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uente Clarín - 0904 - Mariana Nisebe

Se puede energizar, oxigenar, ozonizar, cromar o magnetizar, y así potenciar sus


ventajas terapéuticas. Cada vez más expertos aseguran que beber una cantidad
suficiente de agua al día evitaría la aparición de muchas enfermedades
Simple, insípida, incolora y pura. Apenas compuesta por dos átomos de hidrógeno y
uno de oxígeno. Esta sustancia, que ocupa el 75 por ciento del cuerpo humano, tiene
grandes facultades terapéuticas que la convierten en el medicamento más simple,
económico y efectivo. Desde la antigüedad se sabe que el agua no sólo sirve para
tratar síntomas específicos, sino que es el origen de la vida. Caminar sobre el agua
fría del mar, ríos o arroyos activa la circulación, beber agua de mar, lejos de la costa
para evitar contaminación, puede aliviar muchas enfermedades ya que su alto
contenido en magnesio fortalece las defensas del organismo... Y la lista sigue.

El agua de buena calidad, es la forma más barata de medicina preventiva que se


conoce. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud cada día mueren más
de 300.000 personas en todo el mundo a causa de enfermedades hídricas. Todo es
más grave en el subdesarrollo, donde el 80 por ciento de las enfermedades que asolan
a la población se deben a la carencia o a la contaminación del agua. Por eso, cada
vez son más los expertos que aseguran que bastaría con beber una cantidad suficiente
de agua al día para evitar la aparición de muchas enfermedades, incluidas las
degenerativas. Pero no debe confundirse agua con líquido. El cuerpo humano necesita
un mínimo de 2 litros de agua al día y el alcohol, el té, el café o las gaseosas son
líquidos... pero no agua.

Sobre la creencia de que el té, el café, el alcohol o las bebidas refrescantes son
sustitutivos válidos del agua, el doctor de origen iraní Feydoon Batmanghelidj, remarca
que “constituye un error elemental”. Y aclara: “Es verdad que tales bebidas contienen
agua pero también lo es que suelen llevar agentes deshidratantes que no sólo la
eliminan una vez ingerida sino que además acaban con el agua de las reservas del
cuerpo por su fuerte acción diurética”. En su libro “Su cuerpo reclama agua llorando a
gritos”, destaca que lo que para muchos médicos es un "cuerpo enfermo" en muchas
ocasiones no es otra cosa que un "cuerpo sediento". Es fundamental que el agua llegue
siempre en cantidad suficiente y en el momento necesario a todo el organismo,
especialmente a los órganos vitales (cerebro, corazón, pulmones, hígado, páncreas y
riñones).

Cuando el cuerpo tiene sed, avisa. Un de los síntomas, por ejemplo, es el de la “boca
seca”; aunque no siempre es útil porque se ha comprobado que el cuerpo puede sufrir
deshidratación aun cuando la boca esté húmeda. Otro, es la típica sensación de sed;
sin embargo, muchas veces no se reconoce o no se le presta atención. O quizás, se
consume una bebida cuando el cuerpo pide simplemente agua. Como entender los
mensajes del cuerpo no siempre es tarea sencilla, se vuelve importante tomar
conciencia de la cantidad que se ingiere. Pero no solo el agua “común” es beneficiosa,
también se puede activar, energetizar, oxigenar, ozonizar, cromatizar, polarizar o
magnetizar, y así mejorar aún más sus ventajas terapéuticas.
Por ejemplo, si se somete el agua a la acción de un campo magnético de imanes,
cambia sus propiedades físicas obteniéndose agua imantada, ionizada, polarizada o
magnética. Esta última es la de mayor capacidad curativa; de hecho es en especial
benéfica en padecimientos digestivos, nerviosos y urinarios. Este importante líquido
también se puede oxigenar y contener dos átomos de hidrógeno y otros dos de
oxígeno (en lugar de uno como el agua corriente) para utilizarla básicamente como
antiséptico general. En medicina se aplica principalmente para la limpieza y
desinfección de heridas cutáneas. También se esterilizan objetos y se controla la
producción de moho y población bacteriana en los alimentos.

