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6. ¿ERA POSIBLE EL PASO A LA LIBERTAD?

El derecho y las costumbres españolas atemperaban las asperezas de la esclavitud otorgando a


los esclavos un número de derechos, el más importante de los cuales era la oportunidad de
ganarse la libertad. Las Siete Partidas, la codificación del siglo XIII del derecho espacio realizada
por el rey Alfonso el Sabio, enumeraba una variedad de modos por los cuales los esclavos
podían escapar de la esclavitud. Para citar solo unos pocos, si un amo hacía del esclavo el tutor
de sus hijos, el esclavo tenía derecho a la libertad. Si un esclavo se casaba con una persona
libre con conocimiento y consentimiento del amo, el esclavo era libre. Si el esclavo aparecía
como heredero del amo en el testamento de este, era libre. Toda esclava obligada a la
prostitución por su amo tenía derecho a la libertad.1

Sin embargo, tales bondades legales rara vez eran observadas en el Nuevo Mundo, y pocos
esclavos obtenían la libertad explotando esos estatutos poco conocidos. En líneas generales,
en el periodo colonial, los esclavos compraban su libertad con dinero en efectivo o servicios, o
la recibían como una dote directa de su propietario. La investigación sobre las manumisiones -
la libertad de esclavos- en Perú y México coloniales, ha demostrado que eran más los esclavos
que compraban su libertad que los que la recibían como una dote de sus amos,2 y otro tanto
sucedía en Buenos Aires. Un estudio de las manumisiones en la ciudad entre 1776 y 1810
demostró que menos de un tercio de los esclavos liberados durante ese periodo recibieron
directamente su libertad: el 59,8 por ciento de las manumisiones implicaban pago en efectivo,
y un 10,9 por ciento adicional requería que la persona liberada satisficiera diversas
Condiciones (generalmente, promesas de futuro servicio) establecidas por el ex amo.3

Otro mecanismo por el cual los esclavos hispanoamericanos podían obtener la libertad era el
servicio heroico prestado al Estado, generalmente en la lucha contra invasores extranjeros.
Después de las invasiones inglesas en Buenos Aires en 1806 y 1807 el municipio otorgo
libertad a un número de esclavos, aunque el Cabildo renegó de su promesa original de liberar a
todos los esclavos que se habían distinguido en la lucha contra los ingleses.4 Este ofrecimiento,
efectuado en el clima de pánico de las semanas que precedieron a la segunda invasión, fue
luego reducido a una lotería por la cual se liberó a 22 de los 688 esclavos que habían
combatido a los británicos. El gobierno real y un numero de blancos oficiales de la milicia
apostaron dinero para liberar a otros 48, también elegidos mediante lotería, haciendo un total
de 70, el 10 por ciento de los esclavos que habían participado en la lucha.5 El Cabildo también

