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¿Qué ocurrió para que Lehman quebrara?

Una serie de catastróficas decisiones

La desregulación del sistema financiero, la codicia, la ambición y el


exceso de confianza llevaron a Fuld, Paulson y Bernanke a
protagonizar la mayor quiebra de la historia en EEUU

09/09/2018 05:01 - ACTUALIZADO: 14/09/2018 14:00


El lunes 15 de septiembre de 2008, antes de la apertura de los
mercados asiáticos, Lehman Brothers solicitó acogerse al Capítulo
11 de la Ley de Quiebras de EEUU y protagonizó la mayor caída
de una empresa en toda la historia. Muchos fueron los errores que
terminaron por provocar el colapso del cuarto banco de inversión de
Estados Unidos y que hicieron temblar los cimientos de la economía
mundial.
La crisis de las hipotecas 'subprime' había puesto contra las
cuerdas al sistema financiero estadounidense. Estos préstamos
hicieron 'de oro' a bancos y banqueros y cuantos más se concedían,
más crecía el pastel. Daba igual que los hipotecados pudieran pagar
o no, lo importante era que firmaran para seguir haciendo caja. Los
bancos empaquetaban y vendían estos productos financieros en el
mercado para tener liquidez y así poder conceder más préstamos.
La desregulación del sector y la mala supervisión llevaron a esta
burbuja al extremo de poner en riesgo el sistema financiero global.

En el año 2007 comenzaron las turbulencias. En agosto de 2007, el


banco francés BNP Paribas suspendió los pagos de tres de sus
fondosante el parón del mercado inmobiliario y el 14 de septiembre
el banco británico Northern Rock solicitó un apoyo de liquidez al
Banco de Inglaterra por su alta exposición a las hipotecas 'subprime'
(fue finalmente nacionalizado en febrero de 2008).
En los primeros meses de 2008, los grandes bancos de Wall Street
estaban ultimando el maquillaje de sus cuentas trimestrales, ya
que iban a presentar los peores números de toda su historia. Todos
intuían que se avecinaba la mayor crisis financiera en casi un siglo.
Todos menos Richard 'Dick' Fuld, consejero delegado de Lehman
Brothers desde 1993. Fuld tenía la ambición de convertir a Lehman
Brothers en el primer banco de inversión de EEUU en 2012 y con
esa premisa dirigía un barco que hacía aguas por todas partes.
"Nadie en el equipo de Fuld supo ver que a principios de 2008 el
mundo había cambiado... para Lehman y para todos los demás",
escribió Andrew Gowers, director de comunicación de Lehman
Brothers desde julio de 2006 hasta su colapso. En esos meses Fuld
se dedicó a atacar a la prensa y a los inversores críticos en lugar
de intentar sanear el balance de la entidad. "Dick dirigía el banco
como si estuviera en guerra, sin mirar los indicios de la crisis",
escribía Gowers.
Paradójicamente, la caída de Bear Stearns acabó de dinamitar
cualquier posibilidad de supervivencia de Lehman Brothers. Bear
Stearns era el quinto banco de inversión de EEUU y tenía un
balance igual de intoxicado que el de Lehman. A mediados de
marzo de 2008, Bear Stearns se encontraba al borde de la
suspensión de pagos, ya que nadie quería prestar dinero a la
entidad. Para evitar una quiebra descontrolada de la entidad, que
pondría en riesgo al resto de competidores, el secretario de Estado
del Tesoro, Henry 'Hank' Paulsonbuscó una solución corporativa
que incluyese garantías con dinero público para asegurar la
operación.
Henry 'Hank' Paulson, ex secretario de Estado del Tesoro. (Reuters)

