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Abstract
Por distintas causas y a lo largo de la historia, muchas veces la inteligencia no ha logrado
que la clase de conocimiento que produjo fuera completo, seguro y oportuno, y aplicable a
un problema ya producido o a punto de producirse, o sea que ese conocimiento ha resultado
inútil, ya que la inteligencia es conocimiento para el hecho práctico de emprender una
acción. También ha ocurrido que los decisores han hecho caso omiso de los hallazgos de la
inteligencia e incurrido en serios errores de costosas consecuencias.
El trabajo analiza fallas en la inteligencia atribuidas a distintas causas, focalizando en
algunos notorios ejemplos históricos.
1
1 - Introducción
Sherman Kent, considerado el "padre" de la inteligencia estratégica moderna, sostenía que
“no hay fase de la inteligencia que sea más importante que las adecuadas relaciones entre
la misma inteligencia y la gente que utiliza su producto”.30 Reforzaba el concepto
agregando que, aunque pueda parecer extraño, ese resultado solo se establecía mediante
“grandes, persistentes y conscientes esfuerzos” y tendía a desaparecer cuando esos
esfuerzos disminuían.
Esto requiere que el equipo de inteligencia obtenga un gran conocimiento sobre el tema en
discusión por las otras unidades o agencias que intervienen en él. Debe tenerse en cuenta
que no es la inteligencia la que determina objetivos: no es el arquitecto de la política; no es
el hacedor de proyectos; no es el realizador de las operaciones. La inteligencia es el auxiliar
de todos ellos, cumple una función de servicio. Su tarea es asegurar que los decisores estén
bien informados: brindar la asistencia necesaria, llamar su atención sobre hechos importantes
que puedan estar descuidando o, a pedido de los mismos, analizar cursos de acción
alternativos.
Un detalle muy importante es que el aspecto “análisis” de la inteligencia sufre aún más que
el de “reunión” cuando está guiado inadecuadamente. La necesidad de guía adecuada y
oportuna es el principal contribuyente a la peor enfermedad de la inteligencia: la
irresponsabilidad.
Esto debería llevar a solicitar de los usuarios la mayor exactitud cuándo requieren
inteligencia y a exigir de los productores el esfuerzo necesario para promover la
disponibilidad de su producido. El objetivo será siempre alcanzar el equilibrio entre no
poder suministrar inteligencia válida o suficiente y no abrumar con productos innecesarios.
30
Kent, Sherman, Inteligencia Estratégica para la política mundial norteamericana, Editorial Pleamar,
Quinta edición, Buenos Aires, 1994, p.197.
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2 - El mal uso de la Inteligencia
A lo largo de la historia, pero fundamentalmente desde la segunda mitad del siglo XX en
adelante, el mundo ha sido testigo de una serie de gruesos errores en la conducción
estratégica ante los conflictos, de los que muchos tuvieron lugar en el marco de la así
denominada Guerra Fría.
Existe cierto número de razones por las cuales los productores y consumidores de
inteligencia tropiezan con dificultades para establecer relaciones apropiadas. Vamos a
repasar aquí solo algunas de las problemáticas más comunes.
La primera de ellas es más típica de las Fuerzas Armadas que de los departamentos
gubernamentales civiles. Tiene que ver con la organización según el modelo de Estado
Mayor.
Esto sobre todo se da respecto de la capacidad de las fuerzas, el modo en que pueden ser
empleadas y los planes que el comandante propio se encuentra analizando, y tiene como
justificación, cuando ocurre, el impedir una supuesta "falta de objetividad" por parte de la
inteligencia propia en caso que se generaran en ella sensaciones de triunfo o derrota, de
temor o alegría, que podrían llevarla a menospreciar las fuerzas enemigas si viera
vencedoras a las propias o, viceversa, si viera perdedoras a las propias, tendería, en sus
apreciaciones, a disminuir la magnitud y capacidad de las adversarias.
3
pregúntele a los de inteligencia”. Esto puede generar la sensación que se está
disminuyendo la consideración hacia aquellos que han sido excluidos de ese “círculo de
privilegiados”.
Otra causa habitual tiene que ver con las razones de “seguridad”. Sherman Kent afirmaba
que mientras el tiempo y la sorpresa sean aspectos esenciales de la política y la estrategia,
deberá haber secretos. Los hacedores de la política y sus proyectistas lidiarán,
naturalmente, con secretos de Estado, cuyo descubrimiento podría dar lugar a una
calamidad nacional (recordar el efecto político de las así llamadas "Wiki-leaks"). Del
mismo modo, el personal de inteligencia debe guardar secretos. Pero esta regla, natural y
lógica, produce efectos entre los productores y consumidores de inteligencia.
Cuando la regla es rígidamente aplicada por los productores, a los consumidores se les
generan dudas legítimas acerca de la validez de los hallazgos de esos productores. Del
mismo modo, cuando los consumidores aplican al productor rígidamente la regla (para no
generar una brecha en la seguridad), dan al productor un motivo para que no cumpla con su
trabajo o para que produzca un conocimiento inútil. Cuando se genera un pedido en
abstracto y sin ninguna justificación, en un contexto en que todo el equipo del productor
puede estar empeñado en otras misiones de indiscutible prioridad, o responderá que no
puede dar satisfacción al requerimiento sin justificaciones adicionales, o hará la tarea de
mala gana, sin precisión ni profundidad.
31
Se conoce como los "Cinco de Cambridge" o el "Círculo de Cambridge" al grupo británico de espías
reclutados por la URSS en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, que trabajó durante la Guerra
Fría: Anthony Blunt, Kim Philby, Donald McLean, Guy Burguess y John Cairncross. Se infiltraron en la
sociedad británica como «topos», en la jerga de los servicios secretos. El grupo penetró en el MI5, el MI6, el
Foreign Office y el Ministerio de Guerra. Valiosos secretos de Estado fueron entregados a Moscú, también
desde la Embajada británica en Washington, donde varios de ellos trabajaron.
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opiniones ajenas, de terceros. Finalmente, si alguien va a recibir daños como consecuencia
de una operación fallida, seguramente no serán los productores de la información. Dice
Sherman Kent: “aseguraría que los hombres de inteligencia de la Brigada Ligera eran los
primeros en la lista de sobrevivientes de la carga de Balaklava”.32
Finalmente, debe tenerse en cuenta que la inteligencia está destinada a cometer errores.
Algunas de las preguntas que debe responder requerirían algo así como la “omnisciencia
divina”. Otras requerirían un trabajo mucho más intenso que el que puede concretarse en el
tiempo otorgado, y otras podrían responderse solo con una refinada especie de preparativos
encubiertos que nunca antes han sido realizados. Por buenas o malas razones, un fracaso de
inteligencia no parece guardar proporción con su importancia y hasta parece justificar el hecho
de que el consumidor efectúe su propio trabajo de inteligencia de allí en adelante.
Afirma que los políticos suelen ser críticos de lo que avizoran como análisis inadecuado y esto
forma parte de su "idea" de la tarea, especialmente cuando concluyen que las evaluaciones de
las agencias de inteligencia complican sus agendas de acción. Por su parte, los analistas
encuentran difícil de distinguir entre las críticas de buena fe y las quejas generadas por la
politiquería propia de la gestión política.
La intensidad y el trasfondo político del criticismo de los políticos y, por lógica, la molestia
que se genera en los analistas, puede variar considerablemente. Desde que la política y la
gestión son esencialmente inseparables y los analistas no poseen un "mercado" alternativo
para sus productos, estos deberían aprender a convivir con esta situación y a administrar las
tensiones recurrentes de la mejor manera posible.
Una clave para un manejo efectivo consiste en asumir seriamente los elementos analíticos
de la crítica. Un endurecimiento de los estándares del oficio (del analista) podría ayudar a
quitar de la mesa el tema de si el analista ha logrado confinar sus propios sesgos cognitivos
y políticos en la evaluación de evidencia ambigua. Por caso, los analistas podrían prestar
mayor atención a la evaluación crítica de los vacíos de información que muy a menudo
subyacen en los juicios en disputa. Obviamente, si extensos esfuerzos profesionales
refuerzan los juicios previos, los analistas estarán profesionalmente más inclinados a
sostenerlos.
La molestia de los analistas ante las críticas se magnifica cuando junto a sus colegas
reciben cargos de "análisis poco profesional" y "politización" en contra de los intentos de
32
Kent, Sherman, Inteligencia Estratégica para la política mundial norteamericana, Editorial Pleamar,
Quinta edición, Buenos Aires, 1994, p.211.
33
Davis, Jack, "Tensions in Analyst-Policymaker Relations: Opinions, Facts, and Evidence", The Sherman
Kent Center for Intelligence Analysis Occasional Papers: Volume 2, Number 2, Tensions in Analyst-
Policymaker Relations: Opinions, Facts, and Evidence, 2007.
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enfrentar las preocupaciones de los decisores mediante elaboración más deliberada o con
análisis alternativo. La respuesta institucional efectiva en temas contenciosos requiere
trabajo de equipo -no competencia hostil. En particular, los analistas deben utilizar las
acusaciones de politización responsablemente -en contra las distorsiones de los hechos y
los juicios que resultan en sesgos políticos- tanto por motivaciones políticas o bien
generados por pobre profesionalismo conspicuo.
El liderazgo puede aliviar las tensiones con los funcionarios políticos y entre analistas
articulando robustas respuestas profesionales para las disputas acerca de la interpretación
de evidencias ambiguas. Luego de muchos años de choques recurrentes entre valores y egos
de políticos y analistas, criterios amplios sobre "buenas prácticas" han sido establecidos y
deberían ser codificados.
Política y gestión
Cuatro asunciones sobre las raíces políticas de las tensiones entre analistas y funcionarios
condicionan en general las siguientes recomendaciones hacia los analistas para administrar
las tensiones resultantes en la relación.
Ingresar en el proceso político puede resultar incómodo para los analistas, quienes trabajan
para minimizar, e incluso negar, la existencia de cualquier impacto sobre sus evaluaciones
de inteligencia de sus propias preferencias políticas y personales. Y este compromiso puede
ser penoso cuando los funcionarios políticos concretan sus críticas y las hacen públicas.
