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Historia de la Belleza U.

Eco
Introducción
En primera instancia, pareciera ser que lo que calificamos como bello es aquello que es bueno.
Desde una perspectiva más cercana al diario vivir, tendemos a considerar bueno aquello que no
solo nos gusta, sino que además querríamos poseer. Es un bien aquello que estimula nuestro deseo.
También llamamos bueno aquello que se ajusta a cierto principio ideal pero que produce dolor. En
estos casos reconocemos que la acción es buena pero no nos gustaría estar envueltos en una
situación similar. Esto último a menudo se rotula como una “bella acción”.
Hablamos de belleza cuando disfrutamos de algo por lo que es en sí mismo, independientemente
del hecho de que lo poseamos. Es bello aquello que, si fuera nuestro, nos haría felices, pero que
siendo bello aunque le pertenezca a otra persona.
Quien desea tener un objeto bello bajo esta pasión, celos, deseo de posesión, envidia o avidez no
tiene ninguna relación con el sentimiento de lo bello.
La investigación de Eco parte de las ideas de belleza impregnadas en los objetos que las culturas en
una determinada época histórica han reconocido como agradables, bellas a la vista.
Independientemente de la percepción que se tenga de ellas hoy.
Otro criterio que rige la investigación es que la estrecha relación que la época moderna ha
establecido entre la belleza y el arte no es tan obvia como pareciera. La relación entre belleza y arte
se ha planteado a menudo de forma ambigua porque, aun privilegiando la belleza de la naturaleza,
se admitía que el arte podía representar a la naturaleza de forma bella, inclusive cuando la
naturaleza representada fuese peligrosa o repugnante.
La historia de la belleza de Eco está documentada con obras de arte porque quienes han explicado
a través del tiempo cuál era su opinión de lo bello y han dejado ejemplos son los artistas, los poetas,
los novelistas, entre otros. En el caso de campesinos, albañiles, sastres, etc. quedan muy pocos restos
y tampoco dejaron una palabra para explicar el por qué consideraban bellos ciertos objetos. Cabe
destacar que no se puede estar seguro de los documentos en los que se basa la investigación, sin
embargo se pueden intentar hacer inferencias (con la ayuda de textos literarios y filosóficos de la
época por ejemplo).
Eco concede el mismo valor a las grandes obras de arte que a los documentos de escaso valor estético,
con tal de que ayuden a comprender cuál era el ideal de belleza en un determinado momento.
La consideración de lo bello depende de la época y las culturas. Nunca ha sido algo absoluto e
inmutable sino que ha ido adoptando no solo a la belleza física sino también a la belleza de Dios,
de las ideas, etc.
Se aprecia que mientras en un mismo periodo histórico las imágenes de pintores y escultores
parecen celebrar un tipo de belleza, la literatura (o el teatro, la danza, etc.) celebra otro y viceversa.

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