera vez que iba de casa en casa
en catorce años.”
Los más de 34.000 Testigos en el Estadio Yanqui volvieron a vivir
con el hermano Jones los días que siguieron a su liberación, sintiendo
su gozo y expresando frecuentemente su felicidad por él con aplauso
entusiástico. Mencionó que disfrutó mucho de su estancia en el Japón,
donde habló a 230 en la ciudad de Nagoya y más tarde a unos mil en
Tokio. Su primera parada en los Estados Unidos fue en Honolulú,
Hawai, donde otros mil hermanos fueron a oírlo. Como lo expresó:
“Nunca me habían conocido antes; nunca los había visto antes; no
obstante, abrieron su corazón y me dieron la bienvenida y sentí que
había salido de la China hacia una familia grande de hermanos y
hermanas. ¡Qué gozo y bendición es estar en la sociedad del nuevo
mundo!”
Después de una parada de dos horas en San Francisco, donde
doscientos hermanos fueron a saludarlo, el hermano Jones llegó a la
ciudad de Nueva York. Quedó profundamente impresionado con los
cambios desde hace veinte años cuando había trabajado por cuatro
meses como ministro de tiempo cabal en Manhattan; también había
trabajado en la planta impresora de la Sociedad Watch Tower por
unos cuantos meses. Pero el auditorio en el Estadio Yanqui
difícilmente estaba preparado para recibir la expresión humilde que el
hermano Jones ahora hizo en cuanto a su reacción a todo lo que había
visto.
“Me impresiona,” dijo, “porque durante siete años no he estado
haciendo nada. En esos siete años difícilmente pude predicar algo.
Aquí salgo y veo que en esos siete años todos ustedes han estado
ocupados. Ustedes han estado avanzando día tras día predicando. El
Señor los ha bendecido y les ha dado aumento. Al salir y ver todo
esto, es una maravillosa inspiración para mí y me proporciona ese
impulso de que ahora tengo que ponerme activo rápidamente.
“Por supuesto, primero tengo mucho que estudiar. Tengo que leer
todos los libros desde el libro Paraíso. Sé que no puedo leer mucho
cuando viajo, pero voy a regresar a Inglaterra y después de visitar a
mis padres por primera vez en diecinueve años y medio, entonces
empezaré a estudiar mucho.”

EXCELENTE CONSEJO PARA TODOS


“Espero que lo que haya dicho de ninguna manera los haya llenado a
ustedes de aprensión, sintiendo que, si estas cosas les sobrevinieran,
ustedes no podrían sobrevivir. Cuando estuve en Hong Kong un
reportero dijo: ‘Pues, jamás podría yo aguantar estar solo. Si tuviera
que estar solo durante siete años estaría trepando por las paredes.’
Pero los testigos de Jehová no son así, porque tienen algo en lo cual
pensar. Tenemos un alimento espiritual dentro de nosotros que nos
alimenta, y podemos permanecer firmes en la fe. Por supuesto,
primero tenemos que estudiar. No tenemos ninguna fuerza interior si
no estudiamos. Por eso, lo mejor es seguir estudiando su Biblia,
asistiendo a sus reuniones y edificándose individualmente. Y luego
cuando venga la dificultad, si les sobreviene, podrán ‘permanecer
firmes.’
“Ustedes conocen mi caso como se los he explicado. No hay nada
espectacular, nada heroico. Fue solo un caso de ‘aguantar; de
mantener fe en Dios.’ Y eso, estoy seguro, es lo que ustedes harían.
“En Honolulú una hermana se acercó a mí calladamente y me dijo:
‘No se ofenda por mi pregunta, pero hay algo que siento que quiero
preguntarle. ¿Se sintió usted alguna vez deprimido y triste durante
esos siete años?’ Le dije: ‘¡Sí!’ Hubo veces cuando sentí el
aburrimiento, la total inutilidad de la situación, la pérdida de tiempo.
La mente trabaja y estudia y una persona puede disfrutar del estudio
por largo tiempo; puede pensar en cosas con provecho. Pero después
de un tiempo la mente quiere descansar. Entonces hay el problema de
cómo ocupar la mente. Uno puede llegar a sentirse deprimido por la
situación.
“Pero bajo tales condiciones nunca creí que quería hallar una salida
diferente. Nunca creí que quería cambiar mi proceder y transigir.
Sabía que habría alivio. Y así sucede; después de un tiempo, la mente
súbitamente descubre que puede alimentarse de algo más. Me sentía
feliz otra vez y ocupado una vez más. Si llegaba a cansarme un poco y
llegaba a estar estancado en mi mente, sabía que vencería esto y me
sentiría mejor y reviviría otra vez.
“De modo que yo decía: Somos humanos. Tenemos sentimientos
humanos, debilidades humanas. No tenemos la culpa si nos sentimos
deprimidos a veces, porque aun cuando nos sentimos deprimidos esto
no afecta nuestro sentimiento hacia la verdad. Todavía tenemos las
mismas esperanzas. Simplemente lo aguantamos, y Dios nos revive y
nos sentimos bien otra vez.
“Algunos hermanos me han preguntado en cuanto a mis impresiones
desde que quedé libre. ¿Qué pienso en cuanto a los cambios en este
mundo occidental? ¿Qué hay del contraste con la vida en China?
“Hay un tremendo contraste. En China hoy en día se le pide a la gente
que haga sacrificios a fin de edificar la nueva China; de modo que la
vida es algo austera, monótona, y muy controlada. Ahora entro en un
mundo más libre, encuentro gente bien vestida, llena de colorido. Hay
vida, energía, acción libre, con toda indicación de prosperidad. Es
como pasar de un mundo a otro. Comienzo a pensar: Estos hermosos
automóviles—¿no sería bueno tener uno? Casas hermosas—también
serían agradables-y la buena ropa, televisión lujosa, excelente música
de alta fidelidad de la radio y cosas semejantes. De modo que noto
toda esta prosperidad material y puedo discernir que estas cosas
podrían ser un lazo.

