Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bernardo Ríos
23 abril, 2018
Prende la revuelta
La primera ciudad en levantarse, después de algunas revueltas en
diversos puntos del mapa, fue Segovia, el 29 de mayo de 1520. Le
siguieron Zamora, Burgos, Guadalajara… la revuelta era imparable, pero
todos aguardaban la reacción de la más importante en Castilla la Vieja,
donde se encontraba la Cancillería Real: Valladolid, que acabó
adhiriéndose al levantamiento.
https://www.geografiainfinita.com/2018/04/la-revuelta-comunera-de-
castilla/
La batalla de Villalar y la
guerra de las Comunidades
Por
Gonzalo Prieto
23 abril, 2013
El descontento en Castilla
Con este panorama, la ciudad de Toledo fue la primera en
sublevarse en 1520. Aprovecharon la ausencia del monarca, que había
viajado a Aquisgrán para recibir la tiara imperial, dejando a Adriano de
Utrech como regente.
Ante esta situación, el regente decide enviar las tropas de Medina del
Campo a Segovia. Se encuentra con una gran resistencia por parte de la
población. Intuyen que las fuerzas desplazadas van a ser utilizadas en la
ciudad del acueducto.
Óleo de Manuel Pícolo López que muestra la rendición de los líderes comuneros
(1887).
La caballería realista, unas 500 o 600 lanzas atacó de inmediato sin
esperar la llegada de su infantería. De este modo no permitió a los
comuneros que se desplegaran.
https://www.geografiainfinita.com/2013/04/por-que-hoy-se-celebra-tambien-el-dia-de-
castilla-y-leon-la-batalla-de-villalar-y-la-guerra-de-las-comunidades/
Guerra de las Comunidades de Castilla
Guerra de las Comunidades de Castilla
Fecha 1520-1522
Beligerantes
Comuneros Realistas
Comandantes
1520
Segovia
Madrid
Alaejos
Tordesillas
1521
Ampudia y Torremormojón
Tierra de Campos
Burgos
Torrelobatón
Vitoria
El Romeral
Mora
Miñano Mayor
Villalar
Madrid
Índice
[ocultar]
1Situación previa
2Estallido de la revuelta
o 2.1Rebeldía de Toledo
2.1.1Propuestas al resto de ciudades
2.1.2Reacciones a las propuestas
3Expansión de la rebelión
o 3.1La Junta de Ávila
o 3.2Asedio de Segovia
o 3.3Incendio de Medina del Campo
o 3.4La Junta de Tordesillas
3.4.1Entrevista con la reina Juana
4Reacciones populares y gubernamentales
o 4.1Revueltas en señoríos
o 4.2Respuesta de Carlos I
5Crisis en ambos bandos
o 5.1Soluciones a la crisis
6La batalla de Tordesillas
o 6.1Preludio
o 6.2Desarrollo
o 6.3Consecuencias
7Reorganización comunera
o 7.1Iniciativas militares
7.1.1Hostigamiento a Tierra de Campos
7.1.2Hostigamiento a Burgos
8Reacción realista
9La batalla de Torrelobatón
o 9.1Preludio
o 9.2Desarrollo
o 9.3Consecuencias
10Acuña en el sur
11La batalla de Villalar
o 11.1Preludio
o 11.2Desarrollo
o 11.3Consecuencias
12El fin de la guerra
o 12.1La resistencia de Toledo
o 12.2La rendición de Toledo
o 12.3La revuelta de febrero de 1522
13El Perdón General de 1522
14Consecuencias de la guerra
15Influencia en épocas posteriores
o 15.1En el siglo XVII
o 15.2En el siglo XIX
o 15.3En el siglo XX
15.3.1En la política
16Véase también
17Notas
18Referencias
19Bibliografía
20Enlaces externos
Situación previa[editar]
Artículo principal: Cortes de Valladolid de 1518
La situación que llevó en 1520 a la Guerra de las Comunidades, se había ido gestando en
los años previos a su estallido. El siglo XV, en su segunda mitad, había supuesto una
etapa de profundos cambios políticos, sociales y económicos. El equilibrio alcanzado con
el reinado de los Reyes Católicos se rompe al llegar el siglo XVI.6 Éste comenzó con una
serie de malas cosechas y epidemias, que junto a la presión tributaria y fiscal provocó el
descontento entre la población, colocándose la situación al borde de la revuelta. La zona
que más sufre en este contexto es la zona central, en contrapeso con la periférica, que
apaciguaba sus males con los beneficios del comercio. Burgos y Andalucíarepresentaban
esa zona periférica y comercial respecto a la Meseta Central, con Valladolid y Toledo a la
cabeza.6
No solo las malas cosechas provocaron el descontento, sino que a éste se unieron las
protestas de los comerciantes del interior ante el monopolio ejercido por los mercaderes
burgaleses en el comercio de la lana. Esta situación caldeó el ambiente en los
núcleos gremiales de ciudades como Segovia y Cuenca.6 Ante esta situación, todas las
partes implicadas se volvieron hacia el Estado para que ejerciera el papel de árbitro, pero
también éste se encontraba sumido en una grave crisis, que se hizo cada vez más grande
con los sucesivos gobiernos de Felipe el Hermoso, Cisneros y Fernando el Católico. La
teórica heredera, Juana la Loca se encontraba en estado de incapacidad, por lo que la
línea dinástica llevó hasta Carlos de Habsburgo, hijo de Juana, y que nunca antes había
pisado Castilla. Educado en Flandes, no conocía el castellano e ignoraba la situación de
sus posesiones hispanas, por lo que la población acogió con escepticismo la llegada del
nuevo rey, pero a la vez con ansia de estabilidad y continuidad, cosa de la que Castilla no
disfrutaba desde la muerte de Isabel la Católica en 1504. Tras la llegada del nuevo rey a
finales de 1517, su corte flamenca comenzó a ocupar los puestos de poder castellanos,
siendo el nombramiento más escandaloso el de Guillermo de Croy, un joven de tan solo 20
