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GUSTO.

Uno de los cinco sentidos especiales. Por sí solo, el gusto es un sentido relativamente tosco,
capaz de distinguir solo entre dulce, salado, agrio y amargo. En la práctica, sin embargo,
se pueden distinguir muchos sabores distintos debido a la combinación del sentido del
gusto con el sentido mucho más discriminativo del olfato. Esta combinación explica por
qué la pérdida del sentido del olfato (p. ej., debido a un resfriado común) también causa
aparentemente una pérdida de gusto.

La apreciación sensorial completa de la comida implica a otros factores, como el


aspecto de la comida (que ayuda a estimular la salivación) y la consistencia y
temperatura de la comida.

BOCA.

La boca, que es un lugar donde se fragmentan los alimentos para su deglución, conforma
la parte inicial del aparato digestivo; en ella, las vibraciones producidas por la laringe se
convierten en el lenguaje; también se utiliza para la respiración.

Estructura: el techo de la boca está formado por el paladar óseo en la parte anterior y por
el paladar blando carnoso en la parte posterior. La mayor parte del suelo de la boca está
formada por la lengua, que contiene células especializadas que son sensibles al sabor y
que se denominan yemas gustativas. Alrededor del paladar y de la lengua están los
dientes, que se insertan en el tejido blando de las encías. Alrededor de ellos están las
mejillas y los labios, que contienen un anillo de musculo que facilita el mantenimiento del
alimento en la boca. La parte interna de la boca esta revestida por una membrana
mucosa que esta lubricada por la saliva que producen tres partes de glándulas salivales.

AGEUSIA/ DISGEUSIA.

Carencia o alteración del sentido del gusto.

PERDIDA DEL GUSTO.

La pérdida del gusto suele ser resultado de la pérdida del sentido del olfato
(generalmente debido a un resfriado común o una gripe), que colabora mucho con el
gusto.

Pérdida del gusto sin pérdida del olfato es relativamente rara. Una causa posible es
cualquier situación que produzca una boca seca, por que las yemas gustativas solo
pueden detectar las sustancias responsables de los sabores cuando dichas sustancias se
encuentran disueltas en saliva.

La pérdida total o parcial del gusto puede deberse a la lesión de las propias yemas
debido a una estomatitis (inflamación de la boca), a un cáncer de boa o a la
radioterapia (que también elimina la salivación al dañar a las glándulas salivales) para
tratar el cáncer de boca, a los efectos colaterales de algunos medicamentos o, más
frecuentemente, a la natural degeneración de las yemas gustativas con la edad.

La pérdida del gusto también puede deberse a una lesión de los nervios craneales que
llevan las sensaciones del gusto al cerebro. Un nervio puede dañar por una herida en la
cabeza, por un tumor del cerebro o de los nervios craneales asociados al gusto, o por una
operación en la cabeza o en el cuello. En estos casos, la pérdida del gusto suele
acompañarse de parálisis facial.

Aparecen trastornos del gusto en algunas enfermedades psiquiátricas, tomando a


menudo la forma de alucinaciones gustativas más que una pérdida del gusto verdadera.

OLFATO.

Uno de los cinco sentidos.

Trastornos: la alteración del sentido del olfato puede consistir en una anosmia (pérdida del
sentido del olfato, que puede ser completa o parcial, temporal o permanentemente).
Debido a que los sentidos del olfato y del gusto están tan íntimamente conectados, los
trastornos del olfato suelen producir trastornos del gusto.

La anosmia parcial temporal suele ser el resultado de enfermedades en las que la mucosa
nasal se inflama, como el resfriado común, la gripe y diversas formas de rinitis, sobre todo
la rinitis alérgica. El tabaquismo produce anosmia con frecuencia. En la rinitis hipertrófica
la mucosa aumenta de grosor, enterrando y en ocasiones distorsionando a las
terminaciones de los nervios olfatorios, lo que puede producir anosmia permanente a
menos de que se trate la enfermedad. En la rinitis atrófica, las terminaciones nerviosas
degeneran, produciendo cierto grado de anosmia permanente; también se produce una
secreción maloliente que puede enmascarar a cualquier otro olor.

Los nervios olfatorios se pueden desgarrar en una lesión de la cabeza. Si se desgarran


ambos nervios, se produce una anosmia completa y permanente; durante el periodo de
recuperación de lesiones menos graves puede aparecer una disosmia en forma de malos
olores imaginarios.

Con poca frecuencia, la anosmia se debe a un meningioma (tumor e las meninges, las
membranas que rodean al cerebro) o a un tumor en la parte posterior de la nariz (cáncer
de nasofaringe).

NARIZ.

Parte superior del aparato respiratorio, que también es el órgano del olfato.

