Está en la página 1de 3

CAUSALISMO, FINALISMO, FUNCIONALISMO Y LA TEORÍA DEL DELITO

Dra. Abigail Gaytán Martínez


Docente Investigador, Unidad Académica de Derecho
Universidad Autónoma de Zacatecas
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Perfil PRODEP.

Cuando se inicia el estudio en el campo del Derecho Penal sustantivo surgen un sinfín de dudas
considerando la enorme cantidad de conceptos y sus definiciones con las que nos encontramos y
en ocasiones tropezamos; esta aparente confusión se presenta sobre todo porque no conocemos
que éstos provienen de sistemas que se han creado para entender el delito, esto es el causalismo,
finalismo o funcionalismo.

Los conceptos de delito, su clasificación y por tanto la teoría misma del delito han venido
evolucionando conforme la sociedad lo ha hecho y conforme aquellos han presentado problemas
que necesitan ser resueltos.

El concepto dinámico del delito a decir de maestro Daniel Carrancá de la Mora [1] según el sistema
se puede asumir de la siguiente manera:

En una primera etapa el delito era visto desde una óptica naturalista:
como un comportamiento humano (acción) que mediante una relación
causal generaba una modificación o alteración del mundo exterior
(resultado material), se ponía énfasis en el nexo causal que se da entre la
acción y el resultado; así pues, se imponía una sanción al
comportamiento que modificaba el mundo exterior.
En un segundo momento, se introducen valoraciones jurídico-culturales,
Causalismo
en cierto sentido el delito dejó de ser un mero nexo causal,
incorporándose la exigencia de un juicio de reproche al sujeto como
contenido de la culpabilidad, es decir además del nexo causa entre la
acción y el resultado se exigía la realización de un juicio de valor respecto
de la culpabilidad del sujeto -determinándose el grado de reproche a
título de dolo o culpa.

Se centra en la finalidad a la que está dirigida la acción, hablando así de


la acción final, partiéndose la idea de que todas las acciones humanas van
encaminadas a un fin.
Debido a que se entiende que el sujeto puede conocer que modificaciones
pueden acarrear sus acciones y dirige su actuación acorde a esa
comprensión, se entendió que el dolo formaba parte del tipo y no de la
Finalismo
culpabilidad, debido a que al momento de analizar la tipicidad -la de
adecuación de la conducta al tipo penal-.
Así, se habla de un tipo penal objetivo y de un tipo penal subjetivo,
buscando los elementos que permitieran resolver cuando la conducta
puede ser imputada a una persona, esto, más allá de la búsqueda del nexo
causal.
Es en el finalismo donde surge el concepto del injusto -conducta que se
realiza en contradicción con la norma, es decir, la conducta antijurídica
en sí misma-: tipo de injusto doloso y tipo de injusto culposo.
Para este sistema los delitos dependen de la función de la norma penal en
un grupo social, y así, la pena deja de ser un mal que se causa a quien
delinque para pasar a considerarse como la reafirmación de la vigencia
de la norma; en tanto los delitos tiene como consecuencia la reacción del
Estado mediante la imposición de la pena; es necesario señalar que el
Funcionalismo
Derecho penal no puede recomponer el orden social que el delito ha
quebrantado pero, si puede reafirmar la vigencia de la norma y el valor
de las normas en la sociedad.
En términos estrictos, con el funcionalismo “… se ha reinterpretado la
teoría del delito bajo criterios de política criminal y teleológicos…” [2]

Si bien, cada uno de estos sistemas ha determinado una forma de analizar el delito, también lo es
que se complementan en sus conceptos más que excluirse; de ahí que, al analizar un concepto de
la teoría del delito, se tiene que determinar si éste proviene de un sistema causalista, de un finalista
o de un funcionalista.

Esto es, antes de la reforma de 1993-1994 al Código Penal, el sistema adoptado por México era el
causalista, después de ella el finalista y es desde 1999 que se vira hacia el funcionalismo atendiendo
a los problemas sociales de criminalidad que afectan a la sociedad mexicana, encontrando su punto
más importante en las reformas de 2008 y sobre todo con la vigencia del Código Nacional de
Procedimientos Penales; sin embargo, debemos estar ciertos que la reforma penal no resuelve los
problemas que aquejan a la sociedad mexicana como acertadamente lo señala el doctor Sergio
García Ramírez:
uno de los grandes asuntos de la justicia, hoy día y siempre, es la reforma de las leyes, en el entendido que he
destacado que no confundimos Estado de Derecho con Estado de Leyes. No es la abundancia de leyes lo que
constituye al Estado en un Estado de Derecho, o más todavía en un Estado de Derecho justo; es la perfección de
las leyes y su aplicación correcta, puntual y cotidiana.[3]

Nada más apartado de realidad que pretender resolver los problemas en materia de criminalidad
con la norma, ya que el Derecho Penal debe ser la última ratio o como lo señaló Sain Just:

Se necesitan pocas leyes. Allí donde hay muchas, el pueblo es esclavo… Aquél que le da la pueblo demasiadas
leyes es un tirano.[4]

Finalmente el delito seguirá siendo una conducta típica, antijurídica y culpable.


Feliz año 2019
[1] Carrancá de la Mora, Daniel Coord. y Ángel Lagares, Alicia. Esquemas de Derecho Penal Mexicano, parte
general, México, Tirant Lo Blanch, 2016, pp.29-31.
[2] Diaz-Aranda, Enrique. Dolo Causalismo-Finalismo-Funcionalismo y la Reforma Penal en México, México,
Porrúa, 2000, p. XVIII.
[3] Ibidem. p. 196.
[4] Bobbio Norberto. Derecho y Lógica, México, UNAM, 2006, p.9.

También podría gustarte