años, como Arzobispo de Toledo sucediendo al Cardenal Cisneros.6 Seis meses más
tarde, en las Cortes de Valladolid, el descontento ya estaba presente en todos los
sectores, llegando incluso algunos frailes a predicar denunciando abiertamente a la Corte,
a los flamencos y la pasividad de la nobleza. En estas circunstancias, se abrió el proceso
de elección para el puesto de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1519,
pronunciándose la mayoría de los electores a favor de Carlos I para suceder a su
abuelo Maximiliano. Este nombramiento fue aceptado por Don Carlos, que decidió partir
rumbo a Alemania para tomar posesión como emperador. El concejo de Toledo se situó al
frente de las ciudades que protestaban contra la elección imperial, afirmando que
acarrearían gastos a corto plazo que deberían ser asumidos por la Corona de Castilla y
cuestionando el papel de Castilla en este nuevo marco político, dada la posibilidad de que
la Corona se convirtiera en una mera dependencia imperial.6
Ante esta situación, Toledo exigía una convocatoria urgente de Cortes para que el rey
diera explicaciones. Así pues, a finales de marzo de 1520, Carlos I convocó las Cortes en
Santiago de Compostela con el objetivo de terminar con la oposición y obtener un nuevo
servicio para sufragar gastos en su viaje a Alemania.6 La Corte, además, encargó a
los corregidores que escogieran procuradores afines al rey y que se les otorgara un poder
muy limitado. Las Cortes no hacían más que incrementar el apoyo a la oposición, y por
primera vez, esta oposición contaba con una declaración redactada por unos
frailes franciscanos, agustinos y dominicos de Salamanca, que contaba con tres principios
fundamentales: Se debía rechazar cualquier nuevo servicio, convenía el rechazo al Imperio
en favor de Castilla y en el caso de que el rey no tuviera en cuenta a sus súbditos, las
Comunidades deberían defender los intereses del reino. Fue la primera ocasión en la que
apareció la palabra Comunidades. Llegados a este punto, la mayoría de los procuradores
se presentaron en Santiago con la intención de no votar el servicio. El rey decidió
suspender las Cortes el 4 de abril y convocarlas de nuevo en La Coruña el 22 de abril,
obteniendo esta vez el servicio y embarcándose el 20 de mayo con rumbo a Alemania,
dejando como regente de la posesiones hispánicas a Adriano de Utrecht.6
Estallido de la revuelta[editar]
Rebeldía de Toledo[editar]
Ya desde el mes de abril de 1520, Toledo se negaba a acatar el poder real, estallando la
situación de forma definitiva cuando el rey convocó a los regidores de la ciudad para que
se presentaran en Santiago de Compostela. La orden llegó a Toledo el 15 de abril, y un día
después, cuando los regidores con Juan de Padilla a la cabeza se disponían a partir, una
gran multitud se opuso a su partida y se apoderó del gobierno local. Comenzó entonces a
denominarse a la insurrección como Comunidad y los predicadores arengaban a los
toledanos a unirse contra el poder flamenco. De esta forma, los toledanos comenzaron a
ocupar todos los poderes locales, expulsando al corregidor del Alcázar el 31 de mayo. Tras
la marcha del Monarca hacia Alemania, los disturbios se multiplicaron por las ciudades de
la Meseta, especialmente tras la llegada de los procuradores que votaron afirmativamente
al servicio que reclamaba el rey, siendo Segovia el lugar donde se produjeron los primeros
incidentes y los más violentos, donde el 29 y el 30 de mayo los segovianos ajusticiaron a
dos funcionarios y al procurador Rodrigo de Tordesillas que concedió el servicio en
nombre de la ciudad. Destacaron también por incidentes de similar magnitud ciudades
como Burgos y Guadalajara, mientras que otras como León, Zamora y Ávila sufrieron
altercados menores. Por el contrario, no se registraron incidentes en Valladolid,
principalmente por la presencia en la ciudad del cardenal Adriano y del Consejo Real.
Propuestas al resto de ciudades[editar]
Ante el descontento generalizado, el 8 de junio, Toledo propuso a las ciudades con voz y
voto en Cortes la celebración de una reunión urgente con cinco objetivos:6
1. Anular el servicio votado en La Coruña.
2. Volver al sistema de los encabezamientos para cobrar los impuestos.
3. Reservar los cargos públicos y los beneficios eclesiásticos a los castellanos.
4. Prohibir la salida de dinero del reino.
5. Designar a un castellano para dirigir el reino en ausencia del rey.
Reacciones a las propuestas[editar]
Localización del movimiento comunero sobre el territorio de la Corona de Castilla. En morado,
las ciudades pertenecientes al bando comunero; en verde, aparecen las que se mantuvieron
leales al rey. Las ciudades que estuvieron presentes en ambos bandos aparecen en ambos
colores.7
Expansión de la rebelión[editar]
La Junta de Ávila[editar]
Artículo principal: Santa Junta
La Junta que reclamaba Toledo con las ciudades con derecho a voto terminó
reuniéndose en el mes de agosto, en Ávila, pero solamente con cuatro ciudades
presentes: Toledo, Segovia, Salamanca y Toro. Fue redactada la conocida como "Ley
Perpetua del Reino de Castilla ó Constitución de Ávila"; Primer proyecto, en España,
de constitución política que nunca llegaría a ser firmada por la reina Juana.