El compromiso es, sin embargo, esencial, desde que los analistas tienen la carga profesional
no solo de mantener la integridad analítica sino también de asegurar el acceso y la
credibilidad necesaria para proveer información con valor agregado distintivo a sus
"clientes" políticos.
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En las cuestiones centrales de sus agendas, los decisores bien informados a menudo
obtienen buenos puntos de vista a partir de los juicios estimativos bien argumentados que
generan los analistas. Como una regla, ellos (los políticos) insisten en convertirse en los
analistas de seguridad nacional de última instancia cuando se trata de asuntos que resultan
inciertos en el sentido de ser incognoscibles (¿Qué hará Saddam si…?) Los analistas están,
en general, bien preparados para aceptar la insistencia de sus clientes en emitir el juicio
definitivo en asuntos sustantivos complejos que resultan propios de la responsabilidad
derivada de su jerarquía.
• En cuanto a hechos, un prominente funcionario una vez observó que los políticos
eran como los cirujanos. No duraran mucho si ignoran que es lo que ven una vez que tienen
al paciente abierto.
Pero ¿qué podemos decir acerca de las diferencias acerca del significado y lo adecuado de
los hechos, esto es, acerca de la calidad de la evidencia? Las disputas entre decisores y
analistas resultan usualmente más agudas en la interpretación de la evidencia respecto a
temas que son 'conocibles' pero no totalmente conocidos por los profesionales tanto de la
inteligencia como de la política (Que ha hecho o no hecho Saddam en cuanto a brindar su
apoyo a Al Qaeda).
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futuros están más o menos tres contra uno. Dadas esas probabilidades, el analista se prepara
para abandonar el tema y pasar a la cuestión siguiente.
En contraste, para un decisor político con una agenda para desarrollar, las mismas chances
previas de casi uno en cuatro pueden significar que vale la pena permanecer con el tema.
Lo veremos más adelante en el ejemplo práctico de Bahía de los Cochinos.
Más aun, en los asuntos de "botón rojo" el funcionario no pasará por alto la perspectiva
respecto a que los juicios de los analistas podrían estar mal fundados a causa de que ellos
están insuficientemente informados acerca del estado actual y la fluidez de las fuerzas
externas en pugna, o debido a que ellos no aprecian el impacto de los desarrollos propios
del tipo "zanahoria o garrote", para el caso de una iniciativa política que posee suficientes
respaldos.
La reluctancia de los decisores a descansar sobre lo que ellos avizoran como evaluaciones
inútiles sobre temas cruciales va más allá del profesionalmente necesario "pensamiento
positivo" de su parte. Los críticos políticos también apuntan a las siguientes fallas
sistémicas en el profesionalismo de los analistas.
a) - Desde que los sesgos cognitivos son "pregnantes", los analistas, como todos los
observadores, tienden a ver más rápida y vívidamente lo que ellos esperan ver e,
inversamente, tienden a no ver ni acreditar la información que podría cuestionar sus juicios
previos. Los críticos sostienen que los analistas se engañan a sí mismos al creer que están
exentos de estos errores debido a sus pretensiones de "objetividad".
• Los críticos se refieren a esto cuando defienden los requerimientos para que los
analistas hagan una revisión crítica del "programa de aldeas estratégicas" en Vietnam en los
'60s., o de los planes soviéticos para ganar una guerra nuclear en los años '70s., o de la
extensión de los lazos entre Irak y Al Qaeda en nuestros días.
b) - La frase de los analistas "no tenemos evidencia" respecto a que X exista es juzgada
particularmente como inútil por aquellos funcionarios dedicados tanto a disimular la
amenaza como a capturar la oportunidad política en cuestión.
c) - En todo caso, el juicio de los analistas sobre desarrollos en los que la evidencia es
ambigua difícilmente califica como "la verdad".
d) - El entrenamiento de los analistas y los incentivos que éstos reciben ponen mucho
énfasis en el concepto "línea recta, respuesta única" en los análisis de cuestiones complejas
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e inciertas. Los críticos afirman que esta aproximación es un tanto inefectiva de miras a una
correcta toma de decisiones, así como propensa a errores.
e) - La tarea principal de los analistas, de acuerdo a los críticos, es proveer elementos para
permitir a los funcionarios políticos alcanzar buenos juicios más allá de la incertidumbre
que nubla las situaciones mundiales complejas. El foco debería centrarse sobre las
fortalezas y debilidades de los "jugadores" extranjeros, las tendencias y motivaciones, los
detonadores de cambio ("drivers") y puntos de apalancamiento -no sobre lo que los críticos
burlonamente denominan "las opiniones" de los analistas.
f) - Especialmente cuando las apuestas políticas son altas, los analistas deberían dedicar
mucho esfuerzo evaluando que es lo que desconocen y porque lo desconocen. Por caso,
¿podrían los vacíos en la información de los analistas respecto de desarrollos
potencialmente peligrosos ser causados por operaciones de velo y engaño, o por recolección
inadecuada, o por asunciones erróneas respecto a que vías y relaciones ameritan el foco del
análisis?
• Obviamente los tintes políticos siempre "colorean" estas críticas. Pero en términos
profesionales esto permite establecer estándares razonables para que los decisores los
impongan a los analistas responsables de sumar valor agregado a los esfuerzos políticos de
cada gobierno.
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Casos de no-utilización en el máximo nivel de decisión
La máxima aspiración de un grupo de inteligencia es que sus hallazgos, especulaciones y
predicciones demuestren ser de utilidad para adoptar determinaciones o conducir a la
decisión. Sin embargo, no existe ninguna norma alguna que obligue a la política a aceptar y
hacer suyos estos hallazgos.
El problema real surge cuando una apreciación de inteligencia es rechazada sin basarse en
un análisis razonado de sus datos o en una duda racional sobre su objetividad. Hablamos de
cuando se la rechaza sobre la base de una idea y, sobre todo, cuando el que la rechaza
deseaba (consciente o inconscientemente) que esa idea hubiera sido confirmada por la
inteligencia y ello no ocurrió (idea preconcebida).
Esto no implica un rechazo frontal a todas las ideas, porque hay ideas basadas en el
conocimiento y la comprensión que son “materia de la verdad más perfecta”.35 Lo que se
quiere rechazar es la intuición basada en la nada y que nace de un íntimo deseo.
El consumidor de inteligencia (decisor) que ha estado en contacto con el problema del
productor, que lo conoce en toda su extensión, puede tener un discernimiento que no tiene
el productor. El hecho de apreciar de cerca los amplios aspectos del problema y de estar
lejano a los nebulosos detalles y vaivenes de la observación o la investigación, puede ser lo
que le permite llegar a una síntesis más segura de la verdad que la que suministra el
productor. Es una situación típica de los Jefes de Estado o de Gobierno respecto a algunos
problemas de política internacional.
Pero en estos casos es críticamente necesario que el consumidor esté precavido. Si rechaza
las conclusiones de su equipo de inteligencia y efectúa una estimación correcta, debe
meditar profundamente como llegó a ella. Que no retenga la noción de que solo necesita
“consultar a sus estrellas” para dejar de lado las recomendaciones de su Director de
Inteligencia. Si ello no se produce, destruirá su organización de inteligencia, porque sus
integrantes no buscarán la verdad, con los esfuerzos que ello implica, para que un “adivino”
niegue sus conclusiones y se interne en un curso potencialmente peligroso.
Algo así ocurrió con Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y su período previo.
En general se estima que la inteligencia que recibía, en los niveles técnicos de la
observación y la investigación (la reunión y el análisis, en nuestro uso) era adecuada.
También que su equipo de Estado Mayor era técnicamente competente. Hay buenas razones
34
Kent, Sherman, Inteligencia Estratégica para la política mundial norteamericana, Editorial Pleamar,
Quinta edición, Buenos Aires, 1994, p.219.
35
Ibídem, p.220.
10
para creer que obtenía un conocimiento seguro de esa inteligencia y consejos eficientes del
equipo que basaba sus juicios en ese conocimiento.
Hitler tuvo varias ideas brillantes, sobre todo en el periodo previo y las etapas iniciales de
la Segunda Guerra Mundial (por caso en evaluar la posible reacción francesa ante la
remilitarización alemana de la Renania, o la reacción franco-británica ante la Crisis de
Múnich o la invasión de Polonia). Gracias a la suerte o a un profundo y quizá subconsciente
conocimiento de la situación, reaccionaba correctamente y en oposición con sus más
formales fuentes de aviso. El inconveniente fue que no trató de analizar el por qué de su
feliz intuición. Continuó adelante como si su intuición fuera una fuente de verdad natural,
personal e infalible. Esto lo condujo a adoptar algunos pasos directos y positivos para
perder la guerra, y a su vez dañó severamente la utilidad de su servicio de inteligencia. 36
Cuando los productores de inteligencia advierten que no hay utilidad alguna en ofrecer al
consumidor un conocimiento que no se corresponde con sus ideas preconcebidas, entonces
la inteligencia está demás. Ya no hay inteligencia en ese punto y el consumidor obra por sí
mismo, solo, sin más guía que la adivinación y el azar.
Richard Sorge, probablemente el más importante espía durante la Segunda Guerra Mundial,
era hijo de padre alemán y madre rusa, tenía nacionalidad alemana, y fue reclutado
tempranamente por el NKVD.
Fue voluntario del ejército alemán en la Primera Guerra Mundial, de la que regresó
condecorado y convertido en comunista. Se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad
de Hamburgo en 1919. Ingresó al Partido Comunista Alemán (KPD). Despedido de sus
trabajos y hostigado por sus ideas, en Moscú se convirtió en agente secreto. Bajo la
cobertura del periodismo, a partir de 1920 realizó tareas de relevamiento en varios países de
Europa de miras a posibles levantamientos comunistas.
En mayo de 1933 la NKVD organiza una red de espionaje en Japón y Sorge es enviado a
Berlín para renovar contactos y preparar su cobertura como periodista alemán en Tokio.
Recibe contratos del Borsen Zeitung y del Tagliche Rundschau.