“Noto claramente que la gente mundana obtiene su felicidad de estas


posesiones; todas estas cosas materiales que tienen. Si estas cosas
fueran arrasadas de súbito, su felicidad sería arrasada con ellas, y
simplemente no podrían seguir viviendo.
“Pero, por supuesto, no debemos ser así. No es malo tener un buen
automóvil y las cosas buenas de la vida. Pueden tenerse y disfrutarse y
ser perfectamente inofensivas, con tal que jamás las hagamos la fuente
principal de nuestra felicidad y placer. Y sé que no haremos eso si
ponemos las cosas espirituales en su lugar correcto, es decir, delante.
“De modo que ésa es mi impresión al entrar en un mundo diferente, al
ver que hay prosperidad, pero también hay la necesidad de cuidar que
esa prosperidad no llegue a ser una piedra de tropiezo y nos haga
caer.”
El fuerte aplauso de las decenas de miles presentes mostró que
apreciaron este consejo oportuno y que estaban de acuerdo con él.
También les alegró recibir las expresiones de amor y saludos
afectuosos que el hermano Jones les trajo de los hermanos en Hong
Kong, Japón y Honolulú, pero especialmente se sintieron conmovidos
por sus palabras concluyentes cuando él dijo:
“Finalmente, siento esto, que si los pocos hermanos que todavía hay
en la China supieran que yo estaba hablándoles a ustedes hoy, ellos
también querrían que yo expresara su amor y buenos deseos a todos
ustedes.”
La reunión de dos horas terminó mientras aplauso sostenido recorría
todo el estadio. Después de un cántico y oración la muchedumbre
comenzó a dispersarse y dirigirse a sus hogares en muchos lugares.
Había aprendido mucho, y ciertamente oraciones ascenderían de parte
de millares de labios y corazones a favor de sus hermanos y hermanas
que todavía están en la China comunista y que se están esforzando por
permanecer firmes en la fe.
[Ilustración de la página 117]

Jones se dirige a 34.708 personas en el Estadio


Yanqui

Despertad g65 22/12 28


84,708 personas en el
Estadio Yanqui escuchan
informe de China.
El sábado por la mañana
del 30 de octubre en un
tiempo fresco bajo un cielo
despejado, 34,708 testigos
de Jehová y sus amigos se
reunieron en el Estadio
Yanqui, Nueva York, para
escuchar el discurso de
Stanley Ernesto Jones, a
quien se le
acababa de poner en libertad
de su encarcelamiento en la
China comunista. Jones habla sido arrestado el 24 de octubre
de 1958 en la China comunista y sentenciado a siete años de
prisión por predicar las buenas nuevas del reino de Dios.
Faltándole solo diez horas y media para completar su sentencia
de siete años de incomunicación,
fue puesto en libertad. Jones, ministro de la Sociedad Watch
Tower y testigo de Jehová habló a la gran multitud por casi dos
horas acerca de la vida en la China roja y sus experiencias en
la prisión. Olas de aplausos acogieron su denuedo franco y
lucha por sobrevivir
espiritualmente. Su mensaje fue un estímulo a la fidelidad e
integridad cristiana. Modestamente, Jones dijo: "No hice
nada espectacular, nada heroico, ninguna cosa que ustedes no
hubieran hecho en circunstancias parecidas, estoy seguro."
La muchedumbre, reunida en respuesta a una invitación
hecha solo unos cuantos días antes, vino de la entera parte
nordeste de los Estados Unidos, viniendo algunos de distancias
tan lejanas como California y el Canadá. Autobuses fletados
procedentes de puntos distantes
se veían alineados por las calles alrededor del estadio.
Hombres, mujeres y niños estaban envueltos en cobijas para
protegerse del frio, cada uno absorto en lo que se decía.
3- Liberado de prisión g65 8/12 29
Soltado de la prisión china. El
14 de octubre de 1958 Stanley
Ernesto Jones y su compañero
misionero Harald Jorge King
fueron arrestados y aprisionados
en Shangai, en la China
comunista, por esparcir las
buenas nuevas del reino de Dios.
Stanley Jones, ministro de la
Sociedad Watch Tower, testigo'
de Jehová, fue finalmente, puesto .
en libertad el 13 de octubre de
1965, después de siete años de cárcel. Harald King, también
testigo de Jehová, fue puesto en libertad el 27 de mayo de
1963, después de haber cumplido cuatro años y
siete meses de un término de prisión de cinco años.

4- Mantuvo su espiritualidad durante su


encarcelamiento: w84 15/6 27, 30; yb75 208-9
w84 15/6 27
Dicha armadura incluye cuatro características cristianas vitales: la
verdad, la justicia, la fe y la esperanza de salvación (Efesios 6:14-17;
1 Tesalonicenses 5:8). Por supuesto, nos enteramos de estas
características al entrar originalmente en la congregación. Pero una
armadura metálica puede oxidarse si no recibe mantenimiento. De
manera parecida, si no mantenemos estas características esenciales,
nuestra armadura espiritual se deteriorará y no nos protegerá
adecuadamente. A toda costa, tenemos que impedir que suceda esto.

