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la teoría filosófica. Y justamente, la acción que quiere Marx s una acción guiada por la idea, la
cual significa que en esa actitud se conserva la teoría pero en un plano superior, como es el
hecho de llevarla a la práctica.
Pero además. La importancia de la praxis no termina aquí. Ha sido tan relevante su papel
dentro de la mentalidad marxista, que hasta se ha pretendido colocarla como criterio de
verdad, de tal manera que una proposición es aceptada como verdadera, cuando es sometida
a la comprobación de la práctica. Se trata, pues, de una modalidad del empirismo, y del
pragmatismo.
Es conveniente aclarar que, contra esta tesis de la praxis como criterio de verdad, se pueden
repetir todas las críticas que han hecho contra el pragmatismo (cfr. O.C. Introducción a la
lógica, cap. XXXV). Si bien es cierto que el éxito en la práctica puede verificar proposiciones de
origen empírico, también es cierto que hay juicios a priori perfectamente verdaderos, no
importa que su justificación no provenga de la praxis, ni de la experiencia sensible.
En último caso, véase como la praxis no puede ser jamás el criterio supremo de verdad: Para
realizar la verificación práctica de una tesis A, se requeriría un conocimiento B, el cual, a su vez,
para ser verificado, requeriría otra experiencia práctica C, y así indefinidamente. El criterio
último de verdad no es la praxis, sino la evidencia del objeto (sensible o intelectual).
5.- La alienación religiosa.- El marxismo pretender salvar al hombre de las alienaciones que
sufre. Una alienación, en general, es lo mismo que una enajenación, o supresión de algún
aspecto de la personalidad humana (alienus, en latín, significa “ajeno”).
c) También el tema de la praxis envuelve los dos aspectos. Lo positivo es la convivencia de una
actitud que tienda a la aplicación práctica y que no se contente con la contemplación teórica
de las tesis filosóficas. Pero lo negativo consiste en la exageración de dicha tesis, que llega a
considerar la praxis como criterio de verdad. (Cfr. los párrafos correspondientes, en letra
menor).
d) En cuando a Dios y la religión: es un hecho que la práctica de la religión suele ser muy
deficiente. Muchos solamente la consideran como un consuelo, o un refugio, o una defensa
contra los avances de la inteligencia. (Cfr. más adelante, la tesis de Bergson). Pero eso no es
obstáculo para que la religión pueda ser practicada en un nivel superior, dentro de una
atmosfera de auténtica comunicación con Dios y de auténtica difusión entre esos dos planos.
Naturalmente, para llegar a esa práctica es necesario luchar primero contra el ateísmo. Se
puede decir, en pocas palabras, que el hombre no llega a negar el Absoluto, lo que niega es
cierta idea de Dios, que en muchos casos es una verdadera caricatura de lo que defiende en
una sana filosofía tomista (Cfr. el capítulo sobre Sto. Tomás).
e) Y, por último, es del todo laudible la intención de justicia social. Lo malo esta en las
exageraciones, como las tendencias al economicismo, a un maniqueísmo practico (proletarios
versus capitalistas), a inducir al resentimiento y a la violencia en la lucha de clases, a la
exclusión, no del abuso, sino de la misma posibilidad de existencia del derecho de propiedad
de los medios de producción.