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Era otro día más en la ciudad, el mismo grupo de personas reunidos en uno de los clubes
nocturnos más prestigioso de la zona norte, portando afinados y lúcidos trajes, bailando y
bebiendo. Todo era como de costumbre, gente de clase alta rodeada de lujos, luces
brillantes y una fiesta que presenciaba lo lujoso de aquel lugar.

Despampanante en la zona VIP se encontraba Daniela, una mujer con un atractivo de diosa
Griega, actriz, modelo y una de los Youtuber más famosa de la actualidad; hija de uno de
los empresarios Colombianos más famoso, Germán Sánchez. Nacida en Buenos Aires,
pero desde pequeña se mudaron a vivir en la ciudad de la alegría, la recocha y la puerta de
oro de Colombia.

Daniela lo tenía todo, fama, clase, dinero, fans, poder, todo; pero no se sentía feliz. El tener
poder y fama no la llenaba por completo, el ser influencer hoy en día y figura pública en
redes sociales causaba un boom mediático, social y comercial, eran llamados o conocidos
como los rockstars de este siglo. Esta historia trascurre en ese mundo que parece surreal,
ese mundo que nos atrapa a todos, que nos engaña día a día con una falsa realidad.

Ser Youtuber o Influencer es un negocio, cada país tiene su propia comunidad de


Youtubers, los eventos más importantes de este medio se hacen en varias partes del
mundo, pero este año se haría en la gran Puerta de Oro, un sitio turístico de la capital del
Atlántico que se posicionó rápidamente en uno de las zonas de mayor influencia de la
ciudad. Este año Daniela tenía el privilegio de presentar los premios Miaw, el máximo
evento millenial y del mundo digital; para ella esta situación era normal, debido que ha
tenido que hacerlo antes.

La situación a Daniela la entristecía un poco, y es que presentar los Miaw fue el primer
premio que obtuvo. Recuerda lo vivido años atrás cuando delante de la cámara hacía sus
vídeos, soñaba y percibía ser alguien importante en algún futuro, pues todo el esfuerzo
hasta ahora le resultó.

La vida de Daniela era una montaña rusa, no concebía las reglas, un sinfín de emociones,
adrenalina y locura era un diario vivir en la joven. Su carácter se definía en un fuerte
temperamento, era una diva total; tenía su corazón bondadoso muy en el fondo, pero eso
era una cosa que ella no se permitía mostrar a cualquiera.
Era pasada la medianoche, la gente seguía disfrutando y bailando en el gran salón del lugar,
las luces neón quedaban perfecta a los ojos de las personas, Daniela estando en ese rincón
de ricos en el bar, tenía su mente distraída recordando todo lo que esta ciudad provocaba
en ella, y es que todo lo que ha vivido acá es único, desde pequeña se habían mudado y
todo lo que ha conseguido hasta ahora ha sido gracias a esta bella ciudad llamada
Barranquilla.

Mientras Daniela estaba sumida en sus pensamientos no se percató que al lado de ella se
acercaba una chica baja de aproximadamente 165 cm, cabello mitad color negro y la otra
mitad color azul, extendiendo su mano hacía donde se encontraba la otra mujer con un
trago de tequila. Daniela la miró de pies a cabezas y con un gesto de confusión se levantó
y observo sus ojos, esos ojos color aceituna que la cautivaron de inmediato, la fuerza que
transmitía la dejo hipnotizada por varios segundos…

- Hola, ¿estás bien? – preguntó la chica baja.


- ¿Quién eres? – respondió Daniela con sequedad.
- Me llamo María José, un gusto, te traje un trago. – ofreció con su mano el vaso de
tequila que aun sostenía.
- No gracias, no recibo bebidas de extraños.
- Pues sí quieres, no seamos extraños. – dijo la chica con un guiño de ojo hacía
Daniela.

Daniela no resistió la forma en que dijo esas palabras la otra chica, se hizo a un lado y fue
buscando el baño del lugar, quería estar sola. “¿quién era esa tal María José?”, se
preguntaba la mujer alta, “¿cómo se atreve siquiera hablarme de esa manera?”, seguía
cuestionando.

Llegó a los baños y se quedó mirando al espejo, la vida de Daniela no era fácil, no era fácil
ser ella, su mundo que todo lo tenía, no tenía nada. Amaba lo que hacía, amaba a sus fans
pero no se llenaba por completo.

De repente sintió la puerta del baño abriéndose y para su suerte era la misma chica que
antes le había ofrecido el trago. Inmediatamente se tensó, no explicaba las reacciones de
su cuerpo, solo sintió unos escalofríos y pensó en que esa chica no le daba buena espina.

- Hola de nuevo bonita – pronunció la chica baja que se encontraba recostada a la


puerta.
- ¿Qué quieres? ¿quién eres? – respondió Daniela algo irritada.
- Ya te dije mi nombre, solo quiero ser tu amiga – dijo.
- A mí no me interesa tener amigos o amigas nuevas – sentenció la chica alta.
- ¡vaya!, que odiosa eres, la princesa odiosa – le respondió María José.
- No me importa lo que digas, déjame en paz, ya te dije que no me interesa a ser
amigos.
- A mí sí – rápido se movió acorralando a Daniela contra el lavamanos.
- ¿Qué quieres estúpida? – forcejeó Daniela para librarse de ella.
- Tranquila, no te haré nada… Que tú no quieras – le dijo mirando a los ojos.

Daniela seguía forcejeando con la otra chica, temblaba del miedo, quería gritar pero no le
salía la voz, pudo sentir la fuerza del cuerpo de la otra chica, se quedó observando las
facciones de su cara, esos ojos en donde se perdía y no sabía el motivo, y esos labios,
“¡vaya!” – pensó, “que labios tan carnosos” – volvió a pensar. Inmediatamente la otra chica
se percató de la vista de Daniela hacía donde estaba dirigida y sonrió.

- ¿Quieres probarlos? – preguntó con una voz sutil y muy cerca de los labios de
Daniela.
- Qué rayos… - no lograba pronunciar bien Daniela teniendo a la otra chica muy cerca.

Es un rápido movimiento María José cerró la pequeña distancia que había entre las dos,
poco a poco se entregaba Daniela a esos labios de la otra mujer, danzaban, se iban
conociendo, era un beso intenso, un beso apasionado y un beso prohibido.
Continuará…

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