Otro de sus principales usos curativos está en el agua ozonizada. El ozono es un gas
formado por 3 moléculas de oxígeno, de olor picante, que observado en un espesor
pequeño es incoloro, pero resulta azulado en capas gruesas. En el campo de la salud,
se lo utiliza mezclado con el oxígeno como desinfectante, antibacteriano y antiviral.
Debido a su acción antiinflamatoria y analgésica, está indicado en patologías
caracterizadas por fuertes dolores, como las articulares y reumáticas (artrosis). Así, la
infiltración del ozono en el tratamiento de las hernias de disco, tanto lumbares como
cervicales, evidencia un importante efecto analgésico, evitando la aparición de los
riesgos colaterales típicos de las terapias con corticoides e incluso obviando la
intervención quirúrgica

El milagro del agua magnetizada - Pablo Elías Gómez Posse -

Las características del agua, como temperatura, densidad, tensión superficial,


viscosidad y conductividad, son transformadas por el magnetismo. El agua sometida a
la fuerza magnética ayuda a eliminar los depósitos de sales que se forman en las
tuberías y en los conductos de las máquinas. Mediante su empleo en la agronomía se
ha logrado incrementar la velocidad de crecimiento de los cultivos de 50 a 100%.
También se ha descubierto que si se usa agua magnetizada en la preparación del
concreto para construcción, tiene entre 20 y 50% más resistencia que el concreto
normal. De hecho, estos milagros de la industria y la agricultura hace décadas que
llamaron la atención de los científicos sobre las propiedades terapéuticas del agua
magnética.

No es que en la antigüedad el hombre desconociera el agua magnética. Los arroyos


que corrían entre imanes naturales en forma de piedras y peñas se magnetizaban y su
agua, al ser consumida por la gente de aquellas épocas, los dotaba de energía y
producía curas milagrosas. Pero seguramente no llegaron a entender la causa de este
fenómeno y lo aceptaron con reverencia, considerándolo un don divino.
Indudablemente, ignoraban cómo magnetizar el agua en sus propias casas utilizando
imanes naturales y, por otra parte, esos imanes naturales eran sumamente escasos.
Actualmente se fabrican imanes permanentes de toda clase y el agua magnetizada ha
dejado de ser un misterio. Pasemos entonces a examinar la magnetización del agua y
otros líquidos como jugos, leche, cerveza, aceites, etcétera y su utilización para fines
curativos.

Cómo magnetizar los líquidos

Cuando el agua o cualquier otro líquido entra en contacto con un imán permanente
durante cierto tiempo, el magnetismo lo penetra, produciendo, cómo antes
mencionábamos, cambios en las pro- piedades del líquido y así se magnetiza. El agua
puede entrar en contacto con el imán de las siguientes tres maneras:

1. Sobre un recipiente vacío se cuelga un imán y con un chorro muy fino se va


vertiendo el agua, hasta llenar el recipiente. Este método reproduce lo que ocurre en la
naturaleza, cuando una corriente de agua se magnetiza al fluir por yacimientos de
minerales magnéticos. En Rusia se está usando este método a escala industrial para
magnetizar grandes cantidades de agua, para lo cual los rusos emplean electroimanes
de alta potencia. Sin embargo, este método tiene dos inconvenientes. Al estar
constantemente en contacto con el agua el imán puede oxidarse y luego el óxido
puede pasar al agua. La segunda desventaja, más importante aún, es que el agua
está en contacto con el imán sólo unos segundos y no es muy probable que quede
bien magnetizada, a menos que el imán usado sea extraordinariamente fuerte. Aún
más, con este método la magnetización lograda será únicamente de cierto grado; no
es posible obtener diferentes grados de magnetización. Y por último, la obtención de
líquidos magnetizados sólo con el polo norte o sólo con el polo sur es imposible por
este método.

2. En el segundo método se coloca un imán en una vasija llena de agua y se deja


entre seis y ocho horas, o más. En este método también es seguro que el imán se
oxide con el tiempo; el óxido en suspensión echará a perder el agua y ya no se podrá
beber. Más aún, si quisiéramos magnetizar leche o cerveza no sería conveniente
sumergir un imán en ellos. Seguramente se pueden obtener diferentes grados de
magnetización con este método, pero no permite la magnetización separada por los
polos norte y sur.