Asedio de Segovia[editar]
Artículo principal: Sitio de Segovia
Segovia, ciudad donde se libró el primer gran enfrentamiento entre Comuneros y Realistas.
Juana I de Castilla, teórica reina de Castilla, pero desplazada por su hijo Carlos.
Así pues, el ejército comunero integrado por las milicias de Toledo, Madrid y Segovia,
en su ruta hacia Tordesillas, se encontraba en los alrededores de Martín Muñoz de las
Posadas el día en que Fonseca incendiaba Medina, llegando a la villa de las ferias
el 24 de agosto, para tomar posesión de la artillería que días atrás había sido negada
a las tropas de Fonseca. El 29 de agosto el ejército arribó finalmente a Tordesillas,
entrevistándose con la reina Juana e informándola de la situación del reino junto a los
propósitos de la Junta de Ávila, y declarando la reina que la Junta se situara a su
servicio. De esta forma, la Junta se trasladó de Ávila a Tordesillas y se invitó a las
ciudades que todavía no habían enviado a sus procuradores a hacerlo, estando a
finales de septiembre un total de catorce ciudades representadas en la Junta de
Tordesillas: Burgos, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid, León, Salamanca, Zamora, Toro,
Toledo, Cuenca, Guadalajara, Murcia y Madrid. Solamente no acudieron las cuatro
ciudades andaluzas: Sevilla, Granada, Córdoba y Jaén. Se delimitó entonces el área
del movimiento comunero, en torno a la Meseta Central, y ya que la mayor parte del
reino estaba representado en Tordesillas, la Junta pasó a denominarse como Cortes y
Junta general del reino.
Entrevista con la reina Juana[editar]
A fecha de 24 de septiembre, los procuradores se entrevistaron con la reina y
expusieron los fines de la Junta: proclamar la soberanía de la reina Juana y devolver la
estabilidad perdida al reino. El día siguiente, 25 de septiembre, la Junta realizó una
declaración comprometiéndose a utilizar las armas si esto fuera necesario y a auxiliar
a cualquier ciudad que estuviera amenazada, siendo comunicado este juramento en
los días sucesivos en las ciudades representadas. El 26 de septiembre la Junta de
Tordesillas decidió asumir ella misma la tarea de gobierno, desacreditando al Consejo
Real y prendiendo, el 30 de septiembre, a sus últimos miembros que quedaban en
Valladolid, dirigidos por Pedro Girón. En ese momento culminó el proceso y se
instauró el gobierno revolucionario, ya que la Junta tenía vía libre por la inoperancia
del Consejo Real.
Adriano de Utrecht, futuro Adriano VI, regente en ausencia del rey y emprendedor de la política
de acercamiento hacia la nobleza.
La batalla de Tordesillas[editar]
Artículo principal: Batalla de Tordesillas
Preludio[editar]
Vista de Tordesillas, villa en disputa entre comuneros y realistas por el control de la reina.
Poco a poco, Toledo fue perdiendo influencia dentro de la Junta, y con la ciudad,
también perdía influencia su líder, Juan de Padilla, aunque no así popularidad y
prestigio entre los comuneros.6 Con la pérdida de influencia de Toledo y de sus
líderes, surgieron dos nuevas figuras dentro de la Comunidad, Pedro Girón y Antonio
de Acuña, que aspiraban a pasar al primer plano. El primero era uno de los pocos
nobles leales comuneros, al parecer porque el rey se negó a entregarle el ducado de
Medina-Sidonia. El segundo, era obispo de Zamora, jefe de la Comunidad zamorana y
cabecilla de una milicia formada enteramente por sacerdotes.69
Mientras tanto, en el bando realista, los señores no sabían que táctica seguir, si luchar
directamente, como defendía el Condestable de Castilla o agotar las vías de
negociación, como proponía el Almirante de Castilla. Todo intento de negociación
entre los comuneros y los virreyes fracasó, debido a que ambos bandos contaban ya
con un ejército y ansiaban vencer al enemigo.
Así pues, a finales de noviembre de 1520, ambos ejércitos tomaban posiciones entre
Medina de Rioseco y Tordesillas, haciendo inevitable el enfrentamiento.
Desarrollo[editar]
Con Pedro Girón a la cabeza, las tropas comuneras, siguiendo órdenes de la Junta,
habían avanzado hacia Medina de Rioseco, estableciendo su cuartel general en la
localidad de Villabrágima, a tan solo una legua del ejército real. Éstos, mientras tanto,
se limitaron a ocupar pueblos para evitar el avance y cortar las líneas de
comunicación.
La situación se mantuvo hasta el 2 de diciembre, cuando el ejército rebelde comenzó a
abandonar sus posiciones en Villabrágima, tomando dirección hacia Villalpando,
localidad del Condestable que se rindió al día siguiente sin oponer resistencia. Con
este movimiento, la ruta hacia Tordesillas quedaba desprotegida. El ejército real lo
aprovechó, poniéndose en marcha el 4 de diciembre y ocupando la villa tordesillana al
día siguiente, tras haber derrotado a la guarnición defensiva comunera, que se vio
desbordada.