36
Por caso, la sobreestimación de la capacidad de la Luftwaffe para liquidar el enclave de Dunkerque o para
doblegar a Inglaterra mediante el bombardeo masivo, o respecto al potencial de la Unión Soviética y el de los
EE.UU.
11
En Japón hace contactos valiosos en los niveles más altos del gobierno japonés. Se torna
muy cercano a la embajada alemana y al embajador Ott,37 lo que le habilita acceso a
documentación secreta y logra acceder a documentos reservados. Estallada la guerra, Sorge
provee a la URSS de información vital respecto al Pacto Anti-Comintern, el Pacto
Germano-Japonés, y hasta anticipa el ataque japonés a Pearl Harbor.
En 1941 Sorge obtiene del agregado militar adjunto de la embajada alemana en Tokio la
fecha de inicio de la Operación Barbarossa, la invasión nazi a la Unión Soviética. El dato
que transmite a Moscú menciona el 20 de junio de 1941 como día de inicio de la invasión
(el inicio real fue el día 22).38 Hay constancias concretas respecto a que Stalin recibe la
información y no hace caso de ella.39 Inclusive se ha citado a Stalin ridiculizando a Sorge y
a sus actividades de inteligencia antes del lanzamiento de la Operación Barbarossa,
señalando “que no iba a creerle a un pervertido que organizaba burdeles en Japón, quien
incluso osaba hablar de un ataque alemán en junio".
Este error en el máximo nivel de conducción política resultó terriblemente costoso para la
URSS. El grueso de su aviación militar fue sorprendida y destruida en tierra. Las defensas
fronterizas también fueron sorprendidas y rápidamente sobrepasadas.
El intenso tráfico radial que toda esta información requirió para llegar a su destino hizo
sospechar a los japoneses sobre la existencia de una red soviética en el país. Algunos
confidentes de Sorge fueron detenidos e interrogados a partir del 14 de octubre de 1941. El
18 de octubre el propio Sorge fue detenido. Fue ejecutado el 7 de noviembre de 1944. La
Unión Soviética recién lo reconoció en 1964 y fue declarado Héroe de la Unión Soviética.
Era un desesperado intento para evitar la derrota final de una brigada de exilados cubanos
que estaban atrapados en la cabecera de playa de Bahía de los Cochinos y que luchaban por
sus vidas.40 Por primera vez durante el curso de la operación, pilotos y tripulantes
estadounidenses pertenecientes a la Guardia Aérea Nacional de Alabama estaban volando
los aparatos. Hasta el día anterior estos hombres no estaban autorizados a volar en misiones
37
Willowughby, Charles, Sorge. El espía que decidió la guerra, Editorial Pegaso, Buenos Aires, 1953, p.49.
38
Ibidem anterior, p.107.
39
Keegan, John, Intelligence in War, Alfred A. Knopf, New York, 2003, p.23.
40
El grupo fue denominado Brigada de Asalto 2506, por el número de la identificación de uno de sus
integrantes, Carlos Rafael Santana Estévez, quien había muerto en un accidente durante el entrenamiento en
Guatemala, en Septiembre de 1960.
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de combate en apoyo de la brigada cubana, pues la Casa Blanca temía que algún avión
fuera derribado, su tripulación capturada, y el rol del gobierno de los EE.UU en esta
operación encubierta quedara expuesto públicamente.
En la madrugada del 17 de abril de 1961, unos mil cuatrocientos hombres, la gran mayoría
de ellos cubanos exilados en los EE.UU., habían desembarcado en el territorio de su patria
para derrocar a Fidel Castro. Con ellos iban dos agentes estadounidenses de la CIA.
Los bombardeos del día 17, reducidos en dimensión por las razones que luego veremos, no
solo fracasaron en destruir toda la aviación castrista sino que también alertaron al dictador
cubano respecto a que una fuerza hostil de desembarco se aproximaba.
El remanente de las fuerzas aéreas de Castro, incluyendo dos cazas británicos a hélice
Hawker Sea Fury y dos entrenadores a reacción Lockheed T-33 con capacidad de combate,
sobrevivieron a los ataques iniciales y estuvieron en condiciones de contraatacar a la fuerza
invasora a voluntad, dado su casi inexistente apoyo aéreo. La negativa presidencial a
suministrar cobertura aérea por parte de aviones de los EE.UU., entregó el control del aire a
los pocos aviones supervivientes de Castro. En la mañana del mismo día 17 la aviación
castrista atacó y hundió dos de los barcos de la brigada, el Houston y el Rio Escondido, que
llevaban abastecimientos, y derribó cinco de los A-26 con que se contaba, perdiéndose
varios tripulantes.
Volando entre una y dos misiones por día –cada una de seis horas y media de duración-
para la mañana del tercer día los pilotos cubanos libres, que apoyaban desde el aire la
operación, estaban física y emocionalmente exhaustos. Ante la desesperada situación, la
CIA autorizó a los pilotos norteamericanos a volar las misiones del día 19. A último minuto
se les prometió la cobertura aérea de los aviones del portaaviones USS Essex, que navegaba
aguas afuera de Cuba, pero por una trágica confusión los jets americanos llegaron al lugar
de la acción momentos después que los bombarderos dejaban el área. En las acciones de ese
día, tres de los A-26 fueron derribados y se perdieron cuatro vidas estadounidenses.41
Esa misma tarde la cabeza de playa colapsó y los cubanos libres, habiendo agotado sus
abastecimientos y munición, se rindieron a las fuerzas de Castro. La Brigada de Asalto
2506 había perdido 114 hombres y otros 1189 fueron tomados prisioneros. Serían liberados
recién en diciembre de 1963 contra el pago de un "rescate" de 53 millones de dólares en
alimentos y medicinas.
Más allá de la insistencia inicial de la Administración Kennedy en que los Estados Unidos
no habían tenido nada que ver con la invasión, el mundo rápidamente comprendió que toda
la operación había sido organizada y financiada por el gobierno norteamericano. Los
invasores habían sido entrenados por funcionarios de la CIA y provistos de equipo
41
Para concretar el apoyo aéreo a la invasión, se reclutaron más de 80 hombres, entre pilotos, tripulantes y
personal de tierra, principalmente de la Guardia Aérea Nacional de Alabama, pero también de la de Georgia.
Se recurrió en primer lugar a la 117th Tactical Reconnaissance Wing (ANG), de Birmingham, Alabama, pues
había sido la última unidad de la aviación militar de los EE.UU. en operar los A-26 Invader hasta finales de
1957. Se eligieron los A-26 pues eran maquinas habituales en las Fuerzas Aéreas de los países de la región,
incluyendo Cuba. Las maquinas participantes fueron recuperadas de los "cementerios" de la USAF en
Arizona.
13
norteamericano, y el plan había sido aprobado por la Junta de Jefes de Estado Mayor y por el
propio Presidente.
Los documentos de la CIA relativos a esta operación fueron desclasificados recién en junio de
2005.
Según consta en esa información secreta desclasificada, no fue sino hasta la última semana
de diciembre de 1958 que el Presidente Eisenhower se involucró activamente en las
discusiones y decisiones que afectarían la política de los EE.UU. hacia Cuba. Su interés se
precipitó a raíz de un memorándum del 23 de diciembre preparado por el Secretario de
Estado en funciones y enviado al Asesor de Seguridad Nacional, Gordon Gray, quien
discutió el memo con Eisenhower y el Director de Inteligencia Central el día 26. El
Presidente habría indicado que no estaba totalmente al corriente de las posiciones del
Departamento de Estado y de la CIA respecto a Castro, y sugirió que las reuniones del
Grupo Especial previsto por la NSC 5412/2 42 fueran semanales, teniendo a Cuba como tema
de discusión habitual.43
El 11 de diciembre de 1959 (menos de un año después de la toma del poder por Castro) el
jefe de la División para el Hemisferio Occidental de la CIA envió un Memorándum al
Director de Inteligencia Central a través del Director Asistente para Planes, esbozando un
programa cuyo objetivo específico era "El derrocamiento de Castro dentro del plazo de un
año y su reemplazo por una junta 'amigable' respecto de los EE.UU., la que convocaría a
elecciones seis meses después de asumir".44 Para alcanzar este objetivo se adelantaba un
programa que incluía entre otros, los siguientes ítems:
42
La directiva NSC 5412, "Directiva del Consejo Nacional de Seguridad para Operaciones Encubiertas",
aprobada el 15 de marzo de 1954, significó el reconocimiento oficial y el establecimiento de un programa de
actividades anticomunistas en todo el mundo. El "Grupo Especial" de la NSC 5412/2, fue un subcomité
secreto del Consejo de Seguridad Nacional, responsable de coordinar las operaciones encubiertas del
gobierno. La Directiva Presidencial NSC 5412/2, del 28 de diciembre de 1954, asignaba la responsabilidad de
la coordinación de las operaciones encubiertas a representantes de la Secretaría de Estado, la de Defensa, y la
Presidencia.
43
Central Intelligence Agency, Official History of the Bay of Pigs Operation, Volume III "Evolution of CIA's
Anti-Castro Policies, 1959-January 1961", p.28, en http://www.foia.cia.gov/collection/bay-pigs-release
(consultado el 23 de febrero de 2015).
44
Ibídem, p.29.
14
muchas personas bien informadas creían que la desaparición física de Fidel podía acelerar
en forma importante la caída de su gobierno.45
Para la primavera (Boreal) de 1960, muchos cubanos exilados en los EE.UU. estaban
planeando una contrarrevolución. Algunos se pusieron en contacto con la CIA, la que
contaba con la autorización de Eisenhower para planear infiltraciones encubiertas que
podrían evolucionar hacia una seria oposición, causando problemas a Castro y
eventualmente provocando su caída. Este planeamiento recayó sobre Richard Bissell,
Director Adjunto para Planes de la agencia. Se pensaba que su audacia y persistencia
habían sido demostradas brillantemente cuando puso en funcionamiento la nueva capacidad
de reconocimiento aéreo del país a través de los aviones U-2.
15
después, ayudando a sostener la guerra civil que los castristas perderían. El reclutamiento
en Miami, el entrenamiento en Guatemala y el planeamiento en Washington fueron, en
consecuencia, activados, y un "consejo revolucionario de coalición" fue constituido. Todo
seria concretado mediante operaciones encubiertas de la CIA.
