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Derecho Tributario
Derecho Tributario
Al iniciar el estudio de Derecho Fiscal, el primer problema que se nos presenta y que debemos
resolver es precisar cuál es el contenido de la materia en estudio, paso fundamental para estar
en aptitud de determinar cuál es su ubicación dentro de la Ciencia del Derecho y si es una
rama autónoma de la misma o sólo una parte de otra rama más amplia y general.
Entendemos por materia fiscal todo lo relativo a los ingresos del Estado provenientes de las
contribuciones y a las relaciones entre el propio Estado y los particulares, considerados en su
calidad de contribuyentes. Por ello, coincidimos con el criterio que sobre este punto ha
sostenido de manera constante la Suprema Corte de Justicia de México, el cual puede
observarse, entre otras, en las siguientes tesis:
FISCAL. Por fiscal debe entenderse lo perteneciente al Fisco; y Fisco significa, entre
nosotros. La parte de la Hacienda Pública que se forma con las contribuciones, impuestos o
derechos, siendo autoridades fiscales las que tienen intervención por mandato legal, en la
cuestación, dándose el caso de que haya autoridades hacendarias que no son autoridades
fiscales pues aun cuando tengan facultades de resolución en materia de hacienda, carecen de
actividad en la cuestación, que es la característica de las fiscales, viniendo a ser el carácter
de autoridad hacendaria, el género, y el de autoridad fiscal, la especie.
En México la única fuente formal del Derecho Fiscal es la ley, como se desprende del
contenido del artículo 31, fracción IV de la Constitución Política del país, que dispone la
obligación de contribuir a los gastos públicos de la Federación, Estados y Municipios, de la
manera proporcional y equitativa que establezcan las leyes. Refuerza esta opinión la
circunstancia de que el artículo 73, fracción VII de la propia Constitución señale como
atribución del Congreso de la Unión discutir y aprobar las contribuciones necesarias para
cubrir el presupuesto. O sea que si el primero de los dispositivos legales mencionados
estatuye que las contribuciones deben estar establecidas en ley, correlativamente el segundo
dispositivo jurídico otorga la facultad de establecer tales contribuciones al órgano en quien
deposita la Constitución la tarea de realizar la actividad legislativa.
4. LA LEY
La ley es una regla de derecho emanada del Poder Legislativo y promulgada por el poder
ejecutivo que crea situaciones generales y abstractas por tiempo indefinido y que sólo puede
ser modificada o suprimida por otra ley o por otra regla que tenga eficacia de ley.
La importancia de la ley como fuente del Derecho Fiscal ha quedado de manifiesto en líneas
anteriores cuando señalamos que en México es la única fuente formal, por disponerlo así la
Constitución Política del país.
5. EL DECRETO-LEY Y EL DECRETO-DELEGADO
Como excepción al principio de la división de poderes, conforme al cual el encargado de
dictar las leyes aplicables a los gobernados es el Poder Legislativo, tenemos al decreto-ley y
al decreto-delegado. En estos casos el Poder Ejecutivo se encuentra facultado por la
Constitución para emitir decretos con fuerza de ley que pueden modificar y aun suprimir las
existentes, o bien, pueden crear nuevos ordenamientos, los que no pueden ser anulados sino
en virtud de otro decreto de idéntica naturaleza o por una ley.
Se está en presencia de un decreto-ley cuando la Constitución autoriza al Poder Ejecutivo,
ante situaciones consideradas como ·graves para la tranquilidad pública, para asumir la
responsabilidad de dictar disposiciones transitorias para hacer a tal situación.
LAS CIRCULARES
Una derivación del reglamento es la circular, disposición esta también de carácter
administrativo, sólo que mientras el reglamente únicamente puede expedirlo el Presidente de
la República, la circular entra en la esfera competencial de todos los funcionarios superiores
de la administración pública, como son los Secretarios de Estados, Directores Generales, etc.
Las circulares contiene disposiciones administrativas, en algunas ocasiones de carácter-
puramente interno de la dependencia del Poder ejecutivo y en otras también dirigidas a los
particulares, que especifican la interpretación que da a la ley quien las emite, o bien, a través de
ellas se comunican acuerdos, decisiones o procedimientos que deben seguirse.
8. LA JURISPRUDENCIA
En nuestro país, la jurisprudencia tiene gran importancia como fuente de derecho ya que la
mayoría de las reformas e innovaciones que se .introducen en nuestras leyes fiscales, ya sea
porque se detecten errores o se precisen conceptos, obedecen a sentencias que los órganos
jurisdiccionales han emitido en una serie de casos análogos; pero debemos tener presente,
para comprender con exactitud la importancia de esta fuente de Derecho, que la
jurisprudencia, por sí misma, no modifica, deroga o crea a las leyes fiscales, sino que
únicamente puede determinar la conveniencia y, en su caso, el contenido de la modificación,
derogación o creación de esas leyes que se haga a través de los órganos competentes para
ello.
9. LA DOCTRINA
La doctrina constituye también, a nuestro juicio, una fuente real y no formal del Derecho
Fiscal, pues a ella costumbre desarrollar y precisar los conceptos contenidos en la ley y no
obstante que ha venido desempeñando una labor verdaderamente constructiva en el Derecho
Fiscal, haciéndolo avanzar rápidamente, en nuestro país, puede considerarse como
insignificante su aportación pues, a pesar de que tenemos elementos distinguidos, nuestra
literatura sobre la materia es todavía muy pobre; por lo tanto, podemos decir que la doctrina-
como fuente del derecho Fiscal en México es de muy poca importancia.