Consecuencias[editar]
La toma de Tordesillas supuso una seria derrota para los comuneros, que perdían a la
reina Juana, y con ella, sus esperanzas de que ésta atendiera sus pretensiones.
Además, muchos de los procuradores habían sido apresados, y los que no, habían
huido.
Por todo esto, los ánimos entre los rebeldes se vieron muy afectados, además de
producirse airadas críticas hacia Pedro Girón por el movimiento de las tropas, lo que le
obligó a dimitir de su puesto y apartarse del conflicto.
Reorganización comunera[editar]
Tras la derrota de Tordesillas, los comuneros comenzaron a reagruparse en Valladolid,
donde se estableció la Junta, pasando la ciudad del Pisuerga a ser la tercera capital
del movimiento, tras Ávila y Tordesillas.
Así pues, el 15 de diciembre, la Junta ya se encontraba de nuevo activa en Valladolid,
con doce de los catorce procuradores originales. Solamente faltaron los de Soria y
Guadalajara. La situación del ejército era similar, con un gran número de deserciones
en las tropas emplazadas en Valladolid y Villalpando, lo que obligó a intensificar el
reclutamiento en las ciudades rebeldes, especialmente en Toledo, Salamanca y la
propia Valladolid. Con estos nuevos reclutamientos, el aparato militar rebelde estaba
reconstruido, y la moral reforzada, gracias a la presencia de Padilla en Valladolid. Con
la llegada de 1521, los comuneros parecían ya dispuestos a una guerra total, pese a
las voces discordantes dentro del propio movimiento. Por un lado había quienes
proponían buscar una solución pacífica, y por otro quienes eran partidarios de
continuar la lucha armada; a su vez divididos entre seguir dos tácticas:
ocupar Simancas y Torrelobatón (propuesta menos ambiciosa y defendida por Pedro
Laso de la Vega); o poner cerco a Burgos (grupo encabezado por Padilla). La Junta
decidió seguir ambas iniciativas, tanto la pacifista como la belicista, y terminó
fracasando en ambas.
Iniciativas militares[editar]
Hostigamiento a Tierra de Campos[editar]
Artículo principal: Hostigamiento a Tierra de Campos (1520-1521)
Hostigamiento a Burgos[editar]
Artículo principal: Levantamiento del conde de Salvatierra (1520-1521)
Reacción realista[editar]
Por parte del rey, Carlos I firmó el 17 de diciembre de 1520 el Edicto de Worms (no se
confunda con el Edicto de Worms de 25 de mayo de 1521, contra Lutero), donde
condenaba a 249 comuneros destacados: a muerte, si eran seglares; y a otras penas,
si eran clérigos. De igual modo, declaraba también traidores, desleales, rebeldes e
infieles a cuantos apoyaran a las Comunidades.10 Dicho Edicto, fue leído públicamente
en Burgos el 16 de febrero de 1521.11
Desde el Consejo Real, se ordenó la ocupación del castillo de Ampudia, lo que
provocó un gran desorden en el dispositivo organizado por los rebeldes. Ante dicha
ocupación, la Junta envió a Padilla al encuentro de Acuña, uniéndose ambos
en Trigueros del Valle y formando un ejército de aproximadamente 4000 hombres. Las
tropas comuneras ocuparon Torremormojón, desplazando a los realistas, para
centrarse en Ampudia, la cual se rindió el 16 de enero previo pago de tributo.
Mientras tanto, la rebelión comunera prevista en Burgos para el 23 de enero fue todo
un fracaso, debido a que se adelantó dos días. Los comuneros burgaleses hubieron de
rendirse, siendo el último intento de rebelión acontecido en la cabeza de Castilla.
La batalla de Torrelobatón[editar]
Preludio[editar]
Torre del homenaje del castillo de Torrelobatón, última plaza de la localidad en rendirse a los
comuneros.
Acuña en el sur[editar]
Véase también: Batalla de El Romeral
Iglesia de la Virgen de Altagracia, en Mora, totalmente reconstruida tras su incendio por las
tropas realistas.
La batalla de Villalar[editar]
Artículo principal: Batalla de Villalar
Preludio[editar]
Artículo principal: Enfrentamientos de Becerril de Campos y Palacio de Meneses (1521)
Padilla decidió finalmente partir hacia Toro en la madrugada del 22 al 23 de abril, tras
haber perdido bastante tiempo, lo que permitió a los realistas aglutinar a todas sus
tropas.6
Nada más partir hacia Toro, las tropas realistas del Almirante y el Condestable
presentes en Peñaflor de Hornija salieron tras la pista de Padilla, alcanzándolo
finalmente en la localidad de Villalar.6
En medio de una intensa lluvia, Padilla intentó primero atrincherar a sus prácticamente
6000 hombres en Vega de Valdetronco, pero no consiguió desplegar a sus tropas y se
vio obligado a prestar batalla en Villalar, donde la caballería realista, compuesta por
unas 500 o 600 lanzas, aplastó al ejército rebelde, que no tuvo tiempo de
desplegarse.6
Consecuencias[editar]
La batalla se saldó con prácticamente mil bajas por parte de los comuneros y el
apresamiento de sus líderes principales: Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco
Maldonado.6 Estos fueron decapitados en la mañana del 24 de abril en un cadalso
situado en la Plaza Mayor de Villalar, estando presente la mayor parte de la nobleza
afín al rey, que asestaba así un golpe prácticamente definitivo a la rebelión.6
Mientras tanto, el resto del ejército comunero que consiguió escapar, trató de continuar
hasta Toro, pero terminó por fragmentarse, fruto de la persecución que estaba
ejerciendo el Condestable de Castilla sobre él.6
El fin de la guerra[editar]
Tras la batalla de Villalar, las ciudades de Castilla la Vieja no tardaron en sucumbir al
potencial de las tropas del rey, volviendo todas las ciudades del norte a prestar lealtad
al rey a primeros de mayo. Únicamente Madrid y Toledo, especialmente esta última,
mantuvieron vivas sus comunidades durante un tiempo mayor.