3. Para los autores la forma ideal de magnetizar un líquido es llenar dos botellas, jarras
o cualquier otro recipiente de fondo plano, poner uno en el centro de un imán que
tenga el polo norte expuesto y el otro en un imán con el polo sur expuesto. Los imanes
deben ser metálicos, en forma de disco y tener de 8 a 10 cm de diámetro, para que el
fondo de cada recipiente cubra la superficie de cada uno de los imanes. Los recipientes
deben ser de vidrio, acero inoxidable o plástico, materiales que permiten que el
magnetismo fluya libremente y actúe sobre el líquido. En este método no hay peligro
de que el óxido se mezcle con el líquido y los recipientes pueden permanecer sobre
los imanes todo el tiempo que haga falta, lo que permite lograr diferentes grados de
magnetización. Cuando los recipientes se retiran de los imanes, los líquidos
magnetizados se pueden mezclar y guardarse en botellas a las que pondremos la
etiqueta "Bipolar" o se pueden guardar en botellas separadas marcándolas como "Polo
norte" y "Polo sur". Los autores siguen únicamente este método para magnetizar el
agua

Dos aspectos por considerar

Al hablar de la magnetización de agua o cualquier otro líquido, es conveniente


considerar el grado de magnetización y la utilidad terapéutica de la magnetización
bipolar o unipolar; la magnetoterapia aún se encuentra en proceso de desarrollo y
todavía están por definirse y establecerse las normas de magnetización del agua y
otros líquidos.

En lo que hace al grado de magnetización, éste depende de tres condiciones: 1) la


cantidad de líquido que se ponga sobre el imán, 2) la potencia del imán y 3) el tiempo
que el líquido esté en contacto con el imán. Estos tres factores determinan el grado de
magnetización. El problema es que, aunque podemos medir la fuerza del imán, no
tenemos un método para medir el grado de magnetización del agua y otros líquidos. A
falta de una escala de medición sólo podemos guiamos por la experiencia. El método
que los autores utilizan consiste en poner dos jarras de agua de un litro sobre cada
uno de los polos de dos imanes redondos de unos 3000 gauss, generalmente de 12 a
14 horas. El agua así magnetizada a un grado específico y luego mezclada ha dado
buenos resultados, por lo que los autores han adoptado este método como
procedimiento habitual de trabajo.

Esta agua magnetizada se receta como auxiliar del tratamiento magnético para casi
todas las enfermedades. Los autores prescriben tres dosis diarias, una por la mañana
antes del desayuno y las otras dos después de las comidas. Cada toma será de 60 ml
tratándose de adultos, 30 ml para adolescentes y dos cucharadas soperas para niños
de menos de tres años. En algunos casos la dosis prescrita produce algo de calor o
resequedad; siendo así, el paciente puede reducir la dosis o diluirla mezclando igual
cantidad de agua simple con la magnetizada. No obstante, esta práctica está basada
en nuestra experiencia y no está avalada por la autoridad científica.

Es evidente que los diferentes grados de magnetización por necesidad causan distintos
efectos y que el agua y otros líquidos magnetizados a diferentes grados se vuelven
agentes curativos cualitativamente distintos para emplearse en distintos padecimientos.
Los magnetoterapeutas han estado experimentando en este campo pero hace falta una
investigación exhaustiva a fin de establecer las normas aplicables para los diferentes
grados de magnetización desde el punto de vista científico y terapéutico.

Las tres clases de agua

El doctor Hahnemam preparaba tres medicamentos a partir de los diferentes efectos del
imán: uno con el imán completo, es decir, la combinación de los dos polos, otro con el
polo norte y uno más con el polo sur. Identificó los síntomas precisos de las
enfermedades que había que tratar con cada uno de estos tres medicamentos. Estos
mismos principios se aplican también en el caso del agua magnetizada. Hasta ahora
los terapeutas por lo general han recetado sólo agua bipolar a todos los pacientes para
casi cualquier enfermedad, lo cual ha dado buenos resultados, pero definitivamente el
agua magnetizada tendrá mejor efecto si consideramos a las tres aguas - bipolar, de
polo norte y de polo sur - como entidades individuales y las utilizamos como auxiliares
terapéuticos específicos teniendo presente la naturaleza del padecimiento. Los
síntomas que Hahnemann identificó al usar cada uno de sus medicamentos
magnéticos, así como los efectos básicamente diferentes de los dos polos - que
señalamos en un capítulo previo - podrían servimos de guía, segura aunque
rudimentaria, para utilizar las tres aguas como medicinas independientes, lo cual podría
ampliar los horizontes de la investigación. Así pues, las tres aguas, magnetizadas a
diferentes grados, pueden representar para la magnetoterapia un gran número de
auxiliares terapéuticos que pueden hacer de ella una práctica perfecta y precisa.