Richard Neustadt y Ernest May,47 dos estudiosos norteamericanos de las ciencias sociales,
desarrollaron una metodología de análisis estratégico para servir de base a la toma de
decisión del más alto nivel, apoyada sobre la consideración ordenada y minuciosa de casos
históricos reales. Estos autores destacan que, después de los fracasos, los 'sobrevivientes'
generalmente "ven" las preguntas que debieron haberse formulado en su momento. Esas
preguntas pertenecen a categorías generales: ¿Por qué creyeron lo que creyeron? ¿Por qué
esperaron eso? ¿Qué los hizo creer que ellos (los adversarios) harían "eso"?
Entre otras preguntas importantes (la denominada “pregunta de Alexander") que tanto
analistas como decisores deberían siempre formularse se incluye: ¿Qué datos nuevos, si es
que se dispone de ellos, harían que usted cambiara su suposición (¿Su dirección?, ¿Su
decisión?). La adaptación de esto al problema que estamos considerando supondría
preguntar: ¿qué nuevos Conocidos aportaría usted para cambiar ítems Supuestos? ¿Cuándo?
¿Y por qué? Planteadas en círculo estas preguntas deberían agudizar las diferencias,
acicatear el debate, forzar las inferencias y exponerlas, sean de causas o de valores.
Lo que la “pregunta de Alexander" de Neustadt y May trae a la luz son las asociaciones
causales que se creen validadas por la experiencia pasada. Conocidos nuevos hubieran
desencadenado agudas preguntas. Previo al desembarco en Bahía de Cochinos, y como se
verá más adelante, comenzó a haber filtraciones a la prensa en los EE.UU. acerca de la
operación. En el gobierno de Kennedy nadie se preguntó: "Si lo sabe Time, ¿no lo sabe
Fidel Castro?", pero también, por caso, "Si se necesita apoyo aéreo, ¿ha considerado
alguien de la Fuerza Aérea cuánto, dónde y cuándo?".
Analizado desde la óptica de Neustadt y May, el asunto de Bahía de los Cochinos de 1961
es tal vez el caso clásico de presunciones no examinadas. El asunto fue marcado desde
principio a fin por la ausencia de explicitación incluso sobre los "puede ser" y aun sobre los
"si/entonces", e incluso sobre las "verdades". Los participantes -analistas y políticos-
diferían ampliamente sobre los "puede ser" y los "si/entonces", pero no exploraron ni sus
diferencias ni sus discrepancias entre lo que ellos esperaban y lo que estaba ocurriendo. Los
organizadores de la operación se aislaron a sí mismos de aquellos colegas que podrían
haber desafiado esas presunciones.48
47
Neustadt, Richard and May, Ernest, Thinking in Time: The Uses of History for Decision-Makers, The Free
Press, New York, 1988.
48
Ibídem, p140.
16
de una nueva Administración que, además, era en muchos aspectos también un cambio de
"generación".49
Los Jefes solo revisaron lo que Bissell les puso delante, y respondieron que la operación,
que no iba a estar a cargo de ellos, presentaba una "probabilidad razonable" de éxito. El
propio autor de esa frase declaró posteriormente que eso significaba 3 a 1 en contra. La
Junta habría solo comentado que si los invasores recibían cuatro días de apoyo aéreo, si la
población de la zona de Trinidad, Cuba, se unía a la rebelión, y si los invasores eran
capaces de unirse a las guerrillas en la zona del Escambray, la probabilidad de éxito era de
un 30%. Los civiles, obviamente y como se verá después, malinterpretaron esa conclusión.
Da la impresión que Kennedy también había malinterpretado totalmente el informe de la
Junta de Jefes.
El plan original preveía que la brigada que desembarcaría en Cuba sería una "brigada de
cuadros", o sea el "esqueleto" de una fuerza mayor. Una vez desembarcada, sería
rápidamente expandida hasta alcanzar unos cinco mil efectivos con el reclutamiento de la
población lugareña afín a los anticastristas. En esa línea, estaba integrada por cinco batallones
de infantería, un batallón de armas de apoyo, un batallón de camiones blindados y una
compañía de tanques. El número de integrantes de cada batallón era similar al de una compañía
49
En agosto de 1944 Eisenhower era General de cuatro estrellas y Comandante Supremo Aliado en Europa, y
Kennedy era apenas Teniente de Navío y solo había comandado una lancha torpedera.
17
en la realidad. Sus integrantes eran los lideres, el "núcleo duro" de una fuerza mucho mayor
que se iba a constituir cuando se completara el desembarco en Cuba.
El sitio elegido para el desembarco era cercano a la ciudad de Trinidad, en la costa sur de la
isla. Se habían examinado otros puntos posibles, pero a todos ellos les faltaba algún
elemento vital. Trinidad reunía todo los que los planificadores buscaban para la selección
de una "cabecera de playa defendible", e incluso poseía un aeródromo que, con una
pequeña extensión de su pista, permitiría a los A-26 de la Brigada operar desde suelo
cubano. Una vez que la Brigada estuviera firmemente instalada, se instalaría allí el nuevo
gobierno, que sería rápidamente reconocido por los EE.UU. Muchos otros gobiernos de los
países de América Latina harían pronto lo mismo y, una vez hecho esto, el control de la
operación pasaría desde la CIA al Departamento de Estado y esto permitiría a los EE.UU.
asistir al nuevo gobierno abiertamente mediante el Programa de Asistencia para la Defensa
Nacional y así proveer a la brigada con todo lo que hiciera falta para finiquitar la operación,
incluyendo más y mejores aviones, tanques adicionales, e incluso artillería pesada. La
brigada entonces crecería hasta incluir de diez a quince mil combatientes incorporando a
reclutas locales y otros provenientes de Miami. El Ejército Rebelde (el de Castro) sería
entonces enfrentado a una fuerza a la que no podría derrotar. Esto, y el apoyo político de la
región al nuevo gobierno convencerían a los remanentes entre los apoyos de Castro que la
lucha estaría perdida y se produciría un derrumbe interno.50
El inicio de las operaciones aéreas tácticas contra Cuba el 15 de abril de 1961 (día D-2)
constituía una suerte de reaseguro para la invasión planeada -de hecho se convirtió en la
piedra basal de toda la operación. De esta primera operación aérea táctica surgió el
controversial episodio conocido como el "segundo ataque". Eventualmente este episodio
terminó involucrando a todos los altos mandos de la CIA, al Secretario de Estado, al
Presidente Kennedy y a su hermano Robert, Secretario de Justicia.
El área que la CIA había seleccionado se presentaba como ideal para todos estos objetivos.
La ciudad de Trinidad, de 26.000 habitantes, era considerada una "incubadora" de
anticastristas. Además del aeropuerto, contaba con un puerto de aguas profundas a solo seis
millas hacia el sudeste. Las playas de desembarco propiamente eran de arena, a tres millas
de la ciudad y un buen camino pavimentado las conectaba con la ciudad. Además, la
cabecera de playa era fácilmente defendible. Su flanco occidental estaba "anclado" en el
cordón montañoso del Escambray. Esto bloqueaba cualquier ataque desde esa dirección y
habilitaba la retirada hacia ese macizo en caso de fracaso. La zona norte de la cabecera
corría a lo largo del rio Marati, que nace en el Escambray, y rodeaba en un arco a la ciudad
desembocando en un pantano con descarga en el mar. Solo había un sector de unas seis
millas apto para el ataque de las fuerzas de Castro, situado detrás del rio Marati. Para
romper esta línea Castro debería comprometer una gran masa de tropas en un espacio
relativamente reducido y someterse a los ataques de la aviación de la brigada que, para ese
momento, ya estaría basada a solo unas pocas millas de distancia.
50
Lynch, Grayston, Decision for Disaster: Betrayal at the Bay of Pigs, Potomac Books, Washington D.C.,
2009.
18
Para que estos aviones pudieran operar con libertad contra las fuerzas castristas, la aviación
de Castro debía ser destruida en tierra. Para esto, el planeamiento proponía atacar los
aeródromos cubanos al amanecer, en la mañana de la invasión, con veintidós A-26. El raid
se lanzaría desde el aeródromo de Puerto Cabezas en Nicaragua y preveía atacar varios
aeropuertos cubanos simultáneamente. Adicionalmente, algunos aviones atacarían la
concentración de medios militares pesados que Castro tenía reunidos en Campo Libertad,
en las afueras de La Habana.
Luego de este ataque, los aviones retornarían a Puerto Cabezas, serian reabastecidos y
rearmados, y regresarían a Cuba atacando los mismos blancos por segunda vez y a las
fuerzas de Castro que eventualmente estuvieran en movimiento para atacar las playas. Entre
el armamento de caída de los aviones se contaba con bombas de Napalm. Luego de este
segundo ataque los aviones aterrizarían en el aeródromo de Trinidad que, a partir del
desembarco, sería extendido mediante la utilización de placas metálicas perforadas
prefabricadas. Al mismo tiempo, este aeropuerto sería provisto de combustible y armas para
los aviones, y se convertiría en la base principal de operaciones.
También se habían previsto dos operaciones de distracción para desviar la atención de los
castristas lejos del área de Trinidad. Una, dos días antes de la invasión, en la provincia de
Pinar del Rio. Era un desembarco falso, generado a través de equipos de guerra electrónica
que engañarían a los radares cubanos. Se esperaba que, a resultas de esta acción, Castro
despacharía al Che Guevara a la cabeza de una fuerte columna de varios miles de efectivos
hacia Pinar del Rio. La noche siguiente, una fuerza de desembarco real de 175 hombres
atacaría en el extremo oriental de Cuba, en Rio Mocambo. Esta fuerza estaría liderada por
Nino Díaz, antiguo mayor en el Ejército Rebelde, quien durante la lucha revolucionaria
había liderado una fuerza castrista operando en esa área.