1
Eugenio Petit Muñoz y otros, La condici6njuridica, social, económica y política de los negros durante el
coloniaje en la Banda Oriental, 2 vols. (Montevideo, 1948) 1:377-78.
2
Frederick P. Bowser, The African Slave in Colonial Perú, 1684-1750(Stanford, 197 4), pp. 279-98; y
Leslie B. Rout, The African Experience in Spanish America (Cambridge, 1976), p. 91. En el caso de Bahía,
en Brasil, el 47,7 por ciento de los esclavos liberados entre 1684 y 1745 pagaron por su libertad; aunque
ese porcentaje vario considerablemente en el periodo de sesenta años. En la década de 1680, el 37 por
ciento de los esclavos manumitidos pagaron por su libertad; para la década de 1740, lo hizo el 57 por
ciento, un incremento que Schwartz relaciona con el aumento en los precios de los esclavos (Stuart
Schwartz, "The Manumission of Slaves in Colonial Brazil: Bahía, 1658-1745", Hispanic American
Historical Review 54, noviembre de 1974: 623-24).
3
Lyman I. Johnson, "La manumisión en el Buenos Aires colonial: Un análisis ampliado", Desarrollo
Económico 17 (enero-marzo de 1978): 639.
4
Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires, 88 vols. (Buenos Aires, 1907-34), Ser. 4, tomo 2, libro
61, p. 476.
5
José Luis Lanuza, Morenada (Buenos Aires, 1967), pp. 65-66
resolvió comprar la libertad de todos los esclavos lisiados o mutilados y pagarles una pensión
vitalicia de seis pesos por mes, pero no es claro si se realizó nunca ese magnánimo proyecto.
6
Otros casos de esclavos que obtuvieron la libertad mediante el servicio extraordinario
prestado al Estado se verificaron en 1812, cuando un esclavo de nombre Ventura fue liberado
otorgándosele una pensión por haber informado a las autoridades de una conspiración
contrarrevolucionaria conducida por Martin de Alaga, y en 1813, cuando el Cabildo libero a la
hija del capitán negro libre Antonio Videla, después de la muerte de Videla en la lucha contra
los espaciales en Uruguay. 7 Pero tales manumisiones eran raras y la mayoría de los esclavos
adquirían su libertad por los medios más convencionales y menos riesgosos de comprarla o de
persuadir a su propietario de que se la concediera. El estudio anteriormente citado acerca de
las manumisiones en Buenos Aires entre 1776 y 1810 establece el número aproximado de tales
liberaciones durante ese periodo en 1.500. El estudio también concluye que la tasa anual de
manumisiones (porcentaje de la población esclava que obtenía su libertad cada apio), se
triplico durante esos arios, de 0,4 por ciento en 1776 a 1,3 por ciento de 1810.8 Esta frecuencia
creciente probablemente se debiera ala incrementada actividad comercial de la ciudad. Los
estudios comparativos han descubierto que los periodos de expansión económica
proporcionan mayores oportunidades para que los esclavos se ganen el dinero para comprar
su libertad, y el Buenos Aires crecientemente prospero de 1801-10 parece haber seguido esa
pauta. 9El alto número de manumisiones en Buenos Aires probablemente también estuviera
relacionado con el gran número de buques de esclavos que amarraban en la ciudad después
de 1790, asegurando una continuada provisión de esclavos y tornando así a los propietarios
más dispuestos a separarse de los antiguos, en especial si estos se habían ganado la libertad
con un buen servicio. Sin embargo, el régimen esclavista de Buenos Aires corría poco peligro
de extinguirse por la práctica de la manumisión. Eugenio Petito Muñoz reconoció la situación
con triste exactitud cuándo observo que el medio más frecuente por los cuellos esclavos
adquiría la libertad en Uruguay y Argentina coloniales era muriendo; solo un porcentaje
limitado de cada 54 generaciones de esclavos lograba adquirir ese, que es el más preciado de
todos los bienes, la libertad.10

Una muestra de 1 de cada 7 individuos de la población negra y mulata tomada del censo
municipal de 1810, demostraba que para el último apio del periodo colonial, el 22,6 por ciento
de la población negra de la ciudad era libre. Esta es una cifra intermedia en la escala de otros
regímenes esclavistas de los siglos XVIII y XIX. La gente libre formaba el 59,7 por ciento de la
población negra y mulata de Caracas desde 1783.11 Para 1821, el 54,5 por ciento de la
poblaci6n de color del estado brasileiro de Minas Gerais era libre. 12 Y para 1850, el 35 por
ciento de la población afrocubana era libre. 13Por otra parte, en la ciudad de Rio de Janeiro, la
gente libre formaba s6lo el 7,7 por ciento de la poblaci6n negra y mulata en 1808, y el 12,0 por