Otros líquidos

Cómo ya mencionamos, hay otros líquidos benéficos para la salud que también se
pueden magnetizar para usarse con mucho mejores resultados en el tratamiento de
diversas enfermedades, padecimientos menores y estados de debilidad. El consumo
diario de Yoghurt descremado colocada sobre el polo sur por cerca de media hora
proporciona vigor y vitalidad en casos de debilidad o agotamiento. Este Yoghurt ha
demostrado ser de gran utilidad en la recuperación o incremento de la potencia sexual.

Los jugos de diversas frutas tratados con magnetismo se vuelven más refrescantes y
son más nutritivos. Además del Yoghurt y los jugos, los aceites con propiedades
medicinales también se pueden magnetizar para hacerlos más efectivos, especialmente
en casos de caída de cabello y problemas de la piel. El aceite de oliva magnetizado
puede ser de gran ayuda en el tratamiento de la gota y el reumatismo.

Para qué sirve el agua magnetizada

La experiencia ha demostrado que el agua magnetizada ayuda en el tratamiento de


casi todas las enfermedades, y es en especial benéfica en padecimientos digestivos,
nerviosos y urinarios.

El agua magnetizada reduce el exceso de acidez y de bilis en el aparato digestivo y


normaliza los movimientos intestinales, expulsando toda la acumulación de materiales
tóxicos. De esta manera, limpia completamente el sistema, mejora la digestión,
aumenta el apetito, expulsa la enfermedad y da salud y energía a la persona que la
toma con regularidad. Es recomendable que incluso las personas sanas tomen agua
magnetizada para mantenerse libres de molestias o padecimientos digestivos. Para un
consumo habitual se utiliza agua que haya sido magnetizada de cuatro a seis horas.

Esta maravillosa agua también es muy buena en padecimientos nerviosos y para la


presión arterial, en especial la presión baja. Produce un efecto calmante y ligeramente
sedante en el sistema nervioso, ayuda a limpiar las arterias obstruidas, normaliza el
aparato circulatorio, nutre y da fuerza.

Además de estas propiedades, el agua magnetizada es efectiva en el tratamiento de


asma, bronquitis, resfriados, tos y todo tipo de fiebres.

También se recomienda el uso del agua como auxiliar externo para el lavado de ojos
inflamados o irritados, heridas, brotes de eczema, etcétera, para una recuperación más
rápida. En todo tipo de infecciones oftálmicas se logran resultados sorprendentes si se
lavan los ojos varias veces al día con agua magnetizada con el polo norte. Para
conservar una vista normal no hay nada como el lavado diario de los ojos con agua
magnetizada.

El agua magnetizada tiene muchas posibilidades, pocas conocidas y muchas todavía


por descubrir. Por el bien de la humanidad, se debe emprender una búsqueda seria y
llevar un fiel registro de formas más completas y concretas de explotar y utilizar este
"don divino", ya que en el mundo de la medicina no hay nada que sea tan barato ni tan
fácil de obtener como esta agua. Cualquier persona la puede preparar con toda
facilidad en su casa con un par de imanes.

El proceso de magnetización

Se necesitan dos imanes en forma de disco, uno con el polo norte expuesto y el otro
con el polo sur expuesto. Estos imanes deben ser de 8 a 10 cm de diámetro y tener
una fuerza de 2000 a 3000 gauss. Se toman dos jarras, botellas o cualquier otro
recipiente de vidrio que tengan fondo plano, y se llenan con agua limpia. Se puede
usar agua de pozo o de río, pero se debe filtrar antes de ponerla sobre los imanes. Las
bases de los recipientes se limpian y se secan. Uno de los recipientes se coloca sobre
el polo norte de un imán y el otro sobre el polo sur del segundo imán. Se cubren los
recipientes y se dejan sobre los imanes durante el tiempo que sea necesario para
magnetizar el agua. Si no tiene Imanes en forma de disco puede usar cualquier otro
tipo de imán de 2000 a 3000 gauss de potencia, colocándolos de modo que el polo
norte de un imán esté en contacto con el exterior de un recipiente y el polo sur del otro
imán esté en contacto con el segundo recipiente.

Transcurrido el tiempo necesario, los recipientes se retiran de los imanes. Si hemos de


utilizar el agua bipolar, los dos recipientes se vacían en uno para que se mezclen los
dos tipos de agua y se guarda en botellas limpias. Si se necesita agua de las dos
polaridades, el agua que acabamos de magnetizar no se mezcla (o se mezcla sólo una
parte) sino que se guarda en botellas separadas con etiquetas marcadas "polo norte" o
"polo sur".

Cualquier líquido se magnetiza igual.

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