No se había dado ningún aviso a las fuerzas anticastristas clandestinas que operaban en
Cuba pues estas estaban fuertemente infiltradas por el G-2, la policía secreta de Castro,
entrenada por la KGB soviética. La fecha originalmente establecida para la operación, que
era el 10 de marzo, estaba fuertemente influenciada por la expectativa del arribo de las
armas soviéticas para Castro. Incluso se había previsto un plan de acción respecto a los
buques soviéticos que transportaban esas armas, si es que se hacían presentes en medio de
la operación Trinidad.
Ante la demora del gobierno en adoptar una resolución final, en febrero la CIA abandonó la
fecha del 10 de marzo a la vista que el gobierno no parecía tener apuro sobre el particular.
En una reunión convocada para el 11 de marzo de 1961, en la que estaba presente toda la
cúpula del área de Seguridad Nacional del gobierno, fue presentado por primera vez a la
nueva Administración el Plan Trinidad. Kennedy, por consejo de Dean Rusk, rechazó
totalmente el esquema propuesto. No porque éste no pudiera ser exitoso, sino por las
posibles repercusiones internacionales que se suponía que acarrearía. El Departamento de
Estado temía que, por el tamaño y extensión de la operación, el Plan Trinidad remedaría
una invasión de la Segunda Guerra Mundial y esto claramente indicaría el involucramiento
norteamericano en él. El Departamento también recomendaba un desembarco nocturno
aunque nunca en la historia moderna del país se había realizado algo así. Había
preocupación por posibles "daños colaterales" en la población civil de Trinidad aunque la
19
CIA aclaró que las playas estaban a tres millas de la ciudad y que no se esperaba combate en
las playas. Las objeciones de Rusk prosperaron y el plan fue rechazado.51
Esa misma noche se les pidió a los planificadores, que ya se habían retirado a descansar,
que se reunieran nuevamente y redactaran un nuevo plan. Algo que fuera menos
"espectacular" y que se centrara en un sitio de desembarco distinto de Trinidad. Una de las
ideas centrales era que los ataques de los A-26 debían parecer haber sido originados desde
suelo cubanos por aviadores insurrectos contra Castro.
El nuevo punto de desembarco fue determinado por las demandas y restricciones fijadas
por la Administración Kennedy. Estos requerimientos imponían algún lugar en la costa sur
de Cuba y que tuviera un aeropuerto fácilmente accesible y que pudiera ser capturado
viniendo desde el mar.
Este plan tenía desventajas. La costa era de coral, sin playas de arena, no había ningún
puerto disponible, ni ninguna ciudad de donde obtener apoyos No había ningún escape si
las cosas resultaban mal, salvo regresar al mar. El Escambray estaba lejos, con pantanos de
por medio.
El nuevo plan fue enviado a la Junta de Jefes para su evaluación. La respuesta fue que el
plan se juzgaba más débil que el anterior Plan Trinidad, que los Jefes preferían, pero
afirmaron que "si se llevaba adelante tal como había sido planeado" el Plan Cochinos tenía
probabilidades de éxito.
51
Lynch, Grayston, Decision for Disaster: Betrayal at the Bay of Pigs, Potomac Books, Washington D.C.,
2009 (Version Kindle pos.733).
52
Ibidem anterior (Versión Kindle, pos.802).
20
cuestión central. A partir de entonces Bundy pasó a considerarla posible, y expresó esa
visión a Kennedy, asegurándole que ahora podría proceder con confianza.
La "probabilidad razonable" siguió sonando en los oídos del Presidente como una "buena
probabilidad" hasta el final. Kennedy tampoco entendió que la "probabilidad razonable"
descansaba sobre la presunción de prontos levantamientos populares contra Castro a todo lo
largo del país una vez que la cabecera de playa permitiera que el gobierno rebelde fuera
realmente proclamado en suelo cubano.
Algunas de esas presunciones del tipo "puede ser" (may be) fueron llevadas al nivel de
creencias. Una instancia simple de reflexión y averiguaciones podría haberlas convertido en
"conocidos" o cuando menos ubicarlos en la categoría de "no-claros". Por caso, Guatemala
quería -y así lo había manifestado reiteradamente- que los exilados cubanos en
entrenamiento abandonaran el país, por lo que había que sacarlos de allí. Si se los llevaba a
los EE.UU. estos quedarían en libertad de ser utilizados para hostigar al gobierno a través
de la prensa. Esta presunción casi seguramente resonó como una campana en la mente de
Kennedy. El resto, aparentemente, quedó sin examinar. ¿Estaban los guatemaltecos más
allá de toda persuasión? ¿El entrenamiento necesitaba realmente extenderse? ¿No había
otros lugares disponibles? ¿Nicaragua? ¿Venezuela? Con tiempo, tal vez, los entrenados
podrían ser redireccionados hacia el objetivo original de infiltrarlos en las montañas en
grupos pequeños, o destinarlos a otras actividades y gradualmente dispersarlos. A lo peor,
¿qué tan mala pudiera ser la reacción de la prensa? ¿Podría Eisenhower ser inducido a
atemperarla o absorber parte de ella? Antes de estos eventos, el anterior Presidente no
había sido de hecho colocado ante ninguna clase de encerrona, y ni siquiera consultado al
respecto. Esto habla de la ausencia de un razonamiento cuidadoso por parte de Kennedy.
Otras presunciones eran del tipo "si/entonces". Algunas descansaban en suposiciones del
tipo causa-efecto, que podrían no haber sobrevivido mucho a su expresión explicita. Por
ejemplo, la presunción de que Castro se había convertido en una carga para su pueblo, que
estaría esperando su remoción (obviamente no para retornar al régimen de Batista, sino a
alguna forma de gobierno constitucional). Kennedy mismo podría no haber apostado
mucho a un inmediato levantamiento popular, pero evidentemente tomó por seguro que el
gobierno que se aprestaba a exportar desde Miami tendría mayor apoyo popular que el del
mismo Castro.
21
Paul Nitze, uno de los testigos privilegiados de la gestión estratégica de los EE.UU. desde
la Segunda Guerra Mundial hasta los días de Ronald Reagan, era alto funcionario del
gobierno de Kennedy durante la crisis de Bahía de los Cochinos y tuvo intervención en esa
gestión.
Dice al respecto 53: “Un día recibí la visita del general Edgard Lansdale, un experto en
contraguerrilla, cuyo cargo reportaba a mi (Nitze era Secretario Adjunto para Asuntos de
Seguridad Nacional). Ed no estaba directamente involucrado en el planeamiento de Bahía
de Cochinos, pero estaba excepcionalmente calificado para juzgar si aquel planeamiento
podía ser eficaz. Había sido asesor del Presidente filipino Ramón Magsaysay y lo había
ayudado a derrotar la rebelión Huk, dirigida por los comunistas, que se produjo en el sur
de ese país. También había sido asesor político en Viet Nam del Sur y ayudó a establecer el
régimen de Ngo Dinh Diem. Era un experto en fuerzas especiales. Lansdale tenía una
visión muy sombría del planeamiento del operativo de Bahía de Cochinos. Me dijo que el
proyecto estaba mal organizado, deficientemente preparado y, según el plan previsto,
condenado al fracaso. Además, creía que la idea de que los invasores serian apoyados por
el pueblo cubano tenía escaso sustento. Ante esto, me inquieté y hablé con Bissell y los
otros que estaban involucrados en el planeamiento, pero todos estuvieron en desacuerdo
con lo que había manifestado Lansdale".
Comenta también Nitze que el 4 de abril hubo una reunión con el Presidente en el salón de
conferencias del Secretario de Estado, Dean Rusk. El Presidente había permitido que el
planeamiento para el operativo siguiera adelante, pero estaba lejos de estar convencido de
su conveniencia. Por eso, Kennedy ordenó que todos los preparativos fueran de tal
naturaleza que la operación pudiera detenerse hasta veinticuatro horas antes. Después que
la CIA expuso los planes finales, el Presidente consultó a los presentes acerca de si se debía
seguir o no adelante con el operativo. El senador Fullbright, quien había sido invitado a la
reunión, se opuso absolutamente y habló con elocuencia acerca de la inmoralidad intrínseca
de la acción. Agrega Nitze: "Cuando el Presidente se volvió hacia mí, respondí que estaba
a favor de liberarnos de Castro si podíamos. Para mi ulterior remordimiento, no plantee
mis reservas acerca de la factibilidad del plan de invasión o las dudas de Lansdale acerca de
que la acción estimularía un alzamiento popular efectivo”.54
El plan fue aprobado sin modificaciones ni objeciones por todos los presentes salvo
Fullbright, y la invasión fue establecida para el 17 de abril a medianoche. Se aclaró que no
habría ninguna participación militar norteamericana. Luego de la aprobación del Plan, el
Departamento de Estado siguió, no obstante, teniendo "segundas ideas". El 14 de abril, el
día anterior a los primeros ataques, Rusk persuadió al Presidente de reducir el número de
los ataques pre-invasión contra los aeródromos castristas. El Departamento de Estado pidió
que los aviones atacantes fueran reducidos a ocho. Aún más, solicitó que el segundo ataque
del día 15 fuera cancelado, igual que los dos ataques del día 16. Todo esto era para
mantener la "imagen de no participación" de los EE.UU. Kennedy, sin consultar a la CIA ni
a la Junta de Jefes, accedió a esos recortes. Otra restricción adicional fue renunciar a uso de
53
Nitze, Paul H., De Hiroshima a la Glasnost, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1991, p.189.
54
Ibidem, p.190.