La resistencia de Toledo[editar]
María Pacheco recibiendo la noticia de la muerte de su marido en Villalar; óleo del siglo
XIX de Vicente Borrás.
Las primeras noticias de Villalar llegaron a Toledo el 26 de abril, siendo ignoradas por
parte de la Comunidad local.6 La certeza de la derrota se hizo evidente a los pocos
días, cuando comenzaron a llegar los primeros supervivientes a la ciudad, que
confirmaron el hecho y dieron testimonio del ajusticiamiento de los tres líderes
rebeldes. Fue entonces cuando Toledo se declaró en duelo por la muerte de Juan de
Padilla.6
Tras la muerte de Padilla, Acuña perdió popularidad entre los toledanos, en favor
de María Pacheco, viuda de Padilla. Comenzaban a surgir voces que solicitaban la
negociación con los realistas, buscando el evitar el sufrimiento de la ciudad, más aún
tras la rendición de Madrid el 7 de mayo. Todo parecía indicar que la caída de Toledo
era cuestión de tiempo.
En este contexto, Acuña abandonó la ciudad, intentando huir al extranjero por la
frontera del Reino de Navarra. En ese momento, se produjo la invasión francesa de
Navarra, siendo Acuña reconocido y detenido en la frontera.6
La invasión francesa provocó que el ejército realista hubiera de concentrarse en
expulsar a los franceses de Navarra, postergando momentáneamente el restituir la
autoridad del rey en Toledo.6 A partir de ese momento, María Pacheco asumió el
control de la ciudad, instalándose en el Alcázar, recabando impuestos y fortaleciendo
las defensas.6 Solicitó la intervención del marqués de Villena para negociar con el
Consejo Real, con el objetivo de obtener unas mejores condiciones que negociando
directamente.
La rendición de Toledo[editar]
El marqués de Villena terminó abandonando las negociaciones entre ambos bandos,
por lo que María Pacheco asumió de manera personal las negociaciones con el prior
de la Orden de San Juan. El pacto de rendición de Toledo fue acordado el 25 de
octubre de 1521 gracias a la intervención de Esteban Gabriel Merino, arzobispo
de Bari y enviado del prior de San Juan.6
Así pues, el 31 de octubre los comuneros abandonaron el Alcázar toledano y el
arzobispo de Bari nombró a los nuevos funcionarios.
La revuelta de febrero de 1522[editar]
Artículo principal: Revuelta del 3 de febrero de 1522
Tras la vuelta al orden de Toledo, el nuevo corregidor de la ciudad acató las órdenes
recibidas de restablecer al completo la autoridad del rey en la ciudad, dedicándose a
provocar a los antiguos comuneros.6 María Pacheco continuaba presente en la ciudad,
y se negaba a entregar las armas hasta que el rey firmara de forma personal los
acuerdos alcanzados con el prior de San Juan. Por ello, el corregidor toledano exigía
la cabeza de María Pacheco.6
La situación llegó a un extremo cuando el 3 de febrero de 1522 se ordenó apresar a un
agitador, a lo que los comuneros se opusieron. Se inició entonces un enfrentamiento,
subsanado gracias a la intervención de María de Mendoza, hermana de María
Pacheco.6 Se concedió una tregua, que supuso la derrota de los comuneros, pero que
fue aprovechada por María Pacheco para escapar a Portugal, donde se exilió hasta su
muerte, en 1531.6
Consecuencias de la guerra[editar]
Las consecuencias fundamentales de la Guerra de las Comunidades fueron la pérdida
de la élite política de las ciudades castellanas,6 en el plano de la represión real; y en
las rentas del Estado. El poder real se veía obligado a indemnizar a aquellos que
perdieron bienes o sufrieron daños en sus posesiones durante la revuelta. Las
mayores indemnizaciones correspondían al Almirante de Castilla, por los daños
sufridos en Torrelobatón y los gastos ocasionados en la defensa de Medina de
Rioseco. Le seguían el Condestable y el obispo de Segovia.
La forma de pago de estas indemnizaciones se solucionó mediante un impuesto
especial para toda la población de cada una de las ciudades comuneras. Estos
impuestos mermaron las economías locales de las ciudades durante un periodo
aproximado de veinte años, debido a la subida de precios.6 De igual modo, la industria
textil del centro de Castilla perdió todas sus oportunidades de convertirse en una
industria dinámica.6
La nobleza queda definitivamente neutralizada frente a la triunfante monarquía
autoritaria; su segmento alto o aristocracia, se vio compensada por su apoyo al
emperador, con cuyos intereses quedaba identificada estrechamente, pero quedando
clara la subordinación de súbditos a monarca. Las Cortes de Toledo de 1538, últimas
a las que se convocó a la nobleza como brazo o estamento, sancionaron esa nueva
forma de gobernar la Corona de Castilla,15 pieza central de lo que ya puede llamarse
la Monarquía Católica o Monarquía Hispánica de los Habsburgo. A esas alturas, los
sueños de la Idea imperial de Carlos V habían quedado en gran parte diluidos, lo que
quedó confirmado en el reinado de su hijo Felipe II.