6
Acuerdos, Ser. 4, tomo 2, libro 62, pp. 694-695.
7
José Luis Lanuza, Morenada, pp. 56-57; y Acuerdos, Ser. 4, tomo 5, libro 69, pp. 592-94.
8
Johnson, "La manumisión en el Buenos Aires colonial", pp. 639-44.
9
David W. Cohen y Lack P. Greene, comps., Neither Slave nor Free: The Free Man of African Descent in
the Slave Societies of the New World (Baltimore, 1972), pp. 7-9.
10
Petit Muñoz y otros, La condición de los negros, 1: 313.
11
Miguel Acosta Saignes y otros, "La vivienda de los pobres", en Estudio de Caracas (Caracas, 1967), vol.
2, libro 2, p. 64.
12
Cohen y Greene, comps., Neither Slave nor Free, p. 97.
13
Ibid., p. 316.
ciento en 1849.14 En ningún punto de la América del Sur de preguerra, la gente libre formaba
más que el 9 por ciento de la poblaci6n afroamericana. 15Las esclavas de Buenos Aires
adquirían su libertad con mucha mayor frecuencia que los esclavos varones. Desde 1810, la
proporción sexual en la población de esclavos era de 110,9 varones por cada 100 mujeres. La
proporción sexual entre los esclavos manumitidos entre 1776 y 1810 era de 70,1 varones por
cada 100 mujeres; en consecuencia la proporción entre la población de negros y mulatos libres
de Buenos Aires, tal como se documenta en el censo de 1810, era de 97,9 varones por cada
100 mujeres. Las poblaciones de esclavos y de negros y mulatos libres de la ciudad también
exhibían considerables diferencias en la estructura de edad. Mientras el 13,4 por ciento de los
esclavos tenía 40 años o más, el 28,9 por ciento de los libres pertenecía a ese grupo de edad.
Esto producía una edad mediana de 20,9 para la población esclava y 27,0 para los libres. Esto
probablemente refleje una tendencia, observada en otras sociedades esclavistas, a que los
propietarios liberaran a los esclavos más ancianos que ya no servían y constituían una carga
financiera. 16

Obviamente, los afros argentinos de ancestro mixto eran mucho más afortunados en la carrera
hacia la libertad de cuanto lo eran el afro argentino de pura ascendencia africana. Estos datos
son muy semejantes 55 a las cifras para Brasil y los Estados Unidos, lo que demuestra una
tendencia, que abarcaba un hemisferio, a que los mulatos adquirieran la libertad con mayor
frecuencia que los negros puros.17 La razón principal para esto era que los mulatos eran casi
siempre criollos, nativos de la sociedad, los que entendían mejor las costumbres y prácticas
que los negros africanos nacidos en el extranjero. Así, los mulatos era más hábiles para
reconocer y explotar las oportunidades legales, económicas y sociales para escapar a la
esclavitud.

Los mulatos se beneficiaban del hecho de que sus padres o abuelos podían haber comprado ya
su propia libertad décadas antes, lo que permitía que parte de la población de mulatos
presente en 1810 hubiera nacido libre. Sin duda, el porcentaje de pardos con padres libres
debió ser significativamente superior que el porcentaje de morenos con padres libres, aunque
el censo no proporciona datos para probar este punto. Pero incluso aquel afro argentino que
nominalmente eran libres, nunca gozaban de la misma clase de libertad que era el derecho de
nacimiento de toda persona blanca de Hispanoamérica. La legislación colonial imponía una
larga serie de restricciones a la libertad de los negros y pardos libres, algunas de las cuales
databan del uso legal espacio medieval, mientras otras eran nuevas limitaciones creadas como
respuesta a las realidades del Nuevo Mundo. Estos controles, conocidos como el Régimen de
castas, fueron instituidos para desacelerar o detener el proceso de mezcla racial en el Nuevo
Mundo y reservar las más altas posiciones sociales y económicas de la sociedad para los
blancos europeos y los nacidos en América. La legislación resulto notablemente infructífera
para lograr el primer objetivo, pero tuvo mucho éxito en la realización del segundo. Sujetas a
innumerables restricciones sobre su libertad, las castas -morenos, pardos, afro indios y
mestizos; los indios eran una categoría racial separada regida por una legislación especial
adquirieron una condición legal a medias entre la de los blancos y la de los esclavos. Los afro