22
Napalm, lo que reduciría en forma importante los efectos del ataque sobre la concentración
de tanques, artillería y vehículos existentes en el acantonamiento de Campo Libertad. 55
Todo esto tuvo relación con la derrota política que Cuba le infligió a los EE.UU. en la
reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el mismo sábado 15 de abril. La reunión del
Consejo estaba prevista originalmente para el lunes 17, pero Raúl Roa, embajador cubano,
logró convertirla en una sesión de emergencia y anticipar su concreción. El embajador
norteamericano, Adlai Stevenson, antiguo precandidato presidencial demócrata que
perdiera en las primarias frente a Kennedy y que mantenía tensas relaciones con el
Presidente, no había sido informado en detalle acerca de magnitud de las acciones a
desarrollarse en Bahía de Cochinos, y sufrió una fuerte sorpresa cuando los cubanos lograron
demostrar ante el Consejo que los aviones que atacaron en la mañana del día 15 no eran
"desertores" de la aviación castrista.56
Cuando Stevenson pidió aclaraciones a su gobierno, luego de la sesión, fue derivado hacia
Robert Kennedy, quien le respondió con evasivas, manteniendo la historia original, esto era
que los ataques habían sido protagonizados por desertores cubanos. Stevenson entendió que
su propio gobierno le estaba mintiendo. Tuvo una conversación telefónica con Dean Rusk,
en la que se quejó amargamente por la situación, y la mayoría de las fuentes aseguran que
amenazó con renunciar. Ante esto, que de producirse hubiera significado un escándalo para
el gobierno de los EE.UU., Rusk, previa consulta a McGeorge Bundy, telefoneó al
Presidente, le informó de la protesta de Stevenson, y recomendó que los ataques del lunes
por la mañana fueran cancelados. También aconsejó que todos los ataques aéreos previstos
fueran cancelados hasta que estos pudieran ser lanzados desde el aeródromo de Playa
Girón, cuando este estuviera operativo. El Presidente accedió. Fueron inútiles las protestas
de Charles Cabell, número dos de la CIA y del propio Bissell, quien estaba a cargo de la
operación. Posteriormente Bissell comentaría que Rusk le había dicho claramente que "las
consideraciones militares se habían impuesto a las consideraciones políticas cuando se
había dispuesto el ataque del día D-2 (la mañana del sábado). Ahora las consideraciones
políticas tomarían preponderancia".57 Esto condenó definitivamente al fracaso a la
operación.
55
Lynch, Grayston, Decision for Disaster: Betrayal at the Bay of Pigs, Potomac Books, Washington D.C.,
2009 (Version Kindle pos.834).
56
Roa presentó fotos de los A-26 cubanos que tenían trompa de plexiglás, para bombardeo de altura, mientras
que los A-26 de la CIA tenían trompa sólida en la que portaban ocho ametralladoras fijas.
57
Lynch, Grayston, Decision for Disaster: Betrayal at the Bay of Pigs, Potomac Books, Washington D.C.,
2009 (Version Kindle pos.1447).
23
deben ser eliminados o neutralizados antes que nuestras unidades anfibias concreten su
aproximación final a las playas. Si esto no se hace, enfrentaremos un desastre".58
Yendo al "por qué" lo hicieron –“como puedo haber sido tan entupido”, en palabras del
propio Kennedy- la respuesta es que todos ellos, desde los Presidentes a la CIA, desde el
Pentágono al Departamento de Estado, estaban operando en condiciones que tornaban a
esta "empresa" imposible de resistir. En un momento en que los norteamericanos estaban
casi histéricos respecto de la expansión del comunismo, ellos simplemente no podían
"soportar" a Castro. Tenían que actuar. Y la CIA, en 1960, fue la herramienta que
Eisenhower primero, y luego Kennedy, intentaron utilizar para expulsarlo del poder.60
Si las dudas no fueron despejadas simplemente haciendo explicitas las presunciones, con
seguridad deberían haber sido clarificadas mediante algunas preguntas acerca de la
experiencia que las sustentaba. ¿Se había levantado alguna vez la población cubana para
conseguir el constitucionalismo? Para cualquiera que conociera la historia cubana la
respuesta era claramente que no. Había sido la última colonia española en América y solo
pudo independizarse a raíz de la intervención norteamericana. Sufrió revoluciones
ocasionales que nunca reunieron mucho apoyo hacia el constitucionalismo. Cinco minutos
de historia cubana deberían haber bastado para modificar la pregunta que anidaba en sus
mentes: no era si ¿tiene opositores Castro? sino ¿tiene sostenedores Castro? El pasado de
Cuba sugería que las posibilidades en contra de su derrocamiento solo podrían ser altas a
menos que la respuesta a la segunda pregunta fuera "casi ninguno".
El problema se presenta cuando los decisores disponen de poco tiempo para preguntas y
respuestas. Aun así, no les hubiera llevado demasiado tiempo a Kennedy o a Bundy (su
asesor de Seguridad Nacional) para presionar con cuestiones del tipo de: ¿podrán ellos (los
cubanos libres de la Brigada 2506) refugiarse en el Escambray? ¿Que podrían pedirnos
los guatemaltecos para alojar a los cubanos un poco más de tiempo? ¿Qué podría decir
Eisenhower ante las críticas? ¿A qué se refieren ustedes (los militares) como una
"posibilidad razonable"? Y tantas más.
58
Pfeiffer, Jack B., "The Taylor Committee Investigation of the Bay of Pigs", Central Intelligence Agency, 9
November 1984, pp.45-46.
59
Neustadt, Richard and May, Ernest, Thinking in Time: The Uses of History for Decision-Makers, The Free
Press, New York, 1988, p.148.
60
Rasemberger, Jim, The Brillant Disaster, Scribner, New York, 2011.
24
En segundo lugar, con tan importantes "si/entonces" -explícitos e implícitos- que dependían
para su verificación de resultados de decisiones que aún no se habían producido, una pausa
suficientemente larga para preguntar si el "entonces" de hecho existía: Si desembarcamos,
¿ellos están listos para levantarse? ¿Quiénes? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Contra quién?
Preguntas que arrojen luz sobre los temas es lo que más necesitan los analistas y también
los decisores. Pensemos en Kennedy, que presionó tan poco.
Si alguien le hubiese dicho a John Kennedy en 1960, luego de su elección, "haga una lista
con las cosas que le preocupan acerca del plan de Bissell y luego haga una lista de todas
las cosas que, si se produjeran en el mundo o en el planeamiento, harían crecer su nivel de
preocupación; luego ponga a alguien a prestar atención por si alguna de estas cosas
ocurre. Si esto pasa, revise el plan".61
Resulta claro que tanto Kennedy, como Rusk y Bundy, todos estaban preocupados por el
"nivel de ruido". Si a ellos se les hubiera realizado la "pregunta de Alexander" cuando
fueron informados por primera vez acerca del plan, todos hubieran coincidido en que
asociaban "nivel de ruido" con 1) mínima atención de la prensa, y 2) mínimo riesgo para
los ciudadanos de los EE.UU., especialmente a aquellos en uniforme, que podrían resultar
expuestos por estar directamente involucrados. Si se les hubiera preguntado, probablemente
habrían identificado esas dos premisas como signos de identidad de todas las anteriores
operaciones de la CIA. Ellos podían o no saber que los pilotos y los aviones en Guatemala
habían sido norteamericanos (en 1954). Ellos sabían que no había habido publicidad sobre
involucramiento abierto de los EE.UU. en esa operación. Más aún, ellos sabían, a diferencia
del resto del mundo, que la CIA había tenido un fracaso en Indonesia en 1958, pero había
montado una efectiva maniobra de cobertura. Pero reflexionando un instante acerca de la
experiencia que los hacía preocuparse, Kennedy, Rusk y los demás podrían haber
coincidido que las "luces rojas" se pondrían a titilar si, 1) los diarios se enteraban de esta
historia o 2) empezaban a aparecer unidades militares de los EE.UU. en el orden de batalla
de Bissell. También se deberían haber considerado las posibles fallas en las acciones de
ocultamiento del involucramiento americano, más cuando ya habían ocurrido en el pasado.
Todas estas cosas ocurrieron. En enero de 1961, The Nation, The New York Times, The New
York Daily News, el Miami Herald, y la revista Time habían publicado historias acerca de
cubanos apoyados por los EE.UU. que se entrenaban en Guatemala. Inclusive habían
identificado hasta el lugar geográfico: el campo de aviación de Retalhuleu. El Herald
incluso describió el reclutamiento de cubanos en Miami por parte de la CIA y, el 27 de
enero, Time reportó que la operación estaría a cargo de un agente de la CIA conocido como
el "Señor B" (Bissell). 62 Una semana antes del desembarco Tad Szulc del New York Times
sabía casi tanto de la operación como lo que se conoce en nuestros días. No la publicó
porque el propio Presidente Kennedy personalmente les pidió a los editores de Times que
no lo hicieran y ellos aceptaron. Una vez más: ¿Si lo sabe el Times, puede ser que Castro lo
ignore?. Además, luego de los inicios de marzo, Bissell solicitó apoyo aéreo táctico para la
operación, lo que significaba aviones de los EE.UU. cualquiera fuera la forma en que se lo
quisiera disfrazar.
61
Neustadt, Richard and May, Ernest, Thinking in Time: The Uses of History for Decision-Makers, The Free
Press, New York, 1988, p.153.
25
Años después, Bissell escribiría: "Con respecto a la denegación de responsabilidades, en
retrospectiva resulta sorprendente que ninguno de aquellos que eran responsables del
planeamiento y la toma de decisión nunca dijo 'el rey está desnudo', o siquiera reconoció
como una mera ilusión la asunción que la negativa oficial de responsabilidad sostenida
por Washington no era plausible para nadie, menos aun para la prensa norteamericana,
dado el carácter y la escala de la invasión… que esto fue un error mayor es evidente, pero
no fue un error cargado por los operadores sobre los políticos. Cualquiera que hubiera
leído el New York Times se hubiera dado cuenta".63
Este fracaso, sumado a las enseñanzas derivadas de la denominada "Crisis de los Misiles
Cubanos", ocurrida al año siguiente, y el insondable pantano que resultó la guerra en el
sudeste de Asia, motivaron que con el cambio de gobierno concretado en 1968 y la
asunción de la Administración Nixon, se procediera a rediseñar y repotenciar el Consejo
Nacional de Seguridad.