En el siglo XIX[editar]
A partir del siglo XIX, comenzó a rehabilitarse la figura de los Comuneros,
restituyéndoles como precursores de la libertad y mártires del absolutismo.6
El primer gran acto conmemorativo llegó en 1821, con motivo del III Centenario de la
batalla de Villalar. A dicha localidad de Villalar acudió Juan Martín Díez, El
Empecinado, con una expedición para exhumar los restos de los capitanes
ajusticiados en 1521. Se iniciaron entonces los homenajes a los comuneros por parte
del gobierno liberal en el poder.
A partir de ese momento comenzó a ensalzarse la figura antidéspota, nacionalista y
liberal de los comuneros, como defensores de las libertades frente al absolutismo y de
la identidad nacional frente a la extranjera, representada por los flamencos.
En 1869, en Valladolid, a fecha del 15 de junio, se firmó el Pacto Federal
Castellano entre las diecisiete provincias castellanas, que termina con la siguiente
alusión a las Comunidades:
La sangre de los Padilla, Bravo y Maldonado que corren por vuestras
venas y el ardimiento de que guardan memoria estos pueblos de las
comunidades, garantizan el éxito de nuestras aspiraciones y deseos.
En el siglo XX[editar]
Ofrenda floral al monolito de Villalar, en el 23 de abril de 2006.
Escultura en bronce de Juan de Padilla, obra del escultor toledano Julio Martín de Vidales
Los primeros estudios sobre la figura de los comuneros y de las Comunidades fueron
realizados por Ángel Ganivet, precursor de la generación del 98. Tras él, vendrían
otros autores como Manuel Azaña, presidente de la Segunda República
Española o Gregorio Marañón.
Como reacción a la interpretación "romántica-liberal" dominante durante el siglo XIX,
se fue formulando una interpretación alternativa de carácter "tradicionalista-
reaccionario" o "conservador" (originada en la interpretación histórica general
de Marcelino Menéndez y Pelayo y explicitada por Ramón Menéndez Pidal o José
María Pemán), que se hará oficial durante el franquismo a través de su visión
del nacionalismo español e impuesta a través de la escuela nacionalcatólica (la que se
refleja en El florido pensil). Según esta visión, los comuneros
eran politicastros comparados explícitamente con los nacionalistas periféricos,
motivados por razones espurias o bienintencionados que no llegaban a entender lo
sublime del destino imperial por no alcanzar a ver más allá del campanario de su
aldea.18
Desde mediados del siglo XX, la renovación de la historiografía introdujo cambios
metodológicos, principalmente provenientes de Francia (Escuela de los Annales), que
fueron introducidos tanto por los historiadores hispanistas como por los autóctonos,
por ejemplo el español José Antonio Maravallo el francés Joseph Pérez.6 En algunos
casos se intentaron explicaciones de carácter materialista, que buscaban los motivos
de los alineamientos políticos en distintas coaliciones sociales en torno a intereses
económicos.19
El gran impulso a la revitalización simbólica de las Comunidades con motivos
reivindicativos llegó a partir del año 1976, en plena Transición española convocado por
el Instituto Regional Castellano-Leonés. A partir de ese año, comienzan a celebrarse
concentraciones en Villalar cada 23 de abril. Ese mismo año, el grupo
segoviano Nuevo Mester de Juglaría musicalizó el romance de Los Comuneros,20
compuesto en 1972 por el poeta leonés Luis López Álvarez.11
Tras varios años de concentraciones no autorizadas en Villalar cada 23 de abril para
conmemorar la derrota comunera, la fiesta adquirió el carácter de oficial en el
año 1983, tras la conformación de la comunidad autónoma de Castilla y León.21
De igual modo, cada 3 de febrero desde el año 1988, en recuerdo de la rebelión de
1522, último acontecimiento militar de la Guerra, se celebra el homenaje a los
Comuneros en Toledo, resaltando la figura de Juan de Padilla y de María Pacheco.22
Desde el año 2007, el castillo de Torrelobatón alberga el centro de interpretación de la
Guerra de las Comunidades de Castilla, por lo que el castillo se conoce como
el Castillo de los Comuneros de Torrelobatón.23
El 15 de marzo de 2015 fue inaugurado en Toledo24 el monumento a Juan de Padilla
en la plaza que ocupa el solar en que se levantaban sus casas. De este modo se
ponía fin a un anhelo histórico de la ciudad castellana, que había visto cómo hasta en
siete ocasiones el intento por erigir este homenaje había fracasado.25 El notable
monumento, obra de Julio Martín de Vidales y sufragado por la Fundación Soliss, está
realizado en bronce con un pedestal de piedra de los Montes de Toledo y alcanza una
altura total de 4,72 metros y pesa 32 toneladas.