Finalmente se optó por que fuese JPMorgan, el mayor banco


comercial, quien comprase Bear Stearns con una línea de auxilio
de 30.000 millones de dólaresproporcionada por la Reserva
Federal para asumir las pérdidas de los activos tóxicos. El
presidente de la Fed, Ben Bernanke, es uno de los mayores
expertos en la crisis financiera de EEUU de los años 30 y sabía bien
que permitir una quiebra descontrolada de un banco era la peor
opción posible. Esta operación sirvió para contener el acoso de los
mercados durante unas semanas, pero estableció la creencia de
que el Gobierno no dejaría caer a ningún banco en problemas.
La cuenta atrás
En septiembre la situación era ya insostenible. Los grandes bancos
estadounidenses, incluido Lehman, habían presentado pérdidas
trimestrales de miles de millones y el acoso de los mercados era
total. En mitad de la adversidad, Lehman Brothers encontró un
salvador, Korean Developent Bank (KDB). Este banco público
coreano comenzó a finales de agosto las negociaciones para
entrar en el capital de la entidad estadounidense. Para Lehman
sería la forma de fortalecer su capital y de conseguir un socio con
mucha fuerza, el Gobierno coreano.
Las negociaciones avanzaban en los primeros días de septiembre
en medio del pánico en los mercados. El 7 de septiembre, el
Gobierno estadounidense tuvo que realizar el mayor rescate de su
historia para salvar a las dos mayores agencias hipotecarias del
país, Fannie Mae y Freddie Mac. Estas dos agencias privadas,
pero promocionadas por el Estado, se dedicaban a garantizar
créditos hipotecarios, de modo que su quiebra hubiese dejado sin
protección a toda la banca del país.
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Paulson optó por nacionalizar a las dos compañías con un rescate


que superó los 185.000 millones de dólares, en torno al 15% del
PIB español. El rescate sirvió para calmar los ánimos en Wall Street.
El 8 de septiembre el Dow Jones subió un 2,58% y Europa se anotó
ascensos superiores al 3,5%.
El secretario de Estado reafirmó el mensaje de que el
Estado acudiría en rescate para evitar la quiebra de las mayores
entidades del país. Fuld se sintió respaldado y decidió apretar a los
coreanos en su negociación. Korean Bank ofreció una inyección de
5.300 millones de dólares a un precio de 6,4 dólares por acción,
pero Fuld quería que entraran a precios de mercado: 17,5 dólares.
Korean Bank rompió las negociaciones con Fuld y las acciones de
Lehman volvieron a desplomarse. En una sola sesión, la del 9 de
septiembre, los títulos de la compañía se hundieron un 45%.
Lehman ya no tenía opciones de conseguir un inversor de
referencia, pero el experimentado banquero esperaba un golpe de
suerte con dinero público.
Lehman tenía dos compradores interesados, Bank of America y
Barclays y Fuld confiaba en que, llegado el momento, Paulson
optaría por realizar una operación similar a la de Bear Stearns: una
venta con protección de la Reserva Federal ante posibles pérdidas.
Pero esta vez, Hank no saldría al rescate.
Un fin de semana en la Reserva Federal
El secretario de Estado del Tesoro tenía un concepto que se repetía
constantemente en las discusiones con su equipo: riesgo moral.
Esto es, los incentivos negativos que se crean en el proceso de
toma de decisión cuando las consecuencias negativas las asumen
terceras personas. En el caso de las entidades financieras, contar
con el rescate automático del Estado genera un incentivo para que
asuman más riesgos. Paulson quería que las entidades asumiesen
las consecuencias de sus actos y la única forma de lograrlo era
frenar los rescates.
El expresidente de la Fed de Nueva York, Timothy Geithner. (Reuters)

En la tarde del viernes 12 de septiembre, Paulson, Bernanke


y Timothy Geithner, presidente de la Fed de Nueva York, sabían
que Lehman no podría afrontar los pagos del lunes siguiente. Esa
misma noche convocó en la Reserva Federal a los presidentes de
los mayores bancos del país para comunicarles que no daría un
dólar de dinero público para salvar a Lehman, por lo que el rescate
tenía que recaer sobre el sector privado. Por supuesto, Fuld no fue
invitado a la 'fiesta' porque todos conocían bien el temperamento de
Dick.
Durante las siguientes 48 horas de infarto en la Reserva Federal,
los líderes económicos del país exploraron todas las alternativas
posibles. En ese momento, solo Bank of America y Barclays habían
mostrado interés en absorber Lehman y el secretario de Estado se
aferraba a esta posibilidad a medida que la cuenta atrás avanzaba.
Sin embargo, sin dinero público, una operación de tal magnitud
suponía un gran riesgo para cualquiera de las dos entidades ya que
nadie conocía realmente cuál era el agujero de Lehman.