A este respecto, Henry Kissinger, quien fuera Asesor de Seguridad Nacional del Presidente
Nixon y tuviera a su cargo esas reformas expresó: “Si las decisiones claves se toman
informalmente en reuniones no preparadas, la tendencia a ser complaciente con el
Presidente y cooperativo con los colegas puede viciar la articulación de verdaderas
opciones. Por otra parte, si los procedimientos se vuelven demasiado formales, si el
Presidente es lo suficientemente humilde para subordinar su criterio a un consenso
burocrático, existe el peligro de que, en la práctica, él solamente pueda elegir entre
aprobar o desaprobar un único curso de acción recomendado. Como no se habla de
alternativas o de las consecuencias de una desaprobación, un sistema semejante desarrolla
una tendencia hacia el mínimo común denominador… Permitir que el Presidente hiciera
una verdadera elección me parecía esencial…dándole la seguridad en sí mismo que
proviene de saber que se han considerado todas las alternativas válidas… Poner ante el
Presidente la gama más completa de opciones y de sus consecuencias probables era,
ciertamente, la tarea principal del asesor de seguridad nacional”. 64
La operación resultó en una seria derrota para el gobierno de los EE.UU. y una tragedia de
la que los exilados cubanos y su movimiento de liberación nunca lograron recuperarse. Los
EE.UU. habían sido humillados por una nación de solo siete millones de habitantes, más
63
Ibídem anterior.
64
Kissinger, Henry, Mis Memorias, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1979, p.41.
65
Rasemberger, Jim, The Brillant Disaster, Scribner, New York, 2011.
26
pequeña que el Estado de Pennsylvania. Según varios analistas, fue la más importante
derrota del país desde la Guerra de 1812. 66
Dice Abraham Rabinovich: "Cuando la lucha finalizó, menos de tres semanas después, su
ejército (de Israel) se dirigía hacia las ciudades capitales de Egipto y Siria en uno de los
más destacados giros en la historia militar. Israel emergió de la guerra, sin embargo, mas
"escarmentado" que triunfante.67
Desde entonces, muchos documentos han sido revelados, muchos testigos presenciales de
los hechos han relatado sus memorias y muchos trabajos en el campo académico, referidos
a aquellos hechos, han sido concretados. En palabras de Uri Bar-Joseph, autor de uno de los
más importantes de esos trabajos, "Esos documentos me han permitido presentar el
distorsionado cuadro de inteligencia, tal cual fue provisto, en la víspera de la guerra, a los
decisores civiles y militares de Israel".68
Porque de esto se trató el fiasco israelí de octubre de 1973, de una gruesa falla de inteligencia,
provocada por la "ceguera pregnante" que se apoderó de la mente del principal responsable
de la inteligencia militar de Israel y de algunos de sus más cercanos subordinados.
Los especialistas consideran que el repentino ataque de Yom Kippur en 1973 ha sido el
elemento más traumático de la tormentosa historia de Israel. El éxito de los ejércitos de
Egipto y Siria, durante el primer día de la guerra, ocupando la línea de defensa "Bar Lev" a
lo largo del Canal de Suez, así como considerables porciones de las Alturas del Golán,
sumados a la pérdida de 300 de los 500 tanques que defendían Israel cuando la guerra
estalló, configuraron la más seria amenaza a la existencia del país desde la guerra de 1948.
En las palabras del entonces Ministro de Defensa de Israel, Moshe Dayan, en las horas de la
mañana del 7 de octubre, "el 'Tercer Templo de Israel estaba en peligro". 69
El éxito árabe fue el resultado directo de la falla del Directorado de Inteligencia Militar
(AMAN) en proveer a los escalones civiles y militares de Israel de un alerta estratégico
acerca del inminente ataque. Esta alerta, que de acuerdo a la doctrina de seguridad de ese
país se esperaba que fuera dada cuando menos 48 horas antes del inicio de las acciones, era
66
Ibídem anterior.
67
Rabinovich, Abraham, The Yom Kippur War, Shocken Books, New York, 2003, (Kindle, pos.48)
68
Bar- Joseph, Uri, The Watchman Fell Asleep. The Surprise of Yom Kippur and Its Sources, State University
of New York Press, Albany, 2005, (Kindle pos.38).
69
Se refería a que la propia supervivencia del Estado de Israel estaba en peligro.
27
una condición necesaria para la movilización y el despliegue de las fuerzas de reserva de
Israel, que componían alrededor del 80% de los efectivos de su ejército de tierra.
Más allá que finalmente las Fuerzas Armadas de Israel (IDF) se impusieron en la guerra, las
fuertes pérdidas que sufrieron y su fracaso en obtener una victoria decisiva que pudiera
borrar los logros árabes de las primeras etapas de la guerra, dejaron a la doctrina de
seguridad de Israel fuertemente golpeada. En consecuencia, a partir de 1973 Israel buscó
una nueva doctrina que pudiera responder mejor a la amenaza de un ataque sorpresivo.
El informe parcial de la Comisión Agranat, que fue hecho público en 1974, concluía que la
raíz de la falla de la inteligencia israelí estaba en "la persistente adhesión de los oficiales de
inteligencia a aquello que denominaban 'La Concepción'". Así, los integrantes de la
Comisión identificaron correctamente la fuente de la falla de inteligencia, pero en ese
entonces no la explicaron con propiedad. 70
En la categoría de eventos que integran las fallas de inteligencia, el fiasco de 1973 es uno
de los más significativos, igual al de Pearl Harbor y la Operación Barbarossa. Pero, en
contraste con Pearl Harbor, en las semanas previas a la guerra Israel poseía un casi perfecto
cuadro acerca de los planes de ataque árabes, su despliegue militar y la intención de iniciar
una guerra. Y, a diferencia de la Operación Barbarossa, donde los soviéticos poseían
excelente información acerca de los preparativos militares alemanes pero fueron
confundidos por un sofisticado plan de decepción, el plan árabe de engaño y decepción de
1973 era más bien primitivo.
Hay un elemento adicional que puede haber tenido influencia en la "laxitud" israelí que
posibilitó la sorpresa militar. La euforia que siguió a la victoria relámpago de 1967 sobre
los ejércitos de Egipto, Siria y Jordania dio a Israel un sentimiento de "destino manifiesto"
similar al que impulsó a los Estados Unidos rumbo al oeste durante el siglo XIX. Desde
entonces había logrado un gran refuerzo de su poder militar. Poseía el doble de tanques y
aviones de combate que en 1967. Sus principales formaciones acorazadas ya no eran
Brigadas con un centenar de tanques, sino Divisiones con hasta trescientos de ellos. Su
Estado Mayor General se estaba preparando, de hecho, para reducir los treinta y seis meses
del servicio militar obligatorio de sus soldados conscriptos en tres meses. Por otra parte, la
aparente "docilidad" de los árabes alentaba el sentimiento de invulnerabilidad de Israel.
El país había cambiado desde 1967. Un autor comenta al respecto: "Un funcionario del
MOSSAD que había sido destinado en el exterior inmediatamente después de la Guerra de
los Seis Días retornó al país cinco años más tarde y encontró al país transformado. Israel
ya no era solo un país seguro de sí mismo, sino auto-satisfecho, sumergido en una buena
vida que parecía que duraría para siempre. Los funcionarios del gobierno y los jefes
70
Bar- Joseph, Uri, The Watchman Fell Asleep. The Surprise of Yom Kippur and Its Sources, State University
of New York Press, Albany, 2005, (Kindle pos.555 ).
28
militares ahora se desplazaban en grandes automóviles y participaban de almuerzos de
trabajo pagos, una costumbre nueva en Israel. La frontera ya no estaba a quince minutos
de Tel Aviv o en el borde de Jerusalén sino fuera de la vista y hasta fuera de la mente, en el
Jordán, en el Canal de Suez, y en el Golán. El ejército había crecido mucho y había
muchos más oficiales generales, fundamentalmente Brigadieres Generales, una jerarquía
de creación reciente. Muchos de ellos habían hecho redecorar sus oficinas para ponerlas a
la altura de su nuevo status. Una actitud de desdén hacia las capacidades militares de los
árabes se había introducido insidiosamente en la psiquis nacional".71
Dos hechos han permitido a la sorpresa del Yom Kippur convertirse en un excelente caso
de estudio para testear la validez de esas explicaciones teóricas: primero, las personas
involucradas en la generación de este fiasco eran todas experimentadas e inteligentes, y el
error en evaluar las intenciones de guerra de Egipto y Siria fue auténtico. Segundo, Israel
poseía información excelente acerca de los preparativos militares árabes y las intenciones
de Egipto y Siria de iniciar una guerra. Sobre la base de esta información, se podría haber
concluido que el ataque era altamente probable. Dados estos hechos, no es de sorprender
que el foco de los estudios académicos sobre este fracaso se centran en explicar porque las
principales personas implicadas creyeron hasta el último momento que Egipto no se
percibía a sí mismo como capaz de iniciar una guerra, y que Siria no estaba lista a lanzar un
ataque sin contar con la participación egipcia.
Desde la Guerra de las Seis Días, la evaluación anual de inteligencia de las IDF había
considerado improbable una guerra. En la primera reunión del general David Elazar con el
Estado Mayor General luego de asumir como su jefe, el 1 de enero de 1971, esto cambió.
"La probabilidad de guerra es fuerte" dijo Elazar. Según su opinión, Anwar El Sadat no
tenía virtualmente ninguna otra opción si deseaba mantener vivo un proceso político que
condujera a la recuperación del Sinaí y a restaurar el prestigio del país.
Esto era un claro reflejo de la realidad política de Egipto en ese momento. Habiendo
fracasado en su iniciativa política para lograr una retirada, aunque fuera parcial, de Israel
del Sinaí (la gestión ante el gobierno de los EE.UU. en la persona de Henry Kissinger),
Sadat comenzó a prepararse para la guerra. Nada positivo ocurrió en 1971, que él
denominara "el año de la decisión" y tampoco en 1972. "Habíamos perdido credibilidad a
los ojos de todo el mundo y habíamos comenzado a perder la fe en nosotros mismos",
declararía Sadat luego de la guerra, en 1974. 72
La guerra era una opción desesperada. Si Egipto era nuevamente derrotado el impacto sobre
la auto-imagen del país sería terrible. Pero a Sadat no se le presentaba ninguna otra opción.
Cuando supo que el ejército en tiempos de Nasser solo había desarrollado planes
defensivos, ordenó a los mandos superiores elaborar planes para cruzar el Canal y enfrentar
al ejército de Israel.