En la política[editar]
Véase también[editar]
Insurrección de los comuneros (levantamiento armado en el Virreinato de la Nueva
Granada en los años 1780)
Revolución Comunera (insurrecciones en Paraguay en el siglo XVI y XVIII)
Santa Junta
Notas[editar]
1. Volver arriba↑ Girón abandonó la causa comunera tras ser acusado de traidor a causa
de su derrota en Tordesillas (1520).2
2. Volver arriba↑ Ausente durante la revuelta.3
Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Alonso, 2016, pp. 104-105.
2. Volver arriba↑ Alonso, 2016, p. 98.
3. Volver arriba↑ Alonso, 2016, p. 96.
4. Volver arriba↑ Citado en Los Comuneros de Castilla de J. L. Díez, pág. 7.
5. Volver arriba↑ La grabación es de finales de 1976, y se ha hecho una reedición en
2001, con motivo de su XXV aniversario. Página sobre Los Comuneros. Discografía
del grupo. Video ilustrado con imágenes históricas y de reivindicación política.
6. ↑ Saltar
a:a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v w x y z aa ab ac ad ae af ag ah ai aj ak al am an añ ao apaq ar as at au
av aw ax ay
Joseph Pérez, Los Comuneros
7. Volver arriba↑ Héroes de Castilla: Los Comuneros.
8. Volver arriba↑ www.fuenterebollo.com. «Comuneros de Castilla». Consultado el 18 de
marzo de 2008.
9. ↑ Saltar a:a b c d e f Alfonso María Guilarte, El obispo Acuña. Historia de un comunero
10. Volver arriba↑ www.cervantesvirtual.com. «Texto íntegro del Edicto de Worms».
Consultado el 25 de marzo de 2008.
11. ↑ Saltar a:a b Luis López Álvarez, Los Comuneros
12. ↑ Saltar a:a b www.mora.es. «Ayuntamiento de Mora, sección Historia». Archivado
desde el original el 6 de marzo de 2008. Consultado el 20 de marzo de 2008.
13. Volver arriba↑ galeon.com/medieval8/. «Cronología completa de las Comunidades».
Consultado el 20 de marzo de 2008.
14. Volver arriba↑ www.cervantesvirtual.com. «Lista completa de exceptuados en el
Perdón General». Consultado el 25 de marzo de 2008.
15. Volver arriba↑ * ARTOLA GALLEGO, Miguel, dir. (1991). Enciclopedia de Historia de
España. Tomo V: Diccionario Temático. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-5294-6.
16. Volver arriba↑
"Te han de quitar el gobierno tus vasallos o ha de haber entre ellos Comunidades"
López Álvarez, Luis (1979). Los Comuneros. Editorial Laia. ISBN 84-7222-341-8.
Guilarte, Alfonso María (1983). El obispo Acuña. Historia de un comunero.
Colección ÁMBITO Castilla y León - Ámbito Ediciones S.A. ISBN 84-86047-13-7.
Danvila, Manuel (Madrid, 1897-1900). Historia crítica y documentada de las
Comunidades de Castilla. Memorial Histórico Español. 6 volúmenes.
Gan Giménez, Pedro (Madrid, 1986). La política y los problemas interiores. Historia
general de España y América, Tomo VI, Ediciones Rialp. ISBN 84-321-2101-0.
Díaz Medina, Ana (03-2006). «Héroes de Castilla: Los Comuneros». Historia
National Geographic (nº 27): 92 a 103.
José Luis Díez (Madrid, 1977). Los Comuneros de Castilla. Editorial Mañana. ISBN
84-7421-025-9.
Jerez, José Joaquín (Madrid, 2007). Pensamiento político y reforma institucional
durante la guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1521). Editorial Marcial
Pons. ISBN 978-84-9768-415-6.
Miguel F. Gómez Vozmediano (coordinador) (2008). Castilla en llamas: La Mancha
comunera: la Guerra de las Comunidades en Castilla La Mancha y Madrid.
Editorial: ALMUD, Ediciones de Castilla-La Mancha Colección: Biblioteca Añil,
37. ISBN 978-84-936235-1-7.
Joseph Pérez (1977). La revolución de las comunidades de Castilla (1520-1521).
Siglo XXI de España Editores. ISBN 9788432302855.
Alonso, David (2016). «La batalla de Villalar: los comuneros». Historia National
Geographic (RBA Revistas) (154): 96-105. ISSN 1696-7755.
LA BATALLA DE VILLALAR
Miguel García
Cuenta verificada
@Milhaud
Publicado el 22/04/2010
El 23 de Abril de 1521, en la localidad que hoy en día es conocida como Villalar de los Comuneros,
tuvo lugar la batalla de Villalar. Esta batalla, sin ser una de las grandes batallas de la historia de
España, fue la más significativa de la Guerra de las Comunidades que enfrentó las fuerzas de la
Junta Comunera con Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado al frente y las fuerzas
imperiales de Carlos I.
Pero para poder comprender las causas de esta batalla nos tenemos que remontar a 1504, año en
el muere Isabel la Católica y el país entra en un periodo de inestabilidad política. En Octubre de
1517, un año después de la muerte de Fernando el Católico, llega a España Carlos I tras haberse
autoproclamado rey de sus posesiones hispánicas.
I: Retrato de Carlos I
Asistió a las primeras cortes en 1518 sin hablar casi castellano, y trajo junto a él un gran número
de nobles y clérigos de Flandes como corte, lo que supuso una amenaza al poder de las élites
sociales castellanas ya existentes. Este descontento rápidamente se extendió entre todas las
capas sociales, comenzando a aparecer en ese mismo año las primeras protestas sociales a modo
de pasquines en las iglesias que decían: “Tú, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres al
sufrir que un tan noble reino como eres, sea gobernado por quienes no te tienen amor“.