Estudie y medite
6. ¿Cómo resolvió un misionero el problema de mantener su
espiritualidad mientras estaba en la cárcel?
6
En 1958, el misionero Stanley Jones empezó a cumplir una sentencia
de siete años de incomunicación en una cárcel de China. ¿Cómo
mantuvo fuerte su amor para con Jehová mientras estuvo aislado de
sus hermanos cristianos sin siquiera tener un ejemplar de la Biblia? Él
informa que escribió todos los textos bíblicos que pudo recordar y
agregó a éstos cualesquier citas bíblicas que pudo hallar en las
columnas “religiosas” de los periódicos que a veces recibía. Así
edificó un conjunto de textos bíblicos que constituyó la base para un
programa de estudio personal y meditación. Puesto que se encontraba
rodeado de personas que se oponían a sus creencias, él sabía que si no
mantenía su corazón y mente llenos de los pensamientos de Dios su fe
se embotaría rápidamente.
7. ¿A qué presiones nos enfrentamos, y cómo debemos protegernos de
ellas?
7
Es cierto que la mayoría de nosotros no estamos en la cárcel. No
obstante, una gran parte del tiempo estamos expuestos al pensar de
este mundo. El entretenimiento que el mundo ofrece, aunque no
siempre se oponga directamente a los principios cristianos,
ciertamente no promueve la verdad, la justicia, la fe y la esperanza de
salvación. Por lo tanto, si no dedicamos tiempo a fortificar nuestro
corazón y nuestra mente, probablemente nos debilitemos en sentido
espiritual y nuestro amor se enfríe.
8. ¿Qué bendición recibe la persona que estudia la Palabra de Dios y
medita en ella?
8
En cambio, si en realidad dedicamos tiempo a fortificarnos por
medio del estudio personal y la meditación, llegaremos a ser como el
hombre cuyo “deleite está en la ley de Jehová” y que día y noche lee
dicha ley en tono bajo. El salmista dice acerca de tal hombre:
“Ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de
corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje
no se marchita, y todo lo que hace tendrá buen éxito”. (Salmo 1:2, 3.)

*** w19 julio págs. 3-4 párr. 7 Preparémonos ahora


para la persecución ***
Convenzámonos de que las bendiciones del Reino
de Dios se harán realidad (Núm. 23:19). Si nuestra fe
en esas promesas es débil, a Satanás y a sus partidarios
les será más fácil infundirnos miedo (Prov. 24:10; Heb.
2:15). ¿Qué podemos hacer ahora para fortalecer nuestra
confianza en el Reino de Dios? Dediquemos tiempo a
estudiar las promesas de Jehová sobre su Reino y los
motivos por los que podemos estar seguros de que se
cumplirán. Para entender lo importante que es esto,
veamos el ejemplo de Stanley Jones, que estuvo en
prisión durante siete años por sus creencias. Él dijo qué
lo ayudó a mantenerse fiel: “El conocimiento que tenía
sobre el Reino, del cual estaba seguro y del que no dudé
ni un instante, me dio fuerzas. No pudieron derrotarme”.
Si nuestra fe en las promesas de Dios es sólida, nos
acercaremos más a él y no nos vencerá el miedo (Prov.
3:25, 26).

w84 15/6 30
18. ¿Qué actividad nos ayudará a mantener vivo nuestro ‘primer
amor’?
18
¿Qué hechos ayudarán al testigo de Jehová del día moderno a
mantener el ‘amor que tenía al principio’? Entre otras cosas, se
trata de hechos que estén en armonía con el siguiente mandato de
Jesús: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las
naciones” (Mateo 28:19). Harold King reconoció la importancia
de hacer esto. El apóstol Pablo también la reconoció. Por eso,
Pablo aconsejó a los efesios que ‘tuvieran calzados los pies con el
equipo de las buenas nuevas de la paz’ y que se equiparan con “la
espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios”.
19. La predicación, que es prueba de nuestro celo, también edifica
nuestro celo ¿de qué manera?
19
Hay una relación estrecha entre el celo y la obra de predicar y
hacer discípulos. Es cierto que el celo hace que queramos hacer
dicha obra. Pero, en cambio, la obra de predicar estimula nuestro
celo. Después de predicar a una samaritana, Jesús dijo a sus
seguidores: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió”
(Juan 4:34). El enseñar la verdad lo había alimentado a él, lo
había edificado. Así también el que nosotros hablemos con otras
personas acerca del Reino de Dios contribuye a grabar en nuestra
mente y corazón hechos vitales y mejora la destreza que
manifestamos al defender la verdad (1 Pedro 3:15). Además, a
medida que el espíritu de Dios nos sostiene en esta obra, llegamos
a ‘fulgurar con el espíritu’ y lo vemos funcionando en otras
personas. (Romanos 12:11.)
20. ¿Cómo contribuyen juntos la predicación y el estudio personal
a mantenernos fuertes?
20
¿Es el predicar a otros un sustitutivo para el estudio personal?
No. Hay que establecer un equilibrio entre estas dos actividades.
Si consumimos mucho alimento material, pero no hacemos
ejercicio, nuestro cuerpo finalmente sufre las consecuencias. En
cambio, si hacemos mucho ejercicio sin comer suficiente alimento,
con el tiempo nos agotamos físicamente. De manera parecida, si
dedicamos mucho tiempo al estudio personal sin predicar a otros,
es probable que nos desequilibremos. El apóstol Pedro relacionó
la “actividad” con el ‘mantener nuestro juicio’ (1 Pedro 1:13). Si
predicamos a otros sin dedicar tiempo al estudio personal —
especialmente si las personas a quienes predicamos no responden
favorablemente— puede que nos agotemos. Pero si dedicamos
tiempo al estudio personal y entonces salimos a decir a otros lo
que hemos aprendido, permanecemos espiritualmente sanos.

Compre el tiempo
21, 22. a) ¿Qué gran obstáculo ha hecho surgir Satanás en contra
de que mantengamos nuestro ‘primer amor’? b) ¿Qué recomendó
Pablo a los efesios para vencer este obstáculo, y por qué debemos
seguir su consejo?
21
Stanley Jones, al describir uno de los mayores problemas a que
se enfrentó en la cárcel, dijo: “Tenía muchísimo tiempo
disponible”. Su problema era exactamente lo contrario de lo que
experimentan muchos otros testigos de Jehová. A la mayoría de
nosotros continuamente nos falta el tiempo. ¿A qué se debe esto?
El apóstol Juan dijo: “El mundo entero está yaciendo en el poder
del inicuo” (1 Juan 5:19). El mundo de Satanás constantemente
mantiene tan ocupadas a las personas que éstas tienen poca
oportunidad para pensar, y mucho menos tienen tiempo para
estudiar. Nosotros no somos parte del mundo, pero ciertamente
sentimos los efectos de su modo de vivir. El “inicuo” quisiera usar
la influencia del mundo para mantenernos tan ocupados que ya no
hallemos tiempo para nuestro servicio a Dios.
22
Pablo se dio cuenta de este problema y dio el siguiente consejo
valioso a los efesios: “Vigilen estrechamente que su manera de
andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose
todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos.
Por este motivo dejen de estar haciéndose irrazonables, sino sigan
percibiendo cuál es la voluntad de Jehová” (Efesios 5:15-17). Si no
compramos el tiempo para hacer “la voluntad de Jehová”, es
probable que la presión de vivir en estos ‘días inicuos’ haga que se
enfríe nuestro amor.
Despertad 8 diciembre 1965