Estructura: la nariz es una vía aérea que conecta las ventanas nasales desde su parte más
interior con la nasofaringe (la parte superior de la garganta) en su parte más posterior. El
tabique nasal, formado por cartílago en su parte anterior y por hueso en su parte posterior,
divide en su parte media a la nariz.

Existen dos pequeños huesos, los huesos nasales, que se proyectan desde la parte anterior
del cráneo y forman la parte superior del puente de la nariz; el resto del puente está
formado por cartílago. El techo de la vía nasal está formado por os huesos de la base del
cráneo, las paredes por los maxilares (maxilar superior) y el suelo por el paladar duro. En
cada una de las paredes existen tres cornetes (prolongaciones óseas curvadas hacia
abajo). Toda la vía nasal esta revestida por una membrana mucosa, en la que crecen
pequeños pelos que incrementan de forma considerable el área de superficie.

Los huesos que rodean a la nariz contienen cavidades llenas de aire y revestidas por
membrana mucosa que se denominan senos paranasales y que se abren en la vía nasal.
En cada pared de la nariz existe la apertura de un conducto nasolacrimal, a través del
cual drenan lagrimas que bañan la parte anterior del globo ocular.

En el techo de la vía nasal existen pequeñas aberturas a través de las cuales se introducen
terminaciones nerviosas de los nervios olfatorios, que son responsables del sentido del
olfato.

Función: una de las funciones principales de la nariz es la filtración, calentamiento y


humedecimiento del aire inhalado antes de que se introduzca en el resto del aparato
respiratorio. Inmediatamente después de las ventanas nasales, los pequeños pelos
atrapan las partículas de polvo de mayor tamaño, e incluso cuerpos extraños, induciendo
el estornudo para eliminarlos.

Las partículas más pequeñas se filtran en los pelos de los cornetes. Todo el aire que se
introduce en la nariz para sobre los vasos sanguíneos y las células mucosecretorias
situadas en la superficie de los cornetes. En moco de los cornetes fluye hacia dentro,
transportando microorganismos peligrosos y otros cuerpos extraños hacia la nasofaringe,
de forma que pueden ser tragados y destruidos por el ácido gástrico del estómago.

La nariz detecta el olor a través de las terminaciones nerviosas olfatorias, que, cuando son
estimuladas por los vapores inhalados, transmiten esta información al bulbo olfatorio
situado en el cerebro.

La nariz también produce resonancia, dando a cada voz su tono característico.

ANOSMIA.

Pérdida del sentido del olfato.

RELACION ENTRE EL GUSTO Y EL OLFATO.

Los sentidos del olfato y el gusto constituyen un sentido químico común o sentido
trigeminal (podría considerarse nuestro sentido químico), que implicaría la activación de
múltiples terminaciones nerviosas a diferentes niveles especialmente las localizadas en las
mucosas nasales, orofaringe, etc. Ambos son sistemas quimiosensibles, llamados así
porque son los estímulos químicos los que activan a sus receptores. El olfato y el gusto
están estrechamente relacionados. Las papilas gustativas de la mucosa orofaríngea son
las encargadas del sentido del gusto y el nervio olfatorio identifica los olores. Ambas
sensaciones son transmitidas al cerebro para reconocer los sabores. Mientras que algunos
sabores pueden identificarse sin que intervenga el olfato (el sabor salado, el amargo, el
dulce o el agrio), otros más complejos (surgidos de las combinaciones de los primarios)
requieren ambos sentidos, olfato y gusto, para identificarlos.

Dada la estrecha relación de estos dos sentidos, su disfunción puede repercutir


enormemente en la calidad de vida de los pacientes o bien ser el inicio de una
enfermedad sistémica o neurológica grave. La mayor parte de las patologías referidas a
lo largo de este capítulo pueden llevar a una afectación conjunta de ambos sentidos.

De hecho, la repercusión más importante para las personas con trastornos del olfato es la
interferencia en el sentido del gusto. Entre el gusto y el olfato existe una acción sinérgica
que nos permite identificar el sabor. Cualquier alteración en el gusto o en la olfacción
tendrá como consecuencia una alteración en la percepción de los sabores. La
incapacidad para apreciar los distintos sabores de las comidas y bebidas es tan
importante, o más, que la propia alteración de la olfacción. Aunque los trastornos del
olfato y del gusto rara vez constituyen una amenaza para la vida de la persona, pueden
afectar enormemente la calidad de vida de los pacientes (disfrutar de la comida, la
bebida, los aromas, etc.). También pueden interferir en la capacidad de percibir
sustancias químicas y gases potencialmente nocivos, lo que podría tener consecuencias
graves.

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