En 1520, aprovechando la regencia de Adriano de Utrech y la ausencia de Carlos I del reino,
estalla la revuelta comunera en Toledo, a la que rápidamente ese mismo año se unen varias
ciudades castellanas, entre las que se encontraban Ávila, Toro, Segovia, Salamanca, Palencia,
Medina del Campo, Valladolid o Burgos. En Ávila, el 29 de julio de ese mismo año se nombra
general de la Junta Comunera a Juan Padilla.
II: Retrato de Juan de Padilla
Los comuneros pensaron en Juana “la loca” como sustituta de Carlos I, por lo que trasladan la
junta a Tordesillas donde ésta se encontraba prisionera. Ante la negación de Juana de aceptar la
propuesta comunera, la estrategia comunera cambió buscando en este caso la negociación con el
bando imperialista. Pero antes de que esta negociación se llevara a cabo, los nobles vieron
peligrar aún más sus puestos con todos los campesinos unidos a la revuelta comunera, razón por
la cual se cambiaron al bando imperialista.
Fue entonces cuando la verdadera guerra comenzó, primero con la toma de Tordesillas y Burgos
por parte del bando imperialista, y la toma de Torrelobatón por parte del bando comunero. Ante el
asedio de Torrelobatón, Padilla se siente presionado por lo que se ve forzado a salir de su fortín en
busca de refuerzos.
En la lluviosa madrugada del 23 de abril de 1521 Padilla sale de Torrelobatón al frente del ejército
comunero hacia Toro, ciudad perteneciente al bando sublevado. A la altura de Vega de
Valdetronco el ejército imperialista ya estaba cerca, por lo que ante la inevitable batalla, Padilla
decidió buscar un lugar favorable para la lucha, siendo Villalar el lugar elegido.
El ejército comunero se encontraba en inferioridad, por lo que forzó que la batalla se produjera
dentro del pueblo, donde les dio tiempo a instalar cañones en las distintas calles. Ante la
incertidumbre inicial, varios sublevados aprovecharon para huir de la batalla dejando el bando
sublevado aún más disminuido.
III: Estatua de Juan Bravo en Segovia
La batalla fue desigual y se convirtió en una gran masacre que duró toda la tarde del 23 de abril.
A la noche, únicamente sonaban los gritos de algunos comuneros gravemente heridos que yacían
en el campo mientras eran rematados por el bando imperialista. Los cabecillas de la revuelta,
Padilla, Bravo y Maldonado, fueron apresados vivos y recluidos para ser ejecutados un día
después.
La noticia de la ejecución de los cabecillas corrió rápido entre las ciudades levantadas, que poco a
poco se van rindiendo, siendo Toledo la única resistencia con María Pacheco, mujer de Padilla, al
frente, aguantando hasta junio de 1521. Siendo su caída el final de la Guerra de las Comunidades.
El 16 de julio de 1522, Carlos I regresó a España e instaló su corte en Palencia. Con ello, la
represión contra los ex-comuneros se intensificó hasta que a finales de octubre se trasladase a
Valladolid donde promulgó el Perdón General el 1 de Noviembre de 1522, dando la amnistía a 293
comuneros, y terminando con la persecución.
Estos hechos fueron recordados durante siglos por dos monolitos, ubicándose uno en la plaza de
Villalar y otro en el lugar de la batalla, y Villalar poco a poco fue adoptando en calificativo “de los
Comuneros”. Con el paso de los años, Villalar se comenzó a considerar la cuna del nacionalismo
castellano, así como símbolo de la lucha de los pueblos por la libertad.
IV: Monolito en la Plaza de Villalar
En el año 1821, Juan Martín Díez “El empecinado” organiza con unos compañeros una expedición
a Villalar en busca de los restos de Padilla, Bravo y Maldonado. Pese a no llegar a encontrar nunca
los restos de los líderes comuneros, el día 23 de abril de ese mismo año celebran en la plaza de
Villalar el primer acto homenaje a los comuneros. Años más tarde, con el nacimiento del
sentimiento nacionalista, se celebra la primera Fiesta de los Comuneros el 23 de abril de 1889.
En 1920 el Ayuntamiento de Santander propuso por primera vez que las corporaciones castellanas
celebrasen el 23 de Abril el cuarto centenario de los Comuneros de Castilla, y años más tarde se
intentó que esta celebración tuviera un carácter anual, pero con las dictaduras de Primo de Rivera
y Francisco Franco esta celebración quedaría relegada a un ambiente clandestino.
A comienzos de la década de los 70, coincidiendo con las primeras actividades antifranquistas se
funda en Valladolid la librería Villalar, cuyo nombre homenajea simbólicamente las libertades
castellanas. En esta librería se presentaría ese mismo año el poema “Los Comuneros” escrito por
Luis López Álvarez, obra que se convirtió en referencia del autonomismo castellano. Este poema
fue adaptado en 1976 por el grupo folk Nuevo Mester de Juglaría, y “Castilla: Canto de
Esperanza“, el último tema de ese disco homenaje, se convertiría en el himno oficioso de Castilla.
V: Nuevo Mester de Juglaría – Los Comuneros
https://recuerdosdepandora.com/historia/la-batalla-de-villalar-castilla-entera-se-siente-
comunera/#ixzz2RHbEnXAB