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Coriolano
Amador:
¿“Burro de oro” o
visionario de ciudad?
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
Del diálogo con el antropólogo antioqueño Víctor Ortiz sobre su tesis “Tras las huellas de Coriolano Amador
y la construcción de imaginarios de progreso en la ciudad de Medellín”, en proceso de ser laureada, sale
esta crónica. “Amador materializa la imagen de progreso de los medellinenses, que abrimos caminos y
vencimos la selva, para ser los mejores ciudadanos del país, concepto que data de la mitad del siglo XIX”,
señala el autor.
La Mina El Zancudo
Coriolano Amador recibió la Mina El Zancudo en Titiribí, en la dote de su esposa, doña Lorenza Uribe
Álvarezdel Pino, hija única del dos veces presidente del Estado Soberano de Antioquia, José María Uribe:
86% era de ella. Las mujeres hasta muy entrado el siglo XIX no podían celebrar vínculo comercial alguno y
requerían un albacea para manejar sus capitales. Se casan, él, rico importante de Medellín; ella, rica
heredera de lo que hoy son El Poblado, Sabaneta y Envigado, y sobrina del médico y científico Manuel
Uribe Ángel.
El Banco Emisor del Estado Soberano de Antioquia vio inundado el mercado de Medellín con oro que
literalmente rompía bolsillos y desordenaba las finanzas de la ciudad y del Estado. Por ello recomendó a
Coriolano que El Zancudo tuviese billete propio. Al ponerse orden en las finanzas nacionales, los billetes de
El Zancudo fueron quemados públicamente en la Plaza Mayor de Berrío.
Vida palaciega
El arquitecto italiano Felipe Crosti, cuyos planos para la Catedral
Metropolitana rechazó la Curia por exagerados, fue contratado por
Coriolano, mientras el francés Charles Émile Carré rediseñaba la
Basílica. Amador dijo a Crosti: Diséñeme un palacio como los que yo
conozco en Europa, y él le construyó una casa que por primera vez
veían los habitantes de Medellín -cuando lo más alto de la ciudad
eran las torres de la Iglesia La Candelaria-, en el crucero de Palacé
con Ayacucho, tres niveles, malacate para subir y bajar alimentos,
ropas y otras cosas, puertas talladas de madera con la precisión de
joyas, gran reja de hierro forjado por donde la gente veía los cisnes
negros que nadaban en lagos con bombas para subir el agua a fuentes estilizadas, lámparas de Baccarat de
París, escalera monumental de mármol de Carrara, vitrales de Bélgica donde Coriolano hizo retratar a todos
los miembros de su familia, habitaciones separadas, salón de cámara por piso diseñado para orquesta,
salón de baile, de protocolo, alfombras árabes y de Aubusson, muebles de maderas aromáticas, salón de té
y salón de brandy. A su hijo José María le hizo contra-reloj, como regalo de boda, un palacio similar donde
hoy están los edificios Vicente Uribe Rendón y Cámara de Comercio de Medellín (La Playacon Avenida
Oriental), neoclásico como los palacetes de Champs Elysées, que más tarde sería el Palacio
El primer carro
El primer automóvil de Medellín se estrenó el 19 de octubre de 1899, un último modelo rojo de la casa
francesa Dion Bouton, para 3 personas (en Medellín decían que era para cinco: tres encima y dos
empujando) y acaso alcanzaría 25 kilómetros por hora, de combustión por gasolina e iniciación con
manivela, arranque por cadenas que lo movía a jalones y se varaba a trechos. Ese domingo a la salida de la
misa de 12, la gente corrió, los caballos se desbocaron y el cura echó bendiciones, cuando Coriolano pasó
frente a la iglesia de La Candelaria en el coche conducido por un chofer francés de apellido Tissnés, quien
importó el carro con 7 galones de combustible. Horas después estalló en Medellín la Guerra de los Mil Días
y entonces la gente dijo: El caballo del Demonio trajo la guerra.
Carlos Coriolano Amador Fernández Año 1860 Fotógrafo Bartel A. Biblioteca Pública Piloto de Medellín / Archivo
Fotográfico
El Colombiano,
La familia Amador, por ejemplo, es objeto de visita frecuente. Con ella, por cierto, ocurre algo simpático:
mientras el más recordado de ellos, Coriolano Amador Fernández, "El burro de Oro", Gobernador de la
Provincia de Antioquia en 1851, el industrial visionario, el primero en traer un automóvil a Colombia, quien le
diera nombre a la calle Amador por sus palacios situados en esa zona, tiene una bóveda en arco, sin lujo, en
la que apenas reza: Carlos C. Amador 1835-1919. Una cruz en bajorrelieve está encima de la leyenda. En la
fila contigua, un puesto más abajo, hay otra igual -salvo porque en lugar de cruz hay una virgen-, la de su
esposa: Lorenza U. de Amador 1843-1920.