__________________________________________________
yb75 208-9
Con el tiempo, el presidente Truman nombró su Junta de
Amnistía. Estos repasaron miles de registros de tribunal y
archivos de juntas de reclutamiento, y recomendaron algunos
indultos. Pero el 23 de diciembre de 1947 Truman otorgó indulto a
solo unos 136 Testigos, mientras que se otorgaron 1.523 indultos.
Otros grupos religiosos, que en conjunto solo tenían un total de
1.000 hombres en prisión, en contraste con los 4.300 Testigos que
había en las prisiones, salieron con el mejor partido. Por
consiguiente, por mucho la mayoría de estos cristianos neutrales
fueron objeto de discriminación solo porque habían sido firmes en
su resolución de mantener su integridad a Jehová Dios.

CONTINÚA LA BATALLA JURÍDICA


En los casos Smith y Estep, el Tribunal Supremo de los Estados
Unidos decidió, el 4 de febrero de 1946, que los tribunales
federales inferiores habían cometido un error al negar a los
Testigos el derecho a una audiencia imparcial y al sostener que
tenían que entrar en las fuerzas armadas antes de poderse
defender en corte. El 23 de diciembre de 1946, en los casos Gibson
y Dodez, el Tribunal extendió la ley para permitir que se
defendieran en el tribunal los testigos de Jehová a quienes se
había acusado de no presentarse en un campamento de objetores
por conciencia o no permanecer en un campamento de aquella
índole después de presentarse.
Los abogados del gobierno alegaron que los precursores de tiempo
cabal no tenían derecho a exención del servicio y entrenamiento
militar porque no tenían congregaciones fijas. Además, los
abogados del gobierno alegaron que los siervos de compañía
(superintendentes presidentes) no tenían derecho a exención
porque no tenían congregaciones que consistieran en laicos, sino
que presidían sobre congregaciones compuestas de testigos de
Jehová. Aquellos argumentos fueron derrotados en el caso
Dickinson, en el cual el Tribunal Supremo de los Estados Unidos
falló a favor de los testigos de Jehová el 30 de noviembre de 1953.
Esto fijó el precedente para todos los tribunales federales.
FIRMES EN LA FE A PESAR DE LA PRISIÓN
Al remontarse unas tres décadas en el pasado hasta los días en que
tantos cristianos neutrales fueron encerrados en prisión porque
mantenían su integridad, uno pudiera preguntarse qué haría uno
mismo en medio de circunstancias similares. No importa
realmente qué excusa use el enemigo para encarcelar al pueblo de
Dios. Con la ayuda de Jehová se puede mantener la integridad,
como lo hicieron aquellos centenares de cristianos neutrales hace
unos años. En 1965, después de siete años en las prisiones de la
China Roja, Stanley Ernest Jones habló a más de 34.700 personas
en el Estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York. Mientras estuvo
en prisión, había meditado en las Escrituras, acudido a la oración
y se había mantenido espiritualmente fuerte con la ayuda del
espíritu de Jehová. Pero una cosa que mencionó fue: “Solo vamos
a tener tribulación ‘diez días.’ En otras palabras, es algo que tiene
fin. Todo tiene fin a su propio tiempo. Por lo tanto sencillamente
aguantamos; Dios nos pasará al otro lado.”—Rev. 2:10.
Un compañero misionero, Harold King, pasó casi cinco años en
una prisión de la China Roja. Él, también, había permanecido
espiritualmente fuerte. ¿Sabe usted que, mientras estuvo preso,
hasta compuso música basada en pensamientos bíblicos? Sí, el
libro de cánticos usado por los testigos de Jehová hoy —
“Cantando y acompañándose con música en su corazón”—
contiene una melodía que el hermano King compuso en prisión.
Es el cántico número 10, intitulado “De casa en casa.” Por eso, no
tema el futuro. Jehová puede sostenerlo como sostuvo a los
cristianos neutrales encarcelados en los Estados Unidos así como a
muchos otros mantenedores de integridad, incluso a los hermanos
Jones y King, que tuvieron la dura experiencia de estar
encarcelados en una prisión comunista china.