10. LA COSTUMBRE
Se ha dicho que la costumbre es un uso implantado en una colectividad y considerado por
ésta como jurídicamente obligatorio. Observamos, entonces, que en la costumbre concurren
dos elementos, uno objetivo y otro subjetivo; el primero consiste en el uso o práctica
constante y el segundo en la idea de que el uso o práctica en cuestión es jurídicamente
obligatorio. Ambos elementos se expresan en la fórmula latina "inveterata consuetudo et
opinio juris seu necessitatis".
La doctrina distingue tres clases de costumbre: la interpretativa, que es la que determina el
modo en que una norma jurídica debe ser entendida y aplicada; la introductiva, que es la que
establece una norma jurídica nueva para regir una situación no regulada con anterioridad; y la
derogativa, que implica la derogación de una norma jurídica preexistente o la sustitución de
ésta por una norma diversa.
De lo antes expuesto observamos, entonces, que la costumbre puede ser una fuente formal del
Derecho, sin embargo, en un régimen jurídico como el de México, donde prevalece el principio
de legalidad en forma rígida, tal vez el único campo propicio para que opere la costumbre, en
materia de Derecho Fiscal, es en el procedimiento para la tramitación de los asuntos en la esfera
administrativa, pues ante la falta de regulación detallada en este campo se originan las prácticas"
que son seguidas puntualmente por el personal de la Administración, cuya continua repetición y
concepto de ser obligatorias pueden llegar a crear normas de procedimiento.
Iniciativa de Ley. Una iniciativa en su sentido jurídico amplio, es la facultad o derecho que
la Constitución le otorga y reconoce a ciertos servidores públicos, entes oficiales y
particulares a proponer, denunciar o solicitar al órgano legislativo colegiado un asunto, hacer
de su conocimiento hecho o formular una petición, en relación con materias que sin de su
competencia, de lo que puede derivar una ley o decreto propiamente dichos o decretos
declaración, decretos resolución o decretos acuerdo.
Sin iniciativa no hay proceso legislativo, ésta lo inicia y finalmente también justifica la
existencia de ese cuerpo colegiado que se denomina Congreso de la Unión.
El proceso legislativo va a tener su punto de partida en la presentación ante los órganos del
poder público encargados de legislar, de un proyecto de iniciativa de ley que deberá ser
estudiada, revisada, valorada, reformada, adicionada y finalmente aprobada o rechazada por
dichos órganos. Dentro del sistema federal mexicano dicha función se encuentra encomendad
de manera exclusiva al Congreso de la Unión, dividido en dos Cámaras: la Cámara de
diputados y la Cámara de Senadores; salvo los casos de excepción representados por los
decretos-ley y los decretos-delegados.
Debate y discusión cameral. Una vez que el proyecto de ley tributaria es presentado ante la
Cámara de Diputados por quienes tienen derecho de iniciar leyes, Presidente de la República,
Diputados y Senadores al Congreso de la Unión y las Legislaturas Locales, conforme a lo
estipulado en el artículo 71 de la Constitución, entonces se inicia el debate cameral, que puede
conducir tanto a su aprobación como a su rechazo definitivo dentro del periodo de sesiones
en el que se haya dado a conocer.
Veto y sanción. Al ser aprobado por ambas cámaras el proyecto de ley hacendaria, debe
turnarse al Ejecutivo para los efectos de promulgación y publicación. No obstante, el
Presidente de la República cuenta con un plazo de diez días para manifestar su rechazo o
aceptación, esto conforme a lo estipulado en el inciso B del Artículo 72 Constitucional.
Iniciación y duración de la vigencia de la ley tributaria. Las leyes fiscales aprobadas por el
Congreso de la Unión, sancionadas y promulgadas por el Presidente de la República,
refrendadas por el Secretario de Hacienda y Crédito Público y publicadas en el Diario Oficial
de la Federación, reúnen los elementos y requisitos necesarios para entrar en vigor y para ser
aplicadas y obedecidas. Empero, es necesario dejar transcurrir un lapso entre la publicación
y la iniciación de la vigencia, a fin de que las mismas puedan ser estudiadas, analizadas y
ponderadas por sus destinatarios y por la ciudadanía en general. Casi siempre, una nueva
norma tributaria implica múltiples cambios en la contabilidad de los causantes, por lo que
este lapso es de vital importancia para que los contribuyentes se encuentren en condiciones
de cumplir en debida forma con los nuevos deberes fiscales que la ley de que se trate les
imponga.
Emilio Margain Manatou sostienen que: “debemos concluir que la vigencia constitucional
de la ley fiscal es de un año”. La vinculación entre el presupuesto federal y las leyes
tributarias que implican la vigencia de éstas últimas se agote en un año, constituye un criterio
invariablemente aceptado tanto por la práctica como por la jurisprudencia y la doctrina, que
se justifica y explica no sólo por derivar de un mandato constitucional, sino también porque
la multiplicación de los problemas y requerimientos económicos del Estado moderno
demanda continuas reformas y adiciones a las normas fiscales que ahora más que nunca se
han convertido en instrumentos esenciales cambiantes.