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¿Qué es una contractura muscular?

Una contractura es la contracción continuada e


involuntaria de un músculo y sus fibras, que provocan
dolor y una alteración de su funcionamiento habitual.
Esto impide que la sangre llegue a las células
musculares y se acumulen toxinas, lo que hacen que
las terminaciones nerviosas del músculo envíen
señales al cerebro, provocando dolor. Puede aparecer
cuando se realiza una actividad física inapropiada en
intensidad y función, y pueden aparecer mientras se
hace ejercicio, una vez acabado, o de forma residual
tras haber sufrido una lesión grave.
Las contracturas más frecuentes se dan en la zona
cervical y la musculatura de la espalda. No se trata de
una lesión grave, pero puede ser molesta a la hora de
realizar actividades cotidianas, al encontrarse el
músculo en constante tensión.
La contractura muscular consiste en la contracción
persistente e involuntaria de un músculo. Puede ser
causa o consecuencia del dolor de espalda.
En estos casos, la contractura aparece esencialmente
cuando se exige al músculo un trabajo superior al que
puede realizar, ya sea intenso y puntual - por ejemplo,
un esfuerzo excesivo- o mantenido y menos intenso -
por ejemplo, mantener unas horas una postura
inadecuada.
Por otra parte, algunas anomalías de la columna
vertebral o desequilibrios de la musculatura favorecen
que unos grupos musculares estén trabajando
constantemente más de lo necesario, lo que les
predispone a contracturarse.
Prevención
Para evitar una contractura al realizar ejercicio es
importante realizar un calentamiento previo a la
actividad física que se va a llevar a cabo. De esta
forma, el músculo estará preparado para llevarla a
cabo.
También se puede tomar una serie de medidas para
evitar una contractura en otras situaciones:
Realizar cambios en la postura cada cierto tiempo.
Realizar estiramientos cada dos horas durante dos o
tres minutos.
Beber suficiente agua y de forma regular durante todo
el día.
Seguir una dieta equilibrada.
Evitar el estrés y dormir las horas necesarias de
sueño.
Causas
Existen una serie de circunstancias que propician la
aparición de una contractura:
Sedentarismo
Las personas que no realizan actividades físicas de
manera habitual son más propensas a sufrir una
contractura cuando la llevan a cabo, ya que el músculo
no está lo suficientemente preparado para llevar a
cabo un esfuerzo no habitual.
Postura estática
Relacionada con el sedentarismo, estar durante mucho
tiempo en una misma postura también puede
ocasionar contracturas. Por ejemplo, si se está durante
mucho tiempo sentado en la oficina.
Edad avanzada
Las personas de avanzada edad corren riesgo de sufrir
una contractura con una mayor probabilidad. Esto se
debe a que el proceso de envejecimiento afecta
directamente a los músculos, haciendo que pierdan
elasticidad y por lo tanto son más propensas a sufrir
una contractura al realizar un esfuerzo no habitual.
Estrés
Puede provocar una contractura involuntaria debido a
que se está en constante tensión.
Deporte
Al basar la mayor parte del tiempo en actividades
físicas, se corre un mayor riesgo de sufrir una
contractura. Los deportes en los que son más
habituales las contracturas son aquellos de impacto
(atletismo, baloncesto), de acción balística
(lanzamiento de martillo, de jabalina) y de tren inferior
(ciclismo, patinaje).
Deshidratación
Se considera que la falta de agua así como de otros
componentes como el magnesio, el potasio, la glucosa
o el sodio puede aumentar las posibilidades de sufrir
una contractura o un calambre, ya que son elementos
que las células musculares necesitan para su correcto
funcionamiento. La falta de estos provoca irritación en
el músculo, lo que facilita la contractura.
Tipos de contracturas
Dependiendo de cómo se produce la contractura, se
pueden diferenciar los siguientes tipos:
Contractura mioestática
Se da con un movimiento inusual que produce dolor
momentáneo, pero no llega a provocar una lesión. Se
recupera su estado normal con una serie de
estiramientos suaves.
Adherencia
Este tipo de contractura se produce por la falta de
movimiento. Puede servir como indicativo de
necesidad de realizar ejercicio.
Adherencia del tejido cicatricial
Debido a la falta de movimiento, se forma una cicatriz
que limita el movimiento.
Contractura irreversible
Se da cuando los tejidos blandos y conjuntivos de los
músculos se sustituyen por el óseo o fibrótico,
provocando la pérdida de movilidad.
Contractura pseudomioestática
La provoca el sistema nervioso central, y deja al
músculo en contracción constante.
Tratamiento
Hay varias formas de tratar una contractura:
Miorrelajantes y antiinflamatorios: su uso está
aconsejado sólo cuando el dolor es muy acusado;
tienen que estar prescritos por un médico.
Termoterapia: consiste en aplicar calor local para
conseguir un efecto relajante. Se puede administrar
con una almohada eléctrica, por ejemplo.
Masajes, siempre proporcionados por un profesional,
porque en el caso de que no se den de forma correcta
pueden causar un daño mayor.
Hidroterapia: son estiramientos o ejercicios acuáticos.
Reposo.
Contribuyen a reducir el consumo de ácidos tomates o
vinagres en las comidas y aumentar el de aquellos con
más potasio como los plátanos, las patatas, la harina
de soja, el salvado o los albaricoques.

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