MANOS QUE SE EXTIENDEN PARA AYUDAR


El 2 de septiembre de 1945 terminó la II Guerra Mundial. Pronto
las oficinas sucursales de la Sociedad Watch Tower fueron
abiertas de nuevo en muchos países. De nuevo se establecieron
congregaciones y nuevamente se hizo disponible el alimento
espiritual en cantidades cada vez mayores. Sin embargo, los
cristianos de las naciones que habían sido arrasadas por la guerra
necesitaban cosas materiales también. Por eso, en un despliegue
de amor cristiano a sus compañeros de creencia necesitados, el
pueblo de Jehová lanzó lo que resultó ser una campaña de socorro
mundial de dos años y medio. (Juan 13:34, 35) Testigos de los
Estados Unidos, el Canadá, Suiza, Suecia y otros lugares
voluntariamente contribuyeron ropa y dinero para comprar
alimento para ayudar a cristianos de Alemania, Austria, Bélgica,
Bulgaria, Checoslovaquia, China, Dinamarca, la República de las
Filipinas, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Inglaterra, Italia,
Noruega, los Países Bajos, Polonia y Rumania.
“Al fin de la II Guerra Mundial,” recuerdan Hazelle y Helen
Krull, “nuestros hermanos regresaron de los campamentos de
prisión, muchos enfermos y habiendo perdido permanentemente
sus posesiones materiales, algunos separados de sus familias, sin
saber si estaban vivos todavía en la carne o no. Pero con todo esto
estaban sorprendentemente fuertes en sentido espiritual. Sus
hermanos de todo el mundo les dieron la bienvenida. Su primer
interés era reorganizarse para la obra del Reino, declarar las
mismas buenas nuevas por las cuales habían sido aprisionados y
recuperar su conocimiento espiritual. El deseo que los impulsaba,
después de aquellas grandes y extensas dificultades, fue una
inspiración para nosotros, y nos alegramos de haber tenido el
privilegio de ayudar a suministrar, humildemente, lo que
materialmente necesitaban. Ropa, zapatos y otras necesidades se
recogieron y organizaron en los Salones del Reino, entonces
fueron colocadas en camiones para ser enviadas a nuestros
hermanos. Así se suministraron amorosamente toneladas y
toneladas.”
5- Recordó textos en prisión:
w80 15/10 9; yb75 208-9

w80 15/10 9
La declaración de Pablo no fue una muestra de retórica altisonante. La
convicción con que escribió provenía de largos años de experiencia
personal. Según su propio testimonio, el apóstol estuvo ‘en prisiones
abundantemente, en golpes con exceso, a punto de morir,
frecuentemente.’ (2 Cor. 11:23-27) Pero gracias al poder que Dios le
impartió, pudo perseverar fielmente en la actividad piadosa, hasta el
momento mismo en que murió a manos de enemigos.
Sin embargo, para que el cristiano adquiera fuerza espiritual y pueda
enfrentarse al futuro como mantenedor de integridad, es preciso que
tenga buen conocimiento de la Palabra de Dios. Por medio de las
Escrituras, nuestro amoroso Padre celestial nos ha dado una guía
indispensable para una vida feliz y una fuente incomparable de fuerza
espiritual. El Hijo de Dios ciertamente apreciaba el valor sustentador
de vida de la Palabra de su Padre, pues la citaba y, en respuesta a una
de las tentaciones de Satanás, dijo: “Está escrito: ‘No de pan
solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la
boca de Jehová.’”—Mat. 4:4.

SE REQUIERE TIEMPO Y ESFUERZO


Sin embargo, no podemos esperar que Dios nos conceda conocimiento
de la Biblia milagrosamente. A fin de comprender bien la Palabra de
Dios, tenemos que dedicar tiempo y esfuerzo a estudiar la Biblia y a
meditar sobre lo que hemos aprendido de ella.
Es cierto que debido a la imperfección humana muy pocos de entre
nosotros tenemos lo que se llama una ‘memoria fotográfica’ que nos
permita recordar todo lo que estudiamos. Pero si nos hemos esforzado
en serio por estudiar la Biblia, podemos confiar en que el espíritu de
Jehová traiga a nuestra mente los pensamientos bíblicos que nos
suministren la guía y el estímulo que necesitamos para enfrentarnos a
las varias pruebas, así como la información que precisamos para
defender nuestra fe. Jesús aseguró lo siguiente a sus discípulos:
“Cuando los entreguen, no se inquieten acerca de cómo o qué han de
hablar; porque se les dará en aquella hora lo que han de hablar; porque
los que hablan no son únicamente ustedes, sino que el espíritu de su
Padre es lo que habla por ustedes.”—Mat. 10:19, 20.
Por supuesto, no siempre es asunto de dar un testimonio ante
gobernantes o los que pidan una explicación de nuestra fe y
actividades cristianas. Muchas veces es cuestión de tener que sufrir
penalidades y persecución, hasta períodos prolongados de
encarcelamiento. ¿Tiene la Palabra de Dios poder sustentador en tales
circunstancias? Ciertamente que sí.