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Tradicionalmente, han sido las regiones más productivas y con sectores más diversificados,
pero en la salida de la crisis están ralentizadas por factores coyunturales y estructurales

A medida que se aproximaba la caída del cuarto banco de inversión


de EEUU, las dudas se centraron en el tercero: Merrill Lynch.
¿Sobreviviría? El CEO de Merrill, John Thain, comprendió que su
banco sería el siguiente y maniobró para evitar la quiebra. A lo
largo del fin de semana acordó la venta de la entidad a uno de los
dos posibles compradores de Lehman, Bank of America, por 50.000
millones de dólares.
La última esperanza para Lehman era Barclays… o el dinero
público, pero Barclays no compraría Lehman sin ayuda y Paulson
estaba decidido a llegar hasta el final antes que aportar dinero
público. "En ningún momento consideré apropiado arriesgar el
dinero de los contribuyentes para salvar a Lehman", comentaría
posteriormente el secretario de Estado.

A la una de la madrugada del 15 de septiembre se rompieron


definitivamente las negociaciones con Barclays y el presidente de
la SEC (la CNMV estadounidense) comunicó a Fuld que el banco
tendría que solicitar la quiebra antes de la apertura del mercado
asiático.
La fachada de Lehman Brothers el día que solicitó la quiebra. (Reuters)

Todo está bajo control


En la tarde del sábado 14 de septiembre, Paulson convocó al
abogadoHarvey Miller a la Reserva Federal. Era el mayor experto
en quiebras del país y se le encomendó la tarea de redactar la
solicitud de Lehman Brothers. Para Miller, dejar caer el banco era la
peor decisión posible, pero el Tesoro le tranquilizó “lo tenemos todo
bajo control”. El Gobierno de EEUU había dado seis meses a los
bancos de inversión para sanear sus balances con el rescate de
Bear Stearns y consideraba que la caída de Lehman sería
ordenada. Pero evidentemente no fue así. Al contrario, provocó un
cataclismo en los mercados que puso en juego la economía
mundial.

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década
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coincide con una moderación de la inflación hasta el 0,6% en enero

El día de la quiebra se perdieron más de 600.000 millones de


dólaresen los mercados internacionales, más del 60% de todo el
PIB español en una sola sesión. Dos días después, el 17 de
septiembre, el Tesoro tuvo que rescatar y nacionalizar a la mayor
aseguradora del país, AIG, contagiada por la situación del sistema
financiero por 85.000 millones de dólares. Y, finalmente, el 3 de
octubre, el Congreso aprobó la ley de emergencia económica que
incluía el TARP (Troubled Asset Relief Program) un programa de
rescate de hasta 700.000 millones de dólares para comprar activos
hipotecarios dañados y acciones.
[La caída de Lehman: la crisis que hundió la economía mundial,
en 5 libros y películas]
El Gobierno de EEUU volvió a darse cuenta, como ocurrió tras
el crac de 1929, que la quiebra descontrolada de un banco es la
peor decisión posible en una situación de crisis financiera. Todo fue
peor tras la caída de Lehman y más caro para el bolsillo de los
estadounidenses. Paulson ha justificado en innumerables
ocasiones su decisión: "No teníamos competencias [...], si alguien
piensa que Hank Paulson podía obligar a la Fed a salvar a Lehman
Brothers, la respuesta es que de ningún modo". También Bernanke
ha asegurado que la Fed no podía intervenir porque Lehman no
tenía las garantías exigidas para acudir a la ventanilla de
emergencia del banco central.
"No quería ver cómo desaparecía Lehman", explicaba Paulson en
una entrevista concedida un mes después de la quiebra de la
entidad. "Entendía las consecuencias mejor que ningún otro", esto
es, el terremoto que generaría en los mercados y el elevado coste
que supondría para el Tesoro rescatar al resto del sector. Sin
embargo, en la rueda de prensa que ofreció tras la quiebra del
banco, su justificación fue que no quería arriesgar el dinero de los
contribuyentes.
El rescate del sistema financiero y las políticas de estímulo que
impulsó Bernanke desde la Reserva Federal permitieron a EEUU
contener los efectos de la crisis. El país comenzó su
recuperación años antes que Europa gracias a estas medidas de
contención. En 2013, el Gobierno estadounidense ya había
recuperado todo el dinero del rescate y con un beneficio de más de
30.000 millones de dólare

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