14
Mary Catherine Karasch, "Slave Life in Rio de Janeiro, 1808-1850" (tesis doctoral, Universidad de
Wisconsin, Madison, 1972), pp. 10-16.
15
Ira Berlin, Slaves without Masters: The Free Negro in the Antebellum South (Nueva York, 1974),,pp.
47, 137.
16
Karasch, "Slave Life", pp. 219-21; y Rout, African Experience, p. 88.
17
Cohen y Green, comps., Neither Slave nor Free, pp. 97, 318-1~; y Berlin Slaves without Masters, pp.
177-78.
argentinos de Buenos Aires, junto con los negros del resto del imperio, tenían prohibido portar
armas, lucir cierto tipo de ropas tales como sedas, encaje o perlas, caminar por las calles de la
ciudad después de la caída de la noche, tener cargos civiles, eclesiásticos o militares, comprar
o vender alcohol, ser educados en las mismas escuelas que los blancos, y así en más, toda una
lista que debi6 parecer ad infinitum para la gente que vivía bajo sus dictados.18 Uno de los
aspectos más irritativos de este sistema era que un afro argentino nacido en el seno de una
familia que había sido libre por generaciones, era el equivalente legal a un afro argentino que
había adquirido su libertad el día anterior: ambos estaban en igual desventaja bajo el Régimen
de castas. Tampoco una mezcla de ancestro blanco significaba ninguna diferencia legal. Seglar
la doctrina española de la limpieza de sangre, las líneas de ascendencia manchadas con sangre
"no limpia" (africana, árabe, judía e india) eran social y legalmente irredimibles. Así, incluso en
casos en que los afro argentinos podían declarar un ancestro europeo, en tanto mostraran
obvia evidencia física de su herencia africana, seguían siendo parte de las castas y por lo tanto,
de una condici6n legal diferente de lado sus parientes.19 Pero tal discriminación no era siempre
fácil de poner en práctica, y las rigideces estatutarias del Régimen de castas adquirieron cierta
flexibilidad cuando se lo puso en vigencia. 20

Los morenos y mulatos libres estaban obligados legalmente a pagar un tributo anual a la
Corona, en la forma de dinero o servicio. Si bien esta ley se ponía en vigencia en ciertas partes
de las colonias, era ignorada en el Rio de la Plata, como sucedía con el requisito de que los
negros libres vivieran con una persona blanca que se hiciera responsable de su buena
conducta.21 Otra manera de relajar las restricciones del sistema de castas era tornar más
amplios los criterios raciales por los que se determinaba la pertenencia a las castas.

Este es un fenómeno muy difícil de aislar, descubrir y describir, dado que una parte esencial
del permiso para que los mulatos y mestizos asumieran la condición racial blanca era la
destrucción de toda evidencia de su ancestro "no limpio".

18
Ver Rout, African Experience, pp. 126-60, para un análisis del Régimen. Ver también Magnus Morner,
Race Mixture in the History of Latin America (Boston, 1967), pp. 53-75.
19
Petit Muñoz y otros, La condición de los negros, 1:63-64.
20
José Torre Revello, La sociedad colonial (Buenos Aires, 1970), p. 80; Bernardo Kordon, "La raza negra
en el Rio de la Plata", Todo es Historia 3 (1969) Suplemento 7, p. 7; y Ricardo Rodríguez Molas, La
música y danza de los negros en el Buenos Aires de los siglos XVIII y XIX (Buenos Aires, 1957), pp. 6-7.
21
Petit Muñoz y otros, La condición de los negros, 1:337; Lucia Sala de Touron y otros, Estructura
económico-social de la colonia (Montevideo, 1967), pp. 90-91.

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