EJEMPLOS VIVIENTES
Muchos siervos de Dios pueden testificar del maravilloso poder
sustentador de la Palabra de Dios. Considere, por ejemplo, a los
cristianos verdaderos que se hallaban en China, algunos de los cuales
soportaron mucha penalidad en prisiones y en campos de trabajo. Por
muchos años estos siervos de Dios no tuvieron ejemplares de la Biblia
ni la oportunidad de asociarse con compañeros cristianos. No
obstante, lo que habían aprendido de la Palabra de Dios antes de que
fueran encerrados en prisión los sostuvo durante años de pruebas.
Uno de estos individuos fue Stanley Jones, quien, después de ser
arrestado en 1958, recibió una sentencia de siete años de prisión.
Aunque no tenía Biblia, podía recordar muchos textos, y el meditar
sobre éstos le dio mucho consuelo y fortaleza. Un texto que le
proporcionó mucho consuelo fue Romanos 12:12, que dice:
“Regocíjense en la esperanza. Perseveren bajo tribulación. Persistan
en la oración.”
Otro ejemplo es el de Harold King, arrestado y sentenciado a cinco
años de prisión en China. El hermano King había estudiado la Palabra
de Dios por 26 años. De hecho, por 22 años había usado
constantemente la Biblia en predicación de tiempo completo. Esto le
permitió tener buena comprensión de la Palabra de Dios. Cuando se
halló encarcelado y separado de todos sus hermanos espirituales, él
oró a Jehová acerca de aquella situación, y preguntó cuándo y cómo
iba a terminar esta prueba. Las palabras de Jesús en Mateo 6:31-34 le
vinieron a la mente, y dejó de sentirse angustiado. Era como si Jehová
le hubiera dicho: ‘Vive tu vida un día a la vez y no te preocupes por
mañana. Yo te cuidaré bien, como siempre lo he hecho.’ El hermano
King también pensó en el profeta Jeremías, a quien sus enemigos en
cierta ocasión bajaron a una cisterna fangosa y abandonaron allí,
aparentemente para que muriera. (Jer. 38:6) Sin embargo, Jeremías fue
librado de aquella situación que parecía sin salida. Al pensar en este
ejemplo de fidelidad de tiempos antiguos, le pareció a Harold King
que con el tiempo Jehová lo libraría a él, para que pudiera volver a sus
hermanos y seguir su servicio en libertad.
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yb75 208-9
FIRMES EN LA FE A PESAR DE LA PRISIÓN
Al remontarse unas tres décadas en el pasado hasta los días en que
tantos cristianos neutrales fueron encerrados en prisión porque
mantenían su integridad, uno pudiera preguntarse qué haría uno
mismo en medio de circunstancias similares. No importa realmente
qué excusa use el enemigo para encarcelar al pueblo de Dios. Con la
ayuda de Jehová se puede mantener la integridad, como lo hicieron
aquellos centenares de cristianos neutrales hace unos años. En 1965,
después de siete años en las prisiones de la China Roja, Stanley Ernest
Jones habló a más de 34.700 personas en el Estadio Yanqui de la
ciudad de Nueva York. Mientras estuvo en prisión, había meditado en
las Escrituras, acudido a la oración y se había mantenido
espiritualmente fuerte con la ayuda del espíritu de Jehová. Pero una
cosa que mencionó fue: “Solo vamos a tener tribulación ‘diez días.’
En otras palabras, es algo que tiene fin. Todo tiene fin a su propio
tiempo. Por lo tanto sencillamente aguantamos; Dios nos pasará al
otro lado.”—Rev. 2:10.
Un compañero misionero, Harold King, pasó casi cinco años en una
prisión de la China Roja. Él, también, había permanecido
espiritualmente fuerte. ¿Sabe usted que, mientras estuvo preso, hasta
compuso música basada en pensamientos bíblicos? Sí, el libro de
cánticos usado por los testigos de Jehová hoy —“Cantando y
acompañándose con música en su corazón”— contiene una melodía
que el hermano King compuso en prisión. Es el cántico número 10,
intitulado “De casa en casa.” Por eso, no tema el futuro. Jehová puede
sostenerlo como sostuvo a los cristianos neutrales encarcelados en los
Estados Unidos así como a muchos otros mantenedores de integridad,
incluso a los hermanos Jones y King, que tuvieron la dura experiencia
de estar encarcelados en una prisión comunista china.
Nancy Yuen
La Atalaya del 1 de diciembre de 1979, páginas 4 a 7
El nombre de Jehová se dará a conocer
¡Libre! tras 20 años de detención.

Como lo relató Nancy Yuen.


.
EL CORRESPONSAL de “¡Despertad!” en Hong Kong
escribe:
Nuestra familia del hogar de la sucursal de la Sociedad
Watch Tower Bible and Tract en Hong Kong está muy
acostumbrada a recibir visitas desde el extranjero.
Pero el jueves 15 de febrero de 1979 fue una ocasión muy
especial.
Nuestra huésped era Nancy Yuen, una fiel testigo de Jehová
que apenas había salido de China tras 20 años de detención.
“¡Cuánto me alegro de estar con ustedes! He hallado a mi
familia,” dijo ella.
Todos sabíamos de Nancy Yuen y su registro de fidelidad, pero
ahora ella estaba con nosotros en persona y podíamos oír su
historia de primera mano.
Comenzó su historia haciendo que nos remontáramos al
año 1949.
Aquí está lo que nos dijo:
FUE alrededor de 30 años atrás cuando Stanley Jones, un
misionero de la Watch Tower, visitó por primera vez nuestro
hogar en Shangai, China.
Para aquel tiempo yo estaba casada y tenía dos hijos.
El mensaje que él trajo acerca de Jehová Dios y Su propósito
para la humanidad me interesó muchísimo.
Me bauticé en 1950 y continué estudiando diligentemente para
aumentar mi conocimiento y entendimiento de la Biblia.
Me alegro mucho de haber tomado muy en serio mis
responsabilidades cristianas en aquellos primeros años, pues, de
no haberlo hecho, nunca hubiese soportado las pruebas a las
cuales me enfrentaría.
Para 1954 yo tenía cuatro hijitos y también estaba participando
activamente en proclamar las buenas nuevas del reino de
Jehová.
Para principios de 1956 el gobierno comunista controlaba
firmemente a Shangai.
Comenzamos a recibir advertencias de que cesáramos de
predicar y limitáramos nuestra actividad al Salón del Reino.
Sin embargo, yo pensaba que tenía que cumplir con nuestra
comisión divina de predicar, y por eso continué participando en
la obra de predicar de casa en casa.
Me arrestaron y detuvieron repetidas veces para interrogarme;
algunas veces me detenían por cinco horas y otras hasta tres
días.
Mientras tanto, puesto que en 1953 mi esposo se había mudado
a Hong Kong, solicité permiso para unirme a él allí.
Las autoridades dijeron que me darían el permiso de salida con
la condición de que dejara de predicar.
Rehusé cesar de predicar y, como consecuencia, nunca obtuve
el permiso.
Mi firme determinación de continuar predicando exasperaba a
los oficiales comunistas.
Durante uno de los interrogatorios me dijeron que yo tenía que
ser la persona más testaruda de toda China. Por último, a fines
de 1956, después que me habían arrestado seis veces por
predicar, me detuvieron nuevamente cuando un ama de casa
informó a las autoridades que yo estaba predicando de casa en
casa. Después de aquello no me soltaron.
COMIENZA LA DETENCIÓN.
Yo me había criado en el seno de una familia feliz y tenía mi
propia familita.
Ahora se me había separado de ellos y me hallaba sentada en
una oscura celda con las manos esposadas. Rompí a llorar.
¡Me sentía tan débil e indefensa! .
Parecía que no había manera de salir de aquella situación.
Muy pronto vinieron a mi mente pensamientos acerca de que
Jehová es “el Dios de todo consuelo,” y da fortaleza a sus
siervos.
(Segunda a los Corintios. Capítulo 1: versículos 3 y 4).
Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de tiernas
misericordias y el Dios de todo consuelo. 4 Él nos consuela en todas nuestras
pruebas para que nosotros podamos consolar con el consuelo que recibimos de
Dios a los que están sufriendo cualquier clase de prueba.