En esa época la Unión Soviética era el más importante aliado de Egipto y de Siria, quienes
le proporcionaban bases navales y aéreas desde donde poder vigilar a la flota americana en
71
Rabinovich, Abraham, The Yom Kippur War, Shocken Books, New York, 2003, (Kindle, pos.156)
72
Ibídem anterior (Kindle pos.232)
29
el Mediterráneo. A cambio, la URSS mantenía unos 15.000 asesores militares en cada uno
de esos países y los proveía de equipamiento militar.
Pero la URSS también desalentaba a los árabes respecto a cualquier iniciativa para reanudar
las acciones de guerra, ya que esto conspiraba contra el clima de "deténte" que en ese
momento se iba imponiendo en sus relaciones con los EE.UU. En esa línea, Moscú se
rehusaba a proveer a los árabes del equipamiento militar ofensivo que ellos demandaban,
por caso, caza-bombarderos de largo radio de acción y misiles tierra-tierra de alcance
medio. El visible desdeño de los soviéticos hacia la habilidad combativa de los egipcios
también tensaba las relaciones.
El comunicado que siguió a la primera reunión cumbre entre Leonid Brezhnev y Richard
Nixon, en Moscú en mayo de 1972, provocó en Sadat un violento shock. La referencia a un
relajamiento en Medio Oriente significaba la perpetuación de la ocupación israelí de
territorios árabes. Los soviéticos habían también dado su acuerdo a un posible rediseño de
las fronteras.
La noticia fue tomada con pesar en Moscú y con beneplácito en Israel, ya que se interpretó
como una garantía respecto a que Egipto no iniciaría una guerra en el futuro previsible.
Washington también interpretó en ese sentido los hechos.
73
Kissinger, Henry, Years of Renewal, Simon & Shuster, New York, 1999, p.354.
30
La inteligencia militar israelí estimaba que, si se reanudaba la guerra, esta sería en la forma
de fuego de artillería a través del Canal y raíds en pequeña escala. Otro posible escenario
era que los egipcios establecieran una pequeña cabeza de playa en la orilla oriental del
Canal y lo retuvieran hasta que fuera impuesto el previsible cese del fuego.
Para lidiar con esas posibilidades, las IDF habían desarrollado un plan defensivo cuyo
nombre-código era "Dovecote". Este descansaba en los trescientos tanques de la División
del Sinaí -la única división blindada del ejército regular- y en la Fuerza Aérea. Tan
confiados estaban los israelíes en su capacidad para lidiar con la ofensiva egipcia que las
previsiones defensivas no ocupaban demasiada extensión en el plan, el que se focalizaba
intensamente en el rápido contraataque que se realizaría cruzando el Canal.
Ante la eventualidad que los egipcios iniciaran una ofensiva más intensa, un plan más
amplio fue desarrollado, siendo "Sela" su nombre-código. Preveía el despliegue detrás de
las líneas propias de os divisiones blindadas de la reserva que serían movilizadas antes del
estallido de la guerra sobre la base de las alertas de inteligencia. Al igual que "Dovecote",
"Sela" solo contemplaba pasar de la actual etapa defensiva a un masivo contraataque a
través del Canal, dejando la lucha contra la ofensiva egipcia, a la que se restaba
importancia, en las mismas manos que "Dovecote".
31
Conociendo que en un régimen autoritario las decisiones se generaban mayormente en una
única persona, la creencia de Zaira respecto a que él comprendía el pensamiento de Sadat
residía en algo más que sus propias habilidades analíticas. En esa época, Israel tenía acceso
a lo que se denominaba una "superfuente", que podría ser descrita como "una persona de
elevado nivel socioeconómico y político en Egipto". Este había ofrecido sus servicios en la
embajada israelí en Londres en 1969 y superado todas las extensivas pruebas que se le
hicieron para verificar su confiabilidad. Desde entonces había provisto información
político-militar de la más alta calidad y valiosas visiones desde el corazón del mundo árabe.
Fue de este agente, denominado "La Fuente" por la comisión investigadora israelí -la
Comisión Agranat- que luego de la guerra realizó la evaluación de lo actuado, de quien
Israel conoció las claves del pensamiento estratégico de Sadat.
Otra fuente extremadamente valiosa de información era el propio Rey de Jordania, Hussein.
Aunque había combatido contra Israel en 1967, el apoyo recibido del estado judío durante
los sucesos que culminaron en Septiembre Negro (expulsión del terrorismo palestino de
Jordania) y su tradicional cercanía mental e ideológica con Occidente lo habían hecho
cambiar de posición. En mayo de 1973 había advertido al gobierno israelí que una nueva
guerra era inminente. Posteriormente, había advertido el 17 de julio a través del Mossad
que en las conversaciones entre Egipto y Siria que acababan de realizarse había escuchado
alusiones a una guerra inminente y se mencionaba como fecha de inicio el 26 de julio.
Hussein pidió y obtuvo una urgente reunión con Golda Meir el 25 de septiembre en un
lugar cercano a Tel Aviv. Durante la reunión el Rey relató a sus contertulios el contenido
de las conversaciones mantenidas en El Cairo con Sadat y Asad durante los días 10 al 12 de
32
septiembre, enfatizando que ambos líderes árabes habían dejado claro que no estaban
dispuestos a seguir tolerando la actual situación de "ni guerra, ni paz". También comunicó a
los israelíes que poseía información respecto a que las unidades militares sirias que
supuestamente estaba realizando ejercitaciones se encontraban en situación de pre-guerra, y
que creía que Siria había acordado su accionar militar con Egipto.
Zeira había heredado de sus antecesores "El Concepto", como se denominaba a esta
particular evaluación, y lo había abrazado sin reservas. Era un concepto de Sadat, no suyo,
y surgía desde el punto de vista egipcio, y eso era lo que le daba sentido. Zeira aseguró al
Estado Mayor General que cualesquiera fueran los ruidos furiosos que Egipto pudiera
hacer, no irían a la guerra hasta que las dos condiciones antes citadas fueran satisfechas. Y
Siria, que era bastante más débil, ciertamente no iría a la guerra sin Egipto.
No obstante las abundantes señales, Zeira opinó que la probabilidad de guerra era baja, ya
que Siria no se hallaba en condiciones de participar. David Elazar no aceptó la evaluación
de Zeira de "baja probabilidad de guerra" y ordenó al Estado Mayor actuar como si esta
fuera inminente. Los preparativos (Plan Blue-White) incluían trasladar las concentraciones
de tanques más cerca del frente, acelerar la creación de nuevas unidades y trasladar el
equipamiento de pontoneros a las inmediaciones del Canal. El jefe del Mossad, Zvi Zamir,
tampoco compartía la evaluación de Zeira. Pensaba que Sadat estaba listo para la guerra
más allá de lo que indicaba "El Concepto". Finalmente, la esperada ofensiva egipcia no se
produjo.
33
sanguínea del país y no sonar las alarmas innecesariamente". 74 Si no fuera así, las
reservas hubieran sido movilizadas cada dos meses con un efecto devastador sobre la
economía y la moral del país.
Este triunfo de Zeira fue una especie de derrota indirecta para Elazar. Hubo críticas dentro
del gobierno por los pesados costos que las iniciativas logísticas "Blue-White" habían
implicado sobre la economía del país (se estimaron en unos 15 millones de dólares de la
época) y se generó un claro riesgo que el Jefe de Estado Mayor fuera visto como un
alarmista si volvía a gritar "¡Viene el lobo!". En el futuro, Elazar lo pensaría dos veces
antes de cuestionar las evaluaciones de Zeira.
Pero la lectura que el general Zeira hacía sobre la estrategia de Egipto se había convertido
en obsoleta incluso en el momento en que él asumiera su cargo. Cerca de esa fecha, Sadat
declaró ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que intentaría iniciar acciones
militares incluso sin esperar más por la provisión de aviones de largo alcance y misiles
Scud. Sus objetivos en el Sinaí podían ser alcanzados con medios más modestos que esos.
El plan que finalmente surgió, denominado "Altos Minaretes", preveía un avance de solo
cinco o seis millas hacia el Este del Canal, una distancia que podría ser cubierta por las
baterías de misiles tierra-aire desde la orilla egipcia. El nuevo Jefe de Estado Mayor
egipcio, Shazly, un experimentado oficial, sostenía que se podía desafiar la superioridad
aérea israelí, el factor principal de todas las anteriores derrotas, confiando solo en los SAM.
Lo que había surgido de todo esto era un concepto estratégico egipcio totalmente nuevo al
tiempo que la inteligencia israelí confiaba absolutamente en el antiguo.
Cinco divisiones egipcias habían sido concentradas, a lo largo del tiempo, sobre la orilla
Oeste del Canal. Era la premisa básica del plan que todas las fuerzas cruzaran
simultáneamente en distintos puntos a lo largo de sus cien millas de extensión. El ejército
egipcio había sido sustancialmente potenciado luego de 1967. El altamente politizado
Estado Mayor había sido purgado y los nuevos integrantes habían sido seleccionados en
base a sus competencias en lugar de por sus conexiones políticas como había sido hasta
entonces. En las unidades de combate, los analfabetos, que habían representado una
proporción importante de las tripulaciones de los tanques, habían sido reemplazados. Los
graduados universitarios, antes exceptuados del servicio militar, fueron incorporados,
mejorando significativamente la calidad del cuadro de oficiales. El entrenamiento intensivo
74
Rabinovich, Abraham, The Yom Kippur War, Shocken Books, New York, 2003, (Kindle, pos.432)
34
con el moderno equipo militar soviético había mejorado notablemente las aptitudes y
capacidades.
Tal como imaginaron los analistas de AMAN, detrás del término "fuente altamente
confiable" estaba el propio Rey Hussein de Jordania, quien había suministrado a los
americanos idéntica alerta a la que había proporcionado a los israelíes el 25 de septiembre.
Los jefes analistas de AMAN no asignaron mucho peso al hecho que la más importante
agencia de inteligencia del mundo libre les hubiera hecho llegar esta rara advertencia.
Varias unidades pesadas sirias, al mismo tiempo, atacaron en los Altos de Golán, haciendo
retroceder a los escasos defensores y tomando el puesto de comando, control y
comunicaciones israelí en el Monte Hermón. La "ceguera pregnante" había derrotado a la
inteligencia israelí y generado una crisis sin precedentes en la historia del país.
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