Fue entonces cuando me dirigí a él en oración con intensidad.


A partir de aquella ocasión comencé a hablar a Jehová
regularmente por medio de la oración, y comencé a sentirme
más y más fuerte cada día.
Puesto que los guardianes notaron que oraba con las manos
enfrente, especialmente a la hora de las comidas, tuve que
soportar el que me pusiera los brazos detrás y me pusieran
esposas más arriba de los codos por tres días hasta que brazos y
manos se me hincharon en gran manera.
Desde luego, esto no impidió que yo orara. Pero hasta este
mismísimo día se pueden ver las marcas que llevo más arriba de
los codos.
Me detuvieron por cuatro años, durante los cuales me
interrogaron constantemente.
Querían que traicionara a los dos hermanos misioneros y que
dijera que la Sociedad Watch Tower Bible and Tract era agente
del imperialismo. Yo jamás haría tal cosa.
Me valía de aquellas oportunidades para dar un testimonio a los
funcionarios y mencionarles lo que dice la Palabra de Dios.
Un funcionario comentó que había tratado con todos los
diferentes grupos religiosos, y todos habían transigido. Pero
admiraba mi valor y celo. Dijo:
“Es una gran pena que usted no se hubiese convertido al
comunismo antes de convertirse al cristianismo, pues
nuestro partido necesita gente de verdadera convicción
como usted.”
En 1960 fui sentenciada a 10 años de prisión, y la sentencia
había de comenzar a contar desde que me habían detenido
en 1956.
En 1961 me trasladaron a un campo de trabajo afuera en el
territorio rural, y allí tuve la oportunidad de compartir las
“buenas nuevas” con los compañeros de prisión.
Nunca dejé de predicar, y, a medida que pasaba el tiempo, me
fui haciendo más denodada.
En una ocasión prediqué a un grupo de 12 personas que
escucharon atentamente.
Esto no pasó inadvertido. Entonces me pusieron en la prisión
del condado por 19 días, y añadieron otros dos años a mi
sentencia original. Pronto aquellos 12 años habían pasado.
LIBERACIÓN Y REGRESO A LA PRISIÓN.
En 1968 me pusieron en libertad del campo de trabajo, aunque
con restricciones en cuanto a mis actividades.
Ahora podía trabajar y recibir un salario de menos de $10
(dólares estadounidenses). al mes.
Durante aquel tiempo me permitieron transferirme de un grupo
laboral a otro, y mi madre se mudó al mismo distrito para estar
cerca de mí.

Puesto que se me había dado libertad para moverme de un lugar


a otro, comencé un viaje que me llevó a muchas ciudades, entre
ellas Anching, Hangcheu, Nankín y Shangai.
Visité a amigos y parientes y compartí con ellos y con los
conocidos que ellos me presentaron las verdades que sabía
acerca del Reino.
Pasó casi un año y de nuevo solicité salir de China para
reunirme con mi esposo en Hong Kong.
Para obtener el permiso, me pidieron que regresara al distrito de
Chinsang, donde yo había trabajado y donde vivía mi madre.
Sin embargo, antes de llegar a Chinsang me arrestaron, me
llevaron a un cuartel de la policía y me detuvieron por 10 días.
La policía interrogó a dos familias a las cuales yo había
predicado.
El resultado fue que me enviaron de regreso a Chinsang y me
encerraron en detención después de haber estado libre por dos
años.
JUICIO PÚBLICO
Nuevamente me vi bajo interrogatorio constante.
El jefe de la policía me acusó de ser testaruda y me dijo que era
mejor que confesara todos mis “delitos,” o me iría muy mal.
Le dije todo lo que había dicho en las conversaciones con otras
personas, y lo hice de tal modo que pudiera darle un buen
testimonio acerca del reino de Dios y de Su venidero nuevo
orden de cosas.
Le aclaré al jefe de la policía que todos los gobiernos tienen
que ceder paso al reino de Dios. (Daniel. 2: versículo 44).
”En los días de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será
destruido ni pasará a manos de ningún otro pueblo. Este reino hará añicos y pondrá
fin a todos esos reinos, y será el único que permanecerá para siempre,

Cuidadosamente, tomaron nota de todo lo que dije.


Entonces me hicieron desfilar por las calles con nueve
prisioneros varones.
Estos habían cometido diversas ofensas, desde robo hasta
asesinato y violación.
A cada uno nos habían puesto un letrero en el cual se alistaban
nuestros delitos.
Entonces, por el altavoz, el jefe de la policía leyó mis “delitos”
en presencia de mil personas que se reunieron en el amplio
patio de una escuela. Leyó todo lo que yo había dicho.
Me alegré de ver que, en realidad, él había podido dar un buen
testimonio a más personas de aquella ciudad que yo misma.
Más tarde me enteré de que en las investigaciones que se habían
efectuado acerca de mi actividad de predicar se habían visto
envueltas más de 100 personas de nueve diferentes provincias.
Un funcionario de baja categoría había dicho que yo era
demasiado testaruda, que no podrían reformarme y que por lo
tanto deberían ejecutarme.
Pero un funcionario de mucha más categoría no estuvo de
acuerdo con aquello, y se me hubo de sentenciar por segunda
vez, a 20 años de prisión.
Por los siguientes cuatro años, cada día fue la misma rutina.
Me permitían salir de mi celda temprano por la mañana para
lavar ropa y bañarme, y me llevaban de regreso para
permanecer en la celda hasta el atardecer, cuando me permitían
salir de nuevo por poco tiempo para recoger lo que había
lavado. Entonces me encerraban en la celda durante la noche.
El 1 de noviembre de 1978 recibí información de que me
permitirían salir de China y reunirme con mi esposo en Hong
Kong.
¡De modo que para fines de enero de 1979 mi esposo, nuestros
cuatro hijos y yo nos reunimos nuevamente como familia por
primera vez en 26 años!.

JEHOVÁ ME SUSTENTÓ.
La vida en la prisión y en el campo de trabajo era muy austera,
aunque siempre tuve lo que necesitaba en cuanto a comida y
ropa.
El régimen alimenticio era mayormente de arroz y vegetales,
con un poco de carne unas cuatro veces al año.
Era una dieta saludable y pude mantenerme en buen estado de
salud. Mantuve la mente activa por medio de recordar
versículos y verdades bíblicas que había aprendido durante mis
primeros años en la verdad.
Siempre buscaba oportunidades para compartir mi esperanza
con otras personas, y esto me permitió mantenerme ocupada y
alegre.
Durante todas mis pruebas, nunca me sentí desamparada.
Oraba regularmente y pedía dirección a Dios para que siempre
pudiera hacer lo apropiado.
En oración pedía fortaleza y valor para mantener un buen estado
de ánimo.
Después de orar, siempre me sentía segura de que no había
cometido un error y de que el proceder que seguía era el
correcto.
Puedo decir con toda veracidad que la oración me ayudó a
acercarme a Jehová; tanto, que a veces me parecía que casi
podía verlo.
Muchas veces recordaba la garantía de Isaías 66: versículo 2.
en el sentido de que Dios mira “al afligido y contrito de
espíritu.”
“Mi propia mano hizo todas estas cosas y así fue como todas llegaron a existir”,
afirma Jehová. “Así que me fijaré en este: en el que es humilde y tiene el espíritu
destrozado, y que tiembla ante mi palabra.

Esto fue siempre una fuente de fortaleza y gran consuelo para


mí.
Al preguntársele si se le había hecho difícil soportar el
constante interrogatorio de los funcionarios y de la policía,
Nancy Yuen contestó:
Al principio cuesta un poco acostumbrarse a ello. Pero a medida
que fui ajustando mi manera de pensar a la situación, no lo
encontré tan malo.
Es muy importante tener el punto de vista correcto de las cosas.
Muy al principio de mi detención recordé las palabras de Jesús
que se registran en Lucas 21: versículos 14 y 15.
Por lo tanto, estén decididos a no prepararse de antemano para hacer su defensa,
15
porque yo les daré unas palabras y una sabiduría que todos sus adversarios
juntos no podrán rebatir ni contradecir.

“Resuélvanlo en sus corazones que no ensayarán de antemano cómo hacer su defensa, porque
yo les daré boca y sabiduría, que todos sus opositores juntos no podrán resistir ni disputar.”

Así que aprendí a nunca preocuparme en cuanto a los


interrogatorios.
Los veía como oportunidades de dar un testimonio a los
funcionarios.
Siempre tenía algo que decirles acerca de Jehová Dios y Su
propósito para la humanidad, y parece que siempre me venía a
la mente el texto apropiado para la ocasión.
Al reflexionar, ¿qué piensa ella en cuanto a sus 20 años en
detención? Nos dice:
Todo ello valió la pena y estoy muy agradecida a mi Dios,
Jehová, por la oportunidad que he tenido de mostrarle mi amor
y devoción.
Tal como se registra en Mateo 13: versículos 45 y 46, Jesús
asemejó el Reino a un comerciante viajante que buscaba perlas
excelentes.
”El Reino de los cielos también es como un comerciante viajero que buscaba perlas
finas. 46 Al encontrar una perla muy valiosa, se fue y enseguida vendió todas las
cosas que tenía y la compró.

Al hallar una de gran valor, vendió todas las cosas que tenía y la
compró.
Yo tuve que dejarlo todo, incluso a mis hijitos, para ser leal a
mi Dios.
Jehová no me ha decepcionado de ningún modo. Me ha
sostenido y ha cuidado de mi familia del modo maravilloso en
que él lo hace.
Al preguntársele si tenía un buen consejo para sus compañeros
cristianos, Nancy Yuen contestó, pensativamente:
Nunca se sientan aprensivos o temerosos de las pruebas que les
puedan venir.
Todos debemos esperar recibir pruebas de un modo u otro. Son
buenas para nosotros.
Nos disciplinan y refinan y muestran qué clase de cristianos
somos en realidad.
Las pruebas nos muestran verdaderamente cuán fuerte es
nuestra fe y en qué aspectos tenemos que fortalecerla.
Hoy día me siento más fuerte en la fe como resultado de mis
pruebas.
Así que nunca tengan temor.
En muchas ocasiones obtuve mucho consuelo de las palabras
del apóstol Pedro de ‘echar sobre Jehová toda la inquietud,
porque él se interesa en nosotros.’
(primera a Pedro. 5: versículos 6 y 7).
Por lo tanto, humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que él los
engrandezca a su debido tiempo, 7 mientras echan todas sus inquietudes sobre él,
porque él se preocupa por ustedes.

Usted puede hacer lo mismo


El ejemplo de aguante y lealtad de esta devota hermana es tanto
estimulante como fortalecedor para la fe.
Por más de dos décadas los testigos de Jehová por todo el
mundo han tenido presente en las oraciones que hacen a Jehová
Dios a sus queridos hermanos y hermanas de China.
Ahora nos estamos enterando de primera mano de la manera en
que él les ha mostrado Su amoroso interés y los ha sostenido
hasta ahora.
Nancy Yuen visitó la sucursal de la Sociedad Watch Tower en
Hong Kong el 15 de febrero de 1979, el 16 de febrero asistió a
una reunión cristiana por primera vez en 22 años y el 17 de
febrero participó nuevamente con sus hermanos en proclamar el
reino de Dios de casa en casa.
Nos sentimos impulsados a dar las gracias a Jehová por estos
ejemplos modernos de fidelidad que estimulan a todo verdadero
cristiano a permanecer leal a su Dios, Jehová.

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